Primero Basico 4to Bloque 29
Primero Basico 4to Bloque 29
Primero Basico 4to Bloque 29
1º 4to Bloq
La actual Constitución Política de la República es la ley suprema de la República
de Guatemala, en la cual se rige todo el Estado y sus demás leyes y recoge
los derechos fundamentales de su población. Fue creada 31 de mayo de 1985 por
la Asamblea Nacional Constituyente de ese año, convocada por el
entonces Presidente de facto de la República de Guatemala, general Óscar
Humberto Mejía Víctores, tras las elecciones a la Asamblea Nacional
Constituyente celebradas el 1 de julio de 1984. Dicha Carta Magna se hizo
efectiva el 14 de enero de 1986.
Fue suspendida el 25 de mayo de 1993 por el entonces presidente de la República
de Guatemala Jorge Antonio Serrano Elías; reinstaurada el 5 de junio de 1993
acto seguido del derrocamiento del presidente; enmendado en noviembre de
1993. Las reformas constitucionales de 1993 incluyeron un incremento en el
número de Magistrados de la Corte Suprema de Justicia de 9 a 13. Los períodos
de cargo para presidente, vicepresidente, y diputados del Congreso de la
República de Guatemala fueron reducidos de 5 a 4 años; para los magistrados de
la Corte Suprema de Justicia de 6 a 5 años, y se incrementaron los períodos de
los alcaldes y concejos ciudadanos de 2 1/2 a 4 años.
El presidente y vicepresidente son elegidos directamente por medio de sufragio
universal y están limitados a un período. Un vicepresidente puede ser candidato a
presidente después de 4 años fuera del cargo, toda vez no haya ejercido el cargo
de presidente por un tiempo mayor a un año. Los magistrados de la Corte
Suprema de Justicia son elegidos por el Congreso de la República de Guatemala
de entre los integrantes de una lista enviada por los decanos de las Facultades de
Derecho, un rector de una Universidad y magistrados de la Corte de Apelaciones.
La Corte Suprema de Justicia y las cortes locales manejan los casos civiles y
criminales. También hay una Corte de Constitucionalidad.
Guatemala se encuentra dividida administrativamente en 22
Departamentos administrados por gobernadores designados por el presidente.
La Ciudad de Guatemala y otras 339 municipalidades son gobernadas por
alcaldes o concejos elegidos popularmente.
Función de la Constitución
DERECHOS HUMANOS
Los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin
distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o
étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Todos tenemos los
mismos derechos humanos, sin discriminación alguna. Estos derechos son
interrelacionados, interdependientes e indivisibles.
Universales e inalienables
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El principio de la universalidad de los derechos humanos es la piedra angular del
derecho internacional de los derechos humanos. Este principio, tal como se
destacara inicialmente en la Declaración Universal de Derechos Humanos, se ha
reiterado en numerosos convenios, declaraciones y resoluciones internacionales
de derechos humanos. En la Conferencia Mundial de Derechos Humanos
celebrada en Viena en 1993, por ejemplo, se dispuso que todos los Estados tenían
el deber, independientemente de sus sistemas políticos, económicos y culturales,
de promover y proteger todos los derechos humanos y las libertades
fundamentales.
Todos los Estados han ratificado al menos uno, y el 80 por ciento de ellos cuatro o
más, de los principales tratados de derechos humanos, reflejando así el
consentimiento de los Estados para establecer obligaciones jurídicas que se
comprometen a cumplir, y confiriéndole al concepto de la universalidad una
expresión concreta. Algunas normas fundamentales de derechos humanos gozan
de protección universal en virtud del derecho internacional consuetudinario a
través de todas las fronteras y civilizaciones.
Interdependientes e indivisibles
Todos los derechos humanos, sean éstos los derechos civiles y políticos, como el
derecho a la vida, la igualdad ante la ley y la libertad de expresión; los derechos
económicos, sociales y culturales, como el derecho al trabajo, la seguridad social y
la educación; o los derechos colectivos, como los derechos al desarrollo y la libre
determinación, todos son derechos indivisibles, interrelacionados e
interdependientes. El avance de uno facilita el avance de los demás. De la misma
manera, la privación de un derecho afecta negativamente a los demás.
