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Portularia

ISSN: 1578-0236
[email protected]
Universidad de Huelva
España

BÓDALO LOZANO, ESTER


ENVEJECIMIENTO Y DISCAPACIDAD: UNA APROXIMACION AL CASO ESPAÑOL DESDE LA
PERSPECTIVA DEL BIENESTAR SOCIAL
Portularia, vol. VI, núm. 1, 2006, pp. 67-78
Universidad de Huelva
Huelva, España

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=161016087006

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ESTER BÓDALO LOZANO

ENVEJECIMIENTO Y DISCAPACIDAD: UNA


APROXIMACION AL CASO ESPAÑOL DESDE LA
PERSPECTIVA DEL BIENESTAR SOCIAL

AGING AND DISABLEMENT: AN


APPROACH TO THE SPANISH CASE FROM
THE PERSPECTIVE OF SOCIAL WELFARE
ESTER BÓDALO LOZANO
UNIVERSIDAD DE MURCIA
[email protected]

RESUMEN
Como resultado del envejecimiento demográfico, el número de personas
mayores que padecen alguna discapacidad ha aumentado en los últimos años.
Este incremento de la esperanza de vida de las personas que padecen algún tipo
de discapacidad plantea nuevos retos en la investigación y en las políticas socia-
les. Todavía existe un escaso conocimiento de las necesidades que plantean las
personas con discapacidad que envejecen. La preocupación por este tema ha
tenido lugar en los años 80, cuando se han multiplicado en los países más
avanzados los servicios de atención a los discapacitados de mayor edad. En este
artículo se analiza también la Encuesta de Deficiencias, Discapacidades y Estado
de Salud en relación a este colectivo, así como sus posibles formas de conviven-
cia.

ABSTRACT
As a result of demographic aging, the number of old people that suffer some
kind of disability is increasing in the recent years. Such increase in the life
expectancy of the people who suffer some kind of disability sets new challenges
for research and social policy. There is still little knowledge of the needs of
disable ageing people. The eighties witnessed a large increase in the services
provided to this sector of the population. This essay also analyses the Deficiencies,
Disabilities and Health Survey in relation with this collective.

PALABLAS CLAVE: envejecimiento, discapacidad, dependencia, estado de salud

KEY WORDS: aging, disability, state of health, dependence.

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PORTULARIA VOL. VI, Nº 1-2006, [67-78], ISSN 1578-0236. © UNIVERSIDAD DE HUELVA


