Etapas de La Vida de Jesus
Etapas de La Vida de Jesus
Etapas de La Vida de Jesus
Introducción
Al terminar nuestro estudio anterior estábamos considerando que la
genealogía de Jesús se interrumpe al llegar a José. Mateo no puede
repetir la fórmula empleada en todas las generaciones anteriores y
decir que "José engendró a Jesús", porque su nacimiento fue
totalmente diferente a cualquiera de los nacimientos de sus
antepasados, por lo tanto, tiene que hacer un paréntesis para explicar
las condiciones especiales en las que Jesús fue engendrado. Como
veremos, el niño que iba a nacer sería un hombre, pero su nacimiento
iba a ser milagroso, naciendo de una virgen por obra del Espíritu
Santo sin la intervención de ningún hombre. Esto debía ser así porque
con él se iban a cumplir todas las promesas hechas a la nación judía
durante siglos.
Pero frente a cada una de estas situaciones, Dios intervino por medio
de un ángel que se apareció a José en sueños y le advirtió del peligro,
indicándole el camino a seguir para ser librado (Mt 1:20) (Mt
2:13) (Mt 2:19-20). Y, lo que es muy importante también, José
siempre respondió obedeciendo con prontitud (Mt 1:24) (Mt 2:14) (Mt
2:21).
En todo caso, Mateo quiere hacernos notar que todo esto no ocurría
por casualidad, sino en cumplimiento de las profecías del Antiguo
Testamento (Mt 1:22-23) (Mt 2:15) (Mt 2:23).
Pero Lucas añade otros detalles que son importantes para tener un
cuadro completo de lo que ocurrió en aquellos días. Por ejemplo, antes
de lo que Mateo relata en el comienzo de su evangelio, debemos
situar el anuncio de Gabriel a María de que concebiría por la acción
divina del Espíritu Santo (Lc 1:26-38). Después de esto María fue a
visitar a Zacarías y Elisabet y estuvo con ellos durante tres meses (Lc
1:39-56). Probablemente fue después de este viaje cuando José
conoció la noticia de su embarazo.
La reacción de José
El texto comienza diciéndonos que José "era justo", es decir, que era
un hombre que deseaba vivir de acuerdo con la ley de Dios. Ahora
bien, la situación que tenía delante de sí era realmente complicada.
Por un lado podemos imaginarnos la gran desilusión que se llevaría al
saber que la mujer con la que estaba a punto de unirse en matrimonio
estaba embarazada, es decir, que le había sido infiel. Pero por otra
parte, su propio nombre quedaría en entredicho si no hacía algo al
respecto.
José tenía que resolver un verdadero dilema. ¿Qué hacer? Todos sus
pensamientos estaban en conflicto y se sentiría tremendamente
desilusionado. ¿Cómo podía María haberle sido infiel de ese modo?
Pero, ¿por qué inventarse una historia como la concepción por el
Espíritu Santo para justificarse, si sabía de antemano que nadie se la
iba a creer? ¿Acaso aquella joven que él creía honesta y pura era una
embustera de la que además había que dudar de su sanidad mental?
¿Cuántas horas y días pasaría pensando en qué hacer?
Finalmente José creyó que lo más conveniente sería darle una carta de
divorcio y despedirla discretamente. Esto no salvaría su propia
reputación, pero al menos le ahorraría a María la vergüenza del
escándalo público que le acarrearía un proceso jurídico. Seguramente
esta opción no le satisfacía plenamente, pero dentro de las
posibilidades que tenía, era la única forma que encontró para
combinar la justicia con la misericordia.
Pero para que eso pudiera llevarse a cabo, José tendría que recibir a
María y reconocer al niño como su descendiente legítimo, a fin de que
fuera legalmente hijo de David. Por esta razón el ángel le encargó que
recibiera a María y pusiera nombre al niño cuando naciera.
Ahora bien, ¿es posible creer en estas cosas en pleno siglo XXI?
