DossierHaiti Alan+Karras 1 20
DossierHaiti Alan+Karras 1 20
DossierHaiti Alan+Karras 1 20
ISSN 1853-2713
OBSERVATORIO LATINOAMERICANO 1
Tè tremblé
DOSSIER HAITÍ
Buenos Aires, febrero 2010
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OBSERVATORIO LATINOAMERICANO
Observatorio Latinoamericano es una colección de trabajos que, bajo la forma de dossier, persigue
ofrecer a todos los interesados en conocer más y mejor a América Latina, información y opiniones sobre la
región y cada uno de sus países, sea para fines docentes, de investigación o de mero deseo de ampliar la
capacidad de comprensión de realidades complejas, usualmente no tratadas o insuficientemente tratadas
por los medios de comunicación comerciales.
Observatorio Latinoamericano reproduce material generado por académicos y periodistas
latinoamericanistas de distintos países y orientaciones. Iniciamos la colección con textos publicados en
medios de comunicación alternativos, que cubren lo que la prensa comercial suele ocultar, aunque
aspiramos a ir incorporando crecientemente los trabajos de nuestros propios investigadores e
investigadoras. En todos los casos se consignan los créditos y reconocimientos correspondientes.
Observatorio Latinoamericano es una publicación electrónica, de acceso y descarga gratuitos. Los
textos pueden reproducirse libremente, pero en todos los casos se indicará la fuente, particularmente la
original en los casos en que así corresponda, es decir, en el de textos publicados inicialmente en otra
publicación, sea ella en soporte digital o papel.
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Contenido
Tè tremblé, Waldo Ansaldi 4
Información sintética sobre Haití 5
Mapa de Haití y Epicentro y radio del seísmo 8
Haití: peor terremoto en 200 años. Imágenes del desastre 9
1. La continuada catástrofe de un pueblo, Carlos Iaquinandi Castro 12
2. ¿Qué hacemos en Haití?, José Tomás Sánchez 15
3. La lección de Haití, Fidel Castro 21
4. No es sólo un desastre natural, José Carlos García Fajardo 23
5. Haití recibe ayuda “humanitaria” de cínicos saqueadores
que lo han mantenido en la miseria y el hambre, Pedro Echeverría V. 25
6. La peor réplica del sismo que azotó Haití, Diego M. Vidal 27
7. Los haitianos piden humanidad, Salud Hernández-Mora 29
8. Es dolor y además una enseñanza para la humanidad, Rómulo Pardo Silva 31
9. Ay(de)Ti, Emilio Cafassi 22
10. Estrategia del caos para una invasión, José Luis Vivas 34
11. La tragedia de Haití y del Tercer Mundo más allá de
los fenómenos naturales, Paco Azanza Telletxiki 39
12. Lo que el terremoto en Haití pone sobre el tapete, Emilio Marín 43
13. A militarização nossa de cada dia, Sandra Quintela 46
14. Primera ocupación militar del poder “inteligente”, Ángel Guerra Cabrera 48
15. Haití, víctima de una ocupación militar inusual, Homar Garcés 50
16 El verdadero origen de la tragedia, Xavier Caño Tamayo 52
17. El terremoto en Haití y el imperialismo, Marco A. Gandásegui, hijo 54
18. Haití: Víctima de un seísmo y de las políticas neo-coloniales que han hundido
al país en la miseria 56
19. Haití, las razones del desastre, Thibault Blondin 58
20. La nueva ocupación, Carlos Rivera Lugo 60
21. Una invasión humanitaria, Walter Goobar 63
22. Una historia signada por el intervencionismo, Horacio A. López 65
23. Sismo: Doloroso despertar, Pierre Gotson 67
24. El terremoto en Haití y las réplicas sísmicas desde Washington, Gustavo Herren 70
25. Haití: Ocupación militar, varios siglos de pillaje y
superexplotación y algunas semanas de migajas humanitarias, Alejandro Teitelbaum 74
26. Las oscuras razones de la ocupación de Haití, Vicky Peláez 79
27. La pornografía del desastre, Alfredo Grieco y Bavio 81
28. Los EUA y el país de los Tonton Macoutes, Bruno Lima Rocha 83
29. Haití: la maldición blanca, Eduardo Galeano 86
30. Diez detenidos en Haití por robo de bebés 88
31. Sismo: Doloroso despertar, Pierre Gotson 89
Anexo I: Presidente René Préval 91
Anexo II: Contradicciones de la Ilustración: la independencia de Haití, Alan Karras 101
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Tè tremblé
Tè tremblé es la palabra que en idioma créole, la lengua popular de Haití, da cuenta del
cataclismo. Traducida al castellano significa, literalmente, la tierra tembló o, si prefiere, terremoto.
Como es de público conocimiento, el pasado 12 de enero del año en curso Tè tremblé en la
parte occidental de la isla caribeña que Cristóbal Colón llamó La Española cuando llegó a sus costas
en diciembre de 1492. El terremoto fue de intensidad 7 en la escala Ritcher (cuyo máximo es 10),
afectando particularmente a la ciudad de Port-au-Prince, la capital del país. Está considerado el
seísmo más fuerte vivido por los haitianos desde 1770.
Siendo un fenómeno de la naturaleza, de una magnitud terrible por sus resultados, no menos
cierto es que las condiciones sociohistóricas del país han agravado considerablemente el desastre.
Es por esta razón que me ha parecido conveniente y necesario –personal e institucionalmente-
ofrecer una información y unos análisis que permitan comprender y explicar mejor lo que la acción
humana hizo para potenciar, para mal, la de la naturaleza.
Saint-Domingue –primera colonia latina que se independizó de su metrópoli en América- se
constituyó como país independiente entre 1791 y 1803 en lucha contra el colonialismo francés. El 1
de enero de 1804 se proclamó République d’Haití (oficialmente), Repiblik Dayti (para el pueblo) o
República de Haití (para los castellanoparlantes), recuperando así la denominación original de la isla
poblada por los pueblos arawak, caribe y taíno.
Esa lucha fue una revolución social frustrada. La singularidad y el radicalismo del proceso
llevado adelante por esclavos de origen africano que hicieron suyos los principios de la burguesa
Revolución Francesa –liberté, égalité, fraternité- y tomaron en serio la Declaración de los Derechos del
Hombre. Cuando Toussaint Bréda, más conocido como Toussaint Louverture le espetó a Napoleón
Bonaparte Ningún hombre, nacido rojo, negro o blanco, puede ser propiedad de su prójimo, marcó el umbral de
libertad y dignidad del cual partían los insurgentes. La doble condición de explotados –de clase, por
esclavos; de etnia por negros- que tenían los insurgentes, por añadidura vencedores de los ejércitos
napoleónicos, le dio a su lucha un carácter único en los procesos de ruptura de la dominación
colonial en América, sin parangón en el resto del continente, ni antes, ni después. La Francia
colonialista le hizo pagar un precio muy alto a la Repiblik Dayti.
