Expediente 1052-2013

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Expediente 1052-2013 1

INCONSTITUCIONALIDAD GENERAL
PARCIAL EXPEDIENTE 1052-2013
CORTE DE CONSTITUCIONALIDAD, INTEGRADA POR LOS MAGISTRADOS
ROBERTO MOLINA BARRETO, QUIEN LA PRESIDE; GLORIA PATRICIA
PORRAS ESCOBAR, ALEJANDRO MALDONADO AGUIRRE, HECTOR HUGO
PEREZ AGUILERA, CARMEN MARÍA GUTIÉRREZ DE COLMENARES Y JUAN
CARLOS MEDINA SALAS: Guatemala, cinco de agosto de dos mil catorce.
Para dictar sentencia, se tiene a la vista la acción de inconstitucionalidad
general parcial promovida por la entidad Cámara Guatemalteca de la Educación,
por medio del Presidente de la Junta Directiva, Mario Rafael Arriaga Martínez
objetando los artículos 151 y 152 del Decreto 10-2012 del Congreso de la
República de Guatemala, Ley de Actualización Tributaria. La accionante actúo con
el auxilio del profesional que la representa y de los abogados Gabriel Orellana
Rojas y Juan Luis Soto Monterroso. Es ponente en el presente caso el Magistrado
Vocal II, Alejandro Maldonado Aguirre, quien expresa el parecer de este Tribunal.
ANTECEDENTES
I. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DE LA IMPUGNACIÓN
Lo expuesto por la accionante se resume: A) Denuncia la inconstitucionalidad del
artículo 151 del Decreto 10-2012 del Congreso de la República de Guatemala, Ley
de Actualización Tributaria –el cual reformó el numeral 1º., del artículo 8º. de la
Ley del Impuesto al Valor Agregado, que refiere las exenciones específicas– que
establece que no deben cargar el impuesto en sus operaciones de venta, como
tampoco en la prestación de servicios, las siguientes personas: “1. Los centros
educativos públicos y privados, en lo que respecta a la matricula de inscripción,
colegiaturas y derechos de examen, de los cursos que tengan autorizados por la
autoridad competente”, por estimar que: i) tal precepto viola el principio de
supremacía constitucional señalado en los artículos 44, tercer párrafo, 175 y 204
de la Constitución Política de la República de Guatemala, al contradecir
flagrantemente la exención constitucionalmente establecida a favor de los centros
educativos privados respecto de “toda” clase de impuestos y arbitrios que está
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plasmada en el artículo 73 constitucional, lo anterior en virtud que el vocablo “todo


(da)” –según el Diccionario de la Lengua Española– significa “lo que se toma o se
comprende enteramente en la entidad o en el número”; por lo que del texto de la
norma impugnada se desprende que la amplia y generosa exención contenida en
el artículo 73 antes referido, ha quedado arbitrariamente reducida exclusivamente
a la matricula de inscripción, a las cuotas y a los derechos de examen, con el
agravante de reducirlo a los cursos que tengan autorizados por la autoridad
competente; ii) la norma impugnada conculca, restringe y tergiversa el espíritu del
artículo 73 constitucional, pues en la sentencia que esta Corte emitió dentro del
expediente diecisiete - noventa y tres (17-93), al referirse a los centros educativos
privados indicó que tal normativa establece a favor de los mismos “una exención
tributaria de carácter general que en forma total e incondicional los libera del pago
de cualquier impuesto”, razón por la cual, bajo su tenor literal no se produce
obligación tributaria alguna a cargo de los centros educativos privados y tampoco
pueden estos ser considerados “como sujetos pasivos de una obligación que no
existe”, porque “en virtud de la exención tributaria, no existe tributo alguno”; iii) por
otro lado, se viola también el principio de supremacía constitucional, en virtud que
el Decreto 10-2012 del Congreso de la República es una ley ordinaria y, como tal,
no puede disminuir, restringir, ni contradecir en forma alguna la exención tributaria
“de carácter general” establecida en el artículo 73 constitucional, que en forma
total e incondicional libera del pago de cualquier impuesto a los centros educativos
privados, ni puede reducir arbitrariamente su ámbito de aplicación a los supuestos
taxativamente especificados en el numeral 1 del artículo 151 impugnado; iv)
además colisiona con el principio de supremacía constitucional reconocido en el
Preámbulo de la Constitución Política de la República de Guatemala, tomando en
cuenta que el Decreto 10-2012 del Congreso de la República, en calidad de ley
infra constitucional, tergiversa la exención establecida en el artículo 73 de la Ley
Suprema a favor de los centros educativos privados al excluir expresamente de su
ámbito actividades inherentes o concomitantes con el proceso educativo, tal como
son las librerías, servicio de transporte, tiendas, venta de calzado y uniformes,
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internet, imprentas y otras actividades; v) la norma impugnada también contradice


los artículos 2º., 3º. y 15 constitucionales, porque afecta el valor “seguridad”, al
conculcar, en perjuicio de los centros educativos privados, derechos adquiridos
expresamente como resultado de la exención tributaria que a su favor determina el
artículo 73 de la Ley Fundamental; de igual manera, conculca y limita en su
perjuicio una posición jurídica adquirida ya consolidada desde el catorce de enero
de mil novecientos ochenta y seis, fecha en que cobró vigencia la Constitución
Política de la República de Guatemala y, además, contradice los principios
constitucionales rectores de la actividad económica del Estado, según lo dispuesto
en los artículos 118 y 119, literales a) y b), ambos del Magno Texto, tomando en
cuenta que conforme al artículo 73 constitucional, la exención establecida a favor
de los centros educativos privados, por decisión del legislador constituyente, se
considera necesaria per se y como tal deja de ser un acto meramente discrecional
aplicable a casos futuros cuando fuera necesaria. B) También se denuncia de
inconstitucional el artículo 152 del Decreto 10-2012 del Congreso de la República
de Guatemala, Ley de Actualización Tributaria –el cual reformó el primer párrafo
del artículo 16 de la Ley del Impuesto al Valor Agregado, referente a la
procedencia del crédito fiscal–, que señala: “Procede el derecho al crédito fiscal
para su compensación, por la importación y adquisición de bienes y la utilización
de servicios que se vinculen con la actividad económica. Se entiende por actividad
económica, la actividad que supone la combinación de uno o más factores de
producción, con el fin de producir, transformar, comercializar, transportar o
distribuir bienes para su venta o prestación de servicios”, por estimar que: i) tal
normativa desconoce la letra y el espíritu constitucional plasmado en su
preámbulo de “primacía de la persona humana”, al negar los principios de
protección a la persona y a la familia (artículo 1º.), y de desarrollo integral a la
persona (artículo 2º.); al impedir el logro del potencial humano “para incrementar la
riqueza y tratar de lograr el pleno empleo y la equitativa distribución del ingreso
nacional” (artículo 118); al negar u obstaculizar el pleno cumplimiento de una
obligación fundamental del Estado, como es el de “velar por la elevación del nivel
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de vida de todos los habitantes del país, procurando el bienestar de la familia”


