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INTRODUCCION: RESPONSABILIDADES

Mark PLATTS

RALAMAYORIA DELA GENTE, reflexionar y hablar sobre sus libertades


e bastante més agradable que reflexionar y hablar sobre sus
ponsabilidades; de hecho, cuando la idea de responsabilidad
e acto de presencia en reflexiones y conversaciones cotidianas,
; sefial casi inequivoca de que el tema es las responsabilidades
e los otros, y es también seal casi inequivoca de que el objetivo,
consciente 0 no, de tales reflexiones o conversaciones es reafirmar
upuesta superioridad moral de quienes discurren sobre el tema
on respecto a los otros de quienes se habla, es decir, con respecto
"a esos otros culpables.
~ Enun nivel notablemente més tedrico, desde hace mucho tiem-
po se ha reconocido que la mayoria de las libertades sustancia-
les, como las que entrafia la autonomia individual, traen consigo,
Je maneras ciertamente complejas, responsabilidades sustancia-
les correspondientes; sin embargo, creo que se podria decir que,
“desde un punto de vista teérico, el concepto de libertad ha recibido
una atencion mayor y quizé mas fructifera que el concepto de res-
~ ponsabilidad (una idea que tal vez confirmen muchos de los textos
* incluidos en este volumen). Por tal motivo deseo comenzar aqui
examinando algunas de las excentricidades aparentes que surgen
cuando hablamos de responsabilidad.

i
RESPONSABILIDAD, LIBRE ALBEDRIO Y DETERMINISMO

Nuestras précticas morales utilizan el concepto de responsabili-


dad moral, y reflejan la creencia en una distincion entre casos en
que los agentes son moralmente responsables de sus acciones y de
sus consecuencias y casos en que no lo son. Ahora bien, ante la
pregunta de cémo elucidar esta distincion, muchos fildsofos han
contestado que la tinica manera de hacerlo es recurrir al concepto

13
14 MARK PLATTS

de libertad de la voluntad, de libre albedrio. Pero, luego, muchos


de estos muchos filésofos creen haber advertido una dificultad:
porque creer en la existencia de la libertad de la voluntad parece
ser incompatible con la tesis del determinismo. Y dado que creen
en la verdad de semejante tesis, algunos filésofos han llegado a
proponer el rechazo de la institucién de la moralidad, el rechazo
de la préctica que depende de la creencia en una distincién en-
tre casos en que los agentes son moralmente responsables de sus
acciones y casos en que no lo son.
Confieso que mi comprensién de los contenidos de las diversas
tesis “deterministas” que he encontrado dista mucho de lo ideal;
ademas, reconozco —sin vergiienza— que jamas he tenido ni la
mas remota idea de qué seria “el libre albedrio” si existiera tal
cosa, y que jamas he llegado a comprender ni minimamente la
“metafisica oscura y asustadiza del libertarismo”.! ;Por qué no
me da vergtienza? Porque creo que El Gran Debate —libre albedrio
contra determinismo— se basa en una equivocacion, en un error
metodolégico en cuanto a la identificacion de las presuposiciones
de nuestras practicas morales.
El concepto de responsabilidad moral es un concepto muy gene-
ral; la distincién entre casos en los que los agentes son moralmente
responsables de sus acciones y casos en los que no lo son es una
distincion muy general. Tal grado de generalidad en un concepto
0 en una distincién no es en si mismo lamentable; sin embargo, los
conceptos y las distinciones con tal grado de generalidad corren f
el riesgo de ser sometidos a cierto tipo de tratamiento en manos
de los fil6sofos: un tratamiento totalmente abstracto. ;Qué es la
responsabilidad moral?, pregunta el filésofo. ;Cudl es la distincién
entre los casos en que los agentes son moralmente responsables de
sus acciones y los casos en que no lo son?, pregunta. Pero tal vez
la distincién en juego sea resultado, por asi decirlo, de un proceso
de destilacién de muchas otras distinciones mas modestamente
concretas, de tal manera que para elucidarla sea necesario atender
a todas estas otras distinciones mds concretas. ;Cudles son estas
otras distinciones? Son muchisimas, asi que solamente ofreceré al-
gunos ejemplos. En un nivel todavia relativamente general estdn
las distinciones entre acciones intencionales y acciones no inten-
cionales; entre casos en que el agente decidi6 hacer lo que de hecho

