Tuñon, Carlos E.

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Universidad de Palermo

Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales


Departamento de Psicología
Trabajo Final Integrador

La admisión en el tratamiento psicoanalítico


en institución privada.

Autor: Carlos Enrique Tuñón


Tutor: Lic. Marcos Mustar
1

INDICE
1. Introducción ................................................................................................ 3
2. Objetivos ..................................................................................................... 4
2.1. Objetivo General .................................................................................... 4
2.2. Objetivos Específicos............................................................................. 4
3. Marco teórico .............................................................................................. 5
3.1. El psicoanálisis y sus singularidades. .................................................... 5
3.2. Una aproximación a los tipos clínicos. ................................................... 6
3.3. El tratamiento psicoanalítico en las Instituciones. .................................. 8
3.4. La transferencia psicoanalítica en institución. ...................................... 12
3.5. La entrevista de admisión, un dispositivo institucional. ........................ 13
3.6. Diagnóstico presuntivo en la admisión................................................. 16
3.7. Transferencia e interpretación en la admisión. .................................... 21
3.8. Demanda en la admisión. .................................................................... 24
3.9. El resultado de la entrevista de Admisión ............................................ 25
4. Metodología .............................................................................................. 26
4.1. Tipo de estudio: ................................................................................... 26
4.2. Participantes: ....................................................................................... 27
4.3. Instrumentos: ....................................................................................... 28
4.4. Procedimiento: ..................................................................................... 29
5. Desarrollo:................................................................................................. 30
5.1. El lugar de la entrevista de admisión. .................................................. 30
5.2. Posición subjetiva durante la entrevista de admisión. ......................... 37
5.3. Indicadores diagnósticos en la entrevista de admisión. ....................... 41
6. Conclusión. ............................................................................................... 46
7. Referencias Bibliográficas......................................................................... 51
8. Anexos ...................................................................................................... 54
8.1. Entrevistas ........................................................................................... 54
8.1.1. Entrevista a la directora de la Institución ............................................. 54
8.1.2. Entrevista a la Admisora ...................................................................... 60
8.1.3. Entrevista a la Supervisora. ................................................................. 62
8.2. Entrevistas de Admisión ..........................................................................
2

8.2.1. F. Admisión Mujer 20 años .....................................................................


8.2.2. Y. Admisión . Mujer 50 años ....................................................................
8.2.3. N. Admisión Mujer 37 años. ....................................................................
8.2.4. S. Admisión Mujer 21 años. .....................................................................
8.2.5. P. Admisión . Mujer 31 años. ...................................................................
8.2.6. M. Admisión. Hombre 33 años. ................................................................
8.3. Documento interno de la institución ..................................................... 67
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1. Introducción.
Para cumplir con el plan de carrera establecido por la Universidad de Palermo para
la Licenciatura en Psicología, se ofrece una pasantía que se realizó en una
institución situada en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Se trata de un centro privado cuya actividad principal es la docencia y la asistencia
en psicoanálisis, en la corriente continuadora de la enseñanza de Lacan. La
institución tiene dos objetivos que le dan su razón de ser: La formación de analistas
y la asistencia.
En lo concerniente a la formación profesional de psicoanalistas ofrecen una
concurrencia clínica que es abordada mediante dos actividades: La articulación de
los conceptos fundamentales de la teoría es presentada mediante seminarios
semanales y la atención a pacientes en los consultorios propios de la institución. La
segunda actividad cuenta con la supervisión de los casos en grupos reducidos (de
asistencia obligatoria y semanal) y supervisión individual (optativa).
La actividad asistencial se brinda en una única sede de la institución, ofreciendo una
la oferta abierta a la comunidad, con aranceles institucionales.
La extensión total de la práctica superó las 280 hs. Entre las actividades realizadas
cabe mencionar la asistencia a los seminarios breves, la observación participante en
las supervisiones, tanto en la clínica de niños como de adultos, y la inclusión en los
grupos de las pasantías de la Materia Clínica de Adultos de la Facultad de
Psicología UBA en tres comisiones diferentes que, aún abordando los mismos
temas, ofreció desde cada docente una mirada singular y particular de los mismos.

La concurrencia a estas pasantías permitió presenciar las entrevistas de admisión,


como observador no participante de dos personas que solicitaron tratamiento. Estas
entrevistas de admisión son un requisito previo que fija la institución a todos los
individuos que soliciten tratamiento, a fin de poder derivar adecuadamente la
consulta. Si se trata de una demanda que puede atender la propuesta institucional,
la derivación será a un analista propio, caso contrario, se recomendaría a otra
institución que sí pueda hacerlo.
Adicionalmente se tuvo acceso a los informes de las observaciones de otros
alumnos y su posterior análisis grupal en los talleres, lo que catalizó en la elección
del tema que se explora en el presente trabajo final de integración.
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2. Objetivos
2.1. Objetivo General
Explorar la instancia de la entrevista de admisión, su importancia y función
diagnóstica dentro de un tratamiento psicoanalítico en el ámbito de una Institución
privada.
2.2. Objetivos Específicos
2.2.1. Explorar el lugar de la entrevista de admisión en ámbito de la institución
privada dentro del tratamiento psicoanalítico.
2.2.2. Analizar la posición subjetiva de los demandantes de análisis durante la
entrevista de admisión en una institución privada.
2.2.3. Explorar la existencia de indicadores diagnósticos durante la entrevista de
admisión, y su relevancia dentro del tratamiento psicoanalítico en la institución
privada.
5

3. Marco teórico
3.1. El psicoanálisis y sus singularidades.
El trabajo del psicoanalista consiste en llevar al enfermo de neurosis a percatarse de
sus mociones inconscientes reprimidas, lo cual se intenta poniendo en descubierto
las resistencias que impiden la ampliación de su saber sobre sí mismo, mediante el
uso de la transferencia que proyecta el paciente sobre el analista para que haga
propia la convicción de que los procesos represivos adquiridos en la infancia son
inadecuados, siendo irrealizable una vida gobernada por el principio de placer.
Podría llamarse entonces psicoanálisis al trabajo mediante el cual se lleva a la
conciencia del enfermo lo anímico reprimido en él (Freud, 1919).
Debido a la compulsión normal de unificar y reunir, a medida que se analizan y
eliminan las resistencias, la vida del enfermo de neurosis, que hasta entonces se
ofrecía segmentada, crece orgánicamente integrando en la gran unidad llamada yo,
todas las mociones pulsionales que hasta entonces estaban escindidas, sin que sea
necesaria la intervención del analista en producir la síntesis. Por el contrario la cura
debe ejecutarse en un estado de abstinencia, dado que el paciente enfermó a causa
de una frustración a la que el síntoma prestaba una satisfacción sustitutiva. El
analista debe cuidar que el paciente no encuentre prematuramente un reemplazo de
sus síntomas, con especial atención a que tampoco se lo procure en la cura misma,
dentro de la relación de transferencia (Freud, 1919).
Al principio de un análisis, el analista enfrenta la cuestión de aceptar o no la
demanda hecha y esta aceptación siempre tuvo sus implicaciones diagnósticas
(Soler, 1984). Una persona acudirá a la consulta porque algo dejó de funcionar,
según Rubistein (2014), ha habido un quiebre narcisista, una ruptura de su unidad,
un cuestionamiento de sus ideales. Es un momento donde puede producirse una
vacilación fantasmática, una división subjetiva. Hasta ahora lo real estaba
mediatizado por lo simbólico y lo imaginario y el sujeto podía manejarse pero alguna
contingencia ha quebrado sus soluciones subjetivas y al no poder solo, articula una
demanda al Otro.
Esta demanda será de análisis sólo a condición de localizar un síntoma que la defina
como tal. En este sentido Soler (1984) introduce a partir del algoritmo de la
transferencia (Figura 1) la cuestión donde el analista como sujeto supuesto al saber
es el pivote de la transferencia que permite dar cuenta de lo que hace del síntoma
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una demanda verdadera, pues el síntoma (S), se vuelve analizable sólo a condición
de ser incluido en la transferencia, es decir sólo cuando se le presenta como un
significante al analista en su carácter de intérprete o descifrador.
Para esta autora, este hecho hace suponer, un saber sobre el síntoma al analista
(un sujeto que sabe algo sobre el síntoma) pero simultáneamente implica que el
mismo síntoma, no es un cuerpo extraño sino que porta un sentido oscuro
s(S1,S2,…,Sn) que lo representa como sujeto desconocido para sí mismo. De este
modo por la transferencia el síntoma es convertido en pregunta.
Cuando ese lugar de intérprete, de un analista cualquiera (Sq) es ocupado por un
analista en particular, se produce el momento de la demanda. El analista debe
entonces fijar esta transferencia, que en un primer momento es una transferencia
demandante (demanda al Otro que responda sobre el síntoma) y ponerla a trabajar
mediante la asociación libre (Soler, 1984).

S Sq
s(S1, S2,…,Sn)

Figura 1: El algoritmo de la transferencia Soler (1984)

3.2. Una aproximación a los tipos clínicos.


Lombardi (2005) entiende que existe la posibilidad de contar con tipos clínicos en la
concepción psicoanalítica del síntoma, pero exige un repudio explicito a la
perspectiva del conocimiento desde afuera, lo que implica un corrimiento hacia lo
que el sujeto sabe, o al menos logra vislumbrar sobre sí mismo. En esto sigue a
Freud (1916) cuando respecto de la interpretación de los sueños manifiesta como
muy posible y probable que quien sueña sepa lo que su sueño significa, pero que no
sabe que lo sabe y por eso cree no saberlo. El método promueve la inmediata
transformación de la relación del sujeto con el saber, al proponerle al propio
analizante que diga la solución de sus enigmas.
La sustracción inconsciente del saber, el no saber, admite una variedad clínica que
Lombardi (2005) sitúa en un continuo que va desde una sustracción acompañada de
certeza, como lo es el caso del olvido de los nombres propios, donde el sujeto sabe
que sabe aquello que no puede recordar, hasta el sueño donde quien aporta la
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certeza sobre este saber es el analista, colocando la sospecha sobre el objeto más
desdibujado como la vía más apropiada al desciframiento.
Este autor localiza entonces los síntomas de este continuo y distingue las tres
formas clínicas a partir de no saber o bien el no querer saber del paciente, siguiendo
en su articulación a Lacan (1965): Paranoia, neurosis y perversión.
En la paranoia, el sujeto en su certeza absoluta, convierte el signo que recibe en un
signo certero de que en alguna parte „se sabe‟ lo que quiere decir ese signo cuya
significación él no conoce. Esta dimensión ambigua que en el síntoma se trata de
saber, puede extenderse a todo el campo de la sintomatología, estando indicada
también a los síntomas de los otros tipos clínicos.
La neurosis, es más parecida a los sueños, la interpretación analítica pone en duda
la participación del paciente que invoca no haber sabido sobre la producción y
sostén del síntoma. El analista apuntará a una conversión ética, accediendo a lo que
el síntoma implica de certeza: El sujeto tiene una participación, eso le concierne en
su actividad intrigante, en su responsabilidad, o al menos en la forma de un
autoreproche con que el saber se le presenta.
Según Soler (1985) hay dos tipos de neurosis: La histeria de fijación a un estado
pulsional en la fase genital y la obsesión fijada a una fase sádico anal, pero esta
distinción sólo podría fundar un prêt à porter de la interpretación. Hay que abordar
cada caso como si uno no supiera nada y por otro lado hay conversiones posibles de
histeria a obsesión y viceversa lo que no permitiría etiquetar a los individuos en un
tipo determinado.
Siguiendo a esta autora, lo más particular del síntoma, aquello de lo que no puede
dar cuenta la generalidad del tipo es la verdad del goce, que se establece a partir de
la respuesta del sujeto a los contenidos edípicos es decir, la defensa motivada por la
angustia de castración, entonces la modalidad de defensa es la que determina el
tipo.
Lacan (1960) observa que la defensa no modifica la pulsión, sino el sujeto, hay
entonces un vínculo inmediato entre „defensa‟ y „posición del sujeto‟, clínicamente la
forma más accesible de defensa es la que se refiere a los ideales con los que el
sujeto objeta a las pulsiones inconciliables.
Soler (1985) hace algunas caracterizaciones de ambos tipos en relación a las
defensas del sujeto. El sujeto histérico asume su división, se vale de la misma
llevada al semblante para exigir que aparezca la verdad del Amo. El sujeto se
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representa en el lugar del objeto, (también puede hacerlo por un sustituto), es decir
que en la escena de seducción, se representa en el lugar del objeto y entonces se
sustrae (por ejemplo no dando su consentimiento) se posiciona como un objeto
forzado, así el beneficio de la sustracción es producir un vacío en el Otro, de manera
que el sujeto se completa con la falta del Otro. El fantasma histérico obtura el vacío
propio del sujeto con otra falta. Esta posición hace aparecer la verdad,
especialmente la de la castración del Otro (de ser y de saber). La histérica dice „no‟
al significante, localizándose en la negación o en el intervalo significante, en un
discurso representado por la frase „soy eso, pero también un poquito otra cosa‟ ante
la asignación de un significante, que la petrifica responde “no soy eso”.
Siguiendo la misma autora, la tendencia del obsesivo es dominar al deseo, el peligro
es la inconsistencia del Otro, e intenta colmarla, asegurándose que no haya lugar
para el vacío (ese que el histérico se asegura provocar). Entonces en el obsesivo
ocurre la idealización del Otro, (el padre o la dama), cuya inconsistencia está oculta
y para que esto se sostenga, es mejor que el Otro no esté, aspiran a un Otro
ausente. La idealización permite poner el significante en el lugar del goce, tapar la
inconsistencia del Otro con un significante. El terror asalta al obsesivo (cuando no la
rabia) en el punto en que la otra Cosa que habita al Otro, aparece. Se manifiestan
así las rumiaciones mentales, o los remordimientos que pueden generar un pasaje al
acto.
Por último, retomando la distinción de tipos de Lombardi (2005), en la perversión se
trata de que se sabe, pero no se puede hacer saber; el deseo es poseído, vivido
como secreto y como tal desarrolla la dimensión de su goce.
Para este autor esta concepción psicoanalítica del síntoma en la clínica es al mismo
tiempo muy amplia y precisa, ya que se trata de la operatoria autorreferencial del
significante del síntoma, en tanto que este sería un saber que se señala a sí mismo y
cuanto más inaccesible a la conciencia, más absoluto. El análisis ofrecería la
oportunidad al sujeto de posicionarse de otro modo ante este signo, a condición de
no suprimirlo pues la forma en que cicatriza su eliminación lo hace inextirpable.

3.3. El tratamiento psicoanalítico en las Instituciones.


Freud (1919) escribe que en su tiempo, los pacientes provenían de las clases altas,
las que aceptaban el tratamiento como posible y podían sostenerlo
9

económicamente, quedando excluidas las clases menos favorecidas. Por otro lado la
oferta de analistas profesionales era escasa y a su vez, podían atender unos
cuantos pacientes por año. Esto representaba un límite al tratamiento que se
acababa de inventar, sólo superable mediante unas ciertas instituciones que lo
llevarían adelante no sin algunas modificaciones.
Estas variaciones en la técnica a las que Freud (1919) alude, podrían incluso
contemplar el retorno a un cierto grado de sugestión, aunque resalta sin dudar, que
lo más eficaz del tratamiento en una institución, seguiría estando sostenido por lo
que este tome del psicoanálisis más riguroso sin partidismos.
Luego de haber puesto en funcionamiento una institución de las características que
enunció en 1919, en el Prólogo a los Diez Años del Instituto Psicoanalítico de Berlín,
Freud (1930) establece como las tres funciones más importantes de dicha
organización: La accesibilidad al tratamiento, la formación y enseñanza mediante la
transmisión de la experiencia y el perfeccionamiento de la técnica a partir de un
mayor conocimiento de las enfermedades neuróticas.
Las particularidades que implican la ampliación del ámbito del psicoanálisis, del
consultorio a la Institución pública en particular han sido abordadas desde entonces
por varios autores, de donde es posible señalar qué características de dicha
implementación comparten las instituciones privadas y cuáles no.
Rubistein (2004) señala cuatro condiciones: La incidencia de la salud pública, la
coexistencia de discursos, la variabilidad de las demandas en el hospital y ciertas
condiciones de tiempo y dinero.
a. La incidencia de la salud pública: La definición de salud de la OMS como un
estado de completo bienestar físico, mental y social, no solamente la ausencia
de afecciones o enfermedades está impregnada de ideología, ya que enuncia
un sujeto del derecho suponiendo la posibilidad de restaurar ese derecho al
equilibrio con el ambiente, mientras que para el psicoanálisis se trata de un
sujeto que no está en armonía con la realidad (Rubistein, 2004).
Lacan (1985) se refiere a la función del médico como consecuencia de las
exigencias de la ciencia y plantea que si la salud se vuelve objeto de una
organización mundial, se tratará de saber en qué medida es productiva,
convirtiendo al médico en empleado de dicha empresa.
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b. La coexistencia de discursos: El discurso hegemónico de la medicina, es un


discurso amo, que tiene tal efecto de saber, que atenta contra el trabajo del
analista.
Un síntoma médico viene acompañado de una explicación, si además es
provista por un médico, toma un peso ligado al lugar de supuesto saber. Es
un discurso que tiende a cerrarse, a dar un rótulo y una consistencia en ser,
por ejemplo: Es adicto. El analista deberá desarmar ese discurso abrir el
espacio a la dimensión subjetiva, abolida por los permanentes intentos de
objetivación, dando cabida a la demanda de saber y el deseo. (Rubistein,
2004).
Pero no sólo llegan los pacientes con diagnóstico, también hay otros casos,
como plantea Fernández Blanco (2012) que son el resto del discurso médico,
rebeldes al tratamiento, los que se quejan sin tener nada.
La salud mental se nutre no sólo del discurso del amo, sino también del
discurso universitario, lo que el amo no domina a través de las identificaciones
el psiquiatra trata de dominarlo con el saber, dando lugar a utopías
preventivas, pilar ideológico de la salud mental, que prescribe que un sujeto
que sabe más, enferma menos (Fernández Blanco, 2012).
c. La variabilidad de las demandas: La demanda en el hospital se caracteriza
por el acceso de una población muy alejada a los principios del psicoanálisis,
lo que obliga al analista a dedicar tiempo de las entrevistas a clarificar las
demandas y decidir el tipo de intervención posible para cada caso, Silvestre
(1987) lo señala como una tarea de información y orientación de la demanda.
En las primeras entrevistas es importante evaluar quién habla, medir cómo y a
quién se dirige esta palabra, de donde se podrá deducir el comienzo posible
del trabajo de la transferencia. Se intenta evaluar lo que empuja al sujeto a
entrar en el proceso, cual es la suposición que alienta su demanda, si hay un
saber aún indeterminado pero supuesto, hay posibilidad de análisis.
Si lo manda otro (el colegio, el juzgado, etc.) el espacio de la admisión puede
ser la oportunidad de involucrar al sujeto de otra manera, en un pedido que en
principio no respondía a su propia demanda, que era sólo para cumplir una
orden (Rubistein, 2014).
También se pueden requerir intervenciones que apunten a lo imaginario, o a
lo real, que no se mantienen en el campo de lo simbólico para facilitar la
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instalación de la demanda, como ejemplifica Rubistein (2004) respecto de un


paciente dormido y desalineado, que casi no pudiendo hablar, relata al
terapeuta que hacía varios días no comía ni dormía, ante lo cual, el analista lo
orientó a fin de que pueda recibir estas mínimas atenciones, en busca de
restituir ese sujeto ubicado en un lugar de objeto resto. El efecto fue qué, una
vez restituido el sujeto, logra comenzar a hablar.
Fernández Blanco (2012) propone que la demanda en los centros de
psicoanálisis aplicado se articula al psicoanálisis mismo, no a un analista
concreto, pues los dispositivos presuponen una pre-interpretación del
síntoma, a partir de la cual el analista es asignado entre los miembros del
equipo de la institución pero no lo elige el paciente. Entonces el psicoanálisis
mismo se ofrece como complemento del síntoma.
d. Tiempo y dinero: Como señala Rubistein (2004) hay un límite temporal
impuesto por las instituciones que afecta la iniciación, continuidad y
conclusión del análisis. Así surgen solidarias a la definición de salud OMS
terapias de objetivos limitados, abordables en el tiempo institucional. Este
límite temporal resulta ajeno a la singularidad del caso por caso, pero opera
como un real, anticipando un efecto de castración, un tope que si es trabajado
puede operar analíticamente.
Siguiendo la misma autora, el dinero también introduce una dimensión
problemática ya que no hay análisis sin pago, pero este pago debe ser
ubicado en relación a la cesión del goce. Es necesario entonces hacer el
recorrido para dilucidar si el no pagar tiene relación con la neurosis, pudiendo
ser necesaria la interrupción de la gratuidad, por otro lado en los tratamientos
privados también hay pacientes (niños, adolescentes, adultos que no
trabajan) quienes no pagan su tratamiento.
Del lado del analista el dinero también hace a sus condiciones reales,
poniendo en juego su castración, lo que lleva a la pregunta sobre el deseo del
analista, respecto a con qué se cobra, en los ámbitos dónde el tratamiento es
gratuito, seguramente la respuesta consistirá en la contrapartida que implica
la formación, la investigación, el deseo de analizar, la derivación que, entre
otras cuestiones, hacen a las condiciones de la práctica (Rubistein, 2004).
Fernández Blanco (2012) enuncia que pagar permite una separación de la
verdad del síntoma de su dimensión de goce, esto no se opera nunca en el
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marco de una institución gratuita, donde además se agrega el problema de


que el síntoma no puede ubicarse en su dimensión de verdad sino en la
dimensión de la Salud (Fernández Blanco, 2012)

