Tuñon, Carlos E.
Tuñon, Carlos E.
Tuñon, Carlos E.
INDICE
1. Introducción ................................................................................................ 3
2. Objetivos ..................................................................................................... 4
2.1. Objetivo General .................................................................................... 4
2.2. Objetivos Específicos............................................................................. 4
3. Marco teórico .............................................................................................. 5
3.1. El psicoanálisis y sus singularidades. .................................................... 5
3.2. Una aproximación a los tipos clínicos. ................................................... 6
3.3. El tratamiento psicoanalítico en las Instituciones. .................................. 8
3.4. La transferencia psicoanalítica en institución. ...................................... 12
3.5. La entrevista de admisión, un dispositivo institucional. ........................ 13
3.6. Diagnóstico presuntivo en la admisión................................................. 16
3.7. Transferencia e interpretación en la admisión. .................................... 21
3.8. Demanda en la admisión. .................................................................... 24
3.9. El resultado de la entrevista de Admisión ............................................ 25
4. Metodología .............................................................................................. 26
4.1. Tipo de estudio: ................................................................................... 26
4.2. Participantes: ....................................................................................... 27
4.3. Instrumentos: ....................................................................................... 28
4.4. Procedimiento: ..................................................................................... 29
5. Desarrollo:................................................................................................. 30
5.1. El lugar de la entrevista de admisión. .................................................. 30
5.2. Posición subjetiva durante la entrevista de admisión. ......................... 37
5.3. Indicadores diagnósticos en la entrevista de admisión. ....................... 41
6. Conclusión. ............................................................................................... 46
7. Referencias Bibliográficas......................................................................... 51
8. Anexos ...................................................................................................... 54
8.1. Entrevistas ........................................................................................... 54
8.1.1. Entrevista a la directora de la Institución ............................................. 54
8.1.2. Entrevista a la Admisora ...................................................................... 60
8.1.3. Entrevista a la Supervisora. ................................................................. 62
8.2. Entrevistas de Admisión ..........................................................................
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1. Introducción.
Para cumplir con el plan de carrera establecido por la Universidad de Palermo para
la Licenciatura en Psicología, se ofrece una pasantía que se realizó en una
institución situada en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Se trata de un centro privado cuya actividad principal es la docencia y la asistencia
en psicoanálisis, en la corriente continuadora de la enseñanza de Lacan. La
institución tiene dos objetivos que le dan su razón de ser: La formación de analistas
y la asistencia.
En lo concerniente a la formación profesional de psicoanalistas ofrecen una
concurrencia clínica que es abordada mediante dos actividades: La articulación de
los conceptos fundamentales de la teoría es presentada mediante seminarios
semanales y la atención a pacientes en los consultorios propios de la institución. La
segunda actividad cuenta con la supervisión de los casos en grupos reducidos (de
asistencia obligatoria y semanal) y supervisión individual (optativa).
La actividad asistencial se brinda en una única sede de la institución, ofreciendo una
la oferta abierta a la comunidad, con aranceles institucionales.
La extensión total de la práctica superó las 280 hs. Entre las actividades realizadas
cabe mencionar la asistencia a los seminarios breves, la observación participante en
las supervisiones, tanto en la clínica de niños como de adultos, y la inclusión en los
grupos de las pasantías de la Materia Clínica de Adultos de la Facultad de
Psicología UBA en tres comisiones diferentes que, aún abordando los mismos
temas, ofreció desde cada docente una mirada singular y particular de los mismos.
2. Objetivos
2.1. Objetivo General
Explorar la instancia de la entrevista de admisión, su importancia y función
diagnóstica dentro de un tratamiento psicoanalítico en el ámbito de una Institución
privada.
2.2. Objetivos Específicos
2.2.1. Explorar el lugar de la entrevista de admisión en ámbito de la institución
privada dentro del tratamiento psicoanalítico.
2.2.2. Analizar la posición subjetiva de los demandantes de análisis durante la
entrevista de admisión en una institución privada.
2.2.3. Explorar la existencia de indicadores diagnósticos durante la entrevista de
admisión, y su relevancia dentro del tratamiento psicoanalítico en la institución
privada.
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3. Marco teórico
3.1. El psicoanálisis y sus singularidades.
El trabajo del psicoanalista consiste en llevar al enfermo de neurosis a percatarse de
sus mociones inconscientes reprimidas, lo cual se intenta poniendo en descubierto
las resistencias que impiden la ampliación de su saber sobre sí mismo, mediante el
uso de la transferencia que proyecta el paciente sobre el analista para que haga
propia la convicción de que los procesos represivos adquiridos en la infancia son
inadecuados, siendo irrealizable una vida gobernada por el principio de placer.
Podría llamarse entonces psicoanálisis al trabajo mediante el cual se lleva a la
conciencia del enfermo lo anímico reprimido en él (Freud, 1919).
Debido a la compulsión normal de unificar y reunir, a medida que se analizan y
eliminan las resistencias, la vida del enfermo de neurosis, que hasta entonces se
ofrecía segmentada, crece orgánicamente integrando en la gran unidad llamada yo,
todas las mociones pulsionales que hasta entonces estaban escindidas, sin que sea
necesaria la intervención del analista en producir la síntesis. Por el contrario la cura
debe ejecutarse en un estado de abstinencia, dado que el paciente enfermó a causa
de una frustración a la que el síntoma prestaba una satisfacción sustitutiva. El
analista debe cuidar que el paciente no encuentre prematuramente un reemplazo de
sus síntomas, con especial atención a que tampoco se lo procure en la cura misma,
dentro de la relación de transferencia (Freud, 1919).
Al principio de un análisis, el analista enfrenta la cuestión de aceptar o no la
demanda hecha y esta aceptación siempre tuvo sus implicaciones diagnósticas
(Soler, 1984). Una persona acudirá a la consulta porque algo dejó de funcionar,
según Rubistein (2014), ha habido un quiebre narcisista, una ruptura de su unidad,
un cuestionamiento de sus ideales. Es un momento donde puede producirse una
vacilación fantasmática, una división subjetiva. Hasta ahora lo real estaba
mediatizado por lo simbólico y lo imaginario y el sujeto podía manejarse pero alguna
contingencia ha quebrado sus soluciones subjetivas y al no poder solo, articula una
demanda al Otro.
Esta demanda será de análisis sólo a condición de localizar un síntoma que la defina
como tal. En este sentido Soler (1984) introduce a partir del algoritmo de la
transferencia (Figura 1) la cuestión donde el analista como sujeto supuesto al saber
es el pivote de la transferencia que permite dar cuenta de lo que hace del síntoma
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una demanda verdadera, pues el síntoma (S), se vuelve analizable sólo a condición
de ser incluido en la transferencia, es decir sólo cuando se le presenta como un
significante al analista en su carácter de intérprete o descifrador.
Para esta autora, este hecho hace suponer, un saber sobre el síntoma al analista
(un sujeto que sabe algo sobre el síntoma) pero simultáneamente implica que el
mismo síntoma, no es un cuerpo extraño sino que porta un sentido oscuro
s(S1,S2,…,Sn) que lo representa como sujeto desconocido para sí mismo. De este
modo por la transferencia el síntoma es convertido en pregunta.
