Primero Basico 4to Bloque 29

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1. CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LA REPÚBLICA DE GUATEMALA.

1º 4to Bloq
La actual Constitución Política de la República es la ley suprema de la República
de Guatemala, en la cual se rige todo el Estado y sus demás leyes y recoge
los derechos fundamentales de su población. Fue creada 31 de mayo de 1985 por
la Asamblea Nacional Constituyente de ese año, convocada por el
entonces Presidente de facto de la República de Guatemala, general Óscar
Humberto Mejía Víctores, tras las elecciones a la Asamblea Nacional
Constituyente celebradas el 1 de julio de 1984. Dicha Carta Magna se hizo
efectiva el 14 de enero de 1986.
Fue suspendida el 25 de mayo de 1993 por el entonces presidente de la República
de Guatemala Jorge Antonio Serrano Elías; reinstaurada el 5 de junio de 1993
acto seguido del derrocamiento del presidente; enmendado en noviembre de
1993. Las reformas constitucionales de 1993 incluyeron un incremento en el
número de Magistrados de la Corte Suprema de Justicia de 9 a 13. Los períodos
de cargo para presidente, vicepresidente, y diputados del Congreso de la
República de Guatemala fueron reducidos de 5 a 4 años; para los magistrados de
la Corte Suprema de Justicia de 6 a 5 años, y se incrementaron los períodos de
los alcaldes y concejos ciudadanos de 2 1/2 a 4 años.
El presidente y vicepresidente son elegidos directamente por medio de sufragio
universal y están limitados a un período. Un vicepresidente puede ser candidato a
presidente después de 4 años fuera del cargo, toda vez no haya ejercido el cargo
de presidente por un tiempo mayor a un año. Los magistrados de la Corte
Suprema de Justicia son elegidos por el Congreso de la República de Guatemala
de entre los integrantes de una lista enviada por los decanos de las Facultades de
Derecho, un rector de una Universidad y magistrados de la Corte de Apelaciones.
La Corte Suprema de Justicia y las cortes locales manejan los casos civiles y
criminales. También hay una Corte de Constitucionalidad.
Guatemala se encuentra dividida administrativamente en 22
Departamentos administrados por gobernadores designados por el presidente.
La Ciudad de Guatemala y otras 339 municipalidades son gobernadas por
alcaldes o concejos elegidos popularmente.

2. Naturaleza y carácter del Estado guatemalteco


El recién pasado 14, el Organismo Ejecutivo y el Congreso de la República
arribaron a sus primeros seis meses de gestión. El Ejecutivo, como encargado
de los asuntos de la administración pública; el Congreso, en su función de
legislar y fiscalizar los actos de Gobierno. El Organismo Legislativo, el Ejecutivo
y el Judicial conforman los tres Poderes del Estado.

Según la Constitución Política, “Guatemala es un Estado libre, independiente y


soberano, organizado para garantizar a sus habitantes el goce de sus derechos y
libertades. Su sistema de gobierno es republicano, democrático y representativo”,
(Artículo 140). El Presidente de la República “es el jefe del Estado”; como tal,
“ejerce las funciones del Organismo Ejecutivo por mandato del pueblo”, (Artículo
182).
Lo anteriormente transcrito define, formalmente, la naturaleza y carácter del
Estado guatemalteco. Su real y verdadera naturaleza y carácter, es otro. Que yo
sepa, no hay en ningún país del mundo un solo Estado que no corresponda a
determinados intereses de clase, los salvaguarde y tutele, defienda y represente.
Históricamente, es así. Guatemala, no es la excepción.

El Estado guatemalteco es, por su naturaleza y carácter, un Estado al servicio de


las tradicionales clases dominantes. El proceso revolucionario iniciado el 20 de
octubre de 1944 -violentamente interrumpido por la intervención norteamericana el
27 de junio de 1954-, no alcanzó a modificar esa naturaleza y carácter aunque
algo avanzó, muy significativamente, para ir configurando un Estado al servicio del
pueblo y la nación, el desarrollo y el progreso económico y social, la
independencia y soberanía nacional.
1
En lo institucional, el Estado guatemalteco tiende a ser un Estado cada vez más
débil y, en lo económico, en tanto que sólo se le asigna la atribución de orientar la
economía nacional y que “cuando sea necesario… actúe complementando la
iniciativa y la actividad privada”, no le permite estar en capacidad y condiciones de
“lograr la utilización de los recursos naturales y el potencial humano para
incrementar la riqueza y tratar de lograr el pleno empleo y la equitativa distribución
del ingreso nacional”, como está consignado en el Artículo 118 constitucional.

Resulta siendo, en consecuencia, un Estado subsidiario e, institucionalmente,


débil, además de limitado en su gestión y ejecución.

Un anunciado como el descrito se queda, entonces, en eso: un mero enunciado


que, además, no permite ni hace posible que el Estado sea un Estado institucional
y financieramente fuerte y, repito, en condiciones y capacidad de ejercer sus
funciones y atribuciones en interés del pueblo y la nación e impulsar e
institucionalizar el desarrollo económico y social, el progreso y bienestar de la
población, la equidad y justicia social.

El fracaso e incapacidad gubernamental, la corrupción y tráfico de influencias, la


violencia e impunidad, son consustanciales al sistema económico y social,
electoral y de partidos, institucional y de gobierno y, como ya queda dicho, al de
un Estado que representa y salvaguarda los intereses de clase de la élite
oligárquica y patronal local, las grandes multinacionales y la política exterior y de
seguridad de Estados Unidos.

Función de la Constitución

La Constitución Política es un instrumento creado para mantener el orden de las


naciones y está integrada por un conjunto de leyes fundamentales que fija los
límites y define las relaciones entre los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial del
Estado, estableciendo así las bases para el Gobierno. Además, garantiza al
pueblo determinados derechos.
Pablo Hernández explica 7 funciones principales que en su opinión debe
desempeñar la Constitución Política de una república: función legitimadora,
reguladora, de expresión social; de desarrollo personal y humano; política, de
autoprotección o defensa y de armonía internacional.
Alejandro Balsells plantea que la Constitución, el Derecho y la justicia son temas
de interés para todos los ciudadanos y que los mismos deben ser cuidadosamente
estudiados por paneles y diferentes grupos interdisciplinarios. También, habla de
la importancia que tiene el Derecho en los asuntos constitucionales para limitar el
poder de los gobernantes y relevancia que tienen los derechos sociales en la
Constitución Política de la República de Guatemala.
El Dr. Armando de la Torre, con base en las ideas de Jean-Jacques Rousseau y
John Locke presenta dos planteamientos sobre las democracias constitucional y
totalitaria; así como análisis que ambos autores hacen de las actitudes humanas,
razón por la cual es recomendable dividir el poder de los gobernantes. Finalmente,
opina sobre la tendencia que debería observar la Constitución Política de
Guatemala.

3. Relación con la soberanía

La discusión sobre las reformas constitucionales al sector justicia se suman a las


críticas de detractores de la Comisión Internacional contra la Impunidad en
Guatemala (Cicig) y del rol activo de Estados Unidos en los procesos
anticorrupción, lo cual genera un debate sobre el concepto de la soberanía.
¿Qué quiere decir que un Estado sea soberano? ¿Cómo incorpora la Constitución
guatemalteca el concepto de soberanía? La respuesta a estas preguntas podría
aportar a reducir la polarización en el discurso actual.
2
Desde un punto de vista tradicional, soberanía es la capacidad del Estado de
regular su propio poder, lo que en el plano de las relaciones entre los Estados se
manifiesta como la capacidad de cualquiera de estos de defender sus intereses
limitando la intervención extranjera. Pero el derecho es un cuerpo en continuo
desarrollo, que se adapta al contexto geográfico y social en que se aplica. Es por
ello que, al discutir el rol de una entidad como la Cicig en Guatemala, no solo
debemos atender a las nociones generales de soberanía, sino también aterrizar
ese concepto a su contexto y desarrollar una terminología propia.
En su artículo 141, la Constitución Política de la República de Guatemala (CPRG)
dice que «la soberanía radica en el pueblo, quien la delega, para su ejercicio, en
los organismos Legislativo, Ejecutivo y Judicial». Dicho de otro modo, es el pueblo
el que da la autoridad a estos organismos para gobernar según sus competencias,
y la soberanía no es sino un poder delegado de forma condicional a una autoridad,
a su capacidad de cumplir con un fin ulterior. En este caso, el fin es garantizar a
sus habitantes la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo
integral, como también detalla la CPRG.
Siguiendo este argumento, la soberanía se asegura y consolida con la ratificación
de tratados internacionales que promuevan derechos humanos y mejoras que
otorguen mejores condiciones a los ciudadanos y mayores estándares de
actuación a los poderes del Estado. Es por esto que no hablamos de una violación
de la soberanía de un país cuando este cumple con normativas internacionales de
derechos humanos, sino de una aplicación de disposiciones acordadas en el plano
internacional (con el pleno rigor constitucional para asegurar que no atentan contra
los derechos de las personas).

El Estado de Guatemala está construido, entonces, a partir de una constitución


pluralista y multinivel, con una combinación de mecanismos internos y externos
vinculados por una visión centrada en el individuo y en sus derechos. Es en este
marco en el que se inscribe la acción de la Cicig, ente internacional que se creó
para asistir al Estado en la consolidación de su capacidad de impartir justicia y
garantizar la seguridad a sus ciudadanos.
La comisión ha cometido errores en el pasado. Sin embargo, que desde su
postura promueva cambios necesarios a nuestro sistema para mejorar las
condiciones de los ciudadanos no opera en detrimento ni de los derechos ni de las
libertades individuales.
Los sistemas constitucionales modernos son, ante todo, una expresión de las
normas sociales en un tiempo y un espacio determinados. Y es por eso que el
acompañamiento de la Cicig al planteamiento de reformas está permitido, siempre
y cuando el planteamiento suponga un reflejo de necesidades en nuestra sociedad
y el planteamiento se enmarque dentro del orden constitucional (debe seguir los
procesos y no violar los derechos de los ciudadanos). Es por ello que su rol dentro
de un proceso amplio y consensuado de reformas constitucionales es, en todo
caso, un refuerzo a la soberanía del Estado de Guatemala.

