Unidad 5
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Unidad 5
La virtud puede definirse como el hábito operativo bueno, esto quiere decir que son un tipo de
cualidades estables, y por eso son hábitos y no meras disposiciones o cualidades transeúntes.
Inhieren en una potencia operativa, y esto los distingue de los hábitos entitativos, que en la
naturaleza de una cosa: la salud es un hábito entitativo del cuerpo.
Las virtudes perfeccionan las potencias operativas. Disponiéndolas a las obras que están de
acuerdo con la naturaleza del sujeto, las acercan más a su obrar propio, confiriendo a la facultad
operativa una mayor perfección.
El hombre prudente es, ante todo, un hombre que sabe recordar, la prudencia esta fundada en
la experiencia y la experiencia se reduce al tesorero de los recuerdos, gracias a los cuales
podemos hacer que mejore nuestra vida presente por medio de la enseñanza de nuestra vida
pasada. El prudente debe ser memorioso y es dócil; ej: le dicen que lleve paraguas por si llueve
y lo lleva.
La prudencia tiene por objeto determinar lo que necesario hacer en tal caso particular para no
hacer mal a nadie. El que quiere ser prudente no descuidara, será dócil y siempre presto a
instruirse según los mejor informado, aprenderá el arte de razonar bien para no errar en sus
deliberaciones, tendrá en cuenta todas las circunstancias, y será precavido para no dejar entrar
nada malo en su acto.
Prudencia es prever, es decir, previsión de la manera como los actos y sucesos han de
desarrollarse entre el momento en que se desea el fin y el momento en que será conseguido,
gracias a los medios que la prudencia acaba de escoger.
La operación del arte y de la razón deben estar conformes con las de la naturaleza, que han sido
instituidas por la razón divina; pero la naturaleza tiende a dos cosas: Primeramente, a regir cada
cosa considerada en si misma; en segundo lugar, a resistir a quien la ataca de afuera y puede
destruirla. A causa de esto, la naturaleza no ha dado solamente a los animales la facultad
concupiscible que los mueve hacia los objetos propios a conservarlos, sino también lo irascible,
gracias al cual el animal resiste contra sus enemigos. He aquí porque las operaciones que
obedecen a la razón no deben poner en obra solamente la prudencia política, para disponer
convenientemente el bien común, sino también la prudencia militar, para responder a los asaltos
de los enemigos.
La falsa prudencia, por ejemplo: Alguien que se hace machete y quiere engañar a él y al otro.
LA JUSTICIA: es la virtud que inclina a dar a cada uno lo suyo. Sus tres partes subjetivas son
la justicia conmutativa, legal y distributiva: regulan, respectivamente, las relaciones entre los
individuos, entre los ciudadanos y los gobernantes, y entre los gobernantes y los ciudadanos.
El estudio de una de sus partes potenciales, que es la virtud de la religión. La virtud de la
religión ordena al hombre a tributar al creador el honor y la reverencia debidas. Impera todo lo
referente al culto de Dios, que tiene por objeto reconocer su excelencia, darle gloria y mostrarle
la sujeción humana, y cuyos actos principales son la adoración, la oración y el sacrificio.
Ejemplo: cada profesional debe ejercer con matrícula indicando que completó sus estudios
universitarios y está apto para desempeñar la profesión, en caso contrario de hacerlo sin lo
requerido la justicia actuará mediante una sanción penal adecuada.
La justicia se divide en dos: derecho natural y derecho positivo, para que la justicia sea
satisfecha es necesario en efecto que asegure el respeto a la legalidad entre las personas
diferentes interesadas por un mismo acto. Pero esta legalidad puede ser de dos maneras,
primeramente regalarse el cambio no teniendo en cuenta más que la naturaleza de los productos
cambiados, dando cada uno tanto como recibe, y ese será el derecho natural, pero podrá regalar
el cambio invocando un pacto o convenio, ya sea privado, público y promulgado por el príncipe
y será un caso de derecho positivo.
Justicia comunicativa: Reguladora de los cambios que se establecen entre dos individuos. Pero
puede considerarse, por el contrario, el orden que se establece entre el todo y sus partes, es
decir el orden repartido entre los diferentes individuos.
