03.06 Epistolasi

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EPÍSTOLAS I

GÁLATAS y EFESIOS
Epístolas I -11-00.doc
Introducción

Descripción del curso: Una exposición versículo a versículo de :


Gálatas, Efesios.

El comentario, a menos que se indique otra cosa, es tomado directamente de


“Be Series Commentary” de Warren Wiersbe y utilizado con permiso.

(POSB) indica que el comentario que prosigue ha sido tomado de The


Preacher’s Outline Sermon Bible distribuído por NavPress, y utilizado con
permiso del “Leadership Ministries Worldwide” (Liderazgo Mundial de
Ministerios).

(RevC) indica un comentario adicional añadido por el Rev. Dick


Christensen que editó este material de notas de clases hechas por
estudiantes en un centro de entrenamiento cristiano.

I. EPÍSTOLAS DEL NUEVO TESTAMENTO

A. Epístolas de Prisión – Pablo escribió las cartas mientras se


encontraba en prisión
1. Efesios
2. Filipenses
1. Colosenses
2. Filemón

B. Epístolas Generales – Cartas escritas a la población en general


de la iglesia

1
1. Santiago
2. 1 Pedro
3. 2 Pedro
4. 1, 2, 3 Juan
5. Judas

C. Epístolas Pastorales – Cartas escritas y dirigidas al liderazgo de


la iglesia.
1. 1 Timoteo
2. 2 Timoteo
3. Tito

D. Epístolas a Iglesias
1. Romanos
2. 1 Tesalonicenses
3. 2 Tesalonicenses
4. Gálatas
5. 1 y 2 de Corintios

2
GÁLATAS
I. Visión general del libro de los Gálatas

A. Autor: Pablo
B. Fecha en que fue escrito: Entre 55 - 56 DC
C. Dirigido a:
Iglesias en la región sureña de Galacia fundada en el primer viaje
misionero de Pablo.
D. Propósito:
Refutar a los judaizantes (los que enseñaban que los creyentes
gentiles debían de obedecer la ley judía para que puedan ser salvos),
y llamar a los cristianos a la fe y libertad en Cristo.

E. Versículo clave: 5:1


Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no
estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.

F. Nota:
Esta fue la única carta escrita a la gente de Galacia.

A menos que se indique de otra manera las notas para este libro son de “Be
Series Collection” de Warren Wiersbe en CD rom.

II. Capítulo 1 – Aplicación personal – Gracia en el evangelio

El evangelio de la salvación a través de la fe en Cristo es el mensaje más


importante en el mundo.
Este mensaje había cambiado la vida de Pablo y, a través de él, las vidas
de otros. Pero ahora este mensaje estaba siendo atacado, y Pablo sale en
defensa de la verdad del evangelio. Algunos falsos maestros habían invadido

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las iglesias de Galacia—iglesias que Pablo había fundado—y estaban
enseñando un mensaje diferente del que había enseñado Pablo.
En cuanto comienzas a leer la carta de Pablo a los cristianos de Galacia,
puedes decir inmediatamente que algo está radicalmente mal, ya que no
inicia su carta con su usual alabanza a Dios y oración por los santos. ¡Él no
tiene tiempo! Pablo está a punto de librar una batalla por la verdad del
evangelio y la libertad de la vida cristiana. Falsos maestros están
diseminando un falso “evangelio” que es una mezcla de Ley y Gracia, y
Pablo no se va a quedar a un lado sin hacer nada.
¿Cómo se acerca Pablo a los gálatas en su intento de enseñarles la verdad
del Evangelio? En estos versículos de apertura, el apóstol da tres pasos
definidos a lo que se prepara para luchar esta batalla.
A. Malas noticias acerca del Evangelio
1. Tres pasos de cómo librar la batalla.

a. 1:1-5 Pablo, apóstol (no de hombres ni por


hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre
que lo resucitó de los muertos), 2 y todos los
hermanos que están conmigo, a las iglesias de
Galacia: 3 Gracia y paz sean a vosotros, de Dios
el Padre y de nuestro Señor Jesucristo, 4 el cual
se dio a sí mismo por nuestros pecados para
librarnos del presente siglo malo, conforme a la
voluntad de nuestro Dios y Padre, 5 a quien sea la
gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Pablo expone su autoridad.


Siempre tienes que saber la autoridad bajo la cual operas, y
siempre sé una persona que está bajo autoridad.

“Pablo, un apóstol.” En los primeros días de la iglesia, Dios llamó a


hombres especiales para hacer tareas especiales. Entre ellos estaban los
apóstoles. La palabra significa “uno que es enviado con una comisión.”
Cuando se encontraba ministrando en la tierra, Jesús tuvo muchos discípulos

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(“aprendices”), y de estos Él seleccionó 12 Apóstoles (Marcos 3:13-19).
Más tarde, uno de los requisitos para ser apóstol era el haber sido testigos de
la Resurrección (Hechos 1:21-22; 2:32; 3:15). De acuerdo, Pablo mismo no
había sido discípulo ni apóstol durante el ministerio terrenal de Cristo, pero
había visto al Señor resucitado y había sido comisionado por Él (Hechos
9:1-18; 1 Cor. 9:1).
La milagrosa conversión de Pablo y llamado al apostolado causó algunos
problemas. Desde el mismo comienzo, estuvo apartado de los apóstoles
originales. Sus enemigos decían que no era un verdadero apóstol por esta
razón. Pablo es cuidadoso en señalar que había sido hecho un apóstol por
Jesucristo de la misma manera como habían sido los doce originales. Su
apostolado no era por selección ni aprobación humana, sino por elección
divina. Por lo tanto, él tenía la autoridad de tratar con los problemas en la
iglesia de los gálatas.
Pero en su ministerio, Pablo tenía una segunda base para la autoridad:
había fundado las iglesias en Galacia. No les estaba escribiendo como un
extraño, ¡sino como uno que les había llevado el mensaje de vida en el
comienzo! Esta carta revela el afecto de Pablo por esos creyentes (véase Gál.
4:12-19). Desafortunadamente, este afecto no le estaba siendo devuelto a él.

“Libertad en Cristo” es el tema dominante en Gálatas. (Revisa la


palabra esclavitud en 2:4; 4:3, 9, 24-25; 5:1.) Los judaizantes querían llevar
a los cristianos fuera de la libertad de la gracia a la esclavitud de la ley.
Pablo sabía que la esclavitud no era parte del mensaje del evangelio, porque
Cristo había muerto para hacer libres a los hombres. El ministerio y mensaje
de Pablo eran fuente de la autoridad espiritual.

b. 1:6-7 Estoy maravillado de que tan pronto os


hayáis alejado del que os llamó por la gracia de
Cristo, para seguir un evangelio diferente: 1:7
No que haya otro; sino que hay algunos que os
perturban y quieren pervertir el evangelio de
Cristo.

Pablo expresa su ansiedad:

“Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado!” esta es la


primera razón para la ansiedad de Pablo: los gálatas estaban abandonando la

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gracia de Dios. (el verbo indica que estaban en el proceso de abandono y no
lo habían hecho completamente.)
Dios los había llamado en Su gracia, y los había salvado de sus pecados.
Ahora se estaban trasladando de su gracia nuevamente hacia la ley. ¡Están
abandonando la libertad por el legalismo! Se habían atontado con la religión
de los judaizantes, tal como los niños pequeños van detrás de un extraño
porque estos les ofrecen caramelos.
“La gracia de Dios” es otro tema básico en esta carta (Gál. 1:3, 6, 15;
2:9, 21; 5:4; 6:18). La gracia es simplemente el favor de Dios hacia los
pecadores inmerecidos. Las palabras “gracia” y “don” van juntos, porque la
salvación es el don de Dios a través de Su gracia (Efesios 2:8-10). ¡Los
creyentes gálatas no estaban simplemente “cambiando iglesias” sino que
estaban abandonando realmente la misma gracia de Dios! Para hacer las
cosas peor, estaban abandonando al mismo Dios de la gracia! Dios los había
llamado y salvado; ahora lo estaban abandonando por líderes humanos que
los iban a llevar a esclavitud.
Pero ellos eran culpables de otros pecados que le dio a Pablo una gran
ansiedad: estaban pervirtiendo el evangelio de Cristo. Los judaizantes
decían estar predicando “el Evangelio,” pero no pueden haber dos
evangelios, uno centrado en obras y el otro centrado en la gracia. “Ellos no
están predicando otro evangelio,” escribe Pablo, “sino un mensaje diferente
—uno tan diferente del verdadero evangelio que no es un evangelio del
todo.” Los judaizantes dirían, “Creemos en Jesucristo—pero tenemos algo
maravilloso que agregar a lo que ya ustedes saben.” ¡Como si cualquier
hombre podría “agregar” algo mejor a la gracia de Dios!
La palabra traducida como “pervertir” en Gálatas 1:7 es utilizada solo
tres veces en el Nuevo Testamento (Hechos 2:20; Gál. 1:7; Santiago 4:9).
Significa “dar una vuelta completa, cambiar a un carácter opuesto.” La
palabra podría ser traducida como “dar reversa.” En otras palabras, los
judaizantes habían dado marcha atrás en el evangelio—¡le habían dado
vuelta y lo habían llevado nuevamente a la ley! Para ellos, la Ley y el
Evangelio iban de la mano. Su mensaje fue: “A menos que sean
circuncidados a la manera [Ley] de Moisés, no podéis ser salvos”
(Hechos 15:1).
Qué estaba haciendo este “abandono y perversión” a los cristianos
gálatas? Los estaba perturbando (Gál. 1:7). Este verbo “perturbar” lleva la
idea de perplejidad, confusión, y no descanso. No hay que maravillarse de
que Pablo estaba ansioso por sus convertidos: La Gracia siempre lleva a la

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paz (véase Gál. 1:3), pero los creyentes habían abandonado la Gracia y por
lo tanto no tenían paz en sus corazones.
Estaban dejando de depender en los recursos de Dios y dependiendo en
sus propios recursos. Habían comenzado sus vidas cristianas en el Espíritu,
pero ahora iban a intentar continuar en el poder de la carne (Gál. 3:3).

c. 1:8-10 Mas si aún nosotros, o un ángel del cielo,


os anunciare otro evangelio diferente del que os
hemos anunciado, sea anatema. l 1:9 Como antes
hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno
os predica diferente evangelio del que habéis
recibido, sea anatema. 1:10 Pues, ¿busco ahora
el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de
agradar a los hombres? Pues si todavía agradara
a los hombres, no sería siervo de Cristo.

Pablo deja al descubierto sus adversarios:

Los judaizantes estaban identificados por el falso evangelio que


predicaban. Cristo había encomendado el evangelio a Pablo (1 Cor. 15:1-8),
y él, a su vez, había encomendado el mismo a otros siervos fieles (1 Tim.
1:11; 6:20; 2 Tim. 1:13; 2:2). Pero los judaizantes habían surgido y puesto
su falso evangelio en vez del verdadero Evangelio, y por este pecado,
Pablo dice que son anatema. La palabra que el usa en anatema, significa
“dedicado para la destrucción.” (Lee Hechos 23:14 para una vigorosa
ilustración del significado de esta palabra.) sin importar quien sea el
predicador—un ángel del cielo o incluso Pablo mismo—si éste predica
algún otro evangelio diferente, ¡sea anatema!
Pero hay una segunda característica de los adversarios de Pablo: los
falsos motivos que ellos practicaban. Sus enemigos acusaban a Pablo de ser
un compromisario y “de ajustar” el Evangelio para que quepan los gentiles.
Ellos decían, “Cuando Pablo está con los judíos, el vive como un judío; pero
cuando está con los gentiles, el vive como un gentil. El es complaciente con
las personas, ¡y por lo tanto no se puede confiar en él!” En realidad, era el
falso maestro que era complaciente con las personas. “Estos hombres te
están prestando especial atención, pero no de manera sincera,” escribió
Pablo (Gál. 4:17).

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2. Ahora que Pablo se ha encontrado con sus adversarios en
batalla, ¿cómo iba a hacer para doblegar a sus enemigos?

Hemos notado tres pasos que Pablo tomó para encontrarse con estos
falsos maestros en batalla: él expuso su autoridad, expreso su ansiedad, y
puso a sus adversarios al descubierto. ¿Qué metodología usará para
convencer a los creyentes gálatas que todo lo que necesitan es fe en la gracia
de Dios? Una rápida revisión de toda la carta muestra que Pablo es un
maestro defensor del Evangelio. Nota las tres metodologías que Pablo usa.
Su primera metodología es personal (Gál. 1-2). Revisa su propia
experiencia personal con Jesucristo y el mensaje del evangelio. El señala que
había recibido el evangelio de manera independiente, del Señor y no de los
12 apóstoles (Gál. 1:11-24), pero ellos habían aprobado su mensaje y su
ministerio (Gál. 2:1-10). Además, Pablo incluso había defendido el
Evangelio cuando Pedro, el apóstol principal, había comprometido su
primera postura (Gál. 2:11-21). La sección autobiográfica de la carta prueba
que Pablo no era un “falso apóstol,” sino que su mensaje y ministerio eran
verdaderos para la fe.
Los capítulos 3 y 4 de Gálatas son doctrinales, y en ellos Pablo
presenta muchos argumentos para establecer que los pecadores son salvos
por fe y por gracia, no por obras ni la ley. Primero él apela a sus propias
experiencias (Gál. 3:1-5). Luego el regresa a la ley del Antiguo Testamento
en Gálatas 3:6-14 para mostrar que incluso Abraham y los profetas
entendían que la salvación es pro gracia a través de la fe. Habiendo
mencionado la ley, Pablo ahora expone porqué la ley fue dada originalmente
(Gál. 3:15-4:18). Luego él usa la historia de Sara y Agar para ilustrar la
relación entre la ley y la gracia (Gál. 4:19-31).
Los dos capítulos finales de la carta son prácticos en énfasis, ya que
Pablo se vuelve de los argumentos a la aplicación. Pablo expone la relación
entre la gracia de Dios y el vivir práctico del cristiano. El muestra que el
vivir por gracia significa libertad, no esclavitud (Gál. 5:1-12); dependiendo
en el Espíritu, no en la carne (Gál. 5:13-26); viviendo para otros, no para sí
mismo (Gál. 6:1-10); y viviendo para la Gloria de Dios, no para la
aprobación del hombre (Gál. 6:11-18). O es bien una serie de acciones o la
otra—ley o gracia—pero no pueden ser ambas.
B. La gracia demostrada en la vida de Pablo (Nacido libre)

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1. Pablo el “no conformista”. Los enemigos de Pablo
apuntan a su no conformidad como prueba de que su
mensaje y ministerio no eran realmente de Dios. “Él dice
que es un apóstol,” ellos argumentaban, “pero él no se
mantiene en la tradición apostólica.” Es esta mala
representación que Pablo responde en esta sección de
Gálatas. Su no conformidad era divinamente deliberada.
Dios había escogido revelarse a sí mismo en una manera
diferente a Pablo.

2. 1:11-12 Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio


anunciado por mí no es según hombre. 1:12 pues yo ni
lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino pro
revelación de Jesucristo.

Pablo manifiesta su tema: su mensaje y ministerio son de origen


divino. El no se inventó el Evangelio, ni lo recibió de hombres;
sino que recibió el Evangelio de Jesucristo. Tanto su mensaje
como su ministerio apostólico fueron de origen divino. Por lo
tanto, cualquiera que añadiera algo al evangelio de Pablo estaba
en peligro de juicio divino, porque ese evangelio fue dado por
Jesucristo desde el cielo (1 Cor. 15:1-11).

La mejor manera para que Pablo pruebe su punto es recordar su


pasado y recordar que los cristianos gálatas la manera en que
Dios había tratado con él. Pablo manifiesta que su vida pasada
ya era conocida para sus lectores (Gál 1:13), pero era obvios
que no entendían completamente qué es lo que significaban
aquellas experiencias. Así, Pablo da tres cuadros de su pasado
como evidencia que su apostolado y su Evangelio eran
verdaderamente de Dios.

3. Tres evidencias de que Pablo había sido electo.

a. Era el perseguidor y se convirtió en el predicador.


1:13-14 Porque ya habéis oído acerca de mi
conducta en otro tiempo en el judaísmo, que

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perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la
asolaba. 1:14 Y en el judaísmo aventajaba a
muchos de mis contemporáneos en mi nación,
siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis
padres.

Pablo comienza con su conducta pasada como un rabino judío


inconverso. (Para un vívido relato de estos años narrado de los propios
labios de Pablo, lee Hechos 22 y 26, también en Hechos 9.) En este vistazo
histórico, Pablo señala su relación con la iglesia (Gál. 1:13) y con la religión
de los judíos (Gál. 1:14). El estaba persiguiendo la iglesia y sacando
provecho y progresando en la religión judía. Todo estaba “siguiendo su
curso” y fue rápidamente reconocido como un líder espiritual en Israel.
Es interesante notar las palabras que se utilizan para describir las
actividades de Pablo cuando fue “Saulo de Tarso” persiguiendo la iglesia. Él
“consintió” en el asesinato de Esteban (véase Hechos 8:1), y luego procedió
a “asolar la iglesia” (lee Hechos 8:3) al separar familias y poniendo a los
creyentes en prisión. La misma atmósfera que respiraba era “amenazas y
muerte” (Hechos 9:1). Así que decidido a destruir la iglesia fue Pablo que
mocionó para asesinar a los creyentes (Hechos 22:4-5; 26:9-11). El
menciona estos hechos en sus cartas (1 Cor. 15:9; Fil. 3:6; 1 Tim. 1:13),
maravillándose de que Dios pudo salvar a un pecador como él.
Pablo realmente pensaba que Jesús era un impostor y que Su mensaje de
salvación era una mentira. Él estaba seguro de que Dios había hablado a
través de Moisés, pero, ¿como podía estar seguro de que Dios había hablado
a través de Jesús de Nazaret? Cimentado en la tradición judía, el joven Saulo
de Tarso defendía su fe. Su reputación como un perseguidor celoso de “la
secta de los Nazarenos” se hizo ampliamente conocida (lee Hechos 9:13-14).
Todos sabían que este brillante estudiante de el rabino Gamaliel (Hechos
22:3) se dirigía perfectamente a ser un líder influyente en la fe judía. Su vida
religiosa personal, su escuela (Hechos 26:24), y su celo al oponerse a las
distintas religiones extranjeras, todo combinado para hacer de él el joven
rabino más respetado de sus días.
Luego algo pasó: Saulo de Tarso, el perseguidor de la iglesia, se convirtió en
el apóstol Pablo, el predicador del Evangelio. Este cambio no fue gradual;
esto sucedió de repente y sin previo aviso (Hechos 9:1-9). Saulo estaba
camino a Damasco para perseguir a los cristianos; unos cuantos días después
estaba en Damasco predicando a los judíos que el cristianismo estaba
correcto.

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b. Era el creyente porque había sido escogido.
1:15 Pero cuando agradó a Dios, que me apartó
desde el vientre de mi madre, y me llamó por su
gracia,

la experiencia de Pablo nos recuerda al joven Jeremías (Jer. 1:4-10) y


también a Juan el bautista (Lucas 1:5-17). La salvación es por la gracia de
Dios, no de los esfuerzos o el carácter del hombre. Gracia y llamado (Gál.
1:15b) van de la mano, porque cualquiera que Dios escoge en Su gracia Él lo
llama a través de Su Palabra (1 Tesalonicenses. 1:4-5).

c. Como el predicador, especialmente a los gentiles.


1:16 revelar a su Hijo en mí, para que yo le
predicase entre los gentiles, no consulté enseguida
con carne y sangre,

Dios reveló a Cristo a Pablo, en Pablo, y a través de Pablo. La “religión


de los judíos” (Gál. 1:14) había sido una experiencia de rituales y prácticas
externas; pero la fe en Cristo trajo una experiencia interna de realidad con
el Señor. Esta “experiencia interior” con Cristo es una mayor verdad con
Pablo (Gál. 2:20; 4:19).

Dios escogió a Pablo, no solo para salvarlo, sino también para usarlo y ganar
otros. La elección implica responsabilidad. Dios escogió a Pablo para
predicar entre los gentiles la misma gracia que él había experimentado. Esta,
en sí, era evidencia de que la conversión de Pablo era de Dios; porque
ciertamente ¡un rabino judío prejuicioso nunca se decidiría a ministrar a los
despreciados gentiles!

4. 1:17-18 Ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles


antes que yo; sino que fui a Arabia, y volví de nuevo a
Damasco. 1:18 Después, pasado tres años, subí a
Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí con él quince
días;

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esto fue después de su ministerio inicial en Damasco (Hechos 9:19-20).
En vez de “consultar con carne y sangre,” Pablo se dio a sí mismo a estudiar,
orar, y meditar, y se encontró con el Señor a solas. Puede que haya pasado la
mayor parte de sus tres años en Arabia (Gál. 1:18), y sin duda estaba
involucrado en el evangelismo y también en el desarrollo personal espiritual.
Los apóstoles habían recibido tres años de enseñanza del Señor Jesús, y
ahora Pablo iba a tener su propia oportunidad de ser enseñado por el Señor.

Hubiera sido lógico visitar Jerusalén a esas alturas, pero el Señor dirigió
de otra manera (Pablo predicó en Damasco Hechos 9:20-25 antes de ir a
Jerusalén). Ciertamente era algo riesgoso para Pablo regresar a la ciudad que
conocían que ya se había hecho cristiano. Los líderes judíos que lo habían
visto como su campeón en contra del cristianismo definitivamente irían tras
su cabeza. Aparentemente el “incidente de la canasta” se dio en ese tiempo.
El retorno a Damasco y el peligro que esto trajo a la vida de Pablo era
prueba suficiente de que los líderes judíos consideraban a Pablo como un
enemigo, y por lo tanto que su experiencia con Cristo era válida.

5. 1:19-20 pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino


a Jacobo el hermano del Señor. 1:20 En esto que os
escribo, he aquí delante de Dios que no miento.

Esto fue tres años después de su conversión, y su propósito principal era


visitar a Pedro. ¡Pero Pablo tuvo un tiempo duro tratando de tener
compañerismo en la iglesia! (Hechos 9:26-28) si su mensaje y ministerio
hubiera sido de los apóstoles, esto nunca hubiera sucedido; pero a causa de
la experiencia en que Pablo había estado con el Señor Jesús a solas, los
apóstoles tuvieron sus sospechas. Él permaneció en Jerusalén solo quince
días, y solo vio a Pedro y a Santiago (el hermano del Señor). Así que él no
recibió ni su mensaje ni el apostolado de la iglesia de Jerusalén.
Simplemente no hubo ni el tiempo ni la oportunidad. Él ya había recibido
ambas cosas directamente de Cristo.

6. 1:21-23 Después fui a las regiones de Siria y de Cilicia;


1:22 y no era conocido de vista a las iglesias de Judea,
que eran en Cristo; 1:23 solamente oían decir: aquel
que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe
que en otro tiempo asolaba.

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A medida que Pablo iba a través de Siria, el predicaba la Palabra, y
cuando arribó a Cilicia, su provincia natal (Hechos 21:39; 22:3), el comenzó
a evangelizar (lee Hechos 15:23). Los historiadores han concluído que
quizás permaneció ahí por siete años, hasta que Bernabé lo reclutó para el
trabajo en Antioquia (Hechos 11:19-26). Unos cuantos creyentes en
Jerusalén conocían a Pablo, pero los creyentes en la iglesia de Judea no,
aunque ellos oyeron que él ahora estaba predicando la misma fe que alguna
vez trató de destruir.

C. Capítulo 2 – La Gracia defendida en el Ministerio de Pablo (el


guerrero de la Libertad)

Pablo luchó por la libertad cristiana en el Concilio de Jerusalén (Hechos


15:1-35; Gál. 2:1-10); también tuvo un encuentro privado con Pedro (Gál.
2:11-21). Si Pablo no hubiera estado deseoso de iniciar esta batalla
espiritual, la iglesia en el primer siglo pudo haber llegado a convertirse en
una secta judía, predicando una mezcla de Ley y Gracia. Pero a causa de la
valentía de Pablo, el evangelio se mantuvo a salvo del legalismo, y fue
llevado a los gentiles con gran bendición.
Antes de que veamos los tres hechos en el primer drama, el concilio en
Jerusalén, debemos de estar al tanto de los participantes. Pablo, por su
puesto, lo conocemos como el gran apóstol a los gentiles.
Bernabé fue uno de los más allegados amigos de Pablo. De hecho,
cuando Pablo trató de hacer compañerismo en la iglesia de Jerusalén, fue
Bernabé quien abrió la puerta para él (Hechos 9:26-28).
El nombre Bernabé significa “hijo de consolación,” y siempre
encontrarás a Bernabé alentando y consolando a alguien. Cuando el
evangelio vino a los gentiles en Antioquia, fue Bernabé que fue enviado a
alentarlos en su fe (Hechos 11:19-24).
Así, desde los primeros días, Bernabé estaba asociado con los creyentes
gentiles. Fue Bernabé que enlistó a Pablo para ayudar en el ministerio en la
iglesia de Antioquia (Hechos 11:25-26), y ambos trabajaron juntos, no solo
en la enseñanza, sino también en ayudar a los pobres (Hechos 11:27-30).
Bernabé acompañó a Pablo en el primer viaje misionero (Hechos 13:1-
14:28) y había visto las bendiciones de Dios en el evangelio que ellos
predicaban. No sirvió de nada que haya sido Bernabé quien alentó al joven
Juan Marcos después que Pablo lo había “sacado” del ministerio y que

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incurrió en su disgusto (Hechos 13:13; 15:36-41). Años después, Pablo
encomendaba a Marcos y se beneficiaba de su amistad (Col. 4:10; 2 Tim.
4:11).
Tito era un creyente gentil que trabajó con Pablo y aparentemente había
sido ganado para Cristo a través del ministerio del apóstol (Tito 1:4). El fue
un “producto” del ministerio del apóstol entre los gentiles, y fue llevado a la
conferencia de Jerusalén como una “exhibición” de las iglesias gentiles.
Años más tarde, Tito apoyó a Pablo al ir a algunas de las iglesias más
difíciles para ayudarlos a resolver sus problemas (2 Cor. 7; Tito 1:5).

Los tres siguientes hombres eran los “pilares” de la iglesia en Jerusalén:


Pedro, Juan y Santiago, el hermano del Señor (que no debe ser confundido
con el apóstol Santiago, que fue muerto por Herodes, Hechos 12:1-2). De
Pedro conocemos sus actos prominentes en el relato de los evangelios y de
la primera mitad del libro de los Hechos. Fue a Pedro que Jesús le dio “las
llaves,” de manera que fuera el quien se involucre al abrir la puerta a la fe de
los judíos (Hechos 2), los samaritanos (Hechos 8), y los gentiles (Hechos
10). De Juan también sabemos de los registros de los evangelios como uno
de los “tres más allegados” apóstoles de Cristo, asociado con Pedro en el
ministerio de la Palabra (Hechos 3:1).
Es Santiago quien quizás necesita más introducción. Los evangelios
indican que María y José tuvieron otros hijos, y Santiago estaba entre ellos
(Mat. 13:55; Mar 6:3). (Claro, Jesús nació por el poder del Espíritu, y no por
medios naturales; Mat. 1:18-25; Lucas 1:26-38.) Los hermanos y hermanas
de nuestro Señor no creyeron en ÉL durante Su ministerio terrenal (Juan 7:1-
5). Aún así encontramos a “Sus hermanos” asociados con los creyentes en la
iglesia primitiva (Hechos 1:13-14). Pablo nos informa que el Cristo
resucitado se le apareció a Santiago, y este es el punto en el que gira su vida
(1 Cor. 15:5-7). Santiago fue el líder de la iglesia primitiva en Jerusalén
(Hechos 15; lee también 21:18). También fue el escritor de la epístola de
Santiago; y aquella carta, más Hechos 21:18, sugieren que era muy judío en
su modo de pensar.
Junto con estos hombres, y los “apóstoles y ancianos” (Hechos 15:4, 6),
hubo un grupo de “falsos hermanos” que se infiltraban en las reuniones y
trataban de robarle a los creyentes de su libertad en Cristo (Gál. 2:4). Sin
duda estos fueron algunos de los judaizantes que habían seguido a Pablo de
iglesia en iglesia y habían tratado de capturar a sus convertidos. El hecho de
que Pablo los llame “falsos hermanos” indica que ellos no eran verdaderos

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cristianos, sino solamente estaban enmascarados de tal modo que ellos
podían capturar la conferencia para ellos mismos.
Esta, entonces, es la lista de personajes. Hechos 15 debería ser leído a la par
con Gálatas 2:1-10 para tener la historia completa de los eventos.

1. 2:1-2 Después, pasados catorce años, subí otra vez a


Jerusalén con Bernabé, llevando también conmigo a
Tito 2:2 Pero subí según una revelación, y para no
correr o haber corrido en vano, expuse en privado a los
que tenían cierta reputación el evangelio que predico
entre los gentiles.

Pablo escribe de su rol en el encuentro del concilio en


Jerusalén. La ocasión es ampliamente descrita en el libro de los
Hechos. (Ac 15:1-3)

Pablo y Bernabé habían regresado a Antioquia de su primer viaje


misionero, emocionados por la manera en que Dios había “abierto la puerta
de la fe a los gentiles” (Hechos 14:27). Pero los legalistas judíos en
Jerusalén estaban enfadados con su reporte; así que ellos (los legalistas
judíos) vinieron a Antioquia y enseñaban, en efecto, que un gentil tenía que
convertirse en judío antes de que pueda llegar a ser cristiano (Hechos 15:1).
La circuncisión, que era lo que demandaban de los gentiles, era un
importante rito judío, trasmitido desde los días de Abraham (Gén. 17). El
someterse a la circuncisión significaba aceptar y obedecer toda la ley
judía….
Cuando Pablo y Bernabé confrontaron a estos hombres con la verdad del
evangelio, el resultado fue un acalorado argumento (Hechos 15:2). Se
decidió que el mejor lugar para exponer la pregunta era delante de los líderes
de la iglesia en Jerusalén….
Cuando la delegación llegó a Jerusalén, ellos se reunieron de manera
privada con los líderes de la iglesia (Pedro, Tito, un creyente incircunciso
griego de Antioquia, y Santiago, medio hermano de Jesús). Pablo no fue a
Jerusalén porque la iglesia lo envió; él “subió por revelación” —esto es, el
Señor lo envió (compare Gál. 2:1 y 1:12). Y el Señor le dio sabiduría para
reunirse con lo líderes primero de manera que ellos puedan presentar un
frente unido en las reuniones públicas.

15
“Y para no correr o haber corrido en vano” (Gál. 2:2) no significa que
Pablo estaba inseguro ya sea de su mensaje o de su ministerio. Su conducta
camino a la conferencia indica que no tenía dudas (Hechos 15:3). Lo que sí
le preocupaba era el futuro del evangelio entre los gentiles, porque este era
su ministerio específico dado de Cristo. Si los “pilares” se hacían al bando
de los judaizantes, o trataban de comprometerse, entonces el ministerio de
Pablo estaría en peligro. El quería tener su aprobación antes de encarar a la
asamblea entera; de otro modo podría resultar en una división de tres partes.
¿Cuál fue el resultado de su consulta privada? Los apóstoles y los
ancianos aprobaron el evangelio de Pablo. No le añadieron nada a éste (Gál.
2:6b) y por esta razón declararon a los judaizantes errados. Pero este
encuentro privado era solo el comienzo.

2. 2:3-5 Mas ni aún Tito, que estaba conmigo, con todo y


ser griego, fue obligado a circuncidarse: 2:4 y esto a
pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas,
que entraban para espiar nuestra libertad que tenemos
en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud, 2:5 a los
cuales ni por un momento accedimos a someternos,
para que la verdad del evangelio permaneciese con
vosotros.

El relato histórico del concilio de Jerusalén es registrado por Lucas


(Hechos 15:6-21). Muchos testigos presenciaron el caso para el Evangelio de
la gracia de Dios, comenzando por Pedro (Hechos 15:7-11). Era él el que
había sido escogido por Dios para llevar el evangelio a los gentiles
originalmente (Hechos 10); y el recuerda la asamblea en la que Dios dio el
Espíritu Santo a los creyentes gentiles de la misma forma en que lo hizo a
los judíos, de modo que no había “ninguna diferencia.”
Esta había sido una lección difícil de aprender para los primeros
cristianos, porque por muchos siglos hubo una diferencia entre judíos y
gentiles. En su muerte en la cruz, Jesús había tirado abajo las barreras entre
judíos y gentiles (Efesios 2:11-22), así que en Cristo no hay diferencias
raciales (Gál. 3:28). En su discurso a la conferencia, Pedro deja en claro que
no hay sino solo un camino de salvación: fe en Cristo Jesús.
Entonces Pablo y Bernabé le dijeron a la asamblea que era lo que Dios
había hecho entre los gentiles (Hechos 15:12). Los “falsos hermanos” que

16
estaban ahí debieron haber debatido con Pablo y Bernabé. Pablo quería que
la “verdad del Evangelio” continúe entre los gentiles (Gál. 2:5).
Al parecer Tito se convirtió en un “caso de prueba” en este punto. Era un
cristiano gentil que nunca se había sometido a la circuncisión. Aún así era
claro para todos que era genuinamente salvo. Ahora, si los judaizantes
estaban en lo correcto (“A menos que seas circuncidado a la manera de
Moisés, no puedes ser salvo,” Hechos 15:1), entonces Tito no era un hombre
salvo. Pero él era un hombre salvo, y daba evidencia de tener el Espíritu
Santo; por lo tanto, los judaizantes estaban equivocados.
En este punto, pudiera ser de ayuda si consideramos otro asociado de
Pablo—Timoteo (lee Hechos 16:1-3). ¿Estaba siendo Pablo inconsciente al
rehusar circuncidar a Tito, aún así estando de acuerdo al circuncidar a
Timoteo? No, porque dos temas diferentes estaban dándose. En el caso de
Timoteo, Pablo no estaba sujeto a la ley judía para ganarlo para Cristo.
Timoteo era parte judío, parte gentil, y su falta de circuncisión hubiera
dificultado su ministerio entre el pueblo de Israel. Tito era totalmente gentil,
y para él el haberse sometido hubiera indicado que estaba perdiendo algo en
su experiencia cristiana. El tener circuncidado a Tito hubiera sido señal de
cobardía y compromiso; el no tener circuncidado a Timoteo hubiese dado
lugar a problemas innecesarios en su ministerio.
Santiago, el líder de la iglesia, da el resumen de los argumentos y la
conclusión del suceso (Hechos 15:13-21). Siendo judío como el era, dejó en
claro que un gentil no tiene que convertirse en judío para llegar a ser
cristiano. El programa de Dios para este día es “sacar de los gentiles un
pueblo para Su Nombre.” Judíos y gentiles son salvos de la misma manera: a
través de la fe en Cristo. Santiago entonces pidió que la asamblea pida a los
gentiles que no haga nada que pudiera ofender a los inconversos judíos, a
menos que esto les impida ser salvos. Pablo ganó la batalla.
Su punto de vista prevaleció en el encuentro privado cuando los líderes
aprobaron su evangelio y en la reunión pública cuando el grupo estuvo de
acuerdo con Pablo y se opuso a los judaizantes.
La deliberación (Hechos 15:4-21)

a. Hubieron tres reuniones:


(I) Recepción pública. (Hechos 15:4-5)
Pablo y Bernabé reportaron todo lo que Dios
había hecho a través de ellos. Hubo

17
disensión cuando algunos creyentes
(Fariseos) dijeron que los gentiles debían
circuncidarse y exigían que se obedezca la
ley de Moisés.
(II) Reunión privada. (Hechos 15:6, Gál 2:1-
10)
Atendido por Pablo, Bernabé, Pedro, Juan,
Santiago, Tito, y posiblemente otros. Pedro,
Juan, y Santiago eran los líderes claves y
pilares de la iglesia en Jerusalén. Hubo
acuerdo en que Pablo fue llamado a predicar
a los gentiles así como Pedro a predicar a los
judíos y Dios estaba trabajando en ambos
ministerios. Santiago, Pedro, y Juan le
dieron a Pablo y Bernabé la mano derecha
de compañerismo cuando reconocieron la
gracia en Pablo. Todos estaban de acuerdo.
(III) Reunión pública. (Hechos 15:7-21)
Toda la iglesia asistió. Los judaizantes
nuevamente trajeron el asunto. Hubo mucha
discusión. Pedro reconoció que a los
gentiles les fue dado el Espíritu Santo no
haciendo distinción entre judíos y gentiles y
purificando sus corazones por la fe. Se
refirió a un encuentro en la casa de Cornelio.
Pablo y Bernabé silenciaron a la asamblea
cuando les dijeron de la señales y maravillas
que Dios había hecho entre los gentiles a
través de ellos. Santiago dijo que lo que
había sucedido estaba de acuerdo con la
palabra de los profetas en el libro de Amós.