La naturaleza y la historia han castigado y castigan a Haití. Pero si las fuerzas de la primera son
todavía incontrolables por el hombre, la segunda enseña uno de los peores resultados posibles del
capitalismo, sea como colonialismo, sea como imperialismo (y sus diferentes formas a lo largo del
tiempo). Por eso Haití no nos puede ser ajeno ni indiferente.
Este primer número de Observatorio Latinoamericano presenta, pues, elementos para una reflexión
seria, profunda sobre un drama que, como catástrofe natural fue inevitable, pero que como catástrofe
social y humana pudo haberse evitado o reducido. Distintas voces, distintas maneras de abordarlas,
pero todas comprometidas con la búsqueda de una explicación que vaya más allá de apariencia
fáctica de la superficie.
Como latinoamericanistas nos duele el drama del pueblo haitiano –el drama de hoy y el de toda
su historia- y esta manera modesta de expresar nuestra solidaridad es también un compromiso y un
testimonio.
Buenos Aires, 31 de enero de 2010.
Waldo Ansaldi
Director IEALC
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Información sintética sobre Haití
La Repiblik Dayti (en créole), République d´Haïti (en francés) o República de Haití, en castellano,
se encuentra situada en la parte occidental de la isla La Española, ocupando un tercio de ésta. Limita
al norte con el océano Atlántico, al sur y oeste con el Mar Caribe o de las Antillas, y al este con
la República Dominicana. El Paso de los Vientos, al oeste, lo separa de Cuba. Su territorio
comprende igualmente la isla de la Gonâve, la isla de la Tortuga, el archipiélago de las islas
Cayemites y la isla de Vaches así como otros diversos islotes de sus aguas territoriales. La inhabitada
isla de La Navasse (en español isla Navaza) es reclamada por Haití ante la administración de
los Estados Unidos. La superficie total de Haití es de 27.750 km², siendo su población de 10.033.000
habitantes (2009). Su capital y ciudad principal es Port-au-Prince (Puerto Príncipe, en castellano).
Haití está formada por dos penínsulas separadas por el golfo de la Gonâve. Gonâve es la
mayor de las islas del litoral. Unos dos tercios del país son montañosos. La mayoría de los valles
tramontanos son pequeños. Su mayor elevación es el Pic La Selle, de 2.680 m sobre el nivel del mar.
En su mayor parte las costas son elevadas y muy accidentadas, formándose así numerosos puertos
naturales. Los abundantes ríos, cortos, rápidos y no aptos para la navegación tienen sus fuentes en las
montañas. El río más largo, el Artibonite, es navegable en su mayor parte. El país también cuenta
con algunos lagos importantes.
Haití está dividido en 10 departamentos (départements), 41 distritos (arrondissement) y
133 comunas o municipios. Esos departamentos pertenecían a las tres provincias originales del Saint-
Domingue colonial, que eran Norte, Sur y Oeste. Bajo el mandato de Toussaint Louverture, las
provincias se convirtieron en departamentos. El departamento Nippes fue creado en 2003 tras una
división en el departamento de Grand'Anse.
La Constitución actualmente vigente, aprobada en 1987, está basada en las de Francia y
Estados Unidos. El Poder Ejecutivo es ejercido por el Presidente, elegido popularmente cada cinco
años por sufragio universal, y con prohibición de desempeñarlo durante dos mandatos consecutivos.
El gabinete que acompaña al Presidente debe recibir la aprobación del Poder Legislativo. El Jefe de
Gobierno es el Primer Ministro.
El Poder Legislativo reside en un Parlamento bicameral, la Asamblea Nacional, formada por
un Senado de 27 miembros y una Cámara de Diputados con 83 escaños. El Poder Judicial está
compuesto por un tribunal de casación y otros tribunales menores de apelación, civiles y jueces de
paz. El Presidente nombra los jueces y tiene el derecho a conmutar penas.
Los departamentos son gobernados por prefectos nombrados por el gobierno central. Cada
departamento está subdividido en distritos y municipios (comunes); siendo éstos administrados por su
respectivo alcalde.
Por la crisis política, la Constitución estuvo suspendida algunos años, retomando su vigencia
en 1994. El Presidente actual, elegido en 2006, es René Préval, quien había sido Primer Ministro de
Jean-Bertrand Aristide. El Primer Ministro en ejercicio es Jean-Max Bellerive, designado en 2009. El
país está ocupado militarmente, desde 2004, por la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas
en Haití (MINUSTAH).
Entre el 75 y el 80 % de la población vive por debajo de la línea de pobreza. Alrededor del 75
% obtiene sus paupérrimos ingresos del trabajo agrícola y pesquero En 2009, el PBI nominal fue de
6.908 millones de dólares, con ingresos per cápita de 772 dólares (2 dólares diarios por persona), una
mejora respecto de 2004, cuando era de apenas U$S 420, uno de los más bajos del mundo. La
economía es sobre todo rural y agrícola, pero ni la agricultura ni sus ingresos son suficientes para
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alcanzar las necesidades alimenticias de los haitianos. Los principales ingresos provienen del turismo
(cruceros de lujo llegan a algunos puertos exclusivos, sin contacto con la población), impuestos
aduaneros, impuestos de exportación y remesas de los emigrados.
Es el país más pobre de América y uno de los más a escala planetaria. La sobreexplotación y la
erosión de los suelos, provocada ésta en buena medida por la intensiva y descontrolada
deforestación, de una intensidad tal que en la actualidad queda sólo 2 por ciento de los bosques
originales. La tala de los árboles ha obedecido y obedece a la búsqueda de leña para cocinar. Esta
acción destructora del hombre se retroalimenta con la de la naturaleza, particularmente mediante las
frecuentes tormentas tropicales, siendo las de 2008 muy devastadoras. Éstas destruyeron las escasas
obras de infraestructura de comunicaciones. Existe un pequeño sector industrial, dentro del cual
descuella el textil (produce más del 75% de volumen de exportaciones y 90% del PBI), pero la
condición dependiente de Estados Unidos lo hace fuertemente vulnerable. Las principales
exportaciones son café, productos industriales ligeros, bauxita, cacao, aceites, azúcar, sisal y
productos artesanales. Las principales importaciones son maquinaria y otros bienes manufacturados,
alimentos y combustibles minerales. En 2000 las exportaciones anuales eran de 164 millones de
dólares, mientras que las importaciones alcanzaban los 1.036 millones.