ENVEJECIMIENTO Y DISCAPACIDAD: UNA APROXIMACIÓN AL CASO ESPAÑOL DESDE LA PERSPECTIVA DEL BIENESTAR SOCIAL

1. INTRODUCCIÓN
El progresivo aumento del envejecimiento de la población en la mayoría de
los países occidentales se produce fundamentalmente por el alargamiento de la
esperanza de vida y por una disminución de la fecundidad. España no es ajena
a este fenómeno.
Una de las consecuencias del envejecimiento demográfico es la mayor lon-
gevidad de los sujetos. Este hecho –sin duda positivo-, a partir de ciertas eda-
des lleva a que el número de personas mayores que padece algún tipo de
discapacidad se haya visto incrementado notablemente en los últimos años
El aumento de la población de personas con discapacidad que llegan a
edades avanzadas es paralelo al envejecimiento demográfico de la población,
derivado de los avances e innovaciones en las ciencias de la salud y en la
mejora de las condiciones de vida. Como consecuencia el envejecimiento de
las personas con discapacidad presentan una serie de necesidades adicionales
que van a modificar la situación anterior, añadiendo mayores complejidades.
El incremento progresivo de la esperanza de vida de las personas que pade-
cen algún tipo de discapacidad es un fenómeno positivo en sí mismo, pero
también plantea nuevos retos en los campos tanto de la investigación, como de
formación de políticas sociales, porque hoy en día todavía existe un descono-
cimiento sobre las necesidades que presentan las personas que envejecen y su
entorno familiar. Pilar Rodríguez, jefa de Servicio de Estudios del IMSERSO
(Rodríguez, P. 2003:33) también ve esto como un fenómeno positivo porque
las personas con discapacidad van adquiriendo una mayor esperanza de vida y
por lo tanto hay cada vez más personas que han vivido con una discapacidad
y llegan a edades avanzadas. Este es un fenómeno que origina un reto tanto
para las políticas de servicios sociales como para la investigación, porque toda-
vía se conoce poco de este fenómeno que es relativamente nuevo. Antes las
personas con discapacidad grave y congénita, o bien adquirida en los primeros
años de la vida, morían antes o no llegaban a la vejez.
Envejecer es un fenómeno inevitable y un proceso natural en cualquiera,
pero distinto según las personas y su situación.
El ser humano alcanza la edad vital entre los veinte y los cincuenta años, a
partir de ahí comienza un declive porque el número de células dañadas es
mayor que las sanas. No existe el elixir de la eterna juventud porque tenemos
un reloj biológico que marca nuestro ritmo de envejecimiento sincronizado a
un ritmo de veinticuatro horas.
En una persona mayor sana la perdida de masa muscular es el factor
limitante que determina su posibilidad de vida independiente, y se insiste en
que los últimos años hay que vivirlos en buenas condiciones, con capacidad
de conocimiento y razonamiento intelectual mínimo. El envejecimiento de
una persona con discapacidad es diferente porque toda su vida ha vivido en
dependencia y todavía existen hoy existe escaso conocimiento de las necesi-
dades que se plantean las personas con discapacidad que envejecen.(Verdugo
Alonso, M.A, 1995,3-4))

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De esta manera caracterizamos del siguiente modo a la población mayor en


España:

• Siete millones de personas tienen más de 65 años


• Un millón y medio tiene más de 80 años
• Alrededor de un millón de personas mayores viven solas
• La tercera parte de los mayores necesita ayudas en las tareas cotidianas
• En el 2001 cuatro personas activas sustentaban a un jubilado
• La cuarta parte de la población europea superará en 2020, los 65

Los españoles continúan aumentando su esperanza de vida. Es por ello, por


la preocupación de una calidad de vida más larga, hace que se convierta en
una cuestión primordial para el bienestar del individuo, de la familia y de los
responsables de las políticas sociales. Ahora lo que importa es cómo se viven
estos años ganados a la muerte: la expectativa de ida con buena salud es un
indicador cada vez más importante, como ha sido y lo es el de la esperanza de
vida (Abellán, A.1999).
El aumento de la esperanza de vida, en paralelo al descenso de la mortali-
dad, es una medida incompleta o de alcance limitado para conocer la salud de
una población. Algunos autores asumen que la ganancia se debe a que la gente
vive mejor, es decir, con mejor estado de salud y menos discapacidad. Otros
sostienen que la mayor longevidad conseguida gracias al progreso sanitario y
farmacológico, trae más años vividos en fragilidad y dependencia. Se precisan
más estudios que profundicen en estas dos teorías contrapuestas.
Hasta ahora las hipótesis sobre comprensión o expansión de la morbilidad
y dependencia se pueden plantear de una forma más sencilla: si baja la morta-
lidad y aumenta la morbilidad, es presumible que exista una mayor prevalencia
de situaciones de enfermedad, fragilidad y dependencia.
Envejecer con salud es un proceso que dura toda la vida y las personas con
discapacidad, bien sea física o mental, necesitan formar parte de la “Sociedad
Mayor”, aunque en este proceso de ir envejeciendo perciban una doble expe-
riencia; por un lado envejecen como cualquier persona, pero su propio proce-
so aporta ya una discapacidad.