(Amós 9:11-12) "En aquel día yo levantaré el tabernáculo


caído de David, y cerraré sus portillos y levantaré sus ruinas, y
lo edificaré como en el tiempo pasado; {12} para que aquellos
sobre los cuales es invocado mi nombre posean el resto de
Edom, y a todas las naciones, dice Jehová que hace esto.

18
Santiago dijo que no deberían hacer difícil
que los gentiles se vuelvan a Dios. El dio
instrucciones para que los gentiles se
abstengan de cosas repugnantes a los judíos
y de escribir a los gentiles salvos. El
propósito era por causa de la armonía con
los judíos. En Ro 14:12-23, Pablo escribe
que ellos no deben ser piedras de tropiezo u
obstáculo en el camino de nuestro hermano.
El dio instrucciones adicionales en 1Cor
9:19-23.

3. 2:6-10 Pero los que tenían reputación de ser algo, (lo


que hayan sido en otro tiempo nada me importa; Dios
no hace acepción de personas) , a mí, pues, los de
reputación nada nuevo me comunicaron 2:7 Antes por
el contrario, como vieron que me había sido
encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a
Pedro el de la circuncisión 2:8 (pues el que actuó en
Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó
también en mí para con los gentiles) 2:9 y
reconociendo la gracia que me había sido dada,
Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como
columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en
señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a
los gentiles, y ellos a la circuncisión 2:10 Solamente
nos pidieron que nos acordásemos de los pobres; lo
cual también procuré con diligencia hacer.

Los judaizantes tenían las esperanzas de que los líderes de la iglesia en


Jerusalén no estén de acuerdo con Pablo. Al contrario, Pablo deja claro que
él mismo no se impresionaba ni por las personas o las posiciones de los
líderes de la iglesia. Los respetaba, claro está. De otro modo él no hubiese
consultado con ellos en privado. Pero él no les temía ni los buscaba para
comprar su influencia. Todo lo que él quería de ellos es que reconocieran “la
gracia de Dios” trabajando en su vida y ministerio (Gál. 2:9), y eso hicieron.
No solo que la asamblea aprobó el evangelio de Pablo, y se opuso a los
enmigos del apóstol, sino que alentaron al ministerio de Pablo y

19
reconocieron públicamente que Dios había encomendado el aspecto gentil de
Su trabajo en las manos de Pablo. no pudieron añadir nada al mensaje ni al
ministerio de Pablo, y no se atrevieron a quitarle nada. Hubo acuerdo y
unidad: un evangelio sería predicado a los judíos y a los gentiles.
No obstante, los líderes reconocieron que Dios había asignado áreas de
ministerios diferentes a hombres diferentes. Aparte de su visita a la casa de
Cornelio (Hechos 10) y a los samaritanos (Hechos 8), Pedro había centrado
su ministerio primeramente entre los judíos. Pablo había sido llamado como
un embajador especial de Dios a los gentiles. Así, se acordó que cada
hombre ministraría en la esfera asignado a él por Dios.
“El evangelio de la circuncisión” y “el evangelio de la incircuncisión” no
son dos mensajes diferentes; ya se había acordado que solo hay un solo
evangelio. En vez de eso, tenemos dos esferas diferentes de ministerio, uno a
los judíos y otro a los gentiles. Pedro y Pablo predicarían el mismo
evangelio, y el mismo Señor estaría trabajando en y a través de ellos (Gál.
2:8), pero ministrarían a gentes diferentes.
Esto no significa que Pablo nunca buscaría ganar a los judíos. Por el
contrario, tenía una gran carga en su corazón por estas personas (Rom. 9:1-
3). De hecho, cuando Pablo llegaba a una ciudad, primero se dirigía a la
sinagoga judía, si es que había una, y comenzaba su trabajo entre su propio
pueblo. Tampoco Pedro estaba excluido de ministrar a los gentiles. Pero
cada hombre concentraba su trabajo en su propia esfera asignada a él por el
Espíritu Santo. Santiago, Pedro y Juan irían a los judíos; Pablo iría a los
gentiles (Gál. 2:9b, donde la palabra gentiles significa “naciones gentiles”).

La conferencia de Jerusalén comenzó con una gran posibilidad de división y


disensión; aún así esta terminó con cooperación y acuerdo. “¡Mirad cuan
bueno y cuan delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía” (Salmos
133:1).

La decisión (Hechos 15:22-29)

20
a. enviar líderes representativos de regreso a Antioquia
para acoplar a los testigos y dar testimonio. Los
representantes seleccionados fueron Judas
(Barsabás) y Silas.
b. Enviaron una carta a la iglesia de Antioquia
expresando la decisión de la conferencia.
(I) Un voto de confianza en Pablo y Bernabé
valorando su ministerio.
(II) La iglesia está siendo guiada por el
Espíritu Santo tal como fue la decisión en sí.
(III) Cosas en común necesarias para
compartir el compañerismo entre judíos y
gentiles.

4. 2:11-13 Pero cuando Pedro vino a Antioquia, le resistí


cara a cara, porque era de condenar 2:12 Pues antes
que viniesen unos de parte de Jacobo, comía con los
gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se
apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión
2:13 Y en su simulación participaban también los otros
judíos, de tal manera que aún Bernabé fue también
arrastrado por la hipocresía de ellos.

a. Pablo se opone a Pedro en Antioquia. Pedro comía y


se asociaba con los gentiles hasta que sus hermanos
judíos llegaron. Pedro se alejaría y se separó a si
mismo. Pablo llama a Pedro hipócrita.

Aparentemente, un tiempo después de la importante conferencia descrita


en Hechos 15, Pedro vino de Jerusalén hasta Antioquia. La primera cosa en
notar es la libertad de Pedro para aquel entonces. Disfrutaba del
compañerismo con todos los creyentes, judíos y gentiles de igual modo.
“Comer con los gentiles” significaba aceptarlos, poner a los judíos y gentiles
al mismo nivel como una familia en Cristo.

21
Formado como un judío ortodoxo, Pedro tuvo un tiempo difícil al
aprender esta lección. Jesús le había enseñado esto mientras Él estaba con
Pedro antes de la crucifixión (Mat. 15:1-20). El Espíritu Santo había re
enfatizado esto cuando lo envió a Pedro al hogar de Cornelio, el centurión
romano (Hechos 10). Además, la verdad había sido aceptada y aprobada por
la conferencia de líderes en Jerusalén (Hechos 15). Pedro había sido uno de
los testigos claves en aquel tiempo.
La libertad de Pedro estaba amenazada por su temor. Mientras estuvo en
Antioquia, la iglesia fue visitada por algunos de los asociados a Santiago.
(Recordarás que Santiago era un judío estricto incluso cuando era un
creyente cristiano.) Pablo no sugiere que Santiago envió estos hombres para
investigar a Pedro, ni tampoco que ellos eran oficiales de la iglesia en
Jerusalén. Sin duda ellos pertenecían al “partido de la circuncisión” (Hechos
15:1, 5) y quería dirigir a la iglesia de Antioquia a un legalismo religioso.
Después de su experiencia con Cornelio, Pedro había sido “called on the
carpet” y se había defendido hábilmente a sí mismo (Hechos 11). Pero
ahora, estaba temeroso. Pedro no había sido temeroso de obedecer al
Espíritu cuando Él lo envió donde Cornelio, ni tampoco tuvo miedo de dar
su testimonio en la conferencia de Jerusalén. Pero ahora, con la llegada de
algunos miembros de “la oposición,” Pedro perdió su valor. “El temor del
hombre pondrá lazo” (Prov. 29:25).
¿Cómo nos damos cuenta de este temor? Por una cosa, sabemos que
Pedro era un hombre impulsivo. El podía mostrar una fe asombrosa y valor
en un minuto y caer completamente en el siguiente minuto. Caminó sobre
las olas para ir a Jesús, pero luego se acobardó y empezó a hundirse. El
fanfarreó en el aposento alto que gustosamente moriría con Jesús, y luego
negó a su Señor tres veces. Pedro en el libro de los Hechos es ciertamente
más consistente que en los cuatro Evangelios, pero no era perfecto—¡ni
tampoco nosotros! El temor de Pedro lo llevó a su caída. Dejó de disfrutar el
“banquete de amor” con los creyentes gentiles y se apartó de ellos.
Hay dos tragedias para la caída de Pedro. Primera, lo hizo un hipócrita (la
cual es significado de la palabra fingir). Pedro fingía que sus acciones eran
motivadas por la fidelidad, cuando realmente estaban motivadas por temor.
Cuan fácil es usar “la doctrina Bíblica” para cubrir nuestra desobediencia.
La segunda tragedia es que Pedro arrastró a otros con él. Incluso Bernabé se
involucró. Bernabé había sido uno de los líderes espirituales de la Iglesia en
Antioquia (Hechos 11:19-26), así que su desobediencia tendría una tremenda
influencia en otros en su compañerismo.

22
5. 2:14-15 Pero cuando vi que no andaban rectamente
conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro
delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los
gentiles y no como judío, ¿porqué obligas a los gentiles
a judaizar? 2:15 Nosotros, judíos de nacimiento, y no
pecadores de entre los gentiles

Pablo reprende a Pedro por forzar a los gentiles a seguir las


costumbres judías.

Las palabras de Pablo tuvieron que haberle punzado a Pedro: “Si tú,
siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿porqué obligas a los
gentiles a judaizar? ¿Qué clase de consistencia es esa?”
Pedro mismo había manifestado en la conferencia de Jerusalén que Dios
no había “puesto diferencia entre nosotros y ellos” (Hechos 15:9). Pero
ahora Pedro estaba poniendo una diferencia. El pueblo de Dios es uno solo,
incluso cuando este pueda ser dividido en varios grupos. Cualquier práctica
de nuestra parte que viola la Escritura y separa a un hermano del otro es una
negación de la unidad del cuerpo de Cristo.

6. 2:16-18 sabiendo que el hombre no es justificado por


las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros
también hemos creído en Jesucristo, para ser
justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la
ley 2:17 Y si buscando ser justificados en Cristo,
también nosotros somos hallados pecadores, ¿es por
eso Cristo ministro de pecado? En ninguna manera.
2:18 Porque si las cosas que destruí, las mismas las
vuelvo a edificar, transgresor me hago

esta es la primera aparición de la importante palabra justificación en esta


carta, y probablemente en los escritos de Pablo (si, como creemos, Gálatas
fue la primera carta que escribió).
¿Qué es la justificación? La Justificación es el acto de Dios por el cual
Él declara al pecador que cree justo en Cristo Jesús. La justificación es
un acto y no un proceso. Ningún cristiano es “más justificado” que otro

23
cristiano. “Habiendo por lo tanto sido de una vez por todas justificados por
la fe, tenemos paz con Dios” (Rom. 5:1, traducción literal). Dado que somos
justificados por la fe, es una transacción inmediata e instantánea entre el
pecador que cree y Dios. Si fuéramos justificados por obras, entonces esto
sería un proceso gradual.
Además, la justificación es un acto de Dios; no es el resultado ni del
carácter ni de las obras de los hombres. “Es Dios quien justifica” (Rom.
8:33). No es por hacer las “obras de la ley” que el pecador se justifica
delante de Dios, sino al poner su fe en Jesucristo. Como Pablo explicó más
tarde en su carta, la ley fue dada para revelar el pecado y no para redimirlo
de éste (lee Rom. 3:20). Dios en su gracia ha puesto nuestro pecado en
Cristo—y la justicia de Cristo ha sido puesta a nuestro favor (lee 2 Cor.
5:21).
En la justificación, Dios declara al pecador que cree justo; Él no lo
hace justo. Antes de que el pecador confíe en Cristo, el es CULPABLE
delante de Dios; pero en el momento que él cree en Cristo, es declarado NO
CULPABLE y ¡nunca más se lo llamará CULPABLE!
La justificación no es simplemente “perdón,” porque una persona
puede ser perdonada y luego va y peca y es culpable. Una vez que se es
“justificado por fe” nunca más serás tenido por culpable delante de Dios.
La justificación también es diferente de la “absolución” porque un
criminal absuelto aún tiene un registro. Cuando el pecador es justificado por
la fe, sus pecados pasados no son recordados en contra de él nunca más, y
Dios nunca más pone sus pecados en un registro (lee Salmos 32:1-2; Rom.
4:1-8).
Finalmente, Dios justifica a los pecadores, y no a la “gente buena.”
Pablo dice que Dios justifica “al impío” (Rom. 4:5). La razón por la que la
mayoría de los pecadores no son justificados es porque ellos ¡no admitirán
que son pecadores! Y los pecadores son la única clase de gente que
Jesucristo puede salvar (Mat. 9:9-13; Lucas 18:9-14).
Cuando Pedro se apartó de los gentiles, él estaba negando la verdad de la
justificación por fe, porque él estaba diciendo, “Nosotros los judíos somos
diferentes de—y mejores que—los gentiles.” Pero tanto judíos como gentiles
son pecadores (Rom. 3:22-23) y pueden ser salvos solo por la fe en Cristo.

7. 2:19-21 Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a


fin de vivir para Dios 2:20 Con Cristo estoy
juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive

24
Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en
la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí
mismo por mí 2:21 No desecho la gracia de Dios, pues
si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió
Cristo

Si un hombre es justificado por las obras de la ley, entonces, ¿porqué


Jesucristo murió? Su muerte, sepultura, y resurrección son las verdades
claves del evangelio (1 Cor. 15:1-8). Somos salvos por la fe en Cristo (Él
murió por nosotros), y vivimos por fe en Cristo (Él vive en nosotros).
Además, estamos tan identificados con Cristo por el Espíritu que morimos
con Él (lee Rom. 6). Esto significa que estamos muertos para la ley. Hemos
sido “resucitado para andar en vida nueva” (Rom. 6:4); y ya que vivimos por
Su poder de resurrección, no necesitamos la “ayuda” de la ley.

Los judaizantes querían mezclar la ley y la gracia, pero Pablo nos dice
que eso es imposible. El regresar a ley significa “dejar a un lado” la gracia
de Dios.

III. Aplicación doctrinal – la gracia y la ley (Capítulos 3 y 4)


Los siguientes son seis argumentos para mostrar que Dios usa la fe y
no las obras para salvar a los pecadores.

A. El argumento personal (3:1 - 5)


Gál 3:1-5 ¿Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a
la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado
claramente entre vosotros como crucificado? 3:2 Esto solo quiero saber
de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oir
con fe? 3:3 ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu,
ahora vais a acabar por la carne? 3:4 ¿Tantas cosas habéis padecido en
vano? si es que realmente fue en vano 3:5 Aquel, pues, que suministra
el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la
ley, o por el oír con fe?

Era obvio que estas personas habían experimentado algo en sus vidas cuando
Pablo por primera vez los visitó; pero los judaizantes habían estado con ellos
también y los había convencido que su experiencia no estaba completa. Ellos

25
necesitaban algo más, y ese “algo más” era la obediencia a la Ley de Moisés.
Estos falsos maestros los habían cautivado y hecho tontos.

1. Pablo abiertamente les presentó a Cristo a los gálatas, con


gran énfasis en Su muerte por los pecadores en la cruz.
Ellos escucharon esta verdad, la creyeron, y la
obedecieron; y como resultado, nacieron en la familia de
Dios.

2. Pablo hace una importante pregunta: ¿Recibieron el


Espíritu por la fe en la Palabra de Dios, o por hacer las
obras de la ley? De acuerdo, solo puede hacer una sola
respuesta: el Espíritu vino a sus vidas porque confiaron en
Jesucristo.

Es importante que entendamos el trabajo del Espíritu en la


salvación y en el vivir cristiano. El Espíritu Santo
convence al pecador perdido y le revela a Cristo (Juan
16:7-11). El pecador puede resistir al Espíritu (Hechos
7:51) o ir en pos del Espíritu y confiar en Jesucristo.
Cuando el pecador cree en Cristo, él entonces es nacido
del Espíritu (Juan 3:1-8) y recibe vida nueva. Él también
es bautizado por el Espíritu de manera que él se hace
parte del cuerpo espiritual de Cristo (1 Cor. 12:12-14). El
creyente es sellado por el Espíritu (Efesios 1:13-14)
como garantía de que el un día tendrá parte en la gloria de
Cristo.

Dado que el Espíritu Santo hace mucho por el creyente,


esto significa que el creyente tiene una responsabilidad
hacia el Espíritu Santo, que vive dentro de su cuerpo (1
Cor. 6:19-20). El cristiano debería caminar en el Espíritu
(Gál. 5:16, 25) leyendo la Palabra, orando, y obedeciendo
a la voluntad de Dios. Si él desobedece a Dios, entonces
está contristando al Espíritu (Efesios 4:30), y si persiste
en hacer esto, puede apagar al Espíritu (1 Tesalonicenses
5:19). Esto no significa que el Espíritu Santo lo
abandonará, porque Jesús ha prometido que el Espíritu
habitará para siempre (Juan 14:16). Sino que esto significa

26
que el Espíritu no puede darle el gozo ni el poder que el
necesita para el vivir cristiano. Los creyentes deberían ser
llenos del Espíritu Santo (Efesios 5:18-21), que
simplemente significa “controlado por el Espíritu.” Esto es
una experiencia continua, como tomar agua de un arroyo
fresco (Juan 7:37-39).
Así que, en la experiencia de conversión de ellos, los
creyentes en Galacia habían recibido el Espíritu por fe y
no por las obras de la ley. Esto dirige a Pablo a otra
pregunta: “Si ustedes no comenzaron con la ley,
¿porqué entonces traerla? Si comenzaron con el
Espíritu, ¿pueden continuar hacia la madurez sin el
Espíritu, dependiendo de la carne?” la palabra carne aquí
no se refiere al cuerpo humano, sino a la vieja naturaleza
del creyente. Dado que somos salvos por el Espíritu, y no
por la carne, a través de la fe y no de la ley, entonces es
razonable que debemos continuar en ese camino.

B. El argumento de las Escrituras (3:6 - 14)

1. Gál 3:6-7 Así Abraham le creyó a Dios, y le fue contado


por justicia 3:7 Sabed, por tanto, que los que son de
fe, éstos son hijos de Abraham

Pablo cita a Moisés para mostrar que la justicia de Dios le fue


contada a Abraham solo porque creyó en la promesa de Dios
(Gén. 15:6). La palabra contado en Gálatas 3:6 y contado en
Génesis 15:6 significan lo mismo que contado (imputado) en
Romanos 4:11, 22-24. la palabra griega significa “poner a la
cuenta de uno.” Cuando el pecador confía en Cristo, la justicia
de Dios es puesta a su cuenta. Más que esto, los pecados del
creyente ya no se ponen más a su cuenta (lee Rom. 4:1-8). Esto
significa que el registro siempre está limpio delante de Dios, y
por lo tanto el creyente nunca puede ser traído a juicio por sus
pecados.

El pueblo judío fue muy orgulloso de su relación con Abraham. El


problema era, que ellos pensaban que esta relación les garantizaba la eterna

27
salvación. Juan el bautista les advirtió que su descendencia física no les
garantizaba la vida espiritual (Mat. 3:9). Jesús hizo una clara distinción entre
“la descendencia de Abraham” física y “los hijos de Abraham”
espirituales (Juan 8:33-47). Algunas personas hoy en día aún se imaginan
que la salvación es hereditaria. Porque el padre y la madre fueron gente
piadosa, los hijos son automáticamente salvos. Pero esto no es verdad. Ha
sido bien dicho, “Dios no tiene nietos.”

2. Gal 3:8-9 Y la escritura, previendo que Dios había de


justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la
buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán
benditas todas las naciones 3:9 De modo que los de la
fe son bendecidos con el creyente Abraham.

La palabra gentiles (paganos) (Gál. 3:8), como se usa aquí,


simplemente significa gentiles. La cita de Pablo de (Gén. 12:3)
prueba que, desde el mismo comienzo de la relación de
Abraham con Dios, la bendición de la salvación fue prometida a
todas las naciones del mundo. Dios predicó las “Buenas
Nuevas” a Abraham siglos atrás, y Pablo trajo esas mismas
Buenas Nuevas a los gálatas: los pecadores son justificados por
la fe y no por guardar la ley. La lógica aquí es evidente: si
Dios prometió salvar a los gentiles por fe, entonces los
judaizantes estaban equivocados en querer llevar a los
creyentes gentiles de vuelta a la ley. Los verdaderos “hijos de
Abraham” no son los judíos por descendencia física, sino los
judíos y gentiles que han creído en Jesucristo. Todos aquellos
que son “de fe” (creyentes) son benditos con “el creyente
Abraham.”

3. Gál 3:10-12 Porque todos los que dependen de las


obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está:
Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las
cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas. 3:11
Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es
evidente, porque: El justo por la fe vivirá; 3:12 y la
ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas
vivirá por ellas.

28
La salvación nunca podría venir por obediencia a la ley porque
la ley trae maldición, no bendición. Aquí Pablo cita de
Deuteronomio 27:26. La ley demanda obediencia, y esto
significa obediencia en todas las cosas. Pablo pasa a citar a
Habacuc, “el justo por su fe vivirá” (Habacuc 2:4). Esta
declaración es tan importante que el Espíritu Santo inspiró tres
libros del Nuevo Testamento para explicar esto como se
mencionó antes.
 Romanos expone “el justo” y nos dice como el pecador
puede ser justificado delante de Dios (lee Rom. 1:17).
 Gálatas explica como el justo “vivirá”; y
 Hebreos discute “por la fe” (lee Hebreos 10:38). Nadie
podría jamás vivir “por ley” porque la ley mata y muestra al
pecador su culpabilidad ante Dios (Romanos 3:20; 7:7-11).

Pero alguien podría argumentar que se requiere de fe


incluso para obedecer la ley; así que Pablo cita el v. 12b
de Levítico para probar que es el hacer la ley, no el creerla,
lo que Dios quiere (Lev. 18:5). La ley dice, “Haz y vive!”
pero la gracia dice, “Cree y vive!” La experiencia personal
de Pablo (Filipenses 3:1-10), también como la historia de
Israel (Rom. 10:1-10), prueba que las obras de justicia
nunca pueden salvar al pecador; solo la fe de justicia
puede hacerlo.

4. Gál 3:13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley,


hecho por nosotros maldición (porque está escrito:
Maldito todo el que es colgado de un madero), 3:14
Para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham
alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe
recibiésemos la promesa del Espíritu

Pablo cita Deuteronomio nuevamente, “maldito por Dios


es el colgado” (Deut. 21:23). Los judíos no crucificaban a
los criminales; los apedreaban hasta que morían. Pero en
casos de vergonzosa violación de la ley, el cuerpo era
colgado en un árbol y expuesto para que todos lo viesen.

29
Esto era una gran humillación, porque el pueblo judío era
muy cuidadoso en su trato a los cuerpos de los muertos.
Después de que el cuerpo había sido expuesto por un
tiempo, era bajado y enterrado (lee Josué 8:29; 10:26; 2
Sam. 4:12).

La referencia de Pablo a un “madero” se refiere a la cruz


en la cual Jesús murió (Hechos 5:30; 1 Pedro 2:24). No
fue apedreado y luego expuesto su cuerpo; fue clavado
vivo en un madero y dejado ahí hasta que muriera. Pero al
morir en la cruz, Jesucristo llevó la maldición de la ley por
nosotros; para que ahora el creyente no esté más bajo la
ley y su horrorosa maldición. “La bendición de Abraham”
(la justificación de la fe y el don del Espíritu Santo) es
ahora nuestra a través de la fe en Jesucristo.

La palabra redimió en Gálatas 3:13 significa comprar un


esclavo para el propósito de dejarlo libre. Es posible
comprar un esclavo y mantenerlo como esclavo, pero no
es esto lo que Cristo hizo. Al derramar Su sangre en la
cruz, nos compró para que podamos ser libres. Los
judaizantes querían guiar a los cristianos a la esclavitud,
pero Cristo murió para hacerlos libres. La salvación no es
un cambio de una forma de esclavitud a otra. La salvación
es estar libre de la esclavitud del pecado y de la ley y es
estar en libertad en al gracia de Dios a través de Cristo.

C. El argumento lógico (3:15 - 29)


1. Gál 3:15-18 Hermanos, hablo en términos humanos:
Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado,
nadie lo invalida, ni le añade. 3:16 Ahora bien, a
Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente.
No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos,
sino como de uno, Y a tu simiente, la cual es Cristo
3:17 Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado
por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos
treinta años después, no lo abroga, para invalidar la
promesa. 3:18 Porque si la herencia es por la ley, ya

30
no es por la promesa; pero Dios la concedió a Abraham
mediante la promesa.

La palabra promesa es usada 8 veces en estos versículos,


refiriéndose a la promesa de Dios a Abraham de que en él
todas las naciones de la tierra serían benditas (Gén. 12:1-
3). Es obvio que la promesa de Abraham (y, a través de
Cristo, a nosotros hoy en día), dada cerca 2000 A.C.,
precedía por siglos a la ley de Moisés (cerca del 1450
A.C.). los judaizantes deducían que al darse la ley cambió
el pacto original de la promesa. Pablo discute que no fue
así.

Para comenzar, una vez que las dos partes concluyen en un


acuerdo, una tercera parte no puede venir años más tarde y
cambiar aquel acuerdo. Las únicas personas que pueden
cambiar un acuerdo original son las personas que lo
hicieron. Añadir o quitar algo de este sería ilegal.

Si esto es cierto entre los hombres pecadores, ¿cuánto más


se aplicará al Dios santo? Note que Abraham no hizo un
pacto con Dios; ¡Dios hizo el pacto con Abraham! Dios no
puso ninguna condición a Abraham para que la cumpla.
De hecho, ¡cuando el pacto fue ratificado Abraham estaba
dormido! (lee Gén. 15) Fue un pacto de gracia: Dios le
hizo promesas a Abraham; Abraham no hizo ninguna
promesa a Dios.

Pero Pablo revela otra verdad asombrosa: Dios hizo esta


promesa, no solamente a Abraham, sino también a Cristo.
“Y a tu simiente, la cual es Cristo” (Gál. 3:16).

En el análisis final, Dios hizo este pacto de promesa con


Abraham a través de Cristo, así que las únicas dos partes
que pueden hacer algún cambio son Dios el Padre y Dios
el Hijo. ¡Moisés no puede alterar este pacto! No puede
añadir nada a éste; y no puede quitar nada de él. Los

31
judaizantes no tenían derecho para hacer esto ya que ellos
no eran parte del pacto original.

2. los 430 años del v. 17 de acuerdo a la Biblia representa el


periodo de tiempo desde Abraham hasta Moisés. Esto se
encuentra en Éxodo 12:40-42

Ex. 12:40-42 El tiempo que los hijos de Israel habitaron en Egipto fue
cuatrocientos treinta años 12:41 Y pasados los cuatrocientos treinta años,
en el mismo día todas las huestes de Jehová salieron de la tierra de Egipto
12:42 Es noche de guardar para Jehová, por haberlos sacado en ella de la
tierra de Egipto. Esta noche deben guardarla para Jehová todos los hijos de
Israel en sus generaciones.

3. Gál 3:19-20 Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue


añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese
la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue
ordenada por medio de ángeles en mano de un
mediador 3:20 Y el mediador no lo es de uno solo;
pero Dios es uno

Cuando Dios dio la ley a Israel, Él lo hizo por medio de ángeles


y a través de la mediación de Moisés. Israel “recibió la ley por
disposición de ángeles” (Hechos 7:53). Esto significa que la
nación recibió la ley por terceras manos: De Dios a los ángeles
y a Moisés. Pero cuando Dios hizo pacto con Abraham, Él lo
hizo personalmente, sin mediador. Dios estaba revelando a
Abraham todo lo que Él haría por él y por sus descendientes.
Un mediador se para entre dos partes y los ayuda a ponerse de
acuerdo; pero no había necesidad de mediador en el caso de
Abraham ya que Dios estaba entrando en un pacto con él, no
Abraham con Dios. “Dios es uno” (Gál. 3:20), por lo tanto no
había necesidad de un intermediario.

La ley era temporal, y requería de un mediador. El pacto


de la promesa fue permanente, y ningún mediador era
necesario. No podía haber sino solo una conclusión: el
pacto era mayor que la ley.

32
4. Gál 3:21 ¿Luego la ley es contraria a las promesas de
Dios? En ninguna manera; porque si la ley dada
pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por
la ley.

Ciertamente la ley de Moisés regulaba la vida del pueblo judío,


pero esta ni daba ni podía proveer vida espiritual a las personas.
(Gál. 3:21 debería analizarse con 2:21.) Si la vida y la justicia
pudieran haber venido a través de la ley, entonces Jesucristo
nunca habría muerto en la cruz.

5. Gál 3:22 Mas la escritura lo encerró todo bajo pecado,


para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese
dada a los creyentes

Es aquí que vemos el camino en el que la ley y la gracia


cooperan al traer al pecador perdido a Jesucristo. La ley le
muestra al pecador su culpa, y la gracia le muestra el perdón
que puede tener en Cristo. La ley es “santa, justa, y buena”
(Rom. 7:12), pero nosotros somos impuros, injustos, y malos.
La ley no nos hace pecadores; esta nos revela que ya somos
pecadores (lee Rom. 3:20). La ley es un espejo que nos ayuda a
ver nuestras “caras sucias” (Santiago 1:22-25)—¡pero tú no te
lavas la cara con el espejo! Es la gracia que le provee la
limpieza a través de la sangre de Jesucristo (lee 1 Juan 1:7b).

6. Gál 3:23-26 Pero antes que viniese la fe, estábamos


confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que
iba a ser revelada 3:24 De manera que la ley ha sido
nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que
fuésemos justificados por la fe 3:25 Pero venida la fe,
ya no estamos bajo ayo 3:26 Pues todos sois hijos de
Dios por la fe en Cristo Jesús;

Aquí Pablo usa una ilustración que era familiar a todos sus
lectores—el guardián del niño. En muchos grupos
familiares de Roma y Grecia, esclavos bien educados

33
llevaban y traían a los niños de la escuela y los vigilaban
durante el día. Algunas veces protegían a los niños,
algunas veces protegían y prohibían, y algunas veces
inclusive disciplinaban. Esto es lo que Pablo quería decir
con ayo (Gál. 3:24); pero por favor no leas esta palabra
pensando en la idea moderna de lo que es un ayo. La
transliteración de la palabra griega nos daría nuestra
palabra pedagogía, que literalmente significa “conductor
de un niño.”

Al usar esta ilustración, Pablo está diciendo muchas cosas


acerca de los judíos y la ley. Primero, él estaba diciendo
que los judíos no nacieron a través de la ley, sino que
fueron criados por la ley. El esclavo no era el padre del
chico; él era el guardián del niño y el que lo disciplinaba.
Así que, la ley no dio vida a Israel; ésta regulaba la vida.
Los judaizantes enseñaban que la ley era necesaria para la
vida y justicia, y el argumento de Pablo muestra el error de
ellos.

Pero la segunda cosa que Pablo dice es aún más


importante: el trabajo del guardián era la preparación para
la madurez del niño. Una vez que el niño ya crecía, no
necesitaba más de un guardián. Así que la ley fue una
preparación para la nación de Israel hasta la venida de la
simiente prometida, Jesucristo. La última meta en el
programa de Dios era su venida (Gál. 3:22), pero “antes
que viniese la fe [Cristo]” (Gál. 3:23), la nación estaba
“prisionera bajo la ley” (traducción literal).

7. Gal 3:27-29 Porque todos los que habéis sido


bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos 3:28
Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no
hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en
Cristo Jesús 3:29 Y si vosotros sois de Cristo,
ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según
la promesa.

34
La fe en Jesús nos bautiza “en Cristo” (Gál. 3:27). Este
bautismo del Espíritu identifica al creyente con Cristo y lo
hace parte de su cuerpo (1 Cor. 12:12-14). El bautismo en
agua es una figura exterior de este trabajo interno del
Espíritu Santo (lee Hechos 10:44-48).

La frase de Cristo estáis revestidos (Gál. 3:27) se refiere


a un cambio en las vestimentas. El creyente ha dejado a un
lado sus vestimentas sucias de pecado (Isaías 64:6) y, por
fe, ha recibido las vestimentas de justicia en Cristo (lee
Col. 3:8-15). Pero a los gálatas, esta idea de “cambiar de
vestimentas” tendría un significado adicional. Cuando el
niño romano llegaba a su mayoría de edad, se despojaba
de sus vestimentas de niño y se ponía la toga del
ciudadano adulto. El creyente en Cristo no es solamente
un “niño de Dios”; es también un “hijo de Dios” (lee Gál.
3:26, cuando los niños deben ser transformados en “hijos
adultos”). El creyente tiene un estatus adulto delante de
Dios—así que, ¿porqué retroceder a la niñez de la ley?

“Todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” v. 28b—¡Que


tremenda exclamación! La ley creaba diferencias y
distinciones, no solo entre individuos y naciones, sino
también entre varias clases de alimentos y animales.
Jesucristo vino, no para dividir, sino para unir.

Esto debió haber sido una gloriosa noticia para los


cristianos gálatas, porque en su sociedad los esclavos eran
considerados ser solo elementos de propiedad; loas
mujeres eran confinadas y no respetadas; y los gentiles
eran constantemente burlados por los judíos.

El fariseo oraba cada mañana, “Te agradezco, Señor, que


soy judío, no un gentil; un hombre, no una mujer; y un
hombre libre, no un esclavo.” Pero aún así todas estas
distinciones eran removidas “en Cristo.”

35
Finalmente, la ley nunca pudo hacernos herederos de Dios
(Gál. 3:29). Dios hizo la promesa a “la simiente de
Abraham,” (singular, Gál. 3:16), y esa simiente es Cristo.
Si estamos “en Cristo” por fe, entonces también somos “la
simiente de Abraham” espiritualmente hablando. Esto
significa que somos herederos de las bendiciones
espirituales que Dios le prometió a Abraham. Esto no
significa que las bendiciones materiales y nacional hechas
a Israel son dejadas a un lado, sino que los cristianos de
hoy somos enriquecidos espiritualmente por causa de la
promesa de Dios a Abraham.
D. El argumento histórico (4:1 - 11)

1. Gal 4:1-3 Pero también digo: Entre tanto que el


heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es
señor de todo; 4:2 sino que está bajo tutores y
curadores hasta el tiempo señalado por el padre. 4:3
Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos
en esclavitud bajo los rudimentos del mundo

Esta era la condición espiritual de los judíos bajo la era de


la ley. La ley, que tu recuerdas, era el “guardián” que
disciplinaba la nación y preparaba a la gente para la venida
de Cristo (Gál. 3:23-25). Así que, cuando los judaizantes
guiaron a los gálatas de vuelta al legalismo, los estaban
guiando no solamente a una esclavitud religiosa, sino
también a una infancia moral y espiritual y a la inmadurez.

2. Gal 4:4-5 Pero cuando vino el cumplimiento del


tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido
bajo la ley, 4:5 para que redimiese a los que estaban
bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de
hijos.

La expresión el cumplimiento del tiempo (Gál. 4:4) se


refiere a aquel tiempo cuando el mundo estaba
providencialmente listo para el nacimiento del Salvador.
Los historiadores nos dicen que el mundo romano estaba

36
en gran expectativa, esperando a un libertador, en el
tiempo en que Jesús nació.

Desde el punto de vista histórico, el imperio romano


mismo ayudó a preparar al mundo para el nacimiento del
Salvador. Los caminos conectaban ciudad con ciudad, y
todas las ciudades al final con Roma. Las leyes romanas
protegían los derechos de los ciudadanos, y los soldados
romanos guardaban la paz. Gracias tanto a las conquistas
romanas como a las griegas, el latino y el griego fueron
conocidos a través de todo el imperio. El nacimiento de
Cristo en Belén no fue un accidente; fue señalado: Jesús
vino “en el cumplimiento del tiempo.”

Pablo es cuidadoso al señalar la naturaleza dual de Cristo


Jesús (Gál. 4:4), que Él es tanto Dios como hombre. Como
Dios, Jesús “vino” (Juan 16:28); pero como hombre, Él
fue “nacido de mujer.” La promesa antigua decía que el
Redentor sería de “la simiente de la mujer” (Gén. 3:15); y
Jesús cumplió esa promesa (Isa. 7:14; Mat. 1:18-25).

Pablo nos dijo quien vino—el Hijo de Dios; él nos dijo


cuando vino y cómo vino. Ahora él explica porqué vino:
“para que redimiese a los que estaban bajo la ley”
(Gál. 4:5). Redimir es la misma palabra que Pablo usa
antes (Gál. 3:13); significa “dejar libre al pagar un precio.”
Un hombre podía comprar un esclavo en cualquier ciudad
de Roma, ya sea para mantener al esclavo consigo ó para
dejarlo libre. Jesús vino para hacernos libres.

3. Gál 4:6-7 Y por cuanto sois hijos, Dios envió a


vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual
clama: ¡Abba, Padre! 4:7 Así que ya no eres esclavo,
sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio
de Cristo

En un sentido, nuestra adopción aún no es final, porque


estamos aguardando el retorno de Cristo y la redención de

37
nuestros cuerpos (Rom. 8:23). Algunos escolares piensan
que esta segunda etapa en nuestra adopción corresponde a
la práctica romana cuando un hombre adoptaba alguien
fuera de su familia para que sea su hijo. Primero había una
ceremonia privada en la cual el hijo era comprado;
después había una ceremonia pública en la cual la
adopción era declarada abiertamente delante de los
oficiales.

