Arte-Categorias Esteticas-Contenido y Forma

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Contenido

 El concepto de Arte. Clasificación de las Artes.


 Las categorías Estéticas, desde la belleza y la fealdad, pasando por lo
sublime y lo grotesco, lo gracioso y lo ridículo, hasta llegar a lo trágico y
lo cómico.
 La facultad estética
 Contenido y forma de la obra de arte

EL ARTE

¿Qué es el arte?

Si la estética constituye una reflexión filosófica sobre el arte, ¿qué es el


arte?
Resulta sumamente difícil definir el arte, y no por falta de elementos, sino
porque cada filósofo, cada historiador de arte y aun infinidad de artistas lo han
definido de muy diversas maneras.

Se han dado múltiples definiciones:

Platón consideró el arte como un idioma que todos los hombres pueden
entender.

Arte, dice Emilio Zolá, es naturaleza a través de un temperamento.

Para Hegel, el arte es la conjunción del espíritu y la forma, de lo finito en


lo infinito, de lo real y lo ideal, de lo subjetivo y lo objetivo.

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León Tolstoi considera que evocar un sentimiento experimentado y luego
por medio de líneas, colores, movimientos, sonidos o palabras transmitirlo a los
demás, constituye el arte.

Según el escultor Augusto Rodin, el arte es la contemplación, el placer


reservado al espíritu, que penetra en el naturaleza y adivina en ella el alma de
que él mismo está animado, es la sublime misión del hombre, puesto que
consiste en un empeño de la inteligencia por comprender y hacer comprender el
mundo.

Arte es intuición pura, afirma Benedetto Croce.

Lo que nos hace conocer las maravillosas versiones de un mismo


pensamiento en los diversos lenguajes de la pintura, la escultura, la arquitectura,
la música y la poesía es el arte dice Ralph Waldo Emerson.

El historiador de arte Stites define el arte como una expresión de la


naturaleza humana en composiciones llenas de significación que tienden a
inducir sentimientos nobles por lo bello, lo dinámico y lo sublime.

El pintor contemporáneo Alfonso Michel considera que el arte es la


respuesta del hombre a la presencia devoradora del tiempo y la muerte.

Para Corrales Ayala, el arte es plasmar el artista su angustia para la


posteridad en su creación artística, es el grito de la soledad, el anhelo del artista
que zaherido por el silencio y la desesperanza sacude con furia la grama interior
de sus sentimientos y entrega al mundo sus joyas más preciadas.
De acuerdo con Adolfo Sánchez Vázquez, el arte es una forma de praxis que
igual que el trabajo humano, transforma la materia que se imprime en una forma
dada, exigida no ya por una necesidad práctico-utilitaria, sino por una necesidad
general humana de expresión y objetivación.

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Arte, se ha dicho, es el lenguaje creado por la fantasía, por medio del cual
comunica el hombre a los demás sus sentimientos y estado de ánimo. Es el
ensueño hecho realidad, el sueño del hombre que cobra forma material. Algún
filósofo definió el arte como la expresión del alma de las cosas.
Arte es la expresión de la emoción humana por medio de la representación que
da forma y significado a un ideal. El acto mediante el cual el hombre valiéndose
de lo material o l o visible expresa lo inmaterial o invisible, constituye el arte.

Podrían seguirse citando definiciones de arte; la mayor parte de ellas


coinciden en que el arte es una expresión de la emoción humana. En efecto, el
arte no es otra cosas que una proyección del espíritu que se materializa, es la
objetivación de un ideal, la materialización del sentimiento, o bien, si se quiere,
la espiritualización de la materia; pero el arte, dice Matteo Marangoni, "es un
mundo cerrado a la multitud indiferente y solamente abierto a quien consiga,
con amor, conquistarlo".
El arte es un medio de evasión aunque sea momentánea; la realidad humana es
transfigurada por la magia del arte, al mismo tiempo que cobran conciencia y
plenitud todos los sentimientos que yacen dormidos bajo la capa de los intereses
prácticos de la vida actual; el arte se aparte de la realidad para enriquecerla, va
más allá de la filosofía y de la ciencia.

En efecto, en la vida diaria normalmente la imaginación y los


sentimientos se encuentran reprimidos, en infinidad de ocasiones resultan
incompatible con el vértigo del vivir actual, con el ritmo de vida que la
industrialización ha impuesto al hombre, y así todos los deseos, emociones o
ideales que muchas veces constituyen nuestro verdadero ser, son sometidos las
contingencias de la vida diaria, en donde no tiene cabida la emoción ni el
sentimentalismo; los valores espirituales quedan de esta manera relegados
porque no resultan prácticos.

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El artista encuentra en el arte el mejor medio de alejarse de tráfago de la
vida cotidiana; su quehacer constituye una válvula de escape para sus
sentimientos y su imaginación; pero el hombre que no puede ser artista porque
carece del don de la facultad creadora, también encuentra en el arte la manera de
fugarse de todas las tensiones a que comúnmente se ve sometido. Ante la
imposibilidad de crear una obra de arte, el hombre común y corriente canaliza
sus sentimientos reprimidos y sus ideales que siente inasibles, en la obra
artística; también encuentra en el arte el medio de evadirse de la monotonía, por
una parte, y de las presiones de la vida por otra, aunque en distinta forma que el
artista. El arte, por tanto es un medio de liberación. Es, además, una necesidad,
cumple una importante función: en el arte sublima el hombre todo lo que de
trágico o grotesco tiene la vida. La sed innata de belleza y de formas artísticas
llevó al hombre en los albores de la humanidad no sólo a fabricar cacharros que
le fueran útiles, sino a adornarlos para hacerlos más agradables. En los grupos
humanos más primitivos hubo siempre manifestaciones de arte: los primeros
instrumentos de trabajo y las primitivas armas tenían los mangos tallados o
grabados, reproduciendo en ocasiones animales o bien, grecas y flores. Los
hombres, antes de cubrir sus cuerpos con ropas, se tatuaron y pintaron con
hermosos colores, adornaron sus cuevas con pinturas que si bien también tenían
un significado mágico-religioso, fueron demostración de su necesidad de
belleza.

Justino Fernández afirma que "todos los hombres, por serlo, están
necesitados de algo, necesitan hacer sus mundos, hacerse un mundo propio
habitable, humano, necesitan la belleza. No pueden satisfacerse con lo útil, de
algún modo han necesitado y necesitan hacerlo. Y es aquí donde el arte surge".

Aun considerando el arte como una forma de praxis, Sánchez Vázquez


admite que "la praxis artística permite la creación de objetos humanos o
humanizados que eleven a un grado superior la capacidad de expresión y

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objetivación humana, la obra artística es ante todo creación de una nueva
realidad y puesto que el hombre se afirma creando o humanizando cuanto toca,
la praxis artística, al ensanchar y enriquecer con sus creaciones la realidad
humana, es una praxis esencial en la vida del hombre".

Por otra parte, el hombre en la obra de arte contempla la eternidad, todo


nace condenado a morir, pero la obra de arte perdura a través de los siglos; en el
arte las cosas dejan de ser fugaces perecederas, porque son trasladadas a un
plano intemporal; el hombre goza con el arte porque intuye que lo que en el arte
se representa ha vencido la destrucción, el tiempo y la muerte y posee valor de
eternidad; la obra de arte es un jirón, un fragmento de la realidad salvado del
influjo de la temporalidad.

El arte, según Simón Latino, "es un mensaje de lo eterno, o sea de la


belleza, del amor y de la muerte. Ser poeta consiste en decir con palabras ese
mensaje, como ser músico es decirlo con notas, ser pintor en colores, ser
escultor con formas. Los artistas nacen y mueren, la belleza es eterna".
El arte rodea al hombre, es parte de su propia vida; en el arte el hombre expresa
sus inquietudes, sus anhelos, sus sueños, su rebeldía y aun sus agonías y sus
fracasos, y recibe del arte múltiples influencias (¿quizá podría decirse
beneficios?). A través del arte los hombres subliman lo que admiran y lo que
temen; es un intento del hombre, del artista, ante lo que lo precede, de fijar el
tiempo y su paso por la tierra, y para el contemplador, de encontrar serenidad y
paz para su ser torturado.
El arte ha sido venero inagotable de transformaciones sociales, hasta en sus más
pequeñas expresiones plantea las quejas y las inquietudes de los pueblos, y en
sus máximas manifestaciones: la novela, la pintura mural, la gesta heroica, la
sinfonía, palpita con frecuencia una vigorosa demanda de justicia. Un ejemplo
palpable se tiene en la música del inmortal Chopin, que fue el grito de rebelión

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de su alma ante la invasión de su amada patria, su música fu e no solamente una
expresión individual, sino que en ella expresó la angustia de todo su pueblo.