Bueno, un asunto así no es fácil de aceptar ni ahora, ni tampoco hace
dos mil años. Notemos que la primera reacción de los propios
personajes de esta historia fue de asombro e incredulidad. Por
ejemplo, Zacarías, el padre de Juan el Bautista, al principio no creyó
las palabras del ángel que le anunciaba que su mujer estéril iba a
concebir un niño en su vejez (Lc 1:20). También María, cuando el
ángel le anunció que ella iba a concebir un niño, preguntó "¿cómo será
esto?" (Lc 1:34). Y José cuando se enteró del embarazó, se mostró
muy escéptico y su primera decisión fue la de dejar a María.
Sin embargo, finalmente todos ellos creyeron en estos hechos
sobrenaturales. Y su fe es un fuerte apoyo para la nuestra. Porque si
después de valorar todas las evidencias llegaron a la conclusión de
que Dios había intervenido de forma sobrenatural en el nacimiento de
Jesús, fue porque el asunto estaba claro. De otro modo, ¿por qué
inventarse una historia que nadie se iba a creer para justificar un acto
de inmoralidad cometido durante el período del desposorio? Buscar
una excusa de ese tipo sólo serviría para empeorar el problema.
¿Quién iba a creerse una cosa así? ¿Acaso no sabían que todos los
iban a tratar de locos?
Por otro lado estaba el hecho de que nadie pudo acusarle jamás de
haber cometido algún pecado. Esto sólo era posible si había sido
engendrado por el Espíritu Santo, porque de otro modo habría
heredado la misma naturaleza caída de todos los hombres. Pero tenía
que ser así para poder llegar a ser nuestro Salvador.
La obediencia de José
Del mismo modo que María obedeció a las palabras del ángel Gabriel y
se prestó a ser la sierva del Señor y concebir al Hijo del Altísimo (Lc
1:38), igualmente José también obedeció rápidamente al ángel del
Señor que se le había aparecido en sueños. Esta actitud compartida
por ambos explica que fueran escogidos por el Señor para este
elevado servicio.
Pero esta salvación de los pecados creó un problema a los judíos que
estaban esperando una salvación política y social. Cuando se dieron
cuenta de que Jesús había venido a conseguir una salvación espiritual,
se sintieron defraudados y le rechazaron.
Hoy también, como en aquellos días, hay muchos que creen que los
verdaderos problemas del ser humano tienen que ver con la falta de
trabajo, salud, educación, bienestar, justicia social... pero no creen
que el pecado sea un verdadero problema en sus vidas (como la
teología de la liberación). Por supuesto, el diagnóstico de Dios es
diferente. Desde la perspectiva divina, el pecado es lo que impide que
el hombre pueda tener y disfrutar plenamente de todas esas cosas,
por eso era necesario que primero el Mesías salvara al hombre de sus
pecados.
Por otro lado afirma que él "salvará a su pueblo". Esto nos lleva a
preguntarnos quién es su pueblo. Sin duda, los judíos que leyeran
esta afirmación pensarían que era una referencia a Israel, el pueblo de
Dios. Sin embargo, si continuaran leyendo el evangelio de Mateo,
verían que el Señor Jesucristo dijo que algunos que se creían pueblo
de Dios serían excluidos del reino de los cielos, mientras que otros que
no eran descendientes físicos de Abraham serían incluidos (Mt 8:10-
12). El factor determinante era la fe, y por eso, siguiendo las
enseñanzas de Jesús, los apóstoles llegaron a decir que Abraham es el
padre de todos los que creen, sean judíos o gentiles (Ro 4:16). El
Señor se refirió a este hecho cuando dijo que tenía también otras
ovejas que no eran de ese redil a las que también debía traer para
que hubiera un solo rebaño y un solo pastor (Jn 10:16). Por lo tanto,
el pueblo al que Jesús había venido a salvar no puede ser identificado
con ninguna raza o linaje, aunque es cierto que en primer lugar vino a
los judíos.
(Is 7:14) "Por tanto, el Señor mismo os dará señal; he aquí que la
virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel."