Los cristianos habían experimentado la primera etapa:


hemos sido comprados por Cristo y su Espíritu ha hecho
morada en nosotros. Estamos aguardando la segunda
etapa: la declaración pública en el retorno de Cristo
cuando “seamos como Él” (1 Juan 3:1-3). Somos “hijos y
herederos,” y la mejor parte de nuestra herencia está aún
por venir (lee 1 Pedro 1:1-5).

4. Gál 4:8-11 Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo


a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses
4:9 mas ahora, conociendo a Dios, o mas bien, siendo
conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a
los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis
volver a esclavizar? 4:10 Guardáis los días, los meses,
los tiempos y los años. 4:11 Me temo de vosotros, que
haya trabajado en vano con vosotros.

Cuando ellos eran ignorantes pecadores, ellos habían


servido a sus dioses falsos y habían experimentado la
tragedia de tal esclavitud pagana. Pero luego ellos habían
confiado en Cristo y habían sido liberados de la
superstición y la esclavitud. Y ahora estaban abandonando
su libertad en Cristo y regresando a la esclavitud.

La frase débiles y pobres rudimentos nos dice de estar


exento a la regresión. A ellos se les estaba dando el poder
del evangelio en vez de la debilidad de la ley, y la riqueza
del evangelio en vez de la pobreza de la ley. La ley nunca
hizo a nadie rico o poderoso; por el contrario, la ley podía

38
solamente mostrar la debilidad del hombre y el fracaso
espiritual.

¿Cómo estaban haciendo esto? Al adoptar el sistema del


Antiguo Testamento de la religión con sus observaciones
especiales de “días, meses, tiempos y años” (Gál. 4:10).

E. El argumento sentimental (4:12 - 18)

Gál 4:12-18 Os ruego, hermanos, que os hagáis como yo, porque yo


también me hice como vosotros. Ningún agravio me habéis hecho 4:13
Pues vosotros sabéis que a causa de una enfermedad del cuerpo os
anuncié el evangelio al principio; 4:14 y no me despreciasteis y
desechasteis por la prueba que tenía en mi cuerpo, antes bien me
recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús. 4:15 ¿Dónde,
pues, está esa satisfacción que experimentabais? Porque os doy
testimonio de que si hubieseis podido, os hubierais sacado vuestros
propios ojos para dármelos. 4:16 ¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo,
por deciros la verdad? 4:17 Tienen celo por vosotros pero no para
bien, sino que quieren apartaros de nosotros para que vosotros tengáis
celo por ellos. 4:18 Bueno es mostrar celo en lo bueno siempre, y no
solamente cuando estoy presente con vosotros.

En un punto ellos estuvieron deseosos de sacrificar cualquier cosa por


Pablo, así que grande era su amor; pero ahora se habían hecho su enemigo.
Los judaizantes habían venido y se habían robado el afecto de ellos.
No estamos seguros de qué eventos está hablando. Cuando Pablo los
había visitado al principio, estaba padeciendo de alguna aflicción física. Si,
como está escrito en Gálatas 1, Pablo escribió esta carta a las iglesias del sur
de Galacia, entonces se está refieriendo a su primer viaje misionero,
registrado de Hechos 13-14. Aparentemente Pablo no había intentado visitar
estas ciudades, pero fue forzado a hacerlo por causa de algún padecimiento
físico. Tan solo podemos especular de qué fue esto. Algunos han sugerido
malaria; otros, una aflicción de sus ojos (lee Gál. 4:15). Lo que sea que haya
sido, esto debió haber hecho a Pablo algo repulsivo en su apariencia, porque
el recomienda a los gálatas por la manera en que lo recibieron a pesar de la
manera que aparentaba. Para ellos, él era un ángel de Dios. Es algo
maravilloso cuando la gente acepta a los siervos de Dios, no por causa de su

39
apariencia externa, sino porque ellos representan al Señor y traen Su
mensaje.
Ahora Pablo les pregunta: “¿Qué había pasado con ese amor? ¿Qué había
pasado con la bendición—la felicidad—que ustedes experimentaron cuando
oyeron el evangelio y confiaron en Cristo?” Claro, Pablo sabía qué había
pasado: los judaizantes habían ido y robado sus corazones.

F. El argumento alegórico (4:19 - 31)


Una alegoría es una narrativa que tiene un profundo
significado detrás de esta. En una alegoría, las personas y
las acciones las personas y las acciones representan
significados ocultos, así que la narrativa puede ser leída en
dos niveles: la literal y la simbólica.

Gál 4:19-31 Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto,
hasta que Cristo sea formado en vosotros, 4:20 quisiera estaer con
vosotros ahora mismo y cambiar de tono, pues estoy perplejo en cuanto
a vosotros. 4:21 Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis
oído la ley? 4:22 Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno
de la esclava, otro de la libre. 4:23 Pero el de la esclava nació según la
carne; 4:24 Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos
pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud;
éste es Agar. 4:25 Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y
corresponde a la Jerusalén actual, pues esta, junto con sus hijos, está en
esclavitud. 4:26 Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos
nosotros, es libre. 4:27 Porque está escrito: Regocíjate, oh estéril, tú
que no das a luz; Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores
de parto; Porque más son los hijos de la desolada, que de la que tiene
marido. 4:28 Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de
la promesa. 4:29 Pero como entonces el que había nacido según la
carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también
ahora. 4:30 Mas, ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su
hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre.
4:31 De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la
libre.

40
1. Ya que los judaizantes apelaban a la ley, Pablo entonces
usa la ley para probar que los cristianos no están bajo la
ley. Él toma la historia familiar de Ismael e Isaac (Gén.
16-21) y saca de ahí verdades básicas acerca de la relación
del cristiano con la ley de Moisés.

Los eventos descritos realmente sucedieron, pero Pablo los


usa como una alegoría.

2. Isaac “nació según el Espíritu” (Gál. 4:29), y, por su


puesto, el cristiano es “nacido del Espíritu” (Juan 3:1-7).
Isaac vino al mundo a través de Abraham (quien
representa la fe, Gál. 3:9) y Sara (quien representa la
gracia); así que el nació “por gracia . . . a través de la fe”
como todo verdadero cristiano (Efesios 2:8-9).

3. Ismael (la carne) le causó problemas a Isaac, así como


nuestra vieja naturaleza nos causa problemas. (Pablo
discutirá esto en detalle en Gál. 5:16.) Ismael no dio
problemas en el hogar hasta que Isaac nació, así como
nuestra vieja naturaleza no da problemas hasta que la
nueva naturaleza entra cuando confiamos en Cristo. En el
hogar de Abraham vemos los mismos conflictos básicos
que los cristianos hoy enfrentamos:

Agar versus Sara = Ley versus Gracia


Ismael versus Isaac = Carne versus Espíritu

Los judaizantes enseñaban que la ley hacía al creyente más


espiritual, pero Pablo deja en claro que la ley solamente
libera la oposición de la carne y un conflicto dentro del
creyente acontece (lee Rom. 7:19). No había ley lo
suficientemente fuerte ni para cambiar ni controlar a
Ismael, pero Isaac nunca necesitó ninguna ley. Se ha bien
dicho, “La vieja naturaleza no conoce la ley y la nueva
naturaleza no necesita la ley.”

41
4. Hasta donde se conoce de los tratos de Dios con el
hombre, Dios comenzó con gracia. En el Edén, Dios le dio
a Adán y Eva gracia. Incluso hasta después que ellos
pecaron, en Su gracia les proveyó cubiertas de pieles como
vestimenta (Gén. 3:21). No les dio leyes para obedecerlas
como un modo de redención; en vez de eso, él les dio una
promesa de gracia para creer: la promesa de un Redentor
victorioso (Gén. 3:15).

También en Su relación con Israel, Dios primero operó en


base a gracia, no a Ley. Su pacto con Abraham (Gén. 15)
fue totalmente de gracia, porque Abraham estaba bien
dormido cuando el pacto se estableció. Cuando Dios liberó
a Israel de Egipto, fue en base a gracia y no a ley, porque
la ley no había sido dada aún. Como Agar, la segunda
esposa de Abraham, la ley fue “agregada” (Gál. 3:19).
Agar realizó una función temporal, y luego fue sacada de
la escena, así como la ley realizó una función especial y
luego fue quitada (Gál. 3:24-25).

5. El matrimonio de Abraham con Agar fue fuera de la


voluntad de Dios; este fue el resultado de la incredulidad e
impaciencia de Abraham y Sara. Agar estaba intentando
hacer lo que solo Sara podía hacer, y esto no funcionó. La
ley no puede dar vida (Gál. 3:21), ni justicia (Gál. 2:21), ni
el don del Espíritu (Gál. 3:2), ni una herencia espiritual
(Gál. 3:18). Isaac nació como el heredero de Abraham
(Gén. 21:10), pero Ismael no podía tener parte en esta
herencia. Los judaizantes estaban intentando hacer de
Agar una madre de nuevo, mientras que Pablo estaba en
una lucha espiritual para que sus convertidos puedan llegar
a ser más como Cristo. Ninguna cantidad de religión ni de
legalismo puede darle vida al pecador muerto. Solo Cristo
puede hacerlo a través del evangelio.

6. Ismael era “un hombre fiero” (Gén. 16:12), y a pesar de


que él era esclavo, nadie podía controlarlo, incluyendo su
madre. Como Ismael, la vieja naturaleza (la carne) está en
guerra contra Dios, y la ley no puede cambiarla ni

42
controlarla. Por naturaleza, el Espíritu y la carne son
“contrarios el uno al otro” (Gál. 5:17), y ninguna cantidad
de actividad religiosa va a cambiar el panorama.
Cualquiera que escoja a Agar (Ley) como su madre va a
experimentar esclavitud (Gál. 4:8-11, 22-25, 30-31; 5:1).
Pero cualquiera que escoja a Sara (Gracia) como su madre
disfrutará libertad en Cristo. Dios quiere que sus hijos sean
libres (Gál. 5:1).

7. Fue Sara quien dio la orden: “Echa a esta sierva y a su


hijo” (Gén. 21:9-10), y Dios a la final lo aprobó (Gén.
21:12). Ismael había estado en el hogar por al menos
diecisiete años, pero su estadía no iba a ser permanente; a
la larga tenía que ser echado. No había cuarto en la casa
para Agar e Ismael estando Sara e Isaac; una pareja tenía
que irse.

Es imposible para la ley y la gracia, la carne y el Espíritu,


comprometerse y estar juntos. Dios no le pidió a Agar ni a
Ismael que hagan visitas ocasionales al hogar; la ruptura
era permanente. Los judaizantes en los días de Pablo—y
en nuestros días—están tratando de reconciliar a Sara y a
Agar, y a Isaac e Ismael; tal reconciliación es contraria a la
Palabra de Dios. Es imposible mezclar la ley y la gracia, la
fe y las obras, el don de Dios de justicia y los intentos del
hombre de ganar la justicia.

8. Dios nunca dio la ley a ninguna otra nación o gente, ni


siquiera a Su iglesia. Para los judaizantes el imponer la ley
a los cristianos gálatas era oponerse al mismo plan de
Dios. En los días de Pablo, la nación de Israel estaba bajo
la esclavitud de la ley, mientras que la iglesia estaba
disfrutando la libertad bajo la regla de la gracia de la
“Jerusalén de arriba” (Gál. 4:26). Los judaizantes querían
“casar” el monte Sinaí y el monte celestial de Sión (Heb.
12:22), pero hacer esto sería negar lo que Jesús hizo en el
monte Calvario (Gál. 2:21). Agar no debe casarse
nuevamente.

43
Desde el punto de vista humano, puede parecer cruel que
Dios mandara Abraham a sacar a su propio hijo Ismael, a
quien amaba mucho. Pero ésta era la única solución al
problema, porque “el hombre fiero” nunca podría vivir con
el hijo de la promesa. En un sentido más profundo, sin
embargo, piensa en cuánto le costó a Dios cuando Él dio a
Su Hijo para cargar con la maldición de la ley y hacernos
libres. El corazón roto de Abraham significaba la libertad
de Isaac; el hecho de que Dios dio a su Hijo significa
nuestra libertad en Cristo.

IV. Aplicación práctica – Gracia y la vida cristiana (Capítulos 5 y 6)

Pablo pasa ahora del argumento a la aplicación, de lo doctrinal a lo


práctico. El cristiano que vive por fe no llegará a ser un rebelde. Muy por el
contrario, va a experimentar la disciplina interior de Dios que es mucho
mejor que la disciplina exterior de las reglas hechas por el hombre. Ningún
hombre que dependa de la gracia de Dios, se incline hacia el Espíritu de
Dios, viva para otros, y busque glorificar a Dios, puede llegar a ser rebelde.
El legalista es aquel que a la larga se rebela, porque vive en esclavitud,
dependiendo de la carne, viviendo para sí mismo, y buscando la gloria de los
hombres y no glorificando a Dios.

A. Libertad, no esclavitud (5:1-12)

1. Gál 5:1 Estad, pues, firmes en la libertad con que


Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al
yugo de esclavitud.

La imagen del yugo no es difícil de entender. Usualmente representa


esclavitud, servicio, y control de parte de otra persona sobre tu vida; también
puede representar el servicio voluntario y la sumisión a otra persona.
Cuando Dios liberó a Israel de la esclavitud de Egipto, fue el
quebrantamiento del yugo (Lev. 26:13). El granjero usa el yugo para
controlar y guiar sus bueyes, porque ellos no estarían voluntariosos de servir
si fueran libres.

44
Cuando los creyentes en Galacia confiaron en Cristo, ellos perdieron el
yugo de esclavitud al pecado y se pusieron el yugo de Cristo (Mat. 11:28-
30). El yugo de Cristo es “fácil” y su carga es “ligera.” La palabra fácil en
griego significa “gentil, lleno de gracia.” El yugo de Cristo nos libera para
completar Su voluntad, mientras que el yugo de la ley nos esclaviza. Las
personas que no son salvas se visten con el yugo del pecado (Lamentaciones
1:14); los legalistas religiosos se visten con el yugo de esclavitud (Gál. 5:1);
pero el cristiano que depende de la gracia de Dios se viste con el yugo
libertador de Cristo.

2. Gál 5:2-6 He aquí, yo Pablo os digo que si os


circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo. 5:3 Y
otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que
está obligado a guardar toda la ley. 5:4 De Cristo os
desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia
habéis caído. 5:5 Pues nosotros por el Espíritu
aguardamos por fe la esperanza de la justicia; 5:6
porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la
incircuncisión, sino la fe que obra por el amor.

Pablo usa tres frases para describir las pérdidas en que el cristiano incurre
cuando pasan de la gracia a la ley: “
 De nada aprovechará Cristo” (Gál. 5:2);
 “está obligado a guardar toda la ley” (Gál. 5:3);
 “De Cristo os desligasteis” (Gál. 5:4).
Esto conlleva a la triste conclusión en Gálatas 5:4: “De la gracia habéis
caído.” Es suficientemente malo que el legalismo prive al creyente de su
libertad, pero también le priva de su salud espiritual en Cristo. El creyente
que vive bajo al ley se convierte en un esclavo insolvente.

La Palabra de Dios enseña que cuando no somos salvos, le debemos a


Dios algo que no podemos pagar. Jesús deja esto en claro en Su parábola de
los dos deudores (Lucas 7:36-50). Dos hombres le debían a un acreedor, el
uno le debía diez veces más que el otro. Pero ninguno le podía pagar, así que
el acreedor “a manera de gracia les perdonó a ambos” (traducción literal).
Incluso si su deuda de pecado es un diez por ciento que los otros, el sigue sin
poder pagar, insolvente en el juicio de Dios. Dios en su gracia, por el trabajo

45
de Cristo en la cruz, es capaz de perdonar a los pecadores, sin importar cuan
grande es su deuda.
Así que, cuando confiamos en Cristo, nos hacemos espiritualmente ricos.
Ahora compartimos en las riquezas de la gracia de Dios (Efesios 1:7), las
riquezas de Su gloria (Efesios 1:18; Filipenses 4:19), las riquezas de Su
sabiduría (Rom. 11:33), y las “inescrutables riquezas de Cristo” (Efesios
3:8). En Cristo tenemos “todos los tesoros de la sabiduría y del
conocimiento” (Col. 2:3), y estamos “completos en Él” (Col. 2:10). Una vez
que la persona está “en Cristo,” ésta tiene todo lo que necesita para vivir la
clase de vida cristiana que Dios quiere que vivamos.
Los judaizantes, sin embargo, quieren que creamos que estamos
“perdiendo algo,” que seríamos más “espirituales” si practicáramos la ley
con sus demandas y disciplinas. Pablo deja claro que la ley no añade nada—
¡porque nada puede ser añadido! En vez de eso, la ley viene como un ladrón
y roba las riquezas espirituales que el creyente tiene en Cristo. Esto lo pone
nuevamente endeudado, responsable por una deuda que no es capaz de
pagar.

3. Gál 5:7-12 Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó


para no obedecer a la verdad? 5:8 Esta persuasión no
procede de aquel que os llama. 5:9 Un poco de
levadura leuda toda la masa. 5:10 Yo confío respecto
de vosotros en el Señor, que no pensaréis de otro modo;
mas el que os perturba llevará la sentencia,
quienquiera que sea 5:11 Y yo, hermanos, si aún
predico la circuncisión, ¿porqué padezco persecución
todavía? En tal caso se ha quitado el tropiezo de la cruz
5:12 ¡Ojalá se mutilasen los que os perturban!

Pablo tenía un fondo de ilustraciones atléticas y las usaba a menudo en


sus cartas. Sus lectores eran familiares con los juegos olímpicos también
como otras competencias atléticas griegas que siempre incluían carreras a
pié. Es importante notar que Pablo nunca usa la imagen de la carrera para
decirle a la gente cómo ser salvos. Siempre les está hablando a los cristianos
acerca de cómo vivir una vida cristiana. Un competidor en los juegos griegos
tenía que ser ciudadano antes de que pudiera competir. Nosotros nos
hacemos ciudadanos del cielo a través de la fe en Cristo; después el Señor
nos pone en nuestro curso y corremos para ganar el premio (lee Filipenses

46
3:12-21). No corremos para ser salvos; corremos porque ya somos salvos y
queremos completar la voluntad de Dios en nuestras vidas (Hechos 20:24).
“Ustedes corrían bien.” Cuando por primera vez Pablo fue a ellos, ellos
lo recibieron “como a un ángel de Dios” (Gál. 4:14). Aceptaron la Palabra,
confiaron en el Señor Jesucristo, y recibieron el Espíritu Santo. Tenían un
profundo gozo que era evidente a todos, y estaban deseosos de hacer
cualquier sacrificio para acomodar a Pablo (Gál. 4:15). Pero ahora, Pablo era
su enemigo.
Una traducción literal de Gálatas 5:7 nos da la respuesta: “Estaban
corriendo bien. ¿Quién se metió en medio de ustedes para que dejaran de
obedecer a la verdad?” En las carreras, cada competidor tenía que
permanecer en su carril asignado, pero algunos corredores se metían en el de
sus competidores para tratar de sacarlos de su carril. Esto es lo que los
judaizantes habían hecho a los creyentes gálatas: se metieron en medio de
ellos y los forzaron a cambiar de dirección e irse por un “desvío espiritual.”
Su explicación cambia su manera de hablar del atletismo a la cocina,
porque Pablo introduce la idea de la levadura (fermento). En el Antiguo
Testamento, la levadura es generalmente puesta como un símbolo del mal.
Durante la pascua, por ejemplo, ninguna levadura era permitida en casa (Éx.
12:15-19; 13:7). A los adoradores no se les permitía mezclar la levadura con
los sacrificios (Éx. 34:25), aunque habían algunas excepciones para esta
regla. Jesús usó la levadura como una figura de pecado cuando advirtió en
contra de la “levadura de los fariseos” (Mat. 16:6-12); y Pablo usó la
levadura como un símbolo de pecado en la iglesia de Corinto (1 Cor. 5).
La levadura realmente es una buena ilustración de pecado: es pequeña,
pero si se deja sola se desarrolla y empapa todo. La falsa doctrina de los
judaizantes fue introducida en las iglesias de Galacia de una pequeña
manera, pero, en poco tiempo, la “levadura” se desarrolló y a la larga se
apoderó de todo.
El espíritu del legalismo no se apodera de una iglesia de repente. Como la
levadura, se introduce de manera secreta, se desarrolla, y en poco tiempo
envenena a toda la asamblea.
No está mal tener normas en una iglesia, pero nunca deberíamos pensar que
las normas harán a alguien espiritual, o que el mantener las normas es una
evidencia de espiritualidad. Cuan fácil es para la levadura crecer. Antes de
tiempo, nos hacemos orgullosos de nuestra espiritualidad (“envanecidos” es
la forma en que Pablo lo dice, 1 Cor. 5:2, y eso es exactamente lo que la
levadura hace: envanece), y luego critica la falta de espiritualidad de
cualquier otro.

47
B. El Espíritu, no la carne (5:13 - 26)

1. Gál 5:13-15 Porque vosotros, hermanos, a libertad


fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad
como ocasión para la carne, sino servios por amor los
unos a los otros. 5:14 Porque toda la ley en esta sola
palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo. 5:15 Pero si os mordéis y os coméis unos a
otros, mirad que también no consumáis unos a otros.

Somos propensos a irnos a los extremos. Un creyente interpreta la


libertad como una licencia y piensa que puede hacer lo que sea que quiera.
Otro creyente, viendo este error, se va a un extremo opuesto e impone la ley
sobre todo el mundo. En algún lado entre la licencia en una mano y el
legalismo en la otra mano está la verdadera libertad cristiana.
Así que, Pablo comienza explicando nuestro llamado: somos llamados a
libertad. El cristiano es una persona libre. Él es libre de la culpa del pecado
porque ha experimentado el perdón de Dios. Él es libre del castigo del
pecado porque Cristo murió por él en la cruz. Y él es, a través del Espíritu,
libre del poder del pecado en su diario vivir. También es libre de la ley
con sus demandas y amenazas. Cristo llevó la maldición de la ley y acabó
con su tiranía de una vez y para siempre. Somos “llamados a libertad”
porque somos “llamados a la gracia de Cristo” (Gál. 1:6). La gracia y la
libertad van de la mano.
Habiendo explicado nuestro llamado, Pablo entonces emite una
advertencia: “No permitan que su libertad se degenere en libertinaje!”
Esto, por su puesto, es el miedo de todas las personas que no entienden el
verdadero significado de la gracia de Dios. “Si hacen de lado las reglas y
regulaciones,” decían ellos, “crearán caos y anarquía.” Por su puesto, ese
peligro es cierto, no porque la gracia de Dios cae, sino porque el hombre cae
de la gracia de Dios (Heb. 12:15). La libertad cristiana no es una licencia
para pecar sino una oportunidad para servir.
Esto conlleva a un mandamiento: “Servíos por amor los unos a los
otros” (Gál. 5:13). La palabra clave, claro está, es amor. La fórmula luce
algo así:
libertad + amor = servicio a otros
libertad — amor = licencia para pecar (esclavitud al pecado)

48
2. Gál 5:16-17 Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no
satisfagáis los deseos de la carne. 5:17 Porque el deseo
de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es
contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no
hagáis lo que quisiereis.

Así como Isaac e Ismael no fueron capaces de estar juntos, así el Espíritu
y la carne (la vieja naturaleza) están en guerra la una con la otra. Por “la
carne,” por su puesto, Pablo no quiere decir “el cuerpo.” El cuerpo humano
no es pecaminoso; es neutral. Si el Espíritu Santo controla el cuerpo,
entonces caminamos en el Espíritu; pero si la carne controla el cuerpo,
entonces caminamos en lujuria (deseos) de la carne. el Espíritu y la carne
tienen diferentes apetitos, y esto es lo que crea el conflicto.
Los apetitos opuestos se ilustran en la Biblia de diferentes maneras. Por
ejemplo, la oveja es un animal limpio y evita la basura, mientras que el
cerdo es una animal inmundo y disfruta revolcarse en la inmundicia (2 Pedro
2:19-22). Después que la lluvia cesa y el arca se asienta, Noé soltó un cuervo
que nunca regresó (Gén. 8:6-7). El cuervo es un ave de carroña y encontró
muchas cosas de comer. Pero cuando Noé soltó a la paloma (un ave limpia),
ésta regresó (Gén. 8:8-12). La última vez que soltó la paloma y ésta no
regresó, él sabía que había encontrado un lugar limpio para asentarse; por
tanto las aguas habían retrocedido.
La vieja naturaleza es como el cuervo y el cerdo, siempre buscando algo
inmundo para alimentarse. Nuestra nueva naturaleza es como la oveja y la
paloma, buscando lo que es limpio y santo. ¡No se maravillen de que
continúan las luchas en la vida del creyente! El hombre que no es salvo no
sabe de esta batalla porque no tiene el Espíritu Santo (Rom. 8:9).
Note que el cristiano simplemente no puede desear vencer la carne: “y
éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis” (Gál. 5:17). Es
este mismo problema que Pablo discute en Romanos: “Porque lo que hago,
no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco. . . .
Porque no hago el bien que quiero; sino el mal que no quiero, eso hago”
(Rom. 7:15, 19). Pablo no está negando que hay victoria. Simplemente está
señalando que no podemos ganar esta victoria en nuestras propias fuerzas y
voluntad.

49
3. Gál 5:18 Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis
bajo la ley.

La solución no es atacar a nuestra voluntad para evitar la carne, sino el


rendir nuestra voluntad al Espíritu Santo. Este verso literalmente significa,
“Pero si ustedes son voluntariamente guiados por el Espíritu, entonces no
están bajo la ley.” El Espíritu Santo escribe la ley de Dios en nuestros
corazones (Heb. 10:14-17; lee 2 Cor. 3) para que deseemos obedecerlo en
amor. “EL hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en
medio de mi corazón” (Salmos 40:8). Ser “‘guiado por el Espíritu” y
“caminar en el Espíritu” son cosas opuestas a inclinar los deseos a la carne.

4. Gál 5:19-21 Y manifiestas son las obras de la carne,


que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia,
5:20 idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos,
iras, contiendas, disensiones, herejías, 5:21 envidias,
homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a
estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo
he dicho antes, que los que practican tales cosas no
heredarán el reino de Dios.

5:24 Pero los que son de Cristo han crucificado la


carne con sus pasiones y deseos.

Tres tipos de pecado


a. Los pecados sensuales (adulterio, fornicación, etc.)
b. Los pecados supersticiosos (idolatría, hechicería,
etc.)
c. Los pecados sociales (odio, enemistades, ira, pleitos,
herejía, homicidios, borracheras)

Pablo lista alguno de las “obras feas de la carne.” (Encontrarás listas


similares en Marcos 7:20-23; Rom. 1:29-32; 1 Tim. 1:9-10; 2 Tim. 3:2-5.) la
carne es capaz de hacer pecado pero nunca puede producir la justicia de

50
Dios. “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso” (Jer.
17:9). Esta lista en Gálatas puede ser dividida en tres categorías principales:
Los pecados sensuales (v. 19, 21b). Adulterio es el sexo ilícito entre la
gente casada, mientras que fornicación generalmente se refiere al mismo
pecado entre la gente soltera. Inmundicia significa precisamente eso: una
impureza de corazón y mente que hace a la persona profano. La persona
inmunda ve sucio todo (lee Tito 1:15). Lascivia es muy parecida a la palabra
depravación. Se refiere al apetito lujurioso que no conoce vergüenza. Esto
sin decir que todos estos pecados fueron incontrolables en el imperio
romano. Las borracheras y algarabías (orgías) no necesitan explicación.
Los pecados de superstición (v. 20a). Idolatría, como los pecados que
se mencionan antes, está con nosotros hoy. La idolatría es simplemente
poner las cosas antes que a Dios y a las personas. Tenemos que adorar a
Dios, amar a las personas, y usar las cosas, pero muy a menudo usamos a las
personas, nos amamos a nosotros mismos, y adoramos cosas, dejando a Dios
de lado completamente. Jesús nos dice que cualquier cosa que adoramos,
servimos (Mat. 4:10). El cristiano que es devoto más a su carro, casa, o bote
que a Cristo puede estar en peligro de idolatría (Col. 3:5).
La palabra hechicería es de la palabra griega pharmakeia, que significa
“el uso de drogas.” Nuestra palabra castellana farmacia se deriva de esta
palabra. Los magos en los días de Pablo solían usar drogas para provocar sus
efectos malignos. Por su puesto, la brujería es prohibida en la Biblia como lo
son todas las actividades de lo oculto (Deut. 18:9-22).
Los pecados sociales (v. 20b-21a). Odio significa “enemistad,” la actitud
de mente que desafía y reta a otros. Esta actitud conlleva a los pleitos, lo
cual es contienda, el mejor trabajo de la enemistad. Celos significa envidia o
rivalidades. Que trágico es cuando los cristianos compiten el uno con el otro
y tratan de hacer que los demás se vean mal en los ojos de otras personas.
Ira significa arrebato de coraje, y contienda lleva la idea de “pretender,
ambición egoísta,” que crea divisiones en las iglesias.
Disensiones y herejías son términos familiares. El primero sugiere
división, y el segundo es un grupo de gente causado por un espíritu
partidario. Las divisiones y los bandos serían una traducción justa. Estos son
el resultado de que los líderes de la iglesia se promueven a sí mismos
insistiendo que la gente los siga, y no al Señor. (la palabra herejía en griego
significa “hacer una elección.”) Envidias sugiere el llevar rencores, el
profundo deseo por lo que otro tiene (lee Prov. 14:30). Homicidios y
borracheras no necesitan explicación.

51
La persona que practica estos pecados no heredará el reino de Dios.
Pablo no está hablando acerca de un acto de pecar, sino del hábito de pecar.
¿Cómo el creyente maneja la vieja naturaleza cuando esta es capaz de
producir tales horroroso pecados? La ley no puede cambiar o controlar la
vieja naturaleza.
La vieja naturaleza debe ser crucificada (v. 24). Cristo no solo murió
por mí, sino que yo morí con Cristo. Cristo murió por mí para que de mí sea
removida la pena de mi pecado, pero yo morí con Cristo para romper el
poder del pecado.
El nos dice que la carne ya ha sido crucificada. Es nuestra
responsabilidad creer esto y actuar sobre esto. (Pablo llama a esto
“considerar” en Rom. 6; tienes la misma verdad presentada en Col. 3:5).
Tu y yo no somos deudores a la carne, sino al Espíritu (Rom. 8:12-14).
Debemos aceptar lo que Dios dice acerca de la vieja naturaleza y no tratar de
hacer de ella algo que no es. No debemos hacer “provisión para la carne”
(Rom. 13:14) al alimentarla con cosas que disfruta. En la carne no habita
nada bueno (Rom. 7:18), así que no debemos poner ninguna confianza en la
carne (Filipenses 3:3). La carne no está sujeta a la ley de Dios (Rom. 8:7) y
no puede agradar a Dios (Rom. 8:8). Solo a través del Espíritu Santo
podemos “hacer morir” las obras que la carne haría a través de nuestro
cuerpo (Rom. 8:13). El Espíritu Santo no solamente es el Espíritu de Vida
(Rom. 8:2; Gál. 5:25), sino que también es el Espíritu de muerte: Él nos
ayuda para considerarnos a nosotros mismos muertos al pecado.

5. 5:22-23, 25-26
Gál 5:22-23 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia,
benignidad, bondad, fe, 5:23 mansedumbre, templanza; contra tales
cosas no hay ley

Gál 5:25-26 Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el


Espíritu. 5:26 No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a
otros, envidiándonos unos a otros.

Somos deudores al Espíritu, no a la carne.

52
Una cosa es vencer la carne y no hacer cosas malas, pero algo muy
distinto hacer cosas buenas. El legalista puede ser capaz de presumir que el
no es culpable de adulterio u homicidio (pero lee Mat. 5:21-32), ¿pero puede
alguien ver las bellas gracias del Espíritu en su vida? Bondades negativas no
es suficiente en una vida; deben estar las cualidades positivas también.
El contraste entre las obras y el fruto es importante. Una máquina en
una empresa trabaja, y da lugar a un producto, pero nunca podrá
manufacturar un fruto. El fruto debe surgir de la vida, y, en el caso del
creyente, esta es vivir en el Espíritu (Gál. 5:25). Cuando piensas en “obras”
piensas en esfuerzo, labor, tensión, y afán; cuando piensas en “fruto” piensas
en belleza, quietud, el desarrollo de vida. La carne produce “obras muertas”
(Heb. 9:14), pero el Espíritu produce fruto viviente. Y este fruto tiene en sí
la semilla para aún más fruto (Gén. 1:11). ¡El amor engendra más amor! ¡El
gozo hace producir más gozo! A Jesús le preocupa que demos “fruto . . . más
fruto . . . mucho fruto” (Juan 15:2, 5), porque esta es la manera en que lo
glorificamos. La vieja naturaleza no puede producir fruto; solo la nueva
naturaleza puede hacerlo.

El cultivo del fruto es importante. Pablo advierte que debe haber una
atmósfera correcta antes de que el fruto desarrolle (Gál. 5:25-26). Así como
el fruto no puede crecer en cualquier clima, así el fruto del Espíritu no puede
crecer en la vida de cada individuo o en cada iglesia.
El fruto se desarrolla en un clima bendecido con abundancia del Espíritu
y la Palabra. “Caminar en el Espíritu” (Gál. 5:25) significa “mantener el
paso con el Espíritu”—no adelantarse y no quedarse retrasado.
Debemos recordar que este fruto se produce para ser comido, no para ser
admirado o puesto en pantalla. La gente alrededor nuestro está hambrienta
de amor, gozo, paz, y todas las otras gracias del Espíritu. Cuando ellos los
encuentran en nuestras vidas, ellos saben que tenemos algo que ello carecen.
No llevamos fruto para nuestro propio consumo; llevamos fruto para que
otros puedan ser alimentados y ayudados, y para que Cristo sea glorificado.

C. Otros, no uno mismo (6:1 - 10)


“Uno a otro” es una de las frases claves en el vocabulario cristiano.
“Amarse el uno al otro” se encuentra por lo menos una docena de veces en
el Nuevo Testamento, junto con “orar el uno por el otro” (Santiago 5:16),
“edificar el uno al otro” (1 Tesalonicenses 5:11), preferir el uno al otro

53
(Rom. 12:10), “hospedar el uno al otro” (1 Pedro 4:9), y muchas otras
amonestaciones similares.
En esta sección ante nosotros, Pablo agrega otra frase: “Sobrellevad los
unos las cargas de los otros” (Gál. 6:2). El cristiano guiado por el Espíritu
piensa en los demás y cómo puede ministrarlos. En esta sección, Pablo
describe dos ministerios importantes que tenemos que compartir el uno con
el otro.

1. Gál 6:1-5 Hermanos, si alguno fuere sorprendido en


alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle
con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti
mismo, no sea que tú también seas tentado. 6:2
Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid
así la ley de Cristo. 6:3 Porque el que se cree ser algo,
no siendo nada, a sí mismo se engaña 6:4 Así que,
cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces
tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y
no en otro; 6:5 Porque cada uno llevará su propia
carga.

Dos ministerios importantes que tenemos que compartir:


a. Sobrellevad los unos las cargas de los otros.

El legalista no se interesa en llevar cargas. En vez de eso, el añade a las


cargas de los otros (Hechos 15:10). Este era uno de los pecados de los
fariseos en los días de Jesús: “Porque atan cargas pesadas y difíciles de
llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con
un dedo quieren moverlas.” (Mat. 23:4).

El legalista es siempre más duro sobre otras personas que sobre sí mismo,
pero el cristiano guiado por el Espíritu demanda más de sí mismo que de los
otros para que pueda ser capaz de ayudar a otros.
Pablo representa un caso hipotético de un creyente que está
repentinamente errado y cae en pecado. La palabra sorprendido lleva la
idea de ser tomado repentinamente, así que este no es un caso de
desobediencia deliberada. ¿Porqué Pablo usa esta ilustración? Nada revela
mejor la maldad del legalismo que la manera en que los legalistas tratan a

54
aquellos que han pecado. (Los legalistas no necesitan hechos ni pruebas;
sólo necesitan sospechas y rumores. La imaginación auto justificadora de
ellos hará el resto.) Así que, en este párrafo, Pablo realmente está
contrastando la manera en que los legalistas tratarían con el hermano caído,
y la manera en la que el hombre espiritual lo haría.