(literal d), del artículo 119); al circunscribir y limitar de manera no razonable el
beneficio originado del referido crédito fiscal única y exclusivamente a favor de la
producción, transformación, comercialización, transporte o distribución de bienes
para su venta o para la prestación de servicios, pretendiendo, mediante una
redacción amañada, negarle este beneficio fiscal a quienes pagan por su
educación o por la de sus familiares; ii) también viola el principio de igual
protección ante la ley, consagrado por el artículo 4º. constitucional, porque
establece una exclusión arbitraria y discriminatoria en perjuicio de los centros
educativos privados, al haberlos excluido de la enumeración taxativa de los
beneficiarios que tienen derecho de gozar de la relacionada exención. Por lo que
cabe afirmar que tal normativa viola flagrantemente el artículo 73 constitucional, en
armonía con los artículos 4º., 44, 175, 204, 239 y 243, también constitucionales,
por violar los principios de igual protección, supremacía constitucional, equidad
tributaria y de legalidad, por haber establecido una discriminación expresa en
perjuicio de los centros educativos privados, al excluirlos de la referida exención.
II. TRÁMITE DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
No se decretó la suspensión provisional de la normativa impugnada. Se dio
audiencia por quince días al Congreso de la República de Guatemala, al Ministerio
de Finanzas Públicas, a la Superintendencia de Administración Tributaria y al
Ministerio Público por medio de la Fiscalía de Asuntos Constitucionales, Amparos
y Exhibición Personal. Oportunamente se señaló día y hora para la vista.
III. RESUMEN DE LAS ALEGACIONES
A) El Congreso de la República de Guatemala señaló que: i) la accionante
omitió argumentar y confrontar las normas que señala de inconstitucionales con el
artículo 73 constitucional que estima violado, en virtud que únicamente se limitó a
indicar que existe vulneración al artículo antes indicado sin expresar en forma
razonada y clara los motivos jurídicos en que descasa la impugnación, sino que
únicamente expresó que el artículo 152 del Decreto 10-2012 del Congreso de la
República de Guatemala, Ley de Actualización Tributaria, desconoce la letra y el
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espíritu plasmado en el Preámbulo de la Constitución Política de la República; ii)


el artículo 73 de la Ley Suprema, establece, en su parte conducente, que “…como
centros de cultura gozarán de la exención de toda clase de impuestos y arbitrios”,
refiriéndose única y exclusivamente a la educación como tal, y no a la ganancia y
provecho económico que puedan obtener los centros educativos por la
comercialización de un bien o la prestación de un servicio; es decir, la normativa
impugnada no viola el principio de igualdad consagrado en el artículo 4º. del
Magno Texto, ni es discriminatorio frente a los centros educativos privados como
afirma la solicitante. Pidió que se declare sin lugar la inconstitucionalidad
planteada. B) El Ministerio de Finanzas Públicas manifestó que: i) la accionate
se limitó, en el escrito respectivo, a copiar las disposiciones que denuncia de
inconstitucionales, sin argumentar, razonar o confrontar las mismas con los
preceptos constitucionales que estima vulnerados; los centros educativos
privados, al igual que las universidades gozan, al tenor de los artículos 73 y 88
constitucionales, de exención de toda clase de impuestos, pero la postulante omite
expresar que los centros educativos privados gozan de una exención
condicionada, mientras que las universidades la gozan en forma simple y llana,
por lo que la comparación que aquella hace no es válida, pues confunde los
institutos jurídicos tributarios y, debido a esas deficiencias, resulta inviable la
presente acción, pues el máximo Tribunal Constitucional no puede realizar de
oficio la confrontación entre norma ordinaria y norma constitucional, ni argumentar
sobre motivos que no fueron planteados y que, conforme a ley, le corresponde
hacer al propio interesado; ii) no obstante lo anterior, indica que la razonabilidad
de la disposición impugnada –artículo 151 del Decreto 10-2012 del Congreso de la
República de Guatemala, Ley de Actualización Tributaria, que reformó el numeral
1º del artículo 8 de la Ley del Impuesto al Valor Agregado–, estriba en la vigencia
de la justicia tributaria y de la igualdad ante la ley, sin violar el principio de
supremacía constitucional (artículos 44, 175, 204 constitucionales), como lo señala
la entidad accionante, porque se ajusta al contenido del artículo 73 de la Ley
Fundamental en virtud que la exención que este último establece es condicionada
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para los centros educativos privados como “centros de cultura”, razón por la cual
el legislador tributario, al determinar la exención del impuesto al valor agregado
para aquellos establecimientos educativos –en lo que respecta a la matrícula de
inscripción, colegiatura y derechos de examen, de los cursos que tengan
autorizados por la autoridad competente–, se ajusta al principio de legalidad
establecido en el artículo 239 del Magno Texto, porque exime de la carga tributaria
a aquellas actividades de los centros educativos que tienen relación directa con su
naturaleza de centros de cultura; iii) la norma constitucional en mención –artículo
73– condiciona la exención que confiere a los centros educativos privados, a su
naturaleza de centros de cultura, por lo que, pretender hacer extensiva dicha
liberación de obligaciones tributarias a otro tipo de actividades de naturaleza
lucrativa y no cultural, desvirtúa el sentido y propósito del legislador constituyente;
por lo tanto, la disposición contenida en el numeral 1º. del artículo 8º. de la Ley del
Impuesto al Valor Agregado, reformado por el artículo 151 de la Ley de
Actualización Tributaria, es conforme con aquella disposición del artículo 73 antes
referido. En ese sentido, la disposición impugnada es coherente con el principio de
legalidad y la jurisprudencia constitucional puesto que el legislador, conforme al
poder tributario, emite tal normativa acorde a la seguridad jurídica, justicia y
equidad tributaria, al no incluir dentro de la relacionada exención, actividades tales
como librerías, servicio de transporte, tiendas, venta de calzado y uniformes,
internet, imprentas y otras actividades que realicen los centros educativos
privados, en virtud que estas no son propias de un centro de cultura; además, en
las exenciones no hay derechos adquiridos como alega la Cámara accionante,
sino que el constituyente o legislador, según sea el caso, las deroga, pues se trata
de privilegios y beneficios fiscales que se han concedido a ciertas actividades o
sujetos, a fin de estimular o promover un sector o un asunto de interés nacional,
pero no por ello puede interpretarse que la intención es conceder a perpetuidad
tales privilegios o beneficios porque ello, eventualmente, atentaría contra el
principio de igualdad, también constitucionalmente reconocido; iv) el crédito fiscal
es parte del mecanismo de liquidación del impuesto al valor agregado, por lo que
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es absurdo pensar que si los centros educativos pagan este impuesto por las
actividades lucrativas, no les aplicará o no tendrán derecho al crédito fiscal e, igual
de contradictorio resulta que, a pesar que no se pague tal impuesto, el fisco debe
reconocer derecho al crédito fiscal; como consecuencia, la norma impugnada no
adolece de vicio de inconstitucionalidad porque no limita la aplicación del derecho
al crédito fiscal a ningún contribuyente, únicamente clarifica que sólo le asiste tal
derecho a quienes efectivamente han pagado el impuesto en mención. C) La
Superintendencia de Administración Tributaria expresó que: i) cuando el
artículo 73 de la Constitución Política de la República de Guatemala otorga la
exención de toda clase de impuestos y arbitrios a los centros educativos privados,
como centros de cultura, lo hace con relación a su función primordial de impartir
educación, por lo que, cualquier otra actividad distinta a esta no debe de gozar de
tal privilegio. La razón primordial de otorgar la exención de toda clase de
impuestos y arbitrios a los centros de cultura o centros educativos privados,
contenida en el artículo constitucional antes indicado, es porque la educación es
una institución que forma parte de los derechos humanos sociales; ii) la entidad
accionante no explica en ningún momento por qué el artículo 151 del Decreto 10-
2012 del Congreso de la República de Guatemala viola normas constitucionales,
en virtud que tal normativa no está imponiendo o estableciendo impuesto alguno;
iii) los argumentos que hace valer la entidad accionante carecen de razonamiento
lógico jurídico y, además, el efecto de declarar la inconstitucionalidad de la norma
impugnada sería expulsarla del ordenamiento jurídico, lo cual no le traería ningún
beneficio a quienes pagan por su educación o por la de sus familiares, y tampoco
a la entidad accionante sino que lo único que se lograría es que desapareciera la
norma que acepta el derecho al crédito fiscal en los casos, condiciones y
actividades reguladas en el artículo 152 del Decreto 10-2012 del Congreso de la
República. Solicitó que la acción de inconstitucionalidad general parcial sea
declarada sin lugar. D) El Ministerio Público indicó que: i) el argumento que
formula la accionante para impugnar el artículo 151 de la Ley de Actualización
Tributaria no refleja las violaciones que denuncia, ya que, precisamente, conforme
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el artículo 73 constitucional, los centros educativos públicos y privados, como


