As Organizaciones Sociales en Éxico Un Análisis Teórico Conceptual

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LAS ORGANIZACIONES SOCIALES EN MÉXICO: UN ANÁLISIS

TEÓRICO CONCEPTUAL

Área de investigación: Entorno de las organizaciones

Ana Cristina Ortega Barro


Facultad de Contaduría y Administración
Universidad Nacional Autónoma de México
México
[email protected]
LAS ORGANIZACIONES SOCIALES EN MÉXICO: UN
ANÁLISIS TEÓRICO CONCEPTUAL

Resumen

En el marco de una crisis mundial, en donde se suscitan problemas


sociales, políticos y económicos, como la hambruna, la desnutrición, la
pobreza extrema, la falta de accesibilidad a servicios básicos de salud e
higiene, la explotación desmesurada de los recursos naturales, el
desempleo, la inseguridad, entre otros, sumado a la incapacidad de la
iniciativa pública y privada para atender todas estas situaciones,
surgen las llamadas organizaciones sociales.

Por lo general, las organizaciones sociales son creadas por la iniciativa de


aquellas personas que se ven afectadas por estos problemas, o bien,
por aquellas que muestran empatía hacia las condiciones de
vulnerabilidad de los otros y buscan mejorar las condiciones de vida y
el bienestar social mediante actividades productivas, ya sea la
producción de bienes o la prestación de servicios socialmente
necesarios. A la par de estas iniciativas se ha desarrollado el concepto
de Economía Social y Solidaria, término adoptado por la legislación
mexicana, mismo que establece los principios, valores, prácticas y fines
a los que deben apegarse este tipo de entidades y que tiene como
objetivo el fomento de estas prácticas para su contribución al
desarrollo económico nacional.

En México, a pesar de que la existencia de estas organizaciones se


puede ubicar desde épocas prehispánicas, su regulación en la
normatividad es difusa y no ha permitido su consolidación ni su
adecuada administración, por lo que estas instituciones tienden a
fracasar afectando a miles de beneficiarios. En consecuencia, para
lograr el éxito, es necesario que en estas organizaciones se comprenda
que requieren de una administración especializada y diferente al de las
empresas convencionales -o lucrativas-, lo que representa nuevos retos
para la ciencia de la Administración.

El presente trabajo de investigación se deriva de la tesis de posgrado


titulada “Fundaciones sociales y solidarias. Propuesta de un nuevo
modelo de fundación como parte de la economía social y solidaria en
México” y tiene por objetivo realizar un análisis teórico conceptual de
las organizaciones sociales, su origen y situación actual en México para
así, comprender los retos que implican para la Administración.

Palabras clave: organizaciones sociales, economía social y solidaria, organismos del


sector social de la economía, administración de organizaciones sociales

Introducción

Ante el paradigma económico vigente, en donde imperan las empresas


lucrativas, surge un nuevo término: organizaciones sociales. Esta nueva
creación emerge de las clases sociales vulnerables cuyas afectaciones
derivadas de los excesos de un sistema económico individualista son
mayores, lo que provoca la búsqueda de nuevas y mejores formas de
producción para solventar las situaciones de adversidad y así, poder
elevar su nivel y calidad de vida.

Estas entidades nacen en primera instancia de una necesidad social, así


como de un sentido filantrópico y altruista y, se basan en valores y
relaciones de solidaridad, cooperación y equidad. A su vez, fungen
como un doble actor para la sociedad; por una parte, representan per sé
una fuente de empleo y, por otra, contribuyen -por su misma
naturaleza- a resolver los principales problemas que afectan a la
sociedad como son: la pobreza extrema, la hambruna, la desnutrición,
la falta de accesibilidad a servicios de educación y salud, el deterioro
de la salud ocasionado por la contaminación, la inseguridad, el
desempleo, la discriminación, entre los más importantes.

En México, a estas organizaciones, se les denomina legalmente como


Organismos del Sector Social de la Economía (OSSE) y se rigen por la
Ley de Economía Social y Solidaria Reglamentaria del Párrafo Octavo del
Artículo 25 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en lo
Referente al Sector Social de la Economía (LESS), misma que fue
promulgada en 2012 bajo el mandato de Felipe Calderón Hinojosa
(2006-2012). Anterior a esta ley, las -ahora consideradas- OSSE que
existían desde épocas prehispánicas y coloniales se encontraban
reguladas por diferentes leyes que podían resultar confusas y con
vacíos, lo que provocaba que no contaran con una adecuada
estructura.

Actualmente, aunque ha habido un auge y se ha valorado más la


importancia de estas organizaciones sociales, así como su potencial
contribución al desarrollo nacional, sigue permeando la idea de que al
ser filantrópicas o altruistas y no tener un fin preponderantemente
económico, pueden omitir la aplicación de los principios básicos de la
administración. Esto representa un área de oportunidad y, a la vez, un
reto para los administradores y/o emprendedores, pues no se pueden
aplicar las mismas estrategias que en una empresa lucrativa donde el
objetivo es la maximización de utilidades y no los beneficios sociales.