3.4. La transferencia psicoanalítica en institución.


Fernández Blanco (2012) propone que el paciente que llega al servicio de salud
mental en hospital, se encuentra con un analista, pero que no es eso lo que busca,
llega por que lo ha derivado un médico. La demanda entonces está dirigida a la
institución, autorizándose el psicoanalista “de la institución” y de su título académico
por el que ha sido contratado, no como psicoanalista, sino como psicólogo o
psiquiatra. Esto plantearía un obstáculo a la particularidad, pues el lugar del
significante cualquiera (Sq en el algoritmo de la transferencia Figura 1) es ocupado
por la salud mental que, si el analista permite al paciente subjetivar su síntoma
desplazándolo del puro orden médico, o de la significación de saludable o
equilibrado, habría posibilidad de análisis.
Hay un segundo momento en que el analista debe ser particularizado, no estar
resumido en la institución para dar lugar a la transferencia analítica, la institución
siempre condiciona pero no totalmente, este no totalmente es la libertad de
maniobra donde el autor interpreta que se halla la posibilidad del inicio de análisis.
Entonces para este autor, la dificultad no reside tanto en empezar sino en terminar
un análisis por dos motivos. En primer lugar opera como resistencia a la cura y es
que el paciente al no pagar puede situarse fácilmente en la posición de amado e
impedido de salir del amor de transferencia, el análisis se hace interminable y lo que
no se paga en dinero se paga en goce del síntoma, ya que pagar permitiría una
separación de la verdad del síntoma de su dimensión de goce. El segundo motivo,
es que el Otro que se ubica en la institución es un Otro sin falta, lo que atenta al final
del análisis que supone asumir que el Otro es inconsistente por la des-suposición de
saber del analista, que no pude operar en la institución pues la caída del sujeto-
supuesto-saber adquiriría el valor de fraude.
Entonces, Fernández Blanco (2012) afirma que hay tres posibles formas de pensar
la transferencia analítica en función de la posición que ocupa el analista: En
consultorio, en institución pública y en institución privada. En el primer caso el
analista podrá ser, en tanto significante cualquiera el rasgo más significativo que el
13

analizante le atribuye, lo mas particular de sí mismo proyectado en el analista, una


particularidad que se desprende al final del análisis como la diferencia absoluta.
En el caso de la institución pública, la salud pública no es un significante particular
sino universal, la salud para todos, ahí un psicoanalista debe introducir „no sin la
locura de cada uno‟ para des-complementar el universal de la salud mental con la
locura particular como respuesta o invención del sujeto que deberá intentar algo más
que sufrirla.
Por último en las instituciones privadas, el significante cualquiera es sustituido por el
psicoanálisis mismo, que es una experiencia de lo particular, lo que introduce una
diferencia fundamental con la salud mental.
Independientemente del lugar desde donde opere, como complemento del síntoma,
la experiencia del inconsciente, puede permitir al paciente encontrar la lógica de sus
decisiones y de su posición en la vida, siendo el modo de perturbar la repetición y
posibilitar una apertura al deseo (Fernández Blanco, 2012).

3.5. La entrevista de admisión, un dispositivo institucional.


En el diccionario de la Real Academia Española se lee que la Admisión es acción y
efecto de admitir; en Derecho, es el trámite previo en que se decide, atendiendo a
aspectos de forma, si una demanda o recurso deben pasar o no a ser resueltos en
cuanto al fondo y admitir es recibir, dar entrada, aceptar, permitir o sufrir (Real
Academia Española, 2014).
La definición operativa de la admisión dada por el marco normativo de Salud
Pública, alude a una entrevista realizada a todos los ingresantes al servicio por
primera vez y tiene por finalidad registrar los datos de filiación, el motivo de la
consulta y “se elabora un diagnóstico presuntivo, a fin de establecer si corresponde:
1- Su ingreso al servicio y posterior derivación al tratamiento adecuado; 2- Su
derivación a otros servicios hospitalarios; 3- No requiere tratamiento alguno” (Roma,
1992, p.5).
Siguiendo a Lacan (1967 como se citó en Silvestre, 1987, p.91), se pueden postular
dos hitos en torno a su sentencia: “Al comienzo del psicoanálisis está la
transferencia”. Un hito crucial es que una vez instaurada esa transferencia, hay que
ponerla a trabajar, e inaugura lo que llamamos análisis. Esta marca deja detrás de sí
una serie de entrevistas que llevan el calificativo de preliminares (Soler, 1984),
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entonces habría un tiempo anterior a las mismas, un tiempo prehistórico a un


tratamiento donde se ubica la entrevista de admisión en la institución tanto pública
como privada.
Rubistein (1998) afirma que el momento de admisión requiere cierta experiencia y
que la diferencia entre entrevista de admisión y entrevistas preliminares, es una
cuestión de campos semánticos y discursos diferentes. Así la admisión sería un
término de la salud pública y las entrevistas preliminares un término del
psicoanálisis.
La admisión según González Castañón (1992) es un dispositivo, producido en el
seno de una praxis, un instrumento que ordena el campo clínico, limita (pues habilita
el trabajo con lo incluido y excluye el trabajo posible al resto) y nomina los
fenómenos. Estos tres efectos dependen del instrumento utilizado, pero un mismo
campo puede ser abordado por más de un instrumento el campo de problemáticas
siempre excede los límites del instrumento. Para este autor la entrevista de admisión
no es una entrevista psicoanalítica, pues el admisor no está para iniciar un
tratamiento sino para tolerar lo complejo del campo sin excluir ni hacer invisible lo
que el paciente trae.
Szyniak (2009) señala que en la admisión puede participar más de un analista, uno
es quien la dirige y el otro está haciendo sus primeros pasos en la clínica y participa
en carácter de observador. Esta posibilidad hace de la admisión un lugar valioso de
transmisión de la práctica clínica. Esta autora distingue dos tiempos en la admisión,
a la que no considera una entrevista preliminar: El primer tiempo se trata del
encuentro del admisor con el consultante y las vicisitudes que podrían ocurrir y un
segundo tiempo, donde se recorta lo que se escuchó, el material clínico para el
equipo donde se deriva el paciente. El paso de una escena a la otra no es, sin la
posición del analista.
Scavino (1992) detecta una disyunción entre la lógica analítica y la lógica asistencial,
ya que cuando un sujeto requiere un lugar en el Otro, ese lugar es encarnado por el
admisor, que a su vez está recubierto por la institución. Se plantea así cómo generar
una lógica de decisión libre de influencias institucionales en el límite de lo asistencial
y esto requerirá del analista la resolución de sus fantasmas de pertenencia a la
institución.
En esta misma línea, Soler (1984) piensa que la institución no es ni podría ser el
agente que instituya al analista, pues no deberían existir estándares institucionales
15

en psicoanálisis sino un ajuste riguroso a la lógica del caso por caso sin habilitar
modelos prefigurados. Va en el sentido de que un analista no se autoriza sino de sí
mismo.
En cuanto que en el ámbito de la institución privada objeto del presente trabajo,
según un documento interno que regula la admisión en la institución observada
(Anexo 1), se trata de una o una serie de entrevistas en las que el analista admisor
tendrá que establecer una serie de coordenadas que permitirán la entrada o no en
los dispositivos institucionales.
La admisión es el primer dispositivo institucional con el que se encuentra un
demandante. Este dispositivo adopta la forma de la institución que lo aplica, por lo
que serán tan diversos como lo sean los consultantes y habrá tantas modalidades de
encarar la tarea como admisores, por lo que se sitúa una parte del tema en el
entrecruzamiento del discurso institucional y el discurso psicoanalítico, es decir,
¿Qué sucede cuando el admisor es un psicoanalista? Este deberá responder en
nombre de la institución a la demanda de admisión, ateniéndose a las pautas que la
institución le ha establecido, pero también en un más allá de lo administrativo, estará
el efecto de la escucha analítica, en cuanto a poder alojar provisoriamente la
demanda del consultante (Roa, 2008). Según Freud (1926) todo neurótico consulta
por un padecimiento, algo que lo oprime, algo no revelado que cuando se da la
ocasión de expresarlo produce alivio.
La entrevista de admisión, según Roa (2008) tiene varias finalidades. En primer
lugar, se responde a la demanda de tratamiento en cada consulta evaluando los
recursos con los que cuenta la institución, en caso de no ser suficientes, se realiza
una derivación externa, a otra institución que disponga de lo necesario (por ejemplo
guardia psiquiátrica). En estos casos la admisión reviste una función orientativa y
puede requerir la asistencia de otras instancias institucionales a tal fin, como lo es
una interconsulta.
La diferencia que señala Rubistein (1998) en la admisión en la que interviene un
analista, es el lugar que se le da al sujeto en la misma y la posibilidad de tener en
cuenta la transferencia, permitiendo el despliegue de una historia subjetiva, una
historia del deseo y no sólo un intento de recaudación de datos que valgan como
signos para realizar un diagnóstico. Este sujeto puede requiere un alojamiento que
no puede demorarse demasiado, implica hacer lugar al pedido aun cuando no esté
claro si esto podrá convertirse en un análisis. Una de las funciones más importantes
16

de la admisión es, teniendo en cuenta la diferencia entre el acto de rechazar un


sujeto y el de rechazar la formulación de una demanda, acompañarlo a producir un
reposicionamiento que ubique la posibilidad de un tratamiento.
También se comunican las pautas del contrato institucional que fija el marco del
tratamiento ofrecido, sus condiciones en cuanto a frecuencia, modalidad y duración
de las entrevistas, prolongación del tratamiento y condiciones de pago (Rubistein,
1998).
Se abre entonces la historia clínica donde se consignan datos personales del
paciente, motivo de consulta, diagnóstico presuntivo implementándose los medios
para su derivación, precisando si requiere tratamiento especializado (Roa, 2008).
Para Fernández Mores (2010) la admisión no es una instancia administrativa donde
el entrevistador derive al consultante en función a sus horarios disponibles, o
preferencia de zona. En esta entrevista se presentan consultantes con quejas sin
historicidad, angustias des-palabradas, padecimientos corporales que se consultan
por indicaciones médicas y pacientes en posición de rechazo del inconsciente en
cuanto a la subjetivación de su síntoma. Vienen a pedir asistencia y el viraje que
debe producir el admisor es que dejen de pretender ser asistidos y se pongan a
trabajar.
Para este autor, la demanda de análisis es a construir y no es en el plano del
enunciado lo que habilita a no admitir a los pacientes mandados (por el médico, la
escuela, el juzgado, etc.).

3.6. Diagnóstico presuntivo en la admisión.


Según Clavreul (1978) el diagnóstico médico se sostiene por un lado, en un lenguaje
de la medicina que dará cuenta de una enfermedad develando sus causas naturales,
que son las únicas que forman parte de este discurso y por otro lado, un conjunto de
síntomas transformados en hechos se organizan en síndromes. La medicina
entonces borra la posición del enunciador del discurso, el propio enfermo, en el
enunciado de su sufrimiento para priorizar esas causas objetivas. Esta circunstancia
orienta los deseos del médico y del paciente hacia lugares diferentes.
No ocurre lo mismo con los diagnósticos en psicoanálisis, donde lo que se intenta es
hacer un diagnóstico del sujeto, cosa no siempre fácil, que requiere de un juicio y
una decisión (Rubistein, 2014).
17

Se puede encontrar en Freud (1913) una referencia a la admisión como instancia de


diagnóstico, cuando sugería realizar una serie de entrevistas previas, para
determinar si el paciente era apto o no para el tratamiento, ya que el grado de
eficacia conseguido por su técnica hasta ese momento hacía muy recomendable
determinar de antemano, si el paciente padecía de neurosis (y había posibilidad de
que se estableciera transferencia con el analista) o bien era una paranoia caso en el
que Freud desaconsejaba el tratamiento por dos motivos: Primero porque se corre
riesgo de cometer un error que agrave la situación del paciente y segundo, porque
se pone en tela de juicio la eficacia de un tratamiento cuando en realidad el mismo
no es apropiado para el caso. En este mismo texto, Freud afirma que dichas
entrevistas son a modo de recaudo, ya que no aseguran el poder arribar
fehacientemente a este diagnóstico previo, pero asegura que son una buena
precaución.
Frydman (2005) sostiene que el diagnóstico es una de las funciones del método
clínico articulada con la capacidad de pronosticar algo sobre cierto padecimiento y
determinar la forma de abordaje que le corresponde. El diagnóstico es necesario
para la doxa psicoanalítica aunque no hay consenso sobre su objeto, ni mucho
menos sobre cuál es su utilidad.
Según Frydman (2005), más allá del tipo hay que discernir si el sujeto que demanda
es apto para el psicoanálisis. Por otro lado se pueden presentar cuadros externos de
neurosis y en realidad tratarse de otra cosa, como ser una enfermedad mental
incurable y el diagnóstico diferencial, no siempre es fácil ni puede hacerse de
primera intención.
Otra dificultad para Frydman (2005) es que lo que permite dar cuenta de la
estructura es la afinidad entre síntoma y tratamiento. Esto obliga a recurrir al
diagnóstico presuntivo, que es un diagnóstico provisional, carente de certeza con el
fin de orientar al analista en el tratamiento. Es necesario un diagnóstico al comienzo
que solo se legitima en el marco del tratamiento.
Este diagnóstico no es sin el sujeto pues, como recorta Frydman (2005), hoy en día
el desarrollo de las tecnologías incentiva una marcada preferencia por los
diagnósticos purificados del efecto del sujeto, un diagnóstico ideal sería uno que se
base en la visualización o cuantificación de variables que definan la normalidad o su
falta según criterios estadísticos. Pero el problema se presenta cuando el paciente
debe hablar de su padecer que no es más que la división entre síntomas mudos y
18

aquellos que hablan. Los primeros corresponden a los padecimientos descriptos por
la psicología del yo, los llamados síntomas contemporáneos y los trastornos
descriptos por el DSM 5.
Freud (1893) planteaba que cuando un paciente neurótico, relata sus dolores,
provoca la impresión de estar haciendo un excesivo trabajo intelectual en la
búsqueda de palabras y definiciones que ayuden al médico a hacerse una idea de
sus padecimientos, incluso acompaña su exposición de un lenguaje no verbal que
avala este esfuerzo. Fydman (2005) señala en este hecho el cambio que opera en el
objeto del diagnóstico, que ya no son los dolores sino el nudo de pensamientos y
sensaciones que a esos dolores entrama. Diagnóstico es entonces atribuir un
sentido a cierto conjunto de signos pero no por el padecimiento que muestran sino
como representantes de otra cosa, esa otra cosa es la que se diagnostica.
Gurevicz, Mordoh & Lombardi (2006) postulan que el sujeto puede durante el
proceso diagnóstico psicoanalítico determinar su participación inconsciente en el
origen de su síntoma, esto es un efecto terapéutico por otro lado esa participación es
diferente en cada uno de los tipos clínicos (neurosis, psicosis o perversión). Sin
embargo no se puede reducir el sujeto al tipo. El diagnóstico estructural, aquel
diagnóstico hecho a partir que el analista ocupa su lugar en la estructura y lo
sostiene desde la transferencia, puede desorientar ya que si no hay señales claras
podrían generarse en el propio analista inhibiciones o excesivos cuidados ante una
psicosis, o bien excesivo alivio ante una neurosis lo cual estaría completamente
injustificado.
Estos autores, afirman que si bien es posible hacer un diagnóstico desde el exterior
de un conocimiento analítico, es decir sin transferencia, sólo a partir de lo que el
sujeto dice o cómo se comporta. Este diagnóstico no garantiza la posibilidad de un
tratamiento y además puede obstaculizar la aparición del sujeto del inconsciente. Tal
afirmación se fundamenta en que la introducción por parte del analista de un saber
diagnóstico exterior a la escena analítica, puede deshacer la operación realizada por
el sujeto, pues la palabra no sería constituyente del diagnóstico del sujeto, sino un
mero vehículo de los signos que otorgaría el diagnóstico del Otro. Un síntoma que
puede tratarse es un síntoma auto-diagnosticado, es un síntoma que el sujeto
considera como tal.
En la mayoría de las instituciones se requiere un diagnóstico presuntivo como
conclusión del proceso de admisión, en otras terapias se soluciona completando un
19

casillero con una nosología. En la terapia psicoanalítica, la diferencia está en la