El hombre espiritual buscaría restaurar al hermano en amor, mientras


que el legalista explotaría a su hermano. La palabra restaurar significa
“remendar, como a una red, o restaurar un hueso roto.” Si alguna vez
has tenido un hueso roto, tu sabes cuan doloroso es hacer que se restablezca.
El creyente pecador es como un hueso roto en el cuerpo, y él necesita ser
restaurado. El creyente que es guiado por el Espíritu Santo y vive en la
libertad de la gracia buscará ayudar al hermano errado, porque “el fruto del
Espíritu es amor” (Gál. 5:22). “servios por amor los unos a los otros” (Gál.
5:13). Cuando Jesús quiso ser médico al pecador, ÉL fue severamente
criticado por los fariseos (Marcos 2:13-17), así el creyente espiritual hoy en
día será criticado por los legalistas.
En vez de intentar restaurar al hermano errado, el legalista lo condenará y
luego usará al hermano para quedar bien. Esto es lo que los fariseos hicieron
en la parábola del fariseo y del publicano (Lucas 18:9-14). “[Amor] cubrirá
multitud de pecados” (1 Pedro 4:8). El legalista se regocija cuando un
hermano cae, y frecuentemente le da al suceso amplia publicidad, porque
después puede gloriarse de su propia bondad y es mucho mejor el grupo
donde está que el grupo en el cual el hermano caído está.
Esta es la razón por la que Pablo nos amonesta, “No nos hagamos
vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.”
(Gál. 5:26). La palabra provocar significa “desafiar a contestar, competir
con.” El creyente que camina en el Espíritu no está compitiendo con otros
cristianos o desafiándolos para llegar a ser “tan bueno como él es.” Sin
embargo, el legalista vive por competencia y comparación, y trata de hacer
que él mismo se vea bien al hacer que le otro compañero se vea mal.

El creyente guiado por el Espíritu hace que el suceso esté en un espíritu


de mansedumbre y amor, mientras que el legalista tiene un espíritu de
orgullo y condenación. El legalista no necesita “considerarse a sí mismo”
porque el finge nunca haber cometido ese pecado. Pero el creyente que vive
por gracia se da cuenta que no hay hombre que sea inmune de caer. “Así
que, el que piense estar firme, mire que no caiga.” (1 Cor. 10:12). Él
tiene una actitud de humildad porque se da cuenta de su propia debilidad.

55
Requiere de un gran trato de amor y valentía para que nos aproximemos
al hermano que ha errado y busquemos la forma de ayudarlo. Jesús compara
esto al ojo de un cirujano (Mat. 7:1-5)—¿y cuántos de nosotros estamos
calificados para eso?
Pablo probablemente tiene en mente aquí las instrucciones de nuestro
Señor en la reconciliación (Mat. 18:15-35). Si tu hermano peca contra ti, ve
y háblale en privado, no para que ganes un argumento, sino para que ganes a
tu hermano. (esa palabra ganar es la misma que Pablo usa en 1 Cor. 9:19-22
para referirse a ganar a los perdido para Cristo. Es importante ganar a los
perdidos, pero también es importante ganar a los salvos.) Si el te oye,
entonces el asunto es arreglado. Pero si el no se pone de acuerdo contigo,
entonces pídele a una o dos personas espirituales que vayan contigo. Si aún
así no se soluciona el asunto, entonces toda la congregación debe ser
informada y debe comenzar la disciplina. Pero Jesús continúa y señala que la
iglesia debe practicar al oración (Mat. 18:19-20) y el perdón (Mat. 18:21-
35), sino la disciplina no tendrá efecto.
El legalista, por supuesto, no tiene tiempo para esta clase de “gana-
almas” espiritual. Cuando el oye que este hermano ha pecado, en vez de ir al
hermano, comparte todas las malas noticias con otros (“para que puedas orar
más inteligentemente acerca de esto”) y luego condena al hermano por no
ser más espiritual.

No hay contradicción entre Gálatas 6:2 y 5, porque dos palabras griegas


diferentes para carga son usadas. En Gálatas 6:2 es una palabra que significa
“una carga pesada,” mientras que en Gálatas 6:5 describe “el equipaje de un
soldado.” Debemos ayudarnos los unos a los otros a llevar las cargas
pesadas de la vida, pero hay responsabilidades personales que cada
hombre debe llevar por sí mismo. “Cada soldado debe llevar su propio
equipaje.” Si mi carro se daña, mi vecino puede ayudarme a llevar a mis
niños a la escuela, pero el no puede asumir las responsabilidades que solo a
mí me toca como su padre. Esa es la diferencia. Está mal de mí esperar que
alguien más sea el padre en mi propia familia; esa es una carga (y un
privilegio) que solo yo puedo llevar.

b. Gál 6:6-10 El que es enseñado en la palabra,


haga partícipe de toda cosa buena al que lo
instruye. 6:7 No os engañéis; Dios no puede ser

56
burlado: pues todo lo que el hombre sembrare,
eso también segará. 6:8 Porque el que siembra
para su carne, de la carne segará corrupción; mas
el que siembra para el Espíritu, del Espíritu
segará vida eterna. 6:9 No nos cansemos, pues,
de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si
no desmayamos. 6:10 Así que, según tengamos
oportunidad, hagamos bien a todos, y
mayormente a los de la familia de la fe.

El segundo ministerio importante: Compañerismo y Compartir

Así como el uno al otro es una frase clave en el vocabulario cristiano, así
es la palabra compañerismo (traducido como “partícipe” en Gál. 6:6).
Desde el mismo inicio de la Iglesia, el compartir fue una de las marcas de
la experiencia cristiana (Hechos 2:41-47). La palabra griega es koinonia,
que simplemente significa “tener en común,” y se refiere a nuestro
compañerismo común en Cristo (Gál. 2:9), nuestra fe común (Judas 3), e
incluso nuestro compartir en los sufrimientos en Cristo (Filipenses 3:10).
Pero a menudo en el Nuevo Testamento, koinonia se refiere a compartir las
bendiciones materiales el uno con el otro (Hechos 2:42; 2 Cor. 8:4; Heb.
13:16 [texto griego]). Es esto lo que Pablo tiene en mente en estos versos.
Él comienza con un precepto (Gál. 6:6), exhortándonos a compartir el
uno con el otro. El maestro de la Palabra comparte tesoros espirituales, y
aquellos que son enseñados deben compartir los tesoros materiales.
(debemos recordar que lo que hacemos con las cosas materiales es una
evidencia de cómo valoramos las cosas espirituales. “Porque donde esté
vuestro tesoro, allí estará también nuestro corazón” (Mat. 6:21).
Porque el apóstol Pablo no quiso dinero para llegar a ser una piedra de
tropiezo a los inconversos, el ganaba su propio dinero (lee 1 Cor. 9), pero el
repetidamente enseñaba que el líder espiritual en la iglesia tenía que ser
sostenido por las donaciones de la gente. Jesús dijo, “El obrero es digno de
su salario” (Lucas 10:7), y Pablo emitió esta declaración (1 Cor. 9:11, 14).
Pero debemos darnos cuenta del principio espiritual que descansa detrás
de este precepto. Dios no manda a los creyentes a dar simplemente para que
los pastores y maestros (y misioneros, Filipenses 4:10-19) puedan tener sus
necesidades materiales satisfechas, sino que los dadores puedan tener una
mayor bendición (Gál. 6:7-8). El principio básico de sembrar y cosechar se

57
encuentra a través de toda la Biblia. Dios ha ordenado que seguemos lo que
sembramos. Si esto no fuera así para esta ley, todo el principio de “causa y
efecto” fallaría. El granjero que siembra trigo puede esperar segar trigo. Si
fuera de otro modo, habría caos en nuestro mundo.
Pero Dios también nos ha dicho que seamos cuidadosos de dónde
sembramos, y es este principio que Pablo trata aquí. El ve nuestras
posesiones materiales como semillas, y el ve dos posibles clases de terreno:
la carne y el Espíritu. Podemos usar nuestros bienes materiales para
promover la carne, o para promover las cosas del Espíritu. Pero una vez que
hemos terminado de sembrar, no podemos cambiar la cosecha.
El dinero sembrado en la carne traerá una cosecha de corrupción (lee Gál.
5:19-21). Ese dinero se va y nunca podrá ser reclamado. El dinero sembrado
en el Espíritu (tal como compartir con aquellos que enseñan la Palabra)
producirá vida, y en aquella cosecha habrá semillas que pueden ser plantadas
nuevamente para otra cosecha, y en la eternidad. Si todos los creyentes
vieran sus beneficios materiales como semillas, y la plantaran
apropiadamente, no habría carencia en la obra del Señor.
Claro está, hay una aplicación mucha más ancha del principio para
nuestra vida; porque todo lo que hacemos es o una inversión en la carne o en
el Espíritu. Debemos segar lo que sea que hayamos sembrado, y nosotros
segaremos en proporción a lo que hayamos sembrado. “El que siembra
escasamente, también segará escasamente; y el que siembra
generosamente, generosamente también segará.” (2 Cor. 9:6).
Habiéndonos dado el precepto (Gál. 6:6) y el principio detrás del
precepto (Gál. 6:7-8), Pablo ahora nos da una promesa (Gál. 6:9): “a su
tiempo segaremos, si no desmayamos..” detrás de esta promesa hay un
peligro: cansarse en el trabajo del Señor, y luego al final desmayar, y detener
nuestro ministerio.
Pero la promesa que Pablo nos da nos ayudará a mantenernos
continuando: “A su tiempo segaremos.” La semilla que está plantada no
lleva fruto inmediatamente. Hay temporadas para el alma así como hay
temporadas para la naturaleza, y debemos darle tiempo a la semilla para que
eche raíces y lleve fruto. Cada día debemos plantar semilla para que un día
podamos segar (Salmos 126:5-6).
V. 10 - Debemos “hacer bien a todos los hombres.” Así es como
dejamos ver nuestra luz y glorificamos a nuestro Padre en el cielo (Mat.
5:16). No es tan solo que testificamos a los perdidos, sino también con
nuestras obras. De hecho, nuestras obras pavimentan el camino para nuestro
testimonio verbal; ellas ganan el derecho para que nosotros seamos oído. No

58
deberíamos ser como el abogado defensor que trataba de discutir, “¿Quién es
mi prójimo?” (Lucas 10:25-37) Jesús dejó esto bien en claro que la pregunta
no es “¿Quién es mi prójimo?” sino “¿A quién le puedo ser yo un prójimo?”
Cuando “hacemos bien a todos los hombres,” debemos darle prioridad
a “los de la familia de la fe,” el compañerismo de los creyentes. Esto no
significa que la iglesia local debe hacerse un grupo exclusivo con los
miembros aislados del resto del mundo y sin hacer nada para ayudar a los
perdidos. Esto es, cuestión de balance.
Debemos recordar, sin embargo, que compartimos con otros cristianos
para que todos nosotros podamos compartir con el mundo necesitado. El
cristiano en la familia de la fe para que pueda ser un trasmisor. Cuando
abundamos en amor el uno por el otro, sobreabundamos en amor para todos
los hombres (1 Tesalonicenses 3:12).

D. La gloria de Dios, no alabanzas para el hombre (6:11 - 18)


1. Gál 6:11-13 Mirad con cuán grandes letras os escribo
de mi propia mano. 6:12 Todos los que quieren
agradar en la carne, éstos os obligan a que os
circuncidéis, solamente para no padecer persecución a
causa de la cruz de Cristo. 6:13 Porque ni aún los
mismos que se circuncidan guardan la ley; pero
quieren que vosotros os circuncidéis, para gloriarse en
vuestra carne.

Pablo no tiene nada bueno que decir acerca del legalista. Él describe sus
cuatro características de la siguiente manera.
a. Son jactanciosos (v. 12a, 13b).

Su propósito principal no era ganar la gente para Cristo, ni siquiera


ayudar al creyente a crecer en gracia. Su propósito principal era ganar más
convertidos para poder jactarse de ellos.
b. Son compromisarios (v. 12b).

¿Porqué predicaban y practicaban la circuncisión y todo lo que con esto


venía? Para escapar de la persecución. Porque Pablo predicaba la gracia de
Dios y la salvación a parte de las obras de la ley, era perseguido (Gál. 5:11).
Los judaizantes trataban de hacer que los cristianos pensaran que ellos

59
también eran cristianos, y trataban de hacer que los seguidores de la ley de
Moisés pensaran que ellos también obedecían la ley…
c. Son persuasivos (v. 12a).

La palabra obligar lleva la idea de una fuerte persuasión e incluso fuerza.


Se traduce también como “obligar” en Gálatas 2:14. A pesar de que no
significa “forzar en contra de la voluntad de uno,” aún sigue siendo una
palabra fuerte. Esto indica que los judaizantes eran grandes persuasivos;
ellos tenían un “hablar de vendedor” que convencía a los creyentes gálatas
que el legalismo era el camino para ellos.

d. Son hipócritas (v. 13).

“Ellos quieren que ustedes se sujeten a la ley, pero ellos mismos no


obedecen a la ley.” Los legalistas pertenecían al mismo grupo de los fariseos
acerca de los cuales Jesús dijo, “dicen, y no hacen” (Mat. 23:3).

2. Gál 6:14-16 Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la


cruz de nuestro Señor, por quien el mundo me es
crucificado a mí, y yo al mundo 6:15 Porque en Cristo
Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión,
sino una nueva creación. 6:16 Y a todos los que anden
conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos y
al Israel de Dios.

Jesucristo es mencionado al menos 45 veces en la carta a los gálatas, lo que


significa que un tercio de los versículo contienen alguna referencia a Él. El
personaje de Jesucristo cautivaba a Pablo.

Para Saulo, el estudiado rabí judío, una doctrina de sacrificio en una cruz
era completamente increíble. De que el Mesías venía, no tenía dudas, pero
que el viniera a morir—y morir en una cruz maldita—bien, no había lugar
para esto en la teología de Saulo. Después de su conversión la cruz dejó de
ser una piedra de tropiezo para él y se hizo, mas bien, la misma piedra
angular de su mensaje: “Cristo siendo crucificado por nuestros pecados.”

Un propósito de la cruz era hacer una nueva creación (Gál. 6:15). Esta
“nueva creación” es el cuerpo de Cristo. La “vieja creación” estaba liderada

60
por Adán, y esta terminó en falla. La nueva creación es liderada por Cristo, y
va a tener éxito.
Otro propósito de la cruz era crear una nueva nación, “el Israel de Dios”
(Gál. 6:16). Jesús le dijo a los líderes judíos, “el reino de Dios será quitado
de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él” (Mat.
21:43). Pedro identifica la nación como la familia de Dios: “Mas vosotros
sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa” (1 Pedro 2:9).
Que reprensión para los judíos. ¡Ellos querían regresar a la iglesia a la ley
del Antiguo Testamento, cuando aquella ley ni siquiera pudo ser guardada
por la nación de Israel! La nación fue puesta a un lado para hacer camino a
la verdadera gente de Dios, ¡aquellos que son de la fe de Abraham y
encomiendan su vida a Cristo!
Los creyentes gentiles de hoy en día pueden no ser “hijos de Abraham”
en la carne, pero son “la simiente de Abraham” a través de la fe en Jesucristo
(Gál. 4:28-29). Ellos habían experimentado una circuncisión de corazón que
es mucho más efectiva que la circuncisión física (Rom. 2:29; Filipenses 3:3;
Col. 2:11). Por esta razón, ni la circuncisión ni la falta de ella es de
importancia para Dios (Gál. 6:15; lee también Gál. 5:6).

3. Gál 6:17-18 De aquí en adelante nadie me cause


molestias; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas
del Señor Jesús. 6:18 Hermanos, la gracia de nuestro
Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén.

Hubo un tiempo cuando Pablo estaba orgulloso de su marca de la


circuncisión (Filipenses 3:4-6), pero después llegó a ser creyente, y se hizo
un “hombre marcado” en una manera diferente. Ahora se gloriaba en las
cicatrices que había recibido y en el sufrimiento él había pasado por duras
pruebas en el servicio al Señor Jesucristo.
Pablo está afirmando que él había sufrido por causa de Cristo (algo que
los legalistas nunca hacían), y tenía en su cuerpo las cicatrices para probarlo.
Cuando lees 2 Corintios 11:18-33, no tienes dificultad en entender estas
palabras de él, porque en muchas maneras y en muchos lugares Pablo sufrió
físicamente por Cristo.
En los días de Pablo, no era inusual que el seguidor de un dios o diosa
pagana sea sellado con la marca de aquel ídolo. Se estaba orgulloso de su
dios y quería que todos lo supieran. En la misma manera, Pablo estaba
“sellado” por Jesucristo. No era una marca temporal que podía ser removida,

61
sino una marca permanente que la llevaría hasta la tumba. Tampoco recibió
sus marcas en una manera fácil: tenía que sufrir repetidamente para llegar a
ser un hombre marcado para Cristo.
También era la práctica en aquellos días marcar a los esclavos, para que
todos supieran quien era el propietarios. Pablo era el esclavo de Jesucristo, y
el llevaba Su marca para probarlo.
Así, Pablo llega al final de su carta; y la concluye del mismo modo en
que la comenzó: ¡GRACIA! No “la ley de Moisés,” sino ¡LA GRACIA DE
NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO!

62
EFESIOS
El material presentado en este bosquejo fue tomado de:
The Preacher’s Outline Sermon Bible en CDrom por NavPress (POSB)
La “Be Collection”de Warren Wiersbe en CDrom por Parsons
Technology (WW)
Comentarios adicionales por el Rev. Dick Christensen (RevC)

I. Sumario del libro de Efesios

A. Autor: Pablo
B. Fecha de elaboración: Entre 60 - 61 DC mientras qeu Pablo estaba
preso en Roma.
C. Dirigido a: La iglesia en Éfeso.
D. Propósito:
Fortalecer a los creyentes en Éfeso en su fe cristiana al explicar la
naturaleza y el propósito de la Iglesia, el cuerpo de Cristo.
E. Versículos claves: (4:4-6)
Un cuerpo, y un Espíritu, com fuisteis también llamados en una
misma esperanza de vuestra vocación; {5} un Señor, una fe, un
bautismo, {6} un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por
todos, y en todos.
F. Personas claves: Pablo, Tíquico.
G. Características especiales:
Muchos cuadros de la iglesia son presentados: cuerpo, templo,
misterio, hombre nuevo, novia, y soldado.

II. Introducción y trasfondo en Éfeso de (POSB)

Éfeso era una gran ciudad comercial. Su puerto natural y localidad


estratégica en uno de los caminos principales en el mundo la hizo así. Sin
embargo, a la mitad del primer siglo, el puerto se había obstruido de tal
manera que el comercio había decrecido tremendamente desde los días de la

63
gloria de Éfeso. Había habido intentos de dragar y quitar la obstrucción, pero
los esfuerzos fueron desalentados y finalmente abandonados. Los corazones
de los efesios ya no estaban en esfuerzo. Parte de la razón para esta actitud
era el comercio exitoso y provechoso que los efesios disfrutaban de su culto
religioso. El gran templo de Diana, o Artemisa, estaba ahí. Diana era la diosa
que tenía una cabeza grotesca y muchos senos y se enfocaba al placer sexual
de la carne. Los peregrinos adoradores encontraron su satisfacción en la
prostitución con una hueste de sacerdotisas que promovían el culto a la
diosa. Un gran comercio de plateros se había desarrollado por años, y el
comercio turístico estaba en auge todo el año. Esto es por el gremio de
plateros que hallaban en las multitudes una manera fácil para levantar
oposición en contra de Pablo (Hechos 19:24). Al pasar de los años, el gran
puerto se obstruyó más y más, y los efesios dependían más y más del
comercio que venía de la religión y la superstición. El puerto natural de
Esmirna, que se asentaba cerca, se hizo un puerto más viable y comenzó a
tomar más y más del puerto de Éfeso. Como resultado Éfeso llegó a ser una
ciudad que moría, viviendo de su pasada reputación como un centro
religioso y filosófico. La gran ciudad de Éfeso tenía una enfermedad, la
enfermedad de la injusticia sensual, y la enfermedad hacía su trabajo:
corrompía a la gente. La gente, egocéntrica y sensual, perdió su voluntad y
su disposición para emplear un jugoso negocio. Así, la enfermedad de Éfeso
era mortal. El “candelabro” de Éfeso se derrumbó, y la luz de Éfeso se apagó
(lee Apocalipsis 2:1-7, esp. Apocalipsis 2:5).

La iglesia en Éfeso. La iglesia en Éfeso tuvo un pequeño comienzo. Cuando


Pablo visitó Éfeso, solo encontró doce creyentes en la ciudad. Habían sido
ganados para el Señor por el inmaduro pero impresionante predicador
Apolo. Como resultado habían sido mal informados de la presencia del
Espíritu Santo; parecían que carecían de una conciencia del Espíritu en la
vida del creyente y de estar al tanto que Él ya había sido enviado al mundo
(Hechos 19:1-7). Después de las instrucciones de Pablo a estos doce, él
empezó a enseñar en la sinagoga. Enseñó por tres meses, pero los judíos
estaban endurecidos y rehusaban creer en el evangelio. Ellos murmuraban en
contra del mensaje. Por lo tanto, Pablo movió la iglesia a la escuela de un
filósofo, Tiranno. Ahí predicaba a Cristo por dos años completos. Durante
este periodo se dice que la iglesia era instrumental al hacer oír la palabra a
través de toda Asia: “de manera que todos los que habitaban en Asia,
judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús (Hechos 19:10). El
Señor hizo milagros especiales por Pablo en Éfeso y la iglesia testificaba
algunas cosas asombrosas. De toda la evidencia, lo espectacular era

64
necesario para llegar a la gente. Como siempre, Dios hizo todo lo que el
podía para alcanzar a las personas. Estas experiencias muestran el gran amor
y mover de Dios hacia el hombre (lee Hechos 19:11-20). Al ver estos
sucesos, debemos de tener en mente el trasfondo de la ciudad. Éfeso era una
cama oriental caliente de magia y superstición. Las personas eran muy
emocionales y sensuales, fácilmente llevada por los sentimientos. Habían
personas devotas, personas expresivas, gente amante, e igualmente una gente
encantadora (Apocalipsis 2:1-7, esp. Apocalipsis 2:4).

Como Pablo predicaba y Dios hacía milagros, muchos creían y la iglesia


crecía poderosamente. Los creyentes daban gran evidencia de vidas
cambiadas por vivir para Cristo justo en la mitad de una sociedad inmoral y
pagana. En una ocasión, la iglesia demostró su nueva fe hallada al hacer una
gran hoguera y poner al fuego toda su literatura mágica y pagana.

La gran similitud con los colosenses. Hay más de 55 versos que son
exactamente lo mismo, y 25 versos que son muy similares. Esto significa
que de 155 versos en Efesios, 75 están conectados de cerca con Colosenses.
Tanto Efesios como Colosenses comienzan con una sección doctrinal y
terminan con una sección práctica, y ambas fueron aparentemente
entregadas por la misma persona, Tíquico (Efesios 6:21; Col. 4:7). Tal
similitud es de esperarse. Pablo escribió ambas mientras estuvo preso en
Roma, probablemente una justo después de la otra.

III. Doctrina: Nuestras riquezas en Cristo Capítulo 1

A. Pablo un apóstol de Jesucristo 1:1-3

Efesios 1:1-3 Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, a los


santos y fieles en Cristo Jesús que están en Éfeso: 1:2 Gracia y paz a
vosotros, de nuestro Padre y del Señor Jesucristo. 1:3 Bendito sea el Dios y
Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición
espiritual en los lugares celestiales en Cristo,

1. (WW) Por el año 53, Pablo primeramente ministró en


Éfeso pero no permaneció ahí (Hechos 18:19-21). Dos
años después, mientras estaba en su tercer viaje misionero,
Pablo se quedó en Éfeso por al menos dos años y vio toda
la vasta área evangelizada (Hechos 19:1-20). Para una

65
descripción del ministerio de Pablo en Éfeso, lee Hechos
20, y para una explicación de la oposición al ministerio de
Pablo ahí, lee Hechos 19:21-41.

Fue después de casi diez años más tarde cuando Pablo


escribió a sus amados amigos en Éfeso. Pablo era
prisionero en Roma (Efesios 3:1; 4:1; 6:20), y el quería
compartir con estos creyentes las grandes verdades que el
Señor le había enseñado acerca de Cristo y la iglesia.
Compare Efesios 6:21-22 con Colosenses 4:7-9 y Filemón
para tener un mejor entendimiento del trasfondo histórico.
Onésimo, un esclavo, huyó de Filemón, su amo, que vivía
en Colosas. Mientras estaba en Roma, Onésimo conoció a
Pablo y se convirtió. Tíquico, uno de los pastores de la
iglesia en Colosas, a quien pudo haber conocido en la casa
de Filemón, estaba también en Roma para discutir algunos
problemas con Pablo. así que Pablo tomó ventaja de la
presencia de estos dos hombres para enviar tres cartas a
sus amigos: la epístola a los Efesios, la epístola a los
Colosenses, y la epístola a Filemón. Al mismo tiempo, el
envió a Onésimo de vuelta con su amo.

Aunque Pablo luchaba por su vida, estaba preocupado


acerca de las necesidades espirituales de las iglesias que
había fundado. Como un apóstol, “uno enviado con una
comisión,” tenía la obligación para enseñarles la palabra
de Dios y de buscar edificarlos en la fe (Efesios 4:11-12)

2. (WW) Nueve veces en esta pequeña carta, Pablo se dirige


a sus lectores como santos (Efesios 1:1, 15, 18; 2:19; 3:8,
18; 4:12; 5:3; 6:18). La palabra santo es simplemente uno
de los muchos términos usados en el Nuevo Testamento
para describir “uno que ha confiado en Jesucristo como
Salvador.” [(RevC) Una de las muchas falsas enseñanzas
de la iglesia católica romana de hoy es que una persona
debe estar muerta para ser considerada santa.] No
obstante, un santo real está “vivo,” no solo físicamente,
sino también espiritualmente (Efesios 2:1). Encontrarás
cristianos llamados discipulos (Hechos 9:1, 10, 19, 25-26,

66
36, 38), gente del Camino (Hechos 9:2) y santos (Hechos
9:13, 32, 41).

La palabra santo significa “uno que ha sido apartado.”


Está relacionada a la palabra santificar, que significa
“apartar.” Cuando el pecador confía en Cristo como
Salvador, él es sacado “del mundo” y puesto “en Cristo.”
El creyente es del mundo físicamente, pero no del mundo
espiritualmente (Juan 17:14-16). Todo cristiano verdadero
posee el Espíritu Santo (Rom. 8:9; 1 Cor. 6:19-20), y es a
través del poder del Espíritu que el cristiano es capaz de
funcionar en el mundo.

Ahora para la pregunta importante: ¿Cómo es que estas


personas en Éfeso se hicieron santas? La respuesta está en
dos palabras: “fieles” y “gracia” (Efesios 1:1-2). Cuando
Pablo dirige su carta a los “santos . . . y fieles en Cristo
Jesús” él no se está dirigiendo a dos grupos diferentes de
personas. La palabra fieles lleva el significado de
“creyentes en Cristo Jesús.” Estas personas no eran salvas
por vivir vidas fieles; sino porque pusieron su fe en Cristo
y fueron salvos. Esto es claro de Efesios 1:12-14, 19.

La palabra gracia se usa doce veces en Efesios, y se


refiere a “la bondad de Dios hacia las inmerecidas
personas.” Gracia y fe van juntos, porque la única manera
de experimentar la gracia y salvación es a través de la fe
(Efesios 2:8-9).

La frase “en Cristo Jesús” ¡se usa 27 veces en esta carta!


Ésta describe la posición espiritual del creyente: él es
identificado con Cristo, él está en Cristo, y por lo tanto es
capaz de acercar las riquezas de Cristo para su propio
diario vivir.

3. (WW) Efesios 1:3 manifiesta su tema: las riquezas


cristianas en Cristo. Nuestras bendiciones están “en
lugares celestiales en Cristo.” Talvez una traducción más

67
clara sería “en las regiones celestes en Cristo.” Las
personas no salvas se interesan primariamente en las
terrenales, porque es aquí donde viven. Jesús los llamó
“los hijos de este mundo” (Lucas 16:8). La vida del
cristiano se centra en el cielo. Su ciudadanía está en el
cielo (Filipenses 3:20); su nombre está escrito en el cielo
(Lucas 10:20); su Padre está en el cielo; y su atención y
afecto deben de ser centrados en las cosas del cielo (Col.
3:1). Las batallas que libramos no son contra carne ni
sangre en la tierra, sino contra poderes satánicos “en las
regiones celestes” (Efesios 6:12).

El cristiano realmente opera en dos esferas: la humana y la


divina, la visible y la invisible. Físicamente, él está en la
tierra con un cuerpo humano, pero espiritualmente está
sentado con Cristo en los lugares celestiales—y es esta
esfera celestial que provee el poder y la dirección para el
caminar terrenal.

B. Nuestras posesiones espirituales en Cristo (1:4 - 14)

1. Nuestra primera bendición: Él nos escogió.

(Efesios 1:4) según nos escogió en Él antes de la fundación


del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante
de Él,

(WW) La salvación comienza con Dios, y no en el hombre, todos los


cristianos concuerdan. “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os
elegí a vosotros” (Juan 15:16). El pecador perdido, perdido en sus propios
caminos, no busca a Dios (Rom. 3:10-11); Dios en su amor busca al pecador
(Lucas 19:10).
Note que Dios nos escogió incluso antes que creara el universo, para que
nuestra salvación sea completamente de su gracia y no en base a nada que
nosotros mismo hayamos hecho. Él nos escogió en Cristo, no en nosotros
mismos. Y Él no escogió para un propósito: para ser santos y sin culpa. En

68
la Biblia, la elección es siempre hacia algo. Es un privilegio que lleva una
gran responsabilidad.
Notarás que las tres Personas de la Trinidad están involucradas en nuestra
salvación (lee también 1 Pedro 1:3). En lo que a Dios el Padre se refiere, tu
fuiste salvo cuando Él te escogió en Cristo en la eternidad pasada. Pero solo
eso no te salvó. En lo que a Dios el Hijo se refiere, fuiste salvo cuando Él
murió por ti en la cruz. En lo que a Dios es el Espíritu se refiere, fuiste salvo
cuando te inclinaste hacia Su convicción y recibiste a Cristo como tu
Salvador. Lo que comenzó en la eternidad pasada fue completado en el
tiempo presente, ¡y continuará por la eternidad!

(POSB) Ahora, nota la gran bendición de Dios: que debemos ser santos y
sin culpa delante de Él. La palabra “santos” (hagious) significa ser apartado
y consagrado a Dios. Es la misma palabra que se utiliza para “santos” en
Efesios 1:1. La palabra “sin culpa” (amomous) significa ser libre del
pecado, sucio, e inmundicia; estar sin reproche y sin mancha; estar sin falta y
sin profanación.

2. Nuestra segunda bendición: Él nos adoptó.

(Efesios 1:5) en amor habiéndonos predestinados para ser


adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el
puro afecto de su voluntad,

(WW) Aquí encontramos la mal interpretada palabra predestinados. Esta


palabra, como es utilizada en la Biblia, se refiere primariamente a lo que
Dios hace por la gente salva. En ninguna parte en la Biblia se nos enseña que
la gente está predestinada al infierno, porque esto se refiere solo al pueblo de
Dios. La palabra simplemente significa “ordenar de antemano,
predeterminar.” Elección parece referirse a la gente, mientras que la
predestinación ser refiere a propósitos. Los eventos relacionados con la
crucifixión de Cristo fueron predestinados (Hechos 4:25-28). Dios ha
predestinado nuestra adopción (Efesios 1:5), y nuestra conformidad a Cristo
(Rom. 8:29-30), también como nuestra futura herencia (Efesios 1:11).
Adopción tiene un doble significado, tanto presente como futuro. No te
metes en la familia de Dios por adopción. Te metes en Su familia por
regeneración, el nuevo nacimiento (Juan 3:1-18; 1 Pedro 1:22-25).

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Adopción es el acto de Dios por el cual Él da a Sus “nacidos” una figura
de adultos en la familia. ¿Porqué Él hace esto? ¡Así que podemos comenzar
inmediatamente a reclamar nuestra herencia y disfrutar nuestra riqueza
espiritual! Un bebé no puede utilizar legalmente su herencia (Gál. 4:1-7),
pero un hijo adulto puede—¡y debe! Eso significa que no tienes que esperar
hasta que seas un santo viejo antes de que puedas reclamar tus riquezas en
Cristo.
El aspecto futuro de la adopción se encuentra en Romanos 8:22-23, el
cuerpo glorificado que tengamos cuando Jesús regrese. Ya tenemos nuestro
tamaño de adultos ante Dios, pero el mundo no puede ver eso. Cuando
Cristo regrese, ¡esta “adopción privada” será hecha pública para que todos la
vean!

3. Nuestra tercera bendición: Somos aceptos.

(Efesios 1:6) para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos


hizo aceptos en el Amado,

(WW) No podemos hacernos a nosotros mismo aceptos para Dios; pero Él,
por Su gracia, nos acepto en Cristo. Esta es nuestra eterna posición la cual
nunca cambiará. Algunas traducciones dicen “la cual Él libremente nos la
dio en el Amado” (NASB). Por causa de la gracia de Dios en Cristo, somos
aceptos delante de Él. Pablo le escribió a Filemón para alentarlo a aceptar su
esclavo huido, Onésimo, utilizando el mismo argumento. “Si él te debe algo
a tí, yo te lo pagaré. Recíbelo como me recibieras a mí” (Filipenses 17-19,
parafraseado). El paralelismo es fácil de ver.

4. Nuestra cuarta bendición: Nos ha redimido.

(Efesios 1:7) en quien tenemos redención por Su sangre, el perdón de


pecados según las riquezas de Su gracia,

(WW) Redimir significa “comprar y dejar libre al pagar un precio.” Habían


60 millones de esclavos en el imperio Romano, y frecuentemente eran
comprados y vendidos como trastes de una casa. Pero un hombre podía
comprar un esclavo y dejarlo libre, y esto es lo que Jesús hizo por nosotros.
El precio fue Su propia sangre (1 Pedro 1:18-19). Esto significa que somos

70
libres de la ley (Gál. 5:1), libres de la esclavitud del pecado (Rom. 6),
también libres del poder de satanás y del mundo (Gál. 1:4; Col. 1:13-14).

La palabra perdonar significa “llevar lejos.” Esto nos recuerda el ritual del
día de expiación judío cuando el sumo sacerdote enviaba Azazel al desierto
(Lev. 16). Primero el sacerdote mataba uno de los dos machos cabríos y
salpicaba su sangre delante de Dios en el propiciatorio. Luego el confesaba
los pecados de Israel sobre el macho cabrío vivo, y dejaba que se pierda en
el desierto. Cristo murió para llevarse (llevar lejos) nuestros pecados para
que nunca más puedan ser vistos (Salmos 103:12; Juan 1:29). ¡Ninguna
acusación escrita permanece delante de nosotros porque nuestros pecados
han sido llevado lejos!
5. Nuestra quinta bendición espiritual: Sabiduría y Prudencia.

(Efesios 1:8) que hizo sobreabundar para con nosotros en toda


sabiduría e inteligencia,

(POSB) La palabra “sabiduría” (sophia) significa buscar y conocer la


verdad. Esta está buscando y sabiendo que hacer. Esta agarra las grandes
verdades de la vida. Esta ve las respuestas de la vida y la muerte…

esta sabiduría se encuentra en Jesucristo y es prometida sólo a aquellos que


lo buscan a Él con todo su corazón (1 Cor. 1:30; 1 Cor. 2:10-16; Efesios 1:8;
Filipenses 2:5; Santiago 1:5).

La palabra “prudencia” (phronesei) significa ver cómo usar y hacer la


verdad. Es ver la dirección a tomar. Es entender, instinto, la habilidad para
resolver problemas diarios. Es un entendimiento práctico terrenal de las
cosas.

6. Nuestra sexta bendición espiritual: Nos ha hecho conocer


Su voluntad.

Efesios 1:9-10 dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su


beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, 1:10 de reunir
todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los
tiempos, así las cosas que están en los cielos, como las que están en la
tierra.

71
(WW) Nosotros los creyentes somos parte del “círculo más interno” de
Dios. Somos capaces de tener parte en el misterio en el que Dios algún día
unirá a todos en Cristo. Desde que el pecado vino al mundo, las cosas han
estado fracasando. Pero en Cristo, Dios reunirá todo en el cumplimiento de
todo lo que Él ha prometido a través de las eras.

7. Nuestra séptima bendición espiritual: Nos ha dado una


herencia.

(Efesios 1:11-12) En Él así mismo tuvimos herencia, habiendo sido


predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según
el designio de su voluntad, 12 a fin de que seamos para alabanza de su
gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo.

