Alegoría de La Caverna Trabajo de Clases

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 4

Alegoría de la caverna

Ioan Carratalá
1ro año CPE

La Alegoría de la caverna ,también conocida por el nombre de Mito de la caverna,


aunque en realidad solo es una alegoría de intenciones pedagógico-filosóficas, no un
mito, pues no aparece reflejado como tal en los escritos de Platón ni en ninguna otra
obra antigua, ni siquiera entre los mitógrafos, se considera la más célebre alegoría de
la historia de la filosofía junto con la del carro alado. Su importancia se debe tanto a la
utilidad de la narración para explicar los aspectos más importantes del pensamiento
platónico como a la riqueza de sus sugerencias filosóficas.

Se trata de una explicación metafórica, realizada por el filósofo griego Platón al


principio del VII libro de la República, sobre la situación en que se encuentra el ser
humano respecto del conocimiento. En ella, Platón explica su teoría de cómo podemos
captar la existencia de los dos mundos; el mundo sensible, conocido a través de los
sentidos y el mundo inteligible, sólo alcanzable mediante el uso exclusivo de la razón.

Platón describió en su alegoría de la caverna un espacio cavernoso, en el cual se


encuentran un grupo de hombres, prisioneros desde su nacimiento por cadenas que
les sujetan el cuello y las piernas de forma que únicamente pueden mirar hacia la
pared del fondo de la caverna sin poder nunca girar la cabeza. Justo detrás de ellos, se
encuentra un muro con un pasillo y, seguidamente y por orden de cercanía respecto
de los hombres, una hoguera y la entrada de la cueva que da al exterior. Por el pasillo
del muro circulan hombres portando todo tipo de objetos cuyas sombras, gracias a la
iluminación de la hoguera, se proyectan en la pared que los prisioneros pueden ver.

Estos hombres encadenados consideran como verdad las sombras de los objetos.
Debido a las circunstancias de su prisión se hallan condenados a tomar únicamente por
ciertas todas y cada una de las sombras proyectadas ya que no pueden conocer nada
de lo que acontece a sus espaldas.

Continúa la narración contando lo que ocurriría si uno de estos hombres fuese liberado
y obligado a volverse hacia la luz de la hoguera, contemplando, de este modo, una
nueva realidad. Una realidad más profunda y completa ya que ésta es causa y
fundamento de la primera que está compuesta sólo de apariencias sensibles. Una vez
que ha asumido el hombre esta nueva situación, es obligado nuevamente a
encaminarse hacia fuera de la caverna a través de una áspera y escarpada subida,
apreciando una nueva realidad exterior (hombres, árboles, lagos, astros, etc.
identificados con el mundo inteligible) fundamento de las anteriores realidades, para
que a continuación vuelva a ser obligado a ver directamente "el Sol y lo que le es
propio", metáfora que encarna la idea de Bien.

La alegoría acaba al hacer entrar, de nuevo, al prisionero al interior de la caverna para


"liberar" a sus antiguos compañeros de cadenas, lo que haría que éstos se rieran de él.
El motivo de la burla sería afirmar que sus ojos se han estropeado al verse ahora
cegado por el paso de la claridad del Sol a la oscuridad de la cueva. Cuando este
prisionero intenta desatar y hacer subir a sus antiguos compañeros hacia la luz, Platón
nos dice que éstos son capaces de matarlo y que efectivamente lo harán cuando
tengan la oportunidad, con lo que se entrevé una alusión al esfuerzo de Sócrates por
ayudar a los hombres a llegar a la verdad y a su fracaso al ser condenado a muerte.

La interpretación de la Alegoría de la caverna hay que buscarla muy al final del libro VI
y en el libro VII de la República de Platón, una interpretación que es puramente
epistemológica, no en vano comienza la historia con estas palabras:

“Y a continuación -seguí-, compara con la siguiente escena el estado en que, con


respecto a la educación o falta de ella, se encuentra nuestra naturaleza”.

Pero bajo su sentido epistemológico esconde connotaciones propias de la metafísica


platónica, así como de su política dado que la República es un tratado político.

Nada más terminar la narración del mito nos cuenta Platón, por boca de Sócrates, qué
representa cada una de las imágenes que se exponen en él. Corresponde a las sombras
y a los hombres que las producen en el mundo que percibimos por los sentidos o
mundo sensible; y la hoguera al Sol que todo lo ilumina y nos permite ver. La ascensión
al exterior de la cueva figura el ascenso al mundo inteligible, mundo en el que se
encuentra la idea de Bien representada por el Sol.

Ambos mundos son reales, pero el inteligible posee más entidad siendo fundamento
de todo lo sensible. Pertenecen a este mundo las esencias o ideas y, de entre ellas, la
idea de Bien es fundamento de todas las demás ideas y por ende de lo sensible.

Pero, con todo, esta explicación que nos da Platón no es más que una nota al margen
de lo que esta alegoría pretende dar a entender. Eso sí, es necesaria para entender el
camino del alma hacia el mundo inteligible.

Según Platón, a cada tipo de realidad le corresponde un tipo de conocimiento


apropiado, y éstos a su vez se subdividen en otros dos tipos distintos, cada cual más
cierto cuanto mejor aprehenden lo inteligible. Así, para conocer el mundo sensible
disponemos de la opinión, que siendo conocimiento es un saber que puede contener
error, y que viene a coincidir con la vía abierta por Heráclito. Por otra parte, para
conocer el mundo inteligible contamos con la ciencia que nos proporciona un
conocimiento cierto de la realidad, camino propuesto por Parménides. La opinión o
Doxa, como ya ha sido dicho, se divide a su vez en dos subtipos de conocimiento: la
imaginación o Eikasia; y la creencia o Pistis. A su vez, para el conocimiento del mundo
inteligible, la ciencia o Episteme se divide a su vez en pensamiento o Diánoia que capta
las esencias y la razón o Noesis que capta la idea de Bien.