necesidad de establecer un diagnóstico diferencial entre neurosis y psicosis a fin de
orientar la dirección de la cura, pero esto es difícil de conseguir en una admisión
(Roa, 2008).
Lacan (1965) da una definición del diagnóstico psicoanalítico como un proceso, es
un trabajo por el cual un analista se ubica en el campo transferencial del paciente
para posibilitar desde allí una manifestación más nítida del síntoma como expresión
de un saber inconsciente que concierne y divide al sujeto que lo padece.
Lacan propone un tratamiento posible para la psicosis, muy distinto al modo de
abordar las neurosis, con lo cual la admisión deja de ser una instancia en la que se
rechace al paciente con diagnóstico presuntivo de psicosis y se convierte en una
instancia que permite orientar la cura desde el inicio, o por lo menos tomar recaudos
en este sentido, basada en un diagnóstico diferencial entre neurosis y psicosis. Este
diagnóstico diferencial es presuntivo y difícilmente alcanzable por la vía no
fenomenológica como la propuesta por el psicoanálisis que supone un diagnóstico
en transferencia (Roa, 2008).
Adicionalmente, el diagnóstico clínico de estructura (si se trata de una neurosis o
una psicosis, una perversión y qué tipo) no incluye otro nivel de fenómenos
diagnósticos, que sin embargo aparecen caracterizando la posición del sujeto y
atraviesan los tipos clínicos (por ejemplo cuando se dice que el paciente está en
acting out, o el paciente viene después de un pasaje al acto (Rubistein, 2014)).
Roa (2008) hace un distingo entre un paciente que puede seguir los carriles de una
derivación establecidos por la institución y las llamadas urgencias en la que incluye
dos tipos, las urgencias psiquiátricas y las urgencias subjetivas. Las primeras (las
psiquiátricas), son aquellas demandas institucionales de ayuda en momento de
crisis, que habitualmente llegan al hospital solicitadas por alguien más (un familiar
por ejemplo). Estas tienen características más floridas y el recurso común es la
medicación psiquiátrica o a veces la internación. Las urgencias subjetivas en
cambio, se relacionan con la angustia, no son más graves, pero son consultas que el
paciente realiza en un momento de desborde de angustia, siendo de suma
importancia habilitar de inmediato un espacio de escucha que por medio del mero
alojamiento por parte del otro traiga al consultante un cierto alivio.
La función del diagnóstico en la admisión, orienta la exploración (tanto en la
admisión misma, como en el tratamiento) pero no alcanza para decidir. Esto lo hace
20

irreductible tanto a la rotulación clasificatoria propia de la psiquiatría, como así


también al etiquetamiento del sujeto mediante las categorías estructurales
psicoanalíticas de histérico, obsesivo, o perverso, etc. (Gurevicz et al, 2006)
No se agota el tema con lo expuesto como comenta Rubistein (2014), durante la
admisión se debe escuchar si hay una variable de riesgo, algún indicio de que el
demandante pueda hacerse daño a sí mismo o a terceros, esto es más importante
incluso que el tipo clínico al momento de decidir una internación (por ejemplo) y sin
embargo no es todo, ya que dependerá también de las redes del consultante y el
riesgo que esté dispuesto a correr el analista con la incertidumbre de la mala paxis
sobre su trabajo. Entonces se trata de un diagnóstico en tanto construcción teórica,
una construcción de saber, que además es relativa a una comunidad analítica pues
dependerá de la teoría que se tenga como marco de referencia.
Roa (2008) va a agregar que en el dispositivo de admisión el analista intentará
esclarecer las coordenadas que lo pongan sobre la pista del desencadenamiento, es
decir el tipo de quiebre que se produjo de manera tal que lo que se venía soportando
hasta entonces sin dificultad, se torne insoportable, pues remite a una clase de
interrupción del orden de lo real con su concomitante vacilación fantasmática, es la
consulta realizada en este momento lo que antes se mencionó como urgencia
subjetiva.
También Roa (2008) introduce en la instancia de la admisión la pregunta dirigida a la
forma en que el paciente llega a la institución esto es intentar ubicar la transferencia
previa, ya que no es lo mismo que llegue de manera impersonal, como ser un
volante o un cartel a que lo recomiende un médico o un familiar. Esta transferencia
general se ligará a la persona del analista produciendo la fijación de la misma más
allá de las características del terapeuta en particular, por eso se habla de un analista
cualquiera, en el sentido que basta con que un analista ocupe la posición para que la
transferencia se despliegue automáticamente.
Roa (2008) también entiende que en este espacio hay emergencias de lo
inconsciente, como diferencias entre el orden del enunciado y la enunciación, que se
evidencia en la sorpresa ante lo desplegado en la entrevista, cosas de las que no se
quería hablar y se desplegaron, puntos de angustia sobre temas ya elaborados o
que el paciente creía tener resueltos.
Más allá de ser un paso entre la entrada a la institución y el comienzo de lo que
podrían ser las entrevistas preliminares de un tratamiento, la admisión para
21

Rubistein (2014) también puede ser un espacio de derivación, esto exige del analista
no obturar el espacio de subjetivación, no hay que optar entre un médico y un
analista, del mismo modo que no hay que pensar que lo psicológico reducirá un
problema orgánico, como si hubiera una cuestión lineal de causa y efecto. Hay un
espacio de subjetivación del cuerpo y de ese cuerpo biológico, que cuando se
presenta como real escapa, a veces soportar una enfermedad orgánica implica que
algo puede dar lugar al análisis sin sustituir el tratamiento orgánico que puede ser
necesario.
Roa (2008) agrega que la llegada de un paciente a la institución en busca de un
analista ocurre luego de haber agotado un recorrido por médicos, amigos, etc., sin
haber encontrado una respuesta al sufrimiento que lo aqueja. Este hecho evidencia
que las respuestas que le han sido sugeridas no han sido suficientes, pero también
implica una suposición de inconsciente, que supone que lo que le pasa quiere decir
algo, lo que ubica el síntoma en el sentido de cuerpo extraño.

3.7. Transferencia e interpretación en la admisión.


La entrevista de admisión, consistirá en un encuentro que puede ser el único, no hay
forma de anticipar si el sujeto volverá a un segundo encuentro, esto obliga al
admisor a no confiarse del recurso del tiempo por venir y lo conmina a cernir, en ese
instante privilegiado, una marca para el consultante, una diferencia entre lo que
quiso decir al hablar y un decir que excede la intención. Esta diferencia es lo que
puede operar como resto para que un sujeto aloje allí su pregunta y que aunque la
institución brinde un servicio para todos, no se trata tanto de ofrecer la cura
psicoanalítica, sino más bien de un lugar de uso posible para todos, donde
cualquiera pueda tener la posibilidad de encontrar un analista para saber si tiene
algo que demandar (Campanella, Nocera & Trillo, 2008).
Rubistein (2008) plantea que si en el lugar del oyente hay un practicante del análisis,
aunque no se hayan producido todavía las condiciones de una entrada en análisis
un demandante podrá ubicarse en el dispositivo de manera tal que se produzcan
efectos de carácter analítico. Es así un encuentro breve, pero inaugural para
posibles modificaciones subjetivas, que puede poner a trabajar, lo real en juego para
cada sujeto.
22

Si entendemos al análisis como un dispositivo destinado a hacer posible atravesar el


campo del yo para apuntar a lo real en juego para cada sujeto que participa del
mismo, la entrevista de admisión cumple con la doble articulación que plantea
Rubistein (2008) al decir lo mismo de las entrevistas preliminares. Por un lado el
valor dado a la palabra del sujeto, a la suposición de verdad en juego en ella, a la
suposición de un saber que no se otorga desde otras vertientes terapéuticas ni
psiquiátricas y por otro lado hay un oyente que ha sido analizado, ha pasado por la
experiencia del inconsciente y de la castración, entrenado para escuchar los dichos,
es decir localizar al sujeto de la enunciación sin quedar atrapado en los enunciados
del yo.
En las posibilidades de este oyente se encontrará la diferencia, para convertir esa
palabra en algo diferente al discurso del yo, dando lugar a la producción del sujeto y
haciendo posible situar una marca (Rubistein, 2008).
La instancia de la admisión es una oportunidad previa adicional para la rectificación
subjetiva cuando algo de la localización del sujeto en dirección al inconsciente pueda
aparecer y de esta manera apuntar a lo real, haciendo caer los embrollos en que lo
imaginario sumerge al sujeto (Rubistein, 2008).
Freud aconsejó esperar el florecimiento de la transferencia para empezar a
interpretar, aunque no aplicó su propio consejo a su práctica, por otro lado la
transferencia no se establece sólidamente sin la interpretación. Se trata de situar el
punto genuino en que el deseo del analista opera con efectividad en la intervención
ya en su primer encuentro con el sujeto aunque dicho encuentro se produzca incluso
en la entrevista de admisión (Lombardi, 2008).
Para Fernández Mores (2010) la admisión es un lugar de paso, no incluido en la
serie de las entrevistas preliminares, donde la modalidad de intervención debe estar
más del lado del señalamiento que de la interpretación, no anticipando lo que debe
producirse en las entrevistas preliminares. La intervención con los significantes
rescatados del discurso del consultante puede generar un efecto de división
subjetiva que posibilite el despliegue de alguna cuestión relacionada con el motivo
de consulta.
Para este autor no existe una entrevista de admisión ideal, sin embargo esto no
significa que todo pedido de análisis puede ser admitido, sino que el analista debe
estar advertido ya que la admisión del sujeto es la contracara del rechazo del
23

inconsciente, esa posición subjetiva en la que el consultante no asume que el


síntoma tiene algún sentido y que le concierne.
Rubistein (1998) afirma que aun en el caso que la admisión tenga por resultado una
derivación (ya sea a otra institución que posea una oferta más apropiada a la
demanda, o a un analista que sostenga un tratamiento), no será sin transferencia,
pues es desde ese lugar desde donde la palabra del admisor puede tomar valor para
hacer posible el paso, pues nadie pide a cualquiera una derivación, sino que siempre
hay un lazo libidinal en juego.
La transferencia no es con el admisor como persona, sino con el Otro con el objeto
colocado ahí (Rubistein, 1998) el analista es soporte de esa función. Tampoco está
ahí como persona, esto permite el traslado de dicha función a otro analista para
iniciar el tratamiento. Esta misma transferencia también implica obstáculos
transferenciales que son resistenciales, que deberán ser tenidos en cuenta y
trabajados por el admisor, reduciendo su peso como transferencia imaginaria, no
dándoles consistencia, poniendo en juego que el Otro no existe, así se posibilita la
separación y derivación. Por otra parte, el saber adquirido en la admisión, es del
sujeto y lo lleva con él a donde vaya, no se pierde lo que produjo y no es un capital
del admisor.
En algunas instituciones, afirma Rubistein (2014) se plantea el problema de que el
admisor puede no ser quien va iniciar el tratamiento, lo que implica una ruptura que
queda como problema para el admisor, plantearse hasta dónde va a intervenir. Está
claro que este problema no existiría si fuera el analista que iniciará el tratamiento, ya
que puede considerar de manera tranquila esta entrevista como el comienzo de la
tarea analítica. Pero si sabe que no va a tomar como paciente al demandante, se
debe ver hasta dónde se mete y cómo hace, si es que se puede, para poner en
forma la demanda sin intervenir y sin interpretar.
Siguiendo al mismo autor, deja claro que sin intervención y sin interpretación no
pueda lograrse la rectificación subjetiva, si ocurre al menos parcialmente será con
ellos, el analista admisor deberá evaluar hasta donde la intervención y la
interpretación valen dicha rectificación en función de clarificar la demanda.
La diferencia respecto al tema de la interpretación en las primeras entrevistas entre
Freud y Lacan según señala Rubistein (2014) es que para el primero la
interpretación requiere que se haya constituido un oyente confiable, en cambio para
el segundo, ese lugar es ocupado por el Otro de la transferencia que es un lugar, un
24

campo vacío, a quien se dirige el mensaje. Este lugar es ocupado a veces por la
institución, de manera que el que recibe al paciente encarnaría a ese Otro
institucional.

3.8. Demanda en la admisión.


Cuando a Lacan (1975) se le pregunta cómo elige a sus pacientes, dice exigir del
caso que haya una verdadera demanda, demanda de querer ser despojado del
síntoma, a fin de que esa demanda los obligue a hacer un esfuerzo, es lo que se
puede llamar el consentimiento al trabajo de la asociación libre. Dice no prometerles
nada porque no es seguro que el paciente haga el esfuerzo de regularidad para salir
de eso y no aceptar como motivo de demanda suficiente el querer conocerse mejor a
sí mismo.
Miller (1997) se refiere a la primera entrevista en que alguien se acerca con la
intención de comenzar un análisis como "bienvenida". Aclara que aquel que consulta
no es un sujeto ni es aún un paciente, sino que espera ser recibido en ese carácter,
por el hecho de haber él mismo avaluado su síntoma y puede ser autorizado o no
por el analista a entrar en la experiencia, es un candidato. Esta cuestión aparece en
el inicio de cada experiencia analítica y el analista, si lo acepta, ejecuta el primer
acto analítico. La „avaluación‟ es (en francés) un neologismo que emplea Miller entre
avalar y evaluar, donde se avala también la forma en la que el sujeto ubica su propio
padecimiento (Rubistein, 2014). Según el Diccionario de la Real Academia Española
(2014), avaluar es dar valor, pero esta palabra no daría el sentido que le pretende
Miller al neologismo, ni lo que Rubistein interpreta del mismo.
Para Rubistein (2014) el oyente en la admisión debe encontrar un punto de
demanda que justifique que se inicie un tratamiento, hay que encontrar un modo
singular de situarse con lo que el paciente trae y si ese punto está muy oscuro,
intentar clarificarlo pues en la admisión. Por ejemplo Roa (2008), comenta una
modalidad de demanda donde se le adjudica a otro la ocasión de provocar el
sufrimiento, se trata de una demanda que equivale a un pedido, o bien la demanda
del tipo „vengo porque me quiero analizar‟ y entonces será el tiempo de las
entrevistas preliminares el momento en que dicha demanda manifiesta, sea
conducida por el analista a establecer una verdadera demanda de análisis y si se
han dado las condiciones, la entrada en análisis. Es decir que el paciente pueda
25

formular la pregunta de tal modo que incluya la responsabilidad de aquel que


padece, lo que solo podrá ocurrir si logra ubicarse que en el padecimiento hay algo
que se satisface.
Si hay una admisión, es porque hay coordenadas para una exclusión, estas estarán
relacionadas a las posibilidades de la oferta siempre, por eso es tan importante
clarificar la demanda (Rubistein, 1998).
Puede resultar conveniente que algunas veces el analista haga silencio y otras que
intervenga de un modo directo. Por ejemplo, puede intervenir de manera clásica con
la pregunta “¿y a usted que le parece?”, que es poco específica o bien hacer una
pregunta directa, o una lectura de lo que se ha escuchado de manera tal de
confrontar al sujeto con sus propios dichos para que el discurso siga, pero con algo
que lo haga pensar sobre su propio decir con un efecto de interpretación.
El lugar de la admisión es un momento crucial, que no puede ser encarnado por
principiantes, implica calcular y medir riesgos que, si el analista no pregunta no
puede saber y eso no es sin intervenciones (Rubistein, 2014).

3.9. El resultado de la entrevista de Admisión


Rubistein (2014) se pregunta acerca del destino de lo dicho por el paciente durante
la admisión, está claro que el admisor basa en ellos la derivación, pero pensarlo
desde el lado del analista que comenzará el tratamiento prefigura dos posiciones:
Saber o no saber lo que ha sido dicho. Algunos terapeutas no quieren saber nada de
antemano, quieren poder escuchar lo que aparezca en la primera entrevista. Pero
hay cosas importantes que se dicen en la admisión y puede que el paciente no hable
más de eso, una vez que fue derivado. Dado que se trata de un espacio institucional,
lo que fue dicho está escrito y no quedó por fuera, se puede preguntar al paciente al
respecto, en caso de ser necesario, lo que implica no hacerse el tonto, hacer que
cuente aquello que pueda tener importancia siempre que se dé la oportunidad y
valga la pena. De esta manera, lo dicho en la admisión no cae en el agujero del saco
roto, en el tránsito de un profesional a otro.
Por otro lado, siguiendo a Rubistein (2014) lo que se transmite en la admisión tiene
un efecto que queda en el sujeto y eso el sujeto lo lleva con él, lo que se produjo
como preguntas, movimientos subjetivos, llegará al espacio de tratamiento como
26

algo que el paciente mismo trae. Esto se verifica no sólo en la admisión, sino
también en la derivación y en el re-análisis.
Para Roa (2008) la admisión también permite al consultante postular sus
condiciones respecto de las características que deberá reunir el analista que se
haga cargo de su caso. Son cuestiones del orden de lo imaginario operarían como
condición para sentirse escuchado, por lo que merecerían ser tenidas en cuenta
dentro del marco institucional pues no darles su lugar puede implicar el fracaso de
establecer una transferencia en todo su rapport.
Cuando el analista sanciona la entrevista de admisión como último encuentro, no es
sin consecuencias, ni para el analista, ni para el sujeto atravesado por el acto. Esto
puede ser que ocurra porque para algunos sujetos solo se trata de un
apaciguamiento de lo que los ha llevado a consultar, donde se pueden producir
ciertos efectos terapéuticos, pero nada impulsa a seguir. También está la postura
que supone que la finalización del tratamiento en institución se asimila a la entrada
en análisis, de donde se desprende que las entrevistas preliminares son el marco de
un tratamiento posible en institución (Campanella et al., 2008).
Según Itzig (2010) la frase “la admisión del sujeto” contiene un equívoco y es que,
por un lado significa que el sujeto admite y por el otro que el sujeto es admitido.
Fernández Mores (2010) lo explica diciendo que la admisión del sujeto tiene dos
vertientes, por un lado quien consulta admite que hay una causa que le concierne
para eso que padece. No se trata de un reconocimiento yóico, sino que se ubica en
la enunciación como un consentimiento subjetivo, quien consulta se admite sujetado
a ciertos significantes al encontrarse sobre determinado por ellos; pero por el otro
lado también, el analista admite en tanto aloja ese padecer, absteniéndose de
intervenir desde ciertos ideales, (como podrían ser la proposición de soluciones
propias) para crear así un espacio para que se despliegue la singularidad del sujeto,
esta es la condición indispensable para la puesta en marcha de un posible
tratamiento.