En al versión en inglés de King James dice, “En quien también hemos


obtenido una herencia,” pero “en quien también fuimos hechos una
herencia” es también una posible traducción. Ambas son ciertas y la una
incluye a la otra. En Cristo tenemos una maravillosa herencia (1 Pedro 1:1-
4), y en Cristo somos una herencia. Somos valiosos para Él. ¡Piensa en el
precio que Dios pagó para adquirirnos y hacernos parte de Su herencia! Dios
Hijo es el regalo de amor del Padre para nosotros; y nosotros somos el
regalo de amor del Padre para Su Hijo. Lee Juan 17 y nota cuantas veces
Cristo nos llama “a los que me has dado.” La iglesia es el cuerpo de Cristo
(Efesios 1:22-23), edificio (Efesios 2:19-22), y novia (Efesios 5:22-23); la
herencia futura de Cristo está envuelto en Su iglesia. Somos “coherederos
con Cristo” (Rom. 8:17), ¡que significa que Él no puede reclamar Su
herencia sin nosotros!

8. Nuestra octava bendición espiritual: Somos sellados con el


Espíritu Santo de la promesa.

(Efesios 1:13-14) En Él también vosotros, habiendo oído la


palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y
habiendo creído en Él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo
de la promesa, 1:14 que es las arras de nuestra herencia
hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza
de su gloria.

72
(WW) Cuando los efesios creyeron, fueron “sellados con el Espíritu.” “y
habiendo creído en ÉL” debería leerse “cuando ustedes creyeron.” Tu
recibes el Espíritu inmediatamente al confiar en Cristo. (Lee Hechos 10:34-
48.)

¿Cuál es el significado de este sello del Espíritu Santo? Este sello implica
propiedad: Dios ha puesto su sello en nosotros porque Él nos ha comprado
para ser de Él (1 Cor. 6:19-20). También significa seguridad y protección.
El sello romano en la tumba de Jesús llevaba este significado (Mat. 27:62-
66). Así que, el creyente pertenece a Dios, y está seguro y protegido. De
acuerdo a Juan 14:16-17, el Espíritu Santo habita con el creyente para
siempre. Es posible para nosotros contristar el Espíritu y así perder las
bendiciones de Su ministerio (Efesios 4:30). Otro uso del sello es como una
marca de autenticidad. Así como la firma en una carta certifica que el
documento es genuino, así la presencia del Espíritu prueba que el creyente es
genuino. “si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él” (Rom.
8:9). No es simplemente el profesar con nuestros labios, nuestra actividad
religiosa, o nuestras buenas obras, sino el testimonio del Espíritu que hace
nuestra declaración auténtica.

(WW) ¡Arras es una palabra fascinante! En los días de Pablo, significaba


“el anticipo para garantizar la compra final de alguna comodidad o pieza de
propiedad.” Incluso hoy oirás a un agente inmobiliario hablar acerca de
fianza. El Espíritu Santo es la primera letra de pago para garantizarle a Sus
hijos que Él terminará Su trabajo y finalmente los llevará a gloria. La
“redención de la posesión adquirida” se refiere a la redención del cuerpo en
el retorno de Cristo (Rom. 8:18-23; 1 Juan 3:1-3). “Redención” es
experimentada en tres etapas:
 Hemos sido redimidos a través de la fe en Jesucristo (Efesios 1:7).
 Estamos siendo redimidos en tanto el Espíritu trabaje en nuestras vidas
para hacernos más como Cristo (Rom. 8:1-4).
 Seremos redimidos cuando Cristo regrese y llegaremos a ser como Él.

Pero la palabra traducida como arras también significa “anillo de


compromiso.” Hoy en día en Grecia encontrarás que se usa esta palabra en
ese sentido. Pero, después de todo, ¿no es un anillo de compromiso un
aseguramiento—una garantía—que la promesa hecha será mantenida?
Nuestra relación con Dios a través de Cristo es una experiencia personal de

73
amor. Él es el novio y Su iglesia es la novia. Sabemos que Él vendrá y
llamará a Su novia porque Él nos ha dado Su promesa y Su Espíritu como el
“anillo de compromiso.”

C. Plegaria por bendición (1:15-23)

Efesios 1:15-17 Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe
en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, 1:16 no
ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis
oraciones, 1:17 para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre
de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento
de Él,

(WW) Esto, por su puesto, es el mayor conocimiento posible. El ateo dice


que no hay Dios que nosotros conozcamos, y el agnóstico dice que si existe
Dios nosotros no podemos conocerle. Pero Pablo ha conocido a Dios en la
persona de Jesucristo, y el sabe que un hombre realmente no puede entender
mucho de algo más sin el conocimiento de Dios.

El creyente debe crecer en su conocimiento de Dios. Conocer a Dios


personalmente es salvación (Juan 17:3). Conocerlo a Él de manera
progresiva es santificación (Filipenses 3:10). Conocerlo perfectamente es
glorificación (1 Cor. 13:9-12). Dado que somos hechos a la imagen de Dios
(Gén. 1:26-28), mientras mejor conozcamos a Dios, mejor nos conocemos a
nosotros mismos y el uno al otro. No es suficiente conocer a Dios solo como
salvador. Debemos conocerlo como Padre, Amigo, Guía, y mientras mejor
lo conozcamos, habrá más satisfacción en nuestra vida espiritual.

Efesios 1:18 alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que


sepáis cuál es la esperanza a que Él os ha llamado, y cuáles las riquezas
de la gloria de su herencia en los santos,

(WW) La palabra llamado es una palabra importante en el vocabulario


cristiano. La palabra iglesia es una combinación de dos palabras griegas que
significan “dar gritos.” Pablo quiere que entendamos la esperanza que es
nuestra por causa de este llamado (Efesios 4:4). Algunos llamados no
ofrecen esperanza, pero el llamado que tenemos en Cristo nos asegura un
futuro deleitoso. Ten en mente que la palabra esperanza en la Biblia no
significa “espero que sí,” como una niña que espera una muñeca o una

74
bicicleta en Navidad. La palabra tiene la idea de “asegurar para el futuro.”
La esperanza del creyente es, por su puesto, el regreso de Jesucristo por su
iglesia (1 Tesalonicenses 4:13-18; 1 Juan 3:1-3). Cuando estábamos
perdidos, estábamos “sin esperanza” (Efesios 2:12); pero en Jesucristo,
tenemos una “esperanza viviente” (1 Pedro 1:3) eso nos alienta día a día.

“Su herencia en los santos” Esta frase no se refiere a nuestra herencia en


Cristo (Efesios 1:11), sino a Su herencia en nosotros. Ésta es una asombrosa
verdad—¡que Dios debería vernos como una parte de su gran riqueza! Así
como la riqueza de un hombre trae gloria a su nombre, así Dios obtendrá
gloria de Su iglesia por lo que Él ha invertido en nosotros. Cuando Jesucristo
vuelva, estaremos “para alabar la gloria de Su gracia” (Efesios 1:6).

Dios trata con nosotros en base a nuestro futuro, no nuestro pasado. Él le


dijo al cobarde Gedeón, “Jehová está contigo, varón esforzado y valiente”
(Jueces 6:12). Jesús le dijo al hermano de Andrés, “Tú eres Simón . . . tú
serás llamado Cefas [una piedra]” (Juan 1:42).

Gedeón si se convirtió en un varón esforzado y valiente, y Simón si se


convirtió en Pedro, una roca. Nosotros los cristianos vivimos en el tiempo
futuro, nuestras vidas controladas por lo que seremos cuando Cristo vuelva.
Porque somos la herencia de Dios, vivimos para agradarle y glorificarle.

1. Que podamos conocer su poder 1:19-23 (WW)

Efesios 1:19-23 y cual la supereminente grandeza de su poder para con


nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza,
1:20 la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole
a su diestra en los lugares celestiales, 1:21 sobre todo principado y
autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no
solo en este siglo, sino también en el venidero; 1:22 y sometió todas las
cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia,
1:23 la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.

Al hacernos Su herencia, Dios ha mostrado su amor. Al prometernos un


maravilloso futuro, ha dado valor a nuestra esperanza. Pablo nos ofrece algo
para desafiar a nuestra fe: “la supereminente grandeza de su poder para

75
con nosotros los que creemos” (Efesios 1:19). Así de tremenda es esta
verdad que Pablo enlistó muchas palabras diferentes del vocabulario griego
para llegar a este punto: dunamis—“poder” como en dínamo y dinamita;
energeia—“trabajando” como en energía; kratos—“poderoso”; ischus
—“poder.” Efesios 1:19 puede ser traducida, “Cual es la grandeza
incomparable de Su poder hacia nosotros los que creemos, de acuerdo a la
operación del poder de Su fuerza.” Él está hablando de la dinámica divina,
energía eterna, ¡disponible para nosotros!
Nosotros los cristianos necesitamos poder para muchas razones. Para
comenzar, por naturaleza somos muy débiles para apreciar y apropiarse de
esta riqueza, y de usarla como debería ser. “El espíritu a la verdad está
dispuesto, pero la carne es débil” (Mat. 26:41). Para verter esta vasta riqueza
espiritual sobre un simple ser humano, viviendo por sabiduría y fuerza
humana, sería como darle una bomba atómica a un niño de dos años. El
poder de Dios nos capacita para usar las riquezas de Dios.
Pero hay una segunda razón por la que necesitamos el poder de Dios.
Hay enemigos que quieren robarnos nuestra riqueza (Efesios 1:21; 6:11-12).
Nunca podríamos derrotar a estos enemigos espirituales en nuestras propias
fuerzas, pero podemos hacerlo con el poder del Espíritu. Pablo quiere que
sepamos la grandeza del poder de Dios para que no fallemos al usar nuestra
riqueza, y para que el enemigo no nos prive de nuestra riqueza.
El poder es visto en la resurrección de Jesucristo. En el Antiguo
Testamento, la gente medía el poder de Dios por Su creación (Isaías 40:12-
27) o por Su milagro en el Éxodo de Israel de Egipto (Jeremías 16:14). Pero
hoy, medimos el poder de Dios por el milagro de la resurrección de Cristo.
Y es mucho más que el simple hecho de levantarlo de entre los muertos,
porque Cristo también ascendió a los cielos y se sentó en el lugar de
autoridad a la diestra de Dios. Él no solo es Salvador; También es Soberano
(Hechos 2:25-36). Ninguna autoridad ni poder, humano o en el mundo
espiritual, es mayor que el de Jesucristo, el Hijo exaltado de Dios. Él está
“muy por encima de todos,” y ningún enemigo futuro lo puede vencer,
porque ha sido exaltado “muy por encima de todos los” poderes.
¿Pero cómo se aplica esto a ti y a mí hoy? En Efesios 1:22-23, Pablo
explica esta aplicación práctica. Porque somos creyentes, estamos en la
iglesia, que es el cuerpo de Cristo—y Él es la Cabeza. Esto significa que hay
una conexión viva entre Cristo y tú. Físicamente hablando, la cabeza
controla el cuerpo y mantiene el cuerpo funcionando apropiadamente. Daña
algunas partes de tu cerebro y pondrás obstáculo o paralizarás a las
correspondientes partes del cuerpo. Cristo es nuestra Cabeza espiritual. A

76
través del Espíritu, somos unidos a ÉL como miembros de Su cuerpo. Esto
significa que somos parte de Su resurrección, ascensión, y exaltación. (Pablo
ampliará esto más tarde.) También estamos sentados, en lugares celestiales
(Efesios 2:6), y todas las cosas están bajo nuestros pies.
No hay que maravillarse de que Pablo quería que supiéramos ¡“la
supereminente grandeza de su poder para con nosotros”! Apartados de este
poder, no podemos sacar provecho de las grandes riquezas en Cristo.
El poder del Espíritu Santo, a través del Cristo resucitado y ascendido,
está disponible para todos los cristianos—por fe. Su poder es para “con
nosotros los que creemos” (Efesios 1:19). Es la gracia la que suple la
riqueza, pero es la fe la que reposa sostenida con la riqueza. Somos
salvos “por gracia, a través de la fe” (Efesios 2:8-9), y vivimos “por gracia,”
a través de la fe (1 Cor. 15:10).

2. El poder del Espíritu Santo en la vida de Cristo

a. Su nacimiento

(Mat 1:18) El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando


desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se
halló que había concebido del Espíritu Santo.

b. Su bautismo

(Mat 3:16-17) Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego


del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al
Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él.
{17} Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi hijo
amado, en quien tengo complacencia.

c. Su tentación

(Lucas 4:1) Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y
fue llevado por el Espíritu al desierto.

d. Su diario caminar y trabajo

77
(Mat 12:28) Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los
demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios.

(Lucas 2:27) Y movido por el Espíritu, vino al templo. Y


cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para
hacer por él conforme al rito de la ley,

(Lucas 4:14) Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea,


y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor.

e. Su recibimiento del Espíritu Santo del Padre

(Mat 12:18) He aquí mi siervo, a quien he escogido;: MI


Amado, en quien se agrada mi alma; pondré mi Espíritu sobre
él, y a los gentiles anunciará juicio.

(Juan 3:34) Porque el que Dios envió, las palabras de Dios


habla; pues Dios no da el Espíritu por medida.

f. Él hablo por el Espíritu Santo

(Hechos 1:1-2) En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca


de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, {2}
hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado
mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había
escogido;

g. Su crucifixión

(Heb 9:14) ¿cuanto más la sangre de Cristo, el cual mediante el


Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios,
limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis
al Dios vivo?

h. Su resurrección

78
(Rom 8:11) Y si el Espíritu de aquel que levantó de los
muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos
a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por
su Espíritu que mora en vosotros.

i. El Padre quiere que tengamos el Espíritu Santo.

(Lucas 11:13) Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar


buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre
celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?

IV. El creyente “en Cristo” Capítulo 2 (todas las notas en el capítulo


2 son de “Be Collection” Commentary de Warren Wiersbe)

Habiendo descrito nuestras posesiones espirituales en Cristo, Pablo se


vuelve a una verdad complementaria: nuestra posición espiritual en Cristo.
Primero explica qué es lo que Dios ha hecho por los pecadores en general;
luego explica lo que Dios hizo por los gentiles en particular. El pecador que
confía en Cristo ha sido levantado y sentado en el trono (Efesios 2:1-10), y
creencias judías y gentiles han sido reconciliadas y puestas en el templo
(Efesios 2:11-22).

A. El trabajo del pecado en contra de nosotros 2:1-3

En estos tres versículos, Pablo nos da una figura de tamaño completo


de la terrible condición espiritual de la persona que no es salva. Note
sus características:

1. Él está muerto 2:1

Efesios 2:1 Y Él os dio vida a vosotros

Por su puesto, esto significa espiritualmente muerto; esto es, él es incapaz


de entender y apreciar las cosas espirituales. Él no posee vida espiritual, y no
puede hacer nada consigo mismo para agradar a Dios. Así como una persona

79
físicamente muerta no responde a estímulos físicos, así una persona
espiritualmente muerta es incapaz de responder a las cosas espirituales. Así
es con el hombre interior de la persona inconversa. Sus facultades
espirituales no están funcionando, y no pueden funcionar a menos que Dios
le de vida. La causa de esta muerte espiritual es “delitos y pecados” (Efesios
2:1). “La paga del pecado es la muerte” (Rom. 6:23). En la Biblia, muerte
básicamente significa “separación,” no solo física, como el espíritu
separado del cuerpo (Santiago 2:26), sino también espiritual, como el
espíritu separado de Dios (Isaías 59:2).

2. Él es desobediente 2:2-3

Efesios 2:2-3 en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la


corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el
espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia 2:3 entre los
cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de
nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y
éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.

Este fue el comienzo de la muerte espiritual del hombre—su


desobediencia a la voluntad de Dios. Dios dijo, “el día que de él comieres,
ciertamente morirás.” (Gén. 2:17). Satanás dijo, “No moriréis” (Gén. 3:4), y
porque ellos creyeron a esta mentira, el primer hombre y la primera mujer
pecaron y experimentaron inmediatamente la muerte espiritual y por último
la muerte espiritual.
[(RevC) Frecuentemente oiremos decir que cuando Dios le dijo a Adán
“el día que de él comieres, ciertamente morirás.” (Gén. 2:17) Él estaba
hablando de la muerte espiritual en que Adán sería separado de Dios. Lo
que sucedió en parte es verdad. Sin embargo, Dios no hace amenazas
vagas. Dios abiertamente le dijo a Adán que si él transgredía el moriría. Me
parece que Dios le estaba diciendo a Abraham que él moriría físicamente
también como espiritualmente pero debido a la misericordia de Dios el
cumplimiento de esta sentencia en contra de Adán y Eva fue pospuesta en
esperanza que la bondad de Dios hacia ellos los llevaría al arrepentimiento
(Rom. 2:4). Esto aún es verdad hoy en día. Toda la raza humana permanece
condenada con una sentencia de muerte impuesta que se merece cumplir.
Dios ha retardado su castigo para permitir el trabajo de Su bondad para
guiarnos al arrepentimiento. De aquí la urgencia de predicar el evangelio,
porque ninguno de nosotros tenemos la promesa de mañana (2 Cor. 6:2).]

80
Desde aquel entonces, la raza humana ha vivido en desobediencia a Dios.
Hay tres fuerzas que alientan al hombre a su desobediencia—el mundo, el
diablo, y la carne. El mundo, o sistema mundial, presiona a cada persona
para intentar conseguir su conformidad (Rom. 12:2). Jesucristo no era “de
este mundo” y tampoco Su pueblo (Juan 8:23; 17:14). Pero la persona
inconversa, ya sea consciente o inconscientemente, es controlada por los
valores y actitudes de este mundo.
El diablo es “el espíritu que ahora trabaja en los hijos de desobediencia.”
Esto no significa que Satanás está personalmente trabajando en la vida de
cada inconverso, ya que Satanás como un ser creado es limitado en espacio.
A diferencia de Dios, que es omnipresente, Satanás no puede estar en todas
partes al mismo tiempo. Pero a causa de sus asociados demoníacos (Efesios
6:11-12), y su poder sobre el sistema del mundo (Juan 12:31), Satanás
influencia la vida de todos los inconversos, y también busca influenciar a los
creyentes. ÉL quiere hacer a la gente “hijos de desobediencia” (Efesios 2:2;
5:6). Él mismo fue desobediente a Dios, así que él quiere que otros también
lo desobedezcan.
La carne es la tercera fuerza que alienta al inconverso a desobedecer a
Dios. Por carne Pablo no quiere decir cuerpo, por sí mismo, el cuerpo no es
pecaminoso. La carne se refiere a aquella naturaleza caída con la cual
nacimos, ese deseo de controlar el cuerpo y la mente y que nos hace
desobedecer a Dios. ¿Porqué un pecador se comporta como un pecador?
Porque tiene la naturaleza de un pecador (Salmos 51:5; 58:3). A esta
naturaleza pecaminosa la Biblia la llama “la carne.”

La persona inconversa ya está condenada (Juan 3:18). La sentencia ha sido


dada, pero Dios en Su misericordia está deteniendo la ejecución de la
sentencia (2 Pedro 3:8-10) con la esperanza que la bondad de Dios guiará al
hombre al arrepentimiento.

B. La obra de Dios por nosotros 2:4-9

1. Él nos amó 2:4

(Efesios 2:4) Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor
con que nos amó,

81
Por naturaleza, “Dios es amor” (1 Juan 4:8). Pero Dios amaría incluso si
no hubiera pecadores, porque el amor es una parte de Su mismo ser. Los
teólogos dicen que el amor es uno de los atributos de Dios. Pero Dios tiene
dos clases de atributos: aquellos que Él posee de Sí mismo (atributos
intrínsecos, como la vida, amor, santidad), y aquellos por los cuales ÉL se
relaciona con Su creación, especialmente con el hombre (atributos relativos).
Por ejemplo, por naturaleza Dios es verdad; pero cuando se relaciona con el
hombre, la verdad de Dios se convierte en fidelidad. Dios es por naturaleza
santo; y cuando Él relaciona esa santidad con el hombre, ésta se convierte en
justicia.
El amor es uno de los atributos intrínsecos de Dios, pero cuando este
amor se relaciona con los pecadores, se convierte en gracia y misericordia.
Dios es “rico en misericordia” (Efesios 2:4) y en “gracia” (Efesios 2:7), y
estas riquezas hacen posible que los pecadores sean salvos. Esto choca con
algunas personas cuando descubren que no son salvos “por el amor de
Dios,” sino por la misericordia y gracia de Dios. En Su misericordia, Él no
nos da lo que merecemos; y en Su gracia Él nos da lo que no merecemos.

2. Él nos dio vida 2:5


(Efesios 2:5) aún estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida
juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),

Esto significa que Dios nos dio vida, incluso cuando estábamos muertos
en pecado. Él logró esta resurrección espiritual por el poder del Espíritu,
usando la Palabra. En los cuatro Evangelios, está registrado que Jesús
resucitó tres personas de entre los muertos: el hijo de la viuda (Lucas 7:11-
17), la hija de Jairo (Lucas 8:49-56), y Lázaro (Juan 11:41-46). En cada
caso, Él daba la Palabra y ésta daba vida. “La Palabra de Dios es viva y
eficaz” (Heb. 4:12). Estas tres resurrecciones físicas son cuadros de la
resurrección espiritual que viene al pecador cuando él escucha la Palabra y
cree (Juan 5:24).

3. Él nos exaltó 2:6


(Efesios 2:6) y juntamente con Él nos resucitó, y así mismo nos hizo
sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,

nuestra posición física puede estar en la tierra, pero nuestra posición


espiritual está “en los lugares celestiales con Cristo Jesús.”

82
4. Él nos guarda 2:7-9
(Efesios 2:7-9) para mostrar en los siglos venideros las abundantes
riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús
{8} Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios; {9} no por obras, para que nadie se gloria

Si Dios tiene un propósito eterno para nosotros que cumplir, Él nos


guardará por toda la eternidad. Dado que no hemos sido salvados por
nuestras buenas obras, no podemos perdernos por nuestras malas
obras. Gracia significa salvación completamente aparte de cualquier mérito
o trabajo de nuestra parte. Nuestra salvación es el regalo de Dios no una
recompensa. (La palabra esto en Efesios 2:8, en griego, es neutro; mientras
que fe es femenino. Por lo tanto esto no puede referirse a la fe. Esto se
refiere a la total experiencia de la salvación, incluyendo la fe.)
La salvación no puede ser “por obras” porque la obra de la salvación ya
ha sido completada en la cruz. Este es el trabajo que Dios hace por nosotros,
y este es un trabajo finalizado (Juan 17:1-4; 19:30). No podemos añadir nada
a esta (Heb. 10:1-14); no nos atrevemos a quitar nada de esta.

5. Las obras de Dios en nosotros y a través de nosotros


2:10

(Efesios 2:10) Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús


para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que
anduviésemos en ellas.

a. Las obras de Dios en nosotros. - “Porque somos


hechura Suya, creados en Cristo Jesús.” La palabra
griega traducida como “hechura” es poiema, de la
que se deriva nuestra palabra “poema.” Esto
significa “aquello que es hecho, un producto
manufacturado.” En otras palabras, nuestra
conversión no es el fin; es el comienzo. Somos parte
de la “nueva creación” de Dios (2 Cor. 5:17), y Dios
continúa trabajando en nosotros para hacernos lo que
Él quiere que seamos. Su propósito es hacernos más
como Cristo (Rom. 8:29).

83
Él no puede trabajar a través de nosotros a menos
que Él trabaje en nosotros. Por eso es que es
importante para ti pasar tiempo diariamente en la
Palabra y en la oración, y aferrarse a Cristo durante
los tiempos de sufrimiento. Porque es a través de la
Palabra, la oración, y del sufrimiento que Dios
trabaja en ti.

La Biblia muestra muchos ejemplos de este


principio. Dios pasó 40 años trabajando en Moisés
antes que Él pudiera trabajar a través de él. Al
comienzo de su ministerio, Moisés fue impetuoso y
dependiente de sus propias fuerzas. Mató a un
egipcio y tuvo que huir de Egipto, poco probable que
sea una manera exitosa de comenzar un ministerio.
Pero durante aquellos 40 años como un humilde
pastor de ovejas en el desierto, Moisés experimentó
el trabajo de Dios en su vida, un trabajo que lo
preparó para cuarenta años más de magnifico
servicio.

Hay otros ejemplos. José sufrió por trece años antes


que Dios lo pusiera en el trono de Egipto, segundo
después de Faraón. David fue ungido rey cuando era
joven, pero no ganó el trono hasta que había sufrido
muchos años como exiliado. Incluso el apóstol Pablo
pasó tres años en Arabia después de su conversión,
sin duda experimentando el profundo trabajo de Dios
para prepararlo para el ministerio. Dios tiene que
trabajar en nosotros antes que pueda trabajar a través
de nosotros.

b. Las obras de Dios a través de nosotros. Somos


“creados en Cristo Jesús para buenas obras.” No
somos salvos por buenas obras, sino salvos para
buenas obras. La Escritura básica en este tema es
Santiago 2, donde el escritor señala que la fe
salvadora siempre resulta en un cambio de vida. No

84
es suficiente decir que tenemos fe; debemos
demostrar esta fe por nuestras obras.

Es muy malo que muchos creyentes minimicen el


lugar de las buenas obras en la vida cristiana. Porque
no somos salvos por buenas obras, ellos tienen la
idea de que las buenas obras son malignas; y este es
un error. “Así alumbre vuestra luz delante de los
hombres, para que vean vuestras buenas obras, y
glorifiquen a vuestro Padre que está en los
cielos.” (Mat. 5:16). No hacemos buenas obras para
glorificarnos a nosotros mismos, sino para glorificar
a Dios. Pablo deseaba que Cristo fuera magnificado
en su cuerpo, incluso si esto significaba muerte
(Filipenses 1:20-21). Deberíamos “abundéis para
toda buena obra” (2 Cor. 9:8), y ser “llevando fruto
en toda buena obra” (Col. 1:10). Un resultado de un
conocimiento de la Biblia es que el creyente sea
“enteramente preparado para toda buena obra” (2
Tim. 3:17). Como creyentes, tenemos que ser
“celosos de buenas obras” (Tito 2:14). Nuestras
buenas obras son realmente “sacrificios espirituales”
que ofrecemos a Dios (Heb. 13:16).

6. Lo que los gentiles eran (2:11-22)

(Efesios 2:11-12) Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros,


los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la
llamada circuncisión hecha con mano en la carne {12} En aquel tiempo
estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los
pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.

En los primeros diez versos de Efesios 2, Pablo ha discutido la salvación


de los pecadores en general, pero ahora se vuelve a la obra de Cristo para los
gentiles en particular. La mayoría de los convertidos en la iglesia de Éfeso
eran gentiles, y ellos sabían que mucho de los planes de Dios en el Antiguo
Testamento involucraba a los judíos. Por siglos, la “circuncisión” (Judíos)
habían visto mal la “incircuncisión” (Gentiles). El hecho de que un judío

85
haya recibido la marca física del pacto no era prueba de que era un hombre
de fe (Rom. 2:25-29; Gál. 5:6; 6:15). Aquellos que habían confiado en
Cristo han recibido una circuncisión espiritual “no hecha a mano” (Col.
2:11).
a. Sin Cristo.

Los efesios adoraban a la diosa, Diana, y, antes de la venida del


evangelio, no sabían nada de Cristo. Pablo cita el estado de permanecer sin
Cristo de los efesios como una certera tragedia. Pero entonces, ten en mente
que cada persona que no es salva, judío o gentil, está “fuera de Cristo” y eso
significa condenación.
b. Sin ciudadanía.

Dios llamó a los judíos y los hizo una nación. Él le dio Sus leyes y Su
bendición. Un gentil podía entrar en la nación como un prosélito, pero no
había nacido en aquella nación muy especial. Israel era la nación de Dios, en
una manera que verdaderamente no era ninguna nación gentil.
c. Sin pactos.

A pesar de que las bendiciones de los gentiles está incluida en el pacto de


Dios con Abraham (Gén. 12:1-3), Dios no hizo ningún pacto con las
naciones gentiles. Los gentiles eran “alienígenos” y “extraños”—y los judíos
nunca dejaban que se olviden de esto.
d. Sin esperanza.

Los historiadores nos dicen que una gran nube de desesperanza cubría al
mundo antiguo. Las filosofías estaban vacías; las tradiciones estaban
desapareciendo; las religiones no tenían poder para ayudar a los hombres a
encarar ya sea la vida o la muerte. La gente anhelaba atravesar el velo y
obtener algún mensaje de esperanza del otro lado, pero no había nada (1
Tesalonicenses 4:13-18).
e. Sin Dios.

Los paganos tenían dioses en abundancia, como Pablo descubrió en


Atenas (Hechos 17:16-23). “como hay muchos dioses y muchos señores,”
escribió Pablo (1 Cor. 8:5). Pero el pagano, sin importar cuan religioso o
moral pudiera ser, no conocía al verdadero Dios.

86
Pablo dijo que los gentiles conocían al verdadero Dios pero
deliberadamente rehusaban honrarlo (Rom. 1:18-23). La historia religiosa no
es un registro del hombre comenzando con muchos dioses (idolatría) y
gradualmente descubriendo al verdadero Dios. En vez de eso, es la triste
historia del hombre conociendo la verdad acerca de Dios y ¡deliberadamente
apartándose de ésta! Dios separó a los judíos de los gentiles para que ÉL
pueda salvar a los gentiles también. “la salvación viene de los judíos” (Juan
4:22).
Dios llamó a los judíos, comenzando con Abraham, para que a través de
ellos Él pudiera revelarse a Sí mismo como el verdadero Dios. Con los
judíos Él depositó Su Palabra, y a través de los judíos ÉL dio al mundo el
Salvador (Rom. 9:1-5). Israel tenía que ser luz a los gentiles para que ellos
también pudieran ser salvos. Pero es triste decir, Israel se hizo como los
gentiles, y la luz se encendió pero débilmente.

C. RECONCILIACIÓN: LO QUE DIOS HIZO POR LOS


GENTILES (EFESIOS 2:13-18)
El “Pero ahora” en Efesios 2:13 hace paralelo con “Pero Dios” en Efesios
2:4. Ambas habla de la amable intervención de Dios a favor de los pecadores
perdidos. “Enemistad” es la palabra clave en esta sección (Efesios 2:15-16);
y notarás que este es un enemigo doble: entre judíos y gentiles (Efesios
2:13-15) y entre pecadores y Dios (Efesios 2:16-18). Pablo describe aquí la
mayor misión de paz en la historia: Jesucristo no solamente reconoció a los
judíos y a los gentiles, sino que reconcilió a ambos a Sí mismo en un cuerpo,
la iglesia. La palabra reconciliar significa “juntar nuevamente.”
1. La enemistad entre los judíos y gentiles (v. 13-15).

(Efesios 2:13-15) Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro


tiempo estábais lejos, habéis sido hecho cercanos por la sangre de
Cristo. {14} Porque Él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno,
derribando la pared intermedia de separación, {15} aboliendo en su
carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en
ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre,
haciendo la paz,

Dios había puesto una diferencia entre judíos y gentiles para que Sus
propósitos en la salvación pudieran ser logrados. Pero una vez que aquellos

87
propósitos fueron logrados, ya no hubo más diferencia. De hecho, era Su
propósito que estas diferencias sean borradas para siempre, y son borradas a
través de la obra de Cristo en la reconciliación.
Era esta lección tan difícil de entender para la iglesia primitiva. Por
siglos, los judíos habían sido diferentes de los gentiles—en religión,
vestimenta, dieta, y leyes. Hasta que Pedro no fue enviado a los gentiles
(Hechos 10), la iglesia no había tenido problemas. Pero con la salvación de
los gentiles en los mismos términos con los judíos, los problemas
comenzaron a aparecer. Los cristianos judíos reprimieron a Pedro por ir a los
gentiles y comer con ellos (Hechos 11), lo que dio lugar a la conferencia
sobre los gentiles en la iglesia (Hechos 15). ¿Debe un gentil hacerse judío
para llegara ser cristiano? Su conclusión fue, “¡No! Los judíos y los gentiles
son salvos del mismo modo—por la fe en Jesucristo.” ¡La enemistad se
había ido!
La causa de esa enemistad era la ley, porque la ley hacía una distinción
definida entre los judíos y los gentiles. Las leyes alimenticias recordaban a
los judíos que Dios había puesto diferencia entre lo limpio y lo inmundo
(Lev. 11:44-47). Pero los gentiles no obedecían estas leyes; por lo tanto ellos
eran inmundos. Ezequiel el profeta recordó a los sacerdotes que su tarea era
enseñar a los judíos “la diferencia entre lo santo y lo profano” (Ezequiel
44:23). Las ordenanzas divinas dadas por Dios a Israel se erguían como un
muro entre los judíos y las otras naciones. De hecho, había un muro en el
templo judío, separando al atrio de los gentiles del resto de las áreas del
templo. Los arqueólogos han descubierto la inscripción del templo de
Herodes, y reza de la siguiente manera:

Ningún extranjero podía entrar dentro de la barrera que


rodeaba al santuario y lo cerraba. Cualquiera que es atrapado
haciendo eso se lo culpaba y el resultado era la muerte.

Era este muro que los judíos pensaron que Pablo y sus amigos gentiles
cruzaron cuando los judíos lo atacaron en el templo y lo amenazaron de
muerte (Hechos 21:28-31).
Para que los judíos y gentiles sean reconciliados, este muro tenía que ser
destruido, y esto hizo Jesús en la cruz. El costo de destruir el enemigo fue la
sangre de Cristo. Cuando Él murió, el velo del templo fue literalmente
partido en dos, y la pared de separación (sentido figurado) fue tumbado.
Jesús quitó la barrera legal que separaba a los judíos de los gentiles. Hoy,
“Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor

88
de todos, es rico para todos los que le invocan; porque todo aquel que
invocare el nombre del Señor, será salvo.” (Rom. 10:12-13).
V. 14 En Jesucristo, judíos y gentiles se hacen uno. “Él es nuestra paz”
(Efesios 2:14). A través de Cristo, los alejados gentiles se hacen cercanos
(Efesios 2:13, 17), y tantos judíos como gentiles se hacen uno. La palabra
abolir V. 15 simplemente significa “anular.” La ley ya no puede persuadir ni
a los judíos ni a los gentiles, ya que los creyentes en Cristo no están bajo la
ley sino bajo la gracia.

Cristo “es nuestra paz” (Efesios 2:14) y Él hizo “paz” (Efesios 2:15). Ese
verbo hacer en Efesios 2:15 significa “crear.” La iglesia, el cuerpo de
Cristo, es la nueva creación de Dios (2 Cor. 5:15). “Ya no hay judío ni
griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos
vosotros sois uno en Cristo Jesús.” (Gál. 3:28).

2. La enemistad entre los pecadores y Dios (v. 16-18).

(Efesios 2:16-18) y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un


solo cuerpo, matando en ella las enemistades. {17} Y vino y anunció las
buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban
cerca; {18} porque por medio de Él los unos y los otros tenemos entrada
por un mismo Espíritu al Padre.

No solo que los gentiles necesitaban ser reconciliados con el pueblo


judío, sino que ¡tanto judíos como gentiles necesitaban ser reconciliados con
Dios! Esta fue la conclusión a la cual llegaron los apóstoles en la conferencia
de Jerusalén registrada en Hechos 15. Pedro dijo que Dios “y ninguna
diferencia hizo entre nosotros [Judíos] y ellos [gentiles], purificando por la
fe sus corazones. . . . antes creemos que por la gracia del Señor Jesús
seremos salvos, de igual modo que ellos” (Hechos 15:9, 11). No era cuestión
de que un gentil se haga judío para llegar a ser cristiano, sino que el judío
admitiera que era pecador como el gentil. “…Porque no hay diferencia. Por
cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Rom. 3:22-
23).
Jesucristo “es nuestra paz” (Efesios 2:14). Él “hizo paz” (Efesios 2:15), y
ÉL “predicó la paz” (Efesios 2:17). Como el juez, ÉL podría venir a
declara la guerra. Pero en Su gracia, ÉL vino con el mensaje de paz (Lucas
2:8-14; 4:16-19). Judíos y gentiles están en paz el uno con el otro en Cristo,

89
y ambos tienen acceso abierto a Dios (Rom. 5:1-2). ¡La reconciliación está
completa!

D. UNIFICACIÓN: LO QUE JUDÍOS Y GENTILES SON EN


CRISTO (EFESIOS 2:19-22)
Pablo ha repetido la palabra “uno” para enfatizar el trabajo que une de
Cristo: “de ambos pueblos hizo uno” (Efesios 2:14); “un nuevo hombre”
(Efesios 2:15); “un solo cuerpo” (Efesios 2:16); “un mismo Espíritu”
(Efesios 2:18). En los versículos que cierran este capítulo, Pablo da tres
cuadros que ilustran la unidad de los creyentes judíos y gentiles en la iglesia.
1. Una nación (v. 19a).

