Längle - 1999 - Métodos en Logoterapia
Längle - 1999 - Métodos en Logoterapia
Längle - 1999 - Métodos en Logoterapia
ALFRIED LÄNGLE
"MÉTODOS EN LA LOGOTERAPIA
Y EL
ANÁLISIS EXISTENCIAL PERSONAL"
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Método: Fortalecimiento de la voluntad
[desarrollado por A. Längle entre 1983-86, publ. in: Existenzanalyse 2000, 17, 1, 4-16]
Este método está indicado para todas las situaciones en que las personas si bien tienen el deseo de
hacer algo carecen de la fuerza necesaria para llevarlo a cabo. Esto implica que la persona está más
o menos decidida pero se siente insegura. Este método también puede ayudar para encontrar la
verdadera voluntad.
Como ya hemos visto, una vez que se encuentra el sentido viene la decisión. Ahora, con la
aplicación de este método, veremos cómo llevar a cabo la voluntad. Emmanuel Kant dijo: La razón
puede decidir fácilmente pero el arte está en dar a esta decisión el poder para llevarlo a cabo. Este
es el rasgo fundamental de la gente inteligente.
De esta manera Kant describe el mismo problema que aparece constantemente en Logoterapia. Hay
que considerar que existen personas que llegan a la terapia pero no están demasiado convencidas de
ella. Es decir, tratan de hacerla tentativamente: están decididas, sin embargo nunca comienzan. Por
ejemplo, mucha gente quiere dejar de fumar y dice: Yo deseo dejar de fumar, pero mañana. No
dicen hoy sino mañana, porque mañana implica nunca. Lo mismo ocurre con muchos pacientes
adictos al alcohol o a la comida ... o al chocolate.
Todos conocemos estas situaciones aun desde nuestras propia vida. Podemos preguntarnos a
nosotros mismos ¿En qué casos me parece que quiero hacer algo pero finalmente no lo hago?
¿Cuándo me doy cuenta que mi voluntad es muy débil? Esta es una pregunta muy interesante si
somos capaces de formularla a nosotros mismos. ¿Qué medios utilizo para tratar estas
situaciones? ¿Cómo me explico a mí mismo mi debilidad? ¿Cómo hago para sostener la dignidad
frente a mí mismo? ¿Por qué me hace sufrir y en este caso cómo puedo hacer para continuar? En
definitiva ¿Qué es exactamente lo que tengo que hacer?.
Incluso podemos preguntarnos ¿Soy una persona débil en mi voluntad? ¿Me siento desvalorizado
ante esto? Este es el primer escalón de una larga escalera. Dejamos de ser libres cuando dejamos de
ver otras posibilidades y alternativas. Nos convertimos en seres pasivos porque no nos damos
cuenta de cuál es nuestra forma distintiva de ser.
En su antropología del hombre, Viktor Frankl sostiene que todo ser humano puede cambiar y esto
implica que puede ser constantemente distinto de lo que es. Podemos afirmar que toda persona es
libre, pero el problema reside en cómo me doy cuenta de esa libertad. Teóricamente todos lo
sabemos, pero en la práctica, cuando estoy solo en casa, cuando me siento solo, ¿cómo puedo
darme cuenta de mi libertad? En el caso de alguien que quiere estar más flaco, ¿cómo puede hacer
para resistir la tentación de los chocolates?
Todo lo que se enseña en teoría tiene en la práctica una apariencia distinta. Es por esa razón que
necesitamos un método. Justamente en eso consiste este método, simplemente es eso: mientras lo
necesitamos lo usamos y cuando no lo necesitamos lo dejamos. Ningún método es una verdad, es
sólo un instrumento. Teniendo en cuenta esto me pregunto de qué manera podemos ayudar a la
gente - y a nosotros mismos - para ser libre, para ser capaz de llevar adelante la propia voluntad.
Luego, ser libre es hacer la propia voluntad. Ser libre, desde un punto de vista práctico, es, pues,
tener voluntad.
Sin embargo no resulta fácil saber qué es la voluntad. ¿La voluntad es semejante a los músculos y
a los huesos? ¿Es la voluntad que está aquí como una sustancia? ¿O es como el aire que está aquí
pero no podemos atraparlo? La voluntad no es una sustancia.
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Por otra parte ¿existe realmente lo que llamamos la fortaleza o la debilidad de la voluntad? Resulta
muy difícil contestar esta pregunta Muchas veces estamos tentados de llamar a alguien débil de
voluntad pero esta afirmación encierra una reflexión teórica muy difícil. Porque esta situación de la
personalidad yace en la dimensión psíquica. Si recordemos las tres dimensiones propuestas por
Viktor Frankl: somática, psíquica y noética, podemos ver que mientras la persona está en la
dimensión espiritual, la personalidad está en la dimensión psíquica. Entonces, para la Logoterapia
no es que existan personas con voluntad débil sino que la voluntad pertenece a la dimensión
espiritual y es una fuerza más o menos independiente de la dimensión psíquica. Aunque cabe
aclarar que la dimensión noética no es totalmente independiente de las dimensiones psíquica y
somática ya que no sólo están juntas sino que es la dimensión noética la que va a sostener y a
influir en las otras dos dimensiones..
En mi opinión Viktor Frankl fue demasiado lejos cuando dijo que existía un hiato entre la
dimensión noética y la psíquica. Claro que existe una diferencia, pero hacer esta diferencia tan
grande es una visión idealista.del hombre. Yo diría que la voluntad es en cada persona una
potencialidad libre noética. Precisamente el arte del logoterapeuta consiste en llegar a la voluntad
y moverla, hacer de la voluntad una fuerza motivadora y así movilizar la fuerza personal.
