In Peace Lies Havoc - Amo Jones - Midnight Mayhem #1

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2
Créditos
Moderadora:
N ell y V a n e s s a 3

Corrección y Revisión
final:
Qu e e n W ol f

Diseño:
A ri a
Índice
SINOPSIS 5 15 105 32 221

INTRODUCCIÓN 6 16 111 33 224

PRÓLOGO 7 17 113 34 234

1 10 18 117 35 235

2 14 19 119 36 240

3 27 20 123 37 247
4
4 31 21 135 38 250

5 38 22 137 39 253

6 40 23 152 40 260

7 45 24 167 41 263

8 53 25 175 42 266

9 59 26 177 EPÍLOGO 275

10 61 27 182 PRÓXIMO LIBRO 280

11 80 28 194 ADELANTO 281

12 90 29 197 SOBRE LA AUTORA


283
13 93 30 206

14 103 31 209
Sinopsis
Mi nombre es Dove Hendry.
El m í o e s K i ng st o n Axt o n.
Fui capturada por la oscuridad.
Si e m p re h a si d o nu e st ra . ..
Me prepararon para Midnight Mayhem. Como una recluta, una débil
posesión bajo su control.
Fu e c o nd i c i o na d a c o n nu e st ra sa ng re p o r a ño s. T o d a ví a no lo sa b e . ..
Pero Midnight Mayhem ocultaba una cultura muy oscura. 5
Una c u lt u ra d e la q u e e st á a p u nt o d e c o nve rt i rse e n e l c e nt ro .
Los Hermanos Kiznitch vienen en cuatro, y no están contentos de
incluirme en sus actos.
O h , ¿ no lo e st a m o s? Cu i d a d o , P a j a ri t o . La s a d ve rt e nc i a s e xi st e n
p o r u na ra zó n. . .
Trucos mentales.
Acrobacias.
Engaños.
Po d e r.
Pero hay algo más oscuro que me ha estado persiguiendo durante años
y años. Tan feo que nunca he visto su rostro. Nunca tuve que hacerlo.
Escuchaba sus susurros a través de mis gritos internos, sentía su sombra
rozar mis pesadillas. Era el monstruo que me atormentaba.
Y que, tal vez, vivía bajo mi cama...
Cuando llegué a Midnight Mayhem, su presencia se desvaneció.
Sus susurros fueron silenciados.
Su sombra se disolvió sin dejar rastro.
Me pregunté por qué.
No t u vo q u e p re g u nt á rse lo p o r m u c h o t i e m p o .. .
Introducción
H ace trece años, la maldad me invadió. Penetró en mi piel e
imprimió su aroma en mi alma para crear una mezcla
inquietante de veneno, lo llamé The Shadow. Usaba ese
veneno para extraer otro mal, porque The Shadow era lo peor
de lo peor. No era solo oscuro o malvado; estaba trastornado. No había nada
bueno en su alma, ni una gota de luz. Me atormentó. Dónde quiera que
mirara, él estaba allí para asegurarse de que recordara que nunca sería
libre.
En cada rincón oscuro, estaba. Mirándome, esperando.
¿A qué? Nunca lo supe.
Pero estaba a punto de descubrirlo...
6
Prólogo
D
ove Noctem Hendry. Era la animadora capitana y la chica más
popular en la Academia Charlston, al parecer. La gente estaba
asombrada de que me volviera tan popular rápidamente en
Eureka Springs, Arkansas, incluso cuando era una niña
pequeña. Nos mudamos aquí cuando tenía poco menos de once, justo después
del incidente. El incidente era algo de lo que no hablábamos. Quiero decir, mis
padres y los carísimos psiquiatras solo podían sacarlo a colación cuando
sufría de TEPT y de memoria suprimida.
Es todo lo que sabía, que no era mucho. Pero de acuerdo con este
anuario, era la chica más popular en la escuela y una bailarina moderna. Los 7
anuarios son raros como, ¡Oye! Aquí hay un recordatorio de lo que podría
haber sido en los peores años de tu vida. Los míos no fueron malos; en
realidad fueron geniales. Solo que no me gustaban los recordatorios en
general.
Un golpe en la puerta me sacó de la nostalgia.
—¡Adelante! —grité, cerrando el libro.
Mi padre estaba parado en el umbral, con el cuello de su camisa abierto
y una sonrisa en el rostro.
—Estamos pensando en traer comida para la cena. ¿Qué quieres?
Aleteé mis pestañas.
—¡Comida Tailandesa!
Papá asintió hacia el pasillo.
—Tailandesa será. Vamos antes de que tu madre comience a gritar
porque tus zapatillas de bailarina se quedaron en el vestíbulo.
Mamá se quejaba de todo, pero lo hacía aún más cuando se trataba de
mí. Ya estaba acostumbrada. Cuando habías sido criada en el descuido de
tu propia madre, era fácil aclimatarse a la más insensible madre del mundo.
Su deserción emocional me estabilizaba de alguna manera, haciendo que
fuera más fuerte, y, de todos modos, era cien por ciento la niña de papá.
Al salir de las mantas, corrí a mi armario para ponerme las botas Ugg.
Mi madre no hacía nada más que quedarse en casa y trabajar en los
camastros del jardín, y mi padre estaba en ciencias políticas. Quería
postularse para un cargo algún día, probablemente más temprano que tarde.
Bajé las escaleras de mármol, dando un salto extra en mi paso. Había
estado repasando el grito de alegría que sin duda traería a casa después los
nacionales, así que todos y cada uno de los escalones eran un paso de baile.
—Vamos, chica. —Papá me puso debajo de su brazo, besando la parte
superior de mi cabeza, justo cuando mi madre me sonrió, abriendo la puerta.
Sucedió rápido.
¡Pop! ¡Pop! ¡Pop!
Recuerdo a mi padre empujándome detrás de él, y los gritos
desesperados viniendo de mi madre. Todos caímos al suelo, mi padre estaba
acostado sobre mí, con su espalda sobre mi frente, protegiéndome del daño.
—Necesitas huir, Dove. Corre.
—Yo... —Las palabras quedaron atrapadas en mi garganta,
amenazando con ahogarme.
La puerta se abrió y cuatro hombres aparecieron, todos con armas en
alto. Llevaban pañuelos negros lisos, y cualquier otro día, habría pensado que 8
eran matones callejeros, tal vez queriendo dinero. Hasta que noté que dos de
ellos llevaban trajes.
El cabecilla inclinó la cabeza, y justo cuando pensé que estaba a punto
de decir algo, mi padre abrió la boca.
—Dove se irá antes que cualquier cosa…
Parecían pensar en su siguiente movimiento. Palabras se hablaron en
silencio entre la distancia de cada respiración.
—Dove... —Mi padre se inclinó sobre su codo, sus ojos se posaron en los
míos. Una piscina azul oscuro que era lo suficientemente profunda como para
derramarse sobre sus mejillas—. Debes irte. —Su voz era lenta. Silenciosa,
pero contundente.
Negué, no queriendo dejar a mi padre. Así no. Jamás.
—Pajarito… —suplicó, las lágrimas finalmente se escaparon por los
bordes—. Por favor.
Me empujó hacia atrás, y lo primero que sentí fue la cálida filtración de
líquido a través de mi ropa y pegándose a mi vientre. Lo primero que olí fue el
fuerte chapoteo de sangre con olor a metal. Lo primero que escuché fueron los
moribundos gritos de mi madre. Pero lo último que escuché antes de que todo
se pusiera negro fue su voz.
—Volveremos, Dovey. Te escucharé cuando hables. Te veré donde bailes.
Siempre te estaré observando... —Su voz sonaba juvenil. No tan antigua como
pensaría que sonarían todas debido a su tamaño y sombras.
Otro hombre entró en escena. Este me pareció más viejo. Llevaba un
sombrero de fieltro que le daba sombras en la boca y un cigarro colgaba entre
sus labios.
—Vete.
Lo sentí en lugares que no debería haberlo sentido. A través de hogar
de acogida tras hogar de acogida, estaba allí, existiendo entre los muebles y
el oxígeno.
Podía sentirlo cuando pensaba que estaba sola. The Shadow estaba en
todas partes a las que iba. Existía entre lo que era real y lo que estaba en
mi mente. Me había atormentado por lo que sentía era toda mi vida, y lo
peor de ser atormentada por algo que no conocías, era que nunca sabías
cuándo terminaría.

9
1
En el presente.

T
enía catorce años cuando dejé de esperar que el mundo se
ablandara en los bordes por mí y aprendí a endurecer los míos
en su lugar. Aprendí que, si te encuentras en un día oscuro,
solo significa que el sol está a punto de salir. Bueno, era un
mantra al que me acostumbré mientras crecía. Tuve que reducirlo a ese
simple párrafo para fortalecer mi mente y recordarme que sobreviviría.
Saltar de un hogar adoptivo a otro hasta que llegué a los dieciocho no fue lo
ideal, pero soy optimista, así que, por lo que veo, nunca confié en nadie
realmente.
En. Absoluto.
Y, además, he logrado mantener una perspectiva bastante positiva de
10
la vida a pesar de mis circunstancias actuales. Una vez que cumplí dieciocho
años, vacié mi cuenta bancaria e hice un largo viaje a donde nadie me
conociera, o al lugar que la mayoría de la gente suele llamar Miami Beach.
Bien, no es un lugar terrible para vivir, y probablemente sea uno de mis
lugares favoritos, pero, eventualmente, quiero irme. Tal vez instalarme en el
PNW 1 o en algún lugar con un poco más de escarcha en el aire. Prefiero el
frío al calor.
—¡Dove! —grita Richard desde detrás de la barra. Trabajo en un bar
justo a las afueras de la ciudad. Atrae a la multitud adecuada para obtener
buenas propinas. Gente rica que solo quiere gastar algo de efectivo.
Levanto las cejas hacia él en pregunta, por lo que continúa trotando
hacia mí, con las manos metidas en los bolsillos.
—Lo siento. Siempre olvido de lo del habla.
Siempre asumen que, porque no hablo mucho, soy incapaz de hacerlo.
Los humanos son rápidos etiquetando a quienes no se ajustan a la norma.
Hablo, pero no lo hago mucho aquí donde estoy asustada y encadenada a la
realidad de que siempre me vigilan. Sabía que no era seguro. Que no estaba
a salvo.
—Te escucharé cuando hables.

1 El noroeste del Pacífico (PNW), a veces denominado Cascadia, es una región geográfica en

el oeste de América del Norte limitada por el Océano Pacífico al oeste y por las Montañas
Rocosas al este.
Me estremezco y cierro más mi chaqueta de cuero mientras deslizo mis
manos en los bolsillos para mantenerlas calientes.
—¿Puedes trabajar en el bar mañana? Jules se reportó enferma, y
generalmente tenemos respaldo, pero no podemos contactar a ninguna de
las chicas temporales.
Me encojo de hombros, asintiendo.
—¡Claro!
—¡Bien! —murmura Richard—. Te lo agradezco, Dove. —Miro mientras
su espalda desaparece en la oscura habitación, las estroboscópicas luces
brillan y parpadean, cortando la oscuridad como sables de luz durante una
película de Star Wars.
Camino rápidamente entre la pequeña multitud de personas,
dirigiéndome directamente a la zona entre bastidores.
—¡Dove! ¡Hola, chica! —me saluda Natasha desde su cubículo de
maquillaje.
Asiento hacia ella, quitándome la ropa hasta que estoy en nada más
que ropa interior.
—¡Eres la segunda esta noche, boo! —dice Tash, deslizando lápiz labial 11
rojo sangre sobre sus suaves labios.
Sonrío, recojo mis pertenencias y las coloco en mi cubículo. Empiezo
con mi maquillaje y mi cabello, asegurándome de poner más en ambos.
Mirando hacia el espejo, mis labios se curvan mostrando mis dientes. Mi
piel es sedosa y suave con un bronceado natural, y mi cabello es de un rojo
intenso. Las chicas solían tener envidia de mi piel porque nunca se me ha
visto una peca o imperfección, y a diferencia de la mayoría de las pelirrojas,
no me quemo en el sol, me bronceo.
Me recojo el cabello en la parte superior de la cabeza y empiezo a
maquillarme.
Me rio cuando Tash comienza a rapear a mi lado mientras pongo
delineador negro sobre mis ojos verde oscuro. Es lo que hace para calentar
todas las noches. Me encanta Tash, pero siento pena por ella. Tiene una hija
de cinco años y una mierda de marido.
Sé que, si pudiera, no trabajaría aquí. Le he preguntado un par de veces
por qué lo hace, pero me encoge de hombros como si hubiera hecho las
paces con su destino.
Me incomoda, y no somos muy cercanas, así que dejé de preguntar.
Treinta minutos después estoy lista.
Salgo al escenario, todas las luces se apagan cuando un solo foco
parpadea sobre mí. Agarro la barra y “Voyeur Girl” de Stephen comienza a
sonar. Es la canción con la que siempre abro. Ahora es casi como si el ritmo
y las letras estuvieran inscritas en mis huesos, orquestando mis fluidos
movimientos mientras bailo alrededor del escenario. Me pierdo en la música
y dejo que ponga mi cuerpo en trance con su sonido. No tengo que mirar
para saber que la gente está observando. Tash dice que hay hombres que
vienen todas las noches que saben que bailaré. No sé cuánta verdad hay en
eso porque nunca presto atención. Sé que estoy por encima de la media. Mi
madre y mi padre pagaron mucho dinero para asegurar mi equilibrio, mi
temperamento y que mi cuerpo permaneciera sincronizado con cualquier
música que estuviera sonando, pero aparte de eso, siempre he tenido una
ola natural para bailar.
Continúo flotando, mi cuerpo rueda contra el tubo. Me muevo, bajando
el estómago hacia la parte superior de mis muslos mientras me agacho,
extendiendo las rodillas y volviendo a unirlas. Lentamente abro los ojos, no
sé por qué, porque nunca los abro. Mis ojos siempre están cerrados, fijados
en las obras de arte salpicadas contra un lienzo oscuro por las olas de mi
cuerpo. Pero lo hago, y aterrizan en un hombre sentado junto a la barra. No
puedo distinguir su rostro porque lleva una sudadera oscura que cubre la
mayor parte. Sus rodillas se extienden cuando se recuesta contra la barra.
No puedo verlo, pero lo siento sobre mí. Con cada empuje de mis caderas,
siento como si sus ojos acariciaran las curvas de mi cuerpo. Los escalofríos
se deslizan sobre mi carne mientras aplasto los pensamientos que invaden
12
mi espacio mental. La canción termina, y el sudor brota de mí mientras
sacudo mi largo cabello rojo.
Fijándome de nuevo donde estaba el hombre, lo encuentro todavía allí,
mirándome cuidadosamente. Todos se desvanecen en el fondo mientras la
energía que nos rodea cruje en el aire. Miro cómo la punta de su cigarrillo
arde como una cerilla encendida, llamándome hacia él con cada inhalación.
Nubes de humo se juntan a su alrededor mientras exhala. ¿Por qué no puedo
mirar hacia otro lado?
Aunque solo puedo distinguir el contorno de sus ojos, los siento sobre
mí. El contacto visual es el lenguaje que nadie puede hablar, pero la química
es fluida, es el lenguaje del destino. Son dos almas prendiéndose fuego sin
una sola palabra. Sigo bailando la canción hasta el último rasgueo antes de
ir entre bastidores, queriendo saber si puedo verlo más de cerca. A él. Hay
un aire de familiaridad que se cierne sobre su cuerpo, atrayéndome.
O tal vez es el idioma que nadie habla, y de repente he decidido que
quiero tomar clases de él.
—¡Oye, Dove! —Rich interrumpe mis pensamientos, alzando su cabeza
hacia mí mientras me dirijo la barra—. ¿Lo de siempre? —Rich es un hombre
de mediana edad con barba. Tiene dos niñas que cría solo desde que su
esposa murió en un accidente automovilístico cuando eran bebés. Richard
también es dueño de este bar. La mayoría de la gente pensaría que un tipo
que posee un club debe estar desesperado y ser sórdido, pero ese no es el
caso. Tiene tres chicas que mantuvo cuando compró el lugar al propietario
anterior hace un par de años, y no es por su elección, porque echó al resto,
queriendo convertir esto en más de un bar de moteros, ya que eso es lo que
hace, pero sabía que Tash y yo necesitábamos el trabajo y las propinas.
Podríamos haber tomado la barra, pero ya les había prometido a las
camareras que las mantendría en sus puestos. Así que nos mantuvo a Tash,
a Vane y a mí, lo que funcionó perfectamente ya que las tres nos llevamos
bastante bien.
—Sí, por favor —digo, mis ojos vuelan alrededor de la habitación para
ver si El Chico Misterioso todavía está aquí.
No está.
Mi corazón se hunde un poco, así que tomo mi vodka con limón y me
lo bebo, pasando el pulgar sobre mi labio para quitar el residuo.
—Te veré mañana. —Deslizo mi vaso vacío hacia Rich, quien pasa su
mano sobre su larga y desaliñada barba.
—Sí, está bien, chica.
Me dirijo hacia el área de personal por la parte posterior de la barra,
agarrando mi abrigo que cae hasta mis rodillas y abrochándolo. Saco mi
teléfono y auriculares del bolsillo, buscando Spotify y encontrando una
nueva canción. Algo que tal vez pueda escuchar de regreso en mi decadente 13
departamento. Me encanta bailar. Es algo que mantiene viva mi alma y a
mis extremidades en llamas. La música es la cura para todos mis problemas
durante los minutos exactos que suena. Después de un tiempo, escojo
cualquier canción mientras avanzo a la salida trasera del bar.
La puerta se cierra de golpe y me muevo inquieta con mi teléfono, lista
para caminar hacia la parada del autobús.
Una mano cubre mi boca, sorprendiéndome. Me arranco los
auriculares, pateando y gritando para darme la vuelta, pero el enorme
cuerpo que está detrás de mí me sostiene demasiado fuerte, no dispuesto a
dejarme ir.
Siento suaves labios rozar el lóbulo de mi oreja, el calor se desliza sobre
mi piel.
—Si quieres liberarte, pequeña Dovey, te aconsejaría que no grites. —
Su otra mano llega al frente de mi garganta, y aprieta—. Me la pone dura, y
no querrás eso.
2
Dove

E
stoy tumbada en un suelo de mármol prístino, mi cuerpo se
sacude con cada respiración. La habitación está limpia, casi
estéril. Es un gran cuadrado con barras tipo celda en la puerta.
Hay un candelabro de diamantes que cuelga lujosamente
desde el centro del techo y un solo inodoro y lavabo al fondo de la habitación.
Una bola de fuego chispea dentro de mi pecho, su agarre se niega a soltarme.
Tengo frío. Tanto frío.
La piel de gallina se esparce sobre mi cuerpo en oleadas, mi piel, una
14
vez bronceada, ahora ha pasado a un blanco sepia. Pasando el dedo sobre
las migajas sobrantes de mi galleta en el suelo, dibujo el número veintiuno.
Veintiuno es cuánto tiempo he estado aquí.
Los hombres que me visitan generalmente llegan en grupos de cuatro,
pero esta mañana, el hombre que está sentado frente a mí está solo. No es
alguien que haya visto antes, y algo me dice que hay una razón para eso.
Lleva una máscara negra de fiesta con luces de neón: ambos ojos son cruces
azules. Inclina la cabeza, pero no habla, casi como si me estuviera
examinando.
Me arrastro hacia atrás, no queriendo estar cerca de él. Pude sentirlo
cuando caminó por el pasillo. Su ira. Su antagonismo. Recoge el cuchillo
que está a su lado, la sangre gotea de la hoja y cae al suelo antes impecable.
Miro mientras su dedo corre sobre el líquido rojo, contaminando su piel.
Luego, de repente, se pone de pie y salto, horrorizada por lo que podría estar
por venir.
Uno.
Dos.
Tres.
Cuatro.
Cuatro pasos y está frente a mí. No quiero estar aquí. Mi cuerpo tiembla
y mi cabeza late. Nos mantienen alimentadas e hidratadas, así que sé que
es por el miedo.
Aprieto los ojos cuando el sonido de su cremallera atraviesa la vacía
habitación. El olor a sangre es más fuerte cuanto más se acerca.
Me imagino bailando. Feliz. En zapatillas de punta atadas alrededor de
mis tobillos, agitando las manos por encima de mi cabeza mientras
comienzo los pasos para ejecutar perfectamente un elegante arabesco.
Carne suave llega a mi boca, y no tengo que abrir los ojos para saber de qué
se trata. Muerdo, no queriendo abrir los labios, pero su mano llega a la parte
de atrás de mi cabello, y tira de mi cabeza hacia atrás, mis ojos se abren. El
hombre toma su cuchillo y lo presiona contra mi garganta. Puedo sentir la
sangre goteando por mi clavícula. Ya sea mía o de quien acaba de matar.
Sigo negándome, así que presiona la cuchilla con más fuerza mientras
su pene se sacude contra mis suaves labios.
Las lágrimas caen por mi rostro mientras mi resistencia entra en
acción. Abro la boca y su pene se desliza. Nunca antes me habían violado.
Nunca me sentí forzada. Algo sucede cuando se aprovechan de ti. Es como
si tomaran un poco de tu humanidad y la reemplazaran con su olor. Su pene
se desliza dentro y fuera con rapidez, forzándose por mi garganta. Cuando
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lo muerdo bruscamente, lo deja alojado en mi vía respiratoria, cortando mi
aliento. Una vez que ha tenido suficiente de mi lucha, me empuja hacia atrás
y se arrastra por mi cuerpo, su mano toma mi vagina. Empuja dos dedos y
luego tres antes de arrancar mi camisa con su otra mano.
Con cada empuje de sus dedos, toma una parte de mi alma y no la
quiero de vuelta. No necesitaba poner su pene dentro de mí para violarme,
pero todavía estoy agradecida de que no lo hiciera. Esto es otra cosa. Hay
una razón por la que solo usa sus dedos. Tiene un mensaje que enviar, y,
desafortunadamente, yo soy el cómo hacerlo.
Cuando se va, me quedo dormida con lágrimas secas sobre mis mejillas
y con los recuerdos de mi padre, y de la comida tailandesa que nunca pude
comer con él, pasando por mi cabeza.

Suaves ecos de sollozos suenan alrededor de la habitación, junto con


el resoplido y el arrastre de un cuerpo.
—¿Sabes por qué nos secuestraron? —pregunta la voz, pero la ignoro.
Es una de muchas, una de veintiuna, haciéndola la veintidós.
Comienza a llorar de nuevo, y tengo que luchar contra el impulso de
decirle que se calle. Las lágrimas solo imponen sus juegos enfermos, estoy
segura.
—¿Hablas?
En realidad, sí, pero no quiero responder a sus patéticos gritos de ayuda.
Veintiuna chicas han llorado. Nada de lo que haga o diga podrá consolarte.
Me quedo quieta, repasando el número, hasta que puedo ver el mármol
gris que está debajo de las viejas migajas. Veintidós. Escribo.
Finalmente me siento, descansando mi espalda contra la pared.
Los ojos de la chica vienen a los míos. Son marrones, del mismo color
que el suelo en el que estamos sentadas. Sus muñecas están magulladas
por los grilletes que nos mantienen encerradas dentro de los muros. El agua
gotea por mi espalda de la grieta en el cemento sobre nosotras.
Es bonita. Pero todas lo son.
—Eres bonita —susurra, apartando el largo cabello castaño de su
rostro. Las lágrimas dejaron rayas limpias en cada una de sus mejillas.
No hablo.
Ella inclina la cabeza.
16
—Supongo que probablemente moriremos aquí. —Apoya la cabeza
contra la pared, acercando sus largas piernas a su pecho. Quiero ser amable
con ella. Decirle que tal vez no la matarán. Decirle que no sé lo que sucede
después de esto. Pero no lo sé. Nunca lo he sabido. Ellas vienen y se van, y
yo me quedo. Por veintiún chicas. Algunas están aquí por más tiempo,
algunas solo un corto periodo. Tiempo. Algo que he perdido de vista. El sol
se pone y el sol sale, pero mi mundo permanece quieto, confinado a estas
paredes que me mantienen encerrada dentro.
Examino a la nueva chica de cerca. He notado que todas son similares
de alguna forma. En la edad. Eso es a lo que he llegado.
—Supongo que no hablas. —Exhala, su cabeza se inclina—. Está bien.
Supongo que tiene sentido de alguna manera. Mi nombre es Rose. Tengo
veinte años y hasta ayer, era bailarina en... —Me muevo hacia delante,
entrecerrando los ojos.
—¡Vaya! —murmura, retrocediendo. No la culpo. Probablemente debo
verme como una loca. Pero de todas las chicas que han estado aquí, ninguna
me ha hablado mucho. Principalmente, todas lloran. Gritan. Luego estuvo
la que trató de salir por los barrotes de la puerta, con sus uñas separándose
de su carne mientras la sangre se filtraba por sus manos. Ninguna me contó
su historia. ¿Todas eran bailarinas? ¿Como yo? Tal vez.
Rose busca en mis ojos, su rostro se transforma.
—¿Me entiendes? —Debe pensar, por mi silencio, que no hablo español.
Asiento.
Se lame los labios secos y agrietados.
—¿Por qué estás aquí? ¿Eres de la misma edad que yo?
Niego.
—¿No? —murmura.
Asiento.
—¿Cómo estás?
Pongo los ojos en blanco, cansándome de esto. Quiero hablar. Abro la
boca y las palabras llegan a la punta de mi lengua suavemente, pero como
ocurre siempre que me enfrento a algo con lo que no quiero lidiar, me ahogo,
y mi boca se cierra de golpe.
—Estás rota, Dove. Siempre estarás rota. —Tiemblo por la voz de
Shadow resonando sobre mi carne. Me siguió a todas partes. Despertaba
durante la noche y juro que lo veía acechando en el oscuro rincón de mi
habitación.
Donde quiera que iba, podía sentirlo. ¿Él también estaría aquí?
—¡Espera! —Rose interrumpe mi colapso interno, avanzando 17
lentamente—. ¿Bailarina? ¿Tú también eras bailarina?
Mi cabeza se levanta, mis ojos se comen la distancia entre nosotras.
Asiento, mi largo cabello rojo cae sobre mis hombros. Lamo mis hinchados
labios, queriendo forzar palabras, pero no vienen. Nunca lo hacen. Pero
entonces...
—Sí.
—¡Espera! —Su mano se levanta para silenciarme—. ¿Hablas?
Me muerdo el labio.
—Sí. Simplemente no me gusta hacerlo, y tengo problemas cuando
estoy frente a un trauma desconocido. Es un mecanismo de defensa que
ocurre cuando estoy asustada. —Niego, obligándome a callarme. No quiero
sonar débil.
Rose parece entender, sin entender. Mi pecho comienza a aletear. ¿Me
puede gustar? No me gusta nadie.
—Bueno, bailé en un club de hip-hop. Por dinero. No tener familia y
estar en la ruina no siempre es divertido, pero la diversión no paga las
cuentas. —Rose es hermosa. Su piel es un poco más oscura que la mía, pero
está más en la escala ligera. Es claramente parte afroamericana. Cuando
sonríe, sus dientes blancos y rectos brillan—. Repasaré los estilos de baile,
¿y me dirás cuál era el tuyo?
Asiento, emocionada con la nueva pista.
Me mira de arriba abajo.
—Hmmm, ¿ballet?
Me congelo.
—¿Ballet? —pregunta, sonriendo—. ¿¡Tenía razón!?
Niego.
—No. —Tiene razón, en cierto sentido, pero ha pasado mucho tiempo
desde que colgué mis zapatillas. Ahora no bailo por placer. Bailo en vivo.
Literalmente.
—Maldición. Estaba segura de que parecías una chica de ballet.
Pongo los ojos en blanco ante su juicio.
—Bien. —Ríe—. Está bien, está bien, lo sé, eso fue malo. De acuerdo,
¿qué tal hip-hop?
Niego.
—No.
—¿Jazz?
Niego de nuevo.
Levanta una ceja perfectamente cuidada.
18
—¿Striptease?
Trago, mis labios se curvan. Asiento.
—¡Maldición! —Ríe—. La pequeña princesa pija es stripper. Quiero
decir, puedo verlo. Tienes todo eso de la novia perfecta para el hijo.
La fulmino con la mirada.
Se ríe de nuevo.
—Lo siento. No tengo filtro.
Claramente.
—Bueno, ¿cuánto tiempo has estado aquí?
Llevo mi dedo al suelo y escribo veintidós.
—Hace veintidós chicas…
—¿Y todas se fueron? —pregunta, el miedo vidrioso sobre sus ojos
brevemente.
Con buena razón.
Le ofrezco una sonrisa comprensiva.
—Simplemente desaparecieron. No sé dónde. Nunca hablé con ninguna
de ellas como contigo.
—¿A dónde…? —susurra Rose.
Pesadas botas golpean el suelo mientras llaves de metal chocan entre
sí interrumpiendo mi respuesta.
—¡Veintidós! —grita uno de ellos, un pañuelo de calavera cubre la parte
inferior de su rostro.
Cuatro. Los mismos cuatro que siempre vienen a recoger. Todos están
vestidos con ropa negra. Vaquero, camisa, sudadera y gorro negro. Es obvio
que están ocultando su identidad. Desde la noche que uno me secuestró,
no he visto nada de sus rasgos. Me estremezco internamente ante los
recuerdos del intruso, del extraño en la máscara de neón.
¿Era uno de los cuatro? Pero incluso mientras lo pienso, mis ojos caen
sobre sus cuerpos, sé que los cuatro son demasiado altos, demasiado
grandes. El violador, porque eso es exactamente lo que es, era flaco.
Demasiado bajo.
Me relajo. Por ahora.
Alcanzando a Rose, le agarro del brazo. No quiero que se la lleven. Me
gusta Rose por alguna razón, y nunca me gusta nadie. Algo dentro de mí se
enganchó a ella. Mi alma reconoció la de ella como una vieja amiga, como si
hubiéramos sido amigas durante toda una vida antes de la nuestra.
Uno de los chicos resopla e inclina la cabeza hacia atrás para mirar al
otro, que está observándome cuidadosamente. Sus oscuros ojos verdes
miran los míos. Es la muerte cubierta en pecado, atormentándome para 19
salir y conocer a mi creador.
Parpadeo, rompiendo el contacto visual. Nunca hablan mucho. El
silencio como la calma que baña un cielo enojado justo antes de que se abra
y llueva sobre ti.
Dos caminan dentro de la habitación esta vez.
Algo está mal. Por lo general, solo uno entra mientras los demás
esperan fuera. El que tiene los ojos del diablo se acerca a mí. Me arrastro
hacia atrás hasta que mi espalda choca con la fría pared, atrayendo mis
rodillas hacia mi pecho. La reluciente araña que cuelga de la habitación se
balancea como un temporizador, contando los días, las horas hasta mi
muerte. Tick, tock, tick, tock.
Comienza a arrodillarse frente a mí, y los gritos de Rose se apagan
cuando me pierdo en el trance de sus ojos. El mundo es absorbido por un
vórtice oscuro, y estoy rodeada solo por él.
Y esos ojos.
Caen a mi boca y luego vuelven a mis ojos. Puedo ver de cerca que es
joven. La piel bajo sus ojos es lisa, sus pestañas gruesas, desplegándose
cada vez que parpadea.
Su mano llega a mi brazo y me pone de pie. Sus ojos se quedan sobre
los míos mientras su mano se dobla alrededor de mi muslo, debajo de la
corta falda que todavía estoy usando desde la noche que me secuestraron.
Falda corta y medias de rejilla.
Toda clase.
Alguien se ríe detrás de él.
Me tambaleo momentáneamente. ¿Intentará violarme también?
Baja de nuevo frente a mí mientras sus ojos se centran en los míos. Mi
corazón truena en mi pecho, revoloteando como un océano enojado. Su
áspera palma se desliza por la parte posterior de mi muslo y luego a mi
pantorrilla, activando una electricidad con cada caricia. No me importa su
toque; Se siente familiar. Mis ojos se cierran, mi pecho es pesado mientras
lucho por cada respiración. Su piel contra la mía es surrealista, como una
llama azul haciendo piruetas en la nieve. Todo está en silencio. ¿Por qué todo
está tan silencioso?
El sonido del metal cayendo contra el suelo me devuelve a la realidad,
y sé que abrió el grillete que estaba alrededor de mi tobillo desde la noche
que me secuestraron. Me estremezco, abriendo los ojos para encontrar a
otro hombre vestido con el mismo atuendo que el que agarró a Rose.
Rose me está sonriendo, con una ceja perfectamente arqueada.
Mis mejillas cobran vida, avergonzada por lo fácil que pudo ser para
este extraño estimular mis emociones en un instante, él está de pie frente a
mí, inclinándose hasta que huelo su inimitable colonia: cuero y cigarrillo 20
rociados con miel y luego colocados para quemarse.
—Esa será la única vez que me arrodillaré por ti, pequeña Dove.
Su voz es como seda, lo suficientemente suave como para convencer,
pero lo suficientemente fuerte como para envolverse alrededor de mi
garganta y ahogarme. Antes que pueda pensar en otra cosa, su agarre se
aprieta alrededor de mi brazo y me empuja hacia delante, hacia la puerta
abierta de la celda. Los cuatro hombres que están con él se callan, todos
observan atentamente mientras los pasamos. El que tiene a Rose,
interrumpe al hombre que me tiene en su agarre.
—¡Hablaste!
El que tiene su mano alrededor de mi brazo lo mira mientras todos
comenzamos a caminar por el largo pasillo. Habitación tras habitación.
Opulentos suelos de mármol contra viciosas botas de combate. Con cada
paso que damos, el olor a agua salada se vuelve agresivamente más fuerte.
Algunas habitaciones tienen personas, no solo a chicas, sino a chicos
también, y algunas están vacías. Antes que pueda guardar a cualquiera de
ellos en mi memoria, llegamos al final y el chico que está conmigo abre una
pesada puerta de metal. Otro largo pasillo, solo que este es estrecho y está
bordeado de múltiples bombillas colgantes, todas encendidas cuando
llegamos al final. Puedo oler el moho que se evapora de las paredes, la
humedad se manifiesta de las ricas habitaciones de donde vengo.
Atravesamos otra puerta, este pasillo es más corto.
Frío.
Tengo tanto frío.
Me estremezco. Parece que baja la temperatura a medida que
avanzamos. Él abre de un tirón otra puerta, y, al instante, estamos en medio
de una habitación grande. Los motores están trabajando furiosamente, la
temperatura glacial ahora está en los a 80°, golpeando alturas abrasadoras
mientras el sudor palpita de mi piel. Es entonces cuando el olor me golpea.
Pescado mezclado con aceite. Entonces el suelo comienza a desviarse más.
—No recuerdo haberme subido a un bote... —murmura Rose. Quiero
estar de acuerdo con ella. Tampoco recuerdo esto. No recuerdo subir al bote,
solo despertar aquí.
La pregunta de Rose cae en oídos sordos mientras continúan
llevándonos hacia delante, por los escalones de metal y a la plataforma
principal. Me congelo cuando el viento azota mi rostro, mis dientes tiemblan.
El vasto tamaño del océano se extiende ampliamente alrededor del gran yate,
meciéndose en medio del océano.
Mis ojos viajan a mi captor y luego a Rose.
Justo cuando Rose está a punto de abrir la boca, el fuerte sonido de
las hélices de un helicóptero que cortan el aire la interrumpen.
—¿Qué está pasando? —grita Rose. El helicóptero comienza a bajar 21
lentamente hacia el helipuerto en la parte delantera del yate, el viento nos
rodea en un frenesí.
Hay una estrella negra de siete puntas en el helipuerto, con las luces
encendidas en cada pico.
Retrocedo lentamente justo cuando las puertas se abren. Los miro a
todos, uno por uno, quitarse sus pañuelos.
Cuatro chicos.
Cuatro chicos muy jóvenes, probablemente de mi edad, tal vez un poco
mayores. Los reviso de cerca.
El nervioso que se ha encargado de unirse a mí tiene cabello castaño
grueso que se ve naturalmente despeinado, como si le importara una mierda
que se vea así. Sus ojos son tan verdes como el jade contaminado y su piel
es tan irritantemente impecable que me molesta. Sus hombros y brazos son
vívidos, mostrando qué tan duro entrena en el gimnasio, y debe ser al menos
medio metro más alto que mi uno sesenta y cinco. He decidido que lo llamaré
Uno hasta que sepa su nombre. Dos, quien deduzco es el gran bocazas del
grupo, a juzgar por su rostro sonriente apuntando directamente a Uno, tiene
el cabello castaño oscuro desordenado y brillantes ojos azules que bailan
con picardía. Sus ojos me recuerdan al hielo del Atlántico.
No estoy segura de cómo nombrarlo por ahora, pero lo llamaré Dos. El
tercero, ahora llamado Tres, tiene el cabello negro, es melancólico y parece
casi aburrido de la existencia de todos. Como si fuera un insulto que
nosotras respiremos el mismo aire que él. Tiene mandíbula afilada, nariz
recta, y una pequeña cicatriz en la barbilla.
El último chico me está mirando directamente. Sus ojos son como
whisky, y todas las chicas probablemente tengan sed de él. Tiene mandíbula
cuadrada y labios gruesos, con tatuajes saliendo de debajo de su cuello y
subiendo por él. Es obvio que es hermoso, todos lo son, especialmente Uno.
Uno presiona botones dentro de mí que no sabía que tenía. Sin decir una
palabra, dice mucho.
Uno tira de mi brazo, llevándome hacia el helicóptero e interrumpiendo
groseramente mis observaciones. Todos son altos, siendo Uno el que más.
Todos son delgados, siendo Cuatro el más grande.
—¡Entra! —Uno señala los pequeños escalones hacia el elegante
helicóptero negro, y obedezco. No es que tenga otra opción—. Si aún no te
has dado cuenta, esta es tu línea de vida ahora. —Intento no mirarlo por
mucho tiempo porque, bueno, porque es bonito. Si se puede llamar bonito
a alguien como él. Hay una fina línea entre bonito y aterrador, y Uno usa
esa línea como una cuerda floja. No solo es su apariencia. Es la forma en
que se mueve y toma el control. Simplemente reconoces a un verdadero alfa
cuando lo ves. No necesitan morderte, porque su ladrido es más como un
rugido lo suficientemente aterrador como para asustar a cualquiera que se 22
acerque.
Rose mira a Uno mientras se sienta frente a mí.
—Y si no te has dado cuenta, ella no habla mucho.
Uno patea su pie.
—Asumes que no lo sé. —Sus dedos se ciernen sobre su teléfono
mientras su atención se dirige a mí. Tan pronto como el helicóptero
comienza a levantarse del suelo y los otros tres muchachos están sentados,
Uno abre su teléfono y el resto de nosotros caemos en un silencio
prolongado.

Bajamos a un helipuerto que se encuentra en medio de un gran campo.


Este helipuerto tiene la misma estrella de siete puntos que estaba en el yate.
Interesante.
Hay grandes arbustos verdes que rodean el helipuerto en un círculo,
bloqueando la vista de la gigante mansión que noté en nuestro descenso.
Tan pronto como aterrizamos, Uno abre la puerta y lo sigo de cerca.
Él mira entre Rose y yo, su rostro es plácido.
—¿Seguirán mis instrucciones cuidadosamente?
Dos ríe, lamiéndose los labios y de pie junto a Uno.
—¿Crees que tengan eso en ellas?
Uno me mira.
—No.
La mano de Rose llega a la mía, y le doy un pequeño apretón. No hace
mucho para tranquilizarme, pero al menos sé que está a mi lado. Una
extraña puede llenar el vacío de un enorme agujero en el que entró el pánico,
así que, por eso, estoy agradecida de tenerla a mi lado.
Tres y Cuatro permanecen detrás de Rose y de mí.
—Contéstenme... —exige Uno, sus ojos fuertes como el acero—.
¿Seguirán mis instrucciones?
—Sí —sisea Rose.
Un paso adelante, y es entonces cuando me doy cuenta de que se está
acercando. Su oscura sombra se expande como un paraguas a mi alrededor.
—Dovey, si no cumples las reglas que se establecerán para ti, habrá
consecuencias. 23
No respondo, mis ojos vuelan sobre la hierba, como si estuviera en
busca de algo. De cualquier cosa. Quizás lo que estoy buscando son las
palabras que revolotean sobre la punta de mi lengua, amenazando con
cortarlo en el cuello.
Me estremezco cuando su dedo envuelve mi barbilla, moviendo mi
cabeza hacia la suya. No me gusta que me toquen. Él se eleva sobre mí, por
lo que mi cuello tiene que estirarse para que mis ojos se encuentren con los
suyos. Verde sobre verde, solo que de diferentes tonos. Ambos humanos,
solo almas diferentes.
—¿Lo entiendes?
No lo hago, pero asiento de todos modos. Uno y Dos comienzan a
caminar delante de Rose y de mí, con Tres y Cuatro siguiéndonos. Salimos
a un claro que rodea el helipuerto, el sol ahora se pone en la distancia,
cambiando el cielo a un naranja crujiente.
—Lo que está pasando... —murmura Rose, y la aprieto aún más.
Uno y Dos continúan a través del claro hasta que se separan en
dirección a una salida. La música está sonando fuertemente, volviendo a
hacerme pensar en el club. A medida que salimos del mismo claro, mi pie
vacila. Eminem está sonando en el lugar y todo el patio trasero de la
mansión está lleno de equipo que nunca he visto. La gente está caminando
por la zona, trabajadores, pienso. Uno y Dos hacen una pausa, volviéndose
para mirarme. Setos delicadamente cuidados se alinean en los jardines y
una gran piscina se encuentra a la izquierda del patio. A la derecha es donde
están colocados todos los diferentes equipos: postes, una gran jaula
cuadrada que es lo suficientemente grande como para que quepa un grupo
de humanos, y una carpa negra, plateada y lila que fue desmantelada. La
mansión se extiende hacia el gran patio donde una roca está tallada con
una mujer y un hombre desnudos, acurrucados.
Hay una fuente, y una mesa y sillas perfectamente apiladas alrededor
del patio. La casa es de estilo europeo, con su arquitectura victoriana. El
musgo que crece entre las piedras me recuerda levemente a los ojos de cierta
persona.
—¿Qué está pasando? —repite Rose, su atención cambia directamente
a Uno.
Incluso ella sabe quién es el alfa de la manada.
—Ahhh, Rose Kinnish y Dove Hendry. He estado esperando tanto
tiempo para conocerlas... —Una voz suave suena detrás de nosotras, y me
giro rápidamente para enfrentar al intruso.
Piernas largas se encuentran con un torso largo y un rostro pequeño.
Tiene el cabello corto y negro y ojos pequeños y brillantes. Eso no quita el
hecho de que podría ser hermosa. Puedo decirlo porque hay algo en ella que
contamina su belleza. Algo oscuro y siniestro. También tiene una pequeña 24
cicatriz que llega hasta su labio superior, que está curvado como una media
luna.
Me estudia de cerca.
—Ya conociste a los hermanos Kiznitch. —Hace gestos a los cuatro que
nos rodean antes de poner un cigarrillo entre sus pequeños labios y lo
prende. Inhala y luego señala hacia Uno.
—Kingston. —Luego señala a Dos—. Killian. —A Tres—. Kyrin. —
Finalmente, a Cuatro—. Keaton. Dime, —Suelta más humo—. ¿Por qué crees
que estás aquí? —Deja caer su cigarro sobre la hierba, y miro mientras el
fondo rojo es aplastado. Da un paso adelante. Tengo que luchar contra el
impulso de retirarme. Cuando no respondo, una pequeña sonrisa brilla
sobre su boca—. Interesante para ti. —Señala a Rose—. No tanto para ti. —
Se vuelve hacia mí.
—¿Por qué nos estás diciendo esto? —interrumpe Rose.
Sus ojos se clavan en Rose.
—¿No te gustaría saberlo? —Continúa—. Yo organizo un show y solo
tengo lo mejor de lo mejor, pero la forma en que reúno a nuestros artistas
es diferente a como lo hacen los demás. Me gustan mis artistas rotos e
irreparables, pero de la construcción más pura. —Sus ojos cambian a
Kingston—. O simplemente sin emociones. Recojo máquinas, no humanos,
y orquesto para que se conviertan en títeres para ganar dinero. —Quiero
decirle que no soy una marioneta. Quiero decir mucho. El sudor gotea por
el costado de mi cabeza mientras las palabras amenazan con derramarse de
mi boca, pero antes de que pueda formular suficiente fuego para escupirlas,
mis dientes se cierran como una trampa para osos—. No tienen opción.
Ninguno de ustedes. Vendrán con nosotros y bailarán. —Mira entre nosotras
dos—. Les pagaré. A cambio, no deben decirle a nadie sobre lo que sucede
a partir de este momento. Firmarán en la línea punteada y Midnight
Mayhem las poseerá. Nunca se irán. Nunca tendrán esa opción. —Sus ojos,
una vez más, vuelan entre nosotras—. ¿Lo entienden? No pueden tener una
vida fuera de Midnight Mayhem.
Rose respira profundamente. ¿Midnight Mayhem? ¿Qué es Midnight
Mayhem?
—Sé quién eres.
La mujer mira directamente a Rose ahora y lleva sus perfectas uñas
acrílicas en forma de ataúd y bien cuidadas a la mejilla de Rose.
—Dulce chica. No me conoces. Soy Delila Patrova, y puedo ser tu peor
pesadilla o tu mejor amiga. La decisión es tuya. La decisión siempre será
tuya.
La mano de Kingston se envuelve alrededor de Delila cuando la atrae
hacia él y se inclina para susurrarle al oído. Los ojos de Delila se centran en
mí mientras el interés despierta en las profundidades de sus pupilas vacías. 25
—¿De verdad? —Se pone recta, pasando las manos sobre su pantalón
perfectamente planchado—. Dove Noctem. Puedes sentarte por un
momento. Observa. Tu entrenamiento comenzará en una fecha posterior.
¡Ahora! —Rompe chasqueando los dedos—. ¿Alguna de ustedes se opone?
—¿Qué pasa si lo hacemos? —Rose levanta una ceja desafiante hacia
Delila.
El aire gira a nuestro alrededor, el viento agita la magia negra en el frío
aire de invierno. Delila sonríe dulcemente.
—Bueno, me temo que no nos servirán de nada... —Finge reflexionar
sobre sus palabras—. O para alguien, de verdad...
Rose me aprieta la mano.
Se la aprieto también. Cállate y deja de hablar antes de que nos maten
a las dos.
—Ahora preguntaré… —Kingston se para frente a Delila, y miro
fascinada cuando ella retrocede, permitiéndole dominar la conversación—.
¿Están de acuerdo en entregar su vida a Midnight Mayhem? No me siento
como para tener sangre en las manos hoy, pero lo haré si necesito hacerlo.
Me muerdo el labio inferior, contemplando mis opciones.
No tengo ninguna.
Asiento, apretando a Rose para que esté de acuerdo.
Rose gime.
—¿Cómo sabemos que no nos matarás?
Kingston la fulmina con la mirada.
—Nunca dije que no lo haríamos, pero no tienen muchas opciones,
¿verdad?
—Correcto, suficiente de esto. Saldremos a la carretera en cuatro días.
Ustedes, chicas, necesitarán… ir de compras. Les daré un adelanto. De lo
contrario, Midnight se las comerá vivas. —Chasquea—. Kill, muéstrales su
habitación.

26
3
Dove

S
uave algodón rosa se extiende sobre la gran cama king size
cuando Killian abre la puerta y nos hace gestos para que ambas
entremos. Hay dos camas y la habitación en sí es más grande
de lo que la mayoría de la gente llamaría una sala de estar.
—Por lo general, ponemos a las nuevas iniciadas en habitaciones
separadas para evitar que intenten escapar —habla Killian por primera vez,
llamando mi atención hacia dónde está de pie contra el marco de la puerta.
Sus ojos se oscurecen sobre mí—. Pero algo me dice que la pequeña Dovey 27
perdió sus alas aquí.
Mi mandíbula se aprieta por su tono y arrogancia. Bastardo. Se separa
del marco de la puerta y hace gestos hacia el pasillo.
—Algunos volvemos aquí cuando no estamos en el camino. Hay
veintisiete habitaciones, piscina al aire libre y de interior, spa privado,
cancha de baloncesto, gimnasio, teatro, garaje, y estoy seguro de que olvidé
alguna mierda. La propiedad tiene cientos de acres de tierra, donde vive todo
el equipo en sus propias casas. En otras palabras... —Killian sonríe—. No
podrían ir demasiado lejos. Nunca se sabe dónde podrían terminar.
Desaparece por la puerta, dejándonos a Rose y a mí atónitas.
—Mierda —jadea Rose, tomando asiento en la cama que está enfrente
de la mía.
Suelta una bocanada de aire, sus ojos viajan a los míos.
—Estamos jodidas.
Me lamo los labios y me dirijo a la cama que Killian dijo que era mía.
Hundiéndome en las suaves cubiertas, reproduzco todo lo que sucedió
hasta este momento.
—¿Qué piensas de esto? —pregunta Rose, quitándose los zapatos y
pasando los dedos por su sucio cabello—. Humanos enjaulados en
habitaciones con arañas de diamantes y atemorizantes hombres que usan
pañuelos.
—No estoy realmente segura todavía. —Mentira. Sé lo que siento con
esto. Siento que podríamos haber terminado asesinadas o vendidas a
traficantes de personas. Siempre recuerdo a mi padre diciéndome: No
siempre obtendrás lo que quieres en la vida, Dovey. A veces sucederán cosas
que te harán desear poder cambiar el curso de tu destino, pero no podrás
hacerlo. Solo tienes que mantenerte conduciendo y cambiar de marcha—.
Necesito cambiar de marcha.
—Necesito un baño —responde Rose, desapareciendo a través de una
de las muchas puertas en la habitación. Aprovecho ese tiempo para evaluar
el área. También necesito un baño. No he tenido uno en, he perdido la
cuenta. Veintidós chicas, pero encuentro mi cuerpo cementado a la cama,
incapaz de moverse. Soy libre físicamente, ¿lo soy? Pero mentalmente los
grilletes se tensaron.
Mis ojos se cierran.
Los Jordan fueron la tercera familia de acogida con la que estuve. Los
apreciaba porque me permitían hacer las cosas que aún me gustaban, como
el baile. Había un viejo estudio en la esquina de Beacon Street en el centro de
Phoenix. Bailaba allí todos los viernes. Estaba deteriorado y envejecido, pero
no se debía a la negligencia de la dueña, sino simplemente a que no podía
permitirse pagar el mantenimiento. La pasión aún ardía en sus ojos. Cada 28
vez que me miraba bailar, podías ver que esa era la razón por la que mantenía
el estudio abierto, simplemente para admirar el arte de la danza.
Estaba caminando hacia la parada de autobús después de una sesión
nocturna, repasando la música en mi iPod, cuando sentí la ola familiar de su
presencia. Mi pie se detuvo. Mis dedos se doblaron sobre mi iPod mientras el
sudor se deslizaba por mis sienes. Lentamente, levanté los ojos y me quité los
auriculares.
Dejé de respirar cuando lo sentí detrás de mí, su respiración en mi nuca.
—Volveremos por ti, Pajarito. —La sombra me presionó desde atrás, su
duro pecho en mi espalda—. Siempre volveré.
Respiro profundamente ante la familiaridad de la voz. ¿Conoceré a
Shadow?
Cuanto más se reproduce la voz en mi cabeza, más fuerte es la
familiaridad. O tal vez solo escuché tanto su voz y sus palabras que empecé
a pensar que lo conocía.
Una vez que Rose sale del baño, entro y me quito la ropa sucia.
Ropa de la que nunca pensé que me desharía porque estaba pegada a
mí como una segunda piel, pudriéndose en mis poros y dejando su rancio
hedor incrustado en mis huesos. Le doy un lavado rápido a la bañera antes
de llenarla. Hay delicados jabones en una pequeña mesa que está al lado,
un cuenco de cobre lleno con esponjas de baño y sales, y una botella de
cristal de tamaño monstruoso de perfume Chanel Chance en el mostrador
del baño. Las paredes son de un blanco limpio, un completo contraste con
las personas que viven aquí. Los azulejos son de un profunda rojo caoba.
Una interesante elección de color, pienso, pero solo intensifica el opulento
ambiente de la casa en general. Dejo caer una de las bombas de baño en el
agua y miro como burbujea, llenando la habitación con aromas dulces que
me tienen suspirando por libertad. Rápidamente me sumerjo, haciendo una
mueca cuando el agua caliente ahoga mis pecados. Agujas recorren mi piel
por la temperatura, mordiéndome por todo el cuerpo. Me meto debajo, mi
cabello flota en el agua mientras silencio al mundo. Todo está tranquilo
cuando estás bajo el agua. Como si pudieras bloquear al mundo y quedarte
sola con tus pensamientos.
Pensamientos con los que no necesariamente quiero estar.
Vuelvo a levantarme y me quito el agua caliente del rostro. Apartando
el exceso de mis ojos, me levanto cuando veo a Kingston al final de la bañera,
mirándome.
Debería gritar.
Quiero gritar.
No puedo gritar. En cambio, me hundo más en el agua con la esperanza
de que el tinte púrpura de la esponja de baño esconda todas las partes que 29
preferiría que no viera ahora mismo.
—Ah… —Me aclaro la garganta, tratando de encontrar algo diferente
que decir que “que demonios estás haciendo aquí” para que no me mate.
Su mandíbula se endurece. Puedo ver los músculos a ambos lados
doblándose con cada tensión. Sus ojos son oscuros, de mal humor y
melancólicos, y estoy un poco intimidada por este hombre.
—¿Puedo ayudarte?
¿Puedo ayudarte? Las primeras palabras que le digo, y son si puedo
ayudarlo.
Su labio superior se curva ligeramente, sus ojos caen hacia mi parte
inferior del cuerpo.
—Estoy indeciso sobre eso.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Aprieto aún más los muslos, en estado
de pura paranoia porque pueda ver debajo del agua teñida.
Me mira, dejando caer todas las expresiones muertas que tenía en su
rostro solo unos segundos antes.
—¿Cuál es tu nombre?
—¿Qué? —Exhalo, perpleja por su pregunta.
—¿Cuál es tu nombre? —repite, su expresión sigue siendo la misma.
—¿Dove?
Hay un largo tramo de silencio antes de que se levante.
Todo se ralentiza cuando pasa a mi lado, su olor ahoga el dulce aroma
de mi baño.
—Estoy confundido.
Se detiene justo a mi lado, y lo miro desde mi posición. Está
estudiándome, pero no puedo entender el método con el que está
aprendiendo.
—Bien. Ah, y Dove, cierra la maldita puerta de tu baño.
Luego desaparece, y me hundo más en el agua tibia, observando cómo
se curva sobre mi piel.
No sé si estoy leyendo demasiado las cosas, o si estoy en lo correcto de
lo que siento por Kingston. No sé si son mis terrores pasados que están
amenazando con salir a la superficie. Verán, cuando era una niña, una
sombra me persiguió. Una entidad. En lugar de salir por detrás para sentir
el sol contra mi piel, esta sombra arruinó todas las expectativas que tenía
de ver la luz.

30
4
Dove

D
espués de un largo día de compras con Rose con el “adelanto”
que Delila nos dio y de explorar el centro comercial más
cercano a su mansión, nos encontramos en la carpa,
estirando nuestros cuerpos y calentando. He notado que
hemos tenido vigilancia a nuestro lado hoy, guiándonos a dónde debemos
estar sin decirnos dónde necesitábamos hacerlo. De vez en cuando, hablaba
en un pequeño micrófono y luego nos dirigía a donde debíamos ir después.
A mí me funcionaba porque, de lo contrario, ambas hubiéramos estado 31
deambulando sin rumbo, pero con suerte, no sería una cosa para siempre.
Cuando Delila dijo que todavía no tendría que actuar y que me sentaría
por un momento, pensé que también incluiría el entrenamiento. A juzgar
por el sostén deportivo y la sudadera gris que estoy usando, estaba
claramente equivocada.
—¿Estás bien? —pregunta Rose, enjabonando su cuerpo con
perfumado aceite de coco y una ceja arqueada.
Lamo mis labios y agarro mi largo cabello rojo en una coleta alta.
—Sí.
La puerta se abre de golpe detrás de nosotras, y me giro rápidamente
para ver quién está entrando.
Tres chicas entran, y ni siquiera tengo la oportunidad de inspeccionar
a ninguna de ellas porque la cabecilla llama mi atención primero. Su largo
y ondulado cabello rubio le cuelga hasta la pequeña cintura y sus tatuajes
flotan a un lado de sus costillas, suben por su pecho izquierdo y bajan por
su brazo izquierdo. Tiene apretada, bronceada piel y un rostro de perra que
te dan ganas de golpearla o sentarte sobre ella.
Me mira de arriba abajo.
—Eww.
La golpearé.
Mis cejas se alzan de inmediato, sorprendidas por su obvia hostilidad.
Justo cuando abro la boca, Rose se para frente a mí, sus brazos me
empujan hacia atrás.
—¿Tenemos un problema, princesa?
Toco el brazo de Rose para moverla. Puedo pelear mis propias batallas.
No necesito que haga esto por mí, pero la rubia y sus secuaces nos pasan y
van detrás de la improvisada cortina. Según tengo entendido, Delila tiene
algo instalado en la parte de atrás de su mansión. Una carpa bañada en
negro con los adornos más suaves de color lila. No hay señalización en este
caso. Tengo la sensación de que era puramente para practicar o para
entrenar.
—Oye. —La mano de Rose llega a mi barbilla, moviendo mi rostro hacia
el suyo. Me gustan los ojos de Rose. Son gentiles, suaves. Justo como su
alma. Tiene un pequeño rostro en forma de corazón y un cuerpo pequeño a
juego. En las últimas veinticuatro horas, me he estado preguntando cómo
habría durado estos días pasados si no hubiera sido por ella—. ¿Estás bien?
—La resistencia es absoluta cuando tu vida es arrancada de ti a una edad
tan temprana, pero encontrar una persona que tome algo de la tensión que
el mundo te ha dado y te aparte, lista para enfrentarse a tus enemigos, es
una amiga irremplazable.
—Sí. —Asiento, sonriendo—. Estoy bien.
32
—Golpearé a esa perra directamente en la boca si se convierte en un
problema, y me importará una mierda quién sea...
Estiro el cuello, dejando que las objeciones de Rose se deslicen en un
ruido blanco, mientras trato de concentrarme en la tarea en cuestión:
atravesar viva esta noche. Y no estropear mis pasos.
Estiro los hombros, inhalando y exhalando en cada estiramiento.
—¿Qué crees que nos harán bailar?
Rose se encoge de hombros, pasando su brillo labial sobre sus labios.
—No estoy segura. Cualquier cosa que nos den, estoy segura de que
podremos hacerla.
Como si fuera una señal, Delila empuja la cortina y aplaude.
Debajo del fondo de roca hay un lugar llamado infierno, y estoy
bastante segura de que Delila fue la decoradora de interiores.
—Vamos. Las dos al escenario. Quiero ver un dúo primero. Con estilo
libre entre él —murmura por lo bajo—. Déjenme ver de qué se trata el
alboroto.
Las mariposas tiemblan en mi vientre. No soy realmente una bailarina
de estilo libre. Soy más un tipo de chica coreográfica, pero encuentro que
mis piernas se mueven y siguen a Rose al otro lado de la cortina.
Es brillante. Como la pura luz del día. Esperaba un tono sombrío, así
al menos no tendría que ver quién estaba sentado entre la multitud. Mis
ojos captan los accesorios que hay alrededor.
Un tanque transparente. Creo que lo he visto en un programa de
televisión de Criss Angel.
Una barra de equilibrio de gimnasia.
El equipo de trapecio.
Tres enormes anillos conectados por largas barras de metal. Me
imagino que son para lo que vi antes. Al menos he visto algo similar, pero
estos se ven diferentes.
Un par de grandes hula-hoops.
Cuatro motos de cross negras con el emblema Harley Davidson.
—¿Dove? —dice Delila desde los asientos delanteros. En primera fila—
. Cuando estés lista. —Ignoro a la multitud que está sentada unas filas
detrás de Delila porque sé que los hermanos están allí, y veo a otro grupo a
la izquierda, que supongo es la perra y su manada de antes. Hay otras
personas dispersas a quién aún no conozco.
Lamo mis labios y le doy una sonrisa rápida y tranquilizadora a Rose. 33
Sus ojos me devuelven la mirada arrogante, dándome un pequeño guiño al
pasar. Como si hubiéramos hecho esto antes, como si hubiéramos
compartido el mismo escenario. Al instante me siento un poco más en
confianza a medida que comienza la música.
No es lo que esperaba, y mis ojos se cierran mientras la suave melodía
del piano golpea mis tímpanos. Me balanceo de lado a lado con la
inquietante melodía, permitiendo que la música se filtre en mis poros y tome
las riendas de mi cuerpo. Me posea. Las notas continúan mientras floto por
la habitación, con los ojos cerrados. Extiendo una mano a un flotador de
águila, y las yemas de mis dedos tocan suavemente los de Rose.
Mis ojos se abren sobre ella mientras giro alrededor de su cuerpo. La
música cae y comienza a sonar una ligera guitarra eléctrica. Me muevo
suavemente hasta que estoy sobre mis rodillas frente a ella, rodando sobre
mi espalda y arqueándome en el suelo, mis manos presionadas detrás de mi
cabeza, poniéndome en posición de puente. La canción cambia a “Lovely” de
Billie Eilish, y mis ojos se conectan con los de Kingston. Me mantienen
anclada, su palma cubriendo su boca. Me levanto del suelo y me pierdo en
la canción, sin apartar la vista de Kingston. No sé dónde está Rose, y no
puedo encontrar en mí que me importe. La música me ha poseído y mi
sangre está pulsando a su ritmo. Es hipnótico y venenoso, pero quiero
tragármelo todo y luego dárselo a King. Cuando el coro comienza, giro mis
caderas mientras mis manos van debajo de mi camisa; La paso lentamente
por mi cabeza, quedando en nada más que sostén y pantalón deportivo.
Kingston patea a alguien a su lado, sus ojos fijos en los míos. Solo somos él
y yo mientras la energía que ambos exudamos los absorbe a todos en un
oscuro vórtice. Casi podría ser íntimo, si no quisiera matarme. La intimidad
es como el asesinato, ambos haciendo que tu corazón se acelere y tus
palmas suden mientras dejas tus pensamientos vagar, pero cuando
terminas, quedarán los restos del alma o de la sangre de otra persona en
tus manos. Cuando la canción llega a su fin, él aparta la mano, y en lugar
de encontrar la expresión que pensé que estaba dándome, está frunciendo
el ceño.
Se levanta de su asiento y sale corriendo de la tienda.
La música se corta, y me congelo, ese vórtice en el que los absorbimos
a todos ahora está roto y abierto. No me di cuenta de que Delila se había
puesto de pie hasta que dice:
—Vaya...
Está casi directamente frente a mí, con la cabeza inclinada.
Doy un paso atrás, buscando a Rose.
—¿Dónde está Rose?
Delila me hace señas.
—No te preocupes por ella. Estará en una posición más adecuada. — 34
Delila me agarra del brazo y me lleva hacia la salida. A la misma salida por
la que Kingston salió.
—¿Posición adecuada? —pregunto confundida—. Es una bailarina.
Delila se ríe.
—Eres una bailarina y una artista, mi amor.
Saco mi brazo de su agarre.
Suspira, volviéndose para mirarme. Me siento como una niña agria,
pero Rose es mi amiga.
—Mira, ella trabajará con un par de otras chicas, ¿de acuerdo? Está
destinada a estar allí. Tú, Dovey, eres otra cosa. Cautivas a la habitación
usando tu cuerpo. Es arte. No hemos visto eso en… Bueno... —No me pierdo
la pausa—. Bastante tiempo.
Comienza a tirar de mí otra vez, y esta vez, la dejo, aparentemente
satisfecha con mi respuesta sobre Rose.
—Bien. ¿La veré?
—Sí. Sí. —Me hace señas—. Ahora, sé exactamente dónde ponerte...
Está murmurando para sí misma, y me importa lo suficiente como para
no preguntarle qué está diciendo, así que me quedo con eso. Se detiene fuera
de una gran casa rodante. Es negra con ventanas y llantas negras y se ve
más cara que el estilo promedio de cualquier casa. Hay algunos autos
estacionados fuera. Un Ferrari rojo, un Aston Martin negro y un Ford
Raptor. Inclino la cabeza hacia el emblema que se extiende sobre el lado de
la casa rodante. Se desvaneció a un gris suave, pero puedo ver la misma
estrella de siete puntos con el número IV en medio. Hay una redacción en
las líneas, pero no puedo entender lo que dice.
Delila golpea la puerta.
—¡Abre, King!
Me congelo, quitando mi brazo de ella una vez más.
—¿Qué?
Delila me ignora, golpeando de nuevo.
—Sabes que es correcto.
—Um, ¿qué es correcto? —pregunto frenéticamente.
La puerta se abre de golpe, y King está parado en el umbral con un
cigarrillo colgando de sus suaves labios, su cabello desordenado y su pecho
a plena vista. Mi boca se seca cuando atrapo el mismo triángulo que está
tatuado en el RV 2 sobre su grueso pecho, con otro tatuaje cerca de su
cadera. Calzoncillos Calvin Klein salen furtivamente de su pantalón, que no
tiene botones, con líneas de corte perfectas metiéndose debajo.
Suelta una nube de humo, sus ojos oscuros sobre los míos.
35
—¿Qué? —responde, pero nunca quita sus ojos de mí. Si me sorprendió
mirando, no lo mostró. Lo cual agradezco. Puedo admirar que se ve como
un maldito Dios, pero eso no me convierte en una de sus discípulas.
Me ha atrapado con su mirada otra vez, y no puedo liberarme.
—Viste lo que todos vimos. Ya sabes. —Delila suaviza su tono.
King finalmente la mira, soplando el humo de sus labios y enviándolo
al rostro de Delila.
—Sí, ¿y?
—Bueno. —Delila alcanza mi brazo—. Puede quedarse contigo, y ser tu
quinta, entonces solo necesitaremos que Kyrin encuentre a su quinta.
Hay una larga pausa. Infinita. Ni siquiera puedo ver el final de esta
pausa de tan larga que es, y luego Kingston se ríe, con la cabeza inclinada
hacia atrás. Veo mientras su garganta se sacude y las venas de su cuello se
doblan con el movimiento. ¿Por qué es tan sexy? No eres una discípula.
—Sí, no, eso no sucederá. Muy buena. —La puerta comienza a cerrarse
sobre Delila, pero su mano sale para detenerla.
—No estaba bromeando, King. Ella será tu quinta. —Cuando King no
responde, Delila da el primer paso, bloqueando el cierre de la puerta por
segunda vez—. La viste bailar. Lo sabes. No intentes negarlo.

2 Recreational vehicle. Autocaravana o casa rodante.


Kingston se inclina hacia un lado, sus abdominales se tensan por el
movimiento. Intento ignorar el tatuaje en su costado izquierdo, pero es
difícil, considerando que es la misma figura de la RV. Quiero estudiarlo tanto
como él me estudia a mí.
—Nop. Quiero decir, es buena, pero no tan buena, y me importa una
mierda lo que sepa. —Su tono está mezclado con ácido que gotea de sus
afilados dientes. Es su insulto—. Y no dejamos que las azadonas entren en
nuestra rutina.
Los ojos de Delila se entrecierran.
—Las dejaste entrar en tu RV.
Kingston sonríe.
—No estamos hablando de mi pene, Delila. —Su sonrisa se oscurece
cuando da una última calada de su cigarrillo antes de exhalar—. Pero si lo
hacemos, ella tampoco podrá entender eso.
Resoplo, negando. Probablemente no debería hacerlo, y probablemente
debería mantener la boca cerrada, pero la feminista en mí se está ahogando
de ira, y bueno, es una perra poderosa.
Levanto la cabeza. 36
—Claro, claro, piensas que, porque soy stripper, le abro las piernas a
cada hombre que empuja un billete de cien dólares debajo de mis bragas.
—Bueno, ¿no es así? —replica, y su rápido ingenio hace que mis ojos
vuelvan a los suyos. Me está molestando, su rostro engreído prueba eso.
—¿Abrir mis piernas? —pregunto, y soy muy consciente de que
probablemente es la mayor cantidad de palabras que he dicho en cualquiera
oración completa, al menos en un tiempo muy largo, pero ¿qué puedo decir?
Hay una sirena en mi buzón de voz—. Por supuesto que sí. ¿Pero de la
manera que estás insinuando? No. —Quiero decir, por desgracia.
Él pone los ojos en blanco, mirando directamente a Delila.
—No sucederá.
—King…
—¿Qué te hace pensar que podrá manejar la jaula? —pregunta.
Delila se inclina hacia delante y le susurra algo al oído. Kingston se
congela, y luego todo el humor en su rostro desaparece cuando vuelve a
verme.
—Bien. —Se inclina hacia atrás y le silba a alguien dentro de la casa
rodante.
Delila da un paso atrás y pone los ojos en blanco.
—Siento que tengas que ver esto.
—¿Ver qué? —pregunto, justo cuando el movimiento llama mi atención
y una chica semidesnuda baja las escaleras y se pone un sostén sobre la
cabeza. Rápidamente miro hacia otro lado, principalmente porque está
enseñando los pechos y no le pagan por eso.
Kingston se sienta en el escalón y empuja unas botas de combate sobre
sus pies.
—Bueno, vamos, Pajarito, veamos si puedes volar.