DERECHOS HUMANOS
Los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin
distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o
étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Todos tenemos los
mismos derechos humanos, sin discriminación alguna. Estos derechos son
interrelacionados, interdependientes e indivisibles.

Los derechos humanos universales están a menudo contemplados en la ley y


garantizados por ella, a través de los tratados, el derecho internacional
consuetudinario, los principios generales y otras fuentes del derecho internacional.
El derecho internacional de los derechos humanos establece las obligaciones que
tienen los gobiernos de tomar medidas en determinadas situaciones, o de
abstenerse de actuar de determinada forma en otras, a fin de promover y proteger
los derechos humanos y las libertades fundamentales de los individuos o grupos.

Universales e inalienables

3
El principio de la universalidad de los derechos humanos es la piedra angular del
derecho internacional de los derechos humanos. Este principio, tal como se
destacara inicialmente en la Declaración Universal de Derechos Humanos, se ha
reiterado en numerosos convenios, declaraciones y resoluciones internacionales
de derechos humanos. En la Conferencia Mundial de Derechos Humanos
celebrada en Viena en 1993, por ejemplo, se dispuso que todos los Estados tenían
el deber, independientemente de sus sistemas políticos, económicos y culturales,
de promover y proteger todos los derechos humanos y las libertades
fundamentales.

Todos los Estados han ratificado al menos uno, y el 80 por ciento de ellos cuatro o
más, de los principales tratados de derechos humanos, reflejando así el
consentimiento de los Estados para establecer obligaciones jurídicas que se
comprometen a cumplir, y confiriéndole al concepto de la universalidad una
expresión concreta. Algunas normas fundamentales de derechos humanos gozan
de protección universal en virtud del derecho internacional consuetudinario a
través de todas las fronteras y civilizaciones.

Los derechos humanos son inalienables. No deben suprimirse, salvo en


determinadas situaciones y según las debidas garantías procesales. Por ejemplo,
se puede restringir el derecho a la libertad si un tribunal de justicia dictamina que
una persona es culpable de haber cometido un delito.

Interdependientes e indivisibles
Todos los derechos humanos, sean éstos los derechos civiles y políticos, como el
derecho a la vida, la igualdad ante la ley y la libertad de expresión; los derechos
económicos, sociales y culturales, como el derecho al trabajo, la seguridad social y
la educación; o los derechos colectivos, como los derechos al desarrollo y la libre
determinación, todos son derechos indivisibles, interrelacionados e
interdependientes. El avance de uno facilita el avance de los demás. De la misma
manera, la privación de un derecho afecta negativamente a los demás.
La no discriminación es un principio transversal en el derecho internacional de
derechos humanos. Está presente en todos los principales tratados de derechos
humanos y constituye el tema central de algunas convenciones internacionales
como la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación Racial y la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas
de Discriminación contra la Mujer.

El principio se aplica a toda persona en relación con todos los derechos humanos
y las libertades, y prohíbe la discriminación sobre la base de una lista no
exhaustiva de categorías tales como sexo, raza, color, y así sucesivamente. El
principio de la no discriminación se complementa con el principio de igualdad,
como lo estipula el artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos:
“Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”.

DERECHOS INDIVIDUALES Y DERECHOS COLECTIVOS


En el apartado sobre el contenido de la Declaración Universal se ha utilizado una
clasificación según las características de cada uno de los artículos.

En el apartado sobre los derechos humanos de tercera generación se ha


presentado una clasificación de los derechos humanos basada en las épocas en
las que se han asumido como tales los distintos derechos.

Otra clasificación, coincidente en parte en la basada en distintas generaciones de


derechos consiste en la división en derechos de autonomía, frente al Estado (no
ser detenido arbitrariamente, no ser torturado), correspondientes a la primera
generación de derechos, y aquellos derechos exigibles al Estado, en relación a
los cuales se espera una acción positiva por parte de los poderes públicos (la
existencia de un sistema de enseñanza, de sanidad, de seguridad social...),
correspondientes a la segunda generación de derechos. Esta división se
4
completaría con un tercer grupo de derechos, que regularían la necesaria
intervención de Estado cuando la vulneración de los derechos del primer grupo la
perpetraran particulares o agrupaciones privadas (violencia doméstica, secuestros
o torturas por parte de agentes ajenos a los cuerpos de seguridad del estado,
limitación de la libertad sindical por parte de las empresas...).

Puede establecerse también una clasificación de los derechos humanos


basándose en su condición individual o colectiva. La Declaración Universal en
principio es una proclamación de derechos individuales. Y decimos en principio ya
que sólo es verdad hasta cierto punto, en la medida que muchos derechos sólo
alcanzan su sentido, sólo se hacen posibles, dentro de la colectividad. Por
ejemplo, el derecho a la participación política tiene una dimensión individual, el
derecho de toda persona a participar activamente en ella, y una dimensión
colectiva, la necesidad que existan formas de organización social en el marco de
las cuales se pueda dar realmente la participación política.

El ejemplo más claro de derecho colectivo es el derecho a la autodeterminación de


los pueblos, reconocido desde 1960 por las Naciones Unidas para afrontar la
situación resultante de las políticas colonialistas.

Pero existe un sector de opinión que argumenta que los derechos humanos han
de ser fundamentalmente individuales. Así, los derechos de las mujeres no se
justificarían por su pertenencia al sexo femenino, sino por su pertenencia al
género humano, al igual que un niño, un refugiado o un homosexual, a los cuales
la dignidad y los derechos les vienen de su pertenencia a la humanidad y no por el
hecho de pertenecer a determinado colectivo (con independencia de que las
Naciones Unidas hayan aprobado declaraciones y convenciones específicas sobre
estos colectivos).

En este caso, más que de los derechos de estos colectivos, sería necesario
resaltar las discriminaciones positivas que hay que implementar en
ocasiones sobre los integrantes de estos colectivos para que sus derechos
no se vean recortados por la mencionada pertenencia. Es decir, siguiendo con el
ejemplo de la mujer, su discriminación positiva en algunos ámbitos no se
justificaría por el hecho de ser mujer, sino porque, "a causa de ser mujer", y lo que
ello implica en las sociedades actuales, herederas de un machismo histórico, no
existe igualdad de derechos reales entre hombres y mujeres: la discriminación
positiva, en este sentido, tendría por objetivo que los iguales derechos teóricos se
convirtieran en derechos efectivamente ejercibles. Y, por lo tanto, la discriminación
positiva sería legítima sólo coyunturalmente, mientras no existiera una igualdad
real de oportunidades.

Leyes nacionales sobre los derechos humanos

El Procurador protegerá los derechos individuales, sociales, cívicos y políticos,


comprendidos en el Título II de la Constitución Política de la República, de manera
fundamental la vida, la libertad, la justicia, la paz, la dignidad y la igualdad de la
persona humana, así como los definidos en tratados

Derechos de los Pueblos Indígenas


¿Qué es la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas? La
Declaración es un documento detallado sobre los derechos humanos de los
pueblos indígenas. La Declaración fue preparada y debatida oficialmente durante
más de veinte años antes de ser aprobada por la Asamblea General el 13 de
septiembre de 2007. El documento hace hincapié en el derecho de los pueblos
indígenas a vivir con dignidad, a mantener y fortalecer sus propias instituciones,
culturas y tradiciones y a buscar su propio desarrollo, determinado libremente de
conformidad con sus propias necesidades e intereses. Otros órganos de las
Naciones Unidas se ocupan de los derechos de los pueblos indígenas por medio
de convenios como el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo
(OIT) y el Convenio sobre la Diversidad Biológica (Artículo 8).
5
¿Qué derechos garantiza la Declaración? La Declaración aborda, entre otros, los
derechos individuales y los derechos colectivos, los derechos culturales y la
identidad, y los derechos a la educación, la salud, el empleo y el idioma. El texto
afirma que los pueblos indígenas tienen derecho, como pueblo o como personas,
al disfrute pleno de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales
reconocidos por la Carta de las Naciones Unidas, la Declaración Universal de
Derechos Humanos y la normativa internacional de los derechos humanos. Los
pueblos y las personas indígenas son libres e iguales a todos los demás pueblos y
personas y tienen derecho a no ser objeto de ninguna discriminación en el
ejercicio de sus derechos que esté fundada, en particular, en su origen o identidad
indígena. Los pueblos indígenas tienen derecho a la libre determinación. En virtud
de este derecho pueden determinar libremente su condición política y perseguir
libremente su desarrollo económico, social y cultural. Los pueblos indígenas tienen
derecho a conservar y reforzar sus propias instituciones políticas, jurídicas,
económicas, sociales y culturales, manteniendo a la vez su derecho a participar
plenamente, si lo desean, en la vida política, económica, social y cultural del
Estado.