La persona está envuelta en una personalidad y esta, a su vez, en una historia de vida. La persona
sería como el núcleo o el centro de una planta que crece desde su base (incluye lo somático y lo
psíquico). Luego, es la persona quien tiene que ser entrenada para lograr ser y es aquí donde
resulta muy útil este método de Refuerzo de la Voluntad. Personalmente creo que es en este sentido
que se puede decir que hay personas más entrenadas en darse cuenta de su voluntad y personas
menos entrenadas en ello e incluso en encontrar su voluntad. Podemos afirmar, pues, que en cuanto
al entrenamiento de la voluntad, hay doctores y hay estudiantes
Desde este punto de vista, una persona débil de voluntad es, en realidad, alguien que aún no ha
podido encontrarla por no tener suficiente conciencia de su espiritualidad. Pensemos inclusive en
nosotros mismos cuando en una situación difícil no sabemos qué queremos hacer. Muchas veces el
hecho de tener un deseo ayuda, pero ¿es realmente ese deseo aquello que quiero hacer? Y por otra
parte ¿Cómo hacer para encontrar eso que realmente quiero? ¿Qué es lo que llamo "mi voluntad"?
Aunque conociera mi voluntad y qué es lo que estoy buscando me puedo preguntar ¿Qué me dice
esto? ¿Es esto lo que realmente yo quiero o es lo que los demás quieren?
Podemos apreciar que, a medida que avanzamos más profundamente en la libertad y en la voluntad,
el camino se vuelve más difícil, porque estamos cada vez más inseguros que al principio. También
es bueno aclarar que en muchos casos aquello que llamamos voluntad es un hábito, una manera de
pensar (típica de la familia o de la sociedad), es algo que aprendemos a hacer de una determinada
manera. Estamos en condiciones de afirmar que la verdadera voluntad es encontrar la
autenticidad.
He estudiado la diferencia entre la dimensión psíquica y la noética y sostengo que no hay hiato
aunque sí existe diferencia entre ambas. Considero que esta diferencia que oportunamente planteara
Viktor Frankl es real y muy original, pero pertenece a la Escolástica con origen en Platón y
Aristóteles. Además considero que esta diferencia no resulta práctica para la Logoterapia. Por
ejemplo, en el caso de una persona neurótica, aplicando esta idea del hiato existente entre lo
psíquico y lo espiritual, le digo que su ansiedad sólo pertenece a lo psíquico y no pertenece a lo
espiritual. De esa forma estoy marcando la idea de que existe una distancia entre ambas
dimensiones y así corro el riesgo de confundir al paciente. Ya que, por un lado le expreso que tiene
ansiedad que no depende de su decisión y por otro lado,. le digo que es potencialmente libre. En
realidad, un ser potencialmente libre, no puede estar apresado por la ansiedad.
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Evidentemente, decirle al paciente que es potencialmente libre lo ayuda muchísimo, pero no por
mucho tiempo. Porque, si bien es valioso evaluar que existe un espacio entre la ansiedad y él
mismo, al mismo tiempo implica poner una diferencia entre la voluntad y la dimensión espiritual;
siendo que en este caso lo más importante es saber cuál es la causa de esa ansiedad. Si mantengo
este espacio entre: su ansiedad y su yo, corro el riesgo de que la ansiedad se convierta en el
enemigo de su vida. Tengo que encontrar la manera para que el paciente no considere a la ansiedad
como su enemigo sino un amigo.
Este segundo método del Refuerzo de la Voluntad nos permite ver cómo tratar con situaciones en
las que se dejan de hacer cosas que se consideran importantes. Dijimos que muchas personas
vienen a terapia pero no han decidido realmente trabajar. A estos pacientes humorísticamente los
llamamos los osos de la terapia., porque dicen: por favor, lave mi piel pero no me moje.
Consideran que pagan para que se los trate y que a cambio de eso el terapeuta les debe devolver la
salud. En estos casos es muy importante aclarar su motivación. El primer paso es semejante a la
tarea de abonar la tierra para trabajar desde la base. Por eso el primer paso se llama trabajo de
base. Aquí la pregunta es ¿Por qué desea Ud. hacer terapia? ¿Cuál es la razón que lo trae aquí?
¿Cómo surgió en Ud.? ¿Cuál es la idea que tiene al venir aquí?
Cada paciente tiene su razón y ésta constituye la base sin la cual no podemos construir una
voluntad activa. Pero ¿qué puede mover la voluntad? Para este método es central comprender que
la voluntad intenciona, mira a un valor. No hay ninguna voluntad sin mirada de valor. Viktor
Frankl se preguntaba ¿cómo podemos hacer para mover la voluntad? y la respuesta era: con
sentido. Para mover la voluntad de un paciente hay que llegar al sentido. Frankl proponía a los
terapeutas que trataran de brindar un sentido, para luego dejar que la voluntad del paciente fuera
ella misma la que hiciera lo que quisiera hacer: que decidiera si quiere o no quiere ese sentido. Esta
idea encierra un gran respeto hacia el paciente, porque la idea de la voluntad de ser es la total
libertad de la persona humana. Sólo la voluntad es libre y no puede ser manipulada, al menos no
debería serlo. Si la voluntad es libre, debemos dejarla para que haga lo que quiera hacer.
Cuando estamos en la búsqueda de un sentido nos desplazamos hacia lo más profundo e interno de
la persona que decide. Frankl tenía un método fenomenológico cuando sostenía que lo importante
era que los pacientes atraparan el sentido, que tomaran conciencia del mismo. Pero ¿de qué manera
podemos ayudar a una persona para que obtenga una visión mayor de su voluntad?