Además se ha comprobado que el arte es uno de los mejores instrumentos


para despertar las facultades humanas; mediante el arte se encuentran en el
mundo que nos rodea mayores valores espirituales y mediante el arte el hombre
se llega a integrar mejor al mundo en que vive.
Arqueles Vela considera que el raso distintivo del arte es que refleja la
conciencia social, y para expresarla utiliza imágenes vívidas y concretas.
Ineludiblemente toda concepción del mundo expresada en el arte contiene un
espíritu de clase que corresponde a otras disciplinas científicas o filosóficas que
integran los sistemas ideológicos de la misma clase. A su juicio, la única
diferencia entre estas disciplinas y el arte es el proceso formal de expresión.

Vivimos rodeados de manifestaciones artísticas y la mayor parte de las


veces somos indiferentes a ellas. Adentrándonos en el arte, en las inquietudes y
anhelos expresados por los artistas, acercándonos a las maravillosas obras de
arte que nos rodean, cada uno de nosotros aprenderá a amar la vida y a amar el
suelo que le vio nacer.

OFERTAS

Clasificación de las Artes

En su significado más amplio, arte es el conjunto de reglas que se siguen


para hacer bien algo, o bien es el talento o aptitud que se tiene para hacer bien
las cosas. El arte según el fin que se propone puede ser útil o noble: se llama arte
útil o utilitario al que está encaminado a proporcionar utilidad, comodidad; se
llama arte noble al que prescindiendo de toda utilidad, manifiesta valores
estéticos, objetivándoles, es decir, dando a los mismos forma material sensible.
A la primera forma de arte, al utilitario, corresponde el arte industrial que crea

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objetos útiles, en los cuales puede expresarse también cierta belleza: cerámica,
herrería, orfebrería, tapicería, ebanistería, repujado, mosaico, etc. Estas artes
constituyen lo que se llama artes menores; los que se ocupan de ellas se llaman
artesanos. Dentro de esta forma de arte se suele englobar también cualquier
manifestación de una habilidad realizada en forma más o menos perfecta, así se
habla del arte culinario, del caligráfico, etcétera.

A la segunda forma de arte, el nombre, corresponden las artes que crean


solamente valores estéticos haciendo caso omiso de la utilidad; las bellas artes,
que también se han llamado artes mayores: pintura, escultura, arquitectura,
música, literatura, danza, teatro, ópera, son las artes por excelencia, ya que son
las que crean toda la gama de valores estéticos sin más propósito que crearlos.
El arte puro se contiene en estas formas de arte, en las bellas artes; no debe ser
industria ni comercio, debe amarse por sí mismo, debe ser una vocación y no
una carrera. Según algunos filósofos, debe ser una actividad desinteresada, por
eso según José D. Calderaro, es una actividad creadora de algo, que tienen una
significación especial, que está como un denominador común en el fondo de
todas las bellas artes y constituye una "necesidad innecesaria".

Si el arte puro es aquel que sólo busca la manifestación de la belleza y los


más valores estéticos, las obras de arte creadas bajo este propósito poseen un
alto valor estético, su contemplación originará un emoción tal, que producirá
una experiencia estética también pura. Las obras de arte que no tienen como
finalidad solamente la expresión de valores estéticos, sino que buscan además la
transmisión de otra clase de ideas ajenas al arte: morales, religiosas, políticas o
comerciales, no son estéticamente puras, no son obras de arte puro por más que
pertenezcan a las bellas artes.

Las bellas artes se han clasificado siguiente diferentes criterios, hay


infinidad de clasificaciones. Atendiendo al sentido con que son percibidas se les

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divide en artes del oído (música y poesía), artes de la vista (arquitectura, pintura,
escultura y dibujo) y artes mixtas (danza, teatro y ópera). Atendiendo al grado
de imitación que hagan de la naturaleza se ha pensado que son: esencialmente
creadoras (arquitectura, música y poesía), esencialmente imitadoras (escultura y
pintura), y artes que participan del afán creador y del imitador (danza, teatro y
opera).
Otra clasificación se basa en el material con que se lleva a cabo la expresión:
espirituales, que tienen un material espiritual inmaterial (música y literatura); y
materiales, que tienen un material palpable (pintura, escultura y arquitectura). Se
les ha clasificado en artes del sonido (música, artes del lenguaje (literatura) y
artes del dibujo (pintura, escultura y arquitectura). Existe otra división: artes
musicales (música, canto y ópera), artes plásticas (arquitectura, pintura y
escultura), literarias (poesía) y complejas (danza, drama, comedia, cine...). Esta
última división está muy difundida.
No se puede pasar por alto la clasificación de Challayè que por una parte
considera la usual distinción entre las bellas artes que aspiran a crear objetos
cuya única finalidad es satisfacer la necesidad de belleza que siente el alma
humana y por otra, las artes industriales que producen objetos útiles a los que se
les dota así mismo de cierta armonía para que resulten agradable.
Un poema, dice, es una obra bella porque tiene como única finalidad despertar
un sentimiento estético, crear belleza, la poesía es una de las bellas artes; un
tapiz es bello, pero se atiende más a su valor de utilidad que a su valor estético,
la tapicería es entonces un arte industrial.
La mayor parte de las veces es fácil distinguir entre las artes industriales y las
bellas artes; sin embargo, en ocasiones hay duda: la arquitectura es una de las
bellas artes, ha sido considerada así desde siempre y sin embargo produce
edificios destinados no solo a la contemplación estética o a la satisfacción de la
necesidad espiritual de belleza, sino que su fin es satisfacer una necesidad
material, la de un sitio cómodo para vivir o trabajar. La joyería es en general un

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arte industrial; sin embargo, bien puede darse el caso de un artesano que haya
creado una joya sin paralelo, única por su belleza, entonces el joyero se
convirtió en arte y la joya en obra de arte.
Conservando la distinción usual entre bellas artes y artes industriales, el citado
autor subdivide las bellas artes teniendo en cuenta los sentidos a que hablan y la
posición de sus obras en los dos planos en que sitúan todos los datos de nuestra
conciencia: espacio y tiempo, o sea la extensión y la duración. De acuerdo con
esto su clasificación comprende artes plásticas, fonéticas, del movimiento y del
gesto.

Son artes plásticas las que hablan al espíritu a través de la vista, sus obras
están situadas en el espacio, hechas con elementos simultáneos e inmóviles, sus
manifestaciones son materiales y objetivas, su belleza es exterior, son:
arquitectura, que se define como el arte de construir y adornar; pintura, arte de
representar seres y cosas, de materializar imágenes con ayuda de hermosos
colores, y escultura, considera como el arte de modelar y tallar la materia a fin
de crear formas bellas.
Las artes fonéticas hablan al espíritu por medio del oído, sus obras se deslizan
en el tiempo, su principio es la sucesión, son artes más espirituales y subjetivas,
en ellas la belleza parece interior, son: música, arte que crea la belleza por medio
del sonido, y literatura, que la crea en virtud de la palabra en poesía o en prosa.

Las artes del movimiento son las que se realizan simultáneamente en el


tiempo y en el espacio, llegan al espíritu como las plásticas, pero sus creaciones
se desarrollan en el tiempo como las fonéticas; las artes del movimiento
comprenden la danza y el ballet, que son la creación de belleza precisamente por
el movimiento.

Las artes del gesto aspiran a crear belleza por medio de la expresión y los
movimientos, se comprenden dentro de éstas: el teatro en todas sus variantes

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(tragedia, drama y comedia) y el cine, que es el arte que tiende a provocar
emociones gracias a una sucesión de imágenes proyectadas en la pantalla.