4. Metodología
4.1. Tipo de estudio:
Se trata de un estudio descriptivo, diseño no experimental.
27

4.2. Participantes:
El autor participó de dos entrevistas de admisión las cuales fueron registradas a
posteriori y se adjuntan en anexo.
El primer caso, se designa con el nombre ficticio de F era una joven de 20 años
estudiante universitaria quien dijo tener la necesidad de dejar su casa porque ya no
soporta a su madre y por otro lado le costaba enfrentarla para comunicarle su
decisión.
El segundo caso, a quien se menciona como Y, fue una mujer de 50 años empleada
doméstica de nacionalidad peruana. Fue derivada por el colegio al que concurre su
hijo de 15 años, quien padece un retraso madurativo. El motivo de la derivación fue
prevenir identificaciones con un hecho de filicidio ocurrido a un compañero del niño,
en la presunción de que la consultante estaría desbordada por otras circunstancias.
El presente trabajo se enriqueció con las entrevistas realizadas como observadores
no participantes por los concurrentes a las pasantías de la materia Clínica de Adultos
que aportaron sus anotaciones, quienes tenían al momento de la experiencia entre
20 y 28 años, sólo dos estaban en el segmento de edad mayor a 35 años (uno de
cada sexo) y en su mayoría eran mujeres (solo 6 varones en las comisiones
observadas). Los casos aportados por estos observadores se detallan a
continuación y se adjuntan en anexo.
El tercer caso, observado por un varón, fue la consultante a quien se nombra como
N de 37 años. Se trata de una empleada de comercio en relación de pareja con otra
mujer quien dijo tener problemas de bulimia a raíz de una mudanza inminente y la
propuesta de su pareja tener un hijo juntas.
El cuarto caso, fue aportado por una mujer, se trata de la entrevista a S de 21 años
quien ubicó el motivo de consulta en torno a un padre con trastornos psiquiátricos
que habría dado señales de ser peligroso para sí y para su familia, lo cual la provocó
en ella una actitud de desgano y de no saber qué hacer.
Un quinto caso lo observó una mujer, es el caso de P de 31 años, mujer oriunda de
una provincia quien luego de convivir 12 años con un hombre que según sus dichos
la golpeaba, convive con sus hijos y su actual pareja, un hombre 41 años mayor que
ella, en una situación que no le resulta cómoda.
Un sexto caso fue observado por un varón, se trata de un joven a quien se menciona
como M de 33 años, quien dijo consultar a pedido de su novia y acusa tener una tara
28

desde su infancia producto de una acción del padre que arrastró a la familia a pasar
ciertas privaciones y ser cuestionados moralmente en un pueblo del interior del país.
Adicionalmente se realizaron entrevistas a tres actores de la admisión con el fin de
recabar información relevante y que se adjuntan en anexo:
 Para la primera se citó a la directora de la institución quien ejerce esa función
desde el año 2003. Se trata de una Licenciada en Psicología de la
Universidad de Buenos Aires, con 22 años al frente de instituciones
asistenciales (fue directora de otros centros desde 1997 a 2003) y más de 28
años ejerciendo el psicoanálisis lacaniano, tanto en el ámbito clínico, como
docente. Cuenta con varias publicaciones sobre el tema del presente estudio..
 Para la segunda se convocó a una Licenciada en Psicología profesional con
10 años de ejercicio en el ámbito clínico, asistencial y docente. Es
psicoanalista lacaniana y forma parte hace tres años del equipo de 30
admisores con que cuenta la institución
 Una tercera entrevista se sostuvo con la supervisora del grupo de primer año
de concurrentes, es uno de los 3 grupos de concurrencias (hay otro de
segundo año y uno de niños), quien es Licenciada en Psicología, con más de
15 años ejerciendo el psicoanálisis Lacaniano, tanto en el ámbito clínico como
en el asistencial y docente; desempeñándose en esta función de supervisión
desde hace tres años y de más de 10 años realizando admisiones en el
equipo de la institución.

4.3. Instrumentos:
La información fue recolectada mediante la observación no participante de dos
entrevistas de admisión, llevadas a cabo en los consultorios de la institución. Se
realizó una transcripción no textual de las mismas ya que no estaba permitido su
registro en medios electromagnéticos por razones de confidencialidad.
Se accedió a los registros de observaciones no participantes de otros observadores
quienes recopilaron lo actuado por el admisor y el demandante de análisis durante
dicha entrevista. Todas las admisiones registradas constan en anexo y se los
identifica con un seudónimo para hacer referencia en el desarrollo.
29

Se obtuvo un documento interno de la Institución que tiene por finalidad dar algunas
pautas generales a los admisores sobre el proceso de admisión, el mismo fue
analizado en el presente trabajo adjuntándose una copia en anexo.
Se obtuvo información diversa en reuniones no formales con docentes y miembros
de la institución, la misma ha sido vertida en el desarrollo de este trabajo. Los casos
que no fueron documentados se identifican por la ausencia de seudónimo y tampoco
se han incluido en anexo, en cada uno se intentó ubicar los dichos en contexto.
Por último, se realizaron tres entrevistas semidirigidas a una admisora, a una
supervisora que realiza habitualmente admisiones y a la Directora de la Institución.
Las mismas constan en anexo y los ejes en que se basaron fueron planificados con
anterioridad y se describen en el punto siguiente.

4.3.1. Los ejes de la entrevista a las admisoras fueron:


a) ¿Cuál sería según su criterio la finalidad de la admisión?;
b) ¿Por qué piensa que sería necesaria la presencia de un psicoanalista y no
cualquier otro profesional?;
c) ¿Qué quedaría por fuera de lo posible de atender en la institución según su
criterio como admisor, para la institución y para el tratamiento psicoanalítico?;
d) ¿Qué se puede decir del futuro del tratamiento y a partir de qué elementos de la
admisión?

4.3.2. Los ejes de la entrevista a la Directora de la Institución fueron:


a) ¿Cuál sería la finalidad de la admisión en la Institución?;
b) ¿Qué quedaría por fuera de lo posible de atender en la institución según su
criterio como Directora? ¿Esto también quedaría por fuera del tratamiento
psicoanalítico?
c) ¿Existe algún método o indicaciones acerca de qué tareas se espera que cumpla
el admisor a instancia de la entrevista de admisión?

4.4. Procedimiento:
Para la realización del presente trabajo se presenciaron dos entrevistas de admisión
cuyo material fue vertido al presente estudio como ejemplos de los temas
presentados. Estas entrevistas fueron llevadas a cabo ambas en día lunes a las 19
30

hs, las mismas tuvieron una duración aproximada que, superando la media hora no
excedieron los 45 minutos. Se realizó una transcripción no textual de las mismas ya
que no se permite su grabación en medios electromagnéticos por razones de
confidencialidad.
Se complementó el trabajo individual con de otros observadores de otras entrevistas
de admisión, contando con un registro de características similares.
Se profundizó el tema ubicando los interrogantes que hacen al presente trabajo
durante los talleres de las concurrencias y pasantías, pudiendo indagar en esta
instancia a los admisores de las entrevistas objeto de estudio y obteniendo del grupo
aportes a la cuestión específica de cada admisión y del proceso en sí. Estos talleres
tuvieron lugar los días lunes y martes de 20 a 21:30 y los sábados de 9 a 10:30 hs
con seis docentes a cargo (tres varones y tres mujeres).
Se realizaron dos entrevistas a admisores, siguiendo los puntos del apartado 4.3.1 y
con la estructura propuesta en el apartado 4.3.2 se obtuvieron las opiniones de la
Directora de la institución.
Estas entrevistas se fueron llevadas a cabo en el siguiente orden: En primera
instancia, se realizó la entrevista a la Directora de la Institución, en el despacho que
ella ocupa en la sede institucional, siguiendo los ejes descriptos en el apartado 4.3.2,
la misma tuvo una duración de media hora. Se solicitó autorización para registrar la
conversación y la misma fue desgravada para su posterior análisis e inclusión al
anexo que conforma este estudio.
La segunda entrevista se realizó a una psicóloga miembro del equipo de admisión
de la institución, tuvo una duración de 20 minutos, posteriormente se realizó el
registro de lo conversado para anexar al presente trabajo.
La tercera entrevista convocó a la Supervisora del grupo de primer año de
concurrencias, se realizó en 40 minutos en la sede de la institución, previa
autorización se registró la conversación procediéndose luego a la desgrabación de la
misma para su análisis e inclusión en anexo a este escrito.

5. Desarrollo:
5.1. El lugar de la entrevista de admisión.
La entrevista de admisión no sería una entrevista preliminar (Roa, 2008) sino más
bien una instancia administrativa que no es sin un admisor, quien puede ser o no un
31

psicoanalista dependiendo de la institución de la que se trate. El presente trabajo se


basó en observaciones realizadas en una institución privada psicoanalítica por lo
que el lugar del admisor lo ocupó en todos los casos un analista (Szyniak, 2011).
La observación de todo el proceso de admisión durante la pasantía, permitiría ubicar
dos etapas: Una propiamente administrativa y otra de admisión propiamente dicha.
En la instancia administrativa se observó lo que Roma (1992) menciona respecto a
tomar nota de los datos personales del paciente y concertar la entrevista de
admisión con un profesional. Esta etapa del proceso queda documentada dentro de
la historia clínica, en una hoja impresa por computadora, a cargo de un auxiliar no
psicólogo, donde se vuelcan los datos y se asigna un número de historia correlativo,
cronológico y único por paciente, quedando pendientes en la forma otras marcas
que registrará el admisor y darán cierto perfil al caso. Este perfilado consistiría, entre
otras notas, en consignar ciertas características de la consulta. En primer lugar, si se
requiere analista con experiencia. Un segundo punto es si debe evitarse la
derivación a un profesional en particular debido a incompatibilidades éticas (sea el
caso, por ejemplo, para evitar al analista de un familiar que se atienda en la misma
institución). Una tercera característica importante de consignar sería en caso que
exista alguna preferencia sobre el sexo del analista, los horarios disponibles para un
futuro tratamiento. Por último se incluye en el perfilado si se trata de una urgencia
subjetiva o un caso de cierta urgencia.
A partir de la observación participante de las admisiones, se puedo constatar que el
admisor no llevó en ningún caso ninguna guía escrita respecto de que orientación va
a dar a la entrevista, ni realizó ningún tipo de anotación en presencia del consultante
a excepción de registrar los datos que se le requiere completar en la carátula de la
historia clínica mencionados en el párrafo anterior (Roma, 1992).
Para el encuentro se programan entre 30 y 45 minutos de duración y, al menos en
los casos que se presenciaron, no se excedió significativamente dicho lapso. Una
vez concluido, el admisor vuelca sus observaciones en una hoja blanca tamaño
oficio lisa, que formará parte de la historia clínica y se localiza como segundo folio de
la misma.
Se pudo constatar que lo recabado por el analista en la admisión, se documenta a
posteriori, sería un recorte de lo que escuchó, esto dio cuenta de lo que Szyniak
(2011) menciona acerca de las dos etapas de la admisión propiamente dicha. Dicho
manuscrito es un documento al que se tuvo acceso, suele tener una extensión que
32

va desde los diez renglones hasta las dos carillas como máximo, aunque se observó
con mayor frecuencia una extensión de una carilla y media, ninguna observación
estuvo fuera del rango mencionado. Este documento se confeccionó en todos los
casos presenciados de puño y letra del admisor, quien estampó al final de sus
comunicaciones su firma y sello.
La redacción del documento descripto, dependería del estilo del admisor, pero se
pudo verificar que en general se tiende a utilizar una forma impersonal citando entre
comillas los dichos textuales que pudieran ser indicios de significantes del paciente
para el terapeuta que tome el caso a posteriori. Como este registro ocurriría luego de
la entrevista, puede pensarse que podría contener algunos aspectos inconscientes
puestos en juego por el admisor, lo que daría lugar a aquello que escuchó y en cierto
modo, no hubiera podido pasar por alto al momento de documentar el encuentro,
localizando así algo más allá del “yo” del analista, en el rol de admisor, como lo
señala Rubinstein (2008).
De lo expuesto hasta este punto, se podría pensar que se trata de una entrevista
libre, sin embargo una muestra no sistemática de no menos de veinte historias
clínicas que se observaron a lo largo de la pasantía, en la instancia de las
supervisiones grupales, permitirían suponer que se trata de una entrevista
semiestructurada, pues en ningún elemento de dicha muestra faltó material que dé
cuenta del hecho de haber indagado sobre el motivo de consulta, datos que intentan
configurar el desencadenante de la misma, datos sobre el entorno actual, actividad
laboral y no laboral y la constancia expresa de haber comunicado al consultante las
pautas institucionales.
La participación en las supervisiones permitió ubicar la importancia fundamental que
tendría éste documento. Dicha afirmación se sustentaría en la observación qué en
casos que el admisor determinó la necesidad de un analista con experiencia, la
supervisora evaluó si alguno de los analistas de su equipo podía acceder a la
demanda que se le imponía, a la luz de la lectura de este documento. Dicha lectura
intentó precisar si ella misma en tanto supervisor, estaba dispuesta a tomar el caso.
En esto se observaría algún matiz a lo expresado por Soler (1984) respecto qué si
bien el analista se autoriza de sí mismo, en sus instancias noveles podría requerir de
otro que lo guíe, más allá de la gravedad que pudiera percibirse en el caso. Este
Otro se sitúa en la institución y el dispositivo que ofrece que incluye para el analista
33

la instancia de supervisión semanal grupal y va en línea con lo explicado por


Fernández Blanco (2012).
El documento interno de la institución define al dispositivo de admisión como una o
varias entrevistas que, según lo comentado por la supervisora en la entrevista
personal anexa, cuando no logra detectarse el motivo de demanda en el consultante,
puede proponerse probar un intento de ver si la institución es o no para ese individuo
en particular. La admisión de la institución ofrecida al consultante como un
tratamiento de prueba podría situarla como una admisión de más de una entrevista,
pero este hecho no pudo observarse.
Ante la pregunta acerca de la finalidad de la admisión, los profesionales
entrevistados coincidieron en darle una importancia fundamental al hecho de evaluar
si la institución puede alojar la demanda de ese consultante en particular.
La directora por ejemplo dijo que la finalidad de una admisión sería poder evaluar si
entre lo que busca el consultante y lo que la institución le pude ofrecer hay un grado
de coincidencia y que si esto ocurre se lo admite, sino se lo deriva. No dar
importancia a esta decisión implicaría cierto grado de irresponsabilidad institucional
ya que una vez comenzado el tratamiento debería manifestársele al paciente que no
era la institución acorde a su pedido de ayuda, ubicando como la principal dificultad
en dicha instancia el haber puesto ya en juego la cuestión transferencial. Apoyó sus
dichos citando a Freud (1913) respecto al tratamiento de prueba como una forma de
prevenir tener que comunicar la imposibilidad del tratamiento a alguien que cree ya
haber comenzado el mismo.
La supervisora entrevistada fue en el mismo sentido, pero fue más al detalle, no
sería para ella la institución lo que puede alojar el pedido sino el dispositivo ofrecido
por ésta, fundamentalmente ubicó la cuestión en la periodicidad, tanto de las
sesiones (una vez por semana habitualmente) como de las consultas al psiquiatra
(atendería una vez por semana, con lo que un paciente podría aspirar a consultarlo
una vez al mes como máximo), además señaló como una finalidad secundaria
determinar el grado de experiencia requerida al analista que tome el caso.
Una tercera opinión, la dio la admisora, quien manifestó cierto grado de
cuestionamiento a la instancia de la admisión, si bien adhirió al discurso institucional
respecto del ajuste entre la institución o el dispositivo y el pedido del consultante, lo
diferencial lo ubicó en lo que respecta a la experiencia del analista a derivar, ya que
opinó que un analista de primer año de concurrencia quien supervisa semanalmente
34

podría lidiar con las dificultades del caso con más dedicación y eficacia que un
analista con experiencia, quien además seguramente tendría más pacientes y
menos supervisión caso a caso.
Durante la práctica se pudo indagar que varios de los analistas a cargo de los
tratamientos, no daban tanta importancia a la admisión y preferir escuchar al
paciente de primera mano. Esta es una de las opciones que señala como posible
Rubinstein (2014) acerca del destino de los dichos en la admisión. Sin embargo se
pudo dar cuenta que todas las derivaciones ocurrieron previa lectura, ya sea en
grupo o individualmente de la entrevista de admisión y en una reunión en la que se
participó, se pudo constatar que la entrevista de admisión cuando no está, hace
valer su falta.
El hecho se desplegó a partir de la admisión de N que luego de su observación por
parte de un participante del taller, se analizó el caso ese mismo día, el profesor a
cargo del taller señaló que se trataba de un caso que sería para un analista con
experiencia. Pero terminada la clase, por una cuestión de horarios, el admisor no
alcanzó a completar el informe y dejó la historia clínica en recepción.En instancias
de asignación de casos, se entregó el mismo a un analista de primer año
comentándose ante la falta de la transcripción de la admisión en la historia clínica,
que se podría suponer que no habría aspectos relevantes a considerar en la misma.
Al ubicar el observador rasgos comunes con la admisión comentada en el taller
(fundamentalmente la fecha de realización y el admisor responsable) comunicó
inmediatamente el punto de vista del profesor del día lunes y se procedió a diferir su
asignación hasta contar con la descripción del admisor en la historia clínica. Si bien
no se puede determinar qué efectos pudieran haber sobrevenido en caso de asignar
el tratamiento a un analista del primer año, queda claro que algo operó en reemplazo
de la admisión haciendo notar el lugar que quedaba libre.
La existencia de una admisión también, permitiría al analista designado tener acceso
a elementos que podrían ser relevantes para rechazar el caso. Por ejemplo se
observó en instancia de supervisión que un analista con horarios para atender a un
paciente, lo rechazó después de leer en la admisión que el consultante estaba
atravesando un duelo que le resultaba difícil ya que él mismo estaba en un proceso
similar (Rubistein, 2014).
Lo que escucha el admisor, queda disponible a veces en la transcripción de la
entrevista, que es más que un acuerdo de horarios (Fernández Moores, 2010) como
35

se pudo verificar en un caso en que se derivó a otro equipo, un paciente con historia
clínica sin restricciones respecto al terapeuta, que fue derivado por un concurrente
de primer año con horarios disponibles. La lectura de la historia clínica aún en
ausencia del concurrente que había hecho la recomendación al consultante, dejo a
las claras que se trataba de un caso que debía ser atendido en otro equipo, pues se
trataba de una persona cercana a uno de los integrantes del grupo supervisado.
En la entrevista a la directora se le interrogó acerca de qué podría considerarse un
fallo en la admisión, la intención de esta pregunta era indagar acerca de la finalidad
de la admisión apareciendo el elemento de las urgencias subjetivas. La directora
comentó que aunque no se aloje la demanda, si se acerca un sujeto angustiado se
debe medir si puede dejárselo ir, o se debe activar la red social del mismo para
contenerlo. Se observó así lo expresado en Rubinstein (2014) y Roa (2008) respecto
de las urgencias subjetivas que pueden aparecer en la admisión, en una viñeta que
compartió la directora sobre una mujer de edad avanzada, que asistió a una
admisión programada donde el admisor pudo detectar un estado de confusión que
no le permitía dar cuenta de dónde debía ir al terminar la entrevista. Aquí el admisor
se ocupó de ubicar a un familiar que viniera por la anciana. Si se hubiera dejado a
esta admisión seguir los carriles institucionales dejando ir a la persona, se hubiera
cometido un error de consecuencias legales graves para el profesional y la
institución. Este error habría tomado sustancia en la Admisión (Roa, 2008).
En la misma entrevista la directora dio cuenta de una situación que puede dar
indicios acerca de la admisión desde el consultante. Según sus dichos, muchas
personas concurren a la institución luego de haber hecho una admisión en su obra
social. Esto evidenciaría que el dispositivo no siempre funciona, en opinión de la
directora cuando opera como expulsor sería por una falla al momento de alojar la
demanda. Según su experiencia, los pacientes dicen que el admisor miraba el reloj
todo el tiempo o que no se les dijo nada. Para la directora el admisor puede decir
algo en ese sentido, tal como que es un buen momento para consultar, como una
maniobra de alojamiento, un señalamiento como diferencia Fernández Mores (2010),
que pudiera operar aliviando la angustia. Alojar provisoriamente la demanda no es
responder a la demanda (Roa, 2008).
Más allá de la obviedad respecto que en una institución psicoanalítica casi es
inesperable que no sea un analista quien esté a cargo de la admisión, todas las
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entrevistadas dieron cuenta de que un analista marca una diferencia respecto de