Si partimos de que la voluntad es libre y no la forzamos (por respeto hacia el paciente) nuestro
trabajo es ofrecer una razón, un valor que sea reconocido como valioso, de tal manera que la
voluntad sea arrastrada por valor hacia la acción. Luego el valor está dado por la fuerza de la
voluntad y es justamente por eso que es movido. Este pequeño esquema puede ayudarnos:
valor
Voluntad = Libre .................. SENTIDO
razón
Volviendo a la pregunta ¿por qué desea Ud. hacer terapia? es muy común que algunos digan: creo
que es lo mejor para mí o espero que Ud. me ayude o me lo recomendó un amigo. Sin duda estas
razones constituyen una base muy débil y tenemos que lograr que la respuesta sea más concreta.
Entonces podemos preguntar ¿habló alguna vez con alguien acerca de algún problema suyo?
Resultaría muy importante llegar a una experiencia concreta del paciente porque implicaría bajar
desde la cabeza hacia los sentimientos. Permanecer en la teoría es bueno sólo para los libros pero
no para la vida. Porque la vida es la unión de lo psíquico y lo somático, al mismo tiempo, envuelto
en la experiencia que se ha vivido y experimentado, como así también las consecuencias hacia las
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que lo ha llevado. Aquí la habilidad del terapeuta es convertirlo en algo concreto para comenzar a
actuar. De lo contrario se perdería la base.
Por ejemplo, si un paciente dice: quiero dejar de beber, se le pregunta ¿por qué? y seguidamente
¿tiene una experiencia concreta en la que haya experimentado que es mejor no beber? Si la
persona no tiene ninguna experiencia tal vez sea demasiado temprano para comenzar con una
terapia y en ese caso se lo manifiesto. Entonces trato de confrontar con el paciente en una
dimensión paradójica para que él tenga que defenderse de mí tratando con esa parte interna que él
está negando. En algunos casos decidimos juntos que no es necesario comenzar la terapia.
Como logoterapeuta, para mí lo más importante es que la persona encuentre cuál es su voluntad,
que sea capaz de vivir conscientemente. En muchos casos he preguntado ¿por qué no continuar
fumando o bebiendo conscientemente? Considero que existe un peligro cuando desde la terapia
intentamos enseñar valores, ya que, si tomamos a la persona como un individuo, es la persona la
que tiene que decidir por sí misma. Incluso pueden existir distintos puntos de vista sobre la bebida
o el cigarrillo.
He trabajado en Psicología Social durante muchos años. Allí uno encuentra casos increíbles, se
encuentra con personas que no tienen dónde protegerse, que han perdido a su familia y sólo tienen
un litro de vino. Recuerdo el caso de un hombre de cincuenta y cinco años que vino a la guardia
psiquiátrica sólo para hablar un rato, para estar en contacto con alguien. Yo era muy joven y traté
de disuadirlo de que continuara bebiendo y él me dijo: Pequeño doctor, no trate de curarme, sé lo
que estoy haciendo. Tengo una experiencia de vida en la cual el alcohol pertenece a mi vida. Yo
sólo quiero hablar con Ud. como ser humano, hablar de mi vida, de la suya, por espacio de media
hora y después me iré... Le pregunté: ¿cree Ud. que es bueno para su salud seguir bebiendo? Y él
contestó: no, yo sé que no. Insistí: ¿entonces, por qué bebe? Él me respondió: porque para mí hay
cosas más importantes que la salud. A partir de allí comenzó a contarme su historia de vida y yo
comprendí que había encontrado a un hombre sabio y sentí mucho respeto hacia él. Este hombre
me dio mucho más que cualquiera de los otros pacientes que dejaron de beber y a quienes incluso
he olvidado. Él me enseñó que encontrar el sentido de la propia vida y saber ponerse de pie es más
importante que vivir más o menos años. En una oportunidad me dijo: yo viví mi vida con mis
diferentes roles y con mis penas, yo puede hacerlo. Aquellaa experiencia me hizo reflexionar y
concluí que la terapia es como una ventana a través de la cual miramos la realidad, pero que lo
importante allí es ver la experiencia de vida.
El objetivo de este primer paso es poner en claro la motivación, detectar la motivación positiva
que ha movido alguna experiencia. Al preguntar acerca de las ideas y las nociones, los terapeutas
podemos apreciar el grado de realismo que tienen esas motivaciones. Luego la actitud del
logoterapeuta consistirá, en primer término, en sentir de la misma forma que el paciente (empatía);
en segundo lugar, observar el grado de realismo para, en tercer lugar, tratar de entender esos
motivos. En caso de que algo no quede claro se vuelve a preguntar. Mi experiencia como
logoterapeuta me enseñó que es muy importante tratar de aceptar aquello que el paciente dice aún
cuando no sea importante para mi. En ese caso puede ser de mucha ayuda preguntar: ¿por qué cree
Ud. que es importante? Del mismo modo es conveniente aclarar todas las posibles contradicciones.
El objetivo final es que todas las motivaciones se hagan conscientes.
Una vez que tenemos en claro las motivaciones podemos avanzar hacia lo opuesto, porque
necesitamos fuerzas opuestas para tratar la voluntad. Esto es central para tratar el tema de la
voluntad, ya que no siempre se nos permite hacer consciente aquello que queremos y lo
reprimimos. Es por esta causa que tenemos que descubrir y confrontar. Si así no lo hiciéramos, si
no fuéramos capaces de buscar y encontrar esa parte oculta de la voluntad nos quedaríamos sin la
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base. El hecho de que exista un sentido positivo o una motivación positiva no son suficientes,
también tienen que volverse conscientes para que ganen fuerza.
En el segundo paso se toma conciencia de los problemas potenciales. Aquí la pregunta sería
¿cuál piensa Ud. que podría ser el problema que lo trae a la terapia? Generalmente los pacientes
no ven claro cuál es ese problema. En ese caso es importante que el psicoterapeuta brinde sus
experiencias y, a partir de su propia experiencia, le hable de los posibles problemas. Estos
comentarios son de mucha ayuda para el paciente porque le permiten ver no sólo dónde
posiblemente está el problema sino también de qué manera se experimenta.