¿Cómo se aprobó la Declaración? La Declaración fue aprobada por mayoría de la


Asamblea General, en Nueva York, el 13 de septiembre de 2007, por 144 votos a
favor, 4 en contra y 11 abstenciones. ¿Por qué se demoró más de dos decenios
en aprobar la Declaración? El proceso fue avanzando lentamente mientras los
Estados y los Pueblos Indígenas mantenían un fructífero diálogo facilitado por las
Naciones Unidas a lo largo de los años. Las cuestiones como los derechos de los
grupos y los derechos individuales, las tierras y los recursos fueron objeto de
intensos debates. En 1982, el Consejo Económico y Social de las Naciones
Unidas estableció el Grupo de Trabajo sobre Pueblos Indígenas para que, entre
otras cosas, elaborara normas de derechos humanos para proteger a los pueblos
indígenas. En 1985, el Grupo de Trabajo empezó a preparar el proyecto de
Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. En 1993, el Grupo de
Trabajo acordó un texto definitivo del proyecto de Declaración y lo presentó a la
Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías, que
lo aprobó en 1994. Posteriormente, el proyecto fue enviado a la entonces llamada
Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas que estableció el Grupo
de Trabajo sobre la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. La
Cumbre Mundial 2005 y el quinto período de sesiones del Foro Permanente para
las Cuestiones Indígenas celebrado en 2006 instaron a que se aprobara la
Declaración cuanto antes. Finalmente, en junio de 2006, la Comisión de Derechos
Humanos aprobó la Declaración y, en septiembre de 2007, lo hizo la Asamblea
General. Elementos notables de la Declaración Diecisiete de los 46 artículos de la
Declaración se refieren a la cultura indígena y a cómo protegerla y promoverla,
respetando el aporte directo de los pueblos indígenas en la toma de decisiones y
asignando recursos a la educación en idiomas indígenas y a otras esferas. Quince
de los 46 artículos de la Declaración se refieren a la participación de los pueblos
indígenas en todas las decisiones que afectan a sus vidas, incluida la participación
efectiva en un sistema de gobierno democrático. La Declaración confirma el
derecho de los pueblos indígenas a la libre determinación y reconoce los derechos
relacionados con los medios de subsistencia y el derecho a las tierras, territorios y
recursos.

Derechos económicos, sociales y culturales


Los Derechos Económicos Sociales y Culturales (DESC) son los derechos
humanos relativos a las condiciones sociales y económicas básicas necesarias
para una vida en dignidad y libertad, y hablan de cuestiones tan básicas como
el trabajo, la seguridad social, la salud, la educación, la alimentación, el agua,
la vivienda, un medio ambiente adecuado y la cultura.
Los derechos humanos proporcionan un marco común de normas y valores
universalmente reconocidos, y establecen obligaciones del Estado para actuar de
determinada manera o de abstenerse de ciertos actos. Constituyen una
herramienta importante para asegurar la rendición de cuentas de los Estados y
6
cada vez más actores no estatales que han cometido violaciones, y también para
movilizar los esfuerzos colectivos para desarrollar comunidades y marcos globales
que conduzcan a la justicia económica, el bienestar social, la participación y la
igualdad. Los derechos humanos son universales, inalienables, interdependientes
e indivisibles.
¿Dónde se establecen los DESC?
En 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas(link is external) adoptó
la Declaración Universal de los Derechos Humanos(link is external) (DUDH), en la
cual se establecen los derechos civiles, culturales, económicos, políticos y
sociales fundamentales de los que deben disfrutar todas las personas. En 1966,
los DESC quedaron reflejados como derechos legales en el Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales(link is external) (PIDESC) - que junto
con la DUDH y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos forman la
denominada Carta Internacional de Derechos Humanos - y en otros tratados
universales(link is external) y mecanismos regionales. Hasta la fecha, más de 160
Estados han ratificado el PIDESC. Asimismo, numerosos países han articulado su
compromiso con los DESC por medio de sus constituciones nacionales y
legislación nacional.
¿Cuáles son los principios fundamentales relativos a los DESC?
El PIDESC esboza una serie de principios importantes para la realización de los
DESC que, a menudo, están incluidos también en otros tratados relacionados con
los DESC. Bajo el PIDESC, un Estado tiene la obligación de tomar medidas
progresivas “con el máximo de sus recursos disponibles” hacia la plena realización
de los DESC. En concreto, un Estado (incluidos sus niveles subnacionales) tiene
las siguientes obligaciones:
 Respetar los DESC (abstenerse de violarlos)
 Proteger los DESC (impedir que otros los violen)
 Cumplir los DESC (tomar las medidas necesarias para hacerlos efectivos,
como aprobar legislación, disponer partidas presupuestarias y otros
procesos administrativos)
 Buscar y proporcionar asistencia y cooperación internacional en la
realización de los DESC.
Los Estados deben evitar la discriminación en el acceso a los DESC basada en
motivos especificados en el PIDESC, incluyendo la raza, el color, el sexo, el
idioma, la religión, la opinión política o de otra índole, el origen nacional o social, la
posición económica y el nacimiento. En su trabajo, el Comité de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales(link is external) (CESCR) de la ONU ha
identificado motivos adicionales para prohibir la discriminación, como la
discapacidad, la edad, la nacionalidad, el estado civil y la situación familiar, la
orientación sexual e identidad de género, el estado de salud, el lugar de residencia
y la situación económica y social. La eliminación de la discriminación y ciertas
obligaciones mínimas identificadas por el CESCR en algunas de
sus observaciones generales(link is external), no están sujetas a una realización
progresiva, sino que son obligaciones inmediatas.
El preámbulo de la Declaración Universal de Derechos Humanos confirma que
“todo individuo y órgano de la sociedad” actuará para promover el respeto a los
derechos humanos y para “asegurar su reconocimiento y aplicación universal”.
Esto se extiende a las empresas, las organizaciones internacionales y
multilaterales y otros actores no estatales.
¿Por qué son importantes los DESC?
En todo el mundo, el marco de los DESC es utilizado para fortalecer acciones por
la justicia y contra la opresión, y para amplificar alternativas progresivas para
mejorar el ejercicio de los DESC. Los activistas han presentado casos legales
frente a los órganos de tratado de la ONU, tribunales y otras instituciones de
resolución de disputas para exigir cambios; documentaron y publicaron violaciones
recurrentes, movilizaron comunidades, desarrollaron legislación, analizaron
presupuestos nacionales y tratados de comercio internacional para garantizar el
respeto por los derechos humanos, y generaron solidaridad y formaron redes entre
comunidades en el ámbito local y en todo el mundo. Los DESC unen a hombres y
mujeres, migrantes e indígenas, jóvenes y ancianos, personas de todas las razas,

7
religiones, orientaciones políticas y orígenes económicos y sociales en una
realización común de la libertad y dignidad humana universal.

Derechos civiles y políticos


Los derechos civiles y políticos son dos categorías de derechos a veces suelen
estudiarse de forma conjunta. En general, son derechos que protegen
las libertades individuales de su quebrantamiento ilegal (represión) por parte
del poder (sea el de los gobiernos o el de cualquier otro agente político público o
privado), y garantizan la capacidad del ciudadano para participar en la vida civil y
política del Estado en condiciones de igualdad, y sin discriminación.
Los derechos civiles son los reconocidos por todos los ciudadanos por la ley; y
en ello se distinguen de los derechos humanos y de los derechos naturales. Los
derechos civiles son concedidos dentro de un Estado, mientras que los derechos
naturales o los derechos humanos son internacionales, y, se tienen, o bien por el
mero hecho de nacer, según la teoría iusnaturalista, o bien por la mera
constitución de la sociedad, según la teoría contractualista (el iuspositivismo, que
separa moral y derecho, no se plantea la existencia de derechos naturales). John
Locke sostuvo que los derechos naturales a la vida, la libertad y
la propiedad debían ser convertidos en derechos civiles y protegerse por el
Estado soberano como aspecto del contrato social (derechos constitucionales).
Los derechos políticos constituyen la primera porción de la Declaración Universal
de Derechos Humanos de 1948 (así como los derechos económicos, sociales y
culturales comprenden la segunda parte). La teoría de las tres generaciones de
derechos humanos considera a este grupo de derechos como los "derechos de
primera generación", y la teoría de los derechos negativos y positivos (libertad
negativa y positiva) los designa como derechos negativos. No obstante, en cuanto
los derechos sociales o positivos se justifican en la reparación de deficiencias que
obstaculizan gravemente el ejercicio de la plena condición de ciudadano, son
también "civiles", al tener su correspondiente definición precisa en la contrapartida
de una obligación establecida por parte de los poderes públicos.1

La Convención Americana sobre Derechos Humanos establece en su Capítulo II


de Derechos Civiles y Políticos los siguientes derechos y libertades:
reconocimiento de la personalidad jurídica, derecho a la vida, la integridad y
libertad personal, la prohibición de la esclavitud y la servidumbre, garantías
judiciales, principio de legalidad y retroactividad, derecho de indemnización,
protección de la honra y la dignidad, libertad de conciencia y de religión, libertad
de pensamiento y de expresión, derecho de rectificación o respuesta, derecho de
reunión, libertad de asociación, protección a la familia, derecho al nombre,
derechos del niño, derecho a la nacionalidad, derecho a la propiedad, derecho de
circulación y de residencia, derechos políticos, igualdad ante la ley y protección
judicial.2
El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 19663 incluye el "derecho
de libre determinación" de "todos los pueblos".4 Los llamados "derechos
colectivos", por oposición a los "derechos individuales", están entre los "derechos
de tercera generación" según la teoría de las tres generaciones de derechos.
Según parte de la doctrina, estos derechos no son susceptibles de jerarquización,
pues son indivisibles e interdependientes. Para otra parte de la doctrina (Bidart,
Rosatti, Ekmekdjian, Riofrío) es posible establecer criterios lógicos, cronológicos,
axiológicos, normativos, entre otros, para establecer algún tipo de jerarquía,
abstracta o concreta, de los derechos. La tesis más aceptada es que el peso
específico del derecho y la determinación de cuál derecho ha de prevalecer en un
balanceo de derechos, ha de hacerse en el caso concreto.5