(Efesios 2:19) Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino


conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios,

recuerda que porque Israel rechazó al Mesías el Reino fue quitado de


ellos y dado a “una nación que produzca los frutos de él” (Mat. 21:43). Esta
“nueva nación” aquellos que creen en Cristo, “una generación escogida . . .
una nación santa, una gente peculiar” (Éx. 19:6; 1 Pedro 2:9).
En el Antiguo Testamento, las naciones fueron contadas por su
descendencia de Sem, Cam, o Jafet (Gén. 10). En el libro de los Hechos,
vemos descendientes de estas tres familias unidas en Cristo. En Hechos 8, un
descendiente de Cam es salvado, el tesorero etíope; en Hechos 9, un
descendiente de Sem, Saulo de Tarso, quien llegó a ser el apóstol Pablo; y en
Hechos 10, los descendientes de Jafet, los gentiles en la casa del soldado
romano, Cornelio. El pecado ha dividido la raza humana, pero Cristo la une
por Su Espíritu. Todos los creyentes, sin importar sus raíces, pertenecen a
aquella “nación santa” con ciudadanía en el cielo (Filipenses 3:20-21).
2. Una familia (v. 19b).

A través de la fe en Cristo, entramos en la familia de Dios, y Dios se hace


nuestro Padre. Esta maravillosa familia de Dios se halla en dos lugares, “en
el cielo y en la tierra” (Efesios 3:15). Los creyentes vivientes están en la
tierra; los creyentes que han muerto están en el cielo. Ninguno de los hijos
de Dios están “bajo la tierra” (Filipenses 2:10) o en ningún otro lugar en el
universo. Todos nosotros somos hermanos y hermanas en la única familia,
sin importar qué distinción racial, nacional, o física podamos tener.

90
3. Un templo (v. 20-22).

(Efesios 2:20-22) edificados sobre el fundamento de los apóstoles y


profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, {21} en
quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo
santo en el Señor; {22} en quien vosotros también sois juntamente
edificados para morada de Dios en el Espíritu.

En el libro de Génesis, Dios “caminaba” con Su pueblo (Gén. 5:22, 24;


6:9); pero en Éxodo, Él decidió “habitar” con Su pueblo (Éx. 25:8). Dios
habitaba en el tabernáculo (Éx. 40:34-38) hasta que el pecado de Israel hizo
que “la gloria se alejara” (1 Sam. 4). Entonces Dios habitó en el templo (1
Reyes 8:1-11); pero, por desgracia, nuevamente Israel pecó y la gloria se
alejó (Ezequiel 10:18-19). El próximo hábitat de Dios fue el cuerpo de
Cristo (Juan 1:14), el cual los hombres cogieron y lo clavaron en la cruz.
Hoy, a través de Su Espíritu, Dios habita en la iglesia, el templo de Dios.
Dios no habita en templo hecho de manos de hombres, incluyendo los
edificios de la iglesia (Hechos 7:48-50). Él habita en los corazones de
aquellos que han confiado en Cristo (1 Cor. 6:19-20), y colectivamente ellos
forman el templo de Dios (Efesios 2:20-22).
Jesucristo es el fundamento (1 Cor. 3:11) y la principal piedra angular
(Salmos 118:22; Isa. 8:14). La piedra angular mantiene junta la estructura;
Jesucristo ha unido a los judíos y gentiles. El Espíritu Santo construye este
templo tomando piedras muertas del pozo del pecado (Salmos 40:2),
dándoles vida, y poniéndolas amorosamente en el templo de Dios (1 Pedro
2:5). Este templo está “bien concertado y unido” como el cuerpo de Cristo
(Efesios 2:21; 4:16), de modo que cada parte logran el propósito que Dios
tiene en mente.
Dios nos ha “dado el ministerio de la reconciliación” (2 Cor. 5:18).
Nosotros somos Sus embajadores de paz (2 Cor. 5:20).

V. El Ministerio de la Iglesia Capítulo 3 (todas las notas son de


Warren Wiersbe)

En el Nuevo Testamento, un ministerio no es algo misterioso o


inescrutable, sino “una verdad que fue oculta por Dios en los tiempos
pasados y ahora es revelada a aquellos que están en Su familia.” Un misterio

91
es un “secreto sagrado” que es desconocido a los no creyentes, pero
entendido y atesorado por el pueblo de Dios.
Pablo explica el misterio—los creyentes gentiles ahora son unidos a los
creyentes judíos en un cuerpo, la iglesia (Efesios 3:6). Él había mencionado
esta nueva obra de Dios, así que sus lectores eran familiares al concepto
(Efesios 1:10; 2:11, 22). Pero ahora Pablo explica el tremendo impacto de
este “misterio sagrado” que tanto había poseído su propia vida y ministerio.
A. ERA IMPORTANTE PARA PABLO (EFESIOS 3:1-5)
(Efesios 3:1-5) Por esta causa yo Pablo, prisionero de Cristo Jesús por
vosotros los gentiles; {2} si es que habéis oído de la administración de la
gracia de Dios que me fue dada para con vosotros; {3} que por
revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito
brevemente, {4} leyendo lo cual podéis entender cual sea mi
conocimiento en el misterio de Cristo, {5} misterio que en otras
generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora
es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu:

La mejor manera para captar la importancia de “el misterio” en la vida de


Pablo es enfocarse en las dos descripciones que el da de si mismo en esta
sección. Comienza llamándose a sí mismo “un prisionero” (Efesios 3:1), y
luego se llama a sí mismo “un ministro” (Efesios 3:7). Pablo era prisionero
porque creía en la unidad que Dios hacía entre creyentes judíos y gentiles en
un cuerpo, en Cristo. Los judíos ortodoxos en los días de Pablo
consideraban a los gentiles “perros,” pero algunos de los cristianos judíos no
tenían una mejor actitud hacia los gentiles.
Pablo supo desde el mismo comienzo de su vida cristiana que Dios lo
había llamado para llevar el evangelio a los gentiles (Hechos 9:15; 26:13-18)
y no fue desobediente al llamado. Donde sea que Pablo ministraba, fundaba
iglesias locales compuestas de creyentes judíos y gentiles, todos eran “uno
en Cristo Jesús” (Gál. 3:28).
Porque Pablo era “apóstol para los gentiles” (Rom. 11:13; 15:15-16;
Efesios 3:8; 1 Tim. 2:7), fue acusado de ser parcial en contra de los judíos,
particularmente los creyentes judíos en Jerusalén y Judea. La ofrenda
especial que Pablo cogía para los creyentes en necesidad en Judea debió
haber mostrado la buena voluntad que existía entre estas iglesias y las
iglesias que Pablo fundó (Rom. 15:25-33). Pablo entregaba la ofrenda en
persona (Hechos 21:17-19), y por evidencias, esta era felizmente recibida
por los cristianos en Judea. Aunque Pablo dio drásticos pasos para pacificar

92
a los creyentes judíos, hubo un alboroto en el templo y Pablo fue arrestado
(Hechos 21:30-33). Pablo se defendió a si mismo al dar su testimonio
personal, y la multitud lo escuchó hasta que pronunció la palabra “gentiles”
y nuevamente se alborotaron (Hechos 22:22-23). El resto del libro de los
Hechos explica cómo Pablo viajó de Jerusalén hasta Roma, “prisionero de
Cristo Jesús por vosotros los gentiles” (Efesios 3:1). Al haber Pablo
comprometido su mensaje probablemente hubiese sido liberado.
Pablo no solamente fue un “prisionero” por causa de “el misterio,” sino
que también fue un “ministro.” Dios le dio una “dispensación”
(mayordomía) de que vaya a los gentiles, no solo con las Buenas Nuevas de
Salvación a través de Cristo, sino también con el mensaje de que los judíos y
gentiles ahora son uno en Cristo. La palabra dispensación viene de dos
palabras griegas: oikos, que significa “casa” y nomos, que significa “ley.”
Nuestra palabra en castellano “economía” se deriva directamente del griego
oikonomia, “la ley de la casa,” o “una mayordomía, una administración.”
Dios tiene distintas maneras de administrar Su programa de generación en
generación, y a estas distintas “mayordomías” los estudiantes de la Biblia
algunas veces las llaman “dispensaciones” (Efesios 1:9-10). Los principios
de Dios no cambian, pero Sus métodos de tratar con la humanidad sí
cambian con el curso de la historia.
Dios hizo de Pablo un mayordomo de “el misterio” con la
responsabilidad de compartirlo con los gentiles. No era suficiente
simplemente de ganarlos para Cristo y formarlos en congregaciones locales.
Él también tenía que enseñarles la maravillosa posición en Cristo como
miembros del cuerpo, compartiendo la gracia de Dios igualmente con los
judíos. Esta verdad no había sido revelada en las Escrituras del Antiguo
Testamento. Esta fue revelada a los apóstoles y profetas del Nuevo
Testamento (lee Efesios 4:11) por el Espíritu Santo. Dios la reveló
personalmente a Pablo, y era su responsabilidad compartirlo con los
cristianos gentiles. Esta fue la “dispensación”—o mayordomía—que Dios le
había dado. Y porque Pablo fue un mayordomo fiel, él ahora era prisionero
en Roma. Como José en el Antiguo Testamento, su mayordomía fiel resultó
en un falso arresto y encarcelamiento. Pero, al final, esto trajo gran gloria a
Dios y salvación a judíos y gentiles.

B. ERA IMPORTANTE PARA LOS GENTILES (EFESIOS 3:6-


8)

93
(Efesios 3:6-8) que los gentiles son coherederos y miembros del mismo
cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del
evangelio, {7} del cual yo fui hecho ministro por el don de la gracia de
Dios que me ha sido dado según la operación de su poder. {8} A mí, que
soy menos que el más pequeño, de todos los santos, me fue dada esta
gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables
riquezas de Cristo,

El trabajo de Cristo reconcilió a judíos y gentiles el uno con el otro y para


con Dios. ¡Es esta verdad que Pablo presenta aquí! La verdad de “el
misterio” revela a los creyentes gentiles que ellos tienen una nueva y
maravillosa relación a través de Jesucristo.
Ellos son coherederos con los judíos y comparten las mismas riquezas
espirituales que Dios les dio por causa de Su pacto con Abraham (Gál. 3:29).
Los gentiles también son co-miembros del cuerpo de Cristo, la iglesia.
“Hay un cuerpo” (Efesios 4:4). Nuestro nacimiento espiritual nos une como
miembros del mismo cuerpo (1 Cor. 12:12-14). Cristo es la cabeza de este
cuerpo (Efesios 5:22-23), y cada miembro individual tiene parte en el
ministerio (Efesios 4:10-13) de ese cuerpo. Finalmente, es su nueva relación,
los gentiles son participantes de las promesas de Dios. Alguna vez
estuvieron fuera del pacto, sin reclamo a las promesas de Dios (Efesios
2:12); pero ahora, en Cristo, ellos comparten las promesas de Dios con los
creyentes judíos.
“El misterio” no solamente da a los creyentes gentiles una nueva
relación, éste también revela que hay un nuevo poder disponible para ellos
(Efesios 3:7). Pablo ya nos ha dicho acerca de Su gran poder en Efesios
1:19-23, y lo mencionará nuevamente en Efesios 3:20 y Efesios 4:16. el gran
poder de resurrección de Cristo está disponible para nosotros en la vida y el
servicio diario.
V. 8 Finalmente, están disponibles para los gentiles nuevas riquezas:
“las inescrutables riquezas de Cristo” (Efesios 3:8). Pablo las llamó
“abundantes riquezas” (Efesios 2:7) pero aquí el las describe como
“insondable.” Las palabras también pueden ser traducidas como “imposible
de encontrar,” que significa que son tan vastas que no puedes encontrar el
fin de ellas.
Aún así con todas estas riquezas Pablo se consideraba a sí mismo “el más
pequeño de todos los santos” (Efesios 3:8). El nombre Pablo (Paulus)
significa “pequeño” en Latín, y talvez Pablo llevaba este nombre porque se

94
dio cuenta cuán insignificante realmente era (Hechos 13:9). Él se llamaba a
sí mismo “el más pequeño de los apóstoles” (1 Cor. 15:9), pero al menos él
era un apóstol, que es más de lo que podemos pretender. Aquí el se llama sí
mismo, no “el más pequeño de los santos,” sino “el más pequeño de todos
los santos” (Efesios 3:8), y él después se llama a sí mismo el “el primero de
los pecadores” (1 Timoteo 1:15). Al entender las profundas verdades de la
Palabra de Dios no le da al hombre una gran cabeza; esto le da un corazón
contrito y humillado.

C. ES IMPORTANTE PARA LOS ÁNGELES (EFESIOS 3:9-


10)
(Efesios 3:9-10) y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del
misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas;
{10} para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dado a conocer
por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares
celestiales,

Tal vez en este punto, te estarás haciendo la pregunta, “¿Porqué Dios


mantuvo este secreto acerca de la iglesia oculto por muchos siglos?”
Pablo nos dice que V. 10 “los principados y potestades” también están
involucrados en este gran secreto. ¡Dios está “educando” a los ángeles por
medio de la iglesia! Por “los principados y potestades,” Pablo quiere decir
los seres angelicales creados por Dios, tanto buenos como malos (Efesios
1:21; 6:12; Col. 1:16; 2:15). Los ángeles son seres creados y no son
omniscientes. De hecho, Pedro indica que durante el periodo del Antiguo
Testamento, los ángeles fueron curiosos acerca del plan de salvación de Dios
después llevado a cabo en la tierra (1 Pedro 1:10-12). Ciertamente los
ángeles se regocijan cuando un pecador se arrepiente (Lucas 15:10); y Pablo
indica que los ángeles observan las actividades de la congregación local (1
Cor. 11:10). “...hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles...”
Pablo escribe (1 Cor. 4:9).
¿Qué, entonces, aprenden los ángeles de la iglesia? “La multiforme
sabiduría de Dios” (Efesios 3:10). Ciertamente los ángeles conocen acerca
del poder de Dios como lo vieron en Su creación. Pero la sabiduría de Dios
como se vio en su nueva creación, la iglesia, es algo nuevo para ellos. Pero
los ángeles observan el esfuerzo de la salvación de Dios, y ellos alaban Su
sabiduría. Pablo la llama multiforme sabiduría, y esta palabra lleva la idea

95
de “dar variedad” o “multicolor.” Esto implica la belleza y variedad de la
sabiduría de Dios en Su gran plan de salvación.

D. DEBERÍA SER IMPORTANTE PARA LOS CRISTIANOS DE HOY


(EFESIOS 3:11-13)

Efesios 3:11-13 conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús


nuestro Señor, 3:12 en quien tenemos seguridad y acceso con confianza
por medio de la fe en Él; 3:13 por lo cual pido que no desmayéis a
causa de mis tribulaciones por vosotros, las cuales son vuestra gloria.

La iglesia primitiva pensaba que el evangelio pertenecía a los judíos


porque éste había venido a través de ellos y a ellos primero. Podemos ver del
v. 11 que el plan de Dios y el propósito en Cristo era parte de su eterno
propósito. Esto no se debió a la falla de Israel de ser Su testigo al mundo.
El Espíritu de Dios gradualmente revelaba a la iglesia que Dios estaba
haciendo algo nuevo: Él estaba llamando a gente para Su Nombre tanto de
los judíos como de los gentiles (Hechos 15:14).
Pero un entendimiento del programa de Dios en esta era presente no solo
le da al creyente confianza y valor (v.12) hacia Dios. También le da mucho
valor en las circunstancias difíciles de la vida. Los sufrimientos de Pablo
para llevar el evangelio a los gentiles significaría gloria para los gentiles (v.
13) cuando ellos llegaran a Cristo. En la era del Antiguo Testamento, cuando
el pueblo de Dios obedecía, Dios los bendijo materialmente, nacionalmente,
y físicamente (Deut. 28); y si ellos desobedecían, Él retenía esas
bendiciones. Esa no es la manera en la que el trata con la iglesia hoy en día.
Nuestras bendiciones son espirituales, no materiales (Efesios 1:3); todas
estas han sido dadas completamente en Cristo. Nos apropiamos de ellas por
la fe; pero si desobedecemos a Dios, Él no nos las quita. Simplemente
perdemos el gozo y el enriquecimiento de ellas.

E. Pon Tus Manos En Tus Riquezas 3:14-21

Este pasaje es el segundo de dos oraciones registradas en Efesios, el


primero es de Efesios 1:15-23. En la primera oración, el énfasis está en
alumbrar; pero en esta oración, el énfasis está en el capacitar. No vale mucho
el solo saber que se ponen nuestras manos en lo que Dios tiene para nosotros
y por fe haciendo esto una parte vital de nuestras vidas.

96
No vale de nada que estas dos oraciones, también como las otras
oraciones de prisión (Filipenses 1:9-11; Col. 1:9-12), traten con la condición
espiritual del hombre interior, y no con las necesidades materiales del
cuerpo. Pablo sabía que si el hombre interior es lo que él debe ser, el hombre
exterior será atendido a su debido tiempo. Muchas de nuestras oraciones se
enfocan solamente en las necesidades físicas y materiales y fallan al
apropiarse de las más profundas necesidades interiores del corazón. Nos
haría bien usar estas oraciones de prisión como nuestras, y pedirle a Dios
que nos ayude en nuestro ser interior.
1. LA INVOCACIÓN 3:14-15

(Efesios 3:14-15) Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de
nuestro Señor Jesucristo, {15} de quien toma nombre toda familia en los
cielos y en la tierra,

La primera cosa que nos golpea es la postura de Pablo: “doblo mis


rodillas.” La Biblia no manda en ninguna parte ninguna postura especial
para orar. Abraham se puso de pie delante del Señor cuando oró por Sodoma
(Gén. 18:22), y Salomón se paró cuando oró para dedicar el templo (1 Reyes
8:22). David “se sentó delante del Señor” (1 Crónicas 17:16) cuando oró
acerca del futuro de su reino. Y Jesús “cayó sobre su rostro” cuando oró en
Getsemaní (Mat. 26:39).
La oración de Pablo estaba dirigida a “el Padre de nuestro Señor
Jesucristo.” En la Biblia, la oración está dirigida al Padre, a través del Hijo,
y en el Espíritu. Este es el modelo usual, a pesar de que encuentras
peticiones dirigidas al Hijo, y posiblemente al Espíritu (1 Tesalonicenses
3:12-13).
2. LA PETICIÓN 3:16-19

Hay cuatro peticiones en la oración de Pablo, pero no deben tomarse


como aisladas, peticiones individuales. El ora para que el hombre interior
pueda tener fortaleza espiritual, que resultará en guiarlo a una experiencia
más profunda con Cristo. Esta experiencia más profunda lo capacitará para
“comprender” (apropiarse de) el gran amor de Dios, que resultará en que su
sea “lleno en la plenitud de Dios.” Así que, entonces, Pablo está orando para
fortaleza, profundidad, comprensión, y plenitud.

a. Fortaleza (v. 16).

97
Efesios 3:16 para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser
fortalecidos con poder en el hombre interior por Su Espíritu;

El poder del Espíritu es la capacitación para la vida cristiana, y es este


poder que Pablo desea para sus lectores. “Ustedes recibirán poder, cuando el
Espíritu Santo esté sobre ustedes” (Hechos 1:8, traducción literal). Jesús
realizó Su ministerio en la tierra en el poder del Espíritu (Lucas 4:1, 14;
Hechos 10:38), y esta es la única fuente que tenemos para el vivir cristiano
de hoy.
El poder del Espíritu se nos da a nosotros “conforme a las riquezas de Su
gloria” (Efesios 3:16). Cristo regresó a la gloria y envió el Espíritu desde el
cielo para habitar y darle poder a Su pueblo.
Este poder está disponible para “el hombre interior.” Esto quiere decir la
parte espiritual del hombre donde Dios habita y obra. El hombre interior del
pecador perdido está muerto (Efesios 2:1), pero llega a ser vivo cuando a
Cristo se le invita adentro. El hombre interior puede ver (Salmos 119:18), oír
(Mat. 13:9), gustar (Salmos 34:8), y sentir (Hechos 17:27); y él debe ser
“ejercitado” (1 Tim. 4:7-8). El también debe ser limpiado (Salmos 51:7) y
alimentado (Mat. 4:4). El hombre exterior perece, pero el hombre interior
puede ser renovado espiritualmente a pesar de su decaimiento exterior físico
(2 Cor. 4:16-18). Es este poder interior que lo hace triunfar.
¿Qué significa que el Espíritu Santo le da poder al hombre interior? Esto
significa que nuestras facultades espirituales están controladas por Dios, y
estamos ejercitándolas y creciendo en la Palabra (Heb. 5:12-14). Es solo
cuando nos inclinamos al Espíritu y le dejamos que controle el hombre
interior que tenemos éxito en el vivir para la gloria de Dios.
b. Profundidad (v. 17).

Efesios 3:17 para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a


fin de que, arraigados y cimentados en amor,

Pablo usa tres cuadros aquí para conducir esta idea de la profundidad
espiritual, y los tres cuadros están ocultos en los tres verbos: “habite,”
“arraigados,” y “cimentados.” El verbo habitar literalmente significa
“asentarse y sentirse en casa.” Por lo que Pablo ora es por una experiencia
profunda entre Cristo y Su pueblo. Él anhela que Cristo se asiente y se sienta
en casa en sus corazones—no una relación superficial, sino un
compañerismo siempre adentrándose.

98
El verbo arraigar nos mueve hacia el mundo. Los tres deben enraizarse
profundamente en un terreno si se quiere tener tanto cuidado como
estabilidad; y el cristiano debe tener sus raíces espirituales hundidas en el
amor de Dios. Salmos 1:1-3 es una perfecta descripción de esta palabra, y
Jeremías 17:5-8 es un buen comentario de esta. Una de las más importantes
preguntas que un cristiano puede hacerse a sí mismo es, “¿De dónde debo
sacar mi cuidado y mi estabilidad?” Si tiene que haber poder en la vida del
cristiano, entonces debe haber profundidad.
Cimentado es un término de arquitectura; se refiere a las fundaciones
sobre las cuales edificamos. La parte más importante de un edificio es la
fundación. Si no vas muy a fondo, no puedes ir muy alto.”
La tormenta que sopla revela la fuerza de las raíces. Jesús contó la
historia acerca de dos edificadores, uno de los cuales no fue lo
suficientemente a fondo con sus cimientos (Mat. 7:24-29). Pablo oraba para
que los creyentes puedan tener una experiencia más profunda con Cristo,
porque solo una experiencia profunda podría sostenerlos durante las duras
pruebas de la vida.
c. Comprensión (v. 18-19a).

(Efesios 3:18-19) seáis plenamente capaces de comprender con todos


los santos cual sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura,
{19} y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento,
para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.

La palabra castellana “comprender” y “aprender” ambas se derivan de


la palabra latina prehendere que significa “agarrar.” Decimos que un mono
tiene una “cola que agarra.” Esto es, su cola es capaz de agarrar la rama de
un árbol y prenderse de ella. Nuestra palabra comprender lleva la idea de
mentalmente agarrando algo; mientras que aprender sugiere tomando de
esto por ti mismo. En otras palabras, es posible entender algo pero
realmente no hacerlo a tu manera. Él quiere que vivamos en cuatro
dimensiones. Cuando Dios le dio la tierra a Abraham, él le dijo que “ve por
la tierra a lo largo de ella y a su ancho” (Gen. 13:17). Abraham tuvo que irse
afuera por fe y reclamar su herencia. Pero nosotros hoy tenemos una
herencia en cuatro dimensiones: ancho, longitud, profundidad, y alto. ¡La
dimensión de Dios es el amor!
Pero hay una paradoja aquí. Pablo quiere que conozcamos personalmente
el amor de Cristo “que sobrepasa el entendimiento” hay dimensiones, pero
no pueden ser medidas. “el amor de Cristo que sobrepasa todo

99
entendimiento” está en paralelo con “las insondables riquezas de Cristo”
(Efesios 3:8). Somos tan ricos en Cristo que nuestras riquezas no pueden ser
calculadas ni siquiera con la más sofisticada computadora.
Nunca los cristianos tienen que preocuparse acerca de tener los recursos
espirituales inadecuados para satisfacer las demandas de la vida. Si el ora
por fuerza espiritual y profundidad espiritual, él podrá aprender—echar
mano de—todos los recursos del amor y de la gracia de Dios. “Todo lo
puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). ¿Y cuál es el resultado
de todo esto?

d. Plenitud (v. 19b).

“…para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.”

Se dice que la naturaleza aborrece el vacío. Esto explica porque el aire y


el agua automáticamente fluirá a un espacio vacío. La naturaleza divina
aborrece el vacío. Dios quiere que nosotros experimentemos Su plenitud.
“llenados hasta toda la plenitud de Dios” es la traducción más exacta. Los
medios de nuestra plenitud es el Espíritu Santo (Efesios 5:18), y la medida
de nuestra plenitud es Dios mismo (Efesios 4:11-16). Es trágico cuando los
cristianos usan las medidas equivocadas al examinar sus propias vidas
espirituales. Nos gusta medirnos a nosotros mismos con los cristianos más
débiles que conocemos, y luego jactarnos, “Bueno, soy mejor de lo que ellos
son.” Pablo nos dice que la medida es Cristo, y que no podemos jactarnos de
nada (ni deberíamos). Cuando hayamos alcanzado Su plenitud, entonces
habremos alcanzado el límite.
En un sentido, los cristianos ya están “completos en Él” (Col. 2:9-10,
donde “completos” significa “llenos por completo”). En un sentido de
posición, estamos completos en Él, pero prácticamente, disfrutamos
solamente la gracia que aprendemos por fe. Los recursos están ahí.

F. LA BENDICIÓN 3:20-21

(Efesios 3:20-21) Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas
mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el

100
poder que actúa en nosotros, {21} a Él sea gloria en la iglesia en Cristo
Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén

Después de contemplar tales maravillosas experiencias espirituales, no es


de maravillarse que Pablo explota en una doxología, una bendición que se
ajusta a tal oración. Note nuevamente el énfasis trinitario en esta bendición:
Pablo ora al Dios el Padre, concerniente al poder de Dios Espíritu que
habita, hecho disponible a través de Dios el Hijo.
En el párrafo ante nosotros, ¡Pablo comparte la emocionante verdad de
todo este poder de lo muy alto está disponible para nosotros! Está incluso
“más allá de lo que podemos pedir o pensar.”
La palabra “poder” es nuevamente dunamis, que encontramos antes en
Efesios 3:7; y “actúa” es energeia (energía) que se encuentra en Efesios
1:11, 19; 2:2; 3:7; y 4:16. la energía de Dios es poder que efectúa—poder
que trabaja en nuestras vidas. Este poder está dentro de nosotros, en el
hombre interior (Efesios 3:16).

VI. Tareas: Nuestras Responsabilidades En Cristo Capítulo 4 (Notas por


Warren Wiersbe)
A. Caminar En Unidad (4:1 - 16)

Todas las cartas de Pablo contienen un bonito balance entre doctrina y


tarea, y Efesios es un ejemplo perfecto. Los primeros tres capítulos tratan
con doctrina, nuestras riquezas en Cristo, mientras que los últimos tres
capítulos explican la tarea, nuestras responsabilidades en Cristo. La palabra
clave en esta última mitad del libro es caminar (Efesios 4:1, 17; 5:2, 8, 15),
mientras que la idea clave en la primera mitad es riquezas. En estos últimos
tres capítulos, Pablo nos amonesta a caminar en unidad (Efesios 4:1-16),
pureza (Efesios 4:17-5:17), armonía (Efesios 5:18-6:9), y victoria (Efesios
6:10-24).
Estas cuatro “maneras de caminar” perfectamente hacen paralelo con las
doctrinas básicas que Pablo nos ha enseñado en los primeros tres capítulos.
Antes que veamos esta sección en detalle, debemos de notar dos palabras
importantes en Efesios 4:1: por lo tanto y rogar. La expresión por lo tanto
indica que Pablo está basando sus exhortaciones a la tarea de enseñar

101
doctrinas en los primeros tres capítulos. (Rom. 12:1-2 son versículos
paralelos.)
La palabra rogar indica que Dios, en amor, nos urge a vivir para Su
gloria. Él no dice, como lo hizo con los judíos del Antiguo Testamento, “Si
ustedes me obedecen, Yo los bendeciré.” En vez de eso, Él dice, “Ya los he
bendecido—ahora, en respuesta a mi amor y mi gracia, obedézcanme.”

1. La gracia de la unidad. (4:1-3)

Efesios 4:1-3 Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es


digno de la vocación con que fuisteis llamados, 4:2 con toda humildad
y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en
amor, 4:3 solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la
paz;

La Unidad no es uniformidad. La unidad viene de adentro y es una


gracia espiritual, mientras que la uniformidad es el resultado de la presión de
afuera. Pablo usa el cuerpo humano como un cuadro para la unidad cristiana
(1 Cor. 12), y él adapta la misma ilustración aquí en esta sección (Efesios
4:13-16). Cada parte del cuerpo es diferente de las otras partes, pero todas
conforman un cuerpo y trabajan juntas.
Si vamos a preservar la “unidad del Espíritu,” debemos poseer las gracias
necesarias cristianas, y hay siete de ellas que se listan aquí. La primera es
humildad. Alguien ha dicho, “La humildad es aquella gracia que, cuando
sabes que la tienes, la has perdido.” La humildad significa poner a Cristo
primero, a otros después, y a uno mismo al último. Esto significa
conocerse a sí mismo, aceptarnos a nosotros mismos, y ser nosotros mismos
para la gloria de Dios.
Mansedumbre no es debilidad. Es el poder bajo control. Moisés era un
hombre manso (Núm. 12:3), y aún así ve el tremendo poder que él ejercía.
Jesucristo era “manso y humilde de corazón” (Mat. 11:29), aún así el arrojó
a los comerciantes del templo. En el lenguaje griego, esta palabra fue
utilizada para una medicina calmante, un potro que había sido quebrantado,
y para un viento suave. En cada caso tu tienes poder, pero el poder está bajo
el control.
Aliado con la mansedumbre está la paciencia, que literalmente significa
“templanza,” la habilidad para soportar la disconformidad sin devolver
golpes. Esto guía amencionar soportar, una gracia que no puede ser

102
experimentada fuera del amor. “El amor es sufrido, es benigno” (1 Cor.
13:4). Realmente, Pablo está describiendo algo de los “frutos del Espíritu”
(Gál. 5:22-23); para que la “unidad del Espíritu” (Efesios 4:3) sea el
resultado del creyente “caminando en el Espíritu” (Gál. 5:16).
La siguiente gracia que contribuye a la unidad del Espíritu es el estar
solícitos. Literalmente se lee “estar ansioso de mantener, o guardar, la
unidad del Espíritu.” “es grandioso que se amen el uno al otro,” una vez oí a
un hermano maduro en la fe decirle a una pareja de recién casados, “pero si
ustedes van a ser felices en el matrimonio, ¡tienen que trabajar en esto!” el
verbo que se utiliza aquí está en presente, que significa que constantemente
tenemos que estar solícitos de mantener la unidad.
La gracia final es paz—“el vínculo de la paz.” Lee Santiago 3:13-4:10
por la más vívida enseñanza de la guerra y la paz en el Nuevo Testamento.
Nota que la razón para la guerra hacia afuera es la guerra que está dentro. Si
un creyente no puede caminar con Dios, no puede caminar con otros
creyentes. Cuando “la paz de Dios” gobierna nuestros corazones, entonces
construimos la unidad (Col. 3:15).

2. El terreno de la unidad. (4:4-6)

Efesios 4:4-6 un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados


en una misma esperanza de vuestra vocación; 4:5 un Señor, una fe, un
bautismo, 4:6 un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por
todos, y en todos.

Pablo no discute la unidad espiritual en los primeros tres capítulos; el


espero hasta que había echado el cimiento doctrinal. Mientras que no todos
los cristianos concuerdan en algunas cosas pequeñas de la doctrina cristiana,
todos ellos concuerdan en las verdades de cimiento de la fe. La unidad
edificada en cualquier cosa que no sea la verdad de la Biblia se está
asentando en un muy tembloroso cimiento. Pablo nombra aquí las siete
realidades básicas espirituales que unen a todos los verdaderos cristianos.
a. Un cuerpo.

Este es, por supuesto, el cuerpo de Cristo en el cual cada creyente es un


miembro, puesto ahí en el momento de la conversión por el Espíritu de Dios
(1 Cor. 12:12-31). El un cuerpo es el modelo para los muchos cuerpos
locales que Dios ha establecido alrededor del mundo. El hecho de que una

103
persona sea un miembro del un cuerpo no lo excusa de pertenecer a un
cuerpo local, porque es ahí que él ejercita sus dones espirituales y ayuda a
otros a crecer.

b. Un Espíritu

El mismo Espíritu Santo habita en cada creyente, para que pertenezcamos


el uno al otro en el Señor. Hay talvez una docena de referencias al Espíritu
Santo en Efesios, porque Él es importante para nosotros en el vivir de la vida
cristiana.

c. Una esperanza de vuestra vocación

Esto se refiere al retorno del Señor para llevar Su iglesia al cielo. El


Espíritu Santo adentro es la seguridad de esta gran promesa (Efesios 1:13-
14). Pablo está sugiriendo aquí que el creyente que se da cuenta de la
existencia de un cuerpo, que camina en el Espíritu, y que espera el retorno
del Señor, va a ser una persona pacificadora y no una problemática.

d. Un Señor

Este es nuestro Señor Jesucristo quien murió por nosotros, vive por
nosotros, y un día vendrá por nosotros. Es difícil creer que dos creyentes
pueden decir que obedecen al mismo Señor, y aún así no ser capaces de
caminar juntos en unidad.

e. Una fe

Hay un cuerpo de verdad asentado y depositado por Cristo en Su iglesia,


y esta es “la fe.” Judas la llama “la fe que ha sido una vez dada a los santos”
(Judas 3). Los primeros cristianos reconocían un cuerpo de doctrina básica
que ellos enseñaban, la guardaban, y se la encomendaban a otros (2 Tim.
2:2). Los cristianos pueden ser diferentes en algunas cosas de interpretación
y prácticas eclesiásticas; pero todos los cristianos de verdad están de acuerdo
en “la fe”—y el apartarse de “la fe” es acarrear división dentro del cuerpo de
Cristo.

104
f. Un bautismo (las notas en este punto han sido
editadas y añadidas a las hechas por Rev. C.)

Ya que Pablo está discutiendo aquí el un cuerpo, este “un bautismo” es


probablemente el bautismo dentro del cuerpo de Cristo, esto es hecho por el
Espíritu Santo cuando el coloca al pecador creyente dentro del cuerpo de
Cristo en el momento de la conversión (1 Cor. 12:13). La distinción aquí es
que el Espíritu Santo hace el bautismo y el medio en el cual la persona es
bautizada es el “cuerpo de Cristo”. Adicionalmente, a cada nuevo creyente
le es dado dones para servir como parte del cuerpo de Cristo. Esta no es una
experiencia por la cual el creyente deba de orar o buscar ya que esto es
hecho por el Espíritu Santo inmediatamente después de la confesión de fe.
Tenemos que ser llenos del Espíritu (Efesios 5:18). El significado es
“estén llenándose”. En otras palabras tenemos que ser cuidadosos de no
extinguir la presencia del Espíritu Santo trabajando en nosotros, sino que
debemos dar libertad a la llenura del Espíritu Santo en nuestras vidas para
que podamos “andar en el Espíritu y no satisfacer los deseos de la carne”
(Gál. 5:16). Al ser llenos no sugiero que debemos pedir por más del Espíritu
Santo desde afuera como si parte de su presencia es dejada o se escapa
(Jesús dijo que él nos enviaría otro Consolador el Espíritu Santo quien
nunca nos dejaría Juan 14:16-17) ni necesitamos que más de Él se vierta en
nosotros de la misma forma que llenamos nuestro tanque de combustible.
En vez de eso, creo que cuando recibimos el Espíritu Santo recibimos el
Espíritu Santo, pero cuan activo Él sea en nuestras vidas eso depende de
nosotros. Podemos encerrarlo a Él en una esquina de nuestra vida, y
escoger el andar en nuestras propias fuerzas, o podemos diariamente dar
libertad a la llenura de Su presencia en nuestro ser y así ser llenos cada día.
Podemos ser bautizados con el Espíritu Santo al ser investidos de poder
para ser testigos cuya primera evidencia es el hablar en lenguas. Este
bautismo es hecho por Jesucristo y el medio en el cual el creyente es
bautizado es el Espíritu Santo. Esto fue demostrado en el día de Pentecostés
(Hechos 2). Lee también Marcos 1:8; Hechos 1:5,8, Hechos 10:44-48 y
otros.
En el cuerpo local de creyentes también hay bautismo en agua lo cual es
hecho en obediencia al mandato de Cristo y sirve como una declaración
externa de la experiencia interna de salvación que ya hemos recibido. Este
acto es generalmente realizado por un ministro quien sumerge al nuevo
creyente en el agua para identificar al creyente con la muerte, sepultura, y

105
resurrección de Cristo. No hay razón por la cual esto no pueda ser realizado
por cualquier creyente en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.
En lo que al un cuerpo se refiere, hay un bautismo en el cuerpo de
Cristo el cual es realizado por el Espíritu Santo.

g. Un Dios y Padre

A Pablo le gusta enfatizar Dios el Padre (Efesios 1:3, 17; 2:18; 3:14;
5:20). La maravillosa integridad de creyentes en la familia de Dios es
evidente aquí, porque Dios es sobre todo, y trabajando a través de todos, y
en todos. Somos hijos en la misma familia, amando y sirviendo al mismo
Padre, así que debemos de ser capaces de caminar juntos en unidad. Así
como en la familia terrenal, los varios miembros tienen que dar y coger para
mantener una unidad amorosa en el hogar, así la familia celestial de Dios
debe hacer lo mismo. La “Oración del Señor” comienza con “Padre
Nuestro”—no “Padre mío.”
Pablo está muy preocupado de que los cristianos no rompan la unidad del
Espíritu al ponerse de acuerdo con falsas doctrinas (Rom. 16:17-20), y el
apóstol Juan repite esta advertencia (2 Juan 6-11). La iglesia de Cristo no
puede creer en paz a cualquier precio, porque la sabiduría de Dios es
“primeramente pura, después pacífica” (Santiago 3:17). La pureza de la
doctrina de sí misma no produce unidad espiritual, porque hay iglesias que
son sanas en la fe, pero no lo son cuando se trata de amor. Por eso es que
Pablo junta las dos: “siguiendo la verdad en amor” (Efesios 4:15).

