363-Texto Del Artículo-767-1-10-20200414

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Revista Dilemas Contemporáneos: Educación, Política y Valores.


http://www.dilemascontemporaneoseducacionpoliticayvalores.com/
ISSN: 2007 – 7890.
Año: II. Número: 3 Artículo no.13 Período: Febrero - Mayo 2015.

TÍTULO: El Concubinato en México: una aproximación desde la hermenéutica jurídica.

AUTORES:

1. Máster. Arturo Mejía Zamora.

2. Máster. Renata Fabiola Jiménez Galán.

3. Máster. Tayde Icela Montes Reyes.

RESUMEN: El objetivo principal de la presente investigación es analizar la evolución

histórica del Concubinato, de acuerdo a sus antecedentes en Roma, España y México, así

como la perspectiva actual del país con relación a sus características y naturaleza jurídica. Se

determina qué papel desempeña la institución, el acto y el hecho jurídico en la sociedad y

cuáles son las causas que originan que un hombre y una mujer vivan en unión libre o

consensual. En los últimos años, este tipo de vínculo ha ido aumentando deliberadamente,

por lo que en el presente estudio se investigó el porcentaje que existe en México de

matrimonios, divorcios y uniones libres (concubinatos), para determinar los factores que han

influido en el comportamiento de las nuevas generaciones ante el mismo.

PALABRAS CLAVES: Matrimonio, concubinato, efectos jurídicos, naturaleza jurídica.


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TITLE: Concubinage in Mexico: an approximation from the legal hermeneutics.

AUTHORS:

1. Master. Arturo Mejía Zamora.

2. Master. Renata Fabiola Jiménez Galán.

3. Master. Tayde Icela Montes Reyes.

ABSTRACT: The main objective of this research is to analyze the background of

concubinage in Rome, Spain and Mexico, as well as to the nowadays perspective in Mexico

in relation to its characteristics and legal nature. It was determined the role the institution

plays, the act and the legal fact in society, and the causes that originated a man and a woman

live on free or consensual union. In recent years, this type of bond has been deliberately

increasing; due to this, in the present study, it was researched the percentage that exists in

Mexico concerning marriages, divorces and free unions (concubinage), to determine the

factors that have influenced on the behavior of these new generations in relation to the topic.

KEY WORDS: Marriage, concubinage, legal effects, legal nature.

INTRODUCCIÓN.

En la historia de la humanidad se han desarrollado diversas formas de unión de dos personas

para integrar una pareja o una familia. Una de estas formas es lo que se ha denominado

Concubinato.

Realizar un análisis desde el punto de vista histórico, social, jurídico y cultural de la figura

del Concubinato constituye el principal objetivo que orienta este trabajo, el cual señala que

los antecedentes más remotos de este tipo de unión se remontan hasta los primeros pueblos

sedentarios, a través de la unión entre un hombre y una mujer, y se presenta la familia como
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la célula constitutiva. Es en Roma donde se inicia como tal, debido a que existía una gran

desigualdad entre las personas de aquella época. Si un hombre tomaba a una mujer como

concubina, que era poco honrado e indigno, se decía que eran relaciones pasajeras que se

conocían como ilícitas.

En España se adoptó la posición que tenían los romanos acerca del Concubinato hasta llegar

a México, y se observa cómo en cada una de las épocas en las que se divide la historia de

esta nación ha existido como figura jurídica, así como el progreso que ha tenido a lo largo de

la historia.

A partir de entonces se concibe al Concubinato como “la unión de un hombre y una mujer

libre de matrimonio, que han vivido durante cinco años continuos o han procreado hijos y

mantienen una relación pública que se da por diferentes causas y origina efectos jurídicos”.

Los principales conceptos y características del concubinato son: la temporalidad, la

publicidad, la singularidad, lo libre de matrimonio, semejante al matrimonio, la unión, la

capacidad, y la fidelidad. Al respecto, coexisten diferentes posiciones doctrinales acerca de

esta figura, que puede ser repudiada o aceptada, y habrá quien la compare y quiera igualar al

matrimonio, y quienes la censuren y la vean como una unión que va en contra de las buenas

costumbres y un problema moral, por lo que aún cuando existan múltiples opiniones que

están a favor o en contra, lo importante es poder ofrecer alternativas para que cada vez

existan menos injusticias que se generan por este tipo de relaciones.

Uno de los puntos principales de este trabajo consiste en determinar la naturaleza jurídica

del Concubinato, debido a que no es una institución, un contrato ordinario, o un acto

jurídico, ya que no cumple con los requisitos que se solicitan para poder darse. Por lo que

entonces puede definirse como un hecho jurídico, que sucede por el amor que se tienen dos

personas y deciden unirse como si estuvieran casados para formar una familia.
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El Concubinato se origina por diferentes causas y efectos jurídicos, que influyen para que se

pueda formar este tipo de relaciones; en la actualidad, un gran número de familias

mexicanas viven en unión libre y no quieren formalizar su relación amorosa contrayendo

nupcias, que se supone es el fin para que se consuma una relación y se pueda tener una

familia.

