Cata Preguntas Respuestas
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Describa los modelos y acciones que los docentes pueden llevar a cabo para una
mejora de la interacción didáctica.
Describa razonada y brevemente qué tipo de actuaciones tendría en cuenta como
docente para prevenir y afrontar los problemas de acoso escolar en el aula.
Los modelos aplicados a la mejora de la interacción didáctica son los empático-
colaborativos, basados en la capacidad comprensiva del profesor frente a la amplitud de
relaciones sociales que se dan entre los alumnos. Para crear un clima positivo en el aula
el profesor debe saber adaptar los códigos verbales, paraverbales y no verbales y
desarrollar un modelo empático-colaborativo.
El profesor ha de promover un clima socio-relacional compartido, colaborativo y
de corresponsabilidad para anticiparse a problemas y evitar que se consolide un clima
de rechazo. Cuando eso ocurre y existen fuertes tensiones entre los estudiantes, surgen
procesos de acoso escolar. Las actuaciones pertinentes para anticiparse al acoso son:
Diagnóstico del clima social del aula: el profesor ha de conocer el tipo de
relaciones que prevalecen en el aula y ayudar a propiciar aquellas que beneficien el
desarrollo de la tarea formativa (la empatía, colaboración, confianza, respeto, apertura,
igualdad, etc.).
Análisis del discurso: equilibrio de los códigos verbal, no verbal y paraverbal.
Los términos verbales son un componente del acoso, al emplearse insultos, palabras
inadecuadas, giros despectivos que, a su vez, pueden ser más violentos si se acompañan
de códigos no verbales como gestos y expresiones de rechazo. El profesor debe
anticiparse al maltrato y acoso con el autocontrol de gestos, tono y expresiones que
puedan incitar a violencia. Debe siempre trabajar con un uso apropiado de palabras y
formas de expresión.
Tipo de liderazgo: hay diferentes tipos (instructivo, curricular, estructural,
humano y micro político). El aula requiere un liderazgo democrático y empático, que
promueva la corresponsabilidad e implicación de docentes y alumnos en la consecución
de un proyecto común. Lo que se espera del líder es que se preocupe por el bienestar y
éxito del grupo.
Cohesión de los estudiantes y sus relaciones: la cohesión es la interacción
estrecha entre los estudiantes. La tarea formativa ha de lograr que las relaciones entre
estudiantes se basen en el respeto mutuo. La cohesión se mejora cuando cada uno se
implica y aporta sus ideas en los proyectos.
Adaptación de los métodos a los estudiantes: Para prevenir las situaciones de
acoso escolar, la metodología más acertada son los métodos socializados de la
enseñanza, que se sustentan en el aprendizaje colaborativo y la cultura de cooperación:
el aprendizaje en equipo, el diálogo y encuentro en micro grupos, el diseño y ejecución
de proyectos en común, la asamblea de clases, etc. Hemos de lograr que cada estudiante
se sienta miembro activo y corresponsable de su grupo de clase y de las acciones de
trabajo compartido, como base para el control de la violencia. Si las propuestas se
diseñan con la colaboración de los estudiantes y son creativas, estimuladoras y
reconocen el esfuerzo de cada estudiante como miembro singular de la comunidad, se
evitarán formas de violencia.
Tipos de tareas desempeñadas en clase: dependerán de las necesidades y del
área de conocimiento, pudiendo ser:
- Individualizadas: atañen al proyecto personal y requieren autonomía.
- Socializadas: compartidas por todos los miembros de la clase, fomentan el aprendizaje
colaborativo, esencial para evitar el acoso.
- Socio-laborales: basadas en los retos que la sociedad del conocimiento plantea a sus
ciudadanos.
Pregunta: Argumente y relacione los rasgos del liderazgo educativo y los procesos
de aprendizaje basado en la autoevaluación escolar.
Zabalza (1996) considera que el clima de una organización se configura y afecta por:
Elementos objetivos de la organización y los subjetivos; los globales y los
individuales-personales.