La cita procede de un pasaje en el que Isaías se dirige al rey de Judá,
Acaz. Este se encontraba en serios apuros porque su reino estaba
siendo amenazado por Rezín, rey de Siria y por Peka, rey de Israel. La
intención de sus enemigos era acabar con la dinastía de David y poner
en su lugar a otro rey, al "hijo de Tabeel" (Is 7:6). Ante esta
amenaza, Acaz y su pueblo se estremeció "como se estremecen los
árboles del monte a causa del viento" (Is 7:2).
(Jn 1:14) "Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y
vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y
de verdad."
Aunque muchas personas piensan que Dios está lejos del hombre,
esto es totalmente falso. Aquí vemos que Dios nunca ha dejado al ser
humano, y en Jesucristo lo ha demostrado de forma incontestable.
Pero el hecho de que la Biblia no nos permita llegar hasta ese punto,
no nos debe llevar a perder de vista la fidelidad y amor que tanto
como José como María profesaban hacia el Señor. Su ejemplo debe
ser fuente de inspiración también para nosotros.
Como todo bebé, llena de alegría el hogar entretejido por sus padres. Como es
normal a las características humanas, continúa su proceso metabólico del
crecimiento. Se desarrolla física, intelectual y también espiritualmente.
Nuestra insaciable curiosidad quisiera expandirse más allá del registro bíblico
de los hechos y conocer alguno que otro dato acerca de la adolescencia y
primeros años de la juventud. Pero entendiendo que en su soberana sabiduría
Dios nos transmitió lo que necesitábamos saber. Y constatamos que cuanto
conocemos de su vida antes del comienzo de su ministerio, preparaba cada paso
del camino hacia el mismo y su obra redentora.
El aspecto religioso.
Algunos siglos antes, los habitantes de Jerusalén habían sido llevados cautivos
por naciones paganas. Aún después que fueron liberados por sus opresores,
hubieron judíos que se adaptaron a la cultura y costumbres del lugar y
determinaron quedarse en aquellas tierras extrañas.
Además, los israelitas eran los depositarios directos de la ley divina y de los
escritos conteniendo la palabra de Dios. Sabemos que muchas páginas de la
Escritura están dedicadas a las profecías que anunciaban el advenimiento del
Cristo de Dios.
Cabe mencionar que si bien Dios permitió que su pueblo fuese llevado cautivo
como castigo por las transgresiones, su providencia permitió la dispersión de
éstos, a fin de que difundieran su fe por todo el mundo. Nos dice la historia que
en cada ciudad populosa en la que moraba una comunidad judía fue encontrada
una sinagoga.
Fariseos: Es muy probable que esta secta apareció durante el tiempo en que los
griegos quisieron establecer su gobierno sobre los judíos. Muchos de éstos
fascinados por la cultura griega y sus prácticas religiosas, tuvieron la tentación
de acoplarse a esta nación pagana.
Tenían gran influencia sobre el Sanedrín y en gran parte ejercían control sobre
este organismo. El mismo estaba compuesto de setenta miembros, entre los que
se encontaban en primer lugar, sacerdotes, saduceos ricos, fariseos (pocos),
escribas y también ancianos del pueblo.
Los escribas: Estos hombres eran quienes copiaban en manuscritos los originales
de las Escrituras. Debido a esta ardua y minuciosa labor adquirieron un vasto
conocimiento del contenido de la revelación divina.
Era su deber escudriñar las Escrituras así como interpretarlas adecuadamente.
Eran considerados personas de gran autoridad en lo concerniente a la
transmisión oral de la ley divina.
Aspecto político.
El epicentro del gobierno mundial estableció sus raíces en Roma. Es decir que el
Imperio Romano ejerció la tutela política a nivel mundial. El emperador que
reinó en primer término durante esta época fue Augusto. Precisamente durante
ese tiempo nació Jesús.
Aspecto cultural.
Cuatro eran los idiomas que se hablaban: latín, hebreo, griego y arameo. Este
último constituía el lenguaje usual de Jesús. Mediante la combinación del
griego y otros idiomas, se logró la creación de esta lengua universal.
Este panorama universal que se extendió como una multicolor alfombra debajo
del pesebre del Mesías, presentó tan variados matices y diseños que podemos
decir, fue obra del “sabio artífice”.
