Lenguaje Bíblico Compilación
Lenguaje Bíblico Compilación
Lenguaje Bíblico Compilación
El lenguaje bíblico en la cultura literaria Los libros de la Biblia contienen las verdades reveladas
de la Sagrada Escritura y, en tal virtud, constituyen una magnífica fuente literaria para apreciar
el vínculo entre el hombre, la naturaleza y la divinidad. El asombro y el misterio que despiertan
las manifestaciones sensoriales y suprasensibles en sus vertientes físicas y espirituales, desde
la apelación inicial de los efluvios naturales hasta los motivos de inspiración y júbilo que
exaltan la Creación del Mundo, forman parte de las maravillas de lo viviente asumidas como
obra de Dios, que el Salmo 104 resalta: “Cuántas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con
maestría, la tierra está llena de tus criaturas. (...) Cantaré al Señor mientras viva, tañeré para
mi Dios mientras exista: que le sea agradable mi poema y yo me alegraré con el Señor”. En su
contacto con fenómenos y cosas, el ser humano tiene sensaciones, emociones y pasiones que
los creadores asumen como fuente de poesía y ficción. Ante la contemplación de lo viviente, se
despierta el sentimiento de la belleza, base de la sensibilidad estética; ante el esplendor del
mundo, se — 92 — Teoliterária V. 4 - N. 7 - 2014 genera el misterio de lo existente, nace el
sentimiento de lo divino, base de la sensibilidad mística. Fascinados por la hermosura de la
Creación, los hombres se extasían en su contemplación y, como dice el Libro de la sabiduría
(13, 1-2), son vanos los hombres que ignoran la obra divina: Eran naturalmente vanos los
hombres que ignoraban a Dios, y fueron incapaces de conocer al que Es partiendo de las cosas
buenas que están a la vista, y no reconocieron al artífice fijándose en sus obras, sino que
tuvieron por dioses al fuego, al viento, al aire leve, a las órbitas astrales, al agua impetuosa, a
las lumbreras celestes, regidoras del Universo. Si, fascinados por su hermosura, los creyeron
dioses, sepan cuánto los aventaja su Dueño, pues los creó el Autor de la belleza; y si los
asombró su poder y actividad, calculen cuanto más poderoso es quien los hizo; pues por la
magnitud y la belleza de las criaturas se descubre por analogía al que les dio el ser. Se sabe
desde antiguo que un aliento trascendente insuflaba el soplo divino a los profetas, como lo
testimonia Ezequiel (50, 3), cuando alude al Espíritu Santo o, lo como decían los apóstoles Juan
y Pablo, que la palabra es expresión de la imagen divina en la conciencia humana (Gál, 4,24 y
Jn, I, 1-14). Lo divino subyacente en nuestro interior lo anuncia el Libro de la Sabiduría (12, 1):
“Todos llevan Tu soplo incorruptible”. La palabra sagrada de la Biblia contiene el principio
inspirador de la mística cristiana. Inspirada en la doctrina de Cristo, nació la mística cristiana
cuyo conocimiento místico alude a un saber secreto, misterioso y profundo, según san Pablo:
“Enseñamos una sabiduría divina, misteriosa y secreta, un saber escondido por Dios antes de
los siglos, para nuestra gloria...” (I Cor, 2,7). Se atribuye a Pseudo Dionisio Areopagita, uno de
los antiguos pensadores cristianos, el sentido de la palabra mística, — 93 — Teoliterária V. 4 -
N. 7 - 2014 que definió como “el anhelo divino de la Realidad inmaterial”. Al respecto escribió:
“(…) verdadera comunión con la luz inmaculada y sublime de espléndida e inefable
hermosura”. Consignó este teólogo cristiano que los contemplativos “están llenos de una luz
superior que excede todo conocimiento” porque “han logrado entrar en comunión con Dios”
y, en tal virtud, participan “del conocimiento hondo de las luces divinas” (1). Pues bien, esa
“sabiduría divina y secreta” o ese “saber escondido” de que hablaba el apóstol Pablo, se
corresponde con el sentido etimológico de la palabra mística. Del verbo griego miein [miein],
‘cerrar’, en alusión a ‘cerrar la boca’, ‘guardar secreto’, ‘permanecer callado’, se derivaron
‘misterio’, ‘mito’ y ‘mística’, términos emparentados lexicológica y semánticamente con el
vocablo griego. La mística entraña, por tanto, un aliento misterioso, secreto y oculto, condición
a la que no escapa ninguna de las tendencias contemplativas, incluyendo la cristiana, en tanto
fenómeno de la espiritualidad en la que subyace la experiencia del misterio de lo divino y la fe
en la trascendencia espiritual. Ya el Areopagita puntualizó: “El rayo luminoso de aquellos
sacratísimos misterios ilumina directamente, y en todo su esplendor, a los hombres de Dios,
porque estos se mantienen familiares a la Luz” (Ibídem). La poesía religiosa y mística asume los
efluvios metafísicos de la Trascendencia y, desde luego, el sentido de la religiosidad
confesional. En sentido filosófico, todo el que experimenta un vínculo de identificación con
alguna faceta del mundo o del Universo tiene una inclinación religiosa. Y en sentido
doctrinario, el concepto de religiosidad entraña una vinculación con un credo, una doctrina y
un ritual. La palabra religión viene del latín religare (´ligar´, ´vincular´, ´relacionar´), lo que
entraña una relación con la naturaleza de lo viviente o con una credo confesional o doctrinario.