Instituciones nacionales y organismos internacionales de protección y


observación de los DD HH

Entre las garantías de un amparo más efectivo de los DDHH, Naciones Unidas ha
promovido la constitución, desarrollo y fortalecimiento de instituciones nacionales
de DDHH independientes, con amplio mandato y competencias definidas en

8
Constituciones y leyes para velar por la protección de los DDHH en cada país
miembro.
Estas instituciones se denominan internacionalmente, Instituciones Nacionales de
Derechos Humanos (INDH). En los países reciben otros nombres como:
Protectores, Comisionados, Defensores del Pueblo o Ombudsman.
Las INDH se rigen por los Principios de París, instrumento normativo de las
Naciones Unidas. Las INDH de cada país son regularmente evaluadas por un
Comité especializado de acreditación de la ONU, conforme a este instrumento.
Aquellas que cumplen estos principios, son entidades que no están bajo la
autoridad directa de ningún poder público (ejecutivo, legislativo o judicial), aunque
pueden adscribirse y responder al poder legislativo. Es necesario que mantengan
distancia prudencial del gobierno, aunque éste se ocupe de su financiamiento.
Un mandato fundamental de las INDH es ofrecer un mecanismo más sólido y
eficaz de protección de DDHH dentro del país y cooperar con la labor de los
defensores de DDHH. Deben ayudar a que las leyes y prácticas nacionales sean
compatibles con las normas internacionales de DDHH y apoyar a los gobiernos en
este propósito.
Asimismo, las INDH tienen la función de vigilar y abordar las preocupaciones
nacionales en materia de DDHH, así como apoyar a los defensores que actúan en
ellas, contribuir a erradicar todas las formas de discriminación y mantener
interacción constante con la sociedad civil y los órganos regionales de DDHH.

Defensoría de los Derechos de la Mujer. ...


Grupo Garante G4. ...
Procuraduría de los Derechos Humanos de Guatemala. ...
Defensoría del Adulto Mayor. ...
Autoridad Indígena de Tecpán. ...
Federación de Trabajadores Campesinos y Urbanos. ...
Red de la No Violencia contra las Mujeres. ...
Grupo Guatemalteco de Mujeres.
El derecho internacional humanitario se basa en numerosos tratados,
particularmente en los Convenios de Ginebra de 1949 y sus Protocolos
adicionales, así como en otros convenios y protocolos que abarcan aspectos
específicos del derecho de los conflictos armados. Existe además un sustancial
cuerpo de derecho consuetudinario que es vinculante para todos los Estados y las
partes que intervienen en los conflictos.
Los límites a la manera de conducir la guerra han existido por siglos, pero hasta
1864 consistían mayormente en costumbres no escritas. En ese año, se adoptó el
Primer Convenio de Ginebra, el primero de una larga serie de tratados destinados
a limitar las formas en que se conducen las guerras.
Esta parte del sitio Web contiene enlaces a los principales textos de derecho
internacional humanitario (DIH), comentarios acerca de su aplicación y artículos
académicos sobre la evolución del DIH, así como información relacionada con el
estado de ratificación de los tratados.
Desde 1949, se han sumado tres Protocolos a los Convenios de Ginebra. El
Protocolo adicional I, de 1977, se relaciona con la protección de las víctimas de los
conflictos armados internacionales. El Protocolo adicional II, del mismo año, se
refiere a la protección de las víctimas de los conflictos armados no
internacionales.
El Protocolo adicional III, de 2005, creó un nuevo emblema protector, el cristal
rojo, que se sumó a los emblemas existentes, la cruz roja y la media luna roja.
El DIH también comprende una serie de tratados relacionados con armas
específicas, tácticas o personas y bienes protegidos, como la Convención de La
Haya sobre la protección de bienes culturales en caso de conflicto armado, de
1954, la Convención de 1972 sobre armas biológicas, la Convención de 1980
sobre armas convencionales, la Convención de 1993 sobre armas químicas y el
Convenio de Ottawa sobre la prohibición de minas antipersonal, de 1997.
Además del derecho convencional, hay un considerable cuerpo de derecho
internacional humanitario consuetudinario, que ha sido catalogado en un
importante estudio realizado por el CICR y publicado por Cambridge University
Press. En este estudio se presenta un análisis exhaustivo de las normas
9
consuetudinarias que se aplican a los conflictos armados, basadas en la práctica
de los Estados.

Convenios, convenciones y tratados internacionales de derechos


fundamentales ratificados por Guatemala

Adoptada y abierta a la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea General en


su resolución 39/46, de 10 de diciembre de 1984
Entrada en vigor: 26 de junio de 1987, de conformidad con el artículo 27 (1)
Los Estados Partes en la presente Convención,
Considerando que, de conformidad con los principios proclamados en la Carta de
las Naciones Unidas, el reconocimiento de los derechos iguales e inalienables de
todos los miembros de la familia humana es la base de la libertad, la justicia y la
paz en el mundo,

Reconociendo que estos derechos emanan de la dignidad inherente de la persona


humana,

Considerando la obligación que incumbe a los Estados en virtud de la Carta, en


particular del Artículo 55, de promover el respeto universal y la observancia de los
derechos humanos y las libertades fundamentales,
Teniendo en cuenta el artículo 5 de la Declaración Universal de Derechos
Humanos y el artículo 7 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
que proclaman que nadie será sometido a tortura ni a tratos o penas crueles,
inhumanos o degradantes,

Teniendo en cuenta asimismo la Declaración sobre la Protección de Todas las


Personas contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o
Degradantes, aprobada por la Asamblea General el 9 de diciembre de 1975,
Deseando hacer más eficaz la lucha contra la tortura y otros tratos o penas
crueles, inhumanos o degradantes en todo el mundo.

Normativas internacionales que protegen a los pueblos indígenas

Los derechos de los pueblos indígenas conforme al derecho internacional han


evolucionado partiendo del derecho internacional vigente, incluidos los tratados de
derechos humanos, en función de las circunstancias en que se encontraban estos
pueblos y de sus prioridades, como los derechos a sus tierras, territorios y
recursos y a la libre determinación. Por desgracia, muchos pueblos indígenas
siguen encontrando problemas diversos en la esfera de los derechos humanos. De
hecho, el ejercicio de sus derechos dista de ser perfecto. Algunas de las mayores
dificultades a las que hacen frente los pueblos indígenas en el ámbito de los
derechos humanos derivan de la presión de que son objeto sus tierras, territorios y
recursos como consecuencia de actividades relacionadas con el desarrollo y la
extracción de recursos. Sus culturas siguen amenazadas y la protección y la
promoción de sus derechos se ven coartadas. Los pueblos indígenas han tenido
un acceso sin precedentes a procesos jurídicos y normativos relativos a los
derechos humanos y han participado plenamente en ellos, indicio de su influencia
en las decisiones internacionales que les afectan. A continuación se analiza esta
dinámica con mayor detenimiento.

Libre determinación Aprobando la Declaración, la Asamblea General de las


Naciones Unidas ha afirmado que los pueblos indígenas tienen derecho a la libre
determinación y, en consecuencia, a establecer libremente su condición política y
perseguir libremente su desarrollo económico, social y cultural. El artículo 3 de la
Declaración coincide con el artículo 1 común del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos y del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales. Los pueblos indígenas consideran la libre determinación un derecho
10
central reconocido a escala internacional. A su vez, el ejercicio del derecho a la
libre determinación complementa al ejercicio de otros derechos. Todos los
derechos enunciados en la Declaración son indivisibles y están relacionados entre
sí, sin que sea excepción a ello el derecho a la libre determinación. Su efecto se
extiende a los demás derechos, que deben leerse a la luz de la libre determinación
de los pueblos indígenas, como el derecho a la cultura, que puede abarcar la
autonomía de estos pueblos en el ámbito cultural. Por lo que se refiere al derecho
de los pueblos indígenas a la autonomía o el autogobierno, en el artículo 4 se
afirma lo siguiente: "los pueblos indígenas, en ejercicio de su derecho a la libre
determinación, tienen derecho a la autonomía o al autogobierno en las cuestiones
relacionadas con sus asuntos internos y locales, así como a disponer de medios
para financiar sus funciones autónomas". A la par que el derecho a la autonomía,
los pueblos indígenas tienen derecho, de conformidad con el artículo 34 de la
Declaración, a "promover, desarrollar y mantener sus estructuras institucionales y
sus propias costumbres, espiritualidad, tradiciones, procedimientos, prácticas y,
cuando existan, costumbres o sistemas jurídicos...". El derecho a la libre
determinación va íntimamente ligado a los derechos políticos de los pueblos
indígenas, entre ellos el derecho a participar en la adopción de decisiones en
asuntos que afectan a sus derechos y la obligación de los Estados de celebrar
consultas y cooperar con ellos para obtener su consentimiento libre, previo e
informado antes de adoptar y aplicar medidas legislativas o administrativas que los
afecten. En ambos casos, y de conformidad con su derecho a la libre
determinación, los pueblos indígenas tienen derecho a participar por medio de sus
instituciones representativas (véase el artículo 18).
Clasificación en 3 generaciones.
Existen diversas formas de clasificar los derechos humanos; una de las más
conocida es la llamada tres generaciones, en la que se toma en cuenta su
protección progresiva.

La Constitución es una norma que prevalece sobre leyes, reglamentos y otras


normas individualizadas.
El ordenamiento jurídico guatemalteco tiene unas normas sui generis cuya
naturaleza es única. Se trata de las normas denominadas “leyes constitucionales”.