El maestro Bueno por su parte afirma que el primer paso en la


sistematización de cualquier tipo de conocimientos está dado por la clasificación
de los objetos que comprende, ésta es una operación lógica que dispone y ordena
tales objetos en una serie de grupos de acuerdo con un criterio previamente
adoptado, de tal modo que todos los miembros de un mismo conjunto queden
identificados por una propiedad común y los miembros de los diferentes grupos
queden separados por una propiedad distinga. Así la clasificación de las bellas
artes tendrá que agrupar a todos los objetos que se consideren como obras de
arte, incorporándolos a varios grupos de acuerdo con el criterio previamente
establecido. Este criterio atiende a la categoría estética en función de la cual se
realiza cada obra de arte. La categoría estética, es decir, la nota esencial de cada
una de las bellas artes es el carácter fundamental, propio y distintivo de cada
especia artística, es el elemento que expone de manera más amplia la esencia
constitutiva del arte y su naturaleza, como síntesis de diversos factores. La
categoría estética fundamental de la plástica es el espacio, de la música es el
tiempo y de las letras es el símbolo.Espacio, tiempo y símbolo son las tres
categorías que según mencionado autor reportan el mejor criterio para establecer
una clasificación funcional de las artes.

Categorías estéticas

Introducción

Por sus raíces griegas la palabra categorías significa afirmar o predicar


algo de algo. A lo largo de la historia de la filosofía diferentes pensadores la han

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empleado, queriendo significar con ella la atribución de un predicado a un
sujeto.

Aristóteles empleó el término categoría para los "predicamentos


atribuidos al ser", postura aceptada por la filosofía escolástica, que quiere
indicar que la palabra categorías enseña la objetividad de las cosas, qué son y
cómo son.

En Kant se perfila un concepto diferente, las categorías pierden su


objetividad y pasan a ser "formas a priori" del conocimiento, que responden a
las funciones esenciales del pensamiento discursivo.

Para Hartman "las categorías son aquellos fundamentos por los cuales un
ente es lo que es, pero el fundamento no es el ser en sí, el ser en sí lo es por su
relación o correlato". Parece significar que aunque las categorías explican el ser
de algo, no necesariamente deben ser semejantes al ente al que se refieren.

Ahora bien, las categorías constituyen la actividad ordenadora y


reguladora del pensamiento partiendo de la realidad pero implican la unidad con
el objeto

Las categorías son leyes de la realidad, ésta incide en la de los objetos


cognoscible, no son como sostuvieron Aristóteles y Kan, producto exclusivo de
la inteligencia; su naturaleza es compleja: las categorías implícitas en la realidad
de los objetos se han de convertir en explícitas mediante la actividad del sujeto
cognoscente. Wind sostiene que el pensamiento ejercita sus funciones lógicas y
de ellas al contacto con la experiencia surgen los principios, sin que esto
signifique que se suprima el carácter a priori de las leyes del pensamiento

Entonces las categorías constituyen una unidad que engloba lo objetivo y


lo subjetivo, lo que un objeto es y cómo lo es, no es un elemento aislado que por

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sí mismo signifique algo, debe encontrar su correlato en el espíritu mismo del
hombre. No corresponden las categorías a alguno de los dos aspectos solamente,
representan una dualidad, son lo que son, pero se dan en el hombre y provocan
ciertas reacciones.

Según Farré, la base de las categorías estéticas está formada por tres
ordenamientos: objetivo, artístico y emotivo, conciliando el objeto (obra de arte)
con el sujeto (contemplador) mediante el elemento emotivo.

Aunque se dice que se puede expresar en el arte lo elegante, lo bonito, lo


grandioso, etc., pueden considerarse válidamente como categorías estéticas lo
bello y lo feo, lo sublime y lo grotesco, lo gracioso y lo ridículo, lo trágico y lo
cómico

La vida entera, con sus momentos dolorosos, cómicos o grotescos, es


susceptible de trasladarse al arte; todas las cosas, por triviales o vulgares que
sean, pueden ser sus motivos, pues gracias al sentimiento del artista, esas cosas
triviales, rostros vulgares, actitudes cómicos o grotescas, momentos trágicos o
dolorosos sufren un proceso de sublimación y son presentados al contemplador
como una obra de arte. Cuando el artista ha plasmado estos valores, las obras no
resultan feas, cursis o grotescas, sino que son la expresión de lo feo, lo grotesco
y lo ridículo, es decir, se expresan valores diferentes a la belleza pero que
también tienen cabida en el arte, han sido captados por la sensibilidad de un
artista y cuando son cabalmente expresados, tienen tanto valor estético como
cuando se plasma la belleza

Muchos filósofos coinciden en que la máxima aspiración del artista es


crear la belleza, pero en cada momento histórico, en cada pueblo y aun en cada
hombre existe un diferente credo estético, es decir, una manera diferente de
sentir y expresar la belleza.

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La belleza y la fealdad

Desde tiempos remotos el hombre intentó definir la belleza, la mayor


parte de los pueblos antiguos la identificaron con la verdad o la bondad. Para
Platón la belleza era algo de origen divino que inspiraba amor. Plotino la
consideró como algo inmaterial unido al "ser puro"; para Longino lo bello se
convierte en sinónimo de lo sublime; Waldo definió la belleza como el momento
de transición en el cual una forma parece hallarse en trance de fluir a otras
formas.
Agustín de Hipona, para quien la belleza consistía en la armonía, elaboró una
teoría: existen dos tipos universales de belleza, una basado en los valores
materiales y la otra sobre valores de asociación, ésta última estriba en el objeto,
íntimamente unida con los símbolos que pueden adornarlo: "Un estilete de
hierro hace tornado útil porque con él podemos escribir, ésta es su propia e
individual belleza, pero por cuanto nos puede proporcionar un goce estético
constituye está una parte de la belleza divina.

Tomás de Aquino expuso la belleza en tres sentidos: primero, el objeto


debe ser algo perfecto, circunstancia que lo convierte en un trasunto de la
belleza celeste; segundo, el atributo de la belleza se refiere a las proporciones de
las partes que constituyen la obra de arte, y tercero, debe existir una mística
correspondencia entre el objeto y la "divina luz".

Odón consideró la belleza como "un presentimiento del cielo"; para


Leibniz, la belleza consistía en la perfección. Hume decía que no era cualidad de
las cosas, sino del espíritu que las contempla. Baumgarten la sintió como un
reflejo de la belleza divina que es la perfecta; para Kant, es un juicio humano.
Hegel, por lo contrario, afirmó que siendo la consonancia del espíritu y la forma,
resultaba una perfección y una excelencia. Diderot, para quien la belleza es la
vida, sostuvo que la vida entera es bella.

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Podrían seguirse citando definiciones de todos los tiempos, en general la
mayor parte de los filósofos coinciden que es algo relativo al espíritu, salvo
Voltaire, que con un criterio materialista la considera como una apreciación de
los sentidos: "Para el sapo no hay nada más bello que su sapa",
¿Qué es entonces la belleza?

Harto difícil, cuando no imposible, resulta tratar siquiera de definir la


belleza. En realidad, pretender dar una definición de la belleza es, como dice
Eugenio Carrir, "pedir el significado de un nombre". Sin, por ejemplo, se
pregunta que cosa es lo bello y se responde que lo que proporciona determinado
placer a la vista, al oído o, de manera más material, al tacto, sería necesario
añadir qué clase de placer proporciona, y naturalmente no podría explicarse con
claridad. Querer definir lo bello es como querer definir un color; cuando se
pregunta qué es lo que quiere decir azul, según Carrir a nadie se le ocurriría
responder: "azul es un movimiento cerebral originado por la estimulación de los
nervios ópticos ante determinada vibración de la luz", más bien se busca un
punto de referencia, y señalando una flor, unos ojos o el firmamento, se
contesta: "eso es azul".
¿Lo útil es lo bello? No, lo bello es en cierto modo útil y deleitoso, pero el
objeto útil y deleitoso no siempre es bello: los manjares más exquisitos, los
aromas más delicados son útiles y deleitan, pero de ninguna manera pueden
llamarse bellos. ¿Lo bello es lo agradable? Tampoco; aunque por lo regular lo
bello es agradable, hay infinidad de cosas agradables que distan mucho de ser
bellas: una buena digestión, un sueño reparador son agradables, pero de ninguna
manera bellos.
Por otra parte, a ciertas cualidades se les califica como algo bello, la virtud, la
bondad o la verdad, también al alma humana se le da tal calificativo, a algún
gesto generoso se le estima como tal. Se habla de la belleza en las flores, en las

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mañanas, en el mar, de la misma manera que se considera bello un poema, una
sonata o una catedral.

