Hipótesis

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Hipótesis

Entre los principales desechos se encuentran los provenientes del plástico, material que no se
desintegra con facilidad (tarda entre 100 y mil años), que es difícil de reciclar por la variedad
que existe y que libera sustancias nocivas para el medio ambiente. Prácticamente todo lo que
utilizamos tiene plástico o fibras sintéticas, es algo común en la vida cotidiana, pero de gran
impacto ecológico. De acuerdo a los científicos, una botella de plástico que no es reciclada y
queda “olvidada” en tierra o en el mar, está expuesta a los rayos UV, mismos que después de
largo tiempo la convertirán en pequeñas partículas de vinil que contaminarán el suelo y el
agua. Esto es, el plástico no se oxida ni se descompone, sólo se foto degrada , así que siempre
existirá y no se reintegrará a la naturaleza. De aquí la importancia de aprender a usarlo con
conciencia y, de ser posible, sustituirlo por artículos biodegradables. Y ¿qué quiere decir
biodegradable? Es el proceso por el que los materiales se descomponen o desintegran en poco
tiempo por la acción de bacterias, hongos, gusanos o insectos. Un ejemplo: la cáscara de fruta
tarda un promedio de 90 días en descomponerse. Aunque hay universidades, centros de
investigación, fundaciones y empresas privadas a nivel mundial que han realizado y/o
patrocinado con éxito experimentos para crear materiales biodegradables que sustituyan al
plástico, todo está en proceso y no se ha aplicado en el ámbito social. Hasta ahora, sólo se
utiliza lo oxodegradable (principalmente bolsas de plástico que se dan en supermercados,
tianguis, etc.) y fragmentan en peñas partículas que se localizan en la tierra y mar. Destacan
por su éxito comprobado tres investigaciones acerca de lo más novedoso en plásticos
biodegradables, una de la Universidad Nacional Autónoma de México y la segunda del Instituto
Politécnico Nacional y una de la Universidad de Málaga, España; todas en proceso de patente y
susceptibles de ser mejoradas.que no se reintegran al ambiente, sólo se

La primera es una película de polietileno que se degrada hasta en 74% y a partir del día 45, en
condiciones de compostaje; con propiedades mecánicas, químicas y de elasticidad semejantes
al del plástico. El costo es similar al del polietileno de alta y baja densidad, cuyo consumo en
2015 fue de 5.5 millones de toneladas. Los científicos quieren alcanzar el 99% de degradación,
por ello están experimentando con un aditivo a base de estereato de manganeso para
disminuir la densidad molecular y contribuir a que los microorganismos actúen más rápido. La
segunda investigación, dada a conocer en enero de este año, consiste en el cultivo de una
bacteria que vive en el suelo: azotobacter vinelandii. Es inocua (no es dañina) y tiene la
propiedad de producir un polímero conocido como polihidroxibutirato (PHB), 100%
biodegradable y biocompatible. Se pretende que este material sustituya los plásticos derivados
del petróleo. Aunque el microorganismo ha requerido ciertas modificaciones genéticas para
que produzca más polímero y éste sea más flexible, asimila gran variedad de sustratos y
requiere poco oxígeno, por lo que se facilita su cultivo.

Para comprobar que es completamente biodegradable, se hicieron botellas con el polímero


proveniente de esta bacteria y se dejaron en el fondo de un lago y en composta, el tiempo que
tardaron en desaparecer fue un año. Otras ventajas que se han descubierto del polímero es
que las bacterias y hongos que se comen el material son muy abundantes, que no genera
ningún compuesto tóxico al ambiente durante su degradación y que tiene más usos. Por
ejemplo, en la agricultura, ya que produce amonio a partir del aire, produciendo un fertilizante
para el crecimiento de las plantas. Un descubrimiento igual de innovador y benéfico para el
medio ambiente es el de la Universidad de Málaga, donde se ha creado un plástico
biodegradable a partir de la piel del jitomate.

Los científicos utilizaron el biopoliéster del jitomate, llamado cutina, cuya característica es
preservar la pérdida de agua desde el interior, para consolidar un material viscoelástico, de
color anaranjado, al que se le puede dar el grosor que se requiera; cabe resaltar que es
inofensivo, biodegradable al 100% y su duración es muy similar a la piel del fruto. Todavía se
realizan pruebas de resistencia, elasticidad y transparencia, pero se espera que revolucione a
la sociedad y disminuya el consumo de plástico al sustituirlo en el empaque de alimentos y
recubrimiento de medicinas. Por último, en México, científicos del Instituto Politécnico
Nacional están desarrollando un proceso de termoplastificación que facilite la degradación del
plástico. Después de un estudio para determinar cuál podría ser la fruta más adecuada, que no
perjudicará el abasto para consumo, que el costo fuera accesible y su ciclo de producción
corto, se determinó que el plátano era la mejor opción. Al poseer grandes cantidades de
almidón, sobre todo verde, se puede elaborar harina, la cual, una vez procesada
(termoplastificación), tiene la misma resistencia, impermeabilidad y elasticidad que el plástico.
Para obtener la harina se utiliza el plátano verde con todo y cáscara, se pasa por un satinizante
que elimina microorganismos, se corta y seca para facilitar la trituración y producción del
polvo, el que se blanquea con peróxido de hidrógeno. En esta investigación, el plástico no se
sustituye, sino que se combina: la harina de plátano se mezcla con polímero de plástico para
dar como resultado un material termoformable con un alto porcentaje de biodegradación. De
acuerdo con Plan Verde, billones de popotes son desechados cada año y pocos son los que se
biodegradan, pues la mayoría termina en basurales o contaminando los océanos o en ríos. En
el mundo se tiran a la basura 280 millones de toneladas de plástico al año. En Alemania se
propone que en 2018 cada habitante del mundo consuma anualmente 90 bolsas de plástico.
Ahora su uso implica más de cuatro mil bolsas por persona por año. Todo producto industrial,
doméstico, alimenticio, medicinal, etcétera, se empaca en plástico. De acuerdo a datos de la
asociación Ocean Conservancy (Conservación de los Océanos), más de 100,000 toneladas de
basura fueron recolectadas por voluntarios en el 2013 en diferentes costas y cuerpos acuíferos
alrededor del mundo. Los popotes ocupan el quinto lugar de los productos más colectados:
555,007 popotes, de los cuales 11,574 se encontraron en los 120 km que se limpiaron en
México.

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