Finalmente, se presentan las conclusiones en donde se realiza una comparación y distinción

entre el Concubinato y el Matrimonio, todo esto con el fin de establecer posturas que

permitan beneficiar a las parejas que sostienen este tipo de relaciones de acuerdo a los

múltiples supuestos que se den por esta clase de uniones.

DESARROLLO.

Antecedentes.

El Concubinato parece haber nacido en Roma, debido a la desigualdad de las condiciones

sociales; obedecía a la unión de orden inferior más duradera, que se distinguía de las

relaciones pasajeras conocidas como ilícitas. Hasta el fin de la República, el Derecho no se

ocupó de estas simples uniones de hecho, pues fue bajo Augusto cuando el Concubinato

recibió su nombre. La ley “Julía de Adulteriis” la calificaba de “stuprum” y castigaba

todo comercio con toda joven o viuda fuera de las “justae nuptiae” haciendo una excepción

a favor de la unión duradera llamada Concubinato, que recibió de esta manera una especie

de sanción legal. Desde entonces, le fueron impuesta ciertas condiciones para precisar los

límites por los cuales ya únicamente existía un comercio ilícito. Por eso, el Concubinato sólo

estaba permitido entre personas púberes, y no entre parientes en el mismo grado, prohibido

para el matrimonio (Petit y Henry, 2007).


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Como puede observarse, había una gran desigualdad entre el Matrimonio y el Concubinato;

en la época de los romanos, cuando dejaron de ser nómadas y surgió mejor constituida la

familia, se comienzan a instaurar reglas en las cuales no se prohibía el Concubinato, pero

existía una sanción para los que incurrieran en él, y por lo regular las mujeres con las que se

unían los hombres en Concubinato eran poco honrosas y de muy bajo nivel de vida.

La permanencia de la relación y la exclusividad del Concubinato daban una apariencia de

matrimonio legal que solía ser causa de error en los contratantes. La jurisprudencia debió

elaborar todo un sistema de presunciones para resolver las situaciones aparentes, y así,

cuando había constitución de dote, la presunción debía ser a favor de la existencia de un

matrimonio, siendo como era la concubina uxor gratuita; es decir, sin aporte de bienes. Así

mismo, si la unión se había verificado con una mujer honesta, y aún en ausencia de dote, la

presunción era favorable al matrimonio, siempre que no mediase una declaración formal de

Concubinato cuando se trataba de una mujer deshonesta (Chávez, 2003).

El auge del Cristianismo dentro del Imperio Romano influye en la organización familiar y

trata de elevar la importancia del Matrimonio, combatiendo al Concubinato, al cual

consideraba indigno para los contrayentes, especialmente para la mujer, por el lugar

secundario que ocupaba; esto facilitó la conversión en iustae nuptiae.

Por su parte, en España, el Concubinato era denominado barragana; con relación a este

nombre, el Código Alfonsino dedicó el título XIV de la partida cuarta a tratar de la

barragana, y dice que tomó este nombre de: barra que en arábigo, quiere decir como fuera,

y gana, de origen latino, que es por ganancia; estas dos palabras combinadas, quieren decir

como ganancia, que es hecha fuera del mandamiento Iglesia... los que nacían de tales

mujeres eran llamados hijos de ganancia.


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Esquivel Obregón (1937) documenta que en parte debido a las tradiciones romanas, así

como también a la presencia de dos razas entre las cuales no podía celebrarse el Matrimonio,

y también debido a la influencia del Islamismo, “el Concubinato” era tan frecuente, que si la

religión lo condenaba, las costumbres y la ley lo veían con tolerancia bajo el nombre de

barragana. La barragana se consideró como la unión sexual de un hombre soltero, clérigo o

no, con mujer soltera bajo las condiciones de permanencia y fidelidad.

Debido a la influencia que existía de otras culturas, la barragana fue tolerada, según se

expresa en las partidas, para evitar la prostitución, pues era preferible que hubiese una y no

muchas mujeres para la seguridad en la unión de ambos, y con relación a los hijos.

Este estado estaba prohibido dentro de los mismos grados de parentesco, que lo está en el

matrimonio; y los personajes ilustres no podían tomar por barragana a una mujer vil por

nacimiento u ocupación; pues si lo hicieran los hijos serán “espurios” y sin derechos a su

herencia ni a alimentos (Esquivel, 1937).

México.

Época Prehispánica: Se dice que casi en todo el centro de México se daba la poligamia, la

cual entre los Toltecas era severamente castigada; solo las tribus de los Opatas,

Chichimecas, las de Nuevo México y las de Yucatán eran monogámicas. En ellas existían

ceremonias especiales para desposar a la mujer principal; sin embargo, se podían tener las

esposas secundarias que se quisiera, sin importar el número, dándose al mismo tiempo la

poligamia y la monogamia, donde las concubinas no eran objeto de burla o de desprecio.

