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Noviembre 29 de 2023

SENTENCIA C-525/2023
M.P. NATALIA ÁNGEL CABO Y ANTONIO JOSÉ LIZARAZO OCAMPO
EXPEDIENTE: D-15.099

LA FACULTAD GUBERNAMENTAL DE ADELANTAR ACERCAMIENTOS Y CONVERSACIONES CON


ESTRUCTURAS ARMADAS ORGANIZADAS DE CRIMEN DE ALTO IMPACTO (EAOCAI) CON FINES DE
SOMETIMIENTO A LA JUSTICIA SE ENMARCA EN EL MANDATO CONSTITUCIONAL DEL PRESIDENTE DE
CONSERVACIÓN DEL ORDEN PÚBLICO. NO OBSTANTE, LA CORTE, ENTRE OTRAS DECISIONES,
CONSIDERÓ QUE LOS TÉRMINOS DE SOMETIMIENTO DEBEN SER DEFINIDOS POR EL LEGISLADOR Y
QUE LA SUSPENSIÓN DE ÓRDENES DE CAPTURA, LA UBICACIÓN TEMPORAL Y LAS GARANTÍAS DE
SEGURIDAD DE LOS MIEMBROS DE EAOCAI DEBEN CUMPLIR CIERTAS CONDICIONES, SEGÚN LA
FINALIDAD QUE EL LEGISLADOR ESTABLECIÓ

1. Norma demandada

La totalidad de la Ley 2272 de 2022 por cargos de forma y el artículo 5° de


la misma por cargos de fondo.

2. Decisión

Primero. Declarar EXEQUIBLE, por los cargos de forma analizados, la Ley 2272
de 2022, “Por medio de la cual se modifica adiciona y prorroga la ley 418 de
1997, prorrogada, modificada y adicionada por las Leyes 548 de 1999, 782
de 2002, 1106 de 2006, 1421 de 2010, 1738 de 2014 y 1941 de 2018, se define
la política de paz de Estado, se crea el servicio social para la paz, y se dictan
otras disposiciones”.

Segundo. Declarar EXEQUIBLE, por el cargo analizado, la expresión “Realizar


todos los actos tendientes a entablar acercamientos y conversaciones con
estructuras armadas organizadas de crimen de alto impacto que
demuestren voluntad para transitar hacia el Estado de Derecho”, contenida
en el primer apartado del inciso primero del artículo 5 de la Ley 2272 de 2022,
que modificó el artículo 8° de la Ley 418.
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Tercero. Declarar INEXEQUIBLE, por el cargo analizado, la expresión “a juicio


del gobierno” y EXEQUIBLE la expresión “Los términos de sometimiento a la
justicia a los que se lleguen con estas estructuras serán los que sean
necesarios para pacificar los territorios y lograr su sometimiento a la justicia”,
contenidas en el primer apartado del inciso primero del artículo 5° de la Ley
2272 de 2022 que modificó el artículo 8° de la Ley 418, en el entendido de
que los términos del sometimiento a la justicia deben ser definidos por el
Legislador y garantizar los derechos de las víctimas.

Cuarto. Declarar EXEQUIBILES, por el cargo analizado, las expresiones “o de


los miembros representantes de las estructuras armadas organizadas de
crimen de alto impacto con las que se adelanten acercamientos,
conversaciones o se suscriban términos de sometimiento a la justicia, con el
fin de hacer tránsito al Estado de Derecho”; “Este mismo procedimiento
podrá seguirse con relación a los acercamientos, conversaciones o
suscripción de términos de sometimiento a la justicia con estructuras
armadas organizadas de crimen de alto impacto”; “Este mismo
procedimiento podrá seguirse con relación a los voceros de las estructuras
armadas organizadas de crimen de alto impacto”, de los incisos primero,
segundo y tercero, respectivamente, del parágrafo 2º, y “o de la estructura
armada organizada de crimen de alto impacto” del inciso tercero del
parágrafo 3º, todos del artículo 5° de la Ley 2272 de 2022, en el entendido
de que las órdenes de captura contra miembros de las EAOCAI solo se
pueden suspender cuando (i) el Gobierno justifique la medida, incluyendo
su temporalidad y el alcance territorial necesario de la misma; y (ii) la
autoridad competente de la Rama Judicial valore estos supuestos.

Quinto. Declarar EXEQUIBLE, por el cargo analizado, la expresión “o en los


acercamientos, conversaciones o suscripción de términos de sometimiento
a la justicia con estructuras armadas organizadas de crimen de alto
impacto, de que trata esta ley” del inciso cuarto del parágrafo 2º del artículo
5º de la Ley 2272 de 2022, de acuerdo con la parte motiva de esta
providencia.

Sexto. Declarar EXEQUIBLE, por el cargo analizado, el inciso segundo del


parágrafo 3º del artículo 5º de la Ley 2272 de 2022 en el entendido de que
las zonas de ubicación solo se puedan establecer en una etapa avanzada
del proceso, para hacer viable el sometimiento a la justicia, de conformidad
con la ley de sometimiento que expida el Congreso.

Séptimo. Declarar EXEQUIBLE, por los cargos analizados, el aparte “Se


admitirá como voceros a quienes actúan como integrantes de
organizaciones sociales y humanitarias a quienes el Presidente de la
República considere puedan aportar al proceso de paz, a la conflictividad
social” y declarar INEXEQUIBLE la expresión “y se encuentren en privación
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de libertad”, contenidas en el inciso segundo del parágrafo 1º del artículo 5º


de la Ley 2272 de 2022, que modifica la Ley.

3. Síntesis de los fundamentos

En aplicación del principio pro actione (a favor de la acción), la Sala Plena


de la Corte Constitucional estudió cuatro cargos contra la Ley 2272 de 2022,
de los cuales, dos alegaban vicios de trámite que afectaban la
constitucionalidad de la integralidad de la normativa y dos argumentaron
la inexequibilidad del artículo 5º de la misma Ley.

3.1. CARGOS POR VICIOS DE FORMA

Cargo de forma contra la totalidad de la Ley 2272 de 2022 por la ausencia


del concepto previo del Consejo Superior de Política Criminal.

La Corte Constitucional reiteró su jurisprudencia sobre el control de


constitucionalidad frente a los vicios de forma en el trámite legislativo. Al
respecto, hizo énfasis en que solo el desconocimiento de prescripciones
constitucionales o de las leyes orgánicas puede llegar a configurar vicios de
trámite que afecten la constitucionalidad de una ley. La Corte realizó una
caracterización del Consejo Superior de Política Criminal y analizó el
fundamento legal y el alcance de la obligación de rendir el concepto
previo, no vinculante, frente a todos los proyectos de ley y de acto legislativo
en materia penal. No obstante, la importancia del referido concepto como
un documento de carácter técnico-científico que puede servir de ilustración
a los legisladores en materia de política criminal, ninguna de las normas que
lo regulan establece que su ausencia impida el desarrollo del trámite
legislativo ni constituya un vicio en la formación de las leyes. Con este
fundamento, la Corte declaró exequible la Ley 2272 de 2022 por la presunta
configuración de un vicio de trámite derivado de la vulneración del artículo
150 constitucionales.

Cargo de forma contra la totalidad de la Ley 2272 de 2022 por la omisión de


la Mesa Directiva de la Cámara de Representantes de someter a discusión
y votación una proposición suspensiva

Para resolver el cargo, la Sala expuso las características de las proposiciones


suspensivas y resaltó que deben cumplir los requisitos formales específicos
establecidos en la Ley 5ª de 1992. Asimismo, la Corte recordó que el análisis
de las irregularidades formales debe ser estudiado a partir del principio de
la instrumentalidad de las formas.

Al analizar lo ocurrido en la sesión del 3 de noviembre de 2022 en la plenaria


de la Cámara de Representantes en la que se votó y aprobó el informe de
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conciliación del proyecto de ley 160 de 2022 Cámara - 181 de 2022 Senado,
la Sala concluyó que, a pesar de que el representante a la Cámara José
Jaime Uscátegui pidió la palabra antes de la votación del informe, esta
solicitud no constituyó una proposición suspensiva como la que regula el
artículo 114 de la Ley 5ª de 1992. Para que se considerara una proposición y
debiera ser tramitada como tal: (i) ella se debió presentar a la plenaria, por
escrito y durante el debate; y (ii) se debió solicitar expresamente la
suspensión, teniendo en cuenta que la proposición de aplazamiento es
diferente a la de suspensión. Al no haberse hecho de esa manera, no se
incluyó en el orden del día y no fue leída ni sometida a discusión. La Corte
valoró adicionalmente un oficio suscrito por el representante Uscátegui, que
dirigió al presidente de la Cámara el día anterior a la sesión. Al respecto,
concluyó que dicho escrito tampoco constituyó una proposición suspensiva
en los términos establecidos por la Ley 5ª de 1992, pues, entre otras razones,
ella no se presentó durante el debate.