La unidad monetaria es el gourde (38,35 gourdes equivalían en 2004 a un dólar estadounidense),
que se divide en 100 céntimos. El Banco de la República de Haití (creado en 1911) es el único banco
emisor de moneda
Entre el 90 y el 95 % de la población es de origen africano (negros); el resto está compuesto por
mulatos y, en menor medida, blancos. La emigración es altísima. Se calculan en 2.000.000 los haitianos
residentes en el exterior, principalmente en República Dominicana (alrededor de 800.000), Estados
Unidos (unos 600.000, sobre todo en Miami y New York), Canadá (más de 100.000. principalmente
en Montreal) y las Bahamas (unos 80.000). En menor medida, en Francia, Antillas francesas, Turcos
y Caicos, Venezuela y la Guyana Francesa.
La esperanza de vida es de apenas 57 años. En promedio, cada mujer haitiana tiene 5 hijos
(estadísticamente: 4,86, el promedio más alto de toda América).
Sólo el 50 % de los niños de haitianos está vacunado y apenas el 40 % de ellos tiene acceso a
asistencia médica básica. Casi la mitad de las muertes se producen por infecciones respiratorias,
meningitis, sida, diarreas (cólera y ltifoidea). Las enfermedades hídricas y parasitarias intestinales
afectan al 90 % de los niños. Se estima que el 5 % de la población adulta es sidósica. La tuberculosis
es diez veces superior al promedio del resto de América Latina.
La educación es gratuita y obligatoria para los niños entre 6 y 11 años. Sin embargo, al país le
faltan instalaciones adecuadas y hay muchos niños que no concurren a las escuelas El nivel de
alfabetización se estima en alrededor del 55 por ciento. El 90 % de las escuelas primarias pertenece al
sector privado (comunidades, organizaciones religiosas y/u organizaciones no gubernamentales). La
inscripción es del 67% en las escuelas primarias y de apenas el 20 al 23 % en el nivel secundario. En
el nivel universitario la tasa de escolarización era de apenas el 1,3 % en 1996. El sistema educativo
está basado en el francés.
La cultura haitiana es el resultado del sincretismo de culturas, básicamente africanas, francesa y
antillanas. Ha generado un idioma propio, el créole, cuya base es el francés y al cual se han
incorporado lenguas de África Occidental, como el wolof y algunas lenguas gbe, y en menor medida
otros idiomas africanos originarios, como fon, ewé, kikongo, yoruba e igbo.. Hay dos dialectos créoles,
fablas y plateau. El registro más antiguo del habla créole se remonta al siglo XVIII. Empero, incluso tras
la independencia, el idioma oficial fue el francés y sólo desde 1961 el créole fue reconocido con igual
carácter.
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También en materia religiosa, la cultura haitiana ha generado una creencia original, el vodun
(vudú), resultado de otro sincretismo, el del catolicismo y las creencias africanas llevadas al Caribe
por los esclavos de ese origen. Los santos cristianos son identificados con divinidades africanas cuyas
personalidades son similares. Los loa haitianos (espíritus ancestrales) son considerados equivalentes a
los santos cristianos y durante la ceremonia son llamados a fin de comunicarse con ellos. Un
danzante puede ser poseído por un loa al responder al sonido de los tambores y a los diálogos entre
el cantor y el coro.
En general, en el vudú se considera que existe una entidad sobrenatural última, llamada de
diversas maneras, siendo las más habituales Bondye o Mawu (en ocasiones se hace referencia a una
pareja, Mawu y Lisá), regente del mundo sobrenatural, pero ésta es inaccesible y permanece ajena al
mundo de los humanos, por lo que la comunicación con ese mundo sobrenatural ha de llevarse a
cabo a través de los numerosos loas (el Barón Samedi, la Maman Brigitte, Damballa, etc), entidades
también sobrenaturales que actúan como deidades intermediarias y que conforman de hecho el eje
central del vudú, teniendo cada uno de ellos una personalidad diferente y múltiples modos de ser
alabados (por canciones, bailes, símbolos rituales y otros). Si bien no existe una estructura religiosa
homogénea, un sacerdote vudú tiene la función de ponerse en contacto con los loas invocados,
hablando el loa a través de él, por lo que se atribuye a los sacerdotes un gran poder, y recibe
genéricamente el nombre de houngan, o si se trata de una mujer, manbo. El término bokor se reserva
para un houngan que usa su poder para el mal.
El vudú fue perseguido por los propietarios esclavistas, que insistían en convertir al catolicismo
a sus esclavos. Así, la práctica del vudú devino una notable forma de identidad y de resistencia
cultural.
En varios de los artículos que integran este dossier se encontrarán referencias al proceso
histórico del país, razón por la cual prescindimos de ellas en esta información sintética sobre el país.
La información sintetizada en este apartado provine de varias fuentes de acceso público, mayoritariamente
de Internet y de Microsof Encarta 2007
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1. Mapa de Haití
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11
1. La continuada catástrofe de un pueblo
(13 enero 2010)
Carlos Iaquinandi Castro*
Faltaban pocos minutos para las cinco de la tarde cuando el suelo en Puerto Príncipe, capital
haitiana, comenzó a sacudirse como una gigantesca alfombra. Edificios y endebles y precarias
viviendas cayeron en medio de gritos y expresiones de angustia. Rápidamente se instaló el horror, el
miedo, el desconcierto entre la población. El territorio más empobrecido y abandonado de América
Latina, se convirtió en un gemido colectivo. Una parte importante de sus casi diez millones de
habitantes perdió sus pocas pertenencias. Al momento de redactar esta crónica, no se sabe cuantos
miles de personas han muerto bajo los escombros o como consecuencia de diversas heridas. Todos
los gobiernos, en especial los de los países desarrollados anuncian el envío de sus ayudas. Pero 24
horas después de la tragedia, los periodistas que intentaban cruzar la frontera de la isla desde la
República Dominicana, relataban que los puestos permanecían cerrados y afirmaban que la capital,
situada a solo 15 kms del epicentro del terremoto y sus réplicas permanecía aislada. La carencia de
infraestructuras básicas dificultará y en algunos casos hará imposible que la ayuda más elemental
llegue a quienes lo necesitan.
