Artículos y Ensayos
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I) Definición de la guerra
Cuando se estudia un fenómeno enmarcado con una palabra tomada del habla popular, la
definición del objeto no es un asunto de poca importancia. La palabra necesita una definición
rigurosa, pero a la vez esa definición rigurosa tiene que coincidir aproximadamente con el uso
popular de la misma. Estos dos objetivos no son fáciles de satisfacer ambos
Implícita en Hobbes está la definición de la guerra como la ausencia de una ley en común. El
estado de guerra existe allí donde dos grupos de hombres no reconocen una ley común. Los
combates son sólo una consecuencia del estado de guerra, no algo esencial en este.
Von Clausewitz definía la guerra como "la imposición por la fuerza de nuestra voluntad a otro".
Estas definiciones filosóficas tienen el inconveniente de abarcar también muchos fenómenos que
popularmente no se llaman guerras. ¿Hobbes consideraba al crimen una guerra? ¿Según la
definición de Von Clausewitz una paliza doméstica es una guerra?
Por eso se prefieren con frecuencia otras definiciones de origen empírico, más vagas en sus
conceptos, como "violencia organizada a gran escala", o "Dos grupos de hombres armados que se
disputan un territorio".
Esta definición, por otra parte, tiene algunas virtudes sobre la definición de la guerra por los
combates o por las declaraciones formales. Dos grupos de hombres que no reconocen una ley
común no necesariamente se combaten todo el tiempo: a veces pasan años o incluso
generaciones de una operación militar a la siguiente y, sin embargo, el período intermedio no fue
de paz. Por otra parte, las declaraciones formales de guerra suelen coincidir sólo de modo muy
superficial con las verdaderas relaciones diplomáticas, como ocurre con todo formalismo. El inicio
de la guerra debe establecerse en el momento en que se deja de reconocer una ley en común, no
en el momento de la declaración formal, si es que la hubo, ni en el momento de la primera
operación militar. En una guerra, quien dejó primero de reconocer una ley en común es el agresor,
no quien hizo la primera operación militar.
Otra consecuencia importante de definir la guerra como la ausencia de una ley en común es que
elimina la distinción entre la guerra y la esclavitud. La esclavitud no es otra cosa que la
perpetuación del estado de rendición incondicional. En las rebeliones de esclavos, por lo tanto, lo
único que ocurre es que se reanudan los combates, pero el estado de guerra en realidad nunca
había desaparecido.
Por último, si la guerra no es otra cosa que piratería a gran escala, la inmoralidad de la guerra es
indudable. Algo que no queda tan claro en otras definiciones. La guerra es la continuación de la
piratería por otros medios. No verla como lo que es ha llevado a postular toda clase de disparates,
como el principio de ocupación prolongada. Pregunta, si haber estado ocupando un territorio por
mucho tiempo te da derechos sobre el mismo, ¿después de cuantas horas una toma de rehenes
empieza a ser legal?
La guerra se hace por motivos políticos, económicos, sociales y psicológicos. En general por varios
motivos a la vez y los límites entre unos y otros son difusos.
Las causas políticas son extremadamente variadas: tomar una posición estratégica, crear o
sostener una alianza, apoyar a una dinastía, provocar un cambio de régimen o impedirlo, apoyar a
una nación que tiene un régimen similar al propio, por mencionar sólo algunos.
Las razones económicas son igualmente variadas, aunque se pueden agrupar en tres clases:
pobreza, superabundancia y adueñarse de recursos que, por su naturaleza, no son
intercambiables.
La guerra por el botín es la más frecuente en las sociedades primitivas, donde se pelea con palos y
piedras, pero se vuelve cada vez más infrecuente en la sociedades desarrolladas, donde la guerra
exige una inversión inicial considerable, que con frecuencia supera las ganancias que se esperan
obtener del botín. Las operaciones militares cuyo objetivo es el botín se llaman "razias" en tiempo
de guerra y "piratería" en tiempos de paz, no habiendo otra diferencia entre unas y otras que un
papel escrito que dice: "Los vamos a reventar. Atentamente, el gobierno de X país". Y, en mi
opinión, esta es la muestra más clara de hasta que punto es arbitraria la distinción entre la guerra
y el crimen. Esa inversión original estaría casi con certeza mejor invertida en otro negocio más
seguro. De hecho: prácticamente todo negocio es más seguro que la piratería. La piratería
requiere un tipo de hombres muy peculiares y, por eso, no estoy de acuerdo con los autores que
quieren explicar la guerra exclusivamente en términos económicos y sociales. La psicología es
imprescindible para comprender el fenómeno de la guerra. Incluso más importante que la
economía o la sociología.
La guerra por superabundancia de recursos, en cambio, sólo existe en las sociedades industriales
más desarrolladas. Se produce cuando el único modo de mantener en funcionamiento una
maquinaria bélica que involucra a buena parte de la burocracia del estado y de la industria
privada, es despilfarrar enormes recursos en una acción militar. Adviértase que hay en este tipo de
conflictos una total perversión de los fines y los medios: la guerra se considera un medio al servicio
del complejo militar-industrial y no el ejército un instrumento para hacer la guerra.
Entre los recursos no-intercambiables, donde el comercio pacífico no es una opción viable, los
principales son la tierra y las mujeres. La guerra por mujeres parece ser un tipo de guerras propio
de sociedades primitivas y puede que a los hombres civilizados incluso nos escandalice la sola idea
de que se hable de las mujeres como un recurso; sin embargo, varios autores han predicho que los
infanticidios selectivos podrían hacer reaparecer las guerras por mujeres en el siglo XXI.
Entre las causas sociales de la guerra hay que mencionar la religión, la migración de un grupo que
no se integra en un tiempo razonable a una sociedad, o incluso que no demuestra el menor interés
en hacerlo, como los musulmanes en Europa, hoy. O bien se canalizan las hostilidades internas en
una guerra exterior. En estas guerras las causas sociales son las causas indirectas, mientras que en
las guerras civiles son la causa directa.
Por último, los principales motivos psicológicos para la guerra son el miedo, la envidia y la
arrogancia. El miedo es la causa de las llamadas "guerras preventivas", donde, previendo que se va
a ser atacado, se prefiere tomar la iniciativa en el momento oportuno. Demás está decir que, con
mucha frecuencia, la guerra preventiva resulta ser una profecía auto-realizada. Hace poco oí a un
analista militar español que definía a este tipo de conflictos como "guerra paranoica". Me pareció
una buena definición.
La guerra por envidia se produce cuando un país pobre se propone destruir a otro más rico por el
sólo hecho de ser más rico. No hace falta aclarar que en este tipo de guerras la verdadera causa
nunca es explícita y se invoca algún noble ideal como pantalla. El saqueo de Roma por los vándalos
quizás sea el ejemplo histórico más claro. En nuestros días, todo país bananero cree ser una
víctima de EE.UU. y todo demagogo bananero explota ese resentimiento.
Hay otro tipo de guerra por envidia que yo añadiría y la llamaría "Envidia histórica", común a
épocas de decadencia como la nuestra. La emprende una potencia decadente, no por envidia al
país atacado, sino a sus propios antepasados. La obsesión de Adriano y otros emperadores
romanos decadentes con Britania es un buen ejemplo. La envidia y el resentimiento de los
decadentes contra sus antepasados es, desde luego, siempre una causa indirecta de guerra. Con la
única excepción de la vandalización de monumentos, tumbas y obras de arte; que podríamos
considerar una especie de guerra contra los antepasados. En Egipto, durante los anárquicos
tiempos del segundo período intermedio, llegó a haber un ministro de saqueo de tumbas. Por
supuesto, esta "guerra" al pasado también se disfraza hipócritamente con toda clase de nobles
ideales; pero, cuando uno se entera de que gente que peleó una guerra contra estatuas tuvo 4
bajas, como ocurrió en Estados Unidos en 2020, la verdadera razón es obvia.
Por el otro extremo, la arrogancia es también causa de guerras: cuando una potencia se niega a
reconocer a otro grupo de hombres como sus pares y los trata como si fuesen fauna autóctona. En
batallas como Teutoburgo, la Vuelta de Obligado, el cerro Little Big Horn o Rorke's Drift, el bando
inferior puso fin a estos conflictos sin causarle realmente un daño importante al bando más fuerte,
o incluso a pesar de ser derrotado, simplemente bajándoles los humos y haciendo que se sienten a
negociar.
El fenómeno opuesto también es posible, aunque mucho más raro: Alguien puede ganar una
guerra sin pelear simplemente humillando a su enemigo y haciendo que se rinda. Como en el
extraño incidente que relata Heródoto, donde los escitas acabaron con una rebelión de esclavos
saliendo al campo de batalla haciendo restallar sus látigos, en vez de avanzar contra los rebeldes
con armas de verdad. O como, de modo menos pintoresco, los americanos ganaron la primera
guerra de Irak convenciendo a los soldados iraquíes de que se rindiesen sin pelear.
El primer hombre que tomó una piedra y se la arrojó a una fiera o a un semejante no creó nada
que no existiera previamente en la naturaleza, sólo le dio un nuevo uso. Llamarles "armas" (es
decir, usar un sustantivo en vez de un verbo) a los instrumentos que han sido diseñados y
construidos con el propósito expreso de causar un daño a nuestros semejantes, nos oculta la
realidad de que el arma no es una cosa, es una función. Lamentablemente en castellano no existe
el verbo "armificar" (o al menos todavía no está reconocido por la RAE), mientras que su
equivalente en inglés (" to weaponizing") es de uso corriente.
Podemos distinguir dos acepciones de armificar: (a) Por un lado, se dice cuando alguien toma uno
o más instrumentos tecnológicos que, en principio, no habían sido diseñados con un propósito
bélico, y los modifica para usarlos como arma. Los cócteles Molotov o los "Mad Max" (vehículos
civiles modificados para usar en combate), son los ejemplos más obvios. (b) Pero también se dice
cuando una medida legal o política, que normalmente consideraríamos un asunto civil, se toma
con la intención consciente de causarle un daño a un enemigo. Sea esta intención manifiesta o
disimulada hipócritamente. Por ejemplo: una política migratoria intencionalmente "mala", entre
comillas, cuyo propósito es causar una crisis económica o humanitaria. Esta política de armificar la
migración, usada recientemente por los turcos contra Grecia y por los marroquíes contra España,
está en una peligrosa zona gris: donde no está claro si deben considerarse como actos de guerra o
no. Zona gris en donde es tan peligroso no ver las verdaderas intenciones de esos actos, y tratar a
los enemigos como si fuesen amigos; como sospechar una intención hostil detrás de cada acción
de nuestros semejantes que nos cause una molestia, defendiéndose de agresiones imaginarias.
Albert Einstein observó que todo cobarde es un "pacifista" por naturaleza. Que el gran desafío que
enfrentaba el pacifismo era reclutar a los hombres valientes de espíritu heroico para su causa. La
guerra ha acompañado a la civilización desde sus orígenes, por lo tanto, todas nuestras
instituciones la presuponen y su ausencia causa problemas psicológicos tanto como económicos.
En el Japón del período de Edo los duelos se convirtieron en una especie de deporte al que se
dedicó una amplia literatura; lo mismo ocurrió en la Francia del absolutismo. En EEUU el mismo
fenómeno se estaba empezando a esbozar en la década que siguió a la guerra de Corea. Entre los
Mexicas, todas las jerarquías sociales estaban determinados por los méritos en el campo de
batalla: esa sociedad, literalmente, no podía vivir en paz. Por eso, cuando las tres principales
ciudades Mexicas formaron la confederación del lago Texcoco, debieron crear la institución de las
guerras floridas: que básicamente eran duelos masivos. En la Roma de Augusto, muchos hombres
e incluso mujeres libres se hacían voluntariamente gladiadores.
Schopenhauer advirtió que la vida humana transcurre entre la miseria y el aburrimiento, y dijo que
el aburrimiento podía ser un mal tan grave como la miseria, sólo que menos frecuente. La
prosperidad originada por la revolución industrial llevó a que hoy el aburrimiento sea una causa de
desestabilización social más importante que la miseria. Por ejemplo, durante los disturbios
masivos de 2020 en EEUU y otros países, una senadora norteamericana propuso repartir bolsas de
comida para calmar a la gente. Una propuesta hija de un sentido común forjado en milenios de
miseria. El problema era que, la razón por la que esa gente estaba vandalizando comercios y
espacios públicos era, precisamente, que estaba todo el día ociosa con el estado dándole cosas
gratis.
El pacifismo religioso. Dice que se debe evitar la guerra porque esta contradice algún mandato
religioso o bien invocando la creencia común entre los beligerantes. Hay varios problemas con
esta doctrina: Uno, la religión no siempre condena la guerra: a veces la fomenta. Dos, los
beligerantes a veces no comparten una misma religión. Y tres, lo más importante, la prohibición
religiosa de la guerra no soluciona las razones del conflicto. El pacifismo religioso ha sido la razón
de numerosas treguas. Pero cuando terminan los juegos olímpicos, las saturnales, la navidad o el
ramadán, los combates se reanudan como si nada. La ideología que se propone eliminar la guerra
sin eliminar las causas de los conflictos debería llamarse "treguismo", no pacifismo, dado que lo
que propone es básicamente una tregua perpetua.
La Pax romana es la idea de que una potencia que se ha quedado sin rivales serios actúe como el
sheriff de los estados, imponiendo por la fuerza unos ciertos estatutos de su propia invención. La
idea fue retomada recientemente por muchos políticos y pensadores norteamericanos. Los dos
principales problemas con esta doctrina es que el estado de potencia indiscutible no se sostiene
fácilmente por mucho tiempo. Y por otra parte un sheriff nunca inspira el respeto que tiene una
verdadera autoridad legal.
El pacifismo hedonista es una versión innoble del pacifismo religioso. Dice que la guerra es
desagradable y, por lo tanto, debe ser evitada. La energía que se destina a la guerra debe ser
orientada a otras actividades más placenteras. El problema con esta doctrina (tiene muchos
problemas, pero vamos a señalar solo el principal) es que, si se dedican todas las fuerzas
psicológicas, económicas, etcétera, a una diversión, a una nimiedad sin importancia; entonces,
esta deja de ser una diversión y se convierte en un asunto importante para mucha gente. Y, si se
convierte en un asunto importante, se está dispuesto a matar y morir por ello. Si todo el mundo
adoptase la doctrina del pacifismo hedonista, la guerra de los verdes y los azules en la antigua
Constantinopla o la guerra del fútbol, entre Honduras y El Salvador, dejarían de ser curiosidades
históricas y se convertirían en el tipo más frecuente de guerras. Por no mencionar que las tres
rebeliones masivas de esclavos contra Roma estuvieron lideradas respectivamente por un bufón,
un aeda y un gladiador.
Los pacifistas pragmáticos buscan eliminar la guerra por algún recurso superficial, pero efectivo,
sin meterse con sus causas de fondo. Hay tres doctrinas dignas de mención en esta categoría.
Paz por el monopolio de las armas. Dice que, si una potencia tiene el monopolio de un arma tan
devastadora que no sea posible hacerle frente, todo el mundo aceptará desmilitarizarse y
someterse a su imperio. Solo hay un ejemplo histórico de esta situación: el fuego griego bizantino.
Modernamente, la idea fue propuesta por algunos generales norteamericanos al final de la
segunda guerra mundial. Esta doctrina tiene varios problemas: Uno, siempre se puede pelear una
guerra asimétrica. El dominio de la potencia con el monopolio del arma invencible solo es
sostenible si dicha potencia usa ese poder con sabiduría y moderación, de modo que su imperio
no resulte más odioso todavía que la guerra y la mayoría acepte su dominio como un precio
razonable a pagar por la paz y la seguridad. Dos, se sostiene en una situación extremadamente
atípica y que puede cambiar en cualquier momento.
Otra doctrina pragmática digna de mención es un poco su opuesta: la doctrina del equilibrio del
poder. Si todas las potencias tienen unas fuerzas similares, nadie podrá emprender la guerra con
éxito, por lo que buscará una salida diplomática. La reducción del poder militar se puede lograr
mediante el "desarme gradual simultaneo". El problema con esta doctrina lo señaló claramente
Nietzsche, y es que se funda en la mutua desconfianza. Que, convengamos, no es un suelo muy
firme para edificar una paz. Nietzsche propone en cambio el "desarme unilateral súbito". Hay
algunos pocos ejemplos históricos de desarmes unilaterales súbitos que evitaron guerras, pero se
trató de guerras absurdas que en principio no deseaba nadie.