3.2. CARGOS POR VICIOS DE FONDO

3.2.1. CARGO CONTRA EL ARTÍCULO 5º DE LA LEY 2272 DE 2022

La Corte estudió las expresiones del artículo 5º que se subrayan a


continuación, referidas a al tipo de proceso de sometimiento a la justicia de
las EAOCAI:

ARTÍCULO 5°. Modifíquese el artículo 3° de la Ley 1941 de 2018 [que a su vez


modificó el artículo 8 de la Ley 418 de 1997], el cual quedará así:
ARTÍCULO 8°. Los representantes autorizados expresamente por el Gobierno
Nacional, con el fin de promover la reconciliación entre los colombianos, la
convivencia pacífica y lograr la paz, siguiendo los lineamientos del Presidente
de la República, podrán:
- Realizar todos los actos tendientes a entablar acercamientos y
conversaciones con estructuras armadas organizadas de crimen de alto
impacto que demuestren voluntad para transitar hacia el Estado de Derecho.
Los términos de sometimiento a la justicia a los que se lleguen con estas
estructuras serán los que a juicio del Gobierno Nacional sean necesarios para
pacificar los territorios y lograr su sometimiento a la justicia. El cumplimiento de
los términos de sometimiento a la justicia será verificado por las instancias
nacionales o internacionales que para el efecto se designen.
- Realizar todos los actos tendientes a entablar y adelantar diálogos, así como
negociaciones y lograr acuerdos con los voceros o miembros representantes
de los grupos armados organizados al margen de la ley, dirigidos a: obtener
soluciones al conflicto armado, lograr la efectiva aplicación del Derecho
Internacional Humanitario, el respeto de los Derechos Humanos, el cese de
hostilidades o su disminución, la reincorporación a la vida civil de los miembros
de estas organizaciones o su tránsito a la legalidad y la creación de
condiciones que propendan por un orden político, social y económico justo.
Los acuerdos y su contenido serán los que a juicio del Gobierno Nacional sean
necesarios para adelantar el proceso de paz y su cumplimiento será verificado
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por las instancias nacionales o internacionales que para el efecto y de común


acuerdo designen las partes.
Estos acuerdos deben garantizar el normal y pleno funcionamiento de las
instituciones civiles dé la región en donde ejerce influencia el grupo armado al
margen de la ley que lo suscribe.
Cuando así lo disponga el Gobierno Nacional según lo acordado por las
partes, en el marco de un proceso de desarme, una instancia internacional
podrá estar encargada de funciones tales como la administración, registro,
control, destrucción o disposición final del armamento del grupo armado
organizado al margen de la ley y las demás actividades necesarias para llevar
a cabo el proceso.
A la respectiva instancia internacional que acuerden las partes se le otorgará
todas las facilidades, privilegios, de carácter tributario y aduanero, y
protección necesarios para su establecimiento y funcionamiento en el
territorio nacional.
PARÁGRAFO 1°. Se entiende por miembro-representante, la persona que el
grupo armado organizado al margen de la ley designe como representante
suyo para participar en los diálogos, negociación o suscripción de acuerdos
con el Gobierno Nacional, o sus delegados. De igual manera, se entiende por
miembro representante, la persona que la estructura armada organizada de
crimen de alto impacto designe como representante suyo para participar en
los acercamientos, conversaciones, o suscripción de términos de sometimiento
con el Gobierno Nacional o sus delegados.
Se entiende por vocero la persona de la sociedad civil que, sin pertenecer al
grupo armado organizado al margen de la ley, pero con el consentimiento
expreso de este, participa en su nombre en los procesos de paz, diálogos,
negociaciones y acuerdos. De igual manera, se entiende por vocero la
persona de la sociedad civil que, sin pertenecer a la estructura armada
organizada de crimen de alto impacto, pero con el consentimiento expreso
de esta, participa en su nombre en los acercamientos, conversaciones y
suscripción de términos de sometimiento a la justicia. Se admitirá como
voceros a quienes actúan como integrantes de organizaciones sociales y
humanitarias a quienes el Presidente de la República considere puedan
aportar al proceso de paz, a la conflictividad social, y se encuentren en
privación de libertad.
PARÁGRAFO 2°. Una vez iniciado un proceso de diálogo, negociación o firma
de acuerdos, y con el fin de facilitar el desarrollo de los mismos, las autoridades
judiciales correspondientes suspenderán las órdenes de captura que se hayan
dictado o se dicten en contra de los miembros representantes de las
organizaciones armadas al margen de la ley con los cuales se adelanten
diálogos, negociaciones o acuerdos de paz; o de los miembros representantes
de las estructuras armadas organizadas de crimen de alto impacto con las
que se adelanten acercamientos, conversaciones o se suscriban términos de
sometimiento a la justicia, con el fin de hacer tránsito al Estado de Derecho.
Para tal efecto, el Gobierno Nacional comunicará a las autoridades señaladas
el inicio, terminación o suspensión de diálogos, negociaciones o firma de
acuerdos y certificará la participación de las personas que actúan como
voceros o miembros representantes de los grupos armados organizados al
margen de la ley. Este mismo procedimiento podrá seguirse con relación a los
acercamientos, conversaciones o suscripción de términos de sometimiento a
la justicia con estructuras armadas organizadas de crimen de alto impacto.
Igualmente, se suspenderán las órdenes de captura que se dicten en contra
de los voceros de los grupos armados organizados al margen de la ley, con
posterioridad al inicio de los diálogos, negociaciones o suscripción de
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acuerdos, por el término que duren estos. Este mismo procedimiento podrá
seguirse con relación a los voceros de las estructuras armadas organizadas de
crimen de alto impacto.
Se garantizará la seguridad y la integridad de todos los que participen en los
procesos de paz, diálogos, negociaciones y acuerdos con grupos armados
organizados al margen de la ley, o en los acercamientos, conversaciones o
suscripción de términos de sometimiento a la justicia con estructuras armadas
organizadas de crimen de alto impacto, de que trata esta ley.
Las partes acordarán mecanismos de verificación conjunta de los acuerdos,
negociaciones o diálogos y de considerarlo conveniente podrán acudir a
instituciones o personas de la vida nacional o internacional para llevar a cabo
dicha verificación. Con relación a los acercamientos, conversaciones o
suscripción de términos de sometimiento a la justicia con estructuras armadas
organizadas de crimen de alto impacto; podrán establecerse mecanismos de
verificación con instituciones o personas de la vida nacional o internacional.
PARÁGRAFO 3°. El Gobierno Nacional o los representantes autorizados
expresamente por el mismo, podrán acordar con los voceros o miembros
representantes de las organizaciones armadas al margen de la ley, en un
estado avanzado del proceso de paz, y para efectos del presente artículo, su
ubicación temporal o la de sus miembros en precisas y determinadas zonas
del territorio nacional, de considerarse conveniente. En las zonas aludidas
quedará suspendida la ejecución de las órdenes de captura, incluidas las
órdenes de captura con fines de extradición, contra estos y los demás
miembros del grupo armado organizado al margen de la ley al igual que
durante el transcurso del desplazamiento hacia las mismas hasta que el
Gobierno así lo determine o declare que ha culminado dicho proceso.
El mismo procedimiento podrá aplicarse para el caso de los acercamientos,
conversaciones o suscripción de términos de sometimiento a la justicia con
estructuras armadas organizadas de crimen de alto impacto, con el fin de
facilitar su sujeción a la justicia.
Adicionalmente, si así lo acordaran las partes, a solicitud del Gobierno
Nacional y de manera temporal se podrá suspender la ejecución de las
órdenes de captura en contra de cualquiera de los miembros del grupo
armado organizado al margen de la ley o de la estructura armada organizada
de crimen de alto impacto, por fuera de las zonas, para adelantar actividades
propias del proceso que se adelante.
(…)

Para entrar a estudiar los cargos de fondo, la Corte Constitucional desarrolló


consideraciones sobre el marco constitucional en el que está inserto el
principio de separación de poderes, particularmente se refirió a los derechos
de las víctimas y a la búsqueda de la paz y la convivencia pacífica en la
Constitución de 1991.

La búsqueda de la paz y la convivencia pacífica en la Constitución de


1991

La Corte abordó el estudio de constitucionalidad de la norma demandada


tomando como punto de partida que la Constitución de 1991, desde su
expedición, buscó ser remedio para la violencia armada y dar instrumentos
para lograr la convivencia pacífica y la paz. Al respecto señaló que la
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Constitución tiene como propósito esencial el logro de la convivencia


(Preámbulo), reconoce la paz como un derecho fundamental y un deber
ciudadano (Preámbulo, arts. 22 y 95 C.P.) e insiste en la convivencia pacífica
como un fin esencial del Estado (art. 2 C.P.). La búsqueda de la paz y la
convivencia pacífica que inspiró al Constituyente de 1991 es un principio
orientador de la Carta Política que se traduce en el propósito de dar fin al
conflicto armado interno y asegurar el respeto integral del derecho
internacional humanitario. El respeto a la paz y a los derechos humanos es,
además, un derrotero de la educación (art. 67 C.P.). La paz también se
funda en el deber de asegurar la convivencia pacífica a través de las
facultades del presidente de la República para la preservación del orden
público (art. 189.4 C.P.). Todo ello dentro de la obligación general del Estado
y sus autoridades de garantizar los derechos fundamentales en el marco del
Estado social de Derecho (arts. 2 y 5 C.P.). En este contexto, la paz consiste
en la terminación del conflicto armado interno y, desde una mirada de
mayor amplitud, alcanzar la paz también supone enfrentar todos los tipos de
violencia y sus causas, avanzar en el fortalecimiento del Estado de Derecho,
la democracia y la protección de los derechos humanos. La paz es el fin de
la violencia y también es la construcción de bases sólidas para evitarla.

El artículo 5º de la Ley 2272 de 2022, cuya constitucionalidad examinó la


Corte, hace parte de una legislación que encuentra arraigo en los principios
constitucionales expuestos. De una parte, el artículo 5º reprodujo
herramientas que el Legislador estableció desde 1997, a través de la Ley 418
de ese año, y que se han orientado a facilitar diálogos para la terminación
del conflicto armado y la violencia política. De otra parte, la Ley 2272 de
2022 amplió el alcance de esa normativa y previó mecanismos de solución
pacífica frente a otros tipos de violencia extrema que afecta a la población,
particularmente la causada por las llamadas “estructuras organizadas
armadas de alto impacto” (EAOCAI). En concreto, la Ley 2272 de 2022
previó la posibilidad de adelantar “acercamientos y conversaciones” para
el sometimiento a la justicia y el desmantelamiento de dichas estructuras.
Una mirada amplia de las bases y los propósitos de paz y convivencia
pacífica de la Constitución de 1991 alienta esos esfuerzos. Es una
aproximación que entiende que el deber del Estado de proteger a las
personas y a las comunidades no se restringe por el tipo o causas de la
violencia que genera las graves afectaciones a los derechos
fundamentales, sino que alcanza a todas las personas frente a la afectación
grave de sus derechos, independientemente de la fuente que le da origen.