El tiempo que probablemente requiera el tratamiento y el dinero para pagarlo son otros dos
problemas frecuentes que se plantean. Entonces es conveniente preguntar ¿En caso de que Ud. no
pudiera afrontar una terapia, cómo haría para continuar viviendo? ¿Cómo sería su vida? A partir
de estas respuestas podemos darnos cuenta de cuán importante es la terapia, si es valiosa o no lo es.
Pero si a la pregunta ¿qué haría Ud. si no fuera a atenderse conmigo? la respuesta fuera: buscaría
otro terapeuta, el paciente estaría revelando el grado de motivación, el grado de voluntad de querer
llevarla a cabo.
Justamente la meta del segundo paso es hablar de todos los contras; implica aclarar las condiciones
de la terapia, el tiempo, el dinero, el esfuerzo, los peligros y los problemas que pueden surgir (otras
terapias, remedios, etc.), inclusive no hacer nada. Cuanto más abierto y franco sea el terapeuta,
cuanto más se puedan aclarar estos asuntos es mejor para ganar la libre voluntad del paciente. Es
bien sabido en Psicología Social que una motivación está bien enraizada cuando se han discutido
todas estas cuestiones.
Por otra parte, considero de suma importancia que también el logoterapeuta sea capaz de
comprender que no siempre puede ayudar en todos los casos. Como terapeutas, somos
suficientemente libres para enviar a alguien potencialmente a su casa y también para preguntarnos
hasta qué punto no estamos nosotros atados al paciente y dependemos de él.
Volviendo al segundo paso de este método, notamos que al conocer los problemas se avanza paso a
paso hacia la voluntad. Esta tarea pone de manifiesto el trabajo, el esfuerzo y hasta el cansancio que
esto implica. Así, desde un punto de vista más realista, fundamentalmente se llega a una fuerza
cognitiva y emotiva. Esta es una fuerza que se opone a la motivación inicial. He ido observando
uno tras otro los obstáculos, he sabido enfrentarme a cada uno de ellos. Tengo que pensar si esta
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motivación es lo suficientemente valiosa todavía para llevarla a la acción. Por ejemplo, ¿Es valioso
pagar por esta terapia? ¿No habrá otra actividad que pueda hacer en su lugar?
Con esta última pregunta aparecen otros valores vivenciales que también tienen sentido. Por eso es
conveniente profundizar la motivación en este nivel. Por ejemplo, en el caso que se examine el
valor de continuar bebiendo se pregunta ¿Qué es lo que le agrada del alcohol? ¿Cuál es el placer
que Ud. encuentra? Normalmente estas preguntas confunden al paciente porque parte de la idea de
que está en la terapia porque beber es malo y quiere vencerlo. Además, descarta que el terapeuta le
pregunte sobre el valor inherente a la bebida.
Aquí llegamos a ver la importancia que tiene que los pacientes puedan expresar libremente cuáles
son los valores inherentes para ellos. Si bien esto constituye un peligro que puede hacer surgir otra
vez el consumo del alcohol o el cigarrillo o lo que fuere, es importante, porque el paciente siente
que lo estamos tomando en serio y estamos respetando su personalidad.
El hecho de dar lugar al paciente para reflexionar sobre sus buenas razones es importante no sólo
para que sienta que recibe respeto sino también para que él mismo pueda comprenderse y aceptarse
y de esa forma reducir la desvalorización. Además, que pueda decirle adiós a su comportamiento
anterior. Esto último ocurrirá sólo cuando pueda ver el valor de lo que está dejando.
Como resultado de todo esto la motivación resulta fortalecida y en algunos casos se llega incluso a
la revisión de las intenciones. La actitud del logoterapauta debe ser la de traer sus propias
experiencias para poder sostener a su paciente en la reflexión de esas buenas razones, por ej. sobre
el valores de beber. También el logoterapeuta debe ser capaz de sostener el tema hasta que el
paciente llegue a una posición clara, para que tenga cabal conciencia del valor que va a abandonar.
Por ejemplo, para una persona el chocolate es su antidepresivo. En tanto y en cuanto no encuentre
algo mejor, el chocolate la ayuda a mantener su interés en la vida, protegiéndola de la
desesperación: tal vez sea mejor tener unos kilos de más que sufrir constantemente de
desesperación. Ésta puede ser una conclusión como resultado de haber aplicado este método, a
partir del cual la persona termina aceptando las razones de su comportamiento que, a la larga, va a
ser un problema menor del que está tratando de protegerse.
Recapitulando lo dicho hasta ahora sabemos que, una vez que la motivación ha sido reforzada en el
primer paso, el paciente ya sabe qué desea hacer. Pero nosotros, como buenos logoterapautas, no le
hemos creído del todo, porque sabemos que existe una serie de obstáculos en el camino hacia la
voluntad. En el segundo paso se puede producir un debilitamiento de aquello que el paciente desea
cuando aparece todo lo contradictorio, por lo cual la persona debe ser inmunizada contra esto. Pero
una vez que logra una visión panorámica (por un lado sobre los valores positivos hacia los cuales
tender y por otro sobre los obstáculos) podemos continuar con el próximo paso, en tanto y en
cuanto él paciente se sienta lo suficientemente fuerte.
El tercer paso es el corazón del método e implica la profundización dentro de sí mismo para poder
encontrar los valores más genuinos, los más auténticos.
En este paso es conveniente recurrir a la experiencia del paciente, semejante a lo que se hizo en el
primer paso, preguntándole: ¿Recuerda Ud. si alguna vez habló con alguien de su problema?