Por último, el pacifismo internacionalista dice que, si hubiese un solo estado, este no tendría a
quien hacerle la guerra. Esta doctrina, primero que nada, olvida que existen las guerras civiles. Un
vistazo a los números basta para comprobar que las guerras civiles no son una broma, sino que
son tan sangrientas como las guerras entre estados. La mitad de los conflictos más sangrientos de
los últimos dos siglos fueron, o bien guerras civiles, o bien conflictos mixtos, donde una o más
potencias extranjeras tomaron partido en una guerra civil. Pero, más importante, que sólo pueda
existir un estado mundial no quiere decir que no puedan existir innumerables proyectos acerca de
cómo debería ser ese estado mundial. La guerra del Pacífico entre los nacionalistas
norteamericanos y japoneses fue tan sangrienta como la guerra en Europa. Pero terminó en una
verdadera paz. Mientras que la guerra en Europa, en donde se enfrentaron 3 proyectos
cosmopolitas, terminó con la total destrucción de uno y un estado de guerra fría entre los dos
restantes. Porque puede haber tantas naciones como se desee, pero sólo puede haber un estado
mundial.
Gaston Bouthoul llama "pacifismo plañidero" a la doctrina que dice que la guerra desaparecerá si
los artistas y los retóricos logran pintar con todos sus colores los horrores de la guerra: porque
entonces nadie más querrá hacer la guerra. El problema del pacifismo plañidero es que no se
preocupa por entender las causas de las guerras. Como dice Bouthoul, las plañideras no curan al
enfermo: los médicos lo hacen, porque estudian las relaciones causales de su enfermedad.
Con frecuencia oímos decir cosas como: "Después de los horrores de X conflicto, la gente no
quería saber más nada con la guerra, por lo que hubo varias décadas de paz". Y los hechos parecen
corresponderse con esa afirmación. Pero, si vemos más de cerca esos éxitos aparentes del
pacifismo plañidero, nos encontramos que las verdaderas causas de esos períodos de paz
relativamente largos fueron otras. Uno, el final de las guerras largas y complejas suele ir
acompañado de la extensión y profundización de toda clase de ligas, y estas son la causa de la paz
duradera.
No fueron Auschwitz ni Hiroshima la causa de la relativa paz interna que gozó Occidente durante
la segunda mitad del siglo pasado, sino la OTAN, la UN y el Mercado Común Europeo. La guerra de
1914, en cambio, terminó con la firma de un tratado desganado y la creación de una liga de
bromas (la Liga de las Naciones. Y, aunque por 20 años, casi nadie habló de otra cosa que de los
horrores de la guerra de trincheras, una nueva guerra era inevitable.
Otra razón de esa paz es que las naciones beligerantes suelen ser más parecidas entre sí después
de un conflicto largo de lo que lo eran antes. Lo que posibilita la creación de ligas basadas en
principios más sólidos. Y acá tenemos que refutar otro mito histórico muy extendido: que los
vencedores "le imponen su cultura a los vencidos". Este mito viene en dos versiones: en versión de
izquierdas, parte del supuesto indudablemente falso de que todas las culturas tienen el mismo
valor. Este disparate, a su vez, procede de la visión de la cultura como algo completamente estéril
e inútil, un decorado ideológico que se añade sobre las relaciones económicas, que son las únicas
que importan realmente. El hombre de cultura vendría a ser un parásito que se nutre de una
economía de la que no participa. El error de esta doctrina está en que, la mayoría de las
actividades culturales no son, digamos, escribir manifiestos. La cultura genera valor. La cultura
genera poder militar. La cultura genera influencia política. Separar cultura de economía es
radicalmente falso.
En versión de derecha tenemos el mito del "imperio civilizador", donde una acción
indudablemente inmoral como lo es una conquista se justifica diciendo que es un medio necesario
para llevar una cultura superior a un pueblo bárbaro. Acá no existe el dogma ridículo de que todas
las culturas valen lo mismo, aunque el hecho de que la cultura superior tenga las mejores armas se
considera que es sólo una coincidencia. O bien se le da una explicación mítico-religiosa, como que
Dios le dio la pólvora a los que quería que ganaran.
La cultura no necesita imponerse por medio de la conquista: la cultura superior se impone sola.
Etiopia, que derrotó a todos los ejércitos europeos enviados contra ella, es hoy una nación
bastante parecida a todas las ex colonias europeas en África, para bien y para mal. Cuando los
romanos tomaron Grecia, adoptaron su cultura movidos por la admiración que esta le inspiraba. Y
esta ha sido la regla general cuando una cultura inferior se impone militarmente a otra superior.
Lo contrario es la excepción dentro de algo que ya de por sí es una excepción. El vandalismo de los
inferiores movido por la envidia existe, pero es un fenómeno histórico de poca importancia. Los
vándalos fueron inmortalizados en nuestro idioma por un solo acto particularmente despreciable,
pero lo cierto es que a ellos les debemos la conservación de entre un tercio y un quinto de los
clásicos latinos.
Existen, aunque cueste creerlo, apologistas de la guerra. Lo cuál suena como uno de esos ejercicios
de retórica en donde alguien se pone a defender lo indefendible por mero deporte, salvo porque
estos hablan completamente en serio. Nos dicen así:
"La preparación para la guerra sacó a las potencias europeas de la crisis de 1929".
Vale la pena dedicar unos pocos minutos a refutar estas zonceras que se oyen muy seguido acerca
de la guerra.
Finalmente, el reclutamiento masivo suele llevar a ignorar los roles sociales previos a la guerra y, al
terminar esta, eso va a llevar a muchos ex combatientes a reclamar reformas legales y cambios
sociales. Pero esas protestas van a ser manipuladas y transformadas en nuevas formas de
explotación, ampliando y legitimando algo nefasto que ya existía antes de la guerra, bajo un nuevo
barniz ideológico. Por ejemplo: el uso de mujeres como mano de obra barata en las fábricas era
tan antiguo como la industrialización misma. Esa práctica era unánimemente despreciada y
repudiada como inmoral desde todo el espectro político, desde el conservadurismo más puro al
socialismo más radical. En las guerras mundiales, muy especialmente la segunda, el empleo
masivo de las mujeres en la industria fue el único modo realista de enlistar ejércitos de millones de
hombres. Se difundió una amplia propaganda que mostraba a las obreras como el complemento
necesario de los soldados. Tras la guerra, el desprecio por el empleo de mujeres como mano de
obra barata y las propuestas de abolir el trabajo femenino junto con el trabajo infantil
desaparecen por completo del discurso político: el uso de mujeres como mano de obra barata
había pasado a ser una "liberación femenina" y, si te oponías a ello, eras un "machista" que
deseaba mantener a las mujeres en su "opresión tradicional".
Al mismo tiempo, en los 1950's el modelo de producción de la guerra industrial se atomiza y se
convierte en el nuevo modelo ideal de familia. El hombre debe dedicar todo su tiempo y todas sus
energías a la empresa para la que trabaja. El cuidado del hogar y la crianza de los hijos pasan a ser
tareas exclusivas de la mujer. Pero, como estas tareas son agobiantes para una sola persona, la
"mujer moderna" tiene un montón de maravillosos "electrodomésticos" producidos en serie para
que la ayuden. O sea: el trabajo asalariado de tiempo completo para una corporación impersonal
pasó a ser el nuevo frente de batalla y, el hogar, la nueva fábrica que abastece al frente de todo lo
necesario.
Por último, muchos supuestos progresos debidos a la guerra son simplemente una falacia de
confundir correlación con causalidad. Que un cambio haya ocurrido más o menos al mismo tiempo
que una guerra no quiere decir que haya ocurrido gracias a la guerra.
Los instrumentos que garantizan la paz en el mundo real son los tratados de paz y los estatutos de
las ligas.
Inutilidad de los tratados de paz. Un tratado de paz es en esencia un reconocimiento de que, dada
la situación presente, no tiene sentido luchar. El tratado no se funda en el derecho, sino en la
fuerza y no va a durar más de lo que dure el equilibrio de fuerzas que llevó a firmarlo en primer
momento. Si el vencedor se ha vuelto más poderoso desde el fin de la guerra, puede decidir
ampliar sus dominios mediante una nueva guerra seguida de la firma de un nuevo tratado de paz.
Como los continuos tratados de paz que se la pasa firmando y rompiendo Israel. Si, por el
contrario, es el derrotado el que ha mejorado su poder militar, puede intentar recuperar sus
territorios invadidos, como en la guerra de Malvinas de 1982. O bien el vencedor puede alarmarse
al ver que el vencido está mejorando sus fuerzas, razonando que muy probablemente intente
recuperar sus territorios invadidos y lance una "guerra paranoica" para impedirlo: como es el caso
de la actual guerra de Ucrania.
Los estatutos existen únicamente en el marco de la formación de una liga. Y conviene estudiarlos
en detalle, porque son el único medio en toda la Historia de la Humanidad que ha demostrado su
poder de impedir las guerras.
Una liga es una asociación voluntaria de estados con el propósito principal de la defensa. Los
estatutos de la liga establecen el grado de compromiso de cada miembro con la defensa común,
prohíben las guerras internas o, por lo menos, establecen la obligación de intentar un arbitraje
antes de declarar la guerra y con frecuencia establecen la forma de gobierno que deben tener
todos los integrantes. La liga tiene dos formas de imponer estas normas por la fuerza: la expulsión
o la amenaza de expulsión y la intervención militar para derrocar a un gobierno.
El éxito de las ligas para mantener la paz entre sus miembros ha llevado al proyecto pacifista de
crear una liga universal para mantener la paz entre todos los estados de la Tierra. La completa
inutilidad de estas ligas universales se debe a que (a) no tienen una verdadera razón de ser. El
mundo no tiene enemigos comunes y, por lo tanto, no hay una necesidad de una defensa
conjunta. (b) Los estatutos de una liga universal deben ser tan vagos, comprometer a sus
miembros a tan poca cosa, que todo el mundo los firma y sigue con su vida como si nada. Lo único
que tienen en común estas ligas universales con las ligas de verdad son sus defectos: la tendencia
a meterse en lo que no les importa, la corrupción estructural de su burocracia, el reclutamiento de
mercenarios, etcétera.
Las ligas tienden a transformarse en imperios. La potencia hegemónica se vuelve cada vez más
autoritaria y termina tratando a sus aliados como súbditos. La tendencia humana a la soberbia, a
que a los poderosos se le suban los humos a la cabeza, no es la única ni la principal razón de esto.
Más importante es que la liga invierte en proyectos que presuponen la permanencia de los aliados
en la liga. Una liga que no compromete más que a declararle la guerra juntos a cualquiera que
ataque a uno de sus miembros, por lo general puede ser abandonada pacíficamente sin mucha
resistencia. Pero cuando una liga tiene un ejército común, construye fortificaciones, comparte
inteligencia, hace obras públicas, el abandono de uno de sus miembros ya no es tan simple. Una
fortificación, por ejemplo, puede volverse totalmente inútil si las fronteras de la liga se modifican.
Si las ligas tienen a convertirse en imperios, las federaciones tienden al feudalismo. Un feudo se
forma cuando los lazos que unen a una federación se debilitan y no hay realmente un vínculo que
una a las poblaciones, sino una mera alianza entre burócratas extraordinariamente corruptos que
se forma al margen de toda institución legal.
Impedir que una provincia se transforme en un feudo es una cuestión de elecciones democráticas,
programas sociales y respeto a la autonomía territorial ...Las provincias no tienen que tener nada
de eso.
Las elecciones provinciales sirven para entronizar dinastías de reyezuelos que se suceden entre
parientes cercanos sin una verdadera oposición. Tendemos a asociar las lecciones con la
democracia, pero las elecciones se pueden pervertir y convertir en un instrumento en contra de la
democracia. Los programas sociales destinan enormes cantidades de fondos de la federación a
causas vagas, mal definidas y, por lo tanto, en las que es imposible verificar si los objetivos se han
cumplido. O sea: le giran dinero al gobierno provincial sin que este deba rendir cuentas de para
qué lo usó realmente. Y las fuerzas de defensa provinciales terminan convirtiéndose en ejércitos
privados.
Aunque todos los estados modernos se basan en mayor o menor medida en la república romana,
nadie ha imitado que yo tenga noticias una de sus mejores leyes: el poder ejecutivo de la república
estaba ejercido por dos cónsules, cuyo mandato duraba sólo un año. Cuando terminaba su
mandato, cada uno era nombrado gobernador de una de las 10 provincias en que se dividía la
península, cargo que ejercería por 10 años, también en colaboración con otro gobernador. Con esa
ley mataron de un solo tiro dos cánceres crónicos de toda república moderna: los gobernadores
provinciales y los ex presidentes.
Como el imperialismo y el feudalismo son dos males en cierto sentido opuestos, en distintos
momentos se deben defender políticas opuestas para evitarlos. Por ejemplo, en una liga nada
debe rechazarse de modo más enérgico que la creación de un ejército común. Pero, una vez que la
liga se ha transformado en una federación, los ejércitos particulares solo deben ser aceptados
como una medida desesperada. Esto, lamentablemente, es demasiado sutil para la mayoría.
IX) Condiciones que debe satisfacer la polemología para ser considerada una ciencia.
Las reflexiones que compartí en este ensayo y la inmensa mayoría de lo que se ha escrito sobre el
tema puede definirse como "polemática". Su estado es pre-científico. Varios autores se han
preguntado por eso si es posible una verdadera "polemología", una ciencia de la guerra. Dicha
disciplina debería adoptar una definición superficial y no controversial, menos filosófica, de lo que
es la guerra. Digamos: una guerra es una pelea en la que mueren más de 100 personas. A
continuación, debería hacer un registro minucioso y tan extenso como sea posible de todas las
peleas en las que hayan muerto más de 100 personas de las que haya registros históricos. Ese
registro debería ser objeto de varios análisis estadísticos. Finalmente, esas estadísticas se
correlacionarían con otras estadísticas sociológicas, buscando relaciones demasiado improbables
para ser casuales. Se formularían entonces varias hipótesis que explicasen esas correlaciones
postulando distintas relaciones causales. Cada una de estas hipótesis debería hacer al menos una
predicción contra-intuitiva, absurdamente improbable de acertar por casualidad. Y esa predicción
debería confirmarse o demostrarse falsa en la realidad. Solo conozco dos hipótesis que han
intentado esto: la de Malthus, que postula que la guerra es directamente proporcional a la
densidad poblacional. Y la de Spengler, que postula que es inversamente proporcional a la
industrialización. Estas dos hipótesis tienen la virtud de que sabemos sin lugar a dudas que son
falsas. (Lo digo sin ironía). Todo lo demás que se ha dicho sobre el tema, muy probablemente sea
también falso. Pero no hay modo de saberlo.
EPÍLOGO
A lo largo de este ensayo he evitado caer en toda forma de "pacifismo plañidero". Me he limitado
a hacer un análisis puramente racional del fenómeno "guerra", lo cual implica necesariamente
adoptar un tono frío, poco emocional. Quiero terminar por eso citando las palabras de Heródoto
de Halicarnaso: "En la paz, los hijos entierran a sus padres. En la guerra son los padres los que
entierran a sus hijos. Solamente un loco podría considerar que esta situación es preferible".
Las armas que nos dieron los dioses.
"Cada uno pelea con las armas que le dieron los dioses. A ti te dieron tu velocidad y tu fuerza. A mí
me dieron la astucia" – (Ulises a Aquiles), Homero –
La guerra es la continuación de la política por otros medios. Y deberíamos añadir: "...y viceversa".
La política es la manifestación, en todas las esferas de la vida social, de instituciones cuya función
primaria y más importante es la guerra. La guerra y la paz no son antagónicas, sino simbióticas. La
guerra se hace para defender algún interés económico, pero es la economía la que paga el costo
de la guerra. La guerra se hace para defender alguna religión y los sacerdotes dan ánimos a los
soldados diciéndoles que los dioses están de su lado. La tecnología civil encuentra su uso militar y
la tecnología desarrollada para la guerra encuentra su uso civil. El cohete y el misil se inventaron el
mismo día: un cohete y un misil son la misma cosa, apuntando hacia arriba o de costado. Hay una
dependencia recíproca entre el modo en que vive y en que pelea una sociedad. Ulises debe haber
sido un rey muy distinto que Aquiles, no solo en el campo de batalla. En la guerra, los cartuchos de
dinamita que se usaban para obras de ingeniería se convierten en granadas; los rieles de
ferrocarril viejos se usan para fabricar erizos checos; los fertilizantes, para fabricar bombas; se
instalan ametralladoras en las camionetas 4x4; las fábricas y monasterios se convierten en
fortalezas; los cazadores se convierten en francotiradores, las prostitutas en espías, los atletas en
mensajeros. Pero sería un error creer que esto se limita a los objetos materiales y los oficios
prácticos. En la guerra, cada bando usa todo lo que tiene a mano para buscar la victoria, y esto
incluye su organización social, su estilo de vida, su religión, su cultura popular, su ciencia, su arte.
