El Juicio Sintetico A Priori
El Juicio Sintetico A Priori
El Juicio Sintetico A Priori
1. Introducción
2. Formación del pensamiento filosófico de Emmanuel Kant
3. El Juicio Sintético A priori: fundamento de todo conocimiento en general
4. La Crítica de la Razón Pura: la formación de todos los conocimientos previos a la experiencia
5. Más Allá de los límites de la Razón Pura
6. Conclusión
7. Bibliografía
Introducción
"Existe, pues, un camino que el hombre, si quiere, puede recorrer; inicia con la capacidad de la
razón de levantarse más allá de lo contingente para ir hacia lo infinito". Así versa la carta encíclica
"Fe y Razón", en su apartado dedicado a esclarecer la función de la razón en el camino del hombre
hacia la verdad (Intellego ut Credam). Y es que, ciertamente, la capacidad espiritual del hombre para
conocer realidades, tanto materiales como abstractas, es patente en el avance del conocimiento.
Sin embargo, esta capacidad no pocas veces se ve nublada en su búsqueda de la realidad más
profunda: el camino a la verdad objetiva representa para el hombre un problema, es un camino
dinámico, no estático.
En este camino problemático, el mismo hombre puede dudar de sus capacidades para alcanzar
alguna verdad, sobre todo cuando el mundo moderno, plagado de subjetivismos y diversidad,
cuestiona nuestra capacidad de conocer la realidad tal cual. A lo sumo, el conocimiento de la verdad
objetiva se convierte en un conocimiento ecléctico del mundo. Y aunque el problema se presenta
puramente como teórico, tiene una profunda repercusión en nuestra vida práctica, ya que el
conocimiento del hombre no es ni sólo una teoría, ni una pura praxis, sino que es uno solo el
conocimiento humano, teórico y práctico a la vez, de donde se debe buscar la verdad en relación con
el bien que hay que realizar.
La propuesta de la presente investigación está en orden a esclarecer la problemática del conocimiento
humano, y de ofrecer una respuesta a la interrogante general sobre si la razón humana tiene
realmente la capacidad de elevarse hasta alcanzar un conocimiento infinito, o si el carácter
problemático del camino hacia la verdad objetiva no es más que la prueba de que en realidad hay
algunos conocimientos en los cuales la razón palpa su propia limitación.
Abordaremos esta problemática desde una de las obras más representativas de la filosofía universal
en relación al problema del conocimiento humano. Se trata de la "Crítica a la Razón Pura" (de ahora
en adelante, haremos referencia a este libro con las siglas KRV) del pensador alemán Emmanuel
Kant.
Esta obra ha sido considerada por tres motivos principales: primero, este autor se distingue como
creador del criticismo moderno, es decir, el estudio del conocimiento humano en sí mismo, en cuanto
capaz de alcanzar un conocimiento objetivo; segundo, la filosofía de este autor siempre ha estado en
disonancia con la filosofía tradicional por la radicalidad de sus afirmaciones en cuanto a la
determinación de los límites de la razón; finalmente, en el bicentenario luctuoso de Emmanuel Kant,
su propuesta filosófica sigue siendo actual e inquietante, sobre todo por sus repercusiones en los
ámbitos de la gnoseología, la ética y la teología modernas.
Además, el camino hacia la verdad es problemático, y en su consecución tenemos que plantearnos
una y otra vez los fundamentos de nuestro proceder, a fin de confirmar nuestros logros, o en palabras
del mismo Kant en sus Prolegómenos a toda Metafísica del Porvenir:
"La razón humana, es tan constructiva que, con frecuencia, después de acabar la torre, la ha
derribado de nuevo para ver si el cimiento está bien fabricado".
La obra Crítica de la Razón Pura, se compone de cuatro secciones principales: prólogo, introducción,
doctrina elemental trascendental y doctrina trascendental del método. Desde el primer párrafo del
prólogo de la KRV, el autor pronuncia categóricamente su postura respecto al problema planteado,
ésta es, a saber, el conocimiento tiene límites, hay cuestiones que no puede contestar, pero tampoco
puede deshacerse de ellas, en palabras de Kant:
"La razón humana tiene, en una especie de sus conocimientos, el destino particular de verse acosada
por cuestiones que no puede apartar, pues le son propuestas por la naturaleza de la razón misma,
pero a las que tampoco puede contestar, porque superan las facultades de la razón humana".
Por otro lado, en la introducción de la obra, el autor resuelve el porqué de esta condición limitada de
la razón: el Juicio Sintético a priori. De aquí en adelante (en la Doctrina Elemental Trascendental y la
Doctrina Trascendental del Método), la obra consiste en un desarrollo riguroso de esta hipótesis.