Frecuentemente los pacientes recuerdan haberlo hecho. Entonces se procede a profundizar en
aquella experiencia dado que la meta en este paso es que el paciente logre aprender de su propia
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experiencia y que se sienta tocado, movilizado por aquella circunstancia que ha vivido para sacar
una enseñanza práctica.
Llegado a este punto conviene entonces preguntar ¿Cómo se sintió Ud. en aquel momento? ¿Qué
fue lo que lo ayudó? ¿Dónde estuvo lo valioso? Esto constituye un acercamiento fenomenológico,
dado que no hay ningún tipo de interpretación. Solamente consiste en tomar la experiencia,
observarla y aprender de ella. En realidad, cuando el paciente es interrogado en este punto, de
alguna manera es obligado a volver sobre sus propios pasos, reviviendo y volviéndose más
consciente de un valor. De esa forma este valor nuevamente vuelve.
Terapeuta: ¿Qué sintió Ud. en los pocos días en que dejó de beber?
Paciente: Estaba más despejado, más cerca de la realidad, más sincero y más auténtico. Fue un
gran sentimiento.
T: ¿Pero qué sintió en tal experiencia?
P: Lógicamente, fue una buena experiencia.
T: ¿Podría precisar qué siente ahora cuando recuerda esa experiencia? ¿Vuelve Ud. a sentir los
mismo?
P: Fue bueno para mis relaciones, le gustaba a mi novia, a mis padres y eso me hacía sentir bien.
Nuevamente sentí que tenía mayor autoestima.
Esta respuesta tomó de 15 a 20 minutos y es muy importante tomarse este tiempo. Porque los
sentimientos necesitan mucho tiempo si uno quiere realmente tratarlos. Para traer los sentimientos a
la terapia hay que hacerlo de manera muy lenta, de manera que el paciente pueda ir volcándolos
paso a paso. Este proceso es más lento que cualquier proceso cognitivo. También es muy
importante que el paciente comprenda que estamos haciendo algo diferente de los puramente
cognitivo y dejarle en claro que en ningún momento dudamos de su capacidad intelectual, sino que
necesitamos ese tiempo para aclarar los sentimientos. Así se pone de manifiesto la intención de este
tercer paso, que es, justamente, llevar algo hacia el interior, hacia lo más profundo de la persona.
Existen muchas investigaciones que prueban que, cuando contemplamos un cuadro, lo que en
realidad hacemos es volver a pintar el cuadro dentro de nosotros. Porque discernimos los elementos
más importantes y volvemos a ellos una y otra vez, muchas veces, al tiempo que vamos dejando de
lado aquellos elementos que consideramos de menor importancia. Este proceso de selección y
concentración en algunos elementos significa haber tomado la esencia del cuadro. Es como si
sintiéramos el cuadro. Esta es la única manera en que podemos disfrutarlo: tomamos los elementos
y dejamos que estos trabajen sobre nosotros.
Mi experiencia me dice que esta es la llave para acceder a la voluntad cuando está débil, cuando el
paciente no es capaz de ver lo que él mismo quiere, cuando no es capaz de darse cuenta realmente
dónde están los valores. Generalmente esto ocurre no porque no pueda hacerlo sino porque no se
toma el suficiente tiempo, porque va demasiado rápido por encima de los valores precipitándose en
la acción. Luego lleva a cabo acciones superficiales y después de muchas de estas acciones
superficiales, finalmente, pierde el sentido de su voluntad. Es por esta razón que este paso del
método ayuda a discernir aquello que es valioso, lo cual equivale a practicar una suerte de
meditación sobre los valores.
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De todo lo dicho se desprende la importancia de sondear en las experiencias pasadas porque ella
remiten a algún sentimiento. En el caso del bebedor, haber hablado con un amigo le había
producido alivio, comprensión. Resulta de mucha utilidad insistir en la profundidad del sentimiento
para ayudar al paciente a comprender en qué consistió lo valioso de esa experiencia. Asimismo, hay
que tener en cuenta que para algunas personas este sondeo en sus sentimientos puede producir
ansiedad.
Una vez detectado un buen sentimiento hay que procurar que se fortalezca y entonces preguntamos
¿Es ese sentimiento lo que Ud. estaba buscando? ¿Se siente realmente atrapado por él? Cuando el
paciente puede ver, en la soledad de en su casa, que aquello que había sentido vuelve a
conmoverlo, a provocar su deseo y una necesidad de sentirse atrapado nuevamente por él,
comienza a decirse: Esto es tan bueno para mi que es esto lo que yo deseo tener. De esa forma
empieza a surgir una fuerza auténtica, en realidad lo que sucede es que comienza a ver esta
experiencia dentro de sí mismo, de la misma manera que en el ejemplo del cuadro cuando
percibimos los elementos esenciales. Así, la fuerza comienza a surgir como si esa fuerza fuera
externa, cuando en realidad viene desde los más profundo del ser. Ésta es una experiencia muy
importante de la cual hablan muchos pacientes y sobre la cual alguien expresó: Yo siempre había
pensado que tenía que hacer un esfuerzo grande para ganar algo, pero ahora veo que es lo
opuesto. No es que yo tenga que pensar en la fuerza de la voluntad sino que la fuerza de la
voluntad viene por la atracción hacia aquello hacia lo cual tiendo. Lo único que tengo que hacer
es abrirme a mí mismo, renovar los valores vividos para volver a ver los elementos esenciales,
aquellos elementos importantes y dejar que ellos influyan en mí.