La no discriminación es un principio transversal en el derecho internacional de
derechos humanos. Está presente en todos los principales tratados de derechos
humanos y constituye el tema central de algunas convenciones internacionales
como la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación Racial y la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas
de Discriminación contra la Mujer.
El principio se aplica a toda persona en relación con todos los derechos humanos
y las libertades, y prohíbe la discriminación sobre la base de una lista no
exhaustiva de categorías tales como sexo, raza, color, y así sucesivamente. El
principio de la no discriminación se complementa con el principio de igualdad,
como lo estipula el artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos:
“Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”.
Pero existe un sector de opinión que argumenta que los derechos humanos han
de ser fundamentalmente individuales. Así, los derechos de las mujeres no se
justificarían por su pertenencia al sexo femenino, sino por su pertenencia al
género humano, al igual que un niño, un refugiado o un homosexual, a los cuales
la dignidad y los derechos les vienen de su pertenencia a la humanidad y no por el
hecho de pertenecer a determinado colectivo (con independencia de que las
Naciones Unidas hayan aprobado declaraciones y convenciones específicas sobre
estos colectivos).
En este caso, más que de los derechos de estos colectivos, sería necesario
resaltar las discriminaciones positivas que hay que implementar en
ocasiones sobre los integrantes de estos colectivos para que sus derechos
no se vean recortados por la mencionada pertenencia. Es decir, siguiendo con el
ejemplo de la mujer, su discriminación positiva en algunos ámbitos no se
justificaría por el hecho de ser mujer, sino porque, "a causa de ser mujer", y lo que
ello implica en las sociedades actuales, herederas de un machismo histórico, no
existe igualdad de derechos reales entre hombres y mujeres: la discriminación
positiva, en este sentido, tendría por objetivo que los iguales derechos teóricos se
convirtieran en derechos efectivamente ejercibles. Y, por lo tanto, la discriminación
positiva sería legítima sólo coyunturalmente, mientras no existiera una igualdad
real de oportunidades.
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religiones, orientaciones políticas y orígenes económicos y sociales en una
realización común de la libertad y dignidad humana universal.
Entre las garantías de un amparo más efectivo de los DDHH, Naciones Unidas ha
promovido la constitución, desarrollo y fortalecimiento de instituciones nacionales
de DDHH independientes, con amplio mandato y competencias definidas en
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Constituciones y leyes para velar por la protección de los DDHH en cada país
miembro.
Estas instituciones se denominan internacionalmente, Instituciones Nacionales de
Derechos Humanos (INDH). En los países reciben otros nombres como:
Protectores, Comisionados, Defensores del Pueblo o Ombudsman.
Las INDH se rigen por los Principios de París, instrumento normativo de las
Naciones Unidas. Las INDH de cada país son regularmente evaluadas por un
Comité especializado de acreditación de la ONU, conforme a este instrumento.
Aquellas que cumplen estos principios, son entidades que no están bajo la
autoridad directa de ningún poder público (ejecutivo, legislativo o judicial), aunque
pueden adscribirse y responder al poder legislativo. Es necesario que mantengan
distancia prudencial del gobierno, aunque éste se ocupe de su financiamiento.
Un mandato fundamental de las INDH es ofrecer un mecanismo más sólido y
eficaz de protección de DDHH dentro del país y cooperar con la labor de los
defensores de DDHH. Deben ayudar a que las leyes y prácticas nacionales sean
compatibles con las normas internacionales de DDHH y apoyar a los gobiernos en
este propósito.
Asimismo, las INDH tienen la función de vigilar y abordar las preocupaciones
nacionales en materia de DDHH, así como apoyar a los defensores que actúan en
ellas, contribuir a erradicar todas las formas de discriminación y mantener
interacción constante con la sociedad civil y los órganos regionales de DDHH.