Asimismo, es compatible con el artículo 189.4 superior que, según la


jurisprudencia constitucional, reconoce al presidente de la República un
amplio margen de discrecionalidad para ejercer su competencia de
conservar el orden público y restablecerlo donde fuere turbado. En ese
marco, el presidente puede acudir, como lo ha hecho en el pasado, a
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mecanismos de solución pacífica de la violencia, inclusive de la más


extrema, a través de diálogos y conversaciones con EAOCAI.

Fortalecimiento del Estado de Derecho y deber de proteger a la población

Ahora bien, la Corte señaló que los acercamientos, conversaciones y


eventuales procesos de sometimiento a la justicia de las EAOCAI, en el
marco de la búsqueda de la pacificación del país, no excluye la obligación
del Estado de proteger la vida y la seguridad de todas las personas, así como
la de impedir su victimización en el marco de los distintos fenómenos de
violencia. Por el contrario, la Sala consideró que son fines complementarios
y se retroalimentan, a tal punto que se amparan bajo el mismo mandato
constitucional del artículo 189.4, que permite el recurso a vías pacíficas para
la solución de conflictos y a respuestas alternativas para el fin de la
criminalidad organizada, al tiempo que garantiza al presidente de la
República -cabeza del ejecutivo-, las herramientas necesarias para
mantener el orden público y las condiciones de seguridad de todos los
ciudadanos, como presupuesto para el libre ejercicio de las libertades
democráticas.

En efecto, la Sala insistió en que la habilitación que hace la Constitución


para que el presidente recurra a un amplio espectro de posibilidades para
buscar el cierre del conflicto armado por vías negociadas, o para acercarse
a la criminalidad organizada y conseguir su desmonte, no puede suponer,
en ningún caso, que el Estado renuncie a perseguir la criminalidad,
garantizar el control del territorio, la seguridad y la vigencia plena de los
derechos de los ciudadanos. La persecución penal de todos los delitos y, en
especial, de aquellos que afectan gravemente los derechos de la
población es un mandato constitucional, consecuente con la vigencia de
un Estado de Derecho, cuyo fortalecimiento es tarea de las tres ramas del
poder público y de la sociedad en su conjunto.

Principio de separación de poderes

Teniendo en cuenta el parámetro de constitucionalidad cuya vulneración


se alega en el cargo de fondo de la demanda, la Corte recogió la
jurisprudencia sobre el principio de separación de poderes y su centralidad
en la configuración orgánica y valorativa que hace la Constitución del
Estado social y democrático de derecho en Colombia. Al respecto, la
Corporación subrayó la necesidad de proscribir, en garantía de dicho
principio, toda concentración de poder que pueda ejercerse de forma
arbitraria. Recordó que hacer una distribución clara de las funciones entre
las ramas del poder público, y garantizar que quien ejerce un determinado
poder es controlado por las otras ramas del Estado, minimiza el riesgo de
abuso del poder o extralimitación de funciones. Igualmente, la Corte reiteró
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que, en el marco del Estado de Derecho, la separación de los poderes no


da cuenta únicamente de la acción diferenciada de los órganos
encargados de las tres funciones generales del aparato estatal, sino que
también requiere de la definición, el equilibrio y los controles entre quienes
las ejercen, como una garantía ciudadana. Asimismo, la Corte insistió en que
esta división de funciones debe enmarcarse necesariamente en la
colaboración armónica entre las tres ramas del poder público y recordó
que, en ese marco, la producción normativa ha sido adjudicada por nuestra
Constitución al órgano democrático y deliberativo por excelencia, esto es,
el Congreso de la República, así como la función de administrar justicia
corresponde a la rama judicial. En materia penal, además, de este principio
se deriva la reserva legal y judicial estricta y cuenta, además, con una
reserva competencial estricta por estar en juego la libertad de los
procesados.

Estudio de constitucionalidad del artículo 5, a la luz de los cargos


analizados.

Para abordar el estudio de constitucionalidad del artículo 5º de la Ley 2272


de 2022, que modificó el artículo 8º de la Ley 418 de 1997, la Corte analizó el
contexto normativo en el que dicha norma se inscribe. Al consultar el artículo
2º de la Ley 2272 de 2022, encontró que el Legislador estableció dos tipos de
procesos diferenciados. En primer lugar, las negociaciones con grupos
armados organizados al margen de la ley (GAOML) respecto de los que se
faculta al Gobierno para adelantar diálogos de carácter político, en los que
se pacten acuerdos de paz. Dichos procesos se pueden adelantar con
grupos que tienen “un mando responsable” y ejercen “sobre una parte del
territorio un control tal que le permita realizar operaciones militares
sostenidas y concertadas”.

En segundo lugar, el artículo 2 de la Ley 2272 de 2022 habilitó al Gobierno a


desarrollar procesos de “acercamientos y conversaciones” con “grupos
armados organizados” o “estructuras armadas organizadas de crimen de
alto impacto” (EAOCAI), con el fin de lograr su sometimiento a la justicia y
desmantelamiento. Estos procesos no tienen un carácter político y se
distinguen de las “negociaciones” de paz. Al definir las estructuras, la norma
señala que son “organizaciones criminales conformadas por un número
plural de personas, organizadas en una estructura jerárquica y/o en red, que
se dediquen a la ejecución permanente o continua de conductas punibles,
entre las que podrán encontrarse las tipificadas en la Convención de
Palermo, que se enmarquen en patrones criminales que incluyan el
sometimiento violento de la población civil de los territorios rurales y urbanos
en los que operen, y cumplan funciones en una o más economías ilícitas”.
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El primer tipo de procesos ha tenido un amplio desarrollo en la Constitución,


la jurisprudencia y la legislación. Se fundamenta en las normas
constitucionales que (i) establecen que la paz es un principio, objetivo y
derecho constitucional; (ii) integran el derecho internacional humanitario
aplicable en el marco de los conflictos armados al bloque de
constitucionalidad (art. 93 y 214.2 C.P.); y (iii) facultan al Estado adelantar
negociaciones con delincuentes políticos, en ciertas circunstancias
excepcionales (arts. 150.17 y 201.2 C.P.)

La segunda tipología de procesos, de acercamientos y conversaciones con


las EAOCAI, en cambio, busca responder a una dimensión de la violencia
que no había sido desarrollada en extenso en el pasado a través de
instrumentos de diálogo o solución pacífica de la violencia. Su principal
desarrollo es el dado por la Ley 2272 de 2022. Por tal razón, la Corte debió
estudiar si frente a ese tipo de violencia la Constitución habilita las
herramientas que el artículo 5º de la Ley 2272 de 2022 contempló, pues el
hecho de que se hubieren aplicado en el pasado para otros procesos, no
faculta directamente su uso para superar la violencia causada por la
criminalidad organizada y, particularmente, por las EAOCAI.

Sobre la constitucionalidad de adelantar acercamientos y conversaciones

La Corte evaluó si el Legislador está facultado para habilitar al presidente


de la República para adelantar “acercamientos y conversaciones” con las
EAOCAI con el fin de lograr su desmantelamiento y sometimiento a la
justicia, y concluyó que sí. Al respecto, señaló que la Constitución no impide
al presidente entablar acercamientos y conversaciones con tales
estructuras, especialmente si los procesos permiten enfrentar la grave
violencia que causan. Al contrario, dichos procesos se enmarcan en las
amplias facultades de preservación del orden público que la Constitución
le otorgó al presidente de la República (art. 189.4 C.P.). Por consiguiente, la
Corte declaró la exequibilidad de la expresión “Realizar todos los actos
tendientes a entablar acercamientos y conversaciones con estructuras
armadas organizadas de crimen de alto impacto que demuestren voluntad
para transitar hacia el Estado de Derecho”, contenida en primer apartado
del inciso primero del artículo 5º de la Ley 2272 de 2022.

Sobre los términos del sometimiento a la justicia

En relación con la disposición “Los términos de sometimiento a la justicia a


los que se lleguen con estas estructuras serán los que a juicio del Gobierno
nacional sean necesarios para pacificar los territorios y lograr su
sometimiento a la justicia”, la Sala Plena insistió en que buscar el
sometimiento de la criminalidad organizada de alto impacto constituye una
finalidad legítima dentro de nuestro marco constitucional, y se encuadra
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además en la facultad del Gobierno de definir las rutas de su política de paz.


Sin embargo, precisó que el amplio margen de discrecionalidad del
presidente para superar las situaciones de violencia generadas por estas
estructuras debe ejercerse de acuerdo con los términos de
desmantelamiento y sometimiento a la justicia definidos por el Legislador.

Por consiguiente, encontró que la expresión “a juicio del Gobierno


nacional” puede llevar al equívoco de que la definición de este marco
normativo es discrecional del Gobierno, cuando el sometimiento requiere,
necesariamente, de una regulación de carácter legal. De lo contrario, el
Gobierno invadiría las facultades del Legislador a quien le corresponde, por
mandato constitucional, “hacer las leyes”. En consecuencia, declaró
inexequible la expresión “a juicio del gobierno nacional”.