El asunto de nuestro estudio, planteado con rigor escolar, será: exponer los alcances y límites del
conocimiento desde la KRV de Emmanuel Kant. Para esto, la investigación presente procederá de la
siguiente manera: primero, con un estudio introductorio sobre la formación del pensamiento de
Emmanuel Kant; segundo, clarificaremos el concepto sobre lo que es el juicio sintético a priori;
tercero, nos plantearemos la posibilidad de tal clase de juicio desde la "doctrina elemental
trascendental" de la KRV; y, cuarto, valoraremos algunas de las consecuencias que tal juicio plantea
en el problema del conocimiento.
El hombre es "aquél que busca la verdad", mas en esta búsqueda tiene que valerse de las
herramientas de las cuales ha sido provisto, a fin de no equivocar el rumbo y de enriquecer el tesoro
de la sabiduría para la posteridad.
Capítulo 1
1. 2. 2. El giro copernicano
Nicolás Copérnico nació el 19 de febrero de 1473 en Thorn (Polonia). Es uno de los fundadores de la
astronomía moderna y autor de la teoría planetaria heliocéntrica. En 1543 la obra maestra que lo
habría de inmortalizar: De Revolutionibus Orbium Coelestium, dedicada al papa Paulo III, que
consta de seis libros de los cuales el más importante es el primero por exponerse en él la teoría
heliocéntrica. Esta teoría propone, en contradicción radical al conocimiento de la época, que los
planetas giran alrededor del sol siendo éste el centro del sistema planetario y no la tierra con todo lo
demás girando alrededor suyo como se pensaba. El descubrimiento de Copérnico pudo inspirar a
Kant en su giro gnoseológico del conocimiento, a saber, que no somos nosotros los que nos
amoldamos a la forma del objeto cuando lo conocemos, sino al revés, el objeto se amolda a la forma
de nuestro conocer. Después de siglos de plantear la propia posición de la tierra en el centro del
sistema solar, con el sol y los demás planetas girando en orbitas alrededor, por medio de la
observación de los movimientos de los cuerpos celestes, Copérnico se da cuenta que todo el sistema
se explica mejor y adquiere congruencia entre todos los datos de la experiencia si colocamos a la
tierra en una órbita alrededor del sol y no al revés, como la cosmografía tradicional lo planteaba.
1. 2. 3. La gran luz
El pensamiento de Kant evolucionó significativamente a lo largo de su vida. Pueden distinguirse
dentro de su desarrollo cuatro períodos: en el primer período (1746 - 1760) prevalece el interés por
las ciencias naturaleza; filosóficamente Kant es racionalista. En el segundo (1760 - 1769) aventaja la
vocación filosófica, y se advierte una tendencia hacia el empirismo. En el tercero (1769 - 1781) surge
ya la idea criticista, es el período de la gestación. En el cuarto (1781 - 1804) se producen las clásicas
obras de la filosofía crítica, o trascendental, y, tras ellas, en los años postreros de su vida, algunas
aclaraciones y retoques de su doctrina. El año de 1769 fue crucial. Llevado a una honda meditación, él
mismo dijo: "El año 1769 me trajo la gran luz". La gran luz era el principio criticista. En 1770 aparece
la disertación inaugural De Mundi Sensibilis atque Intellibilis Forma et Principis (Forma y Principios
del Mundo Sensible e Inteligible) la obra puede ser considerada como el acta de nacimiento del
criticismo.
Hasta ahora hemos mostrado los principales factores que influyeron en la formación del pensamiento
de Kant y en la concepción del principio crítico, fundamento de toda la filosofía trascendental como él
mismo la llama. Pero cuál es este principio, capaz de fundir en un solo cuerpo doctrinal, la paradoja
gnoseológica de la época moderna ¿cuál es a fin de cuentas la fuente del conocimiento, el intelecto o
la experiencia?
Capítulo 2
2. 2. Toda la ciencia teórica de la razón está construida con juicios sintéticos a priori
Entiéndase por "ciencia teórica de la razón", todo conocimiento construido en la razón y que en la
experiencia solamente se verifica, como las matemáticas puras (aritmética y geometría) y la física
teórica. De estos conocimientos bien podemos decir que son infalibles.
Si decimos que 2 + 2 = 4, esta proposición matemática es apodíctica. A simple vista, parece que es un
juicio analítico, y que el concepto de 2 + 2 contiene el concepto de 4 o, en otras palabras, cuando
pienso en 2 + 2 automáticamente pienso en 4. Pero es falso. Cuando pienso en 2 + 2 sólo pienso en
un número como resultado de tal suma, pero nunca que ese número sea 4. Por lo tanto la proposición
no es un juicio analítico sino sintético dado que 4 es un conocimiento nuevo. La sencillez del ejemplo
nos causa confusión. Pero qué pasa si elevamos las cantidades a 25164 + 59468 = ? En este ejemplo
es claro que la suma me dará por resultado un número, es decir, cuando pienso en 25164 + 59468
intuyo que el resultado es efectivamente un número, pero no intuyo nada acerca de cuál es ese
número, por lo tanto, la proposición no es analítica (de descomposición), sino sintética, pues el
resultado de tal suma es un conocimiento nuevo.