37
5
Dove

E
sta vez es diferente. Las luces están apagadas, y está más
oscuro, el sol hace mucho tiempo que se volvió cenizas. Todo
lo que escucho es mi respiración, las pesadas exhalaciones e
inhalaciones de mi pecho. Me paso la palma de la mano sobre
las piernas en un intento de quitar el sudor, pero es solo una estratagema
interna para distraerme del hecho de que estoy de pie en medio de un
improvisado escenario, en una noche muy oscura, sin idea de lo que me
pasará después. 38
Cierro los ojos y lamo mis labios, concentrada en mi respiración. Si
quisieran matarte, Dove, estarías muerta. Frío.
Lo primero que siento es que la arena debajo de mis zapatos vibra. La
primera cosa que escucho es el tintineo del metal, y lo primero que pienso
para mí es… ¿En qué diablos me metí?
—Respira, Pajarito —susurra una voz sobre mi nuca, enviando
escalofríos por mi columna. Algo cubre mis ojos y está siendo atado a la
parte de atrás de mi cabeza—. No vamos a lastimarte mucho. —Esa era una
voz diferente, y trato de perseguir al dueño, pero me encuentro con
oscuridad en todas partes. Puedo ver un foco a través de la venda de mis
ojos, pero no es lo suficientemente claro como para distinguir quién está a
mi alrededor.
Dedos arrastran mi brazo, provocándome piel de gallina.
Me alejo.
Alguien se ríe, solo reconozco esta risa.
—Qué pasa, pequeña Dovey... —dice Kingston, y luego se inclina, sus
labios van sobre la parte de atrás de mi oreja—. ¿No te gustan las sombras?
Me congelo, mi sangre se está enfriando.
—¿Qué? —susurro, alcanzando mis ojos vendados, pero alguien
detiene mis movimientos al forzar mis brazos a mi espalda.
El frío metal de las esposas se engancha alrededor de cada muñeca.
—¿Qué acabas de decir? —Me ignora y estoy siendo puesta de rodillas.
¿Acaba de hablar The Shadow, o lo imaginé? No sería la primera vez que me
imagino pensando que The Shadow está presente o que me susurró algo en
el oído. Suele ocurrir durante una pesadilla, pero estoy casi segura de que
Kingston acaba de decir lo que creo que dijo. En cualquier caso, obviamente
quiere decir las sombras que veo a través de la venda de los ojos. Mi paranoia
me matará algún día.
—¡Detente! —grita Delila desde algún lugar—. No dije que hicieras uno
de tus actos sobre ella. Dije que la incorporaras al acto.
—Primero que nada… —Creo que es Killian—. ¿Cómo se supone que
debemos incorporarla sin mostrarle qué es lo que hacemos, D?
Silencio.
—Porque podemos guardar eso para su primera noche. No damos
lecciones de natación tirando a la gente al fondo y esperando que puedan
nadar.
Cierro los puños.
—¿Alguien puede quitarme la venda de los ojos?
—No —gruñe Kingston. Se me pone la piel de gallina. 39
—Bien, ¿puedes quitarme las esposas? Necesito mis brazos para bailar.
Mis muñecas son liberadas tan rápido como fueron atadas.
—Tienes razón —dice Delila, y así, la venda es retirada de mis ojos—.
No podemos tenerla allí sin saber qué esperar. —Me mira de arriba abajo y
me retuerzo. No me gusta Delila, ni confío en ella.
—Esperaremos hasta que estemos en camino. Por ahora —me dice, con
una sonrisa en la boca—. Siéntete como en casa. Conoce a las personas sin
llegar a conocerlas demasiado bien y, por el amor de Dios, Dove... —Sus
dedos se envuelven alrededor de mi barbilla, dirigiendo mi rostro hacia el
suyo—. Que no te maten.
Me acaricia la mejilla y sonríe dulcemente antes de retroceder y mirar
a la audiencia de artistas, intérpretes o ejecutantes.
—Nos vamos mañana por la noche. La primera parada será aquí, en
Nueva York. —Comienza a alejarse cuando se queja—: Ojalá podamos
encontrar a otra Beatrice mientras lo hacemos.
Cuando Delila está fuera del alcance del oído, me giro para ver a
Kingston y a los otros cuatro.
—¿Quieren explicarme qué es lo que hacen para que al menos pueda
tener una idea?
—No —dice Keaton, volviéndose para dejar atrás a Delila.
6
King

—E
lla no puede ser tu quinta. Eso es muy cercano. —
Keaton patea sus piernas, encendiendo un
cigarrillo. Mi dedo continúa acariciando mi labio
superior mientras los miro a los tres. Veo de dónde
viene eso, pero al mismo tiempo, hace que mi tarea sea más fácil.
—Tiene razón. No puede serlo. Quiero decir, es buena, pero no has
tenido una quinta. Nunca —argumenta Kyrin.
—¿Qué demonios? ¿Cómo puede alguno de ustedes no ver lo que yo
40
veo? ¿Todos necesitan gafas o tienen algo que decirme? Esa chica domina
la habitación cuando baila. ¿Me están diciendo que eso no es ser tu quinta?
—Killian, siendo él mismo, está peleando por la chica. Bien por ella.
Necesitará todos los fans que pueda conseguir, pero eso todavía no discute
el hecho de que la destruiré.
Aprieto la mandíbula. Sus disputas se equilibran en mi último nervio,
y sé que es la última, porque las utilicé todas antes de que Dove caminase
aquí arriba.
Una.
Dos veces.
—¿Y alguna vez han visto a alguien tan jodidamente atractiva como
ella? Los ojos de cierva y ese cabello rojo oscuro. Malditamente estoy
cayendo. Es del mismo color que mi Ferrari.
Killian todavía no se calla, y ahora ha logrado presentar su orgullo y
felicidad.
—Suficiente —gruño, mirando a Killian. El hecho de que sea el primero
en tener las bolas en la palma de la mano por esta chica no es
sorprendente—. No la quiero en mi espacio más que cualquiera de ustedes,
solo que, obviamente, es por diferentes razones.
Keaton niega, sus dedos se meten en su gruesa melena.
—¿Por qué Delila no la puso en Midnight? Podrían hacerlo con otra.
—Porque Midnight tiene a Rose, y Dove está demasiado avanzada para
ellas —respondo con fluidez, necesitando un porro o un vaso de algo fuerte
para quitarme la pesadez.
Me levanto de la cama y me dirijo al frente de la casa rodante donde
Justice está sentado en el asiento del conductor.
—¿Por qué estás ahí? No nos iremos hasta mañana. —Justice es
nuestro chofer, y cuando estamos en el camino, duerme con nosotros.
Nuestro RV es el más grande de la familia Mayhem, así que encaja en
nuestra dinámica fácilmente. Es mayor que el resto de nosotros, flotando en
sus últimos años treinta. Ha habido rumores sobre él y Delila por años, pero
él lo niega todo. Sin embargo, no soy un hijo de puta tonto. Puedo oler su
vagina sobre él algunas noches cuando se acuesta en la cama.
Tenemos cuatro habitaciones aquí con una quinta pequeña si la
necesitamos. Y por quinta, quiero decir que es la habitación en la parte
trasera de la casa rodante con nada más que una cama dentro y una cortina
para mantenerla separada del resto, que es donde duerme Justice.
—¿No escuchaste? —Se burla Justice audazmente.
—¿Por qué mierda estás sonriendo? —Estrecho mis ojos hacia él.
Según abre la boca, llaman a la puerta con fuerza. 41
Todavía lo estoy mirando mientras retrocedo y la abro.
—¿Qué? —Rompo finalmente arrastrando mi venenosa mirada lejos de
Justice y a…—. ¿Qué demonios quieres ahora?
Dove se estremece. Si fuera un hombre mejor, me sentiría un poco
culpable por eso, pero no lo soy. Ni siquiera estoy cerca de ser un hombre
mejor, y aparte de eso, ¿por qué siempre se ve tan rota? Jodidamente sabes
por qué.
—Lo siento —murmura, lamiéndose los labios—. Ah... tengo que… —
Su voz va a un segundo plano mientras veo lo que está en sus manos. Una
pequeña maleta.
Justice se ríe detrás de mí, apretando mi hombro.
—Buena suerte. La vas a necesitar.
Miro como Justice desaparece en la distancia con sus maletas antes de
llevar mis ojos de vuelta a Dove.
—Estás jodidamente bromeando. —Abro la puerta de golpe y me aparto
para dejarla entrar.
Ella sube los escalones, y cuando sus pies aterrizan en el último, me
levanto sobre ella y me inclino hacia su oído al pasar.
—Bueno, bueno, bueno, mira quién estará durmiendo con monstruos.
Se aleja de mí justo cuando Killian baja su trasero demasiado confiado
por las escaleras que conducen a nuestras habitaciones y baños.
—¡Hola! —Le sonríe, su rostro arrogante se ilumina cuando la ve.
Ella lo ignora, volviéndose hacia mí. Si me importara, sería un bastardo
presumido por eso, pero no lo soy. Mis últimas jodidas fuerzas están con
mis últimos nervios.
Señalo la parte trasera de la casa rodante.
—Tu habitación está abajo al final. El baño está a la derecha y la cocina
a la izquierda. Los asientos están aquí, y hay un bar, pero está arriba, donde
no eres bienvenida.
Ella asiente.
—Por supuesto. —Luego me da la espalda y se dirige a la parte de atrás.
Inclino la cabeza, mirando su trasero balancearse mientras camina, luego
noto el puto iPhone en el bolsillo trasero de su pantalón. Maldita Delila.
Obviamente siente algo por Dove. Eso lo capté.
Delila no siente nada por nadie a menos que sea odio.
Una vez que Dove está fuera del alcance del oído, Killian se vuelve hacia
mí.
—Trata de no ser demasiado idiota. Recuerda toda la mierda que le
hicimos pasar en The Cannon. 42
—Sé bueno para recordar tu maldito lugar antes de comenzar a
ladrarme órdenes, Kill. No estoy de humor para tus trucos de cobarde. —Lo
empujo pasando junto a él y me dirijo directamente a la puerta. Necesito
hablar con Delila y ver qué demonios está pensando.
Me dirijo al RV de Midnight, casi tan grande como el nuestro, solo que
con más brillantina. Estoy casi seguro de que se dirigía aquí después de
lanzar su bomba.
Abro la puerta y entro, instantáneamente envuelto en el rico aroma de
perfumes fuertes. Creí que ya estaría acostumbrado a esta mierda, pero
jodidamente no lo estoy.
—¡King! ¡Hola! —ronronea Val, empujándose del sofá blanco y dando
unos pasos hacia mí.
Aparto su mano.
—¿Dónde está Delila? ¿Está aquí?
—¡No! —murmura Maya desde el sofá cama. Mis ojos bajan por su
cuerpo.
Vaquero ancho y un sujetador deportivo, con auriculares colgando de
sus orejas.
—Se fue hace unos cinco minutos. ¿Por qué, qué pasa?
—Nada —espeto, girando para irme.
—¿King? —Val alcanza mi brazo.
Lo aparto.
—¿Qué, Valdis? —Odia su nombre completo, pero jodidamente le
queda bien. Diosa de la Muerte: fue nombrada apropiadamente.
—No importa —murmura, de mal humor. Cierro la puerta una vez que
me alejo de ella. Debería saber mejor que probar cualquier mierda conmigo
no funciona. Me importa muy poco, y me gusta así. Por lo general,
estaríamos todos en nuestras casas, pero debido a que salimos temprano
por la mañana, ya estamos en nuestros RV. Todos tenemos casas
construidas aquí, en nuestro suburbio, pero también tenemos casas en
otros lugares. En Aspen, LA, Australia, Roma. Siempre tenemos un lugar
para ir cuando, o si, alguna vez lo necesitamos.
Voy directo a la RV de Delila, sin pasar por las demás. Candelabros de
cristal blanco puro cuelgan de su techo, todo ese tipo de mierda. Balanceo
su puerta abriendo sin tocar, la encuentro dentro, con una bata de seda
puesta con bragas y sujetador de encaje blanco y rosa. Está recostada sobre
el mostrador, su bata se abre más mientras inclina la cabeza.
—¿Qué hice ahora?
—Sabes qué mierda hiciste. Esto no es parte del trato, Delila. No eres
la jefa perra de Los Hermanos, y lo sabes muy bien. Deshazte de ella. 43
Los ojos de Delila se inclinan.
—Es interesante que quieras tanto que se vaya, King. Considerando
quién es...
Me rio, lamiéndome el labio inferior.
—No me importa quién sea. No necesitamos a otra quinta. Puede hacer
un show con nosotros. Uno. Ponla en los jodidos postes chinos por todo lo
que me importa.
Las cejas de Delila se alzan.
—¿De verdad? Interesante. —Me rechaza cerrando la puerta un poco—
. Tomaré ese espectáculo, King, pero marca mis palabras. Descubrirás que
es la pieza que faltaba.
Yo mismo cierro la puerta de golpe, frustrado por cómo han cambiado
las cosas ligeramente.
Saco mi teléfono y llamo a mi viejo.
—Llamaré al grupo. Tus hermanos nos encontrarán allí —dice mi padre,
aflojando la corbata que estaba alrededor de su cuello. La arroja al mostrador
de la cocina—. Mi oficina en una hora, ¿y King? —murmuró, ganándose mi
atención—. Deshazte de tu triste rostro de mierda. —Desapareció por la
cocina, y silenciosamente lo ignoré, metiendo otra porción de granola en mi
boca. Papá llamando a un grupo no era desconocido. Midnight Mayhem
estaba de vuelta en Nueva Orleans, así que eso significaba amontonamiento
de manada. La mayoría de los chicos estarían jodidamente extáticos de estar
en casa para ver a la familia, no, no jodidamente yo. Quería volver a mi RV y
de regreso con mis hermanos más rápido que nadie. Odiaba esta época del
año. Tres días antes de Halloween. Me traía pesados recuerdos de mierda
que no necesitaba recordar.
Vacié mi tazón en el fregadero y lo puse en el lavavajillas antes de ir a
la oficina de mi padre. Goteaba en opulencia y poder. Entrabas a la oficina
de mi padre, y sabías que un hijo de puta malo poseía esto.
Y él era el peor.
Mi padre era el jefe de la mafia rumana, y también mi abuelo y su padre
y su abuelo y así sucesivamente. Teníamos apretadas alianzas, pero la más
fuerte era y siempre sería con los rusos, o más importante aún, con los
Romanov. Vladimir Pakhan Romanov es el Krestnii Otets de la Bratva rusa;
También es el amigo más antiguo de mi padre.
Pateé la puerta para cerrarla al entrar, sorprendido de que Kill, Ky y
Keaton ya estuvieran sentados con sus padres detrás.
—¿Qué está pasando? ¿Tenemos otra tarea? —pregunté, mirando
intencionadamente a mi padre—. Espero que sí, porque estoy de humor para
matar.
Papá se inclinó y presionó las palmas de las manos contra su ejecutivo 44
escritorio estilo caoba.
—Solo una rápida antes de volver a la carretera. —Miro mientras alcanza
un puro brasileño de su caja y lo coloca entre sus dientes—. Pensé que podrías
necesitar la distracción.
7
Dove

D
espués de doblar toda mi ropa nueva y guardarla en el
pequeño tocador que está escondido en el armario, vuelvo a
la cama y miro alrededor de la pequeña habitación. No hay
nada más que una cama y una puerta de mármol que
conduce al armario. Sin embargo, estoy en la parte trasera de la casa
rodante, por lo que toda la pared trasera es de vidrio.
Supongo que está tintada, por lo que la gente no puede ver; solo yo
puedo ver fuera. La cama es mi favorita, lo suficientemente ancha como para 45
acomodar a cinco personas cómodamente y lo suficientemente lujosa para
ayudar con tus sueños. Tengo que admitir, que incluso estando cerca de
toda la extravagancia de la mansión y las riquezas de la atmósfera, todavía
estoy sorprendida por este RV. Originalmente provengo de tener dinero, así
que conozco la riqueza cuando la veo, y esto lo es. Estos muchachos son
ricos, y cada persona que actúa en Midnight Mayhem rezuma suntuosidad.
Lo veo. Este no es un ambiente normal tipo carnaval. No hay exconvictos ni
borrachos. Estas personas no están aquí para escapar de algo ni de alguien;
están en camino de perseguir a gente por el placer de hacerlo. Están aquí
para hacer que lo mundano se sienta exótico, aunque solo sea por un par
de horas.
Suspirando, levanto el nuevo teléfono que Delila compró y lo configuro,
abro una búsqueda en Google. He estado pensando en Delila y en cómo me
siento sobre ella y sobre Rose. Si debo o no confiar en ellas con lo que
sucedió en el yate con el violador enmascarado neón. Quiero hacerlo. Me
siento sucia y violada por lo que me hizo, sabiendo que podría haber sido
mucho peor. Pero otra parte de mí no sabe realmente si puedo confiar en
alguien aún. No importa qué tan cercanas nos volvimos Rose y yo, todavía
no estoy lo suficientemente cómoda como para hablar de ello. Me ocuparé
de eso por mi cuenta, y luego permitiré que las personas entren cuando esté
lista.
Escribo el nombre del club en mi iPhone y tomo el número de los
resultados de búsqueda antes de marcar a Rich. Como dijeron tanto Delila
como King, acepté ser parte de esto ahora, así que no hay vuelta atrás.
—Rich, soy yo, Dove.
Rich suspira.
—Jesús, Dove. He envejecido cincuenta años desde que te fuiste.
—Bueno, no podemos permitir eso. Ya eres viejo como la mierda —
bromeo, riéndome entre dientes.
Gruñe.
—Veo que has ampliado tu vocabulario un poco más.
Me acuesto en mi cama, mi mano descansa sobre mi vientre. Quiero
saber cuánto ha pasado desde que me fui, pero no quiero asustarlo
preguntándolo abiertamente.
—Entonces, ¿cómo ha estado el bar desde que me fui?
—Demasiado ocupado. Esta última semana ha estado ocupado.
¿Cuándo vas a volver?
Una semana. De acuerdo, veintidós chicas solo igualaron una semana.
Escuchar la voz de Rich me calma hasta cierto punto. Siento que mi vida se
está torciendo y girando, y no puedo entender las cosas que están
sucediendo. Ahora tengo que darle la noticia.
46
—Ah, no a corto plazo. He sido arrastrada a alguna... —Me congelo,
atormentando mi cerebro en busca de una excusa—. Drama familiar… —
Eso es lo mejor que tengo.
—¿Familiar? —pregunta, sorprendido—. Pensé que no tenías ninguna
familia.
—Oh, no, en realidad no. Esta no es mi familia biológica. Sino una de
mis casas de acogida. —Sé que quiere hacer más preguntas, así que lo
interrumpo rápidamente—. Trataré de volver a casa pronto, pero ¿puedes
hacerme un favor?
Me muerdo el labio nerviosamente. Él no responde, pero eso no es nada
nuevo con Rich—. ¿Puedes vaciar mi habitación y vender todo?
—¡Qué! —grita—. ¿Qué quieres decir?
Suspiro, rodando sobre mi vientre. Me encantaba vivir con Rich y
ayudarlo con sus chicas, pero sé que es lo correcto. No puedo estar viviendo
allí para ayudar a pagar el alquiler, y no podré volver a vaciar mi habitación
en algún momento cercano. Sé que pronto querrá a alguien allí para
ayudarlo a pagar la hipoteca y a cuidar a las niñas.
—Estoy viviendo aquí ahora. No puedo explicar mucho, pero ¿puedes
hacer eso por mí? Deja que las chicas elijan lo que quieran. Sé que Angela
quería mi iPad. Puede tenerlo. Vende el resto y dona el dinero a... —Me
detengo, pensando en mis siguientes palabras—. Los sobrevivientes de
abuso sexual.
Rich suspira.
—Muy bien, pequeña dama. Lo que sea que necesites.
—¡Gracias, Rich! —Paso los siguientes cinco minutos yendo y viniendo
con él, poniéndome al día con el drama. Finalmente me deja ir, y cuelgo,
frotando mi tibia oreja.
Mi teléfono vibra en la cama a mi lado otra vez, y creo que es Rich con
un cambio de opinión, pero es un mensaje de texto de Rose.
No puedo creer que me obliguen a hacerlo esta noche.
Leí sus palabras. Cuando Delila me dio el teléfono esta mañana, dijo
que Rose también tendría uno, con nuestros dos números guardados en el
otro dispositivo. Le devuelvo un mensaje de texto.
¿Qué quieres decir con que te obliguen?
Responde al instante.
Mi iniciación en Midnight es esta noche antes de irnos. Dime que
estarás allí.
¿Iniciación? ¿Tienen una iniciación real? ¿Cuándo será la mía entonces?
¿Incluso tendrán una para mí?
¿A qué hora?
47
A la medianoche.
Mis dedos se ciernen sobre las palabras.
Estaré allí.
Puse la alarma a las once y media, me quité el pantalón y el sostén
antes de meterme debajo de las sábanas de mi cama. Veo la puesta de sol a
través de la ventana de cristal, calentando mi piel, antes de caer en un sueño
profundo.

El sonido de mi alarma resuena en la tranquila noche. Me levanto de


la cama, quitando el sueño de mis ojos.
—Mierda.
—¿Yendo a algún lugar? —pregunta Kyrin, apoyándose contra el marco
donde cuelga mi cortina.
—¡Mierda! —Empujo mi camisa hacia abajo para cubrirme más, pero
no sirve de nada.
Mi camisa es demasiado corta y Kyrin ya me está mirando de arriba
abajo.
—No te hagas ilusiones, Pajarito. Lo he visto mejor.
Me obligo a no dejar que me moleste tanto. Era stripper. ¿Por qué
jodidamente debería importarme de todos modos?
Me dejo caer en la cama, alcanzo mi vaquero negro y me lo pongo.
—Sí. Iré a ver la iniciación de Rose.
Kyrin sonríe.
—¿De verdad?
—Sí —le espeto, apretando el botón. Paso mis dedos a través de mi
largo cabello en un intento de cepillarlo—. ¿Por qué?
Se encoge de hombros y asiente.
—Te acompañaré.
Metiendo mis pies en mis zapatillas, lo miro con escepticismo.
—¿Por qué harías eso?
Su lengua se escapa y corre por su labio inferior. Todos son muy
guapos. Es tan molesto. Kyrin y Keaton son los callados; son los monstruos
que se sientan en la esquina y miran a todos matarse antes de entrar y darse
un festín con las maltratadas almas de la gente. Killian es el bromista. Es 48
con el que me siento algo cómoda. Principalmente porque tiene buenos ojos.
Son ojos sonrientes. El tipo de ojos por los que no tienes que sonreír, a
diferencia de Keaton, que son más serios, intensos y con pestañas oscuras.
Kyrin tiene cabello negro azabache y ojos color coñac. Es el amable en el
que no confías porque se ve un poco trastornado.
Kingston, bueno, King es algo completamente distinto. Tiene el cabello
color chocolate con la longitud perfecta para pasar los dedos, piel bronceada
y vívidos ojos verdes. Mis ojos son de color verde, y luego están los verdes
de Kingston. Casi parecen extraterrestres. Sus pestañas son tan gruesas
como su cabello, y sus pómulos, altos. Todos son chicos hermosos y todos
de constitución atlética, con King siendo el más grande. Kingston tiene el
tatuaje triangular sobre su pecho izquierdo y una enredadera de rosas sobre
el lado derecho del estómago que se desliza hacia debajo de su pantalón,
pero aparte de eso, no creo que tenga otros tatuajes. Keaton está cubierto
de la cabeza a los pies. Están por todo su cuello, cabeza, brazos e incluso
algunos en su rostro. Kyrin tiene uno en la manga, pero eso es todo lo que
he visto hasta ahora, y Killian, por lo que he visto, está limpio.
—¿Por qué quieres caminar conmigo? —pregunto de nuevo, de pie y
empujando el teléfono en mi bolsillo trasero.
Kyrin se encoge de hombros y me mira.
—Porque sí.
Me detengo por unos segundos, intentando encontrar la energía para
continuar preguntándole sobre su respuesta.
—Bien. ¿Recibiré una iniciación?
Él mueve la mano hacia delante y se hace a un lado para que pase
junto a él.
—No. No hacemos una para Los Hermanos.
Ignoro lo incómoda que me siento a su alrededor y salgo de su RV,
temblando cuando el aire frío golpea mis brazos. Estoy algo aliviada de no
tener que pasar por lo que sea que Rose esté por hacer, sin embargo.
—¡Hola! —Killian está a punto de pasarnos, pero se detiene, robando
mi atención al instante. Su sonrisa vacila cuando sus ojos se posan sobre
mi hombro, obviamente aterrizando en Kyrin.
—¿Te irás a la cama temprano por una vez? —le pregunta Kyrin
escéptico, de pie a la derecha y a mi lado. Intento sacar algo de calor de él
sin tocarlo, pero fallo miserablemente.
Killian pone los ojos en blanco. Algo que me hubiera perdido si no
hubiera sido por las brillantes luces del jardín que conducen a los caminos
hacia cada RV y remolque, así como uno que va directo a la gran carpa al
final.
—No. 49
Killian pasa a Kyrin.
—Espera aquí. —Desaparece en el RV y regresa con una sudadera con
capucha en los brazos—. Ten. —Empuja la cálida prenda en mi pecho—. Mi
pene se está marchitando solo de verte temblar así.
—Ah. —Ignoro el comentario—. Gracias. —Sin mirarle, deslizo mis
brazos en la sudadera con capucha, suspirando al instante por la calidez
que me proporciona.
Kyrin no dice nada, así que lo miro y veo que me devuelve la mirada.
—¿Qué? —pregunto, doblando la capucha alrededor de mi cuello. Me
cuelga hasta la mitad del muslo y no podría estar más agradecida.
—Nada —dice—. Vámonos.
Killian señala cada casa al pasar, mencionando quién está en cada una.
—¿Midnight? —pregunto, justo cuando estamos pasando un RV
púrpura pastel que parece más pequeño que el de Los Hermanos.
—Sí —dice Killian—. Son los acróbatas y bailarines. Maya es
contorsionista también, y Val tiene las correas aéreas. D ha estado tratando
de...
—Estás bastante hablador esta noche, hermano. Tal vez debería
empezar a llamarte Chatty Cathy 3 con K.

3
Chatty Cathy es una muñeca "parlante" de cuerda de tracción creada originalmente por
Ruth y Elliot Handler y fabricada por la compañía de juguetes Mattel de 1959 a 1965.
Killian responde, pero no estoy segura de lo que dice, porque cuando
vuelvo a entrar en la tienda de campaña, me sorprende que sea un mundo
completamente diferente. Es como si manipularan tu mente, reemplazando
todo lo que ves durante el día y cambiándolo con todo de lo que están hechos
tus sueños.
—Vaya —jadeo, mirando las luces púrpura neón que se sumergen
alrededor del techo.
—Todavía no has visto nada. Esta es solo la tienda de práctica. No es
en la que actuamos. Vamos. Siéntate en el frente.
No respondo. Solo dejo que ambos me lleven a los asientos delanteros.
Mientras me siento y los cojines de felpa se hunden debajo de mí, estoy
impresionada por todo a mi alrededor.
Todas las luces se apagan cuando un solo foco se proyecta hacia el
centro del escenario.
—¿Qué está pasando? —le pregunto a Killian, ya que sé que Kyrin no
me dirá nada.
Puedo sentir el calor que me sube por la nuca y la columna se me pone
rígida:
King obviamente está aquí, en alguna parte.
50
Killian se inclina hacia mí y me acerco un poco más para poder
escuchar lo que está a punto de decir. Mis dedos hormiguean al moverse,
mis extremidades ansían estar en ese escenario. Por qué, no lo sé.
—Si no creces en una familia que no sea la de Los Hermanos, tienes
que ser iniciada al realizar tu acto sin saber lo que está sucediendo. Si
pasas, felicidades, serás parte de la más famosa y rica familia del
espectáculo conocida por la humanidad. Si fallas, bueno, mueres.
Me detengo, mi cabeza gira a la suya justo cuando suave música
comienza a sonar a través de los altavoces.
—Espera, ¿qué?
Los ojos de Killian buscan los míos, con una sonrisa en la boca. Sus
ojos caen hacia mis labios y su lengua se escabulle para humedecer su labio
inferior. Es entonces cuando atrapo la bola de plata en medio de su lengua.
Tiene su jodida lengua perforada.
—Mueren.
Miro instantáneamente el escenario y veo a Rose sonriendo desde el
centro. La perra loca está sonriendo.
—Midnight tiene a los acróbatas como su acto principal... pero no su
única actuación.
Rose está parada en el centro del escenario, con los brazos bien
abiertos. No hay nada más que silencio y el aire fresco de Midnight que nos
rodea. Me inclino hacia Killian cuando la suave melodía comienza y una
guitarra eléctrica suena en el fondo.
—¿Por qué Midnight?
El teléfono de Killian se ilumina en su mano, y lo mira. La luz desde su
teléfono muestra su rostro. Miro mientras sonríe lentamente mientras toca
algo. Girando sobre su hombro, le guiña un ojo a alguien detrás de nosotros
y luego vuelve a meter su teléfono en el bolsillo y se acerca a mi oreja.
—Hace mucho tiempo, y quiero decir hace mucho tiempo, se decía que
cuando el reloj daba las doce, era cuando se abría el portal del infierno y
dejaba salir a todos los fantasmas que querían venir a la tierra. Pero todas
las noches a las doce, eran absorbidos nuevamente, y luego jamás se les
permitía pasar. Como un ciclo. Tenían veinticuatro horas aquí y así
sucesivamente. Se decía que los fantasmas provenían de un pequeño pueblo
en Rumania.
Miro a Rose y veo cómo envuelve una de las cintas aéreas alrededor de
su muñeca, tratando de levantarse. Está fallando, pero es decidida.
No tengo ninguna duda de que podrá lograr esto.
—Eso es un poco raro. ¿Sigue vivo este pequeño pueblo?
Killian sonríe. Algo que hace mucho.
51
—Es solo folklore, pero, sí, lo está. Dicen que, si una mujer baila frente
a una hoguera después de la medianoche, estará ofreciendo su cuerpo como
recipiente para que uno de sus antepasados pueda saltar a este plano.
—Eso es... espeluznante —susurro, el conjunto continúa en el fondo.
Veo mientras la chica rubia, creo que dijeron que se llamaba Val, se agarra
a un gran anillo que está colgando del techo, dándole la vuelta. Lleva un
spandex corto y un sostén deportivo. Nada glamuroso, pero supongo que
guardan los disfraces para las actuaciones reales.
Rose me busca entre la multitud, sabiendo que estoy aquí, pero es
demasiado tarde porque Val corre en círculos a su alrededor, con el anillo
asegurado en su mano. Se balancea, engancha sus piernas alrededor del
anillo y cuelga boca abajo mientras el aro va más alto. En su círculo, el anillo
cae y agarra a Rose de los tobillos, tirando de ella boca abajo. Todo lo que
impide que Rose caiga sobre su cabeza es Val. Ella levanta a Rose, y observo
mientras sus brazos y tríceps se contraen con el movimiento. Rose
finalmente se da cuenta de lo que está pasando, se agarra del anillo y se
balancea. Se sientan una al lado de la otra mientras Val realiza múltiples
movimientos alrededor de Rose. Miro como la cabeza de Rose gira de
izquierda a derecha. Cuando Val se coloca justo en frente de su rostro, con
un tobillo a un lado y el otro al otro, Rose cae hacia atrás, pero en el último
minuto, Val le agarra el brazo, tirando de ella hacia atrás mientras el anillo
baja al suelo. Mi corazón da vueltas en mi pecho y no es hasta que vuelven
a estar en el suelo que me doy cuenta de que estoy de pie, con las manos
apretadas y sudando. La música se corta, y las luces se encienden.
—¿Qué demonios, Val? —grita Kyrin al lado de Killian—. Apenas se
estaba poniendo bien. ¿Por qué la salvaste?
Val mira a Kyrin.
—Porque resulta que tal vez me gusta esta. Y… —Val mira a Rose de
arriba abajo—. Tiene potencial, pero no el suficiente como para ser mejor
que yo.
Rose se burla de ella, poniéndose de pie mientras se levanta el cabello
en una alta cola de caballo.
—Jódete.
Val le sonríe, lo suficientemente malvada como para igualar a Maléfica.
—De nada, preciosa. —Lanza una botella de agua al pecho de Rose,
quien la atrapa al instante—. Estás dentro. No me hagas enojar. —Luego se
gira para irse. Tomo ese momento para ir directamente a Rose, revisándola.
—¿Estás bien? —susurro, notando los moretones morados y rojos por
todas las partes de su cuerpo.
—Estoy bien. —Me ofrece una amable sonrisa. Una que no alcanza sus
52
ojos. Una que muestra que no está bien.
—Bueno, al menos estás con chicas y no con cuatro hombres que
pueden o no asesinarte... —murmuro.
Los ojos de Rose se mueven sobre mi hombro y la sigo. Mi mandíbula
se aprieta cuando veo a King sentado unas filas detrás de donde estaba, con
los ojos entrecerrados y los labios en una línea plana. Odio que mi estómago
y mi pecho se sientan como si hubieran sido golpeados cada vez que lo
encuentro mirándome. ¿Por qué tiene que ser tan exasperantemente guapo?
—No lo sé. —Rose golpea su hombro con el mío—. Parece una bonita y
buena manera de despertar muerta.
Pongo los ojos en blanco.
—Rosé, no te despiertas si estás muerta.
Se ríe de mi apodo hacia ella, levanta su sudadera con capucha y la
desliza sobre sus delgados hombros.
—Siempre tan inteligente.
La dejo un poco después de eso y regreso a nuestro RV. Abriendo la
puerta, perezosamente me dirijo a la parte de atrás donde está mi cama,
pateando mis zapatos y pantalón, caigo en mi cama antes de perderme en
un sueño profundo.
8
Dove

U
na sacudida me despierta cuando el sol quema mi piel por la
ventana, calentándome desde afuera hacia dentro. Nos
estamos moviendo. Me levanto de la cama poniéndome unos
botines y saliendo de puntillas de mi habitación y yendo hacia
abajo, a la parte delantera de la casa rodante, apoyándome contra las
paredes cada vez que golpeamos una piedra o que damos un giro.
—¿A dónde vamos? —No pregunto a nadie en particular, pero tan
pronto como llego al frente, veo al mismo tipo que estaba aquí cuando me 53
mudé.
—Buenos días, Pajarito. Nos dirigimos a Nueva York. Te levantaste
temprano.
Me apoyo en el asiento del pasajero.
—No estoy acostumbrada a dormir en un vehículo en movimiento.
Se ríe, y es entonces cuando veo el diente de oro en su boca. Es un gran
chico. Un poco bajo para mi gusto, y obviamente demasiado viejo, pero es
atractivo.
—Habrá muchas cosas a las que tendrás que acostumbrarte, Pajarito.
Deshago mi cola de caballo y vuelvo a recogerme el cabello en un moño
alto.
—Estoy segura de que sí. ¿Bebes café?
—Negro, por favor.
—Bien. —Me doy la vuelta para dirigirme a la cocina mientras Kingston
baja las escaleras, usando solo un pantalón corto gris que cuelga demasiado
bajo en sus caderas.
Concéntrate.
Lo ignoro y comienzo el café. Estoy agarrando dos tazas cuando siento
el calor que irradia de él. Está justo a mi lado, buscando algo arriba de mi
cabeza.
Me congelo ante su proximidad. El olor a jabón en polvo, miel y cenizas
se vuelven rápidamente en una embriagadora combinación de pecado.
Jesús.
Cierro los ojos y exhalo, enrollando las mangas de la sudadera con
capucha que todavía estoy vistiendo. Alcanzo la cafetera y sirvo dos tazas.
Necesito conseguirlo: el costado de su cintura roza mi brazo e
involuntariamente me alejo de él, no dispuesta a reconocer la electricidad
que corrió a través de él hacia mí.
—Lo siento —murmuro, alejándome.
King no responde. No me presta tanta atención mientras vierte granola
en su tazón. Su proximidad es tóxica, el agarre invisible de su puño
alrededor de mi garganta amenaza con ahogarme. Dándole un significado
completamente nuevo a dejarme sin aliento. Después de verter líquido negro
en las tazas, me vuelvo hacia el cajón de cubiertos cuando el RV se desvía,
y caigo en su cálido pecho.
—Lo siento. —Me aparto de él, y luego tiro mis manos hacia atrás
cuando la sensación de su piel casi me electrocuta.
Me aleja, mirándome como si fuera una niña molesta, y él el atractivo
niñero que no puede ser molestado con mi mierda. 54
—Deja de joder disculpándote. —Toma una cuchara y luego otra para
mí, lanzándola al mostrador de la cocina.
—Gracias. —Tomo la cuchara y revuelvo el azúcar en mi taza. Él se
sienta en uno de los taburetes, ignorándome mientras mete bocados de
granola en su boca. Decidiendo dejarlo así, me giro para regresar al frente
del RV cuando su voz me detiene en seco.
—Oh, ¿y Dove?
Miro sobre mi hombro.
—¿Sí?
Su lengua se mueve sobre su labio inferior mientras señala mi espalda
con su cuchara.
—Quítate mi maldita sudadera.
—Claro —respondo bruscamente, ocultando el hecho de que sus
palabras me picaron y que no sabía que era suya. Podrá recuperarla tan
pronto como termine mi café.
Le doy al chofer su café y me siento en el asiento del pasajero, soplando
en la taza. Hay un largo silencio antes de que diga algo.
—Soy Justice.
—Encantada de conocerte —digo, manteniendo mis ojos fijos en los
árboles que pasan y en las tierras de cultivo.
—No tienes que mentirme, pequeña. Sé muy bien que no es agradable
conocerme, considerando tus circunstancias —gruñe, tomando un sorbo de
su café mientras mantiene una mano en el volante.
Me paso la palma por la frente.
—¿Qué te hace pensar que tuve una vida que valía la pena perder?
Justice hace una pausa y veo que la comisura de su boca se mueve en
una sonrisa.
—Touché, Pajarito.
—¡Dove! —grita Kingston desde atrás. No me giro. No soy una de sus
grupis. No me gusta que me traten como a una mierda cuando apenas me
conocen.
—¿Qué? —grito, mi voz monótona es un regalo muerto sobre cuánto
me preocupa su molestia.
—¡Sudadera!
Tomo un largo sorbo de café, tragando más allá de la quemadura que
me enciende.
—Pajarito, no provoques al lobo cuando eres una oveja —susurra
Justice.
55
Me levanto, volviéndome para mirar a King. Sus piernas están abiertas,
y su mirada está muerta y puesta en mí. Está descansando hacia atrás, con
la cabeza ligeramente inclinada. Dos de los otros hermanos comienzan a
bajar las escaleras.
—Oh, ¿te referías a ahora? —pregunto, alcanzando la cremallera y
deslizándola hacia abajo. Soy muy consciente de que no tengo nada más
que mi sostén de encaje blanco y mi pantalón corto debajo de ella.
Kingston asiente.
—Sí, Pajarito, ahora sería bueno. Puedes venir y mover tu trasero a mi
alrededor también, pero no te pagarán por eso. —Ladea la cabeza en desafío.
La abro toda y la arrastro fuera de mis hombros.
—Jesucristo, niña —gruñe Justice a mi lado.
Doblo la sudadera con capucha en mis brazos, y ahí es cuando veo el
nombre impreso en la parte de atrás. AXTON. Y luego debajo de él está LOS
HERMANOS DE KIZNITCH. Mis ojos se disparan hacia donde Killian está
parado, con una taza en las manos, pero sus ojos están en mi cuerpo.
—Idiota —murmuro, caminando hacia delante y empujando la
sudadera con capucha en el pecho de Kingston al pasar.
Killian se ríe mientras paso y me dirijo directamente a mi habitación.
Era Miami Beach, y estaba soltera, así que, naturalmente, me
encontraba dándome el lote con un extraño al azar después de una noche con
Rich y un par de chicas del club.
Acerqué al tipo cuando se estiró detrás para abrir la puerta, abriéndola
hasta que se estrelló contra la pared.
Los dos nos reímos, y fue la primera vez que noté que no tenía unos
grandes dientes. Demonios, el tequila debía de haber subido, pero a la
mierda. Estaba aquí, borracha. Necesitaba una distracción. Claro, recoger a
un tipo al azar del club no tenía clase, pero esta noche no estaba buscando
clase: necesitaba que me alejaran.
Íbamos a tientas a su cama y estaba cayendo sobre el colchón cuando
comenzó a buscar un condón. Fui con él porque era por eso que estaba aquí.
Una vez que estuvo desnudo y con el condón puesto, lo empujé sobre mí y
perdí el rumbo durante cinco minutos. Si eso. La canción “One-minute man”
comenzó a sonar en la parte de atrás de mi cerebro cuando el chico al azar
cayó dormido a mi lado, pero no antes de murmurar que podría pasar la noche
56
e irme a casa por la mañana, por lo que estuve más agradecida que el épico
fracaso de sea lo que sea con lo que me acababa de arruinar.
Me arrastré hasta su cama y tiré de las sábanas hacia mí, poniendo los
ojos en blanco cuando sus ronquidos ganaron volumen.
Quería ir a dormir, pero no podía. La ventana de su habitación estaba
abierta, permitiendo que el aire del océano entrara. Después de diez minutos,
mis ojos comenzaron a ponerse pesados.
Muy pesados.
Estaba persiguiendo el sueño que tan desesperadamente quería, cuando
una dura mano me cubrió la boca y me devolvió la vida.
Mis ojos se abrieron cuando el miedo me recorrió. Pude ver el contorno
de su sudadera con capucha, pero un pañuelo negro cubría la mitad de su
rostro, ocultándolo de nariz hacia abajo.
Se inclinó hacia un lado de mi oreja, su mano apretó mi boca.
—Juguemos cara o cruz, Pajarito… —bromeó The Shadow. Sentí su
rodilla ir entre mis piernas. Aunque tenía una ligera sábana que me cubría,
podía sentir todo—. Cara, te chuparé la vagina hasta que grites, para
mostrarle a este tonto cómo tiene sexo un hombre de verdad. O cruz, te corto
cada uno de tus dedos y te penetro con ellos. Ambos te harán gritar, nena.
¿Entonces, qué será?
Pateé y me di la vuelta, pero sabía que era inútil. The Shadow vendría y
se iría. Era lo que hacía.
Me empujó, y tragué la saliva de mi boca, con lágrimas pinchando mis
ojos. El día que comenzó fue el día en que murieron mis padres, y supe que
tenía algo que ver con ellos, pero no estaba segura de cuánto tiempo podría
aguantar hasta que finalmente se llevara la única cosa que ansiaba.
A mí.
Lentamente, dio un paso atrás, y vi que sacaba una moneda de su
bolsillo. Me giré para ver mi aventura aleatoria de una noche, descubriendo
que no se había movido. Seguía roncando de espaldas.
—Tick, tock, Pajarito, es una carrera contra reloj...
The Shadow siempre me había atormentado entre las grietas, pero
nunca me había amenazado sexualmente.
Me mordí el labio inferior mientras lanzaba la moneda de plata al aire.
Observé cómo se curvaba, dando vueltas y vueltas, hasta que aterrizó en la
palma de su mano.
Se detuvo por un segundo, y luego dobló los dedos mientras comprobaba
en qué lado había aterrizado. La agarró entre sus dos dedos y me la mostró.
Entrecerré los ojos para ver mejor, pero era obvio que era…
—Cara —susurré. 57
Se volvió hacia mí hasta que su cuerpo se cernió sobre el mío, ambos
puños se hundieron a cada lado de mí.
—Un trato es un trato, Pajarito.
—Yo… —Apartó la sábana de mi pierna.
—Abre las piernas —gruñó, y una mezcla peligrosa de miedo y calor
comenzó a formarse en mi vientre.
Lentamente, abrí más la pierna, arrojando mi brazo sobre mis ojos. No
estoy a punto de hacer esto aquí. Ahora no. No con el hombre al que temí
durante años. La verdad es que a medida que pasaban los años, me había
acostumbrado a su presencia. El miedo me hacía hacer cosas imprudentes,
pero esto era de lejos lo peor.
Antes que pudiera salir corriendo de la habitación y alejarme de lo que
estaba persiguiéndome, su cálida boca estaba en mi vagina. Mi espalda se
arqueó de la cama por la sensación cuando su lengua se movió alrededor de
mi clítoris. Chupó, lamió, y jugó conmigo salvajemente cuando los gemidos
dejaron mi cuerpo.
—Grita —exigió.
Moví la boca, mi cabeza se volvió a un lado para comprobar al chico al
azar. The Shadow presionó mi clítoris con la parte gruesa de su lengua y
lentamente lamió. Un dedo se deslizó dentro de mí, justo cuando su boca se
oprimió de nuevo, con movimientos bruscos de su lengua.
—¡Mierda! —grité, el sudor salió de mi cuerpo mientras el orgasmo que
tan desesperadamente ansiaba se apoderaba de mis músculos y
convulsionaba a mi alrededor. Incluso si despertaba a mi chico al azar en este
punto, estaba demasiado sedado. Unos pocos minutos después, se arrastró
sobre mi cuerpo, su boca ahora completamente cubierta por el pañuelo de
nuevo.
—La próxima vez que quieras rebotar en el pene de otra persona para
alejarte de mí, estaré aquí para recordarte por qué demonios esa no es una
buena idea. Entonces, a menos que quieras tirar la moneda otra vez, Pajarito,
mantén tus malditas piernas cerradas. —Luego se levantó de la cama, y en
lugar de salir por la ventana como pensé que podría haber hecho, se dirigió
directamente a la puerta principal como si fuera el dueño del lugar, cerrando
la detrás de sí.
Me di vuelta para ver al tipo al azar, que todavía roncaba a mi lado.

58
9
King

—N
o vuelvas a sacar esa mierda. —Vacío mi tazón en
el fregadero.
—Oh, vamos. Fue divertido. —Killian sonríe
desde el otro lado de la habitación—. Todos
sabemos cuánto no puedes soportarla.
Me giro para mirarlos, apretando el mostrador.
—¿Ya saben lo que haremos para empezar esta noche? 59
—Tengo ganas de tirar un poco de mierda —dice Keaton casualmente,
bebiendo su batido.
Killian se sienta al lado de Keaton, sonriendo desde detrás de su taza.
Me doy la vuelta y me dirijo arriba para ducharme. Bastardo. Pateando
mi puerta para cerrarla, estiro el cuello y la cabeza hacia mi teléfono que
está sonando en mi cama.
Deslizándolo, lo empujo hacia mi oreja.
—Mamá.
—Hijo, no he tenido noticias tuyas en unos días. ¿Cómo va todo?
Me dirijo a mi armario y saco un pantalón vaquero y una destartalada
camisa Harley Davidson, arrojándolos a mi cama.
—Ahí va.
Silencio.
—Tu padre quiere una actualización. —La escucho chasquear los dedos
en la parte de atrás. Probablemente a nuestra criada—. Sapore tuae ne
obliviscaris, hijo. —No olvides tu obligación, hijo.
Me congelo, mis músculos se doblan por la tensión.
—No lo he hecho.
—Hijo…
—Mamá, me tengo que ir.
Cuelgo mi teléfono y lo tiro a la habitación. ¿Alguna vez oyeron de esa
madre que lanzo a todos sus hijos por el acantilado y mató a toda su familia?
Sí, bueno, estoy bastante seguro de que esa perra se reencarnó en mi madre.
Si creen que estoy equivocado, que estoy muy jodido, entonces necesitan
conocer a mi madre.
Me dirijo a la ducha, dejando todas y cada una de las conversaciones
que acabo de tener detrás. Pasando bajo el agua caliente, descanso la cabeza
contra la pared de mármol.
Ella no puede saber quiénes somos. Quiero decir, cómo estamos de
jodidos realmente. Sonrío mientras el agua gotea por mi rostro. La venganza
no siempre es dulce, a veces, es un amargo recordatorio de los demonios
que te perdiste, por lo que debes levantar el pene, apuntar, recargar y…
Bang.

60
10
Dove

—B
ien, bien. —Me rio, descansando mis piernas sobre
el tablero. Es media tarde y hemos estado
conduciendo por lo que parecen días. Faltan
alrededor de cuatro horas más antes de llegar a
Nueva York—. Puede que tengas razón sobre eso. —Me rio del pobre intento
de Justice elaborando teorías de conspiración—. Pero creo que el clon de
Avril Lavigne es un poco exagerado. Quiero decir, le estás dando demasiado
crédito a la raza humana. No somos una especie que dure hasta el fin de los 61
tiempos.
Justice se ahoga con su bebida.
—¿Por qué dices eso?
—Fácil —digo, empujando mis gafas de sol por mi nariz y mirándolo
sobre el borde—. Vivimos en una economía que prospera cuando los menos
privilegiados se quedan abajo y los ricos se hacen más ricos. Tenemos
guerras sucediendo en todo el mundo, y ahora, las personas son muy
sensibles. Todos se ofenden de cualquier cosa y luego se ofenden porque se
sienten ofendidos.
—Está bien, me perdiste, cariño, pero entiendo tu punto.
Me encojo de hombros, empujando mis lentes hacia arriba.
—Dime algo sobre ti.
Justice se ríe.
—Nop. No iré allí.
—¡Pajarito, ven aquí! —grita Killian detrás de mí. He estado
ignorándolos deliberadamente durante todo el viaje, conversando con
Justice, pero esta es la primera vez que alguno de ellos me llama.
Me doy la vuelta.
—Estoy bien. Gracias.
—Sí, esa no fue una pregunta —responde Kyrin, vertiendo vodka en un
vaso. Me mira por encima del borde mientras se lo bebe—. Actúas como si
no fueras una prisionera. Tal vez debería recordártelo y atarte a mi cama.
Killian se ríe, tirando su mano de cartas.
—La estás asustando, Kentucky.
Kyrin me fulmina con la mirada.
—Bien. Me gustan asustadas. Me pone el pene muy duro.
El hecho de que King baje las escaleras interrumpe nuestra ida y
vuelta, afortunadamente.
Tengo muchas ganas de ir allí para ver cómo se ve, pero quedó claro,
al principio, que estaba fuera de límites para mí, y ahora mismo, no tengo
ganas de probar su moderación.
King va a la nevera, saca carne y mostaza y se entretiene en prepararse
un sándwich. Sé que es el líder de todos, pero es una rara dinámica. Todos
se mueven con fluidez, a pesar de que King realmente no se queda con ellos.
Por lo que he visto. O tal vez simplemente no es social. Justo mientras ese
pensamiento atraviesa mi cerebro, King se deja caer en el taburete al lado
de Kyrin, dándole una enorme mordida a su sándwich con los ojos en mí.
Es espeluznante. Es casi como si pudiera escuchar los pensamientos dentro
62
de mi cabeza.
Kyrin desliza un vaso de lo que parece una mezcla de alcohol. O de
cola, tal vez.
Los ojos de King se quedan en los míos mientras lo levanta y toma un
largo trago.
—Pajarito, ven a jugar. —Se burla Killian, sacándome de mi trance
Kingston.
—¿A jugar a qué? —pregunto, mirándolos a todos con sospecha.
Killian levanta una ceja perfectamente arqueada.
—Bueno, si puedo elegir...
Si juego con ellos, cartas por lo que parece, ¿qué es lo peor que podría
pasar?
—Continúa, Pajarito. No muerden —agrega Justice débilmente.
—Oh, ¿no? —Se burla Killian y me da un guiño.
King patea la silla frente a él, asintiendo hacia ella.
—Bien, vamos, pequeña Dove. —Se inclina, apoyando los codos sobre
las rodillas mientras me cubre con su mirada helada—. ¿No quieres ver si
mordemos?
Mis piernas tiemblan bajo mi peso, y mi aliento queda atrapado en mi
garganta, pero me encuentro yendo directamente a la silla. Un paso. Dos
pasos. Tres... Me siento, notando las cartas dispuestas sobre la mesa.
—¿A qué estamos jugando?
King se recuesta en su silla y sonríe.
—A ti.
Me aclaro la garganta. Nunca he visto su sonrisa, y ahora desearía no
haberlo hecho. Es mortal, como algo que te imaginas en tus pesadillas. La
única diferencia entre él y el monstruo que te espera en esas pesadillas
cuando cierras los ojos es que Kingston está vestido como todo lo que alguna
vez has deseado.
—Está bromeando. —Keaton me mira sin comprender.
—¿O, lo está haciendo? —Se burla Killian.
Kyrin pone los ojos en blanco, repartiendo mi mano.
—El juego se llama Sixers. —Kyrin me entrega seis cartas y continúa—
. El objetivo del juego es leer a las personas. ¿Puedes hacer eso?
—¿Honestamente? —respondo, recogiendo mis cartas—. No.
63
Kyrin hace una pausa en su repartición, sus ojos recorren la mesa.
Sigue hablando.
—Bueno, podrías aprender o no. Supongo que estamos a punto de
averiguarlo. Entonces, el objetivo es que todos recojamos las cartas. El
distribuidor, quien soy yo para esta mano, tiene tres preguntas. Empiezas
por la izquierda y sigues el circulo. Usa tus tres preguntas sabiamente,
porque eso es todo lo que tienes antes de tener que adivinar la carta que
escogerán de las seis que tienen. Si lo haces bien obtienes esa carta. El
jugador con más cartas al final del juego tendrá un reto que podrá usar.
Entonces, si gano, podría elegir a uno de ustedes para hacer cualquier cosa
que quiera, y tendría que hacerlo.
Levanto una ceja desafiante.
—¿Y si no lo hacemos?
Kyrin mueve el mazo de cartas entre sus dedos.
—Nunca hemos tenido a alguien no queriendo hacer algo antes, así que
quién sabe, pequeña Dove. Supongo que te pondría en una situación
terriblemente frágil.
Trago despacio para no mostrar mi miedo.
—¿Cuáles son las reglas? —pregunto, echando un vistazo a mis cartas.
Esta fue una idea horrible.
Kyrin vierte otro vaso de vodka, deslizándolo hacia mí.
—No puedes preguntar por el color, la familia o si es un número impar.
—¿Qué? —jadeo, ignorando la bebida—. ¿Cómo se supone que voy a
averiguar cuál es la carta?
—Supongo que estás a punto de resolverlo —murmura Keaton.
Kyrin coloca el resto de las cartas en el centro de la mesa y gira hacia
Keaton. Busca en sus ojos por unos segundos.
—¿Cuál es tu color favorito?
—El negro.
—¿De verdad? Pensé que era el rojo.
Keaton lo fulmina con la mirada.
Kyrin se ríe entre dientes.
—Rey de Corazones.
Keaton da vuelta a la carta, revelando al Rey de Corazones.
—¿Qué? ¡Eso es imposible! —No entiendo la dinámica de muchos
juegos de cartas, pero estoy casi segura de que nunca he visto uno así.
Killian se inclina hacia mí.
—Esto será difícil para ti porque eres nueva y somos intimidantes, pero
te contaré un secreto. —Se inclina más, suficientemente cerca como para
64
sentir sus labios sobre el lóbulo de mi oreja—. La gente suele mostrar qué
tienen.
No tengo idea de lo que eso significa.
—Deja de hacer trampa, Kill —murmura King, sacudiendo la cabeza.
—¡Oye! Quiero decir, nunca hemos tenido a una chica en nuestro grupo
antes. Solo estoy asegurándome de que tenga una buena oportunidad. Y
hombre, la hemos arrojado al fondo jugando a los Sixers.
—Mierda. —Killian se ríe, mirándome—. Hemos estado jugando desde
que tenemos dos años.
El silencio se extiende entre el grupo.
—¿Dos? —pregunto sorprendida. ¿Cómo podría un niño de dos años
saber jugar algo que yo no puedo?
Keaton responde:
—Está bromeando —dice las palabras, pero no siento su verdad.
Continúan dándole la vuelta al círculo, y veo como uno tras otro lo hace
bien. King tiene la mayor cantidad de cartas apiladas contra él cuando es
mi turno. Pongo las cartas en el centro de la mesa.
—¿Vas a terminar tu bebida? —pregunta Kyrin, empujando su cabeza
hacia el vaso.
—No tomo bebidas de extraños.
—Oye. —Kyrin sonríe—. Quizás eso sea algo que podamos aprender.
Ya sabes, no te lleves humanos que no te pertenecen.
Me estremezco, pero no lo suficiente como para que alguno lo note.
Mis ojos se dirigen a Killian, quien está a mi izquierda. Él levanta su
carta, tocando su boca.
—Vamos, Pajarito. Sabes que tienes esto.
No tengo idea de lo que tengo, y este juego es extraño. No sé dónde
comenzar o lo que debería preguntar.
—¿Alguna vez has besado a una extraña? —No estoy segura de por qué
salió de mi boca, pero seguiré con eso, porque es Killian. ¿Qué es lo peor
que puede pasar?
—Llévame a cenar antes de tener sexo conmigo, Pajarito. —Se ríe,
escondiéndose detrás de su carta.
Su ojo izquierdo se contrae.
No tengo idea de qué demonios estoy haciendo.
—No lo sé. ¿Seis de Diamantes?
—¡Incorrecto! —Killian muestra diez corazones. 65
—Este juego apesta —murmuro, antes de darme cuenta de quién es el
próximo.
Kingston me mira fijamente, sus gruesas pestañas se abren sobre sus
altos pómulos cada vez que parpadea. Sus labios son del tamaño perfecto.
No demasiado gordos, pero no muy delgado. Su rostro tiene una simetría
perfecta, cada facción perfecta y alineada.
Sostiene mi mirada, la carta metida entre su pulgar y su otro dedo.
Sostiene su bebida en la otra mano. Noto la pulsera de cuero en su muñeca
y el anillo negro también.
El silencio llena el espacio a nuestro alrededor, y juro que estoy
respirando fuerte.
Parpadeo lentamente.
—¿Alguna vez has estado enamorado?
Sostiene mi mirada, no tanto como para estremecerse.
—Nunca.
—¿Alguna vez planeas hacerlo?
Aprieta la mandíbula.
—Nunca.
—Algunos podrían decir que tienes un corazón negro.
Ladea la cabeza cuando la esquina de su boca se levanta unos
centímetros. Es sutil, pero lo capté. Continúo, mi lengua se desliza por mi
labio inferior. Sus ojos caen de los míos para atrapar el movimiento antes
de volver a subir. De nuevo, sutilmente.
—Algunos podrían decir… —susurro. ¿Qué demonios estoy haciendo?—
. Que ese es un As de Espadas.
Él se queda quieto. Sus ojos se estrechan sobre mí, y todo a mi
alrededor deja de existir. En este momento, solo somos él y yo y nuestro
silencioso tira y afloja.
Tensa su mandíbula varias veces y luego voltea la carta para mirarme.
Todo vuelve a ser en tiempo real cuando el resto de los muchachos
entra en erupción.
Un ataque de incredulidad. Allí, entre los dedos de King, está el As de
Espadas.
Parpadeo un par de veces para salir del aturdimiento en el que estaba.
—Espera, ¡cambiaste eso! —Señalo la carta.
King arroja la carta al centro de la mesa.
—No lo hice, y no hice trampa.
—Eso es jodido. —Killian niega con incredulidad. Se aparta de la mesa, 66
sacando su teléfono. Toma una foto al azar de nosotros por toda la mesa—.
Eso pasará a la historia.
Me sacudo y lo intento con los otros dos. Keaton fue un fracaso épico.
Ni siquiera sé por qué lo intenté. No puedo sacarle nada, y, honestamente,
ni siquiera lo intenté, porque no sé cómo lo hice para empezar, y estaba
demasiado distraída por lo que sea que acababa de suceder.
Lo mismo con Kyrin. Fallo. Fallo. Fallo. Todos menos el maldito
Kingston Axton. ¿Por qué no pudo ser él mi fracaso? ¿Por qué tuvo que
sostener mi As de Espadas?
—¡Muy bien! No tenemos que contar para saber que King ganó —
anuncia Killian, aventando sus cartas en medio y bebiendo el resto de su
bebida.
—Sorpresa, sorpresa. —Se ríe Keaton, pateando a King por debajo de
la mesa.
—¿Qué será, su majestad? Vamos. ¡Dánoslo! —Se burla Killian, tirando
papas fritas en su boca.
Kingston sonríe, mirando alrededor de la mesa.
Me congelo cuando sus ojos caen sobre mí, y en lugar de ir a Killian, se
quedan conmigo.
Oh, no.
Oh, mierda.
Niego.
—Soy nueva. No puedes incluirme en esto.
Sus cejas se alzan.
—Oh, pero puedo hacerlo. —Sonríe, su dedo índice se mueve en su
labio superior.
—¡Eh! —grita Justice desde el asiento del conductor, salvándome de lo
que sea que King estaba a punto de decir. Gracias a Dios—. ¡Llegamos! —
Miro hacia abajo viendo la hora que está en el tablero: 7:37.
Mierda, ese tiempo se pasó rápido.
Me levanto de la mesa, llevo mi vaso al fregadero mientras el resto de
ellos desaparece a la izquierda, a la derecha y al centro para hacer las cosas
que probablemente hacen, de las que no sé nada.
Me giro para encontrar a King todavía en su silla. Estoy parcialmente
molesta por tener que pasar por encima de él para llegar a mi habitación.
Podría sentarme con Justice un poco más, pero creo que nuestra charla se
extinguió con éxito.
Empiezo a dirigirme a mi habitación mientras aguanto la respiración.
Cuando llego junto a King, su mano encuentra mi muslo interno, deteniendo
mi movimiento, y mi puto corazón. 67
Me detengo, mi respiración es irregular. Cuando lo miro, me sonríe.
Sus dedos se doblan alrededor de mi muslo y tengo que concentrarme
para evitar la combustión.
—Cobraré este desafío más tarde esta noche, Pajarito.
Me suelta, y me las arreglo para llegar con éxito a mi cama sin caer de
bruces.
Mi teléfono vibra justo cuando recupero el aliento en mi almohada. Lo
alcanzo abriendo el texto.
Mataré a Val antes de que termine esta noche.
Denme cualquier drama de chicas cualquier día. Recuerdo estar en la
secundaria y enloqueciendo por el más mínimo drama. Ahora, frente a esto,
eso se siente minúsculo. Incluso el hecho de que antes de que me llevaran
a Midnight Mayhem, me moría de hambre, me rompía y pagaba mi vida
bailando en un tubo cada noche parece diminuto, considerando mi drama
de ahora.
Killian interrumpe mi respuesta abriendo la cortina.
—¿Puedo entrar?
—Por supuesto. —Trago, manteniendo mis ojos fijos en el techo y
colocando mi teléfono a mi lado.
Killian se deja caer sobre mi cama, se quita los zapatos y sube. Giro la
cabeza para mirarlo. Está recostado sobre un codo, su sonrisa se esconde
ligeramente detrás de su sudadera con capucha.
—¿Quieres saber qué es raro? —Sus ojos azules bailan con picardía.
Empuja la bola de su lengua, y veo cómo la arrastra por su labio inferior.
—¿Qué? —pregunto, momentáneamente hipnotizada por su lengua.
La vuelve a meter en su boca, su mano llega a mi barbilla para mover
mi frente a la suya.
—Ahora eres una jugadora justa, así que no me mires así.
Me libero de su agarre.
—No sé a qué te refieres. Es gracioso.
Pongo los ojos en blanco, metiendo la mano debajo de la cabeza para
escuchar lo que tiene que decir.
—Hemos estado en ese juego desde que teníamos dos. Eso es veintidós
años de Sixers, y nunca, en esos veintidós años, ha habido alguien capaz de
adivinar a King.
Parpadeo un par de veces.
68
Algunas inhalaciones de aliento más tarde:
—¿Y? —pregunto, queriendo más. Necesitando más.
—¿Y? —dice Killian, mostrando sus dientes rectos detrás de una
sonrisa—. Y eso es jodidamente extraño. —Entrecierra sus ojos, buscando
los míos—. Eres extraterrestre. Del Área 51.
Me levanto de la cama, tomo mi teléfono y escribo rápidamente el
mensaje de texto que se suponía que debía enviarle a Rose antes de que
Killian entrara con su presumido trasero a mi área 51.
¿Podemos intercambiar?
—¿Cuál es tu trato, de todos modos, Pajarito? —pregunta Killian,
saliendo lentamente de la cama y apoyando los codos sobre las rodillas—.
¿Por qué estás aquí?
Estoy a punto de decirle que me raptaron cuando la cortina que separa
mi recámara y el resto del RV se abre.
—Sal. —Kingston mueve su pulgar sobre su hombro, mirando a Killian.
Me levanto de mi posición, como si me hubieran sorprendido haciendo
algo incorrecto.
Killian no se mueve, permanece en silencio, y no es hasta que lo veo
que encuentro su sonrisa fija en Kingston.
—¿De verdad? —Killian se ríe, saliendo de mi cama y apoyándose en
Kingston para susurrarle al oído. Ni siquiera quiero saber de qué están
hablando.
Estoy demasiado ocupada haciendo hincapié en lo que King podría
hacer para mi reto.
Tal vez debería contrarrestarlo con un juego de póker y ver si todavía
gana.
Killian se va, y el RV se detiene. El silencio que llena la distancia entre
King y yo es lo suficientemente fuerte como para despertar a los muertos.
—Entonces, este reto... —Bromeo, apretando la manta debajo de mi
puño.
—¿Necesito establecer algunas reglas? Quiero decir, ¿algunas bastante
obvias? —responde, sorprendiéndome.
—¿Qué quieres decir? —Mis mejillas se calientan. No sé por qué supuse
que volvería aquí específicamente para su reto.
Se acerca, inclinándose sobre la cama con los puños, encerrándome
entre dos grandes brazos. Su proximidad me recuerda una canción que
bailé. “Breathe” de Mako.
—El poder de distracción cuando estás en una posición vulnerable podría
ser la decisión inmediata entre la vida o la muerte, Pajarito.
Cierro los ojos, principalmente para callar la voz que me persigue 69
incluso cuando tengo los ojos abiertos.
—No debes tener sexo, besar o tocar a ninguno de Los Hermanos.
¿Necesitas que ponga eso por escrito para que puedas entenderlo?
Su voz es baja, su aliento cálido contra mis labios. Lentamente, abro
los ojos y me fijo que está justo ahí. Frente a frente. Nariz a nariz. Busca
mis ojos y luego cae a mi boca.
—Contéstame, Dove.
—No, no necesitas poner eso por escrito. No me acercaré a ninguno de
ustedes.
—Pareces muy segura —argumenta Kingston, inclinando la cabeza
como si estuviera estudiando cada centímetro de mí, pero no lo hace.
Simplemente está aburrido y jugando a ser Dios, asegurándose de que sus
peones se muevan lo suficiente a través del tablero. Conozco a los de su tipo.
Un clueco macho alfa al que le gustan sus soldados en línea, listos para la
batalla. Solo tengo que averiguar si soy uno de sus soldados o un enemigo.
Me aclaro la garganta, mis labios se curvan entre mis dientes.
—Lo estoy. De alguna manera.
—¿Qué te hace dudar de eso? —Necesito que se aleje de mí.
Quiero decirle: ¡Tú! Jodidamente tú me haces dudar de eso, pero en
cambio, niego.
Él se empuja hacia atrás, cuadrando los hombros.
—Ya lo veremos. —Se va, y veo cómo desaparece en la oscuridad de la
casa rodante. La única luz que ilumina el área es la bombilla en el techo.
Justice estira los brazos sobre su cabeza, bostezando. Me pilla
observándolo y corta su bostezo.
—Pajarito, ¿estás bien? —Tiene acento y no tengo idea de dónde es.
¿Escocés, tal vez? Parece casi gitano. Tal vez es solo un extraño acento
híbrido de viajar tanto.
—Sí. —Me levanto de la cama, agarro mi teléfono y lo meto en mi bolsillo
trasero. Atravieso el RV—. ¿Qué suele pasar desde aquí?
Rueda los hombros.
—Bueno, bebemos mientras el equipo de construcción levanta todo.
—¿El equipo de construcción?
—¡Sí! —Se mueve a la cocina y saca una botella de agua del
refrigerador—. Nosotros no hacemos nada del trabajo. Todos tenemos que...
—Hace una pausa, toma un sorbo, y momentáneamente piensa en lo que va
a decir a continuación—. Reservar nuestra energía para el espectáculo. —
Desaparece detrás de mí sin decir adiós.
¿Cuál es ese espectáculo? Todos han dejado en claro que no es un circo 70
porque no tienen animales, pero tampoco puedo llamarlo una feria porque
no tienen atracciones. ¿Qué es Midnight Mayhem? ¿Aparte del mito folclórico
de la media noche que Killian compartió conmigo?
Después de ponerme ropa más abrigada, pantalón ajustado y una
chaqueta verde militar con pelo cálido y falso, espero, alrededor del cuello,
salgo a buscar a Rose. Los vehículos recreativos están alineados uno al lado
del otro, con solo espacio suficiente para dar algo de privacidad, pero el
nuestro está más atrás, oculto detrás de un gran árbol. Sus ramas flotan
sobre el RV, curvándose a su alrededor como una especie de sombra. Hay
algunos tipos que están configurando pequeñas luces solares que recubren
la pasarela de cada RV, y me encuentro observándolos cuando me miran.
Les ofrezco una pequeña sonrisa, pero todos miran rápidamente hacia otro
lado, como si hubieran sido sorprendidos haciendo algo que estuviera
prohibido.
—¡Hola! —grito a una joven que está inclinada para arrojar una luz
sobre la hierba cerca de la nuestra. Ella se pone de pie y se vuelve hacia mí
lentamente, sus ojos se iluminan brevemente—. ¿Sabes dónde puedo
encontrar el RV Midnight?
La chica inclina la cabeza, sus ojos buscan los míos. Su boca se abre,
pero justo cuando está a punto de decir algo, otro hombre está detrás de
ella, su mano segura colocada en su brazo.
Sus ojos permanecen en los míos mientras dice:
—Ariana, ve y ayuda con la tienda.
Su labio está curvado, su rostro duro, pero sus palabras son suaves, la
tensión reducida por la pequeña chica.
Ella me mira suplicante, y luego su cabeza cae, y corre por el camino
ya iluminado.
Traigo mi atención de vuelta en el hombre.
—Bueno, ¿sabes dónde puedo encontrarlos?
Sus brazos se doblan frente a su pecho, adoptando una postura
intimidante.
—No tiene lugar aquí, bruja.
Justo cuando estoy a punto de preguntarle de qué mierda está
hablando, el teléfono vibra en mi bolsillo trasero.
Lo saco, ignorándolo y volviéndome para encontrar mi propio camino.
Es un texto de Rose, explicándome cómo llegar a su RV.
Sigo sus instrucciones, encontrando la gran carpa no muy lejos,
desinflada y extendida por la hierba. Me pregunto cuánto tiempo durarán
en el camino y por qué nunca he oído hablar de ellos antes. Necesito
asegurarme de investigar un poco en Google en el segundo que esté lejos de
todos y en mi cama. 71
—¡Dove! —grita Rose, y me giro para verla. Está haciéndome señas
cerca del RV púrpura de Midnight. Hay una pequeña fogata instalada fuera
y sillas rodeándolo. Puedo ver que todas las chicas de Midnight están allí y
una gran parte de mí desea no haber venido. Debería haberme quedado en
la cama, lejos de las personas. Antes que pueda pensar en una excusa válida
para irme, Rose está trotando hacia mí, su brazo se engancha al mío.
—No son tan malas. Es decir, las otras tres. Val es una puta perra, y
no la probaría, si sabes a lo que me refiero —me susurra al oído antes de
llegar a ellas.
Les sonrío a todas cuando me acerco, cada vez más incómoda.
—¡Hola! —Una chica morena se levanta y me da una bebida—. ¡Soy
Mischa! —Señala a la chica de cabello oscuro que está sentada a su lado—.
Y esa es Maya.
Dirige la mano hacia la rubia, quien está sentada al otro lado del fuego,
mirándome con la cabeza inclinada y las piernas cruzadas. Quiero decir, es
hermosa, pero todas son contrastantemente hermosas.
—Y esa es Val, pero es una perra, así que no necesitas conocerla. ¡Ven
a sentarte!
Maya me mira desde su asiento, con ojos cautelosos. Es callada. Creo
que me gusta.
—Entonces, ¿qué te está pareciendo esto? —Mischa provoca la
conversación. Estoy agradecida por eso.
—Ah, veamos. Fui secuestrada y luego...
—Se refiere a las instalaciones —interrumpe Rose, apretando mi brazo.
Inclino la cabeza hacia ella antes de dejarme caer en la silla junto a Maya.
Mischa y Rose continúan hablando, y pretendo tomar mi agria bebida.
Malditas margaritas. ¿En este clima? No, gracias. Colocando la copa de
vuelta en mi regazo, miro a Mischa hablar sobre un tipo que estaba viendo
y ella y Rose continúan una fácil conversación.
Maya está relajada a mi lado, y no es hasta que huelo el dulce humo
de la marihuana que sé por qué. Maya es mitad afroamericana con largo y
oscuro cabello. Tiene rasgos exóticos con ojos almendrados y pestañas
gruesas. Pestañas que, honestamente, mataría por tener. Vaquero y una
sudadera con capucha que ahora tiene sobre la cabeza.
—Sabes, es grosero mirar fijamente. —Maya sacude la ceniza de su
porro.
—Sí —le digo, mirando hacia una Rose ahora silenciosa—. Lo sé.
Maya es diferente. Veo eso. No puedo imaginarla exactamente con
escasa ropa y haciendo divisiones en el escenario.
—No estás tomando tu bebida, Dove —interrumpe Val. Inclina la
cabeza a un lado, y veo como las llamas del fuego parpadean, creando
72
sombras sobre su mandíbula—. ¿Por qué?
Me encojo de hombros.
—Yo…
—Simplemente no bebe. —Kingston me arrebata el vaso. Mi corazón
late en mi pecho, pero la ira arde en mi vientre. Todos los sentimientos de
ver a King finalmente terminan como un rápido enojo que brota en el fondo
de mi estómago.
Lo ignoro a él y a los otros tres que se ponen cómodos alrededor del
fuego. King se sienta en la hierba frente a mí, llevando el vaso a su boca
mientras mantiene sus ojos en los míos. Miro cómo inclina lentamente mi
margarita y se la bebe de un trago. Esperaba algo. Tal vez algo de asco.
¿Desde cuándo los hombres pueden soportar una margarita?
Killian tira de una silla y se sienta al lado de Val, apoyando un altavoz
en el suelo. Revisa su teléfono y reproduce una canción de R&B que
reconozco. “Antisocial” de Ed Sheeran y de un rapero. El bajo retumba y
Killian le guiña un ojo a Maya.
—Tu canción, ¿verdad, boo?
Maya lo apaga y enciende otro porro.
—Sé amable, o tendrás que conseguir tu propio ganja 4.