centros de cultura, están exentos de toda clase de tributos, limitándose entonces a
las actividades o servicios que encajen en el término constitucional de cultura, por
lo que gozarán de la exención tributaria siempre que las obras, bienes y servicios
que realicen estén destinados al centro educativo y no a favor de personas
individuales y jurídicas; ii) el Estado está facultado para determinar con precisión y
claridad cuáles son las actividades y servicios que tienen relación directa con la
actividad que realiza el centro cultural y que se desarrollen para beneficio de la
educación y así poder exonerarlas del gravamen tributario, de ahí que no se
vislumbre inconstitucionalidad alguna, puesto que la reforma fiscal contenida en el
artículo 151 de la Ley de Actualización Tributaria, se encuentra en armonía con el
articulado constitucional y los principios educativos y tributarios que la misma
contiene; iii) respecto del artículo 152 impugnado, la accionante manifiesta que tal
norma es inconstitucional al “circunscribir y limitar de manera no razonable el
beneficio originado del referido crédito fiscal única y exclusivamente a favor de la
producción, transformación, comercialización, transporte o distribución de bienes
para su venta o para la prestación de servicios, pretendiendo mediante una
redacción amañada, negarle este beneficio fiscal a quienes pagan por su
educación o por la educación de sus familiares”, asegurando que tal norma viola el
principio de igual protección ante la ley, al excluir arbitrariamente a los centros
educativos privados de la enumeración taxativa de los beneficiarios que tienen
derecho a gozar de la relacionada exención; por lo que, para poder realizar el
estudio de constitucionalidad respectivo, la promovente debe realizar un
razonamiento técnico-jurídico claro y preciso, sobre el cual descanse la denuncia
formulada; sin embargo, en el presente caso, en cuanto al artículo 152 impugnado,
aquella únicamente hizo una breve exposición de cuestiones fácticas, no jurídicas,
del por qué estima violatoria de la Constitución Política de la República, la referida
norma, por lo que, ante tal circunstancia, no es posible llevar a cabo el estudio
requerido. Solicitó que se declare sin lugar la inconstitucionalidad general parcial
planteada, se condene en costas a la accionante y se imponga la multa
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correspondiente a los abogados auxiliantes.


IV. ALEGATOS EN EL DÍA DE LA VISTA
A) La accionante reiteró los argumentos establecidos en el planteamiento de la
presente acción y, además, indicó: a) respecto al argumento con que se pretende
destruir la premisa fundamental del planteamiento de inconstitucionalidad,
referente a que entre los artículos 73 y 88 del Magno Texto, no existe coincidencia
alguna porque en este último el constituyente estableció una exención clara y
directa a favor de las universidades, en tanto que a favor de los centros educativos
la estableció en forma “condicionada”, como consecuencia de lo dispuesto por el
artículo 239 constitucional, en armonía con el artículo 62 del Código Tributario,
manifestó que disiente de tal afirmación, pues tomando en cuenta que los artículos
constitucionales 73 y 239, como todas las demás normas, deben ser interpretados
“siempre en forma extensiva, a manera de procurar la adecuada protección de los
derechos humanos y el funcionamiento eficaz de las garantías y defensas del
orden constitucional” y aplicando supletoriamente las leyes comunes
“interpretadas en congruencia con el espíritu de la Constitución”, lo cual permite
concluir que la distinción entre “centros educativos privados” y “centros de cultura”
que el Congreso de la República trata de imponer, es artificiosa y mal
intencionada, en virtud que el texto del artículo 73 de la Ley Suprema no niega que
los centros educativos privados sean centros de cultura, en otras palabras, se
infiere que todos los centros educativos privados, en cuanto “centros de cultura”,
gozarán de la exención de toda clase de impuestos y arbitrios.
Consecuentemente, el legislador constituyente estableció la referida exención de
manera expresa y, por lo tanto, tiene un rango legal superior a los artículos 62 y 65
del Código Tributario, porque este constituye ley ordinaria; b) si bien es cierto
conforme el artículo 239 del Magno Texto le corresponde al Congreso de la
República de Guatemala determinar las bases de la recaudación, incluidas las
exenciones, esta facultad debe aplicarla única y exclusivamente a las normas infra
constitucionales; sin perjuicio de lo anterior, de la armonía que existe entre los
artículos 73 y 118 de la Constitución Política de la República, se desprende que,
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en virtud del principio de justicia social y atendiendo a sus múltiples falencias, el


