Concept Os Finales

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MÓDULO 3

El Hombre Originario
Clase 05 - Conceptos finales

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Clase 05 - Conceptos finales

Esta clase es importante porque te ayudará a repasar los conceptos más


importantes de este módulo. Recuerda que no se trata solo de aprender
significados, sino de que los puedas apropiar y explicar con tus palabras
para poderlos vivir. Te aconsejamos que después de cada concepto,
puedas escribir lo que este significa en tus propias palabras, pero antes de
todo, invoques al Espíritu Santo con esta oración:

"Espíritu Santo, Don de Dios, ven mi


auxilio, ilumina mi consciencia para que
yo pueda profundizarme en estos
conceptos propio de mis orígenes y allí
descubrir el verdadero sentido de mi
existencia."

Amén

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Clase 05 - Conceptos finales

Recordemos algunos conceptos


fundamentales del módulo
Hombre Originario.

En el principio:
Es la narración del Génesis que relata las verdades del ser humano en un
género literario mítico-simbólico. Esta narración fue escrita por un hagiógrafo
inspirado por el Espíritu Santo para darnos verdades del ser humano que son
tan verdades que no pueden verse a través de un microscopio, es decir,
rescatamos la esencia: quién es el ser humano, su proveniencia de Dios, que es
amado y que le falló a Dios por su desobediencia dándole la espalda al amor.

Hombre originario:
Se refiere al ser humano antes de pecar.

¿Qué divide el hombre originario del hombre


histórico?:
El pecado original.

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Clase 05 - Conceptos finales

Experiencias originarias:
Son las experiencias de soledad, desnudez y unidad que se entretejen en lo
largo de nuestra vida y que pueden pasar desapercibidas a lo largo de nuestra
vida. Las vivieron Adán y Eva pero no son exclusivas. Además nos dejan la
santa herencia de la nostalgia por la comunión, de la mirada del otro como
persona y como don, y que es una lucha que se vive en el corazón.

Soledad originaria:
Experiencia en la que el hombre descubre quién es (identidad) y su identidad
más profunda que es ser amadísimo de Dios. Los regalos que nos da la soledad
originaria son la autoconciencia (“El cuerpo hace visible lo invisible, lo espiritual
y lo divino” Catequesis del 20 de febrero de 1980, San Juan Pablo II), la
autodeterminación, donde se da cuenta que puede recibir y es diferente de los
demás animales, la autoposesión como control y dominio de sí mismo para
donarse y entregarse al otro como persona y por último la subjetividad que es
el saber que “yo soy yo”: sentido del propio cuerpo.

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Significados del cuerpo:


Filial:
Comenzamos a existir primero como hijos dependientes del amor y del cariño
de nuestros padres, en un segundo lugar hermanos y luego como amigos.
Como hijos aprendemos a recibir, como hermanos aprendemos a dar. “Cristo
Redentor, como se ha dicho anteriormente, revela plenamente el hombre al
mismo hombre” (Redemptor hominis 10, Juan Pablo II). En esta relación filial
de nuestros primeros padres con Dios le viene revelada de parte del mismo
Dios su propia identidad: si Dios es el Creador, yo soy la creatura; si Dios es el
maestro, yo soy el discípulo; si Dios es Padre, yo soy el hijo muy amado. En el
Nuevo Testamento, Cristo viene a hablarnos de Dios como Padre y de la
relación de hijos adoptivos en el Hijo, es decir, somos hijos del Padre en
Jesucristo

Esponsal:
Parte de la experiencia de unidad, unión, comunión. Significa que somos un
don y estamos hechos para entregarnos al otro y acogerlo también como don.
Este movimiento de entregarse y acoger al otro es el significado esponsal del
cuerpo, llamado a reflejar el amor de Dios.

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Fecundo:
Significa que todos estamos llamados a dar vida independientemente de
nuestra vocación, pues se da vida de muchas maneras, en un consejo, una
sonrisa, un perdón. Parte de la experiencia de la unión y de la desnudez,
porque Adán y Eva al verse desnudos comprenden su llamado a la unión y es
sobre la unión de ellos dos que desciende la bendición de la vida.