4 Ganja es un término hindi para la planta del cannabis.


Soy una gran observadora de personas. Nunca hablo, y mucha gente
decía que era una snob. No lo soy. Solo soy callada. Demasiada gente dice
palabras rápidamente y no se toma el tiempo suficiente para pensar antes
de hacerlo. Prefiero ver a la gente. Cómo hablan, se sostienen y qué dicen y
la manera en que lo dicen. Supongo que algunos piensan que es siniestro.
Sin embargo, Maya y Killian, podrían cortar su conexión sexual con un
cuchillo sin filo. Dicen mucho, al no decir nada en absoluto.
Mis dedos se doblan en mi regazo, y ahora desearía tener algo que al
menos quitara el filo. No soy una gran bebedora. Bebo cuando tengo ganas,
y simplemente ocurre que no me apetece a menudo. Tampoco soy una
borracha muy agradable. Me vuelvo descuidada, extraña, y digo cosas que
no quiero decir, como la razón exacta por la que miro a las personas, así
que trato de evitarlo o mantenerlo a sorbos mínimos en el mejor de los casos.
—¿Y por qué no bebes, Dove? —pregunta Val, estudiándome. ¿Por qué
me sigue mirando como si hubiera pateado a su cachorro?
Me encojo de hombros.
—No me gusta beber. —Mis ojos se dirigen a King brevemente, que
todavía está mirándome. ¿Se dio cuenta de que no toqué mi bebida durante
nuestro juego de Sixers? No. Seguramente no. Eso significaría que estaba
prestándome suficiente atención—. No lo hago a menudo.
73
Val parece pensar en sus siguientes palabras, pero cuando nuestra
pequeña fiesta se vuelve un furor, con más personas amontonándose,
aparta los ojos de mí y sondea a Kingston. Se levanta de su silla, y aunque
ahora hay un enjambre de personas caminando y tomando bebidas, no
puedo evitar obligarme a verla subir al regazo de King como si fuera su lugar.
Mi garganta se seca, así que miro hacia otro lado rápidamente, no queriendo
que me atrapen acechando. Nunca hubiera pensado que fueran algo. King
parece inalcanzable. Es como el alcohol de primera categoría, agradable de
ver y soñar, pero sabes que un sorbo te golpeará en el trasero. Encuentro a
Rose mirándome. Me ofrece una sonrisa suave, y luego me pasa su vaso,
moviendo su silla directamente a mi lado, al otro lado de Maya.
—Si tengo razón —dice Rose, señalando el vaso—, necesitas eso.
Levanto el vaso y tomo un pequeño sorbo. La cerveza descansa en mis
labios antes de que me la trague.
—En realidad, podría ir a dar un paseo. ¿Te veo un poco más tarde? —
le digo a Rose, que ahora está quitándole el porro a Maya.
—¿Quieres que vaya contigo? —Envuelve sus labios al final e inhala.
Niego.
—No. Solo necesito un poco de aire. —Miro a Maya, quien me está
ignorando—. Adiós, Maya.
Sus ojos se dirigen perezosamente a los míos. Tiene el peor rostro de
perra fumada que creo haber visto alguna vez.
—Adiós —responde rotundamente antes de mirar hacia la distancia.
Cuando comienzo a caminar y me dirijo a Dios sabe dónde, intento averiguar
si Maya es extraña, perturbada, o simplemente una reclusa. Tenía el plan
de caminar hasta terminar en nuestra casa rodante, pero la carpa ya está
instalada, e instantáneamente me llama la atención.
Lilas neón, negros oscuros y polvorientos grises iluminan la oscura
noche, como una advertencia sobre lo que vendrá. Midnight Mayhem es un
evidente recordatorio de que los mitos son ciertos. Los monstruos realmente
salen de noche.
—Pajarito, ¿estás perdida? —Delila interrumpe mi acecho.
Me doy la vuelta para mirarla y veo cómo pone un cigarrillo en su boca.
Inhala y luego exhala suavemente.
—No. Me dirigía de regreso a mi... al RV.
Delila se adelanta y toma mi mano entre las suyas.
—Sígueme, perdida.
No tengo oportunidad de negarme porque me está arrastrando hacia la 74
apertura de la carpa. Es mucho más grande que la que se instaló en su casa,
y más grande que el estilo de circo promedio. En lugar de rayas rojas y
blancas, es lila y negro, y hay pequeñas luces de hadas incrustadas en la
tela.
Un gran cartel cuelga sobre la entrada, y en una desordenada escritura
negra esbozada en lila dice Midnight Mayhem.
Delila se detiene en el umbral, agitando la mano dentro.
—Vamos. No está todo listo, pero el suelo está puesto.
Estoy a punto de decir que estoy impresionada con el hecho de que esta
monstruosa carpa esté armada tan rápido cuando me doy cuenta de lo que
acaba de decir.
—¿Qué quieres decir con “el suelo está puesto”? —pregunto,
caminando detrás de ella.
Tan pronto como entro, casi me tropiezo con mis propios pies. No hay
sillas bonitas ahora, pero el suelo es listo. Hay un improvisado escenario
que se encuentra detrás de un gran círculo, que yace vacío.
—Quiero decir… —Delila pisotea su cigarro, apagándolo—. Que quiero
verte perderte. —Sus ojos caen a mis pies—. Déjame adivinar, ¿ballet?
Mis ojos se clavan en los suyos después de observar hambrientamente
el espacio.
—Sí. ¿Cómo lo sabes?
—Por la forma en que caminas. —Chasquea los dedos y un chico de mi
edad viene corriendo, secándose el sudor de la frente. No le presto mucha
atención porque Delila todavía está hablando—. Tráeme una silla y algo de
whisky. ¿El sonido está listo?
El joven asiente sumisamente.
—Lo suficiente como para escuchar música, pero no toda terminada.
Delila asiente, y él desaparece, corriendo para agarrar los artículos de
su alteza real.
Ella me mira atentamente, como intrigada.
—No estás bebiendo con el resto de ellos. ¿Por qué? —Enciende otro
cigarro, y realmente me pregunto cuál es el acto de esta mujer y cómo se
mantiene tan en forma mientras fuma tantos cigarrillos.
—Beber no es realmente lo mío.
—Hmmm —responde, sentándose en la silla que trajo el joven. También
coloca una pequeña mesa a su lado que contiene una botella de whisky y
un vaso de vidrio transparente—. Interesante para una chica de tu edad.
Quiero recordarle que no soy una adolescente. No necesito festejar
como una tampoco, pero en cambio, digo: 75
—Cuando la vida toma el control en forma de incidentes trágicos, es
difícil permitir que algo tan vacío llene las partes huecas de tu vida.
Mueve el cigarro entre su pulgar y su dedo índice.
—Eh. Eres inteligente. Suerte la mía. —Exhala, moviendo su mano
hacia el escenario—. Siento no tener un leotardo, pero hay algunas
zapatillas y pantalones cortos y una sudadera. Te quiero libre, Dove. No
quiero un baile por el que tengas que trabajar. Quiero que Dove Noctem
Hendry vuele por mi escenario.
—Bien. —Me giro y me dirijo al improvisado escenario. No tengo idea
de lo que estoy haciendo con respecto a lo que sea que espera, pero haré lo
que me aconsejó que hiciera, bailar.
Tan pronto como me agacho en el escenario, me escondo detrás de una
cortina roja y me quito el pantalón y zapatos, poniéndome el pantalón corto
blanco que me dejó, que es más como un booty 5, y luego me pongo la
sudadera gris. Prefiero bailar con ropa ajustada cuando quiero restringir los
movimientos y acentuarlos.
Las zapatillas de seda rosadas me llaman la atención, y mi corazón se
desacelera en mi pecho. No las he usado en mucho tiempo. Desde antes de
que murieran mis padres. Pongo mi cabello en una alta cola de caballo. Paso
mis dedos por él mientras sopeso mis opciones. Quiero ver si todavía lo
tengo, pero otra parte de mí piensa que no estoy lista. La parte que piensa

5 Pantalones muy cortos que prácticamente muestran los cachetes del trasero.
que no estoy lista suele ser la misma parte que me mantiene despierta todas
las noches pensando demasiado.
—Disculpa. —El chico de antes interrumpe mis pasos—. ¿Tienes una
canción en especial?
—“Breathe” de Mako, por favor.
El joven desaparece por donde vino, y yo vuelvo a hacer hincapié en las
zapatillas. Lentamente, me agacho para tocar la suave seda.
—Tu arabesco es mucho mejor, Dove. Síguelo. —Sharon, mi tutora, baja
la vista hacia su teléfono y responde—. ¿Hola? Sí, no, Dove está aquí. Está
muy bien, señora Hendry. Mucho mejor. De acuerdo, gracias. —Colgó el
teléfono y me sonrió dulcemente—. Tu madre está orgullosa de ti. Eres muy
afortunada.
Alejo mi mano como si hubiera tocado un crudo recuerdo.
Que es lo que tuve.
Decidiendo dejar las zapatillas para otra noche, me dirijo al centro del
escenario.
—¡Lista cuando tú lo estés, Dovey! —grita Delila desde algún lugar
frente a mí. No puedo ver nada porque atenuó las luces—. Quiero todo de ti. 76
No puedo darle todo porque perdí partes cruciales de mí hace años,
pero cierro los ojos y respiro suavemente. La guitarra de la canción
comienza, y doblo el cuerpo alrededor en un círculo, hundiéndose
lentamente en las divisiones con ambos pies mirando hacia fuera. Me
arrastro, dejando que la música flote en mis extremidades, y posea mis
movimientos. No he bailado este estilo desde que los perdí. Desde esa noche.
No es ballet tradicional, pero está en algún lugar en medio de gimnasia, hip-
hop y ballet. Con cada latido, balanceo mi pierna hacia arriba separándola
y girando mi cuerpo en movimientos fluidos. Dios, me encanta esta canción.
No es hasta que la música se detiene que mi respiración y mis lágrimas me
atrapan con la guardia baja. Las limpio rápidamente mientras me pongo de
pie.
Se oyen aplausos en el público y las luces se encienden. No solo está
Delila sentada allí mirando, sino también Los Hermanos.
—¿King? —grita Delila, pero sus ojos permanecen en los míos—. Trata
de no romperla, porque tendrá su propio acto además de estar en el tuyo.
Me aclaro la garganta sutilmente, así no cedo a dejar que la música se
haga cargo de mis emociones.
—¿Y qué es exactamente lo que hacen?
Delila parece reflexionar sobre sus pensamientos y silenciosamente le
suplico que me dé algo. Cualquier cosa que pueda prepararme para lo que
me espera mañana.
—Mucho. —Apaga las cenizas sueltas al final de su cigarrillo—. ¿La
caja? Eso es parte de su acto. ¿La triple rueda de la muerte? También de
ellos. Si ves cuchillos, también son suyos, pero ¿mi favorito? —Delila sonríe,
de pie—. Es lo que le hacen a tu mente. Nada puede ayudarte a prepararte
para eso. —Mueve la mano arriba y abajo de mi cuerpo—. Toma un baño de
hielo para curar cualquier músculo que pudiera tener espasmos y descansa
bien esta noche. —Muestra una sonrisa—. Lo va a necesitar. —Se gira y me
deja aquí, sola con los cuatro.
—Pajarito —Killian interrumpe mi pánico.
—¿Hmm? —Le presto toda mi atención, principalmente porque no
quiero arriesgarme a mirar a Kingston.
Los ojos de Killian se clavan en los míos. Remolinos azules oscuros en
un charco de agua oscura, en el que me fascinaría nadar hasta el fondo.
Arquea una ceja.
—Ven aquí.
Empiezo a caminar hacia él. No sé por qué, y no puedo detenerme, pero
lo hago cuando estoy directamente frente a él, parada entre sus piernas,
cuando siento sus palmas tocar la parte posterior de mis muslos, sus
rodillas se abren más. 77
—¿Qué estás haciendo? —pregunto. Mi boca se mueve y las palabras
salen, pero no sé de dónde vienen.
Killian sonríe mientras sus manos continúan subiendo por la parte
posterior de mis muslos. Los aprieto para que deje de tocarme, y se ríe.
—¿El Pajarito quiere jugar?
No. No, no quiero jugar.
—Sí.
Killian me mira por debajo de sus pestañas, con una sonrisa en la boca.
—Toca a King.
Qué. ¿Por qué tocaría a King? No. No. Me aparto de las piernas de Killian
y me encuentro justo entre las de King. Mi corazón truena en mi pecho
mientras el sudor gotea por el costado de mis sienes. King se recuesta más
en el asiento, su vaquero roto de diseñador cuelga tranquilamente de sus
caderas y sus botas militares están atadas flojamente a sus pies. Se inclina
hacia un lado sobre su codo y su camiseta se mueve ligeramente arriba,
mostrando su V y los calzoncillos Tommy Hilfiger.
Oh, Dios.
Succiona un humo en su boca y quema la punta, cerrando los ojos
mientras se concentra antes de llevarlos de vuelta a los míos.
Sopla una nube de humo.
—Perserva.
—Pon tus manos sobre sus rodillas. —Los ojos de Killian se oscurecen,
volando entre King y yo.
Hago lo que me dice, poniendo mis manos en sus rodillas. Aprieto
mientras un olor a nicotina quemada me sube por la nariz.
—Quítale la camisa.
Oh Dios mío. No. Qué mierda. Mis manos llegan al final de la camisa de
King, y trato de ignorar la electricidad que pasa por su caliente piel y viene
a mis nudillos.
Agarrando el borde de su camisa, lentamente la levanto más arriba.
Mis labios se curvan mientras lucho contra el impulso de obedecer a mi
cuerpo. Es como si las palabras de Killian fueran las cuerdas, y yo la
marioneta. King se inclina hacia delante lo suficiente para que su cuello roce
mi boca. La piel caliente me acaricia los labios hinchados.
Respiro hondo, y justo cuando tiro de la camisa por su cabeza, detengo
mi respiración. Lanzo su camisa a un lado, dando un paso atrás.
Killian se inclina en su asiento, con el cigarrillo encendido entre los
dedos. Su otro dedo corre sobre la parte superior de su labio superior, sus
ojos nunca se van de los míos. La atmósfera se eleva a niveles ardientemente
altos. 78
—Sube a su regazo, Pajarito —dice Killian. Mis ojos se disparan hacia
él cuando el pánico se apodera de mí. No quiero hacerlo. Sé lo que sucederá
cuando esté cerca de mí o me toque. No me gusta. No me gusta nada que
me haga sentir cosas que no quiero sentir, y ahora mismo, Killian me está
obligando a hacer cosas que no quiero hacer. A sentir cosas que no quiero
sentir.
Miro a King, pero no se ha movido. Sus ojos son sombríos, su expresión
aburrida. Lo aburro.
Lentamente, doy un paso adelante y bajo las rodillas en la dura silla en
la que está sentado. Mordiéndome el labio, lentamente me siento sobre su
entrepierna. Mis mejillas están calientes, y mis muslos se aprietan.
King sigue en la misma posición, imperturbable. Solo que ahora está
mirándome y estoy más cerca. No me gusta tan cerca de mí. Kingston cerca
no es algo bueno.
Todos los demás lentamente dejan de existir, desapareciendo en un
ruido blanco. Puedo escuchar “Love is Madness” de Thirty Seconds to Mars
sonando en el fondo. Los ojos de King todavía están en los míos, el cigarrillo
arde entre sus labios. Antes que pueda volver a inhalar, lo quito de sus
labios y lo llevo a mi propia boca. Inhalando suavemente, giro mi cuerpo en
su regazo al ritmo de la música. Sus manos van a mis caderas mientras
expulso el humo entre mis labios. Sus dedos trazan mi costado hasta que
están enterrados en mi cabello, antes de que jale de mi cola de caballo.
Balanceo mi cabello mientras muevo el humo detrás de mí y llevo ambas
manos a mi nuca. Cuando caen, pongo mi pecho contra el suyo. Mi rostro
está tan cerca que puedo sentir sus labios contra los míos y las palabras se
detienen. Todo se ralentiza y la música se desvanece en el fondo, engrosando
mi respiración. Justo cuando estoy a punto de alejarme, cierra los brazos
en mi espalda y me tira más fuerte. Puedo sentirlo entre mis piernas.
Levanta las caderas y se mueven contra mí. Sus labios se ciernen
peligrosamente cerca de los míos, y justo cuando los abre, se agacha a un
lado y muerde el lóbulo de mi oreja.
—Si quieres que tenga sexo contigo como una grupi, sigue haciéndolo,
pero no pago por mis vaginas.
No parpadeo, imperturbable con su crueldad. Moviéndome hacia atrás,
llevo mis manos a sus mejillas. Piensa que soy una puta. Cree que no era
stripper: sino que era una puta.
—Probablemente no podrías pagarme de todos modos. —Balanceo las
piernas de su regazo, alejándolo. Todo vuelve a tiempo real mientras las
carcajadas brotan a nuestro alrededor. Olvidé todo sobre el resto de Los
Hermanos que estaban aquí, y Killian, la pequeña mierda.
Antes de que alguien pueda decir algo, o peor, Killian se meta en mi
cabeza de nuevo, salgo corriendo por la puerta hasta que la caliente
congestión de la tienda es reemplazada por el aire frío de la noche. ¿Como
79
llegué aquí? Tenía una familia que me quería. Mi futuro era brillante. Eso
cambió ahora.
Corro hacia nuestra casa rodante y abro la puerta, enojada conmigo
misma por estar en esta situación, aunque no es exactamente como lo
planeé. Desgarrando todo, me quito la ropa, me deslizo dentro y fuera de la
ducha y me pongo una camisa larga antes de que alguno de ellos regrese.
Abriendo las cortinas traseras, me hundo en mi almohada y contemplo las
estrellas. Siempre ha sido terapéutico para mí ver el espacio.
No sabes lo que hay ahí arriba tanto como no sabes lo que hay dentro
del océano. Creemos que lo que vemos es todo lo que conocemos, pero eso
no es cierto en absoluto.
Mis ojos se cierran lentamente mientras me quedo dormida.
11
Dove

M
e despierto antes de que salga el sol y me pongo unas
mayas. Necesito hacer ejercicio antes de que los hermanos
se despierten. Si eso es lo que Killian es capaz de hacer,
entonces no quiero saber qué pueden hacer el resto de los
chicos, especialmente King. Empujando los auriculares inalámbricos en mis
oídos, presiono play en “So Far Away” de Martin Garrix y logro escabullirme
del RV sin ser detectada. No sé a dónde iré per se, pero sé un poco sobre
Nueva York y sus alrededores. Mis piernas me llevan hacia una pista que 80
tiene un camino de tierra, que conduce a Dios sabe dónde. Sudo y corro
hasta que no puedo sentir las extremidades y piernas ardiendo. Cuando
regreso al campamento, estoy empapada en sudor y Delila marcha
directamente hacia mí.
Me quito los auriculares.
—¿Qué demonios crees que estás haciendo, Dove?
—¿Qué? —Aprieto los auriculares en las palmas de mis manos—. Fui
a correr.
Delila me fulmina con la mirada.
—Bien, veremos qué tan buena idea fue esta noche, cuando estés en
tu acto. Solo entrenas en exceso cuando tienes un día de descanso al día
siguiente, razón por la cual la mayoría del equipo hace ejercicio antes de
llegar y antes de irnos. El resto lo obtienes del espectáculo. —Chasquea sus
dedos, y ese mismo joven viene corriendo a su lado.
—Prepara las gradas, por favor. Aeron y Beat se unirán a nosotros esta
noche, y quiero asegurarme de que se cuiden. —Me mira—. Tu falta de
preocupación está empezando a ponerse un poco desconcertante, Dove.
¿Serás una responsabilidad?
—No —respondo, aunque quiero decir que no me importa lo que piense.
Una vez que Delila ha desaparecido tan rápido como apareció, me
encuentro caminando sin rumbo de regreso a la casa rodante. ¿Cómo
demonios se suponía que debía saber que no se nos permitía entrenar el día
de un espectáculo?
Me detengo cuando llego a la casa rodante, y encuentro a King y a
Killian hablando con unos pocos tipos que nunca había visto antes.
Tampoco deben estar en el show, o estoy segura que los habría notado.
Killian les da algunos boletos, antes de volver sus ojos hacia mí.
—¿De dónde vienes volando, Pajarito?
Escaneo a los nuevos tipos con ojos cuidadosos. Uno está
absolutamente lleno de tatuajes, con un rostro lo suficientemente bonito
como para aparecer en cada portada de la revista GQ, uno es oscuro y
melancólico, y me recuerda demasiado a cierto hombre que he llegado a
conocer, y el otro me hace sentir incómoda incluso viendo porqué, da miedo,
pero no puedo mirar hacia otro lado porque es jodidamente atractivo.
Killian me atrapa mirándolo.
—Pajarito. —Hace un gesto a los chicos—. Conoce a Nate, Bishop y
Brantley. Algunos de mis amigos más antiguos. Vendrán al show de esta
noche.
King pone un cigarro en su boca y me despide. 81
—Puedes irte ahora.
Mi boca se cierra de golpe cuando les doy un saludo a los chicos.
—Encantada de conocerlos.
Volviendo rápidamente a la casa rodante, apresuro mis pasos,
desesperada por una ducha. Si solo el agua pudiera lavar la sucia mirada
que King me acaba de dar.

La multitud está callada. Puedo escuchar la voz de Delila expandirse a


través de los altavoces, convocando la atención de todos. Si tan solo pudiera
ver. Tiro de mis brazos y piernas, pero estoy atada como un águila extendida
mientras estoy de pie.
—Damas y caballeros, bienvenidos a Midnight Mayhem. —
¿Bienvenidos a Midnight Mayhem? La gente debería huir—. Esto no es ni un
circo ni un carnaval. Esto es lo que sucede cuando el reloj marca las doce y
todos los monstruos que creían que nunca existieron salen a la luz.
De repente, hay una sorprendida inhalación de la audiencia, y la venda
que está cubriendo mis ojos, tiene luz. Tiro de mis manos otra vez.
—Siéntense, relájense y mantengan la mente cerrada. Porque si la
abren, no saben qué puede entrar en ella. —No miente.
Escucho el fuerte retumbar de una moto. Múltiples motocicletas. No
tengo que escucharlas para saber que están aquí. Puedo sentirlas, su
presencia y su poder. La multitud aplaude, solo atrayendo mi miedo. Aprieto
los dedos alrededor de la cuerda que está atada alrededor de mi muñeca,
usándola como una forma de mantenerme unida. Las motos se hacen cada
vez más fuertes hasta que cierro los ojos. Alguna extrañeza se apodera de
mí por su profundo estruendo, pero no podría poner mi dedo sobre por qué
sería. Están cerca ahora, muy cerca. Ya no puedo escuchar a la multitud ni
a la música heavy metal. Se acelera un motor, y luego otro, y otro y otro,
hasta que los escucho avanzar hacia lo que suenan como círculos a mi
alrededor. Me pregunto si son las Harley Davidson que vi antes. Eran del
tipo más pequeño, obviamente no motos de carretera, pero tampoco son
motos de pozo. El polvo golpea mis piernas mientras continúan dando
vueltas y vueltas, hasta que de repente, se detienen. Las motos están
inactivas en el fondo, y siento que la palma de quien conozco como King
rozarme la parte superior del muslo.
—Este es el primer espectáculo de Pajarito —grita a través del
micrófono. 82
Trago.
Su mano se mueve más allá de mi muslo y sobre mi vientre expuesto.
Delila me hizo ponerme un pantalón corto de cuero negro y un top corto
también de cuero. Mi cabello está completamente lacio, y tengo suficiente
maquillaje para poner envidiosa a una drag Queen.
La venda se va, y estoy mirando directamente hacia un foco que está
dirigido a mí. Me doy cuenta de que estoy colgando de una tabla de madera
con los brazos y pies extendidos. Antes de que pueda pensar qué es lo que
estoy haciendo aquí, algo pasa cerca de mi vientre, golpeando la pared de la
que estoy delante.
Qué. Mierda.
Otro a mi otro lado. Es entonces cuando noto el mango negro de
cuchillos.
Tiro y tiro de las esposas cuando la multitud se queda en silencio. El
corazón me late en el pecho.
Otro aterriza justo cerca de mi mejilla. Puedo sentir el frío metal del
cuchillo presionándose contra ella. El miedo ondea por mis huesos, y justo
cuando creo que me voy a desmayar, Killian está a mi lado, sus manos viajan
por mi pierna. Su rostro está completamente camuflado por el maquillaje de
payaso distorsionado.
Sangre gotea alrededor de sus ojos, sus pupilas están cubiertas por
contactos de lobo blanco. Descubre los dientes y mis ojos captan los
colmillos extendidos a cada lado.
—Jesucristo. —Es aterrador.
—Disfrútalo. —Camina a mi alrededor, y puedo sentir sus labios
sonreír contra el lóbulo de mi oreja—. Haz que esas bragas se mojen.
Mis ojos se cierran y mi respiración se endurece, justo cuando otro
cuchillo está volando entre mis piernas, presionando contra mi vagina.
¿Quién demonios está tirando los cuchillos? Mis muslos se aprietan.
Me quedo allí durante otros cinco minutos mientras lanzan cuatro
cuchillos más, y la multitud estalla en vítores.
¿No se dan cuenta de que casi me muero?
¿Qué no he entrenado?
King se adelanta, exponiendo su rostro. Su maquillaje es casi el mismo
que el de Killian. Todo similar, pero no tengo tiempo para comparar notas
en este momento. No tiene camisa con sangre manchando todo su ondulado
pecho, manos y cuello. Este es un acto. Este es su acto. O uno de ellos. Tira
de las ataduras que están alrededor de mis muñecas, desabrochándolas. Se 83
abre el telón y en el fondo puedo ver gente moviéndose rápidamente,
quitando el tablón de madera y sustituyéndolo por el triple anillo de la
muerte.
Kingston tira de los lazos que están alrededor de mis muñecas. Las
estiro masajeando donde la cuerda marcó mi carne.
—¿Qué es eso? —pregunto a King, justo cuando su mano llega al gran
anillo de metal.
Hay tres. Tres grandes ruedas de metal sin lados. Están conectados a
múltiples postes de metal. Parece que dan vueltas y vueltas en largos
círculos
—Ya lo verás. —Me agarra la mano y me atrae hacia él—. Eres buena
leyendo personas. ¿Ese juego de Sixers? Te enseña a explorar la expresión
de otros, lo que te ayudará en esta escena, entre otras cosas. —Mis ojos se
mueven sobre su hombro, mi concentración disminuye.
Sus dedos llegan a mi barbilla, obligando a mis ojos a volver a su
espeluznante mirada.
—Aquí es cuando necesitas concentrarte. Necesitas ver mis señales y
lo que estoy haciendo.
—¿Por qué? —Todo es un enigma cuando se trata de estos actos. No
entiendo, pero he sentido de lo que son capaces. La cosa con los acertijos es
que las personas subestiman su significado subyacente. ¿Algunas personas
no son lo suficientemente inteligentes para ellos y para los demás? Ojalá no
lo fueran. Sé lo Killian puede hacer, y estoy bastante segura de lo que
Kingston acaba de hacer. Lanzar cuchillos hacia mí era arriesgado, y estoy
casi segura de que habría sido mucho mejor si me hubieran dado una
advertencia antes de... no sé... ¿quedarme quieta?
Cuando no me responde, lo miro, solo para encontrarlo quieto y
mirándome.
—Porque entrarás en ese anillo conmigo.
—Oh.
—Con mi moto.
Trago.
—¿Qué?
—Mientras monto círculos a tu alrededor.
—Espera.
—Mientras cuelgas en el columpio.
—No. —Me doy la vuelta para irme, haciendo las paces con el hecho de
que enfrentaré las repercusiones de lo que Delila considere apropiado como
mi castigo. A la mierda la multitud también. Pueden conformarse con un 84
circo promedio. No estoy jodidamente entrenada para ser un mono.
Su mano conecta con la mía y me obliga a volver. Choco contra su
pecho.
—En primer lugar, no tienes jodida opción. En segundo, no he tenido
a nadie en mi rueda desde... nunca. Te agradecería si lo tomaras en serio
por un segundo.
—¿Por qué te importaría?
King se recupera y se ríe.
—No dije que me importara. Solo prefiero no limpiar tu sangre de mi
moto. —Se inclina, sus labios rozan mi oreja—. No te lastimaré allí, pero eso
no es porque me importe. Es porque tengo una colorida imaginación de otras
formas en las que preferiría hacerlo.
Las cortinas se abren de nuevo y, una vez más, soy cegada por un foco.
Kingston todavía me está mirando mientras camina hacia su moto. Se
sube y arranca, justo cuando la voz de Delila retumba por los altavoces.
—Como algunos de ustedes habrán escuchado, nuestros Hijos de
Kiznitch tienen algunos trucos en su manga. Su infame acto son los trucos
que juegan contigo, sus payasadas y acrobacias... —Hace una pausa, y me
doy cuenta de que esa pausa es obviamente con respecto a mi juego en todo
este acto—. Y, por supuesto, nuestro siguiente truco, La Triple Rueda de la
Muerte. Esta noche, tenemos a Pajarito entrando en la rueda con nuestro
favorito, King. El placer es todo suyo, porque nuestro King no comparte su
espacio con nadie. —Mis puños se aprietan fuerte, lo suficiente para que el
sudor se derrame de mi carne. El fuerte rugido de su moto ahoga el jadeo
de la multitud, y veo como acelera un par de veces, poniéndose una gorra y
volteándola hacia atrás antes de conducir la moto por una rampa de metal
y entrar a la rueda.
Oh, Dios.
Mi estómago se pone nervioso cuando todas las mujeres del público
pierden sus mentes. Él lleva un vaquero roto con la camisa metida en la
parte de atrás. Noté que la rueda no se mueve con él adentro. Tengo
aproximadamente tres segundos para retroceder. Llevo la palma a mi
estómago mientras King me mira, con los pies a cada lado de la moto. Veo
la plataforma en la que se supone que debo sentarme, flotando en medio del
círculo, como si estuviera unida a nada.
—Sube, Pajarito —grita Killian detrás de mí—. Paseo en el puto
carrusel. —Es delirante: no es un tiovivo. Es decir, es exactamente lo que
dice el nombre. La Triple Rueda de la Muerte.
Estoy atrapada momentáneamente luchando conmigo misma sobre si
quiero o no meterme con él. King acelera su motor ruidosamente, y me
encuentro caminando hacia la rueda más allá de mi mejor juicio. 85
Antes de poner mi pie sobre el metal, escucho a Keaton gritar:
—¡Buena chica!
Al instante, me giro para enfrentar a Killian, quien sé que me está
viendo desde el lado opuesto, sentado en su moto. Asiente, como si confiara
en Kingston, aunque no quiero hacerlo. No quiero confiar en él, y no confío
en él, pero entro de todos modos. El aroma a gasolina se cierne a mi
alrededor mezclado con el aroma subyacente de su colonia. Las manos de
King llegan a mi cintura, mientras me levanta sobre la plataforma de metal,
que ahora veo que está unida a dos postes de metal que cuelgan a cada lado
de la rueda, que también están unidos a la pequeña plataforma. ¡Es un
maldito columpio! Solo que no se mueve.
Tan pronto como estoy en la plataforma, me siento, mis ojos caen hacia
sus manos. Él dobla el dedo, instándome a acercarme, así que lo hago,
queriendo su aprobación, necesitando su abrazo. No podría decir por qué, y
tan rápido como esos sentimientos aumentan, desaparecen antes de que
pueda analizarlos.
La rueda comienza a balancearse hacia delante y hacia atrás mientras
sus dedos se entrelazan contra los míos.
Me acerca más y me arrastra hacia su cuerpo mientras me balanceo de
un lado a otro ligeramente.
—No te pediré esto en ningún momento fuera de nuestras escenas, pero
necesito que confíes en mí.
Me detengo, no queriendo darle nada. La confianza se gana; no se da
solo porque alguien tiene una bonita sonrisa. Las sonrisas bonitas son la
rotura de la confianza. Las sonrisas bonitas son las aceras que se rompen.
—¿Confiar en ti? —le grito, porque “Closer” de Kings of Leon suena
ruidosamente en el fondo, y su moto está pulsando igual de fuerte. Me doy
cuenta de que la música se reproduce para distraer al público de escuchar
nuestra charla—. ¿Cómo puedo confiar en ti, King, cuando apenas te
conozco?
Parece reflexionar sobre mis palabras mientras nos balanceamos de un
lado a otro, las ruedas se mueven más rápido, más duro y más alto. Él
balancea su moto arriba y abajo al ritmo de la música a medida que
comenzamos a oscilar más y más alto. Excelente. Cada círculo cuelga de un
punto. Keaton está dando vueltas fuera de las ruedas, haciendo todo tipo de
trucos para volver loco al público. Se arranca la camisa y comienza a atarla
alrededor de sus ojos. Loco. Hijo. De. Puta.
—Porque no necesitas conocer a alguien para confiar en ellos.
—¿Oh, en serio? —respondo.
Asiente.
—Solo tienes que tomar mi puta mano y saber que no te lastimaré 86
ahora mismo.
Me rio con sarcasmo.
—Ah. Ahora mismo. Mira, eso es con lo que tengo problema.
La canción se retumba cuando Delila presenta la siguiente escena. Casi
me siento como si debiera haber tenido una oportunidad de algo. Cualquier
cosa para ayudarme a superar esto.
—¿Vas a seguir hablando mierda sobre la confianza, o vas a poner tu
apretado pequeño trasero en ese columpio mientras viajo en círculos a tu
alrededor?
Esta es probablemente nuestra conversación más larga, y no es algo de
lo cual estar orgulloso.
Me muevo al medio. El espacio es grande. Más grande de lo que parece
desde fuera. Suficientemente grande para que él, miro por encima de mi
hombro y trago, cabalgue sobre mi cabeza
—Buena chica —murmura.
Quiero decir que tengo miedo. Porque, por supuesto, lo tengo. No
conozco a estos muchachos, y no conozco a King. Pero, de repente, ¿debo
confiar en él? ¿Confiar en que sepa lo que está haciendo en esa moto lo
suficiente como para no matarme? Saca una camiseta del bolsillo de su
pantalón y me la tira.
La tomo, suponiendo que quiere que me la ponga. Quiero devolvérsela
ya que no la lleva puesta, pero me encuentro empujando mis brazos a través
de las mangas y deslizándola sobre mi cabeza.
La música aumenta y el columpio sube más y más. Si fuera religiosa,
esta sería la parte donde empiezo a rezar. Cerrar los ojos no me ayuda, me
hace sentir fuera de balance, así que los abro y encuentro un lugar delante
de mí. Es una sombra negra que parece un as de espadas grabado al lado
del metal de la rueda. Mantengo mis ojos fijos en ese lugar. Su moto pasa
sobre mí, dando vueltas y vueltas en círculos. Finalmente, después de no
tengo idea cuántos minutos, el columpio se calma lentamente y se detiene.
Creo que estamos de regreso en el suelo, hasta que veo miro abajo y veo que
estamos realmente arriba y la siguiente rueda está iluminada en el suelo.
Kyrin acelera su motor y se dirige a la rueda. Me doy cuenta de que no tiene
columpio. Interesante.
Miro a Kingston rápidamente, con pánico en los ojos. Él no hace nada
más que ver su moto retumbando debajo de él. Momentos pasan entre
nosotros cuando el motor de Kyrin rompe nuestro contacto.
El columpio comienza de nuevo, y mis ojos vuelven al as. King mece su
moto de ida y vuelta a medida que el columpio gana impulso. Comienza de
nuevo, dando vueltas en círculos mientras las ruidosas motos ahogan mis 87
pensamientos, luego nos detenemos de nuevo. Miro hacia abajo para ver la
tercera rueda allí, y Killian monta su moto en ella. La audiencia está
perdiendo la cabeza en este punto, y cuando Delila saca a Maya, todos
callan. El corazón palpita en mi pecho por la adrenalina. Puedo sentirme
aferrada a la sensación, burbujeando debajo de mi piel, como un brebaje de
veneno. Gracias a Dios las ruedas no se mueven.
Maya se sube al manubrio de Killian mientras mueve sus largas piernas
sobre el columpio y se levanta.
Me mira cuando está sentada, me guiña un ojo, y me lanza un beso.
—Jesús —susurro, a pesar de que nadie más puede oírme. Killian
comienza a balancear su moto nuevamente, y una vez más, mis ojos
encuentran la espada en la cual concentrarme.
El columpio toma impulso, más rápido esta vez. Alzo los puños, los
dedos de mis pies se curvan. El sudor se desliza por mi sien mientras el
columpio continúa más alto hasta que eventualmente vamos en círculos
completos. Puedo ver a Keaton por la esquina de mi ojo, bailando y
arrojándose alrededor de los tablones y las jaulas. Está desnudo ahora, ya
que se quitó la camisa y la tiró. Salta sobre nuestra rueda, y brevemente
miro hacia arriba. Sus dedos están apretados alrededor del manubrio de la
moto, su rostro con maquillaje de payaso me sonríe y luego salta a otro lado
y mis ojos vuelven a encontrar el as. La multitud está rugiendo de alabanza,
tan fuerte que puedo escucharlos sobre las motos y la música heavy metal.
Lentamente y muchos minutos después, la rueda finalmente se ralentiza, y
rompo mi concentración del as de espadas. Ni siquiera me doy cuenta de
que estamos de vuelta en el suelo hasta que King agarra mi mano y me tira
hacia la parte trasera de su moto. Balanceo mi pierna y la aprieto con los
muslos mientras nos saca y baja por la rampa. Se detiene en medio y vuelve
a encender su motor, haciéndonos girar en círculos hasta que el polvo del
suelo se levanta sobre nosotros y nadie puede ver dentro.
Su mano encuentra mi muslo externo, y me detengo en la conexión. Va
más y más alto hasta que se desliza debajo de mi pantalón corto de cuero.
Respiro hondo, un suspiro que estoy segura atrapó, porque me aprieta
el muslo y luego me suelta, volviendo a su manillar y dirigiéndonos hacia la
parte de atrás de la tienda. El aire frío azota mi rostro mientras me bajo de
su moto. La apaga justo cuando Killian y Keaton vienen detrás de nosotros
pateando y apagando sus motos.
—¿Dónde está Maya? —le pregunto a Killian, buscando detrás de él.
Killian se ríe entre dientes.
—Ella no monta, perra, y eso no es por falta de intentos por su parte.
—Hay un intermedio de treinta minutos antes de que volvamos a abrir
—dice Keaton, mirándome fijamente—. ¿Está bien? Y necesitas saber que el
próximo acto será como el que hizo Killian. —Keaton y yo no hemos hablado 88
muchas palabras desde la reunión.
Es tan inaccesible como King, solo que está lleno de tatuajes y casi
siempre tiene el ceño fruncido.
Miro directamente a Killian, quien me sonríe.
—¿Qué me obligarás a hacer?
Su sonrisa se profundiza.
—Lo que quiera.
—Killian.
Se ríe, alejándose de la moto y encendiendo su cigarro.
—Esto es Midnight Mayhem, cariño. Puedes pelear, pero solo hará
mejor el espectáculo.
Mis ojos vuelan hacia King, quien observa atentamente mi expresión.
—No entiendo por qué estoy aquí. Me robaste, entiendo eso, y robas
gente en general, supongo, lo cual no entiendo, pero aclara la parte de cómo
llegué aquí, pero...
King entra en mi espacio, su mano llega a mi garganta. Aprieta lo
suficientemente fuerte como para que tosa.
—Deja de cavar y de hacer preguntas, porque no te gustarán las
respuestas. ¿Crees que estar en esa celda fue una coincidencia? —Su cabeza
se inclina. Me estudia cuidadosamente. Desde mis labios a mis ojos y a mi
cuello—. Te equivocas. —Se inclina hacia mi oreja—. Y creo que lo sabes.
Me alejo, o más bien me suelta. Retrocediendo, mi mano va a mi
garganta, masajeando donde estuvo su mano hace solo un segundo.
Kyrin llega a la esquina, con los ojos girando alrededor del grupo.
—¿Qué me perdí?
Todos volvemos a la carpa cuando Delila me empuja detrás de una
cortina y pone un nuevo atuendo en mis manos.
—Cámbiate.
Se lo quito, quitándome la ropa y la camisa de King.
—¿Qué me obligará a hacer?
Asomo la cabeza por el agujero y veo a Delila mirándome.
—Cualquier cosa que quiera. Killian es un espectáculo solo, pero
también está fascinado contigo.
—¿Por qué yo?
Delila sonríe y me lanza su lápiz labial. Lo abro y deslizo el brillo rojo
sobre mis labios. 89
—Pronto lo descubrirás, pero por ahora, sígueme el rollo.
—¿Qué sucede después del show de Killian?
—Las chicas tienen el suyo. Los acróbatas, las antenas y los aros con
las motos, y luego Kyrin juega con fuego. La próxima vez que salgas será el
cierre del espectáculo.
—¿El acto de clausura? —pregunto, con una ceja levantada mientras
la miro a través del espejo.
Ella sonríe, pero no es una sonrisa bonita. Es una sonrisa que le das a
alguien cuando sabes algo que él no. Lo cual hace.
—Sí. —Mira sobre su hombro y sonríe, justo antes de desaparecer—.
¿Mencioné que este espectáculo tiene calificación R 6?
Mierda.

6 De contenido restringido para menores. Violencia, sexo, drogas….


12
King
En el pasado.

P
apá cerró la puerta cuando llegó a casa del trabajo más tarde
esa noche, con un puro colgando entre sus dientes. Estaba más
agitado que de costumbre. Mi padre era un pecador, y lo hacía
bien, pero algo lo molestaba aún más.
Suficiente para que lo captara mientras tropezaba entrando en la casa. 90
Nunca se tropezaba. Siempre la musa tranquila y recogida de cualquier
mafioso, sus pasos eran siempre calculados y nunca dados sin que supiera
los siguientes veinte que tomaría después. Durante mis dieciséis años, sabía
que este día llegaría. Lo sentía en el agua como un tiburón sentiría la sangre,
porque así fue como me entrenaron. Con los sentidos y no tanto con las
palabras.
Caminé por el pasillo de nuestra mansión, pasando retratos familiares
perfectamente pintados. Siempre decían que un hijo era suficiente para ellos
y que nunca necesitarían tres... Lo que sea que eso signifique. Mi mano llegó
al dorado pomo de su oficina, y lo giré, abriendo la puerta. Estaba oscuro, tan
oscuro como su escritorio de oficina de caoba que estaba perfectamente
colocado en el centro. Las estanterías llenaban las paredes, desde el suelo
hasta el techo, y la única luz que entraba provenía de la luna, atravesando la
ventana de suelo a techo que daba al frente a nuestra casa de estilo colonial.
—Papá…
—Siéntate. —Su voz era baja, sonando como si se hubiera tragado un
puñado de grava antes de decirlo. A diferencia de mí, mi padre era bueno con
las palabras. Tenía que serlo.
Di unos pasos más hasta que me dejé caer sobre la silla que estaba
escondida debajo de su escritorio.
—Este timpul, hijo. —Es hora, hijo.
Negué.
—No estoy listo.
Su cabeza, que estaba inclinada entre sus omóplatos, se levantó, sus
ojos conectaron con los míos.
—Estás listo, hijo. La única razón por la que piensas que no lo estás es
porque estoy aquí.
Eso rasgó mi corazón, donde estaba estampado mi tatuaje de los Hijos
de Kiznitch.
Sus ojos siguieron el movimiento, una sonrisa tocó las comisuras de su
boca.
Mi padre hablaba español fluido, pero el rumano era su primer idioma,
porque es la tierra de nuestra familia. Nos movíamos entre griego y latín, pero
el latín era el idioma que más usábamos, siendo este el idioma original de
nuestro país. De nosotros.
—Necesitas levantarte. Necesitas reunir a tus hermanos y comenzar tu
viaje.
—Tengo dieciséis —espeté a través de mi boca amateur. De todas las
cosas que podría haber pensado “tengo dieciséis” fue lo primero que salió a
la luz. 91
Como si importara. Como si el hecho de que tuviera dieciséis me hubiera
impedido cometer los crímenes más atroces. Como hace unos meses, que maté
por primera vez. O el hecho de que cuando era niño, me obsesioné tanto con
alguien que luego se convertiría en un peón en mi tablero de ajedrez. Que
eventualmente haría cualquier cosa para estar cerca de ella, incluso si eso
significaba romperla en el proceso, porque romperla solo significaba que
estaba lo suficientemente cerca de ella para hacerlo. Papá se recostó en su
silla, abrió un cajón y sacó una carpeta manila.
—Delila te necesita. A todos. Ya sea que pienses que estás listo o no,
King, es hora de que hagas lo que has estado entrenando toda tu vida para
hacer. Hicimos nuestras rondas. Es hora de que comiences la tuya.
—Pero tú, el tío Kratos, y…
—Todos están de acuerdo. —Acercó sus ojos a los míos, fijándome con
su mirada—. Es hora, Kingston. Necesitas reinar. Necesitas cumplir todo lo
que te dejé para que hagas.
Me detuve, pensando en sus palabras. Sabía de quién estaba hablando
incluso antes de que tuviera que decir su nombre. De ella. La chica que tenía
sonrisa rota y ojos brillantes. Con la que no había hablado, pero sabía
exactamente cómo se movería su lengua alrededor de cada sílaba alfabética.
Nunca toqué su piel adolescente, pero sabía cómo se sentiría debajo de la
palma de mi mano. Fui diseñado para odiarla, pero mi humanidad la
deseaba. Malditamente no podía desearla. Mi pene se hinchó en mi pantalón,
y tosí, arrastrándome en mi asiento.
Pasó un momento entre nosotros antes de que abriera la boca.
—¿Estás seguro de que puedes confiar en mí con eso? —Mi padre, Kaius,
el gran terror de todos me miró directamente a los ojos. Un hombre que
intimidaba a la mayoría pero que había sido nada más que un consuelo para
mí. Los bordes de sus ojos se arrugaron mientras sonreía.
—Sí, hijo. Confío en que estás equipado con suficiente poder y sentido
para tomarlo ahora.
Me recosté en mi asiento, llevándome las manos a la boca.
—Me recuerda a ella.
Papá se rio entre dientes. Era el tipo de risa que pone el temor de Dios
en cada persona que se había encontrado en el extremo receptor de su
espada.
—Un poco más débil, ¿no crees? —Sus ojos se oscurecieron—. Presiónala
más fuerte.

92
13
Dove

A
prendí que entre las escenas de Midnight, también hay otras
que tienen pequeños actos. No sé demasiado sobre ellas,
principalmente porque son muy largas. Cada espectáculo es
de tres horas, con un intermedio de cuarenta minutos para
que la gente vaya al bar, tome un bocadillo y se entretenga con todos
caminando alrededor. Pillé a Killian hablando con los mismos tres tipos de
antes, solo que ahora tenían a una chica con cabello rosado. Me alejé de
todos ellos antes de que me vieran, temiendo que King pensara que estaba 93
acosando a sus amigos. Después de ver parte del programa desde el
backstage, vuelvo a meterme en el cubículo. La siguiente escena es la de
Killian antes del final, y estaría mintiendo si dijera que no estaba
preocupada. Lo estaba. Y mucho. Sé de lo que Killian es capaz y sé que no
puedo confiar en ellos.
Deslizo mis sudorosas palmas por el costado de mis muslos cuando
Delila me interrumpe, moviendo la cortina hacia un lado.
—Killian presentará tu acto. Tenemos un cambio. Aunque puede
persuadirte de hacer lo que quiera, todos pueden hacerlo, elegirá tu acto.
—¡Espera! —susurro—. ¿Qué quieres decir? —Estoy confundida. Una
vez más tengo que preguntarme si hacen esto con todos sus nuevos actos,
aunque estoy bastante segura de que Rose sabía al menos un poco de lo que
estaba sucediendo durante el suyo, ya que tuvo que actuar realmente.
Delila exhala, masajeándose las sienes.
—Presta atención, Pajarito. Necesitas tu propio acto, pero Killian te
presentará. Eso es todo lo que necesitas saber.
Si eso era todo lo que necesitaba saber, ¿por qué estoy haciendo más
preguntas?
La cortina se abre y Delila está repentinamente al otro lado de la pared
de carpa, bajando las escaleras con el micrófono en la mano.
—Nuestro siguiente acto es de uno de nuestros hermanos favoritos.
Aterriza en el último escalón y se dirige hacia nosotros. Para este punto,
la multitud está tan borracha que todo el mundo está perdiendo su mierda
por el sonido de la misma, gracias a la barra libre que se proporciona a cada
persona.
—Adelante, muchacho.
Killian sonríe, su sonrisa de payaso burlándose de mí. Se lleva el
micrófono a los labios.
—Ven acá.
Nuevamente, mis piernas se mueven sin que les confíe que lo hagan.
No sé qué es lo que hace Killian, y no estoy segura de querer saberlo
realmente, pero estoy intrigada porque nunca me he sentido tan
completamente fuera de control antes.
Estoy frente a él, el público callado mientras el foco brilla sobre los dos.
Él se lame los suaves labios antes de que sienta su brazo envolviéndome
desde atrás, empujándome hacia su cuerpo.
Aleja el micrófono de su boca y me susurra al oído.
—¿Confías en mí?
—No —respondo al instante. 94
Él vuelve a ponerse de pie, su sonrisa se profundiza.
—Bien. No deberías hacerlo.
El micrófono está de vuelta en su boca.
—Toquen “Two Weeks” de FKA Twigs.
Quiero romper el contacto visual para encontrar la cabina de sonido
con la que sé que está hablando en la parte superior de la audiencia. Pero
él me sonríe, tirando de mí de nuevo a su cuerpo.
—Baila.
Me suelta, empujándome al centro del escenario. Doblo mi cuerpo
alrededor de los sonidos que salen, perdiéndome en los movimientos. Mi
boca se dobla alrededor de la letra, mis brazos vuelan para atraer a la
audiencia. La canción termina, y cuando me doy la vuelta, Killian está
sentado en una silla, sonriendo. Junto a él están Kingston y Kyrin. No llevan
camisa ni pañuelo de calavera atado alrededor del cuello. Eso mezclado con
el maquillaje de payaso enfermo es demasiado.
La multitud se ríe cuando Killian se levanta de su silla y me rodea como
un tiburón. De repente me siento expuesta, cruda, aquí para el
entretenimiento de todos. ¿Killian es el equivalente de un payaso loco? Si el
payaso fuera ridículamente atractivo, por supuesto. Sin embargo, le
quedaría bien el traje. El bromista, el gracioso.
Continúa rodeándome, y cuando el micrófono llega a su boca, sé que
estoy en problemas.
—¿Quién quiere ver qué puede hacer este pajarito? —La multitud
estalla, pero antes de que pueda ver, las siguientes palabras de Killian me
sorprenden—. Sé que King lo hace. —Lucho contra mi impulso de
comprobar qué está haciendo King. Killian inclina la cabeza—. Toca a
Marilyn Manson. —Oh, no. Killian sonríe—. “Third Day of a Seven Day
Binge” —Deja caer el micrófono y siento su brazo rodearme de nuevo
mientras me empuja hacia su pecho, sus labios rozan mi oreja—. Ni siquiera
tengo que fingir ante la audiencia que estás haciendo lo que yo te digo
¿verdad? —Mi cerebro está turbio mientras me empuja sobre el regazo de
Kingston.
La mano de Kingston se extiende sobre mi bajo estómago, sus labios
ahora tocan mi cuello.
—Desnúdate, Pajarito. Muéstranos lo que tienes —susurra King, justo
cuando me empuja de nuevo a mis pies—. Baila como tienes sexo.
Exactamente cómo sabes. —¿King también tiene ese poder?
Mis manos se elevan por encima de mi cabeza, mis párpados son
pesados. Ruedo mi cuerpo contra Killian, arrodillándome delante de él. Él
me mira, su mano llega a la parte de atrás de mi cabello donde lo envuelve
en su puño. Justo cuando tira de mi cuello hacia atrás, la mano de King
llega a mi garganta, y tira hacia atrás hasta que mi cabeza está en su regazo, 95
y lo miro desde abajo y desde mi muy jodidamente incómoda posición.
—No me presiones, Pajarito. —Sus palabras encienden un fuego dentro
de mí. Algo que no sabía que tenía, o tal vez algo que alguien nunca ha
tenido el poder de encender antes.
Me pongo de pie, justo cuando “Coming Undone” de Korn se mezcla
mientras lentamente desabrocho la parte delantera de mi corta blusa,
arrojándola hacia King mientras vuelvo a enfrentarlo. Comienza el coro, y
me desplomo, con Killian detrás de mí sacudiendo mi cabello y girando mi
cuerpo, apretando el trasero en el regazo de Kingston. Lo siento contra mi
trasero, y solo intensifica el poder que creo que tengo. Killian agarra mi
mano y me empuja contra su pecho, girándome para que mire a la
audiencia, no es que pueda notar algo en este momento, mientras me
inclina, sus manos en mis caderas. Justo cuando estoy a punto de seguir
bailando, Killian se va y Kingston está frente a mí con Kyrin a su lado.
Antes que pueda entender lo que está sucediendo “Toxicity” de System
of a Down comienza a sonar y una jaula está cayendo a nuestro alrededor.
Es cuadrada. Cerrada. Sin lugar a dónde correr. ¿Qué diablos hacen para
el acto final?
—Este espectáculo está clasificado como R...
Miro a los tres, preguntándome dónde demonios está Keaton.
Por supuesto, solo me pregunto dónde está Keaton, no por qué
demonios estoy siendo encerrada en una jaula con tres posibles psicópatas
no diagnosticados.
Killian se lleva el micrófono a la boca.
—Ahora, no sé si sepan esto, pero Pajarito es nueva. Esta es la primera
vez que participará en el acto final. Si han estado en uno de nuestros shows
antes, saben lo que está a punto de ocurrir. —Hace una pausa, y es en ese
momento que me doy cuenta de que probablemente tendré sexo con todos,
excepto Keaton.
Ahora mismo.
En esta jaula.
Delante de una audiencia. No sé por qué asumo eso de inmediato.
Tal vez es la configuración, o tal vez es porque estoy encerrada en una
maldita jaula con todos. Y se ven hambrientos. Muriendo de hambre.
La multitud está rugiendo de alabanza. Oh, Dios. Apoyan esto
totalmente.
Intento no parecer aterrada. No quiero darles más poder del que ya
tienen, y algo me dice que, si supieran que tengo miedo, solo lo usarían 96
como merienda.
No quiero mirar a ningún lado, así que enderezo los hombros, cierro los
ojos, y llevo mi mente de regreso al lugar donde siempre va cuando necesito
estar rodeada de algo oscuro. Para recordarme a mí misma por qué tengo
tanta suerte de bañarme en esta luz. The Shadow.
La voz de Killian me llega por el oído.
—¿Quieres esto? ¿O todos estamos equivocados al pensar que puedes
manejarlo?
Lamo mis labios, llevando mi mano a la parte posterior de su cuello.
Ahora mismo tengo el poder. Puedo sentirlo. No me ha dicho qué hacer;
simplemente me hizo una pregunta. Puedo hacer esto, pero solo si es en mis
términos. Acerco su cabeza, susurrando en su cabello:
—Toca “Breath” de Mako, y jodidamente no uses tu vudú conmigo. Haré
lo que sea que se supone que debo hacer sin él.
Hace una pausa y luego se mueve hacia atrás, llevándose el micrófono
a la boca, repitiendo mi elección de canción. Comienza, y empiezo a bailar
lentamente alrededor de ellos, concentrándome en Killian. Fuerzo su rostro
al mío. Cuando siento sus labios cerrarse, me empuja hacia atrás hasta que
caigo. La electricidad que explota a mi alrededor es una obvia muestra de
que estoy de vuelta en el regazo de King.
Gimo suavemente, no queriendo estar aquí ahora mismo. Killian es fácil
porque no hay big-bang. Sin sentimientos. No... King.
No me toca, así que me giro en su regazo, a horcajadas sobre él.
Pasando los dedos a través de mi cabello, arrastro mi cuerpo sobre él,
estirándome para desatar el pañuelo que le cubre la boca. ¿Qué pasa con
los pañuelos? Sus ojos se dirigen a la multitud un poco antes de volver a los
míos.
King todavía no me toca, así que me giro en su regazo, lista para ir a
Kyrin, cuando me agarra de la parte trasera de mi pantalón corto y me tira
hacia abajo.
Kyrin, quien se ha mantenido en segundo plano durante todo el asunto,
engancha su dedo alrededor de mi cinturón y tira. Se inclina y me susurra:
—¿Eso es todo lo que tienes? Tengo que decir que estoy bastante
decepcionado.
Se me hunde el estómago. Odio decepcionar a las personas, y soy muy
consciente de que este sentimiento probablemente surge de sentir que
siempre fallé a mis padres.
Enojada y molesta, me giro en sus manos, me levanto de puntillas y
llevo mi boca a la suya. Miro a través de él.
—No sabes nada sobre mí.
—Estoy bastante seguro de que sabemos todo sobre ti.
97
“Carousel” de Melanie Martínez suena ruidosamente, encendiendo mi
imprudente alma.
Bien.
Otro brazo agarra mi cintura, y me giro en el agarre de King. No sé lo
que está pasando, pero es casi como si hubiera una batalla, y no sé si tiene
algo que ver conmigo o no.
Kingston me aprieta contra su pecho. Aprieto el trasero contra su
entrepierna cayendo al suelo. Cuando Kyrin da un paso atrás, alcanzo la
pretina de su pantalón y tiro de él hacia delante. Kyrin es fuerte, pero no
pelea conmigo, acercándome tanto que mi rostro está directamente frente a
su entrepierna.
Al ritmo de la canción, agito mi torso mientras mis dedos se elevan a
su cremallera. Lo alcanzo, justo cuando King tira de mi cabeza hacia atrás
por mi largo cabello.
Lo estoy mirando boca abajo cuando su mandíbula se aprieta.
—¿Qué? —Sonrío—. ¿Pensé que esto era Midnight Mayhem? —Estoy
alardeando. No tenía ni idea antes de esta noche qué demonios hacía este
grupo.
King me enseña los dientes, siseando, antes de apartar mi rostro de él
y llevarlo a la entrepierna de Kyrin.
Estúpido.
Tiro del pantalón de Kyrin y su pene salta. No tengo ningún deseo ni
necesidad, solo enojo. Agarro su largo y grueso eje en mi mano y lo jalo
ligeramente. Lamo mis labios, y Kyrin da un paso atrás, su rostro se acerca
al mío.
—¿De verdad quieres chuparme el pene, Pajarito?
Le sonrío dulcemente.
—Sí. —No tengo idea.
Me mete el pulgar en la boca y lo presiona.
—¿Merece la pena morir por mi pene?
Me encojo de hombros.
—No me importa. —La canción cambia, pero estoy perdida. Giro la
cabeza para ver a Maya caminando sin camisa y sosteniendo un plato de lo
que parece hierba. No usa sostén, tiene los senos fuera y un pequeño
pantalón corto de baloncesto. Un pañuelo rojo está atado alrededor de la
parte delantera de su cabeza, su largo cabello liso cae hasta su trasero.
Me guiña un ojo otra vez y luego enciende un porro, dando una calada.
Miro como se acerca a Val, quien la está esperando. Maya sopla una nube
de humo en la boca de Val, y luego lentamente la lame desde la barbilla 98
hasta la punta de su nariz.
¡Jodido Jesús!
Me sacudo los nervios y me levanto, obteniendo una falsa confianza de
Maya y de Val y de quien sea que esté aquí ahora. Lo entiendo. Este equipo
está jodido. Tengo que aprender a nadar, o me ahogaré.
La jaula se levanta lentamente, y Maya se desliza detrás de mí, su mano
va hacia King. Ahogo los celos que rugen en mi pecho lo mejor que puedo,
pero cuando él toca la parte posterior de su muslo, los celos me dejan sin
aliento. Siento como si me estuviera ahogando en el aire.
Maya gira sobre su hombro, sus labios tocan mi oreja.
—Ve con eso, Dove. ¿Prefieres a mí o a Val?
Tiene un buen punto.
King la agarra por el cabello y la pone de pie, justo cuando Kyrin gira
rodeándome por las caderas, sus dedos se hunden en mis huesos.
Los ojos de King están en los míos, su maquillaje se burla de mí y su
sonrisa prueba la moderación de mi ira. No sé por qué. No es que estemos
en algún lado cerca de poder ir uno sobre el otro. Mis celos son arbitrarios.
Injustificados.
Él tira de la cremallera de su pantalón hacia abajo y veo como su palma
agarra la longitud de su pene. Lo acaricia suavemente.
—Chica —susurra Maya detrás de mí—. Este no es mi primer rodeo,
así que discúlpate ahora. —Entonces su atención está en su pene, y tengo
que detener mi pecho de explotar y matar a todos en esta jodida habitación.
Le doy una sonrisa a King que dice te daré la sucia mamada y elevaré
jodidamente la apuesta. Me aferro a Kyrin detrás de mí, mis dedos se
enganchan alrededor de su nuca. Me dejo caer sobre mis manos y rodillas,
inclinándome sobre mi hombro y sonriéndole.
—Penétrame.
Los ojos de Kyrin destellan con fuego, justo cuando Killian se para a su
lado, su cabeza se inclina.
—Perra, si no lo haces, lo haré yo. —Kill silba, negando.
Los ojos de Kyrin vuelan sobre mí y no tengo que adivinar a dónde están
mirando. Me doy la vuelta y lo enfrento, tirando de su pantalón hacia abajo.
Bueno, así que no me penetrará por la razón que sea, pero todavía jugaré, y
si no participa, iré a Killian o a Keaton. Agarro su pene, y antes que pueda
decir algo, envuelvo mis labios alrededor de su punta y malditamente chupo.
Atrayéndolo más profundo hasta que siento su líquido pre-seminal
engancharse a la parte posterior de mi garganta, giro la lengua alrededor de
él. 99
La multitud está callada mientras chupo, cada persona en esa
audiencia desapareció. Kyrin sale de mi boca y sonríe, agarrando mi barbilla
y tirando de mí para ponerme de pie. Sé que casi se vino dos veces porque
su pene latió en mi boca.
—Juegas sucio, Pajarito, pero ¿puedes seguir así? —Sus cejas se elevan
antes de que desaparezca y agarre a Mischa, tirando de ella sobre su
expuesto pene. Ella gime, girando la cabeza y deslizándose sobre él.
Oh, Dios mío. ¿Esto es legal?
Maya deja a King, y me quedo sin aliento, la canción cambia a
“Nightmare” de Halsey.
Todo se desvanece cuando King me mira con su maquillaje.
—Pajarito, hazme un favor —susurra Killian en mi oreja. Mi atención
no se mueve de King—. Ve a ver si te besa. —Me da un vaso de chupito lleno
de líquido blanco, y lo tomo, tirándolo de vuelta.
Doy un paso y los ojos de King se entrecierran.
Un paso más cerca, y casi puedo sentirlo a mi alrededor, sofocándome
sin contacto.
Rápidamente, tiro mi mano alrededor de la parte posterior de su cuello
y acerco su rostro al mío. Mis labios rozan los suyos.
—¿Por qué soy la única que no está desnuda? —Lamo sus labios
suavemente.
Justo cuando creo que no morderá el anzuelo, se inclina y me muerde
el labio inferior.
—Porque no eres para ellos.
¿Qué diablos significa eso?
Me muevo contra él, bajando la mano. Me aferro a su pene y tiro de él.
Ya sea que puede ponerse duro realmente rápido o que Maya no acabó con
él.
Sisea, mordiendo el lóbulo de mi oreja entre sus dientes y
mordisqueándolo. Sus dedos se clavan en mis muslos mientras me levanta
del suelo. Mis piernas se doblan en su cintura.
—¿De quién soy? —No puedo creer que dijera eso en voz alta.
—No de ellos, pero lo más importante… —Chupa mi cuello mientras
sus dedos se deslizan debajo de mis bragas. Se mueve entre mis pliegues, y
tiemblo en su agarre, mi vagina se aprieta a su alrededor como un tornillo.
No me importa lo que pase allá afuera, aunque sé lo que sucede. Solo espero
que todos estén demasiado ocupados mirando a alguien más que atrapar a
King y a mí. Me rodea mientras su pulgar presiona mi clítoris—. No mía
tampoco. —Su dedo continúa golpeando dentro de mí, su pulgar en mi
clítoris. Mi estómago se aprieta cuando familiares olas me golpean, mi 100
liberación brota en su mano—. Recuérdalo la próxima vez que quieras tratar
de ponerme celoso. —Me empuja lejos, llevándose los dedos a la boca y
chupándolos.
Todo vuelve a desaparecer en el fondo, como siempre cuando está a mi
alrededor. Entro en pánico, mi corazón truena en mi pecho. ¿Fallé?
¿Empeoré las cosas? No puedo creer que cayera en la trampa de Killian.
Después de lo que parecen horas, las cortinas se cierran lentamente con el
público volviéndose loco, y rápidamente salgo de la carpa, mi corazón se
acelera en mi pecho por lo que demonios fue ese espectáculo. Sé por qué los
llaman Mayhem ahora, y encaja con una maldita M. Justo cuando estoy
corriendo de regreso al RV, me estrello contra un arcón duro, moviéndome
hacia atrás hasta que caigo de bruces.
—Auch —gruño, masajeando mis sienes. Creo que preferiría que me
mataran que hacerme pasar por todo esto. Este es un tipo especial de
tortura. Uno del que nunca sobreviviré.
—¡Jesús, Aeron! —La voz de una chica atraviesa mi bruma antes de
que las manos estén alcanzando debajo de mis brazos—. ¿Estás bien?
Estoy de pie cuando mi cerebro registra qué, o más bien quién, está
delante de mí ahora mismo. Aeron Romanov Reed, como el famoso rapero y
Príncipe de la mafia, Manik. Casi quiero gritar su nombre porque así es
como todos los demás lo dicen.
—Sí —murmuro, mirando a la chica que me ayudó a levantarme. Es
hermosa. Aunque creo que sé quién es. La vi en la televisión cuando Rich
tenía E! en el bar, que era nunca, pero eso es con qué frecuencia está en los
medios de comunicación.
—Estuviste increíble allá arriba —dice, y luego se limpia la mano en su
pantalón, llamando mi atención—. Soy Beatrice, pero puedes llamarme
Beat, y este es mi esposo Aeron. —La primera impresión de ella es que me
gusta al instante por el mero hecho de que no me presentó a su esposo como
“este es mi famoso marido, Manik”. Es una excitación instantánea para una
dama amiga si la otra mujer no está acariciando constantemente su propio
ego.
—Gracias. —No puedo evitar mirarlo. Es guapo, pero todos lo saben.
Beat es otra cosa. Largo cabello negro y piel oliva, es todo lo que cada modelo
desea ser.
—¿Estás haciendo algo ahora? Mi gruñón marido está en camino a casa
porque, bueno... —Sonríe a Manik, quien pone los ojos en blanco—. Está
gruñón, pero me encantaría conversar contigo. ¿Estás libre?
Abro la boca para responder. Para decirle que no y que estoy cansada,
cuando la voz de Delila me interrumpe.
—Beatrice, qué lindo que se presenten ustedes dos.
La sonrisa de Beat cae instantáneamente cuando se da la vuelta para 101
saludar a Delila.
—Delila.
—Espero que estés hablando con mi protagonista favorita para ver si
puede bailar otra vez y no porque intentes robarla.
Al instante, eso me hace sonreír. ¿Delila y Beat no se llevan bien? Tal
vez acepte su oferta.
—En realidad —interrumpo a Delila antes de que Beat pueda decir
algo—. No es nada de eso. Estábamos a punto de ir a tomar una copa. Ya
sabes, para celebrar mi primer éxito en la actuación. —Trato de mantener
el sarcasmo fuera de mi tono, pero fallo miserablemente cuando noto la
contracción en los ojos de Delila.
—¡Excelente! —Aplaude—. Te veremos en la limusina cuando estés
lista. Estamos estacionados en la acera.
Asiento, ofreciéndole una pequeña sonrisa, mientras ella y su séquito
desaparecen en la oscuridad.
No es hasta que Delila se aclara la garganta que me doy cuenta de que
todavía está de pie allí.
—Ten cuidado, Pajarito. No todo lo que brilla es oro.
Pongo los ojos en blanco, volviendo a la casa rodante y quitándome
rápidamente la escandalosa ropa. Ignoro el teléfono vibrando en mi mano y
rápidamente agarro mi abrigo de piel y salgo corriendo por la puerta, antes
de que cualquiera de los hermanos vuelva. No quiero ver a ninguno de ellos
en este momento, y, para ser honesta, me siento como para una bebida.