Las cuatro leyes constitucionales que tenemos en nuestro país son: 1) la Ley
Electoral y de Partidos Políticos; 2) la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de
Constitucionalidad; 3) la Ley de Orden Público y 4) la Ley de Emisión del
Pensamiento. En el currículum universitario guatemalteco enseñan que estas
normas tienen una jerarquía superior a las denominadas leyes ordinarias. El
entendimiento común es que las leyes constitucionales están situadas
jerárquicamente en una posición intermedia entre la Constitución y las leyes
ordinarias. Hay algunas personas que van más allá, y dicen que las leyes
constitucionales son parte de la Constitución y/o parte del denominado Bloque de
Constitucionalidad.
En sentencia del 24 de abril de 2013 dictada dentro del expediente 4708-2012, la
Corte de Constitucionalidad resolvió un amparo en el cual se reclamaba la
amenaza de que el Congreso de la República no solicite dictamen previo a la
Corte de Constitucionalidad para reformar la Constitución. Argumentaron los
interponentes que la Constitución es una “ley constitucional” y, por ende, le aplica
el procedimiento de reforma de las leyes constitucionales establecido en el artículo
175 constitucional, el cual exige un dictamen previo de la Corte de
Constitucionalidad. Concluían los interponentes que luego de ese dictamen se
podía proceder a la consulta popular.
Que la Constitución Política de la República reconoce y protege el derecho de
autor como un derecho inherente a la persona humana, garantizando a sus
titulares el goce de la propiedad exclusiva de su obra, de conformidad con la ley y
los tratados internacionales de los cuales la República de Guatemala es parte;
CONSIDERANDO: Que la República de Guatemala, como parte de la Convención
Internacional sobre la Protección de los Artistas Intérpretes o Ejecutantes, los
Productores de Fonogramas y los Organismos de Radiodifusión, adoptada en
Roma el 26 de octubre de 1961, y el Convenio para la Protección de los
11
Productores de Fonogramas contra la Reproducción no autorizada de sus
Fonogramas, adoptado en Ginebra el 29 de octubre de 1971, debe promover, por
medio de su legislación interna, los mecanismos por medio para tutelar
adecuadamente los derechos de los Artistas, Intérpretes o Ejecutantes, los
productores de Fonogramas y los Organismos de Radiodifusión.
CONSIDERANDO: Que el desarrollo de nuevas tecnologías para la difusión de las
obras ha permitido nuevas modalidades de defraudación de los derechos de
propiedad intelectual, por lo que es necesario que el régimen jurídico que proteja
los derechos de los Autores, los Artistas Intérpretes o Ejecutantes, los Productores
de Fonogramas y los Organismos de Radiodifusión, contenga normas que
permitan que los citados derechos sean real y efectivamente reconocidos y
protegidos de acuerdo con las exigencias actuales, para estimular así la
creatividad intelectual y la difusión de las obras creadas por los autores. POR

Cultura de la paz
“Los seres humanos tenemos una cultura, y esta cultura podemos hacerla
evolucionar. Una cultura que ha conocido la guerra en una determinada época
puede cambiar y vivir en paz con las demás culturas en otra época”.(Adams, 1992)
Con los desarrollos académicos planteados por Johan Galtung sobre paz y los
sustentos científicos e intelectuales plasmados en El Manifiesto De Sevilla Sobre
La Violencia, se le dió base a las definiciones de cultura de paz. Las Naciones
Unidas y dos de sus máximas instancias multilaterales, la Unesco y UNICEF, a
partir de 1986, promulgaron mediante declaraciones y resoluciones, principios que
han marcado el rumbo de las concepciones que dan respuesta a la pregunta sobre
¿Qué es cultura de paz?
Varios investigadores entre los que se encuentran, Urbina & Muñoz, (2011),
Navarro & Nario, (2011), Sacipa, (2005), (de Rivera, 2004), Sampere & Thonon,
(2005), Brown et al., (2008), para el desarrollo de sus trabajos, parten de los
planteamientos de las Naciones Unidas. Para la ONU, “la cultura de paz” requiere
de un conjunto de valores, actitudes, tradiciones, comportamientos y formas de
vivir que se basan en el respeto a la vida y el mejoramiento, ampliación y
promoción permanente, de los derechos humanos; concibe la paz como de
manera positiva al plantear el rechazo permanente de la violencia en todas sus
formas y en la promoción y compromiso con la prevención del surgimiento de los
conflictos violentos y sus causas, a través de la educación, la acción cooperativa,
el diálogo y la negociación; así como el desarrollo, promoción y protección del
medio ambiente y la plena participación en el proceso de atender equitativamente
las necesidades de las generaciones presentes y futuras; incluye la perspectiva de
género al promover la igualdad de derechos y oportunidades de hombres y
mujeres; un enfoque diferencial, al propender por la defensa de los principios de
libertad, justicia, democracia, tolerancia, solidaridad, cooperación, pluralismo,
diversidad cultural, diálogo y el entendimiento entre naciones, grupos étnicos,
religiones, culturas y entre los individuos. Todo lo anterior se fortalece con el
compromiso de defender el derecho de toda persona a la libertad de expresión,
opinión y acceso a información. (Naciones Unidas, 1999).
Aunque la ONU ha marcado la pauta en la difusión y las acciones para llevar
alrededor del mundo la cultura de paz, investigadores y académicos han generado
importantes desarrollos en los últimos 10 años.
Arocena, (2006), rescata el conflicto como parte constitutiva, y por lo tanto
inevitable, de la cultura de paz. Esto implica el manejo constructivo de las
diferencias y una “disposición científica a observar, interpretar y describir la
realidad”. (p. 58)
Benavides, (2007), plantea que la Cultura de Paz tiene que ver con aquellas
acciones, que contribuyan a la creación de un nuevo orden social, en el cual las
relaciones entre los seres humanos y entre estos y su entorno, incrementen las
posibilidades de vivir en paz. Además, Como sujetos sociales, dinamizar nuevas
formas de convivencia social, ligadas al respeto a la vida, al manejo de las
concepciones del universo, las emociones, el perdón y la reconciliación; en donde
la justicia puede conseguirse sin violencia y se afiance la seguridad humana, la
sostenibilidad ambiental y el desarrollo.

12
Fisas, (2002), propone trabajar por la paz a partir de las cuatro “D”: desarme,
desarrollo, democratización y derechos humanos; Si hay desarme, habrá
desarrollo y entorno seguro, y si hay respeto por los derechos humanos, se
afianzara la democracia. Por otra parte, plantea que para pasar de una cultura de
la violencia a una cultura de la paz, es necesario fortalecer aquellas formas de
afrontar los conflictos que sustituyan poder por autoridad, consolidando la
negociación y a la mediación, como pilares fundamentales para una cultura de
paz.
Desde una visión holística de la paz, Bretherton, Weston, & Zbar, (2005), plantean
que “la idea de una cultura de paz introduce la noción de los valores compartidos
que unen a los diversos pueblos del mundo. De esta manera, la paz es creada o
construida en un proceso de colaboración y trabajo conjunto entre la sociedad civil
y las instituciones del Estado”. (p. 356).
Para Kempf, (2009), El objetivo de una política de paz es la eliminación de la
solución violenta de los conflictos. De esta manera, “Sólo los Estados que
voluntariamente se abstengan de emplear medios militares para lograr objetivos
económicos y nacionales están aplicando políticas de paz”. (p. 7)
De esta manera, la convivencia se constituye en un hecho histórico y cultural. El
contexto es incluyente, y facilita la realización de procesos de transformación
social, en donde la ciudadanía se construye con sentido de pertenencia,
tolerancia, concertación, cumplimiento de los acuerdos, y sobre todo, el respeto de
la ley y las normas de convivencia por voluntad propia.(Guarnizo, 2011).

Retos de la interculturalidad, convivencia armónica y equidad de género en


Guatemala

Contamos con un nuevo entorno internacional integrado por algunos aspectos que
sitúan a la interculturalidad como un imperativo y signo de nuestro tiempo. Existe
una mayor conciencia y sensibilización hacia la pluralidad cultural, nos
encontramos frente al fenómeno de la globalización y tenemos una mayor
visibilidad de las desigualdades, entre otros. Pero existen algunas situaciones que
no han supuesto cambio sino por el contrario continuidad. Nuestro actual marco
histórico presenta el proceso de “globalización” como fenómeno representante de
una política y estrategia que se expande mundialmente como “la opción”
civilizadora, imponiéndose como el proyecto para la humanidad, en un intento
homogenizador contradictorio a una propuesta intercultural. Diana de Vallescar,
afirma que la interculturalidad se levanta abiertamente frente a un proyecto de la
modernidad marcado por el progreso sin límite, por el triunfo del más apto y fuerte
que no requiere de nadie. He aquí una razón fundamental para la interculturalidad,
hacer frente a una modernidad uniformizante aportando a construir un futuro de
diversidad y pluralidad para todos.