Hay una tradición bíblica, una tradición poética y una tradición religiosa. La poesía religiosa y
mística, así como la que usa el lenguaje bíblico mediante la referencia de personajes, temas o
motivos inspirados — 94 — Teoliterária V. 4 - N. 7 - 2014 en la Biblia, es un canto de oración o
de exaltación al Creador del Mundo y, en tal virtud, constituye una valiosa veta creadora en la
literatura inspirada en el Libro sagrado de la cultura de Occidente. La lengua bíblica está
impregnada de imágenes, que toma de la naturaleza, para encauzar verdades suprasensibles,
que son verdades reveladas, verdades metafísicas o verdades de vida. Además de la intuición,
en el lenguaje poético fluyen la inspiración y la revelación, que constituyen la expresión de la
conciencia, la dimensión metafísica de la realidad y las emanaciones de la Trascendencia. En su
realización interviene el poder creador de la poesía. En muchas creaciones poéticas hay
reminiscencias de todos los textos del Libro sagrado, así como de sus personajes, temas y
figuraciones literarias. En sentido bíblico, la creación es un acto nuevo, una nueva ideación de
la realidad o una nueva connotación de lo existente. Crear entraña inventar, concitar un
proceso, generar una renovación del sentido. Crear es dejar que el poder de la palabra fluya,
que el sentido del lenguaje actúe sobre la sensibilidad y la conciencia. El sentido bíblico de
crear es abrirse al proceso de vivificación y renovación. Dejar que el amor fluya es crear. Dejar
que la esperanza fructifique es crear. Dejar que la compasión actúe o que la sabiduría ilumine
es crear. Y, desde luego, dejar que la palabra se active y fecunde. La huella de la Biblia en la
literatura, la cultura y en nuestra conciencia espiritual es fecunda. La palabra que crea y
transforma es crisol de aliento que ahonda en la espiritualidad. Y ese influjo tiene su origen en
el mensaje bíblico. El poeta español Fernando Rielo decía que el Evangelio “contiene el código
de la lectura mística”. Al enfocar el lenguaje bíblico, hay que conocer y valorar algunas de las
fórmulas bíblicas canalizables en poesía. La sabiduría inherente al lenguaje bíblico se
manifiesta en Tono bíblico (aclamación, súplica, lamentación, interrogación); imagen bíblica
(metáfora, alegoría, paradigma, parábola, proverbio); y técnica bíblica (paralelismo, himno,
acción de gracias, lamentos, versos dísticos — 95 — Teoliterária V. 4 - N. 7 - 2014 y trísticos,
estribillos). Asimismo, podemos hablar de personajes, temas y motivos bíblicos, que se han
usado como fuente de inspiración en poesía y ficción. La sabiduría inherente al contenido
bíblico implica la creación de sentencias (“Yo soy la luz”, “la vid verdadera”), evocación de
personajes bíblicos (Urías, Ruth y otros), visiones proféticas y apocalípticas (las de Elías o san
Juan, entre otros), paremias y parábolas que han pasado al caudal paremiológico del lenguaje
común. La palabra poética que asume el lenguaje bíblico encarna la sabiduría inherente en
proverbios, himnos, súplicas, metáforas, alegorías y otros recursos expresivos. En la Biblia hay
varias formas literarias que han nutrido la sustancia de la creación poética. El Libro sagrado es
también fuente de inspiración estética y fruición espiritual, como expresión de la conciencia y
la sensibilidad humanas. Muchas de las grandes creaciones literarias, especialmente la
literatura inspirada en el sentimiento religioso y místico, tienen su abrevadero en la Biblia, que
comprende la más reveladora creación verbal sobre la historia, el sentido y el destino del
género humano. La expresión de imágenes y conceptos, el hallazgo de intuiciones metafísicas,
así como la vertiente lírica y simbólica de las emociones entrañables y de las verdades
trascendentes tiene su mejor cauce en la creación poética. En casi todos los textos canónicos
de la Biblia hay poesía y en gran parte de los poetas americanos hay huellas conceptuales o
literarias del influjo bíblico en su numen creador. En las siguientes ilustraciones presentamos
creaciones de los diferentes países americanos como evidencia de la huella del Libro sagrado
en el cultivo de las letras.
