Novena A Jesucristo de Betania - 1
Novena A Jesucristo de Betania - 1
Novena A Jesucristo de Betania - 1
1. Oración inicial
2. Consideración diaria
3. Padrenuestro, Avemaría y Gloria
4. Gozos
5. Oración final
ORACIÓN INICIAL
1. Oración inicial
2. Consideración diaria
3. Padrenuestro, Avemaría y Gloria
4. Gozos
5. Oración final
ORACIÓN INICIAL
(Petición)
Maestro, Hermano,
Amigo del alma, Jesús amado,
ten misericordia también de los míos que murieron,
de aquellos que volaron a la eternidad
en seguimiento tuyo.
Duerman en paz porque te amaron
y porque Tú eres infinito en caridad.
Mas, al irse,
nos dejaron sombras en el camino…
Ah, pero bien sé yo
que en tu corazón amabilísimo
no puede haber separaciones.
Amén.
Del Evangelio de San Juan: “Les contestó Juan: -Yo bautizo con agua, pero
en medio de ustedes hay uno a quienes ustedes no conocen y aunque viene
detrás de mí, yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia-. Esto
sucedió en Betania, al otro lado del rio Jordán donde Juan bautizaba”.
Palabra del Señor.
CONSIDERACIÓN
Juan invitaba a la conversión y enseñaba que Jesús tiene el poder de
bautizar con el Espíritu Santo. Abre el camino para que muchos conozcan a
quien nos trae la salvación. Con su noticia, viene la invitación para todos
nosotros de continuar con la misión de anunciar siempre a Jesucristo y
reconocer que Él, está por encima de todo nombre. Juan el Bautista preparó
sus caminos, suscitando reflexión hacia el cambio de vida y no temió
compartir la verdad que le fue revelada, aún acosta de su propia vida. Es
ahora nuestra oportunidad de llevar el mensaje de conversión, de redención,
de salvación, el mensaje del amor. Debemos llenarnos del Espíritu de Dios,
para tener las fuerzas para resistir a las tentaciones y el mismo valor y
compromiso que tuvo el precursor.
¡Oh! Jesucristo de Betania, así como Juan te reconoció como el Hijo de Dios,
permite que nosotros también te reconozcamos como nuestro Salvador.
CONSIDERACIÓN
Contemplación y acción. La sabiduría del corazón está en el saber conjugar
estas dos actitudes, siguiendo el ejemplo de María y Marta, que reciben a
Jesús en casa. Cuando el Señor viene a visitarnos a nuestra vida, todo debe
ser dejado de lado, porque su presencia y su Palabra están por encima de
todo lo demás. El Señor siempre nos sorprende y cuando realmente lo
escuchamos, las nubes se disipan, las dudas dan paso a la verdad, los
miedos a la serenidad, y las diferentes situaciones de la vida encuentran su
justo lugar. Se trata de hacer una pausa durante la jornada, de recogernos
en silencio para dar cabida al Señor que pasa y encontrar el valor de
permanecer con Él, para volver después, con más serenidad y eficacia a las
cosas de la vida cotidiana.
¡Oh! Jesucristo de Betania, así como María eligió la mejor parte que nosotros
estemos siempre dispuestos a escuchar tu Palabra.
Del Evangelio según San Juan: “Cuando llegó Jesús, Lázaro llevaba ya
cuatro días en el sepulcro. Betania está a unos tres kilómetros de Jerusalén
y muchos judíos habían ido a la casa de Marta y de María para consolarlas
por la muerte de su hermano.” Palabra del Señor.
CONSIDERACIÓN
Cuando depositaron el cuerpo de Lázaro en el sepulcro, los corazones de
sus hermanas Martha y María con toda razón, se embargaron de dolor. Ante
la presencia de Jesús, le reclaman: “Señor si hubieras estado aquí mi
hermano no habría muerto”. Cuando el sufrimiento toca a nuestra
familia o alguien que amamos, tal vez surgen preguntas: ¿por qué a mí?, ¿por
qué no hiciste algo? ¿dónde estás en estos momentos de dolor? Jesús, les
permite que expresen su dolor y que su corazón se abra a Él y entre en un
dialogo honesto. Él se solidariza con nuestro dolor, pues también es su dolor.
Responde de dos maneras: confronta en la verdad como acompaña en el
dolor. Es el Dios que llora con los que lloran, el Dios que sufre con los que
sufren, no abandona ni es indiferente a lo que nos sucede. Jesús sabe, qué
darnos en el momento preciso, sabe qué necesitamos. Nos pide entonces
tener sentimientos de compasión y cercanía con nuestros hermanos y
aprender, que, si decimos tener fe en Jesucristo durante las pruebas, se
confirmará dicha fe como testimonio.
Del Evangelio de San Juan: “Jesús les dijo entonces: -Yo soy la resurrección
y la vida el que cree en mí, aunque muera vivirá y todo el que todavía está
vivo y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?”. Palabra del Señor.
CONSIDERACIÓN
Poco a poco el creyente, va descubriendo que esas Palabras de Jesús “yo
soy la resurrección y la vida” abren nuestra existencia a una esperanza de
vida eterna y al mismo tiempo, Jesucristo es quien nos despierta a una nueva
vida, para hacer latir nuestro corazón renovado en un mundo lleno de
debilidades.
No hay que esperar a la muerte física para conseguir vida. La dulzura y
misericordia de Jesús va más allá de la muerte. Todo lo suyo, sí que es vida.
No esperemos hasta el fin de nuestro aliento en este mundo. Mientras vamos
de camino, Jesús nos da su Espíritu de verdadera vida. Nos da el Pan de vida.