otros profesionales (Rubinstein, 2014).
La directora señaló que cualquier profesional, tanto psicólogo, psicopedagogo o
psiquiatra podría llevar a cabo la tarea de evaluar si se lo admite, a que parte del
equipo se deriva y si requiere previamente una consulta con el psiquiatra, pero
localizó esta diferencia en la escucha de un psicoanalista como un plus. Dio
ejemplos tales como que un analista puede oír un singular que no coincide con un
plural, o escuchar que hay alguien de quien no se habla y no va a dejar pasar un
fallido. Este plus que Rubistien (2008) señala como dejar lugar al sujeto, es lo
específico que agregaría el analista. En términos de González Castañón (1992) un
analista no va a invisibilizar lo que el paciente trae.
Las tres analistas encuestadas, coincidieron, en cuanto al plus de escucha, pero en
particular, la supervisora agregó un elemento que pone en relieve que se trata de
una entrevista de admisión en la que participa un analista, ya que ese plus, esa
aparición de sujeto, eso que un analista escuchará más allá del motivo manifiesto de
consulta, motivo manifiesto sobre el que incluso puede intervenir para que se abra
más, solo es en pos de verificar si la institución se ajusta a la demanda del
consultante y no, en el sentido de producir un sujeto en transferencia en miras a un
tratamiento, eso vendría después. Se observa en este distingo un elemento que
diferencia claramente la admisión de una entrevista preliminar (Roa, 2008).
Se preguntó a las entrevistadas acerca de lo inadmisible. La directora ofreció en su
respuesta tres causas. La primera por el lado de lo que la institución no puede
atender por no tener los recursos, ejemplificando con el hecho de no contar con
guardia. La segunda refiere a lo que el paciente quiere dar, ubicó en este sentido los
pacientes traídos, como por ejemplo los adolescentes por los padres, donde lo que
no se admite es que alguien sea sometido a un tratamiento por otro, de esta manera
la no admisión es una maniobra que posibilitaría una consulta en el futuro, como una
puerta que no se cierra con un tratamiento por imposición. En este sancionar como
última entrevista a la entrevista de admisión (Campanella et al., 2008) se puede
ubicar algo del capital que queda en el sujeto como afirma Rubistein (1998). Una
tercera causa de no admisión sería cierta dificultad interdisciplinaria con médicos de
pacientes que padecen enfermedades orgánicas, donde se sugeriría al consultante
recurrir al servicio del hospital o clínica donde se atienda la enfermedad orgánica.
37

La admisora coincidió con las causas institucionales de no admisión y señaló que no


se rechazarían pedidos de análisis por diagnósticos graves.
Ante la pregunta de lo inadmisible, la supervisora distinguió un más allá de la
institución, tratando de ubicar lo inadmisible para cualquier institución, situándolo en
los pacientes mandados, desde la alienación, en cuanto que no habría deseo. Ella
señaló estar hablando de un deseo de otro, impuesto y que el consultante no tiene
ganas de ver, o de probar si funciona, es decir no tiene ganas de venir a trabajar. En
esto coincide con Fernández Moores (2010) va más allá de lo enunciado por el
paciente como motivo de consulta, poniendo el foco en la presencia de este querer o
no ver o probar. Por último clasificó como inadmisible a quien tiene ganas de gozar y
vendría para eso y no a trabajar. Ambas causas de no admisión remiten a la posición
subjetiva en la que el consultante no asumiría que el síntoma tiene algún sentido y
que le concierne, en coincidencia con los excluidos al tratamiento por Fernández
Moores (2010).

5.2. Posición subjetiva durante la entrevista de admisión.


Para desarrollar este apartado se procedió a una lectura crítica de las entrevistas de
admisión realizadas en la práctica en la institución y a las observaciones realizadas
durante las supervisiones.
Se intentó buscar ejemplos donde los demandantes a partir de alguna maniobra del
analista, mostraron un cambio en su posición subjetiva, como así también localizar,
si los hubiera, momentos de división subjetiva (Roa, 2008) que permitieron ciertas
emergencias de lo inconsciente en tanto diferencias entre lo enunciado y la
enunciación, evidenciadas por la sorpresa ante lo desplegado en la entrevista, cosas
de las que no se quería hablar y fueron expuestas, puntos de angustia sobre temas
ya elaborados o que el paciente creía tener resueltos.
Es necesario agregar que los fenómenos que se intenta ejemplificar al ser en la
admisión tienen un carácter provisional siguiendo a Frydman (2005), ya que en esta
entrevista se intentaría poner a punto la demanda, o bien alojarla y a lo sumo sería
una instancia previa para la rectificación subjetiva como lo plantea Rubistein (2008).
También se realizó una entrevista de admisión a J, una mujer que consultó por
derivación de la escuela de su hijo discapacitado. Sus enunciados fueron en línea
con ser exceptuada del tratamiento, afirmando que ella puede sola, pero a la vez
38

contando una situación de inseguridad que tuvo como consecuencia el asesinato de


su esposo. Ella habría recurrido a la desafectivización, apelando a una posición
canalla para sostener esa pérdida sin elaborar y acusar al marido de haberse ido,
cuando en realidad fue asesinado. Se habría ubicado en una posición de madre,
dando cuenta de su preocupación por el futuro de su hijo si ella no pudiera hacerse
cargo de él, momento en el que se quiebra. El analista entonces hizo una maniobra,
tomando los dichos de la paciente, la invitó a implicarse, le dijo que el tratamiento
sería importante no porque ella sea peligrosa para su hijo sino por lo que a ella le
pasó. La mujer respondió inmediatamente con más resistencia, tras los dichos del
analista, afirmó qué es lo que “ellos”, refiriéndose a la escuela, le dijeron pero
repitiendo que puede resolverlo sola. Nuevamente el analista intervino, insistiendo
en dar lugar a lo que sucedió y tras valorar su voluntad de poder sola, le señaló que
aun pudiendo sola, a veces se necesita la colaboración de los demás para digerir lo
sucedido. Aquí el discurso cambió marcadamente y la mujer tomó otra posición, en
la afirmación de que todavía no había aceptado la muerte de su esposo.
El analista hizo otra maniobra para implicarla y lograr un viraje. Ella comenzó a
hablar de su esposo, lo que la posicionó más como mujer que como madre, que era
la posición desde donde venía hablando, permitiendo que el admisor dirija la
entrevista en este nuevo sentido lo que desembocó en el relato del homicidio del
cónyuge más como un ajuste de cuentas que como un hecho de inseguridad.
La admisión concluyó con la paciente resistiendo, como haciendo un contrapunto de
lo propuesto por Rubistein (2008) sobre el tiempo y el dinero en la institución, en
esta instancia la consultante apeló a estos recursos para posponer el tratamiento.
Ante la pregunta de la disponibilidad horaria, contrapuso la incertidumbre del
arancel, respuesta que el analista postergó para que se determine en el primer
encuentro con el terapeuta. Despejada a medias la cuestión no ofreció muchas
posibilidades de horarios como para iniciar el tratamiento rápidamente, sin embargo
se la admitió. Más tarde se pudo observar que esta consultante continuó con el
tratamiento al menos por cuatro meses luego de la admisión.
A veces el analista, lograría cambiar la posición subjetiva con un viraje en la
conversación, como sucedió en el caso de la entrevista de F, que se posicionaba en
el discurso hablando como hija, en relación a su madre, a su padre, a sus hermanas
y ante la pregunta del analista por eso que no aparecía, si estaba saliendo con
alguien, la llamó a subjetivarse en su función de mujer, donde aparecieron
39

identificaciones al padre. En otro momento de la entrevista la paciente produjo el


siguiente enunciado: “Yo estudio medicina 50% por mi papá y 50% por culpa, pero
me encanta medicina”. Esto fue una enunciación del sujeto, respecto a una elección
de carrera 100% ajena a su deseo. El analista tomó sus significantes y le repreguntó
si cuando se reciba de médica sentirá culpa y podrá ocuparse por completo del
padre (100%), ella intentó reafirmase en su vocación con la oposición de otro
enunciado “pero a mí me gusta la medicina” tomando el pero se le devolvió otro
“pero más por él que por vos”, señalando el 100% de la enunciación y ella entonces
aceptó esta división como posible. Y la puso en palabras al decir que se la quería
agarrar con alguien, pero no podía agarrárselas con nadie.
Otro ejemplo se observó en la Admisión de P, donde la división subjetiva habría
aparecido cuando la consultante de 31 años dijo sentirse en el medio entre su actual
pareja y sus hijos. Adicionalmente, cuando señaló que su antigua pareja sigue
teniendo un dominio sobre ella, lo que habría enunciado es que ella es dominable,
poniendo la causa en otro, pero hay algo que la atravesaría en el orden de un goce
propio, ¿por qué se deja dominar?
El caso de N de 37 años, durante la entrevista, no se observaron cambios en la
posición subjetiva. El caso tenía algunas complejidades, ya que N no hizo historia de
su relato, al que calificó de prontuario, no podemos asegurar que se haya producido
un sujeto que hiciera aparición o un yo que pudiera dar cuenta de algo que le
resultara propio con la extrañeza que caracteriza el fenómeno que convoca en este
objetivo. Su relato estuvo plagado de posiciones imaginarias de los otros (“ella
piensa que yo quiero”…, o “ella dice que yo tengo miedo de tener un hijo, capaz que
tiene razón”). No se pudo observar la operación del cuerpo en lo imaginario como
objeto recortado y la anorexia apareció haciendo síntoma en su imagen en una foto
(que habría oficiado de espejo). Esto podría evidenciar de algún modo un
tratamiento imaginario de lo simbólico. El síntoma que produciría la división del
sujeto sería la inhibición (lo que dice no poder hacer) pero la pregunta se le armó en
torno a la agresividad. El admisor compartió su idea del caso, como un autoerotismo
que sienta sus raíces en un edipo hipotético, evidenciado por la falla en lo simbólico,
por las series de mujeres que presentó y la identificación al padre (en el
alcoholismo), siguiendo a Frydman (2005) todo tiene carácter provisional ya que el
diagnóstico se relacionaría con la afinidad del tratamiento (que aun no comienza)
con el síntoma.
40

En la admisión de S, ella parecería haberse refugiado en una pluralización del sujeto


de su enunciado, lo que se observó en dichos tales como: “Tuvimos que internarlo”
en relación al problema con su padre, de esta manera escondía el problema en los
enunciados de otro. Planteó el problema en términos de que el padre había
amenazado con matar a la madre y luego matarse él. Se observa la angustia ante la
idea de suicidio del padre, descuidando el asesinato hipotético de la madre lo que
daría cuenta de que podría estar ubicada a nivel fantasmático en el padre. Como
este sujeto estaría armado a partir del padre, se mostraría desconcertada a partir del
desconocimiento que los actos de este padre le obligarían a registrar, lo que no le
estaría permitiendo ver ese desconcierto como un cuerpo extraño, no operando al
menos en principio, como un síntoma que propicie un tratamiento en este sentido,
como indica lo propuesto por Fernández Mores (2010)
Sin embargo habría algo perdido en relación al padre, que el sujeto no logró
anoticiarse, pero podría decirse que sintomatizó como cierto desgano, cuando se le
preguntó por ella y entonces dejó de hablar como hija y presentó un fenómeno, más
del orden de lo depresivo (la falta de ganas). La depresión la asistiría al sujeto al no
aceptar lo que sucedió, una forma de hacer que no pase.
En la admisión de M de 33 años, la posición subjetiva sufrió un viraje porque el
admisor, habría detectado cierta agresividad asociada, optando por no sostener y
dejando que el paciente volviera al lugar subjetivo en el que se lo notaba más
compensado. Nótese que M era hablado durante la admisión por otro, “la novia
dice”, “sus amigos dicen” o bien simplemente “le dijeron”, pero también hay un “la
gente decía” que apunta a una solución paranoide escópica para el objeto primario,
“eso me habla, me injuria” (“la gente hablaba”) (Lacan, 1965). Cuando el analista le
preguntó si los padres lo dejaron de lado, lo habría invitado a hablar por sí mismo y
ahí Marcelo respondió con una marcada agresividad ante la cual el admisor optó
ante lo que podría ser una vacilación fantasmática por no insistir en esta línea.
En algunos casos la entrevista de admisión hace diferencia con la primera entrevista,
como se pudo observar en una paciente que se derivó en el taller de supervisión que
concurría con el motivo manifiesto de haber muerto su padre un año atrás y no poder
elaborar ese duelo. El paciente concurre a su primera entrevista con el analista
asignado y en esta entrevista no apareció este motivo de consulta sino que
menciona que desde hace mucho tiempo la preocupa que se masturba, según ella
mucho y como trabaja con niños, tiene miedo de dañarlos. En este caso la admisión
41

mostraría algo que sin ella no hubiera tenido existencia y es del orden de la
diferencia, lo que difiere entre ambos encuentros, quedaría así convocado a decir
algo sobre la posición subjetiva y brindaría material que podría orientar al analista en
su trabajo de seguir escuchando. Nuevamente se hace evidente la posibilidad que
los dichos del consultante en la admisión no se pierdan. (Rubistein, 2014)

5.3. Indicadores diagnósticos en la entrevista de admisión.


Respecto a este punto, las entrevistadas estuvieron de acuerdo en que nada se
puede decir sobre el futuro del tratamiento a partir de la entrevista de admisión.
La admisora señaló que en una lectura posterior de la admisión, el terapeuta puede
llegar a detectar cosas que han surgido durante el tratamiento, pero que es un
fenómeno propio del tiempo retroactivo con el que opera el análisis, que permite la
lectura a posteriori, pero estaría en línea con lo propuesto por Frydman (2005)
respecto de la concordancia de tratamiento y síntoma.
La supervisora pensó la cuestión más en términos de Freud (1913) citando la
cuestión que como en el ajedrez, de una partida solo se puede decir de cómo fue la
apertura y se sabe cómo será el cierre, pero nada de lo que suceda entre ambos
hitos.
Tanto la supervisora como la directora comunicaron que no es un indicador lo que
proviene de los enunciados del yo, ni el entusiasmo del paciente, ni el hecho de que
lo hayan enviado por un tratamiento, que incluso una admisión con muchas
resistencias puede convertirse en un tratamiento provechoso, lo que hablaría más de
un diagnóstico del sujeto (Rubistein, 2014).
Esto se pudo observar en el caso de J donde al momento del análisis de la
admisión, en el taller, el admisor comentó que veía muy difícil que esta mujer hiciera
lugar a una pregunta propia, sin embargo regreso y se puede dar cuenta que
sostuvo un tratamiento por lo menos durante cuatro meses.
La Directora ubica la imposibilidad de indicios futuros en la falta de transferencia, la
transferencia instalada en este dispositivo es a su entender demasiado difusa o
global ya que es hacia la institución o lo psi en general, que plantea Fernández
Blanco (2012). Aun así aislaría por sus dichos, dos elementos que podrían cumplir
función de indicios, el primero sería que el analista pueda hacer intervenciones
42

donde se produzca el efecto sujeto y el segundo, sería que el consultante esté


dispuesto a ceder algo de su goce. Estos indicios no son indicadores diagnósticos.
Lo dicho pondría a los que se designaron como indicadores diagnósticos muy por
debajo de sus aspiraciones ya que al faltar la transferencia carecerían del marco en
el cual puedan ser leídos como indicadores propiamente dichos pues no revelarían
nada con certeza. La supervisora incluso habla de que el diagnóstico no se
determina por lo fenomenológico. Su recomendación es operar al principio siempre
desde la precaución, como si se tratara de una psicosis, no interviniendo demasiado
con interpretaciones, escuchando mucho y preguntando. Esto afirma la posibilidad
de tratamiento a la psicosis como señala Lombardi (2005) y Frydman (2005) pero
como tratamiento polivalente al menos al principio.
Los casos observados habrían permitido en muchas ocasiones ubicar posiciones de
sujeto frente a la castración, que serían posicionamientos típicamente histéricos u
obsesivos, e incluso rasgos psicóticos.
En la admisión de J por ejemplo la paciente de 50 años, se presenta como madre de
un hijo con discapacidad a quien le mataron a su marido delante de ella, que ya verá
como irá superando eso, que piensa que está bien y ubica el malestar en la
discapacidad del hijo. Aquí se observa una posición canalla, desafectivizando el
asesinato de su marido lo que podría dar cuenta de una posición psicópata, pero no
de una estructura psicótica (Frydman, 2005).
En la misma entrevista se detecta una falla en la culpa, pues dice que su esposo se
ocupaba del hijo y ella podía despreocuparse y hay un reclamo a tener que hacerlo
ella misma ahora y un señalamiento a la muerte del esposo como responsable de su
situación actual.
En la admisión, F, relató que está estudiando medicina y el analista le propuso un
significante "adelantada" respecto de sus estudios en el hecho enunciado por ella de
que, teniendo 20 años está ya en segundo año. Ella inmediatamente respondió que
no, que en realidad se atrasó un año. Esta característica podría ser un indicador de
una estructura histérica, donde el sujeto no aceptaría identificarse a ningún
significante que lo signifique (Soler, 1985) pretendiendo quedar indeterminado por
los significantes.
Lo mismo ocurrió cuando el analista señaló a partir de los propios significantes de la
paciente, que se hacía cargo de su padre, ella respondió con una doble negación.
Ella enunció que no tiene reproches al padre, pero sí con la madre lo que podría ser
43