EL NACIMIENTO
Ella deseaba agradar a Dios con todos sus actos, hasta el punto de someterse a
los propósitos que él hubiese prescripto para su vida. Pero probablemente, no
imaginó que el Señor tenía un plan tan humanamente ilógico y privilegiado a la
vez.
Escuche las palabras divinas en labios del ángel Gabriel: “¡Salve muy
favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre todas las mujeres”. Antes de
anunciarle el contenido del glorioso mensaje para ella, le dijo (al ver su
conmoción): “María, no temas...” Luego: “...porque has hallado gracia delante
de Dios” Lucas 1:30. Es evidente que una vida intachable, en el temor de Dios,
es de inestimable valor para él. En el caso de una mujer piadosa a sus ojos, lea
lo que dice la Escritura en Proverbios 31:10,30. Vea: “Mujer virtuosa, ¿quién la
hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas”.
Y, “Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme a Jehová,
ésta será alabada”. María, realmente estaba incluída en esa regla.
Y, ¿qué podemos decir de José, elegido divinamente para ser su padre? Era un
hombre justo y se esmeraba mucho por resguardar el buen nombre de su
prometida. A tal punto él valoraba el honor de ella, que estaba dispuesto a
renunciar a sus votos matrimoniales y alejarse calladamente. Le preocupaba la
posibilidad de que la gente del pueblo dudase de la virginidad de su amada,
cuando se hiciese notoria la noticia de su precoz embarazo (Mateo 1:18,19).
Tanto él como todo buen judío había leído en los Profetas acerca de la
concepción sobrenatural que se produciría en una virgen por obra del Espíritu
Santo. Pero, ¿cómo podría corroborar él mismo la realidad que era el vientre de
María, el depositario escogido para el mismo Hijo de Dios?
José no necesitaba pruebas para creer este hecho, sino más bien una
confirmación en términos sobrenaturales a fin de aquietar su intranquilidad en
cuanto a posibles falsos testimonios. Es así que Dios comisionó a un ángel para
que inclusionara en sus sueños a fin de transmitirle: “José, Hijo de David, no
temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del
Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESUS, porque él
salvará a su pueblo de sus pecados” Mateo 1:20,21. Luego le recordó el
contenido de las profecías relativas a tal acontecimiento Vs. 22,23.
¿Qué hizo José cuando despertó? Fue decidido en busca de María. Vemos que la
integridad de su corazón le hizo temer que los malos conceptos de personas
inescrupulosas, tal vez malograse el perfecto cumplimiento del plan divino.
Hemos dejado a María,allí en su casa, espectante y extrañada, esperando que el
ángel le revelara su cometido. En este caso Gabriel, quien no se hizo esperar:
“Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre
JESUS...”
¡Realmente dos justos!. María y José. Dios honró la justicia de aquella pareja.
En su plan eterno, basado en su omnisciencia, él ya lo había determinado. La
benevolencia divina acompañó a José y María en cada momento, cumpliendo su
propósito con y en ellos.
¿Se imagina qué desazón? Pero estos flamantes esposos estaban tan gozosos y
espectantes ante la inminente llegada de Jesús, que esta negativa no les hizo
retroceder en su fe.
Pero, ¡qué paradoja! En medio de tanta rusticidad, ¡tanta gloria! ¡Qué dulce
melodía! ¡Los primeros sollozos del recién nacido niño Dios!
LA INFANCIA
Cada nombre en el idioma hebreo tiene un significado muy ligado, en manera
profética, a la personalidad y ocupación futuras de cada bebé. Ya conocemos el
significado especial del nombre que ahora nos ocupa: JESUS. También es de
nuestro conocimiento que este nombre le fue asignado por Dios a través del
ángel Gabriel (Mateo 1:21).
PRIMER REQUISITO COMO JUDIO: A los ocho días fue circuncidado y asentaron su
nombre en los registros civiles (Lucas 2:21).
PRIMERA VEZ QUE FUE AL TEMPLO Y PRIMER VIAJE: Luego de esperar los días
reglamentarios para que el bebé fuese purificado, fue llevado por sus padres al
templo en Jerusalén (Lucas 2:22). Adquirieron un par de tórtolas (o palominos),
y las ofrendaron en sacrificio a Dios. Además, como todo varón primogénito es
llamado santo al Señor (Lucas 2:23), presentaron el niño a Dios.