Adicionalmente, la Corte concluyó que, para garantizar el principio de


separación de poderes, es necesario que exista un marco normativo que rija
el sometimiento de las EAOCAI, el cual debe ser definido y desarrollado por
el Legislador, con base en el amplio margen de configuración del que
dispone. Ello, por supuesto, sin perjuicio del hecho de que todas las medidas
especiales de carácter penal, sean quienes sean sus destinatarios, están
sujetas a estricta reserva legal, y su concesión corresponde a los jueces de
la República en aplicación del ordenamiento jurídico.

Sobre la suspensión de órdenes de captura

Posteriormente, la Corte estudió las expresiones contenidas en el artículo 5


demandado, relativas a la facultad del Gobierno de comunicar a las
autoridades judiciales sobre el inicio de acercamientos con EAOCAI y
certificar la participación de voceros y miembros representantes, con el fin
de que se suspendan sus órdenes de captura durante las conversaciones,
así como la posibilidad de suspender las del resto de los miembros cuando
se produzca su ubicación temporal en una zona determinada, “incluidas las
órdenes de captura con fines de extradición”, y aún fuera de las zonas “para
adelantar actividades propias del proceso que se adelante”. Al respecto, la
Sala Plena encontró que, en su formulación actual, la facultad resulta
demasiado amplia e imprecisa si se observa que es aplicable a un vasto
universo de criminalidad ordinaria, y que por tanto la solicitud de la
suspensión de las órdenes de captura que haya en contra de cualquier
miembro de una EAOCAI, cuando el grupo al que pertenezca encaje en la
amplia definición que contiene la ley, podría ser meramente discrecional
del presidente de la República, sin que se requiriera su motivación y
necesidad de acuerdo con los fines de la norma. Adicionalmente, encontró
que podría entenderse que tal solicitud no admite valoración por parte de
la autoridad judicial quien, de acuerdo con la norma “suspenderá las
órdenes de captura” tras la solicitud del gobierno.
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Para evitar esa discrecionalidad, la Sala consideró que la suspensión de


órdenes de captura procede únicamente cuando los miembros de las
EAOCAI que eventualmente se beneficiarían de tal medida hayan dado
muestras objetivas de su compromiso de desmantelamiento y de transitar
hacia el Estado de Derecho, y el Gobierno debe, al menos, justificarla y
motivarla, de tal manera que se ajuste a los fines del sometimiento y se
constate su necesidad dentro del ámbito temporal y territorial de la misma.
Igualmente, recordó que las órdenes de captura constituyen actos
jurisdiccionales, que su imposición cuenta con todas las garantías del
debido proceso y la Constitución y que están reservadas a las autoridades
judiciales. De ahí que su suspensión requiera necesariamente de la
intervención de la autoridad competente de la rama judicial, que no sólo se
atiene a la comunicación y certificación gubernamental de participación
en los diálogos y acercamientos, sino que debe evaluar, entre otros asuntos,
la calidad del beneficiario de la medida, es decir, constatar que sea vocero
o miembro representante de una EAOCAI, que se trata de una medida
necesaria para el cumplimiento de los fines legales de sometimiento y
desmantelamiento de la estructura, y que la delimitación temporal y
territorialmente es la necesaria en función de dicha finalidad.

En consecuencia, la Corte condicionó la exequibilidad de las expresiones


en el sentido de que las órdenes de captura contra miembros de las EAOCAI
solo se pueden suspender cuando el Gobierno justifique la medida,
incluyendo su temporalidad y el alcance territorial necesario de la misma, y
la autoridad competente de la Rama Judicial valore estos supuestos.

Sobre las garantías de seguridad

La Corte examinó la constitucionalidad del inciso cuarto del parágrafo 2o


del artículo 5º de la Ley 2272 de 2022 que establece el deber de garantizar
“la seguridad y la integridad de todos los que participen […] en los
acercamientos, conversaciones o suscripción de términos de sometimiento
a la justicia con estructuras armadas organizadas de crimen de alto
impacto”. La Corte encontró que se trata de una medida idónea para
permitir el desarrollo de los acercamientos y conversaciones con las EAOCAI,
sin embargo, (i) solo se puede aplicar a quienes efectivamente están
participando en los procesos de acercamiento y conversación y (ii) solo con
la finalidad de participar en los acercamientos y conversaciones. En otras
palabras, la Corte concluyó que la obligación a la que se refiere la norma
aplica respecto de los miembros representantes y voceros, con la finalidad
de que participen en los procesos de acercamientos y conversaciones, no
así respecto de todos los miembros de las estructuras. Mientras que la
estructura continúe desarrollando actividades delictivas, el Estado tiene el
deber de usar las herramientas a su alcance para el cumplimiento de
13

decisiones judiciales que obren en su contra, así como las herramientas de


persecución y uso proporcional y necesario de la fuerza dentro del Estado
de Derecho. Todo esto con el fin de proteger los derechos fundamentales
de la población y las comunidades.

Sobre las zonas de ubicación

En cuanto a las expresiones de la norma demandada que facultan al


Gobierno para acordar con los voceros o miembros representantes de las
EAOCAI su ubicación temporal “en precisas y determinadas zonas del
territorio nacional”, la Corte señaló que no es posible extrapolar la figura, sin
mayor desarrollo, del escenario de los diálogos y negociaciones de paz con
grupos armados parte en el conflicto armado interno al escenario de los
acercamientos y conversaciones con estructuras armadas organizadas de
crimen de alto impacto.

En efecto, dado que se trata de procesos con lógicas, secuencialidades y


finalidades distintas, y la primera ha tenido un amplio desarrollo, mientras
que la segunda no, es necesario contar con un marco legal que defina las
pautas, lineamientos, oportunidad y límites a la creación de estas zonas
cuando se trata de conversaciones con la criminalidad organizada. En
particular, indició la Sala, que mientras estas zonas han servido en el caso de
los grupos parte en el conflicto armado para viabilizar su tránsito hacia la
vida civil, concentrándolos en áreas rurales, no es claro cómo deben operar
las zonas de ubicación temporal para viabilizar el sometimiento de la
criminalidad organizada, incluyendo aquella que actúa principalmente en
zonas urbanas.

Adicionalmente, la Corporación insistió en que esta facultad debe respetar


algunos criterios para evitar una amplia discrecionalidad del ejecutivo, que
lleve a restringir desproporcionadamente la separación de poderes. Por una
parte, a la luz de los fines propios del sometimiento, se debe entender que
esta facultad de ubicación temporal de las EAOCAI, tiene como fin la
sujeción a la justicia. Por otra parte, esta debe tener lugar en una fase
madura del proceso de sometimiento. Sobre el punto, la Corte hizo notar
cómo el artículo 5 dispone expresamente que para el caso de los diálogos
y negociaciones de paz con los GAOML se previó que esta facultad puede
materializarse “en un estado avanzado del proceso de paz”. Sin embargo,
en el caso de los “acercamientos y conversaciones” con las EAOCAI no
contempló dicho requisito. Por ende, la Corte dispuso que, para garantizar
la Constitución, la determinación de zonas de ubicación en los procesos que
se adelanten con las EAOCAI debe también circunscribirse a una fase
igualmente madura del proceso, de tal manera que se garantice su
idoneidad frente a la finalidad de hacer viable la entrega o sometimiento a
la justicia de los miembros de la EAOCAI.
14

Excarcelación de voceros de organizaciones sociales y humanitarias.

En último lugar, la Corte analizó la expresión contenida en la norma


demandada “Se admitirá como voceros a quienes actúan como
integrantes de organizaciones sociales y humanitarias a quienes el
Presidente de la República considere puedan aportar al proceso de paz, a
la conflictividad social, y se encuentren en privación de libertad”. Sobre esa
norma, la Corte identificó que una interpretación posible de la expresión “y
se encuentren en privación de libertad”, es la de que tal disposición
permitiría al presidente de la República solicitar la excarcelación de estos
voceros de organizaciones sociales y humanitarias. Dicha interpretación se
desprende de la aplicación del principio del efecto útil de la norma y ha
generado como consecuencia jurídica la excarcelación de dichos voceros
por fuera de las causales de régimen de libertades de la ley penal ordinaria.
En consecuencia, la Corte analizó dicha interpretación a la luz del principio
de separación de poderes y de los derechos de las víctimas, de acuerdo
con los cargos formulados por la demanda, y concluyó que esta desconoce
las reservas legal y judicial en materia penal, lo cual, a su vez, vulnera los
derechos de las víctimas. En efecto, por un lado, el presidente y la rama
ejecutiva del poder público en general, no pueden disponer la liberación
de quien ha sido privado de la libertad por orden judicial, especialmente si
no se enmarca en un objetivo preciso, que tenga un fundamento
constitucional claro, y que defina un ámbito de aplicación concreta
subordinado a tal finalidad. Por otro lado, esta eventual excarcelación torna
inocuos los fines que en su momento justificaron la imposición de la medida
de aseguramiento o de la pena de prisión por parte de las autoridades
judiciales, lo cual, a su vez, limita la efectividad del recurso judicial para las
víctimas, y afecta su derecho a la efectiva impartición de justicia.

Por tanto, se excluyó del ordenamiento jurídico esa interpretación y se


declaró la inexequibilidad la expresión “y se encuentren en privación de
libertad”.