Por ello, el objetivo principal de este trabajo de investigación es


realizar un análisis teórico conceptual de las organizaciones sociales para
comprender qué son, de dónde surgen y cuál es el contexto en el que
se desarrollan en México, para así, puntualizar los retos que implica la
administración de este tipo de entidades.

¿Qué son las organizaciones sociales y cuál es su fin?

El término organizaciones sociales hace referencia a aquellas entidades


cuyos fines son preponderantemente sociales, estando éstos por
encima del lucro; aquellas que aportan a la resolución de los problemas
socioeconómicos que existen en el mundo y ayudan a las personas que
se encuentran en situación de vulnerabilidad, ya sea por pobreza,
desempleo, discriminación, entre otras. No obstante, cabe aclarar que,
el tener objetivos sociales no las exime de la generación de ingresos
para poder recuperar los costos que conlleva su operación.

En México, estas organizaciones se denominan Organismos del Sector


Social de la Economía (OSSE) y se encuentran reconocidas oficialmente en la
Ley de Economía Social y Solidaria Reglamentaria del Párrafo Octavo del
Artículo 25 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en lo
Referente al Sector Social de la Economía (LESS), misma que determina los
fines, principios, prácticas y valores a los que deben apegarse todas las
entidades que se consideren sociales.

Actualmente, existe cierta confusión entre los términos utilizados para


nombrar a estas entidades, pues son referidas como: organismos del
sector social, organizaciones sociales y empresas sociales. De acuerdo con
Méndez Morales (1993), “La empresa es la célula del sistema
económico capitalista, es la unidad básica de producción. Representa
un tipo de organización económica que se dedica a cualquiera de las
actividades económicas fundamentales en alguna de las ramas
productivas de los sectores económicos.” (Pág. 169) y, por otra parte,
Etzioni refiere a la organización, como “Unidades sociales que
persiguen fines específicos; su misma razón de ser es el servicio de
estos fines.” (1972, pág. 8), por lo tanto, se puede afirmar que toda
empresa es una organización, pero no todas las organizaciones son
empresas. Así también, en México, existe el paradigma de que las
organizaciones sociales sólo hace referencia a las Organizaciones de la
Sociedad Civil (OSC), no obstante, de acuerdo con la LESS, las OSC -por
sus características- también forman parte del sector social. Para aclarar
esta situación es necesario revisar la conceptualización de algunos
autores referentes a estos términos.

De acuerdo con Yunus (2010), pionero de las empresas sociales y


ganador del Premio Nobel de la Paz en 2006, este término se refiere a
aquellas en las que “[…] todo es para beneficio de otros y nada para los
propietarios -excepto el placer de sevir a la humanidad. […] se
construye con la parte solidaria de la naturaleza humana […]”
Continúa Yunus: “[…] una empresa social no busca la maximización
de utilidades. Su objetivo es resolver un problema social utilizando los
métodos convencionales de una empresa, incluída la creación y la
venta de productos o servicios.”

De acuerdo con Hernández López “[…] en un entorno moderno,


donde lo económico y lo social han tendido a separarse, han surgido
en diferentes países y con distintas motivaciones formas de
organización económica distintas a la ortodoxia del mercado conocidas
como empresas sociales.” (2017 , pág. 13, cursivas añadidas)

Por otra parte, el Programa de Desarrollo Alternativo de Colombia


menciona que las organizaciones sociales son:
[…] un conjunto de organizaciones que siendo de iniciativa privada, desarrollan fines
de beneficio colectivo o social y no tienen como fundamento el enriquecimiento o la
posesión del crecimiento del capital económico individual, sino que se inclinan por el
mejoramiento de las condiciones de vida de sus asociados, en el caso de las
organizaciones de economía solidaria, o el mejoramiento de la calidad de vida de las
comunidades, como es el caso de organizaciones solidarias de desarrollo.
(DANSOCIAL, 2005)

Asimismo, Ortiz Espejel (2014) define a las organizaciones sociales como


aquellas que “[…] tienen la capacidad de proponer de manera
consciente proyectos alternativos al desarrollo y no solo movimientos
sociales momentáneos de reivindicación ante problemáticas
coyunturales.” (Pág. 2)
En relación con las OSC, de acuerdo con Salomón, citado por (Chávez
Becker, González Ulloa, y Venegas Maldonado, 2016), éstas se definen
de la siguiente manera:
Una serie de organizaciones formales e informales, registradas o no; privadas en el
sentido de no formar parte de la estructura institucional del Estado, que no
distribuyen beneficios económicos entre sus miembros y directivos, que no son
comerciales como propósito, auto gobernadas y capaces de cerrar actividades si así lo
desean, y voluntarias en el entendido de estar soportadas por personas que eligen
apoyar y no como una obligación contractual. (pág. 40)

Analizando estas definiciones y la filosofía compartida por Yunus


(2010) -que determina que ninguna empresa social puede depender de
la caridad o el altruismo, sino que tienen que ser autofinanciables- se
considera que el término adecuado para referirse a todos estos tipos de
entidades es el de organizaciones sociales, ya que comparten un mismo
objetivo que es el beneficio social y valoran al ser humano y su
desarrollo integral, independientemente de su finalidad de lucro.