PRIMER DOMICILIO: Su primera morada fue una casa en Nazaret (Lucas 2:39).
PRIMER PELIGRO: El rey Herodes intentó matarlo. Cuando los magos de oriente
vinieron a Jerusalén fueron en primer lugar, al palacio del rey. En esos días
reinaba sobre los judíos Herodes el Grande. Los astrólogos creían que dicho
monarca sabía con precisión en qué lugar se hallaba su futuro sucesor y le
indagaron al respecto. Con el propósito de proteger al niño Jesús de una muerte
segura por parte de Herodes, avisó a los magos “por revelación en sueños que
no volviesen... y regresaron a su tierra por otro camino...” V.12.
CUARTO VIAJE: Cuando tenía doce años sus padres lo llevaron otra vez a
Jerusalén al templo (Lucas 2:41-52) para celebrar de la pascua. José y María
eran muy devotos, por lo tanto, cumplían con todas las fiestas religiosas. Como
típicos padres hebreos transmitieron los conocimientos que tenían de las
Escrituras y fe, a su hijo. Por esa razón llevaron a Jesús para que participase
también con ellos de esta costumbre sagrada.
DESARROLLO ESPIRITUAL: Vuelva a leer en Lucas 2:52. El médico amado hace
este comentario sobre el niño Jesús: “...y crecía en ... gracia para con Dios...”.
Desde su edad precoz, él actuaba conforme al agrado de Dios. Las Escrituras
constituían, evidentemente, la fuente principal de sus lecturas.
Tan absorto estuvo Jesús durante tres días que no prestó atención, ni notó, que
la comitiva de Nazaret (integrada también por sus padres y familiares) ya se
había retirado. Importantísima observación para considerar: María, luego de
una búsqueda angustiosa que se prolongó por setenta y dos horas, ya
desanimada, vuelve al templo tal vez como última tentativa de reencontrarse
con su hijo. Y... ¡allí estaba!. Se sorprendió al encontrarlo sentado, rodeado de
veteranos religiosos. Sin embargo no fue esto lo que más le sorprendió. Tanto
ella como José no encontraron explicación a la enfática respuesta de Jesús tras
la indagación de ella, por demás lógica: “...¿por qué me buscábais? ¿No sabíais
que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” V.49.
Si bien sabemos que Jesucristo era Dios mismo en forma de hombre y aunque
tenía todos los atributos divinos a su disposición, entendimos también que él no
consideró su deidad como “cosa a que aferrarse” Filipenses 2:6b.
Bautismo de Jesús.
Jesús partió de la ciudad de Nazaret donde vivió siempre con sus padres, con el
determinado propósito de cumplir con el primer paso de obediencia a las
ordenanzas establecidas por Dios para los hombres. Al decidir cumplir con este
acto, él se unía a todos aquellos que renunciaban a su vida en el pecado. Pero
nunca cometió pecado; en ningún momento de su vida permitió que los
impulsos de la débil naturaleza humana le sedujesen. Pero entonces, ¿por qué
razón él consideró necesario dar este paso? Pero su identificación con el género
humano fue completa.
Dios honró, también en público, esta actitud obediente de Jesús enviando sobre
él la divina unción del Espíritu Santo y testificando a viva voz desde el cielo:
“Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” Mateo 3:17.
Esta elocuente declaración del Padre fue suficiente prueba para Juan el
Bautista de la deidad de Jesús y también motivó a quienes se acercaban
arrepentidos, confesando sus pecados y buscando el perdón divino. Juan el
Bautista predicaba este mensaje: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se
ha acercado” Mateo 3:2.
Muchos de sus oyentes adquirieron conciencia de que Jesús era el Rey espiritual
prometido, quien ya estaba en medio de ellos a fin de establecer su reino. Este
se fundamentaría en “la justicia sin igual”.
Tentación de Jesús.
