Gasto Publico y La Pandemia

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ESCUELA UNIVERSITARIA DE POSGRADO

EL GASTO PÚBLICO Y EL CRECIMIENTO ECONÓMICO DURANTE LA


PANDEMIA EN EL PERÚ

Artículo de Investigación

Autor:

CALDERÓN ATAUCURI, Julissa del Carmen

MASCA CUAQUIRA, Mariori Baltazara

LOAYZA NAVARRO, Cesar Alberto

Asesor:

Dra. COAYLA COAYLA Adalberta Edelina

Jurado:

Lima- Perú

2023
INTRODUCCIÓN
En el año 2019 brotó una nueva enfermedad originada por un nuevo
coronavirus (COVID-19) que se produjo en Wuhan, China, la cual se propagó a
escala comunitaria, regional e internacional, con un aumento exponencial del número
de casos y muertes. El 30 de enero del 2020, el Director General de la Organización
Mundial de la Salud (OMS) lo declaró como una emergencia de salud pública de
importancia internacional de conformidad con el Reglamento Sanitario Internacional
(2005).
Vicary, Stone, Davidson (2020) afirman que diferentes países del mundo están
adaptando las leyes de la salud y nuevas normas para enfrentar a esta enfermedad,
por lo cual están destinando presupuestos antes no vistos, todas las actividades de
las autoridades giran en torno al COVID-19, están invirtiendo mucho dinero
sobre problemas a la salud mental que genera la presencia del coronavirus,
dejando de lado los intereses partidarios de los grupos políticos, afirman que se está
frente a un enemigo común, que no hace diferencia alguna, por lo tanto se tiene que
buscar soluciones que salvaguarden la vida de todos.
En el Perú, el 05 de marzo del 2020 se confirmó el primer caso importado por
COVID-19, y mediante Decreto Supremo Nº 044-2020-PCM se declaró el Estado de
Emergencia Nacional por las graves circunstancias que afectan la vida de la Nación
a consecuencia del brote del COVID-19, limitándose el ejercicio del derecho a la
libertad de tránsito de las personas, además, restringiéndose determinadas actividades
en el ámbito de la actividad comercial, actividades culturales, establecimientos y
actividades recreativas, hoteles y restaurantes, y el cierre total de las fronteras por
cualquier medio, con el fin de contener la propagación del virus.
En esta pandemia de COVID 19, se ha podido evidenciar en el sector salud, a
mayor adquisición de medicamentos, insumos (como EPPS, pruebas rápidas y
moleculares, oxigeno, etc.) se garantiza la protección del personal asistencial de
salud que atiende al paciente directamente y la entrega oportuna del medicamento
necesario ayudará salvar vidas, esto mejora la economía porque evita hacer mayores
gastos.
Como se puede observar en las cifras oficiales del Ministerio de Economía y
Finanzas, el gasto público en el sector salud fue de S/ 8,530,064,500.00, durante el
año 2019; de S/ 11,355,158,899.00 para el año 2020; de S/ 12,044,425,266.00 para el
año 2021; y de S/ 12,062,223,352.00 para el año 2022. Es decir, se ha tenido un
incremento de alrededor del 40% del presupuesto, especialmente para reforzar el
sistema de salud publica para enfrentar la expansión del coronavirus.
El crecimiento constituye una incuestionable prioridad bajo el supuesto de que
la mayor producción de bienes y servicios precede a la capacidad de redistribuir, de
elevar la calidad de vida y el bienestar. Medido como un incremento cuantitativo del
PIB, el crecimiento muestra períodos de expansión alternados con recesión, los ciclos
descritos por Kondratieff, observados también en los análisis de Maddison. Un
ejemplo de estas variaciones a nivel mundial es la expansión alrededor de 1948 a
1973 y su subsecuente desaceleración. Durante el último cuarto del siglo XX el PIB
de los países de África creció 2,74% en promedio anual y la población aumentó en
promedio 2,73% por año, siendo mínimo el incremento medido del PIB por
habitante. La brecha del crecimiento per cápita medido entre países ricos y pobres se
amplió durante la segunda mitad del siglo XX entre Africa y Europa y se extendió
también a América Latina y Asia en el último siglo (Maddison 2001). Un reducido
número de casos ha logrado modificar esta tendencia como resultado de esfuerzos
estratégicos, principalmente en los "dragones" de Asia-Pacífico (Maddison 2002).
El capital humano se ha definido como factor estratégico del crecimiento,
ponderador de la relación de los factores productivos, capital, trabajo y progreso
técnico con el capital físico y la productividad (Cohen D. 2002). La complejidad del
capital humano ha sido mejor comprendida incluyendo a la salud para interpretar sus
facetas múltiples de intervención en la producción.
La salud se define como la capacidad de cada individuo de desarrollar su
potencial físico y cognoscitivo, es parte del capital humano, uno de los determinantes
clave del crecimiento económico y la pobreza. Su análisis ha priorizado dos
vertientes: una primera asociada a su efecto directo sobre la productividad (Fogel,
Weil y otros) y la otra vertiente intenta valorar el efecto de la salud a través de la
educación. En este caso, las mejoras en la salud inciden en menor ausentismo,
elevación del nivel educativo, mayor ingreso y reducción en la fertilidad (Miguel,
Kremer, Rosenzweig, Hazan, y otros). La salud contribuye al crecimiento económico
al incrementar el desarrollo intelectual y la productividad, al reducir las pérdidas
escolares en los niños y las pérdidas productivas en los adultos (por ejemplo, al
reducir el ausentismo) y al favorecer un uso productivo de los recursos que de otra
manera se hubieran perdido debido a la mortalidad temprana, o al asignarse al
tratamiento de patologías evitables.
La magnitud de esta interacción no es despreciable: por ejemplo, en Inglaterra
se ha estimado que en los últimos doscientos años al menos la tercera parte o incluso
hasta la mitad del desarrollo económico se explica por la mejoría en la salud (Fogel,
1991). La evidencia empírica indica que cada año de vida ganado resulta en un
crecimiento per cápita potencial de 2 a 4% (Weil, 2005).
Por tanto, el objetivo de la investigación es analizar como ha afectado la
expansión del gasto público en el crecimiento económico peruano, como
consecuencia de la propagación del virus del COVID-19; teniendo en consideración
que el sector salud es el que ha recibo mayores incrementos de recursos para
combatir la pandemia antes mencionada.