El modo de luchar de una sociedad se funda en el modo en que funcionan allí las cosas. De ahí que
una estrategia militar efectiva solo puede ser imitada al 100% por otra sociedad donde las cosas
funcionen de modo similar. Una sociedad diferente puede estudiar sus estrategias y tomar de ellos
ideas útiles, pero no pueden imitarlos por completo. Viceversa, los cambios introducidos en la
organización de las milicias se convierten más temprano que tarde en cambios sociales. Las
personas que se han vuelto más importantes en el campo de batalla reclaman un status social más
importante en la paz, y hay un sentimiento generalizado de que ese reclamo es justo.
El "colapso de la edad del bronce", alrededor del año 1.200 a.C., es un hecho histórico mal
documentado y cuyas causas son objeto de interminables polémicas. Una causa que se menciona
sorprendentemente poco es la obsolescencia de la tecnología que le dio su nombre a ese período.
Probablemente razonando que las culturas más desarrolladas hubiesen adoptado fácilmente la
técnica superior del hierro, por lo que esto no puede haber sido un inconveniente mayor. Este
razonamiento presupone que un arma (por ejemplo: una espada) es sólo un objeto material y que,
por tanto, no puede haber mayor diferencia entre una espada de bronce y una de hierro que su
resistencia o su precio. Y que, si bien es indudable que una espada más resistente y más barata es
preferible a otra más débil y cara, esta ventaja no es tan importante como para explicar el colapso
de una civilización. Este presupuesto es falaz.
Las civilizaciones del bronce pueden parecernos, vistas desde la Modernidad, primitivas y llenas de
costumbres barbáricas, pero representaron un progreso sustancial respecto del neolítico que las
precedió y, más aún, fueron claramente superiores en muchos aspectos a las civilizaciones del
milenio que les siguió. El gobierno era racional. Las leyes hacían muy pocas diferencias entre
varones y mujeres. Había menos esclavos y los amos tenían menos derechos sobre sus esclavos
que en el mundo greco-romano. La educación de los niños estaba sistematizada y universalizada.
La guerra parece haber sido menos frecuente. La economía seguía siendo primariamente
agrícola-ganadera, como en el neolítico, pero mientras que cada aldea neolítica producía sus
propias herramientas y utensilios, en la edad de los metales esas tareas se especializaron. Hubo
poblaciones neolíticas que no producían sus propios alimentos: palacios reales, centros de
adoración religiosa, pueblos de constructores de tumbas. En la edad de los metales, esos poblados
empezaron a crecer con toda clase de gente que vivía de actividades económicas no vinculadas a
la producción de alimentos: Artesanos, alquimistas, médicos, escribas, prostitutas, comerciantes,
albañiles, carpinteros, trabajadores de los astilleros, estibadores, aguateros; y, desde luego, una
creciente población parasitaria de ladrones, mendigos, adivinos y charlatanes varios.
La guerra era considerada una profesión más y los soldados, como los obreros de cualquier otro
oficio, tenían un sindicato. Estas corporaciones sindicales formaban en cada ciudad una república
que se ocupaba de los asuntos comunes a todos. El jefe de la corporación sindical de los guerreros
era el príncipe de la ciudad, a veces de modo tácito, otras como una institución reconocida
oficialmente. Era un gobierno pragmático y laico. Los reyes-dioses de Egipto fueron la excepción y
no la regla general. Decir cuántos habitantes tenían estas ciudades comerciales de la edad de los
metales es totalmente arbitrario, pues todas tenían una población residente relativamente
modesta de algunos miles y una población migrante pendular que vivía mayormente en el campo,
pero hacía frecuentes viajes a la ciudad para comerciar, atender asuntos legales o religiosos o por
diversión. La "venta de dátiles con vino", alguna clase de golosina de feria, era una actividad
económica tan importante en Babilonia, que el código de Hammurabi le dedica 4 artículos. Se
suele decir que los esquimales tienen 90 palabras que significan "nieve". El lenguaje babilonio
tenía unas 20 que significaban "prostituta". Los artesanos empezaron a competir por ofrecer los
mejores productos al mejor precio. Esto llevo al desarrollo de una alquimia laica totalmente
racional y práctica. La forja de un cáliz ceremonial de bronce era tanto un ritual religioso como un
trabajo práctico, profundamente ritualizado y descripto en textos esotéricos de difícil lectura y
traducción. Los textos alquímicos que describen la fabricación de un vaso de porcelana, en
cambio, parecen recetas de cocina: mezcle esto con aquello, caliente a tal temperatura durante
tanto tiempo, etcétera. Esta competencia llevó a la experimentación científica. Básicamente los
alquimistas deben haber empezado a mezclar de todo en distintas proporciones y registrar de
modo prolijo los resultados. Descubrieron así que, si al cobre se le añadía una décima parte de
estaño, se obtenía una aleación considerablemente más resistente que el cobre puro. Este fue sin
dudas su descubrimiento más importante, pero también un gran problema práctico. El cobre es
muy abundante en las costas del Egeo, en donde surgió la civilización del cobre, pero el estaño no.
Los pocos yacimientos que hay en la región rápidamente no dieron abasto para cubrir una
demanda que había crecido exponencialmente. No sabemos cómo se enteraron de que en la costa
atlántica de la península Ibérica hay un yacimiento importante; pero establecieron rutas
comerciales y puertos para aprovisionarse de estaño allí.
Si en los próximos años se establece una importante actividad minera en la Luna, creo que ese
sería un símil aproximado a lo que debe haber sido para esos tipos irse a construir campamentos
mineros y comerciar a España. El bronce y el carro de combate, las dos grandes armas de esa
civilización, eran hijas del comercio y del desarrollo científico y tecnológico que el comercio
impulsó. Pero los alquimistas de la Edad del Bronce descubrieron que había un metal más duro
que su aleación favorita, pero muy escaso y difícil de trabajar. Caía en meteoritos o se lo
encontraba en pequeñas cantidades en las rocas. Su temperatura de fundición era mucho más alta
que la del cobre o el estaño. Lo trataron como un metal precioso: hicieron adornos y objetos de
lujo. Una espada de ese metal era algo que sólo se podía permitir un rey. Por lo tanto, no tenía un
verdadero uso práctico. Pero pueblos semi-nómadas que tenían una relación difícil con las grandes
ciudades comerciales y, con frecuencia, por sus enemistades con estas no podían conseguir el
preciado bronce, se dieron cuenta de que ese metal precioso en realidad era bastante común. El
problema era alcanzar la temperatura necesaria para sacarlo de las rocas. El desarrollo de mejores
hornos y accesorios para aumentar la eficiencia de los hornos, como los fuelles, fue sin dudas un
desafío técnico importante; pero fue algo de una sola vez: superada la prueba, se obtuvo una
provisión virtualmente inagotable del metal a bajo costo.
Supongamos por hipótesis que un arma de hierro no es superior a una de bronce. El hierro es más
fácil de producir, más abundante, más barato y está más homogéneamente distribuido por el
mundo. Los metales que componen el bronce requerían de una complicada estructura comercial,
el hierro está tirado por el suelo (en algunas regiones, literalmente). Forjar la aleación requería de
un experto altamente calificado, la forja del hierro era un oficio mucho más simple. Las armas de
hierro podían forjarse en cualquier lugar, incluyendo ejércitos en campaña y, a veces, hasta a
bordo de barcos piratas.
No es que, por una lamentable casualidad, una civilización inferior haya tenido mejores armas en
sus manos que otra superior. Es que los ejércitos de hierro usaban las armas que mejor se
correspondían con su estilo de vida. Pastores de bueyes semi-nómadas antes que agricultores.
Piratas antes que comerciantes. Gente que, muy lejos de considerar los oficios manuales algo
sagrado, los despreciaban como propios de esclavos. La Ilíada, aunque es un relato poético muy
estilizado, es un buen testimonio de estas dos culturas: Los troyanos luchan para defender sus
tierras; los aqueos, por el botín y la fama. Las mujeres troyanas son dignas e influyentes en su
sociedad; los aqueos ven a las mujeres sólo como botín de guerra: un objeto con un valor
intermedio, mayor al de un caldero de bronce, pero inferior al de una armadura. Príamo es justo y
sabio. Agamenón es un caudillo carismático y autoritario, que termina provocando la deserción de
su mejor hombre.
Desde el imperio asirio hasta los totalitarismos de los siglos XX y XXI, el modo de contrapesar su
mala infantería de los regímenes despóticos ha sido el mismo: el carro de combate. Un analista
militar contemporáneo llamó a los ejércitos armados y entrenados por las URSS "ejércitos
pesados", por su desmesurada cantidad de blindados y artillería. Este es el caso incluso de Cuba,
donde la utilidad de las divisiones blindadas para defender una isla es más que dudosa (como
comparación: Taiwán sólo tiene vehículos blindados con neumáticos, armas ligeras y un cañón de
20mm como arma principal, diseñados para servir como apoyo y complemento de la infantería).
La principal función de esos ejércitos pesados es la represión, no la defensa. Los Blindados son
ideales para esa tarea, porque solo pueden ser enfrentados con armas profesionales: los cócteles
Molotov o cualquier otra cosa que pueda inventar un grupo de insurgentes, sin experiencia militar
y que han sido cuidadosamente desarmados, son casi totalmente inútiles contra ellos. Ahora bien;
como, mal que les pese, los ejércitos de los totalitarismos deben hacer la guerra contra los
enemigos externos, han desarrollado para esto dos estrategias básicas: la guerra subversiva y el
ataque profundo.
El ataque profundo consiste en extender la línea del frente todo lo posible: usando para esto una
infantería muy mala, pero muy numerosa, la cual, si debe pelear contra fuerzas bien entrenadas y
armadas, morirán como moscas; pero esto le es indiferente a los jerarcas del régimen. Obligado el
enemigo a extender su línea del frente todo lo posible, se lanzará un ataque por un único punto,
con las mejores divisiones blindadas y las fuerzas de infantería de élite, rompiendo la línea del
frente y obligando al enemigo a retirarse. En la batalla del embalse Chosin, durante la Guerra de
Corea, los chinos, que ganaron, tuvieron entre 60 y 70.000 bajas; los norteamericanos, derrotados,
alrededor de 6.000. Y esa batalla ha sido tema de una película de propaganda filmada por el
régimen comunista chino. En una democracia, un gobierno que perdiese un Vietnam en 5 días
debería renunciar o sería derrocado por una rebelión masiva. El ataque profundo es una estrategia
diseñada y ejecutada por gente a la que la vida de sus esclavos le importa un bledo. Ahora bien;
obviamente hay factores tecnológicos, económicos e históricos por los que esa estrategia se
desarrolló en el siglo XX; pero es interesante observar que, cuando leemos descripciones realistas
(no poéticas) de batallas, escritas en el imperio asirio o en el Egipto faraónico, el cuadro general se
parece muchísimo al ataque profundo de los totalitarismos contemporáneos. Largas filas de
infantería muy mala, detrás de las cuales salen los carros tirados por caballos a hostigar a las filas
enemigas (por lo general igual de malas) y tratar de flanquearlas para atacarlas por detrás. Si
fracasan, vuelven al galope a refugiarse detrás de sus propias filas.
La aviación tuvo su breve período heroico durante la guerra Ítalo-Turca y la Primera Guerra
Mundial. Los totalitarismos alemán y ruso disciplinaron a la aviación, convirtiéndola en enormes
escuadras de bombarderos. Los aliados copian sus estrategias sin añadir nada original. La única
diferencia importante es que los bombardeos a ciudades son extremadamente impopulares en los
países democráticos. Con el perfeccionamiento de las comunicaciones radiales, el avión encuentra
su uso más efectivo de parte de los norteamericanos: En vez de tirar de modo barbárico e
ineficiente toneladas de bombas sobre una ciudad enemiga, con la esperanza de que alguna
bomba le pegue de casualidad a un objetivo valioso, la infantería señala el blanco con bengalas o
cualquier otro método y se lanza un bombardeo "quirúrgico" contra el blanco. El Barón Manfred
von Richthofen se revolcaría en su tumba si le explicasen esa táctica: "¿La aviación recibiendo
órdenes de los campesinos de la infantería? ¡A donde iremos a parar!".
Durante los ataques aéreos no-quirúrgicos de la Segunda Guerra Mundial se buscó un objetivo que
fuese lo suficientemente grande como para poder pegarle con un arma terriblemente imprecisa
como era la bomba de gravedad y lo suficientemente vulnerable como para poder atacarlo con
muy pocas pérdidas. Los blancos principales fueron por ello los barrios obreros. ¿Por qué? Porque
se necesita una cierta cantidad de horas-hombre para fabricar un tanque o un acorazado. Por lo
tanto, matar a cierta cantidad x de obreros es lo mismo que hundir un acorazado. En esta
estrategia, la población está vista como un recurso económico más: Esa visión es totalitaria en su
núcleo.
Ahora bien; dado que la propaganda busca que alguien haga algo que no le conviene, y dado que
deseamos que nuestros enemigos hagan cosas que no les convienen, la propaganda se puede
convertir en un arma muy efectiva. Esta arma sólo puede ser usada por un régimen totalitario, no
porque los generales de los ejércitos democráticos sean moralmente superiores, sino porque no se
les ocurre. Es una idea demasiado extraña para su forma de pensar y su forma de funcionar como
sociedad. Desde luego, intentar persuadir a los soldados enemigos de abandonar la lucha es algo
tan antiguo como la guerra misma. Se envían misioneros a convertirlos a la propia religión. Se
argumenta que su causa es injusta. Se les dice que sus líderes son corruptos o incompetentes o
que, si se rinden, serán bien tratados como prisioneros. Estas declaraciones a veces son verdad y
otras veces no. Pero todas estas acciones tienen un elemento en común: buscan convertir al
enemigo en "uno de los nuestros" o, por lo menos, en alguien neutral. La propaganda subversiva,
en cambio, es un elemento destructivo que se introduce en el país enemigo y que no tiene
ninguna otra finalidad que causar destrucción. Los agentes de subversión suelen compararse a sí
mismos a "misioneros" y predicadores religiosos. Esto es una vulgar y completa mentira. El
misionero religioso busca convertir a un forastero a la misma fe que él profesa y que en su país de
origen es la religión oficial. Cuando hace un converso, lo suma a su congregación. El agente de
subversión predica una doctrina en la que él no cree y que en el país que lo envió está
severamente prohibida. Cuando recluta a un "tonto útil", apunta su nombre en una libreta para
fusilarlo cuando ya no sea más útil y sea sólo un tonto. Esta no es una diferencia menor o de
detalle, sino una diferencia esencial y radical entre ambas clases de predicadores.
Los agentes de subversión tienen especial interés en destruir la religión y la familia como fin,
porque estas son las grandes reservas de la tradición y los valores morales, y en controlar la
educación y las artes populares (es decir: en controlar el pensamiento y la imaginación) como
medio.
Usando esos medios, por un lado, hacen una tarea estrictamente profiláctica, que es impedir que
los jóvenes a su cargo aprendan nada valioso o útil. Por otro, buscan formarlos en una
personalidad y una visión de la vida que les impida adoptar ninguna idea valiosa con la que se
topen por casualidad. Por eso todo lo que les enseñen tendrá en común tres elementos:
relativismo, cinismo y pesimismo. O, dicho en otras palabras: Nada es verdadero, nada es valioso y
nada es bueno.
Ahora bien; el cinismo y el pesimismo nacidos de la muerte de las ilusiones de la juventud, propios
más o menos de cada adulto en este planeta, son algo esencial y radicalmente distintos del
cinismo y el pesimismo indoctrinados como valores a los jóvenes por una figura de autoridad. El
joven que no ha recibido una verdadera educación, sino que ha sido adoctrinado por agentes de
subversión, adopta los lemas: "Nada es verdadero, nada es valioso y nada es bueno", como el
joven que ha sido educado en los valores cristianos adopta los lemas: "Fe, esperanza y caridad".
La paradoja del cinismo como moral es que el joven adoctrinado considera que la proposición
"Todo es igual, nada es mejor" es mejor y moralmente superior a la proposición: "Algo es mejor y
algo es peor, no todo da lo mismo". El cínico desengañado de la vida a lo sumo sonreirá con una
ironía melancólica ante esa declaración que considera falsa, considerándola una ilusión ingenua
propia de la juventud. El cínico adoctrinado, en cambio, la considerará OFENSIVA. Porque esa
afirmación niega sus "valores" del 'todo es igual, nada es mejor'.
Esas personas tendrán vidas amargas, tristes y, muy probablemente, breves. Son incapaces de
crear y de apreciar nada bueno. Existen únicamente como instrumentos de destrucción. Cuando el
"nuevo régimen" finalmente arribe, no habrá ningún lugar para ellos en él. No sirven para nada y
son peligrosos. El nuevo régimen lo sabe y, por eso, una de las primeras cosas que hará será
matarlos a todos.