Las cuatro leyes constitucionales que tenemos en nuestro país son: 1) la Ley
Electoral y de Partidos Políticos; 2) la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de
Constitucionalidad; 3) la Ley de Orden Público y 4) la Ley de Emisión del
Pensamiento. En el currículum universitario guatemalteco enseñan que estas
normas tienen una jerarquía superior a las denominadas leyes ordinarias. El
entendimiento común es que las leyes constitucionales están situadas
jerárquicamente en una posición intermedia entre la Constitución y las leyes
ordinarias. Hay algunas personas que van más allá, y dicen que las leyes
constitucionales son parte de la Constitución y/o parte del denominado Bloque de
Constitucionalidad.
En sentencia del 24 de abril de 2013 dictada dentro del expediente 4708-2012, la
Corte de Constitucionalidad resolvió un amparo en el cual se reclamaba la
amenaza de que el Congreso de la República no solicite dictamen previo a la
Corte de Constitucionalidad para reformar la Constitución. Argumentaron los
interponentes que la Constitución es una “ley constitucional” y, por ende, le aplica
el procedimiento de reforma de las leyes constitucionales establecido en el artículo
175 constitucional, el cual exige un dictamen previo de la Corte de
Constitucionalidad. Concluían los interponentes que luego de ese dictamen se
podía proceder a la consulta popular.
Que la Constitución Política de la República reconoce y protege el derecho de
autor como un derecho inherente a la persona humana, garantizando a sus
titulares el goce de la propiedad exclusiva de su obra, de conformidad con la ley y
los tratados internacionales de los cuales la República de Guatemala es parte;
CONSIDERANDO: Que la República de Guatemala, como parte de la Convención
Internacional sobre la Protección de los Artistas Intérpretes o Ejecutantes, los
Productores de Fonogramas y los Organismos de Radiodifusión, adoptada en
Roma el 26 de octubre de 1961, y el Convenio para la Protección de los
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Productores de Fonogramas contra la Reproducción no autorizada de sus
Fonogramas, adoptado en Ginebra el 29 de octubre de 1971, debe promover, por
medio de su legislación interna, los mecanismos por medio para tutelar
adecuadamente los derechos de los Artistas, Intérpretes o Ejecutantes, los
productores de Fonogramas y los Organismos de Radiodifusión.
CONSIDERANDO: Que el desarrollo de nuevas tecnologías para la difusión de las
obras ha permitido nuevas modalidades de defraudación de los derechos de
propiedad intelectual, por lo que es necesario que el régimen jurídico que proteja
los derechos de los Autores, los Artistas Intérpretes o Ejecutantes, los Productores
de Fonogramas y los Organismos de Radiodifusión, contenga normas que
permitan que los citados derechos sean real y efectivamente reconocidos y
protegidos de acuerdo con las exigencias actuales, para estimular así la
creatividad intelectual y la difusión de las obras creadas por los autores. POR
Cultura de la paz
“Los seres humanos tenemos una cultura, y esta cultura podemos hacerla
evolucionar. Una cultura que ha conocido la guerra en una determinada época
puede cambiar y vivir en paz con las demás culturas en otra época”.(Adams, 1992)
Con los desarrollos académicos planteados por Johan Galtung sobre paz y los
sustentos científicos e intelectuales plasmados en El Manifiesto De Sevilla Sobre
La Violencia, se le dió base a las definiciones de cultura de paz. Las Naciones
Unidas y dos de sus máximas instancias multilaterales, la Unesco y UNICEF, a
partir de 1986, promulgaron mediante declaraciones y resoluciones, principios que
han marcado el rumbo de las concepciones que dan respuesta a la pregunta sobre
¿Qué es cultura de paz?