4. Salvamentos parciales de voto y aclaraciones

La magistrada Meneses Mosquera salvó parcialmente su voto en relación


con el resolutivo quinto de la decisión, mediante el cual la Corte declaró la
exequibilidad simple del inciso cuarto del parágrafo 2º del artículo 5º de la
Ley 2272 de 2022, el cual preveía que “[s]e garantizará la seguridad y la
integridad de todos los que participen en los procesos de paz, diálogos,
negociaciones y acuerdos con grupos armados organizados al margen de
la ley, o en los acercamientos, conversaciones o suscripción de términos de
sometimiento a la justicia con estructuras armadas organizadas de crimen
de alto impacto, de que trata esta ley”.
15

En criterio de la magistrada Meneses Mosquera, la mayoría de la Sala Plena


debió haber declarado la exequibilidad condicionada para expulsar del
ordenamiento jurídico la interpretación de la norma que contrariaba la
Constitución. La magistrada resaltó que el inciso cuarto del parágrafo 2º del
artículo 5º de la Ley 2272 de 2022 no especificaba los miembros de las
EAOCAI que estarían cobijados por las garantías de seguridad e integridad
durante los acercamientos o conversaciones para la suscripción de los
términos de sometimiento a la justicia. Esto implicaba, como lo reconoció la
mayoría, que la norma admitía dos interpretaciones:

(i) Interpretación 1. Las garantías de seguridad e integridad cobijaban


a todos los integrantes de los grupos armados al margen de la ley y,
en concreto, de las EAOCAI. Lo anterior, con independencia de (a)
el rol que tenían en los procesos de acercamiento y conversación y
(b) al margen de si continuaban delinquiendo. Esta interpretación se
derivaba razonablemente de la disposición, porque esta no
establecía distinción alguna.

(ii) Interpretación 2. Las garantías de seguridad sólo cobijaban a los


“miembros representantes” de las EAOCAI que participaran en los
procesos de acercamiento y conversación. Los demás miembros de
estas estructuras criminales no están cobijados por las garantías de
seguridad e integridad.
A juicio de la magistrada Meneses Mosquera, la interpretación 1 supra era,
como lo reconoció la mayoría en la parte motiva, abiertamente
inconstitucional. Lo anterior, puesto que implicaba que el Estado debía
brindar garantías de seguridad a sujetos que (i) continuaban delinquiendo y
(ii) no participaban en los acercamientos y conversaciones. En criterio de la
magistrada Meneses Mosquera, frente a estos sujetos el Estado tiene el
deber de usar las herramientas a su alcance para el cumplimiento de las
decisiones judiciales que obraban en su contra, así como las herramientas
de persecución y uso proporcional y necesario de la fuerza dentro del
Estado de Derecho. Todo esto con el fin de proteger los derechos
fundamentales de la población y las comunidades.

La magistrada Meneses Mosquera enfatizó que, conforme a la


jurisprudencia constitucional reiterada y uniforme, en aquellos casos en los
que una norma admite dos interpretaciones, corresponde a la Corte proferir
una decisión de exequibilidad condicionada que (i) expulse del
ordenamiento aquella que viola la Constitución y (ii) al mismo tiempo, de
acuerdo con el principio de conservación del derecho, preserve aquella
16

que es compatible con la Carta Política. En este sentido, a juicio de la


magistrada Meneses Mosquera la mayoría de la Corte incurrió en un error
de técnica constitucional porque a pesar de reconocer que una de las
interpretaciones de la norma era inconstitucional, no profirió una decisión
de exequibilidad condicionada que la expulsara del ordenamiento. Por el
contrario, sin justificación, la mayoría de la Sala se limitó a indicar cuál era la
interpretación conforme con la Constitución en la parte motiva de la
sentencia. En cualquier caso, la magistrada enfatizó que, aun cuando no se
declaró la exequibilidad condicionada, para que la disposición resulte
compatible con la Constitución, deberá interpretarse en la segunda de las
acepciones antes identificadas.

El magistrado Lizarazo Ocampo salvó parcialmente el voto, respecto del


resolutivo quinto, que declaró exequible la expresión relativa a las garantías
de seguridad e integridad para los miembros de las EAOCAI que estén
participando en los acercamientos y conversaciones “de acuerdo con la
parta motiva de esta sentencia”. Para el magistrado Lizarazo no se debieron
desplazar condicionamientos esenciales a la parte motiva de la
providencia, sino dejarlos incluidos en el resolutivo. En efecto, en la parte
motiva se supedita dicha garantía en el entendido de que (i) solo se puede
aplicar a quienes efectivamente están participando en los procesos de
acercamiento y conversación y (ii) solo con la finalidad de participar en los
acercamientos y conversaciones. No haber incluido los condicionamientos
en el resolutivo puede generar interpretaciones equívocas que afecten el
deber de persecución de los miembros de las EAOCAI.

El magistrado Cortés González salvó parcialmente su voto y se apartó de la


decisión mayoritaria sobre los siguientes aspectos: i) la exequibilidad
condicionada de la posibilidad de suspender las órdenes de captura de los
miembros representantes de las estructuras armadas organizadas de crimen
de alto impacto y la inexequibilidad de establecer que personas que se
encuentren en privación de la libertad puedan ser designadas voceros de
dichos grupos. Consideró que los contenidos normativos analizados no
desconocían el principio de separación de poderes por el cual se admitió la
demanda. En su criterio, la adopción de estas disposiciones era una
manifestación de aquel en su dimensión dinámica, en términos de
colaboración armónica entre las distintas ramas del poder público.

En efecto, corresponden a la decisión del legislador basada en una


deliberación política y democrática en cuanto establecer herramientas e
instrumentos idóneos al ejecutivo para realizar conversaciones y
acercamientos con grupos específicos y diferentes a los que guardan
relación con el conflicto armado. En dicha regulación se incluía la
participación de la rama judicial, con garantía de los postulados de
independencia y autonomía, para verificar la procedencia de la suspensión
17

de órdenes de captura. Esta arquitectura institucional cumplía una finalidad


constitucionalmente válida dirigida a lograr el sometimiento de dichas
estructuras criminales a la justicia y de esta manera, alcanzar la paz, cuyo
alcance fue definido por el Congreso de la República en los términos de la
Ley 2272 de 2002.

De otra parte, tales instrumentos no estaban prohibidos por el texto superior


y eran idóneos, pues generan incentivos necesarios para dar curso a
acercamientos en el marco de la institucionalidad y la normativa penal
vigente, sin resultar irrazonables puesto que no sacrificaban los principios
constitucionales en tensión.

En su concepto, el apartado final del inciso 2 del parágrafo 1 del artículo 5


de la Ley 2272 de 2022, no habilitaba una excarcelación indiscriminada,
pues de su texto era diáfano entender que solamente implicaba la
posibilidad de suspender órdenes de captura y no la generación de una
causal de excarcelación. Sin embargo, para evitar lecturas contrarias a la
Carta Política, habría procedido declarar la constitucionalidad
condicionada de la medida sobre voceros en centros carcelarios, en el
entendido de que estaban sujetos al régimen de libertad y restricciones a
ella contenido en las normas penales.

También: ii) se apartó de la exequibilidad condicionada sobre la norma


relacionada con las zonas de ubicación temporal, contenida en el inciso
segundo del parágrafo 3 del artículo 5 de la Ley 2272 de 2022. Precisó que
dicho remedio constitucional resulta inocuo e innecesario, porque replica
las condiciones previstas en la misma normativa para la aplicación de la
herramienta establecida por el Congreso de la República. En efecto, una
lectura integral de aquella permite comprender que el instrumento creado
por el legislador tenía previsto que solo operaba en un estado avanzado del
proceso y con el fin de facilitar su sujeción a la justicia, sin que se requiriera
desarrollo legal adicional.

Las herramientas señaladas se adoptaron en el marco del amplio margen


de configuración legislativa, en armonía con las atribuciones presidenciales
en materia de orden público, previa deliberación democrática en torno al
propósito constitucional de realizar la paz, considerando las cambiantes
dinámicas de la sociedad.

El magistrado Ibáñez Najar respetuosamente se apartó de todas las


decisiones que por vicios materiales fueron adoptadas por la mayoría de la
Corporación y para lo cual puso de presente tres circunstancias
transversales:
18

La primera, conforme a la cual el artículo 2 de Ley 2272 de 2022 trajo un


nuevo concepto de paz total que incorpora tanto lo referente a las
negociaciones con grupos armados organizados al margen de la ley con
los que se adelanten diálogos de carácter político y con los cuales se
pacten acuerdos de paz, como los acercamientos, conversaciones,
diálogos y procesos de negociación con grupos armados organizados o
estructuras armadas organizadas de crimen de alto impacto, con el fin de
lograr su sometimiento a la justicia y su desmantelamiento. Por ello, la Ley
2272 de 2022 determina que la política de paz será una política de Estado,
en lo concerniente a los acuerdos de paz firmados y a los que se llegaren a
pactar, así como a los procesos de paz en curso y los procesos dirigidos al
sometimiento y desmantelamiento de estructuras armadas organizadas de
crimen de alto impacto.

En el marco de la política de paz así concebida, el citado artículo 2 de la


Ley 2272 de 2022 establece que el Gobierno podrá tener dos tipos de
procesos, a saber: (i) Negociaciones con grupos armados organizados al
margen de la ley con los que se adelanten diálogos de carácter político,
en los que se pacten acuerdos de paz, esto es con aquellos que bajo la
dirección de un mando responsable, ejerza sobre una parte del territorio un
control tal que le permita realizar operaciones militares sostenidas y
concertada; y, (ii) Acercamientos y conversaciones con grupos armados
organizados o estructuras armadas organizadas de crimen de alto impacto,
con el fin de lograr su sometimiento a la justicia y desmantelamiento, esto
es, aquellas organizaciones criminales conformadas por un número plural
de personas, organizadas en una estructura jerárquica y/o en red, que se
dediquen a la ejecución permanente o continua de conductas punibles,
entre las que podrán encontrarse las tipificadas en la Convención de
Palermo, que se enmarquen en patrones criminales que incluyan el
sometimiento violento de la población civil de los territorios rurales y urbanos
en los que operen, y cumplan funciones en una o más economías ilícitas.
Así mismo, la Ley establece que se entenderá como parte de una estructura
armada organizada de crimen de alto impacto a los exmiembros de grupos
armados al margen de la ley, desmovilizados mediante acuerdos pactados
con el Estado Colombiano, que contribuyan con su desmantelamiento.