Período Pre-Colonia: Se observa un gran desarrollo en el campo jurídico-político de los

pueblos pre-hispánicos, y en las tres de las culturas más avanzadas (Toltecas, Mayas y

Aztecas), la tercera de ellas fue la más desarrollada en el campo jurídico y familiar.


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Respecto a la organización familiar de ésta, se dice que practicaban la poligamia. El varón

tenía una esposa legítima o “Cihutlantli”, así como también disfrutaba de varias concubinas,

con las cuales convivía al mismo tiempo que con la esposa legítima.

Para demostrar que entre los Aztecas se practicaba con frecuencia la poligamia, basta con

citar algunos casos, como los siguientes: se dice que Moctezuma tenía aproximadamente

ciento cincuenta concubinas, mientras que “Netzahualpilli” frecuentaba a dos mil (De

Madariaga, 1997). La poligamia, a la llegada de los españoles, crea un gran problema de

carácter legal y religioso, ya que las leyes españolas establecían la monogamia.

Como puede observarse en esta época, los más desarrollados en materia familiar eran los

Aztecas por encima de una de las culturas más connotadas como los Mayas, en donde se

decía que el concubinato era tomado en buena forma y aceptado; se ha documentado que los

hombres podían tener varias mujeres (concubinas) y en ocasiones sí se llegaba a la

ceremonia del Matrimonio.

Época Colonial: En esta época, la conquista trajo un cambio fundamental en el régimen

político y jurídico de todos los pueblos aliados a Cortés y de los pueblos sometidos por los

Aztecas. Conviene aclarar, que previamente, durante el siglo XVI, se conservaron muchas

de las instituciones establecidas por eficaces e insustituibles. Las llamadas Leyes de Indias

establecieron una evidente protección para el elemento indígena, al que consideraron como

menor de edad para todos los efectos jurídicos.

A la llegada de los españoles a América se modificó el régimen jurídico, así como las

costumbres de los nativos, implantando su modo de pensar y su religión, construyendo

Iglesias para evangelizar a los pueblos indígenas.


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Época Independiente: A principios del siglo XIX, México busca la independencia y

durante este periodo la legislación española no habla de la institución del Concubinato ni de

los efectos jurídicos del mismo. Después de consumada la independencia, se continuó

aplicando la legislación española, misma que dejó de tener vigencia cuando apareció el

primer Código Civil del año 1870, donde se trata de disposiciones en materia civil, sin hacer

mención del Concubinato.

La Ley de 1859 es la única que trata sobre el Concubinato, considerándolo como una causa

de divorcio, ya que se consideraba como una relación sexual ilícita y fuera del Matrimonio.

Al llegar la época independiente a México y al empezar a legislar sus propias leyes, fue

hasta 1884 cuando se promulgó un nuevo Código Civil, el cual contiene ideas relativas en

cuanto a la autoridad del marido sobre la mujer y los hijos, la desigualdad de los hijos

naturales como los hijos legítimos, el establecimiento de la disolución del Matrimonio, así

como también se introduce la libertad de testar aspectos que el código anterior no

contemplaba.

Época Revolucionaria: En esta época se encuentra la Ley sobre Relaciones Familiares

publicada por Venustiano Carranza, jefe del ejército Constitucionalista de 1917, que aún

cuando no hace referencia al Concubinato, trata algunos de los efectos con relación a los

hijos. Ya en la exposición de motivos, con relación a la paternidad y filiación, se señala que

ha parecido conveniente suprimir la clasificación de los hijos espurios, pues no es justo que

la sociedad los estigmatice a consecuencia de fallas que no le son imputables, y menos ahora

que consideran al Matrimonio como contrato; la infracción a los preceptos que lo rige sólo

debe perjudicar a los infractores y no a los hijos. Esto puede indicar que se trata del padre y
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la madre unida sexualmente, pero no ligados a Matrimonio, situación que se asemeja al

Concubinato, sin hacer referencia a él (Chávez, 2003).

Época Contemporánea: El Código Civil de 1928 reconoce que el Concubinato es una

forma de constituir la familia, situación que se da generalmente en las clases populares. En

este tipo de unión, el legislador no la ignora al grado de considerar que puede producir

ciertos efectos jurídicos protegidos a la concubina y a los hijos procreados con el

Concubinato, siempre y cuando ninguno de los dos sea casado.

Definición del Concubinato: Etimológicamente la palabra Concubinato se deriva de la voz

latina “concubinatus”, que se reduce a la vida marital del hombre y la mujer, pero es

necesario hacer referencia primero al término concubina, que significa manceba o mujer que

vive y cohabita con un hombre como si éste fuera su marido.

Desde el punto de vista del derecho canónico es la unión de un hombre y una mujer en la

que las relaciones sexuales sean continuadas, permanentes, con cierta unidad en la misma

casa o fuera de ella, imitando en cierto modo la vida matrimonial.