El “enemigo” sabía con seguridad que Cristo era Dios encarnado, pero en su
afán de hacerle caer en pecado, desobedeciendo al Padre, le asestó tres dardos
malignos, utilizando textuales expresiones de las Escrituras.
Desde el principio del mundo el diablo puso en práctica sus tácticas con el
propósito de confundir y entorpecer el plan de Dios, y arruinar así la relación
con sus criaturas. Su artimaña desplegada frente a la primera mujer fue
exitosa, logrando su objetivo. Eva creyó a sus palabras, las que actuaron como
una sutil trampa ante la que sucumbió. Dicho ardid atentó contra sus débiles
impulsos humanos. Los apetitos instintivos y la sed de conocimiento cegaron su
visión espiritual, quebrantando su comunión con el Creador.
En el caso del Señor, podemos entender que Satanás no ignoraba el dominio que
él tenía de la revelación de la voluntad del Padre, registrada en su Palabra. No
obstante, podemos percatarnos de que “el padre de la mentira”, conociendo las
limitaciones y debilidades del género humano, procuró vencer la fortaleza y
confianza en Dios que caracterizaban a Jesús. Pero no tuvo en cuenta estos
factores fundamentales en la vida del Hijo de Dios: el atesoramiento de los
preceptos divinos en su corazón; su constante permanencia en la oración; y su
dependencia y sumisión a la guía y dirección del Espíritu Santo. Este poderoso
arsenal le aseguró el triunfo contra la batalla diabólica desatada en su contra.
El hecho de salir airosos delante de una tentación, no garantiza la victoria sobre
un próximo ataque de Satanás. Cristo frente a esta prueba que le entrenaría
para su ministerio, demostró estar en actitud de alerta para contrarrestar cada
ataque y... ¡salió victorioso!
Cuando el diablo se alejó derrotado tras agotar sus recursos, dejó de molestar a
Jesús sólo por algún tiempo. Pero como “astuto” que es, reanudó su plan de
ataque... en el momento en que el Señor gozaba de la aprobación total de
parte de quienes le oían en esa ocasión en la sinagoga de Nazaret... A
continuación, vea lo que ocurrió.
Es muy probable que los mismos ángeles de Dios que le asistieron luego de su
prueba en el desierto, le auxiliaron en aquella situación difícil. Estos mismos
guardianes nos cuidan a cada instante y pelean por nosotros.
EL MINISTERIO DE JESUS
El Señor contó con las mismas armas espirituales disponibles para los hijos de
Dios de todas las épocas a fin de derrotar al audaz enemigo de nuestras almas y
alcanzar los más altos triunfos en el andar cristiano.
Aquí nos convoca considerar las principales características de su misión en este
mundo, en armonía con la perfecta voluntad del Padre. También
mencionaremos varias de las tantas obras que realizó en favor de las multitudes
e individuos que se acercaban a él.
A través del apóstol Juan sabemos que Jesús realizó tantas obras, que si estas
fuesen escritas una por una, tal vez los libros en que estarían registradas, no
cabrían ni aun en todo el mundo (Juan 21:25).
Los términos del mensaje que proclamarían aquellos doce seguidores de Jesús
serían los mismos usados por Jesús. Y los resultados visibles del mismo, serían
las mismas obras realizadas por él, bajo el mismo poder y autoridad.
e. Lucas 9:20. Cristo valoró más el concepto que tenían de él sus seguidores
más cercanos (los discípulos) que la opinión difusa del público en general. El
conocía las intenciones del corazón humano, y sabía cuán inconstantes son. Las
emociones del hombre varían considerablemente de acuerdo con las
circunstancias. Las mismas personas que una vez se agolparon para escucharle
con atención y recibir la respuesta a sus necesidades... La misma gente que más
adelante cantaría sus “hosanas” al Rey que entraba triunfante en Jerusalén;
gritaría en presencia de Pilato, ante la proposición de éste de libertar a Jesús o
condenarle: “¡crucifícale!”
f. Mateo 9:36; Marcos 8:2. Cristo fue movido por la compasión que le inspiraba
la gente que imploraba la satisfacción de sus necesidades espirituales, físicas y
materiales.