La reciprocidad y relación de percepciones y formas de entender los
procesos dados en la organización.
Nuestra tarea consiste en identificar las múltiples dimensiones, entenderlas y
plantear nuestra acción y compromiso ante ellas. Además, el autor propone las
dimensiones (variables) del clima de las organizaciones, señalando los siguientes
componentes:
Comportamentales: Individuales (actividades y capacidades) y Grupales
(estructura, cohesión y normas).
Estructura: Dimensión de la organización, medidas, niveles, programa,
departamentos, etc.
Procesos: Liderazgo, comunicación, resolución de conflictos, coordinación,
recompensas, etc.
Efectos: Resultados individuales (Satisfacción, rendimiento y calidad de
vida), resultados de grupo (cohesión, moral y resultado) y resultados de la
organización (rendimiento escolar, eficacia, adaptación y evolución).
Con respecto a las dimensiones constitutivas del clima, a juicio de Anderson
(1982) son las siguientes: Sistema social / Ecología de la organización / Aspectos
personales y cultura del centro.
Desde la Ley Orgánica de ordenación General del Sistema Educativo (años 90),
se investiga sobre el concepto de tutoría, que ha ido evolucionando. Parte de la idea de
que la tutoría es una herramienta para:
- Mejorar la calidad de procesos educativos y el desarrollo integral del alumno
- Favorece relaciones y convivencia del centro educativo y familias
En Secundaria, la tutoría puede entenderse desde una doble perspectiva:
a. Tutoría como profesión de ayuda: el docente orienta/ayuda al alumno hasta que
pueda caminar solo.
b. Indagación terminológica y semántica
= “persona que ejerce la tutela” / = mentor, consejero, consejero o guía de otro, que
sirve de ayo, defensor, protector o director en cualquier línea
= “rodrigón, caña o estaca que se clava junto a un arbusto para mantenerlo derecho en
su crecimiento” (aunque el tutor no está clavado, si no que luego deja libre al alumno)
La tutoría consiste en un proceso de ayuda y acompañamiento durante la
formación de estudiantes que se concreta mediante la atención personalizada a una
persona o a un grupo deseablemente reducido de ellas, por parte de profesores o
maestros competentes formados para la función tutorial.
La tutoría es una acción sistemática y personalizada, específica y concretada en
un tiempo y un espacio en la que el alumno recibe una especial atención, individual o
grupalmente, y sirve para:
- mejorar el rendimiento
- solucionar problemas de aprendizaje
- desarrollar hábitos de estudio
- trabajar formas de ser y actuar
- trabajar formas de trabajo y reflexión
- mejorar la convivencia social
- iniciación al mundo laboral
Es un proceso continuo, no puntual. Se desarrollo de forma activa y dinámica.
Debe estar planificada sistemáticamente. Requiere colaboración de todos los agentes
educativos, etc.
Modalidades o categoría de tutoría
1. Tutoría académica
Aclarar y orientar a los estudiantes en los temas de su desarrollo curricular. Diagnosticar
dificultades de aprendizaje y poner los medios para resolverlas. Facilitar los procesos de
aprendizaje del estudiante desde la personalización de la enseñanza. Implicar y motivar
al estudiante y potenciar las competencias clave (ej. metacognición).
2. Tutoría profesional-vocacional
Dotar de las herramientas necesarias para la incorporación del alumno a la vida activa.
Acompañara/Orientar al alumno (sobre todo en 4ºESO y 2º Bachillerato) en la toma de
decisiones y elegir la trayectoria académica y profesional más adecuada, según sus
preferencias identificadas.
¿Cómo? Generando espacios de reflexión donde el alumno se conozca a sí mismo,
valore sus potencialidades, descubra sus inquietudes, etc. para conseguir información
sobre las opciones que tiene para su plan de vida.