En el Diccionario Jurídico de Rafael de Pina (2003), la concubina es definida como aquella

“mujer que vive en concubinato”, y concubinario es “hombre que tiene concubina” y define

al Concubinato como “la unión de un hombre y una mujer, no ligados por vínculo

matrimonial a ninguna otra persona realizada voluntariamente, sin formalización legal para

cumplir los fines atribuidos al matrimonio en la sociedad”.

Para el jurista Montero Duhalt (1990), éste corresponde a la unión sexual de un solo hombre

y una sola mujer que no tienen impedimento legal para casarse y que viven como si fueran

marido y mujer en forma constante y permanente por un período mínimo de cinco años; este

plazo puede ser menor, en caso de nacer el primer hijo se convierten en concubinos.
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Esto significa que el hombre y la mujer hacen una vida en común como si fueran cónyuges

sin estar casados; es la cohabitación o acto carnal realizado por un hombre y una mujer, cuya

significación propia y concreta no se limita sólo a la unión carnal no legalizada, sino

también a la relación continua y de larga duración existente entre un hombre y una mujer sin

estar legalizada por el Matrimonio. Es una comunidad de lecho que sugiere una modalidad

de las relaciones sexuales mantenidas fuera del Matrimonio como una expresión de la

costumbre.

Es evidente que lo concerniente a las relaciones sexuales fuera del Matrimonio puede

producir algunos efectos jurídicos, aún cuando no sea posible tratarlos como una institución

permanente en el Derecho. Debemos tomar en cuenta que el Concubinato comprende la

relación sexual fuera del Matrimonio, que va desde las relaciones de poca duración, a las

duraderas y estables, pero que tienen de común el considerarse como relaciones maritales.

Esto excluye, desde luego, las relaciones pasajeras entre un hombre y una mujer, sin la

intención de convivir maritalmente. Se entiende como Concubinato, no sólo la relación de

un hombre y una mujer, sino también se usa el término para indicar a otras mujeres con las

cuales un hombre tiene relación sexual permanente aparte de su cónyuge, a las que se les

llama también concubinas, de lo cual tenemos ejemplos múltiples en la historia, donde se

introduce, además, el problema de la poligamia.

Para Lemus (1979), el Concubinato es la unión permanente y consuetudinaria del hombre y

la mujer sin el ánimo de Matrimonio.

Estimamos que el Concubinato es la unión sexual de un hombre y una mujer que viven en lo

privado y públicamente como si fueran cónyuges (sin serlo), libres de matrimonio y sin

impedimento para poderlo contraer, que tiene una temporalidad de cinco años o más, o

durante ese periodo hayan procreado hijos.


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Las uniones sexuales fuera del Matrimonio han tomado a través de los tiempos y las culturas

diversas connotaciones: concubinato, barraganería, amasiato, queridato, contubernio,

arreglo, lío, entre otros. Los epítetos a la mujer que vive fuera de matrimonio con un

hombre casado son también innumerables: amante, amiga, querida, barragana, mañuela

entretenida, quillotra, mafia, combleza, usurpadora, la otra, concubina, etc.

La terminología derivada del Concubinato es diversa para ambos sujetos: “concubina” la

mujer, “concubinario” el hombre, términos que debieran cambiarse, igualándolos: o ambos

son concubinos o ambos son concubinarios. La terminación “ario” en la figura jurídica da la

idea de acreedor, del titular del derecho, así tenemos: arrendatario, depositario,

comodatario, etc. Si el Código Civil vigente ha igualado la condición jurídica de ambos

miembros de la pareja, unida por Matrimonio o por Concubinato, deben cambiarse también

los términos relativos.

Naturaleza Jurídica: La naturaleza jurídica del Concubinato se da de una relación entre dos

personas de distintos sexos, que tienen cinco años como mínimo juntos, o durante esa

relación procrearon un hijo, que están libres de Matrimonio; que produce tanto causas como

efectos jurídicos, así como saber si es una institución, un contrato, un acto jurídico o

simplemente un hecho jurídico.

Características del Concubinato: Para profundizar sobre el Concubinato y su naturaleza

jurídica, conviene destacar sus características y analizarlas, para poder comprender lo

específico de esta unión, así como sus semejanzas y diferencias con el Matrimonio.
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a) Temporalidad: No es concubinato la unión sexual circunstancial o momentánea de un

hombre y una mujer. La vida intermitente marital, aún en lapsos de larga duración, no

configura el Concubinato. Se requiere una comunidad de vida a la que nuestra legislación

señala como mínimo de cinco años, a menos que antes hubiere un hijo.

b) Publicidad: Esto quiere decir que el Concubinato debe ostentarse públicamente, pues el

oculto no producirá efectos jurídicos. La apariencia de Matrimonio exige esta publicidad,

pues es de los elementos que se señalan al decir que deben vivir como si fueran cónyuges.

