Psicología Somatica. Stanley Keleman
Psicología Somatica. Stanley Keleman
Psicología Somatica. Stanley Keleman
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Nacido en Brooklyn en 1931, su interés por la corporalidad surgió desde su formación inicial
en el Instituto Quiropráctico de Nueva York (en el que se graduó en el año l954) y de sus
reflexiones personales iniciales, sobre la relación entre los conflictos emocionales y las
distorsiones de la postura corporal.
Su pensamiento pronto quedó marcado por las ideas y evoluciones de las teorías
psicoanalíticas con relación al cuerpo de Sigmund Freud, Wilhelm Reich, Alfred Alder y
Alexander Lowen (fue miembro del Instituto Alexander Lowen para el Análisis Bioenergético
desde 1957 hasta 1970), así como por las ideas de Nina Bull sobre la dimensión emocional
y neurológica del cuerpo.
Su curiosidad le llevó a visitar a Europa, donde adquirió una interpretación más espiritual de
la corporalidad. En Suiza estudió el Método Daisen con el doctor Dori Gutscher, y en
Alemania, colaboró con el profesor Karlfried von Durckheim, transmisor de la cultura
japonesa del “hara” en Occidente.
Tras su regreso a Estados Unidos en el año 1967, estuvo en el Instituto Esalen (California)
donde recibió las influencias de la psicología humanista de Carl Rodgers, Fritz Perls,
Virginia Satir y Alan Watts entre otros, además de entablar amistad y trabajar, con el experto
en mitología universal, Joseph Campbell.
El cuerpo se convierte así en un libro en el que se pueden leer todas las experiencias
internas y externas que han moldeado a la persona y todos los desafíos y tensiones que
han caracterizado su existencia.
Cada tubo está constituido por diferentes capas que le dan un tipo particular de motilidad o
peristaltismo. Un modelo pulsante que gestiona la expansión y contracción y el alargamiento
y el acortamiento en las estructuras anatómico-fisiológicas.
La respiración, el latido cardiaco son las expresiones más evidentes de esta pulsación, pero
el sistema digestivo, el sistema musculoesquelético o el sistema nervioso funcionan igual.
En su contracción y expansión, en su excitación y relajación, facilitan el transporte de
líquidos y substancias, el movimiento, la transmisión del impulso nervioso y la segregación
de hormonas.
Se puede añadir que, el modelo de Keleman, también aporta una explicación somática
sobre la relación que existe entre el cuerpo y las dimensiones emocionales, psicológicas,
sexuales y oníricas de la persona, rompiendo con la dualidad cuerpo-mente de la tradición
occidental.
Entre las aportaciones más importantes de este investigador, no sólo figura el que haya sido
capaz de establecer una clasificación de estructuras psicosomáticas que definen a las
personas en base a las alteraciones de la pulsación vital de sus sistemas
fisiológico-anatómicos, es decir, de la alteración de sus dinámicas de “expansión y
contracción”, “excitación y relajación”, también nos ha aportado un método de trabajo para
desorganizar esos patrones disfuncionales del cuerpo que impiden experimentar una vida
plena a la persona.
Keleman, identifica las bases que producen las alteraciones en la estructura corporal, en las
respuestas que adopta el organismo frente al estrés y la agresión. En este sentido, identifica
dos fórmulas básicas de respuesta corporal: resistir o ceder. En el primero, el organismo se
activa para luchar y el cuerpo se hace más rígido y sólido. En el segundo, el organismo se
colapsa y el cuerpo se ablanda y se expande perdiendo tensión y forma.
En base a estas nociones, este investigador define cuatro patrones de alteración somática
de la pulsación corporal:
En estas estructuras, el cuerpo adopta una pulsación espástica, intensa y corta (como en la
colitis), y la actitud emocional es la del orgullo, la agresividad y el desafío, en búsqueda de
autoafirmación y reconocimiento hacia uno mismo.
En estas morfologías la pulsación no puede actuar por falta de estructura interna y queda
comprimida y desplomada sobre sí misma más que hacia el exterior. La postura emocional
es de querer recibir apoyo, lo que hace que la persona sea muy condescendiente y
dependiente de las necesidades de los demás para superar sus miedos.
Keleman asocia esta estructura a niños que tuvieron familias que les mostraron indiferencia
emocional y que los subestimaron constantemente bajo el mensaje de que no llegarían a
nada en la vida. En su interior hay un “total para qué” porque siempre le han negado.
Keleman advierte que ninguna estructura es mejor que otra, sino que simplemente son un
reflejo de los éxitos y fracasos que ha tenido la persona a la hora de intentar adaptarse a las
exigencias de la vida y de responder a su deseo personal de ser humano, tener el control y
ser solidario.