Ahora bien; así como la OTAN estudió la estrategia del ataque profundo y la adaptó libremente en
su doctrina del ataque aeroterrestre, las democracias occidentales estudiaron la guerra subversiva
y crearon su propia versión de la misma: el "poder blando". Los términos "guerra subversiva" y
"poder blando" se suelen usar erróneamente como si fuesen sinónimos, incluso en escritos
técnicos que deberían ser más cuidadosos con su terminología. El poder blando es en realidad lo
opuesto de la guerra subversiva. El poder blando consiste en mostrarle a tus enemigos y a los
neutrales cómo acostumbran vivir y gobernarse en tu país, con el propósito de convencerlos de
adoptar tu estilo de vida y tu forma de gobierno. Una vez que han adoptado un estilo de vida
similar e instituciones políticas análogas a las tuyas, será fácil convencerlos de que se sumen a una
liga. Liga que, por supuesto, te tendrá como hegemón. Es una forma distinta de expansión, basada
en la seducción más que no en la conquista. El poder blando tampoco es algo nuevo: Atenas,
Roma, España, Inglaterra; basaron sus imperios tanto en la seducción como en las armas. Baste
recordar que, en la Guerra del Peloponeso, Atenas no fue salvada de la destrucción por sus
generales, sino por Eurípides. Pero fue recién Estados Unidos quien hizo del poder de la seducción
una estrategia rigurosa y sistemática, a la que se destinó un presupuesto y una atención
considerables.
El cine fue el principal instrumento del poder blando porque es el arte que mejor sirve para
reflejar el estilo de vida de una sociedad. Podría citar innumerables ejemplos de la influencia del
cine en el pensamiento y, por extensión, en la política; pero me voy a limitar a los tres que me
parecen más evidentes:
Numerosos países le reconocen a una persona detenida el derecho a hacer una llamada telefónica.
Ahora bien; el "derecho a hacer una llamada" es algo que se sacaron los guionistas de Hollywood
del sombrero y no era un derecho reconocido en los Estados Unidos, en contra de lo que cree
mucha gente por influencia del cine. Estados Unidos es sólo uno más de los países que, por
influencia del cine, terminaron reconociendo ese derecho.
A mediados de la primera década de este siglo, el gobierno de Turquía empezó a difundir la idea
de que Chipre y otras islas griegas le pertenecían por razones históricas y debían entregárselas.
Como respuesta, el gobierno griego construyó un monumento al rey espartano Leónidas, con la
inscripción en su base: "Vengan a buscarlas". Ahora bien; esa inscripción es históricamente
inadecuada. Aunque esa frase sí la dijo alguien en la batalla de las Termópilas (o al menos
Heródoto dice que la dijo alguien), ese alguien no fue Leónidas. La inscripción está basada en la
versión de los hechos del film "300", de Zack Snyder.
Ahora bien; el cine, la música, las historietas; pueden tener un enorme poder de seducción y servir
como instrumentos indirectos de influencia política. Pero hay un límite esencial por el cual sólo
unos pocos países pueden explotar el "poder blando": tu cultura, tus costumbres, tu estilo de vida,
tienen que ser seductores. Que tu cine o tu música muestren una versión idealizada y embellecida,
"de vidriera", de tu verdadero estilo de vida; es algo que todo el mundo va a saber y aceptar. Pero
no podés inventar de la nada un país de las maravillas que no tenga ningún contacto con la
realidad. La Norteamérica decadente sigue teniendo un cine tan visto internacionalmente como
hace décadas, pero ese cine no sólo ya no es un instrumento de influencia política, sino que el
desprecio que inspiran las películas de Hollywood se traduce de modo automático en un desprecio
por toda su nación de origen. El poder blando muta entonces en guerra subversiva de modo
gradual y por una especie de proceso darwinista, debido a que siempre existió una zona gris entre
ambas estrategias y algunas cosas lo mismo pueden calificarse de "poder blando" que de "guerra
subversiva".
En su cumbre de 2022, al OTAN anunció que uno de sus objetivos para la próxima década será la
instrumentación de la guerra subversiva contra la Federación Rusa, con el eufemismo de
"descolonización de Rusia". Así como el KGB tomó los ideales americanos de libertad e igualdad,
los desnaturalizó de su verdadero significado y los convirtió en instrumentos para la destrucción
de Estados Unidos y sus aliados; inventado el pacifismo, el feminismo, el ecologismo, el
movimiento gay, el aborigenismo y el supremacismo negro; la OTAN piensa hoy tomar lo mejor
que tienen los rusos, su patriotismo, y convertirlo en un arma para la destrucción de Rusia;
fomentando toda clase de movimientos separatistas, sean étnicos, religiosos o regionales. El
discurso básico de la propaganda subversiva; que, desde luego, se personalizará para adaptarlo a
cada caso particular; será: "El patriotismo es una gran virtud y está muy bien luchar por la libertad
de tu patria... Pero tu patria no es Rusia. Vos no sos ruso. Vos estás oprimido y colonizado por
Rusia". Estos movimientos separatistas organizados y creados desde el extranjero por agentes
enemigos crearán "naciones" disfuncionales; inviables política, geográfica y económicamente; que
fracasarán de modo espectacular. Y SE ESPERA que fracasen. El objetivo no es convertir a una
nación enemiga en veinte. El objetivo es que Rusia se hunda en la anarquía para poder hacer
negocios cómodamente con los cien o doscientos "señores de la guerra" que se repartan el poder
tras el colapso del estado.
No hace falta aclarar que, si la OTAN está recurriendo hoy a las estrategias propias de un
totalitarismo, es porque se está convirtiendo en un totalitarismo.
Los descentralistas nos dicen que, en un estado pequeño, la democracia es realmente un gobierno
del pueblo, porque cada voto cuenta. Y, si un estado pequeño NO es democrático, sus habitantes
pueden "votar con los pies" y emigrar. Un estado pequeño elimina las dos semillas del
totalitarismo estatal: el ejército profesional y la burocracia. Nos dicen que una liga de pequeños
estados es a la vez más eficiente para la defensa y menos propensa a las aventuras imperialistas
que un solo estado grande. Que las guerras entre estados pequeños son infrecuentes, breves y
poco sangrientas. Y señalan que las dos peores guerras de las que hay registros históricos fueron
provocadas por el nacionalismo de estados colosales.
Si confrontamos estas afirmaciones con la realidad, veremos que prácticamente todas son falsas.
Es doblemente falso que "las dos peores guerras de la Historia" hayan sido causadas por el
nacionalismo. Es falso que las Guerras Mundiales hayan sido "las dos peores guerras en la
Historia". En las Guerras del Opio y en la Guerra Civil Rusa murió indudablemente más gente que
en la PGM. En la Guerra Civil China murió probablemente más gente que en la SGM, aunque por la
censura del régimen no podemos saber esto con certeza. 3 de los 5 conflictos más sangrientos de
la Historia enfrentaron a compatriotas. Y es falso que las otras dos hayan sido provocadas por el
nacionalismo: La PGM fue una guerra entre imperios coloniales por mantener el control de sus
colonias y sus rutas comerciales, mientras que la SGM enfrentó principalmente a un partido
pan-europeo con un partico cosmopolita. Ambos compartían la creencia de que el partido estaba
por encima del estado. Uno subordinaba la nacionalidad a la raza y, el otro, veía a los nacionalistas
como "tontos útiles". Además, la Guerra del Pacífico entre los nacionalistas japoneses y
americanos fue tan sangrienta como puede serlo una guerra; pero terminó en la firma de un
armisticio y esas naciones han vivido en paz por casi 80 años desde entonces. Porque la existencia
de una nación no representa, en sí misma, una amenaza para otra nación. Los cosmopolitismos, en
cambio, son como los inmortales: "Solo puede haber uno".
Las guerras entre estados pequeños son breves y poco sangrientas en términos absolutos. Porque
una guerra entre estados de diez mil habitantes no puede dejar un millón de muertos. Pero no lo
son en relación a su escala. La campaña ateniense contra Siracusa tuvo un saldo de muertos que,
en números absolutos, fue una semana normal de la PGM. Pero para Atenas representó una
reducción tan importante de su población masculina, que la ciudad se vio forzada a legalizar la
bigamia. Lo mismo con respecto al tamaño de sus milicias: Históricamente, cuanto más pequeño
es un estado, más grandes necesitan ser en proporción los integrantes de sus fuerzas para
compensar la debilidad de su tamaño (ni siquiera el Vaticano es una excepción a esta regla: la
Guardia Suiza, de 114 miembros, representa el 16% de la población del estado. En Argentina, eso
equivaldría a unas fuerzas armadas de más de 6.500.000 hombres), llegando algunos incluso a
tener que reclutar mujeres: como los lesbianos en la antigüedad o Israel hoy.
La idea de que, en un estado autoritario pequeño, la gente puede "votar con los pies" e irse a vivir
a otro democrático, presupone que, en los estados autoritarios grandes, es la distancia a la que
está la frontera la que le impide a la gente huir. Lo cual es claramente falso. Son las fronteras
amuralladas, la policía secreta y el uso de los parientes y amigos como rehenes los que retienen a
las personas en países gobernados por regímenes despóticos. Y estos cuentan además con los
aliados de facto de los países más libres y, por eso mismo, más prósperos: quienes no tienen
ninguna gana de que toda la población de un país de mierda sea vertida dentro de su territorio.
Las políticas anti-inmigración de los países libres y prósperos se convierten, de facto, en aliadas de
las políticas anti-emigración de las dictaduras. Ninguno de estos fenómenos se ve afectado por el
tamaño de los estados.
Por último, aceptemos por hipótesis que el ejército profesional y la burocracia son las semillas del
totalitarismo: ¿Es la descentralización un remedio que impide el crecimiento de esa semilla? Los
grandes estados se forman para ocuparse de grandes problemas: La defensa de grandes zonas
geográficas, el comercio internacional, etcétera. Ahora bien; el estado puede ser pequeño, pero
esos grandes problemas no van a dejar de existir. Como esos problemas afectarían a un conjunto
numeroso de estados y como ninguno de estos tendría los recursos para solucionarlo por su
cuenta, tendrían que formar ligas para ocuparse de toda clase de asuntos: la defensa, el comercio,
la investigación tecno-científica, el cuidado del medio ambiente, etcétera. Pero esto no elimina los
ejércitos profesionales ni la burocracia, sólo deja esos problemas comunes en manos de la que
históricamente es y ha sido siempre la más corrupta e ineficiente de todas las instituciones: la
burocracia de las ligas.
La burocracia de una liga se diferencia de la burocracia de un estado nacional en que las leyes que
la rigen son, o bien inexistentes, o bien confusas y de aplicación prácticamente nula. El funcionario
jerárquico de una liga sabe que no responde ante NADIE. Maneja enormes cantidades de recursos
económicos y de todo tipo, muchas veces en secreto y con prácticamente ningún control que mire
que está haciendo realmente con esos recursos. El resultado predecible son niveles de corrupción
dantescos. Y eso es lo que observamos en toda burocracia de una liga pasada o presente. Ahora
bien; si un estado de 100M de habitantes se atomizara en 100 estados de 1M, TODO allí estaría
controlado por instituciones como la WTO: no solo la defensa y el comercio, sino el agua corriente,
la electricidad, la salud pública, el transporte, la educación, los alimentos,... Quien quiera saber
cómo se vería eso: dele un vistazo a cualquier país bajo una ocupación militar.
El descentralismo no sólo es una pésima idea en sí, sino que va en la dirección opuesta a lo que
realmente necesitamos.
El gran problema del mundo de hoy es que sólo existe un partido político global y este es
oligárquico: mientras que los dirigentes políticos populares y/o democráticos tienen ambiciones
modestas a escala nacional. Lo que necesitamos, hoy, no es repudiar el nacionalismo basándonos
en la falacia: grande = malo; sino, por el contrario, formar un partido democrático internacional
que sirva de contrapeso al globalismo.
El conflicto se apaciguó bastante con la institución de los tribunos de la plebe. Los tribunos eran
representantes electos democráticamente por los plebeyos, cuyo número varió con el tiempo, que
tenían voz, pero no voto, en el senado. Más importante, tenían el poder de vetar toda ley que
considerasen que perjudicaba a los plebeyos.
Los tribunos de la plebe llegaron a ser tan influyentes, que muchos patricios abandonaban sus
clanes para poder candidatearse como tribunos: Buena parte de los tribunos de la plebe
terminaron siendo, de hecho, patricios. Los plebeyos preferían esos representantes a elegir a uno
de los suyos porque estos desagradaban al senado con sus modales rústicos y su actitud hostil: con
un miembro de su misma clase, en cambio, se entendían mejor y este podía defender de modo
más eficiente su causa sin hacerse odiar por todo el mundo.
Los cronistas romanos nos pintan esta institución como un triunfo de la moderación y la concordia
por sobre dos posturas extremas: cada una de las cuales hubiese destruido a la ciudad por sí sola.
"La virtud está en el medio".
Pero claramente eso no fue lo que ocurrió en la realidad. La institución de los tribunos de la plebe
no fue otra cosa que el proyecto democrático cuya revolución fue apaciguada con éxito con una
mezcla de fuerza y persuasión, reciclado e incorporado como una institución de la república. Se
convirtió al régimen fallido en una válvula de escape: que liberaba las tensiones acumuladas e
impedía que esa sociedad explotase. En otras palabras: la república romana TUVO QUE CAMBIAR
PARA NO CAMBIAR. Necesitó incorporar elementos democráticos para conservar su esencia
oligárquica.
Y yo creo que en occidente en el siglo XXI estamos viendo el surgimiento de un nuevo tribunado
de la plebe. El discurso anti-corporativo y anti-globalización de los 90's pasó de moda, las
manifestaciones masivas contra el G8, la WTO o el Club Bilderberg desaparecieron o fueron
cooptadas por la izquierda (es decir: Por la corporación más brutal de la Historia), produciendo
absurdos como Hugo Chaves dando un discurso en una manifestación de protesta contra sí mismo
en la cumbre de las américas del 2005. La mayoría se resignó a vivir en una sociedad donde la
democracia es sólo una palabra usada retóricamente en los discursos: algo en esencia no muy
distinto a una "democracia popular", salvo por una cuestión de grados. El pueblo comparte hoy en
buena medida la visión de los oligarcas de que "es extremadamente peligroso para nuestra
democracia" que el pueblo tenga poder. Cree mucho más en el discurso "woke" difundido por las
corporaciones de lo que cree que cree. O simplemente ha perdido la capacidad de imaginar que es
posible vivir de otro modo distinto y mejor. Su objetivo, por eso, ya no es más eliminar a los
oligarcas, sino tener oligarcas que los representen. De aquí proceden fenómenos como la ridícula
sobrevaloración de hechos como la compra de Twitter, una empresa vinculada al PCC, por parte
del CEO de otra empresa vinculada al PCC. O la aparición de movimientos políticos como QAnon,
que, al estilo de ideologías totalitarias como el fascismo o la izquierda, reducen infantilmente la
política a sólo tres actores: una Doncella Cautiva, un Dragón Malvado y un Caballero Blanco de
Radiante Armadura. Sólo que, de modo patológico, no se identifican con el caballero de radiante
armadura, sino con la damisela en peligro que espera ser rescatada (supongo que décadas de
propaganda identificando toda forma de virilidad con una "masculinidad tóxica" han rendido sus
frutos). Hay hasta algo anormal en la admiración que despierta Elon Musk en la masa, incluso sin
tener en cuenta hechos que la mayoría no sabe (como que Tesla usa mano de obra esclava en
China). Entre los 60's y los 80's todo niño quería ser astronauta: No director de la NASA.
En el estupendo documental "Los superhéroes y el síndrome del niño eterno", del canal "La
máquina de Tesla", señalan que la principal diferencia entre un héroe y un superhéroe es que el
primero no tiene una identidad secreta, no usa una máscara. Aquiles es Aquiles, San Jorge es San
Jorge. El superhéroe, en cambio, vive una vida mediocre y hasta despreciable, exceptuando su
faceta de justiciero enmascarado: que puede abandonar en cualquier momento sin sufrir ninguna
consecuencia. Bruce Wayne y Tony Stark son hombres infantiles incapaces de ninguna forma de
compromiso: los dos son mujeriegos a la vez que aman de modo platónico a una figura femenina
maternal con la que se comportan de modo tímido y torpe. Diego de la Vega es un hombre infantil
y afeminado que le teme a las espadas y nunca porta una: Simbolismo freudiano evidente. Desde
luego, en la ficción esto es solo un disfraz que oculta su verdadera identidad heroica; pero el tipo
humano que reflejan esos personajes de ficción es exactamente lo opuesto.
Muchos fans de Elon Musk señalan que este se parece a Ironman (queriendo decir que se parece a
Tony Stark, que no es lo mismo), parecido que el propio CEO de Space X se ocupa de fomentar.
Viceversa, el actor Robert Dawney Jr, quien interpretaba al superhéroe, dice que vio horas de
filmaciones de Elon Musk para componer el personaje.