102
14
King

L
a música zumba a mi alrededor, mientras mis pensamientos
permanecen fijos en cierta chica pelirroja que no se queda
fuera de mi mente. No puedes tenerla. No importa cuántas
veces repito esa misma oración en mi cabeza, parece que los
puntos simplemente no se conectan en mi cerebro. Sé por qué me siento
atraído por ella, e hice las paces con eso hace mucho tiempo. Es parte del
trato. Algún juego enfermo que me gusta jugar conmigo mismo, como un
maldito masoquista. 103
La mayoría del equipo de Midnight Mayhem está borracho como la
mierda por todo el alcohol pasándose. Es la fiesta posterior, tenemos una
después de cada maldito espectáculo. Se envejece bastante rápido cuando
has estado en la carretera desde que tienes quince malditos años.
Mi teléfono vibra en mi bolsillo y lo busco, pensando en si quiero
responderlo. Mi madre llamando a esta hora de la noche debería ser
preocupante, si hubiera sido una madre normal, lo cual no es. Aprieto
ignorar justo cuando Val deja caer su huesudo trasero en mi regazo.
—Auch, ¿a dónde se fue tu linda muñequita? —Su mano corre mi
mejilla, el aroma del caro champán mancha sus regordetes labios.
Le quito la mano.
—Deberían saber cómo trato a mis juguetes.
Sus ojos se oscurecen mientras se lleva la botella de Moët a la boca.
—Yo no lo he sabido nunca.
La fulmino con la mirada.
—No me interesa.
Se menea en mi regazo. Aprieto la mandíbula y extiendo las rodillas,
así cae entre ellas, aterrizando en el suelo de tierra. Algunas personas a
nuestro alrededor se detienen para mirar, pero no por mucho tiempo,
cuando ella les dice a todos que se ocupen de sus putos asuntos.
Sus ojos vuelven a los míos.
—Dios, King. ¿Cuándo te pusiste de mal humor?
Keaton patea mi silla.
—En el momento en que alguien decidió dormir en nuestro RV. —Val
se pone de pie, se quita el polvo del pantalón y se levanta con el poco respeto
que la dejé.
—Eres un imbécil.
Miro sobre su hombro, despidiéndola, justo cuando Keaton toma
asiento a mi lado, riendo entre dientes.
—¿Alguna idea de a dónde voló el pajarito?
Tomo un sorbo de mi whisky, permitiendo que el líquido me queme la
boca antes de tragar.
—Se fue con Beat.
—¿Beat, la esposa de Manik? ¿Está dando vueltas de nuevo?
Niego, alcanzando el paquete de cigarrillos en el suelo y golpeando el
final en mi muslo.
—No. Solo vienen a los espectáculos en Nueva York. Parece que esta
vez, a Beatrice le gustó Dove. 104
Keaton no responde, así que lo miro justo cuando suelto una nube de
humo.
Sonríe.
—No lo digas, Keats. A menos que quieras que reorganice ese bonito
rostro, yo no lo diría jodidamente.
Keaton se ríe, apoyando la cabeza contra el respaldo de su silla.
—No lo haría, pero lo manejaría antes de que se saliera de control.
Estás perdiendo la concentración.
—Joder, lo estoy haciendo —espeto, apagando la ceniza de mi cigarro—
. Ella no es la única maldita.
Kyrin debe haberse hundido en la silla al otro lado de mí porque su voz
se rompe entonces.
—Vienen en dos.
15
Dove

B
eat ordena dos vodkas y luego fija sus ojos en mí. Sus dos
guardaespaldas probablemente estén afuera esperándonos,
pero Aeron se fue a su casa.
—¿Dónde aprendiste a bailar así? —pregunta, revolviendo
las aceitunas en su martini.
—Ah… —Me recuesto en mi silla—. Mi madre dictaminó sus
expectativas con pie pesado, y ese pie generalmente tenía una zapatilla de
bailarina, así que...
105
Beat ríe, echando unos cacahuetes en su boca.
—Lo entiendo. Quiero decir que realmente no lo entiendo. Yo, mi madre
y...
—¡Oh! —Niego, agradecida por la bebida cuando finalmente llega. Me
la tomo de un sorbo antes de responder—. No, quiero decir, fue genial, pero
murieron cuando era joven.
—Oh. —Beat suaviza su tono, sus hombros caen—. Lamento escuchar
eso.
Le quito importancia, no porque ya no me afecte su muerte, sino porque
después de todos estos años de tener que explicar o decir lo mismo, casi
como un guion ensayado, ahora es más fácil.
—Fue hace mucho tiempo. —Mentira, todavía te afecta. Enterrar los
malos recuerdos no te ayuda a sobrellevarlos.
Es la mentira fácil con la que nos abrigamos por una falsa sensación
de seguridad.
—Entonces, ¿cómo ha sido Delila? —Beat cambia de tema.
Me encojo de hombros.
—Una perra total en el mejor de los casos. —El alcohol me calienta la
sangre y alimenta mi confianza para hablar.
—Entonces, sigue siendo la misma. —Beat pone los ojos en blanco.
—¿Solías estar en Midnight Mayhem? —pregunto.
Sus hombros se hunden.
—Sí. Hace mucho tiempo, pero esencialmente, sí. Por un par de shows
de todos modos.
—¿Cómo los encontraste? —Estoy intrigada por ella a un nivel que no
estoy segura de comprender todavía. Fascinada. Quiero conocerla de alguna
manera.
—Bien… —Exhala—. Me estaba escapando de mi esposo porque me
secuestró. Luego estaba todo eso de que “podría matarme” y no tenía ganas
de morir.
Me rio, echando la cabeza hacia atrás. Me rio con tanta fuerza que mi
vientre se tensa. Cuando finalmente bajo de mi ataque de risas, me mira
con sorpresa.
—¿No te asusta lo que acabo de decir?
Me seco los ojos.
—No. Quiero decir, si supieras cómo llegué a mi posición actual.
Beat busca en mis ojos.
106
—Oh, creo que tengo una idea. Tal vez. Aunque no estoy segura.
Niego, suspirando. Me siento relajada por primera vez en mucho
tiempo.
Estar cerca de tanta testosterona me pasó factura.
—Te juro que podría escribir un libro realmente espeluznante sobre mi
vida.
Beat resopla, apoyándose en su bolso que está cerca de sus tobillos y
dejando caer un libro sobre la mesa. Señala.
—Únete al club. —Mis ojos caen a la portada del título verde brillante
que me llamó la atención primero. El título es simple. MANIK. La foto de
portada es del pecho de Aeron, pero donde se supone que debe estar su
rostro, hay cuervos volando.
—¡Vaya! ¿Tienes un libro?
Me hace señas.
—No lo escribí yo, pero sí. Es la historia de cómo Aeron y yo nos
encontramos. Estoy a favor de las historias espeluznantes. No recomendaría
a esta autora, sin embargo. Bebe demasiado, posterga mucho y se distrae
fácilmente.
Me rio, pasando mi mano sobre el libro mientras lo deslizo hacia ella.
—Entonces ¿por qué quisiste tomar una copa conmigo esta noche? ¿O
esta mañana?
Su concentración se desvía.
—Bueno, en realidad solo esperaba revisar tu cerebro por cómo bailas.
Ahora dirijo a los bailarines de respaldo de Aeron, y me están volviendo loca.
Eso es mucho decir, porque mi umbral loco es alto debido a con quién estoy
casada.
—¡Pregunta! —Hago un gesto con mis manos mientras me acosa con
preguntas sobre mi técnica. Le digo que no solo he estado bailando desde
que podía caminar, sino que también tuve lecciones mientras crecía, lo que
entendió. Una vez que terminamos de ir y venir, ha pasado una hora
fácilmente y vacié los vasos que estaban frente a nosotras.
—Vaya. —Se recuesta en su silla—. Desearía poder cazarte
furtivamente.
Apenas mantengo mis ojos abiertos.
—Yo lo deseo también. Oh, cómo lo hago.
—¿En dónde radicas? —pregunta—. Tu base de operaciones. ¿Tienes
una ya?
—Todavía no tengo una, pero creo que a Delila le gusta que todos nos
mantengamos muy cerca. 107
—Sí, lo hace, así que estarás cerca de la mansión. No me sorprendería
si estuviera clasificando su propia casa para construirla en la propiedad. —
Beat hace una pausa, vaciando el resto de su bebida en su boca—. Dime.
¿Quieres hacer esto?
Pienso en su pregunta, queriendo darle una respuesta honesta.
—Quiero permanecer viva.
Después de un par de tragos más, intercambiamos números, y Beat me
deja de nuevo en el terreno, también llamado “compuesto” cuando Midnight
Mayhem están en la carretera. Mi cabeza está mareada y mis pensamientos
vacilan. El vodka hace mucho tiempo que dejó sus garras dentro de mí. Abro
la puerta del RV, tropezando a la parte de atrás hacia mi habitación.
Después de quitarme la ropa, saco mi teléfono y agarro mis auriculares,
pongo play en mi lista de reproducción con la esperanza de que la música
haga que mi cabeza deje de girar. “Far Away” de Nickelback comienza a
sonar. Canto suavemente las palabras, atando mi cabello en una coleta alta
y me deslizo debajo de las sábanas. Necesito salir y tomar más suministros
y hacer algo de lavandería si no quiero empezar a usar la misma ropa. Estoy
cantando el coro cuando mi cortina se abre, y Keaton me está mirando
atentamente con una bebida colgando entre sus dedos. Saca su teléfono, así
que me quito los auriculares.
—¿Qué? —No quiero ser rápida con Keaton. No es como si hubiera sido
exactamente grosero conmigo, si no cuentan actuar como si no existiera.
Presiona reproducir en la canción nuevamente, señalándome con su
bebida.
—Cántala de nuevo. —Cuando no me muevo y comienza la apertura,
pone los ojos en blanco y comienza a cantar perezosamente. Incluso vago,
la está clavando. No tenía idea de que Keaton podía cantar en absoluto. No
se parece a un cantante, incluso si eso suena como un juicio de mierda para
que yo lo haga. Cuando entra el coro, la apago y nuestras voces se fusionan
en perfecta armonía. Mientras toca la guitarra, él cae sobre mi cama,
dejando caer su bebida en el suelo en el proceso. Continúa la canción y yo
entro nuevamente en el coro, tocando las notas altas con él fusionándose a
través de las notas cercanas.
Inclina la cabeza y me mira con una nueva fascinación.
—¿Quién te enseñó a cantar así, Pajarito?
—Nací con ello, y luego mi madre me hizo tomar clases de canto cada
día después de mis clases de ballet.
—Suena como una perra —dice, tropezando fuera de mi cama y
alcanzando su bebida.
Me inclino, arrebatándola de su alcance.
—No lo fue. Solo era... impulsiva, y creo que ya tuviste suficiente.
108
Recostado en mi cama, deja que la botella se deslice a mis dedos. La
agarro justo a tiempo. Mi cabeza da vueltas, pero aprieto los labios para
detener mi risa.
—¿Qué es gracioso, Pajarito? —murmura, sombreando sus ojos con su
antebrazo. Se quita los zapatos y la camisa, antes de subir a mi cama y caer
en una cómoda posición.
—Sí, no te quedarás aquí, Keaton —le digo, sacudiendo su brazo. Pero
es demasiado tarde. Es como sacudir un cadáver. No se mueve.
Suspiro, saliendo de mi cama. Me dirijo a la cocina cuando me detengo
en mis pasos con Kingston posado en una de las sillas, con un trago justo
debajo de sus labios. Lo ignoro y me dirijo a la cocina. Abro la nevera,
haciendo una pausa cuando veo que está completamente abastecida
nuevamente, alcanzo una botella de agua.
—¿Qué te pareció el programa, Pajarito? —La voz de Kingston es fría,
amarga.
Deja su boca fruncida y mira la mía como un trago amargo de tequila.
Mi mano llega brevemente a mi boca al pensar en el tequila.
—Tan malo como pensé que sería. —Quito la tapa y tomo un sorbo.
Se ríe, levantándose de su silla. Ahí es cuando me doy cuenta de que
no está usando camisa, solo un vaquero suelto. Se ve sucio, trastornado, y
no es alguien en quien debería confiar que esté cerca de mí ahora mismo.
Obviamente está borracho.
—Todavía no has visto nada.
—¿Porque no he visto todos tus actos? —pregunto, apretando la botella
en mi mano. Soy muy consciente de sus acrobacias y de lo que pueden hacer
físicamente, y Keaton puede cantar, y quiero decir que el hombre puede
cantar como Lewis Capaldi, y eso es borracho, pero no he visto un
espectáculo de principio a fin.
Se detiene unos pasos lejos de mí e inclina la cabeza. Trato de pelear
conmigo misma y no mirar demasiado de cerca lo que está haciendo o cómo
se ve. Fallo, sin embargo, debido a que su cabello es suave y desordenado,
sus mejillas están sonrojadas por el alcohol y su cuerpo… Su maldito
cuerpo. No es justo. Atrapo las dos rosas que están tatuadas sobre su cadera
izquierda, escondiéndose debajo de sus calzoncillos. Una está justo arriba
de la otra. La otra sobre el borde. Parece tener menos detalles, menos amor.
La que se sumerge ligeramente debajo tiene claridad y precisión. Tiene
pasión.
—¿Dando una buena mirada? —me pregunta, empujándome para
poner su vaso en el lavabo—. Me estoy cansando de que me molestes,
Pajarito. Podría investigar si esos ojos pueden cumplir las promesas que
109
están dando. —Se gira para mirarme y puedo sentir su aliento sobre mi
carne.
Cierro los ojos y me alejo de él, necesitando estar lejos. Lejos de él. Del
fuego que amenaza con quemarme hasta quedar crujiente.
Roza su pecho contra el mío, y retrocedo, golpeando la encimera de la
cocina. Cada mano llega al mostrador, encerrándome.
—Solo para ser claros, te odio.
—No me conoces —le espeto, alzando mis ojos a los suyos.
Busca los míos y sonríe. Enviando escalofríos por mi columna.
—Sé más de lo que tú nunca sabrás.
Me estremezco, alejando mi atención de él, su mano llega detrás de mi
cabello, y tira de él, atrayendo mis ojos hacia los suyos.
—No tienes que gustarme para querer tener sexo contigo, así que en
caso de que te aburras una noche, mi habitación es la que está al final del
pasillo de arriba. Antes de pensar en envolver estos bonitos labios alrededor
del pene de alguien más otra vez, te aconsejaría en contra.
—¿Por qué? —Arranco mi cabello de su agarre.
Sus ojos se entrecierran con sospecha antes de recuperarse y caminar
hacia atrás.
—Porque te desperdiciarías con alguien más.
Se gira, y veo los estúpidos músculos de su espalda contraerse
mientras va hacia arriba.
Volviendo a mi habitación, estoy aún más molesta cuando veo que
Keaton está todavía en mi cama, ahora roncando.
Exhalo, cayendo a su lado. Me giro para mirarlo de espaldas,
estudiando todos los tatuajes que le suben por la nuca. Son casi
demoníacos. He escuchado a la gente decir que algunos usan tatuajes como
una forma de expresar cómo se sienten por dentro. Si ese es el caso con
Keaton, no quisiera saber quién es por dentro. Es una forma de arte, y no
hay una forma correcta o incorrecta de hacerlo. Nadie puede decirte cuál es
el arte incorrecto o cuál el correcto. Si no ves lo que el artista quiere que
veas, entonces ese arte simplemente no es para ti, eso no lo hace incorrecto.
Lo hace mal para ti. Mis ojos se cierran y me meto en un sueño profundo.
Cometí muchos errores al crecer, pero nunca pensé en ellos de esa forma.
Nunca me arrepentí de las decisiones que tomé porque, esencialmente, quién
podía decir que esas decisiones no fueron las que me salvaron de otras.
Esa noche The Shadow se comió mi interior y me pudrió en el núcleo.
No porque lo odiara o lo lamentara.
No porque me sintiera sucia o asquerosa. 110
Me pudrió porque me sentí atraída por él aún más. Como una polilla a
una llama, indiferente al hecho de que podría morir si volaba demasiado cerca
de lo que me atraía. Pero ese sentimiento se desgastó con el tiempo que siguió.
The Shadow se volvió más violento con su presencia. Nunca me tocó de nuevo
como lo hizo esa noche.
Nunca se burló de mí ni me atrajo.
Recuperó el miedo que había instalado en mí cuando murieron mis
padres y me lo arrojó al rostro a velocidad supersónica.
16
King
A los 15 años.

—¿E
stás en camino? —preguntó mi padre por
teléfono.
Alcé los ojos hacia Killian, Keaton y
Kyrin, que estaban opuestos a mí en la parte
de atrás de la limusina. 111
—Sí. ¿En cuánto tiempo llegarás?
Hubo un largo silencio antes de responder.
—En veinte minutos.
Me subí el pañuelo, colgué el teléfono y lo tiré al asiento a mi lado.
—¿Qué dijo? —preguntó Killian, mirándome mientras levantaba su cubre
bocas.
—Que estará allí en veinte minutos.
—King —murmuró Kyrin, pero lo ignoré. Sabía lo que diría—. No iniciarán
la matanza con ella. No pueden hacerlo.
Giré mi cuello.
—Ella no merece vivir.
—Ella ni siquiera puede... —Kill negó, exhausto—. No importa. —Sabía,
sin embargo, lo que iba a decir, y aunque tenía razón, todavía no triunfaba
sobre el hecho de que Dove era la razón por la cual había sucedido tanta
tragedia.

En el presente.
Mi mano descansa sobre mi estómago mientras la otra cubre mis ojos.
Estoy tratando putamente de dormir, pero todo lo que puedo pensar es en
ella. Y es jodidamente molesto. No quiero tener nada que ver con ella más
de lo que estoy aquí para hacer. Está disminuyendo mi moderación,
burlándose de ella. La odio, con un fuego tan caliente que quisiera
sumergirla en gasolina y usarla para detonarla. Pero no puedo. Tengo que
apegarme al maldito plan, incluso si el plan me está matando.

112
17
Dove

M
e levanto a la mañana siguiente con las extremidades
doloridas y con la cabeza palpitándome. Un brazo está
tenso a mi alrededor y me congelo, el recuerdo de anoche
vuelve a mí a cien kilómetros por hora. Levantando el
grueso y musculoso brazo, lo tiro fuera de mí y me levanto de mi cama.
Gimo de nuevo, mi cabello cae al frente de mi rostro. No pensé haber
bebido tanto.
Mientras camino hacia la cocina, busco un vaso de agua.
113
—¿Dormiste bien?
Me doy la vuelta para ver a Killian entrando, el sudor cae por su pecho
desnudo. Me doy cuenta de que la estrella que King tiene en su pecho,
Killian la tiene sobre la cadera inferior izquierda.
Me pilla mirando porque se aclara la garganta.
—Eres un poco pervertida.
Resoplo, dándome la vuelta para vaciar el agua de mi vaso.
—No en lo que piensas.
Se ríe, su mano llega a mi cadera. Me congelo ante su contacto, cuando
sus labios tocan el costado de mi hombro.
—Relájate —susurra, poniendo piel de gallina sobre mi cuerpo—. No
soy King. No soy como el resto de ellos.
Mis ojos se cierran mientras disfruto de sus poco confiables palabras,
antes de sacudirlas y girar en sus manos.
—No importa, Killian. Eres todo lo malo. —Parece pensar en mis
palabras, porque sus ojos buscan los míos. Me tomo un momento para
admirar sus brillantes ojos azules y piel bronceada, y la forma en que su
oscuro cabello cae ligeramente sobre su frente.
—Sí, ¿y qué si lo somos?
Me detengo.
—¿Esa es tu respuesta? ¿Ni siquiera vas a fingir que no son malos?
Killian sonríe, y, por un segundo, quiero dar un paso atrás, pero no
puedo. El maldito mostrador de la cocina está, una vez más, presionando
contra mi trasero.
—Si eso es lo que quieres, Pajarito, que te aseguremos que no somos
malas personas, entonces te tropezarás.
—¿Oh, en serio?
Sus ojos se estrechan, su boca se abre. Justo cuando está a punto de
decir algo, noto otra sombra detrás de él. Lo siento antes de verlo y por más
cliché que eso pueda sonar para la mayoría de las personas, es la única
forma en que puedo describir la atracción que tengo por Kingston en este
momento. O la única forma en la que quiero describirla.
King entra en el espacio que dejó Killian. Sus ojos caen a mi boca.
—No somos buenas personas, Dovey. —Sus ojos van a los míos, el verde
oscuro de sus profundidades me atrae a probarlos. Solo lo empujo un poco
más. Sus ojos se estrechan—. Pero creo que lo sabes.
Trago, justo cuando su mano llega a mi barbilla, levantando mi rostro
hacia él. 114
—¿Dormiste bien?
—Sí.
—¿Keaton te penetró bien?
—¿Qué? —Aparto mi rostro de su agarre—. No.
Justo cuando creo que habla en serio, sus labios se curvan. Pero no es
una sonrisa alegre. Es, más bien, una satánica. Una que realmente no
quiero probar hoy.
Doy un paso alrededor de él, solo para que su mano llegue a mi brazo.
—Estaremos en el camino hoy. En el próximo espectáculo, ensayarás.
—Está bien —respondo, queriendo que su mano me libere, pero no
deseando que lo haga. Suéltame. Oh, qué mierda mental.
Me enjaula de nuevo en la esquina, ambas manos descansan a cada
lado de mi cuerpo.
—Y no volverás a salir sola.
Lo empujo, saliendo de la cocina y volviendo a la habitación al final.
Keaton está inclinado sobre la cama, con los codos apoyados sobre las
rodillas y con el rostro en sus manos.
—Duele, ¿eh? —bromeo, sintiéndome extrañamente cómoda en su
presencia.
Sus manos se apartan, su cabeza se inclina hacia un lado.
—Algo así.
Molesta con los crípticos mensajes cada vez mayores que me lanzan
todos excepto Kyrin, abro la puerta de mi armario y saco un poco de ropa
cómoda que pueda usar hoy, ya que estaremos de vuelta en el camino.
—Dove. —La voz de Keaton es tan baja que casi la pierdo.
—¿Sí? —respondo, cerrando la puerta del armario.
Sus ojos vienen a los míos, y por un breve segundo, creo que veo algo
pasar entre nosotros. Siento algo pasar entre nosotros.
—Haz lo que él dice. —Se mueve de mi cama y desaparece a través de
la cortina, dejándome de pie allí sin palabras. De nuevo.
Me muevo a través de la casa rodante y dentro del pequeño baño tan
pronto como sé que ninguno de ellos está ahí fuera y me baño en tiempo
récord. Me estoy atando el cabello en un moño y deslizándome en mi
pantalón corto de spandex cuando hay un golpe en la puerta.
—¡Dove, soy yo! —La voz de Rose me tranquiliza al instante, y abro la
puerta, mis brazos vuelan alrededor de su cuello.
—¡Siento que hace siglos que no te veo! —Exhalo. Tomo el cepillo de
dientes y le pongo un poco de pasta—. ¿Cómo estuvo anoche? 115
Rose está vestida con pantalón de chándal suelto y una sudadera con
capucha, con el cabello informal. Pone los ojos en blanco y patea la tapa del
inodoro, tomando asiento.
—También bebí mucho. Sin embargo, creo que todos lo hicieron. Todos
menos Maya, por supuesto. —Rose se masajea las sienes—. ¿Qué está
pasando entre ella y Killian? Todos están volviéndose locos.
Pauso mi cepillado, luego escupo, enjuago y repito.
—No lo sé. También sentí algo.
Rose abre la boca, pero luego la cierra, cuando sus ojos pasan por
encima de mi hombro. Sus ojos se vuelven distantes y su cuerpo se tensa.
—¿Qué pasa? —murmuro alrededor de mi cepillo de dientes.
King entra, me quita el cepillo de dientes de la boca y se lo mete en la
suya propia. Lame el borde de su labio mientras sus ojos van a los míos.
—Saca a tu amiga de mi puto espacio.
—¡King! —grito al instante. Realmente no respondo, principalmente
porque sé de lo que él y ellos son capaces, y resulta que disfruto estando
viva, incluso si mi vida no está en forma estelar en este momento.
Sus cejas se alzan en desafío, sus dientes blancos se aprietan sobre el
eje de mi cepillo de dientes.
—Si quieres, puedes pelear conmigo por eso, me vendría bien algo de
cardio esta mañana.
La mano de Rose llega a mi brazo. Me sonríe débilmente.
—Está bien. Todos nos iremos pronto de todos modos. Solo quería
verte.
Puedo escuchar a King cepillarse los dientes con mi cepillo.
Dejo salir un soplo de aire.
—Te veré en la siguiente parada, que es...
—Texas —responde Rose.
—Texas. Correcto. —¿Cómo y por qué no sé eso? ¿Por qué siento que a
pesar de que Rose y yo fuimos “capturadas” al mismo tiempo, no se me
muestra la misma cortesía que Midnight le ha mostrado a ella?
Rose se va después de otro abrazo y de prometerle que tomaré un trago
con ella después de nuestro próximo show, o antes.
Mis ojos encuentran los de King en el espejo, él ya me está viendo. Hace
gárgaras con el agua en su boca, sus ojos todavía están en los míos, antes
de escupir en el lavabo.
—¿Qué?
—¿Puedes tratar de ser amable con ella? 116
—¿Por qué? —pregunta, inclinando la cabeza.
—No lo sé... ¿porque no ha hecho nada para garantizar tu ira?
—No. Pero tú sí, y cuando soy grosero con ella, te afecta. —Se limpia la
boca y se acerca a mí—. Estás haciendo este juego demasiado fácil para mí.
—¿Por qué? —grito, justo cuando su mano toca la manija de la puerta.
Hace una pausa.
Lo sigo.
—¿Por qué me odias tanto?
Mueve la cabeza por encima del hombro.
—Porque me quitaste algo.
—¡No te quité nada! ¡Acabo de conocerte! Es una pena que tenga que
señalar lo obvio, pero no creo estarlo entendiendo.
—No tienes que conocer a alguien para quitarle algo. —Se va, y estoy,
una vez más, de pie como una idiota y quedándome con un desorden de
pensamientos.
18
King

—¿E
n cuánto tiempo? —pregunta Killian, su pie
en el tablero mientras avanzamos. Porque el
viaje es de veintiséis horas, y Justice tiene
que conducir el Ford Raptor de Keaton con
nuestras motos y remolque en la parte
posterior a la siguiente parada. Todos estamos cambiando de controladores
a medida que avanzamos.
—Cuando esté terminado. —Ya sé que Kill me golpeará por Dove. Todos 117
sabemos eso. Está en su ADN ser un puto dolor en el trasero.
—Estás actuando como si fuera su culpa —susurra, y tengo que luchar
contra las ganas de darle un codazo en el rostro.
La risa de Dove estalla desde atrás y mis ojos vuelan hacia el espejo
retrovisor, atrapándola riendo con Keaton.
—Eso es jodidamente extraño —agrega Kill—. Ver la sonrisa de Keaton
es casi tan raro como verte sonreír. Son un par de bastardos serios.
—No tan extraño como crees. —Me concentro en el camino, queriendo
que tanto tiempo de maldito viaje termine.

Unas horas después, llegamos a una estación de servicio. Pateo la


pierna de Killian, despertándolo.
—¿Qué? ¿Ya?
Lo ignoro y salgo de la casa rodante para llenar el tanque. Killian ya
está en la tienda, agarrando cada pieza de comida chatarra que puede
encontrar como un chico hambriento. Veinte minutos después, estamos de
vuelta en el camino. Solo que esta vez, estoy en la cocina, revisando
Facebook en mi teléfono.
Keaton todavía está hablando con Dove, solo que ahora tiene su
guitarra.
Dove niega, sonriendo de nuevo. Odio lo mucho que me recuerda a ella.
Justo cuando pienso que es diferente por dentro, va y hace algo que ella
haría.
Sus ojos vienen a los míos, atrapándome mirándola. Sus mejillas se
ponen rojas mientras rápidamente aparta la vista de mí. Cobarde. Nunca
puede mantener contacto visual por mucho.
Keaton comienza a tocar a Jo Satriani en su guitarra cuando empiezo
a ignorarlos y a buscarla en Facebook. Esquivo el estado pasivo-agresivo de
Val. Crees que no me necesitas. Ya veremos... Ella se da también mucho
crédito en lo que respecta a mi pene. Al abrir la pestaña de búsqueda,
escribo Dove Hendry y veo cómo salen los resultados. La encuentro al
instante y hago clic en su foto de perfil. Mis ojos van hacia donde está
sentada con Keaton, antes de volver a mi teléfono. Su foto de perfil es de ella
en una tabla de snowboard, vistiendo todo el atuendo. La tabla se voltea
hacia la cámara, y ella está posando. ¿Una foto de vacaciones tal vez?
Jodidamente raro considerando su vida como la conocía y como era, no era
lujosa en absoluto.
Me muevo hacia abajo para ver que no ha estado en línea mucho desde
118
que estuvo aquí, solo lo suficiente para ser etiquetada en uno de los estados
de Rose. Algún tipo llamado Richard colocó una publicación en su muro
preguntando cuándo volverá. Nunca, hijo de puta. Hago clic en sus fotos y
las reviso. Fotos de sus bailes, una con sus amigos en lo que parece un club.
No en su club, sin embargo. Otra con ella y el mismo chico, Richard. Y otra.
Keaton desaparece arriba, y ahora solo somos Dove y yo y el silencio
que se extiende entre nosotros. Justo cuando la estoy mirando, mi teléfono
vibra en mi mano.
Necesito acabar esto.
19
Dove

M
i primer novio real fue Lionel O’Connor, era dos años mayor
que yo y las carreras ilegales eran su pasatiempo. Sus
padres eran ricos como el pecado gracias al petróleo, dinero
viejo, y tenía un ligero acento sureño al terminar cada
oración. Tengo que admitir, que eso fue en parte lo que me hizo enamorarme
de él. Eso, y el hecho de que atraía a mi naturaleza rebelde a salir y a tocar
todos los sábados por la noche cuando había una carrera. Siempre era su
copiloto, y las otras chicas lo odiaban. Tenían envidia de que Lion me 119
eligiera. Tenía mandíbula cuadrada y pómulos prominentes, y fumaba
cigarrillos como si fueran su fuente de oxígeno. Salimos durante casi un año
en la secundaria, y fue el primero en todo. Lionel resultó ser un gran error,
porque se aburrió y me engañó con mi mejor amiga en ese momento, quien
también estuvo cerca cuando murieron mis padres. Daría cualquier cosa
por tener a King aburriéndose de mí y que pasara a la siguiente persona
para aterrorizar, porque en este momento, está mirándome como si fuera
un oso muerto de hambre y yo el pez más fresco del océano. Haría toda esta
experiencia y vida un poco más fácil de tragar.
Cuando veo que va a permanecer sentado en la silla de la cocina sin
moverse, con el teléfono en la mano, hago la pregunta que me ha estado
quemando en la garganta desde que me hizo entrar en medio de un
espectáculo. Literalmente.
—¿Por qué me tocaste así en el show? —Las palabras caen de mi boca
sin intención de detenerlas y empujarlas dentro.
Él inclina la cabeza.
—Porque jodidamente quería hacerlo. —Cuanto más me mira, más
difícil es para mí apartar la mirada—. Ven aquí.
Aparto mis ojos de él.
—Deja de hacer eso, Dove.
—¿De hacer qué? —pregunto, permitiéndome perderme en él
nuevamente.
—Mirar lejos de mí. Ven. Aquí.
—¿Ir a dónde? —contesto, mirando alrededor de la mesa. King es malo
para cualquier chica caminando por este planeta. Tiene un rostro hecho a
la perfección, con un cuerpo construido de acero, pero no es por eso que es
veneno. Es todo lo que te inculcaron a temer cuando eras una niña pequeña.
Es la peor pesadilla de tu padre y el sueño húmedo de tu madre. Se mueve
con confianza y peligro. Su sonrisa criminal es una cosa, pero la forma en
que sus ojos te observan es otra.
King es exactamente como Lion, solo que peor. Mucho, mucho peor.
Porque incluso después de dos años saliendo con Lion, nunca me sentí con
él de la misma manera que me siento mientras King está cerca. Porque
incluso si Lion era un bastardo frío, nunca habría hecho nada para
lastimarme realmente. Y eso me asusta, King ya me hace sentir vulnerable.
No puedes tener sentimientos por un cadáver. Ellos no sienten.
King se arrastra en su asiento y abre las rodillas. Sus ojos, otra vez,
permanecen fríos, pero su boca se tuerce en la esquina.
Miro hacia su regazo y luego vuelvo a su rostro. No confío en él ni a lo
que está jugando, pero encuentro que mis pies se mueven de todos modos.
Y no es debido al espeluznante juego mental que a todos les gusta hacer; es
porque debajo del cemento de los problemas de confianza que tengo,
120
especialmente cuando se trata de Los Hermanos, quiero saber lo que quiere.
Y tal vez eso me hace tonta como la mierda.
Estoy parada justo frente a él cuando inclina la cabeza y me mira.
Killian está oyendo “Deuces” de Chris Brown, por lo que estoy agradecida
debido a que ahoga las malas decisiones que estoy pensando tomar.
Sus dedos llegan a los míos, y me tira hacia abajo hasta que estoy en
su regazo.
Giro en su agarre hasta que su rostro está directamente frente al mío.
—¿Qué estás haciendo?
—¿Importa?
—Ah. ¿Sí?
Sus labios llegan a los míos. Su lengua se sumerge en mi boca y llena
el pozo de mi vientre con lava, usando mis órganos como mezclador. Mortal,
pero cálido. Lentamente me abro más para él, pasando la punta de mi
lengua por su labio inferior. Bien, Killian me preguntó si quería dejar que
me besara...
Una risita estalla detrás de mí, y voy a alejarme, sabiendo que nos
atraparon. Solo que la mano de King vuela a mi nuca para sostenerme allí.
Profundiza el beso, así que envuelvo mis brazos alrededor de su cuello.
Kyrin está sentado a la mesa, enviando mensajes de texto a su teléfono,
como si lo que acaba de suceder no lo sorprendiera. Supongo que no lo hace
mucho.
—¡King! —grita Keaton desde lo alto de las escaleras detrás de mí.
Kingston aparta los ojos de mí mientras van hacia donde está Keaton.
Me da un golpecito en la pierna, y me balanceo, apartándome el cabello
del rostro. Intento ignorar cómo la sangre corriendo por mis entrañas me
hace latir los oídos, pero es un poco difícil cuando sus besos son como
heroína, se apoderan de mi control y me rompe en pedazos. King no dice
nada mientras desaparece arriba, llevándose mi orgullo con él.
No puedo creer que lo haya besado. No puedo culparlo por la reacción,
tampoco. Era completamente frío, sobrio y normal.
—No te emociones demasiado —dice Kyrin. Su tono es aburrido, sus
ojos nunca se mueven de su teléfono. Es probablemente lo más que Kyrin
me ha dicho.
—No lo hago.
Finalmente, levanta sus ojos hacia los míos. Las facciones de Kyrin son
tan nítidas como una espada samurái. Es casi demasiado lindo para ser
humano. Sus pestañas son negras y gruesas y parece que siempre lleva
121
delineador de ojos y rímel.
Pero da miedo.
—King nunca hace nada sin una razón, mucho menos a una chica
como tú. Y sin ofender. —Sus ojos suben y bajan por mi cuerpo, haciéndome
retorcerme con autoconciencia—. Pero no eres su tipo habitual.
—Corrección —grita Killian desde el frente—. Él no tiene un tipo.
Me alejo de Kyrin. Él vuelve a hacer lo que sea que estaba haciendo, y
me dirijo al frente de la casa rodante, sentándome en el asiento del pasajero.
—No tomes nada de lo que Ky dice como algo personal. No tiene talento
con la gente.
—Deduje eso. ¿Eres el hermano marginado? —bromeo poniendo mis
pies en el tablero y abrazando el sol de la tarde que me calienta la piel.
Killian se ríe.
—Me lo han dicho muchas veces.
—Entonces, ¿cuál es el trato con todo el asunto de Los Hermanos
Kiznitch? —Finalmente hago la pregunta que ha estado hurgando en mi
cerebro desde que lo descubrí.
Killian no responde, y por un segundo, no creo que vaya a hacerlo,
hasta que simplemente dice:
—Es una larga historia.
Dejo que el silencio se asiente a nuestro alrededor. Me gusta el silencio.
Necesito poder sentarme en silencio con la gente, y si no puedo hacerlo,
entonces no puedo estar cerca de esas personas.
El silencio es el sonido más subestimado.
—Lo que Kyrin quiso decir es que King no hace todo el asunto de la
exclusividad. Si estás con él, tienes que saber que nunca será
completamente tuyo.
Mis cejas se disparan.
—Solo nos besamos. —Lo digo como si no fuera nada, haciendo caso
omiso de mi corazón latiendo en mi pecho y de mi estómago brincando.
—Sí, me sorprendió porque King no besa. Nunca. —Killian resopla—. Y
fue un beso lo suficientemente caliente como para volverse porno. —Mis ojos
vuelan hasta el espejo retrovisor y luego vuelven a la carretera—. Solo sé
que nunca ha tenido novia. Nunca. Nunca habrá una novia en lo que a King
se refiere. Mientras estés bien con eso, te irá bien.
—¿Por qué me estás diciendo eso? —Trago la roca en mi garganta.
Soy una maldita masoquista porque el dolor que viene con ese
conocimiento no me impide hacer preguntas, sabiendo que las respuestas
me lastimarán.
122
Él se encoge de hombros.
—¿Es difícil creer que no quiero que te lastime?
—Sí —respondo al instante—. Porque me tuvieron encerrada en una
celda por una semana entera. Así que sí.
Killian se ríe.
—Bueno, recuerda eso la próxima vez que tengas tu lengua en la
garganta del diablo. —Se ríe—. Todas las cosas siniestras saben a miel.
Suspiro, descansando mi cabeza en el respaldo de la silla.
Silenciosamente me juro a mí misma que no besaré a King otra vez.
20
Dove

E
stamos en Texas y el equipo de ubicación ya comenzó a
configurar el espacio. Llegamos tarde anoche y, de alguna
manera, entre llegar, dormir y despertar, el equipo ya armó
parcialmente la monstruosa carpa. En Texas hace calor. Tanto
calor que apenas puedo respirar, así que estoy yendo al RV en sostén
deportivo y pantalón corto. El sudor está saliendo de mi piel en todas partes,
y si algo no me refresca rápido, creo que podría morir. La puerta principal
se abre y King está de pie allí sin camisa y con pantalón corto de algodón 123
que cuelga muy bien de sus caderas. Su cabello está desordenado y el sudor
cubre su musculoso torso.
Concéntrate.
—¿Por qué hace tanto calor?
Los ojos de King suben y bajan por mi cuerpo antes de volver a mis
ojos.
—Porque es Texas.
—No, quiero decir, ¿tenemos aire acondicionado aquí? Podría morir.
—Si tan solo lo hicieras —murmura, subiendo los escalones que lo
llevan a la casa rodante—. Saca tu bikini. Iremos al pozo de agua mientras
esperamos que el equipo arregle el generador.
Entro corriendo a mi habitación y agarro el primer bikini que puedo
encontrar y me lo pongo.
Nada sofisticado. Solo uno amarillo y blanco de dos piezas. Tomo un
par de botellas del refrigerador antes de ponerme un pantalón corto blanco
roto y un top. Estoy tomando un sorbo de agua y esperando a King cuando
finalmente sale. Me pongo a su lado.
El silencio que se cierne entre nosotros es cómodo cuando pasamos
junto a todos los RV. Justo cuando llegamos a Midnight, Maya y Rose están
saliendo, pero Val y Mischa ya están sentadas fuera, frotando aceite en sus
cuerpos. Killian, Kyrin y Keaton aparecen a continuación con algunas
personas que aún no he conocido. Hago contacto visual con algunos, pero
hacen lo obvio cuando tratan de evitarme.
Val hace una pausa mientras frota aceite en su pierna, sus ojos fijos
en mí. Empuja su silla y se dirige hacia King.
—¿Puedes echarme en la espalda?
King no le presta atención.
—No. —La empuja y va directo hacia Maya. Se inclina hacia su oreja y
le susurra algo, sus ojos se acercan a los míos.
—No te sientes cómoda en ese asiento. Solo lo mantendrás caliente
hasta que vuelva a mí —anuncia Val cuando la paso.
—No sé de qué estás hablando —digo sobre mi hombro, principalmente
porque no lo sé. A menos que esté ocurriendo algo que aún no capté. O tal
vez solo está insegura porque me quedo con ellos.
Rose se acerca a mí, vistiendo un pequeño bikini rojo y nada más, su
brazo se engancha con el mío.
—Necesito nadar antes de derretirme.
—Ídem.
124
—Oye. —Tira de mi brazo, justo cuando todos comenzamos a caminar
hacia Dios sabe dónde—. ¿Estás bien allí? Puedes pedirle a Delila tu propio
remolque. La escuché hablar con Justice el otro día, y ambos están de
acuerdo en que tendrás tu propio programa al principio de las escenas SOK.
—¿SOK? —pregunto, antes de conectar los puntos—. Correcto. No sé
lo que ella quiere que haga.
—Um… —Rose pone los ojos en blanco—. Bailar, por supuesto.
Dejo caer mis gafas de sol sobre mis ojos.
—No soy nada especial.
—Estás tan mal. —Rose gira ligeramente la cabeza sobre su hombro
antes de volver a mí—. Cuando bailas, Dove, creas un mundo nuevo.
Cautivas a toda la audiencia. Hay paz en tus movimientos.
El brazo de King envuelve mi torso, atrayéndome hacia él mientras
camina detrás de mí.
—Sí, pero recuerda que en la paz siempre hay estragos.
Trato de moverme de su agarre en vano. Una vez que estamos en el
estacionamiento, King saca un juego de llaves y presiona el botón de
desbloqueo en su llavero. Un Ford Raptor negro se ilumina. Lo señala.
—Entra en el auto.
—¿Puede viajar con nosotros? —suplica Rose—. ¡No la he visto en
mucho tiempo!
King hace una pausa y la fulmina con sus ojos de cadáver.
—No.
Al menos no es un imbécil solo conmigo. Es un defecto general de su
personalidad.
—Te veré cuando llegue allí —le digo a Rose, dirigiéndome hacia la
camioneta. Voy a deslizarme hacia atrás cuando alguien me recoge por
detrás y me coloca frente a la puerta del pasajero. Me giro para encontrar a
Killian sonriendo.
—El pequeño pajarito montará delante.
Suspirando, abro la puerta justo a tiempo para ver a Val mirándome
desde el otro lado del estacionamiento. Está a punto de meterse en un Range
Rover blanco, pero detuvo sus movimientos para decirme que me odia.
—No te preocupes por ella. —Killian me pilla desprevenida susurrando
en mi oreja—. Está celosa porque King nunca le ha prestado atención
cuando pasa por la habitación.
—¿Qué? —digo, volviéndome para mirarlo.
Killian se encoge de hombros.
—King tiene sexo con ella y la ignora. Cuando digo tener sexo, significa
125
solo tener sexo. Nunca la toca. Nunca la besa. Todo lo que hacen es estar
en el dormitorio, y nada más allá de esa puerta, y es la puerta de él, no la
de ella.
—¿Terminaste con los chismes? —King enciende la ruidosa camioneta
y subo, hundiéndome en el asiento de cuero. Puedo sentirlo mirándome por
el rabillo del ojo, pero lo ignoro. Estoy confundida por el repentino ir y venir
de la situación. ¿En qué punto establecimos él y yo algo? Estoy perdida. Eso
es lo que me preocupa. Fue orgánico. Los nudos y ataduras se tejieron sin
que me diera cuenta. Ahora no sé cómo desatar todos los nudos porque me
perdí cómo se formaron.
—Deja de pensar demasiado con lo que sea que Kill te esté metiendo
en la cabeza. —King nos saca del estacionamiento y va detrás del Range
Rover y de otro auto.
—No lo hago.
Él se ríe.
—Sí, lo haces.
—¿Y puedes leer mi mente ahora? —bromeo, mirándolo fijamente.
Su mandíbula se tensa, y por un segundo, quiero golpearme a mí
misma por bromear con él.
Ya es bastante malo que no pueda dejar de besarlo o de estar en su
regazo, y mucho menos bromear con él. Y, de todos modos, probablemente
puede leer mi mente. No me extrañaría que fuera así. O que lo hiciera
cualquiera de ellos.
Enciende el estéreo y dejamos que la música llene el espacio vacío que
nos rodea.
Lo cual es mucho, porque esta camioneta es enorme. “Hail to the King”
de Avenged Sevenfold comienza a sonar. Pongo los ojos en blanco ante la
ironía de la canción y me distraigo con todos los árboles y edificios que
pasan. El camino se vuelve de grava, y estamos botando por un camino lleno
de baches.
Me giro y miro a Killian, Kyrin y Keaton, que están atrás.
Killian ya me está sonriendo desde en medio.
—¿Qué? ¿Asustada de que te estemos llevando a algún lugar para
matarte?
—En realidad, ese pensamiento no pasó por mi mente,
sorprendentemente, pero ¿a dónde se fue el resto?
—Los perdimos en el viaje. —Keaton llama mi atención. Hablar con él
durante el trayecto a Texas fue probablemente uno de los mejores momentos
del viaje. No es alguien que parece hacer muchos amigos, pero, por la razón
que sea, eligió ser uno mío.
126
Me doy la vuelta, justo cuando King se detiene en un claro.
—¡Vaya! — Hay una larga cascada que se derrama sobre un acantilado,
chocando contra el agua cristalina debajo.
—Espera, ¿cómo sabemos que no hay cocodrilos ni nada en esa agua?
King se encoge de hombros y sale de la camioneta. Tan pronto como se
abre su puerta, la humedad me abofetea y, de repente, ya no me importa.
Cualquier cosa para quitar este pegajoso calor. Justo cuando estoy cerrando
la puerta, el Range Rover y otra camioneta se estacionan a nuestro lado. Me
molesta al instante que Val esté aquí. Todos salen, y Rose tira de mi toalla.
—¡Quítate la ropa, Dovey! —Me da una botella fría de vino, y las
chocamos en un brindis.
Tomo un sorbo y veo que el resto de las chicas se desnuda y se van a
sumergir en el agua después de Los Hermanos.
—¿Estás bien? —dice una voz detrás de mí—. ¿Por qué no estás en el
agua?
Me doy la vuelta para encontrar a un chico que aún no he conocido. Es
alto y delgado con amables ojos marrones. Es atractivo, a primera vista.
—Estoy llegando. —Me rio entre dientes.
Se ríe y noto sus dientes blancos al instante contra su piel bronceada.
Sus ojos caen sobre mí. Tiene rostro amigable.
—Soy Jackson, pero la gente me llama Jack.
Mi mano se encuentra con la suya.
—Dove.
—Sé quién eres. —Me guiña un ojo y se quita la camisa. Sin tatuajes.
Ni siquiera la estrella que tienen Los Hermanos. Interesante.
Se zambulle en el agua justo cuando me quito las sandalias.
—Oh, vamos, Pajarito. ¡Entra en el agua! —grita Killian.
—¿De qué tienes miedo? —dice Val, trepando por una de las rocas,
sacudiendo el agua de su tonificado cuerpo. Los Hermanos no le prestan
ninguna atención.
Me quito la toalla y la tiro al suelo, colocando mi botella fría de vino en
la parte superior. Me dirijo hacia la roca desde la que Jack se zambulló.
—¡Dovey! ¡Mierda! —Mischa se está riendo desde el agua—. ¡Mira ese
cuerpo de bailarina!
—¿Qué? —Miro hacia mis suaves curvas, pero de estructura atlética.
Tengo un apretado paquete de seis y más músculos que huesos, pero
esencialmente, todavía me meneo en algunos lugares.
127
Me gusta así, porque me encanta la comida.
—Estás loca. Todos están en forma.
—¿Y tú no? —Me reta Rose con un disimulado levantamiento de cejas.
Pongo los ojos en blanco y me sumerjo en el agua, liberando
instantáneamente todo el estrés que el calor me había traído. Mi cabeza
emerge del agua, y quito el exceso de mi rostro, riendo.
—¿Te sientes mejor? —susurra King detrás de mí justo cuando su
brazo va alrededor de mi torso.
Me giro, echando mi cabello hacia atrás, por lo que no está todo sobre
mi rostro.
—Mucho mejor. —Todavía me rio cuando me inclino hacia delante y lo
beso suavemente en los labios.
Me congelo cuando me retiro.
—Lo siento…
Sus labios están sobre los míos otra vez, su brazo apretado alrededor
de mi cintura. Me libera después de unos segundos, y sus ojos están
buscando los míos.
—¿Qué estamos haciendo?
—No hagas eso —murmura contra mis labios.
—¿Hacer qué? —Quiero saber a qué se refiere. De repente, todos y todo
desaparecen detrás de mí, y solo somos King y yo.
—No hagas preguntas para cuya respuesta no estás preparada.
—¿Y crees que no estoy lista? —Sondeo, queriendo algo. Cualquier
cosa—. Dijiste que me odiabas.
—Sí, ¿y qué dije después de admitir eso? —Las palabras salen de su
boca, pero sus brazos todavía me sostienen debajo del agua.
Pienso en mis muy breves recuerdos, antes de que sus palabras
vuelvan a mí en un violento eco.
—No tienes que gustarme para querer tener sexo contigo.
—Bien. —Agito mis brazos para mantenerme a flote, pero fallo
miserablemente cuando me hundo bajo el agua. Sus manos llegan a la parte
de atrás de mi trasero, y me levanta otra vez fuera del agua, forzando mis
piernas alrededor de su cintura. Me estoy riendo con los brazos alrededor
de su cuello—. No terminamos esa conversación. ¿Por qué me odias?
Sus ojos se estrechan, y por un breve instante, me pierdo en su
flagrante masculinidad. Su cabello oscuro y sus pestañas. Su mandíbula
muy prominente que siempre parece hacerlo ver tenso, así es como está
cortado y la forma en que sus ojos pueden expresar casi todas las emociones
humanas sin exudar ninguna.
—Todo a buen tiempo.
128
—¡Dovey! ¿Quieres tu bebida? —grita Rose, sacándome del trance de
King. Me alejo de él y empiezo a nadar hacia la orilla hasta que mis pies
tocan el arenoso fondo. Una vez que salgo del agua, tomo mi bebida y coloco
mi toalla a su lado mientras ella revisa su teléfono y pone música.
—¿Estás bien? —pregunta sin mirarme. Tengo la sensación de que está
tratando de ser reservada en sus preguntas.
—¿Por qué no lo estaría? —respondo, pasando mis dedos por mi cabello
antes de que se enrede.
Exhala, volviendo toda su atención hacia mí.
—Por favor, ten cuidado, Dove. No son lo que crees que son. Son…
—¡Hola! —Mischa, la chica morena que parece tener demasiada energía
para su pequeño cuerpo, tira su toalla al otro lado de Rose—. ¿Tú y King?
—Ah...
Maya deja caer su toalla junto a la mía, quejándose de usar bikini, a
pesar de que lleva pantalón corto deportivo sobre la parte de abajo.
—Malditamente odio este calor de Texas.
—¿Entonces? —Presiona Mischa.
—Oh, por el amor de Dios, Mischa. Cállate y déjala en paz. —Maya pone
un porro entre sus labios y lo enciende, inhalando. Me lo pasa, pero lo
rechazo.
—Oh, vamos. —Sonríe Maya—. Solo la puse en su lugar. Lo menos que
puedes hacer es dar una bocanada.
—Problemas —se burla Killian, y al instante el rostro de Maya cae—.
Deja a Dove en paz. Ya sabes que a King le gustan sus juguetes limpios.
Esta vez me rio, volteando sobre mi espalda y saboreando el sol.
—Bien, entonces será mejor que encuentre un juguete nuevo, porque
definitivamente estoy un poco manchada. —Muevo los dedos sin siquiera
mirar a Maya, gesticulando hacia el porro. Quiero decir que es en parte por
lo que pasó en la celda, pero no lo hago. No quiero que sepan nada sobre lo
que sucedió, porque eso probablemente solo les dará más satisfacción con
mi dolor. Mi pecho se aprieta con ese conocimiento. Mi enamoramiento de
Kingston Axton es veneno, pero, aparentemente, estoy dispuesta a morir por
él.
Siento el humo entre mis dedos y lo llevo a mis labios, inhalando
profundamente. Lo sostengo en mis pulmones por un momento más antes
de soltarlo. Una vez que se lo doy de nuevo a Maya, Rose finalmente ha
dejado de pelear con Mischa sobre la música y suena una canción. Una que
no reconozco.
—Hablo en serio, Dovey —susurra Rose. Está boca abajo ahora, su 129
cabeza apoyada en sus brazos y su rostro hacia mí.
Exhalo, girando sobre mi estómago y moviendo el rostro hacia el de
ella. Nadie puede escucharnos porque la música está alta y estamos tan
cerca que no tenemos que gritar.
—¿Por qué?
—¿Estoy aquí? —susurra—. Fue parte de la iniciación. Todo lo que
Delila te explicó, por eso estuve aquí.
—Bien. —Busco en sus ojos—. ¿Y yo? —El calor no está ayudando a mi
zumbido. De hecho, lo está intensificando. Mucho.
—No eres una recluta normal, Dove. Por eso estuviste allí tanto tiempo.
Por eso estás con ellos y no sola o con otra familia.
—¿Y por qué debería preocuparme? —Mi corazón late en mi pecho. No
soy ingenua. Sé que hay algo más. Es por eso que a King le gusta decir que
hice algo para justificar su ira. Es por eso que aparentemente me odia y que
le quité algo.
—No te enamores de King…
—¿Interrumpo algo? —Val cae delante de nosotras, la arena se levanta
salpicando mi rostro. En realidad, quiero matarla.
Me siento, protegiendo mis ojos del sol. Siento una variedad de
emociones, pero una que las supera a todos es la falta de control que tengo.
Perdí mi vida con cuatro hombres, y aún no me han matado.
Gimo, poniéndome de pie, y regreso al agua. King y el resto de Los
Hermanos están en la camioneta, pero Jack todavía está en el agua con las
personas con las que vino.
—Entonces… —dice, su cabeza se menea en el agua.
—No. —Me rio, negando mientras me hundo—. Si vas a preguntarme
sobre King, la respuesta es no.
Jack se ríe, lo que me hace reír también. Me doy cuenta de que
realmente disfruto de su presencia. Lo conozco desde hace veinte minutos,
pero me siento a gusto a su alrededor. Como si lo conociera o lo hubiera
conocido antes. Sé que no lo he hecho, sin embargo. Me acordaría de su
rostro. No he conocido tanta amabilidad desde Richard.
—Conozco a King desde hace tiempo, y nunca lo había visto así antes
—dice Jack, nadando más cerca.
—Oh, de verdad. —Me sumerjo, entrando en lo profundo. Me sigue de
cerca, manteniendo una distancia segura. Soy consciente de eso.
Cuando estoy lo suficientemente lejos, me giro, y está a unos pasos
delante de mí. Mis ojos pasan por encima de su hombro y van a la
camioneta, donde están los chicos, ahora todos mirándonos.
—¿Qué tan bien lo conoces?
130
Jack se pasa la mano por el cabello.
—Bueno, desde que tenía nueve años. Su familia es cercana a mi
familia. Ya sabes, esa clase de cosa.
—Ah, bien. —No quiero sonar curiosa, así que cambio de tema—. ¿Y
cuál es tu acto o papel en Midnight Mayhem?
Hace una pausa.
—¿Quieres decir aparte del acto final?
Inclino la cabeza.
—No creo haber experimentado completamente el acto final.
Se ríe.
—No, no lo has hecho, y por la forma en que se ven las cosas… —Mira
sobre su hombro—. Puede que no lo hagas nunca.
—¿Puedes contarme un poco sobre todo esto?
Se pasa la mano por el cabello otra vez.
—Bueno, es para nosotros tanto como para la audiencia.
—Es sexo en vivo.
Se ríe, con la cabeza inclinada hacia atrás.
—Sí y no.
Niego.
—¿Toda la basura loca de ustedes no es suficiente?
—Es más una recreación. Lo verás mañana. Si te involucras total o
parcialmente como antes, estoy seguro de que lo verás.
—¿Y quién está en el acto final?
Sonríe.
—Todo el mundo.
Un silbido rompe el aire, interrumpiendo nuestra conversación. King
nos saluda desde la orilla.
Me quejo.
—Hemos sido convocados. —Ambos comenzamos a nadar de regreso.
—¿Siempre está de mal humor? —pregunto, justo cuando mis pies
tocan la arena nuevamente.
—No —dice Jack—. Generalmente tiene un mecanismo de defensa.
Antes de que pueda preguntar qué significa eso, Jack se dirige a los
otros chicos que vinieron con él, tirando una toalla alrededor de su espalda.
Su amigo golpea la parte de atrás de su cabeza, y Jack se ríe, dándose la
vuelta para verme y guiñándome un ojo. 131
Esas personas son extrañas. No del tipo de extraño que es tentador
tampoco. Son extraños de los que no quieres ser parte, o incluso admirar
desde la distancia.
Maya se dirige hacia mí con una gorra vuelta hacia atrás.
—¿Tienes deseos de morir, Dovey? Sé lo que estás haciendo. ¿Qué pasa
con King?
—No. Solo haciendo amigos.
—¡Oye! —grita Maya cuando la paso. Me doy la vuelta—. Deberías venir
a beber con nosotros esta noche. Tendremos una fogata y todo lo demás.
Por lo que sé, aún no lo has hecho, y fuiste a beber con Beat primero...
Sonrío.
—Seguro.
—¡Dove! —grita King desde el otro lado de la hierba.
—Oh, chica. —Maya se ríe entre dientes—. Estás en problemas.
Me doy la vuelta para mirarlo y veo al resto de los chicos subiéndose a
la camioneta.
—¡Sube a la camioneta!
Rose me arroja la toalla y la atrapo, mirándola.
—Lo digo en serio, Dove. Ten cuidado.
—Ella no miente —murmura Val, volteándose sobre su espalda.
Lentamente me dirijo a la camioneta, y King se sube al asiento del
conductor cuando me meto en el lado del pasajero. Cierra la puerta antes
de que me ponga el cinturón y mueve la camioneta hacia delante.
—De verdad, Dove. Solo tenías que pinchar al oso.
—¿Qué? —Me giro para mirar a Killian, quien sacude la cabeza.
Supongo que todos estamos en un auto, me giro para ver a Kingston,
inclinando la espalda contra la puerta.
—¿Qué hice mal?
—¿Qué te hace pensar que hiciste algo mal? —responde, pero su voz es
indiferente. Distante.
—Bueno, no lo sé. Tal vez el hecho de que me gritaste desde el otro lado
del maldito campo.
Se ríe sarcásticamente.
—¿Porque te grité? —Quita los ojos del camino por un segundo para
fijarme con una mirada—. Si eso es lo que te sacudió, entonces eres más
débil de lo que pensaba.
Aprieto los dientes y me quedo callada todo el camino a casa. Me doy
cuenta de que cuanto más estoy con ellos, más cómoda me siento en decir
132
lo que pienso. Es como si cuanto más tiempo estuviera aquí, más olvido todo
lo que me hicieron pasar hasta este punto.
King abre la guantera y saca un sobre. Lo señala.
—Eso es tuyo. Todo lo que hay dentro. Úsalo como necesites.
Abro el sobre y una sola tarjeta negra cae sobre mi regazo.
—¿Por qué?
—Porque eres una de nosotros —agrega Keaton.
Paso la tarjeta negra entre mis dedos, pensando en qué hacer.
—Usa la cuenta de cheques para pagar, o de ahorros para la cuenta de
fideicomiso. Están vinculadas.
Quiero pelear contra eso. Quiero saber por qué cambió de repente, y no
está tan enojado conmigo como todos pensaban en el lago, pero lo dejo
porque elegiré mis peleas con King, y no creo que esta sea una para gastar
energía en este momento. Por ahora.
Regresamos al complejo, y me tomo unos segundos para salir de la
camioneta. Todos se van, y solo estamos Killian y yo dentro. Me doy la vuelta
para enfrentarlo.
—Por alguna razón, confío en ti.
Killian se congela.
—Bueno, no lo hagas.
—¿Por qué dices eso? —pregunto, realmente queriendo saber.
—Porque por mucho que me caigas bien, Pajarito, Los Hermanos son
mi familia. Esta familia es más profunda de lo que tu mente podría imaginar.
Hay secretos y bonos y todo tipo de mierda loca que nunca podrás saber. Es
por eso que no deberías confiar en mí. Porque si me ordenaran poner una
bala entre tus ojos, no me estremecería al hacerlo. Puedo ser amable
contigo, pero no lo confundas con lealtad. Alguien como yo, como ellos,
nunca podremos ser felices con una chica por eso. —Sale de la camioneta,
golpeando la puerta en su retiro.
Me quedo sentada. Frustrada y enojada, y, sobre todo, perdida. Me
siento perdida.
Como si ya no supiera quién soy o incluso dónde encajo. No estoy lo
suficientemente delirante como para pensar que con Los Hermanos Kiznitch
es donde encajaría, pero pensé que confiaba en Kill.
Empujando la puerta, caigo al suelo justo cuando Delila se dirige
directa hacia mí.
—Pajarito. ¿Dónde has estado? Ven, tengo algo que quiero mostrarte.
Cierro la puerta y hago lo que dice. Delila es probablemente muchas
cosas... a juzgar por lo que Beat dijo, pero en lo que a mí respecta, no 133
amenaza mi vida todavía, y eso es decir algo.
La sigo a la tienda y entro. Ella agita la mano hacia el escenario.
—Tendrás tu propio acto.
Mis palmas sudan y me las froto por mis muslos.
—¿Bailando?
Asiente, su bob negro rebota con el movimiento.
—Sí. Lo dejaré a tu elección. Preferiría diferentes bailes, pero depende
de ti. Tendrás cinco minutos. Puedes usar cualquiera de los accesorios.
También hay un tubo allí, si lo necesitas.
Inclino la cabeza.
—Sabes que el pole dance es un deporte, ¿verdad? No solo es para
desnudarse.
Delila exhala.
—Sí, Dove, y espero que lo uses. Practica un poco hoy, y lo tendremos
listo para mañana por la noche. —Desaparece por uno de los pasillos. Me
encantaría tener mi propio acto. Sé que tendría que seguir participando en
al menos el acto de King, y en el último, pero tener el mío propio me da
sentido de individualidad y me hace sentir como si tuviera algún tipo de
propósito aquí. Algo que no involucra a Los Hermanos.
En tiempo récord, corro de regreso al RV para cambiarme. Me detengo
cuando encuentro bolsas de compras alineadas en mi cama. Echo un vistazo
dentro de una y descubro que todas están llenas de ropa nueva.
Probándomela, me pongo un ajustado pantalón corto Nike y un sujetador
deportivo, arrojando un jersey de Valentino encima. Agarrando unos
pequeños calentadores de pierna, rápidamente me paso el cepillo por el
cabello y regreso a la carpa. No quiero ver a ninguno de Los Hermanos en
este momento, y especialmente a King. En un segundo me está besando, y
luego al siguiente, me está gritando, y entonces me dice que me odia y que
le quité algo. No hay una mierda mental más grande que estar en el extremo
receptor de la atención de Kingston Axton. No estoy segura de quererla en
este momento.
Le ordeno a un par de chicos que deambulan por la carpa que pongan
el tubo en el centro del escenario. Puedo ver por el rabillo del ojo que Val
está estirando en una viga. Haciendo caso omiso de ella, me concentro en
mi práctica.
—¿Val? —grito, y se gira para verme, su dorado cabello se ve todo
Serena Vander Woodson—. ¿Te importa si pongo música?
Val pone los ojos en blanco.
—No, Pajarito, no me importa.
Tim, creo que Delila dijo que se llama, señala mi teléfono. 134
—Vincula tu teléfono al sistema Bluetooth, y tendrás un reinado
gratuito. Los Hermanos practicarán en un par de horas, así que es todo tuyo
hasta entonces.
Sonrío.
—Gracias. —Revisando mi lista de reproducción, dejo caer mi teléfono
al suelo después de dejar “Mother’s Daughter” de Miley Cyrus sonando.
Necesito calentar y estirarme, ya que no he hecho mucho de eso por un
tiempo.
Inclinándome, estiro mis isquiotibiales, antes de deslizarme al suelo y
abrir las piernas, inclinándome hacia el suelo y terminando en un frente
dividido. La música me está calentando tanto como mis estiramientos.
Cuando estoy lista, vuelvo a mi teléfono. Sé que quiero tener una canción
diferente para cada acto. Dependiendo de mi estado de ánimo, quiero
expresarlo a través de mi baile. Siempre he sido buena canalizando las
emociones en mis extremidades.
Me siento enojada e imprudente, y algo retorcida. Toco “Carrusel” de
Melanie Martínez y sonrío.
—Tan apropiado. —Cuando el ritmo comienza, agarro el tubo y me
balanceo a su alrededor. Me pierdo por tres minutos y cincuenta segundos.
Toco repetir, decidiendo que ésta definitivamente será la canción que bailaré
esta noche y trabajo en mi rutina.
21
King

—N
ecesitamos hablar de ella. —La persistencia de
Killian para hablar de Dove está acabando con mi
paciencia. Pone un buen frente, es el mejor en
eso, pero todos saben que ella también está
usando su moderación.
—No lo necesitamos.
—¿Qué haces, King? Besándola y frotándola como un perro en celo.
¿Desde cuándo era eso parte del plan? —pregunta Keaton, esta vez, sus ojos
135
están clavados en mí. Me arrastro fuera del sofá, arrancándome la camisa.
—Lo entiendo. Es ardiente como el pecado, pero eso lo sabíamos. Tu
sabías eso.
Dejándome caer, coloco un cigarro en mi boca y lo enciendo.
—Estoy jugando con mi comida, ¿y qué?
—King —advierte Killian—. No es buena idea. ¿Qué pasará cuando
tengamos que hacer la entrega?
Lo miro, aburrido.
—¿De qué mierda estás hablando, Chatty Cathy? He visto la forma en
que la miras.
—¿Porque quieres mojar tu pene de repente? —argumenta Keaton.
Quiere mi atención, y ahora la tiene.
Me levanto del sofá y me dirijo hacia donde está apoyado contra el
marco de la puerta.
—¿De qué tienes miedo, Keats? ¿Asustado de que si tenemos algunos
juegos con ella se rompa? —Inclino la cabeza y busco sus ojos—. Su línea
de meta está bastante cerca, ¿por qué no?
—No es lo que esperaba. —Los hombros de Keaton están rectos, sus
ojos iluminados en desafío.
—¿Qué parte de ella? ¿La parte donde siempre fue el peón en nuestro
juego para terminar como carne de res?
Keaton gruñe.
—No lo sé. Simplemente no es lo que esperaba.
Me lamo el labio y sonrío.
—Sí, podría tener una idea de por qué es eso.
Los ojos de Keaton se estrechan, su sospecha crece.
—¿Y por qué es?
Regreso al sofá y me dejo caer, soltando una nube de humo. Tengo dos
opciones aquí: puedo decirle a este idiota exactamente lo que necesita saber.
Sacarlo de su miseria, o puedo agregarlo a mi bolsa de trucos y guardarlo
para después.
El teléfono vibra en mi bolsillo y lo saco, respondiendo al instante.
—Madre.
—Kingston. Necesito una actualización. —Ya puedo imaginar que la
necesita sentada detrás de su larga mesa, con un cigarro en una mano y un
vaso de vodka en la otra. 136
Me recuesto.
—¿Dónde estás?
—En Italia. Regresaré a Estados Unidos en un par de semanas. Dile a
Killian que su padre convocará una reunión también, a la que necesitaremos
que todos asistan.
Sonrío. A mi bolsa de trucos se irá.
22
Dove

