Alegoría de La Caverna Trabajo de Clases
Alegoría de La Caverna Trabajo de Clases
Alegoría de La Caverna Trabajo de Clases
Ioan Carratalá
1ro año CPE
Estos hombres encadenados consideran como verdad las sombras de los objetos.
Debido a las circunstancias de su prisión se hallan condenados a tomar únicamente por
ciertas todas y cada una de las sombras proyectadas ya que no pueden conocer nada
de lo que acontece a sus espaldas.
Continúa la narración contando lo que ocurriría si uno de estos hombres fuese liberado
y obligado a volverse hacia la luz de la hoguera, contemplando, de este modo, una
nueva realidad. Una realidad más profunda y completa ya que ésta es causa y
fundamento de la primera que está compuesta sólo de apariencias sensibles. Una vez
que ha asumido el hombre esta nueva situación, es obligado nuevamente a
encaminarse hacia fuera de la caverna a través de una áspera y escarpada subida,
apreciando una nueva realidad exterior (hombres, árboles, lagos, astros, etc.
identificados con el mundo inteligible) fundamento de las anteriores realidades, para
que a continuación vuelva a ser obligado a ver directamente "el Sol y lo que le es
propio", metáfora que encarna la idea de Bien.
La interpretación de la Alegoría de la caverna hay que buscarla muy al final del libro VI
y en el libro VII de la República de Platón, una interpretación que es puramente
epistemológica, no en vano comienza la historia con estas palabras:
Nada más terminar la narración del mito nos cuenta Platón, por boca de Sócrates, qué
representa cada una de las imágenes que se exponen en él. Corresponde a las sombras
y a los hombres que las producen en el mundo que percibimos por los sentidos o
mundo sensible; y la hoguera al Sol que todo lo ilumina y nos permite ver. La ascensión
al exterior de la cueva figura el ascenso al mundo inteligible, mundo en el que se
encuentra la idea de Bien representada por el Sol.
Ambos mundos son reales, pero el inteligible posee más entidad siendo fundamento
de todo lo sensible. Pertenecen a este mundo las esencias o ideas y, de entre ellas, la
idea de Bien es fundamento de todas las demás ideas y por ende de lo sensible.
Pero, con todo, esta explicación que nos da Platón no es más que una nota al margen
de lo que esta alegoría pretende dar a entender. Eso sí, es necesaria para entender el
camino del alma hacia el mundo inteligible.
Dado que la República es un tratado político, cabría esperar que tras la alegoría se
escondiera una mayor referencia a la teoría política de Platón que a la epistemología y
a la educación, pero no es así aunque algo de política tenga.
Pero, como alegoría que es, no tiene perfecta correspondencia con el pensamiento de
Platón. Por ejemplo, el personaje es continuamente obligado a ascender en los grados
de conocimiento porque, como dice el propio Platón al terminar de narrar la alegoría,
el saber es costoso y no suele hacerse de buena gana, mientras que más adelante, ya
terminado el mito, Platón señala que no es deseable usar la fuerza para que los niños
aprendan.
En la política platónica no hay tal obligación externa encaminada a que los hombres
asciendan en los grados de conocimiento, nadie ha de ser arrastrado tal y como narra
la alegoría. Si acaso, la única obligación de la que habla Platón en su política es de una
obligación moral de todos los ciudadanos para que asuman con responsabilidad el
deber de educarse lo mejor que puedan conforme a su capacidad por mor del mejor
bien de la polis. Un bien que consiste en ser dirigida rectamente, es decir, conforme a
razón.
Los propios alumnos, guiados por maestros mediante el uso de la dialéctica, irán
alcanzando por sí solos los distintos grados de conocimiento hasta el límite que la
capacidad de cada uno de ellos determine.
Las connotaciones políticas que este mito tiene son secundarias o indirectas. De todas
las obligaciones a la que es sometido el prisionero de la alegoría, la única que
realmente se mantiene en la teoría política platónica es la de que tanto el personaje de
ella como el sabio han de ser obligados igualmente a abandonar la contemplación del
mundo inteligible (el Sol y la idea de Bien respectivamente) para dirigir a sus
conciudadanos debido a que ese regreso para asumir el gobierno de la Polis aleja al
sabio de la mayor felicidad: el seguir contemplando la idea de Bien. Esta obligación es
más interna que externa, su fuerza reside en la responsabilidad que tiene el sabio de
cara a la Polis para que ésta alcance su bien, esto es, para que todos los habitantes se
guíen conforme a la razón al ser dirigidos por el sabio.
Con todo Platón es consciente de que muy pocos son capaces de llegar al más alto
grado de conocimiento. Ello le llevará a proponer que también han de desempeñar la
función de gobernar, en un gobierno que es temporal y rotatorio, los que más hayan
accedido al mundo inteligible por medio del pensamiento. El motivo de la rotación es
limitar en el tiempo la función de gobernar para no hacer más gravosa aún la
obligación de desatender el estudio y contemplación de las esencias al hacerla
perdurar excesivamente en el tiempo.