1 PE Strawson, Freedom and Resentment and Other Essays, p. 25.


INTRODUCCION: RESPONSABILIDADES 15

asos en que no decidid hacerlo; entre situaciones en las que


ente sabe lo que esta haciendo y situaciones en las que no lo
entre el hecho de que una accién sea intencional y el asunto
os motivos adicionales que tiene el agente al hacerla. Hasta
yo veo, ninguna tesis determinista amenaza estas distin-
.Y en un nivel mucho menos general estd la distincion, por
plo, entre “por accidente” y “por equivocacion”: jacaso son
entes?? Comparto con mi vecino el gusto por los gatos: yo
un gato completamente negro, él uno todo negro excepto
un diamante blanco en la cabeza. Mi gato es viejo, esta enfer-
7 sufre mucho; asi que una noche decido matarlo con un arma
fufuegoen eljardin. Para que mi punteria no falle en la oscuridad,
gis le marco en la cabeza un diamante blanco. Regreso a
por mi pistola, salgo de nuevo al jardin, levanto la pistola
aro. Aqui surgen dos escenarios posibles: en un caso veo
i gato, le disparo a él, pero en el mismo instante se mueve y
‘expuesto al gato de mi vecino; resultado: mi vecino ya no
2 gato; en otro caso, veo un gato con un diamante blanco en
beza, creo que es mi gato marcado, le disparo y resulta ser el
de mi vecino; el mismo resultado: mi vecino ya no tiene gato.
le diré a mi vecino? En el primer caso, que maté a su gato
accidente; en el segundo, que fue por equivocacion. Aunque
emplo es ridiculo, la distincién que ejemplifica no lo es: los
dos de responsabilidad varian entre los dos casos, y la misma
ariaci6n se encuentra en casos reales que no tienen nada de ridicu-
. Pero, ;se deben estas variaciones en grados de responsabilidad
diversos grados de “determinismo” entre los casos? Desde luego
e no: nuestras practicas concretas de atribuir responsabilidad
noral no tienen nada que ver con El Gran Debate —libre albedrio
nte a determinismo— porque nuestras practicas de hacer tales
ibuciones se basan en cuestiones y distinciones magnificamente
ncretas, de este mundo, libres de connotaciones metafisicas.

II
ELEMENTOS DE LA RESPONSABILIDAD

Si bien es importante abandonar cualquier tratamiento comple-

2 Véase J.L. Austin, Philosophical Papers, p. 133, nota 1.


16 MARK PLATTS

tamente abstracto de un concepto como el de responsabilidad,


también lo es reconocer la posibilidad de hacer alguna reflexién
medianamente abstracta sobre dicho concepto: no tenemos por qué
contentarnos con “por accidente/por equivocacién” y multiples
distinciones especificas similares; sin volver a la oscuridad metafi-
sica podemos tratar de reflexionar, por ejemplo, sobre lo que Ber-
nard Williams ha llamado los “elementos” de la responsabilidad,’
elementos cuyo funcionamiento variable se refleja precisamente en
las distinciones especificas analogas que acabamos de mencionar.
Con base en un anélisis de ciertos incidentes narrados por Ho-
mero, Williams se propone identificar “los elementos basicos de
cualquier concepcion de responsabilidad”:

que en virtud de lo que hizo, alguien haya provocado una situacién


mala; que ese alguien haya tenido la intencién o no de provocar esa
situacién; que estuviera o no en un estado mental normal cuando la
provocs; y que sea asunto suyo, si acaso es de alguien, compensarla.
Podriamos llamar a estos cuatro elementos causa, intencion, estado y
respuesta.