Con base en estas acepciones, se propone una definición propia de


organización social:

Organizaciones conformadas por iniciativa de la sociedad que tienen por


objeto la resolución de problemas sociales, económicos y ambientales
mediante la realización de actividades productivas; en las que se valora al ser
humano, su trabajo y bienestar. Se basan en la solidaridad, la cooperación,
equidad y respeto por el medio ambiente, para satisfacer las necesidades
esenciales de una comunidad en específico, permitiendo elevar su nivel y
calidad de vida.

Para identificar el alcance productivo y su impacto sobre algunas


prácticas de simulación o incluso ilícitas, cabe aclarar que esta
definición conjunta diversas organizaciones. Por un lado encontramos
a las empresas sociales, que como se observa en las definiciones
anteriormente mencionadas, hacen referencia a la creación de valor
social mediante la realización de actividades productivas, en donde sí
se pueden percibir ingresos que serán destinados a acciones de
beneficio social; por otro lado se encuentran las OSC -en donde se
identifican algunas de las fundaciones por su carácter asistencialista-,
que se diferencian de las empresas sociales al no realizar actividades
económicas y al ser financiadas principalmente por donativos, es decir,
dependen del altruismo1 y se apoyan en el voluntariado2 ; en el caso de
México, las labores altruistas han sido, en ocasiones, utilizadas con
fines poco éticos como la disminución impositiva.

Aunque la normatividad mexicana refiere al término Organismos del


Sector Social de la Economía (OSSE), para efectos de este trabajo se opta
por utilizar el término organizaciones sociales.

Antecedentes de las organizaciones sociales

Los antecedentes de este tipo de entidades yacen en aquellas formas de


organización primitivas creadas para la producción y obtención de
bienes, en donde prevalecía un sentido de solidaridad y en donde
todos trabajaban para el beneficio común y el apoyo mutuo. Ejemplos
generales de estas formas de organización son la Comunidad Primitiva
y el Modo Asiático de Producción3; sistemas socioeconómicos -
organizado en comunidades- en donde existía una asignación de tareas
productivas4 que permitía que cada miembro fuera responsable de una
actividad, de tal manera que todos los integrantes de la comunidad
trabajaran y obtuvieran beneficios de forma equitativa.

En el mundo

De acuerdo con la literatura consultada, uno de los antecedentes de las


organizaciones sociales -en especial de las fundaciones como las
conocemos hoy en día- recae en las fundaciones piadosas que datan del
siglo III a.C. en Egipto, entidades dedicadas a administrar los recursos
para preservar el culto al Faraón una vez que éste fallecía (Lara
Peinado y Martín Valentín, 1999). Posteriormente, surgen las
fundaciones alimentarias en Roma en el siglo II d.C. en las cuáles,
prevalecía un sentido social, pues su principal objetivo era alimentar a
niños en situación de pobreza (Blanch Nougués, 2008). En el siglo III
d.C., al ser reconocida la Iglesia Católica en el Edicto de Milán, se
impulsa una cultura filantrópica y altruista en la sociedad, que
permitió fomentar la creación y consolidación de más fundaciones con

1
Definido por Myers -citado por Yubero y Larrañaga, 2002- como “la preocupación y ayuda por otros sin
pedir nada a cambio; se trata de una dedicación a los demás, en la que no se consideran de manera consciente
los intereses de uno mismo.”
2
Definido por Yubero y Larrañaga, 2002 como “el ejercicio libre, organizado y no remunerado, de la
solidaridad ciudadana, formándose y capacitándose adecuadamente.”
3
Para profundizar en el tema, consultar a Méndez Morales (2014)
4
Las mujeres se dedicaban a la recolección de frutos y cosecha, mientras que los hombres se ocupaban de la
pesca y la caza.
un fin social y altruista. Así, para el siglo VI surgen las Piae Causae,
término utilizado para designar a las obras y establecimientos de
beneficencia pública tuteladas por la misma Iglesia.
Las piae causae cristianas comprendían masas patrimoniales en forma de edificios,
dependencias, instalaciones, bienes muebles y capitales los cuales podían ser
destinados a la creación de hospitales, orfelinatos, hospederías para forasteros sin
recursos, asilos de ancianos, albergues para pobres sin hogar, casas para recién
nacidos o niños de corta edad abandonados, edificios de asistencia a parturientas,
leproserías o también otras instituciones de beneficencia […] (Blanch Nougués,
2008, pág. 174)

La religión católica jugaba un papel importante en las cuestiones


filantrópicas y altruistas, lo que favoreció el asistencialismo a través de
las donaciones que los creyentes aportaban a las organizaciones sociales -
y siguen aportando hoy en día-, y permitió que este tipo de entidades
cobraran mayor importancia, replicándose en diversas partes del
mundo e incluso perdurando hasta la actualidad.