Estado debe aplicar el principio de subsidiariedad para lograr la utilización del
potencial humano; c) es falaz el argumento relativo a que el “lucro está excluido
del supuesto que contiene la exención del artículo 73 constitucional”, toda vez que
omite considerar que, a diferencia de cualquier otra empresa generadora de lucro,
los centros educativos privados están sujetos a las drásticas regulaciones que
desde el año 1985 se les impuso por medio del Decreto Ley 116-85, cuya versión
original se mantiene inalterada hasta la fecha. Solicitó que la presente acción sea
declarada con lugar. B) El Congreso de la República de Guatemala, El
Ministerio de Finanzas Públicas, La Superintendencia de Administración
Tributaria y El Ministerio Público, reiteraron los argumentos vertidos en la
audiencia conferida y solicitaron que se declare sin lugar la acción constitucional
promovida.
CONSIDERANDO
-I-
Es función esencial de la Corte de Constitucionalidad, la defensa del orden
constitucional, siendo el órgano competente para conocer las acciones
promovidas contra leyes, reglamentos o disposiciones de carácter general
objetadas total o parcialmente de inconstitucionalidad.
En su labor, el Tribunal, con el único objeto de hacer prevalecer la
supremacía de la Constitución como norma fundamental del ordenamiento
guatemalteco, procede al estudio analítico requerido, sobre la base de los
argumentos expuestos por el accionante y por los órganos y entidades a quienes
se confiere audiencia por ley o por disponerse así en el trámite del proceso, a fin
de determinar si la norma impugnada contraviene o no las disposiciones de
aquélla. En ese sentido, si se evidencia esa contradicción, deberá proceder a la
declaratoria respectiva, quedando sin vigencia la norma inconstitucional; caso
contrario, de no apreciar el vicio denunciado, la desestimación de la pretensión
deviene imperativa.
-II-
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Inicialmente es pertinente señalar que el planteamiento de


inconstitucionalidad abstracta, regulado en el artículo 267 de la Constitución
Política de la República de Guatemala implica, necesariamente, el enjuiciamiento
de la normativa impugnada con el objeto de determinar su conformidad o, en su
caso, disconformidad con la normativa suprema. De ahí que la petición debe
observar una serie de presupuestos fundamentales que permitan al Tribunal
constitucional efectuar el análisis de fondo a efecto de establecer si el Texto
Supremo es contrariado por una disposición de inferior jerarquía. Esos aspectos
son: a) la cita precisa de la norma jurídica de la que se acusa transgresión
constitucional, la cual debe gozar de generalidad y vigencia; b) la cita del precepto
constitucional que se estima violado, y c) la tesis de la postulante.
Es necesaria la comprensión de los límites impuestos por la Ley de
Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad, en el artículo 135, que exige
en el planteamiento de una acción que pretenda la expulsión del ordenamiento
político-jurídico de determinadas normas imperantes en el país, que la parte
interesada cumpla con la condición –en realidad mínima– de expresar en forma
razonada y clara los motivos jurídicos en que descansa la impugnación. Se dice
mínima, porque el sistema guatemalteco, comparado con los contralores de
validez constitucional establecidos en otros países, es de suyo sumamente
abierto, al permitir la acción popular (el postulante no necesita acreditar el interés
propio del asunto), tampoco lo sujeta a plazo ni a prerrequisito de ninguna
naturaleza, solamente pide el patrocinio de por lo menos tres abogados (cuestión
que tiene relación con la obligación del razonamiento jurídico) y la multa a
imponer, cuando procede, es de una cuantía que de ninguna manera reprime el
uso de una acción de efectos trascendentes.
La razón básica de la exigencia de parificación dialéctica aludida guarda
relación directa con el deber y obligación del Tribunal de observar la más
escrupulosa imparcialidad al juzgar el asunto. Esto es, que los jueces no pueden
convertirse en parte en el debate que provoca la denunciante, por lo que,
conforme el principio dispositivo que rige la materia, quienes sentencian no
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pueden sustituir la obligación de los postulantes de aportar las razones jurídicas


que respalden su pretensión de excluir del ordenamiento una o varias normas que
formalmente han adquirido vigencia obligatoria en el país.
Con relación a la declaratoria de inconstitucionalidad de normas, esta Corte
ha manifestado en reiterada jurisprudencia que “…el principio de imparcialidad de
la jurisdicción constitucional y los serios efectos jurídicos inherentes a la
declaratoria de inconstitucionalidad de leyes (lato sensu) que se objetiviza en la
determinación de su vigencia y examen de vicio para declarar su eventual
exclusión del ordenamiento jurídico nacional, han servido de punto de partida para
que esta Corte, con apoyo en lo preceptuado en el artículo 135 de la Ley de
Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad, exija que la accionante
realice en su planteamiento un análisis concreto, individual y comparativo entre la
norma impugnada y la de naturaleza constitucional que se estima violada, de
modo tal que el tribunal quede adecuadamente posibilitado para hacer el análisis
de constitucionalidad que le compete. El planteamiento de la acción de
inconstitucionalidad requiere la indispensable congruencia entre lo expuesto y lo
pedido, la identificación correcta de la ley, reglamento o disposición de
observancia general que se cuestione y el análisis comparativo entre cada uno de
los artículos objetados en contraposición con las normas constitucionales que se
estimen violadas. En ausencia de tales condiciones el examen es inviable, por
cuanto el tribunal constitucional no puede subrogar la voluntad de la
impugnante…” (Sentencias de veintiocho de octubre de dos mil cuatro y ocho de
junio de dos mil once dictadas por este Tribunal en los expedientes un mil
quinientos noventa y seis - dos mil cuatro [1596-2004] y dos mil ochocientos tres -
dos mil diez [2803-2010]).
Consecuente con la práctica jurisprudencial de esta Corte y por su
conocimiento de jurisprudencia extranjera y los aportes doctrinarios que la
sustentan, este Tribunal constitucional debe partir del principio de presunción de
constitucionalidad de normas y actos de la administración, los que solamente
puede abatir cuando de su examen resulte una conclusión diferente. Con la cita de
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algunos tratadistas, se respalda el criterio señalado. Por ejemplo: Ignacio de Otto