Cuando ese lugar de intérprete, de un analista cualquiera (Sq) es ocupado por un
analista en particular, se produce el momento de la demanda. El analista debe
entonces fijar esta transferencia, que en un primer momento es una transferencia
demandante (demanda al Otro que responda sobre el síntoma) y ponerla a trabajar
mediante la asociación libre (Soler, 1984).
S Sq
s(S1, S2,…,Sn)
certeza sobre este saber es el analista, colocando la sospecha sobre el objeto más
desdibujado como la vía más apropiada al desciframiento.
Este autor localiza entonces los síntomas de este continuo y distingue las tres
formas clínicas a partir de no saber o bien el no querer saber del paciente, siguiendo
en su articulación a Lacan (1965): Paranoia, neurosis y perversión.
En la paranoia, el sujeto en su certeza absoluta, convierte el signo que recibe en un
signo certero de que en alguna parte „se sabe‟ lo que quiere decir ese signo cuya
significación él no conoce. Esta dimensión ambigua que en el síntoma se trata de
saber, puede extenderse a todo el campo de la sintomatología, estando indicada
también a los síntomas de los otros tipos clínicos.
La neurosis, es más parecida a los sueños, la interpretación analítica pone en duda
la participación del paciente que invoca no haber sabido sobre la producción y
sostén del síntoma. El analista apuntará a una conversión ética, accediendo a lo que
el síntoma implica de certeza: El sujeto tiene una participación, eso le concierne en
su actividad intrigante, en su responsabilidad, o al menos en la forma de un
autoreproche con que el saber se le presenta.
Según Soler (1985) hay dos tipos de neurosis: La histeria de fijación a un estado
pulsional en la fase genital y la obsesión fijada a una fase sádico anal, pero esta
distinción sólo podría fundar un prêt à porter de la interpretación. Hay que abordar
cada caso como si uno no supiera nada y por otro lado hay conversiones posibles de
histeria a obsesión y viceversa lo que no permitiría etiquetar a los individuos en un
tipo determinado.
Siguiendo a esta autora, lo más particular del síntoma, aquello de lo que no puede
dar cuenta la generalidad del tipo es la verdad del goce, que se establece a partir de
la respuesta del sujeto a los contenidos edípicos es decir, la defensa motivada por la
angustia de castración, entonces la modalidad de defensa es la que determina el
tipo.
Lacan (1960) observa que la defensa no modifica la pulsión, sino el sujeto, hay
entonces un vínculo inmediato entre „defensa‟ y „posición del sujeto‟, clínicamente la
forma más accesible de defensa es la que se refiere a los ideales con los que el
sujeto objeta a las pulsiones inconciliables.
Soler (1985) hace algunas caracterizaciones de ambos tipos en relación a las
defensas del sujeto. El sujeto histérico asume su división, se vale de la misma
llevada al semblante para exigir que aparezca la verdad del Amo. El sujeto se
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representa en el lugar del objeto, (también puede hacerlo por un sustituto), es decir
que en la escena de seducción, se representa en el lugar del objeto y entonces se
sustrae (por ejemplo no dando su consentimiento) se posiciona como un objeto
forzado, así el beneficio de la sustracción es producir un vacío en el Otro, de manera
que el sujeto se completa con la falta del Otro. El fantasma histérico obtura el vacío
propio del sujeto con otra falta. Esta posición hace aparecer la verdad,
especialmente la de la castración del Otro (de ser y de saber). La histérica dice „no‟
al significante, localizándose en la negación o en el intervalo significante, en un
discurso representado por la frase „soy eso, pero también un poquito otra cosa‟ ante
la asignación de un significante, que la petrifica responde “no soy eso”.
Siguiendo la misma autora, la tendencia del obsesivo es dominar al deseo, el peligro
es la inconsistencia del Otro, e intenta colmarla, asegurándose que no haya lugar
para el vacío (ese que el histérico se asegura provocar). Entonces en el obsesivo
ocurre la idealización del Otro, (el padre o la dama), cuya inconsistencia está oculta
y para que esto se sostenga, es mejor que el Otro no esté, aspiran a un Otro
ausente. La idealización permite poner el significante en el lugar del goce, tapar la
inconsistencia del Otro con un significante. El terror asalta al obsesivo (cuando no la
rabia) en el punto en que la otra Cosa que habita al Otro, aparece. Se manifiestan
así las rumiaciones mentales, o los remordimientos que pueden generar un pasaje al
acto.
Por último, retomando la distinción de tipos de Lombardi (2005), en la perversión se
trata de que se sabe, pero no se puede hacer saber; el deseo es poseído, vivido
como secreto y como tal desarrolla la dimensión de su goce.
Para este autor esta concepción psicoanalítica del síntoma en la clínica es al mismo
tiempo muy amplia y precisa, ya que se trata de la operatoria autorreferencial del
significante del síntoma, en tanto que este sería un saber que se señala a sí mismo y
cuanto más inaccesible a la conciencia, más absoluto. El análisis ofrecería la
oportunidad al sujeto de posicionarse de otro modo ante este signo, a condición de
no suprimirlo pues la forma en que cicatriza su eliminación lo hace inextirpable.
económicamente, quedando excluidas las clases menos favorecidas. Por otro lado la
oferta de analistas profesionales era escasa y a su vez, podían atender unos
cuantos pacientes por año. Esto representaba un límite al tratamiento que se
acababa de inventar, sólo superable mediante unas ciertas instituciones que lo
llevarían adelante no sin algunas modificaciones.
Estas variaciones en la técnica a las que Freud (1919) alude, podrían incluso
contemplar el retorno a un cierto grado de sugestión, aunque resalta sin dudar, que
lo más eficaz del tratamiento en una institución, seguiría estando sostenido por lo
que este tome del psicoanálisis más riguroso sin partidismos.
Luego de haber puesto en funcionamiento una institución de las características que
enunció en 1919, en el Prólogo a los Diez Años del Instituto Psicoanalítico de Berlín,
Freud (1930) establece como las tres funciones más importantes de dicha
organización: La accesibilidad al tratamiento, la formación y enseñanza mediante la
transmisión de la experiencia y el perfeccionamiento de la técnica a partir de un
mayor conocimiento de las enfermedades neuróticas.
Las particularidades que implican la ampliación del ámbito del psicoanálisis, del
consultorio a la Institución pública en particular han sido abordadas desde entonces
por varios autores, de donde es posible señalar qué características de dicha
implementación comparten las instituciones privadas y cuáles no.
Rubistein (2004) señala cuatro condiciones: La incidencia de la salud pública, la
coexistencia de discursos, la variabilidad de las demandas en el hospital y ciertas
condiciones de tiempo y dinero.
a. La incidencia de la salud pública: La definición de salud de la OMS como un
estado de completo bienestar físico, mental y social, no solamente la ausencia
de afecciones o enfermedades está impregnada de ideología, ya que enuncia
un sujeto del derecho suponiendo la posibilidad de restaurar ese derecho al
equilibrio con el ambiente, mientras que para el psicoanálisis se trata de un
sujeto que no está en armonía con la realidad (Rubistein, 2004).
Lacan (1985) se refiere a la función del médico como consecuencia de las
exigencias de la ciencia y plantea que si la salud se vuelve objeto de una
organización mundial, se tratará de saber en qué medida es productiva,
convirtiendo al médico en empleado de dicha empresa.