Sin embargo, este juicio sintético (25164 + 59468 = ?), es a la vez a priori puesto que el resultado de
esta suma es siempre necesariamente el mismo número, lo verifique o no:
"Las proposiciones propiamente matemáticas son siempre juicios a priori y no empíricos, pues llevan
consigo la necesidad, la cual no puede ser derivada de la experiencia".
Antes de la experiencia (realizar la operación suma), no sé que número concreto obtendré por
resultado, sin embargo, sé que obtendré siempre el mismo número las veces que yo realice la suma,
incluso si no la realizo el resultado "ya está dado", la operación no hace más que "descubrirlo".
La geometría también está construida con juicios sintéticos a priori. Si decimos "la distancia más
corta entre dos puntos es la recta que los une", el juicio es sintético, puesto que el concepto de línea
recta no contiene nada acerca de magnitud (la más corta), sin embargo es también a priori, ya que es
un juicio necesario, esto es, se cumple para cualquier par de puntos en el espacio. Asimismo "la suma
de los ángulos internos de un triángulo es igual a 180 grados" es un juicio sintético puesto que el
concepto de "la suma de los ángulos internos", como vimos en el ejemplo de la suma, contiene un
número como resultado, pero no que ese número sea siempre 180; además, es a priori, puesto que
este principio es necesario y universal, por que el resultado es necesariamente 180 para todo
triángulo. Todos los principios de la geometría son juicios sintéticos a priori, o al menos lo son los
principios que permiten un avance en el desarrollo de esta ciencia.
La física (ciencias naturales), es el estudio de las leyes dinámicas que determinan todas las cosas:
"Naturaleza es el ser de las cosas, en tanto que está determinado por leyes naturales generales. Si la
naturaleza hubiese de significar el ser de las cosas en sí mismas, no podríamos conocerlas jamás, ni a
priori ni a posteriori. A priori no, pues, ¿cómo queremos nosotros saber lo que corresponde a las
cosas en sí mismas, puesto que esto no puede nunca verificarse por descomposición de conceptos
(proposiciones analíticas), dado que yo no quiero saber lo que en mi concepto de una cosa está
contenido (pues esto corresponde a su ser lógico), sino lo que de la realidad de la cosa se añada al
concepto y, por medio de lo cual, sea determinada la cosa misma en su ser, fuera de mi concepto?"
Si estas leyes estuvieran en las cosas en sí mismas, nunca podríamos conocerlas por la experiencia ya
que esta nos da simplemente ejemplos, casos aislados, de los que nunca podemos obtener una ley
universal y necesaria que se aplique a todos los casos; pero tampoco podríamos conocer estas leyes a
priori, pues necesitamos de la experiencia para tener al menos un dato de las relaciones entre las
cosas.
A la base de la física se encuentra la matemática (de la cual ya hemos mostrado su total construcción
por juicios sintéticos a priori), y conceptos (que son de suyo, analíticos).
Sea el caso de la fórmula de la velocidad: v = dt donde v es velocidad, d distancia recorrida y t es
tiempo. Esta es una proposición sintética, pues el concepto de velocidad nunca está contenido en el
concepto de multiplicación de "distancia por tiempo" (que es una proposición matemática), y es a
priori, puesto que es necesaria, tanto que si voy en un automóvil con una velocidad constante de 50
kilómetros por hora, en una hora habré recorrido 50 kilómetros indudablemente.
Si las leyes físicas no pertenece a los objetos en sí mismos (sería imposible su formulación como ley
universal) y es además, un juicio sintético (aporta algo nuevo al conocimiento) y a priori (está
construido previo a la experiencia) ¿cómo puede esta ley determinar la experiencia concreta?
Que las proposiciones teóricas de la razón pura (como lo son las proposiciones de las matemáticas y
de la física) tengan validez universal se explica porque éstas no determinan la experiencia en sí
misma, sino la experiencia posible:
"Si un conocimiento ha de tener realidad objetiva, es decir, referirse a un objeto y poner en el mismo
significación y sentido, debe el objeto poder ser dado de alguna manera. Sin eso, son los conceptos
vanos y aunque en realidad hemos pensado, nada hemos conocido por ese pensamiento; no hemos
hecho sino jugar con representaciones. Darse un objeto –si ello no ha de entenderse sólo
mediatamente, sino como exponerlo inmediatamente en la intuición- no es otra cosa que referirse su
interpretación (real o al menos posible). (...) La posibilidad de la experiencia es pues lo que da a todos
nuestros conocimientos a priori realidades objetivas".
