Discurso Feminismo

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El hombre desea demostrar que es capaz de tener descendencia masculina y de criar,

educar y sostener una familia; o sea de lograr una especie de acomodo que confiere
prestigio cuando se encuentran cerrados otros caminos para destacarse.
Finalmente, como consecuencia del estado de sospecha y de hostilidad que reina
entre marido y mujer, parece acusarse la tendencia, de parte del hombre, a
considerar el embarazo de aquélla y la presencia de los hijos como una manera de
tener a la mujer más segura en casa y, a veces, esto tiene la significación de una
actitud hostil o de venganza contra la compañera. Su potencialidad debe ser
conocida por otros.
Esto conduce a la práctica de alarde e inventar historias acerca de su potencia y
conquista de mujeres. El macho debe engañar y conquistar todas las mujeres que
pueda pero al mismo tiempo debe proteger y defender a sus hermanas de los intentos
de conquista de otros hombres puesto que las mujeres de su familia deben permanecer
vírgenes hasta el matrimonio.

Que los hombres son sexualmente libres es una verdad cultural. El matrimonio no es
un obstáculo para este rasgo de machismo, como lo expresa el dicho popular de que
"la que se casa es la mujer". Más aún, el hombre casado será más macho si tiene una
"querida" además de andar a la caza de otras mujeres. Tan extendida es -o ha sido-
esta práctica que algún autor (Cerwin, 1947) llegó a llevarse la impresión de que
"casi todo mexicano tiene su 'casa chica' " o sea la casa de la querida.
Su relación con la mujer es la de dueño y protector acompañado de una
superioridad no-sentimental y alejada. Esto es particularmente verdadero en ciertos
individuos.
Un macho muestra su masculinidad diferenciándose de la mujer sentimental y
afectiva por su frialdad. Ella ama, pero él conquista. El desapego emocional es
parte de la "superioridad" del macho sobre la mujer.
La superioridad y la libertad sexual del hombre le da ciertos derechos que
pertenecen a su "naturaleza" de macho. Se cree que los hombres tienen mayores
necesidades sexuales y por lo tanto las mujeres deben aceptar el hecho de que ellos
tengan muchas aventuras extramaritales. El lugar de las mujeres es la casa pero los
muchachos son de la calle
La agresividad es la otra característica sobresaliente del machismo. Cada hombre
trata de mostrarle a los demás que él es "el más macho" , el más masculino, el más
fuerte, el más poderoso físicamente. Y toda mujer espera que su amante sea el más
macho, el más guapo (valiente) quien la pueda proteger y defender de otros hombres.

Machismo como Inferioridad.

Sabiendo ya lo que es el machismo por una descripción de sus características


podemos intentar una explicación cultural parcial. Ramos (1962) trata de explicar
la psicología del mexicano por un sentimiento nacional de inferioridad "a
collective illusion which results from measuring man against the very high scales
of values corresponding to highly developed countries".
Ramos no se ocupa directamente del machismo, pero al escribir sobre el complejo de
inferioridad de los mexicanos, cree descubrir su origen en la diferencia entre sus
ambiciones y la realidad, debido a la pretensión de compararse a sí mismo con
culturas (europeas) más antiguas y desarrolladas.
La hetero-sexualidad y la agresividad (o fortaleza) del machismo no son
características del machismo mexicano únicamente, ni se encuentran únicamente en el
Nuevo Mundo. Se encontraban en los conquistadores españoles -tanto que los
misioneros se quejaban ante el rey de España por el excesivo número de mujeres
indias que solían tomar para su placer sexual. Precisamente este hecho es el que
explica el alto porcentaje de mestizos en Latinoamérica.
Sin embargo esta no es una explicación completa, pues aún tendríamos que explicar
por qué los españoles tienen este machismo y por qué los hispanoamericanos, los
mestizos, se identifican tan fuertemení:e con estos rasgos del macho. Esa
preocupación excesiva con la masculinidad (heterosexualidad y agresividad) debe
tener su origen en una falta de seguridad acerca de la misma o sea en un complejo
de inferioridad.
En .este sentido la teoría de Adler se presta para una explicación que' encaja
perfectamente. Que esto es así se desprende no solamente de las exageraciones del
machismo sino por cierta conciencia de la gente acerca de este hecho como lo
atestigua un individuo sin ninguna educación como Jesús Sánchez (Lewis, 1967): "y a
veces los que se creen muy machos, cuando están a solas con su conciencia, no lo
son- No más que valentonadas del momento".
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Hay hombres y mujeres a los que les sigue costando entender lo que defiende el
feminismo: la igualdad entre hombres y mujeres. Desde que los movimientos
feministas empezaron a tomar fuerza, muchos (y muchas) repiten la frase que
condensa el desconocimiento sobre esta doctrina, "ni machismo ni feminismo". La
actriz Paula Echevarría pronunció ese tópico hace pocos días. Equiparar ambos
conceptos, que nada tienen que ver, es lo que lleva a muchas mujeres a no definirse
como feministas.
Otras dicen defender la igualdad sin declararse feministas, lo que resulta
igualmente contradictorio. En España tenemos los ejemplos recientes de la
presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, o la portavoz de
Ciudadanos en Cataluña, Inés Arrimadas. La canciller alemana, Angela Merkel,
defiende el mismo planteamiento. Otra mujer que no se consideraba feminista hasta
hace poco es la actriz británica Helen Mirren. Pero ha cambiado de opinión.
"En todos los países que he visitado, desde Suecia hasta Uganda, de Singapur a
Malí, me he dado cuenta de que cuando se respeta a las mujeres y se les da la
libertad de cumplir sus sueños y ambiciones, la vida mejora para todo el mundo. No
me definía como feminista hasta hace poco pero siempre había vivido como tal",
añade.
Mirren asegura que "creía en lo obvio: las mujeres eran tan capaces, tan enérgicas
y tan inspiradoras como los hombres". "Pero", continúa, "unirme a un movimiento que
se llamaba feminismo me parecía demasiado didáctico, muy político. Sin embargo, he
empezado a entender que el feminismo no es una idea abstracta, sino una necesidad
si queremos ir hacia delante y no hacia atrás, en dirección a la ignorancia y la
envidia", comenta.
El alegato feminista de Mirren es parte de un discurso de casi 25 minutos que ha
llamado la atención de los medios en Estados Unidos y el resto del mundo. Más allá
del fragmento por la igualdad entre hombres y mujeres, la británica da los
siguientes consejos para tener "una vida feliz". Además de ser feminista, propone
lo siguiente:
1. No te cases demasiado pronto.
2. Trata a las personas con respeto.
3. Ignora a los que te juzguen por tu físico.
4. No tengas miedo del miedo.
El miedo puede ser un elemento paralizador, pero también un factor altamente
motivador. En el mundo de las organizaciones, la gran pregunta es: ¿cómo se puede
transformar el miedo en éxito? Hay quienes sostienen que el miedo es negativo,
porque además de producir una parálisis estimula acciones de tipo irracional.
Si bien este enfoque queda circunscrito principalmente a la esfera individual de
las personas, lo que condiciona su psicología y personalidad, tampoco creemos que
sea del todo exacto en los tiempos que corren. En otros términos: el miedo puede
afectar las acciones de personas que estás sometidas a un proceso brusco de cambio,
por ejemplo, por una absorción empresarial, pero no que le esté configurando una
personalidad de tipo miedosa para todos los actos de la vida.
Por eso Lee Colan dice que si se puede dejar de pensar en el miedo por un instante,
las primeras reacciones son:
– La inseguridad.
– El sentido de la pérdida.
– La necesidad de control.
– La disconformidad con el nivel de incertidumbre.
Una vez que hayamos identificado cuál es la raíz del miedo que nos afecta, se
podrán conocer más íntimamente esos temores, lo que nos permitirá gestionarlos
mucho mejor.
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Ser feminista no significa que pensemos que las mujeres merecemos derechos
especiales; significa que sabemos que merecemos los mismos. Defender la igualdad no
implica menospreciar o castigar a los hombres.