En breve volveré a los elementos planteados por Williams, pero


primero quiero sefialar una omisién aparente en la lista que nos
ofrece.

111

RESPONSABILIDADES, OBLIGACIONES Y PAPELES

La mayoria de las discusiones filoséficas sobre la responsabilidad


empiezan, siguen y terminan examinando la distincién entre casos
en los que los agentes son moralmente responsables de sus accio-
nes y consecuencias y casos en los que no los son; pero un vistazo
a cualquier diccionario de inglés comtn y corriente mostrara que
esta nocion de lo que podria denominarse “responsabilidad por las
acciones y sus consecuencias” dista de abarcarlo todo, y podria ni
siquiera incluir lo basico. Asi, por ejemplo, el diccionario Chambers
(Edimburgo, 1993) dice —en inglés— algo que equivaldria a:

3 B. Williams, Shame and Necessity, p. 55.


INTRODUCCION: RESPONSABILIDADES 17

abilidad calidad de ser responsable; tarea o cargo del que alguien


onsable [ . .. ]. responsable se dice del que estd sujeto a responder
ir cuentas por tener a su cargo o bajo su control. ..

es son responsables del bienestar de sus hijos, un profesor


\cacién de sus alumnos, un doctor del cuidado médico de
ientes. Tales responsabilidades —que podrian denominar-
sponsabilidades de un cargo”’—* pueden ser directamente
tes para la cuestién que Williams plantea de “responsabi-
las acciones y sus consecuencias”: el grado de responsa-
de un agente por “una situacién mala” que ha provocado
umentar significativamente si el hecho de haberla pro-
entrafia una transgresion de las “responsabilidades de su
)” (piénsese en el abuso de los hijos por parte de los padres).
4 las “responsabilidades del cargo” de un agente no sean
la suma de las obligaciones, los deberes y los requisitos
derivan de los distintos “papeles” que desemperia; 0 tal vez
aciones conceptuales en este caso sean bastante menos sen-
De cualquier modo me parece que podemos suponer que al
muchas obligaciones son ejemplificaciones de “responsa-
ades de un cargo”.
ora bien, frente a la pregunta de cémo elucidar el concep-
e obligacién moral, muchos filosofos han contestado que la
ica manera de hacerlo, ejemplificada en las raices histéricas del
cepto, es en términos de mandamientos divinos u érdenes so-
turales, como en las morales teoldgicas de los estoicos, los
{os y los cristianos. Pero, luego, muchos de estos filésofos han
rvado que hoy en dia mucha gente no creyente sigue usando
oncepto de obligacién moral; y asi algunos de ellos han con-
0 que por lo menos esa gente deberia rechazar este elemento
e la institucién de la moralidad, deberia rechazar la creencia en
existencia de obligaciones morales.
onfieso que lo que comprendo de las teorias teoldgicas es
nejante a lo que comprendo de “la metafisica oscura y asus-
a del libertarismo” y a lo que comprendo del concepto de
e albedrio. Pero no creo que esta incapacidad mia sea un estor-
insuperable para hacer una evaluacién razonable de este tipo

1 Cf. HL.A. Hart sobre “la responsabilidad que imponen los papeles”, Pun-
shment and Responsibility, pp. 212-214.
18 MARK PLATTS