Kant, en el concepto de "experiencia posible", acaba de trazar los límites de la razón teórica, a saber,
la razón teórica no puede conocer nada de los objetos en sí mismos, sino sólo como objetos de una
experiencia posible.
Capítulo 3
3. 2. 1. La estética Trascendental
Hay en todo conocimiento dos elementos que nunca podemos apartar: el espacio y el tiempo. Estos
acompañan siempre nuestra experiencia del mundo. Es imposible para nosotros imaginar algún
objeto que no ocupe un lugar en el espacio ni en el tiempo, incluso en la representación mental de
objetos inmateriales, tendemos de alguna forma a colocarlos en algún lugar en el espacio y en el
tiempo. Por ejemplo, el alma. Cuando pienso en el alma (totalmente inmaterial), la pienso dentro de
mi corporeidad, y en algún momento pienso su creación y su posible destrucción o inmortalidad. O
cuando pienso en Dios, aplico para Él las categorías de "Omnipresente", entendiendo que está en
todo lugar, y de "Eterno" entendiendo que existe en todo tiempo. Cuando conozco un objeto,
cualquiera que sea, no puedo negar que está aquí y ahora. El espacio y el tiempo están, como vemos,
presentes en todo acto cognoscitivo.
Pero ¿de dónde provienen estos conceptos de espacio y tiempo? O bien son parte constitutiva de los
objetos en sí mismos y nosotros no hacemos más que abstraerlos de la experiencia; o bien, afirmamos
con Kant que forman parte de la sensibilidad pura, es decir, nosotros colocamos el espacio y el
tiempo en los objetos que conocemos. Para ampliar esta cuestión proponemos los siguientes
ejemplos.
Imaginemos a la razón como una persona que ha sido vendada de los ojos, y a la cual se le pide
caminar por un campo de fútbol. Esta persona no sabe si está cerca de la portería o del centro de la
cancha, o del borde de ésta, sin embargo tiene una representación previa espacio aunque de hecho
no pueda ver nada. En este ejemplo ya es claro como en la razón hay una representación del espacio
previa a la experiencia. Si el espacio proviniese de los objetos de la experiencia no podría formarme
ninguna representación de ellos, no sabría si un objeto está aquí o allá, lejos o cerca, si una serie de
objetos están en orden o desordenados. Si la persona vendada se quitase la venda y tratase de
abstraer el concepto del espacio de la experiencia, no le serviría de nada, pues no tendría ningún
concepto aún de cerca o lejos, de orden o desorden; incluso en el caso de que pudiera abstraer estos
conceptos, bastaría dar unos pasos para tener que volver a abstraer el concepto de espacio.
Imaginemos ahora a una persona encerrada en un cuarto sin ventanas y sin reloj por muchas horas.
Esta persona no puede informarse de cuanto tiempo ha pasado, pero sin duda tiene la representación
de que algún tiempo ha pasado. Aquí es claro ahora que el tiempo es, también, una representación
previa a la experiencia. Si no fuese así, cada vez que miremos la hora en el reloj y notemos que algún
tiempo ha pasado, este tiempo no significará para nosotros. Cuando a la persona del cuarto, se le
muestra un reloj después de largo rato, ésta confirma solamente cuanto tiempo ya pasó.
El espacio y el tiempo son previos a la experiencia, por lo tanto, no pueden ser parte de los objetos
en sí mismos: en toda experiencia cognoscitiva, el espacio y el tiempo son las formas de la
sensibilidad pura que la razón aporta, e incluso, hacen posible toda experiencia. Si el espacio y el
tiempo no estuviesen en la razón pura previamente a toda experiencia, no podríamos tener
experiencia alguna, pues ¿en qué aquí y ahora colocaríamos tal experiencia?
Hasta aquí se ha mostrado lo esencial de la estética trascendental, a saber, que el espacio y el tiempo
son formas puras de la sensibilidad, están pues, en nuestra forma de conocer y no en los objetos en sí
mismos.
3. 2. 2. La lógica trascendental
La lógica tradicional consiste en el estudio de las formas mentales y de su validez (verdad lógica), o
invalidez (falsedad lógica). Éste es el sentido de lo que llama Kant lógica general, mas él distingue de
ésta la lógica trascendental, a la que confiere única y exclusivamente la explicación del principio de la
razón pura, el juicio sintético a priori:
"La explicación de la posibilidad de los juicios sintéticos es un problema de que no tiene que ocuparse
para nada la lógica general, ni siquiera conocer su nombre. Pero en una lógica trascendental es el
asunto más importante de todos y aún el único".