En desarrollo y/o complemento de lo anterior, es que el artículo 5 de la Ley


2272, que modificó el artículo 8° de la Ley 1941 de 2018, determina que los
representantes autorizados expresamente por el Gobierno Nacional, con el
fin de promover la reconciliación entre los colombianos, la convivencia
pacífica y lograr la paz, siguiendo los lineamientos del Presidente de la
República, podrán (i) realizar todos los actos tendientes a entablar
acercamientos y conversaciones con estructuras armadas organizadas de
crimen de alto impacto que demuestren voluntad para transitar hacia el
Estado de Derecho y que los términos de sometimiento a la justicia a los que
19

se lleguen con estas estructuras serán los que a juicio del Gobierno Nacional
sean necesarios para pacificar los territorios y lograr su sometimiento a la
justicia; y, (ii) realizar todos los actos tendientes a entablar y adelantar
diálogos, así como negociaciones y lograr acuerdos con los voceros o
miembros representantes de los grupos armados organizados al margen de
la ley, dirigidos a obtener soluciones al conflicto armado, lograr la efectiva
aplicación del Derecho Internacional Humanitario, el respeto de los
Derechos Humanos, el cese de hostilidades o su disminución, la
reincorporación a la vida civil de los miembros de estas organizaciones o su
tránsito a la legalidad y la creación de condiciones que propendan por un
orden político, social y económico justo.

Así, entonces, lo que prevé la Ley 2272 de 2022 desde su artículo 2, que
luego concreta en otros artículos, como el 5, que enuncia las normas
demandadas en este caso, es que, con los grupos criminales organizados,
calificados como estructuras armadas organizadas de crimen de alto
impacto se puede y debe adelantar procesos de paz. Valga decir, que con
grupos criminales, sin importar su actividad, que puede ser el narcotráfico,
la extorsión, el secuestro u otras conductas propias de la criminalidad
organizada, es posible adelantar procesos de paz para transitar hacia el
Estado de Derecho y que los términos de sometimiento a la justicia a los que
se lleguen con estas estructuras serán los que a juicio del Gobierno Nacional
sean necesarios para pacificar los territorios y lograr su sometimiento a la
justicia, puesto que como puede verse, no hay duda en torno a que la ley
incluye, dentro de la política de paz, que califica como paz total, a los
EAOCAI, a los que incorpora dentro de un proceso de paz, con todo lo que
de ello se sigue.

A juicio del Magistrado Ibáñez Najar, a menos que se tramite una reforma
constitucional, a la luz del régimen constitucional vigente no es posible
asimilar un proceso de paz con un proceso de sometimiento a la justicia,
cada uno de los cuales tiene su propio marco jurídico constitucional y legal
del cual se derivan las correspondientes competencias que se atribuyen a
las autoridades.

La definición y alcance de la paz total, ciertamente novedosa en nuestra


tradición jurídica, en la que hasta ahora no se había propuesto adelantar
procesos de paz con los carteles del narcotráfico, o con estructuras que
afectan la seguridad ciudadana o la seguridad humana y la convivencia
pacífica, se hace desde una ley, sin haberse modificado la Constitución,
que no responde a este diseño.

La denominada Constitución para la paz, o el marco jurídico constitucional


para la paz, son por completo ajenos a la novedosa política de paz total
que incorpora la Ley 2272 de 2022 y que en ella se implementa. Como es
20

obvio, una ley no puede modificar lo previsto en la Constitución, ni siquiera


con el argumento de establecer una política de Estado. Y, de hacerlo,
dicha ley resulta incompatible con la Constitución vigente. Las normas
constitucionales relativas a la paz y a los procesos de paz no fueron
diseñadas ni establecidas para adelantar procesos de sometimiento a la
justicia de delincuentes comunes así estén organizados en estructuras
conformadas por un número plural de personas, organizadas en una
estructura jerárquica y/o en red, que se dediquen a la ejecución
permanente o continua de conductas punibles, entre las que pueden
encontrarse las tipificadas en la Convención de Palermo, que se
enmarquen en patrones criminales que incluyan el sometimiento violento
de la población civil de los territorios rurales y urbanos en los que operen, y
cumplan funciones en una o más economías ilícitas.

Para este propósito, que no cabe dentro de la Constitución para la paz o


dentro del marco jurídico constitucional para la paz, existen otros
instrumentos, que deben usarse de manera separada (lo que implica, en
este caso otra ley) y unos parámetros constitucionales diferentes, en la
medida en que, se repite, los procesos de sometimiento a la justicia de tales
estructuras criminales (EAOCAI) no pueden enmarcarse, conforme a la
Constitución, en procesos de paz.

Las normas demandadas en este proceso únicamente fueron aquellas


previstas en el artículo 5 que en desarrollo de lo dispuesto en el artículo 2 de
la Ley 2272 de 2022 equiparan los procesos de acercamiento, diálogos y
negociación con los grupos armados organizados al margen de la ley y lo
que se adelanten con estructuras armadas organizadas de crimen de alto
impacto EAOCAI.

Dada la anterior circunstancia, ha debido integrarse la unidad normativa


con lo previsto en el artículo 2 que, en vista de lo expuesto, es incompatible
con la Constitución y por esta vía, se llega a la conclusión de que las normas
demandadas también son incompatibles con la Constitución.

En cuanto a la segunda circunstancia, a juicio del Magistrado Ibáñez Najar


es evidente que para juzgar los cargos presentados en este caso y, lo que
es más importante, para establecer los condicionamientos fijados por la
mayoría, es indispensable distinguir entre unos y otros grupos. Esta distinción
no sólo es relevante para establecer su estatus jurídico, sino para determinar
cuáles son las normas constitucionales aplicables en uno y en otro caso. Sin
embargo, la mayoría no aceptó hacer la integración de la unidad
normativa. En contra de esta negativa de la mayoría, Ibáñez Najar sostiene
dos argumentos.
21

El primero es el de que ella era necesaria, pues no se puede analizar unas


reglas diferenciales sin analizar también las diferencias existentes entre los
grupos. No basta con emplear el artículo 2 de la ley en comento de manera
pura y simple, como si fuese una especie de parámetro de control, sino que
ha debido juzgarse también su compatibilidad con la Constitución. Las
normas de este artículo, cuya constitucionalidad no se analizó en la
sentencia, pero que son manifiestamente incompatibles con la Constitución,
brindan la clave para comprender el sentido y el alcance del asunto
sometido a consideración de la Corte, que es el de si es posible incluir y, por
ende, dar un mismo tratamiento (art. 5 de la Ley 2272 de 2022) a los EAOCAI
dentro de un proceso de paz, valga decir, si las normas constitucionales
relacionadas con la paz (art. 22 y 66 transitorio de la Constitución), brindan
sustento jurídico para adelantar procesos de sometimiento a la justicia. Esto
es particularmente importante, porque las definiciones hechas en el literal c
del artículo 2 en comento, tienen peligrosas ambigüedades, como la de
definir, en el contexto de los grupos que “Se entenderá por grupo armado
organizado al margen de la ley, aquel que, bajo la dirección de un mando
responsable, ejerza sobre una parte del territorio un control tal que le permita
realizar operaciones militares sostenidas y concentradas.” No basta con
asumir como un supuesto dado lo que dice el artículo 2, sino que la Corte
ha debido juzgar su constitucionalidad, pues precisamente las normas
demandadas no tienen un sentido deóntico completo, que pueda
separarse de lo establecido en tal artículo. Sin embargo, la sentencia no
hace esta integración y se deja, acaso para una oportunidad futura, la
tarea de juzgar la constitucionalidad de la tal norma, sin la cual no es posible
comprender la que ahora fue objeto de juzgamiento.

Al no haberse hecho la integración de la unidad normativa, la sentencia


mantiene la confusión existente, que es la que permite que diversos grupos
pretendan pasar por aquello que no son, con el objetivo de adelantar
negociaciones con el gobierno y suscribir acuerdos de paz. Esta confusión,
que es uno de los aspectos más relevantes en términos constitucionales de
la Ley 2272 de 2022, es la que puede generar expectativas infundadas en
sus destinatarios y, por esa vía, propiciar que dichos grupos no sólo prosigan
con sus actividades criminales, sin que incluso las incrementen, con la
apreciación de que en algún momento entrarán en negociaciones y
podrán lograr acuerdos de paz, en virtud de los cuales sus conductas
reciban, de una parte, indultos o amnistías y, de otra, unos tratamientos
mucho más benignos, como puede ser el caso de lo que en la justicia
transicional diseñada en el marco del acuerdo de paz con las Farc se
denominan sanciones propias.

El segundo es el de que, pese a reconocer que se está ante grupos


diferentes, a los que les deben ser aplicadas normas diferentes, la mayoría
consideró que era exequible, aunque con muy importantes restricciones,
22

aplicarles las mismas reglas, conforme a lo previsto en el artículo 5 de la Ley


2272 de 2022. Si los grupos son diferentes deben tener unas reglas diferentes.
No iguales. Por tanto, a su juicio, si se hubiere declarado la inexequibilidad
de algunas de las normas enunciadas en el artículo 2 de la ley, en particular
de las previstas en su literal c, se habría podido garantizar dicha diferencia,
al dejar, dentro de la ley sólo las reglas aplicables a los grupos que no son
EAOCAI, con los cuales se busca adelantar diálogos de carácter político y,
eventualmente, lograr acuerdos de paz. De ser así, no habría reparos
significativos en torno a las reglas previstas en el artículo 5, pues habría
claridad en que ellas no se aplican a los EAOCAI. En el mismo sentido, si lo
que se quería era fijar un marco normativo aplicable a las EAOCAI, como
se puede apreciar en varios de los condicionamientos hechos por la
sentencia, lo que corresponde es que dicho marco sea establecido en una
ley distinta. Lo que no resulta aceptable es lo que acaba ocurriendo con la
sentencia, en el sentido de que se mantengan algunas de dichas reglas
iguales, a las que se declara exequibles.