afirma: “De que la ley sea expresión de la voluntad popular deriva la consecuencia
de que opere en su favor una presunción de legitimidad constitucional, en virtud de
la cual sólo procederá declarar su inconstitucionalidad cuando se haya producido
una clara e inequívoca colisión con la norma constitucional.” <Obras completas, 3
tomos, Universidad de Oviedo / Centro de Estudios Políticos y Constitucionales,
Madrid, Oviedo 2010> En forma semejante lo enuncia Manuel Aragón con las
palabras siguientes: “El Tribunal sólo declara la inconstitucionalidad de la ley
cuando su contradicción con la Constitución es clara. Cuando tal claridad no
existe, hay que presumir la „constitucionalidad‟ del legislador. Y ello significa la
aplicación de esa máxima esencial en la jurisdicción constitucional: in dubio pro
legislatore, que no es sólo una exigencia de la técnica jurídica, sino también, y
sobre todo, una consecuencia del principio democrático.” <Constitución española:
en Luis García Miguel: El principio de igualdad, editorial Dykinson, Madrid, 2000>
Por último, Konrad Hesse señala: “En ningún caso debe ser declarada nula una
ley cuando la inconstitucionalidad no es evidente, sino que únicamente existen
reservas, por serias que puedan ser.” <Escritos de derecho. Editorial Centro de
Estudios Constitucionales, Madrid, 1992>
La jurisprudencia extranjera también marcha en idéntico sentido; así, desde
las primeras sentencias del Tribunal Supremo de los Estados Unidos de América,
se ha sostenido tal argumento. Por ejemplo, en el voto del juez Washington en el
que expresó: “No es sino un debido respeto a la sabiduría, integridad y patriotismo
del cuerpo legislativo, por los cuales pasa toda ley, presumir a favor de su validez
hasta que su violación a la Constitución se pruebe más allá de toda duda
razonable. Tal ha sido el lenguaje de esta Corte cuando la materia requiere su
decisión; y sé que expreso los honestos sentimientos de todos y cada uno de los
miembros de esta judicatura.” (Caso Ogdem contra Saunders). En otro fallo se
dijo: “Esta Corte acuerda, y lo debe hacer, una fuerte presunción de
constitucionalidad a las leyes del Congreso. Esto no es un mero gesto de cortesía;
es la deferencia debida al juicio deliberado de las mayorías constitucionales de las
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dos Cámaras del Congreso, de que (la expedición de) una ley se encuentra dentro
del poder que se le delegó o es necesario y conveniente a su ejercicio.” (Caso
United States contra Five Gambling Devices, Survivors). Otros tribunales, como el
alemán o el francés, reconocen igual principio de favor a la legitimidad
constitucional, en tanto, del análisis, no surja una posición diferente en un caso
específico. El Tribunal Constitucional de España, al efecto, asentó: “La presunción
de constitucionalidad de normas con rango de ley no puede desvirtuarse sin un
mínimo de argumentación y no caben impugnaciones globales y carentes de
una razón suficientemente desarrollada.” Sentencia cuarenta y tres / un mil
novecientos noventa y seis (43/1996). En las sentencias once / un mil novecientos
ochenta y cuarenta y tres / un mil novecientos noventa y seis (11/1981 y 43/1996),
señaló la obligación de los reclamantes de “colaborar con la justicia del Tribunal en
un pormenorizado análisis de las graves cuestiones que se suscitan.” (El
énfasis es añadido por esta Corte).
- III -
En el presente caso, Cámara Guatemalteca de la Educación promueve
acción de inconstitucionalidad general parcial contra los artículos 151 y 152 del
Decreto 10-2012 del Congreso de la República de Guatemala, Ley de
Actualización Tributaria, los cuales contienen reformas al numeral 1º. del artículo
8º. y al primer párrafo del artículo 16, ambos de la Ley del Impuesto al Valor
Agregado, respectivamente.
Denuncia la solicitante que tales normas violan el preámbulo y los artículos
2º., 3º., 4º., 15, 44, tercer párrafo, 73, 118, 119, literales a) y b), 175 primer parte,
204, 239 y 243 de la Constitución Política de la República de Guatemala. Los
argumentos sobre las violaciones denunciadas quedaron reseñados en el
apartado de fundamentos jurídicos de la impugnación, de esta sentencia.
Respecto de los motivos jurídicos en que descansa la presente acción
constitucional, esta Corte se pronunciará, en primer término, sobre el
cuestionamiento del artículo 151 del Decreto 10-2012 del Congreso de la
República de Guatemala, Ley de Actualización Tributaria, denunciado como
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inconstitucional por la supuesta violación a los artículos 2º., 3º., 15, 118 y 119,
literales a) y d), y el principio de supremacía constitucional consagrado en los
artículos 44, tercer párrafo, 175, primera parte y 204, todos de la Constitución
Política de la República de Guatemala. En seguida, la Corte pasará al examen de
la impugnación del artículo 152, también del Decreto 10-2012 del Congreso de la
República de Guatemala, Ley de Actualización Tributaria, por la denuncia de
transgresión al Preámbulo y los artículos 4º., 73, 118 y 119, literal d).
A) Artículo 151 impugnado
Con relación al artículo 151 del Decreto 10-2012 del Congreso de la
República, el argumento inicial gira en torno a la afirmación de que el artículo 151
impugnado viola el principio de supremacía constitucional establecido en los
artículos 44, tercer párrafo, 175, primera parte y 204, en armonía con el artículo
73, todos de la Constitución Política de la República de Guatemala, por
contradecir flagrantemente la exención de toda clase de impuestos y arbitrios,
contenida en la última disposición citada, determinada a favor de los centros
educativos privados, y porque, a su juicio, del texto de la norma impugnada se
desprende que la amplia exención antes relacionada ha quedado arbitrariamente
limitada a la matrícula de inscripción, las colegiaturas y los derechos de examen,
con agravante de reducirla a los cursos que aquellos tengan autorizados por la
autoridad competente.
Por otro lado, señala que la norma impugnada –artículo 151– contradice el
Preámbulo y los artículos 2º., 3º. y 15 constitucionales, al afectar el valor
“seguridad”, y conculcar en perjuicio de los centros educativos privados, derechos
adquiridos expresamente como resultado de la exención tributaria establecida a
favor de los mismos en el artículo 73 del Magno Texto.
También refiere que el artículo 151 objetado viola los principios rectores de
la actividad económica del Estado, según lo dispuesto en los artículos 118 y 119,
literales a) y d), tomando en cuenta que, conforme al artículo 73 de la Constitución
Política de la República, la exención establecida a favor de los centros educativos
privados, por decisión expresa del legislador constituyente, se considera necesaria
Expediente 1052-2013 16