Hablar de interculturalidad es, sacar a la luz muchos de los conflictos que existen
en nuestras sociedades, es aceptar que hay diferentes culturas y que no todas
tienen el mismo reconocimiento y poder, (Jurjo Torres) este reconocimiento de la
diversidad obliga a cuestionar las desigualdades y todo tipo de consecuencias que
ellas traen (pobreza, discriminación, racismo, xenofobia, etc.). Encontramos aquí
otra poderosa razón para la interculturalidad, contribuir a cuestionar las
situaciones estructurales y las condiciones que permiten que haya dominación de
unas culturas sobre otras, de determinados colectivos humanos sobre otros,
etiquetados como diferentes e inferiores.
El Perú es uno de los países con mayor biodiversidad en el planeta, poseemos
además de esta, una considerable diversidad cultural y lingüística. En la amazonia
coexisten alrededor de 65 grupos étnicos pertenecientes a doce familias
lingüísticas, conviven también ramificaciones de la familia del aimara con diversas
variedades del quechua y un castellano hablado por la mayoría de la población
con sus propias variedades regionales. Por otro lado tenemos una sociedad
ordenada jerárquicamente, situación que se comienza a perfilar durante la colonia
(Norma Fuller) periodo en el que se organizó un sistema dentro del cual la cultura
occidental fue la dominante, es decir aquella valorada y quien daba las pautas de

13
los saberes legítimos, controlaba las instituciones y se considerada superior a
otras culturas.
Pero, nuestra historia ha supuesto también un conjunto de saberes respecto al
manejo de la diversidad, de la naturaleza y también de los grupos sociales,
haciendo posible la convivencia entre quienes eran diferentes. Un rasgo relevante,
sobre todo en el ande es el manejo de la diversidad en todos sus aspectos, tanto
físicos como sociales y culturales. Estamos ante una gran civilización agrícola que
logró avances considerables sobre la base del poli cultivo en lugar del monocultivo
seguido por las demás grandes civilizaciones agrícolas en el orbe. Si el reto en el
próximo siglo es el de crear relaciones de convivencia sobre la base del respeto y
aprovechamiento de la diversidad, el Perú tiene algo que aportar.

En las últimas décadas hemos vivido una situación de violencia política que deja
una huella imborrable para todos los peruanos. La Comisión de la Verdad y
Reconciliación (CVR), ha constatado que el conflicto armado que vivió el Perú
entre 1980 y el 2000 constituyó el episodio de violencia más intenso y prolongado
de toda la historia de la República. Se estima que la cifra de víctimas fue de 69 mil
280 personas y que la población campesina se encontraba entre la principal
afectada. Conjuntamente con las brechas socioeconómicas, el proceso de
violencia puso de manifiesto la gravedad de las desigualdades de índole étnico-
cultural que aún prevalecen en el país. El 75 por ciento de las víctimas tenían el
quechua u otras lenguas nativas como idioma materno. La tragedia que sufrieron
las poblaciones del Perú rural, andino y selvático, campesino, pobre y poco
educado, no fue sentida ni asumida como propia por el resto del país; ello delata,
a juicio de la CVR, el velado racismo y las actitudes de desprecio subsistentes en
la sociedad peruana a casi dos siglos de nacida la República.

La pluriculturalidad es un concepto que tipifica la particularidad de una región en


su diversidad sociocultural. En esta definición no se hace referencia al tipo de
relaciones entre los diferentes grupos culturales. Se trata de un primer
reconocimiento de la diferencia, casi constatación, sin acción como consecuencia.
La multiculturalidad, parte del reconocimiento del derecho a ser diferente y del
respeto entre los diversos colectivos culturales. El respeto apunta a la igualación
de las oportunidades sociales más no necesariamente favorece la interrelación
entre los colectivos interculturales. (Teresa Valiente).

La interculturalidad parte también del reconocimiento de la diversidad y del respeto


a las diferencias, pero es un proceso que busca establecer el diálogo e
intercambio equitativo en una sociedad plural, es en este sentido, mas que un
concepto, una propuesta, un desafío que supone una actitud que parte de la base
de aceptar la condición nata de igualdad y respeto de todos los seres humanos (a
pesar de las diferencias), por el solo hecho de serlo (Norma Fuller).
Además de ser una meta por alcanzar, la interculturalidad debería ser entendida
como un proceso permanente de relación, comunicación y aprendizaje entre
personas, grupos, conocimientos, valores y tradiciones distintas, orientada a
generar, construir y propiciar un respeto mutuo, y a un desarrollo pleno de las
capacidades de los individuos, por encima de sus diferencias culturales y sociales,
en un intento por romper con la historia hegemónica de una cultura dominante
(Walsh).

La interculturalidad supone la búsqueda de relaciones positivas entre personas de


diferentes culturas, ello supone el encuentro de un YO (nosotros) con un OTRO
(los otros), para que este encuentro se lleve a cabo en el marco de relaciones
positivas se ha tenido que trabajar en lo que Xavier Albo llama “los dos polos
necesarios” la identidad (desde el yo) y el reconocimiento del otro (alteridad). Mi
identidad se define por los compromisos e identificaciones que proporcionan el
marco u horizonte dentro del cual yo intento determinar, lo que es bueno, valioso,
lo que se debe hacer, lo que apruebo o a lo que me opongo.
En otras palabras, es el horizonte dentro del cual puedo adoptar una postura.
(Taylor, Charles). Lo que entendemos por “identidad”, se trata de “quien” somos y

14
“de dónde venimos”, constituye el trasfondo en el que nuestros gustos y deseos,
opiniones y aspiraciones, cobran sentido.

El reconocimiento de la propia identidad supone echar raíces hacia adentro.


Empieza en el reconocimiento y aceptación de la propia personalidad, del “yo”,
pero tiene enseguida su expansión social natural al sentirse parte de un grupo
social básico de referencia, de un “nosotros” compartido entre varios. El
fortalecimiento de esta identidad grupal cultural es el punto de partida
indispensable para cualquier relación de interculturalidad positiva. Es
particularmente necesario trabajar en esta auto identificación cultural en el caso de
los miembros de las culturas subordinadas.

La revalorización cultural es un aspecto fundamental de la interculturalidad, pues


solamente en la medida en que las culturas tradicionales refuercen su autoestima
grupal, será posible una relación de horizontalidad democrática y no de
verticalidad dominante con la cultura de la sociedad envolvente.

Bien asentada la propia identidad hacia adentro, el otro polo es hacia fuera, es
decir, la actitud de apertura, respeto y acogida hacia los otros, que son distintos
por venir de culturas distintas, quizás incluso desconocidas. No se acepta a
alguien simplemente por ser “mejor”, ni se lo rechaza por ser “peor”, sino que, por
principio, se lo acoge con apertura a pesar de ser distinto y quizás desconocido
(Albó, Xavier).

En el campo del conocimiento se da un conflicto entre el conocimiento consagrado


en el ámbito escolar y los saberes locales, excluidos y menospreciados. Un
enfoque intercultural se abrirá a indagar sobre los saberes, valores, y prácticas
locales, a fin de incorporarlos en el trabajo cotidiano. Esa apertura hacia lo local
también debe incluir el conocimiento de la historia. La incorporación de los
saberes, valores y prácticas locales no se limita a la identificación de los saberes
previos de los alumnos, sino que merece un espacio de trabajo definido en el cual
se explore su significado y aportes. Ese espacio educativo deberá ser
debidamente contextualizado recuperando escenarios y formas de aprendizaje
locales (Tubino).

Estrategia para la resolución de conflictos

El conflicto es parte de nuestra convivencia social, surge desde que nacemos cuando
necesitamos aprender a vivir haciendo uso de muchas herramientas para asegurar
nuestra sobrevivencia. Luego, la vida familiar nos enseña a negociar con las demandas
contradictorias u opuestas de nuestros padres y el medio ambiente. En el camino de
crecer, desarrollarse y diferenciarse de los demás, tratando de alcanzar metas propias, el
ser humano siempre estará determinado por las limitaciones de
un universo con recursos insuficientes y demandas crecientes. De este modo la vida sin
conflictos es una falacia pues sin ellos nos privaríamos de la oportunidad para desarrollar
nuestras habilidades pues se aprende a través y gracias al conflicto.
La interacción y desarrollo del ser humano en sociedad se suscita por etapas que son
generalmente situaciones de cambio movilizadas por el conflicto generado por la etapa
anterior que no se resolvió totalmente.
Entendiendo el conflicto como una incompatibilidad entre conductas,
percepciones, objetivos o afectos entre individuos y grupos que definen estas metas como
mutuamente incompatibles, podemos decir que en éste intervienen conducta y afectos,
elementos básicos del conflicto.
Para manejar los conflictos se necesitan varias habilidades:
1. La habilidad de comprender sus propios sentimientos hacia el conflicto.
Esto significa reconocer la causa del conflicto, o sea, las palabras o acciones que
inmediatamente provocan en usted una reacción emocional como el enojo o la ira. Una
vez reconocida la causa del conflicto será más fácil controlar las emociones.
2. La habilidad de escuchar atentamente. Se debe tratar de comprender lo que la
otra persona está diciendo.
Escuche con todo cuidado en lugar de pensar en lo que deberá decir usted después.
Escuchar atentamente requiere concentración y lenguaje corporal que indique que usted
está prestando atención.
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3. La habilidad de brindar opciones para resolver el conflicto.
Muchas personas sólo pueden concebir dos maneras de manejar el conflicto – pelear o
evitar el problema. Asegúrese de que sus datos son los correctos, explore todas las ideas
que pueden ayudarle a resolver la discusión y debata los pros, los contras y las
consecuencias.
Cinco formas de resolver un conflicto:

1. Competición: Distributiva (ganar-perder) regateo. Satisfacer sus necesidades es


importante; satisfacer las necesidades de los demás no es importante para usted.
2. Colaboración: Integrativa (ganar-ganar). Satisfacer las necesidades tanto suyas y las
de su contraparte es importante.
3. Compromiso: Satisfacer las necesidades suyas y las de su contraparte es
moderadamente importante.
4. Evitar: Usted es indiferente tanto a sus necesidades como a las de
los demás: no actúa gustosamente.
5. Acomodar:
Simplemente rendirse o conformarse (no es problema para usted y es problema de la otra
persona).
En general, los más exitosos negociadores inician asumiendo
una negociación colaborativa (integrativa) o ganar-ganar. Los buenos negociadores
tratarán una negociación ganar-ganar o contribuirán a una situación donde ambas partes
se sientan ganadores. Las negociaciones tienden a ser mejores para ambas partes
cuando están en una situación ganar-ganar o ambas partes se acercan a la negociación
deseando "crear valor" o satisfacer tanto sus necesidades como las de la otra persona.