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en psicoanálisis sino un ajuste riguroso a la lógica del caso por caso sin habilitar
modelos prefigurados. Va en el sentido de que un analista no se autoriza sino de sí
mismo.
En cuanto que en el ámbito de la institución privada objeto del presente trabajo,
según un documento interno que regula la admisión en la institución observada
(Anexo 1), se trata de una o una serie de entrevistas en las que el analista admisor
tendrá que establecer una serie de coordenadas que permitirán la entrada o no en
los dispositivos institucionales.
La admisión es el primer dispositivo institucional con el que se encuentra un
demandante. Este dispositivo adopta la forma de la institución que lo aplica, por lo
que serán tan diversos como lo sean los consultantes y habrá tantas modalidades de
encarar la tarea como admisores, por lo que se sitúa una parte del tema en el
entrecruzamiento del discurso institucional y el discurso psicoanalítico, es decir,
¿Qué sucede cuando el admisor es un psicoanalista? Este deberá responder en
nombre de la institución a la demanda de admisión, ateniéndose a las pautas que la
institución le ha establecido, pero también en un más allá de lo administrativo, estará
el efecto de la escucha analítica, en cuanto a poder alojar provisoriamente la
demanda del consultante (Roa, 2008). Según Freud (1926) todo neurótico consulta
por un padecimiento, algo que lo oprime, algo no revelado que cuando se da la
ocasión de expresarlo produce alivio.
La entrevista de admisión, según Roa (2008) tiene varias finalidades. En primer
lugar, se responde a la demanda de tratamiento en cada consulta evaluando los
recursos con los que cuenta la institución, en caso de no ser suficientes, se realiza
una derivación externa, a otra institución que disponga de lo necesario (por ejemplo
guardia psiquiátrica). En estos casos la admisión reviste una función orientativa y
puede requerir la asistencia de otras instancias institucionales a tal fin, como lo es
una interconsulta.
La diferencia que señala Rubistein (1998) en la admisión en la que interviene un
analista, es el lugar que se le da al sujeto en la misma y la posibilidad de tener en
cuenta la transferencia, permitiendo el despliegue de una historia subjetiva, una
historia del deseo y no sólo un intento de recaudación de datos que valgan como
signos para realizar un diagnóstico. Este sujeto puede requiere un alojamiento que
no puede demorarse demasiado, implica hacer lugar al pedido aun cuando no esté
claro si esto podrá convertirse en un análisis. Una de las funciones más importantes
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aquellos que hablan. Los primeros corresponden a los padecimientos descriptos por
la psicología del yo, los llamados síntomas contemporáneos y los trastornos
descriptos por el DSM 5.
Freud (1893) planteaba que cuando un paciente neurótico, relata sus dolores,
provoca la impresión de estar haciendo un excesivo trabajo intelectual en la
búsqueda de palabras y definiciones que ayuden al médico a hacerse una idea de
sus padecimientos, incluso acompaña su exposición de un lenguaje no verbal que
avala este esfuerzo. Fydman (2005) señala en este hecho el cambio que opera en el
objeto del diagnóstico, que ya no son los dolores sino el nudo de pensamientos y
sensaciones que a esos dolores entrama. Diagnóstico es entonces atribuir un
sentido a cierto conjunto de signos pero no por el padecimiento que muestran sino
como representantes de otra cosa, esa otra cosa es la que se diagnostica.
Gurevicz, Mordoh & Lombardi (2006) postulan que el sujeto puede durante el
proceso diagnóstico psicoanalítico determinar su participación inconsciente en el
origen de su síntoma, esto es un efecto terapéutico por otro lado esa participación es
diferente en cada uno de los tipos clínicos (neurosis, psicosis o perversión). Sin
embargo no se puede reducir el sujeto al tipo. El diagnóstico estructural, aquel
diagnóstico hecho a partir que el analista ocupa su lugar en la estructura y lo
sostiene desde la transferencia, puede desorientar ya que si no hay señales claras
podrían generarse en el propio analista inhibiciones o excesivos cuidados ante una
psicosis, o bien excesivo alivio ante una neurosis lo cual estaría completamente
injustificado.
Estos autores, afirman que si bien es posible hacer un diagnóstico desde el exterior
de un conocimiento analítico, es decir sin transferencia, sólo a partir de lo que el
sujeto dice o cómo se comporta. Este diagnóstico no garantiza la posibilidad de un
tratamiento y además puede obstaculizar la aparición del sujeto del inconsciente. Tal
afirmación se fundamenta en que la introducción por parte del analista de un saber
diagnóstico exterior a la escena analítica, puede deshacer la operación realizada por
el sujeto, pues la palabra no sería constituyente del diagnóstico del sujeto, sino un
mero vehículo de los signos que otorgaría el diagnóstico del Otro. Un síntoma que
puede tratarse es un síntoma auto-diagnosticado, es un síntoma que el sujeto
considera como tal.
En la mayoría de las instituciones se requiere un diagnóstico presuntivo como
conclusión del proceso de admisión, en otras terapias se soluciona completando un
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Rubistein (2014) también puede ser un espacio de derivación, esto exige del analista
no obturar el espacio de subjetivación, no hay que optar entre un médico y un
analista, del mismo modo que no hay que pensar que lo psicológico reducirá un
problema orgánico, como si hubiera una cuestión lineal de causa y efecto. Hay un
espacio de subjetivación del cuerpo y de ese cuerpo biológico, que cuando se
presenta como real escapa, a veces soportar una enfermedad orgánica implica que
algo puede dar lugar al análisis sin sustituir el tratamiento orgánico que puede ser
necesario.
Roa (2008) agrega que la llegada de un paciente a la institución en busca de un
analista ocurre luego de haber agotado un recorrido por médicos, amigos, etc., sin
haber encontrado una respuesta al sufrimiento que lo aqueja. Este hecho evidencia
que las respuestas que le han sido sugeridas no han sido suficientes, pero también
implica una suposición de inconsciente, que supone que lo que le pasa quiere decir
algo, lo que ubica el síntoma en el sentido de cuerpo extraño.
campo vacío, a quien se dirige el mensaje. Este lugar es ocupado a veces por la
institución, de manera que el que recibe al paciente encarnaría a ese Otro
institucional.
algo que el paciente mismo trae. Esto se verifica no sólo en la admisión, sino
también en la derivación y en el re-análisis.
Para Roa (2008) la admisión también permite al consultante postular sus
condiciones respecto de las características que deberá reunir el analista que se
haga cargo de su caso. Son cuestiones del orden de lo imaginario operarían como
condición para sentirse escuchado, por lo que merecerían ser tenidas en cuenta
dentro del marco institucional pues no darles su lugar puede implicar el fracaso de
establecer una transferencia en todo su rapport.
Cuando el analista sanciona la entrevista de admisión como último encuentro, no es
sin consecuencias, ni para el analista, ni para el sujeto atravesado por el acto. Esto
puede ser que ocurra porque para algunos sujetos solo se trata de un
apaciguamiento de lo que los ha llevado a consultar, donde se pueden producir
ciertos efectos terapéuticos, pero nada impulsa a seguir. También está la postura
que supone que la finalización del tratamiento en institución se asimila a la entrada
en análisis, de donde se desprende que las entrevistas preliminares son el marco de
un tratamiento posible en institución (Campanella et al., 2008).