El espectro político occidental hoy está polarizado en dos grandes facciones, detrás de las cuales
nos encontramos el mismo tipo humano, o con dos tipos humanos muy parecidos, que comparten
un elemento común: el rechazo de toda responsabilidad personal.
Por un lado, tenemos las ideologías identitarias de toda clase, para quienes la responsabilidad
individual, los derechos individuales, la libertad y la justicia son "supremacismo blanco",
"colonialismo cultural", "imposiciones patriarcales" o algo por el estilo. Perpetuamente culpando a
otros por sus propias miserias, fracasos y falencias y reclamando un status de víctimas imaginarias.
Negando la identidad personal, el sujeto se disuelve en un colectivo anónimo donde nada importa,
donde ninguna acción tiene consecuencias y donde, por lo tanto, todo tabú es abolido: desde la
responsabilidad moral a la lógica, pasando por la obscenidad. Aldous Huxley estudió
cuidadosamente este fenómeno, al que llamó "La borrachera de la horda", señalando que sus
efectos sobre la mente son muy parecidos a los que provocan sustancias químicas como el alcohol
etílico.
Por el otro, tenemos a las damiselas en peligro como QAnon, esperando de modo totalmente
pasivo a que algún polítco-superhéroe venga a rescatarlos. Niños eternos buscando unas figuras
paternas y maternas sustitutas, en vez de asumir sus roles como hombres y mujeres adultos.
Y quizás un moderno tribunado de la plebe sea hoy todo lo que de modo realista se puede
esperar, y hasta puedo convenir en que eso es mejor que nada. Pero no esperen que salga a
brindar y tirar fuegos artificiales por eso.
La ciencia-ficción, en donde las inteligencias artificiales son un tema recurrente, ha generado una
falsa confianza en nuestro conocimiento acerca de cómo será una auténtica IA. Acompañada de la
ilusión de que sabremos cómo controlar a una IA para que no ocurran las cosas que ocurren en
esas historias de ciencia-ficción. Lo cual es como creer que se entiende la ingeniería de un
submarino real porque se ha leído "20.000 leguas de viaje submarino". Nos encontramos en
sesudos ensayos filosóficos cosas como las tres leyes de la robótica, de Asimov, que no son otra
cosa que cuentos de ciencia-ficción.
Desde luego, esas ficciones pueden ser inspiradoras, o pueden hacer preguntas interesantes
acerca de las implicaciones de todo tipo de una nueva tecnología. El peligro es confundir las
preguntas con respuestas y confundir las fábulas con realidades. No sabemos qué consecuencias
tendrán las IA en el mundo real: Y muchas de esas consecuencias no serán obvias ni siquiera
cuando las IA sean una realidad (desde el descubrimiento de la radioactividad, al descubrimiento
de que la exposición a materiales altamente radioactivos causaba cáncer, pasó casi medio siglo).
La creencia de que entendemos acerca de una tecnología que todavía no ha sido desarrollada, es
una peligrosa ilusión de conocimiento.
Ver películas de ciencia ficción viejas me resulta más estimulante, filosóficamente, que ver las
últimas obras del género. La razón es que estas últimas pueden plantear temas más o menos
interesantes. Aquellas, en cambio, viviendo yo en su "futuro" puedo juzgar que tan atinadas
estuvieron o no sus predicciones. Mucho se ha hablado de autores de ciencia ficción que hicieron
predicciones asombrosas, ficciones que en su tiempo fueron rechazadas o que pasaron sin pena ni
gloria, como "París en el siglo XX", "Lo que vendrá" o "En el año 4338" fueron convertidas en
clásicos del género por sus aciertos notorios, aunque no impresionaron a sus contemporáneos con
su pobre valor literario. Pero me quiero centrar en los dos fallos más notables de la ciencia ficción
clásica. Fueron ciegos para ver las computadoras y para predecir la importancia del plástico y de
otros productos sintéticos. La computadora aparece a lo sumo como el "cerebro" del robot, que es
lo que se considera importante. Y el plástico brilla por su ausencia, aunque el caucho sintético se
inventó en 1878 y la novocaína se empezó a comercializar en 1905, los escritores de ciencia ficción
no se percataron de la importancia de los productos sintéticos.
Respecto de las IA no existe ese mismo tipo de ceguera, sino una ceguera análoga a no ver la
computadora más que como un "cerebro robótico". Los dilemas éticos que plantea una máquina
consciente de sí misma resultan muy atractivos para un escritor de ciencia ficción, además de que
son una buena excusa para hablar de modo indirecto de problemas sociales de nuestro tiempo o
del pasado. Pero nadie está viendo más allá de alegorías sociales y del dilema ético de la máquina
que cobra consciencia de sí. Y donde yo creo que está el verdadero problema de las IA y su
verdadero peligro es precisamente en la situación inversa: que muy probablemente la IA nunca
cobre consciencia de sí misma.
Hay varias razones por las que los autores de ficción tienden a tomar partido por los replicantes.
Una es que, si la ficción es una alegoría de problemas sociales humanos, los humanos son la casta
privilegiada y los replicantes, los esclavos. El problema es que todas estas ficciones alegóricas
crearon una predisposición pro-replicantes que se va a conservar cuando el problema sea literal y
no alegórico. En algunos años, quienes defendamos la doctrina de que los replicantes son solo
herramientas, que no deben tener derecho a nada ni reconocimiento social alguno como
individuos, seremos equiparados a ideologías odiosas del pasado. La gente recordará estas
ficciones de ciencia ficción y nos identificará con los villanos de la fábula. Otra es que el público
está ya de por sí predispuesto a suspender su incredulidad ante una ficción. Los personajes
humanos de una ficción, al igual que los replicantes, son una simulación de sentimientos y
pensamientos. Esto minimiza la diferencia entre unos y otros. Tomemos por ejemplo el film "Her".
Algo que a mí me pareció un asunto central fue: ¿Tiene Samanta una consciencia? Y el film no toca
este tema ni siquiera de pasada. Cómo si no fuese un asunto.
Imaginar a las IA como nuestras iguales es algo atractivo, o incluso necesario, para la ficción; pero
que no tiene una razón de ser en el mundo real. Por el mismo motivo, los robots de la ciencia
ficción son en general mucho más humanoides y antropomorfos que los del mundo real. Creamos
nuestras herramientas adecuadas a nuestra anatomía; pero el fabricante de robots no tiene esa
limitación: puede adaptar el robot a la herramienta o la herramienta al robot, según convenga al
caso. Así, un robot cuya función es poner el techo de un automóvil en una línea de montaje no
necesita tener forma humana, y en cambio apenas recuerda vagamente a un brazo gigante.
Durante la mayor parte de la Historia de la Humanidad hubo en todas las sociedades dos clases de
seres humanos y, en consecuencia, dos formas distintas de hablar. Algunos seres humanos se
consideraban "fines en sí mismos", usando la terminología ética kantiana, mientras que otros eran
sólo cosas que estaban para ser usadas. Aristóteles compara un esclavo a una estatua o al trípode
mágico que tenía el dios Hefestos, que seguía caminando a su amo. La misma palabra "robot"
significa "esclavo". Había, en consecuencia, dos formas de hablar: Una para hablar con un hombre
que era un fin en sí mismo, y otra para hablar con una cosa que estaba ahí para ser usada. Con la
amplia aceptación de la ética cristiano-humanista que, con un fundamento religioso o no,
establece la igualdad esencial de todos los seres humanos, esos dos modos distintos de hablar
desaparecieron.
Instrumentos como los "asistentes virtuales" han reintroducido esa dualidad en el lenguaje. La
diferencia, por supuesto, es que un asistente virtual ES una cosa que está para ser usada, es una
herramienta y no un hombre. Pero crean lo que podemos considerar un mal hábito de
comportamiento y de pensamiento. El problema con los asistentes virtuales y otros instrumentos
similares es análogo a la razón por la que las golosinas en forma de cigarrillo son ilegales en
muchos países: crean un patrón de comportamiento indeseable. Este problema será mil veces más
grave cuando el uso de replicantes como juguetes sexuales sea el modo corriente de tener las
primeras experiencias sexuales.
Investigaciones psicológicas nos dicen que los niños de ambos sexos tienen fantasías eróticas
desde los 8 ó 9 años. Otras investigaciones nos dicen que los niños desarrollan su primera moral
efectiva alrededor de los 12 años. Los niños pequeños llaman "buenos" a los adultos que les
regalan juguetes y "malos" a los que los regañan, pero la primera verdadera moral aparece cerca
de los 12 años. Combinando esas dos investigaciones podemos llegar a una conclusión clara: hay
un período de 3 ó 4 años en que tenemos fantasías eróticas, pero ninguna moral que las regule.
Personalmente sospecho que la mayoría de las perversiones sexuales son un intento de regresar a
ese período de nuestras vidas, el cual también está en el fondo de mitos como el "paraíso perdido"
y similares. La perversión es una afectación de inocencia y/o una afectación de egocentrismo.
Toda perversión es una mentira. Bueno; pues las experiencias sexuales a muy temprana edad con
replicantes tenderán a fijar esa etapa de la vida erótica, y volverla permanente, todavía peor que
las experiencias sexuales adolescentes con prostitutas.
Durante la mayor parte de la Historia, todo ser humano fue engendrado y gestado por una misma
mujer. Por esta razón, en todos los lenguajes se acuñó una sola palabra para definir a una mujer
que engendra y gesta a otro ser humano: "madre". La mayoría de las personas ni siquiera pensó
que esas dos funciones eran separables. En cambio, funciones habitualmente maternales que sí
podían ser ejercidas por otra persona, a veces incluso por un hombre, fueron separadas por el
lenguaje y recibieron nombres independientes: "nodriza", "niñera", "maestra".
La tecnología moderna ha permitido que un ser humano pueda ser engendrado por una mujer y
gestado por otra. Pero esto plantea una pregunta: ¿Cuál de ellas debería ser considerada su
"madre"? ¿La que lo engendró? ¿La que lo gestó? ¿Ambas? ¿Ninguna? La pobreza del lenguaje y
del pensamiento llevó a que la respuesta práctica fuese el más cínico pragmatismo económico: "Es
la madre quien pagó por el procedimiento". En Argentina, por ejemplo, se dio el caso de que un
eunuco fue "madre" de un niño por el siguiente procedimiento: Compró un óvulo de una donante,
el cuál fue fecundado por el esperma de otro donante, y el embrión así concebido fue gestado por
un "vientre de alquiler". Este hecho provocó un debate bizarro acerca de si un eunuco debería ser
considerado "padre" o "madre" del niño en cuestión, cuando la pregunta interesante era: ¿Qué
queda para decir que es ALGO de ese niño? ¿Y no que simplemente pagó por él?
De modo similar, durante la mayor parte de la Historia hubo una única palabra para referirse a un
ser dotado de razón y de consciencia: "hombre" o "humano". Porque todo ente dotado de razón
tenía a su vez una consciencia. Este postulado de sentido común implícito en ese concepto está
por dejar de ser cierto. Habrá en el mundo entes con razón, pero sin consciencia. Y esto planteará
serios problemas acerca de si deberían ser considerados "humanos" o no. La respuesta práctica
podemos predecir que será: Serán considerados humanos o no según convenga a ciertos intereses
de todo tipo (políticos, económicos, psicológicos,...).
Hay que aclarar una posible confusión: un replicante puede ser sincero o hipócrita del mismo
modo y en el mismo sentido en que un humano. Un replicante puede decirle a alguien "te amo"
esperando obtener dinero, información o seguridad de esa persona; o puede entrar en un edificio
en llamas a rescatar a alguien, porque la destrucción de ese ser le resulta más insoportable que no
la suya propia. Yo le llamaría hipócrita al primero y sincero al segundo. Las representaciones de
sentimientos de un replicante serán falsas, no porque no se correspondan a sus verdaderos
afectos, sino porque el replicante no tendrá tal cosa como verdaderos afectos.
Los replicantes empezarán a sustituir a los humanos gradualmente. De los primeros casos no nos
enteraremos. Un replicante espía se convierte en ciudadano de un país enemigo, en donde creen
que es humano. De otros nos enteraremos como curiosidades y extravagancias pintorescas: un
magnate nombró única heredera de sus bienes a su replicante sexual. Los parientes del vejete,
indignados, la demandan. La replicante puede pagar los mejores abogados y gana el juicio. Otros
casos serán menos graciosos, pero más importantes: las corporaciones son personas que existen
solo como entidades jurídicas. Estas personas inmortales y extremadamente poderosas son
representadas actualmente por una sucesión de mortales. En el futuro tendrán un CEO inmortal,
lo que les permitirá hacer planes pensando en décadas adelante y sin sufrir los problemas típicos
de los sucesivos cambios de liderazgo.
Los espectáculos sádicos con replicantes no serán aceptados de una sola vez, pero se irán
aceptando gradualmente con eufemismos y pasos graduales en el medio. Cuando usen replicantes
para filmar escenas de películas donde serán destruidos se los llamará "animatrónicos
hiper-realistas controlados por IA". Y, básicamente, un replicante es en efecto eso. No estarán
mintiendo. Sólo usando una terminología que nos recuerda que los replicantes son solo máquinas.
En otras ocasiones, en cambio, se los humanizará todo lo posible. La recreación de batallas,
campos de concentración y cámaras de tortura se justificará invocando la ciencia. Veremos
entrevistas a historiadores diciendo que su trabajo ya no se reduce a las bibliotecas: los replicantes
iniciaron la era de la experimentación histórica; dirán que esto es una revolución científica y
bla-bla-bla.
Los gurúes de la droga de los 1960's se convirtieron en los profetas del "cyberpunk" de los 1980's y
90's. Esto no solo en un sentido amplio, sino en casos puntuales y concretos. Los mismos idiotas
útiles que envenenaron a miles de jóvenes con LSD pasaron a ser los profetas del "metaverso"
digital y los idólatras de la tecnología que difunden toda clase de ideas enfermas bajo un disfraz de
progreso y misticismo. Aunque esta transformación ha sido observada y comentada por varios
autores, estos se suelen dejar fuera de la ecuación otros dos elementos: las utopías políticas y la
defensa de las perversiones sexuales. Los alucinógenos, los "mundos virtuales", el utopismo y la
perversión, son en realidad cuatro formas de la misma cosa: El rechazo de la realidad y su
reemplazo por una fantasía. El desprecio por el mundo real y el deseo de destruirlo y reemplazarlo
por un "país de las maravillas" imaginario. El pseudo-misticismo que caracteriza la prosa de esos
autores y su interés por las técnicas para controlar los sueños forman parte de esa misma lógica.
Dado que este rechazo de la realidad se encuentra con una saludable hostilidad de parte de las
personas normales, su aceptación se impone mediante un proceso gradual, al modo de la famosa
"ventana de Overton".
Primero, se le encuentra algún uso medicinal; real o inventado, da igual; o bien se predica su
"tolerancia" argumentando que es algo inofensivo e invocando principios de libertad.
Más tarde se acepta su uso vicioso como normal o se disfraza el uso vicioso como "medicina".
Finalmente, el país de las maravillas es lo considerado normal y el mundo real es rechazado como
si fuese una alucinación. Este mismo proceso de tres etapas se sigue con la perversión sexual, con
la drogadicción y con el "metaverso" (o alucinógenos digitales), sólo que está en cada caso en una
etapa distinta.
La perversión ya ha atravesado todo el camino. Pasó de: "Está mal, pero es divertido y no hace
daño a nadie. Debería ser tolerada en nombre de la libertad". A: "La perversión es solo una
preferencia: como el helado de chocolate o de fresa". A, finalmente, que la perversión es el estado
natural de la sexualidad humana, y son las personas normales las que padecen alguna clase de
"fobia": son peligrosas y deben se encerradas y/o se les debe quitar la custodia de sus hijos.
La drogadicción todavía viene ligeramente por detrás. Está todavía en la etapa de disfrazarse como
pseudo-medicina y legitimarse con un discurso pseudo-moralista: "Si bebe, no conduzca",
"Consumir de modo responsable", "El consumo compulsivo es perjudicial para la salud" (como si el
consumo relajado no lo fuera también). Incluso todo médico que todavía habla en público de las
adicciones como un problema (cosa que será ilegal, formalmente o de hecho, dentro de unos
años) se siente en la obligación de aclarar que: "El problema no es que una persona se tome media
copa de vino con las comidas, sino el consumo compulsivo". Yo en mi vida he conocido a nadie que
tome media copa de vino con las comidas: conocí alcohólicos y gente que no bebe. Y nada más.
Pero, por algún extraño motivo, toda persona que habla de las adicciones se siente en la
obligación de aclarar que no se refiere a esa bestia mitológica del bebedor de "media copa de vino
con las comidas". Este discurso pseudo-moralista de la adicción a sustancias químicas es análogo al
discurso pseudo-moralista que rodeaba a la perversión sexual unos 20 años atrás, con lemas
hipócritas como: "Practicar el sado-masoquismo de modo Sano, Seguro y Consensuado".