per se y, como tal, deja de ser un acto meramente discrecional, aplicable a casos
futuros cuando sea necesaria.
En primer plano, por relevancia enunciativa de los valores y principios del
orden jurídico, debe examinarse la denuncia de vulneración del Preámbulo de la
Constitución Política de la República de Guatemala. Al respecto, esta Corte ha
determinado que dicho pórtico contiene una declaración de principios en la que se
expresan los valores que los constituyentes plasmaron en el texto, incluyendo,
además, una invocación que solemniza el mandato recibido y el acto de
promulgación de la Norma Fundamental. Tiene gran significación en orden a las
motivaciones constituyentes, pero no contiene una norma positiva ni sustituye la
obvia interpretación de disposiciones claras. Podría, eso sí, tomando en cuenta su
importancia, constituir fuente de interpretación ante dudas serias sobre alcance de
un precepto constitucional. En cualquier circunstancia, se haría necesario ubicar
explícitamente el o los elementos principistas contenidos en el Preámbulo y, luego,
hacer la comparación técnica que revele que la disposición impugnada lo o los
contraviene.
Al efectuar el examen sobre la procedencia de los motivos jurídicos en que
se apoya la impugnación del artículo 151 del Decreto 10-2012 del Congreso de la
República de Guatemala –Ley de Actualización Tributaria–, y la supuesta
transgresión que provoca al artículo 73 constitucional, es necesario resaltar que el
numeral 1º. del artículo 8º. de la Ley del Impuesto al Valor Agregado, reformado
por el artículo 151 objetado, regula el régimen de las exenciones específicas para
los contribuyentes que generen el pago de dicho impuesto, prescribiendo que no
deben cargarlo en sus operaciones de ventas, como tampoco en la prestación de
servicios: “Los centros educativos públicos y privados, en lo que respecta a
la matrícula de inscripción, colegiaturas y derechos de examen, de los
cursos que tengan autorizados por la autoridad competente.”(El resaltado es
la disposición específicamente cuestionada).
En cuanto a las exenciones como base de recaudación, José Carlos
Bocchiardo en la obra “Tratado de Tributación”, citando a Villegas, refiere que
Expediente 1052-2013 17

“neutralizan la consecuencia normal derivada de la configuración del hecho


imponible, son hechos o situaciones que enervan la eficiencia generada del hecho
imponible” y que interrumpen el “nexo normal entre la hipótesis como causa y el
mandato como consecuencia”, por lo que no surge la obligación de pago del
tributo originalmente previsto.
Referente a ese tema, este Tribunal ha considerado en anteriores
oportunidades que: “…una exención tributaria es la dispensa total o parcial del
cumplimiento de la obligación tributaria, que la ley concede a los sujetos pasivos
de ésta, cuando se verifican los supuestos establecidos en dicha ley..." [Sentencia
de catorce de abril de mil novecientos noventa y tres, dictada dentro del
expediente trescientos treinta y ocho - noventa y dos (338-92)].
Además, cabe indicar que por la exención se excluye de la carga impositiva,
por razones determinadas, a quienes de acuerdo con los términos de la ley
alcanza el gravamen; es especial porque priva el principio de que el impuesto
debe ser general cubriendo a la totalidad de los contribuyentes, de manera que
nadie puede ser excluido sino por motivos especiales. Por ello, una exención debe
ser razonable, ya sea en favor del Estado, para impulsar el desarrollo, o en favor
de ciertas actividades útiles. Las exenciones son expresas, y es al legislador a
quien compete ponderarlas, pues quien tiene el poder de crear el gravamen tiene
el poder de crear la exención. De ahí que las exenciones se encuentran
establecidas en la ley con carácter de excepción a la obligación impositiva
tributaria cuya determinación compete fijar al Congreso de la República por
mandato de la propia Constitución Política de la República –artículo 239–.
Con relación a la razonabilidad, esta Corte ha sostenido el criterio que la
misma hace referencia a lo justo o a aquello conforme a la razón, y como estándar
jurídico ha venido a constituirse en un sinónimo de constitucionalidad; al respecto
señaló: “…es preciso recordar que el vocablo „razonable‟ deriva del latín
„rationabilis‟, adjetivo que significa arreglado a la Constitución, no tanto a la letra
como a su espíritu, y lo irrazonable es lo que conculca a la Constitución, lo
anticonstitucional… por lo expresado esta Corte concluye que lo razonable es lo
Expediente 1052-2013 18

justo y equitativo, lo conforme con la Constitución, según las condiciones de


persona, tiempo, modo y lugar y en función de todos los valores que, en su orden
jerárquico, integran el plexo axiológico del orden jurídico…”. [Sentencia de
diecinueve de julio de dos mil once, dictada dentro del expediente cuatrocientos
treinta y ocho - dos mil once (438-2011)].
De conformidad con la Ley de Educación Nacional, contenida en el Decreto
Legislativo 12-91 del Congreso de la República de Guatemala, el “Sistema
Educativo Nacional” es el conjunto ordenado e interrelacionado de elementos,
procesos y sujetos a través de los cuales se desarrolla la acción educativa, de
acuerdo con las características, necesidades e intereses de la realidad histórica,
económica y cultural guatemalteca; los centros educativos privados, como parte
del sistema educativo, son establecimientos a cargo de la iniciativa privada que
ofrecen servicios educativos, de conformidad con los reglamentos y disposiciones
aprobadas por el Ministerio de Educación, quien a la vez, tiene la responsabilidad
de velar por su correcta aplicación y cumplimiento.
Es decir, que los centros educativos privados, creados con el fin de prestar
servicios en el ramo de la educación, tienen el derecho de organizarse en la forma
que la Constitución Política de la República de Guatemala y demás leyes se lo
permitan, y no tendrán más limitaciones que aquellas que por motivos sociales y
de interés nacional impongan las leyes, ello de conformidad con lo establecido en
el artículo 43 del Texto Supremo, el cual reconoce la libertad de industria,
comercio y de trabajo.
Tales centros educativos, como toda persona y de acuerdo a lo establecido
en el artículo 135 constitucional, deben cumplir con la obligación de contribuir al
gasto público, al sostenimiento del Estado para el cumplimiento de sus fines; esa
contribución, ha dicho esta Corte, tiene el carácter de obligatoria y atiende a las
potestades del Estado para imponer por sí solo, obligaciones tributarias. Esa
obligación debe cumplirse en la forma prescrita en la ley, la cual establece las
cargas impositivas, mismas que se estructuran de conformidad con el principio de
legalidad establecido en el artículo 239 de la Ley Fundamental.
Expediente 1052-2013 19