2. ANTECEDENTES DEL TEMA


La preocupación por el envejecimiento de las personas discapacitadas es
muy reciente. Ha sido en la década de los ochenta cuando se han multiplicado,
en los países más avanzados, los servicios de atención a los discapacitados de
mayor edad. Como hemos señalado antes la vida humana en general y de las
personas con deficiencias en particular se ha alargado considerablemente como
consecuencia de las condiciones médicas y de salud. El aumento de la esperan-
za de vida en distintos subgrupos de discapacitados, la mejora en la calidad
tanto de los cuidados médicos como de la atención en residencias, junto a la
progresiva desaparición de grandes instituciones –en muchos países, las gran-
des instituciones que tradicionalmente acogían a estas personas, han sido sus-

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tituidas por un régimen de alojamiento comunitario con acceso a centros y


recursos que se ofrecen a nivel local –han hecho que en la última década haya
aumentado el interés por la creación de servicios y por el desarrollo de inves-
tigaciones sobre personas de edad avanzada con discapacidad, planteándose la
necesidad de proveer servicios y resolver necesidades no planificadas. La cre-
ciente incidencia de este grupo de población se refleja también en su aumento
cuantitativo en los diversos centros residenciales. Dada la juventud del tema no
hay todavía opciones institucionalizadas de servicios, presentándote ante noso-
tros un futuro abierto de posibilidades que es necesario explorar y experimen-
tar para satisfacer, de manera eficaz y creativa, las necesidades de los
discapacitados en esta edad.
Los servicios han sido lo primero en desarrollarse (por parte de las mismas
instituciones) para dar respuesta a las necesidades de este colectivo de perso-
nas. Sin embargo no han existido estudios prospectivos ni planificación de
desarrollo de estos servicios. De igual manera, la investigación y los estudios
que fundamentan y guían la programación han sido muy escasos. Hemos de
referirnos a los años ochenta para encontrar la mayor parte de los trabajos
específicos que abordan el tema. A partir de estos años se detecta una signifi-
cativa productividad, generándose estudios y publicaciones específicas que
paulativamente nos van ayudando a centrar las preocupaciones actuales y futu-
ras. Dada la diversidad del tipo de residencias en las que se encuentran las
personas de edad avanzada con discapacidad, muchos de estos estudios demo-
gráficos realizados a nivel internacional, han tenido en cuenta los contrastes
que ofrecen las distintas prestaciones (Brady, Groenweg, Vbrancic y Mc Donal,
1998). Una preocupación fundamental de estos estudios la constituye el hecho
de que sabemos que muchas personas mayores con discapacidad pasan inad-
vertidas a los organismos asistenciales. Por consiguiente, las encuestas pura-
mente administrativas subestiman las cifras y proporcionan datos en cierto modo
distorsionados (Hogg, J., 1998). Asimismo, se está coincidiendo cada vez ma-
yor atención a la naturaleza de las prestación de servicios y la calidad de vida
de estas personas (Seltzer y Krauss, 1987).
Pero la investigación es escasa no solamente en el aspecto de los servicios,
existe también un conocimiento escaso de cuáles son las características y nece-
sidades concretas de esta población. Ni siquiera aparece un acuerdo en la
propia definición o límite de edad a partir del cual podemos hablar de anciano
discapacitado. Las investigaciones han de trascender estos niveles hasta cen-
trarse de forma más concreta en la vida de las personas de edad avanzada con
discapacidad y de sus familias. Un tema preocupante que ha dado pie a nume-
rosas investigaciones (Grant, G. 1998) lo ha constituido la transición del ancia-
no discapacitado del hogar a otro tipo de residencia, como consecuencia del
envejecimiento de la familia de origen con la que vivía.
En los países desarrollados existe actualmente una preocupación por las
personas de edad avanzada con discapacidad y, sobre todo, la necesidad de
saber quiénes son y donde estas personas, así como el modo en que la Admi-
nistración pública y las organizaciones de carácter no gubernamental pueden

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articular pueden articular la respuesta más adecuada para cubrir sus necesida-
des.

