El Gran Hallel
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El gran Hallel
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El gran Hallel
Nos consta que Jesús el Jueves Santo terminó la última cena recitando de estos
salmos, tal como lo indica el evangelio de San Mateo: "Y cantados los himnos,
salieron hacia el monte de los Olivos" (Mt 26,30). Cada vez que los recitemos
podemos unirnos a los sentimientos de Jesús en aquella noche, sintonizando con las
vivencias de su corazón.
Quisiera fijarme especialmente en este último salmo o gran Hallel, que comienza con
las palabras "Dad gracias a YHWH porque es bueno, porque es eterno su amor" (Sal
136,1). Según las rúbricas, debe recitarse sujetando con la mano una copa de vino que
se saborea sorbo a sorbo durante la recitación del salmo. Se trata de la cuarta y última
copa de la cena, la copa del cántico.
Aún más importante que el gesto de la copa es el contenido del gran Hallel. Se trata
de un resumen de las grandes obras salvadoras del Dios en la historia. Es un relato de
las grandes acciones de Dios subrayadas por un estribillo que repite: "Porque es
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eterno su amor". Creó las grandes lumbreras, porque es eterno su amor… (Sal 136,7);
hizo pasar a Israel por medio del Mar Rojo, porque es eterno su amor… (v. 14); guió
a su pueblo en el desierto, porque es eterno su amor… (v. 16); en nuestra humillación
se acordó de nosotros, porque es eterno su amor… (v. 23).
Hace ya bastantes años tuve el privilegio de contar entre mis ejercitantes a María
Dolores, miembro de una comunidad de oración de la que yo era entonces consiliario.
En enero de 1991 se encontraba ya en la fase terminal de un cáncer que acabaría con
su vida seis meses después de aquellos ejercicios.
Tras su muerte a los 42 años, su viudo me trajo unos preciosos apuntes espirituales
que María Dolores había ido escribiendo durante los tres años que duró su
enfermedad. Me animé a editarlos en el libro "Vivir a tope". Fueron sus dos hijas
adolescentes las que escogieron este título que refleja lo que para ellas fue el rasgo
más característico de su madre.
En aquellos apuntes se conservaba el gran Hallel que María Dolores compuso en los
ejercicios terminales de su vida. Consta de 41 estrofas seguidas por el estribillo:
"porque es eterno su amor". En ese poema nada ni nadie queda fuera del alcance de
ese amor de Dios que resplandecía en su vida. Tras los destrozos de la quimioterapia,
María Dolores seguía dando gracias a Dios por su pelo y sus pestañas, porque es
eterno su amor; o por sus médicos, porque es eterno su amor, o por haberle dado
sentido a su sufrimiento, porque es eterno su amor.
En esos apuntes espirituales María Dolores llega a decir que aquellos tres años de
lucha contra el cáncer habían sido los tres años más felices de su vida, porque fueron
los años en que se había sentido más querida por su marido, sus hijas, el resto de su
familia, sus amigos, y sobre todo por Dios.
Es el sentirnos amados lo que nos hace realmente felices, y por eso cuando nos llega
el amor de los demás, uno puede ser muy feliz aun en medio de quimioterapias,
náuseas, calvicie, pérdida de un pecho, agonía y sentencia de muerte.
También Jesús entonó el gran Hallel en el momento terminal de su vida, con plena
conciencia de que su muerte estaba ya muy próxima, y nos enseñó a rezarlo
juntamente con él, para que la oscuridad de la muerte no consiga opacar la
luminosidad del amor de Dios que se ha ido revelando etapa tras etapa de nuestro
caminar por la vida.
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