Hermenéutica del don:


Hermenéutica es la manera de interpretar algo. Hermenéutica del don se
interpreta en que soy un don y como don estoy hecho para la entrega y para
acoger al otro que también es don.

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TAREA
Es importante aterrizar estos conceptos en tu
historia. Pensando en lo que ya has
aprendido responde estas preguntas en un
ambiente de oración y serenidad:

¿Cómo fue mi elección de dar y de recibir en mi familia?

¿Qué tanto aprendí a recibir de mis padres?

¿Qué tanto he sido un hijo agradecido o desagradecido?

¿Qué tanto puedo reconocer todo lo bueno que mis padres me han
dejado?

¿Cómo reconozco aquello que les dejo?

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LECTURA
COMPLEMENTARIA

AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 16 de enero de 1980

El significado “esponsalicio” del cuerpo humano


1. Continuamos hoy el análisis de los textos del libro del Génesis que
hemos emprendido según la línea de la enseñanza de Cristo.
Efectivamente, recordamos que, en la conversación sobre el matrimonio,
Él se remitió al “principio”.
La revelación y, al mismo tiempo, el descubrimiento originario del
significado “esponsalicio” del cuerpo, consiste en presentar al hombre,
varón y mujer, en toda su realidad y verdad de su cuerpo y sexo
(“estaban desnudos”), y a la vez, en la plena libertad de toda coacción del
cuerpo y del sexo. De esto parece dar testimonio la desnudez de los
progenitores, interiormente libres de la vergüenza. Se puede decir que,
creados por el Amor, esto es, dotados en su ser de masculinidad y
feminidad, ambos están “desnudos”, porque son libres de la misma
libertad del don. Esta libertad está precisamente en la base del significado
esponsalicio del cuerpo. El cuerpo humano, con su sexo, y con su
masculinidad y feminidad, visto en el misterio mismo de la creación, es no
solo fuente de fecundidad y procreación, como en todo el orden natural,
sino que incluye desde "el principio" el atributo “esponsalicio”, es decir, la
capacidad de expresar el amor: ese amor precisamente en el que el
hombre-persona se convierte en don y —mediante este don— realiza el
sentido mismo de su ser y existir. Recordemos que el texto del último
Concilio, donde se declara que el hombre es la única criatura en el mundo
visible a la que Dios ha querido "por sí misma" añadiendo que este
hombre no puede "encontrar su propia plenitud si no es a través de un
don sincero de sí"[1].

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LECTURA
COMPLEMENTARIA

2. La raíz de esa desnudez originaria libre de vergüenza, de la que habla el


Génesis 2, 25, se debe buscar precisamente en esa verdad integral sobre
el hombre. Varón y mujer, en el contexto de su "principio" beatificante,
están libres de la misma libertad del don. Efectivamente, para poder
permanecer en la relación del "don sincero de sí" y para convertirse en
este don el uno para el otro, a través de toda su humanidad hecha de
feminidad y masculinidad (incluso con relación a esa perspectiva de la
que habla el Génesis 2, 24), deben ser libres precisamente de este modo.
Entendemos aquí la libertad sobre todo como dominio de sí mismos
(autodominio). Bajo este aspecto, esa libertad es indispensable para que
el hombre pueda "darse a sí mismo", para que pueda convertirse en don,
para que (refiriéndonos a las palabras del Concilio) pueda "encontrar su
propia plenitud" a través de "un don sincero de sí". De este modo, las
palabras "estaban desnudos sin avergonzarse de ello" se pueden y se
deben entender como revelación —y a la vez como descubrimiento— de
la libertad que hace posible y califica el sentido “esponsalicio” del cuerpo.