La Biblia debe tener un valor prioritario en la vida y el ministerio del Pastor y del Líder Cristiano
ya que ésta es, y será siempre, el fundamento de la vida cristiana. De esto resulta, como
consecuencia, que adquirir el conocimiento necesario y fundamental acerca de la Palabra de Dios,
con el fin de ejercer el ministerio de una forma adecuada y según el Corazón de Dios, es de suma
importancia. Sin embargo, no son pocos líderes, al igual que en los tiempos de la Iglesia primitiva,
los que hacen girar su estudio y sus enseñanzas en los “fundamentos”, aquellos que la Carta a los
Hebreos llama “los rudimentos de la doctrina de Cristo” (Hebreos 6:1-2) Esto sucede,
precisamente, por un estancamiento en el conocimiento de las Ciencias Bíblicas o el
desconocimiento absoluto de éstas, las cuales, siendo adecuadamente aplicadas a la vida, el
ministerio y la predicación, dan como resultado una renovación espiritual sin precedentes, debido
al lógico descubrimiento de nuevas riquezas en el tesoro de la sabiduría de Dios.
Esdras es un ejemplo práctico para todo pastor y predicador cristiano. La Biblia nos dice que él
cumplió con tres características básicas: Estudiar las Escrituras, cumplirlas y enseñarlas al pueblo
de Dios: “Porque Esdras había preparado su corazón para estudiar la ley de Jehová y para
cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos.” (Esdras 7:10) La consecuencia de un
ESTUDIO más profundo de la Biblia será, definitivamente, una perspectiva más atinada en su
cumplimiento y una autoridad más eficaz para la enseñanza de ésta.
Una de estas Ciencias Bíblicas es el Estudio de las Lenguas Originales de la Sagrada Escritura. Como
usted sabe, nuestras Biblias impresas no son más “traducciones”, y actualmente podemos
encontrar diversas e incluso “divergentes” traducciones de la Biblia. Recientemente han aparecido
ediciones de la Biblia con varias traducciones en columnas paralelas, a fin de que el predicador
tenga una mayor amplitud en la interpretación de la Escritura y pueda explicarla mucho mejor. Sin
embargo, ¿no le parece a usted que es mucho mejor contar con el texto bíblico en la lengua
original y poder comprenderla? La Biblia fue escrita en los idiomas hebreo, arameo y griego
durante un período que abarca muchos siglos.
Luego del regreso de la deportación en Babilonia, el pueblo de Israel había adoptado el idioma
arameo como su lengua, de tal forma que el hebreo, a pesar de ser un idioma emparentado con el
arameo, en algunos momentos les resultaba incomprensible, de tal forma que necesitaron la ayuda
de los levitas, quienes resguardaban las Escrituras y el idioma hebreo durante el cautiverio. Los
levitas, de acuerdo al libro de Nehemías, “hacían entender al pueblo la Ley”, mientras éste
escuchaba su lectura en idioma hebreo, “y explicaban su sentido” es decir, hacían los oficios de
“traductores-intérpretes” al arameo, “de modo que entendieran la lectura”.
“Los levitas Jesúa, Bani, Serebías, Jamín, Acub, Sabetai, Hodías, Maasías, Kelita, Azarías,
Jozabed, Hanán y Pelaía, hacían entender al pueblo la Ley, mientras el pueblo se mantenía atento
en su lugar. Y leían claramente en el libro de la ley de Dios, y explicaban su sentido, de modo que
entendieran la lectura.” (Nehemías 8:7-8)
Actualmente se cuentan con recursos impresos (libros) y herramientas en Internet acerca de las
lenguas bíblicas. Sin embargo, éstas no son accesibles y comprensibles para muchos, y su
aplicabilidad, sin la guía necesaria, es bastante limitada.