de escepticismo filos6fico acerca de nuestra institucién de la mo-


ralidad: porque creo, de nuevo, que este escepticismo se basa en
errores metodolégicos en cuanto a la identificacién de las presu-
posiciones de nuestras practicas morales.
El concepto de obligacién moral es muy general; por lo tanto,
corre el riesgo —como el concepto de “responsabilidad por las
acciones y sus consecuencias”— de recibir un tratamiento total-
mente abstracto en manos de los filésofos. Sin embargo, en el caso
del concepto de obligacién moral y quiz de manera mas general
en los casos de las “responsabilidades de un cargo”, entra mas cla-
ramente en juego otra propensién filoséfica: la tendencia a buscar
una teoria unificada y uniforme del asunto en cuestién, una teorfa
monolitica, la tendencia a imponer una idea predilecta a la gama
de fenémenos estudiados. Y asf surge, en buena medida, la histo-
ria de la ética: la moralidad —toda la moralidad— como producto
de la raz6n humana en su uso a priori (Kant), como producto de
la raz6n humana en su uso perceptivo (Sécrates), como produc-
to de Dios (Locke), como producto de los sentimientos humanos
(Hume), como producto de las consideraciones de utilidad social
(JS. Mill). En este contexto son pertinentes las siguientes palabras
de Strawson acerca de mi afirmacién de que los filésofos de la
moralidad ni siquiera han tenido éxito en la tarea de identificar
correctamente su objeto de estudio:

Me inclino a coincidir con él en que la tarea esta inacabada; y a pensar,


ademés, que larazén por la que se encuentra asi reside en la compulsién
tipicamente filoséfica de buscar y encontrar la raiz de la institucién en
una fuente singular y unitaria, sea ésta la razon, Dios, las emociones
humanas, la utilidad social 0 alguna otra monada filoséfica.’

Frente a esa propension filosofica, y frente a la historia de la


ética a la cual se ha dado lugar, hay que insistir —y volver a ha-
cerlo cuantas veces sea necesario— en la necesidad de dejar que,
como contrapeso, la diversidad de los datos concretos hable por si
sola. Y ante la propuesta especifica de que la tinica manera de en-
tender el concepto de obligacién moral —y quiz, mas en general,
el concepto de “responsabilidades de un cargo”— es en términos
de mandamientos divinos, de érdenes sobrenaturales, hay que in-

5 PF Strawson, “Mark Platts on the Metaphysics of Morals”.


INTRODUCCION: RESPONSABILIDADES 19

la importancia de tres datos modestamente concretos: el


hecho” de la existencia de cédigos de “ética profesional”;
hecho” mds general de la existencia de consensos notables
5 obligaciones morales que una persona puede contraer
a algtin cargo, alguna posicién o incluso alguna relacién
s personas; y el “mero hecho” de que éstos son “meros
de que en ellos no hay nada misterioso, teolégico o meta-
na vez que abandonemos la busqueda de una explicacién
olitica de la obligacién moral en tanto determinada por algu-
todologia completamente abstracta, estaremos en libertad
ntrarnos en realidades concretas de este mundo en cuyo
se pueden desempenar distintos papeles especificos y
distintos tipos de relaciones; de este modo el camino
despejado para lograr una comprensién comtin y corriente
obligaciones y otras “responsabilidades de un cargo” que
desprenderse de esos papeles y relaciones en el marco de

forma de apreciar la necesidad de considerar las muchas


as en que los elementos de la responsabilidad hasta ahora

gency] y laresponsabilidad que es tan patentemente popular


0 triste y excesivamente simple. Segtin esta imagen sélo hay
posibilidades: que la aparicion de la “situacién mala” fuera
ineludible o inevitable como los eclipses, las mareas, los terre-
s y las erupciones volcanicas, porque estd mas alla del control
te o futuro de la voluntad humana; o que la “situacion mala”
rovocada por algtin agente (0 agentes) humano(s), que por
es (son) tanto responsable(s) de esa situacion como culpable(s)
berla provocado.
Una dificultad de esta imagen es que depende de la expresion
evitable”, que con toda razon ha sido caracterizada como una
MARK PLATTS

“expresién clave escurridiza”.® Sospecho que la comprension re-


flexiva de esta expresion exige, en al menos la abrumadora mayorfa
de sus usos cotidianos, su relativizacién a tiempos, lugares y per-
sonas, entendiendo este tltimo pardmetro de modo que incluya
los conocimientos y las capacidades fisicas y mentales de la gen-
te. Ademads es verdad que otro componente clave de esta imagen,
el de culpabilidad, también dista de ser sencillo. Quiz, para los
propositos de este texto, baste con una breve cita de la discusién
de Williams sobre tal componente:

Lo que despierta la culpabilidad en un agente es un acto u omisién de


un tipo tal que suele provocar la ira, el resentimiento o la indignacién
de otras personas. Lo que el agente puede ofrecer a fin de revertir esto
esla Fepazaciing también puede temer el castigo o puede infligirselo él
mismo.”