g. Lucas 5:13. Cristo demostró que su deseo era que el enfermo estuviera sano:
“Quiero, sé limpio” (respondió a un leproso).
h. Lucas 7:13. En este relato vemos que Jesús se conmovía profundamente ante
el dolor de los demás. Frente a la angustia de una madre doliente pronunció
estas palabras: “No llores”. No era un frase pronunciada por educación, sólo
para brindar consuelo en el momento. Esta estaba fundamentada en la
esperanza de que el hijo muerto retornaría a la vida por su poder milagroso.
i. Marcos 4:35-38. Una de las manifestaciones del fruto del Espíritu Santo que
controló el carácter y espíritu del Señor fue la paz perfecta de Dios. Esta virtud
se manifestó claramente en ocasión en que él navegaba con los “doce”. En esa
travesía se desencadenó una impetuosa tormenta. Cristo, en medio de esas
circunstancias, dormía sumergido en perfecta paz. Esta tranquilidad
independiente del desequilibrio que reinaba en el ambiente exterior, sólo tiene
esta explicación: la “paz” que implanta el Espíritu Santo en el corazón de quien
se somete bajo su guía y dirección.
Dijimos antes que Jesús comenzaba sus jornadas en oración. Por último,
diremos que finalizaba cada día también en oración (Marcos 6:46).
Según nos relata Mateo el ardid planeado para arrestar, condenar y matar al
Señor fue pospuesto para más adelante. Es decir, el momento ideal sería
cuando terminase la fiesta y los inmigrantes regresaran a sus países respectivos
y todo volviese a su cauce normal. Esto aplacaría en parte las sospechas del
público.
Agonía de Jesús.
Jesús era consciente de que llegaba a su fin el período estipulado por el Padre
para su ministerio. A través del Espíritu Santo fluyendo en todo su ser él podía
percatarse del tiempo y las sazones prescriptos en los planes de Dios. Además,
si usted lee detenidamente los evangelios encontrará la mención de que el
Señor conocía los pensamientos de la gente y las intenciones escondidas de sus
corazones.
Esta facultad concedida por el Espíritu de Dios le permitió conocer los designios
traidores de uno de los doce que le seguían. Cristo sabía que Judas sería quien
prestaría sus servicios a los guías religiosos a cambio de treinta monedas de
plata, precio exigido por éste para hacer posible el arresto de Jesús como un
vulgar criminal.
Un detalle importante: un ángel de Dios vino hasta él para renovar sus fuerzas
(v.43)
Los tres “compañeros” que estaban tan cerca del Maestro en aquellos instantes,
no pudieron “acompañarle” realmente. Tres veces él les pidió que velaran y
oraran con él.
Arresto de Jesús.
¡Qué hecho vergonzoso!. Pensemos un poco en lo doloroso que sería para Cristo
que uno de quienes compartió con él tantos momentos de su vida, se acercara
ahora como si fuese un amigo, pero esta vez para asestarle un golpe que
significaría un paso más hacia la muerte. Ese ataque tomó la forma de un beso
hipócrita.
Jesús demostró visiblemente cuán manso era. Como dice el profeta Isaías (cap.
53), él marchó como oveja al matadero, sin oponer resistencia. El sabía que
miles y miles de ángeles podrían presentársele en “un abrir y cerrar de ojos”
para pelear contra sus enemigos y defenderle. Sólo se necesitaría que él
expresara esta petición. Pero en ningún momento él cedió a la tentación de
procurar su propio bienestar. La voluntad del Padre superaba su necesidad en
esa hora, y el clamor de un mundo perdido en el pecado que gritaba en su
conciencia.
Juicio de Jesús.
a. Jesús ante el sumo sacerdote. Preso en gruesas cuerdas con que le ataron los
soldados, Cristo fue llevado ante el sumo sacerdote. Este como representante
de la religión judía, tuvo a su cargo la interrogación en público del acusado. Era
preciso conocer la versión de éste respecto a las causas que pesaban en su
contra.
Los fariseos y saduceos, como también los escribas, lanzaron contra él severas
acusaciones. Pero entendemos que éstos no se habían puesto de acuerdo para
proferir las calumnias ya que se contradecían entre sí.
