Alegoría de La Caverna - Wikipedia, La Enciclopedia Libre

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Alegoría de la

caverna
alegoría de la historia de la filosofía

La alegoría de la caverna, también


conocida como el mito de la caverna —
aunque en realidad solamente es una
alegoría de intenciones pedagógico-
filosóficas, no un mito pues no aparece
reflejado como tal en los escritos de
Platón ni en ninguna otra obra antigua (ni
siquiera entre los mitógrafos)—, se
considera la alegoría más célebre de la
historia de la filosofía[1] ​junto con la del
carro alado.[2] ​Su importancia se debe
tanto a la utilidad de la narración para
explicar los aspectos más importantes del
pensamiento platónico como a la riqueza
de sus sugerencias filosóficas.
Recreación de parte de la alegoría. Se
observa cómo el prisionero solo puede
observar proyecciones del mundo que son
meras apariencias de las esencias.

Se trata de una explicación metafórica,


realizada por el filósofo griego Platón al
principio del libro VII de la República, sobre
la situación en que se encuentra el ser
humano respecto del conocimiento.[3] ​En
ella, Platón explica su teoría de cómo se
puede captar la existencia de los dos
mundos: el mundo sensible (conocido a
través de los sentidos) y el mundo
inteligible (que es materia de puro
conocimiento, sin intervención de los
sentidos).

Historia

Alegoría de la caverna, por Markus Maurer.


Platón describió,[4] ​en su alegoría de la
caverna, un espacio cavernoso en el que
se encuentran un grupo de hombres
prisioneros desde su nacimiento, con
cadenas que les sujetan el cuello y las
piernas de forma que únicamente pueden
mirar hacia la pared del fondo de la
caverna sin poder nunca girar la cabeza.
Justo detrás de ellos se encuentra un
muro con un pasillo y seguidamente, y por
orden de cercanía respecto de los
hombres, una hoguera y la entrada de la
cueva que da al exterior. Por el pasillo del
muro circulan hombres portando todo tipo
de objetos cuyas sombras, gracias a la
iluminación de la hoguera, se proyectan en
la pared que los prisioneros pueden ver.

Estos hombres encadenados consideran


como verdad las sombras de los objetos.
Debido a las circunstancias de su prisión
se hallan condenados a tomar únicamente
por ciertas todas y cada una de las
sombras proyectadas ya que no pueden
conocer nada de lo que acontece a sus
espaldas.

Continúa la narración contando lo que


ocurriría si uno de estos hombres fuese
liberado y obligado a volverse hacia la luz
de la hoguera, contemplando, de este
modo, una nueva realidad. Una realidad
más profunda y completa ya que esta es
causa y fundamento de la primera que
está compuesta solo de apariencias
sensibles. Una vez que ha asumido el
hombre esta nueva situación, es obligado
nuevamente a encaminarse hacia fuera de
la caverna a través de una áspera y
escarpada subida, apreciando una nueva
realidad exterior (hombres, árboles, lagos,
astros, etc. identificados con el mundo
inteligible) fundamento de las anteriores
realidades, para que a continuación vuelva
a ser obligado a ver directamente "el Sol y
lo que le es propio",[5] ​metáfora que
encarna la idea de bien.
La alegoría acaba al hacer entrar, de
nuevo, al prisionero al interior de la
caverna para "liberar" a sus antiguos
compañeros de cadenas, lo que haría que
estos se rieran de él. El motivo de la burla
sería afirmar que sus ojos se han
estropeado al verse ahora cegado por el
paso de la claridad del sol a la oscuridad
de la cueva. Cuando este prisionero
intenta desatar y hacer subir a sus
antiguos compañeros hacia la luz, Platón
nos dice que estos son capaces de
matarlo y que efectivamente lo harán
cuando tengan la oportunidad,[6] ​con lo
que se entrevé una alusión al esfuerzo de
Sócrates por ayudar a los hombres a
llegar a la verdad y a su fracaso al ser
condenado a muerte.