Pero el error principal (y de principios) de esta imagen de la capa--


cidad de accién y la responsabilidad se podra apreciar al examinar
un ejemplo instructivo.
Durante algunos decenios se ha prestado cada vez més atencion
alos casos en que, lejos de beneficiar a los pacientes, la practica mé-
dica realmente les causa dafio} Dicha atencién no se ha restringido
al dano “iatrogénico”, etimolégicamente hablando (dafio “causa-
do por un médico”), semanticamente hablando (“enfermedad o
sintomas inducidos en un paciente por el tratamiento o los co-
mentarios de un médico”), o histéricamente hablando (una enfe
medad “que tiene una manifestacion primordialmente psicolégi
causada por el diagndstico de un médico”®). En lugar de ello, e
atencion ha abarcado a todos aquellos agentes y acciones que i
tervienen en la practica médica: desde los médicos, las enfermeras
y los técnicos, hasta la gente que prepara comida para hospitales,
los que manejan los desechos médicos (especialmente, desechos
biolégicos infectocontagiosos), o los que reemplazan los tanques
de los gases que se utilizan en el hospital. Pero en el extenso cam
po de interés se pueden distinguir, sin problemas, algunos asuntos
de importancia central: las reacciones adversas a medicament

© A. Pap, “Determinism, Freedom, Moral Responsibility, and Causal Tal


p:212,
7B. Williams, op. cit., pp. 89-90.
8 E.Bleuler, Textbook of Psychiatry (1924).
INTRODUCCION: RESPONSABILIDADES 21

Jos errores de los médicos al recetar medicamentos; las


psicolégicas adversas a los diagndsticos de los médicos;
cciones nosocomiales (infecciones adquiridas en un hos-
s cirugfas innecesarias; la negacién del cuidado médico
0 (consultas, pruebas, tratamientos, cirugfas). Unas cuan-
disticas de Estados Unidos nos ayudaran a entender que no
de asuntos de interés menor o pasajero: aproximadamente
los ingresos hospitalarios son resultado de efectos adver-
agnéstico o tratamiento; durante la hospitalizacion hasta
fe los pacientes sufren complicaciones relacionadas con
cién médica o de enfermeria; las infecciones nosocomiales
a unos tres millones de pacientes al afio y causan alrededor
00 decesos.’
los decenios de 1950 y 1960, los “dafios iatrogénicos” se
eron como las secuelas de la practica médica competente y
, y se los veia como “el precio que tenemos que pagar por
0 moderno de la enfermedad”, una frase que se ha vuelto
0 Asi definido, el “dafio iatrogénico” no parecia en abso-
problema moral: era ineludible, inevitable, si queriamos
ir con el “manejo moderno de la enfermedad”. (;Y quién,
Tlich, se habria atrevido a dudar de la necesidad de esto?)
ualquier estipulacién semejante de la definicién de la in-
dad del “dafio iatrogénico” a los problemas éticos invita a
tear una pregunta sencilla: asf entendido, ;cuénto del dafio
préctica médica causa vale como “dafio iatrogénico”? Mas
eral, ;cudnto del dafio causado por la practica médica es
nente inevitable (aun dando por buena la supuesta necesidad
anejo moderno de la enfermedad”)? Y, lo que es més impor-
aqui, si reconocemos que de hecho una cantidad significativa
afio causado por la medicina se puede evitar, jen tales casos
acuerdo con la descripcion de la capacidad de accién y la res-
ilidad que estamos examinando, tendriamos que atribuir
lidad a uno o a varios de los agentes involucrados?
Un estudio de once afios realizado en Estados Unidos por el
0 de Control de Enfermedades [Center for Disease Control],
a eficacia en el control de infecciones nosocomiales, revel
mas 0 menos el 32% de los tres millones de casos anuales