El terremoto registró una magnitud preliminar de 7 en la escala Ritcher de 1-10 y según los
primeros datos de los científicos parece haberse producido sobre una falla geológica en la que una de
dos superficies adyacentes verticales se desplazó horizontalmente sobre la otra. Centros de estudios
geológicos y sísmicos de los Estados Unidos indican que es el terremoto más fuerte que ocurre en
Haití desde el año 1770.
Prólogo al nuevo desastre
Nuestros hermanos haitianos viven una de las tragedias más graves de su dolorosa historia,
iniciada con el coloniaje y la explotación impuesta por dos imperios, España primero, Francia
después. Esta última no perdonó la heroica independencia de la primera república negra en 1804 y
aplicó luego leoninas indemnizaciones que Haití debió pagar durante casi medio siglo. Los
enfrentamientos entre los ex esclavos que residían en las zonas rurales y la elite mulata de las zonas
urbanas derivaron en una inestabilidad permanente. A los motines y golpes palaciegos, le sucedieron
dos ocupaciones militares norteamericanas para defender los intereses de sus propias empresas y
apoderarse del control aduanero. Después vino la terrible dictadura de Francois Duvalier, con el
terror cotidiano de su propia milicia, los tonton macoutes, sucedido por su hijo que prolongó el
despotismo familiar (1957-1986). En tiempos más recientes, la frustrada esperanza en Aristide, el
cura adscripto a la teología de la liberación que lideró un proceso de cambio democrático, pero que
terminó acusado de corrupción y autoritarismo como sus antecesores. Los sucesos que precedieron a
su abandono del cargo y del país, dieron lugar a una intervención de fuerzas de las Naciones Unidas
como "misión de Paz", y el compromiso de asistencia de ayuda internacional. Transcurridos varios
años, los buenos propósitos han demostrado ser insuficientes. La estructura estatal se mantiene bajo
mínimos gracias a las aportaciones del exterior. La corrupción corroe los mecanismos de ayuda,
mientras una elite privilegiada y absolutamente minoritaria controla económicamente el país. El 4 %
de su población controla el 64% de su riqueza.
Organismos y comisiones internacionales se reúnen periódicamente, pero los resultados no se
corresponden con tanta deliberación ni espacio mediático. La propia fuerza militar de la ONU ha
sido reiteradamente acusada de diversos delitos, incluyendo desvío de dinero en beneficio propio,
represión indiscriminada o violaciones de mujeres y niños. Tras la llegada de los "auxilios" de la
fuerza internacional, el desempleo y la miseria siguen aumentando, al igual que la deuda externa del
país. Los escasos y últimos servicios públicos se han privatizado y restringido a quienes
económicamente pueden acceder a ellos. Empresas extranjeras, en especial canadienses,
12
norteamericanas, francesas o brasileñas, explotan los recursos naturales. Decenios de políticas
neoliberales destruyeron la capacidad productiva nacional. En 1970 Haití producía prácticamente el
90% de su demanda alimentaria, y actualmente, importa casi el 55 %. En las últimas décadas, se
estima que más de dos millones de haitianos se radicaron en el exterior, huyendo de la miseria y de la
falta de futuro. El número total es impreciso, pero solamente en Estados Unidos se calcula que viven
allí un millón y medio de haitianos. Otro número importante vive y hace los trabajos más duros en la
Rep. Dominicana. El envío de remesas de dinero a su país (unos 700 millones de dólares ) es la
principal entrada de divisas y es la vía de subsistencia de millares de familias.
El periodista español Vicente Romero, que ha estado en Haití en varias oportunidades en los
últimos años, recordaba hoy que en cada viaje ha encontrado una situación peor que la anterior. Se
preguntaba que será de los miles de pobladores de Cité Soleil y otros barrios misérrimos que han
perdido lo poco que tenían. Evocaba zonas devastadas por los 2 huracanes y 2 tormentas tropicales
que azotaron el país en el 2008. Ya en aquel entonces, las ayudas se demoraron y los pobladores
vagaban por las calles desconcertados, sin rumbo. Afirma Romero que la mejor descripción de la
situación de la gente entonces, fueron las palabras del camarógrafo de Televisión Española que le
acompañaba quien tras tomar las últimas imágenes expresó: " ya puedo decir a mis hijas como es el
infierno y donde está". El periodista redondeó estos apuntes indicando que es imposible que
podamos imaginar la dimensión de la situación actual, tras la enorme catástrofe, por más que veamos
imágenes o escuchemos relatos.
Haití tiene algo menos de diez millones de habitantes. De ellos, más de la mitad vive con
menos de un dólar diario. Casi un 80 por ciento de su población vive bajo el nivel de pobreza. El país
carece prácticamente de infraestructuras. Solo 2 de cada 10 habitantes tiene alguna forma de trabajo
remunerado. La renta anual per cápita es de 450 dólares (Banco Mundial, 2005). La superficie
forestada es de solo un 2%. Más del 80 por ciento de la población está desocupada o con tareas
ocasionales. Los pocos trabajos relativamente estables son los puestos del aparato estatal y los de las
explotaciones cafetaleras, de mango y otros cultivos. Salvo edificios oficiales, religiosos y los de
algunos grandes empresas o comercios, las construcciones son precarias y la mayoría de las viviendas
son de chapas, maderas o cartones. Hace poco más de un año una escuela se derrumbó sin terremoto
alguno provocando casi un centenar de muertos, la mayoría de ellos niños. Imaginemos el efecto del
sismo y sus réplicas. Cuando la Naturaleza golpea a la pobreza, los daños y el dolor se multiplican.
Tres millones de afectados
Los primeros relatos testimoniales indican que cientos de miles de personas han pasado la
noche a la intemperie en el área de la capital; porque sus casas se derrumbaron total o parcialmente, o
porque temen nuevas sacudidas. Muchos de ellos sufren un shock que prácticamente los mantiene
ausentes de la realidad. Otros intentan organizar el rescate de miles de personas que tienen heridas
abiertas o fracturas o se encuentran atrapados por escombros. La capacidad asistencial normalmente
muy reducida, está totalmente sobrepasada. Responsables gubernamentales han pedido que un barco
hospital de gran capacidad atraque en Puerto Príncipe. El coordinador de Médicos Sin Frontera en la
capital haitiana Hans van Dillen indica que hay millares de personas heridas en las calles con
traumatismos, quemaduras o heridas diversas que no pueden recibir asistencia. Afirmó que dos de
los tres hospitales existentes han resultado muy afectados por el terremoto, y añadió que las
instalaciones de esta ONG son de las pocas que se encuentran operativas. Es urgente disponer de
albergues provisionales, garantizar el suministro de agua potable y tomar medidas urgentes para
prevenir la propagación de enfermedades e infecciones. El Comité Internacional de la Cruz Roja
estima que los efectos del terremoto afectan de diversas formas a unos tres millones de personas.