Según Itzig (2010) la frase “la admisión del sujeto” contiene un equívoco y es que,
por un lado significa que el sujeto admite y por el otro que el sujeto es admitido.
Fernández Mores (2010) lo explica diciendo que la admisión del sujeto tiene dos
vertientes, por un lado quien consulta admite que hay una causa que le concierne
para eso que padece. No se trata de un reconocimiento yóico, sino que se ubica en
la enunciación como un consentimiento subjetivo, quien consulta se admite sujetado
a ciertos significantes al encontrarse sobre determinado por ellos; pero por el otro
lado también, el analista admite en tanto aloja ese padecer, absteniéndose de
intervenir desde ciertos ideales, (como podrían ser la proposición de soluciones
propias) para crear así un espacio para que se despliegue la singularidad del sujeto,
esta es la condición indispensable para la puesta en marcha de un posible
tratamiento.
4. Metodología
4.1. Tipo de estudio:
Se trata de un estudio descriptivo, diseño no experimental.
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4.2. Participantes:
El autor participó de dos entrevistas de admisión las cuales fueron registradas a
posteriori y se adjuntan en anexo.
El primer caso, se designa con el nombre ficticio de F era una joven de 20 años
estudiante universitaria quien dijo tener la necesidad de dejar su casa porque ya no
soporta a su madre y por otro lado le costaba enfrentarla para comunicarle su
decisión.
El segundo caso, a quien se menciona como Y, fue una mujer de 50 años empleada
doméstica de nacionalidad peruana. Fue derivada por el colegio al que concurre su
hijo de 15 años, quien padece un retraso madurativo. El motivo de la derivación fue
prevenir identificaciones con un hecho de filicidio ocurrido a un compañero del niño,
en la presunción de que la consultante estaría desbordada por otras circunstancias.
El presente trabajo se enriqueció con las entrevistas realizadas como observadores
no participantes por los concurrentes a las pasantías de la materia Clínica de Adultos
que aportaron sus anotaciones, quienes tenían al momento de la experiencia entre
20 y 28 años, sólo dos estaban en el segmento de edad mayor a 35 años (uno de
cada sexo) y en su mayoría eran mujeres (solo 6 varones en las comisiones
observadas). Los casos aportados por estos observadores se detallan a
continuación y se adjuntan en anexo.
El tercer caso, observado por un varón, fue la consultante a quien se nombra como
N de 37 años. Se trata de una empleada de comercio en relación de pareja con otra
mujer quien dijo tener problemas de bulimia a raíz de una mudanza inminente y la
propuesta de su pareja tener un hijo juntas.
El cuarto caso, fue aportado por una mujer, se trata de la entrevista a S de 21 años
quien ubicó el motivo de consulta en torno a un padre con trastornos psiquiátricos
que habría dado señales de ser peligroso para sí y para su familia, lo cual la provocó
en ella una actitud de desgano y de no saber qué hacer.
Un quinto caso lo observó una mujer, es el caso de P de 31 años, mujer oriunda de
una provincia quien luego de convivir 12 años con un hombre que según sus dichos
la golpeaba, convive con sus hijos y su actual pareja, un hombre 41 años mayor que
ella, en una situación que no le resulta cómoda.
Un sexto caso fue observado por un varón, se trata de un joven a quien se menciona
como M de 33 años, quien dijo consultar a pedido de su novia y acusa tener una tara
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desde su infancia producto de una acción del padre que arrastró a la familia a pasar
ciertas privaciones y ser cuestionados moralmente en un pueblo del interior del país.
Adicionalmente se realizaron entrevistas a tres actores de la admisión con el fin de
recabar información relevante y que se adjuntan en anexo:
Para la primera se citó a la directora de la institución quien ejerce esa función
desde el año 2003. Se trata de una Licenciada en Psicología de la
Universidad de Buenos Aires, con 22 años al frente de instituciones
asistenciales (fue directora de otros centros desde 1997 a 2003) y más de 28
años ejerciendo el psicoanálisis lacaniano, tanto en el ámbito clínico, como
docente. Cuenta con varias publicaciones sobre el tema del presente estudio..
Para la segunda se convocó a una Licenciada en Psicología profesional con
10 años de ejercicio en el ámbito clínico, asistencial y docente. Es
psicoanalista lacaniana y forma parte hace tres años del equipo de 30
admisores con que cuenta la institución
Una tercera entrevista se sostuvo con la supervisora del grupo de primer año
de concurrentes, es uno de los 3 grupos de concurrencias (hay otro de
segundo año y uno de niños), quien es Licenciada en Psicología, con más de
15 años ejerciendo el psicoanálisis Lacaniano, tanto en el ámbito clínico como
en el asistencial y docente; desempeñándose en esta función de supervisión
desde hace tres años y de más de 10 años realizando admisiones en el
equipo de la institución.
4.3. Instrumentos:
La información fue recolectada mediante la observación no participante de dos
entrevistas de admisión, llevadas a cabo en los consultorios de la institución. Se
realizó una transcripción no textual de las mismas ya que no estaba permitido su
registro en medios electromagnéticos por razones de confidencialidad.
Se accedió a los registros de observaciones no participantes de otros observadores
quienes recopilaron lo actuado por el admisor y el demandante de análisis durante
dicha entrevista. Todas las admisiones registradas constan en anexo y se los
identifica con un seudónimo para hacer referencia en el desarrollo.
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Se obtuvo un documento interno de la Institución que tiene por finalidad dar algunas
pautas generales a los admisores sobre el proceso de admisión, el mismo fue
analizado en el presente trabajo adjuntándose una copia en anexo.
Se obtuvo información diversa en reuniones no formales con docentes y miembros
de la institución, la misma ha sido vertida en el desarrollo de este trabajo. Los casos
que no fueron documentados se identifican por la ausencia de seudónimo y tampoco
se han incluido en anexo, en cada uno se intentó ubicar los dichos en contexto.
Por último, se realizaron tres entrevistas semidirigidas a una admisora, a una
supervisora que realiza habitualmente admisiones y a la Directora de la Institución.
Las mismas constan en anexo y los ejes en que se basaron fueron planificados con
anterioridad y se describen en el punto siguiente.
4.4. Procedimiento:
Para la realización del presente trabajo se presenciaron dos entrevistas de admisión
cuyo material fue vertido al presente estudio como ejemplos de los temas
presentados. Estas entrevistas fueron llevadas a cabo ambas en día lunes a las 19
30
hs, las mismas tuvieron una duración aproximada que, superando la media hora no
excedieron los 45 minutos. Se realizó una transcripción no textual de las mismas ya
que no se permite su grabación en medios electromagnéticos por razones de
confidencialidad.
Se complementó el trabajo individual con de otros observadores de otras entrevistas
de admisión, contando con un registro de características similares.
Se profundizó el tema ubicando los interrogantes que hacen al presente trabajo
durante los talleres de las concurrencias y pasantías, pudiendo indagar en esta
instancia a los admisores de las entrevistas objeto de estudio y obteniendo del grupo
aportes a la cuestión específica de cada admisión y del proceso en sí. Estos talleres
tuvieron lugar los días lunes y martes de 20 a 21:30 y los sábados de 9 a 10:30 hs
con seis docentes a cargo (tres varones y tres mujeres).