U
no de mis primeros recuerdos fue cuando mi madre me dejó
en la clase de ballet con lágrimas recorriendo su rostro.
Nunca supe por qué estaba llorando. Habría tenido seis años,
o tal vez acababa de cumplir los siete. No me acuerdo de nada
antes de este recuerdo, y cada vez que le preguntaba a mi madre sobre eso,
decía que sufrí de TEPT cuando era niña y que parte de mi condición era
que bloqueaba los recuerdos. Yo contrarrestaba lo que decía y pensaba que
generalmente la gente al menos tendría puntos negros. O destellos de 137
eventos que ocurrieron antes, pero yo no tenía nada. Nada. Era un
sentimiento extraño, no tener ningún recuerdo temprano. Ni siquiera una
cosa monumental que hubiera sucedido. Es algo en lo que siempre he
pensado mientras no estoy realmente pensando en eso. Flotando en la parte
posterior de mi cerebro como un mal recuerdo. Nunca supe por qué estaba
llorando ese día. Mi madre nunca lloraba. Derramar tal cruda emoción no
estaba en su naturaleza. No estaba en ella, así que verla llorar me conmovió
lo suficiente como para que se me quedara en el cerebro. Incluso ahora,
mientras regreso a la casa rodante, después de practicar dos horas seguidas
en mi acto, estoy aquí pensando en algo que sucedió hace más de una
década.
—¡Dove! —grita Maya, justo cuando llego al RV.
Me giro para mirarla.
—¡Hola!
Está un poco sin aliento, resoplando y agitada.
—Lo siento. Dios, odio el ejercicio.
—¿Odias el ejercicio? —Me rio—. ¿De tu acto?
Me hace señas, poniendo los ojos en blanco.
—Canto en un columpio y dejo que los chicos conduzcan sus motos a
través de hula-hoops. No, no lo hago. No hago lo que hace Midnight. Ni
siquiera estoy en Midnight. Solo me quedo con ellos porque... —Tiembla de
pies a cabeza—. De todos modos, no es por eso que estoy aquí. ¡Dame tu
teléfono!
Se lo doy y observo mientras presiona botones.
—Programé mi número en tu teléfono y ahora tengo el tuyo. Entonces,
no podrás saltarte nuestra salida por bebidas esta noche. —Me lo devuelve.
—No estaba planeando hacerlo.
Se mete el cabello rizado y rebelde detrás de la oreja.
—Bien. ¡Nos vemos más tarde!
Y se va otra vez, tan rápido como apareció.
Me dirijo a la casa rodante y voy directamente a mi habitación. Necesito
tomar toda la ropa nueva y lavarla, pero cuando abro el armario de mi
cuarto, la ropa sucia que estaba en mi cesta fue lavada y doblada y está
dentro de él ordenadamente.
Salgo de mi habitación y miro alrededor para ver quién está aquí,
cuándo una mujer comienza a bajar las escaleras.
—¡Oh! Debe ser la señorita Hendry. Su ropa fue lavada y doblada y
guardada, y volví a llenar los armarios y la nevera.
138
—Ah. —Obviamente, basada en su atuendo de mucama muy cliché, sé
quién es y por qué está aquí, pero no sabía que teníamos una.
—Lo siento —se disculpa, secándose las manos con el trapo que tiene
colgado de su bolsillo delantero y me extiende la mano—. Soy Rhonda. La
sirvienta. Cada RV tiene una, y yo soy la suya.
—Encantada de conocerte, Rhonda. —Mi mano se encuentra con la de
ella, y me la aprieta suavemente—. ¿Has sido criada de Los Hermanos por
mucho tiempo?
—El tiempo suficiente —bromea Rhonda—. Bueno, si necesita algo,
solo envíe un mensaje de texto al triple siete, y obtendrá mi celular. —
Camina a través de la cocina otra vez antes de dejarme sola en la casa
rodante, la cual está callada.
Regreso a mi habitación y me doy una ducha rápida. Le prometí a las
chicas un trago esta noche, entonces un trago tendré.
Suenan disparos. Bang. Bang. Bang. Uno después del otro. Perforan el
aire y rebotan en mí, dejando fragmentos de sangre salpicada sobre mi
vestido de verano...
Sacudiéndome de mi recuerdo, el calor de Texas me deja ahogada y
sudando y sin ganas de ponerme ropa, así que después de mi ducha, me
pongo un pantalón corto blanco que se cortan alrededor de la curva de mi
nalga y un apretado top que es corto y muestra mi estómago. No podría
importarme menos. Hace calor, estoy incómoda, así que, si usar casi nada
es lo que me hará sentir solo una pizca mejor en este calor, entonces iré con
eso. Intento acomodar mi lacio cabello y lo dejo fluir hacia mi coxis, pero la
humedad lo tiene retrocediendo casi al instante. Mi piel tiene un bronceado
natural brillante de nuestro tiempo en el lago hoy y mis mejillas están
sonrojadas. Usualmente uso maquillaje. No mucho, pero algo, pero esta
noche, lo mantengo bajo llave y al natural. Bronceador, rubor y un poco de
rímel. Realmente, tengo muchas ganas de pasar un tiempo con las chicas
en lugar de con cuatro muy intensos muchachos.
—¡Hola! —Saludo a Rose mientras camino. Hay sillas esparcidas por
todos lados en su pequeño pozo de fuego. Casi quiero decir que hace
demasiado calor para tener eso ardiendo, pero me siento de todos modos.
Maya me da un vaso de algo y choca su vaso contra el mío.
—Abajo, Pajarito. —Su tono es dócil y aburrido, pero he aprendido con
el tiempo que he estado aquí es solo Maya.
Chocamos vasos, justo cuando la multitud engrosa. Puedo sentir su
presencia antes de verlos, pero ignoro todo lo que sucede a mi alrededor y
sigo con los ojos clavados en las llamas que parpadean en la oscuridad. La
música está a todo volumen, muy fuerte. Es un milagro que alguien pueda
dormir, aunque tal vez nadie lo haga, y ya estén todos aquí; hay mucha
gente. 139
—En realidad viniste. —Jack se hunde en la silla junto a la mía.
—Hola, sí, lo hice. Aunque no sé cuánto duraré. Estuve ensayando todo
el día y mis músculos están cansados.
Jack se ríe.
—Entiendo eso. —Me tomo un segundo para ver a todas las personas
que están aquí. Estoy empezando a aprender que hay más personas de las
que conozco en Midnight Mayhem.
—¡Entonces haremos un juego! —grita Killian, apagando la música e
interfiriendo con mi observación de personas.
—Oh, no —murmura Jack, recostándose en su silla.
—¿Por qué, oh, no? —pregunto, inclinándome hacia Jack.
Jack se inclina hacia mí.
—La última vez que Killian quiso organizar un juego, alguien murió.
Trago, sentándome derecha.
—Estás bromeando, ¿no? —susurro.
—Ojalá lo hiciera. —Jack toma un trago de su bebida y luego arroja su
vaso al fuego. Miro mientras las llamas estallan más alto, perdida en mis
propios pensamientos.
¿Alguien murió? Esta gente está loca.
—Es una pena —reflexiona Jack en alto, interrumpiendo mi
pensamiento.
—¿Qué es una pena? —pregunto, mirándolo directamente a los ojos.
—Que te hayas ganado la atención de King.
Me rio, negando.
—No, no lo he hecho.
Los ojos de Jack se estrechan, haciéndome retorcer en mi asiento. Es
una contracción extraña para esos ojos tan amables.
—Lo conozco desde hace mucho tiempo, así que confía en mí cuando
digo que te ganaste su atención.
La voz de Killian vuelve desde la zona central, empujando la ridícula
divagación de Jack a un lado. Sé que así es, pero no es por las razones por
las que la gente está insinuando.
—Tomarán un pañuelo y lo envolverán alrededor de su boca.
Kyrin comienza a dar vueltas, entregándoles a todos un pañuelo. Los
blancos patrones queman mi cerebro, como un recordatorio de esa noche
hace tantos años.
140
Mis ojos se cierran y no los abro hasta que agitan un pañuelo en mi
rostro.
Kyrin me está mirando de cerca. Se arrodilla al nivel de mis ojos, sus
ojos buscan los míos.
—¿Qué pasa? ¿No te gustan los pañuelos? —La esquina de su boca
hace una mueca, pero sus ojos permanecen pasivos.
Lo quito de su agarre, ignorándolo. Él se pone de pie y continúa con la
multitud.
—El juego es simple.
La gente se burla y se arrastra lejos.
Killian se ríe y luego continúa.
—Es simple. ¿Recuerdan cuando jugaban a las escondidas de niños?
—Killian envuelve su pañuelo alrededor de su boca y es entonces cuando
veo que tiene una calavera. Mis ojos encuentran a King, que ya está
mirándome, con la suya atada alrededor de su boca, y, nuevamente, otra
calavera. Los cuatro Hermanos tienen calaveras en las suyas, pero cuando
miro a los otros tipos y chicas, las suyas son normales—. Bueno, esto es así,
ustedes se esconden y nosotros los buscamos.
—¿Y? —responde Val, envolviendo la suya alrededor de su boca.
Finalmente tomo la mía y me la ato.
—¿Y qué? —Killian levanta una ceja.
—¿Y qué pasa cuando nos atrapen? —Val coloca una mano sobre su
delgada cadera.
—Supongo que ya lo verán. —Killian le guiña un ojo.
La espalda de Val se endereza.
Kyrin se ríe de ella, negando.
—Tan fácil como siempre, Val.
Los ojos de Val se clavan en los suyos.
—¿De verdad? ¿Porque quieres que tenga otro trío?
La sonrisa de Kyrin se profundiza.
—Nadie te invitó a entrar. Entraste en nuestra habitación porque tu
clítoris palpitaba por Travis.
Estoy perdida, mi cabeza va y viene entre ellos. Me inclino hacia Jack.
—¿Kyrin es gay? Nunca lo hubiera adivinado.
La cabeza de Jack se inclina de risa.
—No. No es gay.
—¿Bi? —pregunto, estudiando a Kyrin. Sé que es bonito, pero su 141
energía también es muy oscura.
—No, de nuevo. —Jack se ríe, antes de corregirme cuando ve cómo
estoy de confundida—. No tiene preferencia sexual, pero no se identifica a
sí mismo como bi tampoco. Odia las etiquetas. Su lema es “ten sexo con
quien quieras”.
—Tiene sentido. —Aparto los ojos de Kyrin y veo que Killian continúa
mirándome.
—¿Terminaste de hablar, Pajarito?
Asiento.
—Tendrán ventaja de dos minutos. Si los atrapan, será decisión de su
buscador lo que quieran hacer con ustedes. ¿Serán esclavos por la noche?
¿Tendrán un reto? Depende del buscador. —Kingston se levanta de su silla,
sus ojos están en mí. Son como rayos láser disparando a través de mí. Me
marean e inquietan, pero no puedo mirar hacia otro lado.
—Tres, dos, uno... —Killian sonríe—. Corran, corran, corran…
Me detengo, atrapada en el trance de King. La gente se apresura a mi
alrededor corriendo hacia el bosque que llega hasta el campo, pero estoy
encarcelada.
Lentamente, miro como la boca de King se abre, antes de que diga:
—Corre.
Solo así, doy vueltas y salgo hacia el bosque, mi corazón brinca en mi
pecho. La adrenalina que atraviesa mi sangre me da un impulso de energía
muy necesario porque mis piernas se disparan hacia delante a través de un
claro. Salto y esquivo las ramas de los árboles caídos. Corro por un minuto
sólido hasta que me detengo, esperando ver o escuchar a alguien. Nadie.
Había tanta gente escondiéndose aquí, ¿a dónde se fueron todos?
Doy un paso atrás, las hojas debajo de mi zapato crujen.
¿Dónde diablos están todos?
Esta vez camino, sin querer hacer ningún ruido innecesario. El brillo
de la luz de la luna contra los muertos de la noche, allanan el camino para
mí a través de la masa de ramas caídas. Debo caminar durante veinte
minutos antes de pensar que debería darme la vuelta y comenzar a regresar,
solo que cuando lo hago, el bosque es como una cueva a mi alrededor, como
un laberinto sin fin, envolviéndome en su forma natural.
Oigo crujidos desde la izquierda.
—¿Jack?
—Equivocada —susurra King, justo cuando mi espalda choca contra
su pecho.
Grito, girando para mirarlo.
—Eso no fue justo. 142
Se acerca y retrocedo hasta que choco contra el tronco de un árbol.
Su pecho roza el mío, todo su metro noventa y algo se eleva sobre mí.
—¿Cuál es tu nombre?
Aguanto la respiración, temerosa de que, si capto demasiado de su
aroma, su veneno se filtre en mis huesos y se quede para siempre. Su mano
llega a mi barbilla, levantando mi frente a la suya. King no necesita exigir
una respuesta de nadie. Su presencia habla en volúmenes que ninguna
frecuencia puede calcular.
—Dove. —Trago más allá de mis nervios.
Tira de mi pañuelo hacia abajo y desliza lentamente su pulgar entre
mis labios.
Lo tomo, succionando su pulgar en mi boca. No es hasta que la fuerte
película de metal golpea mis sensibles papilas gustativas que retrocedo,
moviendo la mano en mi dirección.
—¡Eww! ¿Qué es eso?
—¿Cuál es tu nombre? —repite, su rodilla presiona entre mis piernas,
separándolas.
—¡Dove! —grito, usando el dorso de mi mano para limpiar lo que sea
que... por favor no seas sangre de mis labios—. ¿Qué tenías en la mano,
King?
Él se inclina y pasa su lengua sobre mis labios.
—Mi venganza.
Me besa, justo a tiempo para que Killian corra detrás de nosotros con
Maya a remolque. Mis ojos caen sobre sus muñecas y veo que están unidas
por el pañuelo de Killian.
—¡Killian!
Él se encoge y Maya pone los ojos en blanco, aburrida.
Killian busca al King.
—¿Estás listo?
King agarra mi mano, saliendo de mi proximidad y tirando de mí hacia
él.
—Nos veremos en el RV. —Sigo sus pasos, el silencio se extiende
mientras Maya y Killian desaparecen en la distancia.
—¿Vas a decirme si eso era sangre?
—¿Importa? —Sigue caminando, metiendo su pañuelo en el bolsillo
trasero de su vaquero.
—¿Alguna vez usas camisas? Y sí, ya que metiste tu pulgar en mi boca.
—Cuando no responde, extiendo su mano. Es como si un voltaje eléctrico 143
pasara entre nosotros, y gira, sujetándome con su mirada.
—¿Qué, Dove?
De repente, el aire es más denso y mi pecho es pesado.
—¿Por qué sigues tocándome y luego odiándome? —Suena juvenil, pero
es lo único que quiero saber. Incluso más que la maldita sangre que acabo
de chupar.
Él se adelanta, pone su mano detrás de mi cuello y me atrae hacia él.
Sus labios chocan con los míos, y los abro, queriendo más de él.
Necesitándolo para alimentarme con el combustible que tan
desesperadamente quiero. Solo que nunca es suficiente porque cada vez que
nuestro beso termina, solo me deja más hambrienta.
Se detiene, retrocede, pero apoya su frente contra la mía.
—No me jodas queriendo saber. —Me empuja y desaparece detrás de
uno de los vehículos recreativos.
—¡Dove! —Rose salta hacia mí con un trago en la mano. Todavía estoy
tan asombrada por las palabras de King que ni siquiera me di cuenta de que
está hablándome—. ¡Aquí! —Empuja una bebida en mi pecho—. ¿King te
atrapó?
Me trago todo el contenido entero, limpiándome la boca.
—Sí.
—¿Estás teniendo cuidado? —pregunta, enganchando su brazo con el
mío y guiándome de regreso a su casa rodante donde todos beben.
—Tan cuidadosa como puedo ser. —Me dirijo directamente a la nevera
que tienen fuera, sacando una botella entera de vino y dejándome caer en
uno de los asientos.
Algunas personas están dispersas, pero noto que Val está
desaparecida. Mis ojos aterrizan sobre Maya, que está sentada al lado de
Killian. Abro la botella y tomo un largo trago, mis ojos se quedan en Kill.
—¿Qué pasa con ustedes dos? —pregunto, gesticulando a ambos con
mi botella de vino.
Maya me mira fijamente como si hubiera interrumpido su espacio y
debiera pedirle disculpas. Es difícil de leer, eso lo he entendido, pero
también he descubierto que me tolera un poco. Espero no probar eso cuando
haga mi siguiente pregunta.
—¿Están acostándose juntos?
Killian se congela, sus ojos se dirigen a los míos.
—No, Pajarito. No lo hacemos. ¿Por qué no te preocupas por quién
estará dentro o debajo de tu cama esta noche?
Sus ojos se oscurecen. Pasan unos segundos entre nosotros. Por el
rabillo del ojo, puedo ver a más personas entrando, habiendo sido
encontradas.
144
Bebo más vino.
—Escucha —dice Rose, inclinándose hacia mí—. Encontré esto en
nuestro RV. Podría tener algo que ver contigo, ya que es una paloma, pero
no sé si significa algo. —Siento su mano deslizarse debajo de mi pantalón
corto, doblando lo que se siente como un trozo de papel en mi ropa interior—
. Simplemente no lo mires hasta que estés sola. No creo que debiese
encontrarlo, si sabes a lo que me refiero.
Me encojo de hombros.
—Estoy confundida.
—¿Acerca de? —pregunta Rose, quitándome la botella de vino y
tomando muchos sorbos ella misma.
La miro directamente, las llamas del fuego calientan el lado derecho de
mi mejilla.
—Kingston.
Ella hace una pausa y luego baja lentamente la botella sobre su regazo.
—Puedo entender por qué estás confundida, con cómo ha estado
actuando alrededor tuyo. Maya dijo que nunca había estado así de cerca o
sobre ninguna chica, nunca.
—No sé —respondo, recuperando la botella. Tomo un sorbo, aunque en
el fondo, sé que no debería hacerlo y que probablemente ya tuve suficiente.
Inhalo profundamente y exhalo, el dulce aroma del vino hierve en la parte
de atrás de mi garganta—. Tengo la sensación de que pudo haber otra
persona. Por lo menos, otra amiga.
La mano de Rose descansa sobre mi muslo, y mis ojos
instantáneamente se fijan en la conexión.
—¿Tuviste sexo con él?
—¿Qué? —Debería estar sorprendida por su grosero estallido, pero en
cambio me encuentro riendo y bebiendo más—. No. Es decir, no. Bueno me
hizo correrme, pero no hemos tenido sexo.
Ella se encoge de hombros.
—Quiero decir, solo digo que sería difícil no hacerlo.
Suspiro, descansando en mi silla. Sé lo que quiere decir, pero vi a
muchos hombres guapos en mis días, así que de alguna manera construí
una restricción contra ellos. Estoy más interesada en cómo me hace sentir
alguien, en lugar de en cómo se ven.
Sin embargo, estoy perdiendo esa batalla con King, ya que me excita
más cada vez. O me hace enojar. O una combinación de ambos.
Nos sentamos allí por unos minutos, y veo que casi todos están de
regreso, excepto que no he visto a Jack entrar todavía. Mi mente está 145
nadando por el alcohol, mi cabeza zumba. Me siento bien. Cálida y bien. La
canción cambia a “Company” de Tinashe. Mi cabeza comienza a balancearse
de izquierda a derecha. Maya comienza a bailar con un porro colgando de
su boca, gesticulando para que vaya con ella. Obedezco, bailando hacia ella
y riéndome. El ritmo es intoxicante, y ya sé que tengo mi próxima canción
para bailar. Con cada golpe de ritmo, muevo mi cuerpo. Maya comienza a
cantar y a balancearse cuando Rose se une a nosotras.
Girando, veo que King está de vuelta en su silla, sus piernas abiertas y
su dedo traza su labio superior. Ahora no puedo mover mis ojos de él.
Se levanta de su posición sentada y engancha su mano en la mía,
tirando de ella de nuevo a su regazo antes de continuar la conversación que
estaba teniendo con Keaton.
Estar tan cerca de él es a la vez calmante y aterrador. Es una mezcla
que nunca debe ser agitada, y mucho menos sentida.
Su mano llega a mi vientre y sus dedos se extienden, asegurándome
sobre su regazo. Aburrida y un poco borracha, me giro hacia un lado hasta
que me enfrento a la otra persona a su lado. Estaba esperando a Killian,
pero en su lugar, tengo a Delila.
—Delila. —Asiento con una pequeña sonrisa.
Su rostro permanece pasivo, su sonrisa amplia.
—Pajarito, te ves más bien cómoda en el regazo del King.
Resoplo, y luego quiero patearme porque resoplé, y entonces estoy
enojada porque pensé en la palabra “aterrador”. Soy una borracha barata.
—Tengo una idea —murmuro, mirándola. Es cierto, la tengo, pero solo
tengo esa idea unos dos segundos antes de encontrarme en el regazo de
King.
Él agita las manos y se lleva el vaso a la boca.
—Bien, adelante.
Me meneo.
—Bien.
Una mano se aprieta alrededor de mi cadera, enviando una onda de
choque a través de mis músculos y sobre mis extremidades. Justo cuando
estoy a punto de abrir la boca, siento los labios de King en el lóbulo de mi
oreja.
—Muévete así de nuevo y te penetraré aquí mismo y en este momento,
y Dove, no es nada de lo que estas personas no hayan sido testigos o hecho
antes, así que no me pongas a prueba cuando se trata de tu trasero en mi
pene.
Antes que pueda responderle, ya está recostado en su silla y 146
continuando su conversación con Keaton.
Mis mejillas se sonrojan cuando miro a Delila, quien se ríe detrás de su
bebida.
—Interesante —murmura, sus ojos miran a King brevemente, antes de
pasar sobre mi hombro—. Antes de que me digas cuál es tu idea… —Mueve
la mano delante de ella, y me doy la vuelta para ver a quién está haciendo
señas.
Han entrado seis hombres, no sé de dónde, porque todo está algo
borroso, pero también noto que hay siete chicas con ellos. Todos son rubios
y mayores. Tienen que tener treinta y tantos años. Los hombres son
interesantes. Uno tiene el cabello largo y la barba larga, y el otro tiene el
cuero cabelludo afeitado y una larga barba. Si tuviera que decir cuál es
atractivo, iría con el de largo cabello y barba larga. Todos son intrigantes de
diferentes maneras, no lúcidamente guapos como Los Hermanos.
—Esos son los seis y los siete. —La voz de Delila se escucha mientras
todos toman asiento y se ponen cómodos—. Son uno de los actos, pero, en
resumen, son los seis demonios del infierno y las chicas son los siete ángeles
de Dios.
Aparto los ojos del nuevo equipo y los dejo en Delila.
—¿Cómo es que no los he visto antes?
Delila se ríe entre dientes, encendiendo su cigarro y recostándose en la
silla.
—Porque uno, no has estado aquí mucho tiempo, y dos, ellos no se
hacen conocidos fuera de los actos. Han estado aquí mucho tiempo, y la
gente aún viaja y paga desde todas partes para ver su actuación.
—¿Cuál es? —pregunto intrigada. Me encuentro mirando hacia el de
mejor apariencia—. Solo por curiosidad.
Delila apaga el cigarro y veo cómo deja caer la ceniza al suelo.
—De sexo, principalmente. ¿Qué sucede cuando los demonios se
encuentran con los ángeles? —Los ojos de Delila se mueven entre King y
yo—. ¿Lo que pasa cuando la inocencia choca con la corrupción?
Me lamo los labios.
—Entonces todos tienen sexo. ¿En frente de todos?
Delila debe encontrarme divertida cuando estoy borracha porque se
está riendo de nuevo.
—Sí, Pajarito. Cada acto es diferente. Piensa en ello como porno en vivo.
—¿No es esa la última escena? —pregunto antes de poder detenerme.
Los ojos de Delila se estrechan.
—No. Eso es para Los Hermanos, y puede ser lo que sea que quieran. 147
Aunque debería advertirte, todos aquí han estado con todos. —Sus ojos se
dirigen a Kingston antes de reírse de nuevo—. Bien, casi todos.
Mis hombros se doblan, mi mano corre sobre mi vientre.
—De todos modos, ¿de qué querías hablar conmigo? —pregunta—.
¿Antes de la llegada inesperada?
Pienso en cómo podría darle una propuesta de tener mi propio
espectáculo, con un toque de algo más para ofrecer a este extraño equipo,
cuando me acaba de decir que tienen un grupo de personas guapas que le
dan a la multitud un maldito porno ángel-diablo en vivo. Solo diré
“aterrador” de nuevo.
Creo que necesito agua.
—Hablaré de eso contigo mañana.
Arroja su cigarro y se encoge de hombros.
—O tal vez esté demasiado ocupada. Buenas noches, Pajarito. No te
hagas daño esta noche. —Se aleja, llevándose el eco de sus carcajadas
detrás de su apretado trasero.
Los dedos de King cavan en mis caderas antes de que pueda pensar en
algo más, y me gira, así que estoy a horcajadas sobre su regazo. Me mira,
sus ojos buscan los míos.
—¿Te gusta lo que ves?
—Algo. —Me refiero a él, pero no creo que se refiera a él, y de nuevo,
realmente podría hacerlo con un vaso o diez de agua.
Sus ojos se estrechan, y al instante sé que hice algo mal.
Se levanta de la silla y me lanza sobre su hombro.
Mi mano vuela a mi boca para evitar que un grito escape. Ahora estoy
viendo justo su trasero apretado en su vaquero Dolce & Gabanna. Las
pequeñas luces solares que marcan el camino están desapareciendo
lentamente con cada paso que da.
—Realmente no es necesario, King. Podría haber caminado.
Se detiene fuera de nuestro RV y abre la puerta, llevándome dentro y a
su habitación. No tengo un segundo para admirar el reino porque está
arrojándome a su cama. Mi cabello está en todas partes, y estoy casi segura
de que el maquillaje que me puse antes está manchando todo mi rostro,
pero gracias al coraje líquido, creo que me veo como un diez. De acuerdo,
un seis en el mejor de los casos. Agua.
—¿Qué estamos haciendo, King? —Se afloja la hebilla del cinturón y
desabrocha el botón. Su cabello es un desastre en toda su cabeza, y sus
bronceadas mejillas están ligeramente sonrojadas. Probablemente por
cargarme. Pero luego, cuando veo sus músculos, sé que eso no puede ser.
Obviamente entrena como un loco. Me acerco antes de poder detenerme, y
la punta de mi dedo conecta con las rosas sobre su cadera. 148
Su mano instantáneamente sale volando y me detiene cuando su otra
va debajo de mi mentón, levantando mi rostro hacia el suyo.
—No lo hagas.
—Bien, ¿qué estamos haciendo? —pregunto de nuevo, lamiéndome los
labios.
Sus ojos caen sobre mi boca, y se gira, tirando de su cabello. Se vuelve
para mirarme, sus ojos salvajes.
—Joder si lo sé, Dove. No lo sé ya. Tú, tú eres…
Las manchas rojas alrededor de su muñeca me llaman la atención, y
me levanto de la cama agarrando su brazo antes que pueda moverlo.
—Sangre.
Lo quita de mi mano, y antes que pueda decir algo, su boca está sobre
mí, y me empuja hacia la cama, su cuerpo cae sobre el mío. Ya no me
importa lo que estamos haciendo porque, sea lo que sea, se siente bien.
Al menos lo hace ahora.
Mis piernas se abren y se hunde más en mí, su cabeza se mueve hacia
un lado para obtener más acceso a mi boca. Es pesado y su aliento está
rozando mi clavícula. Todos esos factores contribuyen al vuelo de las
mariposas que rugen en mi vientre. Pienso en esa canción de Halsey, donde
dice que a veces las señales de advertencia se sienten como mariposas, pero
esos pensamientos se evaporan cuando gira contra mí. Estoy pegajosa por
el calor de Texas y de correr por el bosque, pero además de eso, tenemos el
alcohol y la tensión sexual que ha estado a punto de romperse durante
demasiado tiempo.
Mis caderas se alzan para encontrarse con las suyas, frotándose contra
su hinchada entrepierna.
Gime, y el profundo sonido vibra sobre mi boca, enviando ondas de
choque hasta mi núcleo. Alcanzando la cintura de su pantalón, tiro hacia
abajo hasta que puedo pasar mis uñas sobre sus nalgas. Me muerde el labio,
tan fuerte que puedo sentir el familiar sabor de la sangre manchar mi boca.
—¿Quieres hacer esto? —pregunta, aunque sus manos están
agarrando mi top—. Habla ahora o calla para siempre, Pajarito.
Hago lo que cualquier chica haría con Kingston Axton medio desnudo
encima de ellas, queriendo comerla viva.
Me dejo llevar.
Me arranca la camiseta sin mangas con las manos desnudas y toma
uno de mis senos en su mano. Su boca baja, y chupa mi pezón en su boca.
El calor se esparce por todo mi cuerpo, un hormigueo gruñe por toda
mi piel. 149
Gimo, empujando mi pecho contra él, queriendo más. Necesitando
más. Algo más. Me agacho y desabrocho mi pantalón corto, quitándomelo y
pateándolo de la cama.
King se detiene, su respiración es pesada y su pecho se agita.
Lentamente se arrastra fuera de la cama, sus ojos nunca se alejan de mi
cuerpo hasta que está de pie donde comenzó.
Se muerde el labio inferior mientras su mano se sumerge debajo de su
pantalón.
Ahora el bulto que estaba allí se duplicó mientras se mueve lentamente
hacia arriba y hacia abajo.
—Tócate a ti misma.
—¿Qué? —susurro, sin querer tocarme—. ¿Por qué, cuando tú podrías
hacerlo?
Aprieta la mandíbula.
—Porque no puedo tenerte, así que quiero verte tenerte a ti misma. —
Se baja el pantalón y su pene se libera. Se me hace la boca agua con la vista.
Piel apretada alrededor de un grueso eje. Hay un piercing en la punta de su
corona que va de arriba a abajo. ¿Cómo me perdí eso antes?
—Dios. —Mi espalda se arquea en la cama como un maldito loco
hambriento.
—Tócate, Dovey. Muéstrame lo que haces cuando estás sola.
Me muerdo el labio inferior y mis ojos se abren cuando lo veo
bombearse lentamente. La vista es traumática. Es como todo lo que siempre
has querido, pero que te digan que no puedes tenerlo.
En lugar de hacer lo que suelo hacer, hacer muchas preguntas, voy con
eso. Deslizo mi palma sobre mis pezones antes de arrastrarla lentamente
hacia abajo por mi estómago. Todo está resbaladizo de nuestros dos fluidos
corporales, por lo que mis manos resbalan y se deslizan por todo el lugar.
Cuando encuentro un lugar debajo de mi ombligo que está un poco más
mojado que otros, me apoyo en un codo y miro la mancha de sangre.
Sus ojos se vuelven ardientes cuando atrapan los míos, y me mira con
dolor mientras deslizo mi pulgar a través de él y lo llevo a mi boca, chupando
la sangre de mi pulgar y haciendo un esfuerzo extra para rodar mis labios
con el movimiento. No es exactamente difícil, ya que mis labios son uno de
los activos más grandes de mi cuerpo.
Él se vuelve salvaje y un gruñido profundo vibra a través de él. La
atmósfera se engrosa a nuestro alrededor, y sé que toqué algo oscuro dentro
de él.
Algo indómito y violento. No me importa. Lo deseo. Lo quiero todo de
él. Recorro mi cuerpo con la mano hasta que me tomo. Lentamente hundo
mi dedo índice dentro de mí, girando ligeramente, para que tenga la mejor
150
vista. Usando mi pulgar, froto mi clítoris en círculos y observo mientras
aprieta la punta de su pene.
—King —susurro, deseándolo dentro de mí—. Te necesito.
—Mierda. —Exhala, deteniendo sus movimientos. Se inclina y agarra
mi mano, llevando mis dedos a su boca.
Me chupa los dedos.
—Termina tú misma. —Luego se abrocha el pantalón y me deja
acostada allí, en su maldita cama, insatisfecha y frustrada.
Se detiene junto a su puerta y me mira sobre su hombro.
—Quédate ahí esta noche.
La puerta se cierra de golpe con su retiro, y aprovecho este momento
para examinar su habitación. Estoy irritada, así que mis ojos parpadean
rápidamente por la habitación, asimilándolo todo.
Paredes oscuras, una gran ventana, una cama King, un par de
aparadores y una gran TV.
Eso es. La decoración es simple pero masculina. Su embriagador aroma
de cuero, especias, y miel resuena a través de sus sábanas de algodón negro.
Me dirijo al otro lado de la habitación, agarrando la primera camisa que
veo en el suelo y tirándola sobre mi cabeza. Me pregunto si debería
quedarme aquí o volver a mi habitación. Apretando el marco de la puerta,
mi frustración toma lo mejor de mí, y salgo, apagando la luz y volviendo a
escondidas a mi pequeña área. Noto que no hay nadie en el RV, pero no me
molesto en pensar en ello. En este momento, solo quiero dormir. Puedo oler
a King por todas partes cuando caigo de bruces sobre mi cama y antes que
pueda notar que estoy a punto de dormir en su camisa, mis ojos se cierran
a la deriva, cayendo en un profundo sueño.

151
23
Dove

A
la mañana siguiente, me despierto sintiéndome mucho mejor
de lo que merezco. Bostezando, extiendo los brazos, mi
agitación solo creció entre mis piernas. Recuerdo todo lo de
anoche, lo que no ayuda. Prefiero no recordar que me rechazó
a mitad de lo que sea que fuera, conmigo extendida como águila en su cama,
jugando conmigo.
Me meto en la cocina y encuentro que Killian ya tomando café con su
harapiento cabello por doquier. 152
—¿Tuviste buena noche? —bromeo, frotando mis ojos.
—No tan buena como la tuya aparentemente. —Sonríe desde detrás de
su taza, con una petulante sonrisa en el rostro.
—Podría haber terminado mejor —murmuro, vertiendo el brebaje negro
en mi taza de café, antes de deslizarme en una de las sillas de la cocina.
Soplo, disfrutando del calor que proporciona el vapor, llegando a la punta
de mi nariz.
—¿Estás lista para esta noche? —dice Keaton, cayendo a mi lado.
—Sí y no —respondo honestamente, tomo mi primer sorbo y al instante
siento que mis músculos se relajan.
—Estarás bien —me asegura Keaton calurosamente, apretando mi
hombro antes de desaparecer por la puerta principal.
—Es tan jodido verlo ser un humano real con alguien que no sea él o
nosotros.
—¿Qué quieres decir? —Me giro para enfrentar a Killian.
—Quiero decir, que es... Keaton. —Los ojos de Killian se posan en mi
camisa y sus ojos se disparan de sorpresa antes de ser reemplazados por su
amenazadora sonrisa—. Ustedes dos son jodidamente raros.
Miro mi camisa para ver que llevo la de King de anoche. Tiene algunos
agujeros en lugares al azar, pero la tela se siente de calidad. Es obvio que
fue destruida por vanidad y por el tiempo.
Gimo, levantándome de mi silla y vaciando mi taza en el fregadero.
—No me hagas empezar, por favor.
La presumida sonrisa de Killian cae cuando sus ojos pasan por encima
de mi hombro. Su rostro se tensa y su agarre se aprieta alrededor de su
taza. Empiezo a darme la vuelta para ver qué justificó su cambio de humor,
pero su mano sale para detenerme. Me alejo de él y continúo girando cuando
mis ojos se conectan con el engreído rostro de Val bajando las escaleras.
—De verdad. —Niego, luchando contra el impulso de volar por la
habitación y arrancar los globos oculares de sus cuencas.
Ella se encoge de hombros.
—Intenté advertirte, Pajarito. Eres una calentadora de asiento y soy el
trofeo. —Sale por la puerta, golpeándola en su retiro.
—La odio —respondo en voz alta.
El brazo de Killian envuelve mi torso, empujándome hacia su cálido
pecho. Sus labios acarician la parte posterior del lóbulo de mi oreja mientras
mis ojos permanecen arriba. La mismísima puta cama en la que acababa de
estar. Donde él me rechazó y simplemente me reemplazó con Val en la
misma jodida noche. 153
—No te lo tomes en serio, Pajarito. El sexo es un arma en este mundo,
y no tenemos problemas en utilizarlo.
Estiro el cuello para darle más acceso. Me siento imprudente y herida.
—Él me dejó.
—Hmmm —murmura Killian contra el blando punto entre mi hombro
y mi cuello.
—Desnuda.
Se congela.
—Con mi dedo dentro de mí.
Los dedos de Killian se extienden sobre mi vientre y bajan lentamente.
Mis ojos se cierran cuando inhalo la posibilidad de hacer esto. Estoy
excitada arriba y abajo jodidamente gracias a Kingston. Pero
aparentemente, Val fue lo suficientemente buena para su real pene.
La mano de Killian se desliza hacia abajo, presionando contra mi hueso
pélvico.
—¿Quieres mostrarme lo que estabas haciendo? Prometo que te
penetraré tan fuerte como él te odia. —Una puerta se cierra desde el piso de
arriba, y salto de las garras de Killian. Entonces estoy molesta porque salté
fuera de su alcance. Mis mejillas se sonrojan de vergüenza y rápidamente
vuelvo a mi habitación para cambiarme. Necesito sacar esta energía de
alguna manera, y si no puedo sacarla de mi sistema, tendré que bailarla.
Me pongo ropa adecuada (pantalón de yoga y sujetador deportivo) y me
dirijo a la carpa, maldiciendo por lo bajo.
Necesito sexo. Nunca he necesitado tanto sexo en mi vida, aunque,
conseguirlo antes nunca fue difícil. Tenía a mis chicos normales. Por chicos
quiero decir a dos, uno era Richard (sí, él mismo) y el otro era Ollie. Ollie era
complicado y siempre quise más de lo que podía darme emocionalmente, así
que no era mi preferido. Richard, sí. De alguna manera, logramos mantener
nuestras vidas equilibradas y no dejar que nuestras actividades sexuales
interfieran con nuestro trabajo o con nuestra vida hogareña. Tal vez eso fue
porque él y yo nos estuvimos frotando uno al otro desde antes de que fuera
el dueño o tal vez fue porque Rich y yo solo éramos compatibles en la cama.
Por compatibles quiero decir aburridos, pero era suficiente para rascarse la
picazón. Es como rascar tu picazón mientras usa uñas acrílicas. Raspan,
pero nada te da el placer total de usar tus uñas desnudas y crudas.
—Buenos días, Pajarito. ¿Qué tal fue tu noche? —pregunta Delila,
cayendo al paso a mi lado mientras vamos a través de la entrada de la carpa.
La ignoro y hago la pregunta que siempre quise saber.
—¿Por qué no ofrecen, como, paseos de carnaval?
Delila responde rápidamente. 154
—Muy simple, de verdad. ¿Con qué atraen los paseos de carnaval?
La realización choca contra mí y, por un segundo, me siento un poco
idiota.
—Correcto.
Me siento en el centro del escenario y comienzo a calentar mi cuerpo.
—¿Qué querías preguntarme anoche?
—¿Quieres que te lo pregunte o que te lo muestre?
Delila sonríe, apagando el cigarrillo que se encuentra en su boca.
—Soy corista, Dovey. Pensé que ya lo sabrías.
Lo sabía. Lo hago. Pero no sé cómo mostrárselo sin tener todo mi plan
conmigo. He llegado a la conclusión de que disfruto estando en el camino
con Midnight Mayhem, por mucho que todavía esté confundida de con cómo
son respecto a reclutar a sus artistas. No tenía una vida fabulosa antes. De
hecho, hay una cosa que se detuvo desde que llegué aquí, y es The Shadow.
No ha acechado en el club o me ha estado esperando en el estacionamiento.
No ha aparecido en mis sueños cuando cierro los ojos por la noche, y no me
ha susurrado dulces palabras al oído cuando he estado sentada en silencio.
Ha estado callado. Muy silencioso.
Después de estirarme, me dirijo detrás de la cortina principal y me
quedo quieta en la congestión de todos los accesorios allí. El triple anillo de
la muerte, la jaula, las motos, barras y rampas. Hay grandes cantidades de
equipo de utilería y un montón de ansiosos trabajadores corriendo como
abejorros. Odiaría estar aquí detrás durante un espectáculo. Debe ser
agitado.
—¿Parece que sobreviviste anoche, D? —Maya viene a mi lado llevando
gafas de sol extragrandes, una gorra Adidas, pantalón de mono que se ajusta
a sus piernas y una camisa suelta rosa flúor que parece una talla demasiado
grande. Tiene un café en una mano y un porro en la otra.
—Bien. ¿Y tú? —pregunto, mirándola de arriba abajo.
—No pases tus juiciosos ojos de arriba abajo, pequeña señorita. Estoy
haciendo lo que hago. —Gira y desaparece a través de la cortina. Ver a Maya
me recuerda que todavía tengo que ver a King. Después de anoche y de ver
a Val salir de su habitación esta mañana, y haber decidido que me gusta
bastante estar aquí, solo solidifica el hecho de que necesito que Delila esté
de acuerdo con lo que voy a proponerle. Ella no es tan desagradable, y puede
ser accesible, pero he aprendido en el muy poco tiempo que he estado aquí
que hay que ser muy selectiva con Delila. Un minuto está radiante y luego
al siguiente es la tormenta.
Uno nunca se sabe.
Un movimiento atrapa el rabillo de mi ojo, y antes de que pueda detener 155
mis ojos errantes, estoy mirando a King. Mi corazón salta a la vida en mi
pecho y casi me sube a la garganta cuando lo encuentro mirándome
directamente. Está caminando cada vez más cerca, cada vez más cerca, y
justo cuando pienso que está a punto de hablar conmigo, sus ojos están
realmente sobre mi hombro y camina directamente junto mí, como si no
estuviera allí.
Como si no existiera.
Solía pensar que tener la atención de Kingston Axton era el peor
sentimiento en el mundo, pero estaba equivocada. No es tener su atención.
Especialmente porque ahora me ha visto desnuda.
Aprieto los ojos y cuento mentalmente hasta cinco.
Uno.
Dos.
Tres.
Cuatro.
Cinco.
Luego me giro y camino por el pasillo por el que vine, sabiendo muy
bien que tengo que hacer lo que estoy aquí para hacer.
Trabajar.
Me había dicho mucho a mí misma durante esos cinco segundos. Lo
cual es irónico, porque cinco segundos fue exactamente el tiempo que tardó
todo en derrumbarse de nuevo, mientras caminaba hacia el escenario y me
metía detrás de una de las sillas.
—¿Dove? —grita Keaton cuando entra—. Practicaremos en la Triple
Rueda de la Muerte. ¿Vienes?
Trago.
—Bien. —Odio esa rueda. Desearía poder practicar en algo que fuera lo
contrario, pero rápidamente me doy cuenta de que en realidad no importa,
porque King me quiere muerta.
—¿Tu acto está planeado, Dove? —pregunta Delila, mirándome desde
el pasillo.
Asiento.
—Sí. Eso creo. Tanto como puede estarlo. Sin embargo, necesitaré
algunas cosas.
Delila levanta el dedo, así que me dirijo a ella y le cuento todo lo que
necesito. Nada mayor. Un par de botellas de vino, una bandeja de camarero.
Saben, porque no tengo idea de cómo voy a vender esta idea de que no solo
quiero mi propio acto, sino que quiero reclutar a algunas personas para que
se unan a mí. 156
—¡Dove! —grita King detrás de mí justo cuando escucho el fuerte
retumbar de su moto vibrar alrededor de la gran área.
Me giro, sabiendo lo incómodo y molesto que será.
—¡Prepararé tus cosas, Pajarito! —grita Delila sobre las motos. Sus ojos
se mueven entre King y yo—. Buena suerte.
Al subir al columpio, me pongo en el columpio y King conduce la moto.
Comienza a balancearse de un lado a otro. Deja de mecerse una vez que
estamos parcialmente en el aire con Killian arrancando su moto abajo.
Están esperando a Maya, así que hay unos pocos segundos cuando solo
somos él, yo y su moto, y los segundos parecen congelar el tiempo cuando
no se colocan los pies con seguridad en un terreno literal.
Quiero gritarle.
Quiero preguntar qué demonios estaba haciendo Val en su habitación.
Quiero preguntarle qué quiso decir anoche cuando dijo que no podía
tenerme.
Quiero saber a qué se refería cuando dijo que le quité algo.
Quiero saber todas esas cosas, pero en cambio, tengo la boca cerrada,
y las palabras se atoran alrededor de mi garganta, apretándose fuertemente
sin deseo de moverse.
Él comienza a balancearse de nuevo, y estamos arriba, haciendo lo que
recordaba. Sigo con los ojos clavados en el as de espadas de nuevo. Salgo
del columpio mientras me mantengo al tanto de lo que sucede a mi
alrededor. Una vez que está hecho y volvemos a bajar, rápidamente me bajo
del columpio y espero lo que tengo que hacer. Cuando salgo, estoy viendo
cómo Keaton continúa haciendo volteretas en el exterior de las ruedas y a
los tablones de metal que los conectan a medida que continúa girando.
Vaya.
Poco a poco, todos se bajan de la Triple Rueda de la Muerte y alinean
sus motos al otro lado de la carpa, que acabo de darme cuenta, debe ser
cinco o seis veces del tamaño de la carpa de circo promedio. El techo está
levantado en cuatro picos diferentes, alcanzando el cielo de Midnight todas
las noches y las luces neón que cuelga de cada costura, destellando un
blanco brillante y lila.
—No creo que necesites practicar más —asegura Delila—. Conoces los
cuchillos que son tirados hacia ti, y conoces bien los trucos mentales
telequinéticos e ilusionistas de Los Hermanos.
—A Killian. ¿Conozco a Killian porque es el único que lo hace bien? —
Quiero aclaraciones.
Delila hace una pausa y mira entre Keaton y yo, que ahora está de pie
a mi lado.
—Dime que está bromeando. Está bromeando, ¿verdad? 157
Keaton sonríe.
—Está bromeando.
Delila se apresura a hacer lo que sea que Delila hace, y me giro para
enfrentarme a Keaton.
—Espera, ¿entonces todos son telequinéticos? ¿Pensé que era un mito?
Los ojos de Keaton se estrechan, su cabeza se inclina.
—Lo de los mitos, Pajarito, es que generalmente son ciertos, pero a los
humanos les gusta cubrirlo con la palabra “mito” con la esperanza de que
la gente no descubra la verdad. —Desaparece y me deja de pie cerca del
centro del escenario, pensando en lo que acabo de descubrir.
Delila asumió que estaría familiarizada con las habilidades de Los
Hermanos, pero pensé que Killian era el único que tenía esa habilidad.
—Ella no puede estar aquí ahora, Amber. No ahora. —La voz de mi padre
flota por nuestro pasillo vacío y se desliza debajo de la puerta de mi
habitación.
—¿Qué quieres decir? —La voz de mi madre era baja, pero en pánico—.
Esto es lo que tenemos que hacer por ella. Es lo correcto para salvar lo poco
que ella dejó.
Mi mamá estaba en silencio. Significaba algo cuando mamá estaba en
silencio porque siempre tenía algo que decir.
—¿Qué hice mal?
Mi padre era el que estaba en silencio ahora, antes de gruñir
suavemente.
—Todo.
Sacudo la cabeza del borroso recuerdo en el que me sumergí,
confundida.
—¿Estás bien? —pregunta Killian, sus ojos buscan los míos. Todavía
estoy parada en el centro del escenario, mis vidriosos ojos con lágrimas no
derramadas. Desearía poder rodar en un recuerdo y agarrar todo lo que ya
no tengo, trayéndome de vuelta al presente.
—Sí. —Sonrío—. Bien.
—¿Estás segura? —repite, y no estoy segura de si quiere que diga sí o
no.
—Estoy segura. Solo un recuerdo. No estoy segura de qué lo provocó.
Killian se endereza, su lengua se arrastra sobre su labio inferior.
—¿Tal vez un olor? He oído que ciertos olores pueden desencadenar
incluso los secretos más enterrados dentro de tu cerebro.
—Hmmm. —Le ofrezco una sombría sonrisa—. Tal vez.
158

Estoy de vuelta con mi pantalón corto de cuero negro y un top corto


también negro. Ya sé que esto es lo que uso durante la escena de las motos
e incluso en la escena de lanzar los cuchillos, pero en realidad no he logrado
completar un programa sin que algo pase.
Espero cambiar eso esta noche. En este momento, con nuestro primer
espectáculo en Texas.
El acto va como un reloj, comienzan las motos y me subo a la Triple
Rueda de la Muerte. Se balancea, la multitud aplaude, y luego la escena
termina. Me agacho detrás de la cortina, y esperamos a los Seis Demonios
del Infierno y a los Siete ángeles de Dios a que hagan su primer acto, antes
de salir de nuevo para la escena de los cuchillos.
King parece más nervioso. El cuchillo realmente roza mi muslo externo
esta vez. Me estremezco, mis ojos se dirigen directamente a él. ¿Fue
intencional o fue un accidente? Esa es mi pregunta principal. Solo sé que
King no de los que comete ese tipo de errores, por lo que mi pregunta ya fue
respondida.
Después del espectáculo de cuchillos, Midnight hizo su parte. Val y
Rose en la antena, y luego Maya cantando mientras se balancea en un gran
columpio. Es una canción espeluznante. Las letras son inquietantemente
familiares, pero con una melodía distorsionada y deformada. Debe cantar
versiones de canciones, pero las convierte en una extraña pesadilla al estilo
de Tim Burton.
Ahora es mi turno, y no estoy segura de si estoy lista.
Me paso las palmas por los muslos cuando escucho a Delila
presentarme afuera.
—¿Dove? —dice un joven, con una botella de vino en una mano y una
bandeja de camarero en la otra—. ¿Quieres que saque esto?
Asiento, otra vez pasando las sudorosas palmas por mis medias de
rejilla. Decidí dejar el tubo fuera, sabiendo que podría hacerme más daño
sin él, y necesitando llevar mi intención a casa con Delila.
—¿Qué harás allá fuera? —pregunta Kyrin detrás de mí, sus ojos suben
y bajan por mi cuerpo.
—Bailar —respondo, corta y brusca. No puedo tenerlo sacando mi vibra
ahora.
—Cuidado, Pajarito. Él siempre está mirando.
Me empuja a través de la cortina antes de que pueda preguntar de 159
quién demonios está hablando, y la luz está sobre mí. Está oscuro,
enterrando mi cuerpo en la oscuridad. “Carnival” comienza a sonar, y
automáticamente me pongo en posición. Me deslizo arriba y abajo y permito
que mi cuerpo tome el control de la letra y del ritmo antes de pasar a los
asientos delanteros en la sección VIP. Quiero decir, estas personas pagan
de mil cuatrocientos dólares en adelante por un boleto VIP. Lo menos que
puedo hacer es darles un espectáculo, ¿verdad?
El hombre cuyo regazo encuentro me parece decente. Ya está semi
borracho mientras giro en él al ritmo de la música, prestándole especial
atención antes de pasar a su esposa. Su ceño baja cuando me ve yendo
hacia ella también.
Le guiño un ojo antes de volver a bailar al escenario, recogiendo la
bandeja de camarero y bailando sobre mi trasero antes de abrir las piernas
y usarla de escudo para cubrir mi entrepierna. La multitud ruge sobre la
música, haciéndome exagerar el movimiento, y encuentro a mi próxima
víctima, llevándome la botella de vino. Bailo alrededor de los dos, vertiendo
vino en sus copas, antes de tomar un sorbo de la mía quitando el residuo
de mi boca. Terminó demasiado rápido porque después de mi segunda
víctima, la canción termina, y me llevan a las cortinas cerradas mientras
todos se apresuran para prepararse para el siguiente acto.
—¿Qué demonios fue eso? —King está hirviendo, esperándome al otro
lado de la cortina.
—¿Qué? —pregunto jadeando—. Era lo que quería hacer.
King niega.
—Nah. No necesitas tu propio show de mierda.
—¿Disculpa? —Mi cabeza se mueve hacia atrás—. ¿Qué tal si vas a
decirle a Val lo que puede y no puede hacer y me dejas en paz? —Voy a
empujarlo a un lado cuando da un paso adelante, y soy muy consciente de
todos los susurros que están pasando a nuestro alrededor.
—Dove, no harás ese maldito acto de nuevo. Punto.
—Pero lo hará —dice Delila detrás de mí, su mano llega a mi brazo—.
Y mejor aún. —Sus ojos se acercan a los míos—. Permitiré que reclute
bailarines extra.
Mi rostro estalla en una sonrisa cursi.
—¿En serio?
Ella pone los ojos en blanco.
—No actúes así, ¿no es lo que querías pedirme? Pajarito. Eres
demasiado transparente.
—Delila —gruñe King—. ¿Necesito recordarte tu lugar?
—Bueno, no, pero debes recordar que no querías a Dove en tu acto, 160
King. Entonces, está resuelto. Después de la reunión que todos tienen con
el padre de Killian en Nueva Orleans, pasarás por un proceso de
reclutamiento. —Sus ojos se cortan de vuelta a los míos—. Nueva Orleans
es donde tendremos un descanso de cuatro semanas. Después de esas
cuatro semanas, espero que tengas tu equipo de... —Espera que responda.
—Tres. Quiero a dos chicas y a un chico.
—Equipo de tres para estar en línea, pero hay una trampa, Pajarito. —
Delila pasa sus rojas y brillantes uñas bajando por mi sostén—. Tendrás
que seguir el proceso de reclutamiento.
Mi boca se abre, y luego se cierra, antes de abrirse de nuevo.
—¿Exactamente como fui reclutada? —Lo confirmo yo misma.
Delila me palmea el hombro.
—Precisamente. —Antes de que pueda hacer que se explique, Val la
está alejando, ya que está teniendo un colapso a mitad del espectáculo.
—Esto no ha terminado. —King me mira antes de desaparecer por la
cortina. No sé cuál es su problema. Delila tiene razón. Nunca me quiso en
primer lugar.
El brazo de Killian se engancha alrededor de mi torso desde atrás,
empujándome hacia su pecho.
—¿Ya te corriste? —susurra detrás de mí.
—Killian, bájala —se queja Keaton, dejándose caer en el suelo para
quitarse las botas de motorista.
—Oh, ¿no lo sabes? —Killian está mirando a Keaton ahora.
—¿Saber qué? —Keaton arroja las botas antes de volver a ponerse de
pie y desvestirse.
Killian se ríe entre dientes, sacudiendo la cabeza.
—Oh, esto es genial. —Mira hacia mí—. Ve a prepararte para el acto
final, Pajarito. —Se acerca más a mí pasando su mano por mi trasero—. Y
ponte algo que muestre tus pechos.
Lo alejo juguetonamente, pero su rostro no se mueve.
—No estoy bromeando. Sin embargo, me lo deberás después de esto. —
Me guiña un ojo antes de irse.
Deberle a Killian no es algo que quiera hacer.

Vestida con tiras negras que se entrecruzan cubriendo mis pezones, y


solo mis pezones y mis partes privadas, estoy atada con los brazos sobre la 161
cabeza y los tobillos atados en el suelo. La oscuridad me rodea como una
barrera de seguridad, el nudo en el pañuelo que está atado alrededor de mis
ojos está asegurado alrededor de mi cabeza. Los auriculares están en mis
oídos, porque Killian dijo que no quiere que escuche nada. No sé quién tiene
control sobre la música, pero quiero agradecerles por poner algo lo
suficientemente bueno como para distraerme.
Cambia a “You Can Cry” de Marshmello justo cuando siento una suave
brisa de viento rozar mi desnudo estómago. Mis ojos giran hacia la parte
posterior de mi cabeza mientras la brisa se vuelve más fuerte. No sé qué es,
pero lo quiero más duro y más abajo. Más fuerte. Mi espalda se arquea de
lo que sea a lo que estoy atada mientras el sentimiento se intensifica. Como
hielo sobre mi carne caliente. Mis labios se separan, y mis caderas ruedan
ligeramente. Luces estroboscópicas rojas como sangre parpadean dentro de
mi cabeza, como si estuviera en medio de la pista de baile del club. La
canción se remezcla con “Play” de Alan Walker. Mi mente es un vórtice vacío,
con nada más que el destello de la luz roja y los profundos golpes de la
adictiva línea de base de la canción. Mi sentimiento está en sintonía con la
canción, y luego, desde la lejana distancia en rojo, veo una sombra. Lleva
sudadera con capucha. La canción se ralentiza por un segundo. Se acerca
más y más, la canción regresa con toda su fuerza cuando la luz parpadea
más y más rápido y la sensación se hace cada vez más dura, hasta que todo
se detiene.
Silencio de muerte. Lentamente, la luz roja vuelve a la vida, solo que
más lenta, y justo delante de mí está el hombre de la sudadera con capucha
con la mitad de su rostro mostrándose. Puedo ver por el perfil que es King.
Los afilados bordes de su mandíbula y sus hundidos pómulos. Qué. El
sentimiento me golpea en el fondo, solo mientras su boca se levanta
lentamente en una sonrisa malvada.
Se acerca, y mi cuerpo está latiendo, reaccionando a lo que sea que
esté sucediendo fuera sin verlo. Me estiro, curvando la sudadera alrededor
de mis dedos, y apartándola de su rostro.
Él sisea, mostrando los dientes como un animal salvaje. Sus ojos son
salvajes, pero su mano se interpone entre mis muslos.
—Mía —gruñe, sus dientes raspan mi clavícula. La canción sigue en el
fondo mientras su rodilla separa mis piernas y sus labios están sobre los
míos. Mi pecho está zumbando, todo palpitante de necesidad. Es un tipo de
tortura cruel. Mis ojos se abren, buscándolo, pero la habitación está vacía
de nuevo con nada más que la luz roja.
Las ataduras alrededor de mis muñecas se aflojan, y me estiro,
quitando los auriculares de mis oídos. Las cortinas ya están cerradas, y me
importa lo suficiente como para descubrir lo que sucede a mi alrededor
porque las lágrimas nublan mi visión. Me alejo de todos y corro hacia
nuestro RV, evitando a todas las personas que se están saliendo del
espectáculo.
162
Abriendo la puerta, me dirijo directamente a mi habitación y me dejo
caer en mi cama. Mi cabeza retumba lo que sea que acaba de suceder.
—Pajarito —dice Killian desde el umbral de mi habitación minutos
después.
¿Me persiguió? ¿Por qué no podría ser King quien me persiga? ¿Por qué
siempre Killian?
—Vete, Killian. ¿Qué demonios fue eso?
Él hace una pausa, buscando en mis ojos.
—Hay muchas cosas que no sabes sobre mí. Sobre nosotros. Pero
cualquier cosa que pienses durante un episodio está en ti, no en mí. No te
obligaré a ver lo que ves. Simplemente saco las cosas a la superficie.
Me dejo caer de espaldas, contando los puntos en el techo arriba.
—¿Por qué estoy aquí?
Hay algo que se mueve por la habitación, y cuando giro la cabeza a un
lado para ver por qué no me respondió, mis ojos se conectan con los de King.
—¿Qué viste? —susurra, sus ojos caen por mi cuerpo.
—No quiero hablar de ello. —Me giro hacia mi lado, ignorándolo.
Mi cama se hunde y tengo que luchar contra el impulso de ver lo que
está haciendo.
—Dove.
—Vete, King.
—¡No iré a ninguna parte! —Su tono es como ácido, amenazando con
derramarse sobre los bordes y quemar a todos en su camino. Está enojado,
obviamente, solo que no estoy segura de por qué.
Me giro, molesta porque está de vuelta en mi espacio después de lo que
hizo anoche. Y lo que imaginé esa noche. Me niego a creer a Killian sobre
que no tiene nada que ver con lo que vi. Fue muy vívido. Demasiado familiar.
Demasiado, King.
—¿Por qué eres tan confuso? ¿Por qué no me mataste en esa maldita
celda en lugar de arrastrarme a través de todo esto?
Sus ojos se estrechan.
—Oh, ¿no crees que quise hacerlo?
Esa no era la respuesta que esperaba, y mi estremecimiento fue un
regalo muerto a eso.
—¿Qué quieres decir?
Sus ojos buscan los míos, y por un segundo, nada más existe fuera de
nosotros.
Todo se derrite en una pintura manchada, en un remolino de colores
163
irrelevantes, rodeándonos.
—¿No crees que quería matarte?
—No tienes sentido. —Exhalo, cansada. Drenada por el empuje y tirón
que ha estado sucediendo entre los dos. Cansada de él sacando la vida
directamente de mi alma.
Me giro para ver la pared, cuando su voz me interrumpe.
—Dove.
—¿Qué, King? —pregunto, volteándome para enfrentarlo—. Estoy
tratando de entender por qué la gente sigue diciéndome que eres cercano a
mí, pero cuando estás a mi alrededor, eres confuso, malhumorado y un dolor
en el trasero.
Sus cejas se levantan ligeramente, y luego lentamente, miro como la
esquina de su boca se desliza en una sonrisa.
—¿Acabas de sonreír?
Se le cae del rostro.
—No.
Suspiro alto y me doy la vuelta.
—Estoy cansada de pelear.
—Entonces dime que tu nombre no es Dove Hendry.
—¿Por qué habría de hacer eso?
—Entonces podré dejar de pelear contra la sensación de querer enterrar
mi pene tan profundamente dentro de tu vagina, que estés gritando mi
nombre en la noche. Dime que tu nombre no es Dove Hendry.
Lamo mis labios, mis ojos buscan los suyos.
—¿Por qué importa si soy Dove? No nos conocemos.
Se ríe, negando. Hay algo desconcertantemente oscuro sobre dos
personas que tienen química volátil, sentadas en un oscuro cuarto.
—¡Dios, King! —Mi tono se eleva más fuerte—. ¿Qué demonios está
pasando?
En un instante, estoy siendo presionada contra el colchón, y su cuerpo
está sobre el mío. Todo el sur late de necesidad. Lentamente abro las
piernas, permitiéndole deslizarse entre ellas.
—Si te lo dijera, no me creerías. —Su voz es áspera, pero sus labios son
suaves, lujosos contra los míos. Aguanto la respiración, abrumada por su
proximidad, pero adicta a su toque. Me gusta así. Lo necesito así.
Su peligro siempre me ha atraído. Hay poder que viene con ser tocada
y acariciada por un hombre peligroso.
—Pruébame —susurro finalmente, inclinándome y presionando un 164
beso en su boca.
Gime, antes de caer, sus labios chocan con los míos. Pongo mi brazo
alrededor de su cuello, abriendo mi boca aún más. Necesitando estar más
cerca de él, queriendo su beso.
Me arranca la camisa y retrocede, quitándose los zapatos.
—Si no quieres esto, tienes tres segundos para decírmelo porque estoy
a punto de dar incluso menos de una mierda.
Lentamente, llevo mi mano al botón de su pantalón y lo abro.
Su risa vibra a través de la silenciosa habitación, golpeando todos los
rincones de mi alma. Antes que pueda responder, o que pueda decir algo,
sus manos están alrededor de mis tobillos, y me está arrastrando por la
cama. Me arranca el pantalón mientras me quito el sujetador, tirándolos a
un lado.
Aguanto la respiración, esperando lo que sea que haga, pero muy
consciente de que posiblemente podría alejarse de mí como hizo la última
vez y terminó teniendo sexo con Val.
Su dedo se desliza por mi clítoris.
—¿Con cuántos hombres has tenido sexo?
—¿Qué? —pregunto jadeando—. ¿Por qué preguntarías eso ahora?
—Necesito saber con cuántos has tenido sexo. —La punta de su dedo
se encuentra con mi entrada. Lo gira suavemente, golpeando cada nervio.
—No lo sé.
—¿Tantos? —Me regaña.
—¿Cinco?
—Cinco, ¿eh? —Me da una palmada en la vagina, el hijo de puta me
golpeó la vagina antes de empujar su dedo dentro de mí. Grito, levantando
la espalda de la cama—. ¿Cinco hombres? —Casi lo susurra para sí mismo—
. Espero que te hayan penetrado duro. —Su dedo me masajea dentro
mientras su pulgar presiona mi clítoris. Mi estómago se aprieta y mi interior
da vueltas y vueltas constantemente tratando de alcanzar la altura que mi
orgasmo amenaza con darme. Su boca cubre mi clítoris, y su resbaladiza
lengua se desliza sobre mí, dando vueltas y presionando. Grito mientras el
orgasmo me atraviesa, ola tras ola, lentamente cada vez más pequeño.
Se arrastra por mi cuerpo, me agarra por la cintura y me levanta en el
aire. Su pene se empuja dentro de mí. Me aprieto a su alrededor como un
tornillo, no dispuesta a dejarlo ir.
—Joder —gime, dejando caer mis caderas de nuevo sobre la cama y
cubriendo mi cuerpo con el suyo—. Tan jodidamente apretada, y tan
jodidamente mía. —Acaricia mi garganta suavemente mientras sale y entra.
Lentamente bombeando, estirándome con cada empuje. Siento la frescura 165
de su piercing plateado raspar mi pared mientras me contraigo a su
alrededor. Grito de nuevo, mis piernas envuelven su cintura.
Se ríe, su agarre se aprieta alrededor de mi garganta, mientras acelera
su ritmo.
—Tan jodidamente húmeda para mí.
Mi boca se abre, pero me golpea con tanta fuerza que mis palabras se
sacuden y me las trago.
Sus dedos cavan en mi muslo mientras su otra mano llega a mis
muñecas y las sujeta por encima de mi cabeza. Grito de dolor. Es demasiado.
La abrumadora sensación me está ahogando, ni una parte de mi cuerpo no
está entumecida.
—A quién… —gruñe, mordiendo la piel de mi cuello con fuerza y tirando
de ella entre sus dientes—... Perteneces. —Se sumerge dentro de mí otra
vez, disminuyendo su velocidad de empuje. El ritmo es poderoso. Cada vez
que empuja sus caderas, me llena hasta el borde, hasta que nuestros
cuerpos hacen ruido por el sudor.
Grito, jodidamente grito, mientras otro orgasmo me abre y me
desangra. Mis gritos son de hambre cruda. Palpito a su alrededor, y se ríe.
—King —suplico, envolviendo mi brazo alrededor de la parte posterior
de su cuello.
—Eso es cierto, nena. —Se inclina y me gira sobre mi estómago. Me da
una nalgada, la fuerte picadura muerde mi carne. Grito mientras se agarra
a mis caderas y me levanta a cuatro patas. Envolviendo mi cabello alrededor
de su muñeca, tira de mi cabeza hacia atrás, sus labios están en mi oreja.
Me penetra de nuevo por detrás, su gruesa longitud se desliza dentro de mí.
Me estremezco por el dolor, pero cuando sisea y su mano llega a mi garganta,
sé que quiero venirme de nuevo, incluso si me mata.
—Es exactamente a quién diablos perteneces. —Tirando de mi cabello,
jala de mi cabeza hacia atrás con una mano y toma la parte posterior de mi
cuello con la otra mientras se estrella contra mí implacablemente. Una y
otra vez. Siento que se me encoge el estómago y que mi vagina palpita y mi
clítoris se hincha, justo cuando lo libero, otro grito atraviesa las paredes.
Se retira, y siento que el líquido caliente se dispara sobre mi espalda.
Apenas puedo mantener los ojos abiertos cuando vuelvo a caer sobre mi
vientre, mis ojos se cierran a la deriva. Ni siquiera tengo suficiente energía
para preocuparme por el semen que gotea por mi espalda.
Siento que la cama se levanta de su peso.
—¿King? —susurro, tan suavemente y usando la poca energía me
queda—. ¿Me dirás por qué eres tan confuso?
Se ríe suavemente.
—Un día de estos. 166
24
Dove

R
ecuerdo mi obsesión con los pájaros. Mi mamá dijo que quería
tener un gran recinto de pájaros y mantener tantos como
pudiera. Por supuesto, eso nunca ocurrió, pero recuerdo la
sensación que tuve. El deseo. La obsesión que anuló mi
sentido común.
Ese mismo sentimiento ha vuelto de alguna manera.
Anoche tuve sexo con King. 167
Gimo, rodando sobre mi costado, mientras me estremezco por los
moretones sobre mis caderas y clavícula.
Una risa profunda reverbera desde la entrada, y me levanto para ver a
Killian de pie allí con una sonrisa cursi en el rostro, colocando granola en
su engreída boca.
—¿Qué? —Balanceo mis piernas sobre la cama, escondiendo mi
estremecimiento. Miro alrededor de la habitación y me estremezco ante el
desastre. Parece que una estampida de enojados animales la hubiera
atravesado. La ropa está en todas partes, y la pequeña cómoda fue movida
al centro de la habitación, casi volteada. Él me recogió y me golpeó contra la
cómoda, colocándome encima y hundiéndose de nuevo en mí…
—Bueno, no puedo decir que me sorprenda. Quiero decir, ese fue el
juego previo más largo de la historia. —Killian asiente—. Cámbiate.
Organizaremos una fiesta.
—¿Una fiesta?
Killian asiente.
—¿En Texas?
Asiente de nuevo, antes de darse cuenta de lo perdida que estoy.
—¿Crees que no conocemos gente después de visitar los mismos
lugares casi cada dos años?
Pienso en lo que está diciendo. Obviamente.
—Pero realmente no quiero ir a una fiesta en la casa.
Killian se ríe.
—Bueno, no tienes otra opción.
Se va, y me quedo sentada en mi cama, con músculos doloridos y un
cerebro confundido. ¿Por qué asistiríamos a una fiesta en Texas? Por alguna
razón, no creo que estos muchachos se hagan amigos de cualquiera.
Una vez que me pongo una camisa, tropiezo fuera de mi habitación y
voy directamente a la cafetera, vertiendo el brebaje negro en mi taza.
—Te levantaste temprano —ronronea Kyrin detrás de mí,
sorprendiéndome al voltearme.
—No lo hice, no. —Keaton niega mientras baja las escaleras—. No
quería escuchar lo que escuché anoche. —Keaton, este amenazante hombre
tatuado y musculoso, parece que ha visto un fantasma.
—Oh, entoooooonces, ustedes lo tienen permitido, pero yo no —
pregunto con una ceja levantada.
—En primer lugar, no traemos chicas aquí, punto —aclara Keaton.
—En segundo lugar, tampoco nos estamos acostando con alguien.
Quiero decir, no por falta de intentos. —Kyrin le sonríe a Keaton.
168
Keaton se deja caer en la silla a mi lado.
—Ah. —Me burlo—. Sí, sí. Hace solo unas noches lo presencié yo
misma.
Antes de que pueda detenerme, las palabras se están derramando de
mi boca.
—¿De qué estás hablando? —responde Keaton, sacudiendo su licuado
de proteína—. No traemos chicas aquí. Va en contra de las reglas de nuestra
casa.
—Está hablando de Val —interviene King, entrando en la cocina sin
camisa y con el cabello recién lavado. Me corta con una mirada tan bonita
que se podría traducir en ¿quién diablos eres? Lo cual, nuevamente, me
confunde. O tal vez está enojado conmigo por mencionar a Val.
—¿Metiste a Val a tu cama? Pensé que ya no estabas en eso.
Keaton mira a King cuando Killian finalmente entra.
King me mira fijamente. Cuando digo mirar, quiero decir, que está
viendo directamente dentro de mi alma. Es como si estuviera atravesando
mi cuerpo y agarrándolo con sus manos desnudas. Como si lo poseyera.
—Y no la traje.
Sus palabras deberían relajarme, pero la intensidad de sus ojos y el
tono de su voz voltea mi vientre boca abajo.
Cambio de marcha, queriendo cambiar de tema, y me calmo un poco
yo misma.
—Entonces, ¿qué hay de esta fiesta?
Killian sonríe, recostándose en su silla. Su cabello oscuro baila en el
suave viento que sopla a través de la casa rodante cuando alguien abre la
puerta principal.
—Bueno es un poco más que una fiesta.
—Amigo, voy a necesitar que dejen de hablar hasta al menos mediodía.
Maya entra, masajeándose las sienes mientras usa grandes lentes y su
cabello es una melena en todo su rostro.
—Díganme que no soy la única que bebió hasta las primeras horas de
la mañana.
El silencio cae a nuestro alrededor cuando me alejo de mi silla.
—¿A qué hora nos iremos?
No le pregunto a nadie en particular.
Maya me interrumpe.
—¿A dónde vamos? 169
—A ninguna parte —dice Killian.
Sus ojos se conectan a los de él desde detrás de sus lentes, y veo como
la mano de él se dobla alrededor de su barbilla, su pulgar la acaricia.
—Solo llevaremos a Dove a dar un paseo.
—Eso es todo lo que necesitabas decir, Kill. No necesitas estar en
ninguna parte. —Le ofrezco una sonrisa cortés antes de entrar en mi
habitación, abriendo mi armario. No tengo idea de lo que debería ponerme,
así que me decidí por algo que quisiera usar si estuviera en casa. Mi ropa
de confort. La ropa en la que me gustaría morir.
Esperen. No debería decir eso en lo que respecta a estos chicos. Pantalón
corto vaquero de cintura alta y una camiseta suelta de Givenchy blanca. La
ato en un nudo en mi cintura, por lo que se mueve por encima de mi vientre
inferior. Mostrando suficiente, pero no demasiado.
Como una astilla de piel. Apretando mis zapatillas granates, paso el
cepillo a través de mis largas ondas y me empolvo un poco el rostro antes
de tomar mis gafas de sol y billetera y camino a la cocina para esperar a los
chicos. No he tenido que usar la tarjeta que King me dio todavía,
principalmente porque no he estado en ningún lado, pero es bueno saber
que, si lo necesito, tengo dinero ahí por lo que he trabajado un poco.
También descargué la aplicación ayer, así que es bastante fácil para mí
acceder cuando sea necesario.
King todavía está en la mesa comiendo cuando reaparezco.
—¿No te has cambiado? —pregunto, ladeando la cabeza.
Él se lame el labio y sacude la cabeza.
—Nop. ¿Irás así? —Miro abajo a lo que llevo puesto, sintiéndome
desanimada.
Mis ojos se conectan de nuevo con los suyos.
—Sí, ¿por qué?
Se encoge de hombros.
—Sin ninguna razón. —Se levanta de su silla, veo como vacía el resto
de su comida en la basura y luego enjuaga su plato—. Si fuera un buen
hombre, Dove, te lo advertiría. —Su tono es suave, como el hielo, ¿verdad?
Antes de que se rompa y cree una avalancha.
—¿Y lo eres? —reflexiono en voz alta, mis ojos nunca se alejan de él.
Los músculos de su espalda se tensan, y tengo que luchar contra el impulso
de ir hacia él y pasar las yemas de mis dedos sobre cada borde. Cada
ondulación y curva que está marcando su piel.
Vívidas imágenes pasan por mi cabeza de lo que pasó anoche. Mi boca
se hace agua con lo que todavía quiero hacerle... Mi lengua trazando su V,
abajo, chupando su piel hasta lamerle los bordes de su perforado pene. 170
Mis muslos se aprietan. Definitivamente necesito hacer eso...
—Pajarito. —King interrumpe mi feliz sueño. Lo encuentro mirando
directamente hacia mí ahora, apoyado contra el mostrador—. Si sigues
mirándome así, ambos terminaremos muertos.
Me rio entre dientes, la profundidad de sus palabras aún no se había
hundido.
—No lo hacía.
Sus perfectas cejas se disparan.
—Bien, tal vez lo hacía. —No voy a fingir que no lo encuentro atractivo
o que no siento algo por él. No me hubiera acostado con él anoche si no lo
hiciera. Estoy tan abierta a mis sentimientos como mis piernas anoche.
Él se empuja el mostrador, y con cada paso que da más cerca de mí,
me roba cien respiraciones.
—No lo hagas.
—¿Hacer qué? —respondo, buscando en sus ojos. Veo el fuego en los
suyos. La manera en se oscurecen a cada paso.
Voy a dar un paso atrás cuando uno de sus brazos se extiende y
envuelve mi espalda, empujándome hacia su pecho. Su pecho que estoy
conociendo tan bien.
—No podemos hacer eso de nuevo.
—¿Qué? —pregunto, nadando en el charco de sus ojos, pero muy
consciente de que un ancla está atada a mis tobillos, y que, si no nado lo
suficientemente fuerte, me hundiré en el fondo del océano.
—No. Podemos. Hacer. Eso. De nuevo.
Sus palabras me atraviesan como un predicador frenético en el servicio
dominical.
Echo la cabeza hacia atrás, ansiando cierta distancia.
—Está bien, pero ¿por qué?
Me suelta, justo cuando alguien baja las escaleras. No veo quién es. No
me importa. Quiero saber por qué no podemos hacer eso de nuevo.
Obviamente hay una razón. Si no existiera, King no es el tipo de hombre que
va de puntillas alrededor de los sentimientos de cualquiera. De plano diría
que no me deseaba.
—King, ¿qué demonios, hombre? ¿Por qué no estás listo? —Killian lo
regaña.
King me suelta y retrocede, antes de recibir una respuesta, y
lentamente desaparece por la pequeña escalera.
—Pajarito —interfiere Killian, y llevo mi atención hacia él—. Es lo mejor. 171
Créeme.
Me burlo.
—Recuerdo que un día no hace mucho me dijiste que no confiara en ti.
La despreocupada sonrisa de Killian cae.
—Lo sé, pero sobre esto, puedes hacerlo.

El viaje a la “fiesta” es largo. Todos estamos amontonados en un negro


y viejo Rolls Royce SUV. Las llantas, las ventanas, incluso la parrilla en la
parte delantera es negra. King está conduciendo, yo estoy en el asiento del
pasajero, no segura de por qué, y Kyrin, Kill y Keaton está en la parte de
atrás. He intentado preguntar sobre esta fiesta, pero ninguno tiene mucho
que decir al respecto. Conducimos durante otros quince minutos,
desviándonos entre autos en la carretera y a la deriva contra la despiadada
humedad del sur. El sol se puso, dejando un residuo naranja quemado
manchado a través del cielo. Finalmente llegamos a una comunidad
pequeña y cerrada. La línea de la cerca está cableada, con los picos de cada
curva alcanzando el cielo. King detiene la música y baja la ventana. Se
inclina y veo como llega a una caja pequeña de pin y mete una larga
secuencia de números.
Extraño, pienso, pero por lo demás, lo ignoro. Él se mueve de nuevo a
su asiento justo cuando las puertas cableadas chirrían al abrirse,
permitiéndonos entrar.
—¿Qué es este lugar? —pregunto. Un aire de familiaridad roza mi
voluble piel, pero antes de agarrarlo, tal vez de apretarlo un poco para ver si
hay algo en el reconocimiento goteando, se va.
—Solo quédate cerca de nosotros —anuncia King, sus ojos vuelan hacia
el espejo retrovisor.
—¿Qué? ¿Por qué? ¿Pensé que era una fiesta? —Miro mientras
conducimos por una calle oscura, con casas tan grandes como la Casa
Blanca. Grandes, blancas, viejas casas de plantaciones con césped bien
cuidado pasan una por una. Cada casa tiene una farola colgando cerca del
frente, garras de metal sosteniendo las bombillas.
Se ven medievales, equivocadas en este tipo de escenario exclusivo.
King nos conduce por un camino de entrada al final de la calle. Es largo
y tiene setos bien cuidados que lo alinean hasta el frente de la casa donde
una fuente está esperando en el centro. Cuatro pilares de tamaño
monstruoso sostienen la estructura de la casa en la parte delantera, todo
blanco brillante con limpios alféizares y una pesada puerta de entrada 172
frontal que te hace querer escapar, en lugar de tocarla.
—Dove —dice King interfiriendo en mi boquiabierta observación.
—¿Sí? —Lo miro directamente, buscando sus ojos.
—No tomes nada a nadie que no sea nosotros cuatro. ¿Entiendes? —
Sí, pero no lo hago. Pero entiendo. Quiero decir, es una fiesta.
—Sé que no debo tomar bebidas de extraños, King.
—Ese no es mi punto, Dove. —Me devuelve la mirada—. No es de tu
bebida de la que deberías preocuparte. —Entonces sus ojos caen
salvajemente bajando por mi cuerpo, aterrizando directamente entre mis
muslos.
—¡Bien! —grito—. Entiendo tu punto. —Suspiro, alcanzando la manija
de mi puerta mientras el resto comienza a salir. El cálido aire me revuelve
los rojos mechones, lanzándolos a mi rostro.
—Vamos —murmura Killian, empujando su cabeza.
Empiezo a seguirlo, buscando en la casa otras pistas de lo que podría
tratarse esta fiesta cuando me doy cuenta de que Kill, Keaton y Kyrin
caminan frente a mí y King camina directamente detrás. Me siento como
una criatura salvaje enjaulada, desesperada por liberarse o aterrorizada de
ser soltada. De cualquier manera, una parte extraña y retorcida de mí sabía
que, aunque estos hombres me hicieron cosas, horribles, a veces cosas
cuestionables, en este mismo momento, me siento como su presa protegida.
Pueden darse un festín conmigo, pero si alguien más lo intentara, sería
destrozado.
No sé cómo me hace sentir eso. ¿Asustada? Sí. ¿Confundida? Seguro.
¿Pero me siento empoderada? No estoy segura. Debería sentirme así, pero
no lo hago.
Llegamos a la puerta principal y Kill la abre, dejando al descubierto un
vasto y prístino vestíbulo blanco. Una lámpara de cristal cuelga del techo, y
al instante huelo la lavanda dulce mezclada con ceniza.
—¿A dónde vamos y por qué no hay gente aquí? —Me giro para ver
cuando King cierra la puerta de entrada con la espalda y sus ojos están en
mí—. Déjenme adivinar. Me trajeron aquí para matarme.
—Todo lo contrario, Pajarito. —King sonríe y me hace señas para que
continúe caminando. Sigo sus silenciosas instrucciones y sigo a los tres
felices hombres mientras todos se mueven por la casa y pasan la sala de
estar. Tiene dos sillas de cuero oscuro que dan a un gran sofá en forma de
U. Las sillas están retorcidas y son altas en la parte de atrás, acogedoras
pero frías.
—Deja de mirar, Pajarito. Podrías terminar en problemas —susurra
King detrás de mí, su mano en mi trasero. Respiro hondo por su conexión. 173
Killian abre una puerta de cristal y salimos a un gran patio que se
sumerge en un campo. Escucho gente hablando cuando encuentro
alrededor de una docena de pie alrededor de un gran pozo de fuego. Esto es
más como una fogata, ya que las llamas asaltan la noche. Es como si todos
se detuvieran al entrar nosotros, todos los ojos puestos en nosotros. Miro a
la deriva a cada uno de ellos. Algunos están vestidos con trajes, algunos
vestidos con ropa casual, y ahí es cuando me doy cuenta de que todos son
hombres.
—Bienvenido, Kiznitch. Qué amable de tu parte... —La voz de una
mujer se corta cuando sus ojos se posan en los míos. Su cabello es largo y
negro, cayendo hasta su trasero, y sus ojos están cortados en almendras
perfectas, pero marcados de delineador negro. Tan negro que apenas puedo
distinguir su sombra de ojos. Es alta y delgada, con un bronceado dorado y
agudas clavículas, y no es hasta que comienza a hablar de nuevo que noto
lo que lleva puesto. Un vestido rojo de encaje que es completamente
transparente, con un escote saliendo de su vestido—. ¿Qué es esto? —
pregunta, sus palabras vacilantes mientras una sonrisa tan falsa como su
cabello está pegada sobre su rostro. No puedo decidir cómo calificarla. En
qué categorizarla.
—Oh, lo siento. —El tono de Killian es juguetón, y sé que va a golpearla
con un comentario inteligente—. No sabía que era solo por invitación,
Madre.
¿Su madre? De ninguna manera esta mujer es su madre. Parece estar
a mediados de los treinta, si es eso, y sé todo sobre el Botox y todo tipo de
mierda con la que puedes llenarte el rostro, pero no hay forma de que esta
mujer tenga algo que ver con eso. Además, ¿por qué demonios estoy aquí?
—Killian —rechina entre dientes—. Una palabra. —Sisea y nos pasa
dirigiéndose directamente a la casa mientras Killian sonríe detrás de ella.
—Está bien, alguien tiene que ayudarme aquí —les digo, lo
suficientemente fuerte como para que me escuchen, pero no los extraños—
. ¿Qué es esta fiesta, y quién es realmente su madre?
King me ignora, pasa de largo y se dirige a un grupo de hombres que
están alrededor de la fogata. Son hombres mayores, todos clásicamente
guapos por lo que puedo ver, y llevan trajes caros y excelentemente
confeccionados.
Uno en particular me llama la atención, principalmente porque ya está
mirándome. Tiene el cabello canoso que se corta a los lados y está peinado
hacia atrás en la parte superior. Lleva un traje oscuro sin corbata, el cuello
está aflojado.
Un cigarro cuelga entre sus dos dedos, con un pañuelo rojo doblado en
el bolsillo delantero. No es hasta que King está parado directamente frente 174
a él que finalmente aleja su atención de mí.
—¿Quién es ese? —pregunto, empujando mi cabeza hacia el hombre, u
hombres, con quienes King está hablando.
Keaton sigue mi línea de visión y luego me mira.
—No es nadie.
25
King

—H
ijo. —Mi padre sonríe. Ha envejecido desde la
última vez que lo vi. Las arrugas se hunden en
las esquinas de sus ojos, su piel está tan gastada
como su Desert Eagle—. No me di cuenta de que
traerías compañía.
Mi cabeza se inclina sobre mi hombro.
—No me di cuenta de que tenía que preguntar. —No tengo que hacerlo,
pero son los Cuatro Padres, y nosotros somos los Cuatro Hermanos. Llegará
175
el momento en que tomemos su lugar, y los próximos tomarán los nuestros,
pero sabe muy bien que, si quisiera que alguien estuviera aquí, estarían
aquí.
—No lo haces. —Se lleva el cigarro a la boca y sostiene el borde—. Pero
estás haciendo lo que debes hacer, hijo, ¿o te estás distrayendo de la tarea
en cuestión? —Sus palabras se evaporan en el aire, mis hombros se
enderezan.
—Sé quién es primero, viejo. Aprendí del mejor.
—Hijo. —Mi padre se inclinó para mirarme y sacudió su cigarro entre sus
dedos—. Llegará un momento en que necesitaré que hagas cosas que no
querrás hacer.
Chupé mi helado, inclinando la cabeza. Mis ojos se entrecierran por el
duro sol de la tarde.
—¿Cómo qué? —Siempre supe cómo operaba mi familia. Cuando nacías,
te criaban y crecías en una comunidad que funcionaba con sus propias leyes
y tenían sus propios castigos, aprendías esa forma antes de las formas del
mundo. Siempre preferí nuestras formas, pero de nuevo, tenía solo diez años
y mamá y papá siempre habían dejado en claro que había sido entrenado
como una máquina. Conocer la lealtad de la hermandad antes que cualquier
cosa y nadie más.
Los ojos de papá se estrecharon en rendijas cuando se llevó el cigarro a
la boca.
—Como vivir y pelear con los mismos monstruos que te persiguen en tus
pesadillas.
Dejé de lamer, mis dedos se doblaron alrededor del cono.
—No tengo pesadillas.
Se puso de pie, con los hombros alzados.
—Estás a punto de tenerlas.
Sus ojos atraviesan los míos, sacándome de mi recuerdo.
—Bien. Tienes un lugar para el amor, y ese lugar no es para la pequeña
Dove Noctem Hendry.
—Nadie dijo una mierda sobre amor —bromeo, arqueando una ceja.
Acaricio su hombro en seguridad—. Todavía estamos en el juego, solo que
hemos cambiado algunos movimientos. —Mis ojos caen alrededor de los
tres.
Mentira.

