Introducción
Introducción
Introducción
Introducción
Las lesiones inestables del anillo pelviano se asocian con una mortalidad
significativa. Además, sus portadores pueden presentar como secuelas
discrepancias de longitud de los miembros, trastornos neurológicos,
genitourinarios y coloproctológicos, síndromes dolorosos graves. (1)
Todo paciente que presente una lesión pelviana debe ser considerado como un
politraumatizado y como tal sometido a un estudio multidisciplinario, jerarquizado y
sistemático.
E. Exposición completa del paciente para evaluación del tronco y las extremidades
evitando la hipotermia.
a. Perfil completo de columna cervical, que incluya la primera vértebra dorsal para
pesquisar alteraciones morfológicas o del eje de la columna que pudieran llevar a
una lesión medular irreversible durante la manipulación y el traslado del paciente.
La pelvis está formada por los dos huesos ilíacos y el sacro, que se encuentran
estabilizados por la sinfisis del pubis, el complejo de los ligamentos sacroiliacos y
el suelo pélvico. Las fracturas de pelvis son o no estables, dependiendo de que
interrumpan el anillo pélvico en uno o más puntos, como ocurre con las fracturas
de antebrazo. Los ligamentos sacroiliacos posteriores son el elemento más
importante de estabilidad del anillo pélvico. Existen dos tipos frecuentes de
fracturas estables. (2)
bastones, hasta que desaparecen los sintomas (generalmente uno o dos meses).
(2)
Anatomía y fisiopatología
Desde el punto de vista funcional la pelvis está constituida por tres huesos: dos
ilíacos y la unidad sacrocóccix. Se hallan unidos entre sí por poderosos
ligamentos, sin los cuales no podrían permanecer juntos. Los ilíacos se vinculan
por a delante entre sí a través de la sínfisis pubiana. Esta estructura no es per se
un elemento de estabilidad importante, pero es un indicador indirecto de la
inestabilidad posterior, como ya veremos. Por detrás, entre ambos ilíacos, se
interpone el sacro. La articulación sacroilíaca es responsable de la trans- misión
del peso desde la columna vertebral al miembro inferior correspondiente. Para
ello, el sacro y el ilíaco requieren potentes ligamentos que los estabilicen. (1)
Las fuerzas que actúan deformando el anillo pelviano son tres: la rotación interna
por el mecanismo de compresión lateral, la rotación externa por el mecanismo de
compresión anteroposterior y el cizallamiento vertical. Existe un cuarto mecanismo
que es la combinación de dos de los anteriores, al que denominaremos complejo.
(1)
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Si bien es importante comprender cómo trans- curren las fuerzas por la pelvis, ello
no lo es todo. La cavidad pelviana se encuentra ocupada por importantes órganos
del aparato genitourinario y del aparato digestivo: transcurren vasos y nervios de
jerarquía, que entran y salen por sus distintos anillos y escotaduras. Las fuerzas
traumáticas que afectan al anillo pelviano en su estabilidad, necesariamente
producirán daño sobre las estructuras blandas pelvianas. Tales lesiones deben ser
estudiadas mediante maniobras semiológicas sencillas que están al alcance de
cualquier médico, como el tacto rectal. prostático y vaginal, la toma de pulsos y la
exploración neurológica periférica. A ello de- ben agregarse los estudios complejos
que son de competencia del especialista. (1)
Comprender entonces que una lesión pelviana inestable desde el punto de vista
biomecánico, ya que ha perdido su continuidad anular, también puede serlo desde
el punto de vista hemodinámico, por el tercer espacio neoformado, es uno de los
principios que permiten encarar en forma adecua- da el tratamiento del shock en
los pacientes politraumatizados. (1)
Clasificación
En el segundo grupo están las lesiones más complejas con posible repercusión
sistémica. Para entenderlas las agruparemos según la clasificación de Young y
Burgess, que consideramos la más clara para comprender las fuerzas lesionales.
(1)
Tipo 2: a la lesión del tipo I se agrega la ruptura del complejo sacroiliaco posterior
o su equivalente fracturario en el ilíaco. Es estable mecánica y
hemodinámicamente a nivel pelviano. Tanto ésta, como el tipo 1, se asocian más a
menudo con lesiones encefálicas y abdominales que son las que pueden
ensombrecer el pronóstico. (1)
Tipo 3: esta lesión se produce por la acción de un objeto pesado sobre la pelvis.
Las lesiones que presenta son en una hemipelvis similares a las del tipo 2 pero
agregan, por la acción de la noxa, la apertura en rotación externa de la hemipelvis
contralateral. Los volúmenes intrapelvianos variarán con el grado de apertura y
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Tipo 2: en esta lesión la diastasis pubiana supera los 2,5 cm, y la fuerza traumática
ha separado las hemipelvis en rotación externa lo que provoca la ruptura de los
ligamentos sacrociático y sacroilíaco anterior. La pelvis se torna mecánicamente
inestable con un aumento del diámetro transverso que incrementa con rapidez el
volumen intrapelviano, con lo que se genera un tercer espacio importante. Éste
será ocupado por sangre; en cuestión de minutos puede llegar a albergar tanta
que el paciente se torna hemodinámicamente inestable.
Diagnostico
Lesiones asociadas
Una de las complicaciones más graves de las fracturas pelvianas es la lesión del
tubo digestivo bajo. Inmediatamente las trasforma en fracturas expuestas y los
protocolos más modernos requieren el concurso conjunto de cirujanos gene- rales
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Tratamiento
Debe hacerse una mención especial para las lesiones traumáticas de la pelvis del
anciano. En esta etapa de la vida, dado el aumento de fragilidad ósea, pueden
ocurrir, ante traumatismos mínimos como caídas desde la propia altura, fracturas
del anillo pelviano cuyo comportamiento clínico no es el de la lesión grave del
paciente politraumatizado. Después de una adecuada evaluación general del
paciente y en presencia de lesiones mecánicamente estables, el tratamiento de
elección es el reposo en cama. Si la fractura ocurriera como resultado de un
trauma grave, el concepto de tratamiento es el mismo que en el caso de cualquier
otro paciente politraumatizado. (1)