Como el metaverso o "paraíso artificial digital" es la forma más nueva de rechazar el mundo real y
reemplazarlo por una ilusión, comprensiblemente es el que viene más atrás en su discurso
legitimador. Todavía está en la etapa de: "Es algo inútil, pero es divertido y no hace daño a nadie";
que tanto la perversión como las adicciones a sustancias químicas ya han superado.
Eventualmente, los niños recibirán en las escuelas clases en donde les enseñen como inyectarse
heroína y habrá una intensa campaña de propaganda en contra de las personas que no consuman
narcóticos (por ejemplo: serán los villanos de todas las películas de cine. O se filmarán remakes de
"Popeye el marino", en donde este no coma espinaca, sino cannabis, para obtener sus
superpoderes). El "metaverso" eventualmente llegará también a esa etapa; pero deberá pasar en
el medio por la fase del moralismo hipócrita: con su "consumo responsable" y su uso "sano,
seguro y consensuado".
Tras las elecciones presidenciales de 2020 en Estados Unidos, muchos republicanos dijeron que
Biden no era un presidente legítimo, NO porque su partido hubiese hecho fraude en un sentido
convencional del término, sino porque sus votantes "no vivían en el mundo real".
Lo interesante de este argumento es que, hasta donde yo tengo noticias, es la primera vez que
alguien lo usa. Al menos, que lo usa seriamente, considerándolo una razón de peso como para que
un comicio sea considerado inválido y se vote de nuevo.
Al margen de lo que cada uno piense sobre ese hecho puntual, esa clase de argumentos se
volverán cada vez más frecuentes en los próximos años, poniendo la legitimidad de los
procedimientos democráticos en duda o convirtiéndolos en una farsa. En efecto: ¿Qué valor podrá
tener el principio "un hombre-un voto" en una sociedad en donde la mayor parte de la población
pasa la mayor parte de su tiempo conectada a simulaciones virtuales, combatiendo dragones
digitales con su espada de luz que compró usando alguna cripto-moneda?
En 20 años, alguien podrá ganar una elección presidencial porque su avatar en el mundo virtual es
un pene gigante que habla y a todo el mundo le pareció divertido. Ante esa situación, mucha
gente que todavía vive en el mundo real se dirá: "eeeh... ¿Por qué tenemos que aceptar que nos
gobierne un pene gigante que habla?" Esa gente va a proponer alguna forma de neo-voto
calificado, en donde sólo puedan votar las personas que pasan un mínimo de horas diarias en el
mundo real. Esta propuesta va a encontrar una fuerte resistencia, no solo por motivos razonable
(que sin dudas los hay), sino porque para ese entonces se habrá alcanzado ya la fase en donde el
paraíso artificial digital pretenderá ser "real", y las personas que lo rechacen como una mera
simulación sean continuamente difamadas como "fóbicas", peligrosas, violentas, intolerantes y
bla-bla-bla. Dos visiones tan extremadamente distintas de la realidad muy probablemente
colisionen de modo violento. Esta guerra será distinta a cualquier cosa de la que haya registros
históricos y admito que no tengo imaginación suficiente como para describirla. Pero estoy seguro
de una cosa: cualesquiera sean las armas que se empleen en ella y al margen de quien sea el
vencedor, el tratado de paz que le ponga fin deberá establecer alguna forma de gobierno de
compromiso: la cual sin lugar a dudas no incluirá el principio: Un hombre-un voto.
Al menos, muchos de estos productos fallidos serán aprovechables comercialmente: porque habrá
un amplio mercado de clientes para replicantes con una psicología falsa. Sobre todo, en el rubro
de los juguetes eróticos.
Dos ejemplos de falsa psicología muy convenientes: el homosexualismo como una "orientación
sexual" y el masoquismo como un "egoísmo con el objeto equivocado". Bueno, como explicación
del comportamiento humano real en el mundo real, esas dos hipótesis tienen muy escaso valor.
Pero, ¿No servirían como excelentes atajos para los programadores? ¿Cuál es el punto de crear un
replicante neurótico (es decir: de programarlo para hacer una cosa y después añadirle un segundo
programa que distorsione el programa original)?
Un "masoquista ideal" (es decir: alguien que experimenta placer en ser un instrumento al servicio
del placer de otro) es en psicología el equivalente de los fantasmas en la literatura: se ha escrito
muchísimo sobre ellos, pero nadie ha visto jamás uno. Pero, aunque los masoquistas ideales no
existan en el mundo real, les puedo asegurar que un replicante sexual programado para
comportarse como uno se vendería como pan caliente.
En otras ocasiones, la falsa psicología sería el único modo posible de satisfacer los deseos del
cliente. Por ejemplo: en una ficción erótica, un tirano cría a las que serán en el futuro sus esposas
en un serrallo en donde ignoran que existen los hombres. Desde pequeñas han estado encerradas
allí, todas las personas encargadas de su cuidado y educación fueron mujeres, todos los animales
que había en el lugar eran hembras y todos los libros que leyeron habían sido censurados. Las
muchachas descubrían lo que era un hombre y lo que era el sexo en su noche de bodas con el
tirano. Bueno: si alguien quiere reproducir esa experiencia con un replicante programado de modo
realista, lo esperable es que el shock sea tal, que simplemente quedase en estado catatónico. Por
no mencionar que alguien educada así sería indudablemente lesbiana. Nada de esto complacería
demasiado al cliente que quería representar el rol del tirano del cuento. La falsa psicología en este
caso será una necesidad y no un mero atajo para los programadores.
El erotismo es la literatura de la falsa psicología. En el futuro, esa literatura será la base para la
programación de toda clase de replicantes sexuales: víctimas que se enamoran de su violador,
geishas que no tienen otro deseo que no sea complacer a su amo, replicantes con forma de niños,
pero mente de adultos, replicantes verdaderamente "orientados" a desear a sus clientes de su
mismo sexo, interminables etcéteras.
Los replicantes abrirían todo un abanico nuevo de perversiones sexuales: Gente que desea tener
sexo con una misma mujer a dos edades distintas, gente que quiere tener sexo consigo mismo,
gente que no desea saber si está teniendo sexo con un replicante o con una persona de verdad,
personas que fingen ser replicantes, replicantes programados para hacerse pasar por personas,
largos etcéteras.
Los replicantes y subrogados volverían comunes una forma de abuso hoy casi inexistente: las
biografías planificadas. Mentir sobre la Historia y crear una falsa autobiografía son dos actividades
comunes a toda dictadura y grupo de manipulación de los que haya registros históricos. Los
tiranos del futuro simplemente se adaptarán a las nuevas tecnologías.
Un niño viene caminando por la calle, cuando un replicante o subrogado vestido con las ropas
tradicionales del grupo étnico buga-buga, lo tira al piso y le da una paliza. El niño, llorando, le
pregunta por qué lo golpeó. A lo que el replicante responde: "Porque los buga-buga amamos
golpear a niños indefensos"; y se va. Cuando el niño crezca, su odio a los buga-buga no solo estará
motivado por rumores y cosas que le han contado en la escuela, sino también por experiencias
reales (al menos, reales desde su punto de vista).
Esto se podría expresar de modo más breve en otras palabras: En el futuro, los trolls de Internet
caminarán por las calles.
X) "Amish" y "progres"
Dado que los replicantes estarán diseñados para interactuar con humanos y comportarse de modo
humano, esto es lo que harán interactuando entre ellos. Tomen uno de esos videos de YouTube
donde dos chatbots conversan entre ellos y multiplíquenlo por mil millones. Esto será una farsa,
pero una farsa completamente improvisada, sin guionista, donde muchos de los actores
genuinamente intentan engañarse entre sí. El CEO replicante de una corporación engañará a su
esposa replicante con su secretaria replicante. Imaginamos el mundo después de nosotros como
un pueblo fantasma con esteroides: calles desiertas, pasto creciendo entre las grietas del
pavimento, el murmullo del viento. El mundo dominado por los replicantes puede llegar a ser en
cambio un lugar extraordinariamente activo y ruidoso: carteleras publicitarias, ciudades
iluminadas, literales NPC leyendo las noticias en las pantallas, mítines políticos, notables
descubrimientos científicos, cine, arte, diversiones de todo tipo, replicantes adolescentes
componiéndoles poemas a sus amadas, colonias espaciales, exploración interestelar, discursos
emotivos sobre recuerdos (inexistentes) que se perderán como lágrimas en la lluvia. Poca gente
notará que este espectáculo fabuloso se estará quedando sin espectadores. Y poca gente lo
notará, en parte, porque habrá poca gente. Cada vez menos. Los replicantes no van a planear
nuestra extinción: probablemente el último humano que tenga un verdadero trabajo sea el
general sentado al lado del interruptor de los replicantes comiendo su hamburguesa y bebiendo
su gaseosa. Nuestras interacciones con los replicantes en vez de con nuestros semejantes irán
reduciendo nuestra población gradualmente, pero de modo continuo.
Los últimos humanos pertenecerán a dos grupos: los llamaré "progres" y "amish". Los progres
aceptarán a los replicantes como sus semejantes y se sentirán a gusto viviendo en ese mundo
artificial. Quizás desdeñen a los amish y los llamen con nombres ofensivos, identificándolos con los
partidarios de alguna ideología pro-segregación del pasado. Los progres se extinguirán por falta de
reproducción, tal como los humanos eliminamos la mosca del ganado criando millones de moscas
estériles y mezclándolas con las moscas silvestres.
Los amish vivirán en reservas donde los replicantes no sean permitidos. Habrá diversos grados de
tolerancia en estas reglas: Digamos que en una comunidad las películas filmadas por replicantes
son toleradas, pero en otra no. Probablemente pocos sean tan radicales como para negarse a
recibir atención de un médico replicante.
La diferencia entre unos y otros será solo de grado, no esencial. Tendemos a humanizar cosas, sin
perder de vista que son solo cosas, muy especialmente cosas que nos han salvado la vida. Esta
tendencia sería mucho más extrema en un mundo donde hay cosas que se parecen en extremo a
seres humanos. Los amish no serán inmunes a esta tendencia. Un bombero replicante salva a unos
niños de un incendio. Esta imitación del valor generará un sentimiento de gratitud hacía eso, que
se traducirá en hacer excepciones a las reglas.
Las acusaciones de los progres en contra de los amish muy probablemente no sean del todo
infundadas. Verán: La ética es racional, o debería serlo, pero su fundamento, sus primeros
principios, son emocionales. La compasión ante el sufrimiento ajeno está detrás de todo valor
moral auténtico y este sentimiento no solo es provocado por el sufrimiento auténtico, sino
también con frecuencia por una representación artística del sufrimiento. Las imitaciones de
afectos humanos representadas en la gran comedia de la sociedad de los replicantes nos volverán
indiferentes a las emociones reales. Varios psicólogos han defendido la hipótesis de que el exceso
de imágenes eróticas en nuestra sociedad ha producido un efecto de acostumbramiento y
consecuente pérdida de interés. Las peleas de gladiadores y otros espectáculos que impliquen la
destrucción de replicantes tendrán un efecto similar sobre nuestra compasión. La moral de los
amish probablemente se funde en lecturas literales de textos religiosos o en ideas anticuadas
sobre el alma o la raza y su desdén al sufrimiento ajeno probablemente no se limite a las
imitaciones artificiales del sufrimiento de los replicantes. En otras palabras: los progres sentirán
empatía por quienes no deberían sentirla, los amish no la sentirán por quienes si deberían.
Las 3 leyes de la robótica solo son viables para robots simples que desempeñan tareas inferiores.
Los replicantes reales priorizarán su propia conservación a la de un humano en algunas
circunstancias.
La violencia será inútil y además tendrá consecuencias: como el endurecimiento del sistema de
visas para dejar una reservación particularmente hostil a los replicantes, o represalias económicas.
Las reservaciones amish menos hostiles prosperarán económicamente haciendo negocios con los
replicantes, pero esto llevará a que muchos de sus habitantes se vuelvan progres.
Por una actitud demasiado hostil o por una demasiado amistosa a los replicantes, la población
humana irá a la baja en ambos casos.
Un poeta dijo que la Humanidad es un medio que el universo tiene de contemplarse a sí mismo.
Esta contemplación implica la unión de la consciencia y la inteligencia. Esta unión dejará de existir
junto con el último hombre. Quedarán en nuestro planeta animales que tienen consciencia, pero
no inteligencia; y replicantes, que tendrán inteligencia, pero no consciencia.
La muerte del último humano ocurrirá con perfil bajo. En un mundo ahora totalmente
deshabitado, imitaciones de nosotros mismos escribirán artículos de prensa sobre el tema, otras
imitaciones los leerán, emociones simuladas las llevarán a producir comentarios adecuados al
tema. Se escribirán sonetos románticos al último hombre que nadie leerá y se filmarán películas
sobre su vida que nadie verá. Y pronto la reemplazará un nuevo titular sobre una guerra religiosa
en África, tensiones diplomáticas en la Antártida, las últimas fotos tomadas por una sonda espacial
en la nube de Oort, o algo así. El mundo será un desierto muy ocupado.
Fue la ideología anti-Colón la que volvió a llamarme la atención acerca de la persona del
Descubridor y preguntarme por las razones por las que es admirado mundialmente. Y para
entender esto, conviene ver por qué es odiado.
Colón está lejos de ser un santo inmaculado: pirateó, hizo esclavos, era partidario de imponer su
religión por la fuerza,... pero todos estos hechos son poco conocidos y no son la razón por la que
se lo odia. Como mucho, se los invoca como pretexto. Para fines prácticos, la biografía de Colón se
puede resumir en 3 palabras: "Colón descubrió América". Toda admiración y todo odio debe
remitirse al protagonista de esa biografía de 3 palabras.
Hay una cuestión que revela una profunda diferencia entre distintas formas de pensar y a la que,
sin embargo, solemos no prestar atención. Lo que Nietzsche llamaría una "piedra de toque
psicológica" (la piedra de toque es un reactivo usado para distinguir el oro de verdad del oro de
tontos). Una tendencia que nos es tan natural que nos parece obvia, y no reflexionamos en ella
hasta que no advertimos que hay gente a la que le resulta igualmente obvia la tendencia opuesta.
Ante una dificultad, algunas personas se preguntan: "¿Que puedo CREAR, descubrir, añadir al
mundo, para solucionar esto?" y otras se preguntan: "¿Qué convendría ELIMINAR para solucionar
esto?" Población, industrias, instituciones, obras de arte, razas, sexos, religiones, culturas,
personas, palabras, letras, la civilización.
Lo opuesto al cristobalismo es la ideología de la miseria. "Imagina que no hubiera nada por lo que
matar o morir". Lo imagino: sería un mundo donde no hubiera nada por lo que vivir. Y no necesito
imaginarlo tampoco, todo país gobernado por la ideología de la miseria nos muestra como se ve
eso. La ideología de la miseria intenta convencernos de que la vida no merece la pena ser vivida.
Por eso odia la aventura: porque la aventura es en esencia gusto por la vida. La exploración, la
creación artística, la ciencia y la filosofía, el amor, la muerte, son aventuras. Y la ideología de la
miseria busca eliminarlas, niega su existencia o las reemplaza por falsificaciones.
El 3 de agosto de 1492, unos 90 hombres se metieron en el mar mucho más allá de donde llegaban
los mapas, y el 12 de octubre llegaron a un mundo nuevo. Esos tipos creían que había algo por lo
que valía la pena vivir, algo por lo que matar o morir. Y esto merece ser celebrado.
El mito dice que hubo en la civilización helenística una "revolución industrial fallida", que no
prosperó a causa de dos ideas nefastas propias de la sociedad griega: La institución de la
esclavitud, que proveía a los aristócratas de mano de obra barata y los desalentaba de buscar
modos más eficientes de hacer las cosas. Y la idea de que el trabajo práctico era despreciable y
que era tanto más "noble" un pensamiento cuanto más apartado estuviese de toda aplicación
práctica.
Para refutar esas creencias, basta con recordar que la civilización europea del siglo XVIII, donde se
inició la revolución industrial "exitosa", era TAMBIÉN una sociedad esclavista.
El desarrollo de nuevas tecnologías buscaba volver más eficiente el trabajo de los esclavos: que
ese desarrollo tecnológico iba a impulsar la popularidad de las ideas abolicionistas fue una
consecuencia secundaria totalmente imprevista. Por otra parte, cuando el tráfico de esclavos de
ultramar fue abolido y las formas veladas de esclavitud fueron desapareciendo lentamente de
Europa y América, empezó a reemplazarla la "tercerización" de las industrias. Es decir: en vez de
comprar esclavos en países de mierda y traerlos a las fábricas de los países industrializados, se
instalaron las fábricas directamente en los países de mierda y se importan los productos
manufacturados hechos por la mano de obra esclava.