La reacción del hombre frente a ciertos actos, cualidades o sentimientos,


frente a la naturaleza y frente al arte, es emotiva; sin embargo, pese a la emoción
que se siente no pueden definirse los sentimientos ni la belleza que todo ello
encierra. Esto quiere decir que la esencia de la belleza, su contenido, es
desconocido, la belleza entonces es algo indefinible; sin embargo, si hay muchas
coas, fenómenos naturales, obras de arte, actos humanos que parecen bellos; ¿no
será que existe una cualidad común a todo esto, que aunque no se haya pensado
en ello, se convierte en bellas? Debe existir, puesto que si no es posible definir
la belleza porque su esencia es desconocida, puede definirse de acuerdo con el
efecto capital que produce. Según esto, la belleza será una cualidad común a
todas estas cosas que se han mencionado y que produce con su contemplación
un sentimiento puro.

Esa cualidad común a todo lo bello, que produce sentimientos puros,


Carrit la llama "significación o sentido" y es algo que poseen las obras de arte, la
naturaleza y aun los actos y cualidades y que es lo que permite llamar bella a la
verdad, a una obra de arte o a un fenómeno natural.
Cuando no se trata del arte, este sentido o significación se comunica
comúnmente con una mirada, una sonrisa y hasta con una cosa tan trivial como
un apretón de manos.
En el arte este sentido o significación es el algo que poseen profundamente las
obras de arte y que se nos comunica, es lo que el artista quiso expresar y expresó
en su obra. Pero aún hay más, entre las cosas que despiertan imágenes sensibles,
sólo serán bellas aquellas cuya significación o sentido sea natural o inmediato en
ellas, de ninguna manera convencional. Un poema es bello porque es
significante, porque evoca de manera natural imágenes sensibles; un
experimento científico sólo podrá llamarse bello de forma convencional.

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Si la belleza es siempre significativa, resulta que esta cualidad de
significación no es en absoluto una cualidad propia de los objetos, las cosas no
significan anda en sí mismas, con ellas significamos o bien leemos en ellas un
significado. Se capta la belleza en la naturaleza o en el arte según el significado
o sentido que tenga lo bello, es entonces lo que agrada por la significación o
sentido que tenga individualmente. Las cosas sensibles despiertan en el alma
recuerdos adormecidos, que son lo que Platón llamó reminiscencias.

La apreciación de la belleza resulta subjetiva, ello se demuestra al decir


que las cosas en sí no son bellas, sino que lo parecen por lo que significan o por
las imágenes que al contemplarlas se evocan.

De conformidad con todo lo expuesto a la pregunta inicial qué es lo bello,


Carrit opina que la mejor respuesta parece ser: "Una cosa es bella cuando es una
cosa sensible, que agrada por la significación o sentido que tiene para nosotros",
debiendo ser naturales o inmediatas en el objeto estas cualidades.

Contribuyen a considerar lo bello cualidades secundarias: forma, color,


sonido, proporcíón, etc., las cualidades del sujeto: cultura, temperamento,
imaginación y aun su estado de ánimo.
La belleza es expresión de la emoción y como tal nunca penetra a través del
gusto, el tacto o el olfato; se percibe por medio de la vista, llega a través de la
forma de las cosas, su gracia y su primero que combinados armónicamente
hacen que parezca bello un objeto. Con la vista se percibe la belleza en la
pintura, escultura y arquitectura; con el oído se percibe la cadencia, el ritmo, la
dulzura, la combinación armónica de estos elementos constituye la música y la
poesía. Con la vista y el oído se percibe la belleza de las artes complejas: danza,
teatro y ópera.

El mensaje que el artista escribió con lenguaje artístico en su obra y que


quedó plasmado en ella, ese es el significado, y se trasmite porque todo ser

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humano, salvo ceguera estética, la cual por fortuna es rara, puede percibir la
belleza. Este sentido o significación se palpa más claramente en las artes
literarias, pero igual aparece en las demás bellas artes.

Cuando se trata de la naturaleza, es muy difícil hacer su sentido definido;


sin embargo, la convicción de que lo posee es tan rotunda que los teólogos no
han vacilado en afirmar que la naturaleza es el arte de Dios. Hay fenómenos
naturales que han cobrado una significación, pudiera decirse universal, desde
tiempos remotos: un mar tempestuoso parece símbolo de cólera; el viento
huracanado, de impetuosidad; una mañana llena de sol se califica de alegre; se
dice que hay juventud en los botones de las rosas, nadie se ha fijado ese carácter
expresivo, pero así se han considerado. La belleza en la naturaleza tiene la
propiedad de excitar los sentimientos más puros del alma: la serenidad de un
valle silencioso, la grandeza del cielo estrellado, lo inconmensurable del mar
tienen efecto conmovedor en el alma por su significación y sentido. La
contemplación del arte en cualquiera de sus formas provoca en lo más íntimo del
ser humano una emoción indefinible. Así sucede siempre al contemplar lo bello
donde quiera que se encuentre; se percibe, emociona, eleva los sentimientos
aunque no pueda explicarse el porqué.

Si la característica más sobresaliente de las cosas bellas es su


significación, cabe hacer notar que esta cualidad no es exclusiva de lo bello; las
fórmulas físicas, químicas y matemáticas son símbolos significantes, pero no
son bellos ni sugieren imágenes bellas, entonces resulta que para llamar bellas a
las cosas, éstas deben ser, ante todo, significantes por su carácter sensible o por
las imágenes sensibles que despiertan al contemplarlas.

Justino Fernández dice que todos los hombres, por serlo, están necesitados
de algo, necesitan hacerse un mundo habitable, humano, necesitan de la belleza.

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Según Emmanuel Kant, "la belleza artística no consiste en representar una
cosa bella, sino en la bella representación de una cosa".

Como antítesis de la belleza se encuentra la fealdad, si bien ha existido


siempre, fue Ulrico de Engelbert el primero en reflexionar acerca de la
naturaleza de lo feo y lo grotesco. Inicialmente se le consideró como la ausencia
de belleza, como algo carente de proporción y armonía, incluso hasta muy
avanzado el Renacimiento se pensó que el propósito de la existencia de lo feo y
lo grotesco era inducir por razón de contraste, a una más clara percepción de la
belleza.
Este concepto ha variado y aunque se ha llegado a afirmar que ala fealdad le son
necesarios la proporción y el orden, actualmente se considera la fealdad no
como un contraste solamente, pues aun opuesta a la belleza constituye una
categoría estética tan susceptible de expresarse en el arte como lo bello.
Siguiente a Farré se diría que el vaho de lo feo exige también consideración
estética.
La fealdad penetra en el arte con todo derecho y los artistas no la esquivan. Sio
en el arte sólo se había dado cabida a la belleza, esos seres dotados de infinita
sensibilidad que son los artistas miraron sinceramente la vida, sin ocultar sus
aspectos desoladores y sus miserias y representaron en sus obras la fealdad con
tanto vigor como la belleza.

Puesto que la vida se encuentra plena de contenidos emotivos, el mundo


de la sensibilidad que recoge el arte comprende la fealdad, lo desagradable, lo
despreciable. Ciertas pinturas parecen discordantes respecto al concepto clásico
y equilibrado del arte, algunas obras escultóricas se exhiben con aparente
desproporción que choca al gusto tradicional, hay composiciones musicales que
se antojan estridentes a un oído acostumbrado a la música conservadora, la
representación de tipos degenerados, incluir palabras fuertes y duras en una
novela o una obra teatral puede resultar intolerable para quien carezca del

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sentido dramático que verdaderamente posee la vida; sin embargo, estas obras
que no son la expresión de la belleza, pueden encerrar un genuino contenido de
gran valor estético.

Por eso algunos autores para evitar confusiones y no caer en la paradoja


de considerar que hay fealdades bellas, en vez de hablar de que el arte es la
representación de la belleza, lo consideran como la expresión de valores
estéticos, incluyendo toda la gama de contenidos que puedan ser volcados en
una obra de arte.

Hay cosas por las que se siente desagrado, repulsión, que se rechazan en
la vida diaria: un cuerpo mutilado o contrahecho, una riña, un asesinato, la
miseria moral del hombre, los horrores de la guerra, y que producen sensaciones
desagradables; sin embargo el arte repara en ello, el artista capta esa cruda
realidad que se convierte en un motivo de inspiración y el hecho de ser vertida
fielmente de acuerdo con el propósito del artista, le concede un innegable valor a
sus obras, las convierte en ocasiones en obras maestras, ya que el artista
transfigura todo lo desagradable de la vida diaria en lo que es expresivo en el
arte. Es difícil comprender la actitud de un avaro, mas no hay duda que la
descripción de Shakespeare en El mercader de Venecia fue perfectamente
realizada, puede penetrarse en su personaje del avaro y hasta quizá entenderlo,
lo que en la realidad no es posible.