3. Tutoría personal
Tutoría que insiste sobre la dimensión personal de manera personalizada, además de
aunar las acciones formativas de la tutoría académica y profesional. En esta tutoría se
trabajan aspectos personales que contribuyan a la educación integral: educación
emocional, sistema de valores, habilidades sociales, resolución de problemas, relaciones
interpersonales con el grupo y con el profesorado, etc.
Dentro del ámbito de la tutoría que se recoge en el marco legal actual, explique las
funciones que deben cumplir las actividades tutoriales con relación a los siguientes
agentes que forman la comunidad educativa: centro, profesorado y familias
Contenidos esenciales del Proyecto Educativo de Centro: qué debe incluirse y qué
no debe ser.
El Proyecto Educativo del Centro (PEC), es una propuesta integral, de actuación
a medio largo plazo, en cuya elaboración participan todos los miembros de la
comunidad escolar y que permite dirigir de modo coherente los procesos de
intervención educativa en una institución escolar. El PEC define la oferta educativa y la
organización del centro.
QUÉ DEBE INCLUIRSE EN EL PEC.
Su contenido viene contemplado en el Art.12 de la LOE (vigente todavía en este
aspecto). Se estructura a partir de cuatro grandes apartados:
Análisis de contexto. Se refiere al marco normativo, institucional y contextual.
Se debe partir de los principios legales que legitiman y orientan este documento. Y
además, deberemos definir la realidad del centro, que deberá guiar nuestro PEC, para
que tenga coherencia. De este modo deberemos conocer los siguientes parámetros:
- Las características socio-económicas de la zona. (sectores laborales de las
familias, índice de desempleo, etc)
- Nivel de formación de las familias.
- Que servicios culturales y sociales hay en la zona y conocer los principales
problemas relacionados con drogodependencia, migraciones, multiculturalidad,
y si influyen o cómo influyen en la comunidad escolar.
- Infraestructuras y recursos que dispone el centro.
- El conjunto de programas innovadores, escolares y/o extraescolares en los que
participa o puede participar el centro.
Rasgos de Identidad. Es decir, los principios y valores que identifican al centro y
lo singularizan. Primero describir las características físicas y el tipo de enseñanza que
imparte. Y tras ello, definir principios pedagógicos, didácticos y organizacionales. Entre
otros, procesos de enseñanza-aprendizaje, naturaleza de gestión, organigrama.
Qué pretende. Objetivos generales a conseguir en ámbito educativo, curricular y
organizativo, en armonía con los principios de identidad. Estos objetivos deberán ser:
- Posibles (realistas).
- Razonables (en temporalización y en su proceso)
- Entendibles
- Orientados a la labor educativa (en distintos ámbitos de intervención)
Con qué Organización. Como proceder a conseguir los objetivos, con que
estructura y organización del currículo, de la atención a la diversidad y de la
convivencia. Será importante planificar:
- Medidas a adoptar una adecuada atención a la diversidad del alumnado.
- Regulación de convivencia en el centro.
- Diseño y desarrollo de programas de orientación y tutoría y formación
permanente de profesorado.
- Respuestas para seguir un enfoque trasversal de las áreas curriculares y
educación en valores.
- Criterios de organización del alumnado y tiempo escolar.
LO QUE NO DEBE SER EL PEC:
Como hemos visto, el PEC es un documento imprescindible para el
funcionamiento de los centros de educación secundaria. Por este motivo el incluir en
este documento contenidos innecesarios solo contribuirá a hacerlo farragoso y disminuir
su eficacia.
Por ello debemos de tener claro lo que no es un Proyecto Educativo:
- Una enumeración detallada de elementos que componen un centro: planos,
descripciones, profesores…
- Un documento destinado al ejercicio burocrático de la educación.
- Un empeño personal de algún miembro del Claustro del centro o del AMPA
- Una fórmula paradigmática que arregla todos los problemas del centro.
- Un panfleto que dice cosas muy atrevidas sobre la educación
- Un manual de psicología, pedagogía, sociología, organización escolar…
- Un producto cerrado, acabado e inalterable.