El mito de que la "revolución industrial antigua" fracasó por culpa de la esclavitud es inseparable
del mito de que la civilización industrial moderna depende mucho menos de la mano de obra
esclava de lo que realmente lo hace. Cualquier dispositivo electrónico que tengan en sus casas hoy
tiene casi con certeza al menos una pieza fabricada por un esclavo.
La idea de que el pensamiento es tanto más "puro" cuanto más inútil, ciertamente tiene
precedentes griegos; pero fue una idea al menos igual de popular entre los intelectuales europeos
e ingleses del siglo XIX, en plena revolución industrial. Más aún: fueron esos intelectuales los que
en buena medida INVENTARON el mito de la inutilidad griega. Pero tanto entre los antiguos como
entre los ingleses, el desprecio por las "aplicaciones prácticas" no les impedía buscar esas
aplicaciones prácticas y ganarse unas cuentas monedas con ellas. Y, además, detrás de los griegos
vinieron los romanos: que eran los tipos más pragmáticos que hayan existido.
Aunque no entiendo muy bien cual se supone que sea la aplicación práctica del modelo
heliocéntrico, un mito muy difundido es que el modelo heliocéntrico de Aristarco estaba
simplemente demasiado avanzado para su época: sus contemporáneos no lograron entenderlo y
despreciaron a su autor como un tonto o un loco. Primero: que sus contemporáneos entendieron
claramente el modelo heliocéntrico de Aristarco lo prueba el que lo conocemos mayormente por
las explicaciones que nos dan otros autores: quienes no solo nos explican la hipótesis de Aristarco,
sino que identifican correctamente todas sus fallas. Aristarco no fue despreciado sino
considerado uno de los mejores astrónomos por sus colegas, al margen de que su modelo no les
convenció. Y su teoría tampoco era tan revolucionaria: más de un siglo antes se había propuesto
que Mercurio y Venus orbitaban en torno al sol, y la mayoría de los astrónomos antiguos lo
consideraban muy probable. El siguiente paso lógico era: ¿Y si todos los planetas orbitan al sol? La
idea de Aristarco era interesante, pero nunca logró hacerla funcionar.
El modelo geocéntrico de Hiparco se impuso por una razón que hoy no le concede casi nadie: ERA
MEJOR. Me refiero a que era científicamente superior: (a) explicaba lo mismo que el modelo
heliocéntrico, (b) era más elegante, (c) no provocaba las anomalías que el modelo heliocéntrico y
(d) tenía una teoría física coherente que lo complementaba.
El estudio de la mecánica como rama de la matemática tuvo dos grandes aplicaciones prácticas: La
navegación a vela y la aplicación de la energía hidráulica al trabajo. Y ambas fueron ampliamente
perfeccionadas en la antigüedad. La arqueología moderna ha descubierto, en las ruinas romanas,
maquinarias hidráulicas de un tamaño y sofisticación que por sí solas desmienten el mito de la
"revolución industrial fallida".
Lo que hubo en la Baja Antigüedad fue una revolución industrial LIMITADA. El asunto es este: la
energía hidráulica no es la gran cosa. Se construyeron enormes filas de molinos, líneas de
ensamblado, martillos hidráulicos, sí; pero las aplicaciones prácticas de esa tecnología estaban
muy limitadas.
La concentración de rayos solares para cocinar y otras funciones era una idea ingeniosa, pero
requería de abundantes espejos: y estos eran caros. Además de que los antiguos no conocían
ningún modo de almacenar energía: por lo que, si se nublaba, el horno solar dejaba de funcionar.
La cocina a leña era simplemente más práctica.
Fue la máquina de vapor la que provocó un salto cualitativo en la industria moderna. ¿La
inventaron los filósofos griegos? Bueno: ciertamente pensaron en el principio de que el vapor de
agua se podía usar para mover cosas. Pero aprovechar de modo eficiente el vapor requiere de:
(a) La caldera de alta presión; y esta requiere de la técnica del remache: desconocida por los
antiguos. Las armaduras romanas estaban hechas de piezas sueltas de acero que se mantenían
unidas con pinzas de bronce. ¿Se podría haber adaptado la misma técnica para construir una
caldera de vapor? Quizás. Pero no hubiese tenido ni por casualidad la potencia de una caldera con
remaches de acero.
(b) El pistón: invento modernos que los antiguos ni sospecharon. De la idea "el vapor de agua
podría usarse para mover cosas", a construir una locomotora que funcione, hay un buen tramo: no
es el pasito siguiente.
IV) La "computadora" griega.
Aunque el meme no lo menciona, otro tópico frecuente del mito de la inutilidad del pensamiento
griego es que los filósofos antiguos "no experimentaban": por culpa de lo cual nunca advirtieron
que la afirmación de Aristóteles de que dos pesos desiguales debían caer a distinta velocidad era
falsa, aunque un experimento sencillo hubiese demostrado que no era verdad.
Para empezar: los filósofos griegos SÍ hicieron experimentos. De hecho: hubo una escuela filosófica
llamada "los experimentadores". Ya Da Vinci observó que la famosa anécdota donde Arquímedes
descubre el principio que lleva su nombre, al observar gente entrando en una pileta llena hasta el
borde, no podía ser verdad: dicho principio solo puede haber sido el resultado de experimentos
sistemáticos hechos con instrumentos de precisión. Los pitagóricos encontraron correlaciones
matemáticas entre las notas musicales y la forma de los instrumentos. El concreto romano, la
técnica cartaginesa para disolver el granito o el fuego griego, son procesos químicos tan
complejos; que sólo pueden haber sido descubiertos mediante un trabajo experimental
acumulado de miles de horas-hombre.
Lo que a los filósofos antiguos nunca se les ocurrió fue formular principios físicos universales a
partir de la experimentación. ¿Por qué? Porque un experimento es necesariamente particular.
Matemáticos como Arquímedes podían convertir la geometría en mecánica reemplazando una
dimensión espacial por la dimensión temporal en sus teoremas (el "teorema mecánico", así,
convertía el proceso de construcción de un sólido tridimensional en una predicción del
movimiento de una figura bidimensional a lo largo del tiempo), pero el proceso no era reversible,
porque era estrictamente deductivo. Esos principios universales (como la caída de los graves de
Aristóteles) sólo podían obtenerse por medio de axiomas de lógica y geometría, reforzados por
observaciones de sentido común. Fue recién Galileo quien tuvo la idea de formular principios
universales mediante la realización de experimentos. ¿Cómo? Haciendo variados experimentos
particulares (ninguno de los cuales prueba una verdad universal) y después continuando el
razonamiento de modo "ideal", proyectando el resultado de los experimentos más allá de lo
observable.
Muchos de los cientificistas modernos que desprecian el pensamiento griego como inútil suelen
decir que ellos "creen en lo que pueden ver". Y sería interesante preguntarles: ¿Pueden ver la
inercia? ¿Pueden ver el principio de isonomía? ¿Pueden ver el principio de conservación de la
energía? Los antiguos griegos creían sólo en lo que veían: Y eso fue precisamente lo que los limitó.
Pero, ¿por qué los antiguos no aplicaron los experimentos mecánicos al estilo de Arquímedes al
estudio de la física aristotélica?
Una de las mayores injusticias que se comete en las Historias del Pensamiento es no darles crédito
a quienes "nada más" pusieron juntas ideas que hasta ese entonces existían por separado. Esto se
debe a que, una vez que se ha unido esas ideas, su vínculo nos parece "obvio". Esto es como,
cuando nos dicen la primera jugada de un problema de ajedrez, el resto de la solución nos parece
"evidente" ...aunque no nos parecía evidente un minuto atrás, cuando nos dimos por vencidos y
fuimos a leer la solución. De modo similar, una vez que existió Galileo, parece "obvio" que se
podrían haber usado los experimentos mecánicos de Arquímedes para poner a prueba si las
proposiciones de la física de Aristóteles eran verdaderas. Pero esto no fue "obvio" para nadie en la
antigüedad: incluyendo a Arquímedes.
El mito de la inutilidad del pensamiento antiguo es uno de esos clisés que dan vueltas por décadas
o siglos simplemente porque todo el mundo los ha escuchado repetir mil veces y nadie se ha
parado nunca a revisar si realmente tenían fundamentos.
* "Las palabras iniciales deben ser un cross a la mandíbula del lector" – Fontanarrosa
* Se debe establecer rápidamente, de ser posible en el primer párrafo, 5 cosas: Quien, cuando,
donde, que, por qué. No solo al inicio de la novela, sino cuando hay un cambio más o menos
drástico de las circunstancias. Por ejemplo: si entre un capítulo y el siguiente hay un salto
temporal.
* En las primeras páginas se debe crear una sensación de urgencia y plantear una pregunta que
conducirá toda la historia. Por ejemplo: ¿Sobrevivirá el protagonista?
* Es interesante empezar con un capítulo donde pase una sola cosa y tenga un desenlace. Una
especie de cuento. En el cine, esto se corresponde con la secuencia pre-créditos.
Este método fomenta los encuentros casuales inverosímiles, pero ese es un defecto menor al lado
del que elimina.
* Cuando se te ocurre una idea, conviene llevarla hasta su forma más extrema, incluso hasta el
absurdo. Verosimilitud, sentido común, etcétera, vienen después.
* Usa todas las teorías psicológicas que quieras para construir tus personajes, pero no se te ocurra
meterlas en la novela.
"Belle de Jour", de Joseph Kessel, tiene el record del escritor que más la cagó en una sola página.
La novela comienza con la protagonista volviendo de la escuela a los 8 años, cuando un extraño la
aparta de su camino y la viola. La niña llega después a su casa y sus familiares la notan un poco
callada, pero no advierten nada demasiado extraño. Ella misma termina olvidando lo ocurrido. La
historia entonces da un salto temporal de unos 20 años. Y nos encontramos con que toda la trama
está causada por un hecho que nadie recuerda y que no vuelve a ser mencionado en todo el resto
del libro. No conozco otro ejemplo donde una sola página tire tan abajo un libro.
Creo que esa especie de "historia clínica freudiana" que abre esa novela se debe a que el autor
tuvo miedo de mostrar un comportamiento demasiado irracional sin "explicarlo", porque el lector
podía pensar que su novela era absurda si no lo hacía.
* Le oí decir al dibujante Loulogio, aunque me parece que él estaba citando a su vez a alguien: "En
el arte no hay ningún no: lo que hay son por qué".
* Para ser original, y crear algo que nadie hizo nunca antes, naciste 5.000 años tarde.
* Si un símbolo se puede traducir en palabras comunes sin que se pierda nada de su sentido en la
traducción; digamos: "El héroe abre sus brazos en cruz como Jesucristo en esa escena porque se
está sacrificando por la Humanidad"; ese no es un buen símbolo. Los animales electrónicos en
"¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?", la comida en "Los juegos del hambre": Esos son
buenos símbolos.
* La política forma parte del núcleo duro de una historia. No se la puede cambiar ni eliminar sin
destruir la historia o cambiar su sentido por completo. La propaganda, en cambio, es ajena a la
historia e intercambiable como los afiches de una cartelera publicitaria.
* Creer que DEBERÍAS escribir de un modo peculiar porque sos de cierta nacionalidad, raza, sexo,
etcétera lleva a la impostura y la impostura es el camino a la mediocridad. VAS a escribir distinto
de acuerdo a tu nacionalidad, raza, sexo, etcétera. Si Suzanne Collins hubiese publicado "Los
juegos del hambre" con un seudónimo masculino, la delataría que en su novela no hay ningún
"dogfight" o combate aéreo: Ningún hombre normal deja pasar la oportunidad de meter un
combate aéreo en su historia.
III) La historia.
* Como al planear una historia uno tiene un mapa que dice: "Primero tiene que pasar esto y
después eso otro", hay que tener cuidado que el resultado final se sienta como una proyección de
diapositivas y no como una historia. Las sub-tramas y enfocarse por un momento en personajes
secundarios son quizás buenas formas de evitar caer en el efecto proyección de diapositivas.
* La doble fábula, que gustaba a muchos escritores moralistas antiguos, nunca es despreciada lo
suficiente. La doble fábula consiste en presentarnos a dos personajes que se encuentran ante una
misma opción: Uo elige el camino A y, el otro, el camino B. A continuación, el autor nos dice
como le fue a cada uno de ellos con su elección: como si fuese un relato de "Elige tu propia
aventura".
Es mucho mejor contarnos la historia de un solo personaje que hizo una elección. La otra opción
sólo debe existir como un pensamiento que se consideró y se descartó. Quizás el protagonista se
lamenta toda la novela no haber elegido el camino B en vez del A y, al final, descubre que el
camino A no llevaba a donde él pensaba.
* La teoría del "monomito" o "viaje del héroe" de Joseph Campbell es la explicación teórica y el
círculo de Dan Harmon es su aplicación práctica. El círculo de Dan Harmon dice que toda historia
se puede resumir en ocho pasos: 1) un personaje está en una zona de confort, 2) pero quiere algo,
3) entra en una situación que no le es familiar, 4) se adapta a ella, 5) y consigue lo que quería; 6)
Pero debe pagar un alto precio por ello; 7) Retorna a la situación familiar; 8) pero ha cambiado.
El círculo de Dan Harmon es una herramienta increíblemente práctica. Si tenés una idea vaga para
una historia dando vueltas en la cabeza, al estructurarla en las ocho etapas del círculo, el relato se
escribe solo. No me extraña que los guionistas de TV, que están siempre trabajado contra reloj, lo
amen. Yo lo usé en mi cuento "Si hubiera cinco hombres justos" y lo recomiendo calurosamente.
* Otra teoría que goza de mucho éxito es la de los 5 puntos clave del guion: 1) El incidente
disparador, que ocurre en la mitad del primer acto; El punto de no retorno, en que el protagonista
ya no puede regresar al status quo: generalmente el final del primer acto. El primer desenlace: en
la mitad del film. Si es una historia de guerra: es una victoria, pero al final van a ser derrotados; o
es una derrota, pero al final van a vencer. El climax o punto culminante y el giro de mitad del
tercer acto. Este ocurre cuando la historia parecía haber ya terminado, pero hay un giro de guion
sorprendente que resignifica lo que pasó antes.
* Está la "fórmula Pixar" que, como su nombre lo indica, es la base de todas las películas de Pixar:
"Había una vez___ Cada día___. Pero un día___. Por eso___. Y por eso___. Hasta que
finalmente___"
* El peligro más obvio con todas estas recetas consagradas por la experiencia es que todas las
historias terminen sonando parecidas. Lo que se conoce como "Efecto Campbell".
El efecto Campbell se produce cuando un autor se vuelve perezoso o dogmático: Cree que esas
recetas son EL modo de contar una historia y no se le ocurre explorar otras posibilidades.
Digamos: construí una historia como si fuese un truco de magia. Tomá el argumento de una
película porno. Tomá una historia real que te pareció interesante. Basarte en hechos reales sirve
para evitar los clisés. Pero, al final, tenés que darle una forma a tu historia. Si una historia real es
interesante, es porque hay una buena estructura dramática escondida en ella. La Anábasis tiene
un "final feliz trágico" Sófocles o Esquilo jamás hubiesen escrito algo así, porque eso violaba todas
las convenciones del género. Pero Jenofonte no era un poeta trágico, sino un historiador: no podía
cambiar los hechos que estaba narrando.
* El momento más interesante de tu historia va a ser aquél donde se aparte de toda fórmula. Es
importante reconocer cuales son esos momentos: No sirve decir "Voy a hacer acá algo distinto a lo
que hace todo el mundo". Eso se va a sentir random, no creativo. El contenido de la historia debe
romper naturalmente el esquema, la forma. Coraline es una de mis películas favoritas y es 100%
convención. No es obligatorio apartarte de lo convencional. Pero a veces te das cuenta que tenés
que apartarte de la estructura normal, porque esta es una guía práctica que funciona el 99% de las
veces, pero tu historia es el otro 1%. Lo que no hubiese funcionado casi nunca es lo correcto para
tu historia en particular. Digamos: tenés el típico duelo de David contra Goliat y te das cuenta de
que, en tu historia, tiene que ganar Goliat. Esto no solo es una extravagancia que te puedas
permitir: es lo correcto.
* "La tensión debe ir en aumento durante toda la historia y terminar con una explosión" – Alfred
Hitchcock
Un elemento se establece en una historia, sin que de momento parezca tener ninguna
importancia; pero más adelante vuelve a aparecer como un asunto central. Un error frecuente con
esto es que un autor siembre y nunca coseche: El autor no se dio cuenta de que había contraído
una deuda con el lector. En el primer acto, un personaje carga una pistola. Y el lector piensa: "Ah,
en el quinto acto, alguien va a dispararla". Y no. La pistola no vuelve a aparecer nunca.