MARCO TEÓRICO
El producto bruto interno de acuerdo a la Instituto Nacional de Estadística e
Informática (INEI) lo define como el valor total de los bienes y servicios que se
generan en una economía en un periodo de tiempo de un año; dando hincapié, que es
el valor bruto de producción menos el valor de los bienes y servicios que ingresa
nuevamente al proceso productivo para ser trasformado en otros bienes.
Uno de los métodos de calculo que se utilizan para medir el PBI, como
menciona Gregorio (2007), es a través del componente del gasto en bienes y
servicios de los diferentes agentes económicos, así como, gastos de empresas,
hogares, gobierno y extranjero.
En tal sentido, la formación del PBI está conformado con otros indicadores
medibles, mediante el cual el PBI se calcula presentando el siguiente modelo:
𝑌 = 𝐶 + I + 𝐺 + X𝑁
Donde:
Y: producto bruto interno
C: consumo
I: Inversión
G: gasto del gobierno
XN: exportaciones netas
IMPACTO DE LA COVID-19 Y LOS INDICADORES
MACROECONÓMICOS

La rápida expansión de la COVID-19 provocó la pérdida de cuantiosas vidas


humanas, por ello, diversas naciones optaron por aplicar medidas, como el
aislamiento social, para reducir el avance de la enfermedad, aun a costa de poner en
riesgo la economía global. Estas medidas condujeron a la reducción de las
actividades productivas, generando pérdidas en todos los sectores, principalmente en
aquellos más vulnerables (Banco de España, 2020). Al respecto, Mendoza et al.
(2020) manifiestan que estas medidas restrictivas han generado un impacto a nivel
macroeconómico, específicamente por la caída de las actividades productivas, lo cual
ha conducido a la desaceleración económica. Cabe resaltar que, hasta el día de hoy,
no se pueden conocer las consecuencias finales de las medidas ejecutadas para evitar
la propagación de la COVID-19; sin embargo, se puede ir realizando estudios
estadísticos, para conocer el impacto generado hasta el momento, a fin de utilizar
estos análisis en la implementación de medidas que impidan una crisis económica
más severa.
En este marco, una de las medidas que permiten conocer el impacto de la
COVID-19 en la economía nacional e internacional son los indicadores
macroeconómicos. De acuerdo con Bautista et al. (2020), estas son medidas que
permiten analizar las principales variables económicas que constituyen la
macroeconómica de un determinado país. Por su parte, Rodríguez (2018) señala que
estos indicadores permiten conocer la evolución histórico-económica de un Estado,
siendo esenciales para conocer la tasa de crecimiento y desarrollo de una nación.
Respecto a esto último, cabe señalar que el análisis macroeconómico integra dos
tipos de indicadores: sociales, que incluyen subindicadores, como población,
hogares, educación, salud, vivienda y servicios básicos, trabajo, pobreza y cohesión
social; y económicos, que integran subindicadores como el PBI, tipo de cambio,
índice de precios al consumidor (IPC) e inflación, reservas internacionales, tasas de
interés. Finalmente, de acuerdo con Banda et al. (2019), estos indicadores permiten
que los Estados tomen mejores decisiones en cuanto a la implementación de medidas
o políticas, puesto que integra factores que posibilitan proyectarse hacia la
repercusión de sus acciones en la sociedad.

METODOLOGÍA

La investigación fue de tipo descriptivo-explicativo y de enfoque cuantitativo,


puesto que tuvo como finalidad conocer el impacto de la pandemia generada por la
COVID-19 en los aspectos económicos y sociales en el Perú. Además, el diseño fue
no experimental y transeccional, ya que se observó el fenómeno en su contexto
natural y en un solo momento.
La unidad de análisis estuvo conformada por documentos que detallan los
indicadores macroeconómicos de los Estados a nivel global. En particular, todos
aquellos que detallan los indicadores macroeconómicos a nivel nacional,
específicamente, los datos de la Bolsa de Valores de Lima, así como las proyecciones
del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF).
En cuanto a las técnicas de recolección de datos, se utilizó el análisis
documental, con el objetivo de recolectar información respecto a la variable
desarrollo nacional. Por otro lado, en cuanto a los instrumentos de acopio de
información, se empleó una ficha de registro. El procedimiento de análisis de
información consistió en la codificación y tabulación de los datos recolectados,
clasificándolos y ordenándolos en tablas y gráficos, para comprender mejor la
información en cuanto a legibilidad, consistencia y totalidad. Posteriormente, estos
datos fueron sometidos a un proceso de análisis mediante técnicas de carácter
estadístico, para contrastar las hipótesis, para lo cual se aplicó la técnica de
correlación de Pearson.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

En primer lugar, para determinar si la crisis sanitaria generada por la COVID-


19 tuvo un impacto económico y social, es necesario conocer el índice general y el
índice selectivo de la Bolsa de Valores de Lima (BVL), ya que ambos seleccionan un
conjunto de acciones de cada sector, predominando la liquidez y su nivel
transaccional en el mercado.
Figura 1. Índice general de la Bolsa de Valores de Lima (en soles)

Como se evidencia en la Figura 1, desde comienzos del 2016 se observó una


recuperación del índice general de la BVL, y una tendencia al alza para los próximos
años. Sin embargo, hacia finales del 2019, se ve un decrecimiento, a consecuencia de
lo que se anticipaba por la presencia de la COVID-19 en el exterior. Es preciso
señalar que, este mercado absorbe muy rápido las noticias, haciendo cambios bruscos
en su comportamiento y adelantándose a los efectos posteriores de la economía real.
Específicamente, en la Figura 1 se puede identificar una primera etapa, donde
se evidenció un crecimiento sostenido y prolongado, desde 2016 hasta mediados del
2018, donde se registró una tasa de crecimiento de alrededor del 130 %, para luego
pasar a una segunda etapa, desde mediados de 2018 hasta fines del 2019, donde se
registró una tasa de crecimiento de alrededor del 5 %. Por otro lado, se observa cómo
hasta junio del 2020 se produjo el efecto negativo que tuvo la paralización de las
actividades económicas y las medidas de confinamiento que dispuso el Gobierno. Al
respecto, cabe señalar que la aplicación de estas medidas comenzó a partir de la
quincena de marzo, pero el mercado bursátil ya se había visto perjudicado desde
principio del mismo mes.
Figura 2. Índice selectivo de la Bolsa de Valores de Lima (soles)