Ahora bien, en cuanto al mandato establecido en el artículo 73 de la


Constitución Política de la República de Guatemala, se advierte que tal norma
señala que los centros educativos privados “como centros de cultura gozarán de la
exención de toda clase de impuestos y arbitrios”, exención que dispuso otorgar la
Asamblea Nacional Constituyente, manifestando como motivo principal, la función
social que la enseñanza privada cumple como coadyuvante de los fines del
Estado. Es decir que el fin (telos) de la relacionada disposición constitucional, en
cuanto a eximir de toda clase de impuestos y arbitrios a los centros educativos
privados, se fundamenta en el hecho de que es obligación del Estado proporcionar
y facilitar educación a sus habitantes sin discriminación alguna, tal como lo manda
el artículo 71 del Texto Supremo. De forma que se trata de estimular a la iniciativa
privada para que preste el servicio educativo y, para tal fin, gozan de la exención
de toda clase de impuestos y arbitrios. La dispensa establecida en el referido
artículo 73 es clara en cuanto a que la misma se otorga respecto a las actividades
propias de los centros educativos, directamente relacionados a su razón de ser, a
su esencia, esto es, la enseñanza. Por ende, toda producto o servicio distintos a
esta última que presten los centros educativos, no puede estar exenta de
impuestos, ya que se tergiversaría la misma norma constitucional que la establece
a favor de los centros educativos, equiparados como centros de cultura, cuya
naturaleza y propósito ha sido compensar el costo de oportunidad que implica
para una entidad o centro de enseñanza privado, prestar el servicio de educación
en lugar de dirigir su capital e intelecto empresarial a otra rama de producción,
favoreciendo, con ello, la actividad educadora estatal.
Por otro lado, cabe advertir que exonerar de impuestos y arbitrios a las
actividades meramente lucrativas que desarrollen los centros educativos, obraría
en perjuicio de los intereses del fisco y, sobre todo, en perjuicio de todas las
empresas y comerciantes que prestan los servicios y venden los mismos
productos a los que se pretende se exima de impuesto, pues se daría una
violación al principio de igualdad respecto de otros contribuyentes, ya que estarían
en situaciones de plena desventaja económica, tipificándose a la vez una clara
Expediente 1052-2013 20

competencia desleal. Asimismo, se atentaría contra lo establecido en el artículo


135, literal c), del Texto Constitucional, que ordena que es deber de los
guatemaltecos, entre otros, contribuir al gasto público, en la forma prescrita por la
ley.
Al respecto esta Corte ha sostenido que: "...por la función social de la
enseñanza privada, que es coadyuvante de los fines del Estado, y por ello
beneficiaria de especial condición que le reconoce privilegios fiscales (artículo 73
de la Constitución Política de la República de Guatemala), es que una disposición
que ordene a un establecimiento determinadas actividades coherentes con su
misión educativa y formadora, no puede tenerse como perjudicial a sus intereses,
salvo que se hubiere demostrado lo contrario..." [Sentencia de diecisiete de
septiembre de dos mil nueve, dictada dentro del expediente tres mil doscientos
cuarenta y dos - dos mil ocho (3242-2008)].
Por lo anteriormente considerado, este Tribunal advierte que el precepto
legal impugnado –artículo 151 del Decreto 10-2012 del Congreso de la República
de Guatemala, Ley de Actualización Tributaria–, no vulnera el artículo 73 de la
Constitución Política de la República de Guatemala, pues este último precepto, al
referirse a los centros educativos privados, establece que éstos, como centros de
cultura, gozarán de: “la exención de toda clase de impuestos y arbitrios”; sin
embargo, como ya refirió este Tribunal en los párrafos precedentes, la regulación
de tal exención tiene como fin impedir que sean objeto de gravamen tributario las
actividades o servicios de tipo escolar, educativo o cultural, pero no las
actividades comerciales que tengan un fin claramente lucrativo que sean
desarrolladas dentro de los referidos centros, pues estas rebasarían la finalidad de
fomentar la educación impartida por centros privados, pero no las actividades
comerciales, que es como se entiende el sentido del citado precepto
constitucional. Adicionalmente, es necesario indicar que tal normativa –artículo
151–, lejos de vulnerar la relacionada norma del Texto Supremo, la desarrolla,
pues ésta sólo especifica las clases de servicios a los que no se les debe cargar el
impuesto al valor agregado, en el entendido que la enumeración de servicios que
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se hace incluye únicamente actividades netamente educativas; en tal sentido,


quedarían excluidas otras que tengan una naturaleza claramente comercial,
impidiendo que, con el pretexto de la exención impositiva consagrada en el Magno
Texto, se concreten transgresiones tributarias en perjuicio del erario nacional. Por
lo considerado, la inconstitucionalidad planteada debe declararse sin lugar.
B) Artículo 152 cuestionado
En lo que relacionado a la impugnación del artículo 152 del Decreto 10-
2012 del Congreso de la República de Guatemala, Ley de Actualización Tributaria,
la accionante aduce, en cuanto al Preámbulo y al artículo 118 de la Ley
Fundamental, que se desconoce la letra y el espíritu constitucional plasmado que
afirma la primacía de la persona humana, al negar los principios de protección a la
persona y a la familia y de desarrollo integral a la persona. Esto, al impedir o
estorbar el logro potencial humano para incrementar la riqueza y lograr el pleno
empleo y la equitativa distribución del ingreso nacional.
Asimismo, manifestó que tal norma –artículo 152– tergiversa lo dispuesto
en el artículo 119, literal d), constitucional, al negar u obstaculizar el pleno
cumplimiento de la obligación fundamental del Estado de “velar por la elevación
del nivel de vida de todos los habitantes del país, procurando el bienestar de la
familia”, además de circunscribir y limitar de manera no razonable el beneficio
originado del crédito fiscal, única y exclusivamente a favor de la producción,
transformación, comercialización, transporte o distribución de bienes para su venta
o para la prestación de servicios, pretendiendo, mediante una redacción amañada,
negarle este beneficio fiscal a quienes pagan por su educación o por la educación
de sus familiares.
También afirma que tal normativa viola el principio de igual protección ante
la ley, consagrado en el artículo 4º. constitucional, pues establece una exclusión
arbitraria y discriminatoria en perjuicio de los centros educativos privados al
haberlos excluido de la enumeración taxativa de los beneficiarios que tienen
derecho a gozar de la referida exención.
Aseveró, además, que el artículo 152 impugnado viola flagrantemente el
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artículo 73 del Magno Texto, en armonía con los artículos 4º., 44, 175, 204, 239 y
243 constitucionales, por infringir los principios de igual protección, supremacía
constitucional, equidad tributaria y de legalidad, en virtud de haber establecido una
discriminación expresa en perjuicio de los centros educativos privados, al
excluirlos de la exención antes señalada.
Consideraciones anteriores respecto del citado artículo 151 impugnado, son
atinentes al caso del 152, ambos de la Ley de Actualización Tributaria, por lo que
deben tenerse por expresados en esta análisis.
Con relación a párrafos precedentes, se aprecia que --como es usual en los
planteamientos de inconstitucionalidad-- se invoquen normas de la Constitución
que contienen el principio de constitucionalidad, o sea de su supremacía. Lo
necesario del ejercicio dialéctico que señala la confrontación entre la norma
ordenadora o de protección y las normas de desarrollo es la formulación de una
tesis que demuestre de qué manera se ha producido la infracción denunciada.
Esa situación sucede cuando se invocan artículos que contienen principios
constitucionales (como lo son los invocados por la postulante), los cuales, por su
universalidad y generalidad, no basta que se mencionen sino se hace necesario
que se puntualicen los contrastes que pudieran demostrarse entre la norma
principista y la situación concreta denunciada.
Así las cosas, esta Corte aprecia que existe una deficiencia técnica
contenida en tales argumentaciones, pues la accionante omitió efectuar el
razonamiento jurídico necesario y suficiente que incluya el análisis comparativo
entre las normas impugnadas con las constitucionales que señala como violadas,
cuya enunciación generalizada y principista, obvia para cualquier situación,
requiere que se exprese en concreto y de manera argumental de qué manera
protegen las actividades que el legislador las estimó ajenas y distintas de las
puntualmente exentas de cargas tributarias que el resto de la sociedad tiene que
pagar. De ahí que sólo aludidas las disposiciones constitucionales, sin parificación
a la o las normas legales cuestionadas, no sustituye la indispensable formulación
de tesis argumental que se exige como requisito de fondo para entrar a al examen
Expediente 1052-2013 23