El sentido crítico puede ser difícil si se presenta como forma ofensiva o de resistencia,
pero más allá de las críticas de situaciones de rencor o problemas personales, está la
crítica constructiva que siempre nos aporta algo vital. Evitar la crítica es sinónimo de
aislamiento. Cuando alguien critica nuestro proceder hay cuatro estrategias o maneras
posibles de
Usted está de acuerdo con el crítico y sus opiniones. La finalidad de esta táctica es la de
detener o interrumpir la crítica. Empléela sólo cuando las objeciones parezcan razonables
y hayan sido formuladas con el ánimo de ayudar:
En caso de que no haya comprendido los argumentos, o considere que necesita
madurarlos, no sienta prisa para dar ninguna respuesta y resérvese el derecho de
contestar más tarde.

Democracia

La democracia es una forma de gobierno del Estado donde el poder es ejercido


por el pueblo, mediante mecanismos legítimos de participación en la toma de
decisiones políticas.
Etimológicamente, la palabra proviene del griego δημοκρατία (democratía), que se
compone de los términos δῆμος (démos), que significa ‘pueblo’, y κράτος (krátos),
que significa ‘poder’. Así, la democracia es el gobierno del pueblo.
El término democracia es extensivo a las comunidades o grupos organizados
donde todos los individuos participan en la toma de decisiones de manera
participativa y horizontal.
El mecanismo fundamental de participación de la ciudadanía es
el sufragio universal, libre y secreto, a través del cual se eligen a los dirigentes o
representantes para un período determinado. Las elecciones se llevan a cabo por
los sistemas de mayoría, representación proporcional o la combinación de ambos.
Sin embargo, la existencia de elecciones no es indicador suficiente para afirmar
que un gobierno o régimen es democrático. Se hace necesario que se conjuguen
otras características. Revisemos algunas de ellas..
Democracia representativa o indirecta
La democracia representativa, también llamada indirecta, es aquella donde los
ciudadanos ejercen el poder político a través de sus representantes, elegidos
mediante el voto, en elecciones libres y periódicas.
De este modo, el ejercicio de los poderes del Estado y la toma de decisiones
deberá expresar la voluntad política que los ciudadanos han hecho recaer sobre
sus dirigentes.

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La democracia representativa es el sistema más practicado en el mundo, como en
México, por ejemplo. Las democracias liberales, como la de los Estados Unidos de
América, suelen funcionar dentro del sistema representativo.
Vea también Democracia representativa.
Democracia directa
La democracia directa es el modelo original de la democracia, practicado por los
atenienses en la Antigüedad. Se dice que existe una democracia directa o pura
cuando son los mismos ciudadanos, sin intermediación de representantes,
participan directamente en la toma de decisiones de carácter político.
Dicha participación se ejerce a través del voto directo, el plebiscito, el referéndum
y la iniciativa popular, entre otros. Hoy en día, este tipo de democracia es inviable
como sistema nacional debido a la masificación de la sociedad.
Sin embargo, este modelo inspira el funcionamiento de pequeñas organizaciones
comunitarias como parte de una realidad local y puntual. Por ejemplo, asambleas
vecinales o ciudadanas.

Al menos teóricamente, la democracia participativa, considerada una variante de


la democracia directa, incorpora activamente al ciudadano en la vigilancia y control
de la aplicación de las políticas públicas, procura que los ciudadanos estén
organizados y preparados para proponer iniciativas y para expresarse a favor o en
contra de una medida.

Democracia y participación ciudadana. Participación ciudadana y su


mecanismo

La participación ciudadana se ha instalado transversalmente en el discurso de los


actores políticos, fundamentalmente por la crisis de legitimidad que afecta a las
instituciones de la democracia representativa. Por tal razón, las propuestas de
profundización de la democracia y apertura de las instituciones del Estado a la
ciudadanía, encuentran una valoración positiva tanto en la sociedad civil como en
la élite política. No obstante, dicha transversalidad en los debates sobre
democracia y participación ciudadana, en ocasiones se observa cierto grado de
ambigüedad de lo que significa esta última, lo cual, muchas veces provoca una
falta de referencias empíricas para la adecuada implementación de dichos
mecanismos en la gestión pública.
La discusión sobre los tipos o modelos de democracia en ocasiones no logra
traducirse en mecanismos de participación ciudadana que efectivamente puedan
ser aplicables a la realidad donde se desenvuelven los regímenes democráticos.
Más aún cuando se observa que producto de la globalización y creciente
revitalización de la ciudadanía, en la práctica se ha provocado un distanciamiento
de ésta, con la acción de gobierno y el sistema democrático en general, por la
carencia o deficiencias sistémicas de mecanismos de participación que permitan
canalizar los intereses y las demandas de la ciudadanía.

Dado este contexto, muchas veces se entiende que hablar de democracia y


participación, solo se reduce a diseños institucionales restringidos a los elementos
formales de la condición de ciudadanos, a quienes se garantiza elegir o ser
elegido. Con ello, se pierde buena parte de la legitimidad de una democracia que
sólo mantiene abiertas las puertas de los ritos formales e institucionales. Se
consolida entonces, con deficiencias crecientes, el modelo de democracia por
elecciones, donde el ciudadano, entre una elección y otra, queda al margen de las
decisiones sobre política y asuntos públicos. El riesgo de esta práctica de la
democracia es que tiende a agotarse cuando la participación y la democracia se
limitan a las elecciones cada cierto periodo de años y la gran mayoría de la
población queda excluida de la participación en las decisiones inherentes a sus
intereses cotidianos.
Existe consenso en la literatura que aborda esta materia, que el complemento de
la democracia representativa con la democracia participativa es el camino para
profundizar la democracia. Basado en ello, el propósito de este artículo es
sintetizar los roles que juega la participación ciudadana en los diferentes enfoques
y modelos de democracias e identificar los mecanismos que permiten ponerla en
17
práctica, con el objetivo de ofrecer un conjunto de herramientas conceptuales que
puedan ser de utilidad en pos de profundizar la democracia y complementar las
instituciones representativas con dispositivos de participación.
Para concretar dicho propósito, se realizó una revisión del estado del arte en
materia de democracia y participación ciudadana; específicamente se identificaron
los principales niveles y mecanismos que son frecuentemente citados en la
literatura. Se sistematizó una tipología con el propósito que pueda facilitar la
implementación de dichos mecanismos.

Obstáculos para el funcionamiento de la democracia abuso de poder


autoritarismo machismos discriminación impunidad corrupción

La corrupción es un problema de suma gravedad para la población que podría


combatirla con denuedo y adoptar posturas firmes que las mismas leyes le
permiten. El problema es el miedo de la gente a ser objeto de muerte por parte de
quienes ostentan el poder.
La magnitud y extensión de la corrupción amenaza con aniquilar toda posibilidad
de rescate social para este país que, después de ciento noventa y seis años de
vida “independiente” aún intenta encontrar una definición de nación para crecer
con solidez y justicia; porque, quien detenta el poder y lo ejerce con abuso en su
actuar en la administración pública e incurre en conductas delictivas, corroe el
funcionamiento de la vida en sociedad.
La estructura normativa que limita y ordena los comportamientos de las
autoridades, es irrespetada en exceso por los mismos funcionarios, empleados del
Gobierno e iniciativa privada, cuando despojan de sus derechos a sus legítimos
titulares aprovechando la precariedad económica de éstos para defenderse; la
violación es todavía más grave, porque entraña el sometimiento indigno del débil
por el potentado poderoso quien se vale de la fuerza psicológica manifestada en
forma de amenazas, despojos, quema de propiedades y otras formas violentas de
apropiación indebida del patrimonio ajeno y social.
Desde la conquista española y la vida independiente, la iniciativa privada y las
empresas transnacionales han contado con su poderío económico y la
complicidad verdaderamente inexplicable, de los diferentes regímenes que
administraron al Estado de Guatemala para apoderarse con diferentes
manifestaciones jurídicas como las concesiones, alquileres, licencias de
exploración, explotación, ventas para la adquisición anómala de los bienes
nacionales.
La lenidad manifiesta en las instituciones y órganos gubernamentales que, por su
función deberían ser custodios escrupulosos de las leyes, contribuye a la
impunidad lo que hace inminente el riesgo de vivir con antivalores como es la falta
de civismo y el irrespeto al pacto social (leyes); por el contrario, el combate a la
corrupción implica más que perseguir a los delincuentes de cuello blanco,
desfalcadores de las arcas nacionales, perpetradores de cohechos pasivos y
activos, es cuestión de depurar la moral pública y los procedimientos de selección
de las personas que tendrán a cargo funciones de gobierno y gestión, para
asegurar su probidad y capacidad para el desempeño de los cargos.
El mejor remedio contra la impunidad, abusos y corrupción, radica en las buenas
prácticas y no cabe duda que una de ellas sea, la acción enérgica, responsable,
activa y generalizada de la denuncia para la defenderse de las acciones abusivas
e ilegales de que hayan sido objeto y el reclamo de sus propios derechos.

La democracia y convivencia sana e intercultural en el centro educativo


normativas externas y reglas internas principales problemas que afectan la
convivencia en el centro educativo.