Justicia distributiva: Consiste en dar cualquier cosa a una persona privada, en virtud, desde el
punto de vista de esta justicia se atribuye a cada uno una parte de los bienes de la colectividad,
cuanto ocupe en esta colectividad un rasgo más eminente, sea sobre el hecho de la virtud, sea
sobre el hecho de la riqueza si se trata de un oligarca, sea sobre la libertad si se trata de un
demócrata, y si sucesivamente. Dentro del orden de la justicia distributiva no se considera el
justo medio la igualdad de una cosa con otra, sino cierta proporción entre las cosas y las
personas, lo que se le da a la misma es superior a lo que se le da a otra en la medida en que
aquella es superior a esta.
Cuando hay cambio voluntario, es decir damos a otro un objeto que nos pertenece, cuando hace
como donación no es un acto de justicia, sino de liberidad, es decir transferencia voluntaria de
un objeto no le interesa a la justicia sino en la medida en que se supone la existencia de una
deuda. Pero esta puede presentarse en diversas formas: en primer caso, se abandona pura y a
cualquiera una cosa que posee en cambio de otra cosa, que es el caso de compras y ventas. En
segundo caso, se da a uno lo que posee concediéndole el goce de ello, pero conservando el
derecho de recuperarlo; y si se le concede gratuitamente este cambio, recibe el nombre de
usufructo, cuando se trata de cosas que efectivamente fructifican, o de préstamos, si se refiere
a objetos no pueden fructificar, como el dinero, los muebles, entre otros. En tercer caso, se da
cualquier objeto que posee con intención de recuperarlo y no para que él lo goce, sino para que
lo conserve, y es entonces un depósito, o un título de fianza, como cuando se deposita en prenda
en casa de un prestamista o se da como garantía por algún otro.
Los bienes exteriores, el hombre posee dos privilegios: uno es que consiste en el poder de
adquirirlos y poseerlos. Los hechos humanos se hacen con más orden si cada individuo está
encargado de ocuparse de una cosa determinada, sería una confusión si cada uno se ocupara de
todas indistintamente. Por último la propiedad individual es favorable al mantenimiento del
estado de paz entre los hombres, estando cada uno contento de tener lo que posee.
Cuando el desacuerdo entre los testigos recae sobre las circunstancias principales y capaces de
cambiar la naturaleza del hecho, como el tiempo, el lugar o los personajes principales del
suceso, debe a sus testimonios toda la eficacia, porque si los testigos están en desacuerdo sobre
1os puntos de este, género, todo ocurre como si sus testimonio fueran individuales y como si
hablaran de hechos distintos. Por ejemplo: Cuando alguien dice que algo ha sido en tal
momento o circunstancia, y otro dice otra cosa, entonces parece que no hablan de lo mismo. El
testimonio no se hace más endeble, por el contrario, cuando un testigo declara no acordarse,
mientras otro asigna, de manera precisa. Y si los testigos del demandante y los del acusado, de
hallarse en igual número y con igual autoridad, están en completo desacuerdo, debe decidirse
en favor del acusado, porque el juez debe está más inclinado a absolver que a condenar.
La metafísica nos dice que cosas no son regidas ni por una ciega necesidad ni por una ciega
necesidad ni por una divinidad Providencia; de donde resulta que podemos rezarle, no para que
cambie sus inmutables designios respecto a nosotros, sino para que haga a nuestro respecto a
lo que se ha decidido eternamente conceder a nuestras plegarias. Este acto es requerido porque
la plegaria es esencialmente una petición dirigida a Dios por el hombre para obtener el don que
necesita, y que este reconocimiento por el hombre de su propia indigencia es una base
indispensable de la virtud de la religión.