3. Los dones de la unidad. (4:7 - 11) (algunas


declaraciones adicionales agregadas por el Rev. C.
Basada en notas de la referencia bíblica de Dake)

Efesios 4:7-11 Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme
a la medida del don de Cristo. 4:8 Por lo cual dice: Subiendo a lo alto,
llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres. 4:9 Y eso de que
subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes
más bajas de la tierra? 4:10 El que descendió, es el mismo que también
subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. 4:11 Y Él
mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros,
evangelistas; a otros, pastores y maestros,

106
Parece que dos temas importantes son entrelazados en este pasaje. El
primero trata de los dones que Cristo ha puesto en el cuerpo v. 7,8b y 11. el
segundo tema es la actividad de Cristo con respecto a su ascensión v. 8a 9-
10. Veamos primero al v. 8a 9-10.

Antes de la ascensión Él descendió a las partes más profundas de la tierra y


guió a los cautivos (los santos del Antiguo Testamento, aquellos que
tuvieron fe en la venida del redentor desde Adán hasta Cristo) que estaban
siendo sujetos por Satanás (quien hasta ese tiempo tenía las llaves de la
muerte y del infierno) en el Paraíso. En los relatos de Lucas acerca de la
crucifixión (Lucas 23:39-43) Jesús le dijo al ladrón penitente acerca de su
confesión, “hoy estarás conmigo en el paraíso”. Paraíso es otro término
utilizado para describir el “seno de Abraham”, el cual estaba en un
compartimiento interior de la tierra donde las almas de aquellos que
murieron en fe esperaban por su redención. Esto es mejor visto en Lucas
16:19-31. Jesús evidentemente fue al paraíso y declaró quién era Él a los
cautivos, le quitó las llaves de la muerte y del infierno a Satanás, y en Su
resurrección llevó a los cautivos a la libertad. Aquellos que eran cautivos
estarán ahora en el cielo aguardando la redención final de esta tierra y de
aquellos que vendrán después con la muerte. Apocalipsis. 1:18 nos dice que
Jesús ahora tiene las llaves de la muerte y del infierno que significa que
ahora cuando un creyente muere su alma va a estar con el Señor. Pablo dijo
que estar ausente del cuerpo es estar presente con el Señor (2 Cor. 5:8).
Ahora, solo aquellos que mueren perdidos en sus pecados hallarán sus almas
en el infierno.

En otra porción de este pasaje Pablo se mueve de lo que todos los cristianos
tienen en común a cómo los cristianos difieren el uno del otro. Él está
discutiendo la variedad y la individualidad dentro de la unidad del Espíritu.
Dios ha dado a cada creyente al menos un don espiritual (1 Cor. 12:1-12), y
este don debe ser usado para la unidad y la edificación del cuerpo de Cristo.
Debemos hacer una distinción entre “dones espirituales” y habilidades
naturales. Cuando naciste en este mundo Dios te dio ciertas habilidades
naturales, tal vez en mecánica, arte, atletismo, o música. En este aspecto,
todos los hombres no fueron creados iguales, porque unos son más
inteligentes, o más fuertes, o más talentosos que otros. Pero en el reino
espiritual, cada creyente tiene al menos un don espiritual sin importar qué
habilidades naturales puede o no poseer. Un don espiritual es una habilidad

107
dada por Dios para servir a Dios y otros cristianos de tal modo que Cristo
sea glorificado y los creyentes edificados.
Pablo enseñó que Cristo es el dador de estos dones, a través del Espíritu
Santo (Efesios 4:8-10).
Hay tres listas de dones espirituales dadas en el Nuevo Testamento: 1
Corintios 12:4-11, 27-31; Romanos 12:3-8; y Efesios 4:11. ya que estas
listas no son idénticas, puede ser que Pablo no haya nombrado todos los
dones que están disponibles. Pablo escribió que algunos dones son más
importantes que otros, pero que todos los creyentes son necesarios si se
quiere que el cuerpo funcione normal (1 Cor. 14:5, 39). Pablo entonces
nombra 4 dones.

a. Apóstoles

La palabra significa “uno que es enviado con una comisión.” Jesús tenía
muchos discípulos, pero Él escogió 12 Apóstoles (Mat. 10:1-4). Un
discípulo es un “seguidor” o un “aprendiz,” pero un apóstol es un “un
representante divinamente seleccionado.” Los apóstoles tenían que dar
testimonio de la resurrección (Hechos 1:15-22), y por lo tanto tenían que
haber visto al Cristo resucitado personalmente (1 Cor. 9:1-2). No hay
apóstoles hoy en día en el sentido más estricto del Nuevo Testamento. Estos
hombres ayudaron a echar los cimientos de la iglesia—“el fundamento de
los apóstoles y profetas” (Efesios 2:20), y una vez que el fundamento fue
echado, ellos ya no fueron necesarios. Dios dio testimonio del ministerio de
ellos con milagros especiales (Heb. 2:1-4). Claro está, en un sentido más
amplio, todos los cristianos tienen un ministerio apostólico. “Como me
envió el Padre, así también yo os envío” (Juan 20:21). Pero no debemos de
andar proclamando que somos apóstoles.

b. Profetas

Comúnmente asociamos a un profeta con predicciones o eventos futuros,


pero esta no es su principal función. Un profeta del Nuevo Testamento es
uno que proclama la Palabra de Dios (Hechos 11:28; Efesios 3:5). Los
creyentes en las iglesias del Nuevo Testamento no poseían Biblias, ni
tampoco el Nuevo Testamento estaba escrito ni terminado. ¿Cómo,
entonces, descubrirían estas iglesias locales la voluntad de Dios? Su Espíritu
compartiría la verdad de Dios con aquellos que poseían el don de profecía.

108
Pablo sugiere que el don de profecía tenía que ver con el entendimiento
“todos los misterios y toda ciencia” (1 Cor. 13:2), queriendo decir, por su
puesto, verdades espirituales. El propósito de la profecía es “edificación,
aliento, y consuelo” (1 Cor. 14:3, traducción literal).

c. Evangelistas

“Portadores de las Buenas Nuevas.” Estos hombres viajaron de un lugar a


otro para predicar el evangelio y ganar a los perdidos (Hechos 8:26-40;
21:28). Todos los ministerios deberían “hacer el trabajo de un evangelista,”
pero esto no significa que todos los ministerios son evangelistas (2 Tim.
4:5). Los apóstoles y profetas echaron el cimiento de la iglesia, y los
evangelistas construyeron encima de éste al ganar a los perdidos para Cristo.
Por su puesto, en la iglesia primitiva, cada creyente era un testigo (Hechos
2:41-47; 11:19-21), y así debemos ser testigos hoy. Pero hay gente también
hoy en día que tiene el don de evangelismo. El hecho de que un creyente no
pueda tener este don no lo excusa de llevar la carga de las almas perdidas o
de testificarles.

d. Pastores y Maestros

Pastor significa “apacentador de ovejas,” indicando que la iglesia local es un


manado de ovejas (Hechos 20:28), y es la responsabilidad de él amar,
alimentar, y guiar al rebaño (1 Pedro 5:1-4, donde “anciano” es otro nombre
para “pastor”). Él hace esto por medio de la Palabra de Dios, el alimento que
cuida de las ovejas. La Palabra es la vara que guía y disciplina las ovejas. La
Palabra de Dios es la protección y provisión de la iglesia local, y ninguna
cantidad de entretenimiento, buen compañerismo, u otros sustitutos
religiosos pueden ocupar este lugar.

(estos pensamientos son del Rev. C.) Un Maestro es alguien que tiene un
don de comunicar las verdades de la Palabra de Dios con aquellos que están
hambrientos de aprender. Los maestros son guiados a encontrar las más
profundas verdades que ayudarán a desarrollar la relación del creyente con
Cristo y lo equiparan para el servicio al cuerpo de Cristo. Muchos pastores
también tienen el don de la enseñanza pero no todos los maestros tienen el
don de ser pastores.

109
4. El crecimiento de la unidad. (4:12-16)

Efesios 4:12-16 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del


ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 4:13 hasta que
todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios,
a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;
4:14 para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de
todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar
emplean con astucia las artimañas del error, 4:15 sino que siguiendo la
verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es,
Cristo, 4:16 de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí
por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad
propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en
amor.

Pablo estaba viendo a la iglesia en dos niveles en esta sección. Él vio el


cuerpo de Cristo, compuesto de todos los verdaderos creyentes, creciendo
gradualmente hasta que éste alcanza la madurez espiritual, “la medida de la
estatura de la plenitud de Cristo (v.13).” pero él también vio el cuerpo
local de creyentes ministrándose el uno al otro, creciendo juntos, y por lo
tanto experimentando la unidad espiritual.
Los líderes que tienen dones se supone que “equipan a los santos para el
trabajo en el ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (traducción
literal). Los santos no llaman a un pastor y le pagan para hacer el trabajo.
Ellos lo llaman y siguen su liderazgo en tanto que él, a través de la Palabra,
los equipa para hacer el trabajo (2 Tim. 3:13-17). Los miembros de la iglesia
crecen por alimentarse de la Palabra y el ministrarse el uno al otro. La
primera evidencia del crecimiento espiritual es la semejanza a Cristo.

La segunda evidencia (v. 14) es estabilidad. El cristiano maduro no es


llevado por cualquier novedad religiosa que pasa por ahí.
La tercera evidencia (v.15) de la madurez es la verdad unida al amor:
“Hablando la verdad en amor” (Efesios 4:15). Esta es una marca de
madurez cuando podemos compartir la verdad con nuestros compañeros
cristianos, y hacerlo en amor. “Fieles son las heridas del que ama; pero
importunos los besos del que aborrece” (Prov. 27:6).
Una evidencia más (v.16) de madurez es cooperación (Efesios 4:16).
Nos damos cuenta de que, como miembros de un cuerpo y un cuerpo local,
pertenecemos el uno al otro, incidimos el uno al otro, y nos necesitamos el

110
uno al otro. Cada creyente, sin importar cuan insignificante pueda parecer,
tiene un ministerio para otros creyentes. El cuerpo se desarrolla al igual que
los miembros individuales se desarrollan, y ellos crecen a medida que son
alimentados de la Palabra y ministrados el uno al otro. Note una vez más el
énfasis en el amor: “soportándoos con paciencia los unos a los otros en
amor” (Efesios 4:2); “hablando la verdad en amor” (Efesios 4:15);
“edificándose en amor” (4:16). El amor es el sistema circulatorio del cuerpo.

B. Caminar En Pureza (4:17 - 5:21)


1. No caminar como los otros gentiles (4:17-19)

(Efesios 4:17-19) Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no


andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente,
{18} teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios
por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; {19} lc
cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la
lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza.

Hay algunas cosas negativas en la vida cristiana, y aquí hay una de ellas:
“No andéis como los otros gentiles (v. 17).” El cristiano no debe imitar la
vida de la persona que no es salva y que lo rodean.
Para comenzar con algo, los cristianos piensan de manera diferente de lo
inconversos. Note el énfasis aquí en pensar: mente (Efesios 4:17, 23),
entendimiento (Efesios 4:18), ignorancia (Efesios 4:18), “aprendido de
Cristo” (Efesios 4:20). La salvación comienza con el arrepentimiento, lo
cual es un cambio de mente. La total apariencia de una persona cambia
cuando esta confía en Cristo, incluyendo sus valores, metas, y la
interpretación de la vida. ¿Qué está mal con la mente de la persona
inconversa? Por una cosa, su pensamiento es “vano” (fútil). Esto no lleva a
ningún propósito sustancial. Dado que el no conoce a Dios, no puede
realmente entender el mundo alrededor de él, ni puede entenderse a sí
mismo.
El pensamiento de la persona inconversa es fútil porque está
entenebrecido. El piensa que está en luz porque rechaza la Biblia y cree en
las más recientes filosofías, cuando realmente está en oscuridad. No es
simplemente que sus ojos están cegados para que no puedan ver, sino que
sus mentes están entenebrecidas para que no puedan pensar correctamente
acerca de asuntos espirituales.

111
La vida del creyente no es fútil, sino con propósito. En todo sentido, el
creyente es diferente del inconverso, y por lo tanto la amonestación: “No
andéis”

2. El Argumento

(Efesios 4:20-24) Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, {21} si


en verdad le habéis oído, y habéis sido por Él enseñados, conforme a la
verdad que está en Jesús. {22} En cuanto a la pasada manera de vivir,
despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos
engañosos, {23} y renovaos en el espíritu de vuestra mente, {24} y vestios
del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la
verdad.

Pablo refuerza su amonestación con un argumento de la experiencia


espiritual de sus lectores. Nuevamente el énfasis es en la mente, o el punto
de vista, del creyente. “Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo”
(Efesios 4:20). Él no dijo “aprendido acerca de Cristo” porque es posible
aprender acerca de Cristo y nunca ser salvo. “Aprender a Cristo” significa
tener una relación personal con Cristo para que puedas conocerlo mejor
cada día. Por lo tanto, puedo “aprender a Cristo” a través de un
compañerismo personal con Él.
Este compañerismo se basa en la Palabra de Dios. Puedo ser enseñado de
“la verdad” como esta es en Cristo Jesús. Mientras mejor entienda la Palabra
de Dios, mejor conozco al Hijo de Dios, porque toda la Biblia es una
relación del Señor Jesucristo (Lucas 24:27; Juan 5:39
Pero esta experiencia de salvación va más allá que esto, porque esto ha
resultado en una total nueva posición ante Dios. El viejo hombre (la vida
anterior) ha sido puesta de lado, y ahora podemos caminar en una vida nueva
a través de Cristo.
La ilustración más simple de esta gran verdad se da en Juan 11, la
resurrección de Lázaro. El amigo de nuestro Señor, Lázaro, había estado en
la tumba por cuatro días cuando Jesús y sus discípulos llegaron a Betania,
incluso Marta admitió que, para ese entonces, el cuerpo decadente hedía
(Juan 11:39). Pero Jesús dio la palabra y Lázaro volvió a la vida, una
ilustración de Juan 5:24. Note las siguientes palabras de nuestro Señor,
“Desatadle, y dejadle ir.” (Juan 11:44). ¡Quítale las ropas de muerto! Lázaro
ya no pertenecía al dominio de la muerte, porque él ahora estaba vivo.

112
¿Porqué volver a usar ropas de muerto? ¡Quítense lo viejo y pónganse lo
nuevo!
Este era el argumento de Pablo—ustedes ya no pertenecen a la vieja
corrupción del pecado; ustedes pertenecen a la nueva creación en Cristo.
¡Quítense la ropa de muerto! ¿Cómo hacemos esto? “renovaos en el
espíritu de vuestra mente” (Efesios 4:23). La conversión es una crisis que
lleva a un proceso. A través de Cristo, de una vez y por todos, nos ha sido
dada una nueva posición en Su nueva creación, pero día a día, debemos
apropiarnos por fe lo que Él nos ha dado.

3. La Aplicación

(Efesios 4:25-32) Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad


cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros.
{26} Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo,
{27} ni deis lugar al diablo. {28} El que hurtaba, no hurte más, sino
trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué
compartir con el que padece necesidad. {29} Ninguna palabra
corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la
necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. {30} Y no
contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el
día de la redención. {31} Quítense de vosotros toda amargura, enojo,
ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. {32} Antes sed benignos
unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios
también os perdonó a vosotros en Cristo.
a. Mentira (v. 25).

Una mentira es una sentencia que es contradictoria a los hechos, hablada


con el intento de engañar. Si te digo que es mediodía, y después descubro
que mi reloj estuvo mal, no dije una mentira. Pero si te doy la hora
equivocada para que llegues tarde a un encuentro y si esto me beneficiaría,
eso sería una mentira. Siempre que hablamos la verdad, el Espíritu de Dios
trabaja, pero siempre que decimos una mentira, Satanás trabaja. Nos gusta
creer que ayudamos a la gente al mentirles, pero ese no es el caso. Puede que
no veamos las consecuencias inmediatamente, pero a la larga estas vendrán.
“ninguna mentira procede de la verdad” (1 Juan 2:21). El infierno está
preparado para “todo aquel que ama y hace mentira” (Apocalipsis 22:15).
Esto no significa que cualquiera que haya dicho una mentira irá al infierno,
sino que aquellos cuyas vidas son controladas por la mentira—aman y hacen

113
mentira—están perdidos para siempre. La vida cristiana está controlada por
la verdad.
Nota la razón que Pablo da para decir la verdad: Pertenecemos el uno al
otro en Cristo. ÉL nos impulsa a edificar el cuerpo en amor (Efesios 4:16) y
a edificar el cuerpo en verdad. “Hablando la verdad en amor” (Efesios 4:15).
Como “miembros el uno del otro” incidimos el uno en el otro, y no podemos
edificarnos el uno al otro fuera de la verdad. El primer pecado que fue
juzgado en la iglesia primitiva fue el pecado de la mentira (Hechos 5:1-11).
b. Ira (v. 26-27).

La ira es una reacción emocional causada por algo que nos desagrada. En
sí misma, la ira no es pecado, porque incluso Dios puede tener ira (Deut. 9:8,
20; Salmos 2:12). Muchas veces en el Antiguo Testamento aparece la frase,
“la ira de Jehová” (Núm. 25:4; Jer. 4:8; 12:13). La ira santa de Dios es una
parte de Su juicio en contra del pecado, como se ve en la ira de nuestro
Señor cuando limpió el templo (Mat. 21:12-13). La Biblia frecuentemente
habla de la ira como “siendo encendida” (Gén. 30:2; Deut. 6:15), como si la
ira se comparara con el fuego. Algunas veces la ira del hombre arde sin
llama, y a esto podríamos llamar malicia; pero esta misma ira puede
repentinamente explotar y destruir, y a esto podemos llamar furia.
Es difícil para nosotros practicar una verdadera ira santa o indignación
justa porque nuestras emociones son manchadas por el pecado, y no tenemos
el mismo conocimiento que Dios tiene en todas las cosas. Dios ve todo de
manera clara y sabe todo completamente, y nosotros no. El principio del
Nuevo Testamento parece ser que el creyente debería estar en ira con el
pecado pero amoroso con la gente. “Los que amáis a Jehová, aborreced el
mal” (Salmos 97:10).
Es posible tener ira y no pecar, pero si pecamos, debemos arreglar el
asunto rápidamente y no dejar que el sol se ponga sobre nuestro enojo.
“Ponte de acuerdo con tu adversario pronto” (Mat. 5:25). “ve y repréndele
estando tú y él solos” (Mat. 18:15). El fuego de la ira, si no se apaga por el
perdón amante, se esparcirá y mancillará y destruirá el trabajo de Dios. De
acuerdo a Jesús, la ira es el primer paso hacia el asesinato (Mat. 5:21-26),
porque la ira le da al diablo un punto de apoyo en nuestras vidas, y Satanás
es un homicida (Juan 8:44). Satanás odia a Dios y al pueblo de Dios, y
cuando el encuentra a un creyente con las chispas de la ira en su corazón, él
ventila esas chispas, añade combustible al fuego, y hace una buena obra de
daños al pueblo de Dios y a la iglesia de Dios. Tanto la mentira como la ira
“le da lugar al diablo” (Efesios 4:27).

114
Salomón tiene una buena solución: “La blanda respuesta quita la ira; Mas
la palabra áspera hace subir el furor” (Prov. 15:1).
c. Hurtar (v. 28).

“No robarás” es uno de los diez mandamientos, y cuando Dios dio ese
mandamiento, el instituyó el derecho de propiedad privada. Un hombre tiene
derecho de convertir sus fuerzas en una ganancia, de mantener esa ganancia
y usarla como él vea conveniente. Dios dio numerosas leyes a los judíos para
la protección de la propiedad de ellos, y estos principios han llegado a ser
parte de nuestras leyes de hoy. El robar era particularmente un pecado de
esclavos en los días de Pablo. usualmente no se cuidaba bien de ellos y
siempre estaban en necesidad, y la ley casi ni les daba protección. Cuando él
le escribió a Tito, Pablo lo impulsaba a amonestar a los esclavos para que no
“defrauden” (usar para sí mismos lo que le pertenecía a su amo) sino que
sean fieles a sus amos (Tito 2:10). Pero no solamente eran los esclavos, sino
los ciudadanos en general, que eran adictos al robo, porque Pablo escribió a
la gente en la iglesia de Éfeso quienes eran empleados bien pagados (Efesios
4:28).
Así como Satanás es un mentiroso y un asesino, él también es un ladrón.
“El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir” (Juan 10:10). Él hizo
de Judas un ladrón (Juan 12:6) y nos haría lo mismo si pudiera. Cuando él
tentó a Eva, él la guió para que llegara a ser una ladrona, porque ella tomó
del fruto que era prohibido. Y ella, a su vez, hizo de Adán un ladrón. El
primer Adán fue un ladrón y fue echado del paraíso, pero el postrer Adán,
Cristo, le miró a un ladrón y dijo, “hoy estarás conmigo en el paraíso”
(Lucas 23:43).
Pablo agregó motivo a la amonestación. Debemos decir la verdad porque
somos “miembros el uno del otro.” Deberíamos controlar nuestra ira para
que no “demos lugar al diablo.” Deberíamos trabajar, y no robar, para que
podamos “dar al que necesite.” Trabajamos para que podamos ser capaces
de otros. Si robamos, lastimamos a otros; por lo tanto, deberíamos de
trabajar para que podamos ser capaces de ayudar a otros. Esta era una regla
fundamental en la iglesia primitiva que “Si alguno no quiere trabajar,
tampoco coma” (2 Tesalonicenses 3:10). Un cristiano ocioso se roba a sí
mismo, a otros, y a Dios. Pablo no estaba escribiendo a creyentes que no
podían trabajar por discapacidad, sino a aquellos que no querían trabajar.
Pablo mismo fue ejemplo de duro trabajo, porque mientras él estaba
estableciendo iglesias locales, el trabajaba construyendo tiendas. A cada rabí
judío se le enseñaba un negocio, porque, decían los rabíes, “Si no le enseñas

115
a tu hijo un negocio, le enseñas a ser un ladrón.” Los hombres a quienes
Dios llamó en las escrituras eran personas ocupadas que trabajaban cuando
les vino el llamado. Jesús mismo era un carpintero.
d. Palabra corrompida (v. 29).

La boca y el corazón están conectados. “De la abundancia del corazón


habla la boca” (Mat. 12:34). Esperamos un cambio en el vocabulario cuando
una persona se hace cristiana. Es interesante seguirle el rastro a la palabra
boca a través del libro de Romanos y ver como Cristo hace una diferencia en
el hablar del ser humano. Cambias el corazón y cambias el habla. Pablo
ciertamente sabía la diferencia, porque cuando él era un rabí inconverso,
estaba “respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor”
(Hechos 9:1). Pero cuando él confió en Cristo, se dio lugar a un cambio: “he
aquí, el ora” (Hechos 9:11).
La palabra corrompida, utilizada en Mateo 7:17-18, se refiere a una fruta
podrida. Significa “aquello que es sin valor, malo, o podrido.” Nuestras
palabras no tienen que ser “sucias” para ser sin valor. A veces vamos con la
multitud y tratamos de impresionar a las personas con el hecho de que no
somos tan puritanos como ellos piensan. Pedro pudo haber tenido este
motivo en mente cuando fue acusado por la chica de ser uno de los
discípulos de Cristo. “Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No
conozco al hombre” (Mat. 26:74). Los apetitos de la vieja vida a veces
muestran cuando permitimos que “comunicación inmunda” salga de nuestra
boca (Col. 3:8). Es mejor que tengamos la actitud del salmista Salmos
19:14 Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón
delante de ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor mío.
e. Amargura (v. 30-32).

Estos versículos nos advierten en contra de muchos pecados de la actitud


y amplifica lo que Pablo escribió acerca de la ira. La amargura se refiere a
una hostilidad alojada que envenena todo el hombre interior. Alguien hace
algo que no nos gusta, así que abrigamos mala voluntad en contra de esa
persona. “Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas”
(Col. 3:19). La amargura lleva a la furia, que es la explosión en lo externo de
los sentimientos internos. La furia y la ira frecuentemente llevan al alboroto
(vocifero) o blasfemia (hablar mal). El primero es pelear con los puños, el
segundo es pelear con las palabras. Es difícil creer que los cristianos
actuarían de esta forma, pero lo hacen, y por eso es que Pablo nos advierte,

116
“¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en
armonía!” (Salmos 133:1).
Un hombre guapo de avanzada edad se detuvo en mi estudio un día y me
preguntó si yo podría realizar una boda para él. Le sugerí que trajera a la
novia para que pudiéramos dialogar juntos y enterarnos mejor, dado que yo
me rehúso a casar extraños. “Antes que ella entre,” dijo él, “déjeme
explicarle esta boda. Ambos hemos sido casados antes—el uno con el otro!
Hace casi treinta años, contendimos, me enloquecí, y nos separamos.
Después hicimos algo estúpido y nos divorciamos. Creo que ambos éramos
muy orgullosos para disculparnos. Bien, todos estos años vivimos solos, y
ahora vemos cuán tontos hemos sido. Nuestra amargura nos ha robado los
gozos de la vida, y ahora queremos volvernos a casar y ver si el Señor nos da
unos cuantos años de felicidad antes de que muramos.” La amargura y la ira,
usualmente sobre cosas triviales, hace estragos en los hogares, iglesias, y
amistades.
Pablo da tres razones porqué debemos evitar la amargura. Primero, ésta
contrista al Espíritu Santo. Él vive dentro del cristiano, y cuando el corazón
está lleno con amargura e ira, el Espíritu se contrista.
Segundo, nuestro pecado contrista a Dios Hijo, quien murió por
nosotros. Tercero, contrista a Dios Padre quien nos perdonó cuando
confiamos en Cristo. Aquí Pablo pone su dedo en la causa básica de una
actitud amarga: No podemos perdonar a las personas. Si alguien nos
hace daño, ya sea deliberadamente o sin intención, y no lo perdonamos,
entonces comenzamos a desarrollar amargura dentro, que endurece al
corazón. Debemos ser blandos de corazón y amables, pero en vez de eso
somos duros de corazón y amargos. La amargura en el corazón nos hace
tratar a otros de la manera en que Satanás los trata a ellos, cuando
deberíamos de tratar a otros en la misma forma que Dios nos ha tratado. En
su amabilidad llena de gracia, Dios nos ha perdonado, y nosotros deberíamos
perdonar a otros. No perdonamos por nuestra causa (aunque sí conseguimos
una bendición de esto) o incluso por causa de ellos, sino por la causa de
Jesús. Aprender cómo perdonar y olvidar es uno de los secretos de una vida
cristiana feliz.

117
VII. Imitando a nuestro Padre Capítulo 5

La palabra “seguidores” en Efesios 5:1 es la palabra mímica, así que el


versículo puede ser traducido: “Sed imitadores de Dios como hijos amados.”
Esto pone el tema para esta sección. Los hijos probablemente aprenden más
al observar e imitar que de cualquier otra forma.
1. CAMINAR EN AMOR (EFESIOS 5:1-2)

(Efesios 5:1-2) Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. {2} Y
andad en amor, como también Cristo nos amó y se entregó a sí mismo
por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.

Esta amonestación se enlaza con los últimos dos versículos del capítulo
anterior donde Pablo nos ha advertido en contra de la amargura y la ira. Se
requiere de un amor real en el corazón, porque “el amor cubrirá multitud de
pecados” (1 Pedro 4:8).
a. Caminar como hijos de Dios.

Al haber nacido de nuevo a través de la fe en Cristo, tú eres uno de los


“participantes de la naturaleza divina” (2 Pedro 1:4); y ya que “Dios es
amor” es lógico que los hijos de Dios caminarán en amor. Cuando Pablo
alienta a sus lectores a “andar en amor,” él no les estaba pidiendo que hagan
algo que era ajeno a la vida cristiana; porque hemos recibido una nueva
naturaleza que se quiere expresar a sí misma en amor. La vieja naturaleza es
básicamente egoísta, y por esta razón edifica muros y declara guerra. Pero la
nueva naturaleza es amante, y por lo tanto edifica puentes y proclama la paz.

b. Caminar sabiendo que fuiste comprado con un gran


precio

“Nadie tiene mayor amor que este, que ponga alguno su vida por sus
amigos” (Juan 15:13). Pero Él puso Su vida por sus enemigos (Rom. 5:10).
Nuestro amor por Él es nuestra respuesta a Su amor por nosotros. Pablo
compara el sacrificio de Cristo en la cruz a los sacrificios de “olor fragante”
del Antiguo Testamento que eran presentados en el altar del Templo (Lev.

118
1:9, 13, 17; 2:9). La idea detrás del “olor fragante” es simplemente que el
sacrificio es complaciente a Dios. Esto indica que la muerte de Cristo
satisface la ley santa de Dios y por lo tanto es aceptable y placentero al
Padre. Las ofrendas de olor fragante son descritas en Levítico 1-3; la ofrenda
quemada, la ofrenda de comida, y la ofrenda de paz.

2. Caminar como santos (v. 3-4).

(Efesios 5:3-4) Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aún se


nombre entre vosotros, como conviene a santos; {4} ni palabras
deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes
bien acciones de gracias.

Esto es, nosotros somos los “separados” y ya no pertenecemos al mundo


de tinieblas que nos rodea. Hemos sido “llamados de las tinieblas a Su luz
admirable” (1 Pedro 2:9). Está por debajo de la dignidad de un santo
consentir los pecados que pertenecen al mundo de tinieblas, algunos de los
cuales Pablo nombra aquí. Él nos advierte en contra de los pecados sexuales
(fornicación, inmundicia) que fueron muy prevalecientes en aquellos días—
y que también lo son hoy. “Avaricia” puede parecer fuera de lugar junto a la
fornicación, pero los dos pecados no son sino diferentes expresiones de la
misma debilidad básica de la naturaleza caída—apetito incontrolado. El
fornicario y el avaro cada uno desea satisfacer el apetito al tomar lo que no
les pertenece. “los deseos de la carne, los deseos de los ojos” (1 Juan 2:16)
describirían estos dos pecados. “¡Que ni siquiera haya una indirecta de estos
pecados!” dijo Pablo.
En Efesios 5:4 él advierte en contra de los pecados de la lengua, los
cuales, por su puesto, son realmente pecados del corazón. No es difícil de
ver la relación entre los pecados nombrados en Efesios 5:3 y los de Efesios
5:4. Las personas que tienen apetitos viles usualmente cultivan una base vil
de lenguaje y humor, y por lo general las personas que quieren cometer
pecados sexuales, o los han cometido, disfrutan el bromear de esas cosas.
Dos indicaciones del carácter de una persona son los que le hacen reír y le
hacen llorar. El santo de Dios no ve nada de humor en un lenguaje obsceno o
bromas de ese tipo. “Palabra corrompida” no significa humor inocente sino
conversación sin sentido que degrada al hombre y no lo edifica ni ministra
gracia a los oyentes (Efesios 4:29).
Truhanería es una traducción de una palabra que significa “capaz de
cambiar fácilmente.” Esto sugiere una cierta clase de conversación que

119
puede cambiar cualquier oración en bromas grotescas. El don del ingenio es
una bendición, pero cuando se lo ata a una mente sucia o a un motivo
grotesco, este llega a ser una maldición.
Los cristianos que tienen la Palabra de Dios en sus corazones (Col. 3:16)
siempre sazonarán su lenguaje con sal (Col. 4:6); porque gracia en el
corazón significa gracia en los labios.
3. Caminar sabiendo que tienes una herencia (v. 5-6).

(Efesios 5:5-6) Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o


ávaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. {6}
Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira
de Dios sobre los hijos de desobediencia.

Pablo deja en claro que las personas que deliberadamente y


persistentemente viven en pecado no tendrán parte en el reino de Dios. “Los
que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gál. 5:21,
traducción literal). “Fornicario” es una traducción de la palabra griega
pornos, de la cual tenemos nuestra palabra pornografía, y significa “uno que
practica la fornicación—sexo ilícito.” El moralmente inmundo y el avaro se
unirán al fornicario en juicio. Pablo iguala la avaricia con la idolatría, porque
esta es la adoración de cualquier cosa que no sea Dios. Estas advertencias
tratan con las prácticas habituales del pecado, y no con el acto ocasional del
pecado.

4. Caminar como hijos de luz (v. 7-14).

Efesios 5:7-14 No seáis, pues, partícipes con ellos. 5:8 Porque en otro
tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos
de luz 5:9 (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y
verdad), 5:10 comprobando lo que es agradable al Señor. 5:11 Y no
participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino mas bien
reprendedlas; 5:12 porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos
hacen en secreto. 5:13 Mas todas las cosas, cuando son puestas en
evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que
manifiesta todo. 5:14 Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y
levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo.

120
Esta figura es el empuje principal de este pasaje, porque Pablo estaba
amonestando a sus lectores a (v.8) “caminar como hijos de luz.” Ahora que
somos salvos, “¿qué comunión tienen la luz con las tinieblas?” Después de
todo, la luz produce fruto, pero las obras de las tinieblas son infructuosas en
cuanto a las cosas espirituales comprende. “Porque el fruto del Espíritu [o
“la luz”] es en toda bondad, justicia y verdad.” Es imposible estar en
tinieblas y en la luz al mismo tiempo!
La luz produce “bondad,” una manifestación del fruto del Espíritu (Gál.
5:22). La bondad es “el amor en acción.” La justicia (v. 9) significa rectitud
de carácter ante Dios y rectitud de acciones delante de los hombres.
“Caminar como hijos de luz” significa vivir delante de los ojos de Dios,
sin esconder nada. Es relativamente fácil esconder cosas de otras personas
porque ellos no pueden ver nuestras mentes y corazones; pero “todas las
cosas están desnudas y abiertas a los ojos de Aquel a quien tenemos que dar
cuenta.” (Heb. 4:13).
Pero caminar “como hijos de luz” también significa revelar la luz de Dios
y nuestro diario vivir. Por nuestro carácter y conducta, traemos la luz de
Dios a un mundo oscuro. Como luces de Dios, ayudamos a otros a encontrar
sus caminos a Cristo. La mente de la persona inconversa esta cegada por
Satanás (2 Cor. 4:3-4) y por el pecado (Efesios 4:17-19). Solo cuando
testificamos y compartimos a Cristo la luz puede entrar. Así como una
persona saludable puede asistir al enfermo, así un hijo de Dios puede guiar a
los perdidos fuera de la oscuridad a la maravillosa luz de Dios.

5. Caminar cuidadosamente (5:15-17)

(Efesios 5:15-17) Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como


necios sino como sabios, {16} aprovechando bien el tiempo, porque los
días son malos. {17} Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de
cual sea la voluntad del Señor.

Diligencia (v. 15) proviene de dos palabras latinas que significan “mirar
alrededor.” La palabra griega lleva la idea de precisión y exactitud. “Miren
que caminen cuidadosamente, con exactitud” es el significado. Lo opuesto
sería caminar sin cuidado y sin la apropiada guía y enseñanza previa. No
podemos dejar la vida cristiana a la casualidad. Debemos hacer sabias
decisiones y buscar hacer la voluntad de Dios.

121
“Aprovechando bien el tiempo” (v. 16) —tomando ventaja de éste.” La
brevedad de la vida es un fuerte argumento para hacer el mejor uso del
(oportunidad) tiempo que Dios nos da.

“Entendidos” (v. 17) sugiere usar nuestras mentes para descubrir y hacer
la voluntad de Dios. Muchos cristianos tienen la idea que descubrir la
voluntad de Dios es una experiencia mística que cancela el claro pensar.
Pero esta idea es equivocada—y peligrosa. Descubrimos la voluntad de Dios
a medida que Él transforma la mente (Rom. 12:1-2); y esta transformación
es el resultado de la Palabra de Dios, oración, meditación, y adoración. Si
Dios te dio una mente, entonces Él espera que la uses. Esto significa que
aprender Su voluntad involucra el reunir hechos, examinarlos, pesarlos, y
orar pidiendo Su sabiduría (Santiago 1:5). Dios no simplemente quiere que
conozcamos Su voluntad; Él quiere que entendamos Su voluntad.