un rasgo de orden histérico intentando proteger a su padre en falta frente a una


madre que percibiría como completa (Soler, 1985).
Pero esta misma paciente también habría mostrado rasgos obsesivos, cuando relató
una situación con lo que se percibió como un marcado temor por la hipotética
pérdida del padre y una compulsión a repetir acciones tres veces, que oficiaría como
un ritual para evitar la muerte del padre. Se podría pensar que estaría hablando
como hija. La culpa podría haber aparecido por un deseo de muerte del padre, como
si estuviera articulando un matarlo para curarlo, estas serían características más del
lado de una estructura obsesiva (Lombardi, 2005).
En la Admisión N manifiesto ser adicta al alcohol y otras sustancias y estar
recuperada, relató haber tenido épocas de bulimia y de anorexia. Ambas situaciones
ubicarían una cierta fijación oral y la anorexia en particular aparecería
sintomatizando su imagen en el espejo. Relató una serie de terapias que había
realizado hasta el momento de la admisión, que podrían estar ubicadas más a nivel
yoico, lo que iría en línea con el supuesto tratamiento imaginario que hace de lo
simbólico, se veía gorda pesando 34 kilos hasta que se vio en una foto y se asustó.
También se podría observar una posible posición de pasaje al acto en la cuestión de
la bulimia.
En la admisión S habló de un padre con problemas psiquiátricos, al que han tenido
que denunciar pues amenazó con matar a la madre y luego suicidarse. Ella se
habría ubicado identificada al padre entonces se le preguntó que le sucedería a ella
si el padre se matara, intentando ver si su enunciación señala algo del orden de no
ser tan preocupante lo que pudiera pasarle si este padre matara a la madre
cumpliendo su amenaza. En la misma línea cuando cuenta que su papá recién
ahora ha empezado una terapia, estaría enunciando una posible identificación a él,
empezando también recién ahora. En diversos dichos se podría intentar ubicar como
no pudiendo sostener la imagen del padre y recurrió a algo del orden de quitar culpa
justificándolo, lo que ubicaría un sujeto dividido entre el enojo y cierta preocupación
y esto sí puede ser un síntoma porque lo estaría localizando como un cuerpo
extraño, en cuanto dice no poder mediar.
El admisor señaló a posteriori un indicio de depresión en el desgano que enunció la
paciente, ya que habría una pérdida que no estaría siendo aceptada de este padre y
calificó dicha pérdida como lo peor que le pasó en la vida, la depresión sería una
forma de que esto no suceda, ya que impondría todo un cuestionamiento a su vida a
44

partir de lo que le sucedió al padre. Esto se manifestaría como lo difícil que le resulta
seguir después de esto que podría ser la caída del ideal, se estaría quedando
atascada, habría un quiebre de orden narcisista, una caída de sus ideales
(Rubinstein, 2014).
En la admisión M ubicó su síntoma como inhibición ya que enunció tener una traba
mental que asoció a su infancia. El paciente intentó situar un hecho ocurrido con su
padre de índole económica que afectó la relación con sus primos y
concomitantemente la exclusión de una supuesta clase social en su pueblo de
origen, sin embargo no pudo dar cuenta de qué situación se trató, la que calificó
como un “hachazo” en su vida.
El admisor señaló posteriormente que este paciente estaría solicitando según sus
dichos al otro que diga por él, por ejemplo cuando preguntó al analista si tiene con lo
relatado hasta ese momento material para trabajar. Se ubicó además una cuestión
que podría ser escópica, alusiva a la paranoia que se hacía intolerable cuando
fumaba marihuana, época en la que creía que la gente lo miraba. Sin embargo la
mirada parecería ser una cuestión secundaria a la voz, ya que el fenómeno parece
ser más invocante, dado que quienes supuestamente lo miraban parecía que
hablaban, como en el pueblo. De esa época también mencionó que además el tenía
las orejas muy paradas, atribuyéndolo a que es sensible por el arte.
En esta admisión se podría estar en presencia de un discurso pre constituido del
Otro, los dichos del paciente eran los de su novia, no habrían sido significantes de
él, habría cierta falla en la enunciación pues marcadamente parece ser puro discurso
del otro y no estaría logrando constituir un discurso propio. Habría una solución con
cierto rasgo paranoide, escópica pero el objeto primario, parece ser eso que le
habla, eso que lo injuria (Lombardi, 2005). La falta de fenómenos en el cuerpo
estaría remitiendo a una psicosis ordinaria. El analista manifestó descreer que M no
haya realizado ninguna terapia con anterioridad, a partir de observar que parece
saber qué decir. Cuando se hizo la maniobra cuestionando a los padres y ante la
cual el paciente se puso a la defensiva, manifestando cierto ánimo enojado, ahí el
admisor hipotetizó que habría una precariedad que no debería ser sacudida y
comentó su intención de no insistir.
Todos los fenómenos observados y relatados, estarían dando cuenta de que la
existencia en la admisión, de indicadores de estructura, pero no podría hacerse un
diagnóstico ya que ninguno en singular y sin transferencia sería indicador suficiente.
45

El admisor puede hacer las reflexiones que fueron comentadas en un segundo


tiempo de la admisión (Szyniak, 2011).
En todos los casos se pudo observar que ningún analista en la admisión prestó
significaciones inocentemente a los dichos de los pacientes, ya que las mismas
estarían en los saberes que detentan los sujetos, que aunque inconscientes les
pertenecen (Lombardi, 2005). Cuando lo hicieron fue en pos de poder poner a
circular nuevamente la palabra.
En Admisión de J se observó el intento de alojar la demanda, cuando se le dijo que
lo que le pasó (el asesinato de su esposo) es algo muy difícil, o que es difícil convivir
con chico con retraso. También se la impulsó a seguir hablando cuando el analista
minimizó el hecho de que la mujer pegue a su hijo, esto sería a fin de identificar si se
trataría de un evento aislado o una situación de violencia familiar habitual. Todo esto
sería en pos de acondicionar la demanda (Rubinstein, 2014).
Por otro lado como señala Frydman (2005), lo obtenido en la admisión solo permitiría
un diagnóstico provisional y esto no podría ser de otro modo porque, por lo que se
pudo apreciar en las supervisiones, después de la admisión, al inicio del tratamiento
e incluso con cada entrevista, surgían rectificaciones a partir de nuevos dichos o
nuevas enunciaciones de los pacientes que irían orientando al terapeuta. Este hecho
sugiere la imposibilidad de exigir de una entrevista de admisión un diagnóstico
definitivo.
Se trataría más bien, de señalamientos que intentan construir la demanda o empezar
a hacerlo a partir de la oportunidad que brindaría a un analista la entrevista de
admisión, por la escucha que buscaría un punto más allá de lo enunciado por el
consultante (Fernández Moores, 2010)
También se observó en todas las admisiones que el analista solicita al paciente que
historice su síntoma, dando lugar al sujeto en la admisión (Rubinstein, 2014), se les
pidió dar cuenta de qué los trajo a la consulta, por qué ahora, dónde colocarían el
inicio de su padecer. Todas esas respuestas serían los saberes que él mismo sujeto
porta (Roa, 2008).
Los síntomas capaces de ser tratados serían sólo aquellos que el sujeto se
autodiagnóstica, (Gurevicz et al, 2006) los que le resultan invisibles, mientras
permanezcan en ese estado no pueden tratarse, en su relato los pacientes cuentan
varias cuestiones, que se han presentado como fenómenos sin embargo solo serían
46

síntomas si el paciente los visualiza en el tratamiento, para trabajarlos en


transferencia.
6. Conclusión.
A lo largo del presente trabajo se intentó explorar el lugar de la entrevista de
admisión en ámbito de la institución privada dentro del tratamiento psicoanalítico, en
la hipótesis que la posición subjetiva que los demandantes de análisis adoptaran o
mudaran durante la entrevista o la presencia de indicadores diagnósticos relevantes
durante la misma permitirían establecer la importancia y función diagnóstica del
dispositivo de entrada al tratamiento en este tipo de instituciones.
Se pudo observar que la entrevista de admisión ocuparía un lugar en el tratamiento
que no puede faltar, ya que su ausencia posibilitaría la ocurrencia de errores cuyas
consecuencias son siempre impredecibles. Su importancia radicaría en que se trata
de una puerta de entrada al tratamiento, con las características de esta institución en
particular (Roa, 2008).
La admisión estaría requiriendo un analista porque la institución es analítica pero por
sobre todo su presencia se basaría en el plus que la escucha psiconanalítica tiene
para ofrecer, en ése que es un momento de decisión. Al ser dirigido por un analista
posibilitaría que se dé lugar al sujeto más allá de los motivos manifiestos de la
consulta, pudiendo así determinar si algo del orden del deseo, en tanto ganas de
trabajar, aparece y que dé lugar a su admisión (Roa, 2008). Pero también habría una
admisión de ese sujeto de algo que se le estaría presentando como propio pero
desconocido, esta dimensión también requeriría un analista que la aloje.
La institución apuesta a que aparezca un pedido propio del paciente, no considera
un motivo de no admisión el hecho que la consulta sea solicitada por un familiar,
pero no serán admitidos si no logran constituir una demanda propia (Rubistein,
1998).
Las observaciones permitieron ubicar tres posibles tiempos en la entrevista, uno
puramente administrativo, a cargo de un empleado no psicólogo, donde se recaban
datos personales, un segundo tiempo de entrevista propiamente dicha, donde se
posibilita el despliegue del discurso, se da lugar para la posible aparición del
inconsciente, allí ocurriría la escucha psicoanalítica y un tercer momento de reflexión
y documentación, donde el analista puede pensar atenta y detenidamente sobre el
47

caso decidiendo qué de lo escuchado estaría siendo el recorte que integrará la


historia clínica y carta de presentación al futuro terapeuta (Roa, 2008).
Un dato que parecería importante, por la polémica que suscitó es la marca de
analista con experiencia, que parecería ser más bien un llamado de atención para el
supervisor de poner especial atención en el seguimiento del caso. Por lo que se
pudo observar, no habría en los profesionales una validación de este rótulo al
momento de tomar al paciente, lo cual abonaría la hipótesis que la importancia de la
admisión no sería diagnóstica ni siquiera en esta circunstancia (Frydman, 2005).
Se pudo aislar una lista de lo inadmisible por la institución en ajuste al dispositivo
ofrecido, que operaría como un condicionante al analista admisor (Scavino, 1992),
no dando la admisión según su sana crítica, sino de acuerdo a aquello que la
institución con su dispositivo le permite ofrecer. En general tampoco se estaría
ofreciendo como analista ya que no lo han venido a buscar a él sino a la institución a
la que representa, caso contrario se trataría de una admisión directa, prevista por la
institución pero que no fue objeto del presente estudio (Fernández Blanco, 2012).
También se ubican responsabilidades institucionales las que se quedarían
configuradas a partir de la admisión más allá del resultado de la misma, ya que una
vez que la persona solicita ser admitida, no podría ser desatendida, sin caer en la
figura de abandono de persona, lo que requeriría determinadas maniobras por parte
del profesional que la atienda, para poner en marcha las redes del consultante aún
en el caso de la no admisión, inclusive determinando si la urgencia lo ameritara la
internación (Roa, 2008).
Quedaría entonces confirmada la importancia de esta instancia del tratamiento por
su ubicación en los albores de un análisis y como único dispositivo de entrada al
mismo, no hay tratamiento sin admisión al menos en la institución privada
observada, siguiendo a Frydman (2005).
Se pudo observar que todas las historias clínicas que fueron admitidas, al momento
de su derivación se habría hecho uso de la admisión documentada por parte del
analista designado para la aceptar o no el caso. Cada terapeuta habría tenido en
cuenta sus propios indicadores para tal decisión, pero el testeo no fue sin partir de
datos de este documento (González Castañón, 1992).
Otro objetivo que se intentó ubicar es si la importancia estaba basada en los
cambios de posición subjetiva que operarían en la entrevista y la conclusión es que
si bien parecen ocurrir, no serían tales que puedan precisarse como una condición
48

de inicio del tratamiento (Gurevicz y Mordoh, 2009). No siempre supondrían la


puesta a punto de una demanda, aunque si tienen un efecto sorpresa que suele
donar al paciente, un plus que ubicaría al significante que lo trae como propio pero
desconocido.
Estos cambios de posición subjetiva podrían llegar a ser útiles si el paciente viene
mandado y logra así ubicar en la admisión algo de su responsabilidad que lo pueda
llevar a preguntarse por lo que le pasa, aunque, se insiste en la idea que el lugar
para constituir la demanda sería el tratamiento en sí, durante las entrevistas
preliminares (Roa, 2008).
En cuanto a la importancia que pudiera tomar la entrevista de admisión respecto a
su poder diagnóstico a partir de indicadores de posición del sujeto frente a la
castración, se observó que un analista podría ubicar estos indicadores, sin embargo
no lo orientan para un diagnóstico, que no sea provisional. Hacer un diagnóstico a
partir de esas marcas sería engañoso, ya que no se trataría de síntomas sino de
apuntes del admisor y sin transferencia que quedarían inhabilitados como
diagnósticos analíticos (Gurevicz y Mordoh, 2009). Sin embargo estos indicadores
pueden orientar al admisor en la formulación de preguntas, pero siempre en el
sentido de poner a hablar al sujeto.
En cuanto al alcance de lo abarcado en el presente estudio, las observaciones
fueron marcadamente de pacientes de sexo femenino, en consonancia con la dispar
distribución de sexos propia del público de la institución.
Otra restricción importante es que los fenómenos observados sólo pudieron dar
cuenta de lo que sucede en una institución en particular, siendo la entrevista de
admisión con las adaptaciones de cada caso, un dispositivo común a todas las
instituciones. No debería intentar extenderse las conclusiones del presente trabajo a
otras instituciones sin tener en cuenta esta limitación (Roa, 2008 y González
Castañón, 1992).
Al no haber tenido en cuenta qué las consecuencias de la admisión podían
evaluarse a posteriori en las reuniones de supervisión, se incurrió en una falla
metodológica que no invalida el presente trabajo pero seguramente limitó el uso de
esta instancia a posteriori. Si bien se pudo hacer mención de algunas observaciones
en la supervisión han quedado por fuera del presente probablemente muchas otras
por la falta de registro apropiado, esto se podría haber evitado con el diseño de un
49

instrumento adecuado para tal fin, como podrían haber sido el generar minutas de
supervisión u observaciones participantes.
Las admisiones observadas y documentadas en el presente trabajo tuvieron la
particularidad de haber sido protagonizadas por tres individuos (un admisor, un
consultante y un observador), no contándose con estudios comparativos que puedan
dar cuenta de las diferencias que se pudieran observarse en el dispositivo en su
versión habitual de dos individuos (un admisor y un consultante). Por otro lado, las
observaciones al haber sido en el marco de pasantías clínicas, sufrieron un leve
sesgo que el admisor manifestó haber aplicado yendo un poco más allá de una
entrevista de admisión común a fin de recabar más material de tipología diagnóstica
para trabajar posteriormente en los talleres. La afirmación de que podría ser leve el
sesgo, se basa en que el tiempo de duración fue en todos los casos dentro de los
parámetros establecidos por la institución (aproximadamente entre 30 y 45 minutos)
para las admisiones comunes (sin observadores).
Tampoco se puede precisar los efectos en los consultantes de haber participado de
una admisión con un observador que solo aportó su presencia. En todos los casos el
observador fue presentado como tal al consultante.
Si bien no fue objeto del presente trabajo se podría haber documentado mejor la
extensión del material y los contenidos que finalmente se incluyeron como entrevista
de admisión en las historias clínicas, a fin de documentar la estructura que estaría
subyaciendo a la entrevista y que la observación de algunos casos habría permitido
suponer. Este dato tendría más valor aún luego de un estudio (que hasta podría
contener descripciones estadísticas) de los contenidos de la entrevista de admisión a
partir del análisis de los textos, pero no sería una pregunta en el marco de la teoría
psicoanalítica. Un estudio de las características descriptas sólo podría hacer algún
aporte en el marco de una investigación sobre síntomas actuales, recopilando
cuánto se repite de lo que dicen los pacientes, qué se repite y por qué o para qué
insiste.
El estudio resultó ser específico, pues no pudo observarse casos diversos que hacen
a la tipología de la entrevista de admisión como lo son las entrevistas múltiples de
admisión, que son aquellas en las que no logra discernirse si el dispositivo se ajusta
a la demanda en un solo encuentro y a las que cabe suponerles características
diferenciales; ni a las admisiones directas que es el dispositivo pensado cuando se
solicita a un analista de la institución en particular, ni a las admisiones sujetas al
50

acuerdo con el médico psiquiatra. Si bien se tuvo noticias de su existencia, su


carácter de no habitual las dejó por fuera de lo que era posible observar en el tiempo
que duró la práctica.
El trabajo aportaría a configurar un posible lugar a la entrevista de admisión, siendo
producto de un entrecruzamiento discursivo entre el psicoanálisis y la institución
(Roa, 2008) se ubica su importancia en lo que tiene de institucional que no es sin lo
que tiene de psicoanálisis. Se pudo establecer la existencia de indicios diagnósticos,
pero también el estudio de los casos obligó a relativizar su valor. Todo el trabajo
reviste el grado de una aproximación a un tema que no cuenta con mucha
bibliografía.
Se podría investigar en un futuro la admisión a partir de los mismos ejes en otras
instituciones de manera que posibilitara establecer diferencias y semejanzas del
dispositivo, también serían una interesante fuente de investigación las admisiones
que se rechazan, ya que no se pudo observar nada de ellas.
Lejos de convertirse en un cierre o un punto final, el presente documento dejó
abiertos muchos interrogantes personales, que seguramente servirán de impulso
para a seguir en contacto con el modelo que sirvió de punto de vista teórico en esta
aproximación al tema. El trabajo en sí, contribuyó positivamente a la formación
profesional, ya que a partir del mismo y se pudieron integrar conocimientos
adquiridos durante la formación profesional, ahondando aquellas cuestiones que
durante la carrera habrían captado la atención del autor.
51