Quien entienda el arte como un reflejo de sensaciones placenteras no


podrá concebir una obra de arte que represente otra cosa diferente de la belleza,
la proporción o la armonía. La obra que expresa la fealdad como valor contrario
a lo bello puede provocar una emoción intensa, aunque no placentera;
precisamente el provocar esa emoción es la intención de la obra, si la intuición y
la expresión se lograron en forma correcta, la obra estéticamente tiene tanto
valor como cuando realiza la belleza, porque expresa la emoción que ha

19
inspirado. Su valor intrínseco puede ser mayor o menor, según determinadas
condiciones, pero en todo caso lograr la expresión de la fealdad depende de la
fidelidad con que sea volcada en la forma y cómo se logre trasmitir el contenido
de la intuición misma, es por esto que un cuadro que expresa lo deforme tiene
valor estético si el deseo del artista fue expresar dicha deformidad. Un dibujo
hecho con unos cuantos trazos es estéticamente valioso cuando a pesar de su
simplicidad o precisamente por ella, tiene gran poder sugestivo; una obra
musical es valiosa por sus distorsiones.

Es cierto que la reacción frente a la belleza (o a lo sublime o lo gracioso)


es diversa a la que se experimenta cuando se contempla en el arte la fealdad, lo
vulgar o lo grotesco; la belleza inunda el alma de armonía, de paz, es, dice
Hegel, como si el hombre se acercara a lo divino; el efecto que causa la fealdad
es deprimente. Lo feo representa para Farré lo que el error y la mentira con
relación a la verdad, lo que el vicio en relación con la virtud; según el propio
autor, ¡qué mundo de profunda desolación se expresa en la fealdad y la miseria
de la vida humana y sin embargo, qué valiosas son tales obras aunque no sean la
expresión de la belleza!

Lo sublime y lo grotesco

Sublime equivale a una elevación extraordinaria, a excelsitud. Lo sublime


es un grado más alto que lo bello, se origina en un predominio de la majestad, de
la magnificencia, denota grandeza incomparable. Equivale a una belleza de tal
fuerza y magnitud, que no halla una manera adecuada de expresarse; engendra
un sentimiento de asombro, de perturbación que revela un choque violento entre
una fuerza que intenta manifestarse y una forma que no alcanza a contenerla. En
lo sublime el hombre contempla al infinito, que no puede representarse de modo
sensible más que mediante el arte, por ello se ha llegado a decir que lo sublime

20
es creación del espíritu humano.
En lo sublime predomina la grandeza sobre la armonía, su manifestación en la
vida humana se encuentra en la abnegación, el sacrificio, el heroísmo, el
martirio, la lucha entre las pasiones y el deber, el triunfo de los sentimientos
sobre el egoísmo, la ofrenda de la vida en aras de un ideal. Son sublimes el
espacio celeste, la inmensidad del océano; es sublime la actitud de Sócrates
apurando la cicuta fiel a sus ideales, el sacrifico de un niño que envuelto en su
bandera se arrojó al vacío, la actitud de la mujer del pueblo que amamanta a su
hijo; personifican lo sublime el Hombre clavado en la cruz, la madre que
contempla dolorosamente angustiada a su hijo muerto. En lo sublime se realiza
la conjunción de lo divino, lo bueno y lo bello.

Para que exista la emoción de lo sublime se debe experimentar un


sentimiento derivado de la grandeza y que sobrepase prodigiosamente lo
humano. Lo sublime precisa una magnitud cuyos límites, si los tiene, escapan a
la comprensión humana; en lo sublime el hombre siente que existe algo más
grandioso, superior a él.

Y así como en el arte se expresa la fealdad, se expresa también la


sublimidad, sólo en el arte puede ser expresado de manera palpable lo sublime;
si el artista no hubiese dado forma sensible a ciertos momentos que quedan fuera
del alcanza humano, no atinaríamos a representarnos lo sublime.
Ante la belleza el hombre se funde en su contemplación, está como perdido en la
obra de arte que la expresa; en presencia de lo sublime siente su pequeñez, se
sobrecoge, aunque al mismo tiempo experimenta la elevación de su espíritu. Por
representar algo inalcanzable para el hombre, despierta una peculiar emoción
estética, una mezcla de pez, euforia, dolor y angustia, como una feliz y dolorosa
sensación que embarga al alma y la enriquece.

21
Si el fin del arte es conmover y se logra con la expresión de lo bello y lo
sublime, ¿por qué el arte se ocupa de lo grotesco?

En Holanda, en el siglo XVII surgió un grupo de artista que usaron en sus


cuadros los motivos más vulgares y groseros que pudieran existir, entre ellos
Hals y Rembrandt, cuya pintura es realista; pintaron gente del pueblo tal como la
veían en las calles de los barrios bajos, los mercados y las tabernas, no
retrocedieron ante las figuras más vulgares: gruesos comercientes, tabernos
barrigudos, bebedores de cara abotagada, mujeres astrosas; Hals pintó incluso
una mujer idiota, creando una magnifica obra que pone al hombre en contacto
con otro hombre en su nivel más bajo, casi de animalidad. Rembrandt sintió la
necesidad de pintar no la apariencia exterior de los hombres, sino sus
características psicológicas, esta tendencia fue seguida por infinidad de artistas.
Y así nació la expresión de lo grotesco en el arte, porque su origen se encuentra
en la vida misma, porque enseña a comprenderla elevando sus miserias a una
más noble expresión, resaltando y afirmando con ello los valores humanos.

En la representación de lo grotesco no se podrá jamás vislumbrar el menor


destello de belleza, como en la obra de Orozco, que aunque objetivamente
carece de ella, es significativa y por ende puede calificársele de bella; lo
grotesco es la realidad enaltecida por el arte, la obra tiene valor estética no por lo
que en sí representa sino por la fidelidad con que el artista plasmó las figuras
grotescas, porque la vida vulgar y grosera en ocasiones puede ser purificada por
medio del arte.
La sublimidad, lo mismo que la belleza, cabe en todas las bellas artes; lo
grotesco sólo en la pintura, escultura y teatro.

Lo gracioso y lo ridículo

22
Farré define la gracia como el movimiento que se agita alrededor de lo
bello. Tal parece que el arte pudiera desentenderse de la gracia y prescindir de
ella, porque puede pensarse que es un simple derivado de la belleza; sin
embargo, es tan maravilloso su encanto que aunque está ligada a la belleza,
cobra autonomía, logra independizarse y constituirse en categoría estética.
Al hablar de lo gracioso no debe pensarse en el significado que comúnmente
tiene este vocablo, para el arte lo gracioso no es la expresión de algo chistoso,
esto pertenece a lo cómico; la gracia de que se ocupa el arte implica
movimiento, es precisamente el movimiento la esencia de esta categoría, sin su
presencia la gracia estaría ausente. Pero este movimiento tiene características
especiales, si fuera un movimiento pesado, brusco o mecánico, resultaría cómo,
grotesco, ridículo; debe ser un movimiento fácil, alado, sin esfuerzo aparente;
debe implicar que lo espiritual y lo corporal se entregan libre y espontáneamente
a sus manifestaciones, lo gracioso es contrario a todo lo que sea afectado o
rígido.
Lo gracioso puede elevarse hasta lo sublime (aunque lo sublime jamás
descenderá a lo gracioso) y cuando pierde su armonía puede degenerar en la
cursilería. Puede acompañar a la belleza, de hecho es siempre así, pero es una
categoría estética con vida propia; sus principales cualidades son la libertad, la
espontaneidad y la espiritualidad, cuya ausencia provocaría la ridiculez.

Para el crítico y e poeta inglés Alejandro Pope, la gracia es "una cualidad


estética distinga, un don o regalo de la naturaleza, o quizá libertad hecho
naturaleza, es diferente a la belleza, desafía el análisis y apela más al corazón
que a la cabeza, es especialmente la señal del genio".
La gracia no es estrictamente posible sino en los límites y medida donde el
esfuerzo no puede aparecer, es el símbolo sensible de la vitalidad que florece en
los movimiento y actitudes del cuerpo, parece desconocer normas y obstáculos,
surge espontáneamente, ágil e inesperada, pero no ascendería a categoría estética

23
si además de lo corporal no existiera lo espiritual: espíritu y materia son una
feliz conjunción, realizan la gracia.