De la misma manera, se registra la existencia y el origen de las


cooperativas con la creación de la “Sociedad de los Justos Pioneros de
Rochdale” en 1844, un grupo de trabajadores conformado por 27
hombres y una mujer que, al ser explotados laboralmente en
condiciones deplorables y posteriormente despedidos -como
consecuencia de la Revolución Industrial- deciden formar su propia
organización siendo, todos ellos, dueños y productores de bienes que
se comercializaban en un local (rentado con las aportaciones de cada
uno de los socios) y compartiendo los beneficios obtenidos de las
ventas. Esta organización se basaba en la corriente cooperativista
ideada por Robert Owen y Charles Fourier.
[…] con la aparición de pensadores como Robert Owen y Charles Fourier a la
cabeza, surge la corriente cooperativista y socialista que -basada en los
conocimientos de los teóricos de la economía burguesa- plantearon sus aportes
principales en contra de las afirmaciones de esta clase burguesa.

Esta corriente de pensamiento cooperativista y solidario partió de la crítica a la


economía capitalista para afirmar que la sociedad capitalista no le permite al hombre
la realización plena ni el logro de la felicidad, pues la mayor parte de las personas
eran excluidas del sistema de capital en el cuál sólo unos pocos logran
empoderamiento y desarrollo. (Moncayo Muñoz y Villalobos Garrido, 2016, pág. 78)

Con la creación y consolidación de esta organización, se plantearon los


principios del cooperativismo posteriormente adoptados por otras
instituciones alrededor del mundo que replicaban -y siguen
replicando- el modelo. Así también, derivado de las consecuencias de
la Revolución Industrial, surge otro grupo de obreros que exigía la
mejora de condiciones laborales como: la reducción de las jornadas,
aumento salarial y, la erradicación de la explotación laboral para
hombres, mujeres y niños. Estas organizaciones conformadas por los
obreros en aquel entonces lograron su consolidación y éxito al luchar
por los derechos laborales e incluso consiguieron su permanencia en el
tiempo; actualmente identificadas como sindicatos.

En México

En México, los antecedentes de las organizaciones sociales se pueden


encontrar en las comunidades prehispánicas, en las cuales, la
comunidad se organizaba para apoyarse entre sí en caso de desastres
naturales o calamidades. Un ejemplo de ellas se manifiesta en la
guelaguetza, una forma de apoyo entre los integrantes de la comunidad
relacionado a eventos como bodas, bautizos o fiestas, o bien, cuando
alguno de los miembros tenía problemas personales. A la fecha, en
algunas comunidades, especialmente de Oaxaca, prevalece esta forma
de organización social, aunque el término -guelaguetza- suele
relacionarse más con la presentación de bailes regionales que se realiza
anualmente en la capital de este estado. También, ejemplo de este
modelo en el México prehispánico, son calpullis y, años más tarde, en la
época colonial, los ejidos: ambas, formas de explotación de las tierras
caracterizadas por el trabajo comunitario.

No obstante, a pesar de la existencia de estas formas de organización


prehispánicas y coloniales en el país, de acuerdo con el Instituto
Nacional de la Economía Social (INAES), las primeras organizaciones
sociales que se formalizaron fueron las cooperativas -creadas en el siglo
XIX- conformadas por artesanos tejedores de rebozos y sombreros,
sastres y tipógrafos con el fin de comercializar sus productos y otras
actividades en común. A la par, en el mismo siglo, se desarrolló el
mutualismo como una medida para que los asociados pudieran
enfrentar juntos los riesgos eventuales o bien, elevar su bienestar.
Asimismo, en 1951 se creó la Caja de Ahorro Popular, cooperativa que
perdura hasta nuestros días.

La presencia de estos tipos de organismos a través de la historia y su


experiencia, dieron paso a la consolidación de las organizaciones sociales
en todo el mundo. Por su parte, en México, el desarrollo y creación de
estas entidades ha sido tal, que hizo necesaria su inclusión en la
normatividad mexicana, sin embargo, no fue hasta la promulgación de
la LESS en 2012, que se reconocieron a todas estas organizaciones
como parte del sector social y se les otorgó la denominación de
Organismos del Sector Social de la Economía (OSSE).

Contexto normativo de las organizaciones dociales en México

Como ya se mencionó anteriormente, en México, el sector social se


encuentra regulado por la Ley de Economía Social y Solidaria (LESS),
por lo tanto, las organizaciones sociales deben apegar sus prácticas a la
misma. De acuerdo con la LESS (art. 4), en México, las entidades de
este tipo que son reconocidas legalmente son:

1. Los ejidos;
2. Las comunidades;
3. Las organizaciones de trabajadores;
4. Las sociedades cooperativas;
5. Las empresas que pertenecen mayoritaria o exclusivamente a
los trabajadores, y;
6. En general, todas las formas de organización social para la
producción, distribución y consumo de bienes y servicios
socialmente necesarios

Se considera que tanto las mutualistas como los sindicatos forman


parte de la categoría “organizaciones de trabajadores”, y que, las
Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC), por sus características,
pueden adicionarse al punto 6.