176
26
Dove

K
ing todavía está hablando con los tres hombres cuando Killian
finalmente regresa, con su madre detrás.
—Hola —dice ella, extendiendo su mano hacia mí. Es la
primera vez que noto sus brillantes ojos. Verde azulado,
bordeado por anillos negros—. Soy Drayar. La madre de Killian. —Sus ojos
lentamente se dirigen a él antes de volver a mí. Su sonrisa es a la mitad, no
auténtica. Ya sé que me odia; Simplemente no sé por qué. No es como si
estuviera saliendo con su hijo. 177
Mi mano encuentra la de ella, y la aprieta con rigidez.
—Dove. —De repente, mis palabras están enredadas en un revoltijo de
palabras en mi cabeza, y estoy de vuelta en el yate, incapaz de formar las
letras correctas para construir una sola palabra. No quiero hablar, porque
tengo la boca cerrada.
—Hmm —murmura Drayar—. Quédate si quieres, chica. Aunque no te
lo recomendaría. —Comienza a alejarse, de espaldas a mí, cuando sigo la
línea de corte de su columna y aterriza en su coxis. Noto el mismo tatuaje
de estrella que tienen los chicos sobre su espalda baja. Me paro en silencio
queriendo hacer la pregunta que he tenido en mi cerebro desde que los
conocí. La noche avanza, y Killian me toma bajo su brazo, llevándome cerca
del fuego. Se sienta en el suelo y me mira.
—¿Vas a sentarte o te quedarás de pie? Porque podría ser una larga
noche.
Mis ojos encuentran a King, quien me está viendo desde el otro lado.
En realidad, todos me miran. Al instante me siento al lado de Killian,
queriendo esconderme de la atención que atraje sin esfuerzo.
—¿Por qué estoy aquí? —Me inclino hacia Killian, buscando en sus
rasgos cualquier reveladora mentira. Sin embargo, no sirve de nada. Estos
hombres están armados con el talento de mentir.
Siendo ilusionistas, telequinéticos y cualquier otra cosa que hagan,
Killian, estoy casi segura, tiene algún tipo de poder hipnótico, pero trato de
encontrar la mentira entre sus verdades
—¿Me creerías si dijera que habíamos planeado tenerte aquí durante
años? —Su voz es baja, y me siento atraída por la forma en que el hoyuelo
de su labio se hunde.
—No —respondo con un susurro—. Porque eso significaría que todos
me conocían antes de secuestrarme y meterme en esa celda, lo que va en
contra de todo lo que sé, lo que, en esencia, me incomoda.
—No nos importa tu comodidad, Pajarito. —Kyrin se sienta al otro lado
de mí. Instantáneamente me acerco a Killian. Kyrin me pone incómoda. Sus
ojos no son confiables. Casi puedo juzgar a los cuatro por sus ojos.
Kingston: Fuerte, asertivo, melancólico, intenso. Mentiroso.
Killian: Juguetón, tortuoso, tramposo. Mentiroso.
Keaton: Confiado, escéptico, cuidadoso. Mentiroso.
Kyrin: Maníaco, rabioso, iracundo, resentido. Mentiroso.
Miren, puede que no conozca a estos muchachos tan bien como
quisiera, pero estoy empezando a pensar que pueden conocerme. Y tal vez 178
esté equivocada y esté viendo lo que eligen mostrarme, pero veo entre las
verdades y las mentiras, y he notado que incluso a través de todas sus
versiones, lo único que no cambia de ropa son sus ojos.
Kyrin agita algo dentro de mí que no debe ser manipulado, es por eso
que confío en él menos de todos los hermanos, que también es el motivo por
el qué me encuentro alejándome de él tan rápido como se sienta.
—Me lo imaginé —respondo cuando la música comienza a sonar. El
resto de la noche transcurre sin incidentes. La gente me ve y yo los miro de
regreso. Noto el cambio de atmósfera cuanto más tarde se hace. Cuanto más
arde el fuego, más personas beben, más personas comienzan a abrirse.
La música suena como en un trance cuando Drayar comienza a bailar
frente al fuego. Estoy asombrada, atrapada en su desempeño, mientras su
cuerpo se mueve como fluidas olas contra las furiosas llamas, lamiendo la
noche oscura. No puedo alejarme de ella mientras su espalda se arquea
hacia atrás, y sus manos se agitan al lado de ella. King debe haberse sentado
en algún momento porque su voz está detrás de mí en un instante.
—¿Quieres hablar? —susurra, sus labios tocan suavemente la parte de
atrás de mi cuello.
Sí, quiero decirle, pero la parte terca de mí, la mayor parte de todo mi
metro sesenta y cinco, quiere pelear con él. Mi actitud es tan caliente como
mi cabello. Nunca me molestaron de niña por tener el cabello rojo. Siempre
recuerdo a mi papa diciendo:
—El mundo no puede manejar a los pelirrojos. Por eso Dios solo creó una
pequeña cantidad.
Lo entendí. A veces, pero de lo contrario, era bastante relajada cuando
niña. Hasta que no lo fui.
En este momento, quiero ser la niña que no lo es.
—Claro —respondo, poniéndome de pie. Lo sigo mientras me aleja de
la multitud de personas y sube los escalones del porche de la casa. Me doy
la vuelta para darle una mirada más a la madre de Killian cuando noto que
todos me miran, en lugar de a su madre. Escalofríos se ciernen sobre mi
columna debido a la incertidumbre del ambiente, pero sigo a Kingston de
todos modos. Siempre vuelvo al hecho de que, si me quisiera muerta, ya lo
estaría.
Continuamos dentro y luego nuevamente por la puerta principal.
Aparte del valet, quien está lejos de nosotros, solo somos King y yo.
Él se deja caer en el escalón y me mira. Trato de ignorar la forma en
que sus músculos se doblan cuando se apoya en un brazo, o la forma en
que sus ojos le hablan a mi alma sin una palabra dicha. O el hecho de que
da miedo como una mierda, pero no puedo evitar sentirme atraída por la
bestia. 179
Lentamente, me siento en el mismo escalón, cruzando los brazos sobre
el estómago y levantando mis rodillas.
—Entonces, ¿de qué querías hablar?
—De lo que pasó la otra noche. —Patea con su pierna. Botas militares.
¿Por qué ésas? Me pregunto.
—Ya dejaste en claro dónde está todo eso. —No titubeo, semi orgullosa
de mí misma por mantener mi compostura.
—¿Y si te dijera que cambié de opinión? —Esta vez me vuelvo para
mirarlo.
Realmente es magnífico a la vista, pero igual de aterrador. Hay un vacío
detrás de sus ojos que no he podido ver.
—¿Preguntaría por qué?
Mantiene sus ojos en mí, fijándome con la misma mirada que me dio
en la mañana cuando dijo que no se acostaba con Val.
Su lengua se escapa y se desliza sobre su labio inferior.
—¿No es obvio?
La esquina de su boca se mueve ligeramente hacia arriba, antes de que
sus ojos se muevan por mi cuerpo.
—Correcto, ¿y cuáles son tus términos? —No soy tonta. Sé que alguien
como King no tiene exclusividad—. ¿Y si yo hubiera cambiado de opinión?
Se ríe, moviéndose y apoyándose sobre sus codos. Busca mis ojos, solo
más cerca esta vez. Es un poco intimidante, y lo es aún más de cerca. Ahora
está lo suficientemente próximo como para morderlo.
—Diría que eres una maldita mentirosa.
—Tal vez —susurro, mis ojos en su labio inferior—. Pero también soy
terca.
Sonríe esta vez, y sobre todas las cosas santas, casi saca el aliento de
mí. Alguien tan hermosamente pecaminoso nunca debería usar la sonrisa
de demonio.
La puerta se cierra de golpe detrás de nosotros, y Killian sale.
—Estamos jodidamente yéndonos. No veré a mi madre tener sexo con
ninguno de ellos.
King pone los ojos en blanco y se levanta.
—¿Dónde están Keaton y Kyrin?
Killian mira a King.
—¿Dónde piensas?
—Teniendo sexo con tu mamá. —King niega—. Te veré en el auto. 180
Killian sale corriendo y veo cómo el valet agarra rápidamente las llaves
de debajo del estrado y sale corriendo.
—¡Killian! —grito, trotando para alcanzarlo—. ¿Qué quieres decir con
tu mamá teniendo sexo con ellos?
Killian no se detiene. Continúa caminando hasta que el valet estaciona
el SUV contra la acera. Le agradezco porque Killian claramente no va a
hacerlo, y salto al asiento del pasajero, volviéndome para mirarlo. Su cabeza
está volteada hacia la ventana, sus rasgos manchados de ira.
—¿Kill? —cuestiono.
—¿Qué, Dove? —grita, mirándome directamente—. ¿Por qué te importa
tanto?
—Porque solo lo hace. ¡Es lo que hago! —respondo bruscamente.
—Bueno, no deberías hacerlo. —Sus ojos se vuelven vidriosos y, de
repente, no me siento tan bien teniendo una conversación con Killian. Estoy
teniendo una conversación con su caparazón.
—¿Por qué? —pregunto, alcanzando su pierna—. Siempre has sido el
mejor conmigo.
Él se burla, y luego se inclina hacia delante, hasta que sus labios rozan
los míos.
—Si supieras la mitad de la mierda que hemos hecho, no solo a los
demás, sino a ti, no serías tan amable. Tampoco estarías rebotando en el
pene de King.
Se recuesta, como si no acabara de arrasarme con sus palabras.
—¿Qué quieres decir? —pregunto, golpeando su pierna—. ¡Killian!
Ahora me ignora, manteniendo sus ojos afuera.
—Nada, Pajarito. Solo estoy jugando.
Me giro en mi asiento y suspiro, apoyando la cabeza contra el
reposacabezas.
El auto se llena con el aroma de marihuana, y me giro un poco para
ver a Killian fumando un porro. Le sonrío débilmente, antes de que la puerta
principal se cierre de golpe cortándome.
Keaton y Kyrin se están riendo, pasando sus camisas sobre su cabeza
mientras King los regaña detrás. Nunca supe qué quiso decir Killian sobre
ellos teniendo sexo con su madre. No puede hablar en serio.
Todos vuelven a subir al auto, Kyrin se desliza junto a Killian.
—Oh, vamos. Sabes que ella no puede tener a King, así que viene por
nosotros. Podrías tener a la mía, pero es, ya sabes, vieja y mierda.
Killian se da la vuelta hacia Kyrin.
—¿Por qué no puedes mantener tu pene fuera de ella por tres 181
segundos?
Keaton cierra la puerta de golpe.
—En mi defensa, creo que usó su vudú conmigo.
Kyrin se ríe de nuevo, y mis ojos atrapan a King, quien niega y se retira
del camino de entrada mientras nos conduce de regreso a la carpa.
Casi me olvido de Midnight Mayhem, porque esta noche fue muy
extraña.
27
Dove

E
l espectáculo de Texas transcurre sin problemas, y hago mi
acto de baile perfectamente. Hice más movimientos de ballet
en mis actos solistas, pero cuando finalmente reclute a mis
nuevos miembros, haré que esa escena sea fresca y atrevida,
solo por entretenimiento. Delila acordó llevarme al barco la próxima semana,
lo que funciona perfectamente porque, ahora mismo, acabamos de llegar a
Nueva Orleans para nuestro mes de descanso. No pregunté por qué aquí,
pero tengo la sensación de que tal vez Nueva Orleans es donde está uno de 182
los familiares de Los Hermanos. O tal vez simplemente les gusta.
King ha sido críptico desde esa noche, y aparte de tener siempre una
mano o algo sobre mí cuando estamos en público, no ha estado mucho cerca
de mí, lo que ha sido ideal, porque quería pensar en lo que me estaba
ofreciendo. Lo cual es algo que aún no sé.
—¡Dove! —King desliza la cortina de mi habitación, justo cuando estoy
llegando a mi ropa. Estoy de pie en mi sostén y bragas y nada más.
—Vaya, ¿no sabes llamar?
Me fulmina con la mirada y pasa los ojos por mi cuerpo.
—No es nada que no haya visto antes.
Mi pecho sube y baja. Cuanto más tiempo paso con King, más lo veo
abrirse. Tiene un duro caparazón, uno que, en lo que a mí respecta, nadie
ha podido rascar en la superficie, pero hay veces, pocas veces, donde lo veo
luchar con algo internamente.
—Gracias —murmuro, poniendo los ojos en blanco—. Por qué cuando
no estás gritándome, me estás regañando.
Sus manos llegan a la parte posterior de mis muslos, y grito cuando
me levanta del suelo.
—Grito mucho —gruñe, mordiendo mi labio—. Pero tú gritas mucho
más. —Su sonrisa presiona mi boca.
—¿Qué estamos haciendo, King? —pregunto, buscando en sus ojos.
Gime, girando la cabeza hacia atrás, antes de volver a mí.
—¿Por qué tiene que haber una cosa? ¿Por qué no podemos solo seguir
la corriente? —Quizás porque cuando la gente “sigue la corriente” es cuando
termina lastimada...
Me encojo de hombros.
—Creo que lo que intento decir es que no sé dónde está la línea entre
gritarnos uno al otro y tener sexo.
Él parece reflexionar sobre mis palabras, sus dedos se doblan alrededor
de mis muslos. Los afilados bordes de su mandíbula se tensan.
—Está bien —responde, subiéndome más alto. Aprieto las piernas
alrededor de su cintura—. Qué tal esto. Sin cadenas ni etiqueta.
Gimo, mi cabeza se mueve hacia atrás. Aferrándome a su cabello, mis
ojos se estrechan.
—Entonces, aquí está la cosa. ¿Puedes acostarte con otras personas?
Hace una pausa, sus ojos se entrecierran.
—No me acuesto con chicas fácilmente.
—¿Qué se supone que significa eso? —Suelto su cabello, y luego deseo 183
no haberlo hecho, porque ahora está parado desordenadamente sobre su
cabeza viéndose como un monstruo “que recién tuvo sexo”. Mi jodido
monstruo. ¿Por qué estoy considerando eso? Necesito comprobar mi cabeza.
Este hombre es peligroso. Pero también es muy bueno en la cama. Y no me ha
lastimado. Todavía. Sueno tonta.
Me tira sobre la cama.
—Significa que no me acuesto con cualquiera. Estoy en control de mí
mismo. ¿Lo estás tú? —pregunta, su cabeza inclinada hacia un lado.
—¿Qué? Claro que lo estoy. ¿Y qué hay de Val? —No puedo parar las
palabras saliendo de mi boca.
Se ríe, sus manos llegan a mis tobillos para arrastrarme hacia la cama
hasta que estoy medio colgando. Sus dos puños se hunden a ambos lados
de mi cabeza. Se presiona contra mí.
—¿Por qué te preocupas por Val y por mí?
—¿Hay un tú y Val? —Inclino la cabeza.
—Joder, no —responde—. Ella es la menor de tus preocupaciones.
—Oh, eso es tranquilizador, King. Por favor, continúa.
Sus ojos se estrechan, su cabeza se sacude.
—Estás loca.
Me encojo de hombros, llegando a mis codos.
—Tal vez. —Envuelvo mis piernas alrededor de su cintura y lo empujo
hacia abajo sobre mí—. Pero tú estás exactamente igual.
Sus labios chocan contra los míos, y está arrancando mi ropa
nuevamente.
—¡Espera! —Empujo su pecho.
Gruñe. Gruñidos directos como si hubiera interrumpido su fiesta.
—¿Qué?
—Viniste aquí por algo. ¿Qué era?
—Para decirte que estamos aquí. —Se encoge de hombros antes de
morderme la piel de nuevo, y estoy gimiendo su nombre.
Se levanta de la cama, se quita la camisa y el vaquero. Su pene es
pesado en su mano mientras lo bombea suavemente.
—Necesito esos labios alrededor de mi pene, Pajarito, y los necesito
ahora.
Me arrastro hasta el borde de la cama y envuelvo mis dedos alrededor
de su grosor.
Mirándolo desde debajo de mis pestañas, paso mi lengua sobre su 184
punta, sacudiendo su piercing suavemente.
Gime, su cabeza se mueve hacia atrás mientras entierra sus dedos en
mi gruesa melena. Puedo sentirlo en mi garganta mientras lucho por aire,
tomas desesperadas. Tiempo después lo bombeo con fuerza mientras se
estrella contra mi boca. La sal de su líquido pre-seminal se aferra a mis
papilas gustativas mientras lamo a su alrededor, absorbiendo todo lo que
me da. Su ritmo se acelera, el agarre de mi cabello se tensa. Mis dedos se
aprietan alrededor de sus fuertes muslos mientras se tensa, justo antes de
que el caliente semen llegue al fondo de mi garganta y me trago cada carga
como una sedienta prostituta que necesita su paga.
—Estoy obsesionada contigo —le susurro, todavía lamiendo su pene.
Él se ríe, agarrándome de la cintura y levantándome del suelo.
Mis piernas se envuelven alrededor de su dura cintura mientras me
golpea contra la pared, su boca chupa mis pezones. Uno de sus brazos está
envuelto alrededor de mi cintura mientras el otro me sostiene por el muslo.
Su mano alcanza detrás mientras su pulgar se desliza dentro de mi vagina,
rodeándola.
—Siempre tan jodidamente húmeda para mí, Pajarito. Tan jodidamente
mojada. —Gimo mientras gira su pulgar, su boca en mi cuello, lamiéndome
y mordiéndome por todas partes. De repente, su pulgar se va, y esa mano
está delante de mi garganta—. ¿Alguna vez te han penetrado por el trasero?
—Su agarre se tensa en mi garganta, y sé que es una advertencia.
Me congelo.
—No.
Me suelta.
—Bien. —Empujando su pulgar en mi boca, gruñe—. Chupa. —Hago
lo que me dice, mi lengua se dobla alrededor de su dedo, lamiendo la dulzura
de mi cuerpo. Su mano desaparece de nuevo, y la siento de vuelta entre mis
piernas mientras me sostiene contra la pared.
Sus ojos buscan los míos, una sonrisa maliciosa está plasmada en su
boca.
—Besarme, Pajarito, podría hacer esto más fácil. —Su pulgar se hunde
dentro otra vez, arremolinándome contra mis paredes, antes de que lo saque
y lo deslice en mi trasero. Tensa, no cedo al extraño sentimiento.
—King —advierto.
—Relájate o te dolerá.
—Me dolerá de todos modos —reflexiono, mirando frenéticamente
alrededor de mi habitación.
Le hago un gesto a mi bolsa de maquillaje que está al lado de mi cama.
—Agarra el pequeño tubo rojo que está en mi bolso. —Me mira furioso—
. Hablo en serio, King. Eres muy grande y… —Mis ojos caen entre nosotros—
185
. Muy perforado. Harás mucho daño. Toma el tubo.
Me deja caer al suelo y hace lo que le dije, revolviendo todo lo de mi
maquillaje antes de mostrarme el tubo rojo.
—¿Qué es esta mierda?
Lo tomo y aprieto un poco en la palma de mi mano mientras avanza de
nuevo y me levanta en el aire, empujándome contra la pared.
—Es aceite de coco. Tiene muchos propósitos, pero esta noche...
King se ríe contra la esquina de mi cuello.
—Esta noche, irá en tu trasero. —Me levanta más y me quita el bálsamo
de la mano—. Bien.
Hago lo que me dice y siento que me aflojo alrededor de su pulgar.
Muerde mi labio inferior y lo chupa en su boca, la fricción de su bajo
vientre contra mi clítoris y su pulgar en mi trasero, abre un nuevo portal de
placer. Empiezo a apretarme contra él, su boca está en mi cuello otra vez,
justo debajo de mi oreja.
—¿Lista? —gruñe fuerte.
Asiento frenéticamente, deseando esto. De cualquier forma que pueda
tenerlo. Su pulgar sale, y luego está deslizando dos dedos, estirándome aún
más, y luego tres. Gimo con las confusas sensaciones que me están
atrapando, reteniéndome como a un rehén.
Puedo sentir sus dedos dentro de mí, curvándose antes de que frote
algo de mi humedad en su pene. Se lleva la palma de la mano a la boca, sus
ojos permanecen en los míos mientras escupe y frota su saliva sobre sí
mismo y en la entrada de mi trasero.
Sus labios llegan a los míos, y sonríe.
—Siempre seré el primero.
Su pene se fuerza dentro de mi trasero, y grito, mis uñas arañan sus
hombros.
—Jesús, joder —susurra, pero no se detiene hasta que está
completamente adentro—. ¿Está bien?
Asiento, limpiando las lágrimas que se me salieron de los ojos.
Comienza a bombear dentro y fuera, y después de un tiempo, me
encuentro convulsionándome a su alrededor. Su dedo llega a mi clítoris
mientras su pene se sacude dentro de mí implacablemente. Puedo sentirme
llegando tan alto como una adicta a la subida y una esclava de la caída.
Envuelvo mis brazos alrededor de él mientras King me aplasta contra la
pared, mi cabeza choca contra ella. Baja la cabeza y chupa uno de mis
pezones, tirándolo entre sus dientes y mordiendo. Un gutural grito me
atraviesa cuando finalmente alcanzo mi orgasmo y cabalgo hasta el final. 186
Siento su pene palpitar dentro, pero me deja caer de nuevo al suelo y me
acerca más a la cama.
Engancha sus dedos con los míos mientras se recuesta.
—Móntame.
—¿Qué? —Exhalo, tratando de ocultar el hecho de que estoy cansada
como la mierda, y mis extremidades están débiles—. ¿Con mi vagina?
Pone los ojos en blanco y lleva su dedo a mi hendidura. Su dedo se
desliza dentro y gira.
—Realmente desearía poder darte una experiencia de doble
penetración, Pajarito, pero la idea de otro pene cerca de ti está poniéndome
muy violento.
Me congelo, arrastrándome por la cama mientras se acuesta. Estoy
tirando mi pierna sobre él y hundiéndome en su pene cuando me inclino y
pongo mis labios en los suyos.
—No quiero ningún otro pene cerca de mí, así que pasaré. —Lo monto
despacio mientras gime, sus manos llegan a mi cintura.
—Acelera. —No es una pregunta, es una orden.
No lo hago. Necesito un segundo para alcanzarlo porque me acaba de
hacer llegar al orgasmo, y necesito un maldito minuto. Cuando no escucho,
él se hace cargo nuevamente, levantándome de su pene y bajándome de
nuevo. Su otra mano recorre mi espalda mientras me tira sobre él, sus labios
se acercan a los míos.
Gruñe y me da la vuelta hasta que está encima, acariciando mi pierna
hasta mi cadera. Me rodea lentamente, su empuje es muy poderoso. Sus
labios nunca se mueven, su lengua sobre la mía como un hambriento
huracán categoría cinco, amenazando con matar a cualquiera a su paso. Me
monta hasta que me tiemblan las piernas. Apenas puedo levantarlas más
alto. La única vez que rompe el beso es para dejar caer su frente a la mía,
sus ojos directamente en los míos, su sudor gotea de la punta de su nariz y
sobre mi boca. Lo lamo, llevando las manos a su rostro.
Antes de que pueda analizar qué demonios estamos haciendo, soy
apretada alrededor de su pene otra vez, mi restricción sobre cuánto puedo
manejar físicamente chasquea lentamente mientras paso por mi segundo
orgasmo y luego bajo.
Esta vez está perdiendo la lucha contra su control.
—Joder —se queja en mi boca. Es brutalmente suave y bien podría ser
mi ruina. Me aprieto en él otra vez mientras acelera, su boca de nuevo en la
mía. Los gemidos caen de mi boca cuando siento mi clítoris hincharse.
—Déjate llevar, nena. Para mí —susurra, su voz es tensa. Como si fuera 187
una señal, me suelto a su alrededor, esta vez cuando me corro, no grito.
Lloro en su cuello, las malditas lágrimas casi pican mis ojos. Su pene se
sacude dentro de mí mientras gruñe a través de su liberación—. ¡Mierda! —
Se retira suavemente después, rodando sobre su espalda con un brazo sobre
sus ojos—. Sí, no he terminado contigo.
Me rio, pero es falso. Lo que pasó entre nosotros dos al final fue intenso,
lo suficientemente fuerte como para tejer las cuerdas que ambos acordamos
no traspasar.

Después de deshacerme de King, estoy haciendo una mueca y


corriendo hacia la carpa para encontrarme con Delila.
Me duelen el trasero y la vagina, pero no es nada comparado con la
confusión que siento dentro de mi cabeza. Mi carrera se detiene cuando mis
ojos vuelven a mirar a esa pequeña. No puedo recordar su nombre.
Miro a la izquierda y a la derecha, preguntándome dónde está su padre,
o quién sea que la alejó de mí la última vez.
—Hola. —Le hago señas.
Se acerca el fin de semana de Acción de Gracias y luego será Navidad,
y aunque no hace tanto frío aquí como al norte, es completamente contrario
al calor de Texas. La niña lleva un ligero suéter y pequeñas botas de goma
con su vestido.
—Hola. —Balancea sus brazos hacia adelante y hacia atrás—. Mi papá
dijo que eres una bruja.
Me estremezco, justo cuando la mano de King llega a mi brazo.
—Ve a casa, Jessie.
Jessie se encoge y luego se gira y corre a través del claro del bosque.
Es la primera vez que realmente he echado un vistazo a dónde estamos,
y no parece nuestro lugar habitual.
Me vuelvo hacia King, cuyo brazo está enganchado a mi espalda.
—¿Qué fue eso?
Los ojos de King todavía siguen a la joven antes de mirarme.
—Es solo una niña.
Alzo las cejas.
—Suena como una niña bastante convincente. 188
Me suelta.
—Tiene padres convincentes.
Lo dejo, mirando a nuestro alrededor.
—¿Dónde estamos?
Hace un gesto delante de mí.
—En la otra mansión de Delila. Venimos aquí por Acción de Gracias y
Navidad.
—¿Tienen tradiciones? —pregunto, caminando a su lado—. Estoy
conmocionada.
—No dije que fuera una tradición, solo algo que hacemos.
Quiero decir que eso lo convierte en una tradición, pero tengo la
sensación de que Kingston tiene dos estados de ánimo diferentes. Uno
cuando estamos en la cama, con mucho mi favorito, y el segundo cuando
estamos en la civilización. Es intenso y rocoso, y, sinceramente, me da
latigazos cervicales.
Pasamos por el claro del bosque, y lo primero que veo es la gran lona
instalada en el patio trasero. Detrás de la carpa, puedo ver los lados de una
vieja casa de ladrillo. Delila y estas personas obviamente tienen demasiado
dinero.
—Ella deja la tienda para practicar.
Me doy la vuelta para mirar a King.
—¿Por qué me dejaste pasar una semana en esa celda?
No se inmuta. Ni parpadea.
—Porque no estabas lista. —Sus ojos se mueven sobre mi hombro.
—¿Es eso lo que hacen? ¿Robar personas de la calle y luego obligarlas
a trabajar para ustedes? ¿Es así como todos llegaron aquí?
King me mira, algo molesto.
—Sí, Dove. Todos los que trabajan aquí que no son de la familia
fundadora son reclutados. No, no tenemos que obligar a nadie a unirse. Por
lo general, es una decisión bastante fácil, pero ninguno de ellos es civil.
—¿Y si dicen que no? —pregunto, buscando en sus ojos. Estoy
adivinando que con la familia fundadora se refiere a los creadores de
Midnight Mayhem, así que no lo cuestiono.
—Entonces dicen que no —agrega, sin decir nada más. Tengo la
sensación de que no dejan que la gente se aleje de esto. Son cabos sueltos.
Quizás Delila no estaba bromeando cuando dijo que me salvó la vida.
—¿Y cómo los eligen? —pregunto mientras nos abrimos paso hacia la
tienda. Estoy vestida para bailar. Necesito bailar.
189
—Estás muy entrometida esta noche, Pajarito —bromea, y luego su
mano va a la mía y me empuja por las puertas que se abren—. ¿No te penetré
las preguntas que tenías?
Killian, Keaton y Kyrin están hablando dentro. La conversación se ve
intensa, y cuando entramos, rápidamente se vuelven para mirarnos, sus
rostros se vuelven enojados.
—¿Qué pasa? —Killian asiente hacia los dos.
King lo mira fijamente, sus labios se curvan lentamente mientras su
brazo gira alrededor de mi cintura.
—Dove va a practicar. Sobre mí. ¿Quieren mirar? —¿Por qué los
atormenta?—. ¿Qué hay de ti, Keats? Apuesto a que sí.
De repente me siento como una rosa en un jardín de espinas.
—King —susurro—. ¿Qué está pasando?
—Nada —responde en alto, sus ojos todavía en los hermanos—. Solo
un desacuerdo. Ve a prepararte.
Me dirijo al centro y dejo caer mis zapatillas de ballet al suelo. Necesito
algo fuerte y rápido para calentar mi cuerpo, así que jugueteo con la
plataforma de sonido mientras me estiro. Me ato la camisa en la parte
delantera y doblo la banda de mi pantalón corto Nike, ajustándolo contra
mi piel. Cierro los ojos y luego los abro, justo cuando suena “Dark Times” de
The Weeknd con Ed Sheeran. El ritmo se filtra en mi mente y mi cuerpo
sigue su ejemplo. Mi cabello cae por mi espalda cuando mis ojos se cierran
mientras el gancho se levanta. Voy a la deriva delicadamente, mi cuerpo
golpea cada latido en fluidos, estrictos movimientos. El coro se cuela y giro
la cabeza, mis manos llegan a mis tobillos. Unas manos agarran mis caderas
por detrás, momentáneamente sorprendiéndome. Muevo mi cabello hacia
atrás y me giro, sonriendo cuando veo a King sin camisa detrás de mí.
Maldición. Me hace girar más mientras suena el coro. Voy flotando por el
suelo antes de que me tire de nuevo a su pecho y nos movemos juntos con
fluidez. Sigo cada latido y él lo persigue.
Nunca hubiera pensado que King podría bailar. Está muy serio,
demasiado aterrador para ser bendecido con tantos talentos. Si alguna vez
se preguntaron si Dios tuvo favoritos, solo miren a King. Por otra parte, ¿no
era Lucifer también un favorito? Cuando el ritmo se ralentiza, froto mi
cuerpo contra el suyo, y luego justo cuando el coro de calma comienzo de
nuevo, sonrío por encima de mi hombro, tentándolo.
Me atrae de nuevo y me inclino, mi cabello rozando el suelo.
El baile es íntimo, nuestros movimientos encienden fuego debajo de
nuestros pies.
La canción termina y la siguiente comienza, pero me aparto y aprieto
pausa, girando para mirarlo de frente. 190
—¡Qué mierda! ¡No tenía ni idea de que podías bailar!
King se encoge de hombros, envolviendo sus labios alrededor de un
cigarrillo, sus ojos todavía en los míos.
—No es ningún secreto que puede pregunto hacerlo, Pajarito. —Val se
mueve y me giro para ver a mucha gente en la carpa, obviamente observando
nuestra pequeña cosa—. Es solo que no quiere hacerlo.
—Vete a la mierda, Val —gruñe King, arrojando la colilla al suelo.
Intento buscar al resto de Los Hermanos, pero solo encuentro a Kyrin.
Keaton y Killian hace mucho tiempo que se fueron.
Kyrin camina tranquilamente hacia el escenario, y King comienza a
reír, empujándolo de vuelta por su hombro.
—Tú deberías irte a la mierda de inmediato.
Los ojos de Kyrin se deslizan de mí hacia King.
—¿Por qué? Al menos déjame entrar.
King hace una pausa.
Kyrin se ríe entre dientes.
—¿O no confías en ella?
—No tengo que confiar en ella. Solo estamos teniendo sexo.
Val hace una mueca, como yo, en el fondo. Val se recompone
rápidamente y se va.
—Bueno, entonces si solo estamos teniendo sexo, claro, Kyrin. Toma
asiento. —Miro a King y agarro una de las sillas de la audiencia.
—Oh, me quedaré aquí para esto. —Escucho a uno de los actores de
Demonio decir en el área de espera.
Kyrin niega, finalmente acercando sus ojos a los míos.
—Ya sabes dónde está mi habitación cuando llegue el momento. —Se
da vuelta para salir de la carpa, y me giro para mirar a King, con las manos
en mis caderas.
—No me jodas, Pajarito. Sabes muy bien que eso es todo lo que estamos
haciendo. —Sale detrás de Kyrin, obviamente revisando el control de daños.
Estoy confundida con lo que está sucediendo, y puedo sentir la tensión entre
todos.
Todo lo que sé es que no sé por qué. Sé cómo me sentí cuando tuvimos
sexo antes. Varias veces. Pero hubo momentos que fue más. No sé si lo notó,
pero cuando se perdió dentro de mí, una pequeña parte de su pared se
rompió, y vi destellos en su alma.
—¡Hola, chica! —Rose golpea mi cadera con la de ella—. Tú y King
finalmente están allí.
—Sí —le digo, acercando mis ojos a los de ella—. Aunque no estoy
191
segura de si es algo de lo que debería estar hablando.
—Oye —dice, mirando a su alrededor con escepticismo—. ¿Abriste esa
nota que te di?
—¡Oh, mierda! —susurro—. Lo olvidé por completo. Todavía está en mi
habitación. Vamos.
—¡Ya voy! —grita Maya, dejando atrás a Val y a Mischa, estupefactas.
—Ella es diferente, Dove. Puedes confiar en Maya. —No estoy segura
de por qué sintió la necesidad de decirme eso, pero le doy las gracias de
todos modos. Comenzamos nuestro camino de regreso al RV, y mientras
Maya y Rose hablan de un tipo que está desaparecido, yo estoy perdida en
mi cabeza tratando de descubrir el motivo por el que Los Hermanos podrían
estar peleando. ¿Se tratará de mí o de Killian y su madre adicta al sexo
extraño? ¿Y qué hay de todos esos hombres extraños? La madre de Killian
tenía el mismo tatuaje. Mis ojos se cierran por un breve segundo, pero es
suficiente para que un recuerdo venga a mí.
El cabello rojo cae sobre los hombros de la chica mientras corre hacia un
campo. Me detengo; mis manos firmemente aseguradas en las de mi padre.
Tiro de él.
—¿A dónde va?
Papá mira hacia delante y sonríe.
—Probablemente a ver el aire caliente de los globos. Es tu parte favorita
del fin de semana de carnaval.
—Lo sé. —Pongo los ojos en blanco ante el obvio hecho de mi padre—.
Pero ¿por qué está emocionada?
—Bueno, no eres la única a la que le encantan los globos aerostáticos,
Pajarito. A tu hermana también le gustan.
Me congelo, mi paso se detiene. Estamos a unos metros de distancia
de la casa rodante cuando Rose y Maya se giran para ver porqué me detuve.
—¿Y ahora qué pasa? —pregunta Maya.
Pienso en lo que acabo de ver dentro de mi cabeza. Las cuchillas limpias
y crujientes de hierba debajo de las suelas de mis zapatos. El temprano
atardecer en la distancia ardiendo contra un cielo anaranjado. La chica con
el cabello rojo, que parecía una réplica de mí.
—Nada. —Sigo caminando, mi cerebro es borroso de confusión. Nunca
había visto eso antes, nunca tuve un recuerdo que datara de tan atrás. Tal
vez lo fabriqué de alguna manera. Aprieto los ojos y cuento hasta tres antes
de abrir la puerta.
—¿Qué pasa? —pregunta King, sus ojos buscan en los míos. 192
—Nada. —Paso junto a él mientras las chicas me siguen.
King las deja pasar antes de gritar:
—¡Una mierda!
Miro por la ventana de camino a mi habitación cuando veo a Killian
parado fuera, mirándome fijamente mientras me muevo a través del RV. Con
una profundidad que nunca había visto en él, y me asusta. Suficiente para
que mis pasos se detengan.
—¡Dove! —King me bloquea dentro de mi habitación, sus dos brazos
desnudos se estiran a cada lado de la salida. Intento no mirar de cerca su
pecho, pero cada vez que lo hago, me encuentro atraída por sus tatuajes,
especialmente por las dos rosas rojas sobre su cadera—. ¿Qué pasa?
—No es nada. Creo. Acabo de tener un extraño recuerdo. —Me siento
en la cama, mirando detrás de él para ver a Rose mirándome desde la cocina.
Maya está preparándose algo para comer, pero mis ojos se clavan en Rose
como si no estuviera aquí. Es el mismo silencio que usamos cuando ambas
estuvimos encerradas en el barco. Asiente, y sé que me entiende.
Exhalo.
King se tensa.
—¿No los tienes a menudo?
Niego, mis ojos se posan en la ropa que llevaba esa noche cuando
estaba con Rose, y metió la nota dentro de mi pantalón corto. Puedo ver el
borde del papel sobresaliendo de debajo de mi bikini.
—No. No usualmente. En realidad, no puedo recordar nada antes de
que mi padre y mi madre fueran asesinados.
El aire cambia, y por primera vez desde que conocí a Kingston, me
siento insegura con su proximidad. El aire se engrosa y la oscuridad se
derrumba a mi alrededor.
Me giro, con una extraña sensación de que algo o alguien está
mirándome. No he tenido ese sentimiento desde que me secuestraron.
No he sentido eso desde esa noche.
Sé lo que es. Es como si un viejo amigo hubiera entrado en la casa por
primera vez en mucho tiempo, llevándose su aura con él.
—The Shadow —susurro, poniéndome de pie. Casi me tropiezo y
aterrizo de vuelta sobre mi trasero cuando King se acerca y me atrapa.
—Gracias —le digo, mis ojos viajan hacia los suyos. Cuando aterrizo en
ellos, son sombríos, negros y me dan escalofríos en la columna. De repente,
no me siento cómoda con sus manos a mi alrededor.
—King —susurro—. ¿Por qué algo simplemente cambió?
Aprieta la mandíbula y luego sus ojos se suavizan.
—¿Qué? No lo hizo. Cámbiate —anuncia, dándose la vuelta para salir
193
de la habitación—. Iremos a otra fiesta. Esta vez, es con mis padres.
28
Dove

T
an pronto como King sale de mi habitación, Rose está allí,
mirándome.
—¿Qué fue eso? —La presencia de The Shadow se fue,
como si nunca hubiera estado allí, y me deja sintiendo una
fusión de emociones, principalmente confusión.
—Honestamente, no lo sé. —Me tropiezo y recojo el pedazo de papel de
debajo de mi ropa, abriéndolo. La imagen es un boceto de una paloma. Es
juvenil, como si un niño lo hubiera dibujado, pero no es terrible.
194
—Extraño —le digo, volviendo la cabeza hacia un lado—. ¿Qué significa
esto?
Rose se sienta en mi cama y acerca las rodillas a su pecho.
—No lo sé. Esperaba que tú lo supieras. Quiero decir, es un poco
extraño que sea una paloma.
Lo examino de nuevo.
—Sí. Es raro.
Rose se levanta de mi cama y se arrodilla frente a mí, sus manos cubren
las mías.
—Algo no se siente bien con King, Dove. —Su voz es un susurro, pero
sus ojos están brillando—. Y con Jack desaparecido, no creo...
—Espera —la interrumpo—. ¿Qué quieres decir con que Jack está
desaparecido?
—¿Qué, no lo sabías? —pregunta, con una ceja arqueada—. Ha estado
desaparecido desde que todos jugamos a las escondidas de Killian. —
Exhala—. Lo que intento decir, es que no podemos olvidar cómo llegamos
aquí. ¿Maya? Ella nació en una familia fundadora. Yo fui reclutada.
Me detengo.
—Espera, ¿qué significa eso?
Rose me hace señas.
—Que mi familia tenía lazos con los Kiznitch, haciéndome al instante
una parte de las familias. Delila me lo explicó todo en mi primera noche
aquí, pero Dove… —El dolor destella en su rostro mientras toma su siguiente
aliento—. Mi madre no está realmente muerta. Simplemente no me quiere.
La ira ruge a la superficie.
—Entonces al diablo. No la necesitas.
Rose se ríe y se limpia los ojos.
—Se supone que debemos hablar de ti y de este dibujo, no de mí. —
Respira hondo—. Así que por eso estoy aquí. Pero, ¿por qué estás tú aquí,
Dovey? Eso es lo que me asusta. —Tiene un punto. Es algo en lo que he
estado pensando desde que conocí a Delila. Cuando desperté en la celda,
pensé que sería vendida o algo así, como un cliché, no que sería metida en
este extraño mundo. Aparte de eso, si Jack ha estado desaparecido desde
esa noche, ¿por qué nadie me ha dicho nada? ¿Por qué no me di cuenta de
que no estaba? Hay muchas personas aquí que veo, pero Jack causó un
impacto en mí, así que debería haberme dado cuenta de que no estaba cerca.
—Rose —murmuro—. Lo sé. Algo no está bien, pero necesito
prepararme para esa fiesta, y no quiero que King venga y nos vea hablando
de esto. Cuando llegue a casa, iré a buscarte. ¿Está bien? 195
Ella se levanta, su cuerpo delgado se eleva sobre mí.
—Está bien, Dove, pero ten cuidado. He oído que la familia de King es
de la realeza.
—Espera. —Mi mano agarra su brazo—. ¿Qué quieres decir?
—La familia de los Hermanos Kiznitch es familia real, pero los Axton
son como el siguiente nivel. Su padre es como Don Vito, el maldito padrino.
Tienen sus... —Hace una pausa—. No sabes nada, ¿verdad? —Niego—. Te
diré lo que sé más tarde, pero no es mucho.
—¡Espera! —repito, justo cuando está a punto de irse—. Tienes que
venir a esta fiesta.
—No puede hacerlo —interrumpe Maya, de pie detrás de Rose—. Es
contra la ley.
—¿La ley? —pregunto, de pie—. Estoy confundida.
—Probablemente, y no cometas errores, así te querrían. —Maya me
mira hasta que me hace arrastrar los pies incómoda—. Iría contigo. —
Suspira—. Pero Kaius me asusta. ¿Y Dahlia, la mamá de King? Juro que es
la peor.
—Gracias —murmuro, pasando los dedos por mi cabello—. Realmente
estás ayudando.
Maya pone los ojos en blanco.
—Deberías tener suerte. Obviamente hay una razón por la que sigues
viva.
—Ya no sé si es algo tan bueno.
Maya hace una pausa.
—¿Tienes sentimientos reales por él?
Me congelo, mis ojos vuelan hacia ella.
—¿Qué?
—Oh, santa mierda, los tienes. —Entra en mi espacio, sus manos
llegan a mis mejillas—. No puedes tenerlos, Dove. Tienes que protegerte. Lo
que sea que él te esté diciendo, no puedes confiar. —Quiero decirle que no
sabe de lo que está hablando. Pero tiene razón. Puede que haya crecido algo
en mí por él durante las semanas que hemos estado juntos, pero es difícil
no tenerlos cuando sé lo que se siente tenerlo entre mis muslos. Y sé a qué
sabe.
—Maya —interrumpe King detrás de ella y ella hace una pausa, pero
no retrocede. No la asusta, lo cual es interesante considerando que asusta
a todos los demás que he conocido—. Vete.
Los ojos de Maya se vuelven vagos. 196
—Ven a verme después de la fiesta. —Entonces se gira y mira a King—
. Porque regresará.
—Tal vez —responde King rotundamente—. O tal vez no.
Tan pronto como Rose y Maya se van, miro a King.
—¿Que me pongo?
29
Dove

R
ecuerdo que a mi madre le encantaban las velas. No solo la
luz normal de una vela de las del tipo después de una limpieza
grande, quiero decir, realmente amándolas. Creo que tenía
más velas alrededor de nuestra casa de lo que tenía
iluminación eléctrica. Recuerdo el olor a cuero quemado surgiendo con
dulce lavanda. Era reconfortante, hasta cierto punto.
Desde mi infancia, no había visto tantas velas como cuando atravesaba
las puertas de la casa de los padres de King. A la izquierda, un joven estaba 197
sin camisa, tocando una suave melodía en el piano. Se había pintado
delineador negro debajo de los ojos y una mandíbula recta y cuadrada. Sus
oscuros ojos se acercaron a los míos, sus mejillas hundidas. Cuando se
conectaron con los míos, una sonrisa lenta se deslizó en la esquina de su
boca. Me estremecí, pasando las manos arriba y debajo de mis brazos.
—¡King! —dice Killian cuando entramos más en la casa.
King se gira y responde a Killian con un gruñido salvaje.
—Cállate la boca y recuerda dónde estás en la balanza, hermano. —
Sus ojos caen a los míos, antes de volver a Killian—. Y vigílala.
—No pensé que te importara —dice Keaton a mi lado.
Los ojos de King se posan en los suyos.
—No es asunto tuyo. —Se da la vuelta y desaparece en una esquina.
Ha estado agitado todo el camino hasta aquí, más que de costumbre. No sé
mucho sobre Nueva Orleans o el estado de Luisiana en general, pero el área
donde viven sus padres es muy rural. Son unos treinta minutos de conducir
desde la ciudad, donde vive Delila. Creo que escuché a Killian decir que el
nombre de la ciudad es Destrehan. Su hogar es una moderna mansión
gigante en medio de un envejecido campo. Siento que la casa en sí se destaca
del resto de las antiguas casas estilo plantación. Todo es vidrio y madera en
profundos rojos ricos. El entorno de la casa es suave y acogedor, muy
parecido a un restaurante íntimo.
La mano de Keaton llega a mi brazo.
—Quédate conmigo, Dove.
Descanso en su abrazo, pero no lo suficiente porque Killian me está
sacando fuera. De repente me siento como un juguete usado con el que la
gente no juega suficiente, vuelvo a pensar en el dibujo de la paloma que arde
dentro de mi sostén.
—En realidad, ella necesita estar con alguien que pueda tomar una
decisión imparcial.
—Ese sería yo. —El brazo de Kyrin envuelve mi torso, tirando de mí a
su pecho desde atrás.
—Ah, no —dice Killian—. Dijimos alguien imparcial. No alguien que la
mate.
—¿Qué hay de mí? —dice una voz detrás de nosotros, y todos nos
volvemos para ver quién es. El tipo que tocaba el piano ahora está de pie,
observándonos Tiene que tener la misma altura que King, y tiene una
extraña semejanza con él.
—Ah… —Sopesa Killian—. No lo sé, Kohen.
Kohen lleva un vaso lleno de alcohol blanco a sus labios y sonríe.
—¿Por qué no? —Mis ojos recorren su torso. Es casi idéntico a King, 198
solo que sin tatuajes. No puedo distinguir gran parte de su rostro porque
lleva puesto maquillaje de escenario y delineador, pero definitivamente tiene
que estar relacionado con King. Un camarero pasa junto a nosotros y él se
estira agarrando otro vaso. Cuando se gira, me enfrento al mismo tatuaje
que tienen los chicos y la madre de Killian, solo que el de Kohen es enorme
y llena toda su espalda. Cada punta llega al borde de su cuerpo.
Se vuelve y me da un vaso. Mis ojos van de eso a él.
—¿Para mí?
Kohen sonríe, agitando su otra mano.
—Por supuesto. Es grosero de estos hijos de puta no ofrecerte uno tan
pronto como entraste por la puerta.
Lamo mis labios y sus ojos siguen el movimiento. Poco a poco, alcanzo
el vaso, mis ojos están en los suyos.
—Me quedaré con Kohen. Ustedes, muchachos, pueden irse.
Eso parece satisfacer a Kohen, quien sonríe con orgullo, de pie de nuevo
en toda su longitud.
—Pajarito —murmura Killian, y en un instante, veo como el rostro de
Kohen cambia con conmoción, el reconocimiento se apodera de sus rasgos
bellamente manchados.
—¿Parajito? —pregunta, solo que no está enojado. Al menos no lo está
mostrando.
Está... intrigado.
—Joder —maldice Killian—. Kohen, ella necesita quedarse cerca de
nosotros. Estoy seguro de que lo entiendes ahora. —Una conversación
silenciosa pasa entre ellos y me quedo parada en medio, atónita.
Tomo un largo trago de mi bebida.
—Estaré bien. He estado aquí por cinco minutos.
Kohen alcanza mi mano. Me encuentro permitiendo que mis dedos sean
separados, que los suyos se metan entre ellos.
—Vamos, Pajarito. Ven a conocer a mis padres.
—¿Tus padres? —pregunto, mirándolo mientras nos movemos a través
del vestíbulo principal y a la sala de estar. Extiende una alargada mano
hacia una mujer y un hombre que están sentados en sillas diseñadas para
un rey y una reina. Hay otras personas en la habitación, pero estoy tan
distraída por el poder que está irradiando de los dos que estoy atrapada en
un trance.
Perdida.
En peligro, tal vez.
—Sí —anuncia Kohen—. ¡Mamá y papá!
199
Mierda. Deben ser los padres de King, lo que significa que Kohen y King
son hermanos. Doble mierda. ¿Pensé que King dijo que era hijo único? O yo
imaginaba eso.
Los dedos de Kohen se aprietan en los míos y me gira para verlo. No
puedo respirar. Mi pecho está agitado, sus ojos buscan en lo profundo de
los míos.
—Pajarito —susurra como si hubiera gritado ese nombre demasiadas
veces, y sigo perdiéndome en su mirada. Donde los ojos de King son de un
verde ardiente, los de Kohen son completamente negros. Son atemorizantes,
pero hay un fuego lento que me atrae, como a un tonto pajarito.
—¿Te conozco? —susurro, buscando en sus ojos.
Él exhala, pasando su pulgar sobre mi labio inferior.
—Tú…
—¡Kohen! —gruñe King desde algún lugar de la habitación e
inmediatamente me alejo de él, como si fuera una llama que hubiera lamido
mi piel.
Encuentro a King al instante y me odio por necesitar que me toque
donde Kohen acababa de tocarme. Que reemplace lo que no era de alguien
más para tocar.
Maldita sea. ¿Cuándo me volví tan jodidamente exagerada?
El silencio corta el aire. Todo ladrido es silenciado. Arrastro mis ojos de
vuelta a los padres de King. Dahlia me está mirando directamente. Ojos
oscuros como los de Kohen y largo cabello castaño que parece que fue
planchado demasiadas veces. Es impecablemente intimidante, y ni siquiera
ha dicho una palabra aún.
—Kingston. —Ella se da vuelta para ver a King—. ¿Tengo que
preguntar?
Kohen arrastra los pies y se para frente a mí.
—Una promesa es una promesa, madre.
¿Qué demonios está pasando? Me doy la vuelta para buscar a Killian.
Cuando encuentro que me está viendo de cerca por detrás con Keaton y de
Kyrin a su lado, me calmo un poco.
—Hmmm, tal vez. —Ella mueve sus uñas—. Dove Noctem. Ven, por
favor. Me gustaría verte bien.
Me congelo, y luego paso mis manos por mi pantalón vaquero blanco.
Alejándome de Kohen, empiezo a caminar hacia ella cuando él me
agarra del brazo.
—Dove. —Me mira confundido, sus cejas están alzadas y su frente se 200
frunce en confusión. Me gustaría ver cómo se ve sin todo el maquillaje del
escenario, pero estaría mintiendo si dijera que no me saca de balance,
luciendo como un desquiciado pirata.
Intento sacar mi brazo de su agarre, pero no se mueve. Entonces lo veo.
El tipo genial y sincero que conocí antes se fue y ahora algo más está
aquí. Es extraño verlo. Los ojos de Kohen van directamente a sus padres.
—Ella no es Dove.
—¿Perdón? —pregunto, buscando en sus ojos—. Qué…
—Sí. Lo es —dice King, sus ojos en Kohen—. He estado cerca de ella.
Lo es.
Kohen me tira a su pecho y extiendo las manos, deteniéndolo de
acercarse más.
—¿En serio, hermano? ¿Te importa si pongo a prueba esa teoría? —No
espera a que King responda porque sus labios están en los míos. Mantengo
los míos cerrados, junto con mis ojos y cuento hasta diez.
Uno. Una risa destella sobre mis ojos con la misma niña con el cabello
rojo.
Dos. Ella gira ligeramente el rostro y trato de captar más. En cambio,
mi mano va hacia la parte posterior del cuello de Kohen, y mi cabeza gira,
dándole más acceso.
Tres. La niña finalmente se gira, solo que no soy yo. Es exactamente
como yo, solo que diferente. Mi lengua se desliza en su boca y tira de mí a
su pecho más fuerte.
Cuatro. La niña saluda, con una gran sonrisa en el rostro. Dos hoyuelos
salen de sus mejillas, solo que no me está saludando.
Cinco. Lentamente me doy la vuelta para ver a quién saluda, cuando
veo a dos niños pequeños, que son un poco mayores que nosotras.
Seis. Uno lleva una gorra de béisbol al revés y el otro lleva un pequeño
sombrero.
Siete. Kohen me levanta de mis piernas y las envuelvo alrededor de su
cintura, aguantando y profundizando el beso. El chico con la gorra que está
volteada hacia atrás viene hacia mí. Más y más cerca. Es familiar. Tan
jodidamente familiar.
Ocho. Sonríe, tan brillante que sus dientes blancos y rectos brillan
contra el sol. El que lleva el sombrero de fieltro pasa junto a mí y va por la
otra chica pelirroja que se parece a mí.
Nueve. ¿Quién es la niña que se parece a mí? No lo sé. Pero este chico
está casi justo en frente de mí ahora. Sus dedos se estiran alrededor de mi
barbilla mientras levanta mi cabeza a la suya. 201
Diez. —Kohen lo jodió y mamá y papá están peleando de nuevo.
Salto lejos de Kohen, empujándolo fuera de mí.
—¿Qué acaba de suceder? —Toco mi boca y busco a King—. ¿Qué
demonios fue eso?
King me está mirando furioso, pero hay algo más detrás de sus ojos.
—Te lo dije —anuncia King, con el rostro muerto y los ojos sin
emoción—. Es Dove.
Me vuelvo para ver a Kohen, quién está mirando mis ojos.
—¿Cómo puedo saber que eres tú? ¡Y tú! —Me giro, señalando a King—
. ¡Jodidamente te conozco!
—No, no lo haces —dice King, levantando un vaso de whisky y
tomándoselo todo. Pasa los dedos por su cabello y señala a Kohen—. Lo
conoces a él. —He visto a King así, pero no por un tiempo. Incluso cuando
era distante en el RV, nunca fue frío. La forma en que es ahora es similar a
cómo lo conocí en la jaula.
Me giro, las lágrimas nublan mis ojos.
Escucho a su madre suspirar, antes de que se dirija hacia mí. Cuando
se para, se eleva sobre mi corto cuerpo. Tiene que medir más de uno ochenta
y dos.
—Eres Dove Noctem, y tú, mi dulce brujita… —Presiona su uña debajo
de mi barbilla—. No eres bienvenida aquí.
—Hice lo que me pediste —dice King, mirando su padre—. Perseguí a
esta perra durante la mejor mitad de su puta vida, la hice enamorarse de
mí lo suficiente para que confiara en mí para traerla aquí, logré que Kyrin
no la matara. —Mis ojos se dirigen a Kyrin, quien se encoge de hombros,
mientras King continúa cavando el cuchillo más y más profundo en mi
pecho—. Y no nos olvidemos de sus malditos padres.
Deslizo las lágrimas perdidas que caen por mis mejillas.
—Esto fue una trampa —susurro, apretando los ojos. Quiero gritar y
patear y llorar y preguntar qué demonios está pasando. Por qué conozco a
estos chicos y a dónde se fueron el resto de mis recuerdos. Cuando mataron
a mis padres, estuve traumatizada por años. Mi tutora de crianza me puso
en terapia para ayudarme a hablar. No hablé durante años después.
—Te escucharé cuando hables, Dovey. Siempre estaré ahí.
Fue suficiente para silenciarme a veces. Cuando comencé a trabajar en
el bar, conocí gente. Me sentí algo segura alrededor de ellos. Se convirtieron
en mi familia, y se volvieron mi seguridad. Todavía, hasta este día, puedo
decir mi discurso bajo coacción, pero no ha sucedido.
—Estaba segura de que serías provocado por ella, hijo. —El padre de
King se levanta de su silla mientras todos continúan en silencio—. Pero una 202
vez más demostró ser más fuerte de lo que le di crédito.
—Esperen. —Keaton se desliza frente a mí—. No pueden matarla.
Los ojos de King vuelan directamente a Keaton. ¿Realmente iba a
matarme? Todo lo que creía saber sobre King era una mentira. Una maldita
mentira.
—Eres un mentiroso —susurro antes de poder ahogarme con las
palabras. Busco en el primitivo piso de mármol por respuestas que sé que
nunca obtendré, pero la ira burbujea debajo de mi piel de todos modos—.
¡Todo lo que me dijiste fue una mentira! —grito hacia King, quien me mira
fijamente.
Sonríe.
—¿Lo fue?
—¡Jódete! —grito y caigo al suelo. Mis manos cubren mi rostro mientras
comienzo a balancearme de un lado a otro.
—No puedes matarla —presiona Keaton, pero todavía estoy
momentáneamente perdida en mi propia agitación—. Sé que quieres hacerlo
por carne antigua, pero en realidad no puedes hacerlo. —Sabía que King era
un hombre duro. Sabía que era salvaje, pero nunca supe que tuviera alma.
—¿Y por qué es eso, Keaton? Por favor, dime por qué no puedo matar
a alguien que pertenece a una familia que descuidadamente trató de
destruir y exponer a la fraternidad. ¿Una familia cuya madre era una
psicópata trastornada y quebrantó múltiples leyes, y luego dio a luz a una
niña que intentó matar a mi hijo mientras dormía? ¡El trato era que la
pusiera en una casa, no que huyera con los dos y se escondiera! Ahora, mi
ira hace mucho tiempo que se encendió. —Escupe el padre de King
sarcásticamente—. No quiero lastimar a esa chica, pero lo que quiero y lo
que no, representan dos cosas diferentes. Fue la hija equivocada. Nada como
su hermana.
—Lo que sucedió con Dove y Kohen cuando eran niños no estaba en el
control de Dove. Ella no era normal. Siempre jugaban pequeños juegos
enfermos, queriendo probarse uno al otro para ver qué tan lejos podían
llegar. Dove era tóxica para Kohen, claro, pero no quiso lastimarlo cuando
lo empujó al lago. Todavía era una niña, y, aparte de eso, no puedes matarla
porque... —murmura Keaton. Debe arrodillarse a mi lado porque puedo
sentir su mano venir a mi brazo.
—¿Desde cuándo el más oscuro de todos tiene corazón? —dice la mamá
de King, pero es muy tarde. Estoy muerta por dentro. Estoy plana.
Entumecida. Algo frío me roza. Y mi boca se cierra de golpe.
No quiero pelear. Cuando todo lo que haces es pelear en la vida, luchar
para vivir, por respira, por existir, te cansas. Estoy cansada. Agotada. No sé
por qué conozco a King y a Kohen, pero estoy cansada. Desearía poder volver
a Midnight Mayhem, pero ¿Delila realmente me ayudaría? ¿O estaba metida 203
en todo esto? No puedo confiar en nadie.
En nadie.
—¿Dove? —me susurra Keaton—. Necesito que prestes atención.
No respondo. Mi boca está cerrada por mi falta de voluntad para
obedecer. ¿Qué sentido tiene hablar si todo lo que me rodea es falso?
—Keaton. —La voz de otro hombre resuena detrás de él, pero estoy
atrapada en mis pensamientos, nadando en mi piedad.
—Keres —interfiere el padre de Kingston—. Por favor, déjanos escuchar
lo que tu hijo tiene qué decir.
Keaton se pone de pie, manteniendo una mano protectora en mi
hombro.
Inhala el dolor, exhala la agonía, vive otro día.
Hay una larga pausa antes de que su dedo apriete mi hombro.
—Ella es mi hermana.
—¿Qué? —Creo que ese fue el padre de King.
—Lo siento, papá —murmura Keaton por lo bajo—. Tienen que saber
sobre ella, o la matarán. —Debe estar mintiendo, queriendo que le siga la
corriente en un desesperado intento por salvar mi vida. No estoy segura de
por qué. No sé por qué Keaton ha sido tan amable conmigo, acabo de
comprobar que no es tan oscuro como se ve. O tal vez estaba equivocada.
Tal vez todo esto sea parte de su plan.
No puedo confiar en nadie.
—Keres, ¿quieres explicar eso? —interfiere Dahlia, y finalmente llevo
mis ojos hacia ella. Sería hermosa si no fuera tan odiosa. Su largo cabello
oscuro y sus ojos almendrados. Se parece tanto a sus hijos que es casi
aterrador. Pero luego ves a su padre, y todo tiene sentido. Obtienen su
belleza de ella y su virilidad de él.
—Levántate. —Las manos de Killian rodean mi brazo y me levantan.
Obedezco, apoyándome en él y no queriendo llevar mis ojos a nadie. Confío
en Kill.
—Es verdad —dice el padre de Keaton, y me giro para mirarlo,
queriendo saber quién es este hombre que posee una voz tan suave. Como
chocolate caliente en un día frío. Tiene cabello castaño con algunas canas y
brillantes ojos azules. Su rostro es musculoso, como el de Keaton.
Nada como yo.
—Su madre las odiaba —les dice Keres, pero sus ojos se dirigen a mí—
. Eran las amorosas hijas de Klaus y de Ash.
—¡Espera! —La mamá de King chasquea los dedos—. ¿Me estás
diciendo que ella es una Kiznitch, no una pequeña bruja? —Exhala—. Eso
todavía no vence el hecho de que está clínicamente loca y que quiere 204
destruirnos. Es una responsabilidad. Haremos una excepción por esta vez.
Keres niega, sus ojos van hacia ella.
—Sabes, y muy bien, cómo gira este mundo, Dahlia. Su padre no era
sangre Kiznitch... —Hace una pausa, y noto un drástico cambio en la
habitación. ¿Por qué sigue diciendo ellas?—. Ella murió, pero esta no lo hizo.
—¿Ella quién? —exige King, pero no lo veo. No quiero prestarle nada de
mi atención. Estoy en la ruina, en donde concierne a la moneda gastada de
Kingston Axton.
—Dove, lamento lo que te pasó a ti y a tu padre. —Keres camina hacia
mí, metiendo las manos en los bolsillos—. Ash te quiere a ti y a tu hermana...
Las líneas alrededor de sus ojos se profundizan.
—Bien —digo, pero sale roto, a través de cemento seco y agrietado. No
puedo esperar a encontrarme con Ash, solo para poder hacer preguntas. No
siento nada por ella emocionalmente en este momento.
—Dove —murmura Kohen detrás de mí, y me giro para mirarlo
ignorando a todos aquí, especialmente a King.
Sus ojos se clavan en los míos, y el mundo se ralentiza por unos
segundos. Abre la boca.
—¿Todavía tienes esa marca de quemadura sobre el hueso de tu
cadera?
—¿Qué? —pregunto confundida.
Los ojos de Kohen se oscurecen cuando un obvio triunfo se apodera de
él.
—¿Todavía tienes esa marca de quemadura sobre el hueso de tu
cadera?
Levanto mi camisa, como si no supiera la respuesta.
—¿No? —Paso mi pulgar sobre mi piel desnuda y suave.
La habitación se silencia.
Keaton respira hondo.
Killian grita:
—¡Joder!
—Jesucristo. —Dahlia masajea su sien y se sienta sobre su trono. La
gente todavía está mirando, y la habitación se está derrumbando—. Esto
podría haber terminado trágicamente.
—¿Por qué me preguntas eso? —Mis ojos vuelven a Kohen, quién está
sonriendo como un gato Cheshire.
—Porque Dove Hendry fue quemada en la Navidad de 1998 después de
que cayó contra un pozo de fuego de hierro. 205
—No, no me quemé —argumento—. Quiero decir, no que recuerde. No
me acuerdo de mucho.
—Jodidamente no lo digas —gime Dahlia—. Estamos a punto de
perderlo —susurra, pero no me lo pierdo.
—No —murmura Kohen—. No te quemaste. No eres mi gata guerrera.
—No te sigo. —Sus pasos se acercan, la habitación es más pequeña.
—Porque no eres Dove Hendry.
—¿Qué? —grito, molesta—. ¡Claro que soy yo!
Kohen niega, sus ojos vuelan sobre mi hombro y aterrizan en alguien
más.
—No, no lo eres. Lo sabría, porque Dove era mi chica. Tú no eres ella.
Me giro y encuentro a King quieto, inmóvil con todo el color fuera del
rostro.
—¡Explícate! —Busco los engañosos ojos de Kohen.
—Eres Perséfone Noctem Hendry, no Dove Noctem Hendry, y no eres
mi chica. —Los ojos de Kohen vuelven a mi hombro y señala a King—. Eres
suya.
30
King

C
amino de un lado a otro en la oficina de mi padre después de
decirle a todos que se fueran a la mierda. Dove, joder,
Perséfone, todavía está sentada en la sala de estar, esta vez
hablando con Keaton y Keres. Su nombre siempre ha sido
raro como la jodida mierda, pero se pronuncia como per-SEF-o-ne. Siempre
la llamé P.
—No hay forma de que sea ella —murmuro, mis manos recorren mi
cabello—. P está jodidamente muerta. ¡Que esté muerta es exactamente la 206
maldita razón por la que maté a sus putos padres! —Miro a mi padre. Keres,
Kratos y Kallisto están aquí, así como a Kyrin y Killian.
Él exhala, colocando un cigarro en su boca.
—No tiene esa marca de quemadura, hijo. Estabas allí cuando Dove se
la hizo. Fue brutal. Estuvo en el hospital con quemaduras de primer grado.
Ese tipo de cicatriz no desaparece. No hay ninguna otra explicación, y
además de eso… —Traga, sus ojos se posan en los míos—. Tu hermano lo
sabía.
—¿Y yo malditamente no? —Discuto, mi ira burbujea a la superficie,
porque si Kohen lo sabía, ¿por qué yo no lo hacía?
—¿Tuviste sexo con ella? —pregunta papá, sacándome un poco de
balance.
—Sí —digo.
—Entonces, ¿tuviste sexo con ella cuando pensaste que era Dove? —
Me está juzgando ahora, la presumida mierda.
—¿Qué puedo decir? —Añado secamente—. Estaba hambriento.
Me mira atentamente.
—Voy a fingir que no dijiste eso, y Kohen no lo sabrá, pero esa chica no
es Dove Hendry. Es Perséfone. Tu hermano ahora tendrá que llorar el hecho
de que Dove ha estado muerta todo este tiempo, y fue Perséfone quien estaba
viva.
Mi puño vuela hacia la pared y siento que lentamente empiezo a perder
el control.
Todo se desmorona a mi alrededor.
—¿Cómo podemos devolverle los recuerdos que tomó Keres? —
pregunto, mis labios se curvan mientras lo miro. Luego a mi padre—. Y
Kohen está apenas cuerdo. Ni siquiera la reconoció cuando entró hasta que
uno de ellos dijo Pajarito. —Pajarito era como ambos las llamábamos.
Confuso, pero conveniente, cuando nadie podía separarnos.
Keres me mira, sus bordes ásperos se alisan.
—Fue simple hipnosis. Como si estuviera lidiando con una adicción, no
le quité sus recuerdos. Simplemente la hice sentir que no los necesitaba
después del incidente. —Se pone de pie, yendo directamente al puesto de
whisky y sirviéndose un vaso—. Si los recupera, lo sabrá todo, King. Todo.
¿Estás seguro de que quieres eso? —Se gira para mirarme, sus ojos van
hacia mi padre—. Eso la haría una responsabilidad. No conoce esta vida.
Nada. No sabe el código y no ha conocido su deber como Kournikova. Su
padre era débil contra ella, y su madre era simplemente una prostituta civil.
—No puedes hacer eso, P. Nuestros padres lo sabrán. —P se encogió de
hombros, una sonrisa que hizo enojar la travesura que colgaba del borde de 207
sus suaves labios.
—¿Y qué? —dijo—. Mientras siga en la cima de mi clase, a mamá no le
importará lo que haga durante el día.
La vi de cerca. P siempre fue traviesa. Le gustaba burlarse de la gente,
atormentarla y enfurecer a todos a la vez, justo antes de que se quitara el
pantalón esperando ser lo suficientemente mayor, sin hablar literalmente.
Verán, Perséfone Hendry fue hecha a mano para un Axton. No para cualquier
Axton, sino para mí. Lleva el nombre de una gran Diosa griega que estuvo
casada con Hades, donde ambos gobernaron el inframundo. Nació para ser
un dolor en el trasero.
Pero en mi trasero, eso es seguro.
—¡P, por favor, deja de hacer eso! —susurró Dove, su pequeño cuerpo se
metió en la habitación. Dove y Perséfone Hendry eran gemelas idénticas en
cada sentido de la palabra, pero su aspecto era donde terminaban sus
similitudes. Dove era recatada. Era la paz en la que P era el caos. La paz
siempre causaba estragos en estas dos.
P seguía balanceándose más y más alto en el envejecido columpio que
colgaba con clavos oxidados en el viejo árbol de su casa.
—¡P! —grité cuando se balanceó más alto. Me arrastré por el frente de
su columpio, la ira hervía debajo de la superficie. La fulminé con la mirada—
. Maldita sea ve más despacio.
Se rio tan fuerte que sus carcajadas reverberaron alrededor del pequeño
bosque que nos rodeaba, y probablemente sobre la playa en el frente.
—Ambos son demasiado cuidadosos.
—¡Cómo la mierda que lo soy! —grité. Sabía muy bien lo poco cuidadoso
que era, pero ser imprudente conmigo mismo era diferente a ser imprudente
con ella, lo cual no sería.
P puso los ojos en blanco y desaceleró el columpio hasta que finalmente
se detuvo.
Dio tres pasos hacia delante hasta que su pequeña mano se cerró sobre
mi puño.
—King, no siempre puedes estar enojado con el mundo. —Para una niña
de nueve años, era demasiado inteligente. Más inteligente que mis once.
Llevé mis callosos nudillos hasta sus suaves mejillas.
—Mientras estés caminando en lo vulnerable, jodidamente lo estaré.
Se apoyó en mi mano, justo cuando su madre salió corriendo hacia el
porche.
—King, tu mamá y tu papá quieren que vayas a cenar a casa.
208
Me fui después de eso, y fue la última vez que vi a Perséfone Hendry.
Fue el día en que comencé a llorarla, solo que estuve llorando a la
hermana equivocada.
Mi mundo terminó ese día, mi mente se derrumbó, excluyéndolos a
todos. Estoy jodidamente tambaleándome de que esté viva, pero sé que lo
jodí, y una vez que tenga sus recuerdos de vuelta, estaré aún más jodido,
porque recordará todo sobre nosotros y estará aún más lastimada por la
mierda por la que la he hecho pasar últimamente.
31
Dove