Es decir ostentarse como consortes.

c) Singularidad: Esto significa que son un hombre y una mujer a semejanza del

Matrimonio. El Concubinato se integra por la concubina y el concubinario, y si fueran varias

las personas con quien vive alguno de ellos, ninguna de ellas tendrá derecho a los beneficios

que establece la legislación mexicana.

d) Libres de Matrimonio: Que los concubinarios estén libres de Matrimonio dentro de la

legislación, se deduce a que ambos hayan permanecido libres de Matrimonio durante el

Concubinato.

e) Semejante al Matrimonio: Esto significa que la unión de los concubinarios debe ser

“como si fueran cónyuges”. Este es un elemento de hecho consistente en la posesión del

estado de Concubinato, por tener el nombre, trato y fama de casados.

f) Unión: La unión de un hombre y una mujer que tienen como consecuencia una

comunidad de lecho y domicilio, significa que viven como casados.

g) Capacidad: Este elemento consiste en que los concubinarios deben ser capaces para

lograr esa unión sexual semejante al Matrimonio, para lo cual deben tener la edad núbil

necesaria, también se exige que la unión no sea incestuosa.


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h) Fidelidad: En lo relativo a la fidelidad recíproca, la doctrina suele calificarla de aparente,

pero se dice que tratándose de una unión estable y singular, la fidelidad queda también

implícita; así como en el Matrimonio puede darse la infidelidad, sin que por ello pierda su

carácter.

Por lo anterior, consideramos que la infidelidad a que se refiere es la relacionada con el trato

carnal con persona diversa a los concubinarios; sin embargo, la fidelidad consiste en el

cumplimiento de un compromiso habido entre ambos y en el Concubinato no existe

compromiso de permanencia e indisolubilidad; es una unión libre, de hecho, que puede

terminarse voluntariamente, o arbitrariamente inclusive, por cualquiera de ellos.

La fidelidad, a que se refieren los autores, es aquella que se castigaba con el adulterio en el

matrimonio, y que se supone implícita en el Concubinato, pero en nuestro derecho, la

infidelidad no está sancionada como adulterio en el Concubinato (Chávez, 2003).

Posiciones doctrinales acerca del Concubinato: Desde el punto de vista jurídico, el

Concubinato aparece repudiado enérgicamente o admitido con alternativas. Existe una

diversidad de juicios y posturas extremas que van desde el repudio total, hasta quienes lo

acogen con un reconocimiento semejante al Matrimonio.

Carbonnier (citado por Rojinas, 1987), en lo relativo a la política legislativa, señala que

algunos autores se muestran partidarios de una fórmula de combate contra la unión libre, en

cambio otros señalan que es menester evolucionar progresivamente para lograr una

asimilación al Matrimonio, y agrega que algunos dicen que el Matrimonio desciende el nivel

de la unión libre a causa de la facilidad con que el divorcio es obtenible; por lo que la unión

libre se va situando cada vez más al nivel del Matrimonio.


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Cabe mencionar que existen varias posiciones doctrinales acerca de la semejanza que tiene

el Concubinato con el Matrimonio, pero ninguno llega a una conclusión convincente. Los

autores del presente trabajo consideran que el Concubinato debe estar bien regulado, debido

a que se ha convertido en un fenómeno social imperante y común para la sociedad. A pesar

de no comulgar la iglesia, la sociedad lo ha adoptado como un estado normal y lícito;

recordemos primero, que las normas se generan a través del principio de los usos y la

costumbre, y el Concubinato se ha legislado por la cantidad de parejas que han decidido

vivir en unión libre; y en segundo, las consecuencias que se han suscitado durante el tiempo

que compartieron, sean los bienes que se obtuvieron, los hijos que procrearon, y en algunos

casos cuando han fallecido.

El Concubinato como institución jurídica: En el Derecho Mexicano existe una

reglamentación incompleta del Concubinato, en la que sólo se abordan algunos de los

efectos que produce en relación a los hijos y en relación a los concubinarios; por lo tanto, no

es posible afirmar que exista un conjunto de normas que rijan al Concubinato en los

términos de una institución, a semejanza como existe en el Matrimonio, donde tenemos un

conjunto de reglas orgánicas, ordenadas a la constitución del Matrimonio, que señalan los

fines, así como los derechos y obligaciones de los consortes.

Podría suponerse que el conjunto de normas que se refieren al Concubinato no fueran

esencialmente jurídicas, sino morales, pero en este supuesto no estaríamos buscando la

naturaleza jurídica del Concubinato.

La figura jurídica del Concubinato aún no está bien regulada como el Matrimonio en nuestra

legislación, por eso tomarlo como una institución sería erróneo, debido a que únicamente se

menciona en algunos capítulos de las codificaciones mexicanas, y esencialmente en lo


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referente a los hijos a la obligación que se les tiene de dar alimentos por los concubinos, o el

poder heredar. Si hablamos de la iglesia, de acuerdo a sus costumbres, se señala de inmoral

y pecaminoso, por eso el legislador aún percibe el grave problema que representa, debido al

gran porcentaje de familias que viven en Concubinato.