Estas entidades se rigen por valores (LESS, art. 10) de ayuda mutua,
solidaridad, democracia, equidad, honestidad, igualdad, justicia y
responsabilidad compartida -principalmente-, basándose en principios
(art. 9) de autonomía e independencia de los ámbitos político y
religioso; de democracia participativa; autogestión del trabajo e; interés
por la comunidad donde llevan a cabo sus operaciones.

Como fines (art. 8) tienen la promoción del desarrollo integral del ser
humano; la contribución al desarrollo socioeconómico del país; el
fomento de la educación y formación en prácticas solidarias, creativas
y emprendedoras; la contribución al ejercicio de la democracia
participativa, es decir que todos los asociados de la organización
participen en la toma de decisiones; participar en el diseño de planes,
proyectos y políticas públicas y; el facilitar a los asociados la
participación y el acceso a la formación, el trabajo, la propiedad, la
información, la gestión y la distribución equitativa de beneficios.

De acuerdo con la LESS (art. 42), estos organismos se pueden dedicar


a:

1. La producción, prestación y comercialización de bienes y


servicios.
2. La explotación de bienes que pertenecen a la nación, así como
a la prestación de servicios públicos, siempre y cuando cuenten
con los permisos necesarios por parte de las autoridades.
3. Actividades relacionadas con la educación, la salud, el
deporte, la recreación, la cultura y la sociedad.
4. Proveer servicios financieros de seguros, crédito, ahorro y
préstamo.
5. Cualquier otra actividad económica relacionada con la
producción, distribución y consumo de bienes y servicios
socialmente necesarios.

Por lo tanto, estas organizaciones son de gran importancia en nuestro


país, ya que pueden contribuir a resolver los problemas sociales más
graves que existen como la desnutrición, el hambre, la pobreza, la
discriminación, la poca accesibilidad a servicios de salubridad y el
desempleo, entre otros, mismos que se abordarán más a profundidad
en el siguiente apartado.

Las Organizaciones Sociales y su aportación al entorno económico y


social en México

Actualmente en México, existen un sinfín de organizaciones dedicadas


a la asistencia social en ámbitos de educación, salud, alimentación,
acceso a servicios básicos y medio ambiente, principalmente. A
continuación, se abordan las estimaciones realizadas por instituciones
gubernamentales.

Las organizaciones sociales en números

Si bien en México no existen estadísticas precisas sobre las


organizaciones sociales, el Instituto Nacional de la Economía Social
(INAES) -encargado de determinar las políticas públicas para fomentar
el sector social- ha realizado estimaciones al respecto y, hasta el año
2014 existían aproximadamente 61 mil organizaciones sociales, de las
cuáles, más de la mitad eran de tipo agrario. De esta clasificación, cerca
de 29 mil eran ejidos y más de 2 mil eran comunidades. Asimismo, se
estimó la existencia de alrededor de 15 mil cooperativas en todo el país
y casi 2 mil Sociedades de Solidaridad Social. A este aproximado de 61
mil entidades, se deben descontar todas aquellas entidades que
cuentan con fines religiosos o políticos, así como también se deben
sumar otras formas de organización que no fueron contabilizadas, así
como las OSC que tampoco tienen fines políticos ni religiosos que, de
acuerdo con el compendio estadístico 2017 del Centro Mexicano para
la Filantropía (Cemefi, 2017, pág. 19), son alrededor de 44 815
entidades.

Es importante mencionar que, según las estimaciones del INAES, el


total de estos organismos posee más del 51% del territorio nacional,
80% de bosques y selvas y 66% de los litorales mexicanos, sumando a
ello que la mayor parte de los 68 grupos etnolingüísticos se encuentran
asentados en estas zonas y que, es ahí en donde se llevan a cabo
diversas actividades económicas importantes para el desarrollo
nacional como la producción de artesanías, miel, café, el
aprovechamiento de recursos cinegéticos, entre otros, y, sobre todo, es
en esas comunidades en donde subyace la riqueza cultural de nuestro
país (INAES, 2017).

Por otra parte, este tipo de organizaciones también contribuyen al


Producto Interno Bruto del país -cuyo total es de aproximadamente 18
552 000 millones de pesos- y, aunque no se tienen los datos precisos
sobre la aportación de las organizaciones sociales al mismo, sí existe una
cuenta satélite implementada por INEGI que contempla, entre otras, a
algunas de estas entidades; la cuenta Instituciones Sin Fines de Lucro.
Los organismos contemplados en esta cuenta aportan cerca del 2.9%
del total del PIB nacional, lo que representa alrededor de 604 583
millones de pesos; cerca de 1 515 000 personas empleadas y
remuneradas y; 2 068 000 trabajadores voluntarios que no reciben un
peso pero que contribuyen de manera desinteresada a la realización de
actividades productivas de estas entidades, representando
aproximadamente 128 606 millones de pesos en relación con el valor
económico de su trabajo. (INEGI, 2019)

De acuerdo con INEGI, estas instituciones sin fines de lucro


contribuyen al PIB, por la clasificación de sus actividades, de la
siguiente manera:
Gráfico 1. PIB de las ISFL por Clasificación Internacional de las
Organizaciones Sin Fines de Lucro (Participación Porcentual 2017)

Fuente: INEGI, 2019. Sistema de Cuentas Nacionales de México. Cuenta satélite Instituciones
Sin Fines de Lucro.