La intuición es un conocimiento directo del objeto que sólo puede darse a través de los sentidos, es
decir, la intuición sólo puede ser sensible. Decir que somos capaces de una intuición intelectual (de
llegar a un conocimiento directo de un objeto por vía extrasensorial), equivale a decir que tenemos
alguna facultad de "premonición" o de "adivinación".
Pero ciertamente somos capaces de obtener nuevos conocimientos por la vía del intelecto, pero
¿cómo si éste no es capaz de intuir, al menos en el mismo sentido de la intuición sensible? Esto se da
a través de la facultad del entendimiento.
Entender es "conocer por conceptos", es formar en nuestra mente la idea clara de una realidad a
partir de juicios. El juicio es "el conocimiento mediato de un objeto; por lo tanto, la representación
de una representación del mismo". Son estos, los conceptos y los juicios, el objeto de estudio de toda
analítica, la que, si es entendida trascendentalmente, tendrá que estudiar su objeto solamente en
cuanto a su forma y nunca en cuanto a su contenido. Es decir, la forma de los conceptos y de las
relaciones entre ellos independientemente de todo contenido.
Entender es realmente llegar a un conocimiento nuevo, pero no a través de una intuición intelectual
ni mucho menos de una intuición sensible, sino a través de la formación de conceptos y juicios en la
mente.
Formar conceptos y juicios no es una función que la razón teórica realice cuando los sentidos le
proporcionan el material adecuado para ello, sino que es su función inherente, es decir, lo hace
incluso a expensas del material que se le da por parte de los sentidos.
La razón es una unificadora de la realidad, bajo ella, se forman todos los conceptos y juicios del
entendimiento. Supongamos que la razón teórica no tuviese la capacidad de construir los conceptos y
los juicios antes de la experiencia y que éstos realmente se "abstrajesen" de los objetos, entonces
nunca podríamos tener en nuestro poder ningún concepto, ni particular ni universal, a lo sumo se
podría decir este objeto es tal cosa (un mueble para sentarse), pero nunca podría aplicarlo
universalmente, es decir, que ésta, ésa, o aquélla, son sillas y sirven para sentarse.
De hecho un concepto no es más que un juicio analítico, es la conjunción o síntesis de dos o más
conceptos bajo una sola representación. Ahora ¿cómo descomponer en el entendimiento (que es la
función de los juicios analíticos), algo que no ha sido sintetizado previamente? Esto es, la síntesis
precede al análisis del concepto, y el hecho de que podamos realizar este último, es prueba de que la
síntesis es el inicio de todo conocimiento humano.
Si la función sintetizadora del entendimiento precede a cualquier otro acto en el conocimiento, debe
realizarse según la propia forma sintética de la razón, y ser, al mismo tiempo independiente de todo
material proporcionado por la intuición sensible. Además, sí la función del pensar es la de conocer
por conceptos y juicios, ambos deben estar ya construidos según su forma en la razón pura para
poder realizar la función sintética de la razón. De aquí surge la tabla de los juicios y las categorías:
Juicios Categorías
Universales Unidad
Singulares Totalidad
Afirmativos Realidad
Infinitos Limitación
Todo el material que recibimos por los sentidos, que son la única vía por la cual podemos recibir tal
material, se amolda a la forma de los juicios y las categorías de la razón pura descritas en esta
tabla.
Sobre la obtención de la división de los juicios y las categorías presentada a lo largo del Primer
Capítulo, Libro Primero de la analítica trascendental, Kant menciona en § 9:
"Si hacemos abstracción de todo contenido de un juicio en general y atendemos sólo a la mera forma
del entendimiento en él, encontraremos que la función del pensar, en el juicio, puede reducirse a
cuatro rúbricas, cada una de las cuales encierra tres momentos (...) Todas las relaciones del pensar en
los juicios, son: a) del predicado con el sujeto, b) del fundamento con la consecuencia, c) del
conocimiento dividido y de todos lo miembros de la división entre sí. (...) la modalidad de los juicios
es una función muy especial de los mismos que se caracteriza por no contribuir en nada al contenido
del juicio (pues fuera de la cantidad, cualidad y relación, nada queda ya que constituya el contenido
del juicio), y referirse tan sólo al valor de la cópula, en relación con el pensar en general"
Y en § 10:
"tal es el inventario de todos los conceptos primariamente puros de la síntesis, contenidos en el
entendimiento a priori (...) Esta división se ha producido sistemáticamente por un principio común,
a saber, la facultad de juzgar (que es tanto como la facultad de pensar), y no ha surgido
rapsódicamente de una rebusca de los conceptos puros, emprendida a la buena de Dios; en esta
última no se puede nunca estar seguro de que la enumeración sea completa, pues que sólo es
concluida por inducción, sin pensar que de este modo nunca se comprende por qué precisamente
éstos y no otros son los conceptos que residen en el entendimiento puro".