Se realizaron dos entrevistas a admisores, siguiendo los puntos del apartado 4.3.1 y
con la estructura propuesta en el apartado 4.3.2 se obtuvieron las opiniones de la
Directora de la institución.
Estas entrevistas se fueron llevadas a cabo en el siguiente orden: En primera
instancia, se realizó la entrevista a la Directora de la Institución, en el despacho que
ella ocupa en la sede institucional, siguiendo los ejes descriptos en el apartado 4.3.2,
la misma tuvo una duración de media hora. Se solicitó autorización para registrar la
conversación y la misma fue desgravada para su posterior análisis e inclusión al
anexo que conforma este estudio.
La segunda entrevista se realizó a una psicóloga miembro del equipo de admisión
de la institución, tuvo una duración de 20 minutos, posteriormente se realizó el
registro de lo conversado para anexar al presente trabajo.
La tercera entrevista convocó a la Supervisora del grupo de primer año de
concurrencias, se realizó en 40 minutos en la sede de la institución, previa
autorización se registró la conversación procediéndose luego a la desgrabación de la
misma para su análisis e inclusión en anexo a este escrito.
5. Desarrollo:
5.1. El lugar de la entrevista de admisión.
La entrevista de admisión no sería una entrevista preliminar (Roa, 2008) sino más
bien una instancia administrativa que no es sin un admisor, quien puede ser o no un
31
va desde los diez renglones hasta las dos carillas como máximo, aunque se observó
con mayor frecuencia una extensión de una carilla y media, ninguna observación
estuvo fuera del rango mencionado. Este documento se confeccionó en todos los
casos presenciados de puño y letra del admisor, quien estampó al final de sus
comunicaciones su firma y sello.
La redacción del documento descripto, dependería del estilo del admisor, pero se
pudo verificar que en general se tiende a utilizar una forma impersonal citando entre
comillas los dichos textuales que pudieran ser indicios de significantes del paciente
para el terapeuta que tome el caso a posteriori. Como este registro ocurriría luego de
la entrevista, puede pensarse que podría contener algunos aspectos inconscientes
puestos en juego por el admisor, lo que daría lugar a aquello que escuchó y en cierto
modo, no hubiera podido pasar por alto al momento de documentar el encuentro,
localizando así algo más allá del “yo” del analista, en el rol de admisor, como lo
señala Rubinstein (2008).
De lo expuesto hasta este punto, se podría pensar que se trata de una entrevista
libre, sin embargo una muestra no sistemática de no menos de veinte historias
clínicas que se observaron a lo largo de la pasantía, en la instancia de las
supervisiones grupales, permitirían suponer que se trata de una entrevista
semiestructurada, pues en ningún elemento de dicha muestra faltó material que dé
cuenta del hecho de haber indagado sobre el motivo de consulta, datos que intentan
configurar el desencadenante de la misma, datos sobre el entorno actual, actividad
laboral y no laboral y la constancia expresa de haber comunicado al consultante las
pautas institucionales.
La participación en las supervisiones permitió ubicar la importancia fundamental que
tendría éste documento. Dicha afirmación se sustentaría en la observación qué en
casos que el admisor determinó la necesidad de un analista con experiencia, la
supervisora evaluó si alguno de los analistas de su equipo podía acceder a la
demanda que se le imponía, a la luz de la lectura de este documento. Dicha lectura
intentó precisar si ella misma en tanto supervisor, estaba dispuesta a tomar el caso.
En esto se observaría algún matiz a lo expresado por Soler (1984) respecto qué si
bien el analista se autoriza de sí mismo, en sus instancias noveles podría requerir de
otro que lo guíe, más allá de la gravedad que pudiera percibirse en el caso. Este
Otro se sitúa en la institución y el dispositivo que ofrece que incluye para el analista
33
podría lidiar con las dificultades del caso con más dedicación y eficacia que un
analista con experiencia, quien además seguramente tendría más pacientes y
menos supervisión caso a caso.
Durante la práctica se pudo indagar que varios de los analistas a cargo de los
tratamientos, no daban tanta importancia a la admisión y preferir escuchar al
paciente de primera mano. Esta es una de las opciones que señala como posible
Rubinstein (2014) acerca del destino de los dichos en la admisión. Sin embargo se
pudo dar cuenta que todas las derivaciones ocurrieron previa lectura, ya sea en
grupo o individualmente de la entrevista de admisión y en una reunión en la que se
participó, se pudo constatar que la entrevista de admisión cuando no está, hace
valer su falta.
El hecho se desplegó a partir de la admisión de N que luego de su observación por
parte de un participante del taller, se analizó el caso ese mismo día, el profesor a
cargo del taller señaló que se trataba de un caso que sería para un analista con
experiencia. Pero terminada la clase, por una cuestión de horarios, el admisor no
alcanzó a completar el informe y dejó la historia clínica en recepción.En instancias
de asignación de casos, se entregó el mismo a un analista de primer año
comentándose ante la falta de la transcripción de la admisión en la historia clínica,
que se podría suponer que no habría aspectos relevantes a considerar en la misma.
Al ubicar el observador rasgos comunes con la admisión comentada en el taller
(fundamentalmente la fecha de realización y el admisor responsable) comunicó
inmediatamente el punto de vista del profesor del día lunes y se procedió a diferir su
asignación hasta contar con la descripción del admisor en la historia clínica. Si bien
no se puede determinar qué efectos pudieran haber sobrevenido en caso de asignar
el tratamiento a un analista del primer año, queda claro que algo operó en reemplazo
de la admisión haciendo notar el lugar que quedaba libre.
La existencia de una admisión también, permitiría al analista designado tener acceso
a elementos que podrían ser relevantes para rechazar el caso. Por ejemplo se
observó en instancia de supervisión que un analista con horarios para atender a un
paciente, lo rechazó después de leer en la admisión que el consultante estaba
atravesando un duelo que le resultaba difícil ya que él mismo estaba en un proceso
similar (Rubistein, 2014).
Lo que escucha el admisor, queda disponible a veces en la transcripción de la
entrevista, que es más que un acuerdo de horarios (Fernández Moores, 2010) como
35
se pudo verificar en un caso en que se derivó a otro equipo, un paciente con historia
clínica sin restricciones respecto al terapeuta, que fue derivado por un concurrente
de primer año con horarios disponibles. La lectura de la historia clínica aún en
ausencia del concurrente que había hecho la recomendación al consultante, dejo a
las claras que se trataba de un caso que debía ser atendido en otro equipo, pues se
trataba de una persona cercana a uno de los integrantes del grupo supervisado.
En la entrevista a la directora se le interrogó acerca de qué podría considerarse un
fallo en la admisión, la intención de esta pregunta era indagar acerca de la finalidad
de la admisión apareciendo el elemento de las urgencias subjetivas. La directora
comentó que aunque no se aloje la demanda, si se acerca un sujeto angustiado se
debe medir si puede dejárselo ir, o se debe activar la red social del mismo para
contenerlo. Se observó así lo expresado en Rubinstein (2014) y Roa (2008) respecto
de las urgencias subjetivas que pueden aparecer en la admisión, en una viñeta que
compartió la directora sobre una mujer de edad avanzada, que asistió a una
admisión programada donde el admisor pudo detectar un estado de confusión que
no le permitía dar cuenta de dónde debía ir al terminar la entrevista. Aquí el admisor
se ocupó de ubicar a un familiar que viniera por la anciana. Si se hubiera dejado a
esta admisión seguir los carriles institucionales dejando ir a la persona, se hubiera
cometido un error de consecuencias legales graves para el profesional y la
institución. Este error habría tomado sustancia en la Admisión (Roa, 2008).