* Si creás un misterio, resolvelo en un plazo razonable. Es un defecto sumamente común que una
ficción cree un misterio, nos deje en suspenso, y lo resuelva de inmediato. Esto se debe a que el
escritor escribe el misterio y lo resuelve a continuación, pensando que después va a añadir algo en
el medio; pero al final no lo hace. El resultado es aburrido y no tiene ningún propósito.
* Un personaje nunca debe terminar una escena o secuencia con el mismo estado de ánimo con
que la empezó. Puede empezar alegre y terminar triste; empezar asustado y terminar enojado;
empezar sorprendido y terminar asqueado; o cualquier otra combinación posible.
* Volver una historia más interesante no quiere decir añadirle zombis. "El águila de la Novena
Legión" es la más conocida de las ficciones escritas sobre la misteriosa desaparición de la Novena
Legión del imperio romano. "Aliens?" No: Cayeron en una emboscada y se los cargaron a todos. La
novela sigue la hipótesis más prosaica y, probablemente, lo que ocurrió en la realidad.
* Si tu historia se basa en hechos reales, algo muy importante que tenés que decidir de entrada es
cuantas y cuales licencias poéticas te vas a permitir. No hay ninguna ley que te prohíba matar a
Hitler al final de tu película; pero, si tu película pretende ser una representación adecuada de la
SGN, tenés que comportarte como si eso estuviera prohibido.
El límite entre una licencia poética y una mentira es difuso. Cada vez que te apartes de los hechos
reales documentados tenés que preguntarte por qué lo estás haciendo; cuál es la razón artística
que justifica esa licencia: ¿Agrega tensión a la trama? ¿Desarrolla un personaje? ¿Elimina una
sub-trama aburrida y que no aporta nada a la historia que quiero contar? Si una ficción "basada en
hechos reales" se aparta de los hechos reales sin otro propósito que engañar al lector respecto de
lo que ocurrió realmente, eso es una vulgar mentira; no una licencia poética.
* No hay un modo "correcto" de escribir una ficha de personaje. Cada autor tiene su propia receta.
Mis fichas de personaje tienen 7 ú 8 ítems: (a) rol, (b) perfil, (c) personalidad, (d) virtudes, (e)
debilidades internas y externas, (f) temores y esperanzas, (g) la mentira en la que cree. El rol de un
personaje es su función en la trama de la historia: ¿Es el héroe, el villano, el alivio cómico,
etcétera? El perfil es un montón de información acerca del personaje, que no necesariamente va a
ser mencionada en la novela o en el guion, pero que sirve para que lo que sí se menciona sea
coherente. La personalidad se explica sola. Lo mismo que las virtudes, debilidades internas y
externas, sus temores y esperanzas. "La mentira en la que cree" el personaje es algo que no se
corresponde con la realidad a lo que el personaje está fuertemente apegado emocionalmente. Al
avanzar la trama, el personaje se va a encontrar en una situación en que debe reconocer la
dolorosa realidad o ser destruido por la mentira en la que cree. Un octavo ítem que he empezado
a añadirles a mis fichas de personaje es una foto de una persona real. Esto no solo evita hacer
cosas como cambiarle el color de los ojos a Madame Bobary, por poner un ejemplo famoso, sino
que vuelve las descripciones más realistas y menos clisés.
* El dilema del tranvía ha sido un tanto sobre-usado en la ficción reciente. En todo caso, es un
buen ejercicio mental, al componer un personaje, preguntarte: ¿Qué haría este personaje en el
dilema del tranvía?
* Club de los no Finn. No se admiten Finn. Si creaste un personaje con un propósito en la trama, y
después cambiaste de idea. Entonces, ese personaje debe ser eliminado. O reducido a un papel
muy secundario. No tiene sentido tener un personaje que ocupa un lugar central en una ficción,
medido en tiempo de pantalla o páginas de un libro, y que no desempeña ningún rol relevante en
la trama. Los "Finn" ocurren cuando un escritor se enamora de un personaje mientras trabajaba
en su desarrollo y, al hacer modificaciones importantes en la trama, no se resigna a eliminarlo sin
más trámite. Que obviamente es lo que debería hacer.
Algunas preguntas que te conviene hacerte para saber si un personaje es un Finn: ¿Qué añade tu
personaje a la historia? ¿Cuál es su motivación fundamental? ¿Genera este personaje algún
conflicto interesante? ¿Le estoy dedicando más atención a un personaje de la que merece su
importancia en la trama? ¿Una escena donde aparece el personaje desarrolla algún personaje o
avanza la trama, idealmente las dos cosas, o sólo está ahí porque el personaje me agrada?
* Personajes construidos desde dentro y desde fuera. Un personaje se construye desde dentro
cuando él es el motor que hace avanzar la trama, cuando sus acciones son un reflejo puro de su
carácter. Y se construye desde fuera cuando es una marioneta de la trama, cuando su
comportamiento está determinado por las necesidades de la trama. En la práctica, todo personaje
está construido en parte desde dentro y en parte desde fuera. La maestría de los genios está en
que, los aspectos de la trama que estaban planeados desde entrada, se sienten tan naturales en
un personaje, que no advertimos que eso fue construido desde fuera. Como la mayoría de
nosotros no somos genios, un objetivo razonable que debemos buscar es que, aquellas situaciones
en las que un personaje es una marioneta de la trama, al menos no se sientan completamente
fuera de personaje; o incluso fuera de toda lógica y sentido común.
* El conflicto externo debe ser un reflejo del conflicto interno. En una historia de superhéroes,
tiene que haber una cierta rima entre la personalidad del héroe y sus súper-poderes. Tomemos
por ejemplo a los Increíbles: El Sr Increíble debe cargar todo el peso de su trabajo y sus
responsabilidades familiares y tiene súper-fuerza. Helen está tratando de hacer su vida de ama de
casa y lidiando a la vez con una crisis matrimonial y es la mujer elástica. Violet es tímida y tiene el
poder de hacerse invisible. Dash es hiperactivo y tiene súper-velocidad.
* La dificultad de escribir personajes del otro sexo que el autor me parece que se ha exagerado
muchísimo: Viktor Frankenstein y Lady Macbeth me parece que no están nada mal.
La principal razón por la que casi todos los personajes femeninos escritos en las últimas décadas
apestan es que sufren de una especie de "síndrome de Munchausen por poderes": los escritores
decidieron que los personajes femeninos sufrían de alguna enfermedad que no sufrían y les dieron
medicamentos que no necesitaban, con el resultado de que ahora todos los personajes femeninos
están realmente enfermos a causa de los remedios que les aplicaron para males imaginarios. El
principal de estos remedios inútiles para males inexistentes es la máxima de RR Martin: "No
escribo personajes masculinos ni femeninos, escribo personajes de género neutro". Supongamos
que yo quisiera aplicar esa máxima, me encontraría en una dificultad MAYOR que la que estaba
tratando de evitar. Porque yo tengo una idea más o menos adecuada de como habla una mujer,
como suelen pensar las mujeres, como suelen actuar las mujeres; pero, ¿Cómo diablos piensa,
habla y actúa una persona de "género neutro"?
Bueno: No hay otro modo de averiguarlo que ir a ver la aplicación práctica de esa máxima en la
obra de su autor. Y entonces nos encontramos que, lo que significa realmente en la práctica es:
"Escribo únicamente personajes masculinos y a la mitad, al azar, le pongo tetas".
Yo creo que se puede hacer un trabajo decente siguiendo tres pautas: (1) ¿El mundo donde
transcurre tu historia es masculino o femenino? Porque, con independencia del sexo de los
personajes, el mundo donde transcurre la trama tiene un sexo propio. Una guerra es masculina.
Un hospital es femenino. Los personajes que pertenecen al sexo opuesto al del mundo deben ser
los más racionales y menos involucrados emocionalmente en la trama. No confundir el sexo del
mundo con el de la mayoría de los personajes. Un burdel es masculino, aunque esté lleno de
mujeres. (2) Si dos personajes representan un conflicto de ideas: ¿Cuál es la idea masculina y cuál
la femenina? El derecho positivo es masculino, y también lo es Creonte. La ley natural es
femenina, y Antígona es mujer. (3) Si una escena o línea de diálogo no tiene otro propósito que
recordarle al lector que ese personaje es hombre/mujer, es una mala escena o línea de diálogo
(v.gr.: Las proverbiales uñas rotas).
* Los defectos de un personaje tienen que ser los mismos que sus virtudes, pero en otras
circunstancias. La arrogancia de Coriolano, por ejemplo.
* Hay virtudes incompatibles entre sí; la justicia y la compasión, por ejemplo; y este es un buen
modo de crear conflicto entre dos personajes.
* Un atleta uruguayo que había ido a tomar unas clases en Kenia le preguntó al recepcionista del
hotel si no había visto a su amigo Kiano.
– ¿Cómo es?
– Es negro.
El recepcionista se quedó mirándolo: sin saber si el uruguayo era idiota o se estaba burlando.
* Un personaje debe tener sus propias perversiones sexuales, no satisfacer las del autor.
El urbanismo utópico
Cuando Platón se puso a imaginar su república ideal, hizo algo más que inventar un género
literario: inauguró toda una nueva forma de pensar. Y, aunque después del ateniense vinieron
otros cientos de autores que publicaron libros parecidos, todos esos proyectos comparten varios
rasgos en común:
(a) Dan una prioridad absoluta a las ideas sobre la realidad. La republica ideal, a fin de cuentas,
solo existe en el pensamiento. Su "realización" nunca será más que una sombra imperfecta.
(c) Como la república ideal se considera perfecta, sus leyes no contienen ningún mecanismo para
corregir errores (los cuales no existen) ni admiten ninguna forma de disenso, pues cualquier otro
sistema propuesto que no sea el perfecto será necesariamente peor. Lo que nos lleva a:
(d) Totalitarismo. No es posible una utopía donde exista ninguna forma de libertad.
En nuestros días, la fusión de la burocracia estatal con la burocracia corporativa en una oligarquía
formal o de facto se ha convertido en LA forma de gobierno. No sólo es la forma de gobierno que
tiene todo el planeta, con algunos matices y peculiaridades locales, sino que la gran mayoría de las
personas se ha vuelto incapaz de imaginar que se puede vivir de otro modo. Los partidos políticos
usan una retórica muy acalorada y se acusan mutuamente de "extremistas" y "radicales", o se
llaman a sí mismos "revolucionarios", para disimular que todos son indistinguibles entre sí, si
atendemos al verdadero contenido de sus ideas.
Al menos ha salido una cosa buena de esta falta de imaginación masiva: y es que las utopías
parecen haber muerto de una buena vez. ...al menos, como proyectos políticos. Porque, así como
el fanatismo religioso reencarnó como Cambio Climático y otras pseudo-ciencias, el utopismo
parece haberse convertido en nuestros días en urbanismo.
Todos estos proyectos tienen todos los rasgos característicos del utopismo: Idealismo, ignorancia
de la Historia, rechazo de la cultura, son económicamente disfuncionales, acríticos y totalitarios.
Sólo que, en vez de referirse a COMO se debe vivir, se refieren a DONDE se debe vivir.
Ahora bien; en mayo de 1968 un montón de estudiantes crónicos y prostitutas franceses pueden
haber pintado en las paredes de Paris: "Atrévete a soñar", "Prohibido prohibir", "Queramos lo
imposible" y otras bobadas por el estilo: pero los aerosoles que les dieron los sindicatos para
pintarlas estaban fabricados en algún gulag soviético. Detrás de toda república "ideal" siempre hay
algún tirano, lobby o servicio de inteligencia con intereses MUY materiales y terrenales. Y el
urbanismo utópico no es la excepción. El urbanismo utópico tiene un propósito claro, que es
reconciliar la ideología oficial de los oligarcas, quienes declaran creer en el "progreso", con el
hecho evidente de que nada en nuestra civilización está progresando. No es casual que el término
"futurista" aparezca de modo invariable en los videos promocionales de cada nuevo proyecto
urbano utópico. Ni es tampoco casual que buena parte de esos proyectos utópicos los emprenda
Arabia Saudita. Se busca canalizar las ideas de "modernizar el país", "dejar de ser una sociedad
medieval", hacia algo que no sea un cambio POLÍTICO. De modo similar a como el "despotismo
ilustrado" del siglo XVIII desvió las ideas revolucionarias al plano de la religión, la ciencia, la
filosofía y la literatura. Los emperadores germanos guillotinaron a Dios, a la metafísica y a
Shakespeare para conservar ellos sus cabezas.
Las ciudades utópicas de Arabia, nos dicen, van a ser eficientes en su consumo de energía, van a
ser limpias, seguras, con Internet en todas partes, toda clase de diversiones, gigantescas pantallas
de led, hologramas, IAs dirigiendo el tránsito. Van a mutilar a las mujeres con rayos laser y lapidar
a los apóstatas con piedras fluorescentes. Todo va a ser sumamente "moderno" y "avanzado".
Desde luego; como todo proyecto utópico pasado, presente y futuro, el urbanismo utópico es una
farsa. Se puede negar la realidad. Pretender que la Historia, la cultura, la economía, no existen.
Pero no por eso la realidad deja de existir. El urbanismo utópico no es algo nuevo: lo nuevo es LA
ESCALA que alcanzó en nuestros días. En pocas décadas, todas las ciudades "perfectas" que se
están construyendo hoy; sea desde cero en el medio de la nada, sea remodelando una ciudad real;
van a tener uno de cuatro destinos posibles:
Pero yo creo que el cripipasta tiene problemas esenciales que van en contra de su calidad.
El nombre del género se origina en un juego de palabras entre el verbo "to creep", que tiene la
doble acepción de reptar por el suelo y de acechar con intenciones malignas a alguien, y el
término "copy-paste", que significa copiar un texto digital y pegarlo en otra parte. Un cripipasta,
por lo tanto, es un relato que se difunde mediante el método del copy-paste y que trata acerca de
criaturas reptantes o acosadores humanos, o bien que busca generar una sensación de
incomodidad análoga a la de sentirse acechado. Es el modo en que se difunde el cripipasta el que
va en contra de su calidad narrativa. Pondré como ejemplo un cripipasta bastante famoso,
intitulado "Retratos", que dice más o menos así:
Un hombre que estaba cazando en un bosque se pierde y lo encuentra la noche. Apenas se pone el
sol, descubre por casualidad una cabaña desierta en el bosque y decide refugiarse allí. En la
humilde cabaña hay una cama y un par de frazadas, que son todo lo que necesita. Pero hay
también un elemento extraño: En las cuatro paredes hay colgados unos retratos sumamente
extraños, muestran a seres muy feos, que apenas parecen humanos y quizás no lo sean; todos
tienen una mirada tan horrible como su fealdad física, parecen mirar con un odio infinito. El
hombre se incomoda un poco por esos extraños retratos, pero se acomoda en la cama y logra
dormirse. Cuando se despierta, ya amaneció. El hombre decide mirar mejor a los extraños retratos
a la luz del día. Ante su sorpresa y su horror, descubre que en las paredes de la cabaña no hay
ningún retrato: lo que hay son ventanas.
El relato claramente logró el efecto que se proponía, dado que se volvió viral. Pero, si uno lo
piensa un minuto, se empieza a dar cuenta de los absurdos que contiene. (1) Si el cazador ve a
esas extrañas criaturas apenas entra en la cabaña, ¿Por qué no las vio cuando estaba afuera? (2)
¿Cómo pudo el cazador confundir las ventanas con retratos, si estas debían ser la única fuente de
luz dentro de la cabaña? Y podría seguir. Pero el cripipasta no necesita resistir un análisis de un
minuto. Basta con causar una sensación de sorpresa e inquietud momentánea, que dure lo
suficiente para que el lector lo copie y lo pegue en otra parte. Es un proceso darwinista. El proceso
de copy-paste no selecciona los relatos más meritorios, sino los más aptos para sobrevivir y
reproducirse. En ese proceso se irán produciendo "mutaciones": modificaciones en la historia,
fotos, música añadida, etcétera. Algunas de estas mutaciones tenderán a ser compartidas más que
otras. Este proceso no debe ser confundido con un trabajo de corrección. La corrección se
propone eliminar defectos. La evolución darwinista suprime virtudes y defectos por igual. El
lenguaje llano es más apropiado para lo viral que no una prosa cuidada. Un giro de guion bien
construido puede sorprender a un lector sutil, pero dudosamente impresione a un adolescente
que está leyendo en una ventana de Windows mientras se reproduce un video porno en otra.
Protagonistas huecos sirven para que el lector se proyecte en ellos. Recursos efectistas baratos,
como la sorpresa final de "Retratos", funcionan con todo el mundo. Los defectos que señalan los
detractores en el cripipasta no son accidentales: un cripipasta que no los tenga nunca se volverá
viral. Y, si tenía algunas virtudes en su versión original, las irá perdiendo con cada nueva
reescritura.