Kant obtiene primero los juicios retirando todo contenido de ellos y dejándolos simplemente como
son en cuanto a la forma. Luego, de ahí obtiene, a priori como él mismo señala, para cada forma
especial de juicio, una forma de concepto puro del entendimiento
Si bien, la lógica tradicional se ha ocupado de estudiar los juicios en tanto la relación entre los
conceptos que lo forman, ha cometido un pecado de omisión al no ocuparse de qué tipo de relación
se da en los juicios. Por ejemplo, supongamos la proposición "todo anciano fue niño alguna vez", que
relaciona los conceptos de anciano y niño, es, utilizando la tabla: según su cantidad, universal; según
su cualidad, afirmativo; según su relación, categórico; y según su modalidad, apodíctico. Y así,
cualquier relación que queramos construir, tiene que amoldarse a la formas del juicio en cuanto a su
cantidad, cualidad, relación y modalidad.
Ahora, las categorías o conceptos puros del entendimiento son, conceptos que se han formado en el
intelecto sin la intervención de ningún material proveniente de los sentidos, es más, construidos en
ausencia de todo material. Son conceptos en los cuales la razón, partiendo de las formas de los
juicios, constituyen las formas universales y necesarias de todo conocimiento. Así, el inicio del
conocimiento se da en las categorías, que son, por así decirlo, conceptos totalmente vacíos en los
cuales, como un recipiente que da forma al agua que contiene, acomoden en el entendimiento todo el
material proveniente de los sentidos.
Resumiendo lo visto en este apartado hasta ahora, la doctrina elemental trascendental trata sobre lo
que la razón pura aporta al conocimiento humano de modo que sea universal y necesario, a saber, el
tiempo y el espacio (en la sensibilidad pura), y la forma de los juicios y los conceptos puros (en el
entendimiento puro).
Ahora bien, se ha dejado para más adelante el contenido de la dialéctica trascendental, puesto que se
ocupa de lo que ocurre cuando la razón pura sobrepasa sus propios límites, tema que se tratará en el
último capítulo de este trabajo. Mientras tanto y, para finalizar esta sección, en la siguiente sección
plantearemos desde la KRV, el principio último en el conocimiento humano, el cual permite, en
última instancia, todo conocimiento objetivo: el "yo pienso".
Capítulo 4
4. 1. La ilusión trascendental
La conclusión de toda la analítica trascendental consiste en demostrar que el conocimiento de las
categorías y de los principios no puede nunca ir más allá de sus propios límites, es decir, que su uso
sólo puede ser empírico, nunca trascendental (Kant utiliza aquí trascendental en un nuevo sentido,
como más allá de toda experiencia posible), a través de la síntesis de un concepto en la experiencia
posible.
Los sentidos son los medios por los cuales los objetos exteriores llegan al pensamiento. Pero, con
Kant, la sensibilidad tiene unas formas propias, el tiempo y el espacio. Entonces, estrictamente en el
ámbito de lo sensible, todo lo demás que no sea el tiempo y el espacio, es conocido en el objeto como
es, es decir, en sí mismo. Ahora, quitar el tiempo y el espacio del objeto es imposible para nosotros.
En esto consiste el fenómeno: es el objeto como se me es dado en los sentidos (en el tiempo y en el
espacio). Pretender conocer los objetos en ausencia del tiempo y el espacio, es decir, totalmente en sí
mismos, es imposible para nosotros. Esto señala el carácter subjetivo de todo conocimiento según
Sergio Rábade, en su investigación sobre la objetividad del conocimiento en la KRV:
"El hombre, en su conocer, no se encuentra con ni se ocupa de lo en-sí de las cosas, sino del para-mí,
de aquello que las cosas son para mí sencillamente porque yo las conozco así".
Este es, a nuestro parecer, el sentido de la sentencia kantiana de que no podemos conocer los objetos
en sí mismos: podemos conocer los objetos en sí mismos pero no absolutamente en sí mismos.
Tendríamos que poseer una intuición intelectual, que no necesite los sentidos, para conocer los
objetos en sí mismos, o al menos libres de las formas puras de la sensibilidad. Como no nos es posible
deshacernos de nuestra materialidad y conocimiento sensible, sólo conocemos los objetos como son
aquí-para-mí-ahora, en otras palabras como se me aparecen o se me son dados en los sentidos, esto
es como fenómenos. Partiendo del concepto de fenómeno, el concepto de noúmeno es sencillo de
comprender.