En la misma entrevista la directora dio cuenta de una situación que puede dar
indicios acerca de la admisión desde el consultante. Según sus dichos, muchas
personas concurren a la institución luego de haber hecho una admisión en su obra
social. Esto evidenciaría que el dispositivo no siempre funciona, en opinión de la
directora cuando opera como expulsor sería por una falla al momento de alojar la
demanda. Según su experiencia, los pacientes dicen que el admisor miraba el reloj
todo el tiempo o que no se les dijo nada. Para la directora el admisor puede decir
algo en ese sentido, tal como que es un buen momento para consultar, como una
maniobra de alojamiento, un señalamiento como diferencia Fernández Mores (2010),
que pudiera operar aliviando la angustia. Alojar provisoriamente la demanda no es
responder a la demanda (Roa, 2008).
Más allá de la obviedad respecto que en una institución psicoanalítica casi es
inesperable que no sea un analista quien esté a cargo de la admisión, todas las
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mostraría algo que sin ella no hubiera tenido existencia y es del orden de la
diferencia, lo que difiere entre ambos encuentros, quedaría así convocado a decir
algo sobre la posición subjetiva y brindaría material que podría orientar al analista en
su trabajo de seguir escuchando. Nuevamente se hace evidente la posibilidad que
los dichos del consultante en la admisión no se pierdan. (Rubistein, 2014)
partir de lo que le sucedió al padre. Esto se manifestaría como lo difícil que le resulta
seguir después de esto que podría ser la caída del ideal, se estaría quedando
atascada, habría un quiebre de orden narcisista, una caída de sus ideales
(Rubinstein, 2014).
En la admisión M ubicó su síntoma como inhibición ya que enunció tener una traba
mental que asoció a su infancia. El paciente intentó situar un hecho ocurrido con su
padre de índole económica que afectó la relación con sus primos y
concomitantemente la exclusión de una supuesta clase social en su pueblo de
origen, sin embargo no pudo dar cuenta de qué situación se trató, la que calificó
como un “hachazo” en su vida.
El admisor señaló posteriormente que este paciente estaría solicitando según sus
dichos al otro que diga por él, por ejemplo cuando preguntó al analista si tiene con lo
relatado hasta ese momento material para trabajar. Se ubicó además una cuestión
que podría ser escópica, alusiva a la paranoia que se hacía intolerable cuando
fumaba marihuana, época en la que creía que la gente lo miraba. Sin embargo la
mirada parecería ser una cuestión secundaria a la voz, ya que el fenómeno parece
ser más invocante, dado que quienes supuestamente lo miraban parecía que
hablaban, como en el pueblo. De esa época también mencionó que además el tenía
las orejas muy paradas, atribuyéndolo a que es sensible por el arte.
En esta admisión se podría estar en presencia de un discurso pre constituido del
Otro, los dichos del paciente eran los de su novia, no habrían sido significantes de
él, habría cierta falla en la enunciación pues marcadamente parece ser puro discurso
del otro y no estaría logrando constituir un discurso propio. Habría una solución con
cierto rasgo paranoide, escópica pero el objeto primario, parece ser eso que le
habla, eso que lo injuria (Lombardi, 2005). La falta de fenómenos en el cuerpo
estaría remitiendo a una psicosis ordinaria. El analista manifestó descreer que M no
haya realizado ninguna terapia con anterioridad, a partir de observar que parece
saber qué decir. Cuando se hizo la maniobra cuestionando a los padres y ante la
cual el paciente se puso a la defensiva, manifestando cierto ánimo enojado, ahí el
admisor hipotetizó que habría una precariedad que no debería ser sacudida y
comentó su intención de no insistir.
Todos los fenómenos observados y relatados, estarían dando cuenta de que la
existencia en la admisión, de indicadores de estructura, pero no podría hacerse un
diagnóstico ya que ninguno en singular y sin transferencia sería indicador suficiente.
45
instrumento adecuado para tal fin, como podrían haber sido el generar minutas de
supervisión u observaciones participantes.
Las admisiones observadas y documentadas en el presente trabajo tuvieron la
particularidad de haber sido protagonizadas por tres individuos (un admisor, un
consultante y un observador), no contándose con estudios comparativos que puedan
dar cuenta de las diferencias que se pudieran observarse en el dispositivo en su
versión habitual de dos individuos (un admisor y un consultante). Por otro lado, las
observaciones al haber sido en el marco de pasantías clínicas, sufrieron un leve
sesgo que el admisor manifestó haber aplicado yendo un poco más allá de una
entrevista de admisión común a fin de recabar más material de tipología diagnóstica
para trabajar posteriormente en los talleres. La afirmación de que podría ser leve el
sesgo, se basa en que el tiempo de duración fue en todos los casos dentro de los
parámetros establecidos por la institución (aproximadamente entre 30 y 45 minutos)
para las admisiones comunes (sin observadores).
Tampoco se puede precisar los efectos en los consultantes de haber participado de
una admisión con un observador que solo aportó su presencia. En todos los casos el
observador fue presentado como tal al consultante.
Si bien no fue objeto del presente trabajo se podría haber documentado mejor la
extensión del material y los contenidos que finalmente se incluyeron como entrevista
de admisión en las historias clínicas, a fin de documentar la estructura que estaría
subyaciendo a la entrevista y que la observación de algunos casos habría permitido
suponer. Este dato tendría más valor aún luego de un estudio (que hasta podría
contener descripciones estadísticas) de los contenidos de la entrevista de admisión a
partir del análisis de los textos, pero no sería una pregunta en el marco de la teoría
psicoanalítica. Un estudio de las características descriptas sólo podría hacer algún
aporte en el marco de una investigación sobre síntomas actuales, recopilando
cuánto se repite de lo que dicen los pacientes, qué se repite y por qué o para qué
insiste.
El estudio resultó ser específico, pues no pudo observarse casos diversos que hacen
a la tipología de la entrevista de admisión como lo son las entrevistas múltiples de
admisión, que son aquellas en las que no logra discernirse si el dispositivo se ajusta
a la demanda en un solo encuentro y a las que cabe suponerles características
diferenciales; ni a las admisiones directas que es el dispositivo pensado cuando se
solicita a un analista de la institución en particular, ni a las admisiones sujetas al
50
7. Referencias Bibliográficas
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Lacan, J. (1965). Seminario XII: Problemas cruciales para el psicoanálisis. Inédito.
52
8. Anexos
8.1. Entrevistas
8.1.1. Entrevista a la directora de la Institución
La entrevista a la Directora de la Admisión se realizó en su despacho en la sede de
la institución sin otros participantes. Se solicitó previamente permiso para registrar la
conversación y el mismo fue concedido. Luego un cálido recibimiento comienza la
entrevista objeto de la reunión.