Interpretación esotérica
La interpretación de la alegoría de la
caverna hay que buscarla muy al final del
libro VI y en el libro VII de la República de
Platón, una interpretación que es
puramente epistemológica, no en vano
comienza la historia con estas palabras:

-Y a continuación -
seguí-, compara con la
siguiente escena el
estado en que, con
respecto a la educación
o falta de ella, se
encuentra nuestra
naturaleza.[7] ​

Pero bajo su sentido epistemológico


esconde connotaciones propias de la
metafísica platónica, así como de su
política dado que la República es un
tratado político.

Ontología subyacente en la alegoría

Nada más terminar la narración de la


alegoría nos cuenta Platón, por boca de
Sócrates, qué representa cada una de las
imágenes que se exponen en él.[8]
Corresponde a las sombras y a los
hombres que las producen en el mundo
que percibimos por los sentidos o mundo
sensible; y la hoguera al Sol que todo lo
ilumina y nos permite ver. La ascensión al
exterior de la cueva figura el ascenso al
mundo inteligible, mundo en el que se
encuentra la idea de Bien[9] ​representada
por el Sol.

Ambos mundos son reales, pero el


inteligible posee más entidad siendo
fundamento de todo lo sensible.
Pertenecen a este mundo las esencias o
ideas y, de entre ellas, la idea de Bien es
fundamento de todas las demás ideas y
por ende de lo sensible.

Pero, con todo, esta explicación que nos


da Platón no es más que una nota al
margen de lo que esta alegoría pretende
dar a entender. Eso sí, es necesaria para
entender el camino del alma hacia el
mundo inteligible.[10]
La epistemología subyacente en la
alegoría

Alegoría de la caverna, de Platón, grabado de Jan


Saenredam (1604)

Se trata de la parte central de la narración,


pero antes de exponerla es preciso
contextualizar la epistemología de Platón.
Tanto Heráclito como Parménides habían
comenzado dos caminos opuestos para
avanzar hacia el conocimiento de la
realidad, el primero atendiendo a lo
mudable, el segundo a lo eterno e
imperecedero: y fue el propio Parménides
el que puso nombre a ambos: vía de la
opinión y vía de la verdad,
respectivamente. Platón, dialéctico él,
conjugará ambas vías, si bien dando más
importancia y validez a la parmenidea. A
estos autores hay que mirar para entender
lo que se esconde tras el mito de la
caverna.

Según Platón, a cada tipo de realidad le


corresponde un tipo de conocimiento
apropiado, y estos a su vez se subdividen
en otros dos tipos distintos, cada cual
más cierto cuanto mejor aprehenden lo
inteligible. Así, para conocer el mundo
sensible disponemos de la opinión, que
siendo conocimiento es un saber que
puede contener error, y que viene a
coincidir con la vía abierta por Heráclito.
Por otra parte, para conocer el mundo
inteligible contamos con la ciencia que
nos proporciona un conocimiento cierto de
la realidad, camino propuesto por
Parménides. La opinión o doxa, como ya
ha sido dicho, se divide a su vez en dos
subtipos de conocimiento: la imaginación,
conjetura o eikasia; y la creencia o pistis. A
su vez, para el conocimiento del mundo
inteligible, la ciencia o episteme se divide a
su vez en pensamiento o diánoia que
capta las esencias y la razón o noesis que
capta la idea de bien.[11]