En la Figura 2 se muestra el comportamiento del índice selectivo de la BVL,


el cual fue similar al índice general de la BVL. Este índice contiene las acciones más
líquidas y transaccionales del índice general BVL, siendo sus tasas de crecimiento
similares a la Figura 1. Para los meses de abril a junio, la economía se fue
recuperando a partir de la reapertura progresiva de las actividades económicas. Sin
embargo, la experiencia internacional condujo a inferir que se podría volver a bajos
niveles económicos, si se toman las medidas necesarias ante la llegada de una
segunda ola de COVID-19.

Figura 3. Índices sectoriales de la Bolsa de Valores de Lima (soles)

En la Figura 3 se observa el impacto de la COVID-19 sobre los sectores


económicos de minería, finanzas, industrias y servicios. En el caso de la minería e
industria, se evidenció un decrecimiento del 38 % desde inicios del 2020; mientras
que, el sector finanzas decreció en 30 %, siendo el sector que menos cayó el de
servicios, con un 11 %.
Debe tenerse en cuenta que, el sector minero está más expuesto a las
fluctuaciones internacional en comparación con los demás índices sectoriales; sin
embargo, este sector venía siendo afectado por los precios internacionales desde
mediados del 2018. Por otro lado, el sector servicios fue el que menos decreció,
puesto que siempre cuidó que no se rompa la cadena de pagos entre los agentes
económicos, a fin de que no se produjera un desabastecimiento general. Respecto a
esto último, es preciso señalar que, en dicho escenario, los precios se incrementarían
más de lo esperado, propiciando la inflación y generando una mayor tasa de
desempleo.
En el caso del sector financiero, este siguió con niveles muy bajos de
crecimiento, lo que se puede explicar por la reprogramación de pagos, reducción de
tasas y otros programas populistas, que afectaron al desarrollo empresarial del sector.
Cabe subrayar que, a partir del mes de abril, todos los índices sectoriales, y en
general la BVL, se han ido recuperando en línea con la apertura de la economía y las
actividades empresariales, que se han ido abriendo paso nuevamente.
Por otro lado, el mercado laboral de un país refleja su desarrollo a nivel de
desempleo, el desempleo por género, el empleo informal, entre otros. En este sentido,
cuanto menor sea la tasa de empleo informal y de desempleo, la calidad de vida de
las personas aumentará, debido a la transferencia de los beneficios que genera el
empleo formal (salario mínimo, acceso al sistema financiero, cobertura de salud,
entre otros). En este marco, cabe resaltar que, en el Perú, la informalidad es muy alta,
y esto se debe, en principio, a las barreras burocráticas y los altos costos de la
formalidad. Sin embargo, últimamente estas barreras se han ido flexibilizando para
fomentar la formalidad, ya que, cuando el mercado laboral y las demás actividades se
formalicen, se mejorará la calidad de vida de las personas, quienes aportarán más al
producto bruto interno (PBI).