Otro aspecto importante por mencionar es que, para impulsar el


crecimiento y consolidación de estas organizaciones, el INAES, a través
del Programa de Fomento a la Economía Social, ha otorgado alrededor de
36 343 apoyos -equivalentes a 9 171 millones de pesos- divididos de la
siguiente manera:

1. 24,408 apoyos a proyectos productivos (8,619.7 millones de


pesos), que son recursos económicos destinados a la producción;
2. 9,951 apoyos para el desarrollo de capacidades (195.3 millones
de pesos), aquellos recursos otorgados para el desarrollo de
capacidades técnicas, administrativas, de gestión y
comercialización y;
3. 1,984 apoyos para la banca social (356 millones de pesos),
recursos que se otorgan a la Cooperativas de Ahorro y Préstamo
y a las Sociedades Financieras Comunitarias.

No obstante, con el cambio en la Administración Pública Federal, estos


apoyos se han visto reducidos e incluso se ha determinado que estas
ayudas económicas ya no se otorgarán a ninguna institución, sino,
directamente a los beneficiarios, situación que es preocupante ya que
gran parte de las organizaciones sociales se financian con recursos
gubernamentales, por ende, pueden llegar a desaparecer o a reducir su
impacto y beneficio social.
Problemas socioeconómicos en el país

Una vez analizada la existencia de las organizaciones sociales en


México, cabe resaltar la situación política, social y económica del país,
para analizar de qué manera contribuyen las organizaciones sociales a
ésta.

De acuerdo con INEGI, México cuenta con una población de


aproximadamente 123.5 millones de habitantes, de los cuáles, 53.4
millones (43.5%) se encuentran en situación de pobreza. Asimismo, el
49% del total de la población se concentra en 30 zonas metropolitanas
lo que, a su vez, ocasiona problemas de desempleo y de acceso a
recursos por la cantidad de gente y la demanda que se genera en estas
zonas delimitadas.

En términos de paridad económica, el índice Gini5 de México al 2016


era de .498 al igual que en 2012, lo cual indica que los niveles de
desigualdad no han presentado mejoría alguna y “los sectores más
desfavorecidos siguen sin obtener una igualdad en sus ingresos
respecto a los más ricos del país.” (Cemefi, 2017, pág. 9) De la misma
manera, hasta el 2017, el 50.6% de la población vivía con ingresos
inferiores a la línea del bienestar.

Por otra parte, las estimaciones realizadas (Cemefi, 2017) hasta ese
mismo año indican que los principales problemas a los que se enfrenta
la población son:

1. 15.5% de la población (19.1 millones de personas) carecen de


acceso a los servicios de salud;
2. El 55.8% (68.4 millones) no cuentan con seguridad social, debido
al desempleo o al empleo informal en donde no se otorga este
servicio básico;
3. 12% de la población (14.8 millones) carecen de espacios
adecuados en su vivienda, lo que afecta su calidad de vida y,
asimismo, el 19.3% (23.7 millones de personas) tampoco cuentan
con los servicios básicos en el hogar como agua, luz, gas, etc.;
4. El 20.1 % de los habitantes (24.6 millones de personas) padecen
carencias por acceso a la alimentación;

5
Coeficiente que “mide la desigualdad de los ingresos y hasta qué punto este ingreso entre individuos u
hogares dentro de una economía se aleja de una distribución perfectamente equitativa” (Cemefi, 2017, pág. 9)
5. Alrededor de 17.4% de los ciudadanos (21.3 millones) tienen un
rezago educativo.

Sumado a estos problemas, cabe agregar que, en términos de


ocupación laboral en México, existe una tasa de desocupación del 3.3%
respecto al total de la población. Sumado a este porcentaje, se puede
considerar a las personas que pertenecen a la Población
Económicamente Activa (PEA) pero que laboran dentro del sector
informal -que representa el 27.4% del total de la PEA- ya que en estos
empleos no se les otorgan las prestaciones que por ley merecen como
el seguro social, vivienda, aguinaldo, vacaciones, prima dominical,
entre otras. Derivado del empleo informal y la carencia de prestaciones
laborales, las personas que están en este sector deben vivir al día, es
decir, el pago que se les da es insuficiente para satisfacer sus
necesidades básicas y las de sus familias, o bien, para tener un plan de
ahorro que les permita enfrentar adversidades a largo plazo.
Asimismo, dentro de la PEA también se debe considerar a aquellas
personas que laboran en empresas formales pero que están contratadas
bajo esquemas en donde no se otorgan tampoco las prestaciones de
ley.