El Concubinato como acto jurídico: El Concubinato no es un contrato. Si bien es cierto

que para que exista un acto jurídico se requiere un acuerdo de voluntades y podría

interpretarse que la concubina y el concubinario conscientemente acuerdan unirse en

Concubinato, es decir, unión libre, de donde se puede suponer el acuerdo de voluntades, para

de ahí derivar la existencia de un acto jurídico.

Se debe tomar en cuenta que en el Concubinato no se dan los mismos requisitos de

existencia y validez que en el Matrimonio; es decir, no tiene la misma naturaleza jurídica.

Falta la solemnidad, como requisito de existencia. El objeto no es igual (no confundir objeto

con fin), el Matrimonio es el vínculo jurídico conyugal con sus deberes, obligaciones y

derechos; en el Concubinato sería un vínculo humano, no jurídico, un vínculo de hecho, no

conyugal ni permanente.

Ahora bien, para que el acto jurídico sea válido, se requiere que su objeto, su fin o motivo

sea lícito. Por lícito se entiende el acto que es concorde con las leyes de orden público y las

buenas costumbres; por lo tanto, habría una nulidad permanente si se aceptase que fuera un

acto jurídico toda vez que el objeto, motivo o fin sea lícito, lo cual impediría una vida

normal y sana de este supuesto acto jurídico.

Todo lo relativo a la familia y al Matrimonio es de orden público; por ende, aquella que vaya

en contra del Matrimonio y que establezca como posible una unión sexual de hombre y
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mujer diversa al Matrimonio, ataca las buenas costumbres y las disposiciones de orden

público.

El Concubinato no es tomado como un acto jurídico debido a la falta de solemnidad de la

que efectivamente carece, de acuerdo a las buenas costumbres. Para que se constituya una

familia, los cónyuges deben formalizar su relación celebrando un acto jurídico; la pareja

debe relacionarse de acuerdo a las costumbres que se rigen en nuestra sociedad, pero como

se puede observar, esto es en teoría, debido a que en la realidad se dan las relaciones

extramaritales en donde surgen la figura del Concubinato, y observamos que es una relación

en donde la pareja es libre de Matrimonio; este tipo de relaciones se etiquetan de inmorales,

por eso el acto jurídico no encuadra dentro del Concubinato como su naturaleza jurídica.

El Concubinato como hecho jurídico: Las dos fuentes principales de efectos jurídicos son

el acto jurídico y el hecho jurídico. Analizando el acto jurídico y el Concubinato, este último

no encuadra dentro de él, y queda, por lo tanto, el hecho jurídico como posible para

determinar la naturaleza del Concubinato.

Diversos autores en la doctrina han definido el Concubinato como un hecho jurídico sui

generis, y se han admitido sus efectos, por su mismo sentido, en diversas formas de la

relación entre concubinarios. Se ha dicho, asimismo, que si el Concubinato no existe como

institución jurídica, expresión de nuestra legislación civil, la labor constructiva de la

jurisprudencia le ha dado ese rango, siendo muchos los fallos en que se han regulado los

efectos de la unión concubinaria (Chávez, 2003).

De acuerdo a Galindo (2007), en la cohabitación entre hombre y mujer (si ambos son

solteros), la vida en común más o menos prolongada y permanente es un hecho lícito, que

produce efectos jurídicos; pero requiere, para que el Concubinato sea reconocido como tal,
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que tanto el hombre como la mujer lleven vida en común sin estar casados entre sí, sean

célibes. La unión sexual que exista entre un hombre y una mujer, cuando alguno de ellos o

ambos son casados, constituye el delito de adulterio.

Por su parte, Planiol y Ripert (citados por Chávez, 2003) señalan que su forma y su carácter

obligatorio distinguen actualmente el Matrimonio del Concubinato. Este es un mero hecho,

no un contrato; carece de formas determinadas y no produce efectos jurídicos; se halla

totalmente fuera del derecho, posteriormente agregan que la unión libre produce algunos

efectos, porque la jurisprudencia y el legislador mismo han tenido que tomar en

consideración la situación voluntariamente creada por quienes viven en estado de

Concubinato.

Causas que originan el Concubinato.

Es frecuente calificar al Concubinato de inmoral sin mayor investigación sociológica y

cultural; sin embargo, es necesario conocer a fondo qué lleva a las parejas a unirse en

Concubinato en la realidad social. Las causas por las que se puede generar el Concubinato

son diversas (económicas, culturales, religiosas y sociales), dependiendo la legislación del

país y su idiosincrasia; se observa que en México, actualmente, existen numerosas parejas

viviendo bajo este régimen por las diversas causas que comentaremos a continuación:

Económica: En primer término, las causas económicas que se dice influyen

determinantemente en la constitución de estas uniones de facto, debido a la pobreza extrema

en que viven muchas personas menos favorecidas de nuestra sociedad, que están

imposibilitadas para costear los gastos propios de una boda, que no son sólo los relativos a

los honorarios del matrimonio civil (que debe ser gratuito en la Oficinas del Registro Civil),

o estipendios del religioso, que en la mayor parte de las veces no son tan gravosos como los
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de la fiesta y demás gastos que la comunidad en que se vive exige como necesarios para la

celebración de la boda (Chávez, 2003).