—N
ecesito saber qué pasó, Keaton —susurro
suavemente—. Entiendo por qué mentirías y
dirías eso...
—No fue una mentira. —Se sienta a mi lado
en el sofá, dándome un vaso de algo marrón—. Soy tu medio hermano,
Perséfone. —Me estremezco con ese nombre—. Lo siento, ¿preferirías que te
llame Dove? Simplemente se siente raro llamándote así ahora que sé que no
eres ella. —Me detengo, inclinando la cabeza y examinando sus rasgos. No 209
creo que nos parezcamos en nada, pero de nuevo, se parece mucho a su
padre. Quizás nuestra madre era como yo. Qué desastre.
Todo lo que creía saber sobre mi herencia, mi familia, todo fue un
espejismo. Mi madre no era mi verdadera madre. Tenía sentido con su
desprendimiento de mí.
—¿Cómo era ella? —pregunto, mis ojos se concentran en las luces que
están iluminando cerca de la piscina exterior.
—Sigue viva.
Mi corazón se hunde.
—Escucha, Perséfone. Mierda, ¿está bien llamarte así?
Niego y muevo la cabeza hacia atrás para tomar un sorbo.
—No, está bien. Me llevará un tiempo acostumbrarme, y todavía no lo
entiendo, pero pienso profundamente, que siempre sentí una desconexión
con el nombre Dove. El nombre se sentía tan...
—¿Plácido? —Keaton se ríe, pasando su mano sobre su tatuado cuello.
Resoplo.
—Sí, plácido.
—Te contaré todo. —Se bebe toda su bebida de una vez—. ¿Recuerdas
el día que te mudaste?
—No recuerdo nada de ese día —susurro, temblando.
—Es porque no querían que recordaras —murmura Killian desde la
entrada.
Me levanto, mirándolo fijamente.
—¿Por qué?
Sus ojos permanecen en los míos, pero por primera vez desde que
conozco a Killian y quedé atrapada en este desastre de vida, parece normal.
No hay un motivo oculto para sus palabras o incluso una sonrisa oculta
detrás de la sonrisa fácil.
Killian señala el sofá después de ver por encima de su hombro
brevemente.
—Siéntate.
Lo hago.
Killian se acerca a mí y se pasa la mano por el oscuro cabello.
—Has estado teniendo recuerdos, ¿verdad?
—Sí —le digo, juntando mis dedos en mi regazo—. Quiero decir, no son
recuerdos. Son más como sentimientos e imágenes. Como que recuerdo
haberme sentido de cierta manera y estado cerca de un océano. Cosas como
esas.
210
—Bien. —Los dedos de Killian llegan a mi barbilla—. Cuando besaste a
King, ¿tuviste algo más?
Niego.
—No lo sé. Recuerdo haber soñado, creo, después de que se fue.
Principalmente, mis recuerdos venían cuando tú estabas cerca.
Killian sonríe.
—Lo supuse.
—¿Jodidamente lo sabías? —La voz de King me sorprende. Me niego a
mirar donde está de pie, no queriendo darle la satisfacción de mi atención—
. ¿Sabías quién era?
La mano de Killian se queda quieta en mi barbilla. Mantengo mis ojos
en él.
—Sí —responde, mirando por encima de mi hombro—. Pero no de
inmediato. Lo vi.
—¿Viste jodidamente qué? —grita King, aunque todavía no entiendo su
ira.
Estaba a punto de entregarme a su padre y a su madre como una puta
sexta comida.
Killian se ríe, sacudiendo la cabeza.
—Lo vi entre ustedes dos, idiota. Lo jodido es que tú no lo hiciste, King.
Estás tan jodido al bloquear cualquier tipo de emoción que ni siquiera
pudiste sentir la razón por la que apagaste esos sentimientos en primer lugar
de pie delante de ti. En carne.
Mis ojos comienzan a llorar, pero trago las lágrimas con rabia, sin
querer derramarlas sobre mis mejillas y exponer mi vulnerabilidad. ¿Lo sentí
con King? No lo sé. Sentí algo, pero siempre lo reduje a hormonas y yo siendo
una chica y él siendo él.
—Devuélveselos. Ahora. —King se desliza por la pared, aterrizando en
su trasero.
Finalmente llevo mis ojos a los suyos. Desearía no haberlo hecho,
porque siento que mi corazón se partió en mi pecho y un sollozo sale de mi
cuerpo. Su generalmente sombría y estoica expresión está llena de
confusión y de dolor. ¿De lamento, tal vez?
—Lo siento —susurra, buscando una botella de whisky y dejándola
caer.
Llevo mis ojos a Killian, ignorando su silenciosa disculpa.
—Devuélvemelos.
—Bien, no puedo garantizar nada, pero lo intentaré. Hay una cosa que
211
tienes que entender, Perse. —King aspira un silbido al otro lado de la
habitación. Killian continúa—: Es que junto con esos recuerdos vendrán el
dolor y la angustia que te fueron quitados. Mi padre no quitó los recuerdos
de tu cabeza porque sería una especie de mierda de vampiro. Simplemente
te hipnotizó para hacerte pensar que no los necesitabas. Los puso en una
caja en la esquina de tu cerebro y entrenó a tu mente para no abrirla. Pero
escucha esto, Pajarito. —Los dedos de Killian me rodean la barbilla,
atrayendo mi atención hacia él—. Una vez que esa caja esté abierta, todo
podría volver a ti diez veces peor. Sabrás, sentirás, revivirás cosas que se
pusieron en esa caja. Puede que no te sientas como tú misma después.
Quiero decir que no me he sentido como yo en mucho tiempo, pero eso
significaría que sé quién soy. Lo cual tú no sientes.
—No me importa —susurro, tragando más allá de mi dolor—. Quiero
que se abra.
—Túmbate —murmura Killian, y me acuesto en el sofá. Alguien entra
en la habitación justo cuando los dedos de Killian llegan a mi sien.
—Permíteme, hijo. Tendrá una mejor oportunidad si yo lo hago.
Killian retrocede y Keres toma su lugar. Cerramos los ojos por un
segundo, pero antes que pueda decir algo, mis ojos están rodando hacia la
parte posterior de mi cabeza, mi espalda se arquea del sofá. Las imágenes
brillan ante mis ojos.
—¡King! ¡No puedes hacer eso! ¡Estás haciendo trampa! —lo regañé,
alcanzando sus cartas volteadas.
—No, eh, Pajarito. Kohen es el tramposo.
Mis ojos se mueven, mi cabeza se mueve de izquierda a derecha. Keres
continúa susurrando un idioma antiguo, su lengua envuelve las sílabas
muertas suavemente.
—Perséfone, hoy no puedes ir a la casa de la playa. Necesito que te
quedes en casa.
Mi respiración se profundiza.
—Puede irse, Klaus. Deja de ser tan dominante. —Mi mamá caminó
hacia mí, arrodillándose delante de mí. Su largo cabello rubio era como una
cortina, una sombra sobre la mitad de su rostro—. Quieres ir a la casa de la
playa, ¿no, Perséfone?
Asentí, la emoción temblando dentro de mí.
—¿Puedo ver a King? —pregunté, inclinando la cabeza. Mi padre era un
Kiznitch solo que no como los padres de King, Kohen, Killian, Kyrin y Keaton,
sino que a mi hermana Dove y a mí no se nos permitía estar a su alrededor a
veces. Los hermanos Kiznitch eran originarios de un pequeño pueblo llamado
Kiznitch en Rumania. Esencialmente, mi padre era civil, así que en realidad
212
no sabía cómo se involucró en ese mundo. Pero los hermanos Kiznitch eran
parte de una familia fundadora. La familia Axton, Cicero, Nero, Cornelii,
Kournikova, todos de las familias fundadoras que crearon Kiznitch. En los
años 1600, un espectáculo llamado Midnight Mayhem fue creado por los
Patrova para entretener a la gente de Kiznitch. Bueno, eso es lo que papá me
dijo, pero King me habló de los actos encubiertos de todo tipo de maldad. Las
familias Kiznitch fueron colmadas de bebés y ahora usan su parche con
orgullo en un artístico tatuaje. Cartier recibiría el suyo pronto, y era dos años
menor que Dove y que yo. Solo tiene suerte de tener a Kyrin como hermano.
Siempre la protegió, y a Kyrin no le importaba nadie, pero todos sabíamos que
estaba enamorada de Keaton. Kyrin una vez trató de ahogarme cuando tenía
cuatro años. Esa fue la primera vez que King le rompió la nariz.
Mi mamá movió la barbilla con la punta de su dedo, atrayendo mi
atención de vuelta a ella.
—Sí. King y Kohen estarán allí.
—¡Hurra! —dijo Dove, corriendo y bajando la escalera—. No vi a Kohen
anoche. —Puse los ojos en blanco, no porque no entendiera el vínculo de ella
y de Kohen, sino porque, por supuesto, lo hacía. En todo caso, el de King y el
mío era más fuerte. Compartimos una cuna juntos cuando bebés,
compartimos todo juntos. Pero a medida que King crecía, más lo veía cambiar.
A medida que pasaba el tiempo, se volvía más como su padre. Pensé que,
mientras me tuviera, siempre mantendría la parte de sí mismo que me amaba
abierta.
Sin embargo, algo estaba mal con mamá hoy. Nunca quería que viéramos
a Kohen y a King. De hecho, despreciaba a toda la familia Kiznitch, incluso a
las familias ramificadas. Escuchaba susurros y la gente llamaba a mamá
bruja. Una bruja malvada. Podía ver de dónde venían, pero a mis nueve años,
todavía era mi madre. Decía que era porque era una forastera, y que no
permitían que personas ajenas entraran al culto. También lo llamaba culto,
pero papá decía que era más como una familia.
Yo estaba en la cerca. Sabía que King, Kohen, Kyrin, Keaton, Killian y
Cartier eran de mi familia, pero eso es lo más lejos que llegaba.
Salimos al auto. Cuando mamá salió de nuestra entrada, me giré en mi
asiento para ver cómo mi padre se hacía cada vez más pequeño mientras más
nos alejábamos.
No pude evitar la bola que estaba en mi garganta.
Algo estaba mal. Apagado. Mamá nunca nos llevaba a la casa de la
playa, y papá nunca nos dejaba fuera de su vista con ella por mucho tiempo.
Me di la vuelta para enfrentar a Dove, quien estaba viendo pasar los árboles,
pero también podía verlo en ella: la incertidumbre. Me miró justo cuando lo
pensaba y sus ojos se llenaron de lágrimas.
—Dove —susurré, mi mano se acercó a la de ella. Dove estaba 213
preocupada. Papá había dicho que a veces no estaba “toda ahí” en su cabeza.
Que tenía una personalidad diferente a veces, y eso, de vez en cuando,
incluso podría ser peligroso. Había visto esos lados de mi hermana muchas
veces, pero ni una sola vez había tenido miedo. Pensaba que era más una
incomprendida que una loca.
Apretó mi mano cuando mis ojos se dirigieron al espejo retrovisor. Madre
ya me estaba mirando, sus ojos oscuros se volvieron rendijas. Mi corazón
tronó en mi pecho mientras continuaba conduciendo. Dio un giro que no era
en dirección a la casa de la playa y continuó conduciendo justo cuando llegó
a su bolso marrón que estaba en el asiento del pasajero del auto.
—¿Mamá? —pregunté, porque siempre era la inquisitiva y Dove la
recatada—. ¿A dónde vamos?
No respondió. Sus dedos se doblaron alrededor del volante de nuestro
Aston Martin mientras conducía.
—¡No, no, no! —grito, sacudiéndome y girando—. ¡No quiero! ¡No quiero
recordar! —Mi voz es ronca, saliendo de mi garganta seca y destrozando mi
caja de voz.
—Tengo que seguir, King. Casi está allí. Tan pronto como recuerde ese
día, todo lo demás se desbloqueará. Confía en mí, hijo.
Mamá se detuvo en un largo camino de ripio, y me sequé las lágrimas
para finalmente ver dónde estábamos. Era la casa de la playa, solo que desde
un acceso diferente. Tal vez nos estaba trayendo aquí y me equivoqué. Tal
vez tenía una sorpresa para nosotras ya que estábamos a solo un par de días
de Halloween.
No habló cuando salió.
Ni cuando abrió la puerta de Dove y la sacó. Todo se ralentizó mientras
levantaba su brazo izquierdo y apuntaba con una pistola a Dove, quien estaba
luchando a través del suelo de tierra.
—¿Mamá? —gimió Dove.
Ella quitó el seguro y ladeó el arma. Mi boca no podía moverse. No podía
gritar ni gemir. Todo se volvió en cámara lenta. ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang-Bang!
Grité tan fuerte que mi pecho se apretó cuando la sangre salpicó sobre todo el
vestido blanco de mi madre. Se me saltaron las lágrimas cuando se me rompió
el corazón, pero ya estaba alcanzando la manija de la puerta para correr. La
puerta se abrió cuando corrí hacia la casa que una vez llamé hogar. Pasando
el columpio en el que King y yo jugamos. King. Me puse a llorar mientras mi
maltratada alma ansiaba su presencia. Necesitaba agarrarla por seguridad.
¡Bang! ¡Bang! Disparos detrás de mí cuando las balas pasaron volando hacia
la valla que tenía delante. Decidí correr por el camino de entrada a la parte
delantera de la casa, ya que no estaba tan lejos hasta llegar a la carretera
principal o a la casa de un vecino. Los disparos se detuvieron y mis oídos
comenzaron a sonar cuando el dolor me atravesó. No sabía si me habían
214
disparado o si era el hecho de que perder a mi hermana gemela me había
afectado severamente, pero seguí corriendo.
Mi boca no se movió, las palabras se quedaron en mi garganta por lo que
acababa de ver.
El Range Rover de mi padre se detuvo enfrente de mí. Abrió la puerta del
pasajero y se acercó a mí, con el rostro desencajado al caer de rodillas delante
de mí.
—Perse, ¿qué pasó?
La puerta del pasajero se abrió y Ashley, la madre de Keaton, llegó
corriendo. Cuando me vio, sus labios temblaron.
—¿Qué pasó? —Sus ojos volaron sobre mi hombro. Cuadró su postura y
su mano llegó a la mía jalándome detrás de su cuerpo para protegerme.
—¡Qué hiciste, maldita perra loca! —gritó Ashley—. ¡Malditamente te
arruinaré!
Mi padre señaló el todoterreno.
—Ash, ponla en el auto, por favor. Necesito manejar esto.
—No, Klaus. ¡No te dejaré aquí con esta criatura! ¿Dónde está Dove? —
Ashley se dirigió hacia el camino de nuevo. Siempre pudo distinguirnos a mi
hermana y a mí.
No podía darme la vuelta para ver con quién estaba hablando.
No podía hablar.
Mi cuerpo estaba convulsionando. Me temblaban los labios.
Quería a King.
Necesitaba a King.
—Mue… —logré decir, una muesca por encima de un susurro, pero
cuando intenté forzar el resto de las palabras, mi boca se cerró de golpe.
Nunca quería hablar de nuevo. Solo me habría recordado a mi hermana.
Teníamos la misma voz, el mismo grito y el mismo susurro—. ¿Mamá? —El
recuerdo roía mi cerebro, apuñalándolo con un cuchillo afilado y girándolo
hasta que todo quedó entumecido.
Todo quedó en silencio y estallé en sollozos, caminando hacia el auto.
Cerré la puerta de golpe y puse el seguro, haciéndome un ovillo.
Mi hermana estaba muerta.
Mi hermana gemela estaba muerta.
Mi madre la asesinó y luego trató de matarme.
Una puerta se abrió y se cerró, justo cuando escuché la voz de Ashley
susurrar:
215
—Estará bien, Perse. Arreglaremos esto y lo mejoraremos.
Salgo disparada del sofá, mi piel empapada en sudor.
—Ella... ella… —Mis piernas tiemblan cuando caigo al suelo. Mis
manos cubren mi rostro mientras siento brazos gruesos envolverse en mi
cuerpo.
—Lo siento mucho. —Oigo la voz de King detrás de mí, sus labios detrás
de mi cabeza. Salto fuera de su alcance tan rápido como me puso allí,
girando y sujetándolo con una mirada dura.
—¿Dónde estabas tú? —grito tan fuerte que todos callan.
King se pasa la mano por la boca y me mira.
—No lo sabíamos, P. Mamá y papá no sabían que estarías allí. Jessika,
ella lo preparó todo.
Me paso las manos por los brazos.
—He estado viviendo una mentira. Le robé su vida.
—Es la verdad —dice Kohen, entrando en la sala de estar con una
botella de whisky colgando entre sus dedos.
—Lo siento, Kohen —le susurro, pero me ignora.
—¿Lo lamentas? —Kohen se ríe entre dientes, negando mientras cae en
el sofá.
—Kohen —le advierte King.
—Nah. —Kohen se ríe, deslizando con el dedo el delineador oscuro
debajo de sus ojos—. Perdiste a una hermana ese día, pero yo perdí la
cordura.
Le creo. Todos los recuerdos están en vívidos detalles en mi cabeza.
Cada Navidad, cada discusión que King y yo tuvimos.
—¿Pensé que pensabas que estaba viva y que yo estaba muerta? —
pregunto suavemente.
Kohen se cierra, sus ojos se vuelven hacia King.
—No. Pensé que ambas estaban muertas. Hasta esta noche.
—Te llevé a ver a Keres después de eso —dice una voz suave desde la
entrada, y cuando levanto la vista para encontrarla, noto el cabello rubio
fresa natural alrededor de su clavícula. Los ojos verdes oscuro que brillan
con lágrimas no derramadas.
El rostro pequeño y la nariz de duendecillo. Ashley. Da un paso
adelante, más cerca, pero permanece a una distancia segura de mí.
—Trabajó su vudú contigo y me hizo jurar no decirle nada a nadie.
Acordamos que, por tu seguridad, diríamos que ambas murieron. —La
primera lágrima cae cuando la aparta furiosamente—. Pensé que estábamos
de acuerdo y que teníamos un plan.
216
—¿Qué pasó? —pregunto. Confío en ella. Sé que puedo confiar en ella.
Hace todos esos años, todavía recuerdo la feroz ola de protección que me
cubrió en esa fracción de segundo me empujó detrás de su cuerpo.
—Bien. —Continúa, sacando un cigarrillo y colocándolo entre sus
labios. Lo enciende y exhala la espesa nube de humo—. Tu padre mintió.
Estaba tan cegado por esa bruja que pensó que podría arreglarla. Se la llevó
contigo cuando huyó, y huyó de Kiznitch desde entonces.
—Hasta que finalmente los alcanzamos a todos —gruñe King, pero
nuevamente no lo miro—. Te encontramos con vida y tu padre te llamó Dove.
Ambas se llamaban Pajarito, por lo que el apodo no significaba una mierda.
—King le quita la botella a Kohen y toma un largo trago—. Supuse que P era
la gemela que fue asesinada y que tú eras la sobreviviente. Acordamos no
decirle a Kohen todavía que estabas viva, debido a su frágil cordura y a su
historia de violencia. No podíamos arriesgarnos a que volviera a perder su
mierda cuando descubriera que Dove estaba, de hecho, viva. —Acerca sus
ojos a los míos—. Jodidamente te odié cuando te vi por primera vez. Cuando
me dieron mi primera tarea, simplemente quería matarte. ¿Por qué podría
Dove vivir mientras P murió? —Inclina la cabeza, sus ojos sombríos me
examinan de cerca—. Te odié, pero tenía mi tarea.
—¿Y cuál era tu tarea? —pregunto, y de repente se siente como si
fuéramos solo él y yo en esta habitación. Nadie más.
Sus ojos se oscurecen y su boca se levanta en una sonrisa mortal que
envía frío a mi espalda.
—Tú.
—No entiendo —murmuro, mirando a todos los que están aquí.
Si hice mis cálculos correctamente, todos los padres están aquí, así
como la madre de King, Ashley y Kohen.
King da un paso adelante, con la cabeza inclinada y un cigarrillo
colgando entre sus perfectos labios. Labios que he sentido en mi cuerpo más
de lo que puedo contar. Oh, Dios. Siempre estuvo en lo correcto. Incluso
cuando era niño, tenía razón. Siempre dijo que sería la última para él.
Incluso si no era la primera en todo, estaba seguro de que sería la última.
Se detiene cuando está cerca de mí y miro mis pies. Converse contra
botas militares. No podría ser más preciso para nosotros. Se inclina llegando
a mí oreja y me susurra:
—Volveremos, Dovey. Te oiré cuando hables, te veré donde bailes.
Siempre te estaré observando.
El vaso que sostenía cae al suelo, y escucho el golpe detrás del zumbido
de mis oídos. 217
—Eres The Shadow.
—¿Me diste un nombre de mascota? —King da un paso atrás,
evaluándome—. Eso es lindo.
Mi codo gira hacia atrás y me balanceo antes de poder detenerme.
Ondas de dolor atraviesan mi mano mientras conecta con su fuerte
mandíbula.
Se ríe, su rostro no se mueve. Voy a empujarme de nuevo cuando
atrapa mi mano y la agarra con tanta fuerza que me estremezco.
—El primero es gratis. El segundo tendrá tu trasero tendido sobre mis
rodillas.
—Jódete —le digo, quitando mi mano de su agarre.
Se ríe entre dientes.
—Ahí está ella.
—Perse —interrumpe Keres. No pasa desapercibido lo fácil que es que
todos usen mi antiguo apodo. Todos me llamaban Perse, excepto King. Era
simplemente P para él. Era su nombre y joder si alguien más pensaba en
usarlo—. La razón por la que eras la tarea de King no era porque
quisiéramos matarte. De hecho, la razón por la que maté a tu padre fue por
su falta de habilidad para mantenerte a salvo. King fue quien apretó el gatillo
con tu madre, por obvias razones. Fue su primer asesinato.
—¿Tú fuiste quien la mató? —pregunto suavemente, mis ojos se
conectan con los de King. No se puede negar la conexión ahora. El vínculo,
la absoluta cruda emoción que ambos compartimos. King es mío y yo soy
suya, pero eso no significa que se escape con cada maldita cosa que alguna
vez me hizo.
A la mierda eso. Lo odiaré todo el tiempo que quiera, y puede lidiar con
eso.
—Sí, P. Sí, lo hice.
Asiento, como agradeciéndole, porque lo hago. La perra me robó a mi
hermana. Ahora su asesinato, que ha sido como una pesadilla dentro de mi
cerebro, de repente se transforma en un sueño. ¡Perra!
Recuerdo esa noche como si fuera una pesadilla. No recuerdo haber
visto quién le disparó, pero recuerdo la sangre. Recuerdo el sabor y el ruido
de los gritos de mi madre. Entonces recuerdo correr. No los recuerdo
persiguiéndome. Pensé que me había escapado, pero estaba equivocada.
Algunos cazadores no te atrapan de inmediato; a algunos les encanta verte
correr antes de darse un festín.
—¿Por qué? —Chasqueo, girándome hacia Keres—. ¿Por qué era tan
especial? ¿Por nuestro talento para bailar y cantar? —pregunto, ya sabiendo
su respuesta.
—Sí y no —murmura Keres—. Midnight Mayhem es lo que mantiene 218
nuestro nombre vivo. Sigue actuando como una cortina para Los Hermanos
y Los Cuatro Padres de Kiznitch, pero ese no es el motivo. Es por la sangre
que corre por tus venas.
—Así que nos robaron a todos —susurro mientras el reconocimiento se
ralentiza y se filtra—. ¿Todos los que estaban en ese yate? Eran parte de
Kiznitch de una forma u otra, ¿verdad? —Puedo sentir mi ira hirviendo a la
superficie.
—Sí —acepta Keres—. Somos una línea de sangre con talento. Una que
debe permanecer pura. No todos son de línea directa como tú, pero están en
la línea, de una forma o de otra.
Mi cabeza da vueltas con todo, mis párpados se sienten pesados.
Quiero dormir por horas, días, y estoy agradecida de que al menos esto esté
sucediendo durante nuestro descanso.
No me puedo imaginar lidiar con esto y luego actuar a la noche
siguiente.
—Tú y tu hermana fueron especiales, P. Tú eres la sangre de las hijas
de Ashley Kournikova. El linaje Kournikova es una de las clasificaciones
más altas en Kiznitch. Se casó conmigo, un hermano, tuvo a Keaton, y luego
tuvo su aventura y te tuvo a ti y a tu hermana. Es por eso que siempre te
mantuvimos cerca de los gemelos Axton. Pensamos que era el destino. —Me
estremezco, los recuerdos tan crudos y sin diluir. King y Kohen son gemelos,
y los cuatro pasamos a la historia. Keaton también debe ser una pequeña
raza híbrida especial si tiene un hermano y cualquier linaje que fuera con
Ashley.
—Pero, ¿por qué pensaron que era Dove y no Perse?
Kaius entra en la conversación.
—Eso es algo que nunca sabremos. Traté de sacárselo a tu padre esa
noche, pero nunca cedió. Juró que se iría con ese secreto, y lo hizo.
Mis ojos revolotean.
—Probablemente porque Dove siempre fue su hija favorita. ¿Por qué si
no me dejaría tomar su nombre? Casi sería como si nunca hubiera muerto.
Kaius arrastra los pies. Mis ojos se conectan con los suyos.
—No creo que sea eso. Tengo mis teorías, todas las cuales son
descabelladas. Finalmente llegaremos a lo peor de todo, pero por ahora, nos
hemos topado con una pared sobre por qué te llamó Dove y no con tu
nombre real.
Suspiro, mi cabeza late por toda la información.
—Entonces, si soy así de especial… —Llevo mis ojos a Keres, quien
parece estar respondiendo más preguntas que Kaius—. ¿Por qué uno de
ustedes casi me viola mientras estaba en esa celda?
219
Keres se congela, su rostro cae.
Kaius se queda quieto, su mano cubre en su boca.
Ashley da un paso adelante peligrosamente.
Hay amortiguadas voces detrás de mí, pero la más alta es, por
supuesto, la de King.
—¿A qué mierda te refieres? —se burla.
Lo ignoro.
—Solo quiero irme.
—Te llevaré —murmura Keaton, metiendo mi mano en la suya.
—¡No! —King se para frente a nosotros, sus dedos llegan a mi barbilla
para llevar mi frente a la suya—. ¿Qué quieres decir con que uno de nosotros
casi te violó? ¡Ninguno de nosotros casi te violó!
Inhalo.
Exhalo.
Cuenta hasta diez.
—El hombre con la máscara neón. Me hizo cosas. No llegó hasta el final,
pero me hizo sentir que era la mensajera, y fue el que envió el mensaje.
La mano de King cae cuando su rostro palidece. Da uno, dos, tres pasos
atrás. Su tez en blanco.
—Llévala a su casa.
No discuto, deslizándome bajo el brazo de Keaton mientras me saca de
la casa y a una limusina esperando.

220
32
King

M
e dejo caer en el sofá y me llevo la mano al cabello.
—Lo mataré. —Mi cabeza está girando.
—Hazlo limpio. —Ashley se sienta frente a mí. Siempre
he sabido que Ashley era la madre biológica de P y de Dove, por lo que
siempre he visto el parecido.
—Ella no te lo perdonará, King. Recuerda, es la terca.
—No quiero su perdón. —Mis ojos conectan con los de ella—. Quiero 221
su venganza. —Niego, la ira arde dentro de mí—. Hizo esto por Patience. Es
lo que hacen para verificar que sus chicas sean vírgenes. Usan sus dedos
para revisar la barrera. Lo voy a matar.
—Hijo. —Papá llama mi atención, y llevo mis ojos a los suyos, mientras
el borde de la botella toca mis labios—. No necesitas mi permiso para matar
al hombre, pero ten cuidado con lo duro que eres con ella.
Me pongo de pie, devolviéndole la botella a Ashley.
—Seré tan duro como quiera. Solo te preguntaré esto una vez. —Me
detengo, fijando mis ojos en los suyos. He aprendido a saber cuándo papá
miente. E incluso entonces, creo que todavía hay algo de mierda que se me
escapa—. ¿Sabías que era P?
Papá no se inmuta, sus ojos se quedan en los míos.
—Hubiera puesto a alguien más con ella si no fuera así.
—¡Mierda! —Salgo a toda velocidad de la casa, cerrando la puerta.
Debería haber sabido que mi padre lo había sabido todo el tiempo. Quería
la revelación. La consiguió. Tomo asiento en los escalones, justo cuando la
puerta se abre y se cierra. Ya sé que es Kohen detrás de mí. Llámenlo
intuición gemela. Siempre pensábamos que estábamos en sincronía con las
chicas también, pero ya no estoy tan seguro, ya que no pude distinguir que
era P. Ni siquiera pensé en la maldita cicatriz porque también estaba cegado
por la lujuria cada vez que se quitaba la ropa.
—Tuviste sexo con ella —dice Kohen, inclinándose detrás de mí.
—Sí. —Trago, mirando hacia la oscura noche—. Lo tuve. Debería
haberme dado cuenta cuando el puto sexo se convirtió en otra profunda
mierda.
—No te culpes. —Kohen se sienta detrás de mí y me arrastro para verlo.
La historia de Kohen no es mía para contarla, pero cuando perdió a Dove,
perdió todas las partes de sí mismo que podían mostrar alguna emoción.
Está muerto por dentro, y no de alguna manera que pudiera ser un desafío
para una nueva chica. Quiero decir que está clínicamente loco. No hay
vuelta para Kohen, nunca. Algunas personas se pierden en el camino que
recorremos todos los días, y si conocen el camino de regreso o no,
simplemente eligen no tomarlo. Ese es Kohen. No quiere una vida sin Dove.
No habrá nadie más.
—¿Tú no lo haces? —bromeo, una ceja se arquea—. Te mataría si
hubieras tenido sexo con Dove mientras pensabas que era P. A la mierda la
hermandad. Te cortaría directamente. —Saco mi paquete de cigarrillos,
golpeando el borde de mi palma hasta que uno se escapa—. ¿Volverás a
Mayhem? —Abro mi Zippo y enciendo el final.
—Nah. —Gira la cabeza hacia un lado y veo hacia los potreros vacíos
que conducen a la calle—. Todavía no sé lo que quiero hacer, pero sé que no
quiero estar cerca de la gente de Kiznitch o de Mayhem en general. 222
Soplo el humo.
—Justo, justo.
—Así que la viste bailar, ¿eh? —Kohen sonríe, y sé que en su enferma
y pervertida mente las imágenes parpadean detrás de sus ojos. El acto final
era algo completamente distinto cuando Kohen estaba en Mayhem. Algún
día, espero que vuelva.
Le soplo humo en broma.
—Sí. Fue casi divertido.
—¿Casi? —Se lame los labios—. Vamos. Dame algo.
—Hubiera sido muy divertido si no hubiera tratado de odiarla por
completo todo el tiempo. Resintiéndome por tener otra oportunidad de ser
feliz, pero aun así siendo feliz por ti. No sé, Koh, estaba jodido. La deseaba,
pero la odiaba porque me recordaba a P y me molestaba tenerla y me odiaba
por desearla, y el espacio en mi cabeza era feo. Quería jodidamente matarla,
solo para quitártelo todo. —El silencio se extiende entre nosotros, e inhalo
mi cigarro unas cuantas veces más. Cuando creo que no va a responder,
levanto mis ojos hacia los suyos y lo encuentro observándome
cuidadosamente.
—También lo hubieras hecho. —Su rostro no tiene emociones.
—¿Qué?
—Haberla matado —dice—. Estás entrenado para hacerlo, King.
Cometiste tu primer asesinato a los dieciséis años por el jodido amor de
Dios. ¿Sabe lo que estabas haciendo el día que mataron a Dove?
Niego, sacudiendo la ceniza del final de mi cigarro.
—Lo dudo. P entonces no sabía lo que estaba haciendo, entonces P
ahora no lo sabrá. —Estaba entrenando para matar; Simplemente no sabía
que terminaría matando a su madre.
—Bueno, tal vez papá y mamá todavía tengan esperanza de algunos
nietos. —Kohen sonríe.
Me volteo.
—Jódete.

223
33
P

L
os recuerdos son un cruel recordatorio de lo que ya no tienes.
Pensé que quería saberlo todo, estar abierta a todo lo que me
quitaron hace todos esos años, pero mientras me quedo en un
ovillo en mi cama, cerrando los ojos, veo ese día una y otra vez
en repetición. Tengo que obligarme a no buscar a Killian y a exigir que vuelva
a cerrar esa caja.
¡Bang!
¡Bang!
224
¡Bang!
¡Bang, bang!
Hubo cinco disparos, y luego estaba corriendo. Vi el auto y a papá
saliendo de él. Estaba enojada con King antes de recordarlo, y ahora estoy
furiosa. Solo existe la pequeña cuestión de que cuando abrí esa caja, todo
lo que sentí por él se multiplicó por diez. Ahora estoy enojada, pero también
hay otras cosas.
Nada cambiará el hecho de que me quería muerta.
Que me había atormentado y acosado durante años. Era The Shadow,
el hombre al que temía. ¿Ahora se supone que el hombre que temía era el
hombre que amaba?
A. La. Mierda. Eso.
Llaman a mi puerta y me sacan de mis pensamientos.
—¿Perse? —Es la voz de Delila—. ¿Puedo entrar?
No contesto, y toma eso como una señal para entrar.
—Lo siento. —Quiero saber por qué lo lamenta, pero mi boca no se abre
y no puedo encontrar el impulso para preguntárselo.
Porque no me importa.
¡Bang!
—Sé que esto puede no ser de ayuda en este momento, pero quiero que
sepas que tengo tu RV aquí. Lo compré antes de llegar, en realidad. Puedes
decorarlo como quieras, y hay suficiente espacio para ustedes cinco. En
realidad, es casi del mismo tamaño de este infierno ridículamente caro sobre
ruedas.
Me la puedo imaginar mirando alrededor de mi habitación. Suspira.
—No voy a mentirte, Perse. Lo sabía todo. Te conocí cuando eras una
niña y conocía a la perra loca de atar que creías que era tu madre. La bruja.
Su mano descansa sobre mi pierna, presionando la manta. Yo dejo caer
lágrimas.
—Tuve la sensación de que no eras Dove cuando te vi bailar. Dove era
buena en ballet, pero siempre fuiste mejor. Tus movimientos siempre fueron
fluidos. Tu precisión con el baile siempre ha sido como el arte. Dove era
igual, pero siempre ha habido algo más sobre ti. Un borde en la forma en
que te movías. Como si asumieras un papel mientras se tocaba la canción.
Dove siempre fue un poco tímida para hacer eso, silenciada por las voces
que vivían dentro de su hermosa cabeza. —Me quedo quieta y callada, sin
querer interrumpir su obvio caso de compartir demasiado para que no
retroceda. Se para y un fuerte tintineo suena cuando deja caer algo sobre
mi cama—. Entiendo que necesitarás tu espacio, así que aquí están las
225
llaves. Es todo tuyo. Cuando estés lista, podremos comenzar con tus
reclutas, y la carpa está ahí para ti.
Una vez que Delila se va, me levanto de mi cama y me pongo una camisa
suelta, unas mayas y calentadores. Tomando mis zapatillas, salgo del RV y
voy hacia la carpa.
Necesito desahogarme.
Necesito bailar hasta que me sangren los pies y me duelan los músculos
para recordarme por qué estoy aquí, viva, y finalmente lo haré con mis
zapatillas atadas a mis tobillos.
Me dirijo a la carpa, donde veo a Jay, uno de los hombres que maneja
la cabina de DJ.
—¿Quieres que conecte los interruptores, Perse? —Las noticias deben
viajar rápido, y estoy parcialmente agradecida por su facilidad para
llamarme así.
—Sí, por favor —respondo, lanzando las llaves y mi sudadera al suelo
fuera del escenario.
Me ato el cabello en una coleta alta y presiono el botón de “You Should
See me in a Crown” de Billie Eilish. Levantando mis manos a la segunda
posición, giro la cabeza, cerrando los ojos y permitiendo que mi mente flote
a otra dimensión. Con una técnica de alineación, levanto el pie cuando el
coro comienza y luego lo convierto en una técnica de participación antes de
entrar en una pirueta. Sigo bailando hasta que me duelen los pies y el sudor
gotea. Finalmente, cuando la canción termina, salto a una división y luego
me deslizo a una bravura. La canción se corta, y un sollozo se apodera de
mí, llorando y bajando por mi rostro. Era la primera vez que bailaba en
zapatillas desde antes de que mis padres murieran. Ahora que lo he hecho,
se siente como una claridad. Como si una nube oscura se hubiera abierto
para dejar pasar la luz. Mi mente peleó durante años para usar mis
zapatillas de nuevo, y ahora que lo hice, no quiero quitármelas.
—Eso fue hermoso —dice una pequeña voz, y salto, dándome la vuelta
para ver de dónde vino. La niña de hace un par de semanas está parada allí
en un vestido de algodón de manga larga y una pequeña chaqueta de cuero.
—¡Hola! —susurro, insegura de cómo acercarme a ella. La última vez
que intenté hablar con ella, su padre tuvo una hernia—. Tu nombre es
Ariana, ¿verdad?
Asiente, llevando sus dedos al frente.
—Papá dice que estabas maldita, pero que ahora eres libre.
Me congelo, tragando. Arrodillándome a su nivel, sonrío.
—Bueno, al menos ahora eso se aclaró, ¿verdad?
Su rostro se ilumina mientras asiente. 226
—¿Podemos seguir siendo amigas?
Me rio entre dientes.
—Pensé que nunca preguntarías. —Mi teléfono comienza a vibrar en mi
mano y veo como me hace señas—. ¡Te veo luego, amiga!
—Está bien —susurro. Deslizando mi teléfono para responderlo, lo llevo
a mi oído—. ¡Hola!
Richard suspira.
—¿Cuándo vendrás a casa, calabaza? —Su voz me sorprende, pero
exhalo, aliviada de tener a alguien familiar y alejado de este mundo.
Me rio entre dientes.
—Volveré para una visita antes de lo que piensas. —Un pensamiento
aparece en mi cabeza—. En realidad, con suerte antes de lo que creo.
—¿Para trabajar? —Puedo escuchar la pregunta en su tono a pesar de
que sabe la respuesta ya.
Resoplo.
—¿Es demasiado tarde para entregar mi renuncia?
—Es un club de striptease, Dove. No necesitas eso. —Me estremezco
con ese nombre.
—Hay mucho que tengo que decirte, pero mi nombre es en realidad
Perse.
Silencio.
—Entonces, ¿Dove era tu nombre de stripper?
Me rio en alto, mi mano llega a mi boca.
—Chica, deja de reírte de mí. No puedo darte una paliza cuando estás
donde malditamente quiera que estés.
—Estoy… —Mi pecho se aprieta—. Un poco lejos. Te llamaré esta noche
con más detalles, ¿está bien?
Gruñe, que es la forma en que Richard dice que sí. Podría escribir un
diccionario entero y traducciones de gruñidos y sus significados.
Al colgar el teléfono, decido buscar a Delila para que me ayude a
encontrar a mis reclutas. Quiero lanzarme al baile y a mi acto, y construir
lo que sé que me quita el dolor. El dolor. Recogiendo mi sudadera con
capucha, vuelvo al RV de Los Hermanos y empiezo a empacar mis cosas. Es
gracioso que ahora que tengo recuerdos sé las cosas más simples que no
sabía antes, como el emblema de Los Hermanos de Armas, o la “extraña
estrella” como una vez la llamé. Cada punto simboliza los suburbios de
Kiznitch y las líneas gruesas de la estrella representan las generaciones de
sangre. Algún día espero ir allí, tal vez averigüe sobre mi herencia, pero en
este momento, necesito mudarme a mi RV. 227

—Creo que eso es todo, que no es mucho, pero ya sabes...


Rose se ríe, recogiendo una de mis cajas y saliendo frente a mí.
—¿Ya viste tu RV? Es jodidamente rojo. Como tu cabello.
—Vi el exterior. —Y es difícil no hacerlo ya que está justo detrás del de
los chicos. Demasiado cerca para mi gusto, pero al menos estoy fuera de su
vista. No he visto a King en días, ni a ninguno de los muchachos. Es como
si después de esa noche, todos se hubieran vuelto fantasmas. Me siento mal
por todo lo que ha sucedido, pero en la boca de mi estómago se encuentra
mi vínculo con King. El amor orgánico que tengo por él. Sé que de alguna
manera los extraño a todos, pero no puedo ir más allá del sabor de la traición
que King dejó en mi boca después de su última mamada de victoria.
Los recuerdos son buenos. Les doy la bienvenida, pero para lo que no
estaba preparada, era para la emoción que vino con ellos. Los recuerdos no
son como fotografías. No puedes simplemente voltearlas y admirar sus
vívidos detalles. Tienes que inhalar el mismo aire, abrazar los mismos
sentimientos y oler el mismo aroma.
Empujo la llave en la cerradura y abro la puerta.
—Vaya —susurro, entrando mientras Rose se queda detrás de mí con
Maya siguiéndola.
—¡Esto es lindo! Sabes, puedo deslizarme totalmente en tu acto si
quieres. —Maya me empuja juguetonamente en el brazo mientras enciende
un porro.
Pienso en lo que acaba de decir, obviamente jugando con la idea en mi
cabeza.
—Estaba bromeando —dice Maya, sus ojos vuelan entre Rose y yo—.
Sabes que estaba bromeando con ella.
—¿Qué tiene de malo estar en mi acto? —la regaño, dejando caer la
caja sobre el mostrador de la cocina de mármol blanco—. Creo que mi acto
será bastante fantástico.
Maya se ríe, negando.
—Me encantas, Sef, pero no puedo dejarme ver con alguien que usa
palabras como “fantástico”. —Ignoro su nuevo apodo para mí, asociándolo
a Maya y su peculiar personalidad.
La ignoro mientras desaparece por las escaleras.
—¡Por supuesto que lo amuebló! —grita Maya—. A veces la odio. 228
Mis cejas se alzan hacia Rose.
Rose niega.
—Te lo explicaré más tarde. Tendremos una inauguración de la casa,
¿no es así?
Me encojo de hombros.
—No veo por qué no. —Quiero hablar con Rose sobre todo lo que ha
sucedido, pero no sé cuándo ni cómo.
Subo las escaleras y examino las habitaciones. La mía es la master. Es
muy parecido al RV de los chicos, con mi habitación donde está la de King.
Suaves cubiertas rosadas están en la cama en el centro con postes blancos
brillantes.
—Estaba bromeando. —Maya interrumpe mi examen—. Quiero decir,
tanto como sería un honor entrar en lo que sea que estés por comenzar...
—Detente. —Levanto la mano, deteniéndola—. No necesitas decir nada
más, Maya. Lo sé.
Me mira, sus almendrados ojos se acercan a los míos.
—No es eso. Es que siempre he tenido mi propio acto por... —Se detiene,
y por primera vez desde que la conozco, veo que se encoge un poco. Exhala—
. Por mi madre. Ella es, bueno, persistente.
Me apoyo en el marco de la puerta, mis brazos llegan a mi pecho.
— ¿Quién es tu mamá?
Maya se sonroja y casi me siento mal por preguntar.
—Bueno… —Su mano se acerca para meter un cabello suelto detrás de
su oreja—. Es Delila, en realidad. —Pone los ojos en blanco.
Me recuesto, sorprendida.
—¿Tu madre es Delila?
—¡Sip! —Sus ojos se estrechan—. No me juzgues por ese sombrero
tampoco. Mi viejo era mucho más popular.
Me rio, sacudiendo mi cabeza.
—No te estoy juzgando en absoluto.
—¡Bien! —Sonríe, empujando su cabeza hacia abajo—. Tendremos una
gran fiesta antes de traer a tus nuevos reclutas. Siempre odio cuando llegan
novatos.
—Por Dios. —La empujo juguetonamente—. Gracias.
Ella ríe.
—Chica, ni siquiera lo siento. —Por supuesto que no lo hace.
Pasan horas mientras me acomodo en mi habitación, colgando mi ropa
en sus perchas. 229
Saco mi teléfono y llamo a Richard, sintiéndome mal por cómo lo dejé
en nuestra última llamada. Necesito decirle que no podré regresar cuando
quería, y luego necesito encontrar algo para ponerme esta noche.
Porque necesito desahogarme.
Un poco de vapor antiguo, jodido y mentalmente inestable.
Después de colgar con Richard, estoy en el fondo de mi armario con
Maya, Rose, Val y Mischa sentadas en la cama.
—Solo usa un bikini —dice Val, sonriendo desde detrás de su vaso. Ya
empezó a beber. Sorpresa, sorpresa.
—No usaré un bikini.
Val es alguien a quien he llegado a tolerar, pero no necesariamente me
gusta. Siento como que quiero intercambiar historias con todas. ¿Quiénes
son? ¿Por qué están aquí? ¿Con quién malditamente están muy bien
relacionadas?
Mis dedos rozan un corto vestido negro.
—¿Cuáles son las posibilidades de que tal vez vayamos a un club más
tarde?
Todas se detienen antes de reírse.
—Quiero decir, podemos hacerlo —ronronea Maya—. Simplemente no
lo hemos hecho nunca.
—¿Qué? —la regaño, poniéndome de pie y agarrando unos zapatos que
combinan con este escandaloso pequeño atuendo—. ¿Están en The Big
Easy 7 y me estás diciendo que nunca han ido a Bourbon Street?
Val arquea una ceja.
—Sí, lo hemos hecho, pero no para salir solas como chicas. Por lo
general, Los Hermanos están con nosotras, si sabes a qué me refiero. —
Sonríe mirando a un lado.
Mis manos caen a un lado de mí y me acerco a ella, mi cabeza se inclina.
—¿Siempre tendremos este problema entre nosotras, Val? ¿Porque
ambas bailamos en el pene de King?
Val se congela, sus ojos se entrecierran cuando se acercan a mí. Parece
luchar con sus pensamientos antes de finalmente exhalar, llevando el vaso
a sus labios.
—No. Tienes razón. —Se levanta, deslizando sus manos sobre su
pequeña y corta falda antes de tender una—. ¿Tregua?
Examino su mano.
—¿Qué estabas haciendo en su habitación ese día?
Levanta una ceja perfectamente arqueada de nuevo.
230
—Oh, ¿entonces te importa?
Por supuesto que sí.
—No —respondo suavemente—. Quiero saberlo.
Val exhala.
—Fui a hablar con él para ver por qué no estaba teniendo sexo conmigo
ya. No pasó nada. Siento haberte hecho pensar que algo pasó.
Suspiro, mirando como su cabeza se inclina ligeramente entre sus
hombros.
—Te creo.
Su mano se desliza en la mía.
—Tienes mi palabra, pero Perse, no otra vez.
—¡Bien! Quiero que sufra.
Creo que es la primera vez que veo que se pone seria.
—King nunca sufre.
Me quejo, colgando el vestido delante de ella.
—¿Alguien quiere un Louis Vuitton?
Val sonríe.

7 Nombre por el que también se puede llamar a Nueva Orleans.


—¡Está despertando!

Una hora después, todas estamos preparadas para los noventa. Estoy
usando un vestido negro LV que se ajusta fuertemente y que llega hasta la
parte superior de mis muslos. Es transparente en mi estómago y en mi
trasero, así que estoy usando un tanga y un sujetador de encaje negro. Grey
Goose Hendricks y botellas de whisky añejo alinean las mesas fuera del RV,
con todas rodeándolas. No hay pozo de fuego. Ni ropa cómoda. Esta fiesta
es de buen gusto, de clase alta, y tengo la sensación de que este es el tema
para las chicas. “All I Ever Wanted” de Mase está sonando mientras bailo en
los escalones, mis tacones rojos chocan contra el metal.
—¡Sííííííí! —dice Rose, levantando su botella al aire a mi entrada. Yo
canto el coro con fluidez hacia Rose, ignorando la bomba-N 8 cuando Rose
hace una pausa, con la ceja ladeada, para ver si la digo algo.
Me dejo caer, levantando mi botella en el aire, bailando en círculos. Val
y Mischa estallan en carcajadas, con Rose quitándome la botella y llevándola
231
a sus labios.
—Chica, dame eso.
Me rio, bailando y girando para enfrentar a Delila, quien levanta una
copa de champán hacia mí. Mi risa hierve lentamente mientras camino
hacia ella. Quiero hablar con ella.
—Hola, Justice. —Sonrío a Justice, quien está de pie junto a ella, su
brazo enganchado protectoramente alrededor de su cintura.
—Hola, Pajarito. ¿Cómo estás?
—Mejor ahora. —Le guiño un ojo antes de mirar a Delila.
Justice se inclina, disculpándose y dejándonos a Delila y a mí mientras
se pierde en el mar de cuerpos. El sol se está poniendo, dejando un cálido
color en el cielo.
—¿Te gusta? —pregunta Delila, con una sonrisa genuina en la boca.
Me rio.
—Si. Gracias, Delila. Creo que tuve la impresión equivocada cuando
llegué.
—Oh, no. —Niega, riendo y sosteniendo su bebida—. Definitivamente
no lo hiciste. Simplemente fuiste… —Busca en mis ojos, suspirando—.

8 La Bomba-N es una droga psicodélica que crea un efecto alucinógeno similar al LSD en

dosis extremadamente pequeñas.


Especial. Eres especial, Perse. Muy especial, no solo para Kiznitch, sino para
nosotros, Midnight Mayhem. Espero que encuentres un hogar aquí.
Sonrío, tomando un vaso de un camarero que pasa.
—Creo que lo haré.
A pesar de que mi alma gemela me ha estado engañando durante meses
sin fin, es lo que quiero decir.
—Otra cosa. —Su mano llega a mi brazo cuando me doy la vuelta—.
Encontré a los reclutas para ti. Escucha, ¿nos podemos sentar?
Busco en sus ojos. De alguna manera he llegado a la conclusión de que
confío en esta mujer. A través de todo lo que ha sucedido en los meses
pasados, ha sido la única, sin incluir a mis psicópatas amigos, que se ha
mantenido constante.
—Por supuesto. —Me dejo caer en la silla a su lado—. Entonces,
¿encontraste algo?
Asiente, bebiendo su champaña y cruzándose de piernas.
—Sí. No tenemos muchos para elegir en este momento, pero lo que
quiero que sepas, Perse, es que no queremos dañar a estas chicas. Las
guardamos allí para condicionarlas. —Pienso en sus palabras, pero antes 232
de que pueda responderle, continúa—: Los tres que elegí son los mejores
que podrías pedir, de todas formas. Una de ellas es un tema delicado, uno
es hombre y la otra está tan rota, que no creo que podamos salvarla, así que
consuélala cuando puedas. —Tomo otro sorbo de mi copa. La mitad de mí
quiere huir de esta conversación, pero sé que es solo porque tengo miedo de
enfrentar quiénes son esas personas y lo que han soportado. Sé que necesito
un reventón masivo esta noche antes de asumir la responsabilidad por ellos.
Me bebo otro trago.
El sol se ha ocultado más y luces de hadas han cobrado vida en todas
partes, dándonos una vista más brillante sin que sea intrusivo.
—Continúa.
Delila toma otro sorbo de su bebida.
—Bueno. Eso es todo. —Sé que no lo es, pero le permito que lo diga—.
Solo cuídalos. Una es muy especial. Más que el resto.
Suspiro, bebiendo el resto de mi champán y ansiando algo más fuerte.
Cuando miro a Delila, puedo ver que siente dolor. Por lo menos lo que puedo
hacer es poner algo de esto fuera de su alcance.
Mi mano llega a la de ella.
—Prometo que me ocuparé de ellos, Delila.
Sus ojos vuelan a los míos, brillando un poco. Miro cómo su rostro se
relaja.
—Lo sé, Perse.
—¡Entonces! —Me levanto de mi silla, poniendo mi vaso en el suelo—.
¿Quieres salir con nosotras esta noche, o estás en servicio de canguro de mi
nueva familia?
Delila se ríe entre dientes.
—Ustedes, chicas, diviértanse. —Su sonrisa se profundiza, y veo a la
Delila que conocí hace todos esos meses otra vez—. Mientras puedas.

233
34
King
La perdí.

234
35
P

U
n par de horas después, la música suena en mis oídos, las
luces parpadean en mis ojos. Estoy tan borracha que apenas
puedo caminar derecha, y mucho menos pensar con claridad,
y no me importa una mierda. He recorrido mi vida
cuidándome demasiado. Preocupándome sobre cómo voy a conseguir
comida. Cuidar de mi peso. De si a mi pedazo de mierda de madre le
importaba o no, cuando en realidad, no me importaba. Al menos ya no.
Rose me agarra de las manos, me atrae hacia ella y se aprieta contra 235
mí. Maya y Val nos rodean con Maya a su lado mientras la música se hace
cargo de todas nosotras. No estoy segura de si Maya y Val tomaron otra cosa
que no fuera hierba, pero parecen demasiado metidas en este baile. “Alive”
de Offset y 2Chainz está sonando a través de grandes altavoces, las
estroboscópicas luces parpadean. Llevo el vaso a mi boca y bebo el resto de
mi bebida. Decidimos que nos aventuraríamos en los clubs hace
aproximadamente una hora, y todavía no estoy segura de si fue una buena
idea. Nunca he estado en contra de los clubs, pero, de nuevo, nunca he
estado ansiosa de beber. Estaría feliz de no beber nunca, pero desde que
estoy con Midnight Mayhem, su cultura se ha enganchado en mis huesos.
Me giro con el sonido, sacudiendo el cabello y perdiéndome en el intrincado
ritmo, agachándome y contoneándome hacia arriba. Tensando mis
abdominales, me volteo de nuevo hasta que unas manos me estabilizan.
—¡Vaya! —murmura el chico, sus ojos buscan en los míos.
—Lo siento. —Me rio, negando—. No quise pisarte.
Sus ojos son verdes de cerca, su piel de un hermoso color marrón
suave, y sus pómulos están marcados. Es duro y fuerte, y no está mal a la
vista.
—No me pisaste. —Me grita sobre la música—. ¿Vienes aquí a menudo?
Resoplo, apoyándome en su cuello e inhalando su olor. Como un bicho
raro.
—¿Parece que vengo aquí a menudo?
Hace una pausa, buscando en mis ojos antes de reírse.
—Tienes razón. No parece que lo hagas, pero puedes bailar, así que...
—¿De verdad? —Levanto una ceja en desafío—. ¿Sabes de baile?
—Quiero decir… —Se encoge de hombros y se frota las palmas—. Sé
que puedes hacer esa linda cosita con tu trasero mientras estoy aquí y te
miro. —La canción cambia a “Bed” de J. Holiday. Un poco lento para mi
ambiente, pero lo que sea.
—¡Ah, de acuerdo! —Sonrío, me doy la vuelta y levanto mis manos,
manteniendo todo quieto menos mi torso. Me muevo al ritmo de la música
cuando se escucha el coro, mis ojos se posan brevemente en Rose, quien me
sacude la cabeza con furia. Hago un guiño hacia ella juguetonamente
mientras me inclino y toco los dedos de mis pies, apretando mi trasero
contra su entrepierna. Me niego a girarme, bailando, moviendo mis caderas
de un lado a otro. Alcanzo sus manos y las llevo a mi estómago, doblando
las rodillas mientras caigo de nuevo y me froto contra él, sacudiendo mi
cabello alrededor.
Una vez más, mis ojos se posan en Rose, quien ahora me está mirando
seria, con Val, Mischa y Maya sonriendo a su lado.
Me giro, riendo y llevo mis ojos hacia el Misterioso Bailarín, y luego me 236
detengo.
El Misterioso Bailarín ya no está allí.
King me está mirando, sus ojos salvajes.
Doy un paso atrás, pero su mano se engancha alrededor de mi cuello,
empujándome contra su pecho. Sus labios llegan a mi oreja.
—Deja de joder y lleva tu trasero a casa.
Lo empujo.
—Jódete. —Me doy la vuelta para tomar otro trago o para ir al baño,
pero su brazo se engancha alrededor de mi estómago, retorciéndome en su
agarre. Sus dedos se envuelven alrededor de mi barbilla, moviendo mi rostro
hacia el suyo. Sus ojos me miran, golpeando cada rincón vacío de mi
trastornada alma y llenándolo con su presencia.
—Me voy por dos días y ya estás intentando estar con alguien más.
—¡No tengo que intentarlo, King! —grito, y soy muy consciente de que
mis manos están haciendo eso cuando vuelan por todas partes—. Puedo
hacerlo si quiero.
Sus ojos se levantan sobre mi hombro y me giro para seguirlos,
aterrizando en Killian, Kyrin y Keaton.
Me rio entre dientes.
—Bueno, por supuesto.
Su dedo se engancha en mi ropa interior a través de mi vestido y me
tira de vuelta a él, mi espalda choca contra su pecho. Sus labios llegan a mi
cuello, enviando mariposas y escalofríos por toda mi piel.
—No haré este juego, nena. Sabes quién diablos soy ahora. No me
pongas a prueba.
Me muerdo el labio inferior por autocontrol antes de girar para
enfrentarlo.
—Te hablaré.
—Joder. ¡Harás más que eso! —Me atrapa por la cintura y me atrae
hacia él, presionando dos dedos en su boca y soltando un silbido para llamar
la atención del resto de los chicos que vinieron con él. No ignoro la forma en
que todos miran mientras salimos del club. Las chicas babean y los
muchachos tiemblan de miedo.
Cuando salimos a la calle, King asiente hacia uno de los gorilas.
—Hasta más tarde, jefe.
Una limusina se detiene en la acera y King abre la puerta. Cuando no
cedo, me mira con ojos oscuros. ¿Está medio borracho?
—Métete en el maldito auto, P, antes de que te arroje allí. 237
Pongo los ojos en blanco mientras risas suenan detrás de nosotros.
Deslizándome, me inclino sobre la consola y tomo el champán de inmediato.
Abriendo la botella, tomo un trago mientras todos los demás se amontonan.
—Dios, King. ¿No puede ir al club? —Maya enciende un porro, tocando
la ventana que nos separa del chofer.
King no dice nada, su muslo presiona el mío.
Me quedo callada, bebiendo.
La ventana se abre y Maya pide una canción.
—Desapareces por dos días, ¿y luego regresas y me sacas de un club?
—pregunto cuándo comienza a ser demasiado.
—Sí, ¿y? —responde King, sacudiéndome como si no quisiera decir
nada. Saca su teléfono y comienza a recorrer sus contactos.
—¡King! —grito, chasqueando los dedos frente a su rostro.
Me ignora, sus ojos se quedan en su teléfono.
—¡Por qué! —Le quito el teléfono de las manos y sale volando por el
auto.
Todos se callan.
King me mira esta vez.
—Oh, espera, ¿crees que esto es porque estoy haciendo un acto de
novio celoso? —Se ríe y luego mira a Killian.
Justo cuando creo que va a continuar, niega y se reclina en su silla.
—Te puedo asegurar, P, que eso no es lo que es. Puedes tener sexo con
quien sea que quieras.
—¿De verdad? —digo en mi estado de embriaguez. Llamo mierda a su
mierda. Por suerte para nosotros, la disco no está tan lejos. Mis ojos se
dirigen a todos los que están en el auto.
Obviamente, Keaton está fuera. El incesto no es realmente lo mío, pero
Kyrin sé que estaría dentro. Killian tiene lealtades que probablemente son
más fuertes que sus impulsos sexuales.
Mis ojos se clavan en Kyrin.
Los suyos se estrechan.
Sonrío.
Él se ríe, negando y recostándose en la silla.
—Oh, chico. Bueno, está bien, Pajarito. —Sus ojos vienen a los míos,
su lengua sale para deslizarse contra su labio—. Ven a usar mi pene.
Me levanto del asiento, inclinándome para mostrar mi trasero
directamente a King. No sé por qué estoy jugando con él en este momento,
porque todavía estoy enojada. Enojada con él, y con Los Hermanos, y con
238
todo.
Las manos de King llegan a mis caderas, y me tira de nuevo a mi sitio,
así que difícilmente podría pasar como un maldito abuso doméstico. Lo
miro, sus manos vuelan a mi garganta.
—Si te acercas a su pene no podrás caminar durante una jodida
semana, y confía en mí, P, no será por él.
Quito su mano de mi rostro. Estoy demasiado furiosa como para darme
cuenta de que nos estacionamos en el complejo. La limusina se detiene y
alcanzo la manija, saliendo de la limusina.
—¡Oh, no, no puedes escapar de esto! —King sale rápido, interfiriendo
mis pasos hasta que choco contra su pecho.
Lo empujo.
—¡Jódete! —Las lágrimas amenazan con derramarse por mi rostro, pero
lucho contra ellas. Lucho contra mi miseria con ira, porque si dejo que mi
tristeza se extienda, me ahogaré en ella—. ¡Me mentiste, King! ¡Me
engañaste, me acechaste, me robaste y me usaste a mí! ¡Me siento tan
traicionada por ti! ¡Por ti, King! ¡Por nadie más!
No dice nada, sus hombros suben y bajan mientras respira hondo. Su
cuadrada mandíbula está tensa, sus cejas elevadas y juntas. Inhala mis
agudas palabras y se las traga, porque en el fondo, sabe que se las merece.
Sigo.
—Además de todo, tú… —Las lágrimas se derraman por mi rostro y me
las limpio con rabia—. ¡Me ofreciste como un jodido cordero de sacrificio!
¿Todo por jodido qué?
Hace una mueca.
—Eras Dove entonces.
—¡Eso lo hace correcto! —grito, mis manos hacen eso otra vez. Me duele
la cabeza del alcohol.
—¡Eras mi jodida tarea, P! ¡Esta es mi vida! ¡No pudo alejarme como lo
hiciste durante los pasados diez años más o menos! ¡Esto es lo que hago
como! —Da un paso adelante y trago—. ¿Quieres que tenga emociones,
nena? ¿Ser suave y el mismo chico que conociste hace tantos años? —
Inclina la cabeza, acercándose hasta que sus labios se rozan con los míos—
. Nunca seré ese chico. Él murió cuando tú lo hiciste. —Me lame el labio
inferior—. Uno no puede existir sin el otro.
Lo empujo y corro hacia mi casa rodante, abriendo la puerta. Lágrimas
corren por mi rostro cuando me meto en la cama y me dejo llevar a un
profundo sueño.

239
36
P

M
ientras me ducho a la mañana siguiente, mi cabeza zumba
cuando los recuerdos de anoche me vienen a la mente.
—Oh, Dios. —Masajeo mis sienes. La pelea con King,
que nos encontrara en el club, la pelea con King. Todavía
estoy enojada con él, pero no merece mis palabras ni mi ira.
Cierro el grifo y salgo con la toalla. Vistiéndome a doble velocidad, me
conformo con un vaquero rasgado que cuelga de mi cintura y muestra la
tira de mi tanga y un top corto. Delila llamó esta mañana para decirme que
240
tengo que conocer a mis nuevos reclutas y no sé por qué, pero estoy
nerviosa. ¿Y si no son lo que quiero? Puedo trabajar con cualquiera, pero
¿qué pasa con sus alusiones personales? Tengo que vivir con ellas.
Corriendo hacia la carpa, ignoro a la gente caminando y susurrando,
probablemente sobre la explosiva pelea que tuvimos King y yo cuando
llegamos a casa anoche. Llego a la tienda.
—¡Siento llegar tarde! —grito antes de mirar. Me detengo cuando veo
que todos Los Hermanos están sentados en las sillas. King tiene su pie en
la parte de atrás de una silla, con la sudadera con capucha sobre su cabeza,
sombreando la mitad de su rostro.
—¡Bien! —Delila aplaude—. Me alegra que lo hayas logrado.
—Hmm. —Le sonrío, sentándome en el suelo delante. Hay unas pocas
personas dispersas, pero las que siempre me atraen son los cuatro
psicópatas.
Peleo contra ello, notando a las tres personas cerca de Delila.
Ella señala a una chica pequeña con cabello largo y castaño oscuro,
piel suave e impecable, y los ojos azules más brillantes que haya visto. Es
absolutamente hermosa.
—Esta es Saskia. —La chica inclina la cabeza entre los hombros y pone
la frente en su brazo.
Delila continúa, señalando a otra chica con cabello rubio.
—Esa es Callan.
También es hermosa, clásica. Puedes ver la belleza que tienen incluso
debajo de la oscuridad. Parece que Delila ya los bañó y les puso ropa
también, gracias a Dios.
Finalmente señala a un joven que no puede ser mayor que yo. Parece
tener alrededor de dieciocho años, si es así. Es delgado sin ser flaco, y su
estructura facial está hecha para una revista de moda de clase alta. La
mayoría de los chicos de Kiznitch son guapos, mira a Los Hermanos, solo se
venden por eso, y este tipo no es la excepción.
Mueve la cabeza hacia arriba para mirarme a los ojos, con una pequeña
sonrisa en el rostro.
—Y ese… —Delila señala su dedo perfectamente cuidado hacia él—. Es
Kenan.
—Bien. —Me aclaro la garganta—. ¿Alguno de ustedes baila?
—Sí —dice la chica rubia, aclarándose la garganta—. Sí, y también
Kenan.
—¿Y tú? —le pregunto a la morena ridículamente impresionante—.
¿Bailas? 241
—Oh, ella no habla mucho.
Me rio entre dientes.
—Me puedo identificar con eso. —Mirando hacia arriba, capto los ojos
de King, y luego vuelvo a los reclutas—. ¿Qué pasa con el estilo libre?
Todos asienten, y Kenan se para frente a mí, sus ojos parpadean con
travesura. Oh, chico. Él será un problema.
—Es un honor conocerte, Perse.
Escaneo su mano que sale a mi encuentro antes de meter la mía en la
suya.
—A ti también. —Salta al escenario y las otras dos lo siguen. Delila se
acerca sigilosamente a mi lado, con los brazos cruzados—. Lo harán muy
bien, Perse.
Inclino la cabeza, pasando mis dedos sobre mi rostro.
—Espero que estén bien. Oye, mientras los tenga aquí… —Sonrío,
girando ligeramente sobre mi hombro para atrapar a los muchachos
viéndome fijamente—. Para nuestros actos, ¿sería demasiado pedir el mismo
maquillaje que usan los chicos?
Delila levanta una ceja.
—Oh, eres valiente.
Me rio, saltando al centro del escenario e ignorando a todos los que
están detrás de mí.
—Está bien —les digo, mirando a todos alrededor—. Entiendo que esto
podría no ser ideal para que todos lo hagan rápidamente.
—¿Perse? —dice Kenan, y lo miro directamente—. Estaremos bien,
nena. Ya lo verás.
Exhalo un tembloroso suspiro.
—Bien, bien. Puse mucho en esto, y no quiero ser una perra, pero sería
un gran alivio si no tuviera que entrenarlos.
—No tendrás que hacerlo —murmura Saskia, y luego, como si estuviera
sorprendida por responder, nos mira a todos—. Entrenarnos, quiero decir.
Asiento, sonriéndole.
—Bien. Entonces, pondré una canción y quiero que solo hagan lo que
quieran. Esta canción es bastante suave, pero siento que te afloja el alma y
te hace expresarte más fácilmente. Cuanto más rápido vea su estilo, mejor.
Todos están de acuerdo, y me giro, mirando a Delila.
Dios, espero que tenga razón.
Ignoro la magnética atracción que viene de los muchachos, y de King,
y pongo “Breathe” de Mako. Espero borrar los recuerdos que esta canción
me da de King y de mí, y espero hacerlo ahora.
242
Con este baile.
La canción comienza a sonar y los miro ligeramente mientras forman
lentamente una línea de baile, como si estuviera coreografiada. Son
talentosos. Ya puedo verlo.
Cuando comienza el ritmo, ruedo y agito mis caderas. Balanceando mi
mano, otra atrapa la mía y Kenan me tira a su pecho. Giro en su agarre
cuando el verso entra de nuevo. Ruedo lentamente con él, el sudor se
derrama de mí ya... todo ese alcohol, y cuando el coro suena de nuevo, me
aleja mientras me agarra de los dedos y bailo a su alrededor, él se mueve
contra mí perfectamente. Mierda, Kenan es increíble. Mis ojos encuentran
los de King y estoy atrapada. Mi respiración se detiene y mis ojos se cierran.
Su dedo corre sobre su labio superior, sus ojos algo oscurecidos por su
sudadera con capucha. Su rodilla está temblando, y puedo decir que lo estoy
agitando.
La canción termina y salgo del alcance de Kenan.
—Suave. Muy suave —bromeo, negando.
Kenan guiña un ojo.
—¿Sí?
Salto del escenario y tomo mi teléfono otra vez, todavía recuperando el
aliento.
—La canción que haremos para nuestro primer acto será “Copycat” de
Billie Eilish. Tengo la coreografía en mi cabeza, así que comenzaré a
diseñarla. Aunque siento que todos tienen una buena base de baile,
deberían aprenderla rápido. —Inhalo, tomando otro respiro cuando la mano
de King llega a mi estómago. Dejo de respirar. Me acerca más y lo siento
contra mi espalda. Ignorándolo por ahora, sigo hablando—: La pondré.
Quiero que bailen como quieran para que puedan familiarizarse con la
canción y su cuerpo pueda calentarse, y luego les mostraré el movimiento.
¡Jake! ¡Pon la canción y gracias! —Me giro en las manos de King—. ¿Qué
estás haciendo?
—Necesito mostrarte algo. Ahora.
Me lamo los labios.
—Está bien, te seguiré. —Lo sigo gritándoles a mis nuevos bailarines
que calienten por unos segundos. Una vez que salimos, alcanzo su brazo—
. ¿Qué necesitas mostrarme?
—Está en el RV. —Su tono es recortado, aunque su lenguaje corporal
es ruidoso.
Lo sigo a la casa rodante y entro.
El olor me golpea primero. Sangre. El distintivo aroma a metal. Mis ojos 243
van a King quien me está viendo mientras cierro la puerta.
—¿Qué hiciste?
King sonríe, saca un paquete de cigarrillos y coloca uno entre sus
labios. Abre el Zippo y, cuando la luz lo atrapa, lo reconozco
inmediatamente.
—¡King! —lo regaño mientras continúo persiguiéndolo a través del
bosque, moviéndome sobre ramas caídas—. Estás corriendo demasiado
rápido.
—¿O eres demasiado lenta? —Sonríe mientras corre hacia atrás.
Gruño mientras me acerco, solo que mi pie tropieza con una rama vieja y
me caigo, directa al suelo de tierra.
—¡Ay! —grité, quitando las palmas del barro.
—¿Estás bien? —pregunta King, arrodillándose a mi lado y
agarrándome de la mano—. No puedo confiar en ti por un segundo, ¿verdad?
—Su sonrisa es linda, sus hoyuelos más profundos que nunca.
Lo empujo juguetonamente justo cuando algo brilla en el suelo. Me
agacho y lo recojo.
—Eh. ¡Un encendedor!
—¡Un Zippo! —me corrige King, tomándolo de entre mis dedos.
Me encojo de hombros.
—¡Un Zippo entonces! —Lo guarda en el bolsillo y toma mi mano—.
Démonos prisa, antes de que oscurezca.
Paso junto a King y lentamente giro la cabeza, el cuerpo en el suelo me
llama la atención de inmediato. Hay un charco de sangre derramándose de
su cuerpo, su rostro volviéndose hacia mí.
—¿Jack? —Me apresuro hacia él, cayendo sobre mis rodillas. Sus ojos
están en blanco, la sangre escapa de entre sus labios.
—¡King! —grito, volviéndome para mirarlo—. ¿Qué hiciste?
King parpadea, sus ojos se dirigen a los míos.
—Venganza, solo que esta vez, no se alejará con vida.
—¿De qué mierda estás hablando? —grito, tomando la mano de Jack
en la mía y apretándola.
King da un paso adelante y rápidamente me pongo en pie, colocándome
entre él y Jack.
—¿Por qué harías esto? —La puerta se abre y la luz entra.
Delila aparece, evalúa la situación actual y niega.
—Espero que lidies con eso, King. 244
King continúa mirándome, sus ojos buscan los míos.
—No creerás una jodida cosa de lo que te diga, ¿verdad?
—¡Me mentiste! ¡Y luego ibas a matarme, King!
—¿Sí? —Me agarra de la garganta, bloquea mis vías respiratorias y
fuerza a mis labios contra los suyos—. He matado por menos, P. —Me
empuja hacia atrás y caigo sobre Jack, mis manos se resbalan en la cálida
sustancia pegajosa—. Buena suerte con tu mierda, P. Yo ya terminé. —Se
gira y sale, golpeando la puerta en su retiro.
—Jesucristo. —Me giro rápidamente, mis manos se acercan al pecho
de Jack—. Está bien. Te conseguiremos ayuda. —Lo recojo, pero tose,
agarrándose las costillas. Su camisa está rota y la sangre se derrama por
todas partes. Pongo su brazo sobre mi hombro y envuelvo el mío alrededor
de su cintura, tirando de él hacia arriba, parándolo derecho—. Te llevaré a
un hospital y diré que alguien te asaltó. —Lo ayudo hasta la puerta,
abriéndola. Afortunadamente, no hay mucha gente porque la mayoría han
desaparecido por la fiesta. Avanzo, empujándolo contra el costado de la casa
rodante—. Espera aquí. Conseguiré las llaves de King. —Me apresuro a
entrar y empujo papeles, llaves, y otra basura al azar para encontrar sus
llaves. Corriendo por las escaleras, me dirijo directamente a su habitación,
apartando los recuerdos de la última vez que estuve aquí.
Al encontrar las llaves en su tocador, las recojo y rápidamente me
apresuro, volviendo a Jack. Recogiéndolo en mis brazos, lo llevo al
estacionamiento. Encuentro el Rolls Royce de King tan pronto como llego,
quitando la alarma en la llave para desbloquearlo. Abriendo la puerta, lo
pongo en el asiento del pasajero y corro hacia el lado del conductor.
—Conduce y te mostraré a dónde ir —resopla, la sangre cubre sus
labios.
— ¡A un hospital es a dónde tienes que ir! —grito, presionando el botón
del motor para encender el auto. Cobra vida y me deslizo por la grava como
si estuviera siendo perseguida por un fantasma.
—¡No! —Jake tose y le sale sangre de la boca—. Por favor. Esta no es la
primera vez que King me golpea. Solo sigue y te diré a dónde ir. Solo hay
una persona que puede ayudarme. —Dudo, pero cuando suplica de nuevo,
estoy de acuerdo y comienzo a seguir sus indicaciones.
Veinte minutos después, nos estacionamos en un largo camino que
está bordeado de arbustos. Jack gime a mi lado, así que rápidamente lo
ayudo, llevándolo hacia la puerta principal.
Una mujer sale corriendo, quitándose el cabello del rostro y entrando
en pánico.
Debe tener cuarenta y tantos años.
—¿Jack? —Se apresura a bajar las escaleras de mármol y se dirige
hacia la puerta sin darme una segunda mirada. No es hasta que Jack está
245
en sus brazos que sus ojos se conectan con los míos.
Se congela. Algo que no puedo detectar brilla sobre sus ojos.
—Hola. —Mira hacia una ventana que da a la entrada antes de volverse
hacia mí. Tan pronto como miro lo que le llamó la atención, la cortina ya se
movió y el que estaba allí se marchó.
—Esta es Perséfone, mamá. Ella me ayudó.
La mujer me mira con escepticismo antes de asentir.
—Entra. —Los sigo, cerrando las puertas del auto de King. Toco la parte
de atrás de mi bolsillo por mi teléfono antes de darme cuenta de que lo dejé
en el complejo.
Vamos al interior del vestíbulo y la puerta se cierra de golpe detrás de
mí. Frío estalla sobre mi piel, como una advertencia de que tal vez no debería
haber venido a esta casa.
—Perse, ¿puedes ayudarme? —dice Jack, alcanzando mi mano. Mis
ojos vuelan de su mano a su madre, quién está a su lado—. ¿Perse?
Doy un paso atrás, pero choco con alguien. Antes que pueda gritar
tengo una mano sobre la boca y me están levantando del suelo.
—¿Qué haremos con ella? —dice el hombre detrás de mí mientras pateo
y me alejo de él.
—No tenemos mucho tiempo —dice Jack, masajeándose la cabeza con
sus manos ensangrentadas—. King vendrá aquí primero.
—Los Hermanos Kiznitch no conocen esta casa —dice su madre—.
Podemos atarla en el cobertizo.
—Irá al cobertizo por ahora. Luego reuniré todo lo que necesito para
entregarla. Esta perra. Están locos por ella.
Su madre me mira de arriba abajo.
—Es la gemela fea, obviamente.
Grito de nuevo y muerdo la palma que cubre mi boca. Quiero arrancarle
el cabello y morderle los ojos, pero no porque me llamase la gemela fea, sino
porque obviamente está escondiendo algo que no sé.
Me levantan del suelo antes de que pueda procesar cualquier cosa.