De este modo, el conocimiento adquirido por la contemplación de las sombras se


identificaría con la fiabilidad del conocimiento que proporciona la imaginación, similar
a tomar con una certeza más allá de lo deseable a imágenes reflejadas en espejos, o a
imágenes pintadas o esculpidas, o incluso a la misma alegoría de la caverna. La visión
de los hombres que caminan por la cueva mostrando objetos y la hoguera misma con
la creencia, similar a tomar con una certeza más allá de lo deseable el conocimiento
adquirido por la mera observación de la naturaleza en la que todo es mutable. La
contemplación del mundo exterior a la cueva representa al pensamiento, el paso al
conocimiento del mundo inteligible en el que se encuentran las esencias, un
conocimiento que deja de ser una opinión con posibilidad de error, para ser un
conocimiento cierto, acorde con la realidad ya que todas las cosas sensibles son
imágenes de sus propias esencias. Y por fin, el conocimiento adquirido con la
contemplación del Sol representa el conocimiento que se obtiene con la
contemplación de la idea de Bien o razón. Se trata de un conocimiento que supera al
mismo pensamiento tanto en cuanto que el que lo posee conoce todas las esencias del
mundo inteligible porque se fundan en ella y, a través de ellas, todas las realidades del
mundo sensible, mientras que el que sólo usa del pensamiento, sólo conoce las
esencias que va descubriendo en su pensar.

Dado que la República es un tratado político, cabría esperar que tras la alegoría se
escondiera una mayor referencia a la teoría política de Platón que a la epistemología y
a la educación, pero no es así aunque algo de política tenga.

La importancia que Platón concede a la educación en vistas a una correcta


organización de la Polis hace que dedique una muy importante cantidad de páginas a
este tema en la República. Platón llega incluso a diseñar en ella un programa de
estudios para tal fin basado en los grados del conocimiento descritos anteriormente.

Es el proceso de formación y educación del rey-filósofo lo que está encarnando en


todo ese periplo a través de los grados del conocimiento que realiza el protagonista de
la historia. Una formación a cargo de los más sabios que han de iniciar todos los
ciudadanos y que completarán en la medida que estén capacitados para el
conocimiento.

Pero, como alegoría que es, no tiene perfecta correspondencia con el pensamiento de
Platón. Por ejemplo, el personaje es continuamente obligado a ascender en los grados
de conocimiento porque, como dice el propio Platón al terminar de narrar la alegoría,
el saber es costoso y no suele hacerse de buena gana, mientras que más adelante, ya
terminado el mito, Platón señala que no es deseable usar la fuerza para que los niños
aprendan.

En la política platónica no hay tal obligación externa encaminada a que los hombres
asciendan en los grados de conocimiento, nadie ha de ser arrastrado tal y como narra
la alegoría. Si acaso, la única obligación de la que habla Platón en su política es de una
obligación moral de todos los ciudadanos para que asuman con responsabilidad el
deber de educarse lo mejor que puedan conforme a su capacidad por mor del mejor
bien de la polis. Un bien que consiste en ser dirigida rectamente, es decir, conforme a
razón.

Los propios alumnos, guiados por maestros mediante el uso de la dialéctica, irán
alcanzando por sí solos los distintos grados de conocimiento hasta el límite que la
capacidad de cada uno de ellos determine.
Las connotaciones políticas que este mito tiene son secundarias o indirectas. De todas
las obligaciones a la que es sometido el prisionero de la alegoría, la única que
realmente se mantiene en la teoría política platónica es la de que tanto el personaje de
ella como el sabio han de ser obligados igualmente a abandonar la contemplación del
mundo inteligible (el Sol y la idea de Bien respectivamente) para dirigir a sus
conciudadanos debido a que ese regreso para asumir el gobierno de la Polis aleja al
sabio de la mayor felicidad: el seguir contemplando la idea de Bien. Esta obligación es
más interna que externa, su fuerza reside en la responsabilidad que tiene el sabio de
cara a la Polis para que ésta alcance su bien, esto es, para que todos los habitantes se
guíen conforme a la razón al ser dirigidos por el sabio.

Con todo Platón es consciente de que muy pocos son capaces de llegar al más alto
grado de conocimiento. Ello le llevará a proponer que también han de desempeñar la
función de gobernar, en un gobierno que es temporal y rotatorio, los que más hayan
accedido al mundo inteligible por medio del pensamiento. El motivo de la rotación es
limitar en el tiempo la función de gobernar para no hacer más gravosa aún la
obligación de desatender el estudio y contemplación de las esencias al hacerla
perdurar excesivamente en el tiempo.

Como a casi todo texto alegórico, a la Alegoría de la caverna no le faltan


interpretaciones que han sido dadas al margen de la que le dio su autor en la
Academia. El motivo principal que lo causa es el hecho de que casi toda la obra de
Platón conservada es de carácter exotérico, es decir, destinada a los no miembros de la
Academia y por tanto accesible al gran público. Esto determinó que Platón dotara a su
obra de una extraordinaria belleza literaria por las imágenes propuestas, pero con
poca precisión conceptual en muchas de sus partes. El quedarse sólo en la lectura de la
alegoría sin atender a las explicaciones que de él nos dio su autor, ha dado lugar a todo
tipo de interpretaciones.

También podría gustarte