3. LOS DISCAPACITADOS Y LAS POSIBLES FORMAS DE CONVIVIENCIA


La toma de determinadas medidas en relación a los mayores discapacitados,
tanto en el presenta como en el futuro, estará en función del conocimiento de
dónde, con quién, cómo y de qué viven éstos. A dichos efectos será necesario
conocer su situación familiar.
Una importante proporción del colectivo que aquí nos ocupa continúa vi-
viendo en su casa paterna, llevándose de este modo paralelamente su propio
proceso de envejecimiento con el de sus cuidadores. La colocación tardía de
los adultos mayores discapacitados en centros específicos supone un problema
al que es difícil dar solución. Problema respaldado por el propio dilema que
representa esta situación para los padres de edad avanzada. Las familias de
personas con discapacidad se muestran reacias a ingresar a ingresar a sus hijos
en centros específicos, y de hecho, los intentos efectuados no han dado los
resultados esperados (Breitenbach, 1991).
El momento en que se plantea en la familia el problema de la persona
discapacitada que envejece suele coincidir con la disminución de los medios
que los padres son capaces de manejar para hacer frente a esta carga. Este
periodo de la vida familiar ha sido caracterizado así (Verdugo, M.A; Gutiérrez,
B.,1995):

-El propio envejecimiento de los padres puede producir una degradación


en la salud y una disminución de las fuerzas físicas.
-La viudedad puede tener como consecuencia la pérdida de un cónyuge
que ayudaba.
-La disminución de los recursos (jubilación, pensión de viudedad) reduce
las posibilidades de ayuda profesional.

La reticencia o falta de demanda manifestada por este tipo de padres puede


comprenderse si hacemos referencia a una serie de aspectos personales que
parecen estar desempeñando un papel clave:
-El papel padre-hijo: la persona discapacitada que envejece bajo tutela, o
que ha permanecido siempre en familia, sigue siendo un “niño” en el ánimo
de sus padres. No es fácil abandonar a un niño.
-El proyecto personal: los padres de la persona discapacitada que envejece
son de edad madura, en su mayor parte libres ya de responsabilidades profe-
sionales y familiares, su trabajo se ha consolidado, o se han jubilado, lo demás
hijos ya han crecido y son autónomos. Normalmente los años que les quedan
por vivir servirían para el descanso y para ocuparse de uno mismo.
Pero estas familias pueden optar por dedicar su actual “tiempo libre” a un
compromiso moral que es difícil, e incluso imposible renegar: las atenciones
debidas a un hijo que no puede prescindir de ellas. Mientras pueda evitarse, no
se interna a una persona a la que se quiere. Algunas de estas personas sentirán

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la tentación de aprovechar los últimos años para dedicar aún más atención a su
hijo deficiente. Hacer que este “niño” los abandone pueda incluso privarles de
un compañero y de una razón de existir.
-Un aspecto económico: los padres del adulto deficiente cuentan con las
ayudas que se entregan a éste, como contribución a los gastos de la familia.
Para estas personas que viven de una jubilación escasa, la colocación anticipa-
da de su hijo en un centro puede significar la pérdida de su propia autonomía
financiera.
-El duelo: los padres de una persona discapacitada que envejece no sólo
deben plantearse el final de la vida de su hijo, sino preparase igualmente para
su propia partida. La imagen tradicional de las instituciones en las que se colo-
can los ancianos atrae poco, tanto para un hijo como para uno mismo. La
muerte de la persona retrasada no aporta necesariamente un alivio, ya que
supone el abandono del otro. Frente a esta situación angustiosa, es más fácil
decirse “mañana me ocuparé de esto”.
Si bien con el aumento de edad aparece la necesidad de cuidados más
intensivos o de ingresar en un hogar para ancianos, este paso debe darse
únicamente cuando otras ayudas ambulatorias resultan insuficientes. En este
punto surge la cuestión de si debe haber residencias especiales para ancianos
discapacitados o si deben acomodarse en residencias normales. Parece ser que
en las residencias normales no reciben suficientes cuidados y. Frecuentemente,
son discriminados por los otros residentes. En general, deben preferirse resi-
dencias pequeñas a grandes instituciones, con la garantía de cuidados médicos
y de actividad terapéutica, sin aislar a las personas con discapacidades profun-
das (deficiencia mental profunda) o con múltiples deficiencias, y un reconoci-
miento de la ayuda económica para las necesidades individuales.
Como puede deducirse de lo anteriormente expuesto, el alojamiento es un
asunto clave para el bienestar del anciano y, con tendencias normalizadoras
hasta donde sea posible, se ha de procurar que la oferta sea realista, que
comprenda las variadas formas de vida que puede adoptar en la sociedad
actual, tanto las de uso generalizado como las menos conocidas e incluso las
que todavía tienen una implantación incipiente pero son deseables. La adecua-
da realización de este aspecto requiere conocer las preferencias de los ancia-
nos discapacitados o sus representantes. El contraste pertinente de estas prefe-
rencias son las necesidades objetivas, y con la disponibilidad de recursos, cons-
tituirá la base de la oferta inmediata y a medio plazo.