Figura 4. Indicadores del mercado laboral

En las gráficas del lado izquierdo de la Figura 4 se muestran las tasas de


desempleo, tanto a nivel global como por género, evidenciando que la tasa de
desempleo ha llegado a tener máximos de 8 %, lo cual se ha incrementado en 8 %
para el 2020. Además, si se observa la estadística por género, en el caso de los
hombres, del 2015 al 2019, el máximo que registró fue de 5 %; sin embargo, con la
llegada de la COVID-19, el desempleo para este género se incrementó en 11 %. Por
otro lado, en el caso de las mujeres, el máximo que se registró, entre 2015 a 2019,
fue de 7 %; no obstante, con la llegada de la COVID-19, este se incrementó en 9 %.
En síntesis, históricamente se han registrado tasas de desempleo mayores en mujeres,
a comparación de hombres. Por otro lado, en la columna derecha de la Figura 4, se
puede observar desde otra perspectiva el impacto de la COVID-19 en el mercado de
trabajo. Respecto al promedio de ingreso en el sector formal, se observa que este
disminuyó en 8.3 %, cuando la media histórica se ubicaba alrededor de los S/ 3000.
Por otro lado, la pérdida de los puestos de trabajo en el sector formal se incrementó
de manera contundente, registrando una caída del 11 % y un incremento del empleo
informal de 1.2 %. Si se compara el ingreso promedio del sector informal, el número
de puestos de trabajo y la tasa de empleo formal, se puede afirmar que se tuvo un
mayor impacto en la pérdida de puestos de trabajo (11 %), a pesar de que desde el
2015 registraba una tendencia al alza. Además, la tasa de empleo informal también
ha tenido una tendencia al alza, pero en un periodo menor (desde mediados de 2017).
Por otro lado, respecto a la reactivación económica para alcanzar los niveles
económicos que se tenía antes de la pandemia, desde el punto de vista presupuestal,
el Estado se ha orientado hacia el endeudamiento para iniciar esta reactivación,
esencialmente, con base en la confianza crediticia ganada por el país a través de los
años.

Figura 5. Fuentes de financiamiento en etapa de pandemia en el Perú

En la Figura 5 se puede observar el incremento de 26 412 mil millones en


recursos por operaciones oficiales de crédito, así como las razones técnicas para la
toma de esta decisión. Este endeudamiento viene acompañado de las principales
medidas económicas sin precedentes establecidas por el Gobierno, ya que, a
diferencia del pasado, en el que se observaban períodos de lenta recuperación luego
de una crisis, esta vez, la recuperación sería más rápida, debido a las fortalezas
macroeconómicas del Estado peruano. Cabe señalar que las políticas que dañen esta
solidez simplemente retrasarán las oportunidades de continuar creciendo
sostenidamente y mejorar el nivel de ingresos de la población, por lo cual, el proceso
de reapertura se ha ido realizando gradualmente, requiriendo del soporte tanto de la
política monetaria como de la política fiscal.
Debido al alto nivel de las reservas internacionales se obtuvo la línea de
crédito flexible (LCF) por US$ 11 mil millones, otorgada por el Fondo Monetario
Internacional (FMI), línea no condicional que refuerza la sólida posición financiera
internacional del Estado peruano. Cabe señalar que, un mayor esfuerzo fiscal, con
énfasis en la inversión, tendrá un impacto significativo en el nivel del producto y el
empleo. Además, actualmente ya se observan avances en el nivel de ocupación de la
Población Económicamente Activa (PEA), y se espera que se retorne a los niveles