El Palacio Presidencial, una de las construcciones más notables de la capital se derrumbó
parcialmente; también quedaron destruídos por el sismo la Catedral y la sede de la Misión de
Estabilización de las Naciones Unidas. Entre las víctimas reconocidas, los partes oficiales mencionan
13
al jefe de la misión de la ONU, el tunecino Hedi Annabi y el arzobispo de la capital, Sergi Miot. Por
su parte, Brasil confirmó la muerte de la misionera Zilda Arns, de 75 años. Médica pediatra de
profesión, participaba de un encuentro en el que se discutirían métodos para combatir la desnutrición
infantil. Arns, fundadora de la Pastoral de niños en Brasil, era hermana del arzobispo emérito de Sao
Paulo, cardenal Paulo Evaristo Arns, un reconocido defensor de los derechos humanos durante la
dictadura militar que gobernó ese país entre 1964 y 1985. Tres de los mejores hoteles de la capital, se
derrumbaron parcialmente. En uno de ellos figura como desaparecida la esposa de un general chileno
que integra la fuerza de las Naciones Unidas en Haití. Pero estos apuntes se refieren a la zona
céntrica de la capital, donde están las construcciones más sólidas y donde existían algunas
infraestructuras propias de una zona urbana. Pero a centenares de metros se extienden barrios donde
las viviendas son elementales, precarias y se carece de los servicios básicos, como el caso de Cité
Soleil. Allí el drama es pavoroso. Prácticamente nada queda en pié. La gente deambula con rostros de
angustia o desconcierto entre cuerpos de muertos y heridos.
Hoy Haití volvió a las primeras planas de los diarios y a encabezar con sus desoladoras
imágenes los telediarios en todo el mundo. La nueva catástrofe, el terremoto más devastador en 240
años es el triste mérito para esa reaparición. Muchos descubrirán la realidad de aquel país isleño,
hasta ahora vagamente reconocido como un lugar distante y exótico. Si tienen interés y un mínimo
de paciencia, se asomarán a su dolorosa historia, desde el parto como primera república negra del
planeta, una lucha de los esclavos que liderados por Toussaint Louverture derrotaron a Napoleón
hasta nuestros días.
Ese pueblo hermano necesita hoy la solidaridad internacional, no solo la de los gobiernos que
pronto olvidarán la tragedia y muchos incumplirán -como tantas veces - sus compromisos
humanitarios proclamados, sino la de los pueblos. Las de todos los que sentimos ese dolor como
propio, como parte de los que sufre nuestra América Latina en busca de un futuro mejor. Como
escribió hace años Noam Chomsky: "En nuestras vidas el paraíso encontrado por Colón y que
enriqueció a Europa puede convertirse en un desierto desprovisto de vida. Nunca es tarde para
detener ese destino. Si llega a ocurrir, los poderosos no tendrán ninguna dificultad en lavarse las
manos de toda responsabilidad; los que se han beneficiado de una buena educación pueden escribir
el guión ahora mismo. Si llega a ocurrir, solo nos podremos culpar a nosotros mismos".
* Redacción de SERPAL, Servicio de Prensa Alternativa.
www.serpal.info
http://www.alainet.org/active/35511&lang=es
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2. ¿Qué hacemos en Haití?
(14 enero 2010)
José Tomás Sánchez
La pregunta me zumba los oídos desde que, a mediados del año pasado, me crucé con una
patrulla militar paraguaya en Puerto Príncipe, capital de Haití. Eran cerca de 6 oficiales vestidos,
armados y haciendo un recorrido en un vehículo de transporte militar, como nunca me tocó ver en
nuestro propio país. Formaban parte de la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de
Haití (MINUSTAH), un ejército multinacional compuesto por 9.080 uniformados, 487 funcionarios
internacionales, 1.211 funcionarios haitianos y 207 voluntarios de la ONU, con un presupuesto de
611,75 millones de dólares anuales. Los países que conforman la MINUSTAH son de América
Latina, como Brasil (quien lidera la Misión), Argentina, Uruguay, Chile, Paraguay y otros, los siempre
presentes EEUU y países tan lejanos como Nepal, Sri Lanka y Jordania.
Según la sección MINUSTAH de la página web de las propias Naciones Unidas, ésta se
constituye “habiendo determinado que la situación en Haití seguía constituyendo una amenaza a la
paz y la seguridad en la región”[1]. Se trata del periodo de crisis política del 2004, cuando el
Presidente electo, Jean Bertrand Aristide, “abandonó el país”[2] y las autoridades que se
constituyeron autorizaron la entrada de las tropas para controlar la inestabilidad generada por
diversas agrupaciones armadas.
¿Cómo funcionó dicha misión en estos 5 años? ¿Por qué Paraguay forma parte de la
MINUSTAH, quiénes lo decidieron, quiénes evalúan sus acciones y cuántos saben efectivamente lo
que allá está ocurriendo? ¿Qué sucedió en Haití para que deba ser “estabilizado”? ¿Es el país más
pobre del hemisferio, históricamente víctima de múltiples formas de violencia extranjera, una
“amenaza para la región”? ¿Qué piensan los haitianos de todo esto?
Este artículo no pretende responder esas preguntas, sino contribuir a generar éstas y otras
interrogantes, aprovechando que, así como parece, el 2010 se constituirá en un año de grandes
debates en Paraguay.
El presente haitiano
Haití es un país de cerca de 10 millones de habitantes, distribuidos en poco más de 27.000 km2
(cerca del 6% del territorio paraguayo). El 70% de la población haitiana es pobre y no tiene empleo,
la mortalidad infantil es de 80 por cada mil nacidos, el analfabetismo en las zonas rurales supera el
70%, la estructura económica está destruida y el 60% del presupuesto proviene de la ayuda
internacional y de las remesas de emigrantes que fueron a trabajar en otros países.
Estos números son constatados a simple vista en Haití. La pobreza y precariedad son tales, que
no es común poseer luz eléctrica o agua corriente, por lo que todo el tiempo las calles están
abarrotadas de personas, así como llama la atención que no circulan personas de elevada edad, pues
la esperanza de vida gira en torno a los 50 años.