De este modo, el conocimiento adquirido


por la contemplación de las sombras se
identificaría con la fiabilidad del
conocimiento que proporciona la
imaginación, similar a tomar con una
certeza más allá de lo deseable a
imágenes reflejadas en espejos, o a
imágenes pintadas o esculpidas, o incluso
a la misma alegoría de la caverna. La
visión de los hombres que caminan por la
cueva mostrando objetos y la hoguera
misma con la creencia, similar a tomar con
una certeza más allá de lo deseable el
conocimiento adquirido por la mera
observación de la naturaleza en la que
todo es mutable. La contemplación del
mundo exterior a la cueva representa al
pensamiento, el paso al conocimiento del
mundo inteligible en el que se encuentran
las esencias u oὒσία, un conocimiento que
deja de ser una opinión con posibilidad de
error, para ser un conocimiento cierto,
acorde con la realidad ya que todas las
cosas sensibles son imágenes de sus
propias esencias. Y por fin, el
conocimiento adquirido con la
contemplación del sol representa el
conocimiento que se obtiene con la
contemplación de la idea de bien o razón.
Se trata de un conocimiento que supera al
mismo pensamiento tanto en cuanto que
el que lo posee conoce todas las esencias
del mundo inteligible porque se fundan en
ella y, a través de ellas, todas las
realidades del mundo sensible, mientras
que el que solo usa del pensamiento, solo
conoce las esencias que va descubriendo
en su pensar.
La educación subyacente en la
alegoría

Alegoría de la caverna, de Michiel


Coxcie.

Dado que la República es un tratado


político, cabría esperar que tras la alegoría
se escondiera una mayor referencia a la
teoría política de Platón que a la
epistemología y a la educación o paideia,
pero no es así aunque algo de política
tenga.
La importancia que Platón concede a la
educación en vistas a una correcta
organización de la polis hace que dedique
una muy importante cantidad de páginas a
este tema en la República. Platón llega
incluso a diseñar en ella un programa de
estudios para tal fin basado en los grados
del conocimiento descritos anteriormente.

Es el proceso de formación y educación


del rey-filósofo lo que está encarnando en
todo ese periplo a través de los grados del
conocimiento que realiza el protagonista
de la historia. Una formación a cargo de
los más sabios que han de iniciar todos
los ciudadanos y que completarán en la
medida que estén capacitados para el
conocimiento.

Pero, como alegoría que es, no tiene


perfecta correspondencia con el
pensamiento de Platón. Por ejemplo, el
personaje es continuamente obligado a
ascender en los grados de conocimiento
porque, como dice el propio Platón al
terminar de narrar la alegoría, el saber es
costoso y no suele hacerse de buena
gana,[12] ​mientras que más adelante, ya
terminado el mito, Platón señala que no es
deseable usar la fuerza para que los niños
aprendan.[13] ​
En la política platónica no hay tal
obligación externa encaminada a que los
hombres asciendan en los grados de
conocimiento, nadie ha de ser arrastrado
tal y como narra la alegoría. Si acaso, la
única obligación de la que habla Platón en
su política es de una obligación moral de
todos los ciudadanos para que asuman
con responsabilidad el deber de educarse
lo mejor que puedan conforme a su
capacidad por amor del mejor bien de la
polis. Un bien que consiste en ser dirigida
rectamente, es decir, conforme a razón.

Los propios alumnos, guiados por


maestros mediante el uso de la dialéctica,
irán alcanzando por sí solos los distintos
grados de conocimiento hasta el límite
que la capacidad de cada uno de ellos
determine.

La política subyacente en la alegoría

Las connotaciones políticas que este mito


tiene son secundarias o indirectas. De
todas las obligaciones a la que es
sometido el prisionero de la alegoría, la
única que realmente se mantiene en la
teoría política platónica es la de que tanto
el personaje de ella como el sabio han de
ser obligados igualmente a abandonar la
contemplación del mundo inteligible (el sol
y la idea de bien respectivamente) para
dirigir a sus conciudadanos[14] ​debido a
que ese regreso para asumir el gobierno
de la polis aleja al sabio de la mayor
felicidad: el seguir contemplando la idea
de bien. Esta obligación es más interna
que externa, su fuerza reside en la
responsabilidad que tiene el sabio de cara
a la polis para que esta alcance su bien,[9] ​
esto es, para que todos los habitantes se
guíen conforme a la razón al ser dirigidos
por el sabio.

