6to Día de La Novena

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Diócesis de Petare

Parroquia Nuestra Señora del Carmen

La Virgen María del Cenáculo se celebra con memoria


litúrgica en muchas diócesis y familias religiosas, entre las
cuales destaca la Congregación de las Hermanas de Nuestra
Señora del Cenáculo, fundada por santa Teresa Couderc
(+ 1885).
En la santísima Virgen, que estuvo presente en el primer grupo de los discípulos
de Cristo (Ant entr, cf. Hch 1, 14), la Iglesia ha ido descubriendo progresivamente a la
madre que alentaba con su amor los comienzos de aquella primitiva comunidad y al
modelo destacado de la oración unánime. En este formulario, en el que la Iglesia
glorifica al Padre celestial por el don del Espíritu Santo, la Madre de Jesús aparece
como:

La Virgen llena del Espíritu Santo. Dios, en efecto, colmó a la santísima Virgen
«de los dones del Espíritu Santo» (Co), y ella, que «en la encarnación de la Palabra /
fue cubierta con la sombra del Espíritu, / de nuevo es colmada de gracia por el Don
divino / en el nacimiento (del) nuevo pueblo» (Pf).

Modelo de la Iglesia. En primer lugar, modelo de oración, ya que Dios, en la


santísima Virgen, nos ha dado «en la Iglesia primitiva / un ejemplo de oración»
admirable (PI): «la Madre de Jesús, orando con los apóstoles» (Pf, cf. Ant entr [Hch 1,
14], Co), y «la que esperó en oración la venida de Cristo, / invoca al Defensor
prometido con ruegos ardientes» (Pf); ejemplo también de concordia, de comunión y
de paz (cf. Pf, Dc); de obediencia a la voz del Espíritu Santo (cf. So); de vigilancia en la
expectación de la segunda venida de Cristo (cf. Pf); de observancia fiel (cf. Al, Le 2,
19) y de activa propagación de la palabra de Dios.

Tomado de las Misas de la Virgen María - Misal I COEDITORES LITÚRGICOS 1998

Los discípulos se dedicaban a la oración en común, junto con María, la madre de


Jesús. Aleluya.

Señor, Dios nuestro,


que colmaste de los dones del Espíritu Santo
a la Virgen María en oración con los apóstoles,
concédenos, por su intercesión,
perseverar en la oración en común,
llenos del mismo Espíritu,
y llevar a nuestros hermanos
el Evangelio de la salvación.
Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Acepta, Padre santo,


los dones que te presentamos con alegría,
y haz que, imitando a la santísima Virgen,
estemos atentos a la voz del Espíritu
y en todo busquemos la alabanza de tu gloria.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Lectura de los Hechos de los apóstoles 1, 6-14

Después de la resurrección de Jesús, los apóstoles lo rodearon


preguntándole: «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?»
Jesús contestó: «No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el
Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda
sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda
Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo.»

Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista.
Mientras miraban fijos al cielo, viéndole irse, se les presentaron dos hombres vestidos
de blanco, que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El
mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto
marcharse.» Entonces los apóstoles se volvieron a Jerusalén, desde el monte que
llaman de los Olivos, que dista de Jerusalén lo que se permite caminar en sábado.
Llegados a casa, subieron a la sala, donde se alojaban: Pedro, Juan, Santiago, Andrés,
Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago el de Alfeo, Simón el Celotes y Judas el de
Santiago. Todos ellos se dedicaban a la oración en común, junto con algunas mujeres,
entre ellas María, la madre de Jesús, y con sus hermanos.

Palabra de Dios.

R// ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios! Sal 86

Él la ha cimentado sobre el monte santo;


y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob /R.

¡Qué pregón tan glorioso para ti,


ciudad de Dios!
Se dirá de Sión: «Uno por uno
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado.» /R.
El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Este ha nacido allí.»
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti.»/R.

+Lectura del santo evangelio según san Lucas 8,19-21

En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con
el gentío no lograban llegar hasta él. Entonces lo avisaron:

«Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte.» Él les contestó: «Mi
madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la palabra de Dios y la
ponen por obra.»

Palabra del Señor.

LA BIENAVENTURADA VIRGEN, ORANDO CON LOS APÓSTOLES, ESPERA LA VENIDA DEL DEFENSOR

V. El Señor esté con vosotros.


R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.


R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,


es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Porque nos has dado en la Iglesia primitiva
un ejemplo de oración y de unidad admirables:
la Madre de Jesús, orando con los apóstoles.

La que esperó en oración la venida de Cristo


invoca al Defensor prometido con ruegos ardientes;
y quien en la encarnación de la Palabra
fue cubierta con la sombra del Espíritu,
de nuevo es colmada de gracia por el Don divino
en el nacimiento de tu nuevo pueblo.

Por eso la santísima Virgen María,


vigilante en la oración y fervorosa en la caridad,
es figura de la Iglesia
que, enriquecida con los dones del Espíritu,
aguarda expectante la segunda venida de Cristo.

Por él,
los ángeles y los arcángeles
te adoran eternamente,
gozosos en tu presencia.
Permítenos unirnos a sus voces
cantando tu alabanza:
Santo, Santo, Santo...

Los discípulos eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la vida


común, en la fracción del pan y en las oraciones. Aleluya.

Renueva interiormente, Señor, con el don del Espíritu Santo


a quienes alimentas con el único pan de la salvación,
y concédenos, bajo el amparo de la Virgen María,
trabajar por la concordia y la paz de los hermanos,
por quienes Cristo, tu Hijo,
se ofreció como víctima de redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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