A partir de este testimonio podemos comprobar el cambio de actitud que implica un giro de ciento
ochenta grados. Es semejante a las enseñanzas de los budistas japoneses cuando sostienen que para
alcanzar el centro con una flecha uno no debe tratar de dar en el blanco sino que hay que dejar que
el blanco pueda atrapar la flecha. Parece una contradicción, sin embargo la propuesta es: cuando
nosotros queremos algo, cuando deseamos una meta en el momento crucial nos detenemos y nos
dejamos tomar porque es la voluntad la que se aparece ante nosotros. Tiendo hacia algo, pero al
final resulta que soy yo quien termina atrapado por lo otro. Lo que sucede es que tiendo cada vez
más profundamente casi sin darme cuenta.
Esta actitud es muy importante para el pensamiento analítico existencial para dejar que todo
confluya hacia un sentimiento donde lo que hacemos es abrirnos a aquello que está alrededor
nuestro y, al mismo tiempo, abrirnos dentro de nosotros mismos. Es este un tema esencial en Viktor
Frankl cuando se pregunta por el sentido de la vida. Lo mismo sucede con la voluntad: nosotros
queremos algo y, al final, detectamos que eso otro ya era nuestro mucho antes, que nos estaba
esperando pero, como estábamos cerrados, no lo podíamos ver. Luego, es imprescindible aprender
a ver con el corazón y no sólo con el pensamiento. Aprendemos a pensar en el colegio, pero ¿dónde
aprendemos a pensar con el corazón? Mi mayor anhelo es que los cursos de Logoterapia sean una
gran ayuda en este sentido.
Tengan en cuenta que al llegar al tercer paso, el paciente ya está prácticamente comprometido con
la meta. Este es el punto más sensual, en que acuden todos los sentidos: él debe poder palpar, oler,
saborear, escuchar y ver el valor. Todo esto implica un verdadero cambio cognitivo, que consiste
en saber que ya no tengo que traer o sacar una fuerza, sino que la fuerza está ocurriendo por sí
misma en mí. Sólo tengo que alcanzarla como valor. Esta certidumbre provoca una sensación de
calma, de relax, de paz interior. Constituye una auténtica sabiduría.
No duden en recurrir a las más variadas herramientas para poder ayudar a los pacientes a detectar
los valores: role playing del Psicodrama o Gestalt o incluso elementos de la naturaleza que
encierren algún valor simbólico. Lo importante es lograr que el paciente pueda entrar en contacto
con el valor que está contenido en aquella experiencia vivida en el pasado, recuperando todo lo que
había sentido y pueda sentir una vez más al evocarlo. Como es muy importante rescatar la
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motivación, en muchos casos es imprescindible que el paciente esté suficientemente tranquilo y
relajado. Muchas veces se puede hacer un tratamiento autógeno.
Una vez detectado el valor en el tercer paso, lo traemos hacia un sentido más amplio, procediendo a
abrir el horizonte de su vida. Ahora podemos preguntar: ¿Por qué fue valioso para Ud. concurrir a
la terapia? ¿Para qué está viviendo Ud. en estos últimos años? ¿Para qué quiere vivir en el
futuro? ¿Considera esto importante para el sentido de su vida? ¿Cómo se imagina dentro de cinco
años? ¿Para ese entonces seguirá siendo valiosa la decisión tomada hoy? ¿Esta decisión y este
esfuerzo de hoy están dentro de los lineamientos de su vida? Mirando hacia atrás ¿cuál fue la
frustración que sintió antes de incorporar este cambio de actitud?
Es importante tener en cuenta que si el tercer paso fue claro, el cuarto no será tan complicado. En
caso de no poder avanzar en este último sería conveniente repasar el anterior.
Nunca es suficiente pasar solamente una vez por cada uno de los casos. Por ejemplo, las fuerzas
contradictorias son muy poderosas. Nuestra experiencia nos dice que todo aquello que el paciente
vive en la situación terapéutica de manera tan clara se vuelve confuso en su casa. Sería ingenuo
creer que con una sola vez va a ser suficiente. Cuando el cielo está azul y el sol brilla nadie piensa
que oscurecerá y será de noche. Lo mismo sucede cuando el viento sopla, nadie se imagina la
fuerza del huracán. De tal modo que hay que construir una sólida vivienda para el paciente de
modo que cuando vuelva a casa continúe inmerso en la situación terapéutica.
El paciente tiene que ser consciente de posibles inconvenientes que pueden surgir. Por eso es
saludable brindarle imágenes para que comprenda bien su situación y que, al mismo tiempo,
puedan prevenirle de grandes decepciones. También cabría recalcarle que sería lógico que hubiera
decepciones, que esto es normal. Por otra parte, también nosotros, como logoterapeutas, debemos
estar preparados porque el tratamiento no siempre funciona desde el principio. Recuerden que
también nosotros somos seres humanos.
Oportunamente dijimos que los sentimientos llevan mucho tiempo. Es por esa razón que conviene
ir paso a paso, lentamente. También es muy probable que el paciente regrese frustrado y eso
implicará volver a los distintos pasos una y otra vez.
Parte de la prevención es también tener en cuenta pequeñas prácticas cotidianas como, por ejemplo,
en el caso del bebedor, que nadie beba alcohol en la casa, que no se guarden botellas, que no haya
alcohol escondido. En el caso de que no vuelva a la terapia hacerle tomar conciencia de que de
todos modos deberá pagar la visita. En todos los casos hay que mostrar que existe la inseguridad.
Además hay que hablar del error cognitivo que consiste en creer que sólo saber es suficiente para
hacer. También es muy útil recalcar la importancia de las pequeñas decisiones, por ejemplo, decir
hoy no beberé. Es más fácil mantener esta decisión cada día en lugar de decir nunca más beberé.
En resumidas cuentas hay que hablar de la realidad.
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En la profilaxis también es muy importante el trabajo sistemático que implica ver a la familia y a
otras relaciones del paciente y detenerse en la manera en que influyen estas personas en su vida.