4. “LA ENCUESTA SOBRE DISCAPACIDADES, DEFICIENCIAS Y ESTADO DE SALUD”


En 1999 se desarrolló una nueva “Encuesta sobre discapacidades, deficien-
cias y estado de salud”, bajo la dirección del INE, que supone una importante
actualización sobre la que se llevo a cabo en 1986. En 2001 aparecieron las
primeras tabulaciones importantes.
Sin embargo ya está en vigor la segunda clasificación de discapacidades,
esta introduce cambios en conceptos, clasificación y en la misma denomina-
ción que pasa a llamarse “Clasificación Internacional del Funcionamiento y la

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Discapacidad”. La nueva clasificación pone el acento en lo positivo de las


situaciones. Habla de funcionamiento en vez de discapacidad, y de participa-
ción en vez de minusvalía, además de prestar atención a los factores contextuales
(ambientales y personales) asociados al estado de salud, y que explican mejor
las dimensiones del funcionamiento; cuerpo, individuo y social. A nivel de
cuerpo los aspectos positivos son la integridad funcional y las partes del cuer-
po; el aspecto negativo es la deficiencia. A nivel de individuo, los aspectos
positivos son las actividades que realiza; los aspectos negativos son las limita-
ciones a estas actividades. A nivel social los aspectos positivos son la participa-
ción en sociedad; el aspecto negativo es la restricción en la participación.
La antigua clasificación proponía un modelo más simple. La deficiencia (pér-
dida o anormalidad de una función o parte del cuerpo) provoca una discapacidad
en la persona (restricción o ausencia de capacidad para realizar una actividad),
y esto genera una situación de desventaja en el individuo, que limita o impide
desempeñar un papel social, es decir, provoca una minusvalía.

4.1.RESULTADOS GENERALES DE LA ENCUESTA DE 1999


En España existen 2.072.652 personas de 65 y más años con una o varias
discapacidades (INE 1999). Representan el 58,7% de todas las personas
discapacitadas españolas, que suman 3.528.220 individuos.

Fuente: INE, Encuesta sobre deficiencias, discapacidades y estado de salud,


1999.

De menos de 6 años hay 49.577 niños (1,7%)


6-16 años (2,3%)
17-44 años (14,4 %)
45-64 años (23,2 %)

La tasa de persona de edad con discapacidad se sitúa en el 32,2%, es decir,


32 personas de cada 100 mayores son discapacitados.
El patrón de la discapacidad cambia según el sexo y la edad. Hay 733.809
varones mayores que presentan discapacidad en cualquier grado y de cual-
quier tipo, el 27,1% de todos los varones mayores. En cambio existen 1.338.843

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mujeres de edad con problemas, un 35,9% de las mujeres. La mujer mayor


presenta tasas más elevadas y además entra antes en problemas y dependencia
y por lo tanto en necesidad asistencial.