prepandemia hacia finales de año.
En cuanto al impacto social, la pobreza es uno de los fenómenos sociales
presentes en distintas economías. De acuerdo con cifras de la Comisión Económica
para América Latina y el Caribe (Cepal), citado por la Peñaranda (2019), en
Latinoamérica:
El nivel de pobreza alcanza al 30.2 % de la población, lo que se traduce en
184 millones de pobres y, aunque la tasa de pobreza se ha mantenido estable, la
pobreza extrema escaló a 10.2 %, siendo la tasa más alta en los últimos 10 años (62
millones de pobres extremos). (p. 7)
Para enfrentar eficazmente este problema, que crece de manera sostenida, es
necesaria la generación de empleos o incremento de ingresos, puesto que, al final, la
pobreza es una cuestión relacionada con carencia o insuficiencia de recursos.
Además, complementariamente se deben desarrollar programas sociales diseñados
por el Estado, para lo cual no solo se tiene que destinar parte del presupuesto público,
sino también desarrollar un conjunto de mecanismos e instrumentos para evitar
filtraciones y llegar al realmente pobre.
Existe una relación bien estudiada entre la ausencia del Estado y la escasa
presencia estatal, que generan las condiciones propicias respecto a la situación en
nuestro país, donde a inicios de marzo del año en curso se identificó al primer
paciente afectado por la COVID-19 y, a partir del 16 de marzo, se decretó tanto el
aislamiento social obligatorio como el estado de emergencia en todo el país, lo que
en la práctica significa que la población debe quedarse dentro de su vivienda, y solo
podrían transitar aquellas que trabajaran en actividades relacionadas con la
prestación de servicios o bienes esenciales, así como aquellas que requieran dichos
bienes o resolver alguna emergencia.
No obstante, la pobreza, aunada al hacinamiento y la ausencia estatal fueron
factores propiciatorios del aumento del contagio del COVID-19. Además, en el
contexto de salud, la cobertura universal de salud del Estado peruano requiere de la
modificación de las normas jurídicas actuales que, realmente, impiden que la
cobertura de salud sea de forma integral. En este sentido, cabe resaltar que existen
muchos planes de salud con coberturas muy limitadas, lo cual afecta a la gran
mayoría de la comunidad asegurada al sistema de Essalud. En la misma línea, el
Ministerio de Salud aprobó un nuevo tarifario diario respecto a los paquetes de
atención de los asegurados al Sistema Integral de Salud (SIS) con COVID-19,
encontrados en los servicios de UCI y hospitalización en las IPRESS privadas y
mixtas. Esta medida se aprobó con base en las disposiciones para fortalecer y
facilitar la implementación del intercambio prestacional en la salud en el sistema
nacional de salud, a fin de brindar una adecuada y plena prestación de salud de los
servicios de prevención y atención de salud a las personas contagiadas y con riesgos
de contagio por la COVID-19.
Finalmente, cabe señalar que la mayor cantidad de fallecidos se produjo en
los establecimientos de salud del Ministerio de Salud (Minsa), lo que refleja las
deficiencias que no se han solucionado a pesar de las diferentes acciones que realiza
el Estado peruano. En este marco, es preciso tener en cuenta que la pandemia todavía
no termina, por lo cual, es necesario tomar medidas que ayuden a fortalecer el
sistema de salud del Perú, bajo un enfoque integral de salud, ya que solo de esta
manera, el Estado se estará proyectando hacia un enfoque sostenible en materia de
salud pública.