Debido a esta necesidad, estimado hermano(a), es que, por la gracia del Señor, desde hace más de
diez años me he dedicado al estudio de las lenguas bíblicas (hebreo, arameo y griego), así como de
otras lenguas que auxilian a éstas para clarificar mucho más el mensaje bíblico, debido a su
antigüedad (tales como el arameo siríaco, el árabe y el latín).
Las materias de lenguas bíblicas, con las limitaciones de tiempo y el prototipo de enseñanza
magistral (no personalizada) que se imparte en pocas instituciones en nuestro país (ej. Universidad
Centroamericana, Universidad Evangélica, Universidad Luterana, Colegio de Teología de El
Salvador, etc.) hacen que este conocimiento llegue a un limitado número de personas, e incluso de
forma “introductoria” y con poca aplicación exegética.
Este servidor ha tenido ya alguna experiencia de enseñanza grupal y personalizada de las lenguas
hebrea y griega, y por ello deseo ofrecer este servicio a su disposición. El aprendizaje del hebreo y
el griego ayudarían, sin duda alguna, a una mejor comprensión del texto bíblico. Ahora bien,
nuestro curso de enseñanza no se limitaría únicamente a los idiomas, sino a su aplicación práctica
en la lectura bíblica y su adecuada traducción. Con ello pretendemos que usted también se
convierta en un agente crítico de las modernas traducciones bíblicas. Para ello, asimismo,
proveeremos de las herramientas adecuadas para la investigación exegética-interpretativa de la
Biblia, tales como la historia y el desarrollo del Canon Bíblico, y todo lo relacionado a la Crítica
Textual, que es una Ciencia Bíblica que proporciona las directrices para convertirse en un
investigador crítico, incluso desde el texto mismo de los antiguos manuscritos, confrontándolos con
el texto generalmente aceptado. Los hallazgos en las cuevas de Qumrán el siglo pasado fueron los
mayores hallazgos arqueológicos de las ciencias bíblicas textuales. Los manuscritos Q y Qa
contienen el libro del profeta Isaías, datado cerca del año 100 a.C., y su lectura actualmente es
posible.
Manuscrito de Qumrán
(Isaías capítulo 1)
HEBREO
El texto masorético no es más que el texto hebreo elaborado por los escribas llamados
“masoretas”, quienes, durante la Edad Media, preservaron toda la tradición manuscrita bíblica del
Antiguo Testamento, mediante copias que, además del texto consonántico hebreo le añadieron
una serie de signos que representarían las vocales, ya que este idioma no tenía vocales escritas
originalmente, al igual que el resto de las lenguas semíticas antiguas. A pesar de tener unos signos
que no se asemejan en nada a nuestros idiomas occidentales, el hebreo puede ser aprendido con
facilidad.
El hebreo es un idioma cuya lectura y escritura se realiza de derecha a izquierda, al contrario que
las lenguas occidentales:
El texto anterior
corresponde a la transliteración de Génesis 1:1 y su traducción.
Las flechas le indican que la lectura debe ser de derecha a izquierda.
GRIEGO
Aunque existen tradiciones que aseguran que el Evangelio de Mateo fue escrito en arameo, el
Nuevo Testamento en su totalidad fue consignado en lengua griega común (koiné), y fue
preservado a través de copias manuscritas de diversa índole a través de los siglos II hasta la
invención de la imprenta.
La lengua griega, de claras reminiscencias a la lengua de Homero, Platón y Aristóteles, se convirtió
en la “lengua internacional” (como ocurre actualmente con el inglés) durante el período que
abarca a los siglos IV a.C. hasta mediados del IV d.C. El griego tiene mucha relación con las
lenguas occidentales, ya que se convirtió en una herencia importante para el latín y, por éste,
hacia todas las lenguas románicas (italiano, francés, español, etc.) Así pues, muchas expresiones
griegas son muy parecidas a su equivalente en español, debido a que nuestro idioma tiene
aproximadamente un 30% de griego en su léxico.
Muchos desarrollos fonológicos griegos se encuentran directa o indirectamente ligados a la más
antigua lengua indoeuropea: el sánscrito, la antigua lengua aria de la India, actualmente muerta:
Durante la segunda mitad del siglo II a.C. los judíos dispersos en Egipto realizaron la traducción del
Antiguo Testamento al griego, y esta fue llamada la versión de los Setenta (Septuaginta), y que fue
adoptada, desde el siglo I, como el primer texto cristiano del Antiguo Testamento. Debido, pues, a
que se trata de la versión más antigua de la Biblia Hebrea, se tiene en alta estima el estudio de la
Septuaginta, como testigo de la continuidad de las Escrituras a través del tiempo.