4.2.LOS GRUPOS DE DISCAPACIDADES


Una ojeada a la situación de los discapacitados en la encuesta de 1999,
según los grupos de discapacidades, permite arrojar algo más de luz sobre las
necesidades de los mismos.
Las mayores tasas de discapacidad se relacionan con la movilidad. Despla-
zarse fuera del hogar (21,0% de los mayores presentan discapacidad) significa
tener movilidad reducida y problemas para pasear, caminar, desplazarse en
transporte público o conducir el propio vehículo. Existen 10 puntos porcentua-
les de diferencia entre varones y mujeres (15,5% y 25%).
PERSONAS DE 65 Y MÁS AÑOS CON ALGUNA DISCAPACIDAD
SEGÚN EL TIPO DE DISCAPACIDAD Y LA EDAD, 1999
Total 65-69 años 70-74 años 75-79 años 80-84 años 85 y más
Tareas visuales 361.184 54.760 72.838 90.309 69.597 73.680
de conjunto
Escuchar el habla 581.063 89.068 112.922 135.691 108.346 132.036
Recordar informaciones 291.977 32.269 47.005 61.275 63.918 87.511
Levantarse, acostarse 663.635 115.090 134.155 141.930 119.411 153.049
Desplazarse dentro 561.491 74.647 96.564 121.563 114.307 154.409
del hogar
Utilizar utensilios, 403.500 62.001 77.285 82.179 78.791 103.244
herramientas
Desplazarse en 1.182.059 163.148 220.102 267.209 234.170 297.430
transporte público
Asearse solo 502.458 46.507 68.292 94.474 110.518 182.667
Controlar las 250.776 19.093 30.856 40.098 57.081 103.648
necesidades
Vestirse-Desvestirse 419.754 44.782 57.139 75.276 91.502 151.055
Comer y beber 154.536 9.903 19.226 26.179 36.069 63.159
Cuidarse de las 599.028 56.708 80.049 113.912 132.984 215.375
comidas
Limpieza y mante- 884.110 110.257 154.498 183.621 182.482 253.251
nimiento de la casa
Fuente: INE, Encuesta sobre deficiencias, discapacidades y estado de salud, 1999.

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Un 15,3% de los mayores españoles presenta incapacidades para realizar


tareas del hogar (cuidar de las compras, controlar los suministros y servicios,
cuidarse de las comidas, de la limpieza y cuidado de la ropa, cuidarse del
bienestar de los demás miembros de la casa), solo un 8,9% de los varones
declara este problema, aunque se eleva al 20% de las mujeres. En general y
referido a los mayores con discapacidad, las tareas domésticas son un proble-
ma para el 42,7% de los que se han declarado discapacitados de cualquier tipo
y gravedad (la encuesta presenta un sesgo metodológico ya que los varones de
estas generaciones de mayores no se han visto en la situación de tener que
realizar estas tareas por lo que las cifras por sexo son tan dispares.
En relación a las personas de mucha edad (85 y más años) dos de cada tres
personas tienen alguna discapacidad, no pueden realizar la limpieza y el man-
tenimiento de la casa. La ayuda domiciliaría es ahí donde tiene un papel funda-
mental para mantener a la persona cerca de su entorno el mayor tiempo posi-
ble, ya que a estas edades el % de viudas y personas viviendo en soledad es
muy alto. De forma que se verían obligados a un cambio residencial o a una
institucionalización.
Los problemas para levantarse, acostarse o moverse dentro del hogar afec-
tan al 12,6% de los mayores y, como siempre, en mayor proporción a las
mujeres. Si nos referimos a los 2 millones de mayores que han confesado
alguna discapacidad, el 32,0% de ellos tiene problemas para levantarse o acos-
tarse y moverse dentro del hogar (27-34% varones y mujeres). Estos problemas
de movilidad les hacen candidatos a no salir de casa, a renunciar a la participa-
ción social y a ponerse en riesgo de exclusión social.
Controlar las necesidades y utilizar solo el servicio es una discapacidad que
aumenta con la edad, aunque “solo” afecta al 27,2% de las personas de 85 y
más años, les sigue en importancia las tareas de aseo, cuidarse, levantarse, etc
cuya tasa crece cuatro veces desde el 12,1% de personas de 65 a 69 años que
tienen discapacidad hasta el 47,9% de 85 y más años.