CONCLUSIONES

La crisis sanitaria generada por la COVID-19 en el Perú ha reflejado las


deficiencias existentes en el sistema de salud, a consecuencia de la falta de capacidad
resolutiva de los establecimientos de salud, en referencia a recursos humanos
(profesionales de la salud) y recursos materiales (equipamiento médico e
infraestructura). Por otro lado, uno de los efectos de esta pandemia que más ha
afectado al desarrollo del Perú, ha sido el incremento de los niveles de pobreza,
pobreza extrema y desigualdad social, por lo cual, las primeras medidas que adopte
el Gobierno post-COVID-19 deben estar orientadas a reducir estos niveles.
En el primer año de la pandemia la mayoría de países experimentaron
empeoramiento de los balances fiscales (caída de ingresos públicos + aumento de
gasto público total). La política fiscal favoreció el gasto corriente para financiar las
emergencias del COVID (salud, protección social y ayudas económicas a empresas).
La pandemia aún no ha terminado, por lo que todavía no es posible
determinar los efectos finales en los diferentes sectores de la sociedad, además de
que aún la población global se encuentra expuesta al rebrote de la enfermedad. Sin
embargo, esta incertidumbre no debe frenar las acciones del Gobierno, quienes tiene
el deber de elaborar y ejecutar políticas públicas, fiscales y monetarias expansivas,
además de presentar mejores fundamentos macroeconómicos, impulsando las
inversiones públicas y privadas (exportaciones e importaciones) a fin de incentivar el
sistema empresarial.
Consecuentemente, los tres niveles del Gobierno, así como las instituciones
públicas y privadas, deberán planificar acciones o medidas de carácter político,
económico y social, con base en la búsqueda de un equilibrio entre los protocolos
sanitarios y el reinicio eficiente de operaciones financieras, para lograr una
recuperación adecuada de la actividad económica. Finalmente, se debe tener presente
que los efectos de la COVID-19 no solamente se engloban en los problemas de salud
pública, sino que representan un problema con efecto multidimensional (militar,
político, económico, social, cultural, medioambiental, etc.) con mayores o menores
efectos que, sumados, repercuten significativamente en el bienestar de la sociedad
peruana.

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