- Una complicación más para el trabajo docente
- Un reglamento de funcionamiento.
- Un documento que sólo expresa aquello que se quiere que se conozca.
La consideración del centro educativo como unidad básica del cambio y de los
profesores como los agentes primordiales del mismo (Simons, 1990), refuerzan la idea
de la autoevaluación como una propuesta que, transcendiendo su carácter evaluativo, se
incardina en los procesos de innovación y formación de las instituciones educativas
(Murillo, 2008).
Esta es la forma y, a la vez, el gran reto al que se enfrenta la autoevaluación
escolar, al igual que ocurrió antes con el movimiento de investigación-acción, para
superar los problemas que se derivan de su percepción como iniciativas externas a la
propia institución. Por ello, Simons (1999) se reafirma en la idea de que la
“autoevaluación escolar para el desarrollo institucional a largo plazo ha de basarse en el
análisis de las metas, objetivos y valores de la misma institución”.
Tal como señala Martín Rodríguez, (1988, 1996), la autoevaluación institucional
es antes que nada un proceso de valoración crítica del quehacer de la institución
educativa realizado en y desde la propia institución. Se trata esencialmente de que los
centros educativos inicien y desarrollen un análisis autocrítico de su funcionamiento y
trabajo habituales en donde se ponga en cuestionamiento las distintas formas de
proceder docentes.
El modo en que se genera este proceso tiene que venir, según Adelman y
Alexander (1982), a través de la existencia de una institución teorizante o pensante
cuyos horizontes de reflexión son todos los procesos cotidianos de toma de decisiones,
tanto de los que implican acciones directas como de aquellos que justifican las acciones
educativas a nivel político, filosófico o psicopedagógico. Es decir, como John Elliott
(1986) afirma “la autoevaluación es un proceso de investigación en la acción cuando
lleva aparejada la deliberación (investigación en la acción práctica) o la concienciación,
o ambas cosas a la vez por medio de la investigación en la acción emancipatoria”.
La autoevaluación sólo tiene sentido en la medida en que contribuya, con su
análisis, a clarificar las bases que sustentan el desarrollo de los centros y su evolución, a
identificar las dinámicas históricas y contextuales que los condicionan y a permitir la
valoración crítica de todos estos elementos dentro y fuera de la comunidad sobre la que
actúa la institución (Bolívar, 2014). Y por ello mismo, no cabe duda de que este tipo de
evaluación, tal y como ponen de manifiesto Adelman y Alexander (1982), “tiene que ser
aceptada como un proceso que es desafiante, inconfortable y potencialmente
perturbador del equilibrio de una institución, porque la evaluación debe existir al menos
en parte para exponer y clarificar problemas de valor, la variedad de objetivos y
prioridades educacionales en los programas educativos y la variedad de criterios para
juzgar la cualidad y efectividad de estos programas”.
Entendida de esta manera, la autoevaluación es una herramienta que permite
generar procesos de análisis, reflexión y deliberación que, además de facilitar el
conocimiento de la vida institucional, se constituye en un excelente medio para dotar a
los centros y al profesorado de argumentos, vías y alternativas en el desarrollo de sus
proyectos, en la experimentación de nuevas formas de organización y funcionamiento y
en el establecimiento de compromisos para avanzar colegiada y participativamente en
sus quehaceres educativos (Iranzo et al., 2014). En este camino las instituciones y sus
actores no tienen por qué encerrarse en sí mismas. La apertura a la colaboración y
presencia de personas ajenas al centro es no sólo conveniente sino necesaria.
Son diversos los modelos e indicadores para organizar los procesos de
autoevaluación (Domingo et al., 2020). Por ejemplo, Macbeath (1999) utiliza 10
indicadores, a saber: Clima de la escuela, Relaciones, Clima de la clase, Apoyos para el
aprendizaje, Apoyos para la enseñanza, Tiempos y recursos, Organización y
comunicación, Equidad, Reconocimiento de rendimiento, Vínculos entre la familia y la
escuela.