Mediante el estudio del idioma griego koiné y la Crítica Textual usted mismo podría contemplar
imágenes de los manuscritos, tales como el Papiro 52, datado al año 125 de nuestra era, y que es
considerado el manuscrito más antiguo del Nuevo Testamento, y verificar el milagro de Dios en la
preservación de su Palabra a través de muchos siglos.
Papiro 52 (Datado al año 125 d.C., Juan 18:31-33,37-38)
http://idiomasbiblicos.blogspot.com/
INTRODUCCIÓN
OBJETIVO GENERAL
COMPETENCIAS
PERFIL PROFESIONAL
DURACIÓN:
METODOLOGÍA:
Cada asignatura contará con un Software que contiene Material del curso,
bibliografía, power points, videos, archivos en PDF y evaluaciones.
https://logosinternationaluniversity.org/academica/programas-
academicos/licenciaturas/idiomas-biblicos
INTRODUCCION
Nos parece lógico el uso del hebreo en los libros del Antiguo Testamento. Sin embargo,
al investigarlo bien, no lo es tanto. Según la tradición histórica, las tribus hebreas entraron
a Palestina en el segundo milenio a.C. Llegaron desde Mesopotamia, donde hablaban el
arameo. Por otra parte, las antiguas tribus de Palestina hablaban un idioma parecido al
hebreo. Eso significa que el antiguo lenguaje de los judíos era el arameo y sólo en
Palestina lo cambiaron. Esta evolución seguramente fue lenta, pero cuando los autores y
redactores del Antiguo Testamento escribieron sus obras inspiradas, en el primer milenio
a.C., ya hacía casi 500 años que el hebreo era el idioma de los judíos.
Ambos, tanto el hebreo como el arameo, pertenecían a la familia lingüística semita, que
se dividió en diferentes idiomas y dialectos, utilizados en gran parte del Cercano Oriente.
Si aceptamos que el idioma hablado por los judíos desde su llegada a Canaán, y más
adelante durante un milenio, fue el hebreo, surge la pregunta ¿por qué fueron escritos
algunos capítulos de la Biblia en arameo?
No existe una respuesta aún del porqué en la Biblia se escribieron algunos capítulos y
palabras dispersas en arameo, en circunstancias que el idioma del culto y de la literatura
era el hebreo.
Los textos arameos del Antiguo Testamento son: en el Libro de Esdras: Cáp.4.6 hasta
6.19; 7.11 – 26, además muchos nombres dispersos; en el Libro de Daniel: Cáp. 2.4 hasta
7.28 y algunas palabras sueltas. Cabe mencionar que palabras sueltas en arameo se
encuentran también en otros libros.
Los libros de Esdras y Daniel han sido redactados en el siglo II a.C. Así, el uso del arameo
es comprensible, pero no lo podemos explicar, ¿por qué están las partes citadas en arameo
y otras no? ¿Por qué no hay más textos en arameo? ¿Por qué no está escrito todo en
hebreo, o todo en arameo?
Los Rollos del Mar Muerto (Qumrán) descubiertos en 1947 -que contienen fragmentos
de todos los libros del Antiguo Testamento, salvo del Libro de Ester- han sido escritos
parcialmente en hebreo y parcialmente en arameo y, por supuesto, sin vocales. Aunque
fueron copiados más de 1.000 años antes de que los masoretas hubiesen terminado su
labor de definir el texto, son casi iguales con los textos actualmente conocidos. Eso
demuestra el alto nivel de conocimiento, dedicación y labor de los masoretas.
Jesús hablaba a sus seguidores en arameo y también en hebreo, pero sus discípulos no
publicaron sus enseñanzas en estos idiomas sino en griego, con la intención de poder
divulgarlas no sólo en el ambiente judío sino también en el universal.
OBJETIVO GENERAL
Por medio de este programa se investigará los datos históricos relacionados a estos
idiomas antiguos. Se trata del significado de las palabras, cuestiones culturales, prácticas
de traducción, modismos, etc. El estudio de estos idiomas ayudará a entender mejor el
mensaje original de los autores bíblicos y también a traducir este mensaje nuevamente a
cada generación.
COMPETENCIAS
DURACION:
Dos (2) años, Los créditos mínimos son 90 para optar al título, 24 Materias.
METODOLOGIA:
Cada asignatura contará con un Software que contiene Material del curso, bibliografía,
power points, videos, archivos en PDF y evaluaciones.
https://universidadreformadademiami.org/maestria-en-idiomas-biblicos-hebreo-arameo-y-
griego