¡Qué actitud cobarde! ¡Dejarse guiar por su conveniencia! Sabía que Cristo era
el Mesías verdadero, el único Hijo de Dios, sin embargo le importó más
conservar el prestigio ante tus súbditos y gobiernos contemporáneos (Juan
19:12-14). No ignoraba que aquel inocente había sido acusado sólo por envidia
de los llamados dirigentes religiosos (Mateo 27:18). Por último, vemos que tanto
él como su esposa libraron en su interior un intenso conflicto por causa de él.
Por una parte trataban de soltar a Jesús y no manchar sus conciencias con su
sangre inocente. Pero... casi, casi... actuaron rectamente. Sin embargo,
pudieron más los designios de aquellos religiosos dominados por la ceguera
espiritual, quienes coaccionaron al pueblo judío (Mateo 27:20) impulsándolo a
gritar: “¡Sea crucificado!” (Mateo 27:23b.)
La gente pidió la condena para Jesús y la libertad para aquel preso que
provocaba terror, Barrabás (Mateo 27:21,22).
Nos enfrentamos a este suceso en que triunfa una decisión injusta y nuestros
corazones se cargan de sentimientos de indignación. No obstante sentimos
consuelo al escuchar las palabras de Jesús: “... para que se cumplan las
Escrituras...”
Cada hombre condenado a morir de esa manera, debía cargar con el peso de
aquellas rústicas maderas hasta llegar al lugar destinado para cumplir su pena.
Cristo llevaba la cruz que los soldados le habían cargado sin piedad sobre las
espaldas, pero él ya no tenía fuerzas, no podía seguir adelante. Quienes le
llevaban comprendieron que sería inútil obligarle a hacerlo, por eso le pidieron
a un hombre llamado Simón que se hiciese cargo de transportarla. Este
caminaba lentamente tras Jesús.
Nos conmueve ver la reacción del Señor ante este trato injusto cuando le
escuchamos dirigirse a Dios con estas palabras: “Padre, perdónalos, porque no
saben lo que hacen” Lucas 23:34. Realmente Cristo sabía cuán cegados estaban
los entendimientos de aquellos hombres. Pero en su ignorancia, ellos estaban
cumpliendo un papel que era necesario en la realización de los planes de Dios,
predichos en las Escrituras.
Respecto a las vestiduras de Cristo, leemos que los soldados echaron suertes y
las repartieron entre sí como fue profetizado por el salmista, en 22:18.
Después de beber el vinagre que le dieron para aplacar la sed, el Señor exclamó
con pleno convencimiento “Consumado es” (Juan 19:30), sabiendo que no había
nada más por hacer. Ya podía entregar su espíritu al Padre con la seguridad que
había cumplido con su perfecta voluntad. De este modo murió el Hijo de Dios.
Participación de la creación.
Sepultura de Jesús.
Instantes después que Jesús expirara, un hombre muy devoto que pertenecía al
concilio del pueblo, se preocupó por dar sepultura al cuerpo de su Señor. Aquel
varón se llamaba José de Arimatea. Aunque él fue testigo de todas las
instancias involucradas en el juicio abierto contra Jesús, su criterio no fue
compatible con los demás miembros de aquel organismo religioso (Lucas
23:50,51). Este varón era bondadoso y temía a Dios. También dice la Escritura
“que esperaba el Reino de Dios” (Marcos 15:43), y era consciente que el
verdadero Rey era Cristo.
Según ellos, los discípulos podrían valerse de aquellas palabras y simular una
resurrección (Mateo 27:63,64). El gobernador acudiendo a este pedido, les
indicó que había disponible una guardia de soldados que podrían cumplir con
este cometido.
Resurrección de Cristo.
Repentinamente miró hacia atrás y vió un hombre que se dirijió a ella: “Mujer,
¿por qué lloras? ¿A quién buscais?” (Juan 20:15a). Pero hasta que no escuchó
mencionar su nombre, no identificó a aquel personaje. “¡Maestro!” ¡Era él!
¡inconfundible! Cristo estaba frente a ella.
Ascención de Cristo.