En cuanto a la tercera circunstancia, aplicar el mismo procedimiento a dos


tareas que son sustancialmente diferentes, como son la negociación
política y el sometimiento a la justicia es inaceptable en términos
constitucionales. El mensaje que queda es que sí puede ser el mismo
procedimiento y el de que el gobierno sí puede negociar con los EAOCAI,
de cara a su sometimiento a la justicia y que para ello solo basta que se
expida un ley que precise las condiciones para tal efecto. Ante ello, como
incluso lo acepta la sentencia, hay serias dificultades: una, las reglas del
sometimiento a la justicia no pueden ser ni fijadas ni acordadas
(negociadas) por el gobierno, sino que deben ser fijadas por la ley como
por fortuna lo admite la sentencia; y, dos, en el procedimiento el gobierno
no puede usurpar, en ningún caso, competencias propias de la Rama
Judicial.

En efecto, el artículo 5 de la Ley 2272 de 2022 prevé las mismas reglas para
para adelantar negociaciones encaminadas a celebrar acuerdos de paz
con grupos armados organizados al margen de la ley con los que se
adelanten diálogos de carácter político y para adelantar acercamientos y
conversaciones con grupos organizados o estructuras armadas organizadas
de crimen de alto impacto, con el fin de lograr su sometimiento a la justicia
y desmantelamiento.

A juicio del magistrado Ibáñez Najar, dada la evidente diferencia entre uno
y otro propósito, no resulta compatible con la Constitución el que ambos se
desarrollen con fundamento en el mismo procedimiento, pues en ello
subyace el riesgo de que se asuma, como en efecto ha sucedido, que es
viable adelantar negociaciones con los segundos, con independencia de
su carácter político, las cuales pueden conllevar beneficios a partir de lo
23

acordado con el gobierno. La propia Constitución prevé competencias


específicas de cara a las negociaciones de paz, las cuales no se pueden
extender, como lo permite parcialmente la sentencia, a los procesos de
sometimiento a la justicia de los criminales comunes. Así lo comprendió
incluso el gobierno, al presentar a consideración del Congreso de la
República el proyecto de ley No. 288 de 2023“Por el cual se establecen
mecanismos de sujeción a la justicia ordinaria, garantías de no repetición y
desmantelamiento de estructuras armadas organizadas de crimen de alto
impacto y se dictan otras disposiciones”, conocido como “Ley de
sometimiento.”

En este sentido, Ibáñez Najar fue enfático en señalar que la Constitución no


otorga competencia al gobierno para adelantar negociaciones con
grupos organizados o estructuras armadas organizadas de crimen de alto
impacto, ni menos aún lo hace para que estas negociaciones culminen con
un acuerdo de paz. El asumir un mismo procedimiento para adelantar las
tareas propias de las negociaciones y los acuerdos de paz y las tareas de
sometimiento a la justicia y desmantelamiento de las estructuras criminales
organizadas, es incompatible con la Constitución, porque se otorga a estas
últimas las mismas prerrogativas de las primeras, de suerte que por esa vía
se puede llegar, y en esto la experiencia empírica disponible parece
confirmarlo, a conversaciones con grupos criminales como el Clan del
Golfo, los Panchecas, los Rastrojos, Los Urabeños, el Erpac, la Oficina de
Envigado y otras decenas de grupos con la expectativa de lograr acuerdos
que los beneficien, sin tener en cuenta al Congreso de la República y a la
Rama Judicial. Los condicionamientos introducidos en la decisión de la
mayoría muestran que estos riesgos existen y son reales, pero no resultan
suficientes para conjurarlos.

En cuanto a las razones específicas por las cuales se separa de lo decidido


por la mayoría, el magistrado Ibáñez Najar comenzó por manifestar que, a
su juicio, en el proceso de formación de la Ley 2272 de 2022 se incurrió en
varios vicios. En efecto, en cuanto al cargo relacionado con la falta de
concepto previo del Consejo Superior de Política Criminal, su discrepancia
se centra en dos asuntos principales. Primero, en la conformación del
parámetro de constitucionalidad, que en la decisión se limita a la
Constitución y a la ley orgánica del Congreso, si tener en cuenta las leyes
estatutarias. Es admisible que la exigencia del concepto no está prevista en
una ley orgánica sino en una ley ordinaria. Segundo, empero, que no se
rinda un concepto que ordena la ley, cuando a ello hay lugar para la
formulación de la política criminal que prevé la Constitución, no es una
conducta irrelevante, sino que constituye una omisión en el ejercicio de sus
funciones, lo que comporta, como es obvio, las consiguientes
responsabilidades. En efecto, resulta evidente que el concepto que hubiese
podido rendir el Consejo Superior de Política Criminal, además de ser la
24

materialización efectiva del principio de colaboración armónica entre


entidades, habría resultado especialmente relevante para fortalecer la
política criminal y penitenciaria en Colombia y, sobre todo para enriquecer
la actividad del Legislador con criterios de mayor rigurosidad técnica. La
definición de la política criminal es un asunto que le corresponde definir a
la ley y a ello coadyuvan el Gobierno y la Fiscalía General de la Nación.
Entonces, si bien el concepto no es vinculante para el Congreso de la
República, lo cierto es que sí es obligatoria su presentación a cargo del
mencionado consejo superior, a fin de que los congresistas cuenten con
dicho insumo técnico y, de ese modo, puedan ejercer una deliberación
más rigurosa e informada. Aunado a lo anterior, Ibáñez reprochó el
argumento en torno a que el proyecto de ley no tenía ninguna incidencia
en la política criminal y penitenciaria del Estado, pues, de una parte, con
fundamento en él es posible adelantar negociaciones que acabarán en
acuerdos dentro de los cuales se puede afectar la consideración de los
delitos y de las penas y, además, de otra parte, con base en lo allí previsto,
se puede proceder a excarcelar a personas, con el propósito de que
adelantar las conversaciones que lleven a un acuerdo o a un sometimiento
a la justicia.

La mayoría, además de banalizar una circunstancia grave: el


incumplimiento de un deber por parte del Consejo Superior de Política
Criminal, que se constata pero que se trata como irrelevante para efectos
del proceso, pasa por alto que en materia de política criminal convergen
varias competencias constitucionales, entre ellas la de autoridades
judiciales, de modo que en este caso se deja el asunto del sometimiento a
la justicia en manos del gobierno, sin considerar al congreso, que tiene
competencias constitucionales en la materia, y a la justicia.
Paradójicamente, en el presente caso se ha analizado reglas propias del
sometimiento a la justicia de los criminales comunes, pero sin oír lo que tiene
que decir la justicia, al no haberse presentado siquiera el concepto a cargo
del Consejo Superior de Política Criminal. Es un sometimiento a la justicia,
pero de espaldas a la justicia, sin oírla y sin su intervención en el proceso
legislativo.

En esa segunda perspectiva, resulta razonable admitir que la falta de


emisión del concepto técnico a cargo del CSPC llevaría, de manera
insoslayable, a la declaratoria de inexequibilidad de la Ley 2272 de 2022,
dado que se trata de un cuerpo normativo con un alto de grado de
impacto en la política criminal del Estado colombiano que requería el
pronunciamiento previo por parte de dicho organismo colegiado.

Por las anteriores razones, el magistrado Ibáñez Najar aclaró su voto


respecto del resolutivo primero de la sentencia.
25

En el análisis de los cargos relativos a aspectos sustanciales, la mayoría hace


una aproximación amplísima a la noción constitucional de paz, para
concluir que: “la paz consiste en la terminación del conflicto armado interno
y, desde una mirada de mayor amplitud, alcanzar la paz también supone
enfrentar todos los tipos de violencia y sus causas, avanzar en el
fortalecimiento del Estado de Derecho, la democracia y la protección de
los derechos humanos. La paz es el fin de la violencia y también es la
construcción de bases sólidas para evitarla.” A partir de esta noción, la
sentencia parece aceptar, si bien con matices, que los procesos de
sometimiento a la justicia de criminales comunes son un tipo de procesos de
paz.

Esta noción amplia de paz, se complementa con una noción igualmente


amplia de la competencia establecida en el artículo 189.4, para sostener
que “permite el recurso a vías pacíficas para la solución de conflictos y a
respuestas alternativas para el fin de la criminalidad organizada, al tiempo
que garantiza al presidente de la República -cabeza del ejecutivo, las
herramientas necesarias para mantener el orden público y las condiciones
de seguridad de todos los ciudadanos, como presupuesto para el libre
ejercicio de las libertades democráticas.”

En la argumentación de la mayoría hay afirmaciones muy preocupantes,


como la relativa al artículo 189.4 CP. Se dice que allí se faculta al Presidente
para conservar el orden público y se entiende, como se ha entendido, que
de ahí se deriva la facultad de adelantar conversaciones, acercamientos y
diálogos para suscribir acuerdos de paz o negociaciones políticas. Esto
justificaría lo relativo a la negociación política, pero no lo relativo al
sometimiento a la justicia, de lo cual no se revela puntualmente cuál sería el
fundamento constitucional. Justamente para ello se hace una
interpretación amplia del referido artículo. Esta interpretación amplia,
parece privilegiar el factor político subyacente, antes que la aproximación
a una competencia constitucional, que siempre es jurídica y lo cierto es que
las conversaciones, acercamientos y diálogos para suscribir acuerdos de
sometimiento con el crimen organizado (EAOCAI) dentro del marco jurídico
constitucional para la paz no se enmarcan en tal competencia.