La Estrategia Nacional de Educación para la Convivencia Pacífica y Prevención de


la Violencia 2016-2020, constituye una respuesta a las necesidades y proyectos
de formación integral de la niñez y juventud guatemalteca en el marco de la
Política General de Gobierno 2016-2020 y el Plan Estratégico de Educación 2016-
2020. Estamos “Comprometidos con la Educación” y entre los ejes prioritarios
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hemos definido el mejoramiento de la calidad educativa y los modelos de gestión.
A partir de los Acuerdos de Paz y de los procesos de reforma educativa se ha
expresado la prioridad de la formación de una nueva ciudadanía que favorezca la
construcción de una sociedad democrática, intercultural, justa, equitativa y capaz
de generar una cultura de paz. La presente administración asume el desafío para
generar cambios efectivos en los procesos de aprendizaje y en la manera de crear
nuevas prácticas pedagógicas que garanticen el cumplimiento de los fines
planteados en la Constitución Política de la República de Guatemala y la Ley
Nacional de Educación. El centro vital de la calidad educativa lo enfocamos en las
escuelas y las comunidades del país. No podemos hablar de un cambio de
paradigma educativo si no se manifiestan en la práctica aprendizajes relativos a la
convivencia pacífica por parte de la niñez y la juventud; pero especialmente en
líneas de acción que promuevan la participación individual y colectiva en la
erradicación de la violencia, en el marco de la edificación de un proyecto de nación
que reconozca las diferencias étnicas, culturales, lingüísticas y de género. La
convivencia pacífica, la cultura de paz, la prevención de la violencia y la equidad
étnica y de género constituyen componentes esenciales sin los cuales los
individuos carecerían de una educación bajo la perspectiva de los derechos
humanos. Aún más, sin dichos componentes será muy difícil que el país avance
hacia el fortalecimiento de un Estado democrático de derecho. Por tanto, se hace
necesario que la niñez y juventud cuenten con experiencias educativas que
promuevan la armonía. Por la propia naturaleza de los aprendizajes, se considera
básica la participación de la comunidad educativa, de tal forma que los padres y
madres de familia, los maestros, directores y la comunidad en general participen
comprometidos con la educación de la niñez y la juventud. Debemos construir una
sociedad que fortalezca los factores de protección y erradique las 5 condiciones
de riesgo social en que viven millones de guatemaltecos. El estar “Comprometidos
con la Educación” nos conduce a ejercer un liderazgo y la rectoría del sector a
través de acciones descentralizadas y legitimadas con la participación de las
comunidades y los pueblos que componemos Guatemala. También se requiere de
la articulación de esfuerzos de las autoridades locales, sean estas ancestrales,
organizaciones comunitarias, religiosas, corporaciones municipales o asociaciones
en pro del desarrollo comunitario. Con la presente estrategia nos comprometemos
a generar espacios libres de violencia para que la comunidad educativa se
desarrolle en condiciones adecuadas de convivencia. Igualmente trabajamos para
ofrecer una educación integral basada en evidencias científicas. Las reformas
educativas deben promover acciones que se adapten a las necesidades de la
población y con la certeza que los programas y proyectos ofrezcan los resultados
esperados. La estructura de la presente estrategia se compone de la descripción,
estrategias, principios, objetivos, componentes, metas y proyectos. De esta
manera se alinea a la cooperación técnica nacional e internacional para contribuir
en concordancia con los ejes prioritarios que plantea el Ministerio de Educación.
Entre otros, se establecen metas que pueden ser evaluadas, los mecanismos de
coordinación entre los programas y proyectos así como el fortalecimiento
institucional del Ministerio de Educación, a partir de los niveles locales hasta el
nivel nacional. Por otra parte los programas y proyectos relacionados a la cultura
de paz y prevención de la violencia guardan estrecha relación y coordinación con
otros ámbitos del desarrollo educativo como lo son la formación ciudadana,
derechos humanos y la educación integral en sexualidad. Ponemos por tanto a
disposición la presente estrategia como un punto de partida que está sujeto a un
enriquecimiento, evaluación permanente y con la intencionalidad de realimentarla
y recontruirla sobre la base de las evidencias y los resultados obtenidos.

Espacios de participación plural estudiantil gobierno escolar juntas de


padres de familia

La importancia y la necesidad de la “participación ciudadana (de la sociedad, de la


sociedad civil, de la ciudadanía) en educación” ha devenido en tema recurrente y
aceptado, de modo general, en la mayoría de países en el mundo.

El creciente valor atribuido a la sociedad civil y a la participación ciudadana en el


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pensar y el quehacer local, nacional e internacional tiene como trasfondo una
redefinición del papel de – y de la relación entre - Estado y sociedad civil, así
como entre ambos y las agencias internacionales de cooperación para el
desarrollo , en el marco de una redefinición de la relación entre lo público y lo
privado, y entre lo local, lo nacional y lo global. En términos del BID, estaríamos
avanzando en la construcción de “un nuevo paradigma societario caracterizado
simultáneamente por la eficiencia económica y la eficiencia social” (BID-Argentina
1998: 9).

La tradicional atribución de lo público y la política pública – entendida como


aquella que se ocupa del “bien común”, del “interés de todos” – como dominio
exclusivo del Estado, está hoy cuestionada. Por un lado, hay una creciente
apertura del Estado y de la “cosa pública” hacia la intervención activa de actores
no-estatales. Por otro lado, hay una creciente apertura de los Estados y las
sociedades nacionales, y de la política pública, a la influencia de las agencias
internacionales, las cuales han incorporado a la sociedad civil como un nuevo
interlocutor, con y sin la mediación del Estado. Como se señalaba en una reunión
del BID, estaríamos hoy bailando un "tango entre tres": Estado, sociedad civil, y
Banco (organismo donante). En verdad, no obstante, se trata de un “tango entre
cuatro”, pues en esa tríada está ausente el nuevo gran actor: el mercado. La
sociedad civil (su propia caracterización como tal, su nuevo papel, sus límites y
posibilidades) se ubica y define hoy en esta compleja trama de relaciones entre
Estado, mercado, y agencias internacionales.

La creciente visibilidad de la sociedad civil tiene relación con el crecimiento y el


cada vez mayor peso de las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC), y
particularmente de las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), en el ámbito
nacional e internacional. En esto, las agencias internacionales han jugado un rol
importante, viendo el fortalecimiento y la participación de las OSC como elementos
fundamentales de democratización, modernización y gobernabilidad, así como de
mayor eficacia y sustentabilidad en la ejecución de las políticas y los proyectos de
desarrollo que vienen haciéndose con apoyo de la cooperación internacional.

La necesidad de fortalecer la organización y la participación social viene siendo


históricamente destacada en el campo de la educación, particularmente desde el
pensamiento y las fuerzas progresistas. Hoy, la participación permea todos los
discursos, a nivel nacional e internacional, y ha pasado a ser asumida como una
bandera también desde los Estados y las agencias internacionales. No obstante,
dicho consenso es más nominal que real, continúa más apegado a la retórica que
a los hechos, y se basa en concepciones restringidas tanto de la participación
(centrada en aspectos instrumentales) como de la sociedad civil (reducida por lo
general a las organizaciones no-gubernamentales-ONGs) y de la educación
(reducida a educación escolar o formal).

El gobierno escolar su estructura de acuerdo a necesidades e interés del


centro educativo y estudiantil
La educación durante la época colonial en Guatemala estuvo a cargo de la Iglesia Católica y
favorecía casi exclusivamente a los hijos de los españoles y criollos. En 1597, el anciano
obispo Gómez Fernández de Córdoba y Santillán autorizó la fundación del primer centro
educativo en Guatemala: el Colegio y Seminario Tridentino de Guatemala. Para entonces
otras instituciones similiares -llamadas seminarios tridentinos o seminarios conciliares- habían
tenido muchas dificultades para establecerse: por ejemplo, el colegio tridentino de Quito había
pasado a manos de la Compañía de Jesús y ya no formaba curas seculares menos de treinta
años después de su fundación; el de Santa Fe, que fue fundado en 1586, pasó también a
los jesuitas en 1605, y el de Lima, que seguía abierto a pesar de la oposición del cabildo y las
órdenes religiosas.
En Guatemala, la fundación del Seminario de Nuestra Señora de la Asunción fue rápido y
relativamente fácil: pronto contó con rentas estables, alojó estudiantes internos en el edificio
propio e impartió cátedras. Durante el período virreinal nunca fue forzado a cerrar ni a pasar a
manos de los jesuitas. Esta situación favorable se debió a que el seminario guatemalteco
surgió después de los otros ya mencionados, y sus fundadores utilizaron las experiencias de
dichos seminarios, además de legislación que se había aprobado para favorecer a las
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instituciones de este tipo: para 1598, aparte de las directivas canónicas del Concilio de
Trento existían también reales cédulas que especificaban claramente y restringían la
jurisdicción de los virreyes y Audiencias reales y de los obispos en el manejo de los colegios.
Además, también existían leyes que obligaban a los cabildos catedralicios y a las órdenes
religiosas a sufragar los gastos de funcionamiento del seminario. De esta cuenta, el Colegio y
Seminario de Nuestra Señora de la Asunción gozó de una gran autonomía desde su
fundación.2
El seminario de Nuestra Señora de la Asunción fue una obra del cabildo de la ciudad de
Santiago de los Caballeros, de la Audiencia real y de un grupo de eclesiásticos y pobladores
de la ciudad, que se vio favorecido por las intenciones del extinto obispo Francisco
Marroquín de solicitar a la Corona que se instituyera un centro educativo en Guatemala. 3
El Colegio de la Compañía de Jesús fue creado a través de Real Cédula del 9 de agosto de
1561. Esta manzana jesuítica, donada en parte por el cronista Bernal Díaz del Castillo,
comprendía tres claustros y un templo, y llegaron a vivir hasta doce jesuitas. Funcionó como
Colegio de San Lucas de la Compañía de Jesús desde 1608 hasta la expulsión de la orden en
1767: «El Colegio adquirió gran fama y no tenía rival en cuanto a la enseñanza de primeras
letras y gramática. A él acudía lo más florido de la sociedad de Santiago, tales como Francisco
Antonio Fuentes y Guzmán, el cronista Francisco Vázquez, Pedro de Betancourt y Rafael
Landívar.»5

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