La deforestación alcanza casi la totalidad del país. Como consecuencia, los ríos ya no son
causes hídricos, sino de sedimentos. José Luis Rodríguez, brasileño y profesor de historia que trabaja
en proyectos de cooperación en Haití, señala que dicho país vive al menos tres graves crisis
estructurales: económica, ambiental y política. A pesar de ser un país con una mayoría de habitantes
en el sector rural, ésta apenas posee tierras. Los incentivos o posibilidades de explotarlas con eficacia
son escasos. Las políticas neoliberales de las últimas décadas han destruido la capacidad productiva
nacional. Según el profesor, en 1970 Haití producía prácticamente el 90% de su demanda alimentaria
y, actualmente, se importa cerca del 55% de todos los géneros alimentarios que se consumen. El
ambiente está devastado por el uso intensivo de tecnologías nocivas, el consumo masivo de carbón y
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la deforestación que alcanzó el 97% del territorio. Y por último, la inestabilidad política, que no es
algo reciente, y sobre la que ahondaremos más adelante.
Si bien un análisis simplista podría llevar a pensar que los aspectos estructurales explican la
inestabilidad de Haití por sí solos, éstos nada tienen de “natural”, ni se explican solamente poniendo
la mirada en los haitianos. Existe un proceso histórico, que tiene tanto de glorioso como de olvidado,
y que amerita ser abordado de manera a evaluar mejor la política de “estabilización” que se quiere
imponer desde afuera y por la fuerza, y de la que Paraguay forma parte.
El agujero negro de América: olvido y prejuicios
Haití podría ser considerado el país latinoamericano pecador por excelencia; de ahí que
perduren tantas décadas de penitencias. En 1804 se constituyó en el primer país independiente de
América Latina, gracias a la lucha de una población esclava entusiasmada por las ideas libertarias de la
Revolución Francesa que tuvo lugar años antes. Solo que la naciente República de Francia no tenía
reservadas para su colonia las ideas de igualdad, fraternidad y libertad y, por tanto, al intentar negar
esos valores a la colonia, le costó una humillante derrota a su glorioso ejército napoleónico. Los
haitianos eran (y son) en su mayoría negros, su religión más practicada era (y es) el vudú – acusada
por los colonizadores de “magia negra”, prejuicio extendido hasta hoy- y el idioma más hablado es el
creole. Fueron muchos delitos para la Europa blanca, racista y católica que todavía dominaba el
mundo. Demasiados ejemplos peligrosos que podrían expandirse hacia otras colonias
latinoamericanas, especialmente las de gran composición esclava. El precio a pagar fue impuesto por
las potencias coloniales: un bloqueo total, la amenaza constante de invasión –que obligó a la
militarización de un país con la economía destruida - y una deuda externa impagable. Pero ese (mal)
ejemplo negro no termina allí.
El Haití independiente se atrevió a ayudar a Simón Bolívar en su lucha contra el colonialismo
europeo, con armas, soldados y variados suministros, que lo acompañaron por los campos de batalla,
y centenares de haitianos murieron por la independencia de varios países de América del Sur. Ese
apoyo se dio con la condición de que Bolívar liberara a los esclavos de los recientes países
independientes, lo cual no estaba en los planes del mismo hasta ese momento.
La derrota final del emprendimiento bolivariano, así como las nuevas ataduras que volvieron a
sufrir los pueblos latinoamericanos a manos de élites casi todas propietarias de esclavos y portadoras
de los valores de la dominación colonial, dejó a Haití solo y aislado. La revolución haitiana no
demoró en verse derrotada. Más adelante y viendo solo los últimos 100 años, vinieron otros sucesos,
como la ocupación militar de EEUU entre 1915 y 1934, y las dictaduras apoyadas por Estados
Unidos, bajo el mando de Papa Doc Duvalier, y luego su hijo, Baby Doc Duvalier, que entre los años
1957 y 1986 aniquilaron a millares de personas en nombre de la llamada “lucha contra el
comunismo”.
Tras la apertura democrática, en 1991, fue elegido presidente el sacerdote Jean Bertrand
Aristide. Sin embargo, al impulsar algunas medidas para corregir injusticias económicas, fue
derrocado y enviado al exilio. Los 3 años siguientes estuvieron caracterizados por la desarticulación
de organizaciones sociales y políticas. Mil, dos mil, tres mil muertos, nadie sabe. En 1994 volvió a
sufrir una ocupación militar norteamericana, año en que se da la vuelta de Aristide para finalizar su
primer mandato, ya sin márgenes de maniobra. La terquedad haitiana de decidir más allá de los
deseos de las potencias extranjeras continúa en el 2001, cuando Aristide vuelve a ser elegido
presidente, y levanta banderas como el aumento del salario mínimo y el reclamo a Francia de una
indemnización que reponga, en parte, los daños promovidos por el país europeo desde la
independencia haitiana y que se arrastraron por 200 años.
Eran tiempos de inestabilidad política y social en Haití. La crisis llega a su punto más álgido el
29 de febrero de 2004, cuando Aristide aparentemente había renunciado a su cargo. Tal como señala
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la página web de la ONU en su relato sobre los antecedentes de la MINUSTAH, a “primeras horas
del 29 de febrero, el Sr. Aristide abandonó el país. El Primer Ministro, Yvon Neptuno, dio lectura a
su carta de dimisión”[3]. Sin embargo, en aquellos duros días de movilización y represión masiva, el
congresista Maxine Waters, del Partido Demócrata de EEUU, afirmaba que había recibido una
llamada telefónica de Aristide desde la República Central Africana, denunciando que había sido
secuestrado.
El 2 de marzo, el abogado del Aristide en EEUU, Ira Kurban, anunciaba en una radio de
Miami que: Permítame aclarar que esto no fue una rebelión. Esto fue un golpe de estado. Fue un
golpe de estado dirigido, operado y equipado por los servicios de inteligencia de Estados Unidos,
después de que esos servicios de inteligencia seleccionaron a un grupo de personas entrenadas en
República Dominicana [4].
El abogado afirmó que el secuestro de Aristide era parte de un plan que se había armado
premeditadamente, y que incluía un embargo económico por parte de organismos internacionales de
crédito; un embargo de armas que impedían que la policía haitiana se equipara mínimamente para
contener a los crecientes grupos armados desestabilizadores; un apoyo a grupos armados que
ingresaron por República Dominicana a aumentar la desestabilización en marcha; y, finalmente, que
la seguridad personal del presidente, que dependía de una empresa de California, se retirara unos días
antes de su salida. Finalmente, “EEUU forzó al Presidente Aristide a subir a un avión, y antes le dijo
que si no firmaba una carta de renuncia, lo abandonarían para que lo mataran”[5], acusó Kurban.