Varios investigadores entre los que se encuentran, Urbina & Muñoz, (2011),
Navarro & Nario, (2011), Sacipa, (2005), (de Rivera, 2004), Sampere & Thonon,
(2005), Brown et al., (2008), para el desarrollo de sus trabajos, parten de los
planteamientos de las Naciones Unidas. Para la ONU, “la cultura de paz” requiere
de un conjunto de valores, actitudes, tradiciones, comportamientos y formas de
vivir que se basan en el respeto a la vida y el mejoramiento, ampliación y
promoción permanente, de los derechos humanos; concibe la paz como de
manera positiva al plantear el rechazo permanente de la violencia en todas sus
formas y en la promoción y compromiso con la prevención del surgimiento de los
conflictos violentos y sus causas, a través de la educación, la acción cooperativa,
el diálogo y la negociación; así como el desarrollo, promoción y protección del
medio ambiente y la plena participación en el proceso de atender equitativamente
las necesidades de las generaciones presentes y futuras; incluye la perspectiva de
género al promover la igualdad de derechos y oportunidades de hombres y
mujeres; un enfoque diferencial, al propender por la defensa de los principios de
libertad, justicia, democracia, tolerancia, solidaridad, cooperación, pluralismo,
diversidad cultural, diálogo y el entendimiento entre naciones, grupos étnicos,
religiones, culturas y entre los individuos. Todo lo anterior se fortalece con el
compromiso de defender el derecho de toda persona a la libertad de expresión,
opinión y acceso a información. (Naciones Unidas, 1999).
Aunque la ONU ha marcado la pauta en la difusión y las acciones para llevar
alrededor del mundo la cultura de paz, investigadores y académicos han generado
importantes desarrollos en los últimos 10 años.
Arocena, (2006), rescata el conflicto como parte constitutiva, y por lo tanto
inevitable, de la cultura de paz. Esto implica el manejo constructivo de las
diferencias y una “disposición científica a observar, interpretar y describir la
realidad”. (p. 58)
Benavides, (2007), plantea que la Cultura de Paz tiene que ver con aquellas
acciones, que contribuyan a la creación de un nuevo orden social, en el cual las
relaciones entre los seres humanos y entre estos y su entorno, incrementen las
posibilidades de vivir en paz. Además, Como sujetos sociales, dinamizar nuevas
formas de convivencia social, ligadas al respeto a la vida, al manejo de las
concepciones del universo, las emociones, el perdón y la reconciliación; en donde
la justicia puede conseguirse sin violencia y se afiance la seguridad humana, la
sostenibilidad ambiental y el desarrollo.
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Fisas, (2002), propone trabajar por la paz a partir de las cuatro “D”: desarme,
desarrollo, democratización y derechos humanos; Si hay desarme, habrá
desarrollo y entorno seguro, y si hay respeto por los derechos humanos, se
afianzara la democracia. Por otra parte, plantea que para pasar de una cultura de
la violencia a una cultura de la paz, es necesario fortalecer aquellas formas de
afrontar los conflictos que sustituyan poder por autoridad, consolidando la
negociación y a la mediación, como pilares fundamentales para una cultura de
paz.
Desde una visión holística de la paz, Bretherton, Weston, & Zbar, (2005), plantean
que “la idea de una cultura de paz introduce la noción de los valores compartidos
que unen a los diversos pueblos del mundo. De esta manera, la paz es creada o
construida en un proceso de colaboración y trabajo conjunto entre la sociedad civil
y las instituciones del Estado”. (p. 356).
Para Kempf, (2009), El objetivo de una política de paz es la eliminación de la
solución violenta de los conflictos. De esta manera, “Sólo los Estados que
voluntariamente se abstengan de emplear medios militares para lograr objetivos
económicos y nacionales están aplicando políticas de paz”. (p. 7)
De esta manera, la convivencia se constituye en un hecho histórico y cultural. El
contexto es incluyente, y facilita la realización de procesos de transformación
social, en donde la ciudadanía se construye con sentido de pertenencia,
tolerancia, concertación, cumplimiento de los acuerdos, y sobre todo, el respeto de
la ley y las normas de convivencia por voluntad propia.(Guarnizo, 2011).
Contamos con un nuevo entorno internacional integrado por algunos aspectos que
sitúan a la interculturalidad como un imperativo y signo de nuestro tiempo. Existe
una mayor conciencia y sensibilización hacia la pluralidad cultural, nos
encontramos frente al fenómeno de la globalización y tenemos una mayor
visibilidad de las desigualdades, entre otros. Pero existen algunas situaciones que
no han supuesto cambio sino por el contrario continuidad. Nuestro actual marco
histórico presenta el proceso de “globalización” como fenómeno representante de
una política y estrategia que se expande mundialmente como “la opción”
civilizadora, imponiéndose como el proyecto para la humanidad, en un intento
homogenizador contradictorio a una propuesta intercultural. Diana de Vallescar,
afirma que la interculturalidad se levanta abiertamente frente a un proyecto de la
modernidad marcado por el progreso sin límite, por el triunfo del más apto y fuerte
que no requiere de nadie. He aquí una razón fundamental para la interculturalidad,
hacer frente a una modernidad uniformizante aportando a construir un futuro de
diversidad y pluralidad para todos.