4.3. EL ORIGEN DE LA DISCAPACIDAD


Las discapacidades entre los mayores proceden fundamentalmente de las
deficiencias ostoarticulares (cuello, columna vertebral o extremidades) 757.413
mayores declaran tener discapacidad con ese origen, un 11,8% de todos los
mayores, constituyéndose el problema funcional más importante. Con menor
intensidad, las deficiencias visuales afectan al 8,8% de los mayores, las auditivas
al 8,4%. Un 6,1% de las discapacidades proceden de las deficiencias mentales y
al sistema nervioso, aunque los porcentajes están lejos de los problemas
osteoarticulares, las consecuencias de estas discapacidades son muy graves.

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DEFICIENCIAS EN PERSONAS DE 65 Y MÁS AÑOS SEGÚN LAS


PRINCIPALES CAUSAS QUE LAS ORIGINARON
Total Perinatal Accidente Enfermedad Otras causas No consta
Total 3.151.458 65.091 220.894 2.144.474 671.392 49.606
Def mentales 228.396 6.478 4.354 143.543 40.042 33.978
Def. visuales 569.577 18.288 33.371 417.818 95.762 4.338
Def. del oído 546.810 21.070 25.975 356.372 136.352 7.041
Def del lenguaje, 31.733 74 1.626 24.626 4.964 443
habla y voz
Def. osteoarticula-res 901.307 9.771 138.071 659.896 93.011 557
Def. del stma nervioso 179.664 3.358 10.629 141.910 21.243 2.524
Def. viscerales 217.370 4.903 2.886 190.580 18.780 222
Otras deficiencias 476.601 1.149 3.982 209.729 261.238 503
Fuente: INE, Encuesta sobre deficiencias, discapacidades y estado de salud, 1999.

Las enfermedades del sistema osteoarticular no son letales. Sin embargo son
las que causan los mayores problemas de funcionamiento, de realización de las
actividades de la vida diaria y de participación en la sociedad son las que
originan la mayor dependencia.
La causa de la deficiencia suele residir en la enfermedad: el 73,2% de los
mayores con deficiencias osteoarticulares sufren estas dolencias como conse-
cuencia de una enfermedad, y un 15,3% como resultado de un accidente, otras
causas menos relevantes (congénitas, laborales u otros tipos).
Existen otros factores de riesgo de discapacidad y dependencia, cuanto
menor es el nivel de instrucción mayor es el riesgo, así entre los universitarios
se encuentran las tasas más bajas de dependencia 8de diez solo uno) mientras
que las tasa entre analfabetos son muy elevadas (dos de cada tres analfabetos
son dependientes).
El nivel de ingresos y estatus social repiten el mismo patrón. en los hogares
con ingresos por debajo de 60.000 ptas/mes la incidencia de la dependencia es
el doble que en los que tenían un nivel de ingresos más alto.

4.4.QUIÉN CUIDA A LAS PERSONAS MAYORES DEPENDIENTES


La respuesta a las situaciones de discapacidad y necesidades asistenciales se
llaman cuidados, son el sistema de servicios provistos por el sector informal o
formal para atender en casa o en una institución a las personas con necesida-
des funcionales y que no pueden realizar actividades cotidianas, habituales
para el resto de la población.
Las mujeres dependientes son cuidadas ante todo por sus hijas (36,7%),
otros parientes (19,7%), el propio marido (14,9%), un hijo (6,3%) y empleados

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ESTER BÓDALO LOZANO

del hogar, profesionales de empresas de servicios o los servicios sociales, éstos


en muy baja proporción (3,7%).