La historia continúa con la imposición de un gobierno de facto, que organizó las elecciones
ganadas por un nuevo presidente que legitimó el golpe y la intervención militar de la ONU. “En los
dos primeros años de ocupación militar la MINUSTAH realmente se confrontó con grupos armados
y de secuestradores que se escondían en barrios pobres y de hecho representaban una amenaza para
la sociedad, grupos que resultaron eliminados o presos”, admite el profesor Rodríguez.
Sin embargo, una mirada más profunda sobre la función que la MINUSTAH ha venido
cumpliendo desde entonces, nos convoca a reflexionar sobre su objetivo inicial, sobre las
implicancias de este tipo de intervenciones en países sometidos por la pobreza e, indefectiblemente,
sobre la contribución de Paraguay en este emprendimiento.
La MINUSTAH y la estabilización de la miseria
Entrando a Cité Soleil, una de las comunidades más pobres de la capital Puerto Príncipe y una
de las zonas poblacionalmente más densas del mundo, -es una planicie con viviendas de chatarra
donde viven 300 mil personas-, lo primero que debía dejarse claro era: Pá Minustah, pá militar (No soy
Minustah, no soy militar, en creole). En Haití, tener el color del mestizaje equivale a ser blanco, y ser
blanco es, para el sentido común, ser un blanc volé (blanco ladrón).
Militares en las calles. La sensación cotidiana de estar ocupados militarmente. Los recuerdos
del 22 de diciembre de 2006 –y los días posteriores– todavía perduran: luego de una importante
manifestación por el retorno del presidente Aristide, la organización de DDHH Haití Information
Proyect denunció que las fuerzas de la ONU entraron a la comunidad disparando a todo lo que se
moviera, con un saldo de 30 muertos, contando mujeres y niños.
Más recientemente, en mayo de 2008, el Congreso de Haití sancionó una ley de aumento del
salario mínimo, de dos a cinco dólares diarios [6]. Sin embargo, el sector empresarial presionó al
presidente René Garcia Preval para no promulgar la ley ya aprobada por ambas cámaras legislativas,
con amenazas de despedir a cerca de 25 mil trabajadores del sector manufacturero. Un grupo de
estudiantes universitarios inició una serie de movilizaciones por el derecho de los trabajadores, que
fue luego seguida por organizaciones sociales y la ciudadanía. La policía local intervino, con
colaboración directa de la MINUSTAH, reprimiendo brutalmente las manifestaciones.
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En junio sucede otro hecho. Tras la muerte de un dirigente político local, centenares de
personas acudieron a su entierro y, conforme a la costumbre haitiana en estos casos, el velatorio fue
acompañado de una movilización por las calles. “Inexplicablemente, militares de la MINUSTAH
dispararon contra el cortejo, del que muchas personas salieron asesinadas y heridas”, comenta José
Rodríguez. La impunidad en estos casos es reinante, pues el Estado no otorga informaciones
solicitadas, los medios de comunicación callan, y la MINUSTAH es prácticamente intocable por la
justicia haitiana.
Varios informes señalan casos similares de violencia, asesinatos, detenciones ilegales,
amedrentamiento a la prensa, cárceles abarrotadas de prisioneros sin garantías, entre otros casos
[7].Nou Bouke, en las murallas: “Nos estamos cansando”.
Para el dirigente Henry Boisrolin, del Comité Democrático Haitiano, la situación de Haití tiene
todos los rasgos como para afirmarse que está bajo ocupación militar, a pesar de los esfuerzos por
llamar a la MINUSTAH de ayuda humanitaria: “Nosotros la rechazamos porque entendemos que es
una violación de nuestra autodeterminación, de nuestra soberanía y dignidad como pueblo”[8]. Un
profesor de Cité Soleil me comentaba indignado que “ese ejército sirve para reprimir manifestaciones
legítimas del pueblo haitiano para reivindicar aquello que ajusta a derecho y es normal en cualquier
país”.
El gobierno haitiano hace caso omiso y reivindica la presencia militar de la MINUSTAH, a
pesar de las presiones de algunas organizaciones internacionales de derechos humanos y del pueblo
de ese país. Me decía E.G, estudiante de derecho y partícipe de las manifestaciones por el salario
mínimo, que en un país abarrotado de basura, sin servicios públicos de agua corriente y luz
distribuidos mínimamente, con un sistema vial destruido, los países que intervienen militarmente no
fueron capaces de levantar un solo programa de cooperación que sea útil, a pesar de los más de 600
millones de dólares que tienen como presupuesto. E hizo un llamado: Es urgente que ustedes, en sus
países, discutan este tema. Pueden estar de acuerdo con ayudarnos, pero fallan en la manera. En un
país donde la miseria es masiva, las balas poco solucionan. Si se van, el pueblo sabe que de nada
sirven hoy, que no pierde nada.
Instalemos el debate en Paraguay
En varios países del continente surgen cuestionamientos contra sus gobiernos por la
experiencia de la MINUSTAH en Haití.
En el 2007, Anderson Bussinger, enviado de la Orden de los Abogados de Brasil (OAB) a
dicho país, realizó un informe contra la acción militar y defendió la salida de las tropas brasileñas, por
ser una típica situación de ocupación militar. “Si Brasil quisiera enviar médicos, profesores y
alimentos a Haití sería otra situación. Ahora, ¿cuál es el presupuesto de la Misión Especial de las
Naciones Unidas? 85% es militar y destinado a las actividades represivas. Esta intervención que
Brasil realiza en Haití es en los moldes de la intervención de los Estados Unidos en otros países.
Bloqueo de barrios pobres, mantenimiento de un estado de coacción moral, presión psicológica, que
yo llamo de asedio militar. No tiene, a mi modo de ver, nada de humanitario.”[9]
Otras acusaciones señalan que la experiencia de las tropas brasileñas en Haití tiene una función
de entrenamiento para la actuación en los conflictos urbanos de Brasil, como las que se desarrollan
en las favelas de de Río de Janeiro. Y también dentro de la MINUSTAH habrían prácticas que rayan
lo mercenario: muchos ejércitos estarían enviando tropas por el dinero que se les paga, en dólares,
pues aún cuando sean escasos los recursos para sostener la intervención por parte de cada país,
siempre aparece la mano caritativa de la potencia del norte[10]:
Según informó el Ministerio de Defensa de Perú, Estados Unidos financiará parte del
entrenamiento y equipamiento de las tropas peruanas que participan en operaciones de paz de la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Haití.