Entrevistador (E) –Bueno comencemos… ¿Cuál sería la finalidad de la admisión
en la institución?
Directora (D) - Quien se acerca, a la institución lo hace con un pedido, no lo
podemos llamar aun una demanda porque no tiene ese estatus, viene porque
tiene una cuestión manifiesta solicita ayuda. La finalidad de una admisión sería
poder evaluar si entre lo que busca el consultante y lo que la institución le
puede dar hay un grado de coincidencia. Si esto ocurre se lo admite, pero si
no hay coincidencia, lo que se hace es una derivación externa a otro tipo de
institución diferente, que tenga otra estructura, por ejemplo: si viene alguien
con un pedido en relación a una cuestión de consumo y está consumiendo de
una manera importante, nosotros solemos derivar a una institución que se
ocupa de esa temática y que tiene otros dispositivos -como guardias o
acompañamientos- que permiten implementar otro tipo de estrategias. El
objetivo de hacer una admisión es ver si el paciente es admitido porque lo que
le ofrece la institución es lo que él busca. Otro ejemplo es los horarios
disponibles de los analistas, que por lo general vienen a la institución una vez
por semana y si se acerca alguien que requiere mayor frecuencia de
tratamiento, antes de admitirlo debemos constatar que contamos con algún
profesional que tenga horarios para venir en la frecuencia que entendemos el
consultante está necesitando.
E – ¿Sería la contra cara del „venir a pedir‟, un: „A ver que te puedo dar‟?
D – En cierto sentido, porque si no sería muy irresponsable de parte de la
institución que al poco tiempo deba comunicarse que no era la institución lo
que el consultante estaba buscando, con el agravante de tener que
comunicarlo con una cuestión transferencial ya establecida… es muy
complicado de esa manera, esto lo decía Freud, entre los motivos del
55
pero muchas veces alguna intervención que aquel que viene no espera, no se
imagina, no se le ocurre, hace que le parezca que hay algo que se abre como
una nueva luz y lo lleva a pensar y lo engancha. O todo lo contrario, alguien
que viene muy decidido… no pasa nada y se va.
E – ¿Existe algún método o indicaciones acerca de qué tareas se espera que
cumpla el admisor a instancias de la entrevista de admisión?
D – Si fundamentalmente es esto que hablamos, en primer lugar, debe evaluar si
hay coincidencia entre esa demanda que hace el solicitante y lo que puede
ofrecerle la Institución. En segundo lugar debe establecer si es una urgencia,
si hay necesidad de hacer una entrevista psiquiátrica. Estas dos cosas como
mínimo.
Pero también debería pesquisar otras cosas que pueden ser interesantes para
aquel que va a continuar el tratamiento, tales como los motivos que lo
movieron a elegir esta institución para tener una idea de la transferencia previa
y también, si hay alguna cuestión que se pueda establecer del
desencadenante de la consulta que no coincida con el motivo manifiesto, que
diga un motivo pero en el relato de la admisión aparece que hay un
desencadenante, algo que sucedió más del orden de lo real que no
necesariamente se ubica cercano en el tiempo, pero el admisor puede ubicar
como el verdadero desencadenante y es un punto interesante de registrar.
E – ¿Cuál sería la responsabilidad profesional o institucional del admisor? ¿Qué
podría caratularse como un fallo en la admisión o como un error y si alguna
vez pasó?
D – Yo creo que el fallo más habitual es esta cuestión de que el paciente no
vuelve. Creo que es una falla de la entrevista de admisión, porque así además
de recibirlo creo que hay que poder hacer una maniobra de alojamiento que
haga que ese paciente vuelva y a veces eso no se da, entonces el paciente no
se sienta escuchado y no vuelve.
Otra falla tiene que ver con medir el riesgo, que a veces es difícil…por
ejemplo, en alguien que viene muy angustiado poder medir el riesgo que
implica decirle que vuelva la semana que viene… Me viene a la mente un
ejemplo de una señora mayor que concurrió a la admisión y la persona que la
recibe se da cuenta que está en un estado de confusión, que no le permite
ubicar donde se tiene que ir al finalizar la entrevista, entonces no se la dejo ir,
59
qué tenía el sí fácil‟. Eso no era lo que lo traía sin embargo apareció algo en el
orden de la división que lo hizo plantearse esta nueva pregunta en su
demanda. Pero esto no siempre ocurre, a veces la admisión es solo un trámite.
No hay que olvidar que así como hay un admisor, el consultante es alguien
que quiere ser admitido y también se da que lo que se dice en la admisión es
para ser admitido, lo que considera correcto para esa instancia en pos de ser
aceptado para el tratamiento y luego en la primera entrevista con el analista
aparece el verdadero motivo de la consulta. Lo que en verdad lo trae por acá.
E – ¿Cuál es el la diferencia fundamental en tu opinión de la presencia de un
psicoanalista en la entrevista de admisión respecto de que la misma la realice
otro profesional o un psicólogo desde otra posición teórica?
A – El analista va a sumar al proceso eso que no aportaría por ejemplo un
psiquiatra, quiero decir que un psiquiatra va a buscar signos objetivos de
alguna enfermedad para poder decidir un tratamiento seguramente con alguna
medicación para ese consultante, intenta ubicar una depresión o un trastorno
específico, pero un psicoanalista apunta al sufrimiento subjetivo, a que le pasa
a esa persona en particular. Básicamente, un analista aportaría la escucha,
pero en otro nivel de escucha que no es el de otros profesionales.
E – ¿Qué quedaría por fuera de atender? ¿Si hay una admisión? ¿Qué no se
admite?
A – Creo que nada, salvo aquello que no esté la institución en condiciones de
alojar, el resto es todo atendible. Eso no quiere decir que el tratamiento se
lleve a cabo pero se trata de alojar todas las demandas porque no se rechazan
pedidos de análisis por diagnóstico. Ves ahí tengo otro punto en que no logro
ubicar la necesidad de la admisión pues el diagnóstico es en transferencia y
eso no ocurre en la admisión o si ocurre no es una transferencia en
condiciones como la que se espera ocurra en un tratamiento donde se pueda
hacer un diagnóstico. Creo que no es una finalidad de la admisión el
diagnóstico.
E – ¿Se puede decir algo sobre el futuro del tratamiento a partir de indicios que se
pesquisen en la admisión?
A – No creo. No se dan como dijimos las condiciones para poder saber que
ocurrió en la admisión. Si puede pasar qué a posteriori si uno está tratando a
ese consultante y vuelva sobre la historia clínica a releer la entrevista de
62
admisión, ubique cosas que ya habían sido dichas en esa instancia, pero así
funciona el psicoanálisis en ese tiempo retroactivo, que permite una lectura a
posteriori, pero sin el tratamiento y la transferencia es imposible decir algo del
tratamiento salvo algunas cuestiones entre comillas diagnósticas, como no
decir algo o escuchar sin señalar esperando a ver que más dice el consultante
pero ya en instancias del tratamiento.
E –Bueno muchas gracias por su colaboración.