¿QUIÉN CUIDA A LOS MAYORES CON DISCAPACIDAD?


Cuidador principal Total Varones Mujeres
Total 1.053.336 300.028 753.308
Cónyuge 246.027 133.677 112.350
Hija 340.001 63.866 276.135
Hijo 61.828 14.120 47.707
Hermana 25.331 6.365 18.966
Hermano 3.386 611 2.775
Madre 0 0 0
Padre 0 0 0
Otro pariente 155.720 29.252 126.468
Empleado 91.608 16.446 75.162
Amigos y vecinos 20.308 3.414 16.894
Huésped 455 0 455
Servicios sociales 33.954 6.234 27.720
Otra relación 12.571 2.372 10.199
No consta 62.146 23.671 38.476

Fuente: INE, Encuesta sobre discapacidades, deficiencias y estado de salud

Los varones dependientes son cuidados en primer lugar por su mujer (44,6%),
una hija (21,3%) y otros familiares (12%); el hijo y la posible nuera juegan un
papel menor en este sistema de cuidados.
La ayuda formal alcanza al 13% de las personas con discapacidad que nece-
sitan ayuda. Los servicios sociales (3,2%) siguen siendo insignificantes
estadísticamente habando. La ayuda formal es el conjunto de servicios provis-
tos por entidades y organizaciones, de naturaleza pública o privada, con o sin
ánimo de lucro, por voluntarios, y por personas que trabajan por su cuenta de
forma remunerada, para cubrir las necesidades de las personas dependientes
en casa, en la comunidad o en una institución.
Es decir, el modelo de atención a la discapacidad de los mayores se basa en
la mujer, esposa o hija, cuidadora de varón, esposo o padre, y también mujer
cuidadora de madre dependiente.
Cuando la cuidadora principal es la mujer, la esposa, un 50,3% declara
dedicar más de 40 horas semanales a atender. Cuando se trata de la hija los
porcentajes también son altos (42,9% dedican más de 40 horas semanales a

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ENVEJECIMIENTO Y DISCAPACIDAD: UNA APROXIMACIÓN AL CASO ESPAÑOL DESDE LA PERSPECTIVA DEL BIENESTAR SOCIAL

cuidar de su padre o madre discapacitada). Los hijos varones, además de pres-


tar ayuda en otro tipo de tareas, dedican menos tiempo; así, la mayor parte de
ellos, el 41,3 dice ayudar una media de 1-2 horas diarias en contraste con las
hijas cuidadoras.
En los mayores la discapacidad sobreviene cuando ya son mayores y viven
solos o en pareja en el resto de la población sólo un 4,9% de los discapacitados
de 6-54 años vive sólo, generalmente se trata de personas que han arrastrado
una deficiencia que da lugar a discapacidad mientras vivían en familia (proble-
mas genéticos, accidentes de tráfico, accidente laboral)por lo que es extraño
que se queden viviendo solos o en pareja. Este contraste de cifras llama la
atención sobre las condiciones de vida de los mayores con discapacidad. La
soledad acentúa el riesgo de aislamiento social, por lo que la discapacidad y la
dependencia genera exclusión social.
Los datos expuestos reflejan la trascendencia cuantitativa del colectivo de
personas mayores con discapacidad. Los cambios de patrones en la expectati-
va de vida, debida fundamentalmente a los avances médicos, tecnológicos,
terapéuticos y rehabilitadores han posibilitado que este colectivo vaya en au-
mento.
Nos encontramos, pues, ante uno de los principales retos de este nuevo
milenio si queremos conseguir que estas personas con discapacidad, mayores
sean miembros plenos de la sociedad en que viven, objeto que se alcanzará
cuando, en la medida de sus posibilidades, estas personas alcancen el máximo
nivel de autonomía e independencia.

BIBLIOGRAFÍA
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