3. Pero el Génesis 2, 25 dice todavía más. De hecho, este pasaje indica la


posibilidad y la calidad de esta recíproca "experiencia del cuerpo". Y
además nos permite identificar ese significado esponsalicio del cuerpo in
actu. Cuando leemos que "estaban desnudos sin avergonzarse de ello",
tocamos indirectamente con su raíz y directamente ya sus frutos.
Interiormente libres de la coacción del propio cuerpo y sexo, libres de la
libertad del don, varón y mujer podían gozar de toda la verdad, de toda la
evidencia humana, tal como Dios Yahvé se las había revelado en el
misterio de la creación. Esta verdad sobre el hombre, que el texto
conciliar precisa con las palabras antes citadas, tiene dos acentos
principales. El primero afirma que el hombre es la única criatura en el
mundo al que el Creador ha querido "por sí misma"; el segundo consiste

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LECTURA
COMPLEMENTARIA

en decir que este hombre mismo, querido por Dios desde el “principio” de
este modo, puede encontrarse a sí mismo solo a través de un don
desinteresado de sí. Ahora, esta verdad acerca del hombre, que en
particular parece tomar la condición originaria unida al “principio” mismo
del hombre en el misterio de la creación, puede ser interpretada —según
el texto conciliar— en ambas direcciones. Esta interpretación nos ayuda a
entender todavía mejor el significado esponsalicio del cuerpo, que
aparece inscrito en la condición originaria del varón y de la mujer (según
el Génesis 2, 23-25) y en particular en el significado de su desnudez
originaria.

Si, como hemos constatado, en la raíz de la desnudez está la libertad


interior del don —don desinteresado de sí mismos—, ese don
precisamente permite a ambos, varón y mujer, encontrarse
recíprocamente, en cuanto el creador ha querido a cada uno de ellos "por
sí mismo" (cf. Gaudium et spes, 24). Así, el hombre, en el primer
encuentro beatificante, encuentra de nuevo a la mujer, y ella le encuentra
a él. De este modo, él la acoge interiormente; la acoge tal como el creador
la ha querido "por sí misma", como ha sido constituida en el misterio de la
imagen de Dios a través de su feminidad; y recíprocamente, ella le acoge
del mismo modo, tal como el creador le ha querido "por sí mismo" y le ha
constituido mediante su masculinidad. En esto consiste la revelación y el
descubrimiento del significado "esponsalicio" del cuerpo. La narración
yahvista, en particular Génesis 2, 25, nos permite deducir que el hombre,
como varón y mujer, entra en el mundo precisamente con esta conciencia
del significado del propio cuerpo, de su masculinidad y de su feminidad.

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LECTURA
COMPLEMENTARIA

4. El cuerpo humano, orientado interiormente por el "don sincero" de la


persona, revela no solo su masculinidad o feminidad en el plano físico,
sino que revela también este valor y esta belleza de sobrepasar la
dimensión simplemente física de la "sexualidad"[2]. De este modo se
completa, en cierto sentido, la conciencia del significado esponsalicio del
cuerpo, vinculado a la masculinidad-feminidad del hombre. Por un lado,
este significado indica una capacidad particular de expresar el amor en el
que el hombre se convierte en don; por otro, le corresponde la capacidad
y la profunda disponibilidad a la "afirmación de la persona", esto es,
literalmente la capacidad de vivir el hecho de que el otro —la mujer para
el varón y el varón para la mujer— es, por medio del cuerpo, alguien a
quien ha querido el Creador "por sí mismo", es decir, único e irrepetible:
alguien elegido por el Amor eterno. La "afirmación de la persona" no es
otra cosa que la acogida del don, la cual, mediante la reciprocidad, crea la
comunión de las personas; esta se construye desde dentro,
comprendiendo también toda la "exterioridad" del hombre, esto es, todo
eso que constituye la desnudez pura y simple del cuerpo en su
masculinidad y feminidad. Entonces — como leemos en el Génesis 2, 25
—, el hombre y la mujer no experimentaban vergüenza. La expresión
bíblica "no experimentaban" indica directamente "la experiencia "como
dimensión subjetiva.

5. Precisamente en esta dimensión subjetiva, como dos "yo" humanos y


determinados por su masculinidad y feminidad, aparecen ambos, varón y
mujer, en el misterio de su beatificante "principio" (nos encontramos en el
estado de la inocencia originaria y, al mismo tiempo, de la felicidad
originaria del hombre).

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LECTURA
COMPLEMENTARIA

Este aparecer es breve, ya que comprende solo algunos versículos en el


libro del Génesis; sin embargo, está lleno de un contenido sorprendente,
teológico y a la vez antropológico. La revelación y el descubrimiento del
significado esponsalicio del cuerpo explican la felicidad originaria del
hombre y, al mismo tiempo, abren la perspectiva de su historia terrena, a
la que él no se sustraerá jamás a este "tema" indispensable de la propia
existencia.