Ante este contexto, las organizaciones sociales pueden tener un gran


impacto para la solución de los problemas anteriormente mencionados
al existir como un doble agente; por su propia creación, pueden fungir
como generadoras de empleos y; por su naturaleza asistencialista,
contribuyen a resolver cuestiones relacionadas con la pobreza, la
desnutrición, la poca o nula accesibilidad a servicios de salud, o
servicios básicos en el hogar.

Si bien con estas organizaciones se plantea un panorama positivo para


contribuir al desarrollo nacional y eliminar la desigualdad y la
pobreza, también es cierto que aun cuando llevan siglos existiendo, no
han podido cubrir plenamente la demanda social y los problemas
socioeconómicos no dejan de incrementarse. Esto se debe a que, a
pesar de que recientemente se ha dado un impulso a las políticas
públicas que apoyan y fomentan este tipo de organismos,
anteriormente existían grandes vacíos en la normativa aplicada a los
mismos. Esto, sumado al paradigma de que estas entidades debían ser
financiadas por la caridad al no tener fines de lucro, provocó el fracaso
de muchas organizaciones sociales, así como la malversación de
fondos y, por ende, desinterés de la sociedad por contribuir a estas
causas.

Por lo anterior, se considera de vital importancia que, tanto los


emprendedores como los administradores, enfoquen sus esfuerzos
hacia este tipo de entidades y se enfatice la aplicación de líneas de
acción o procesos administrativos especializados para éstas, ya que
difieren en gran medida de cualquier estrategia que se pudiera aplicar
a una organización o empresa lucrativa. A continuación, se repasan de
manera muy breve algunos conceptos relacionados con la
administración.

Concepto de administración

Para comprender el sentido de la administración, es necesario repasar


brevemente su concepto.

Según Aktouf, citado por Simón Domínguez y Rueda Peiro (2016) la


administración es “una serie de actividades destinadas a lograr que
una cierta combinación de medios (financieros, humanos, etc.) pueda
generar una producción de bienes o servicios económicos o
socialmente útiles y en lo posible rentables para la empresa con fines
de lucro.”

De la misma manera, Méndez Morales (2014) define a la


administración como el proceso de “planear, organizar, ejecutar,
controlar y dirigir las actividades económicas para maximizar la
productividad. Responsable de canalizar el esfuerzo para la solución
de los problemas económicos.” (pág. 31)

A pesar de que en ambas definiciones se menciona la cuestión social o


la resolución de problemas económicos, también se considera la
maximización de la productividad y la rentabilidad en el caso de las
empresas con fines de lucro. Cabe recordar que las empresas actuales
pierden de vista la parte social y sólo enfocan sus esfuerzos en el
aumento de utilidades, aunque también es cierto, que con el auge de la
“Responsabilidad Social Empresarial” y el aumento de un mercado
preocupado el ambiente y la sociedad, han implementado programas
que contribuyen a solucionar problemas relacionados con estos temas,
sin embargo, pareciera ser más una estrategia mercadológica que un
interés real por ayudar.
Por su parte, Andrés Suárez -citado por Méndez Morales (2011)- define
esta ciencia como
Ciencia que tiene por finalidad la explicación del comportamiento de las
organizaciones. Es pues, el conjunto de decisiones que es preciso adoptar para que el
orden organizacional responda a una finalidad y satisfaga unas necesidades. La
organización supone una estructura con un contenido, la administración es la fuerza
operante que imprime a la empresa la dirección a seguir para la obtención de
objetivos. (Pág. 10)

Esta definición es más general y se orienta a todo tipo de


organizaciones, por lo cual puede ser considerada para el caso de las
organizaciones sociales. No obstante, al ser estas entidades tan
especializadas y donde la maximización que se busca es la del
beneficio social, se propone una definición de administración aplicada
a las organizaciones sociales:

Proceso de planear, organizar, dirigir y controlar los recursos humanos,


económicos y materiales buscando el beneficio social por encima del fin de
lucro, generando a su vez, una estructura organizacional que permita su
permanencia a largo plazo y que contribuya a crear un entorno sustentable
para las presentes y futuras generaciones.

Una vez analizados el concepto, origen y la situación actual de las


organizaciones sociales, así como el concepto de administración, se
pueden puntualizar los retos que representan estas entidades para esta
ciencia y sus actores.

Los retos para el administrador de las organizaciones sociales

A continuación, se enumeran los retos generales y específicos que estas


organizaciones implican para la administración.

Retos generales

1. Recuperar el sentido originario de las organizaciones; el


servicio a la sociedad y la satisfacción de sus necesidades. Se debe
rescatar el sentido humano que, con el transcurso del tiempo, se ha
perdido; se ha olvidado que el factor más importante de toda
organización son los seres humanos, son ellos quienes hacen el
trabajo o, en su caso quienes, al adquirir los servicios o productos,
contribuyen a que la entidad sobreviva y son ellos su razón de ser.
2. Basar cada decisión en valores de solidaridad, equidad,
cooperación y ayuda mutua. Se debe dejar de lado el
individualismo y el egoísmo y, repensar que el bienestar general
propicia el bienestar individual.