Me paso la otra vez con una paciente, que viene hace dos años y medio y
tenía mis dudas, ella se presenta con síntomas obsesivos, se presenta como
un TOC, pero no quiere hablar mucho de eso, porque tiene cierta creencia de
que si habla se contamina. La otra vez viene con una mesa a la sesión y me
dice que se compro una mesa si la puede apoyar contra una puerta corrediza
que tengo. Me di cuenta que si la dejaba ahí al accionar la puerta la mesa se
iba a lastimar, entonces, olvidando esta cuestión que ella tiene le dije te la
corro porque se puede lastimar con la puerta, la pongo acá. Pero terminando
la sesión me dice algo así como „bueno, vamos a ver si no se contaminó‟.
Entonces yo le dije tenés razón soy una bestia, te pido mil disculpas porque yo
te tenía que haber preguntado qué hacer con la mesa, no lo pensé, te pido mil
disculpas y ella me dice… bueno, no te disculpes tanto porque me vas a hacer
creer que se contaminó. Esa es una respuesta neurótica, absolutamente,
porque dice algo así como que estoy alimentando su fantasía de que se
contaminó, para mi listo, no hay certeza psicótica se acabo el debate, es una
neurosis, en la que yo seguiría interviniendo con mucho cuidado, ya no desde
la duda diagnostica sino por la posición del sujeto muy tomada por el discurso
del otro, tiene una cuestión con su hermana.
A veces lo que determina la posición del sujeto frente a la castración o la
estructura es estas formas de responder.
Creo que no se puede decir demasiado en una primera entrevista, SI lo que se
escucha en una primera entrevista después se despliega en el tratamiento,
pero no es infalible.
Además si saben que el admisor no es quien va atender en el tratamiento, se
cuidan de no decir todo. La cuestión delirante a veces solo aparece en
transferencia, depende de la particularidad del caso. Se cuidan de no decir.
E –Bueno muchas gracias por su colaboración.
Saludos y fin de la entrevista.
67
8.2.
8.3. Documento interno de la institución
Se adjunta un documento de la institución sobre los aspectos a tener en cuenta al
momento de la admisión.
Dispositivo de Admisión
Se trata de una o una serie de entrevistas en las que el analista admisor tendrá que
establecer una serie de coordenadas que permitirán la entrada o no en los
dispositivos institucionales del consultante.
Se intentará enumerar a continuación las cuestiones a evaluar y el procedimiento a
implementar en cada caso.
No hay que olvidar que más allá de estas coordenadas que surgen del
entrecruzamiento de discursos el dispositivo de admisión es un dispositivo de
alojamiento de aquel que llega traído por un malestar y que su objetivo central es
acoger esta demanda inicial y dar una respuesta que le permita a aquel que la pide
volver e iniciar un tratamiento o bien poder tomar las indicaciones sugeridas. Se
efectuaran admisiones a padres de niños que así lo soliciten (ver admisión niños),
adolescentes hasta 20 años, adultos, parejas y familias. Se recibirán en la entrevista
de admisión a todos aquellos que pidan ser escuchados grupal o individualmente
según criterio del analista a fin de diferenciar las demandas (en caso que hubiera
varias) y canalizarlas.
Coordenadas a establecer:
A) Urgencias
Establecer si se trata de una urgencia y en tal caso qué tipo de urgencia se plantea
- Urgencia Psiquiátrica evaluar si el paciente puede ser atendido en un
dispositivo de consultorios externos (sin guardia psiquiátrica)
- En caso de decidir que no evaluar si es necesaria una internación o un
dispositivo de hospital de día o acompañamiento terapéutico.
- Proceder en tal caso a realizar una derivación externa (Ver Ítem Derivación a
otras instituciones)
Urgencia Subjetiva (US)
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B) Diagnóstico Diferencial
Ubicar la presencia de aquel/llos elemento/s que darían la posibilidad de abrir una
duda diagnostica. Asentar dichos elementos en la historia clínica
1. Extender el proceso de admisión a la cantidad de entrevistas necesarias para
evaluar si es posible para el consultante sostener un tratamiento ambulatorio
2. Comunicar al paciente que continua en proceso de admisión
3. Determinar si se lo admite o es necesario proceder a realizar una derivación
externa ( VER ítem derivación a otras instituciones)
4. En caso de ser admitido derivarlo al grupo de analistas que participa del grupo
de investigación acerca de las psicosis
C) Cuestiones en torno a la medicación psiquiátrica
En caso que fuera necesario consultar con la psiquiatra de la institución acerca de la
necesidad de indicar medicación psiquiátrica o controlar la ingesta de medicación ya
existente se procederá de la siguiente manera
69
Si en el momento de solicitar los horarios posibles para ser atendido éstos fueran
muy restrictivos, pedir ampliación de los mismos. Anticipar que de no ampliarlos esto
redundará en una demora considerable en la iniciación del tratamiento institucional.
Admisión Directa
En caso de que el consultante pida ser atendido por un analista en particular se
intentará que ese analista sea quien realice la admisión y continué con el tratamiento
institucional.
Si no se pudiera por razones administrativas (por Ej. La no coincidencia en los
horarios posibles del consultante y los de atención del analista) se la avisará a este
último a fin de ver si se puede efectuar alguna modificación para tomar el paciente.
De no ser posible se procederá en la forma habitual.
READMISIONES
Si un paciente que se atendió anteriormente en la institución vuelve a pedir
tratamiento deberá pasar nuevamente por el dispositivo de admisión.
No se dará por supuesto que la intención es volver a atenderse con el analista
anterior pero se preguntará al respecto y se informará al analista anterior y al actual
acerca de dicha situación.
En caso de haberse producido algún incidente en el tratamiento anterior se evaluará
la posibilidad de un nuevo tratamiento con todos los partícipes del hecho, anteriores
y actuales.
CRITERIOS DE NO ADMISION
-No se admitirán pacientes que por su estado actual requieran dispositivos
institucionales tales como Hospital de día, acompañamiento terapéutico, internación
domiciliaria o internaciones breves o prolongadas.
-No se admitirán pacientes que presenten un cuadro de enfermedad orgánica
complejo que impida sostener un tratamiento ambulatorio
-No se admitirán pacientes en los que se evalué riesgo cierto de vida o riesgo para
aquellos que lo rodean. En ningún caso se dejará registro en la historia clínica de
intentos de suicidio, ideación o fantasías suicidas.
-No se admitirán pacientes cuya posición querellante y sus antecedentes en este
sentido vislumbres futuros inconvenientes al analista y/o a la institución
-No se admitirán pacientes adolescentes (13 a 18 años) que no consientan ser
sometidos a tratamiento pero se ofrecerá el espacio para el momento que lo quiera
utilizar. También se ofrecerá a la persona que lo trae un espacio para reflexionar,
plantear las dificultades en el vínculo con el adolescente en cuestión y se verá si allí
surge una demanda propia o no.
-Se procederá del mismo modo que en el punto anterior en el caso de pacientes con
patologías tales como adicciones, depresiones severas, etc. donde no haya
reconocimiento de la necesidad de tratamiento por parte de quien es traído a la
consulta.
-No se considera criterio de no-admisión que no haya una formulación de un pedido
propio (en el caso por ejemplo que alguien solicite un horario de admisión para que
72
Nota
Ante cualquier duda durante la entrevista de admisión acerca de los criterios a seguir
o las estrategias a implementar se recomienda consultar con un colega de mayor
experiencia en la toma de admisiones a fin de resolver cualquier situación
problemática que pudiese presentarse.