Hablar de interculturalidad es, sacar a la luz muchos de los conflictos que existen
en nuestras sociedades, es aceptar que hay diferentes culturas y que no todas
tienen el mismo reconocimiento y poder, (Jurjo Torres) este reconocimiento de la
diversidad obliga a cuestionar las desigualdades y todo tipo de consecuencias que
ellas traen (pobreza, discriminación, racismo, xenofobia, etc.). Encontramos aquí
otra poderosa razón para la interculturalidad, contribuir a cuestionar las
situaciones estructurales y las condiciones que permiten que haya dominación de
unas culturas sobre otras, de determinados colectivos humanos sobre otros,
etiquetados como diferentes e inferiores.
El Perú es uno de los países con mayor biodiversidad en el planeta, poseemos
además de esta, una considerable diversidad cultural y lingüística. En la amazonia
coexisten alrededor de 65 grupos étnicos pertenecientes a doce familias
lingüísticas, conviven también ramificaciones de la familia del aimara con diversas
variedades del quechua y un castellano hablado por la mayoría de la población
con sus propias variedades regionales. Por otro lado tenemos una sociedad
ordenada jerárquicamente, situación que se comienza a perfilar durante la colonia
(Norma Fuller) periodo en el que se organizó un sistema dentro del cual la cultura
occidental fue la dominante, es decir aquella valorada y quien daba las pautas de
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los saberes legítimos, controlaba las instituciones y se considerada superior a
otras culturas.
Pero, nuestra historia ha supuesto también un conjunto de saberes respecto al
manejo de la diversidad, de la naturaleza y también de los grupos sociales,
haciendo posible la convivencia entre quienes eran diferentes. Un rasgo relevante,
sobre todo en el ande es el manejo de la diversidad en todos sus aspectos, tanto
físicos como sociales y culturales. Estamos ante una gran civilización agrícola que
logró avances considerables sobre la base del poli cultivo en lugar del monocultivo
seguido por las demás grandes civilizaciones agrícolas en el orbe. Si el reto en el
próximo siglo es el de crear relaciones de convivencia sobre la base del respeto y
aprovechamiento de la diversidad, el Perú tiene algo que aportar.
En las últimas décadas hemos vivido una situación de violencia política que deja
una huella imborrable para todos los peruanos. La Comisión de la Verdad y
Reconciliación (CVR), ha constatado que el conflicto armado que vivió el Perú
entre 1980 y el 2000 constituyó el episodio de violencia más intenso y prolongado
de toda la historia de la República. Se estima que la cifra de víctimas fue de 69 mil
280 personas y que la población campesina se encontraba entre la principal
afectada. Conjuntamente con las brechas socioeconómicas, el proceso de
violencia puso de manifiesto la gravedad de las desigualdades de índole étnico-
cultural que aún prevalecen en el país. El 75 por ciento de las víctimas tenían el
quechua u otras lenguas nativas como idioma materno. La tragedia que sufrieron
las poblaciones del Perú rural, andino y selvático, campesino, pobre y poco
educado, no fue sentida ni asumida como propia por el resto del país; ello delata,
a juicio de la CVR, el velado racismo y las actitudes de desprecio subsistentes en
la sociedad peruana a casi dos siglos de nacida la República.
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“de dónde venimos”, constituye el trasfondo en el que nuestros gustos y deseos,
opiniones y aspiraciones, cobran sentido.
Bien asentada la propia identidad hacia adentro, el otro polo es hacia fuera, es
decir, la actitud de apertura, respeto y acogida hacia los otros, que son distintos
por venir de culturas distintas, quizás incluso desconocidas. No se acepta a
alguien simplemente por ser “mejor”, ni se lo rechaza por ser “peor”, sino que, por
principio, se lo acoge con apertura a pesar de ser distinto y quizás desconocido
(Albó, Xavier).