Cultural: Esta causa depende del contexto, debido a que en cada región existen ideas y

concepciones diferentes. En nuestra sociedad puede decirse que el Concubinato es aceptado,

pues la costumbre y las leyes lo regulan; sin embargo, la mayoría de las veces, la mujer es la

que queda más desprotegida cuando la pareja decide separarse o el concubinario se disuelve.

Hoy en día, los mexicanos están adoptando una cultura al estilo de los Estados Unidos, en

donde la familia ha perdido su valor como institución, por lo que muchas parejas prefieren

vivir en unión libre antes que unir su vida en Matrimonio.

Religiosa: Desde el punto de vista religioso, se hace necesario destacar la sacramentalidad

del Matrimonio, y la exigencia de contraer matrimonio para el bautizo, según la legislación

eclesiástica. En las grandes ciudades observamos, no pocas veces, que muchas bodas se

celebran en la iglesia, no por el aspecto sacramental, sino por dar gusto a los padres de los

contrayentes o bien por el convencionalismo social; hay otras parejas en las que no obstante

la fe en que fueron educados, éstas no aceptan el matrimonio religioso con lo cual se colocan

en una situación irregular dentro de la comunidad eclesiástica (Chávez, 2003).

La religión, para los jóvenes en la actualidad, ha pasado a segundo término; a muchos ya no

les interesa casarse por conservar los roles conductuales de sus padres, o porque adoptan

ideas de otros países; en lo particular, la forma de vida de un pueblo siempre cambia de

acuerdo a las necesidades que se van generando.

Política: Existe la tendencia de legalizar las uniones libres en el país, y así el gobierno

periódicamente promueve casamientos colectivos para que las parejas se legalicen y sus

hijos se legitimen. En el Código Civil de 1928 ya se regulan algunos efectos del


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Concubinato; sin embargo, a juicio de algunos, no lo suficiente, porque existen todavía

prejuicios que impiden considerar a esta unión dentro de la legislación.

Para estar en condiciones de juzgar esta realidad y emitir un juicio constructivo, se requiere

una amplia investigación para conocer las causas, efectos, y aceptación de la comunidad a

esta situación de facto, pues lo más grave sería pretender legislar con base en experiencia

extranjera, ya que de esa forma nunca tendríamos leyes propias que respondan a nuestras

necesidades (Chávez, 2003).

En el ámbito político, se ha estado aceptando el Concubinato por medio de la costumbre y

de la propia ley, debido que aunque no esté bien regulado en nuestra legislación, sí se

considera y existen artículos relacionados con esta figura jurídica; lo que se plantea desde la

esfera política es que todos aquellos que viven en Concubinato, puedan contraer

Matrimonio, debido a que éste sí está regulado de una manera más profunda por nuestro

ordenamiento jurídico.

Durante muchos años, la convivencia bajo el mismo techo sin que mediara un vínculo

conyugal estuvo asociada con el pecado, y el Estado no hizo sino ignorar estas uniones;

prácticamente no existían en la legislación, y mucho menos en la agenda de prioridades en

políticas públicas; sin embargo, la realidad acabó por imponerse y aparecieron registros

fragmentarios.

Podemos observar que en México cada vez más disminuyen los matrimonios y se muestra

una tendencia creciente a los divorcios, generando más uniones libres (concubinatos). En

1993, por cada 100 enlaces se dieron cinco separaciones; en 2011 aumentó a 16; del 2000 a

2011, el porcentaje de matrimonios se redujo 19.3% y el de los divorcios aumentó 74.3%; de

acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2011).


20

Sobre la situación conyugal de los mexicanos, información del censo de población y

vivienda 2010, indica que el 43.9 % de la población de 15 años y más está casada, y el 15.6

% está en unión libre; así, en conjunto, seis de cada 10 parejas se encuentran unidos en

Matrimonio. En cuanto a la formación de nuevas uniones, la Encuesta Nacional de la

Dinámica Demográfica (ENADID,2009) (INEGI, 2010), señala que el 90.4 % de las mujeres

alguna vez unidas de 30 a 49 años ha formado una sola unión.

En cuanto a la duración en el matrimonio, el 27.2 % estuvo casado cinco años o menos, el

17.4% permaneció unido de seis a nueve años, y el 54.4 % proviene de un matrimonio con

una duración social de 10 años o más. Esta proporción tiene un comportamiento diferencial

conforme a su situación conyugal actual: el 68.2 % de la población femenina del mismo

grupo de edad, y que se encuentran actualmente en unión libre, ha formado una sola unión,

mientras que en las viudas de un matrimonio, dicho porcentaje aumenta al 97.1 %.