3. Unificar los conceptos de humanidad y de rentabilidad, sin


perder de vista que el objetivo de estas organizaciones es la
maximización del beneficio social.

4. Valorar y dignificar al ser humano, tanto a los miembros de la


organización, como a todas aquellas personas con las que se tiene
contacto. Se debe tratar a los beneficiarios y, en general a todos los
ser humanos como lo que son.

5. Involucrar a todos los miembros de la organización en la toma


de decisiones, hacerlos partícipes de las líneas de acción que se
tomarán y retribuirles de forma equitativa y no solo beneficiar a
unos cuántos.

6. Considerar en la toma de decisiones el respeto por el medio


ambiente, a fin de preservar los recursos naturales para las futuras
generaciones.

7. La aplicación de una adecuada planeación estratégica basada


en los principios administrativos y enfocados a su principal
objetivo; el beneficio social a través de acciones específicas; es
decir, implementar una administración “orientada a generar
riqueza con los otros.” (Yepes, 2017, pág. 39)

Retos específicos

Tomando como base las áreas funcionales de toda organización, se


considera que los retos específicos, son los siguientes:

1. Implementar acciones o actividades que permitan la obtención


de ingresos para la sostenibilidad de la organización, de manera
que no se dependa mayoritariamente de la caridad para su
supervivencia.
2. Identificar los apoyos gubernamentales y/o privados que
pueden solicitar, así como tener conocimiento del manejo tanto de
los recursos como de los requisitos que se solicitan.
3. Conocer las leyes que las regulan y apegarse estrictamente a
éstas para evitar la suspensión o cierre de sus operaciones.
4. Llevar a cabo modelos productivos operados por los miembros
de una comunidad para elevar su nivel y calidad de vida a corto,
mediano y largo plazo.
5. Evitar desperdicio de recursos para maximizar el beneficio
social.
6. Mantener una congruencia entre la filosofía las prácticas que se
predican y las prácticas que se llevan a cabo dentro de la
organización, en especial, en relación con los asociados o
miembros de la misma.
7. Administrar adecuadamente al personal voluntario.
8. Definir el producto o servicio que se va a ofrecer pensando en
el máximo beneficio social.
9. Establecer las cuotas de recuperación justas para recuperar los
costos y gastos de la operación, así como manejar adecuadamente
los remanentes que se obtengan.
10. Enfocar las campañas de comunicación a difundir los
beneficios sociales y a la atracción de patrocinadores, donadores,
voluntarios y beneficiarios; en especial éstos últimos ya que ahora,
los apoyos se les otorgarán directamente a ellos, pero no se tiene la
capacidad para verificar y controlar que destinen esos recursos
para el fin que les fueron dados.

Estas entidades, por ser organizaciones destinadas al beneficio social y


estar estigmatizadas, presentan grades retos que requieren de la
aplicación de una administración especializada para su
funcionamiento. No basta con aplicar los mismos procesos
administrativos de cualquier empresa, por el contrario, requieren de
especial atención ya que se trata con humanos y se sirve a humanos,
especialmente, se sirve a aquellos que se encuentran en condiciones
vulnerables y es precisamente ese el gran reto: quitarles esa condición
ofreciéndoles las herramientas y posibilidades para salir adelante.

Conclusiones

Las organizaciones sociales -reconocidas legalmente como OSSE en


México- nacen del sentido de solidaridad, cooperación, apoyo y
equidad que prevalece en la naturaleza humana con el fin de
solucionar aquellas situaciones que afectan a las personas que viven en
condiciones de vulnerabilidad, como la pobreza, la desnutrición, el
desempleo, la falta de accesibilidad a servicios de salud o educación; la
discriminación; etc.

En países como el nuestro, la importancia de estos organismos radica


en que no sólo figuran como una fuente de empleo, sino que, por su
misma naturaleza, ayudan a resolver los problemas que enfrenta más
de la mitad de la población mexicana. Sin embargo, no sólo se requiere
de su creación, sino también, de su adecuada administración para que
perduren a lo largo del tiempo y los beneficios sociales sean, a su vez, a
mediano y largo plazo. Por ello, es necesario que los administradores
se replanteen la oportunidad que se presenta en este tipo de
organismos; así como lo es, que los emprendedores sociales que no
cuenten con conocimientos referentes a la administración, se acerquen
con asesores, o bien, que contraten a sus propios administradores para
conocer todo tipo de estrategias que se pueden implementar, porque
aunque -generalmente- son organizaciones pequeñas y carecen de
personal, se debe implementar un mejor plan estratégico para llevar a
cabo las actividades correspondientes a las cuatro áreas básicas de toda
organización siguiendo los pasos del proceso administrativo para cada
una de las líneas de acción implementadas y así, afrontar los retos,
alcanzar sus objetivos y contribuir al crecimiento económico y social
del país.

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