Con todo, Platón es consciente de que


muy pocos son capaces de llegar al más
alto grado de conocimiento. Ello le llevará
a proponer que también han de
desempeñar la función de gobernar, en un
gobierno que es temporal y rotatorio, los
que más hayan accedido al mundo
inteligible por medio del pensamiento.[15] ​
El motivo de la rotación es limitar en el
tiempo la función de gobernar para no
hacer más gravosa aun la obligación de
desatender el estudio y contemplación de
las esencias al hacerla perdurar
excesivamente en el tiempo.

Interpretaciones exotéricas
Como a casi todo texto alegórico, a la
alegoría de la caverna no le faltan
interpretaciones que han sido dadas al
margen de la que le dio su autor en la
Academia. El motivo principal que lo
causa es el hecho de que casi toda la obra
de Platón conservada[16] ​es de carácter
exotérico, es decir, destinada a los no
miembros de la Academia y por tanto
accesible al gran público. Esto determinó
que Platón dotara a su obra de una
extraordinaria belleza literaria por las
imágenes propuestas, pero con poca
precisión conceptual en muchas de sus
partes. El quedarse solo en la lectura de la
alegoría sin atender a las explicaciones
que de él nos dio su autor ha dado lugar a
todo tipo de interpretaciones.
Véase también
Idea de bien
Platón
Populismo
Solipsismo
Teoría de la reminiscencia
Maya (ilusión)
Iluminación
Los ciegos y el elefante

Referencias
1. Cfr. Caverna de Platón. Diccionario de
filosofía. Dtor: Ferrater Mora (1979)
2. Platón. Fedro. 254e y ss.
3. Cfr. Platón. República. 514a.
4. Op. Cit. 514a - 517a.
5. Platón. República 516b. Madrid: CEPC
(1998). Traducción de José Manuel
Pabón y Manuel Fernández-Galiano.
6. Op. Cit. 517a.
7. Op. Cit 514a. Traducción de José
Manuel Pabón y Manuel Fernández-
Galiano.
8. Cfr. República 517a - c. También en
Ibid 532a - b.
9. La idea de Bien está completamente
desprovista de todo sentido ético,
para el mundo griego el bien estaba
referido a lo metafísico-teleológico, en
términos actuales sería equivalente a
lo útil. Cfr. en GUTHRIE. Historia de la
Filosofía Griega. Madrid: Gredos
(1990), Vol. IV, pág. 497 y ss.
10. Cfr. Jaeger. Paideia. Madrid: FCE
(2004) pág. 693
11. Cfr. República 511d - e. También en
533a y ss.
12. Cfr. Ibid 517b.
13. Cfr. Ibid 537a.
14. Cfr. Ibid 540b.
15. Cfr. Jaeger. Paideia. Madrid: FCE
(2004) pág. 665.
16. La excepción son sus cartas
conservadas.

Bibliografía
Platón (1997). La República. CEPC.
Madrid. ISBN 84-259-1037-4.
Ferrater Mora, J. (1979). Diccionario de
Filosofía. Alianza Editorial. Barcelona.
ISBN 84-206-5299-7.
Guthrie, W. K. G. (1990). Historia de la
Filosofía Griega IV. Gredos. Madrid.
ISBN 978-84-249-14400.
Jaeger, W. W. (2004). Paideia: los ideales
de la cultura griega. FCE. Madrid.
ISBN 84-375-0195-4.
Enlaces externos
Texto español del mito de la caverna (ht
tps://web.archive.org/web/2011072719
1943/http://www.webdianoia.com/plato
n/textos/platon_caverna.htm)
Texto español (https://web.archive.org/
web/20130624201028/http://www.cayo
cesarcaligula.com.ar/grecolatinos/plato
n/mito_de_la_caverna.htm)
Datos: Q22738
Multimedia: Allegory of the cave (http
s://commons.wikimedia.org/wiki/Categ
ory:Allegory_of_the_cave) / Q22738 (ht
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