de constitucionalidad. Por ejemplo, cuando se denuncia afectación al principio de


igualdad, debe de expresarse en qué consiste el tratamiento diferente y peyorativo
hacia alguna parte con relación a otras, y no, como en el caso planteado, en que
el discrimen resultaría en sentido inverso. O sea, visto desde el ángulo de quienes
no gozan del privilegio de exención fiscal, los usuarios de la educación pública
estarían afectos a cargas impositivas por actividades comerciales anejas pero de
sustancia distinta, como pueden ser el transporte, loso uniformes, los útiles de
enseñanza, materiales y equipo que deben adquirir en establecimientos
comerciales comunes. Es decir, la postulante no manifestó una motivación
concreta y coherente que permita apreciar las razones jurídicas por las cuales
debe expulsarse esa normativa del ordenamiento jurídico nacional.
En este sentido, es necesario reiterar que, la nulidad ipso jure de las
normas impugnadas sólo puede declararse al evidenciarse la inobservancia o
tergiversación de las disposiciones constitucionales, de manera tal que los motivos
que sustenten un pronunciamiento de esa transcendencia, han de encontrarse
taxativamente contenidos en las argumentaciones expresadas por el impugnante.
Y al no apreciarse el correspondiente estudio jurídico comparativo que sustente la
pretensión, esta Corte está imposibilitada para efectuar el análisis de fondo que
permita evidenciar la inconstitucionalidad de las normas objetadas, por supuesta
violación a los artículos constitucionales que se mencionaron en el memorial de
planteamiento de la inconstitucionalidad y en los alegatos expresados. Por lo
tanto, se concluye que la acción de inconstitucionalidad, en cuanto a la
relacionada denuncia de supuesta violación de los artículos 151 y 152 del Decreto
10-2012 del Congreso de la República, es improcedente y así debe declararse.
- IV -
Por lo anterior, y de la lectura del escrito contentivo de la presente
impugnación, se pudo establecer que, si bien la accionante cumplió dos de los
requisitos necesarios en la interposición de una inconstitucionalidad, citando en
forma precisa la norma jurídica cuya constitucionalidad cuestiona, así como la
enunciación de los preceptos fundamentales que estima violados, no lo hizo en
Expediente 1052-2013 24

cuanto al requisito esencial de la tesis del planteamiento, según se desprende del


análisis realizado.
De conformidad con lo establecido en el artículo 148 de la Ley de Amparo,
Exhibición Personal y de Constitucionalidad, cuando la inconstitucionalidad se
declare sin lugar se impondrá multa a los abogados auxiliantes, sin perjuicio de la
condena en costas all interponente. En el presente caso, no se hace especial
condena en costas a la entidad postulante por no haber sujeto legitimado para su
cobro, pero sí se les impone la referida multa a los abogados que han auxiliado a
la entidad accionante, por ser los responsables de la juridicidad del planteamiento.
LEYES APLICABLES
Artículos citados, 267 y 272, literal a), de la Constitución Política de la
República de Guatemala; 115, 133, 141, 143, 148, 163, literal a), y 186 de la Ley
de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad; 39 del Acuerdo 1-2013
de la Corte de Constitucionalidad.
POR TANTO
La Corte de Constitucionalidad, con fundamento en lo considerado y leyes
citadas, resuelve: I) Sin lugar la acción de inconstitucionalidad general parcial de
los artículos 151 y 152 del Decreto 10-2012 del Congreso de la República de
Guatemala, Ley de Actualización Tributaria, promovida por la Cámara
Guatemalteca de la Educación. II) No se condena en costas a entidad accionante
por la razón considerada en este fallo. III) Se impone a cada uno de los abogados
auxiliantes Mario Rafael Arriaga Martínez, Gabriel Orellana Rojas y Juan Luis Soto
Monterroso, multa de un mil quetzales, que deben pagar en la Tesorería de esta
Corte dentro de los cinco días siguientes a la fecha en que este fallo quede firme;
en caso de incumplimiento en el pago de la misma, su cobro se hará efectivo por
la vía legal correspondiente. IV) Notifíquese.

ROBERTO MOLINA BARRETO


PRESIDENTE

GLORIA PATRICIA PORRAS ESCOBAR ALEJANDRO MALDONADO


AGUIRRE MAGISTRADA MAGISTRADO
Expediente 1052-2013 25

MAURO RODERICO CHACÓN CORADO HÉCTOR HUGO PÉREZ AGUILERA


MAGISTRADO MAGISTRADO

CARMEN MARÍA GUTIERREZ DE COLMENARES JUAN CARLOS MEDINA


SALAS MAGISTRADA MAGISTRADO

MARTÍN RAMÓN GUZMÁN HERNÁNDEZ


SECRETARIO GENERAL

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