246
37
King

E
l agarre que P tiene a mi alrededor es tan fuerte como una
maldita prensa, pero está actuando y tirando su corona por la
habitación porque golpeé a Jack, tirando de mi cuerda final.
Cuando era niña, siempre tuvo la idea de que podía arreglar a
las personas. No solo arreglarlas, sino realmente reparalas. Siempre
pregunta si estás bien y lo que estabas pensando. Esa es P, siempre una
sanadora.
La puerta de la habitación de P se abre y levanto la cabeza mientras 247
Killian me mira desde el otro lado. La habitación es una mierda.
Hay demasiado rosa.
—Ambos están jodidamente agotados. Lo sabes, ¿correcto?
Me rio, sentándome derecho.
—Lo sé.
—Y cambiando de tema. —Killian entra, cae sobre la cama y se inclina
contra la cabecera—. ¿Viste a la chica nueva?
Pongo los ojos en blanco.
—Hay dos, así que voy a necesitar que lo recortes.
Una almohada golpea la parte de atrás de mi cabeza.
—Sabes que soy un hombre de morenas.
Resoplo.
—Sé que eres el hombre de Maya.
—Hombre, a la mierda eso. Ella sabe el trato. No nos tocamos, besamos
ni nada. Es como la hermana pequeña con la que quería tener sexo por un
breve período de tiempo. —Hace una pausa, exhala una bocanada de aire y
luego me golpea con el pie.
—¿Qué pasa contigo? Estás más melancólico que de costumbre.
Froto las manos sobre mi rostro.
—No lo sé. —Lo sé—. Desde que descubrí que Dove es P, estoy jodido
de la cabeza.
El silencio se extiende.
—¿Y qué hiciste?
—Casi mato a Jack. —Las imágenes destellan sobre mi cabeza.
—Bien. —Killian se levanta y rodea la cama, dejándose caer en el suelo
enfrente de mí—. Debería estar muerto.
—Oh, lo estaría. —Me rio, negando—. Solo quería darle a ella el poder
de hacerlo, en lugar de tomarlo todo solo. Hombre, ¿sabes cómo fue de difícil
para mí controlar toda mi rabia y dárselo en una puta bandeja de plata? —
Llevo mis ojos a Killian—. Atormenté a esa chica durante la mejor parte de
su vida, Kill. Me escondí en los rincones de su habitación y la escuché gritar
en sus pesadillas. La veía revolcarse y quedarse dormida. El sudor se
derramaba de su cuerpo todas las noches y yo la observaba.
—Realmente te agregaste a sus pesadillas. —Añade.
Lo fulmino con la mirada.
—Sí, así que sé que no me quiere, y ese nunca fue el juego final. Toda
la mierda con la que nos alimentaron cuando éramos niños, la comida con 248
la que nos alimentamos uno al otro, se volvió rancio. Los dos lo sabemos.
—Siento que hay un punto en eso.
—Entonces le entregué a Jack. Lo tenía en nuestro RV desangrándose.
Todo lo que tenía que hacer era decir la palabra y le habría roto el cuello.
Killian sonríe y se pasa el dedo por el labio superior.
—Eso es lindo. ¿Dónde está ella ahora?
Le hago señas, apoyándome en un codo.
—La dejé allí con él. No le quedaba mucha vida.
Killian no dice nada, y luego se levanta de un salto.
—¿En nuestro RV?
Mis ojos se clavan en los suyos.
—Sí. ¿Por qué?
Miro cómo su rostro palidece.
—Estoy bastante seguro de que la puerta estaba abierta cuando pasé.
—Me levanto de la cama y ambos corremos escaleras abajo, por la puerta
principal, y directamente a nuestro RV.
Vacío. El charco de sangre donde estaba Jack está vacío. Golpeo la
puerta hasta que se abre de golpe.
—¡Mierda!
—Hombre, tenemos que ir a buscarla. La entregará a Patience si no lo
hacemos. —Ni siquiera puedo pensar en Patience en este momento.
—¿Qué está pasando? —Delila viene corriendo hacia nosotros, vestida
con su disfraz.
Vuelvo a entrar mientras Killian explica lo que está sucediendo.
Buscando alrededor de la habitación, trato de encontrar mis llaves, sabiendo
que las dejé en el mostrador cuando arrojé su triste trasero al suelo.
Se llevó mi SUV.
Salgo corriendo para ver que todos Los Hermanos están aquí ahora.
—Necesitamos irnos. Ella tiene mi camioneta así que puedo usar el GPS
para saber dónde está.
Tres autos llenos es todo lo que se necesitará.

249
38
P

M
e estremezco en la esquina, mis dedos se doblan alrededor
de mis brazos. No me ha tocado, pero ahora sé quién es.
Era el que llevaba la máscara en la celda. Quien fue por mí.
Fue Jack. ¿Era por eso que King lo había llevado ante mí?
¿De quién era la sangre que tenía en el dedo cuando estábamos en el
bosque? Jack desapareció después de eso.
El golpe llama mi atención y dejo de respirar. ¿Quién es Patience y qué
quiere? 250
La puerta se abre y Jack da un paso adelante. Todavía se ve maltratado,
pero puedo ver que intentó arreglar las heridas que están frescas en su
rostro.
—Perséfone teniendo sexo con Hendry. La princesita perfecta. ¿Cuánto
dinero vales? —Chasquea, negando—. Ellos estarán muy felices.
—¿Quiénes son ustedes? —pregunto, y cuando se estira para tocarme,
retrocedo y gruño—: ¡No me toques! —Se balancea hacia atrás mientras el
dorso de su mano me golpea. Mi rostro se entumece de dolor y la sangre
llena mi boca.
Escupo al suelo.
—Jódete.
Me golpea de nuevo.
Y otra vez. Hasta que estoy segura de que me voy a desmayar.
Estoy acurrucada en el suelo, acunando mi cabeza. Jack finalmente
me levanta.
—Irás al cobertizo. Me darás mi propio espectáculo.
Saco mi brazo de su agarre.
—Jodid… —Una afilada aguja apuñala mi brazo, y caigo hacia atrás
cuando el fluido me atraviesa la sangre. El techo gira mientras el rostro de
Jack se nubla frente a mí. Se triplica.
—Acostúmbrate a esto, Perse. Así es como Patience hace las cosas. —
La habitación gira.
Veo pasto.
Pesadas botas.
Pantalón.
Su voz suena más profunda, divertida, como un disco roto o una batería
descargada.
Los remolinos se transforman en mi visión, todo duplicado y con efecto.
Mi cabeza se estrella contra el suelo, mi cuerpo se congela y mi mente está
borrosa. No lo sé. ¿Dónde estoy? ¿Qué está pasando?
Me pongo de pie, el olor a dulce marihuana llena el aire.
—Baila —dice Jack, pero su voz es distorsionada.
Puedo escuchar la melodía distintiva de “Schism” de Tool con humo
nublando mi visión. O tal vez es mi cerebro. Todo duele mientras mi cuerpo
se balancea de un lado a otro. Mi brazo palpita donde se clavó la aguja y
lentamente recuerdo lo que sucedió. El hijo de puta me drogó.
Agarra mi camisa y la arranca, y luego trabaja en mi pantalón. Las
lágrimas corren por mi rostro cuando no lo detengo.
251
No peleo. Robó mi control. Voy a morir aquí, o al menos, desearía
hacerlo. Jack se aleja y veo cómo trae la aguja en su brazo y sopla una nube
de humo, inyectándose. Tira de mi cuerpo hacia él y baila alrededor del
granero conmigo, perdido en una drogada bruma, antes de arrojarme al
heno. Las partículas vuelan a mi alrededor. Mis ojos se cruzan mientras me
concentro en un palo que flota sobre su hombro, cayendo y cayendo
lentamente. Mis párpados revolotean, mi visión se corta y vuelve negra cada
dos segundos mientras lucho contra el sueño.
Jack muerde mis pechos, y justo cuando desliza mi ropa interior a un
lado, el rostro de King aparece sobre su hombro, y sé que debo estar muerta.
Hay muchos gritos, pero no lo sé.
En un mundo perfecto, King me salvaría, no querría matarme.
En un mundo perfecto, no estaría acostada aquí, drogada y vulnerable,
¿todo por qué? ¿Por los errores de mis padres?
En un mundo perfecto, no sería una chica rota tratando de encontrar
su propio camino.
Pero este no es un mundo perfecto. King no está aquí para salvarme,
pero me quedaré con eso.
Mi parpadeo se ralentiza mientras me apoyo en los codos y veo la figura
de King moverse con fluidez en tres de él. Todo lo que veo son a King y a
Jack, y luego una explosión de sangre. Mi lengua sale, justo cuando Killian
y Delila llegan a mi lado. El sabor del metal se desliza en mi boca.
—¿Venganza? —susurro, solo para mí, porque esto es un sueño. Esto
no es real.
—Sí, Pajarito —susurra Killian, solo que resuena en mi cabeza.
—Es una jodida venganza. —Pero entonces Killian está siendo apartado
y Delila también.
Inhalo, reconociendo el olor a ceniza fresca quemada, a cuero y a miel.
King me levanta en sus brazos y me acuna en su pecho. Mi cabeza se
inclina de regreso cuando finalmente me pierdo en un sueño profundo.
No fui salvada por el Príncipe Azul. Fui salvada por un villano, y está
jodidamente en pie de guerra.

252
39
P

M
i boca se siente como algodón, mis extremidades
cementadas en el colchón. Gimo levantando mi cuerpo de
la cama. El olor me golpea primero, y luego me froto los ojos
y los abro. La gran ventana de cristal a la izquierda. La
cama de cuero negro, el tocador de cuero y la gran TV. Las paredes negras
y el gran triángulo blanco Kiznitch pintado en la pared sobre la cama.
—Mierda.
La puerta se abre y King entra, deteniéndose cuando ve que estoy
253
despierta.
—¿Qué pasó? —pregunto, pasando mi mano por mi cabello. Se siente
como paja y huele. Mal.
—¿No te acuerdas? —dice, entrando lentamente en la habitación.
—Realmente no. —Alcanzo el vaso de zumo de naranja y tomo un sorbo,
regocijándome de que sea jugo de pulpa fresco—. Dios, apesto.
King niega, y cuando nuestros ojos se conectan, hacemos lo de siempre.
Cuando nuestros ojos dicen las palabras que nuestras bocas no pueden, veo
tensión en su rostro. Sus pupilas se dilatan y su mandíbula se contrae.
—Puedes darte una ducha, P —susurra, dando un paso adelante—.
Pero no te dejaré fuera de mi vista.
Aprieto las sábanas.
—Así de mal, ¿eh?
King se ríe entre dientes.
—Sí, nena. Así de mal. Vamos. —Me alcanza, mi mano conecta con la
suya. Es un pequeño gesto con mucho significado. Esa es la cosa con King
y conmigo. Escribimos nuestra historia en tinta invisible, para que nadie
más puede leerla. Intenta llevarme a los pequeños escalones cerca de su
baño, pero me alejo.
—Terca —murmura, y por un breve segundo, veo el antiguo Kingston
al que conocí hace todos esos años. Una vez que estamos en el baño, abre
el grifo y espera a que se caliente, cerrando la puerta de vidrio—. Te limpié
el rostro cuando estabas dormida. Quiero decir… —Baja la tapa del inodoro
y toma asiento—. Delila quería darte un baño completo, pero casi la mato,
así que no volvió a intentarlo.
—King —le susurro, mi corazón se aprieta en mi pecho. Se ve tan...
atormentado.
Niega y hace un gesto hacia la ducha.
Sonrío, dando un pequeño paso dentro y me desnudo mientras estoy
allí. Es estúpido porque King me ha visto desnuda antes, pero no siento
nada en este momento, y necesito sentarme aquí sola. Cierro la puerta de
cristal sabiendo que no se ha movido de su lugar.
—Música —murmuro, sabiendo que me escucha.
La puerta se abre y luego se cierra, antes de abrirse y cerrarse
nuevamente. El sonido de la base de sonido al conectar su teléfono suena
en el aire cuando alcanzo el jabón. Los segundos pasan antes de que
comience “Evil Angel” de Breaking Benjamin. Mis ojos se cierran e inhalo y
exhalo a través de las ondas de la música rodeándome. La música siempre
ha sido, y siempre será, la parte principal de mí y de cómo me expreso y
desahogo mi energía. Creo que es lo mismo con todos en Midnight Mayhem. 254
Trabajo en el champú y el acondicionador, frotándolo por mi cabello.
Poniendo jabón en mi palma, me froto el rostro y luego me estremezco
cuando siento cuán magullada está mi mejilla. Después de enjuagarme, me
deslizo lentamente hacia el suelo, tirando de mis rodillas hacia mi pecho. La
puerta se abre y King me mira. Acerco mis rodillas. Sus ojos no se alejan.
No me come viva con lujuria. Está torturado y vigilando y... roto.
Breaking Benjamin continúa llenando el silencio entre nosotros
mientras se arrodilla y alcanza mi barbilla. El agua cae en cascada sobre mi
rostro, ocultando las lágrimas que caen libremente.
—Supongo que esa no sería la última vez que te arrodillarías por mí. —
Intento bromear con las palabras que usó cuando lo conocí formalmente en
el barco, pero el hipo y el ahogo en mis palabras cuando las lágrimas que
caen me hacen temblar.
—Lo recuerdo todo. —Las limpio de mis mejillas a pesar de que no es
necesario.
King hace una pausa, sus ojos se oscurecen.
—Te lo prometo, P. Nadie nunca se acercará a ti otra vez. Ni siquiera se
suponía que él estuviera en ese jodido yate. Tenemos que investigar un poco,
pero en este momento, pensamos que se ha estado acostando con el enemigo
y mató a un guardia para subirse al yate. —Hay tanta promesa en sus
palabras. ¿Puedo confiar en él otra vez? Lo que sucedió, ahora parece una
hormiga en un ejército de soldados. Jack matando al guardia obviamente
explica por qué su cuchillo tenía sangre.
Mis hombros se sacuden cuando recuerdos a Jack drogándome y luego
tratando de violarme llegan de nuevo.
King entra en la ducha, con botas militares y todo, su brazo se envuelve
alrededor de mi cintura y toma asiento en el suelo. Me atrae a sus muslos y
descanso contra su pecho, llorando.
Sí. Sí, puedo confiar en este hombre.
—Dame tu dolor —susurra en mi cabello—. Dámelo todo.
—Para qué. —Me estremezco, presionando contra él con más fuerza.
—Para adormecer el mío.
Respiro hondo, empujando su pecho y mirándolo a los ojos. El agua se
vierte sobre su sudadera con capucha, y me estiro, empujándola fuera de
su cabeza para exponer su cabello. Paso mis dedos por él, mi dedo baja por
el costado de su mejilla.
—Has crecido mucho.
Aleja mi dedo.
—Ídem. —Se pone de pie, llevándome con él.
Cuando los dos estamos frente a frente de nuevo y me estoy apoyando 255
contra la pared, paso mi dedo índice sobre su labio y se congela. ¿Me
sobrepasé? No me importa ahora mismo, quiero besarlo. Incluso si no vamos
más allá de eso, quiero besarlo.
Me inclino hacia delante y permanece completamente quieto, inmóvil.
Cuando mis labios tocan los suyos, su brazo se aprieta alrededor de mi
cintura. Mi mano llega a su rostro y mi boca se abre cuando imita la mía.
Su lengua se escabulle por mi labio antes de levantarme con un brazo, mis
piernas se envuelven alrededor de su torso. La canción cambió a “Crawl”
ahora, y estoy agradecida por el enojado tono de Breaking Benjamin
ahogando mis pensamientos.
Me empuja contra la pared, su cabeza se mueve hacia atrás y sus ojos
buscan los míos. Tiene una mano presionada contra la pared mientras la
otra está envuelta alrededor de mi cintura.
—¿Quieres hacer esto de nuevo?
—Arréglame —susurro, inclinándome en sus labios—. No me importa
si es lo correcto ahora. Solo arréglame, King. Eres el único que puede
hacerlo.
—¿Por qué? —pregunta, y su voz me baña como seda, volviendo papilla
mis extremidades.
—No sé —susurro, apretándolo a mi alrededor—. Tal vez porque
siempre he sido y siempre seré tuya.
—¿Incluso si no puedo tenerte? —pregunta, inclinando la cabeza. La
luz detrás de la puerta de la ducha crea una sombra perfecta para su
mandíbula afilada.
Me trago el dolor que me causan esas palabras.
—Incluso si no puedes tenerme.
Sus labios caen sobre los míos mientras me clava en la pared con su
cadera. Sus besos disminuyen la velocidad hasta que me estoy retorciendo
y jadeando por él. Empapada para él. Y alcanzo la hebilla de su vaquero
para empujar su pantalón cuando sus besos bajan por mi cuello, por mi
esternón y sobre mi vientre. Sus labios llegan a mis muslos internos y su
lengua serpentea mientras lame el pliegue donde mi muslo se encuentra con
mi ápice y lo lleva directamente a mi clítoris, presionándolo contra su
lengua. Agarra mi muslo y balancea mi pierna sobre su hombro.
—King —jadeo—. Te quiero dentro de mí. Por favor —lloriqueo.
—No puedo —murmura, moviendo mi clítoris con la punta de su
lengua.
—¿Por qué? —gimo, aunque no quiero que deje de hacer lo que está
haciendo, mis manos se entierran en su cabello.
—Sabes cómo tengo sexo, P. No puedo ser amable.
256
Su lengua me corta por la mitad hacia abajo antes de rodear lentamente
mi clítoris. Cabalgo contra su rostro, el agua cae sobre nosotros. Su dedo se
desliza entre mis pliegues y me corro violentamente, chocando alrededor de
él. Mi liberación gotea por mi muslo interno, pero mis músculos liberan la
tensión.
Lentamente, se pone de pie, sus ojos únicamente en mí. Su
concentración se come todo lo que soy yo. La intensidad en el aire cambia a
nuestro alrededor a medida que permanecemos mirándonos. Siento su dedo
deslizarse por mi muslo interno mientras se levanta, llevándose el dedo a la
boca y chupando el flujo que obviamente estaba en su dedo. Es, con mucho,
la cosa más sexy que he presenciado, ¿y hecho por King? Mortal.
“Dance with the Devil” está sonando ahora y empiezo a reír, rompiendo
el cacareo de la intensa atmósfera.
—Me acabo de dar cuenta de que tienes una excelente lista de
reproducción de Benjamin.
—¿Qué? —bromea, sonriendo—. ¿Acabas de descubrir eso?
Lo empujo juguetonamente, mis ojos se posan en el tatuaje sobre su
cadera inferior.
La punta de mi dedo se desliza sobre él suavemente.
—¿Qué significa esto?
Él respira hondo.
—Cuando me hice el tatuaje SOK, le dije al artista que hiciera ese
también. Quería que se hicieran al mismo tiempo. —Se detiene, agarrando
mi mano y presionando la rosa que no tiene mucho detalle, que es sosa y
moribunda—. Ese es el lugar de Dove. —Luego mueve su dedo hacia la otra.
La rosa detallada con pétalos rojos brillantes y los detalles más pequeños
en su bosquejo—. Esa es la tuya.
Me inclino y presiono mis labios contra los suyos.
—Me encanta. Lamento que hayas pasado por perderme.
No sonríe ni se mueve. Permanece pasivo.
—Lo volvería a hacer si tuviera a P aquí y no a Dove. Confía en mí,
tenerte viva es como si me hubieran dado una segunda oportunidad o algo
así.
—Bueno, ¡no lo jodas! —grito en broma, mientras salgo de la ducha.
King envuelve una toalla alrededor de mi cuerpo detrás de mí, nuestros
ojos se conectan en el espejo. Es la primera vez que veo los moretones en mi
rostro, pero no son tan malos como esperaba.
—Gracias, King.
Él permanece concentrado en mí. 257
—Siempre, P. Simplemente no tengas el hábito de desafiarme.
Sonrío suavemente y veo cómo desaparece en su habitación, saliendo
por la puerta.
—Las chicas trajeron algo de ropa para ti. Está en la cama.
—¿Las chicas? —pregunto, apoyándome en el tocador.
Asiente.
—Tus chicas. Saskia y Callan, y Rose. Kenan trató de entrar, pero no
se lo permití.
—¡King! —lo regaño—. No seas malo con mi equipo.
King se encoge de hombros y se quita la ropa. Al instante, mi libido
cobra vida.
Desvergonzada. Soy desvergonzada. King es la cura para mi alma rota
y maltratada. Uno no puede existir sin el otro. Girando rápidamente, tomo el
único cepillo de dientes que está aquí y pongo pasta sobre él, cepillándome.
Suspiro antes de enjuagarlo y volver a dejarlo.
—Lo siento —murmuro, secando mi boca y entrando en la habitación
ahora que se cambió—. Eso fue un poco antihigiénico, pero realmente
necesitaba cepillarme los dientes.
—Considerando que mi boca ha estado en tu vagina y mi pene en tu
trasero, es bastante seguro que no me importa. —Se pone botas nuevas y
hace un gesto hacia la ropa.
—Cámbiate, luego tenemos que ir a una reunión con Delila, si estás
lista para eso.
Asiento, alcanzando el ajustado vaquero y la camiseta. Dejo caer mi
toalla y me cambio rápidamente, ignorando el hecho de que King
probablemente esté viendo todo.
Una vez que tengo mis Chucks en los pies, bajamos las escaleras. Están
hablando y murmurando en silencio mientras doy el último paso.
—Vaya, saben, son muy discretos —bromeo, mirando alrededor de
todos Los Hermanos.
Keaton camina de un lado a otro, y cuando me ve, se detiene y da tres
grandes pasos hasta que quedo envuelta en sus fornidos brazos.
—Ese hijo de puta no dejó a nadie cerca de ti durante las pasadas
veinticuatro jodidas horas.
King lo calla y se dirige hacia la puerta.
—P.
—Voy enseguida. —Mis ojos encuentran a Killian, que no me ha visto.
Sus manos están enterradas en su cabello, sus codos sobre la mesa. Me
encuentro a su lado estirando la mano para tocar sus manos—. ¿Kill? 258
Sus ojos, enrojecidos e hinchados, vienen a los míos.
—Las peores veinticuatro horas de mi vida.
—Ah, no tienes tanto valor después de todo, ¿eh?
Se ríe, negando.
—Pajarito, no somos buenas personas. Ni siquiera decentes. Todos
hemos matado, casi hemos sido asesinados, y algunos de nosotros… —Sus
ojos miran a Kyrin—. Hemos pasado por pruebas inconfundiblemente
desagradables, pero déjame decirte… —Sus ojos se estrechan en los míos—
. Nada me ha asustado tanto como entrar en ese granero. —Mi corazón se
suaviza y le acaricio la cabeza.
—Yo también te quiero.
—¡AYYYY! —bromea Killian, recostándose—. No te adelantes. ¡Nadie
dijo una mierda sobre querer! —Pongo los ojos en blanco y me dirijo hacia
King, quien sigue parado con la puerta abierta—. ¡Dile que Kill no quiere!
Todavía lo puedo escuchar protestar cuando la puerta se cierra y
caminamos hacia la carpa. Sin embargo, en lugar de entrar, vamos
alrededor de la parte de atrás y hacia la mansión. Sé cómo vive Delila,
demonios, he visto su mansión en Nueva York.
—King. —Alcanzo su brazo, deteniendo sus movimientos.
—No lo hagas. —Niega—. No pongas palabras en tu boca que no puedo
acompañar, P. —Sus ojos buscan los míos.
—¿Por qué? —Hago la pregunta que he estado esperando hacer hace
demasiado tiempo.
Él hace una pausa, y justo cuando creo que no va a responder, lo hace.
—Porque eres demasiado buena para mí. ¡Porque rompo todo lo que
cae en mis manos!
Me acerco a él, mis ojos ordenan a los suyos mientras mi mano se
envuelve alrededor de la parte posterior de su cuello. Lo bajo a mi nivel para
que nuestras narices se toquen.
—He estado en tus manos desde que tuve un día de vida, King.
—Sí —susurra, sus ojos profundos en los míos—. Y mira de qué sirvió.
—Se aleja, dejándome sola.
El viento me revuelve el cabello, y, justo cuando entra por la puerta,
grito:
—¡Sé por qué lo hiciste! —Me meto el cabello detrás de las orejas—. Me
seguiste todos esos años. Sé por qué.
Da un paso atrás y se gira para mirarme.
—¿Por qué, P? ¿Por qué crees que te aceché durante años?
259
—Porque era tu tarea, mirar y esperar, saltar, pero la otra mitad de ti
lo sabía, King. En el fondo, sabías que no era Dove.
—No lo hacía —susurra.
—Eres un mentiroso —respondo.
Me levanta por la parte de atrás de mis piernas y me golpea contra la
pared del patio, probablemente dándoles a todos dentro un espectáculo.
—Soy muchas malditas cosas, P, pero un mentiroso no es una de ellas.
—¿Entonces, por qué?
—¿Por qué? —repite King. Puedo ver la ira hirviendo bajo su calmado
exterior—. Porque has sido buscada, cazada durante años antes que tu
madre perdiera su mierda. —Exhala—. Porque, aunque sabía lo que tenía
que hacer, eras el verdadero amor de mi hermano. La única chica que podría
traer su cordura de nuevo a él, pero aun así no quería entregarte a él.
¡Todavía te deseaba, aunque sabía que no debería hacerlo!
Mi respiración se corta.
—Eso no es algo malo, King.
—No —murmura, su mano llega al frente de mi garganta donde
masajea suavemente—. Pero es algo peligroso. —Me baja al suelo—. Hay
mucho que necesitas escuchar.
Luego desaparece en la casa, dejándome sin aliento y retorcida en
nudos.
40
P

L
os ojos de Delila brillan cuando entro, con un vaso de vodka en
las rocas colgando entre sus dedos exhala.
—Maldita sea, Perse. Vaya forma de asustarnos.
Me sumerjo en el lujoso sofá blanco mientras ella se pone
de pie y se sirve otro trago.
Maya, Val, Mischa, Rose, Saskia, Callan y Kenan están sentados
alrededor de la enorme sala de estar. Hay un gran sofá en forma de U que 260
está frente a la ventana de suelo a techo con vista a donde King y yo
acabamos de estar.
Tenía razón. Les habíamos dado a todos un espectáculo.
—Tenemos que hablar —dice Delila, justo cuando Justice entra con
más personas detrás.
Reconozco a algunos. Una es la madre de Killian, la loca adicta al sexo,
y otra es la madre de King. Me estremezco cuando la veo. Encuentro a la
mamá de Keaton, bueno, a nuestra madre, a Ash, y a sus padres, así como
algunos hombres mayores y a una mujer.
Había otra mujer, pero vino sola. Parecía fuera de lugar, vistiendo un
cárdigan de punto y un vestido largo. Su cabello rubio estaba recogido en
una trenza y sus ojos parecían cansados.
—Sírvanse. No tengo tiempo para llamar a la mucama. —Delila hace
gestos hacia el pequeño bar que está escondido en la esquina. Miro cómo
algunos siguen y se preparan sus bebidas y otros toman asiento en varias
partes de la habitación. Nadie habla. El aire de repente es denso y mi
ansiedad llega rápido.
Me inclino hacia King por instinto, y su brazo envuelve mi espalda
obligándome a acercarme a él. Presiona sus labios contra mi cabeza.
—Estás segura.
Confío en sus palabras, pero no sería la primera vez que lo hago y me
falla de una forma u otra. La confianza es un proceso de aprendizaje. Puedes
confiar completamente en alguien, pero seguirá siendo un trabajo en
progreso.
—Bien. —Delila aplaude, de pie frente a su silla—. Quisiera aprovechar
este momento para pedir que cualquiera que quiera dañar a Perse debido a
los errores de sus padres dé un paso adelante, así sabré a quién matar
primero. —Algunas risas vibran, así como jadeos de sorpresa. Los hombros
de King tiemblan a mi lado, su rostro se esconde en mi nuca para esconder
su risa—. ¿Nadie? —Delila mira a todos a su alrededor—. Bien, porque,
aunque sé que Los Hermanos y Los Cuatro Padres manejan este mundo y
respondemos ante ellos… —Sus ojos vuelan directamente al padre de King—
. ¡No tengo problemas en acabar con alguien si va tras mi preciada posesión!
—Levanta una mano y me pregunto si perdió un poco la cabeza después de
todo este tiempo—. Si se acercan a cualquiera de mis preciadas posesiones,
veré su final. —Exhala pacíficamente y finalmente cae a su sofá, toma un
sorbo de su vodka y luego mueve su cabello sobre su hombro—. Ahora, al
tema en cuestión, Patience. —He escuchado ese nombre mucho
últimamente.
Kaius sale del alcance de la madre de King, con un cigarro colgando de
su boca.
Me recuerda a un narcotraficante. A Tony Montana. 261
—Patience quería a Perséfone porque conocía su linaje con Mayhem.
No la atraparon. Está resuelto. Nos separamos ahora.
Delila niega y bebe más vodka.
—Nop. No estoy bien con eso. King, ¿estás de acuerdo con eso?
King se congela, y luego se aleja lentamente de mí, sus ojos van a su
padre.
—No. No.
Kaius niega.
—Estás cegado, hijo.
—¡Siento llegar tarde! ¡Malditos, no me invitaron! —Kohen tropieza en
la habitación con tirantes y corbata. Su delineador está manchado debajo
de sus ojos y sus coloridos calcetines llegan a sus rodillas. Su cabello es un
revoltijo de caos, como si no se hubiera duchado en días, y su boca está en
una perfecta O cuando sus ojos aterrizan en los míos—. Oh, vaya. Miren lo
que tenemos aquí. —Se tambalea hacia mí tomando una botella del bar.
—Jesús, Dahlia, detén a tu hijo —murmura Drayar, negando mientras
bebe de su vaso.
La mujer que se ve incómoda, tuerce los dedos, sus ojos siempre
vuelven a los míos.
Kohen cae al mi otro lado, tomando un largo trago de la botella.
Me mira sin comprender, sin ninguna emoción. Es como ver a una
máquina.
—Te compartiremos. ¿King te dijo eso?
—Vete a la mierda, Kohen. —King lo corta con una mirada de muerte
antes de que todos llevemos nuestra atención de vuelta a Delila.
—Personalmente, creo que es hora de que comencemos a pelear contra
Patience. Esta es la primera vez que intenta pisar activamente nuestros pies
usando a uno de los nuestros. Sin embargo…
—Ahhh, sí, hablemos del pequeño Jack. ¿Dónde está?
King responde rápidamente:
—Muerto.
Los ojos de su padre van hacia él.
—¿Y se limpió correctamente? No puedo tener todo cayendo sobre
nosotros. Hemos vivido bajo las sombras, literalmente, por décadas. No
dejaré que tu pene nos meta en problemas.
—Fue limpiado —aclara King—. Cambió de equipo y se fue con
Patience. No estoy seguro por cuánto, pero creo que pasó un tiempo.
262
—En realidad, Jack le hizo cosas a Perse mientras estaba bajo nuestro
cuidado, así que diría que necesitaba ser eliminado. Él y su madre eran
drogadictos. Cuando vieron una oportunidad con Perse, saltaron, sabiendo
que Patience pagaría mucho dinero por una Kiznitch, especialmente una de
las chicas de Hendry. —Comienzan a discutir en el fondo, así que miro a
King y lo encuentro observándome. Me concentro en sus suaves labios, en
la caída de su pómulo y en su nariz perfectamente estructurada.
Deseo esto. A ti. Digo con la mirada.
Joder, no lo haces. Responde.
—De todos modos, ¿dónde están nuestros Hermanos? —pregunta
Delila, sus ojos vuelan alrededor de la habitación.
King finalmente aleja su atención de mí y hacia Delila.
—No vendrán. Aceptarán lo que yo acepte.
Delila asiente.
—¿Entonces está resuelto? ¿Elaboraremos un plan?
—Hijo —interfiere el padre de King—. ¿Podemos hablar?
King me aprieta la mano y luego se levanta, desapareciendo con su
padre por la puerta.
41
King

T
an pronto como estamos fuera de la vista, papá se vuelve
hacia mí.
—¿Sabes lo que estás haciendo? Si ella no hubiera
estado en la foto, ¿esta sería tu decisión?
Pienso en sus palabras, aunque estoy bastante seguro de que no tengo
que pensar mucho. Siempre haré lo mejor para Kiznitch: punto. Es por eso
que soy el hijo de mi padre, por qué tomaré su lugar cuando muera, porque
no tengo ningún problema en tomar decisiones para las familias, y sobre
263
todo las mías.
—Sí —respondo, sacando mi paquete de cigarrillos del bolsillo trasero
y tomando uno. Abro mi Zippo, sonriendo porque todavía lo tengo, antes de
soltar una nube de humo—. Como si tuvieras que preguntar, papá.
—Escucha. —Papá suspira y sé lo que viene. La charla sobre cómo
estreso a mi madre y cómo siempre ha habido un mal presentimiento
alrededor de las gemelas Hendry por su madre bruja. Cuando digo “bruja”
quiero decir que practicaba la brujería. Se llamaba bruja blanca cuando
nuestros padres eran más jóvenes. La gente pensaba que podían acudir a
ella para curarse, pero, en realidad, terminó maldiciendo a todos los que
tocó. Quiero decir, no con una verdadera maldición, pero soltó el mal
estigma entre los que tocó. Es una de las razones por las que mucha gente
que está en Midnight Mayhem se alejaba de P cuando la veían. Pensaban
que ella, no sé, trabajaba su vudú en ellos sin saberlo. Cuando se enteraron
de Dove y P, se volvieron más violentos con su maldad.
—Sé que ella significa mucho para ti. Ustedes cuatro tienen este
pequeño vínculo retorcido, y culpo a tu madre y a su pobre elección de
amigos. —Mi madre siempre fue muy cercana al padre de P. Es por eso que
prácticamente nos criamos juntos. Si tuvieron sexo o no es una historia
diferente.
Nunca se sabe en este mundo. Muy raramente las esposas y los esposos
permanecen en una relación completamente monógama.
—Tu madre se estresa pensando que tomarás la decisión equivocada.
Pongo los ojos en blanco, resoplando el humo.
—Mamá necesita relajarse. Se está volviendo vieja. Necesita un nuevo
pasatiempo. Quiere mi Aston Martin. Bueno, puede tomarlo.
Papá se ríe, una carcajada después de un rato, negando.
—Hombre, ustedes realmente serán su muerte.
Me encojo de hombros.
—¿Eso es todo?
—No. —Papá se aclara la garganta—. Esta cosa de King y Perséfone.
¿Es un hecho?
Me congelo. No quiero decir que no, pero tampoco quiero decir que sí.
—Es donde debe estar ahora mismo.
Papá busca en mis ojos y encuentra la respuesta que tanto deseaba
entre las palabras que no dije.
—Bien, tráela a casa para Navidad. Estoy seguro de que tendremos una
mesa llena como todos los años.
Me encojo de hombros.
—Irá de todos modos. Delila se ha vuelto demasiado apegada.
264
—¿Solo Delila? —Papá levanta una ceja, justo cuando Delila nos
interrumpe desde atrás.
—Si ambos terminaron, estamos listos para continuar nuestras
discusiones.
Ambos seguimos riendo mientras regreso a la habitación. Me detengo
momentáneamente cuando mis ojos se posan en P, quien está sentada en el
sofá, riendo con Kohen. ¿Qué mierda? Kohen no es gracioso en absoluto. Es
tan divertido como El Joker.
Me detengo, mirando cómo su cabeza se mueve hacia atrás, mostrando
sus dientes y el pequeño hoyuelo en su mejilla izquierda. El aire cambia
entre ellos cuando P alcanza el interior de su bolsillo y saca un trozo de
papel. La sonrisa de Joker de Kohen se desvanece instantáneamente
mientras lentamente estira la mano para tomar el papel. Asiente
apreciativamente antes de ponerlo cuidadosamente en su bolsillo. Sé cómo
me siento por P, pero mis sentimientos hacia esta chica nunca han sido el
problema. Es lo que haría por ella lo que me asusta, y no me asusto
fácilmente.
Lentamente me hundo de nuevo en el sofá junto a P, quien deja caer
su pierna sobre mi regazo. Me muevo hacia atrás, pasando mi dedo sobre
mi labio superior y la veo a ella y a Kohen hablar, moviéndose fluidamente
a través de sus conversaciones. Cuando Delila llama nuestra atención,
Kohen se da vuelta y me guiña un ojo por encima del hombro.
Bastardo.
Confío en mi hermano hasta cierto punto, pero no confío en nadie con
P, mucho menos en él.
—Entonces, está resuelto. —Delila aplaude—. Llevaremos a cabo un
plan para aplastar el poder que creen que tienen.
—¿Y cuál es? —dice mi madre, ignorando a todos. Mi madre es como
la reina oscura. Nadie empuja sus límites, excepto mi hermano, mi padre, y
yo. Todos los demás se encogen ante su presencia, y con razón. Hay algunas
historias bastante feas que flotan sobre mi madre y su obtención de la
atención de mi padre.
Delila sonríe.
—Bueno, creo que cancelaremos sus mejores actos. ¿Qué tal si
empezamos allí?
—¿Tan cerca de Navidad? —pregunta Maya, con las cejas arqueadas—
. Eso es un poco radical. Incluso para ti, madre.
Delila se burla de ella antes de dirigirse a nosotros nuevamente.
—Porque es Navidad. Me siento... ligera.
—Tengo un plan mejor —dice Maya, inclinándose sobre sus codos—.
265
Les pondremos a alguien que no sepan que está con nosotros.
Me congelo.
Delila se dirige a Maya.
—Saben que eres Mayhem, Maya. Deja de hablar. Toda esa hierba se
fue a tu cerebro.
—No yo. —Maya pone los ojos en blanco—. ¡Alguien nuevo!
Oh, no.
42
P

—A
bsoluta y jodidamente no. —Los ojos de Delila se
balancean entre Maya y yo, y me encuentro de pie
y dirigiéndome hacia Saskia y Callan,
protegiéndolas—. No.
Después de darle el dibujo de la paloma a Kohen, descubrí que tenía
razón, y tenía algo que ver con él y mi hermana. No sé qué, pero toda la
vibra de Kohen cayó cuando vio el familiar dibujo. Se lo guardó en el bolsillo
con una sonrisa. ¿Me había ganado una sonrisa de quien no tenía alma? 266
—¡Bueno! Bien, ¿qué tal esto? —La voz de Delila se abre paso—.
Después de año nuevo, revisaremos esto nuevamente. El hecho es que algo
está sucediendo, y necesitamos tomar el control. —Los ojos de Delila se
dirigen a Maya antes de volver a mí suavemente. Veo la disculpa en sus ojos.
Ya está resuelto. Una de mis chicas irá de encubierta, y no hay nada que
pueda hacer al respecto.
¡Mierda!
—Necesito bailar. —Me giro, saliendo de la habitación y pasando a
todos los adultos. Aprecio a Delila, me tomó bajo su protección más veces
de las que puedo contar, pero no puedo estar de acuerdo con esto. Nunca.
No puedo aceptar poner a una de mis chicas o a Kenan en el pozo del
infierno.
Estoy empujando la puerta cuando mi harén me sigue.
—¿Estás bien, Perse? —pregunta Saskia, caminando a mi lado.
—Sí —respondo, yendo de regreso hacia el complejo—. Solo necesito
bailar. Liberar un poco de fuego.
Kenan aparece al otro lado con Callan.
—Sabes, estaremos bien si uno de nosotros tiene que irse.
—¡A la mierda eso! —Se burla Kenan—. ¿Has oído hablar de Patience?
—Estamos saliendo del claro ahora y giro bruscamente hacia la carpa,
sabiendo que tengo algo de ropa allí.
—No —digo, encogiéndome de hombros—. He escuchado mucho el
nombre últimamente, pero no he tenido tiempo de preguntar sobre ella.
—Patience no es ella, sino un espectáculo. Son como nosotros, los de
Kiznitch, solo que no hacen shows. Quiero decir, los hacen, pero sus shows
son subterráneos y con un solo propósito —murmura Kenan.
Empujo la puerta.
—¿Y cuál es?
—Venderte.
Me congelo.
—¡Mierda!
—Sí —murmura Callan, y la sigo a través de la entrada—. Empezó
porque un par de personas se sintieron ofendidas por no ser seleccionadas
para Midnight Mayhem, y luego creció. Parece que vender humanas, chicas,
para ser exactos, vale más dinero de lo que la gente paga por un espectáculo
de Midnight Mayhem.
—¿Estás segura? —Mis ojos se entrecierran—. Quiero decir, ¡mil
doscientos grandes no es exactamente barato!
—¿Eso es lo que pagan? —Saskia se congela, sus ojos muy abiertos—.
267
Eso es mucho dinero.
—Una mierda —dice Kenan—. Pero sí, así que una vez al mes,
organizan un espectáculo que es en un edificio no revelado. Las personas
más poderosas de América, personas que no pudieras imaginar, asisten.
Reciben un mensaje de texto esa noche y el resto es historia. Quiero decir,
si me preguntas, eso es jodido.
Sé que Midnight Mayhem es jodido, pero siempre se han mantenido por
el camino moral.
—Eh. —Me encojo de hombros—. Quiero decir, claro. Pero no
realmente.
—¿Qué, por el sexo? —Kenan agarra su pene y su cabeza se mueve
hacia atrás mientras se muerde el labio inferior.
—Estás loco. —Niego.
Me guiña un ojo.
—Ve a vestirte.
Todavía me rio cuando me alejo de ellos y me deslizo entre bastidores,
dirigiéndome directamente a mi bolsa de lona que está escondida debajo de
una silla. Saco un vaquero boyfriend roto y un top corto Calvin Klein. El
pantalón es demasiado grande para mí, pero se las arregla para colgar de
mis caderas, cortesía de mi trasero. Salgo fuera, agarrando mi largo cabello
en la parte superior de mi cabeza, pero luego cambio de opinión y lo suelto
de nuevo.
Jay grita desde la cabina del DJ y levanto mis manos hacia él,
indicándole que me dé alguna mezcla.
Empiezo moviendo mi cuerpo por el lugar mientras “The Birdsnd” de
The Weeknd Par 2 comienza a reproducirse suavemente a través de los
altavoces. Rodando mi cabeza hacia atrás hasta que parece casi inhumano,
vuelvo al frente del escenario y muevo mi cuerpo con la música. Él no quiere
nada de eso contigo. Todavía eres el molesto chico con el que estuvo atrapada
toda su vida. Balanceo mi cabello, montando el ritmo lento y bajando mi
mano por el frente de mi cuerpo, debajo de mis apretados abdominales.
“Trade It All Part 2” se mezcla con la canción. Cambio mi estilo a
movimientos de hip-hop. “The Dark of You” de Breaking Benjamin se mezcla
a continuación. Es lenta, sacándome de ritmo. Literalmente. Mis pasos
vacilan ante el cambio mientras camino hacia atrás, esperando reunir
suficiente ritmo para poder usarlo. Empiezo a moverme alrededor del lugar
con pasos de ballet, con divisiones de pie y balanceándome.
Cuando comienza el coro, agarro mi cabeza y doy vueltas, atrapada en
la canción. El sudor me brota cuando la música me hidrata de nuevo.
Cualquier cosa excepto Breaking Benjamin. Giro por la pista, sintiéndome un
poco rara bailando ballet con ropa inapropiada. El coro vuelve a caer, y llego
al pico, presionando un pie en mi muslo interno y girando en círculos, 268
cayendo al suelo justo cuando “Lalala” comienza a sonar. Me cambio a esa
canción sacudiendo mi trasero por la pista de baile. El resto de mi equipo
se amontona en el escenario, y todos nos reímos mientras comienzan a
bailar.
Kenan hace un esfuerzo por agarrarme las caderas, así que cedo.
—En ese pantalón…
Comienza a jugar y se convierte en un espectáculo de Kenan y Perse.
Engancha sus dedos en mis trabillas, empujando mi trasero contra su
entrepierna. Me agacho, rodando el trasero y girándolo.
Okkkuurrrr.
Me rio, mordiéndome el labio inferior, mientras me levanto lentamente,
rodando contra él. Se deja caer frente a mí, su rostro profundamente en mi
entrepierna. Agarro la parte inferior de su brazo, cayendo frente a él y
estirando mis brazos. Tomo su entrepierna, sonriendo mientras giro en
círculos sexys alrededor de él, jugando. Alcanzo mi entrepierna y tiro de ella
suavemente mientras giro mi cuerpo. El coro suena de nuevo, y él se desliza
de nuevo en mis piernas.
Esta vez me rio, señalándole un corte a Jay.
Las luces vuelven a encenderse, y King está sentado en la primera fila,
su sudadera con capucha cubre su rostro. Kyrin está a su lado,
susurrándole al oído mientras sus ojos suben y bajan por Kenan,
probablemente mirándolo. Ojalá de forma sexual.
—Hola —murmuro, mirando a King.
Él se levanta de su silla y se va.
Me apresuro, persiguiéndolo.
—¡King! —Me ignora. Cuando salimos, lo agarro por el brazo, riéndome
de lo que acaba de pasar—. ¡Oye!
Se da vuelta, cortándome con una mirada.
—¿Qué, P?
Me quedo quieta.
—Espera, ¿por qué estás enojado ahora?
Se tira del cabello.
—Todo es jodido. —Me agarra por el brazo y me tira hacia su RV. Entrar
en él es como dar un paso atrás al pasado. Los olores, la ambientación. Mi
pequeña habitación en la parte de atrás. Todo se siente como hace siglos. Él
comienza a pasearse en la cocina, y me siento tentativamente. King es como
una bomba de tiempo. Solo que cuando explota, los que ama y que se
mantienen cerca de su corazón, nunca son tocados.
—¿Sabes de qué se trata esta vida, P? ¿En serio? —Se detiene 269
abruptamente delante de mí.
—¿No? Quiero decir, sí, pero no. Espero aprender todo lo demás a
medida que avance, pero King, esta es mi familia. Tú eres mi familia. Los
Hermanos son mi familia, y Delila bien podría ser mi madre.
Niega y se deja caer sobre el sofá mientras exhala. Su rodilla bota
debajo de su codo mientras su cabeza cuelga entre sus hombros.
—Tenías razón cuando me llamaste mentiroso. —Su voz es suave pero
gruesa como el coñac. Lo suficientemente fácil como para deslizarse por la
garganta, pero en la cantidad correcta, podría matarte.
—¿Qué quieres decir? —pregunto, arrodillándome frente a él y llevando
mi mano a sus brazos.
Me mira.
—Realmente te deseo, P. Te he deseado desde que era un adolescente,
y tan enfermo como suena, me importa una mierda. Como la mierda te
deseo.
—Yo estoy aquí —le digo suavemente, necesitando que me abrace y me
diga que todo desaparecerá o que funcionará. Nuestras vidas se
configurarán a sí mismas. Solo que sé que eso no sucederá. Sé que no me
dirá eso, porque, sinceramente, sé que no puede suceder.
Mi corazón se rompe en mi pecho.
—No puedo perderte de nuevo, King.
Él sisea profundamente y se recuesta, arrojando su sudadera con
capucha sobre su cabeza. La noche está entrando, oscureciendo el interior.
—No puedo jodidamente compartirte, P. Nunca. Incluso cuando no eres
mía oficialmente, sigues siendo mía. Así es como siempre será. No puedo
funcionar sabiendo que estás caminando por esta tierra, y que no soy yo
con quien lo haces. No puedo jodidamente compartirte.
—¿Qué? —Retrocedo—. ¿Qué tiene eso que ver con nada?
Se pone de pie y busca en los armarios. Saca una botella transparente
de G-King Goose, vertiendo un poco en un vaso.
Se gira, mirándome y llevándolo a su boca, bebiéndoselo todo.
—El acto final. Siempre tenemos que participar. ¿Realmente crees que
quiero a otros hombres salivando sobre ti y viéndote en posiciones
cuestionables, incluso si estás solo conmigo? Me volveré un loco de mierda
solo de pensar en eso.
Me levanto y camino hacia él.
Pie a pie. Converse con militar.
Mi mano va a su nuca, y en lugar de su toque persuadiendo mi dolor,
solo alimenta mi vacío pozo con contenidos fácilmente digeribles. 270
—Podemos superarlo.
Se aleja.
Acerco su rostro al mío, mis dedos alrededor de su mejilla.
—Que te jodan si me dejas de nuevo, King. Que. Te. Jodan.
Se ríe sarcásticamente.
—¿Crees que hacer esto es renunciar a ti, P? Es todo lo contrario.
—¿Cómo?
La puerta se abre de golpe detrás de nosotros, pero ninguno de los dos
se gira para prestarle atención. La música fluye a través de nuestro vacío
silencio.
—¿Cómo, King?
Da un paso adelante, inclinándose hasta que sus labios tocan los míos.
Dejo de respirar.
—Porque puedes vivir una vida sin mí. —Luego sale de la casa rodante,
dejándome sin aliento en el acto.
—¿Estás bien, Perse? —dice Saskia, y me giro para verla.
Está vestida con una ajustada blusa y pantalón, su maquillaje hecho a
los noventa, haciendo que sus locos ojos azules se destaquen.
—Sí. —Exhalo—. Tengo que estarlo.
Aunque estoy enojada. Tan enojada como la mierda porque siento que
hemos vuelto a dar un giro de ciento ochenta grados.
Me desea. Sé que lo hace. No porque diga las palabras, sino por la forma
en que la energía en la habitación cruje cada vez que estamos cerca. Me
gusta la explosión lista para colisionar. Él es hielo y yo fuego, y cualquier
otro elemento en medio no importa.
Ella me da un trago y lo tomo, bebiéndolo de inmediato. Sabe bien.
Como el ginger-ale solo con vodka.
—Ven. Todos estamos fuera. ¿Creo que se llama el hoyo? —Su perfecta
ceja está arqueada.
—Sí. —Me rio entre dientes, enganchando mi brazo en el de ella—.
Fiesta de foso. Entonces, ¿cómo ha sido tu primera semana con Mayhem?
—Para ser honesta, no estoy en ello.
Me rio mientras salimos de la casa rodante de Los Hermanos y nos
dirigimos a la fuerte música. Un pozo de fuego está ardiendo en medio con
personas sentadas en un círculo.
Tomo el resto del alcohol y luego hago que Saskia me diga dónde puedo
obtener más. 271
Ella toma asiento lejos de la multitud. Cuando Killian intenta sentarse
a su lado, se mueve. Miro y rio mientras Killian se sienta confundido.
—¡Oye! —Me empuja mientras bebo mi segundo vaso y me preparo el
tercero—. ¿Cuál es su trato? ¿Cómo nunca he podido acostarme con una
chica?
—No pondrás con esa —respondo, estudiando a Saskia mientras se
sienta en una roca, pacíficamente de acuerdo con estar sola y viendo el
fuego.
—¿Pero por quéeeeee? —gime como un niño.
—Eww. —Le golpeo—. Deja eso ahora y sigue con una noche sin tener
sexo con alguien.
Su labio cae y sé que se supone que debe verse ridículo, pero debido a
que es Kill, se ve levemente adorable. Digo “levemente” porque también es
molesto. Una vez que bebo mi tercer vaso y lleno el cuarto, ignorando las
risas detrás de mí, me siento entre Maya y Rose.
—¡Hola, señoritas!
Rose pone los ojos en blanco.
—¿Me estás haciendo a un lado ya que tienes nuevos amigos?
La empujo juguetonamente.
—Cállate. No lo hago.
Rose se ríe, tomando un sorbo de su bebida.
—Maldición. No puedo esperar a la Navidad con los Axton.
Tomo dos más y robo la botella de vodka de Maya, tomando tragos de
ella.
—Por favor, no digas eso. Me da ansiedad.
Maya me arrebata la botella.
—Necesito esto más que tú.
Mis ojos se dirigen a lo que está mirando. Killian ahora hablando con
Callan.
—Oh, Dios…
Maya se encoge de hombros.
—No es nada a lo que no esté acostumbrada.
—¿Qué pasa con ustedes dos, de todos modos? Estoy confundida.
Ella se ríe, mirando entre mi vaso y yo.
—¿Porque estás borracha, o por Killian y por mí?
—No estoy segura. —Termino el resto de mi bebida—. Por ambos, creo.
—Bien. —Exhala—. Él y yo hemos sido mejores amigos desde que 272
éramos bebés. Inseparables. Solo que somos solo amigos. Hubo un tiempo,
cuando era más joven, que tuvimos sexo. Quería ser el primero, y yo quería
que lo fuera, pero después de eso me cambió de nuevo a la zona de amigos,
y yo a él. Me asusta, pero me siento allí y lo tomo con todo lo demás.
—Parece que estos muchachos tienen un patrón.
Maya sonríe, pero no llega a sus ojos.
—Kill no. A él simplemente no le importa.
—¡Oye! ¡Perse! —Keaton me saluda con su grande, corpulento, tatuado,
demoníaco brazo. Noto muchas cosas sobre Keaton, y una es que no habla
con nadie. Quiero decir con nadie. Excepto con Los Hermanos y con Delila.
Ignora a todos los demás.
Estoy agradecida de nunca haber visto su lado salvaje, porque es lo
suficientemente aterrador como para mirarlo, y esa sombra de las cinco en
punto no ayuda.
—¿Sí, querido hermano? —Me dejo caer a su lado.
Él niega.
—¿Quieres cantar?
Mis ojos se dirigen a King, quien está sentado en una silla frente a
nosotros con su sudadera con capucha arriba. Tiene una botella de whisky
colgando entre sus dedos, sus ojos muertos sacan toda la energía de la
habitación y la arrojan a mi pecho.
—¡Claro! —respondo imprudentemente.
Comienza a cantar la apertura de “Ocean Eyes” de Billie Eilish. Me saca
de balance porque desearía que hubiera cantado otra cosa, algo donde él
cante también, no solo yo. Canto la letra de todos modos, y cuando suena
el coro, no puedo evitar poner mis ojos en King.
Todos los demás desaparecen a nuestro alrededor, y solo somos él y yo
y el crujido de electricidad que pasa entre nosotros. No me muevo, nunca lo
hago hasta que la canción termina y Keaton me empuja juguetonamente.
—Esa voz.
Me rio, pero luego, cuando va desapareciendo de mis labios, una
puñalada de soledad late en mi corazón.
King asiente y se lleva la botella a la boca.
Me levanto y camino hacia él porque quiero esto. Lo deseo. No he
pasado por todo esto para renunciar a él.
Estoy frente a él cuando sus rodillas se separan y su cabeza se mueve
hacia atrás. Veo en sus ojos lo que quiere que haga, así que pongo mi mano
en su nuca y me coloco en su ingle.
Mientras me acomodo en su cintura, entierra su rostro en mi cuello.
—Jodidamente lo siento. —Su voz es murmurada, pero eso no destruye 273
el hecho de que cada una de esas palabras tuvo línea directa a mi corazón.
—Está bien —le susurro, acariciando su cabeza.
Inclina la cabeza hacia mí, y bajo mis labios hacia los suyos. Lo beso
suavemente, y su lengua se escapa, lamiéndome la boca.
Todos comienzan a aplaudir en el fondo, les enseño el dedo medio y me
giro en el regazo de King dándoles la espalda.
Él se aleja, buscando mis ojos.
—No puedo tenerte en el acto final. Punto. Tendremos que lidiar con
eso con Delila.
—No le gustará —respondo, y King se mueve para mirarlos a todos.
Coloca sus dedos entre sus labios y hace sonar un silbido. La música
hace una pausa.
—¡Oigan! ¿Hay alguien más que haya encontrado una chica, se haya
enamorado y piense en matar a un hijo de puta por ponerle las manos
encima en el acto final?
Todos hacen una pausa, pero mi respiración se queda atrapada.
¿Qué acaba de decir?
Continúa.
—Entonces ¿todos entienden que, si encuentran amor en Midnight
Mayhem, todavía tienen que sacar su pene y reír al final de la noche?
¿Ninguno de ustedes, perras, lo detestará? Usen mi relación y la de P como
una tarjeta libre de salir de la cárcel.
Todos están de acuerdo con una ronda de murmullos.
Quiero decir que no es justo. Obviamente, ninguno está enamorado
ahora. Giro la cabeza sobre mi hombro mientras mis ojos caen sobre Maya,
quien está mirando a Killian.
—¡De acuerdo!
Jesús.
Espera. Rebobina.
—¡Bien! —El agarre de King se aprieta alrededor de mi cintura cuando
su atención va de vuelta únicamente a mí—. Supongo que tenemos un punto
de partida.
—Pero dijiste enamorarse —le susurro, buscando en sus ojos.
Él se congela.
—¿Qué? ¿Crees que no pensé que amaba tu molesto trasero cuándo te
comiste todas mis galletas?
Aprieto el labio entre los dientes y sonrío. 274
—¿Me amas?
Su cabeza se echa hacia atrás, y me rechaza.
—Fuera de aquí, chica.
—Escuchaste eso, ¿verdad? —le digo a Saskia, quien está a nuestro
lado.
Ella ríe.
—¡Síp!
Llevo mis labios a los suyos y me froto contra su creciente pene.
—Está bien, ¿podemos ir a la cama?
Me levanta y comienza a llevarme a su RV. Todos comienzan a aplaudir
nuevamente con una ronda completa de ¡Finalmente!
—¡Oigan! ¡Ustedes dos necesitan su propio maldito RV! ¡Estaré jodido
si tengo que aguantar ese ruido! —grita Kill a través de su risa.
No me importa. Tengo a King en mis brazos otra vez, y aunque nuestro
viaje no fue fácil, era algo que ambos necesitábamos tomar. Cada vuelta,
cada golpe que tuvimos, solo ayudó a allanar el camino hacia nuestro futuro.
Algunas veces no importa si sabes que amas a alguien o si saben que lo
amas.
A veces, todavía tienes que luchar por ello, por ellos. Por nosotros. Los
matrimonios fallan porque muchos se rinden sin pasar los obstáculos. El
amor es un campo de batalla, y mi caballero es un villano.
Epílogo
King

M
orí el día que perdí a P. Todo dentro de mí dejó de existir.
No quería respirar si ella no respiraba el mismo aire, ni
existir donde ella no existía. Apagué toda mi humanidad
como un maldito vampiro cursi y me zambullí directamente
en la hermandad. Cuando volvió a mí, el tiempo que pasé con ella, incluso
pensando que era Dove, lentamente encendió todos los interruptores que
había apagado violentamente. Siempre será no solo mi alma gemela, sino mi
mejor mitad. 275
—¡King! —me regaña P, caminando a la cocina con mi madre detrás.
Están tratando de llevarse bien, pero creo que será más un trabajo en
progreso.
Mi madre es una mujer dura.
—Deja de comerte las galletas antes de que todos lleguen.
Pongo los ojos en blanco y vuelvo a tirar la galleta sobre la mesa.
—Ven aquí. —Lo hace, moviéndose fluidamente por la habitación y
tomando asiento en mi regazo.
—¿Y si ya no le gusto? —Se gira, sus manos llegan a la parte de atrás
de mi cuello.
—¿A quién? —No puede estar hablando de Ash. Ella y P han estado
hablando por teléfono sin parar. Mamá hace ruidos detrás nuestra, gritando
a los cocineros que están haciendo todo lo posible para que toda la comida
esté lista antes de que todos lleguen. Tendremos cena de Acción de Gracias
y de Navidad aquí, mis padres tendrán la mejor fiesta, y cada año, mi madre
tiene un ataque de diva cuando algo no está bien.
—¡Cartier! —gruñe, como si no estuviera escuchando, porque no lo
hacía.
—¿Qué? Le gustarás. Deja de preocuparte con eso. No te estoy
mintiendo.
Cartier y P eran cercanas cuando eran jóvenes, teniendo la misma
edad. Cartier es la hermana pequeña de Kyrin y probablemente la única
chica que le importa una mierda y que alguna vez lo hará, pero está
jodidamente loca. Ha jugado a ser princesa toda su maldita vida y no tiene
problemas para hacerlo.
La puerta principal se abre por el pasillo y mamá nos llama:
—¡King!
Toco la pierna de P y la apresuro.
—¿Lista para un drama familiar?
Ella resopla.
—Conozco bien el drama. —Tomo su mano y tiro de ella debajo de mi
brazo, exactamente donde malditamente pertenece.
La puerta se abre y Kill entra con su madre y su padre. La familia
Cornelii, siempre tan jodidamente extraña. Kill me da una palmada al pasar
antes de buscar a alguien para atormentar. Detrás de la familia Cornelii
viene la familia Nero, también conocida como la familia de Kyrin, y la
princesa misma. Largo cabello, lechosa piel blanca y brillantes ojos azules
miran a P. 276
Sus pequeños brazos tatuados vuelan alrededor del cuello de P,
acercándola.
—¡Me alegra que estés viva, P! —Cartier es la única otra persona a la
que he permitido llamar a P así, con el apodo que le di, y eso es solo porque
la pequeña mierda no se asusta fácilmente.
—Muévete, Cartier. Estás bloqueando el camino. —Ky se empuja
dentro y se dirige directo al patio por la parte de atrás. Entran sus padres,
y antes de darme cuenta, Cartier y P se fueron a alguna parte, como si no
hubiera visita.
Detrás de los Nero están los Cicero, también conocidos como la familia
de Keaton. Ash todavía obliga a Keres a usar su apellido a veces, sin
embargo, es una lucha de poder entre los dos. La familia de Ash y de P están
en una de las más altas clasificaciones de Kiznitch porque poseían la
totalidad de la tierra. Literalmente la tierra era de su familia, el resto de
nosotros solo ayudamos a encontrarla. Hubo una guerra entre los
Kournikova y Los Hermanos, hace mucho tiempo, y se forjó un acuerdo, y
luego Ash fue y se casó con Keres. Saltó a la rueda de Midnight con él y talló
un as de espadas en el metal para ayudarla a mantenerse enfocada. Cuando
le preguntamos qué significaba ese as, ella simplemente nos guiñó un ojo y
dijo:
—Encontrarán el suyo algún día, y lo sabrán.
Mi mano se acerca a ella cuando pasa, me recuerda que necesito
preguntarle algo.
—¡Ash! —Hace una pausa y se vuelve hacia mí. Dios, se ve tan parecida
a P—. Tu as, ¿vas a decirnos qué significa ya?
Arrastra los pies, esperando a que Keres desaparezca en el mar de
personas. Suspira, cruzando los brazos frente a ella.
—Estaba enamorada de Klaus, King. —Sus ojos se suavizan alrededor
de los bordes—. Él era mi as.
—¿Como en el juego? —pregunto, mi ceja se alza.
Asiente.
—Conoces la vieja leyenda. No finjas que no jugaste Sixers con ella. —
Levanta las cejas como si ya supiera la respuesta.
Porque lo sabe. Porque es el juego que todos jugamos con nuevos
reclutas o entre ellos.
—Lo hice —respondo—. Pero no sabía que el as de espadas significaba
algo.
Su boca se divide en una media sonrisa.
—Es solo un mito, Kingston... —Se gira y desaparece.
Me quedo sin palabras. Parte de la leyenda en Kiznitch comenzó con 277
un específico mazo de cartas. Eran esencialmente del mismo tipo que
compras en cualquier sitio, solo que ésas fueron hechas para un ilusionista.
La cubierta de los naipes era negra, con pequeños bebés demonio. Eran
espeluznantes como la mierda. El juego de Sixers fue originalmente creado
por el tatara-tatara abuelo de Killian, y así sucesivamente. Durante el juego,
estaba bien ser el poseedor del as de espadas, pero si tu oponente tomaba
la carta de tu mano, entonces esa chica o chico, sería la razón por la que
vivías o la razón por la que morías. Ella sería tu bendición o tu maldita
maldición. A la vista de lo que ha pasado Ash, supongo que fue más una
maldición, porque ahora Klaus está muerto. En mi caso, no sé si alguna vez
sabré si P es mi bendición o mi maldición.
Sería mi bendición porque la necesito, pero sería mi maldición porque
moriría por ella. Pero quiero decir, mierda, es un mito. Todo el mundo sabe
que es básicamente ilusorio, porque si fuera real, sería mágico, ¿verdad?
Y la magia no es real...

P
Suspiro, sorbiendo mi bebida fría mientras Cartier parlotea a mi lado
sobre el próximo tatuaje que se hará. Al parecer, en su pierna. Es mucho
más hermosa de lo que recuerdo, ahora luciendo un cabello largo y ondulado
color verde azulado.
—Escuché que tú y King causaron muchos problemas los meses
pasados. —Menea las cejas.
Me rio.
—Sí, lo hicimos. ¿Qué hay de ti? ¿Por qué no estás en el show?
Ella resopla, limpiándose la boca.
—¿Crees que mi psicópata hermano permitiría eso? Parece que él puede
ser un polvo sucio, pero yo no. —No puedo evitar que la risa explote en mi
pecho.
—¿Un polvo sucio?
Ella asiente.
—Sí. Un sucio revolcón. —Se inclina hacia delante y toma el porro de
Maya—. Tampoco es algo que realmente quiera hacer, y como mi hermano
está cumpliendo con el deber de la hermandad, no le importa demasiado lo
278
que haga.
Maya lo recupera.
—Solo con quién lo haces.
Kyrin saca una silla al lado de Cartier.
—Lo cual es jodidamente nadie. ¿Correcto? —Mira a su hermanita y
puedes ver el ligero cambio de sombra oscura, complaciéndola.
—¡Incorrecto! —Se ríe, tomando un trago de su bebida.
—Juro jodidamente, Cartier, que debes concentrarte en tus asuntos.
—¡Lo hago! —contesta, y ver su ida y vuelta es divertido, hasta que
Keaton se deja caer a mi lado, con los ojos en Cartier. El aire se mueve entre
nosotros, y, de repente, siento que estoy interfiriendo en un momento muy
íntimo.
Los ojos de Cartier se agitan, pero luego esboza una sonrisa falsa.
—¡Keats! ¿Cómo estás, mi monstruo?
La mandíbula de Keaton se tensa, sus ojos se posan en los míos.
—¿Estás bien?
Asiento, mirando alrededor de la mesa. Veo como todos se deslizan en
la conversación. Risas, discusión entre hermanos, la madre de Kill
caminando medio desnuda y sentándose cerca del fuego en la parte de atrás.
—Sí —susurro, mis ojos van directamente hacia King—. Estoy mejor
que bien.
Killian salta sobre su silla, presionando sus dedos entre sus labios y
silbando. Una vez que todos están en silencio, Killian sonríe, tirando de
Callan debajo de su brazo.
—¡Vamos a tener un pequeño juego de escondite y búsqueda! —Todos
los padres ponen los ojos en blanco, volviendo a lo que estaban haciendo,
pero la generación más joven que está aquí, he notado que no es toda,
permanece en silencio, esperando escuchar más.
Gimo, masajeando mis sienes. El brazo de King se aprieta alrededor de
mi cintura, levantándome de mi silla. Me muerde la oreja.
—Me debes un maldito reto.
Mierda.

279
Próximo libro
In Fury Lies Mischief

Ella era todo lo que quería.


Era todo lo que despreciaba.
Hasta que ella no estaba.
Hasta que no lo estuvo.
Killian Cornelii era una calamidad
andante. Metió la mano dentro de mí y tocó
cada centímetro de mi alma arruinada, pero no 280
solo la tocó. La acarició, acarició y cautivó. Me
adaptó para caber en la palma de sus manos.
Las mismas manos que poseen tanta crueldad,
fueron las mismas que me consolaron.
Pensé que lo conocía.
Pensó que me conocía.
Este no es un cuento de hadas, o una
historia dolorosamente hermosa sobre dos
almas gemelas que instantáneamente se
enamoran irrevocablemente.
Esta es una historia sobre un amor tan
doloroso, tan rico, que destruye todo y a todos
los que lo rodean.
Incluyéndonos a nosotros mismos.
Midnight Mayhem es la plataforma en la que Killian realiza sus trucos,
pero el mejor truco no vendría de él.
Vendría de mí.
Los embaucadores no tienen corazones.
Simplemente fingen que lo hacen.
Tick. Tock. Tick. Tock.
Adelanto
M
e senté en la parte de atrás, donde las luces eran tenues y
el público estaba en silencio.
Sola. Lejos. Detrás del foco que brillaba en el elenco.
Este sería mi primer espectáculo, pero no sería el último.
Estudiando a cada uno de ellos y lo que hacen, tomé mis palomitas de maíz,
la mantequilla se me resbaló por la garganta, justo cuando Delila Patrova se
dirigió al centro del círculo. Vestía traje negro y lila de maestro de ceremonias
y un sombrero de fieltro. Era casi como si no hubiera envejecido en absoluto.
Se llevó el micrófono a los labios y sonrió.
281
—Bienvenidos a Midnight Mayhem. No somos un circo, no somos un
carnaval, y lo único de lo que deberían tener miedo esta noche es de perder
su cordura... —La melodía comenzó a sonar en el fondo mientras la luz se
atenuaba a rojo. Su sonrisa se profundizó mientras retrocedía. Seis hombres
sin camisa vestidos con oscuros pantalones vaqueros se descubrieron,
mientras siete mujeres vestidas con ropa interior de encaje blanco y alas
blanqueadas y esponjosas se adelantaron. Sabía quiénes eran.
Los seis demonios del infierno y los siete ángeles del cielo. Siete cuerdas
cayeron del techo y vi con profunda fascinación cómo los ángeles trepaban y
se retorcían y daban vueltas a través de la seda. Los demonios persiguieron
las cuerdas mientras “Threads of Romance” de Marilyn Manson sonaba
trágicamente. Vimos como cada ángel era capturado por un demonio.
Despacio, cada demonio sacó un bidón y los roció con gasolina antes de
prenderlos en llamas. La multitud jadeó cuando uno de los demonios llevó la
llama a las alas de su ángel, incendiándolo. Vimos como el ala ardía
lentamente hasta que estuvo crujiente, el ángel grita y aúlla por encima de la
música. Uno después de otro, los ángeles cayeron al suelo, encorvados sobre
sus piernas, sollozando.
Era casi desgarrador verlos, si tenías corazón. Sus demonios se pusieron
de pie detrás de ellos, goteando sudor. Sus rostros estaban pintados de rojo,
sus ojos tan negros como el cielo de la medianoche, y sus bocas manchadas
de oscuro carbón. Los hombres bailaban hipnóticamente con la música, hasta
que lentamente se transformó en “Heaven Upside Down” de Marilyn Manson.
Los Ángeles lentamente se levantaron, como de las cenizas, ahora con bragas
de encaje negro y sostenes, con cuellos de cuero negro alrededor de sus
gargantas. Cada demonio tenía un ángel, pero un demonio tenía dos.
Aferraron una correa y las sujetaron al collar de su ángel, tirando de ellas
hacia atrás. Cada ángel fue acariciado con fuego, látigos y cadenas. El
ambiente era oscuro y fascinante. Las intermitentes luces rojas con la música.
El puro sentimiento hipnótico del espectáculo.
Ya me tiene al límite. Este es el primer acto, y sé que hay muchos durante
toda la noche.
Estaba aquí para ver y absorber cada centímetro del espectáculo
Midnight Mayhem... Y Kiznitch nunca sabría que existía en la parte posterior
de la multitud. Al acecho. Esperando. Ahora no es mi momento, oh, pero
vendrá, y, cuando lo haga, levantaré el infierno con mi presencia...

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Sobre la autora
Amo Jones

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Amo Jones es una pequeña chica de campo que está en pleno desarrollo
como autora (probablemente lo está haciendo todo mal). Le gusta el pastel,
le encanta el vino y su religión es mágica. Es una gran trabajadora, pero
cuando no está escribiendo, puedes encontrarla relajándose con sus hijos y
compañeros en la playa más cercana, con un coctel en la mano. Nueva
Zelanda no es un estado de Australia y el rugby es el mejor deporte que ha
jugado.
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