Por extensión, según Challayè el término gracioso puede aplicarse


también al reposo. Hay actitudes fáciles y graciosas que han sido tema para
pinturas sobre todo: niños, especialmente, que de por sí representan la gracia,
que es inmortalizada por el pincel de algunos artistas como Berta Morisot y
María Cassatt que expresan la ternura y la gracia de la niñez.

Si las categoría estéticas no son entre sí absolutamente independientes, la


gracia resulta lógico complemento de la belleza, sin la gracia lo bello resultaría
insípido, es la gracia la que le da el toque mágico, no hay belleza sino para el
alma impregnada de la gracia que emana de una actitud, cuya intención y
sentido revela; por algo Leonardo da Vinci consideró que la belleza es la gracia
fijada...

Lo que está falto de gracia es de mal gusto, cursi, es ridículo. ¿Puede


expresarse lo ridículo en el arte? Ha quedado dicho que la sensibilidad del artista
intuye en todos los aspectos de la vida lo que es susceptible de expresión
artística, y la ridiculez no es una excepción. Sin embargo, esta categoría estética
debe entenderse en relación con el momento histórico en que se vive, pues así
como cada época y cada pueblo tienen su ideal de belleza, tienen así mismo su
concepto de lo cursi.
Lo ridículo es una categoría que puede expresarse de dos maneras: o bien el
artista capta la ridiculez propia de una persona o una época en una obra de arte,
en cuyo caso transforma lo chocante de la actitud, las situaciones o las
costumbres, y cifra el valor de su obra en el equilibrio, la armonía, los colores,
los juegos de luz; o bien tiende a exagerar mordazmente, no con el propósito,
como en lo cómico, de provocar risa alegre, sino expresando de tal modo ciertas
características de personas o situaciones que resulten ridículas, en este caso es

24
indudable que el artista con un espíritu satírico quiere mostrar en toda su verdad
la degradación humana.

Es preciso recordar que no porque se expresa la cursilería, la obra resulte


ridícula, sino que es una obra de arte que representa la ridiculez y que por
expresarla en forma adecuada, tiene tanto valor estético como cuando expresa la
belleza o los demás valores estéticos mencionados.
El pintor español Francisco de Goya retrató a la nobleza de su tiempo con
actitudes, peinados y vestidos que a nuestro gusto estético parecerían ridículos;
pero no es eso lo que debe juzgarse, sino el extraordinario equilibrio que logra
aun en grupos numerosos, lo fielmente que captó y pintó las expresiones de los
rostros, y desde luego el uso magistral de la técnica. Nuestro muralista Diego
Rivera en la Secretaría de Educación Pública en México conscientemente pintó,
llevando al extremo, la ridiculez de la sociedad porfiriana, y José Clemente
Orozco en el Palacio de Gobierno de la ciudad de Guadalajara, en el panel que
ha sido llama El circo político, no desdeñó ridiculizar las dictaduras europeas,
vistiendo de payasos a quienes las profesaban.

Lo trágico y lo cómico

Mientras que el sentimiento estético se mantiene plácido en lo bello, llega


a la excelsitud con lo sublime y al gozo con la gracia; y con lo feo, lo grotesco y
lo ridículo se identifica con lo que tiene de desagradable la vida misma, la
realidad humana es su aspecto doloroso "punza agudamente, dice Farré, por
introducir en el alma su afilado aguijón". El hombre se empeña afanosamente
por afirmar su personalidad ante un destino que cree inmutable, se enfrenta a las
fuerzas ineludibles de la naturaleza que sustraen sus propios valores y lo
entregan a la adversidad, pero en medio del dolor que le produce la conciencia
de su finitud e impotencia ante la muerte, en medio de sus debilidades se yergue
valerosamente y se enfrenta al destino. He aquí la tragedia.

25
Lo trágico es la tensión existente en la conciencia como resultado de dos
alternativas que tienen vida autónoma e independiente y omnipotencia; el
hombre sabe que tiene que optar por una, aunque sabe también que le acarreará
una existencia trágica o bien la muerte.

Lo trágico es la categoría estética que mejor expresa la esencial condición


del hombre y lo enseña a conocerse en el despliegue de pasiones que describen
tanto su grandeza como su mezquindad.

Hegel afirma que lo trágico está constituido por tres elementos: conflicto,
sufrimiento y un fin desdichado; aunque este último no es necesario, sí existen
en la tragedia los dos primeros elementos, antinomia a que se ve sometido el
hombre, y un intenso dolor resultado de las frustraciones provenientes de la
incapacidad humana para realizarse íntegramente.

Lo trágico va unido a la desolación y la muerte, pero también es


producido por la lucha del hombre consigo mismo para decidir el camino que ha
de seguir; lo trágico trata de responder simbólicamente al enigma de la vida, el
hombre lleva en sí mismo sus dolorosos problemas y en el arte expresa mediante
lo trágico aquello que no puede formular de otra manera. El arte enfoca el
problema de la realidad por diferentes caminos, intenta penetrar en la realidad de
la vida humana, en la realidad de las relaciones entre el hombre y el mundo y
sus eternas dificultades, y lo logra en la tragedia.

Lo trágico es una categoría que por el dolor acerca a lo humano, pero


conserva todavía una gran dosis de elevación propia de lo sublime. En lo
auténticamente trágico nunca falta la dignidad, jamás se renuncia a la grandeza,
es inseparable de la sublimidad, si se alejara de ellas llegaría hasta el extremo
opuesto, resultaría cómico.

26
A través de la tragedia, según Aristóteles, se podría llegar a la catarsis, es
decir, la purificación mediante emociones que impactan.

Lo trágico ha sido expresado en el arte por infinidad de artistas: Miguel


Angel en la Piedad, Goya en El fusilamiento, Picasso en Guernica, para no citar
sino a unos cuantos, y en nuestro medio artístico: Clemento Orozco en los
murales del Hospicio Cabañas, Gabriel Flores en su cuadro La guerra y la paz,
ambos en Guadalajara; Amado Nervo en La raza de bronce y Mariano Azuela en
Los de abajo.

Si lo trágico produce dolor, lo cómico tiende a suscitar risa, a divertir; en


todos los tiempos, sin dejar de ser ridiculizante ha sido formidable arma de
combate. Lo cómico resulta del aspecto trágico de la vida contemplado desde un
punto de vista jocoso. La comicidad ha surgido del instinto de imitación natural
en el hombre, de su genio mímico espontáneo y universal, de su necesidad de
alegre expansión, de su inclinación a burlarse de los defectos e imperfecciones
de los demás. Produce, en opinión del sociólogo Mendiete y Núñez, una especie
de catarsis social.
El artista cuando expresa comicidad está alerta a todo lo que la vida tiene de
limitado, insignificante o discordante y lo transforma por virtud del arte en algo
humorístico, cómico, capaz de provocar la risa en forma espontánea.

Lo cómico se expresa a través de todas las artes: pintura, escultura,


literatura, danza, teatro y música sobre todo cuando va acompañada de letra a
propósito; pero por su propia naturaleza, donde ha encontrado su mejor
expresión es en el dibujo.

En Grecia se hizo resaltar lo cómico en la escultura exagerando rasgos de


personajes conocidos. En la pintura, Daumier y Orozco lo expresaron
magistralmente; en la literatura, en su soneto A una naruz Francisco de Quevedo
resaltó brulescamente lo desproporcionado de una nariz, precisamente. En el

27
teatro, lo cómico pertenece al género llamado astracán; en la danza podría
mencionarse la danza michoacana de Los viejitos; en la música, la parodia.
Brota la comicidad en todas partes y siempre bajo aspectos sumamente
similares, consiste en la exageración de ciertos rasgos físicos, defectos, aspectos
morales, actitudes de una persona o bien, las costumbres de una época o un
pueblo realizados con una intención satírica y hasta cruel.
La comicidad se encuentra desde Grecia, donde músicos ambulantes, danzarinas
callejeras, adivinos y agoreros provocaban la risa de los espectadores con las
imitaciones que hacían de ciertos personajes; en Roma, los payasos divertían
con sus discursos burlescos. En la Edad Media y aun después, los cómicos son
los bufones que divierte caricaturizando a sus amos. En la India, China y Japón,
la caricatura se manifestó a través de mímica exagerada.