(RevC) En Salmos 103:7 se dice que Dios mostró sus actos (muestra de
su fuerza y poder, ejemplo abrió el mar rojo, sacó agua de la roca, etc.) a los
hijos de Israel. Esto yo compararía a conocer la voluntad de Dios. Está
bien, pero hay algo más que entender. El salmista continúa diciendo que Él
notificó sus caminos a Moisés. Moisés fue más profundo en Dios. No era
suficiente para él solamente ver la fuerza y el poder; Moisés fue al lugar de
“entender” a Dios y Sus caminos, la persona detrás de los actos poderosos.
Para la mayoría de nosotros el solo estar confiando que conocemos la
voluntad de Dios parece como un gran logro en sí mismo, pero talvez si
estuviéramos hambrientos por más podríamos conocer más de Dios.

6. Cosas que recordar en tu caminar 5:18-33

a. Caminar gozosos 5:18-19

Efesios 5:18-19 No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución;


antes bien sed llenos del Espíritu, 5:19 hablando entre vosotros con
salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al
Señor en vuestros corazones;

El gozo cristiano es una experiencia profunda de adecuación y confianza


a pesar de las circunstancias que nos rodean. El cristiano puede estar gozoso
incluso en medio del dolor y sufrimiento. Esta clase de gozo no es un

122
termómetro sino un termostato. En vez de elevarse o decaer con las
circunstancias, este determina la temperatura espiritual de las circunstancias.
Pablo lo puso esto de manera hermosa cuando escribió, “he aprendido a
contentarme, cualquiera sea mi situación.” (Fil. 4:11).
Para ilustrar este gozo, Pablo usó esta imagen familiar de la embriaguez:
“No os embriaguéis con vino . . . antes bien sed llenos del Espíritu” (Ef.
5:18). Cuando los creyentes en Pentecostés fueron llenos con el Espíritu, la
multitud los acusó de estar ebrios con vino nuevo (Hechos 2:13-15). Hubo
tal gozo en ellos que los inconversos no pudieron pensar en otra mejor
comparación.
Ciertamente no es difícil vivir o trabajar con alguien que es lleno del
Espíritu y gozoso. Tiene una canción en su corazón y en sus labios. A pesar
del dolor y la vergüenza, Pablo y Silas pudieron cantar alabanzas a Dios en
la cárcel de Filipos (Hechos 16:25), y el resultado fue la conversión del
carcelero y su familia.
b. Caminar agradecidos 5:20

Ef. 5:20 dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre
de nuestro Señor Jesucristo.

La persona sinceramente agradecida se da cuenta de que el está enriquecido


por otros, lo cual es una marca de humildad. El corazón agradecido es
usualmente humilde, un corazón que amablemente reconoce a Dios como el
“Dador de toda buena dádiva y todo don perfecto” (Santiago 1:17). Como el
regalo de María a Jesús en Juan 12, la gratitud llena la casa con la fragancia.
Para estar seguros, todos nosotros estamos agradecidos por algunas cosas
en algunas ocasiones especiales; pero Pablo mandaba a sus lectores estar
agradecidos por todas las cosas en todos los tiempos. Esta exhortación en sí
misma prueba nuestra necesidad del Espíritu de Dios, porque en nuestras
propias fuerzas no podríamos obedecer este mandamiento. ¿Podemos
realmente estar agradecidos en tiempos de sufrimiento, decepción, e incluso
en la pérdida de un ser querido? Ten en mente que Pablo estaba prisionero
cuando escribió esas palabras, y aún así estaba agradecido por lo que Dios
estaba haciendo en él y por él (Ef. 1:16; 5:4, 20; Fil. 1:3; Col. 1:3, 12; 2:7;
3:17; 4:2). Cuando un cristiano se encuentra a sí mismo en una situación
difícil, el debería inmediatamente dar gracias al Padre, en el nombre de
Jesucristo, por el poder del Espíritu, para mantener su corazón alejado de las
quejas y preocupaciones. “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de
Dios para con vosotros en Cristo Jesús.” (1 Ts. 5:18).

123
La palabra gratitud viene de la misma raíz de la palabra gracia. Si hemos
experimentado la gracia de Dios, entonces debemos estar agradecido por lo
que Dios nos trae. Agradecer y Pensar también vienen de la misma palabra.
Si podemos pensar más, agradeceríamos más.

c. Caminar en sumisión 5:21

Ef. 5:21 Someteos unos a otros en el temor de Dios.

Pablo aplicaba el principio de la armonía a través de nuestra sumisión el


uno al otro de esposos y esposas (Ef. 5:21-33), padres e hijos (Ef. 6:1-4), y
entre amos y siervos (Ef. 6:5-9); y el comenzaba con la amonestación de que
cada uno se someta al otro (Ef. 5:21). La sumisión no tiene nada que ver con
el orden de la autoridad, en vez de eso gobierna la operación de autoridad,
cómo ésta es dada y cómo ésta es recibida. Cuando Jesús lavó los piés de los
discípulos, Él les enseñó qe mayor es la persona que usa su autoridad para
edificar a la gente y no, como los fariseos, para edificar su autoridad y hacer
de ellos algo importante. Debemos considerar a los demás “más importantes
que nosotros mismos” (Rom 12:10; Fil. 2:1-4). Por naturaleza, queremos
promovernos a nosotros mismos, pero el Espíritu Santo nos capacita para
someternos a nosotros mismos.

(I) Una esposa debe someterse a su esposo.

(Ef. 5:22-24) Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al
Señor; {23} porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es
cabeza de la iglesia, la cual es Su cuerpo, y Él es su salvador. {24} Así
que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén
a sus maridos en todo.

Él da dos razones para este mandamiento: el señorío de Cristo (Ef. 5:22)


y el liderazgo del hombre en Cristo (Ef. 5:23). Cuando la esposa cristiana se
somete a sí mismo a Cristo y deja que Él sea el Señor de su vida, ella será
capaz de someterse a su esposo. Esto no significa que ella se convierta en
esclava, porque el marido también tiene que someterse a Cristo. Y si ambos
están viviendo bajo el señorío de Cristo, solo puede haber armonía. El
liderazgo no es una dictadura. “El uno para el otro, ambos para el Señor.”

124
Esto explica porque un cristiano debe casarse con una cristiana y no
“unirse en yugo desigual” con una persona inconversa (2 Cor. 6:14-18). Si el
cristiano es sometido a Cristo, no tratará de establecer un hogar que
desobedezca la Palabra de Dios. Tal hogar invita a la guerra civil desde un
comienzo. Pero algo más es importante. La pareja cristiana debe ser
cuidadosa de someterse al señorío de Cristo incluso antes de que se casen. A
menos que la pareja ore junta y sinceramente busque la voluntad de Dios en
Su Palabra, su matrimonio comienza en un débil fundamento. Los pecados
cometidos antes del matrimonio tienen una manera de causar problemas
después del matrimonio. Ciertamente Dios puede perdonar, pero así mismo
algo muy precioso se pierde.

(II) Un marido debe amar a su mujer. 5:25-33

(Ef 5:25-33) Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a
la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, {26} para santificarla,
habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, {27} a
fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese
mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.
{28} Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus
mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. {29} Porque
nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida,
como también Cristo a la iglesia, {30} porque somos miembros de su
cuerpo, de su carne y de sus huesos. {31} Por esto dejará el hombre a su
padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán unas sola
carne. {32} Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo
y de la iglesia. {33} Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a
su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.

Pablo tiene mucho más que decir para los maridos cristianos que para las
mujeres. Él estableció para ellos un estándar más alto: Amad a vuestras
mujeres “así como Cristo amó a la iglesia.” Pablo estaba elevando el amor
marital al nivel más alto posible, porque él vio en el hogar cristiano una
ilustración de la relación entre Cristo y la iglesia. Dios estableció el
matrimonio por muchas razones. Por una cosa, éste satisface las necesidades
emocionales del hombre. “No es bueno que el hombre esté solo” (Gén.
2:18). El matrimonio también tiene un propósito social al criar niños para
continuar la raza (Gén. 1:28). Pablo señaló un propósito físico para el
matrimonio—ayudar al hombre y a la mujer a completar los deseos normales

125
dados por Dios (1 Cor. 7:1-3). Pero en Efesios 5, Pablo señaló también un
propósito espiritual en el matrimonio, como la experiencia entre el marido y
la mujer con la sumisión del uno al otro y el amor de Cristo (Ef. 5:22-33).
Si el marido hace del amor de Cristo por la iglesia el modelo para amar a
su esposa, entonces él la amará a manera de sacrificio (Ef. 5:25). Cristo se
dio a sí mismo por la iglesia; así que el marido, en amor, se da a sí mismo
por su esposa.
El amor del esposo también será un amor que santifica (Ef. 5:26-27). La
palabra santificar significa “apartar.” En la ceremonia matrimonial, el
marido es apartado para pertenecer a la esposa, y la esposa es apartada para
pertenecer al marido. Cualquier interferencia con este arreglo dado por Dios
es pecado. Hoy, Cristo está limpiando su iglesia a través del ministerio de Su
Palabra (Juan 15:3; 17:17). El amor del marido por su mujer debe estar
limpiándola (y a él) para que ambos lleguen a ser más como Cristo. Incluso
su relación física debe ser sometida a Dios (1 Cor. 7:3-5). El marido no debe
“usar” a su esposa para su propio placer, sino que debe mostrar la clase de
amor que es mutuamente recompensada y santificada. La experiencia del
matrimonio debe ser una de constante crecimiento. El amor siempre hace
más grande y enriquece, mientras que el egoísmo hace justamente lo
contrario.
El amor del marido por su mujer debe ser de sacrificio y santificador,
pero también debe ser de satisfacción (Ef. 5:28-30). En la relación del
matrimonio, el marido y la mujer llegan a ser “una sola carne.” Por lo tanto,
lo que sea que el uno le haga al otro, se lo hace a sí mismo. Es una
experiencia de satisfacción mutua. El marido que ama a su mujer está
realmente amando su propio cuerpo, dado que él y ella son una sola carne.
Ya que él la ama, él está cuidando de ella. Cuánta gente a confesado, “Estoy
hambriento de amor.” No debería haber un hambre de amor en el hogar
cristiano, porque el marido y la mujer deben amarse el uno al otro de modo
que sus necesidades físicas, emocionales, y espirituales sean satisfechas. Si
ambos se someten al Señor, y el uno al otro, ellos estarán tan satisfechos que
no serán tentados a buscar en ningún otro lugar esa llenura.

VIII. Viviendo el Señorío de Cristo Capítulo 6

A. Hijos, obedeced a vuestros padres (6:1-3)

126
(Ef. 6:1-3) Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es
justo. {2} Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento
con promesa; {3} para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la
tierra.

1. Los hijos deben someterse a sus padres porque esto


agrada al Señor.
2. Porque esto es lo justo de hacer. Los padres tienen
experiencia y sabiduría más allá del entendimiento de sus
hijos.
3. El obedecer muestra honor a los padres lo cual es
ordenado.
4. La obediencia a los padres lleva una bendición
prometida de Dios. Para que les vaya bien y sean de
larga vida sobre la tierra.

B. Padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos. 6:4

(Ef. 6:4) Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino


criadlos en disciplina y amonestación del Señor.

Si se los deja por sí solos, los hijos se hacen rebeldes, así que es
necesario que los padres eduquen a sus hijos. La Biblia registra los tristes
resultados de los padres negligentes con sus hijos, ya sea siendo mal ejemplo
para ellos o fallando al disciplinarlos apropiadamente. David consintió a
Absalom dándole un mal ejemplo, y los resultados fueron trágicos. Elí falló
al disciplinar a sus hijos y ellos le trajeron desgracia a su nombre y derrota a
la nación de Israel. En sus años postreros, incluso Isaac consintió a Esaú,
mientras que su esposa mostró favoritismo a Jacob; y el resultado fue un
hogar dividido. Jacob estaba mostrando favoritismo a José cuando Dios
providencialmente rescató al muchacho e hizo de él un hombre en Egipto.
Pablo nos dice que el padre tiene muchas responsabilidades hacia sus hijos.

En los días de Pablo, el padre tenía la autoridad suprema sobre la familia.


Cuando un bebé nacía en una familia romana, por ejemplo, era traído y
puesto delante del padre. Si el lo recogía, significaba que lo estaba
aceptando en el hogar. Pero si no lo recogía, significaba que el niño era
rechazado. Éste podía ser vendido, entregado, o incluso muerto al dejarlo a

127
la intemperie. Pablo le dice a los padres, “No usen su autoridad para abusar
del niño, sino que anímenle y edifiquen al niño.” A los colosenses les
escribió, “Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten”
(Col. 3:21). Así que, lo opuesto a “provocar” es “alentar.”
Los padres provocan a sus hijos y los desalientan al decir una cosa y
hacer otra—al siempre culparlos y nunca alabarlos, al ser inconsistente e
injusto en la disciplina, y al mostrar favoritismo en el hogar, al hacer
promesas y no mantenerlas, y al hacer ligeros los problemas que, para ellos,
son muy importantes. Los padres cristianos necesitan la llenura del Espíritu
para que puedan ser sensibles a las necesidades y problemas de sus hijos.

El texto se lee, “sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.” El


verbo traducido como “criadlos” es la misma palabra que se traduce como
“sustenta” en Efesios 5:29. El marido cristiano debe sustentar a su esposa y a
sus hijos al compartir el amor y alentarlos. No es suficiente de sustentar al
niño físicamente al darle comida, protección, y ropa. Debe sustentarlo
emocional y espiritualmente.

La palabra “disciplina” tiene la idea de aprender a través de la disciplina. Se


traduce como “disciplina” en Hebreos 12. La disciplina es un principio
básico de vida y una evidencia de amor. “Porque el Señor al que ama,
disciplina” (He. 12:6). “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; Mas el
que lo ama, desde temprano lo corrige.” Pr. 13:24.

Debemos estar seguros, sin embargo, de que disciplinamos a nuestros


hijos en la manera correcta. Para comenzar, debemos disciplinar en amor y
no en ira, para que no dañemos ya sea el cuerpo o el espíritu de nuestros
hijos, o posiblemente ambos. Si no somos disciplinados, de seguro no
podemos disciplinar a otros, y “el perder los estribos” nunca hace ni a un
buen hijo ni a un buen padre.

Instruir y alentarlos es el significado de la palabra “amonestación.” El


padre y la madre no solo usan acciones para criar a los niños, sino también
palabras. En el libro de Proverbios, por ejemplo, tenemos un registro
inspirado de un padre compartiendo un sabio consejo con su hijo. Nuestros
hijos no siempre aprecian nuestro consejo, pero eso no elimina la obligación
que tenemos de instruirlos y alentarlos. Por su puesto, nuestra instrucción
debe ser siempre atada a la Palabra de Dios (lee 2 Ti. 3:13-17).

128
C. Siervos cristianos (6:5-8)

(Ef. 6:5-8) Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y


temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo; {6} no
sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como
siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios; {7} sirviendo
de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres, {8} sabiendo que
el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor, sea siervo o sea
libre.

La palabra “siervos” indudablemente se refiere a los esclavos cristianos,


pero podemos ciertamente aplicar estas palabras al empleado cristiano de
hoy en día. En ninguna parte del Nuevo Testamento se persigue, ataca o
condena a la esclavitud, a pesar de que el contenido del evangelio está en
contra de esta. El ministerio de Pablo no era derrumbar al gobierno romano
o a ninguna de sus instituciones, sino el de predicar al evangelio y el ganar a
los perdidos para Cristo. Ciertamente los resultados de su evangelismo a la
larga llevarían a la caída del imperio romano, pero ese no era el motivo
principal de Pablo.
Pablo amonestaba a los siervos a ser obedientes, con muchas buenas
razones. Primero, ellos estaban realmente sirviendo a Cristo. Cierto, ellos
tenían “amos según la carne,” pero su verdadero amo estaba en el cielo (Ef.
6:9). El hecho de que un empleado o su empleador sean ambos cristianos no
es excusa para cualquiera de ellos de hacer menos trabajo. En lugar de eso,
esta es una buena razón de ser más fieles el uno al otro. El empleado debe
mostrar el apropiado respeto al empleador, y no tratar de sacar ventaja de él.
Debe aplicar toda su atención y energía al trabajo que tiene a mano
(“sencillez de corazón”). La mejor manera de ser testigo en el trabajo es
hacer un buen trabajo diario. El trabajador cristiano evitará “servir al ojo”—
trabajando solo cuando el jefe lo está viendo, o trabajando muy duro cuando
el jefe lo ve para dar la impresión de que está haciendo un muy buen trabajo.
La segunda razón es que hacer un buen trabajo es la voluntad de
Dios. La cristiandad no sabe nada de lo sacro y lo secular. Un cristiano
puede hacer cualquier buen trabajo como un ministro de Cristo, para la
gloria de Dios. Por esta razón, el obrero debe hacer su trabajo “de corazón,”
ya que él está sirviendo a Cristo y haciendo la voluntad de Dios. Habían
tareas asignadas a estos esclavos que ellos detestaba, pero tenían que hacerlo
de todas maneras, para que no desobedezcan la voluntad de Dios. “Sencillez

129
de corazón” y “haciendo la voluntad de Dios de corazón” ambas cosas
indican la importancia de una actitud de corazón correcto en el trabajo.
El tercer argumento de Pablo es que ellos serán recompensados por
el Señor (Ef. 6:8). En esos días, los esclavos eran tratados como elementos
de propiedad, sin importar cuán bien educados pudieran ser. Un esclavo
educado y culto que se hacía cristiano podía recibir aún peor trato de su amo
a causa de su fe, pero el mal trato no tenía que apartarlo de hacer lo mejor (1
P. 2:18-25). Tenemos que servir a Cristo, no a los hombres. Recibiremos
nuestras recompensas de Cristo, y no de los hombres.

D. La responsabilidad de los Amos Cristianos 6:9

Ef. 6:9 Y vosotros, amos, haced con ellos lo mismo, dejando las
amenazas, sabiendo que el Señor de ellos y vuestro está en los cielos, y
que para Él no hay acepción de personas

1. Él debe buscar el bienestar de ellos.

“Haced con ellos lo mismo.” Si el empleador espera que los trabajadores


hagan lo mejor de ellos para él, él debe hacer lo mejor para ellos. El amo
debe servir al Señor de corazón si espera que sus siervos hagan lo mismo. Él
no debe explotarlos.
2. Él no debe amenazarlos.

Los amos romanos tenían el poder y la autoridad legal de matar a un


esclavo que era rebelde, a pesar de pocos hacían eso. Los esclavos costaban
mucho dinero como para destruirlos. Pablo sugería que el amo cristiano
tiene un mejor camino de alentar a la obediencia y al servicio en vez de
amenazarlo o castigarlo. El poder negativo del temor puede hacer que el
trabajador haga menos en vez de más, y esta clase de motivación no podría
ser continuada por un periodo largo de tiempo. Mucho mejor era la
motivación positiva de “aquel que es justo e equitativo” (Col. 4:1). Deja que
un hombre comparta los resultados de su labor y él trabajará mejor y más
duro.
3. Él debe someterse al Señor.

“El Señor de ellos y vuestro está en los cielos” (Ef. 6:9). Esto es
practicar el señorío de Cristo. Los siervos son obedientes “como a Cristo”
(Ef. 6:5), y los amos tratan a sus siervos como su “Amo que está en los

130
cielos” los trata a ellos. Cada persona, en sumisión al Señor, no tiene
problemas sometiéndose a los que están por sobre él.
Jesús dijo que la manera de ser el mayor es primero ser un siervo (Mt.
25:21). La persona que no está bajo autoridad no tiene derecho a ejercer la
autoridad. Esto explica porqué muchos grandes hombres de la Biblia fueron
primero siervos antes que Dios los haga gobernantes: José, Moisés, Josué,
David, y Nehemías son solo unos cuantos ejemplos. Incluso después de que
un hombre se hace líder, debe aún guiar sirviendo. Un proverbio africano
dice, “El jefe es el sirviente de todos.” “Y el que quiera ser primero entre
vosotros será vuestro siervo” (Mt. 20:27).
4. Él no hace acepción de personas

Dios no hace acepción de personas. Él juzgará a un amo o a un siervo si


éste peca, o el recompensará a un amo o a un siervo si éste obedece (Ef. 6:8).
Un empleador cristiano no tiene privilegios delante de Dios simplemente por
su posición; tampoco un empleado cristiano debe hacer acepción de
personas con los que están bajo su autoridad. Pablo advierte a Timoteo que
“guardes estas cosas sin prejuicios, no haciendo nada con parcialidad” (1 Ti.
5:21). Una de las maneras más rápidas para que un líder divida a sus
seguidores y ellos pierdan la confianza en él es que el líder haga acepción y
muestre parcialidad.

E. EL ENEMIGO (EF. 6:10-12)

Ef. 6:10-12 Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en


el poder de su fuerza. 6:11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para
que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. 6:12 Porque
no tenemos lucha contra sangre y sangre, sino contra principados,
contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo,
contra uestes espirituales de maldad en las regiones celestes.

A menos que sepamos quién es nuestro enemigo, dónde está, y qué puede
hacer, tendremos un tiempo difícil derrotándolo. No solo en Efesios 6, sino a
través de toda la Biblia, Dios nos instruye acerca del enemigo, así que no
hay razón para que nos tomen desprevenidos.
1. El líder—el diablo.

131
El enemigo tiene muchos nombres diferentes. Diablo significa
“acusador,” porque el acusa al pueblo de Dios día y noche delante del trono
de Dios (Ap. 12:7-11). Satanás significa “adversario,” porque él es el
enemigo de Dios. También se le llama el tentador (Mt. 4:3), y el homicida y
el mentiroso (Juan 8:44). Es comparado con un león (1 P. 5:8), una serpiente
(Gn. 3:1; Ap. 12:9), y un ángel de luz (2 Co. 11:13-15), y también “el Dios
de este siglo” (2 Co. 4:4, NVI).
Muchos estudiantes creen que en la creación original, él era “Lucifer,
hijo de la mañana” (Is. 14:12-15) y que el fue arrojado por su orgullo y su
deseo de ocupar el trono de Dios. Muchos misterios se relacionan con el
misterio de Satanás, ¡pero lo que él está haciendo y hacia donde se dirige no
es ningún misterio! Dado que él es un ser creado, y no eterno (como Dios
es), él es limitado en su conocimiento y actividad. A diferencia de Dios,
Satanás no es omnisciente, todopoderoso, ni omnipresente. ¿Entonces cómo
es que logra tanto en tantas partes del mundo? La respuesta está en sus
ayudantes organizados.
2. Los ayudantes de Satanás.

Pablo los llama “principados . . . potestades . . . gobernadores . . . huestes


espirituales de maldad en las regiones celestes” (Ef. 6:12). Esto indica un
ejército definido de criaturas demoníacas que apoyan a Satanás en sus
ataques en contra de los creyentes. El apóstol Juan nos da una pista que una
tercera parte de los ángeles cayeron con Satanás cuando se rebeló en contra
de Dios (Ap. 12:4), y Daniel escribió que los ángeles de Satanás lucharon
contra los ángeles de Dios para controlar los asuntos de las naciones (Dan.
10:13-20). Una batalla espiritual se está dando en este mundo, y en la esfera
de “lo celestial,” y tu y yo somos parte de esta batalla. El saber esto hace que
“el caminar en victoria” sea una cosa de vital importancia para nosotros—y
para Dios.
El punto importante es que nuestra batalla no es en contra de los seres
humanos. Es en contra de las potestades espirituales. Nosotros perdemos
tiempo al combatir contra las personas cuando tenemos que combatir con el
diablo quien busca controlar a las personas y hacer que se opongan a la obra
de Dios.
3. Las habilidades de Satanás.

Las amonestaciones que Pablo dio indican que Satanás es un enemigo


fuerte (Ef. 6:10-12), y que necesitamos el poder de Dios para ser capaces de
estar firmes en contra de él. Nunca sobreestimes el poder del diablo. ¡De por

132
gusto no se o compara con un león y con un dragón! El libro de Job nos dice
lo que su poder puede hacerle al cuerpo del hombre, hogar, riquezas, y
amigos. Jesús llama a Satanás un ladrón que viene “a robar, matar, y
destruir” (Juan 10:10). No solo que Satanás es fuerte, sino que también es
sabio y sutil, y luchamos contra “las asechanzas del diablo.” Asechanzas
significa “astucias, artimañas, estratagemas.” El cristiano no puede afrontar
el ser “ignorante de sus maquinaciones” (2 Co. 2:11). Algunos hombres son
astutos y sagaces y “mienten en espera de recibir” (Ef. 4:14), pero detrás de
ellos está el archi-maquinador, Satanás. Él se disfraza como ángel de luz (2
Co. 11:14) y busca cegar las mentes de los hombres a la verdad de la Palabra
de Dios. El hecho de que Pablo usa las palabras “tener lucha” indica que
estamos involucrados en una batalla mano a mano y no somos meros
espectadores del juego. Satanás quiere usar nuestro enemigo externo, el
mundo, y nuestro enemigo interno, la carne, para derrotarnos. Sus armas y
planes de batallas son formidables.
F. EL EQUIPO (EF. 6:13-17)

(Ef. 6:13-17) Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que
podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.
{14} Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y
vestidos con la coraza de justicia, {15} y calzados los pies con el apresto
del evangelio de la paz. {16} Sobretodo, tomad el escudo de la fe, con
que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. {17} Y tomad
el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de
Dios;

Ya que estamos batallando en contra de enemigos en el mundo espiritual,


necesitamos un equipo especial tanto para la ofensa como para la defensa.
Dios ha provisto “toda la armadura” para nosotros, y no nos atrevemos a
omitir ninguna parte. Satanás busca un área descubierta en la cual él pueda
hacer estragos (Ef. 4:27). Pablo ordena a sus lectores vestirse con su
armadura, tomar las armas, y resistir a Satanás, y todo esto lo hacemos por
fe. Sabiendo que Cristo ya ha vencido a Satanás, y que las armaduras y
armas espirituales están disponibles, por fe aceptamos lo que Dios nos da y
vamos a hacerle frente al enemigo. El día es malo, y el enemigo es malo,
pero “si Dios es con nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Ro. 8:31)
1. Ceñidos con la verdad (v. 14a).

133
Satanás es un mentiroso (Juan 8:44), pero el creyente cuya vida es
controlada por la verdad lo derrotará. El ceñidor hace que las otras partes de
la armadura permanezcan juntas, y la verdad es la fuerza integradora en la
vida del cristiano victorioso. Un hombre de integridad, con una conciencia
limpia, puede enfrentar al enemigo sin temor. El ceñidor también sostiene la
espada. A menos que practiquemos la verdad, no podemos usar la Palabra de
Verdad. Una vez que una mentira entra en la vida de un creyente, todo se
empieza a derrumbar. Por más de un año, el rey David mintió acerca de su
pecado con Betsabé, y nada iba bien. Salmos 32 y 51 nos dice el precio que
él pagó.
2. La coraza de la justicia (v. 14b.)

Esta pieza de la armadura, hecha de placas de metal o cadenas, cubrían el


cuerpo desde el cuello hasta el muslo, tanto en frente como atrás. Esto
simboliza la justicia del creyente en Cristo (2 Co. 5:21) también como su
vida justa en Cristo (Ef. 4:24). Satanás es el acusador, pero no puede acusar
de manera exitosa al creyente que está viviendo una vida piadosa en el poder
del Espíritu. La vida que llevamos o bien nos fortifica en contra de los
ataques de Satanás o hace más fácil que él nos derrote (2 Co. 6:1-10).

3. El calzado del Evangelio (v. 15).

El soldado romano vestía sandalias con clavos en las suelas para darle
una mejor pisada en la batalla. Si vamos a “estar firmes” y “resistir,”
entonces necesitamos los zapatos del evangelio. Pero los zapatos tienen
otro significado. Debemos estar preparados cada día para compartir el
Evangelio de paz con un mundo perdido. El cristiano más victorioso es un
cristiano que testifica. Si nos ponemos el calzado del Evangelio, entonces
tenemos los “hermosos pies” mencionados en Isaías 52:7 y Romanos 10:15.
Satanás ha declarado la guerra, pero tu y yo somos embajadores de paz (2
Co. 5:18-21); y, como tales, llevamos el Evangelio de paz a donde sea que
vayamos.
4. El escudo de la Fe (v. 16).

El escudo era grande, aproximadamente 1.20 m por 0.6 m, hecho de


madera, y cubierto con un cuero grueso. Como el soldado lo sostenía delante
de él, éste lo protegía de lanzas, flechas, y “dardos de fuego.” Los bordes de
estos escudos eran de tal modo construidos que un línea entera de soldados
podían traslapar los escudos y marchar hacia el enemigo como una pared

134
sólida. Esto sugiere que nosotros los cristianos no estamos solos en la
batalla. La “fe” que se menciona aquí no es la fe salvadora, sino una vida de
fe, una confianza en las promesas y en el poder de Dios. La fe es un arma
defensiva que nos protege de los dardos de fuego de Satanás. En los días de
Pablo, las flechas, se enterraban en una sustancia inflamable y hacían
ignición, eran lanzadas al enemigo. Satanás dispara “dardos de fuego” a
nuestras mentes y corazones: mentiras, pensamientos blasfemos,
pensamientos de odio acerca de otros, dudas, y deseos ardientes por el
pecado. Si por fe no apagamos estos dardos, ellos encenderán un fuego
dentro y desobedeceremos a Dios. Nunca sabemos cuando Satanás nos
disparará un dardo, así que siempre debemos caminar por fe y usar el escudo
de la fe.

5. El yelmo de la Salvación (v. 17).

Satanás quiere atacar la mente, de la manera en que derrotó a Eva (Gn. 3;


2 Co. 11:1-3). El yelmo se refiere a la mente controlada por Dios. Es muy
malo que muchos cristianos tengan la idea que el intelecto no es importante,
cuando en la realidad este juega un rol vital en el crecimiento, servicio y
victoria del cristiano. Cuando Dios controla la mente, Satanás no puede
arrastrar al creyente tras de sí. El cristiano que estudia su Biblia y aprende el
significado de las doctrinas bíblicas no va a ser desviado tan fácilmente.
Dondequiera que Pablo ministraba, les enseñaba a los nuevos convertidos
las verdades de la Palabra de Dios, y este yelmo los protegía de las mentiras
de Satanás.
6. La Espada del Espíritu (v. 17b).

Esta espada es el arma ofensiva que Dios nos da. El soldado romano se
ponía en su cinturón una espada corta que era usada para luchas cercanas.
Hebreos 4:12 compara la Palabra de Dios con una espada, porque es filuda y
capaz de atravesar el hombre interior así como una espada material atraviesa
el cuerpo. Pedro trató de usar una espada para defender a Jesús en
Getsemaní (Lucas 22:47-51); pero el aprendió en Pentecostés que la “espada
del Espíritu” hace un mejor trabajo. Moisés también trató de conquistar con
una espada física (Ex. 2:11-15), solo para descubrir que la Palabra de Dios
únicamente era más que suficiente para derrotar a Egipto.
Una espada material atraviesa el cuerpo, pero la Palabra de Dios atraviesa
el corazón. Mientras más uses una espada física, más se desgastará; pero el
usar la Palabra de Dios solamente se hace más filuda en nuestras vidas. Una

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espada física necesita de la mano de un soldado, pero la espada del Espíritu
tiene su propio poder, porque esto es “viva y eficaz” (He. 4:12). Una espada
física hiere para herir y matar, mientras que la espada del Espíritu hiere para
sanar y dar vida. Pero cuando usamos la espada en contra de Satanás,
estamos libres para asestarle un porrazo que lo tullirá y lo mantendrá alejado
de estorbar la obra de Dios.

G. La Energía que Necesitamos 6:18-20

Ef. 6:18-20 orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el


Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos
los santos; 6:19 y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada
palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio 6:20
por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él,
como debo hablar.
1. Orando siempre.

Esto obviamente no significa “siempre diciendo oraciones.” No somos


oídos por nuestro “mucho hablar” (Mt. 6:7). “Orad sin cesar” (1 Ts. 5:17)
nos dice, “Siempre estén en comunión con el Señor”. Un cristiano debe
“orar siempre” porque siempre está sujeto a tentaciones y ataques del diablo.
Un ataque sorpresa ha derrotado a más de un creyente que olvidó “orar sin
cesar.”

2. Orar con toda oración.

Hay más de una clase de oración: oración, súplica, intercesión, acción de


gracias (Fil. 4:6; 1 Ti. 2:1). El creyente que solo ora para pedir cosas está
perdiendo bendiciones que vienen con intercesiones y acciones de gracias.
De hecho, la acción de gracias es una gran arma de oración para derrotar a
Satanás. “Orar cambia cosas” tanto como “el que ora cambia cosas.” La
intercesión por otros puede traer victoria para nuestras propias vidas. “Y
quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y
aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job” (Job 42:10).
3. Orar en el Espíritu.

La fórmula bíblica es que oramos al Padre, a través del Hijo, y en el


Espíritu. Romanos 8:26-27 nos dice que solo en el poder del Espíritu

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podemos orar en la voluntad del Señor. De otro modo, nuestra oración
podría ser egoísta y fuera de la voluntad de Dios. Es posible orar
fervientemente en la carne y nunca llegar hasta Dios. También es posible
orar de una manera quieta en el Espíritu y ver la mano de Dios hacer grandes
cosas.

4. Oren con sus ojos abiertos.

Velando significa “manteniéndose alerta.” La frase “velen y oren” ocurre


con frecuencia en la Biblia. Cuando Nehemías estaba reparando los muros
de Jerusalén, y el enemigo estaba tratando de detener la obra, Nehemías
derrotó al enemigo al vigilar y orar. “Entonces oramos a nuestro Dios, y por
causa de ellos pusimos guarda” (Neh. 4:9). “Velad y orad” es el secreto de
victoria sobre el mundo (Mr. 13:33), la carne (Mr. 14:38), y el diablo (Ef.
6:18).
5. Manténganse orando.

La palabra perseverancia simplemente significa “adherirse a esto y no


salir.” Los primeros creyentes oraban de esta manera (Hch. 1:14; 2:42; 6:4);
y también nosotros debemos orar de esta manera (Ro. 12:12). La
perseverancia en la oración no significa que estamos tratando de hacer que
Dios de su brazo a torcer, sino que estamos muy preocupados y cargados y
no podemos descansar hasta que tengamos la respuesta de Dios. La mayoría
de nosotros dejamos de orar justo antes de que Dios está a punto de darnos
la victoria. No todos están de tal modo constituidos que puedan
sinceramente pasar una noche entera en oración, pero todos podemos
perseverar en oración mucho más de lo que hacemos. La iglesia primitiva
oró sin cesar cuando Pedro estuvo en prisión y, en el último momento, Dios
les dio la respuesta (Hch. 12:1-19). Mantente en oración hasta que el
Espíritu te detenga o el Padre te conteste. Justo en el momento que te sientas
que te quieres rendir, Dios te dará la respuesta.
6. Súplica por todos los santos.

La oración del Señor comienza con “Padre nuestro”—no “Padre mío.”


Oramos como parte de una gran familia que también le está hablando a Dios,
y debemos orar por los otros miembros de la familia. Incluso Pablo pidió
que los Efesios lo apoyen en oración—y él había estado en el tercer cielo y
había regresado. Nota que Pablo no les pidió que oraran por su comodidad o
seguridad, sino por la eficacia de su testimonio y ministerio.

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H. EL ÁNIMO (EF. 6:21-24)

Ef. 6:21-24 Para que también vosotros sepáis mis asuntos, y lo que
hago, todo os lo hará saber Síquico, hermano amado y fiel ministro en el
Señor, 6:22 el cual envié a vosotros para esto mismo, para que sepáis lo
tocante a nosotros, y que consuele vuestros corazones. 6:23 Paz sea a
los hermanos, y amor con fe, de Dios Padre y del Señor Jesucristo. 6:24
La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con
amor inalterable. Amén.

No estamos en esta batalla solos. Hay otros creyentes que se mantienen


firmes en la lucha, y debemos ser cuidadosos de alentarnos el uno al otro.
Pablo alentó a los efesios; Tíquico fue un aliento a Pablo (Hch. 20:4); y
Pablo iba a enviar a Tíquico a Éfeso para que sea de ánimo a ellos. Pablo no
era la clase de misionero que mantenía sus asuntos para sí mismo. Él quería
que el pueblo de Dios supiera lo que Dios estaba haciendo, cómo sus
oraciones estaban siendo respondidas, y qué estaba haciendo Satanás para
oponerse a la obra.

Nota las palabras que Pablo usa cuando cierra esta carta: ¡paz—amor—fe
—gracia! Él era un prisionero de Roma, aún así era más rico que el
emperador. ¡Sin importar cuales sean nuestras circunstancias, en Jesucristo
somos “bendecidos con toda bendición espiritual”!

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