En cuanto a la exequibilidad de la norma enunciada en la expresión:


“Realizar todos los actos tendientes a entablar acercamientos y
conversaciones con estructuras armadas organizadas de crimen de alto
impacto que demuestren voluntad para transitar hacia el Estado de
Derecho”, declarada en el ordinal segundo de la sentencia, el Magistrado
Ibáñez Najar considera que no es posible considerar que una norma tan
amplia sea compatible con la Constitución. Esta amplitud, que llega a ser
insostenible, como ocurre con la norma enunciada en la expresión: “a juicio
del gobierno”, que acertadamente se declara inexequible en el ordinal
26

tercero de la sentencia, no halla cabida dentro de un Estado Social y


Democrático de Derecho, en el cual las condiciones del eventual
sometimiento a la justicia de los grupos criminales no surgen de sus
conversaciones con el gobierno, sino de lo que la ley, con arreglo y respeto
a la Constitución, establezca. En este sentido, destaca el condicionamiento
hecho en el ordinal tercero, en el cual la amplísima regla de que “Los
términos de sometimiento a la justicia a los que se lleguen con estas
estructuras serán los que sean necesarios para pacificar los territorios y lograr
su sometimiento a la justicia”, que tiene un contenido amplísimo, y que
parece dar a entender que los criminales participarán en la determinación
de los términos de su sometimiento, pasa a encausarse en el marco jurídico,
al condicionar su exequibilidad “en el entendido de que los términos del
sometimiento a la justicia deben ser definidos por el legislador y garantizar
los derechos de las víctimas.”

El anterior condicionamiento, que el magistrado comparte, tiene, sin


embargo, tres dificultades relevantes. La primera es la de que se queda
demasiado corto, pues si bien el asunto debe ser definido por el legislador,
además de garantizarse los derechos de las víctimas, el Congreso debe
garantizar el respeto normas internacionales, como, por ejemplo, del
Estatuto de Roma y del Derecho Internacional de los Derechos Humanos,
de manera que los crímenes más graves no pueden recibir una sanción
menor a la allí prevista. La competencia que se reconoce al legislador en la
sentencia tiene, y así ha debido recordarse con énfasis, unos límites que
deben respetarse. La segunda es la de que, si los términos serán fijados por
la ley y no por el gobierno, en realidad ni este ni los grupos criminales
pueden fijar los términos de sometimiento a la justicia, con lo cual carece
de sentido, al menos mientras esa ley se dicte, los acercamientos y
conversaciones con tales grupos, pues ellas no tienen un norte cierto. Se
trataría, por tanto, de acercamientos y conversaciones sobre asuntos
inciertos, en un proceso dialógico que no se sabe hacia dónde va y que no
tiene en realidad sentido. La tercera, que tiene una relación estrecha con
la primera, es la de que, si dichos acercamientos y conversaciones resultan,
mientras no se dicte la ley prevista en el condicionamiento, inanes, no hay
una justificación para mantener las reglas enunciadas en el artículo 5 de la
Ley 2272 de 2022, en cuanto atañe a los EAOCAI. Se preservan los medios,
pero esos medios no conducen a ninguna parte.

Si bien las competencias del Congreso se preservan con el antedicho


condicionamiento, pese a sus carencias, ya expuestas, otra cosa ocurre
con la Rama Judicial. En efecto, en el ordinal cuarto de la sentencia se
declara exequible la competencia relativa a suspender las órdenes de
captura contra los miembros de las EAOCAI. El condicionamiento que se
hace en este ordinal plantea tres elementos complejos, que a juicio del
magistrado Ibáñez Najar, también se quedan cortos. En primer lugar, se
27

exige que el gobierno justifique la medida, con lo cual parece que se abre
la posibilidad de ejercer control judicial sobre ella, pues en el caso de que
no hubiere justificación la medida carecerá de valor y efecto. Sin embargo,
no se establece un estándar mínimo para la justificación, con lo cual el
arbitrio para tomar la medida es amplio y, como correlato, la afectación de
las competencias de los jueces es también amplio. En segundo lugar, se
exige que se precise la temporalidad y el alcance territorial de la medida,
con lo cual se deja abierto que lo primero pueda ser amplio, admita
prórrogas sucesivas y no tenga en realidad un límite preciso, y que lo
segundo pueda ser en ámbitos más o menos amplios, de difícil control y
verificación. Los límites son tan poco precisos que permiten un considerable
margen de discrecionalidad. En tercer lugar, se requiere que la autoridad
competente de la rama judicial valore estos supuestos, lo cual además de
plausible es necesario. Empero, de este requisito se siguen al menos dos
dificultades importantes. La primera es la de cuál es la autoridad
competente de la rama judicial, será acaso un juez de control de garantías,
cuando la medida beneficie a una persona con medida de aseguramiento;
será un juez de penas, cuando la medida beneficie a una persona
condenada; o será un juez contencioso administrativo ante quien se
demande el acto que otorga el beneficio. Esto queda sin saberse y es
probable que genere dificultades tanto para su cumplimiento, como para
el ejercicio de la autoridad competente de la rama judicial. La segunda
tiene que ver con la oportunidad de la valoración de la autoridad judicial y
sus consecuencias. La valoración debiera ser previa a que se cumpla la
medida de suspensión de las órdenes de captura, no posterior, pero eso no
se precisa en el condicionamiento. Y la valoración debe ser obligatoria, en
el sentido de que vincula al gobierno, que no puede cumplir la medida si
ella no ha sido revisada por la autoridad judicial.

Más allá de lo dicho, el magistrado Ibáñez Najar considera inaceptable,


incluso con condiciones iguales o superiores a las fijadas en el
condicionamiento, que el gobierno pueda suspender las órdenes de
captura en contra de los miembros de las EAOCAI. En esto hay dificultades
obvias, como las relativas a órdenes dictadas en relación con medidas
adoptadas por otros Estados, como es el caso de las solicitudes de
extradición. Y hay, en todo caso, un problema significativo, pues se permite
al gobierno interferir, para modificar, las órdenes impartidas por las
autoridades judiciales, sin que esté de por medio la justificación de
adelantar un proceso de paz, sino con el mero propósito de lograr un
sometimiento a la justicia.

De suerte que se busca someter a una persona a la justicia y, para ello, una
de las primeras cosas que, según la ley, que la sentencia declara exequible
con la referida condición, es sustraer a dicha persona de la persecución de
la justicia, por una decisión del gobierno. Por las mismas razones no
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comparte la declaración de exequibilidad, en este caso simple, que se


hace en el ordinal quinto de la sentencia.

El magistrado Ibáñez Najar considera que la posibilidad de establecer zonas


de ubicación para los EAOCAI, incluso con la condición de la ley de que se
esté en una etapa avanzada del proceso y con el condicionamiento
introducido en el ordinal sexto de la sentencia, en el sentido de que ello
debe hacerse de conformidad con la ley de sometimiento que expida el
congreso, es problemático en términos constitucionales. En primer lugar,
porque dado el alto número de EAOCAI que hay en el país, por esta vía es
posible que sean múltiples las zonas de ubicación, con lo cual la seguridad
de estas y la de las comunidades circunvecinas entra en riesgo. De este
modo se abre la puerta a tener muchos territorios especiales, en los cuales
el imperio de la ley no esté garantizado, y en los que la decisión de lo que
ocurra pasa, en buena parte, no obstante la ley, por lo que dispongan los
grupos criminales. En segundo lugar, porque estas zonas, si de lo que se trata
es de someterse a la justicia bajo las condiciones fijadas por la ley, no son
necesarias, ya que todos los miembros de los grupos criminales conocerán
de antemano tales condiciones y, de aceptarlas, pueden someterse, sin
mayores disquisiciones, a la justicia. En normas como esta se advierte el
riesgo que comporta el dar el mismo trato a “los grupos armados
organizados al margen de la ley con los que se adelanten diálogos de
carácter político, en los que se pacten acuerdos de paz” y a los “grupos
armados organizados o estructuras armadas organizadas de crimen de alto
impacto, con el fin de lograr su sometimiento a la justicia y
desmantelamiento.”

Por último, si bien comparte la declaración de inexequibilidad de la norma


enunciada en la expresión: “y se encuentren en privación de libertad”,
hecha en el ordinal séptimo de la sentencia, considera que, tratándose de
un proceso de sometimiento a la justicia de los miembros de grupos
criminales, no tiene sentido la norma encaminada a admitir como voceros,
en este caso en los acercamientos y conversaciones a integrantes de
organizaciones sociales y humanitarias, que, desde luego, no son miembros
de tales grupos y, por tanto, no se someterán a la justicia y que, dado que
las reglas del sometimiento serán fijadas por la ley, poco tienen que hacer
en dichos acercamientos y conversaciones. Esta norma, que
probablemente haya sido diseñada en el contexto de un proceso de paz
propiamente dicho, no tiene fundamento en el caso de un proceso de
sometimiento a la justicia, sobre todo porque ni el gobierno ni los grupos
criminales, ni ambos, pueden fijar los términos de sometimiento a la justicia,
que es una competencia exclusiva del legislador, como queda en claro en
la sentencia. Tales voceros no tienen que ver con el proceso de
sometimiento a la justicia, incluso si no están privados de su libertad y, por
29

ello, no hay justificación constitucional para que se puedan considerar


como voceros en dicho proceso.

DIANA FAJARDO RIVERA


Presidenta
Corte Constitucional de Colombia

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