La comicidad se expresa en la caricatura, que encuentra sus características


esenciales a finales del siglo XVIII y se perfecciona con el desarrollo de las artes
gráficas; tiende, como se ha dicho, a representar clases sociales, sobre todo
políticos, símbolos, costumbres, épocas o pueblos y su éxito radica,
paradójicamente, en el parecido extraordinario que se logra con el modelo a
pesar de la exageración de sus características; lleva propósitos de crítica festiva,
aunque en ocasiones ha llegado a ser sumamente mordaz; su contemplación
provoca invariablemente la risa.

El sociólogo citado considera que la caricatura de carácter no político


"constituye un verdadero archivo de documentos sociológicos de valor
inapreciable, porque contribuye a esclarecer la historia social de diversos países
en las diferentes épocas de su vida".
La expresión de lo trágico provoca una dolorosa emoción, la expresión de lo
cómico produce una gozosa reacción; en ambos casos el arte cumple su objetivo:
mostrar la vida en todos sus aspectos.

28
La facultad estética

En el alma humana hay una facultad que permite captar, juzgar o crear los
valores contenidos en la obra de arte y a los que se ha dado el nombre de
categoría estéticas; es la facultad estética, que reviste tres formas: cuando se
limita a contemplar los valores contenidos en la obra es contemplativa; cuando
decide o juzga acerca de los mismos es crítica, y cuando de acuerdo con un ideal
o tomando como modelo la naturaleza crea la belleza, la sublimidad, la gracia, la
comicidad, etc., la facultad estética se denomina creadora o artística.

La facultad estética en su primera forma permite gozar de lo que el arte


expresa; la contemplación estética es una percepción desinteresada, una alegría
con asombro, una sorpresa gozosa; los momentos de contemplación estética son
de exaltación emotiva, con un valor excepcional y salvo ceguera estética que es
una absoluta incapacidad para poder apreciar las manifestaciones artísticas, lo
cual es raro que suceda, la facultad de captar la belleza y los demás valores que
según se ha visto son volcados en el arte, es privilegio de todo ser humano: en el
alma late el sentimiento contemplativo que se despierta ante el arte y aunque hay
factores que influyen en la contemplación, la capacidad contemplativa, la aptitud
receptiva existe en todos los hombres, todos somos capaces de sentir la auténtica
contemplación estética.

Sin embargo, la receptividad estética no es idéntica en todos los hombres,


varía según la cultura y el grado de sensibilidad de cada ser humano; la cultura
permite pulir los gustos y perfeccionar el sentido artístico y cambia el punto de
vista receptivo. La sensibilidad es un don innato que la cultura no crea, aunque
puede desarrollar; es algo que posee el hombre como parte integrante de su
personalidad, en mayor o menor grado; entre más alto sea el grado de
sensibilidad, mayor será al aptitud receptiva, la capacidad para comprender el

29
mensaje que el artista dejó en la obra. Cuando de la contemplación surge el
genuino goce estético, la obra de arte habrá logrado su cometido y el mensaje
del artista no quedará perdido.

En algunos casos la facultad estética no se limita a percibir el arte, sino


que juzga acerca del valor de la obra, emite un juicio valorativo sobre la misma,
sea ésta la expresión de cualesquiera de las categorías estéticas que ya han sido
mencionadas; se trata entonces de la facultad estética crítica, que se dirigen a la
obra para juzgarla.

Para captar los valores estéticos no es imprescindible la cultura, la


reacción emotiva que la obra origine será resultado de la poca o mucha
sensibilidad del espectador y desde luego la apreciación del arte es muy
subjetiva, pero cuando se hace uso de la facultad estética crítica, se debe n
poseer ciertas cualidades: amplia cultura, suficiente sensibilidad y una
receptividad estética profunda que capacite al crítico para sentir y comprender al
artista y su obra.
Cuando la facultad estética no se limita apercibir la belleza o juzgar acerca de la
misma, sino que crea, se convierte en facultad estética artística o creadora, de
esta forma de facultad estética gozan esos seres con cualidades excepcionales
que son los artistas. El artista, dotado de profunda sensibilidad, vive la
sublimidad de la naturaleza y su facultad estética creadora la materializa en el
arte, o bien de acuerdo con su ideal o proyectándose a sí mismo manifiesta en
sus obras su emoción, sus sentimientos. El artista es el hombre que animado por
el soplo divino crea un estado de ensoñación que lo desliga de la realidad; donde
el hombre común y corriente encuentra solamente cosas, el artista por su
intuición y sensibilidad encuentra una fuente inagotable de inspiración que
materializa en un poema, una sinfonía o un cuadro, gracias a su facultad estética
creadora.
Si como dice Tolstoi, el arte es evocar un sentimiento experimentado y

30
luego por medio de líneas, colores, sonidos, palabras o movimientos trasmitirlo
a los demás, el artista es el que evoca ese sentimiento y en su obra de acuerdo
con el material que elige, manifiesta su espíritu, trasmite sus sentimientos,
materializa en fin, su ensueño, porque goza de una facultad estética, la creadora,
que le permite dar forma material a su inspiración.
Todos somos capaces de encontrar la belleza, o los demás valores que tienen
cabida en el arte, gracias a la facultad estética contemplativa, pero a pocos les es
dado poder plasmarla. Si la realidad llegara a impresionar directamente nuestros
sentidos y pudiéramos entrar en comunicación inmediata con el mundo exterior
y con nosotros mismos, todos seríamos artistas, pero entre la naturaleza y
nuestra persona, más aún, entre nuestra persona y nuestra conciencia, se
interpone un algo, un abismo insalvable para el común de los hombres,
fácilmente franqueable para el artista gracias a su facultad estética creadora.
Pero si bien el poder de crear formas artísticas depende de la proyección de la
emoción en forma adecuada, lo cual constituye un don antes que una cualidad
adquirida, aun los hombres sin gran medida de este don pueden mediante la
facultad estética contemplativa, sentir y apreciar el arte; no todos poseemos
facultad estética creadora, pero gozamos de la facultad estética contemplativa
que nos capacita para sentir y encontrar la belleza y los demás valores
contenidos en el arte.

Contenido y Forma de la obra de arte

El contenido

Aunque como comenta Marangoni, se dice que contenido y forma en el


arte son "antinomias ya superadas", los estudios del arte y aun los mismos
artistas aceptan que en toda obra de arte se dan elementos: contenido y forma.

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El contenido es lo que se quiere expresar y la forma es la manera como es
expresado el contenido; hay una relación tan estrecha entre estos dos elementos
que gracias a ellas se produce la obra de arte. Bueno la expresa en una ley: "A
cada contenido corresponde una forma y cada forma obedece a un contenido".

El contenido es el ensueño del artista, pudiera decirse que en principio es


un conjunto de ideas amorfas que necesitan organizarse para poder ser
expresadas en una forma mediante el material elegido y adecuado, acudiendo a
Tolstoi, "por medio de líneas, colores, movimientos, sonidos o palabras...”

El contenido del arte puede ser todo lo existente en el mundo, cualquier


situación excelsa, heroica, dolorosa, trivial, vulgar, etc., y aun en el campo de la
imaginación, ya que la fantasía del artista no tiene límites, puede encontrar
contenidos en todo lo que observe a su alrededor. el contenido, en principio una
turbamulta, se va organizando en el alma del artista y constituirá el motivo o
tema de su obra.

Etienne Sourian afirma que "en el tráfago anterior a la creación artística,


el artista se cierne en el vació y siendo el arte un conjunto de búsquedas
motivadas y orientadas, tenderán necesariamente a manifestarse en la obra de
arte partiendo de la nada, desde su caos inicial hasta su completa expresión".

Si bien todo es susceptible a ser expresado en el arte, para que una idea
llegue a ser una obra de arte debe ser producto de la emoción y del sentimiento
del artista.

Un experimento científico es una idea que cristaliza en la comprobación


de una teoría, Arquímedes en vez de exclamar "¡eureka!", hubiera dicho "¡qué
belleza!" Parte intrínseca, vital del contenido, con la emoción estética y el
sentimiento del artista, su sensibilidad.