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54

8. Anexos
8.1. Entrevistas
8.1.1. Entrevista a la directora de la Institución
La entrevista a la Directora de la Admisión se realizó en su despacho en la sede de
la institución sin otros participantes. Se solicitó previamente permiso para registrar la
conversación y el mismo fue concedido. Luego un cálido recibimiento comienza la
entrevista objeto de la reunión.
Entrevistador (E) –Bueno comencemos… ¿Cuál sería la finalidad de la admisión
en la institución?
Directora (D) - Quien se acerca, a la institución lo hace con un pedido, no lo
podemos llamar aun una demanda porque no tiene ese estatus, viene porque
tiene una cuestión manifiesta solicita ayuda. La finalidad de una admisión sería
poder evaluar si entre lo que busca el consultante y lo que la institución le
puede dar hay un grado de coincidencia. Si esto ocurre se lo admite, pero si
no hay coincidencia, lo que se hace es una derivación externa a otro tipo de
institución diferente, que tenga otra estructura, por ejemplo: si viene alguien
con un pedido en relación a una cuestión de consumo y está consumiendo de
una manera importante, nosotros solemos derivar a una institución que se
ocupa de esa temática y que tiene otros dispositivos -como guardias o
acompañamientos- que permiten implementar otro tipo de estrategias. El
objetivo de hacer una admisión es ver si el paciente es admitido porque lo que
le ofrece la institución es lo que él busca. Otro ejemplo es los horarios
disponibles de los analistas, que por lo general vienen a la institución una vez
por semana y si se acerca alguien que requiere mayor frecuencia de
tratamiento, antes de admitirlo debemos constatar que contamos con algún
profesional que tenga horarios para venir en la frecuencia que entendemos el
consultante está necesitando.
E – ¿Sería la contra cara del „venir a pedir‟, un: „A ver que te puedo dar‟?
D – En cierto sentido, porque si no sería muy irresponsable de parte de la
institución que al poco tiempo deba comunicarse que no era la institución lo
que el consultante estaba buscando, con el agravante de tener que
comunicarlo con una cuestión transferencial ya establecida… es muy
complicado de esa manera, esto lo decía Freud, entre los motivos del
55

tratamiento de prueba. El creía que alguna patologías no se analizaban,


porque no desarrollaban transferencia (que era el motor de la cura lo que los
dejaba sin ninguna posibilidad) pero además por cierta cosa del prestigio del
psicoanálisis que en esos momentos se estaba iniciando. Consideraba que no
se podía tomar a alguien, bajo riesgo que cuando pensara que ya estaba en
tratamiento decirle que eso no era aplicable a su caso.
E – ¿Por qué piensa que sería necesaria la presencia de un psicoanalista en la
entrevista de admisión? ¿Por qué no podría ocupar ese lugar otro profesional
o un psicólogo desde otra posición teórica?
D – Podría serlo, es una elección institucional y básicamente se debe a que
somos una institución psicoanalítica donde nos parece que la escucha de otro
tipo de profesional, que podría ser un psiquiatra por ejemplo, evalúa
determinadas cosas pero la escucha de un psicoanalista que puede evaluar
esas cosas tiene además un plus. Yo digo que la admisión no es una
entrevista preliminar porque el que está a cargo de ese dispositivo, debe
decidir una serie de cosas, primero si lo admite, en tal caso en que parte del
equipo asistencial lo deriva, si se necesita antes de admitirlo hacer una
entrevista psiquiátrica, etc. Esto lo podría hacer un psiquiatra, un psicólogo no
psicoanalista y lo podría hacer un psicopedagogo, solo hay que seguir las
pautas institucionales y se puede resolver. Me parece que la escucha
psicoanalítica le implica un plus del orden de lo que escuchan los analista, lo
podríamos resumir como “pavadas” (risas), por ejemplo uno escucha un plural
que no coincide con un singular y pregunta sobre eso, pregunta sobre algo
que se omitió, si alguien habla en la admisión sobre su mamá, su marido, sus
hijos y no menciona a su padre, el admisor pregunta… pero eso está
determinado por la escucha analítica, no por las pautas de la admisión, eso le
agrega un plus. Un analista no va a dejar pasar un fallido, este es el plus que
le agrega lo específico de la escucha analítica.
E – ¿Qué quedaría por fuera de atender? ¿Si hay una admisión? ¿Qué no se
admite?
D – Si claro, porque si hay una admisión, hay lo que no se admite y tiene que ver
con aquellas presentaciones de los que vienen a buscar, donde la institución
considera que lo que los recursos que tenemos son insuficientes, por ejemplo
el tema de que no hay guardia, alguien en un momento de
56

desencadenamiento psicótico que necesita hospital de día, internación o un


dispositivo que tenga guardia, hay que derivarlo. Pero también hay casos que
no se relacionan con lo que la institución pude ofrecer, más bien con lo que
quiere dar. Si viene un adolescente traído por sus padres, por ejemplo, traído
un poco por la fuerza, donde él no está de acuerdo, donde al empezar la
entrevista de admisión te dice que viene porque lo obligaron, que no tiene
nada que decir, que no le pasa nada y que el que está angustiado es quien lo
trajo, me parece que admitirlo es arruinar cualquier otra futura consulta que el
joven pueda hacer en su vida, porque va a venir obligado y quedarse callado.
Esto no se admite, no se admite la consulta donde no hay accesibilidad de
parte de aquel que viene, aun después de ver si se puede poner en forma esa
demanda y no se consigue. Se le indica que cuando él quiera, la institución
está abierta para cuando él lo necesite, pero además se acompaña con una
invitación al que lo trajo, no de tratamiento necesariamente, a veces se
ofrecen unas entrevistas de orientación porque no hay duda de que ese que lo
trajo está angustiado y a veces se resuelve la cuestión con esta intervención.
Este sería otro ejemplo de lo que no se admite que no tiene que ver con la
gravedad, ni con la patología, sino con algo de la posición de aquel que viene,
porque forzar una consulta es arruinar la posibilidad de una demanda genuina
en el futuro, porque alguien a quien vos sometes a eso después es muy difícil
que consulte.
Otro ejemplo de no admisión son consultas que están muy enganchadas a una
patología orgánica muy pesada, donde el demandante precisa de mucha
atención médica, no porque no lo podamos atender, pero lo que nos suele
pasar es que nos cuesta trabajar con los médicos porque no dan bolilla,
entonces aconsejamos que se atiendan en el servicio de psicopatología del
hospital donde tienen la reciben la atención por la enfermedad orgánica,
porque los médicos no dan bola.
E – ¿Se puede decir algo sobre el futuro del tratamiento a partir de indicios que se
pesquisen en la admisión?
D – Yo creo que no, porque no se tiene en la entrevista de admisión un elemento
que es fundamental, que es el desarrollo de transferencia, solo tenés eso que
se podría llamar transferencia previa que hace que alguien venga a consultar a
este lugar y no a otro. Se trata de una transferencia demasiado difusa o global
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que es a la institución, o a lo psi, o que alguien que lo recomendó, porque la


mayoría de nuestros consultantes vienen recomendados por otro, pero eso no
garantiza que haya una transferencia con todo su raport con ese analista que
le tocó en la entrevista de admisión. Me parece que el futuro del tratamiento
está muy determinado por dos cosas: Por la posición del analista con las
intervenciones que pueda tener en la entrevista de admisión y por la posición
subjetiva de aquel que consulta en cuanto a si está dispuesto a ceder algo de
su goce, porque si el que viene a consultar no está dispuesto, por más que el
analista maniobre, intervenga, etc., no va a pasar nada. El motivo de consulta
que es un motivo yoico, no es ni más ni menos auspicioso. Que alguien venga
a decir que ahora se dio cuenta y que se quiere analizar y que está decidido a
alguien que dice que viene a probar porque en esto no cree.
E – ¿Pero el admisor no podría pescar una diferencia entre el motivo yoico y ese
algo más?
D – Si pero la admisión no da tiempo para intervenir sobre eso… pero si ocurre, si
el admisor lo hace de manera tal que causara un efecto sorpresa en el
consultante, porque… yo creo que lo que te da la pauta de si la entrevista va a
prosperar en el sentido de un tratamiento, en el sentido de que tenga alguna
eficacia terapéutica del analista, tiene que ver más con se produzca un efecto
sujeto, que aquel que viene encuentre alguna cuestión que no se le había
ocurrido, que no había pensado, que le sorprenda ésa dimensión fuera de su
yo.
E – En una entrevista que me toco presenciar, la entrevistada manifestaba todo el
tiempo que había sido enviada por un tercero, el colegio en su caso, pero el
admisor le señaló un par de veces que ella debía encontrar algún motivo en
ella para asumir la tarea que implicaba el tratamiento. Luego cuando
comentamos el caso el entrevistador señaló esta cuestión que si no
encontraba en ella un motivo el tratamiento no iba a prosperar, ella dejaría de
venir. Como que en esa diferencia entre la demanda yoica y la no aparición de
sujeto, ahí había un predictor respecto del futuro del tratamiento, respecto de
que esta mujer no fuera a volver.
D – Si pero yo creo que a eso hay que darle siempre una oportunidad, porque
alguien que viene en esa posición y esa posición se sostenga un tiempo (por
eso pensamos sobre que es primero si la intervención o la transferencia)...
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pero muchas veces alguna intervención que aquel que viene no espera, no se
imagina, no se le ocurre, hace que le parezca que hay algo que se abre como
una nueva luz y lo lleva a pensar y lo engancha. O todo lo contrario, alguien
que viene muy decidido… no pasa nada y se va.
E – ¿Existe algún método o indicaciones acerca de qué tareas se espera que
cumpla el admisor a instancias de la entrevista de admisión?
D – Si fundamentalmente es esto que hablamos, en primer lugar, debe evaluar si
hay coincidencia entre esa demanda que hace el solicitante y lo que puede
ofrecerle la Institución. En segundo lugar debe establecer si es una urgencia,
si hay necesidad de hacer una entrevista psiquiátrica. Estas dos cosas como
mínimo.
Pero también debería pesquisar otras cosas que pueden ser interesantes para
aquel que va a continuar el tratamiento, tales como los motivos que lo
movieron a elegir esta institución para tener una idea de la transferencia previa
y también, si hay alguna cuestión que se pueda establecer del
desencadenante de la consulta que no coincida con el motivo manifiesto, que
diga un motivo pero en el relato de la admisión aparece que hay un
desencadenante, algo que sucedió más del orden de lo real que no
necesariamente se ubica cercano en el tiempo, pero el admisor puede ubicar
como el verdadero desencadenante y es un punto interesante de registrar.
E – ¿Cuál sería la responsabilidad profesional o institucional del admisor? ¿Qué
podría caratularse como un fallo en la admisión o como un error y si alguna
vez pasó?
D – Yo creo que el fallo más habitual es esta cuestión de que el paciente no
vuelve. Creo que es una falla de la entrevista de admisión, porque así además
de recibirlo creo que hay que poder hacer una maniobra de alojamiento que
haga que ese paciente vuelva y a veces eso no se da, entonces el paciente no
se sienta escuchado y no vuelve.
Otra falla tiene que ver con medir el riesgo, que a veces es difícil…por
ejemplo, en alguien que viene muy angustiado poder medir el riesgo que
implica decirle que vuelva la semana que viene… Me viene a la mente un
ejemplo de una señora mayor que concurrió a la admisión y la persona que la
recibe se da cuenta que está en un estado de confusión, que no le permite
ubicar donde se tiene que ir al finalizar la entrevista, entonces no se la dejo ir,
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se ubico un familiar y esperamos que la vinieran a buscar. El error hubiera sido


dejarla ir, habría habido incluso abandono de persona, porque si el admisor
registra algo de eso es su responsabilidad que esa persona no se vaya así,
por su cuenta.
E – Parece que la admisión, si bien es una puerta que se puede cerrar para lo que
no se admite, también es una puerta que se puede cerrar para lo que se
admite y no se aloja.
D – Una cosa es evaluar si la institución coincide y la otra es si el admisor no hizo
lo suficiente para que el consultante quiera volver. Tengo el indicio que eso
pasa mucho en las obras sociales, porque nosotros recibimos mucha gente
que dicen haber hecho un intento de consulta en su obra social y te cuentan
que la persona que las atendió estaba todo el tiempo mirando el reloj, o que
anoto algunas cosas pero no dijo nada, yo creo que la no respuesta en la
entrevista de admisión, aunque lo que uno diga sea algo sin mucho sentido, es
absolutamente importante, al menos se debe decir que es un buen momento
para consultar si lo considera así, pues eso es ya una forma de alojar, es
como una invitación a hacer algo con eso que trae. Esto es un efecto de la
transmisión de la posición del analista en la teoría psicoanalítica, que hace que
muchos analistas al principio tenga mucho miedo a responder, porque todo es
responder a la demanda y alojar no es responder a la demanda. Una de las
principales funciones de la admisión es que el paciente se haya sentido
escuchado y quiera volver.
E – La entrevista de admisión parece ser una instancia con una función que si no
está realmente falta…Un profesional me comentó un caso de una admisión a
la que el paciente concurre con las pupilas dilatadas. El terapeuta insistía en
saber qué sustancia había consumido el consultante pues tenía la hipótesis de
que se trataba de consumo de sustancias y ante su insistencia finalmente
logra anoticiarse que había consumido veneno para ratas… la admisión
termina en una hospitalización que le salvó la vida. Pero esto ocurrió en un
hospital.
D – También hay gente que llega en un estado de mucha desesperación y si uno
no tiene una respuesta contenedora, puede suceder un hecho grave. No solo
para el sujeto que viene sino para otros.
E –Bueno muchas gracias por su colaboración.
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Saludos y fin de la entrevista.


8.1.2. Entrevista a la Admisora
La entrevista a una psicóloga de las que conforman el equipo que tiene a su cargo
las admisiones, la misma se realizó en un consultorio de la institución sin otros
participantes. Se solicitó previamente permiso la conversación fue registrada a
continuación del encuentro. Luego un cordial intercambio de saludos comienza la
entrevista objeto de la reunión.
Entrevistador (E) –Bueno comencemos… ¿Cuál sería la finalidad de la admisión
en la institución?
Admisora (A) – Para mí es una cuestión con la que no estoy muy de acuerdo,
porque no le encuentro mucho sentido a la admisión, no creo que sea tan
indispensable, ya que el admisor no es quien va a tomar a su cargo el
tratamiento, no es el analista, sino que es una instancia previa y no tengo muy
en claro que sea una instancia necesaria. Te puedo decir que desde lo
institucional, la admisión es una instancia en la que la se trata de ver si quien
consulta puede ser alojado por la institución, básicamente en cuanto a que
nosotros tenemos un psiquiatra que viene una vez por semana y no podemos
por estructura, atender a personas que requieran un tratamiento con psiquiatra
con otra frecuencia. No rechazamos otras cuestiones, es decir no se deja de
atender porque el diagnóstico sea complicado.
Por otro lado no estoy de acuerdo con que alguien necesite un psicoanalista
con experiencia, ya que el analista se autoriza a sí mismo y en mi opinión, un
analista de primer año que esté siendo supervisado semanalmente puede
tranquilamente ocuparse de esos casos con más eficacia y probablemente con
más dedicación que uno con más experiencia que tiene varios pacientes… así
que esa creo que es la finalidad de la admisión, ver si la institución se ajusta a
la demanda del consultante.
E – ¿Podría entonces el analista en la Admisión hacer una puesta a punto de la
demanda?
A – El analista va a hacer algún señalamiento, si, va a intentar maniobrar algo de
eso, pero no siempre pasa. Hace unos meses vino una persona por ejemplo
consultar por un caso de violencia familiar y abuso, pero a raíz de una
pregunta que le hice en la admisión se planteó él mismo la pregunta de „por
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qué tenía el sí fácil‟. Eso no era lo que lo traía sin embargo apareció algo en el
orden de la división que lo hizo plantearse esta nueva pregunta en su
demanda. Pero esto no siempre ocurre, a veces la admisión es solo un trámite.
No hay que olvidar que así como hay un admisor, el consultante es alguien
que quiere ser admitido y también se da que lo que se dice en la admisión es
para ser admitido, lo que considera correcto para esa instancia en pos de ser
aceptado para el tratamiento y luego en la primera entrevista con el analista
aparece el verdadero motivo de la consulta. Lo que en verdad lo trae por acá.
E – ¿Cuál es el la diferencia fundamental en tu opinión de la presencia de un
psicoanalista en la entrevista de admisión respecto de que la misma la realice
otro profesional o un psicólogo desde otra posición teórica?
A – El analista va a sumar al proceso eso que no aportaría por ejemplo un
psiquiatra, quiero decir que un psiquiatra va a buscar signos objetivos de
alguna enfermedad para poder decidir un tratamiento seguramente con alguna
medicación para ese consultante, intenta ubicar una depresión o un trastorno
específico, pero un psicoanalista apunta al sufrimiento subjetivo, a que le pasa
a esa persona en particular. Básicamente, un analista aportaría la escucha,
pero en otro nivel de escucha que no es el de otros profesionales.
E – ¿Qué quedaría por fuera de atender? ¿Si hay una admisión? ¿Qué no se
admite?
A – Creo que nada, salvo aquello que no esté la institución en condiciones de
alojar, el resto es todo atendible. Eso no quiere decir que el tratamiento se
lleve a cabo pero se trata de alojar todas las demandas porque no se rechazan
pedidos de análisis por diagnóstico. Ves ahí tengo otro punto en que no logro
ubicar la necesidad de la admisión pues el diagnóstico es en transferencia y
eso no ocurre en la admisión o si ocurre no es una transferencia en
condiciones como la que se espera ocurra en un tratamiento donde se pueda
hacer un diagnóstico. Creo que no es una finalidad de la admisión el
diagnóstico.
E – ¿Se puede decir algo sobre el futuro del tratamiento a partir de indicios que se
pesquisen en la admisión?
A – No creo. No se dan como dijimos las condiciones para poder saber que
ocurrió en la admisión. Si puede pasar qué a posteriori si uno está tratando a
ese consultante y vuelva sobre la historia clínica a releer la entrevista de
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admisión, ubique cosas que ya habían sido dichas en esa instancia, pero así
funciona el psicoanálisis en ese tiempo retroactivo, que permite una lectura a
posteriori, pero sin el tratamiento y la transferencia es imposible decir algo del
tratamiento salvo algunas cuestiones entre comillas diagnósticas, como no
decir algo o escuchar sin señalar esperando a ver que más dice el consultante
pero ya en instancias del tratamiento.
E –Bueno muchas gracias por su colaboración.

Saludos y fin de la entrevista.