Nos da Palabras de vida. El encuentro con Él, es en el ahora, cuando tenemos
posibilidad de optar por sus caminos, por su Reino en este mundo. La vida
con Él es verdadera vida. ¿Qué puedo yo darle a mi Dios que vive en mí?
Acaso ¿no es mi alma, mi corazón, todo mi ser? En Jesús esta todo lo que tú
y yo estamos buscando y esperando.
Del Evangelio de San Juan: “Al ver Jesús el llanto de María y de todos los
judíos que estaban con ella, su espíritu se conmovió profundamente y se
turbó. Y preguntó: -¿dónde lo han puesto?- le contestaron: -Señor, ven a ver-
y Jesús lloró”. Palabra del Señor.
CONSIDERACIÓN
Cuando muere un ser querido, nos duele profundamente porque sentimos su
ausencia. Pero Jesús, aunque le tenía cariño a Lázaro, no solo lloró porque
su estimado amigo hubiera muerto, sino porque sintió compasión por la
familia y amigos del fallecido.
Dejemos que nuestro Señor Jesucristo nos anime y nos fortalezca en los
momentos de dolor.
Cuando Jesús visitó a María, la hermana de Lázaro, y vio que ella y otras
personas lloraban, al percibir el intenso dolor, se sintió tan acongojado, que
cedió a las lágrimas.
CONSIDERACIÓN
Jesús, nos da a entender que es la fe la que permite que podamos ver aquello
en lo que Dios se glorifica, desde lo más insignificante hasta lo más
grandioso. Después de esto, Jesús levantó la mirada al cielo y agradeciendo
a su Padre por escucharlo.
Del Evangelio de San Juan: “Y quitaron la piedra, Jesús levantó los ojos al
cielo y exclamó: -Te doy gracias Padre, porque me has escuchado. Yo sabía
que siempre me escuchas, pero lo he dicho por esa gente, para que crean
que tú me has enviado-. Al decir esto gritó con fuerte voz: - ¡Lázaro, sal fuera!
- Y salió el muerto. Tenía las manos y los pies atados con vendas y la cabeza
cubierta con un sudario. Jesús les dijo: -desátenlo y déjenlo caminar-”.
Palabra del Señor.
CONSIDERACIÓN
Jesús tiene toda su confianza en el Padre celestial y lo alaba dándole gracias
y abandonándose a su voluntad. Cumpliendo con su misión de ser conocido,
amado y seguido, se dirige a nosotros con su vida y sus actos. Esto nos
demuestra que muchas veces, no creemos en el poder de Dios, aunque
previamente hubiéramos visto sus milagros o la ayuda que nos ha dado.
Pareciera que no nos abandonamos plenamente en sus manos ni dejamos
que Dios sea guía para nuestras vidas y ayuda eficaz en nuestros problemas.
Debemos aprender a refugiarnos en las manos de Dios y a dejarle todas
nuestras angustias y preocupaciones. Con este pasaje, Jesús nos
demuestra que unido profundamente con el Padre, Él tiene el poder sobre la
muerte y el pecado. Y cuando dice “desátenlo y déjenlo caminar” también
nos está diciendo a nosotros, que nuestro destino es estar libres de toda
atadura y apreciar la verdadera libertad en el Señor.
Del Evangelio según San Juan: “María, pues, tomo una libra de un perfume
muy caro, hecho de nardo puro, le ungió los pies a Jesús y luego se los secó
con sus cabellos, mientras la casa se llenaba del olor del perfume.” Palabra
del Señor.
CONSIDERACIÓN
Este pasaje sobre Betania, nos enseña otra actitud para orar con el corazón.
María, con la única intención de alabarle, agradarle y agradecerle, ungió los
pies de Jesús con un perfume de nardo costoso. María amaba al Señor y no
le importó lo costoso que era el perfume, sino, ante todo, quería agradar al
Señor. ¡No es un desperdicio! ¡Es un acto de amor a Dios! ¡No es una pérdida
de tiempo hacer las cosas para el Señor! Al contrario, es nuestra mejor
inversión en esta vida. Que todo lo que hagamos sea con Él, por Él, y para Él.
Pues Dios sabe retribuir de la manera que más necesitamos. Muchas veces
nos acercamos a Dios para suplicarle, pedirle, quejarnos y hasta contarle
nuestros problemas, pero pocas veces nos acercamos a Él para adorarle y
agradecerle por todo lo que Él hace por nosotros.
¡Oh! Jesucristo de Betania, así como María supo darte lo mejor que tenía,
que nuestra vida llegué a ser un perfume agradable a Ti.
CONSIDERACIÓN
La resurrección de Cristo, pudo probarse por parte de sus
discípulos viéndolo vivo y después lo vieron ascender al cielo.
Dejemos que nuestro corazón aprecie y acoja este momento, en el que Jesús
asciende, no descontento, sino con un gran amor y dejando esperanza para
la vida eterna.
Por su poder nos revela su gloria para que nuestra fe sea fortalecida. Y así
como los apóstoles volvieron a Jerusalén con gran gozo, nosotros debemos
regocijarnos del amor que Jesús nos tiene.
¡Oh! Jesucristo de Betania, que podamos ver que nuestro peregrinar en este
mundo, es oportunidad para prepararnos adecuadamente para llegar a la
patria celestial.
GOZOS
CORO
Entra en mi casa, ¡Oh Jesús!
Y como en Betania aquella vez
darte mi amistad sin condición
y que habites en mi corazón.
(CORO)
(CORO)
(CORO)
(CORO)
(CORO)
(CORO)
(CORO)
ORACIÓN FINAL
Señor Jesucristo,
mi casa es también casa de tus amigos.
Creo en ti y te recibo
como mi Señor y Salvador.