No encuentro el noúmeno el sinónimo más adecuado que el de espejismo. El espejismo no es una
alucinación, la cual es totalmente irreal fuera del sujeto que la padece, sino que, el espejismo es tan
real y objetivo que se puede fotografiar, y, sin embargo, es una ilusión, lo que parece estar ahí, no está
en realidad. Verneaux afirma:
"Como los fenómenos son los objetos de la sensibilidad, lo que no es fenoménico puede ser calificado
de objeto del entendimiento, o noúmeno. Y como la intuición es la única función que presenta
objetos, los noúmenos son el objeto de una intuición intelectual"
Así que el noúmeno es el producto de la razón que, en el propio proceder unificador, construye un
objeto que en realidad nunca ha estado en los sentidos. O en palabras de Verneaux: "El uso
trascendental del entendimiento consiste en pensar cosas que no pueden ser dadas en ninguna
experiencia".
Ahora, ¿Por qué la razón pura se afana en ir más allá de sus límites permitidos? Porque el
conocimiento humano es, simplemente, trascendente, va más allá de su ámbito (o de sí mismo). Esto
es, aunque el conocimiento está determinado por la forma de la razón a actuar por principios que la
condicionan (las categorías y la experiencia posible), necesita, en última instancia, un primer
principio incondicionado, que le permita saber precisamente cuáles son sus límites. Si no supiéramos
que hay más allá del límite (los noúmenos), no tendríamos conciencia del límite mismo de nuestra
razón, y sin tal punto de referencia no sabríamos si un conocimiento es real o hace referencia a un
objeto. Cualquier objeto en la mente sería real, pues no sabríamos que sería lo irreal.
En resumen ir más allá de sus límites le permite a la razón saber sus límites; tender a lo
incondicionado le permite conocer las condiciones del conocimiento; el noúmeno da sentido a lo que
es la realidad mostrando lo que no es real: "La ilusión trascendental consiste en considerar la
tendencia natural del pensamiento a lo incondicionado como una aplicación del pensamiento".
En esto consiste la ilusión trascendental, en un "objeto" que debería estar ahí, que debería haber sido
percibido por los sentido pero no es así, simplemente por el hecho de que no podemos construir el
experimento que lo verifique, es decir, la síntesis de las diferentes representaciones obtenidas por los
sentidos bajo una sola produce un objeto que está más allá de la experiencia posible.
En el concepto de ilusión trascendental, Kant ha descalificado toda metafísica dogmática, pues ésta
ha sido reducida a una elaboración mental sin fundamentos. Todos los objetos de la metafísica son,
así, noúmenos. La metafísica dogmática no puede llegar nunca a ser ciencia, puesto que no puede
verificar sus objetos en la experiencia posible, ahora, decir que la metafísica no puede ser ciencia y
decir que no es objetiva son cosas muy distintas, sobre todo si analizamos el concepto kantiano de
objetivo.
Partamos de nuestra natural disposición para pensar en el sujeto y el objeto como contrapuestos.
Para nuestro autor, tal contraposición no es real, sino que el sujeto contiene al objeto, el sujeto
construye el objeto. Fuera de mi, la "cosa" real existe, está ahí (y mi intuición sensible lo confirma),
pero no es objeto hasta que yo lo objetivo. El objeto es una construcción de la razón, y la única
contraposición entre sujeto y objeto no es la real, sino la lógica. La contraposición del sujeto y el
objeto está en la forma del conocimiento.
Pues bien, el conocimiento nouménico que soporta la ilusión trascendental (metafísica), es un
conocimiento tan objetivo como las mismas categorías, pues se construye totalmente a priori en la
razón pura:
"Es la aplicación de los conceptos puros o categorías del entendimiento al contenido bruto de las
intuiciones empíricas, sometido ya a las intuiciones puras de la sensibilidad y mediatizado por los
esquemas de la imaginación".
La razón humana no puede simplemente no construir noúmenos. Además, los construye según su
forma, y como la razón esta determinada por el yo puro, todo hombre tiene, así como los conceptos
puros del entendimiento, ciertos noúmenos determinados según su forma a priori en la razón. En
palabras más sencillas, todo hombre tiene las mismas ideas metafísicas (el alma, el mundo, Dios)
dentro de sí, independientemente de la existencia de estas ideas en la realidad.
Cómo y por qué el conocimiento nouménico, que sustenta a la metafísica, se reduce a los tres objetos
mencionados anteriormente será la cuestión del siguiente y último apartado de esta investigación a
fin de determinar si los alcances y límites del conocimiento propuestos por Kant en la Crítica de la
Razón Pura, son válidos y en qué sentido lo son.
Conclusión
El hombre, exaltado sobre todas las demás criaturas con la capacidad de razonar, ha soñado en el
transcurso de la historia con llevar este poder hasta sus últimas consecuencias y se ha considerado a
sí mismo dotado de un conocimiento potencialmente ilimitado.