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La emoción es un estado de ánimo que abarca toda una gama de
sentimientos: alegría, dolor, angustia, desasosiego, expectación, constituye una
alteración repentina del ánimo; la emoción estética es muy especial: indefinible
y pura, tiene algo de exaltación, admiración, pasión y amor; pero es más
profunda que la emoción usual y lleva al artista a apasionarse intensamente con
su tema hasta lograr la expresión material. Esta emoción estética propia del
artista y de su creación se transmitirá al espectador en la contemplación.

Además de la emoción, es factor indispensable del contenido la


sensibilidad, pues aun existiendo el tema producto de la inspiración y se
despierta la emoción en el artista, si éste no se encuentra dotado de suficiente
sensibilidad para percibir el contenido capaz de expresarse en la forma, el
resultado no será una obra de arte, por carecer de contenido emotivo y sensible.
La sensibilidad unida a la emoción estética debe conmover profundamente al
artista para poder vertirla cabalmente y provocar idénticos sentimientos en todo
el que se acerque a ella para contemplarla, interpretarla o emitir un juicio crítico.

Calderaro se pronuncia en forma opuesta a lo anotado anteriormente, a


pesar de que es la idea común de todos los que se han ocupado de la filosofía del
arte: "no obstante, dice, que la emoción es una fuerza psíquica que se vierte en la
conducta y que es el motor que nos incita a actuar, esta emoción es ficticia y se
agota en la contemplación. Si el arte se redujera a provocar emoción como ésta
que es efímera, e caería en una finalidad poco edificante, en vez de arte sería
industria".
Conviene mencionar que desde que los filósofos griegos comenzaron a
reflexionar sobre el arte y su función en la vida humana, se ha considerado que
una de sus finalidades, aun cuando no la única, es despertar emociones estéticas,
conmover el alma humana y elevarla por encima de lo cotidiano.
Algunos filósofos consideran que el contenido posee a su vez dos elementos, el
conceptual y el material; el conceptual estaría constituido por el proceso de

33
concepción en que el artista organiza sus ideas subjetiva y objetivamente, este
proceso lleva a encuadrar la obra en la categoría estética que le corresponde,
vendría después el desenvolvimiento de la idea para llegar a la expresión. El
elemento material constituirá la expresión. En realidad el elemento conceptual
corresponde a lo que desde siempre se ha llamado contenido, y el material a la
forma, la expresión.

El contenido estético entonces, constituye el aspecto espiritual de la obra


y es resultado de la intuición, la emoción y la sensibilidad estética.

La forma

La manera como se expresa el contenido es la forma, constituye el molde


en que es vaciado el contenido; la forma implica la organización de los
materiales que elija el artista, así como la correcta adecuación del contenido al
material deseado representan el aspecto material, formal, de la creación artística.

La forma presenta dos aspectos, uno interno, que es el esquema


perfectamente integrado y definido ya del contenido, determinado por la
sensibilidad artística, y otro externo, que constituirá propiamente la expresión en
el lenguaje artístico, la materialización de la inspiración, el eco final de la
angustia que al crear agita el alma del artista.

Debe haber un equilibrio entre contenido y forma, sino se logra y


predomina alguno de los dos elementos, puede llegarse a un desequilibrio tal
que produzca un efecto contrario al deseado por el artista: lo trágico degeneraría
en lo cómico, lo sublime en lo grotesco y lo gracioso en lo ridículo.
Dentro de la historia del arte se ha visto con frecuencia esta alteración entre
contenido y forma y sin embargo se han dado magníficas obras de arte, como en
el romanticismo, en que predominó el fondo, es decir, el contenido de la obra

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sobre la forma; en el modernismo, en cambio, preocupó más a los poetas la
forma de expresión, que excedió a los contenidos.

En ocasiones el artista altera intencionalmente el equilibrio entre


contenido y forma, como sucede en las corrientes pictóricas de vanguardia; en
todos estos casos sin embargo, han resultado obras de arte excepcionales, tal vez
porque lo artistas deliberadamente han roto la usual idea de equilibrio en busca
de nuevos contenidos, nuevas formas, incluso nuevas técnicas, dando mayor
preferencia a alguno de los dos elementos.

Bueno considera que el valor estético de la obra de arte se realiza


mediante este equilibrio entre contenido y forma, puesto que el arte busca la
correcta adecuación de estos dos elementos.
¿Cómo debe volcarse el contenido en la forma para que constituya una obra de
arte y logre su función de conmover el alma humana?

El citado autor afirma que "expresar significa externar algo, proyectar el


espíritu hacia el exterior". Ahora bien, cuando se trata de la ciencia se proyecta
el contenido racionalmente, pero cuando se trata de la expresión artística el
contenido es una intuición.

Al hablar de intuición debe pensarse desde luego en una intuición estética,


que será una facultad propia solamente del artista, de encontrar en la realidad
todo lo que sea susceptible de expresión artística. Ya se ha dicho que donde el
hombre normal encuentra cosas, el artista se inspira y su inspiración podrá ser
vertida en una forma. De la contemplación de la realidad surgirá la idea, la que
intuida podrá materializarse, es decir la conceptúa, la imagina, la organiza en un
contenido para por fin expresarla en una forma. El arte es la expresión intuitiva
del sentimiento pero en realidad no solamente es intuitiva la expresión, el arte es
un proceso intuitivo de principio a fin.
Para llegar a la expresión en la forma, debe existir además un profundo amor del

35
artista hacia su contenido, por ello debe estar dotado de todas las cualidades que
se han mencionado. Si la forma es la expresión del contenido y éste tiene
carácter espiritual, a pesar de que en la mayor parte de las artes el material en
que es expresado el contenido, valga la redundancia, es materia, ese material
debe ser organizado y trabajado amorosamente, vertiendo el artista su
sensibilidad, expresándose a sí mismo en su creación.

Elemento básico de la obra de arte es la forma, puesto que la


materialización del ensueño es la conclusión de todo un proceso que se lleva a
cabo en el alma del artista; sin la forma no habría arte. Pudiera darse el caso de
formas carentes de contenido, pero nunca un contenido sin forma.
Contenido y forma deben enlazarse armoniosamente para constituir la obra de
arte; debe haber una comunión entre el impulso formal y el material para llegar
al equilibrio que dé como resultado la obra de arte.

Cuando se da la adecuación perfecta entre contenido y forma; se da la


obra maestra, que es única, excelsa, con extraordinario y genuino valor estético.

Con palabras llenas de poesía y belleza, Bueno, refiriéndose a la obra


muestra como algo único y excepcional, dice: "La obra maestra refulge con luz
propia, son astros de primera magnitud en la constelación artística, poblada por
infinidad de estrellas de menor brillantez, que le sirven de fondo y contraste para
que la suprema realización estética brille con todo el fulgor que el corresponde".
No todos los artistas ni aun los genios epónimos producen en todas sus
creaciones obras maestras.
Para verter el contenido en la forma, de modo cabal se precisa la técnica, pues
por magnífico que sea el contenido, si no se domina la técnica el resultado será
una obra pobre, sin valor estético, que no trascenderá al ser contemplada.

Cuando el artista domina la técnica, está capacitado para realizar la


adecuación entre el material elegido y la forma, en virtud de esta adecuación su

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obra resultará natural, fresa, espontánea, como si hubiera surgido sin ningún
esfuerzo. Debe recordarse que si bien el dominio de la técnica llevará al artista a
lograr la perfección externa en su obra, para lograr conmover el alma del
contemplador la creación deberá ser genuina expresión del sentimiento, éste
debe formar parte inseparable de la misma, no es la técnica perfecta la que hace
la obra de arte perfecta, sino el sentimiento del artista; siendo perfecta
técnicamente pero vacía de sentimiento, no despertará ninguna emoción, en todo
caso, como se dijo, será solamente una demostración de habilidad.

Para concluir, Croce afirma que no puede haber distinción entre intuición
y expresión, es decir, entre contenido y forma; para él "toda verdadera intuición
es también expresión". La actividad artística posee intuiciones en la medida que
las expresa. Si esta proposición parece paradójica a primera vista, es sobre todo
porque se da a la palabra expresión un significado muy restringido, por ejemplo,
cuando con ella se hace referencia únicamente a las expresiones verbales. Pero
hay expresiones no verbales como las de los colores, las líneas, los tonos, y a
todas las que se extiende esta afirmación. La intuición expresión a un tiempo- de
un pintor es pictórica, de un poeta, verbal; pero pictórica, verbal, musical o
como se le llama, no puede faltas la expresión no sólo como parte integrante de
una naturaleza sino en el arte.

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