En el primer paso se trata de focalizar una situación concreta. En el segundo paso se pretende
avanzar hacia la posición interior. Finalmente, en el tercer paso, se trata de hallar la verdadera
motivación que permita hallar el valor que mueve para hacer algo. Este último paso coincide con el
método de derreflexión del Dr. Viktor Frankl. Veamos detenidamente cada paso.
En el primer paso se pregunta ¿Cuál es la situación concreta en la cual Ud. ha sentido que los
demás son más importantes? ¿Es verdaderamente real? En el segundo paso la pregunta es ¿Puedes
soportar hacer las cosas de manera errónea? Y en el tercer paso directamente se pregunta ¿Cuál
es tu intención? Aparecen formas sintomáticas de pensamientos negativos que éstos tienen una
profunda raíz en la biografía del paciente, relacionados con su padre, su madre, sus abuelos. Pero
nosotros no disponemos de tanto tiempo para analizar toda la biografía. Resulta más provechoso
centrarse en las actitudes y en situaciones concretas. En el caso de que alguien tenga una visión
errada de sí mismo este método lo ayuda mucho para la clarificación, para tomar posición. Es un
método muy útil no sólo cuando no hay claridad sino también con personas con gran pasividad.
Análisis de un caso
Una señora vino a la consulta porque sufría de asma psíquica desde hacía veinte años. Había sido
tratada con cortisona y padecía de cierto nivel de ansiedad. Un amigo le había recomendado hacer
psicoterapia. Estaba casada y tenía dos hijos, uno de diecinueve años y otro de diecisiete.
Comenzamos tratando las ansiedades y todo lo que se relacionaba con el asma. Transcurridas doce
horas de terapia (lo cual resultó después ser la mitad de su tratamiento), su esposo le propuso
realizar un viaje como regalo de aniversario. El hijo de diecinueve años vivía la mayor parte del
tiempo fuera de la casa y el de diecisiete aún concurría al colegio. Como la fecha del viaje coincidía
con el período lectivo, la paciente comenzó con sus ansiedades.
Ella era la madre perfecta, sus hijos eran lo que más amaba en su vida. Era una excelente cocinera y
todo lo hacía por y para ellos. Si bien tenía una buena relación con su marido y quería hacer el
viaje, ésta sería la primera vez que iba a dejarlos solos. En realidad, el mayor no constituía ningún
problema pero el menor se iba a quedar solo en la casa.
Ella comenzó a hablar de este asunto porque esta situación de dejar a su hijo la ponía muy mal. Si
bien la propuesta de su esposo ya tenía dos meses y ella la había aceptado de buen grado, a medida
que se acercaba la fecha no podía dormir, se sentía deprimida y muy ansiosa. Tampoco podía
posponer el viaje.
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La razón de su depresión era tener que dejar a su hijo de diecisiete años. Ella se repetía que había
cometido un error porque consideraba que debía estar siempre cerca de sus hijos y que aceptar ir de
viaje implicaba romper la amistad que tenía con sus niños (usaba la palabra niños pero,
evidentemente, ya no lo eran).
Además pensaba que sus hijos podrían llegar a necesitarla en el caso de que ocurriera algo grave
durante su ausencia, sobre todo el menor. Esto no sólo la deprimía sino que además no le permitía
sentirse libre. Sabía que no iba a poder disfrutar del viaje.
Entonces comenzamos con el primer paso del método: focalizar la situación. Le dije: Observa a
tu hijo. Tiene diecisiete años. ¿Crees realmente que necesita tu ayuda? ¿Es discapacitado? ¿Qué
clase de ayuda necesita ahora que vas a estar fuera de casa?
Estas preguntas son muy esclarecedoras porque ayudan a salir de la vaguedad de los sentimientos,
para poder clarificar y realmente ver qué clase de sentimientos están actuando. Esto es fundamental
para lograr efectos concretos. Volví a preguntar: ¿Qué es lo que necesita tu hijo para que puedas
hacer con libertad tu viaje? ¿Tu hijo sabe cocinar, lavar su ropa, etc?
Ella contestó que su hijo menor sabía hacer todas esas cosas y además contaba con todos los
elementos en la casa. Sin embargo nuevamente surgía la ansiedad. ¿Si se declarase un incendio?
¿Si se enfermara?
Le respondí que seguramente su hijo podría usar el teléfono. Pero para esta señora cualquier
posible situación era una amenaza de muerte. Además, recordemos que ella había vivido para sus
hijos. Apenas había podido aceptar que el mayor se hubiera ido y por esa razón retenía aún más al
menor para poder conservar aquello que había dado sentido a su vida: ser madre. El menor de sus
hijos constituía el sentido de su vida.
Procedí a preguntarle ¿En caso de accidente tu hijo sabe qué tiene que hacer? ¿Tiene a mano los
números telefónicos de la policía, de los bomberos, del médico? ¿Tiene vecinos o amigos que
podrían ayudarlo llegado el caso? De todas estas probables situaciones la más perturbadora para la
paciente fue la del incendio. Entonces le pregunté ¿En caso de incendio crees que tu hijo será
capaz de llamar? Ella se rió y se dio cuenta de que mi pregunta le dejaba en claro que su ansiedad
no tenía nada que ver con la realidad y también comprendió que trataba a su hijo como a un niño.
Le insistí: ¿Entonces estás segura de que tu hijo está capacitado para estar diez días solo en la
casa? Decidimos que ella se lo preguntaría a su hijo.
Al cabo de unos días la señora comentó que había hablado con su hijo y que éste le había
manifestado que a él lo haría feliz que sus padres fueran de viaje para festejar su aniversario y, al
mismo tiempo, se sentiría muy orgulloso de llevar adelante la casa. Evidentemente el joven era
capaz pero su madre no se lo permitía. Ella no tenía razones reales para quedarse en su casa. Al
finalizar con el primer paso comprendió que el problema era suyo y no de su hijo. También se dio
cuenta de que ya era hora de que el joven comenzara a moverse por sí mismo.