El organismo refiere que la cohabitación premarital se define como el periodo de vida

marital previo al Matrimonio. La edad media a la primera unión se refiere a la edad

promedio en la cual la población contrae matrimonio o se une consensualmente.

Veamos ahora el componente ideológico. ¿Para qué un registro específico? ¿Qué utilidad

podría representar para una pareja registrar una unión libre? En otras palabras, ¿no sería

mejor casarse y obtener así la protección legal y los beneficios de las políticas públicas? Al

parecer era importante establecer una jerarquía entre el matrimonio –legislado, riguroso, y

controlado– y la unión libre, definida aún con un dejo de moralidad y represión.

Para algunos, los estigmas permanecen en las uniones libres (concubinatos); sin embargo,

para otros es considerado la sombra del Matrimonio en la legislación, pero en realidad se

observa que en este tipo de unión existe mayor permanencia, amor, responsabilidad,

fidelidad y honestidad, al ser una relación voluntaria donde no existe un documento que
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especifique sus derechos y obligaciones como en las relaciones con formalidades legales. El

índice de divorcios duplica los matrimonios, y ésto genera en la sociedad que los hombres y

mujeres prefieran vivir bajo el mismo techo de manera libre y sin condiciones, para unirse o

separarse; esta tendencia sigue predominando en diversos Estados de la República.

Observamos como de la invisibilidad se pasó a una regulación fragmentaria, y de ahí al

reconocimiento expreso; sin embargo, son pocos los códigos que destinan un capítulo

específico al Concubinato, por ende, es preciso reconocer una situación tan extendida en

nuestro país, que rebasa las previsiones legales y, por otro lado, que ese interés no está

desprovisto de ideología.

CONCLUSIONES.

Todo lo expresado permite llegar a conclusiones como que:

 El Concubinato ha existido a través de la historia, originándose cuando los pueblos se

transformaron de nómadas a sedentarios, siendo la primera forma en la que se empieza a

esbozar lo que es una familia.

 La comprensión de la naturaleza jurídica del Concubinato es una parte substancial de este

trabajo, toda vez que puede dar lugar a confusión, si este tipo de uniones es una

institución, un contrato, un acto jurídico o un hecho jurídico, para lo cual determinamos

en el presente estudio que el concubinato es un hecho jurídico, debido a que carece de

solemnidad y no se celebra ante ninguna autoridad que de fe del acto que entre la pareja

celebran.
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 En México, cada vez disminuyen más los matrimonios y se muestra una tendencia

creciente de los divorcios, por lo que es más cotidiano en la actualidad que existan

uniones libres, de lo que se deriva la necesidad de la legislación jurídica y la

investigación de estos vínculos desde las diferentes disciplinas económico-sociales.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

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Séptima Edición, México: Porrúa.

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5. Galindo G. I. (2007). Derecho Civil Parte General (Personas y Familias).25ª. Edición,

México: Porrúa.

6. INEGI (2010). ENADID. Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica 2009.

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8. Lemus, G. R.(1979). Derecho Romano (Compendio). Cuarta Edición, México: Limusa.

9. Montero, D. S. (1990).Derecho de Familia. Primera Edición, México: Porrúa.


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10. Petit E. y Henry J. (2007). Tratado Elemental de Derecho Romano. Quinta Edición,

Madrid: Saturnino Calleja.

11. Rojinas V. R. (1987). Derecho Civil Mexicano II (Derecho de Familia), Séptima

Edición, México: Porrúa.

DATOS DE LOS AUTORES:

1. Arturo Mejía Zamora. Máster en Derecho por la Universidad de Estudios de Posgrado

en Derecho y Licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma del Estado de México.

Profesor de Tiempo Completo del Plantel “Lic. Adolfo López Mateos” de la Escuela

Preparatoria de la Universidad Autónoma del Estado de México.

Correo electrónico: [email protected]

2. Renata Fabiola Jiménez Galán. Máster en Derecho y Licenciada en Derecho por la

Universidad Autónoma del Estado de México. Profesora de Tiempo Completo del Plantel

“Lic. Adolfo López Mateos” de la Escuela Preparatoria de la Universidad Autónoma del

Estado de México. Correo electrónico: [email protected]

3. Tayde Icela Montes Reyes. Máster en Estudios para la Paz y el Desarrollo, y Licenciada

en Psicología por la Universidad Autónoma del Estado de México. Profesora de Tiempo

Completo del Plantel “Lic. Adolfo López Mateos” de la Escuela Preparatoria de la

Universidad Autónoma del Estado de México.

Correo electrónico: [email protected]

RECIBIDO: 01 de abril del 2014. APROBADO: 27 de abril del 2015.

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