A FORTALEZA: es la virtud que regula los actos (pasiones) del apetito irascible, y tiene por
objeto el bien arduo y difícil de conseguir. La fortaleza modera tanto él temor que inhibe de las
obras buenas por el esfuerzo que comportan, como la audacia temeraria que afronta peligros
innecesarios y desproporcionados. Esta virtud tiene dos actos principales: agredir, emprender
la obra buena, y resistir las dificultades o el esfuerzo prolongado que se requiere para llevarlas
a término. La fortaleza tiene una gran importancia en la vida moral, y es indispensable para
cumplir en todo momento la ley moral, pues el bien siempre encuentra resistencia, dentro y
fuera del individuo, y requiere esfuerzo hasta el final, ya que lo incompleto nunca es bueno en
sentido propio. El hombre fuerte es sereno, da seguridad y estabilidad a los demás y a sus obras,
sabe eliminar los temores procedentes de la imaginación, dominar el nerviosismo, estar por
encima de las pequeñeces, etc.
La fortaleza da el espíritu del hombre la firmeza contra los más grandes peligros, que son los
peligros de muerte. Pero como la fuerza es una virtud y la esencia de la virtud es la de tender
siempre hacia el bien, resulta que si el hombre fuerte afronta un daño de muerte, debe ser a fin
de perseguir algún bien.
Las guerras son amenazas que recaen directamente sobre el hombre a causa del bien que se
propone si se trata de una guerra justa para defender el bien común, Pero una guerra justa puede
revertirse dos aspectos: puede ser general, como cuando dos ejércitos combaten, pero también
puede ser particular, como cuando se juzga o cuando una persona privada no reniega un juicio
que estima justo, a pesar del miedo del poder que le amenaza o de otro cualquier peligro
igualmente mortal. La fortaleza el conferirnos la firmeza de alma contra los daños de muerte,
y no solamente contra los que amenazan en una guerra general, sino también de los que resultan
de los ataques particulares, a los cuales se puede extender el nombre general de guerra. Se
reconocerá, en este sentido que la virtud de fortaleza concierne propiamente el daño de muerte
al que la guerra no expone. El hombre no puede tener el peligro por virtud; por ej: no
substraerse, por temor de un contagio mortal, de acudir en ayuda de un amigo enfermo.
Fortaleza por excelencia: Es también el acto de más alta perfección, el martirio (sufrimiento,
tormento y/o muerte por creer en una doctrina y defenderla). Aparece de manera inmediata que
es el tipo mismo del acto de la fortaleza en grado superlativo, porque lo confirma en la
resistencia al daño de muerte que le amenaza en este combate particularmente llamado
persecución.
Los vicios opuestos a la virtud de la fortaleza son: la timidez, la incapacidad de temer y la
audacia. El tímido es aquel al que el miedo le impide hacer cara al daño que la razón le ordena
afrontar, y es, por tal motivo, el contrario mismo del fuerte. El temor procede en efecto del
amor, pues solo se teme lo contrario de lo que se quiere. Pero el amor tomado en sí mismo no
entra de ningún género determinado determinado de virtud o de vicio. De todos los temores el
más fuerte es el miedo a morir, y por esto el desorden que este miedo constituye se opone a la
fortaleza, que consiste sobre todo en afrontar la muerte, y por esto, en fin, se opone a la
fortaleza, como su contraria por excelencia, la timidez.
La audacia sabemos que es una pasión. Como todas las pasiones, es buena, mientras está regida
por la razón; puede ser buena cuando llega el momento de obrar y es necesario eliminar un
peligro que amenaza en el porvenir; pero es mala cuando se presenta como un exceso y provoca
ataques inútiles o prematuros.
El honor de Dios y la Salud del prójimo, es vanagloria; pero ser incapaz, en fin, de querer el
honor legitimo al que se tiene derecho ante Dios, que puede adquirirse ante El como es debido
y para el fin que es necesario, es pusilanimidad, la pequeñez de alma que la etimología misma
de la palabra opone justamente a la grandeza de alma o magnanimidad.
La segunda virtud anexa a la fortaleza: La magnificencia, refiriéndonos más que a ser un alma
grande, a hacer algo grande o por lo menos a tender a que el espíritu haga algo grande. La
magnanimidad, es grande por los objeto, mientras que la magnificencia pone su grandor en lo
que hace y en la manera como lo hace.
La magnificencia es una virtud notoria, que vemos aparecer el vicio en cuanta esta falta, la
incapacidad de sacrificar el dinero necesario a sus empresas es el vicio del hombre.