En el segundo paso: avanzar hacia la posición interior retomé algo que ella había expresado
oportunamente acerca de que el viaje podría significar como un divorcio, romper la amistad con
sus hijos. Pregunté: ¿Realmente se compara con un divorcio? ¿Realmente necesitas tenerlos cerca
para tener la certeza de que existe amistad entre ustedes? Nos detuvimos en esta actitud de
amistad, ser como una amiga para sus hijos. Le dije ¿Esta relación de amistad es más parecida a la
de una novia o a la de una madre? ¿Cómo te imaginas que se comportaría una novia de diecisiete
años con un joven y cómo lo haría una madre con un hijo de diecisiete años?
A partir de aquí se hizo claro para la señora que ella era todo para sus hijos porque ella quería
cubrir todos los aspectos relacionales para él. Eres como la gallina con sus pollitos, le dije. ¿Pero
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realmente quién necesita a quién? ¿Tú a él o él a ti? Ahora veamos ¿lo necesitas todo el tiempo o
dos veces por semana? ¿Ya no lo necesitas más? ¿Crees que podrías dejar de ser la gallina con los
pollitos por diez días?
Frente a esta preguntas ella tuvo en claro que había ido demasiado lejos, que estaba
sobreprotegiendo a su hijo menor. Como se trataba de una persona muy inteligente, ahora pudo
comprender que en realidad se debía enfrentar con sus propias necesidades: dejar de ser todo para
sus hijos. Se estaba confrontando a sí misma.
Una vez clarificada la relación con su hijo avanzamos hacia el tercer paso: hallar la verdadera
motivación y el verdadero valor. Ella estaba dejando de lado una forma antigua de ser madre.
Surgió, pues, un vacío. Se hizo necesario llenarlo, porque de otro modo existía el riesgo de que la
señora sufriera y decidiera no hacer el viaje que había planeado. Por esa razón decidí preguntarle:
¿Qué esperas de este viaje? ¿Por qué y para qué lo consideras importante?
A partir de aquí surgieron muchas reflexiones. Efectivamente, el viaje era importante para la
relación con su esposo porque ambos habían estado siempre muy absorbidos por sus hijos. Como
su esposo se había dado cuenta de que ella debía cambiar la forma de relacionarse con sus hijos,
consideraba que el viaje era una oportunidad. Sugerí a la señora: ¿Puedes decirme entonces cuál es
tu intención al hacer el viaje? ¿Para separarte de tus hijos? ¿Para mejorar la relación con tu
marido? Estas preguntas le dieron mucha seguridad. Llevó a cabo su viaje. Regresó feliz y su hijo
menor también estaba feliz.
En este caso que acabamos de analizar el punto crucial estaba en el primer paso, cuando la paciente
tuvo que confrontar la idea de un accidente. De esta forma expresó su ansiedad: ¿Qué pasaría si
ocurre un incendio mientras mi hijo está durmiendo? Seguramente moriría ahogado por el humo y
se quemaría toda la casa. Le respondí: Esa posibilidad también podía suceder aunque ella no
estuviera de viaje, incluso estando en la casa. En realidad, en la vida no hay ninguna seguridad.
Cada día tu hijo puede morir como cualquiera de nosotros. Esa es la realidad humana. Tienes que
aceptar esta condición. Ella lloró en ese momento porque estaba tomando conciencia de la realidad
tal como era. La realidad es amenazadora y tenemos que aprender a convivir con ella. Este punto
crucial fue el que le permitió percibir que su hijo era un ser humano separado de ella, que era
distinto e incluso aceptar el riesgo que implicaba el hecho de que su hijo fuera mortal. Esto
constituyó el primer escalón para dejar que su hijo fuera libre.
El gran miedo que ella tenía no sólo era tolerar que su hijo se pudiera morir sino que debía convivir
con esa realidad. Todos vivimos con ese riesgo porque somos mortales. Por supuesto que esto
implica un shock psíquico que todos conocemos pero que del cual es muy difícil tomar conciencia.
Lo único que podemos hacer es llorar y continuar amando. No podemos cambiar esta realidad ni
evitarla. Los accidentes existen y nosotros no somos omnipotentes.
Para el paso 2: avanzar hacia la posición interior ¿Podrías soportar que sucediera aquello que
no deseas? ¿Podrías soportar una consecuencia negativa?
Para el paso 3: hallar la verdadera motivación y el verdadero valor (se habla del valor que
inspira una acción) ¿Cuál es tu intención? ¿Por qué quieres hacer algo? ¿Qué valor tiene? ¿Por
qué es importante para tí aquello que estás haciendo? También se puede preguntar por lo
contrario: ¿por qué no lo dejas pasar?
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Este método puede ser aplicado en la casa, en la escuela y también da muy buenos resultados en
enfermos depresivos. En líneas generales el último paso coincide con el método de la derreflexión
del Dr. Frankl. Pero mi experiencia profesional me indica que no es recomendable utilizar este
método en personas demasiado perturbadas.
En cambio, los resultados son exitosos en personas con un grado medio de neurosis. Además, es
conveniente tener en cuenta que para poder efectuar el tercer paso es imprescindible que el primero
y el segundo se hayan resuelto correctamente. Estos últimos constituyen como un dique para frenar
el agua que inunda y, de esa forma, poder fijar un terreno firme para instalar el valor. Sólo así está
el camino libre para la derreflexión. De esta forma llegamos al punto en que la persona está libre
para vivir aquello que considera valioso, para encontrar el sentido de una situación.
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