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Según el citado ministerio, el gobierno Washington desembolsó 4,4 millones de dólares por
intermedio de su embajada en Lima para los batallones peruanos integrantes de los Cascos Azules de
la ONU en Haití.
En Argentina, Bolivia, Uruguay y otros países, las críticas están emergiendo cada vez más ante
lo que sucede como consecuencia de las acciones de la MINUSTAH. En Paraguay, sin embargo, las
pocas declaraciones relacionadas son preocupantes. Por ejemplo, durante la última Cumbre del
Mercosur en nuestro país, lo dicho por nada menos que el hasta entonces vicecanciller nacional,
Oscar Rodríguez Campuzano, podrían indicar que no sabía de las tropas paraguayas en la isla.
Cuando le consultaron por qué creía que Brasil había propuesto dar preferencias comerciales a Haití
en la región, respondió: “sabemos que el Ejército brasileño está en Haití y a lo mejor conoce la
situación de ese país” [11].
Más preocupante aún fueron las declaraciones que, sin ninguna repercusión local, realizó la
presidenta chilena, Michelle Bachelet, en su reciente visita al país en julio de 2009. Había dicho que
un buen ejemplo de cooperación multilateral entre Chile y Paraguay, es justamente, Haití: “En el
contexto de Unasur, nosotros hemos encontrado una forma en que hemos entendido una defensa
que puede jugar un rol importante a partir de la experiencia que tenemos varios países como Chile y
Paraguay en Haití”[12].
Lo cierto es que el pueblo haitiano está haciéndose escuchar cada vez con mayor fuerza contra
la MINUSTAH. Finalmente, y como dato no menor, queda la sensación de que nuestras tropas y de
los demás países latinoamericanos, están haciendo el “trabajo sucio” que otras potencias ya no
quieren realizar. La página web de la embajada norteamericana en Uruguay publica una entrevista
realizada al día siguiente del presunto secuestro del presidente haitiano[13] al ex Secretario de Estado
Adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental, Roger Noriega:
Bury: ¿Durante cuánto tiempo estima que permanecerán las fuerzas militares estadounidenses
en Haití?
Noriega: Será una presencia relativamente breve.
Bury: ¿Semanas? ¿Meses?
Noriega: La resolución de esta situación exige, a mi entender, tres meses—no más de eso. Pero
lo que nos resulta muy alentador en nuestro contacto con la comunidad internacional es que existen
bastantes países dentro y fuera de este hemisferio dispuestos a instalar sus fuerzas militares en el
territorio, a permanecer durante años como parte de una misión de la ONU. Estados Unidos no
necesita desempeñar ese papel. Existen otros países dispuestos a hacerlo (…).
¿Estamos los paraguayos y paraguayas “dispuestos a hacerlo”, o a que lo hagan en nuestro
nombre? ¿Saben nuestras autoridades lo que allá está sucediendo? ¿Estamos conscientes de lo que
implica participar de la ocupación de otro país latinoamericano, sin conocer las causas reales que
impulsan esta ocupación? ¿Será para nosotros también que las víctimas de la MINUSTAH son
“daños colaterales”? ¿Aceptaríamos una ocupación militar extranjera si hay “desestabilización”
causada por la miseria? ¿Qué pasó de los recuerdos de haber sido un “mal ejemplo” de desarrollo
autónomo, “corregido” con la guerra de la Triple Alianza? ¿Y de los recuerdos de la estabilidad por la
fuerza y en nombre de la “paz”, impuesta por Stroessner?
Ningún hombre, nacido rojo, negro o blanco, puede ser propiedad de su prójimo, había dicho
Toussaint Louverture, héroe de la independencia haitiana. Todavía muchos se creen dueños de ese
país. Al final, y tal como al principio: ¿Qué hacemos nosotros en Haití?
www.ea.com.py
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Notas
[1] http://www.un.org/spanish/Depts/dpko/minustah/
Todas las revisiones en las citas web tienen como última fecha el 3 de enero de 2010.
[2] Idem
[3] http://www.un.org/spanish/Depts/dpko/minustah/
[4] http://www.rebelion.org/hemeroteca/haiti/040509ent.htm
[5] idem
[6] Minustah reprime manifestación estudiantil por aumento de salarios en Haití, 10/06/2009, ELAC.
http://www.elac.org.br/es/noticias/minustah-reprime-manifestacion-estudiantil-por-aumento-de-salarios-en-
haiti
[7] Ver Derechos Humanos, Haití, Equipo Nizkor. http://www.derechos.org/nizkor/haiti/ Ver
también: Haití: Cuatro años de misión ONU, cuatro años de masacres, 29/09/2008. Alma Giraudo. Identidad
Andaluza http://identidadandaluza.wordpress.com/2008/09/29/haiti-cuatro-anos-de-mision-onu-cuatro-
anos-de-masacres/
[8] “Nuestro Pueblo seguirá resistiendo a las tropas de ocupación de las Naciones Unidas”. Entrevista
al dirigente haitiano Henry Boisrolin, 29/07/2009, Rebelión. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=89329
[9] Ejército Brasileño actúa con represión en Haití, Radioagencia NP.
http://www.radioagencianp.com.br/index.php?option=com_content&task=view&id=2939&Itemid=59 y
Social movements criticiza Brazilian military presence in Haití, 06/19/2009, Agencia Senado Internacional.
http://www.senado.gov.br/agencia/internacional/en/not_820.aspx
[10] Bajo el manto del pentágono. APM, 18/07/07, en
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=53737&titular=bajo-el-manto-del-pent%E1gono-
[11] Paraguay se opone a un plan de Brasil, 20/07/09, Diario ABC Color.
http://www.abc.com.py/abc/nota/5590-Paraguay-se-opone-a-un-plan-de-Brasil/
[12] Chile no piensa formar parte de las FFAA “bolivarianas”, 23/07/09, Diario ABC Color.
http://www.abc.com.py/abc/nota/6621-Chile-no-piensa-formar-parte-de-las-FF.AA.-
%E2%80%9Cbolivarianas%E2%80%9D/
[13] Embajada de los Estados Unidos de América. Montevideo, Uruguay. 05/03/2004.
http://montevideo.usembassy.gov/usaweb/paginas/85-00ES.shtml
http://www.alainet.org/active/35528&lang=es
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