Los versículos siguientes del libro del Génesis, según el texto yahvista del
capítulo 3, demuestran, a decir verdad, que esta perspectiva "histórica"
se construirá de modo diverso del "principio" beatificante (después del
pecado original). Pero es tanto más necesario penetrar profundamente en
la estructura misteriosa, teológica y a la vez antropológica de este
“principio”. Efectivamente, en toda la perspectiva de la propia "historia",
el hombre no dejará de conferir un significado esponsalicio al propio
cuerpo. Aún cuando este significado sufre y sufrirá múltiples
deformaciones, siempre permanecerá el nivel más profundo, que exige
ser revelado en toda su simplicidad y pureza, y manifestarse en toda su
verdad, como signo de la "imagen de Dios". Por aquí pasa también el
camino que va del misterio de la creación a la "redención del cuerpo" (cf.
Rom 8).

Al detenernos, por ahora, en el umbral de esta perspectiva histórica, nos


damos cuenta claramente, según el Génesis 2, 23-25, del mismo vínculo
que existe entre la revelación y el descubrimiento del significado
esponsalicio del cuerpo y la felicidad originaria del hombre. Este
significado “esponsalicio” es también beatificante y, como tal, manifiesta,
en definitiva, toda la realidad de esa donación, de la que hablan las
primeras páginas del Génesis. Su lectura nos convence del hecho de que

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LECTURA
COMPLEMENTARIA

la conciencia del significado del cuerpo que se deriva de él —en particular


del significado “esponsalicio”— constituye el componente fundamental de
la existencia humana en el mundo.

El significado “esponsalicio” del cuerpo humano se puede comprender


solamente en el contexto de la persona. El cuerpo tiene su significado
“esponsalicio” porque el hombre- persona es una criatura que Dios ha
querido por sí misma y que, al mismo tiempo, no puede encontrar su
plenitud si no es mediante el don de sí.

Si Cristo ha revelado al hombre y a la mujer, por encima de la vocación al


matrimonio, otra vocación —la de renunciar al matrimonio por el Reino de
los cielos—, con esa vocación ha puesto de relieve la misma verdad sobre
la persona humana. Si un varón o una mujer son capaces de darse en don
por el Reino de los cielos, esto prueba a su vez (y quizás aún más) que
existe la libertad del don en el cuerpo humano. Quiere decir que este
cuerpo posee un pleno significado “esponsalicio”.

Notas

[1] "Más aún, cuando el Señor Jesús ruega al Padre para que todos sean
una sola cosa, como yo y tú somos una sola cosa (Jn 17, 21-22),
abriéndonos perspectivas cerradas a la razón humana, nos ha sugerido
una cierta semejanza entre la unión de las personas divinas y la unión de
los hijos de Dios en la verdad y en la caridad.

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Clase 05 - Conceptos finales

Esta semejanza demuestra que el hombre, única criatura terrestre a la


que Dios ha amado por sí mismo, no puede encontrar su propia plenitud si
no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás" (Gaudium et spes,
24).

El análisis estrictamente teológico del libro del Génesis, en particular Gén


2, 23-25), nos permite hacer referencia a este texto. Esto es, constituye
un paso más entre la "antropología adecuada" y la "teología del cuerpo",
estrechamente ligada al descubrimiento de las características esenciales
de la existencia personal en la "prehistoria teológica" del hombre. Aunque
esto puede encontrar resistencia por parte de la mentalidad evolucionista
(incluso entre los teólogos), sin embargo, sería difícil no advertir que el
texto analizado del libro del Génesis, especialmente Gén 2, 23-25,
demuestra la dimensión no solo "originaria", sino también "ejemplar" de la
existencia del hombre, en particular del hombre "como varón y mujer".

[2] La tradición bíblica refiere un eco lejano de la perfección física del


primer hombre. El Profeta Ezequiel, comparando implícitamente al Rey de
Tiro con Adán en el Edén, escribe así:

"Eres el sello de la perfección, lleno de sabiduría y acabado de belleza.


Habitabas en el Edén, en el jardín de Dios... (Ez 28, 12-13).

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