Además, también advierte que estas estructuras suelen presentarse de forma combinada en
las personas, y que, un buen terapeuta, es aquel que tiene la habilidad suficiente como para
poder detectarlas.
MÉTODOS DE INTERVENCIÓN
De hecho, Keleman defiende que el trabajo corporal es un camino muy útil en el proceso de
transformación y evolución personal porque el cuerpo es más fácil de modelar que las
emociones y los pensamientos.
Paso 1.- Esta fase tiene como objetivo ayudar a la persona a que tome conciencia de qué
imágenes, sensaciones, ideas, pensamientos vienen a su cabeza cuando recrea la situación
de conflicto.
Responde a las preguntas ¿cómo planteo el problema en mi cabeza? ¿a quién culpo?
¿dónde pongo las causas del problema? ¿Qué papeles desempeñó en el conflicto?, etc.
Es una fase que conecta con la dimensión más exterior de la persona donde rige lo social y
lo racional, es decir, la imagen, el rol o postura de proximidad o distancia que tenemos en
nuestra relación con los demás.
Paso 2.- Esta fase tiene como objetivo identificar las pautas corporales musculares que
acompañan a esas imágenes, sensaciones, emociones, pensamientos… (tensar el cuello,
meter el abdomen, apretar la mandíbula, etc.).
Aquí es útil, el somagrama, es decir, pedir a la persona que se dibuje mostrando cómo se
siente por dentro.
Paso 3.- En esta fase tiene como objetivo desorganizar el patrón corporal desadaptativo
para encontrar un nuevo patrón corporal más armónico a la situación.
Con esta fase la persona encuentra nuevas pautas corporales y actitudinales que puede
poner en juego a la hora de afrontar el conflicto, un nuevo cuerpo para abordar la situación
respecto a qué músculos debo soltar, qué debe dejar de pensar, etc.
Tanto este paso como el anterior guardan una estrecha relación con la necesidad de
investigar cómo la persona se abre o se cierra a los demás o a sí misma desde nuestra
dimensión anatómica y fisiológica interna. Si adopta una actitud cercana o de alejamiento, si
tiende a mantener la conexión o retrocede o se retira de ella, sí prefiere ser obediente y
pasiva o rebelde y desafiante.
Paso 4.- Esta etapa tiene como objetivo que la persona encuentre en su interior respuestas
a cómo debe actuar para asentar en su conducta el nuevo patrón corporal encontrado.
Corresponde a la pregunta ¿qué ocurre cuando dejo de hacerlo? y aquí la persona se
pregunta sobre cómo reaccionará su cuerpo ante la situación con lo nuevo que ha
aprendido.
Es una etapa de silencio en el que espera a que el cuerpo le envíe algún mensaje en forma
de imagen, recuerdo, sensación, pensamiento con relación a cómo debe empezar a actuar
en la situación.
Esta fase corresponde a una dimensión muy visceral y profunda en la persona en la que
hay un “vacío”, un espacio de silencio-espera y no racionalidad. Es la parte “sagrada”
interna que activa la sabiduría del cuerpo que nos debe guiar hacia la solución. En la
siguiente fase si invertirá el camino hacia la superficie.
Paso 5.- Corresponde a la pregunta ¿cómo uso lo que he aprendido? ¿qué voy a hacer?
¿cómo me voy a avisar o contener para recordar el nuevo patrón armónico descubierto en
la interacción social, en la situación de conflicto, hasta que se vaya estableciendo como un
hábito?
Keleman propone un amplio rango de situaciones en las que se puede poner en práctica
este método. Se puede investigar sobre nuestros patrones corporales con relación a los
conflictos y disensiones que vivimos en nuestra vida cotidiana, relaciones familiares,
profesionales o de pareja; a nuestra facilidad o dificultad para expresar o inhibir nuestros
sentimientos; a cómo afrontamos los engaños, desprecios, insultos, traiciones e injusticias
recibidas en la vida; a cómo es nuestro acercamiento a la dimensión espiritual, a la vida
social, a las instituciones, a los demás o a uno mismo; e incluso a descifrar la pauta
somática interna (acelerado, pasivo, débil, fuerte, inflexible…) y externa (amigable, rígido,
frío, cercano, risueño, enfadado…) que nos define.
Referencias Bibliográficas
Keleman, S. (2012). Forming an Embodied Life: The Difference between Being Bodied and
Forming an Embodied Life, International Body Psychotherapy Journal The Art and Science
of Somatic Praxis, 11(1), 51-56.