En efecto, el conocimiento en el hombre es ilimitado, pero ¿qué significa esto? El conocimiento es
ilimitado porque él mismo construye su propia ilimitación, y no la construye en un acto espontáneo
ni por necesidad, sino que lo hace irremediablemente por seguir el impulso de su propia naturaleza
trascendental, es decir, que va más allá de sus límites; mas permanece encerrado en la isla a la que la
forma de proceder de la razón y la experiencia posible lo condenan.
Si vemos tanto avance en lo que a las ciencias empíricas se refiere, es porque la ciencia toda es
precisamente el ámbito especializado del hombre, pues por medio de la experiencia posible, puede
verificar toda teoría construida en la razón pura. Además, todo el conocimiento de las leyes de la
naturaleza (o leyes físicas) tiene sus fundamentos en la matemática pura, que podríamos decir que es
una especie de lenguaje común de toda razón humana (al menos la aritmética y la geometría); pues a
su vez la matemática pura tiene por ultima consecuencia, la unidad trascendental que el yo puro le
proporciona a la razón en las formas puras de la sensibilidad, el tiempo y el espacio.
Desde el mismo punto de partida se ve que las matemáticas y la física son conocimientos infalibles y
duraderos, mas la metafísica ha ido de mal en peor durante la historia (o al menos a permanecido
estática). Nuestro autor, se pregunta por qué la metafísica no es una ciencia infalible y duradero, por
qué "no está hecha".
En el plano metafísico, decir que el alma, el mundo y Dios no puedan conocerse, y decir que no
existen fuera de nuestra mente son cosas muy distintas. Por el contrario, tener estas ideas nos
posibilita el conocimiento de estas realidades. En la razón ya tenemos estas ideas de una forma
natural, esperando que por algún principio se conviertan en objetos, mas no por el principio de la
experiencia posible.
Kant está separando un lugar muy especial dentro de su sistema para el conocimiento objetivo de las
ideas trascendentales, el conocimiento de fe, el cual, es abordado desde la siguiente obra de Kant, la
Crítica de la Razón Práctica, en donde, sin pretensión de sumergirnos en su discurso, propone que el
alma, el mundo y Dios, son supuestos que dan coherencia al actuar humano y a la libertad, partiendo
de una realidad innegable: el sentimiento moral. Y más aún, en la Critica del Juicio, Kant completa la
prueba de la existencia de Dios por la finalidad de la moral en el hombre.
Si hacemos un recuento del proceso que esta investigación ha llevado, se muestra que Kant lo que
quiere es construir la metafísica como ciencia experimental: en el primer capítulo, mostramos las
corrientes modernas que influyeron en la formación del pensamiento kantiano, a saber, el
racionalismo, el empirismo y el idealismo, de los cuales Kant intenta realizar una síntesis; en el
segundo capítulo, analizamos los elementos claves de toda la filosofía crítica: el juicio sintético a
priori y la experiencia posible. de igual forma se explicó como el conocimiento científico tiene
elementos previos a la experiencia que le proporcionan total universalidad y necesariedad; en el
tercer capítulo, nos introdujimos en la doctrina elemental trascendental, a fin de describir cómo es
posible el conocimiento a priori en las categorías, y de cómo este conocimiento es totalmente
objetivo pues esta regido por el yo puro, que es la regla universal de la objetividad para toda razón
humana, una conciencia trascendental; en el cuarto y último capítulo, nos introdujimos al análisis
kantiano de la metafísica, y de cómo todo conocimiento de este orden (metafísico), no es más que una
trasgresión de los límites que la propia razón pura tiene, pues no fundamenta, ni puede, su validez
(de la metafísica) en el campo de las ciencias puesto que no puede construir ni uno solo de sus
objetos en la experiencia posible, es decir, la metafísica no es ni nunca podrá ser científica.
Kant, analizando las matemáticas puras y la física, descubre ésta están construidas a priori en el
entendimiento a través de los principios de la razón pura. Para que un conocimiento cualquiera sea
universal y necesario (científico), tiene que ser construido en la razón a priori y ser objeto de una
experiencia posible. Mas la metafísica actúa por medio de juicios analíticos y nunca podrá construir
su objeto en la experiencia posible, sino que es un conocimiento cuyo principio de verificación es otro
(el sentimiento moral), y, sin embargo, es completamente objetivo (comunes a toda razón humana).
La metafísica es entonces un conocimiento totalmente válido, objetivo y útil, pero que no entra en el
ámbito de las ciencias empíricas, pues sus objetos, el alma, el mundo y Dios, nunca serán objetos de
una experiencia posible. La razón pura nunca puede por si sola, probar que estos objetos existen en la
realidad. Así, el conocimiento de la razón pura en la KRV de Emmanuel Kant, tiene un poder
ilimitado, pero inmanente, encerrado dentro de los límites que la misma razón pura se traza.
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