8.1.3. Entrevista a la Supervisora.
La entrevista a una de las personas responsables de las admisiones, la misma se
realizó en un consultorio de la institución sin otros participantes. Se solicitó
previamente permiso para registrar la conversación y el mismo fue concedido. Luego
un cordial intercambio de saludos comienza la entrevista objeto de la reunión.
Entrevistador (E) –Bueno… ¿Cuál sería la finalidad de la admisión en esta
institución?
Supervisora (S) –Bueno, yo te iba a arrancar por ahí, en esta institución la
finalidad de este dispositivo institucional, que es un dispositivo de una vez por
semana, que si un paciente esta angustiado puede ser que se estire a dos
veces por semana, pero como excepción, o la posibilidad de la atención
psiquiátrica que tenemos un psiquiatra que viene con un horario súper acotado
que ve a los pacientes a lo sumo una vez por mes, si estas características de
este dispositivo pueden alojar a esa persona que se acerca a pedir un
tratamiento. Lo primero que debemos discriminar de la persona que estamos
entrevistando es si este dispositivo le va a servir o necesita algún otro tipo de
dispositivo, ya sea hospital de día o atención psicológica con otra frecuencia, o
en casos más extremos una internación. Esta sería como la primera finalidad
Otra finalidad más secundaria es la que tiene que ver con determinar si
necesita un analista con experiencia o si lo puede tomar cualquier analista de
la institución.
E – ¿Cuál es el la diferencia fundamental en tu opinión de la presencia de un
psicoanalista en la entrevista de admisión respecto de que la misma la realice
otro profesional o un psicólogo desde otra posición teórica?
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S – En principio, un analista por las características de la institución, se trata de


una institución psicoanalítica entonces se van a encontrar con analistas. La
diferencia yo la pondría en términos de escucha, el analista lo que hace es
escuchar, cuestiones que tienen que ver no tanto con el orden de lo que se
dice sino con la posición desde donde se dice. Esa sería la diferencia con otro
profesional. Dejame pensar… Lo que se da con un analista es la
posibilidad de abrir el inconsciente, de producir un sujeto, que son
particularidades o singularidades de la clínica psicoanalítica que por ahí,
marcan la diferencia con otro tipo de prácticas o teorías, el analista no le va a
dar un consejo, solo lo va a escuchar y a partir de la escucha construir algo
que tenga que ver con el deseo de ese sujeto.
En una admisión que dirige un analista lo primero que vamos a escuchar es un
motivo de consulta que el analista va a abrir y no quedarse con eso, el
entrenamiento del analista le permite no quedarse con eso que se dice. La
persona viene con un motivo y uno puede escuchar algo atrás de eso y ver
que otras cuestiones aparecen, siempre en pos de determinar si el dispositivo
sirve o no sirve, no en pos de una cuestión moral o de un deber ser.
E – Ahora determinar si el dispositivo sirve o no sirve es una cuestión
determinada por algunas características que se determinan rápidamente, a
partir de ese momento, pareciera que fuera más importante acondicionar la
demanda para que esa puerta de entrada que es la admisión se convierta en
una puerta de entrada y no en una puerta giratoria…
S – Si, vos decís algo interesante que tiene que ver con el deseo, aunque es un
poco elevado para esta instancia de los encuentros, digamos mejor con las
ganas, uno escucha en la consulta si hay ganas o no de hacer un tratamiento,
cuando vienen cuando la mujer los manda, que uno desde las características
del dispositivo lo puede alojar pero el punto es si quiere en este momento ser
alojado o no. El analista también va a permitir ciertas maniobras, al entender el
análisis como un proceso uno puede darse la posibilidad de proponerle probar
un intento de ver si esta institución funciona con él en particular y advertir al
analista para que organice un tratamiento de prueba.
E –Si hay una admisión hay algo que no se admite, ¿qué sería lo inadmisible,
según tu criterio, tanto en lo personal como en lo institucional y para el
psicoanálisis?
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S – Decir lo inadmisible suena a algo que va más allá de las características de la


institución, sino a ciertas cuestiones que son inadmisibles en esta y en
cualquier institución. Es una pregunta interesante hacia donde te lleva, la
fuerza del significante inadmisible, que pasa algo del orden del límite. Se arma
un juego que va más allá del dispositivo. Si yo tengo que dar cuenta de que es
lo inadmisible en esos términos, te diría que tiene que ver con la falta de
ganas, en el inicio de un tratamiento es alguien que viene mandado por otro,
que viene desde una alienación y no desde al menos las ganas (como algo
separado del deseo) de ver de qué se trata, de probar, que de ahí se pase al
deseo de un análisis es otra cuestión porque tiene que ver con una entrada en
análisis, Lo inadmisible es que no tenga ganas de venir a trabajar. Y otra
cuestión inadmisible seria alguien que viene a gozar y amostrar algo de su
goce y esto también sería algo inadmisible que en un punto hablamos de lo
mismo, alguien que viene a gozar es alguien que no tiene ganas o que tiene
ganas de gozar en todo caso, lo inadmisible arrancaría por ahí.
E – ¿Se puede decir algo sobre el futuro del tratamiento a partir de indicios que se
pesquisen en la admisión?
S – Para mi seria una falta de respeto y de ética decir algo del futuro del
tratamiento desde una entrevista de admisión, volviendo a Freud, él dice que
como en una partida de ajedrez, lo único claro son las aperturas y los cierres,
entonces, me parece que en una apertura, no se puede decir demasiado más
que algo se abrió en todo caso, después el devenir de esa apertura es algo
que es siempre incierto y por ahí uno escucha una cuestión de mucho
entusiasmo que rápidamente cae, me parece que no se puede decir
demasiado del futuro del tratamiento, todo lo contrario, por ahí uno escucha
alguien que viene con mucha resistencia y después empieza a enganchar y a
producir.
E – ¿Hay indicadores diagnósticos en la admisión?
S – Lo que me viene a la cabeza es una reunión de cátedra que tuvimos hace un
mes donde un analista presenta un caso que trabajamos en la comisión, tiene
una paciente hace cuatro años y todavía tiene dudas diagnóstica pero lo
interesante fue el debate que se armó en función de esto, que algunos decían
que en una entrevista, en la primera entrevista ya te podes dar cuenta de… y
otros que sosteníamos que el diagnóstico es siempre en transferencia y se
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armó un lindo debate en relación de que si el paciente viene brotado, te das


cuenta de su estado, que es un brote, si y no, porque puede ser una cuestión
histérica, o una desorganización muy profunda que después revele una
cuestión obsesiva.
Te puedo contestar desde como yo pienso la clínica, creo que hay un punto en
que el diagnóstico es algo totalmente prescindible y un punto donde no lo es,
cuando hablamos de situaciones graves, el diagnóstico es prescindible, uno va
a operar como se operaria desde la psicosis, lo que se trata es de ver si uno
puede ordenar las cuestiones pulsionales que están desbocadas, a veces no
hay sujeto, como que el primer punto es transformar eso en un sujeto.
Entonces desde ahí uno va a trabajar como se trabaja en las psicosis, no
interviniendo demasiado, escuchando mucho, preguntando mucho. Cuando
digo no interviniendo mucho me refiero a suspensión del sentido, interpretar,
todo lo contrario, uno va a tener que prestar palabras, prestar sentido,
acompañar, alojar incluso a veces desde una cuestión física, si un paciente
está muy desgarrado va a haber que abrazarlo, que tocarlo, eso también tiene
que ver con armar un cuerpo. Por eso digo que esto tiene que ver con los
recorridos de cada uno, yo empecé en clínica psiquiátrica en una comunidad
terapéutica, ahí la cuestión interpretativa no servía para nada, más bien había
que armar un sujeto y en el caso de los adictos lo que hay que armar es una
demanda, porque un adicto viene muy en esta posición de que lo obligan a
venir y no demanda nada.
Lo que uno puede escuchar en las primeras entrevistas puede tener que ver
con cosas que uno tiene escuchadas, pero que a lo mejor no las usa
inmediatamente, por ahí tarda años en poner a jugar algo que uno viene
escuchando. Por eso me parece que no, que son elemento que no podrían
determinar un diagnóstico, para mi es en transferencia y eso ocurre luego de
escuchar muchos otros elementos.
El diagnóstico a veces no se determina por lo fenomenológico, sino por la
respuesta a determinadas intervenciones, esto también hay que tenerlo en
cuenta porque uno está muy pendiente de si el paciente puede historizar, si el
discurso se organiza, si hay cuestiones delirantes, si hay neurosis infantil, pero
a veces igual te sigue generando dudas, pero ante determinadas
intervenciones uno tiene casi la certeza de que se trata de una neurosis.
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Me paso la otra vez con una paciente, que viene hace dos años y medio y
tenía mis dudas, ella se presenta con síntomas obsesivos, se presenta como
un TOC, pero no quiere hablar mucho de eso, porque tiene cierta creencia de
que si habla se contamina. La otra vez viene con una mesa a la sesión y me
dice que se compro una mesa si la puede apoyar contra una puerta corrediza
que tengo. Me di cuenta que si la dejaba ahí al accionar la puerta la mesa se
iba a lastimar, entonces, olvidando esta cuestión que ella tiene le dije te la
corro porque se puede lastimar con la puerta, la pongo acá. Pero terminando
la sesión me dice algo así como „bueno, vamos a ver si no se contaminó‟.
Entonces yo le dije tenés razón soy una bestia, te pido mil disculpas porque yo
te tenía que haber preguntado qué hacer con la mesa, no lo pensé, te pido mil
disculpas y ella me dice… bueno, no te disculpes tanto porque me vas a hacer
creer que se contaminó. Esa es una respuesta neurótica, absolutamente,
porque dice algo así como que estoy alimentando su fantasía de que se
contaminó, para mi listo, no hay certeza psicótica se acabo el debate, es una
neurosis, en la que yo seguiría interviniendo con mucho cuidado, ya no desde
la duda diagnostica sino por la posición del sujeto muy tomada por el discurso
del otro, tiene una cuestión con su hermana.
A veces lo que determina la posición del sujeto frente a la castración o la
estructura es estas formas de responder.
Creo que no se puede decir demasiado en una primera entrevista, SI lo que se
escucha en una primera entrevista después se despliega en el tratamiento,
pero no es infalible.
Además si saben que el admisor no es quien va atender en el tratamiento, se
cuidan de no decir todo. La cuestión delirante a veces solo aparece en
transferencia, depende de la particularidad del caso. Se cuidan de no decir.
E –Bueno muchas gracias por su colaboración.
Saludos y fin de la entrevista.
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8.2.
8.3. Documento interno de la institución
Se adjunta un documento de la institución sobre los aspectos a tener en cuenta al
momento de la admisión.

Dispositivo de Admisión
Se trata de una o una serie de entrevistas en las que el analista admisor tendrá que
establecer una serie de coordenadas que permitirán la entrada o no en los
dispositivos institucionales del consultante.
Se intentará enumerar a continuación las cuestiones a evaluar y el procedimiento a
implementar en cada caso.
No hay que olvidar que más allá de estas coordenadas que surgen del
entrecruzamiento de discursos el dispositivo de admisión es un dispositivo de
alojamiento de aquel que llega traído por un malestar y que su objetivo central es
acoger esta demanda inicial y dar una respuesta que le permita a aquel que la pide
volver e iniciar un tratamiento o bien poder tomar las indicaciones sugeridas. Se
efectuaran admisiones a padres de niños que así lo soliciten (ver admisión niños),
adolescentes hasta 20 años, adultos, parejas y familias. Se recibirán en la entrevista
de admisión a todos aquellos que pidan ser escuchados grupal o individualmente
según criterio del analista a fin de diferenciar las demandas (en caso que hubiera
varias) y canalizarlas.

Coordenadas a establecer:

A) Urgencias
Establecer si se trata de una urgencia y en tal caso qué tipo de urgencia se plantea
- Urgencia Psiquiátrica evaluar si el paciente puede ser atendido en un
dispositivo de consultorios externos (sin guardia psiquiátrica)
- En caso de decidir que no evaluar si es necesaria una internación o un
dispositivo de hospital de día o acompañamiento terapéutico.
- Proceder en tal caso a realizar una derivación externa (Ver Ítem Derivación a
otras instituciones)
Urgencia Subjetiva (US)
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- Solicitar en secretaria el listado con los horarios de urgencias disponibles


- Proporcionar al consultante Nombre Apellido del analista que lo va a atender y
el horario más próximo de esta primera entrevista
- Anotar en la planilla de urgencias número de historia clínica fecha de
derivación y apellido y nombre del admisor
- Avisar telefónicamente al analista que se hará cargo del tratamiento que se
procedió a realizar una derivación en el horario dejado para urgencias y en
secretaria para asentarlo en las derivaciones. (Confirmar en secretaria a quien se
derivó la urgencia)
- Si los horarios de urgencias disponibles en la planilla de Secretaria no
coincidieran con los que necesita el paciente se podrá recurrir a los horarios de
derivación de los analistas del equipo asistencial. El admisor se comunicara
telefónicamente con el analista y combinaran esta alternativa. En caso de no poder
dar al paciente un horario antes de dejar la Institución se le informara que será
llamado a la brevedad para el comienzo del tratamiento.
Cierta Urgencia (CU)
- Informar al paciente que se lo llamará lo antes posible
- Dejar consignado en la historia clínica que se trata de realizar una derivación
con premura

B) Diagnóstico Diferencial
Ubicar la presencia de aquel/llos elemento/s que darían la posibilidad de abrir una
duda diagnostica. Asentar dichos elementos en la historia clínica
1. Extender el proceso de admisión a la cantidad de entrevistas necesarias para
evaluar si es posible para el consultante sostener un tratamiento ambulatorio
2. Comunicar al paciente que continua en proceso de admisión
3. Determinar si se lo admite o es necesario proceder a realizar una derivación
externa ( VER ítem derivación a otras instituciones)
4. En caso de ser admitido derivarlo al grupo de analistas que participa del grupo
de investigación acerca de las psicosis
C) Cuestiones en torno a la medicación psiquiátrica
En caso que fuera necesario consultar con la psiquiatra de la institución acerca de la
necesidad de indicar medicación psiquiátrica o controlar la ingesta de medicación ya
existente se procederá de la siguiente manera
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-Solicitar una interconsulta psiquiatrita en cualquiera de sus dos modalidades


1- comunicarse con la psiquiatra y evaluar el tema de la necesidad de
indicar medicación o sobre el control de la misma
2- indicar al paciente que realice una entrevista con la psiquiatra de
evaluación medicamentosa
En ambos casos se indicara al paciente que continua en proceso de admisión hasta
que se tome alguna decisión al respecto.
Es importante el acuerdo de Psiquiatría para admitir al paciente ya que si la Dra.
Santibáñez considera que no es apto para ser atendido en esta institución o por
cualquier otra razón decide no hacerse responsable de la medicación del paciente
es insostenible el tratamiento institucional a menos que el paciente cuente con un
psiquiatra o lugar donde se administre y controle la medicación y que el analista
tratante acepte dicho procedimiento.

D) Dejar constancia en la Historia Clínica de los siguientes ítems


- Motivo de consulta y desencadenamiento de la misma
- Tratamientos anteriores si los hubiera
- Cualquier irrupción de materialice. que se hubiese producido en la entrevista
de admisión
- Cómo llegó a la institución
- Transcribirlas intervenciones que apunten a ubicar el/los significante/s que
permitan una localización subjetiva y el alojamiento necesario para que el
paciente vuelva e inicie la posibilidad de un tratamiento

E) Pedidos especiales por parte del consultante


Ser atendido por el admisor.
(Dejarlo como una posibilidad pero de ninguna manera cerrarlo en una respuesta
afirmativa ya que es necesario evaluar la distribución equitativa de pacientes en las
diferentes áreas institucionales. Se intentara vehiculizar el pedido siempre y cuando
las condiciones de la distribución de pacientes lo permitan)
Ser atendido por analista hombre
Anticipar que esto demorara considerablemente la derivación y el comienzo del
tratamiento y evaluar cuan condicionante es para el consultante.
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Si en el momento de solicitar los horarios posibles para ser atendido éstos fueran
muy restrictivos, pedir ampliación de los mismos. Anticipar que de no ampliarlos esto
redundará en una demora considerable en la iniciación del tratamiento institucional.

Admisión Directa
En caso de que el consultante pida ser atendido por un analista en particular se
intentará que ese analista sea quien realice la admisión y continué con el tratamiento
institucional.
Si no se pudiera por razones administrativas (por Ej. La no coincidencia en los
horarios posibles del consultante y los de atención del analista) se la avisará a este
último a fin de ver si se puede efectuar alguna modificación para tomar el paciente.
De no ser posible se procederá en la forma habitual.

READMISIONES
Si un paciente que se atendió anteriormente en la institución vuelve a pedir
tratamiento deberá pasar nuevamente por el dispositivo de admisión.
No se dará por supuesto que la intención es volver a atenderse con el analista
anterior pero se preguntará al respecto y se informará al analista anterior y al actual
acerca de dicha situación.
En caso de haberse producido algún incidente en el tratamiento anterior se evaluará
la posibilidad de un nuevo tratamiento con todos los partícipes del hecho, anteriores
y actuales.

Procedimiento de derivación interna:


Deberán consignarse en la historia clínica los horarios de disponibilidad del
consultante para atenderse. Todo el material que el analista registre del / la paciente
en la historia clínica deberá ser LEGIBLE: Recuerden que el mismo será leído por el
colega a quien se le derive ese/a paciente.
-Es importante revisar los números de teléfono dejados en secretaría y/o agregar
TEL laboral, celular etc. en caso que no estuviesen consignados.
-En la grilla de la parte inferior de la primera hoja de la historia clínica deberá
consignarse los criterios de derivación propuestos por el admisor:
1) En caso de urgencia consignar si se trata de una US o CU
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2) Pedidos particulares con relación al analista (hombre, mujer, mayor, familiar se


atiende con etc.)
3) Si el paciente solicita ser derivado a algún analista en especial, se lo consignará
en la historia clínica en el sector de "horarios disponibles" y se deberá avisar en
secretaría.
4) Grupo institucional al que la derivación está destinada:
- Analista c /experiencia
- GAT 2º año
- No GAT
- Grupo de investigación Psicosis
5) Apellido del analista que esté atendiendo un familiar, amigo, etc.

CRITERIOS DE NO ADMISION
-No se admitirán pacientes que por su estado actual requieran dispositivos
institucionales tales como Hospital de día, acompañamiento terapéutico, internación
domiciliaria o internaciones breves o prolongadas.
-No se admitirán pacientes que presenten un cuadro de enfermedad orgánica
complejo que impida sostener un tratamiento ambulatorio
-No se admitirán pacientes en los que se evalué riesgo cierto de vida o riesgo para
aquellos que lo rodean. En ningún caso se dejará registro en la historia clínica de
intentos de suicidio, ideación o fantasías suicidas.
-No se admitirán pacientes cuya posición querellante y sus antecedentes en este
sentido vislumbres futuros inconvenientes al analista y/o a la institución
-No se admitirán pacientes adolescentes (13 a 18 años) que no consientan ser
sometidos a tratamiento pero se ofrecerá el espacio para el momento que lo quiera
utilizar. También se ofrecerá a la persona que lo trae un espacio para reflexionar,
plantear las dificultades en el vínculo con el adolescente en cuestión y se verá si allí
surge una demanda propia o no.
-Se procederá del mismo modo que en el punto anterior en el caso de pacientes con
patologías tales como adicciones, depresiones severas, etc. donde no haya
reconocimiento de la necesidad de tratamiento por parte de quien es traído a la
consulta.
-No se considera criterio de no-admisión que no haya una formulación de un pedido
propio (en el caso por ejemplo que alguien solicite un horario de admisión para que
72

se atienda otro al que se considera “enfermo”. Se apostará a trabajar en el sentido


que se constituya una demanda propia.

Procedimiento de derivación externa:


Se procederá de la siguiente manera
-En todos los casos en los que se considere NO admitir al consultante deberá
quedar constancia de ello en la historia clínica explicitando los motivos de la misma y
registrando la indicación dada.
Tal indicación deberá ser firmada por el consultante dando cuenta en ese acto que
se notificó acerca de la indicación prescripta.
Si el consultante se encontrara en un estado de confusión, desorientación, brote,
delirando o alucinando deberá llamarse a un adulto que se haga responsable de
notificarse de la indicación dada y firmar la historia clínica por el consultante.
Esta indicación puede ser firmada en disconformidad pero deberá ser firmada.
Si la indicación fuese derivar a otra institución pública o privada se pedirá en
secretaría un listado de posibles lugares de derivación proporcionándole dichos
datos por escrito al consultante o a la persona responsable por él.
Si el consultante tiene Obra Social se optará por esta vía ya que es más factible que
la derivación sea efectiva. Se deberá hacer un contacto telefónico con dicha Obra
Social a fin de explicitar los pasos a seguir.
En caso de no poder ubicar a ningún adulto responsable por el consultante se
resolverá la situación llamando al SAME o a SOS que es el servicio de emergencias
contratado por la institución.
IMPORTANTE: En ningún caso se permitirá abandonar la institución a aquella
persona que se encuentre en un estado tal que no pueda responsabilizarse por sí
mismo.

Nota
Ante cualquier duda durante la entrevista de admisión acerca de los criterios a seguir
o las estrategias a implementar se recomienda consultar con un colega de mayor
experiencia en la toma de admisiones a fin de resolver cualquier situación
problemática que pudiese presentarse.

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