El conflicto es parte de nuestra convivencia social, surge desde que nacemos cuando
necesitamos aprender a vivir haciendo uso de muchas herramientas para asegurar
nuestra sobrevivencia. Luego, la vida familiar nos enseña a negociar con las demandas
contradictorias u opuestas de nuestros padres y el medio ambiente. En el camino de
crecer, desarrollarse y diferenciarse de los demás, tratando de alcanzar metas propias, el
ser humano siempre estará determinado por las limitaciones de
un universo con recursos insuficientes y demandas crecientes. De este modo la vida sin
conflictos es una falacia pues sin ellos nos privaríamos de la oportunidad para desarrollar
nuestras habilidades pues se aprende a través y gracias al conflicto.
La interacción y desarrollo del ser humano en sociedad se suscita por etapas que son
generalmente situaciones de cambio movilizadas por el conflicto generado por la etapa
anterior que no se resolvió totalmente.
Entendiendo el conflicto como una incompatibilidad entre conductas,
percepciones, objetivos o afectos entre individuos y grupos que definen estas metas como
mutuamente incompatibles, podemos decir que en éste intervienen conducta y afectos,
elementos básicos del conflicto.
Para manejar los conflictos se necesitan varias habilidades:
1. La habilidad de comprender sus propios sentimientos hacia el conflicto.
Esto significa reconocer la causa del conflicto, o sea, las palabras o acciones que
inmediatamente provocan en usted una reacción emocional como el enojo o la ira. Una
vez reconocida la causa del conflicto será más fácil controlar las emociones.
2. La habilidad de escuchar atentamente. Se debe tratar de comprender lo que la
otra persona está diciendo.
Escuche con todo cuidado en lugar de pensar en lo que deberá decir usted después.
Escuchar atentamente requiere concentración y lenguaje corporal que indique que usted
está prestando atención.
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3. La habilidad de brindar opciones para resolver el conflicto.
Muchas personas sólo pueden concebir dos maneras de manejar el conflicto – pelear o
evitar el problema. Asegúrese de que sus datos son los correctos, explore todas las ideas
que pueden ayudarle a resolver la discusión y debata los pros, los contras y las
consecuencias.
Cinco formas de resolver un conflicto:
El sentido crítico puede ser difícil si se presenta como forma ofensiva o de resistencia,
pero más allá de las críticas de situaciones de rencor o problemas personales, está la
crítica constructiva que siempre nos aporta algo vital. Evitar la crítica es sinónimo de
aislamiento. Cuando alguien critica nuestro proceder hay cuatro estrategias o maneras
posibles de
Usted está de acuerdo con el crítico y sus opiniones. La finalidad de esta táctica es la de
detener o interrumpir la crítica. Empléela sólo cuando las objeciones parezcan razonables
y hayan sido formuladas con el ánimo de ayudar:
En caso de que no haya comprendido los argumentos, o considere que necesita
madurarlos, no sienta prisa para dar ninguna respuesta y resérvese el derecho de
contestar más tarde.
Democracia
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La democracia representativa es el sistema más practicado en el mundo, como en
México, por ejemplo. Las democracias liberales, como la de los Estados Unidos de
América, suelen funcionar dentro del sistema representativo.
Vea también Democracia representativa.
Democracia directa
La democracia directa es el modelo original de la democracia, practicado por los
atenienses en la Antigüedad. Se dice que existe una democracia directa o pura
cuando son los mismos ciudadanos, sin intermediación de representantes,
participan directamente en la toma de decisiones de carácter político.
Dicha participación se ejerce a través del voto directo, el plebiscito, el referéndum
y la iniciativa popular, entre otros. Hoy en día, este tipo de democracia es inviable
como sistema nacional debido a la masificación de la sociedad.
Sin embargo, este modelo inspira el funcionamiento de pequeñas organizaciones
comunitarias como parte de una realidad local y puntual. Por ejemplo, asambleas
vecinales o ciudadanas.
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