El feminismo no habla de superioridad, ni discrimina al otro género, simplemente


combate las desigualdades que sufren las mujeres por el mero hecho de serlo. No se
lucha por ser “más”, se lucha por ser igual.
En este contexto, no todos los hombres son machistas, pero lo es el sistema y es
imposible escapar de él. Ellos también sufren suposiciones y expectativas basadas
en su género que les condiciona a vivir y a actuar de cierta manera, pero no es
comparable.
Las mujeres estamos hartas de ser juzgadas y criticadas por la manera en que nos
vestimos o comportamos. Por la forma en la que hablamos o trabajamos. Cansadas de
que nuestra palabra valga menos o nada, cansadas de la desigualdad, de cobrar
menos, de trabajar más. Estamos hartas de empleos informales y precarios, de los
techos de cristal, de tener que demostrar nuestra capacidad, nuestras habilidades,
nuestra seguridad. Cansadas de que nos maten, de que nos acosen, de que nos violen.
Cansadas de ser nazis por defender la igualdad.

Siglo XXI: Nos están matando


En el mundo, 137 mujeres mueren a manos de su pareja o de un miembro de su familia
cada día. En España, ya son 14 las mujeres asesinadas en lo que va de año. Un total
de 1.047 desde 2003. Nos están matando. Y no es un decir.
También hay violencia sexual. En el mundo, una de cada tres mujeres ha sido víctima
de violencia física o sexual. Y el 55% de las mujeres de la Unión Europea han
experimentado acoso sexual en, al menos, una ocasión desde que cumplieron los 15
años.
Lo diré de otra manera: las mujeres de entre 15 y 44 años tienen más riesgo de
sufrir violencia de género que de sufrir un accidente de tráfico o enfermedades
como el cáncer o la malaria. ¿Cómo te quedas?
Por suerte se están llevando a cabo diferentes campañas de concienciación sobre la
importancia del feminismo, pero aún queda mucho por hacer.

Según un informe de CCOO, las mujeres ganan un 30% menos de media que los hombres.
¿Y por qué? Por motivos como la feminización
de los trabajos peor remunerados o los complementos salariales. La nocturnidad, la
disponibilidad de tiempo... son “licencias”, por ejemplo, que muchas mujeres con
hijos o mayores a su cargo no se pueden permitir.
Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, nosotras dedicamos 12,5
horas más a las actividades del hogar y la familia cada semana. ¡Ponte a sumar! ¡O
mejor no! No te va a gustar.

El hombre no se ve igual de afectado en su carrera laboral al tener hijos. No los


despiden ni los marginan. Tampoco piden excedencias ni aceptan trabajos temporales
o parciales por este motivo. Son las mujeres quienes se encargan, en su gran
mayoría, de hijos y mayores.
Al final, si sumamos de aquí y de allá, una mujer necesita trabajar de media 84
días más al año que un hombre para cobrar el mismo salario. Y no lo digo yo. Lo
dice un estudio de UGT. Y hay muchos más. Todos apuntan en la misma dirección.
Más allá del dinero, a la gente le preocupa la escasa representación que tienen las
mujeres en las esferas de poder. A mí también. Los techos de cristal son las
barreras que se consideran “invisibles” y por las cuales una mujer no puede acceder
a puestos de responsabilidad por cuestiones machistas.

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