9 Véase V.A. Sharpe y A.L Faden, Medical Harm.


~ 10 D.P. Barr, “Hazards of Modern Diagnosis and Therapy —The Price We Pay”.
22 MARK PLATTS

de infecciones nosocomiales eran evitables;!! el Harvard Medical


Practice Study publicado en 1991 sugirié que casi el 70% de las
complicaciones iatrogénicas que ocurren en Estados Unidos eran
evitables.!? ;Se puede decir seriamente que en todos esos casos
hay culpables a quienes se debe buscar? O considérese un asunto
relacionado: ja quién se debe atribuir la culpa por el hecho de que
menos de un tercio de los distintos tipos de tratamiento médico se
fundamentan en evidencia experimental sélida?'3
En términos un poco mds especificos, considérense los tipos
de cosas que se ha descubierto que reducen significativamente
la incidencia del dafno médico; por ejemplo, la incorporacién de
la formacién en farmacologfa clinica durante los afios de prepa-
racién clinica de los estudiantes de medicina, el uso de sistemas
computarizados de prescripcién de medicamentos que limitan las
opciones que un médico tiene en cuanto a farmacos y dosis, y (un
nivel mas arriba) la puesta en marcha de programas de vigilancia
activa para determinar la incidencia y las causas de los tipos mas
importantes de dafios médicos, asi como para documentar la efica-
cia de las estrategias preventivas.'* ; Acaso el éxito de tales lineas
de accién al revelar el carédcter evitable de buena parte del dafio
causado por la practica médica alienta a la busqueda de culpables
en las situaciones anteriores?
Hay, desde luego, casos de dano médico causado por cosas como
el dolo, la corrupcién o la verdadera negligencia criminal que exi-
gen recurrir al concepto de culpabilidad; pero lo que la diversidad
de tipos de dafio médico pone de relieve es la necesidad de dis-
tinguir entre diferentes tipos y niveles de responsabilidad, sélo en
unos cuantos de los cuales serfa apropiado hablar de culpabili-
dad. Esta es una cuestién conceptual, y como tal difiere bastante
del asunto innegablemente importante de las consecuencias ad-
versas que se presentan a veces cuando se habla de culpabilidad,
como el hecho de que, por motivos prudenciales, los trabajadores
de la salud oculten la magnitud y la gravedad del dafio médico.
Lo conceptual tiene que seguirse examinando.

II RW. Haley et al., “The Efficacy of Infection Surveillance and Control Pro-
grams in Preventing Nosocomial Infections in US Hospitals”.
12 TA. Brennan et al., “Incidence of Adverse Events and Negligence in Hospi
talized Patients”.
13 Véase V.A. Sharpe y A.L. Faden, op. cit., cap. 10.
4 Ibid., cap. 11.
INTRODUCCION: RESPONSABILIDADES 23

\%
ION Y CAUSA: “RESPONSABILIDAD SIN CULPA” Y RESPONSABILIDAD
POR LOS ACTOS DE OTROS

acién como un elemento de responsabilidad, Bernard


dice que es el componente basico: “los problemas rela-
os con los otros s6lo pueden surgir en relacién con el hecho
in agente sea la causa de lo que ha sucedido”. Sin em-
ae:

0s que reconocer que en el derecho moderno hay reglas de res-


idad sin culpa bajo las cuales la gente puede ser considerada
onsable penalmente no sélo por consecuencias que no tuvo la
i6n de causar [...], sino también, en algunos casos, por con-
cias que ni siquiera caus. As la gente puede ser sancionada
brantamientos de reglas que sus empleados han cometido en
de sus intenciones."® :

el problema es hasta cierto punto terminoldgico, creo que


s mezcla dos ideas que difieren de un modo importante.
derecho anglosajén, en los Gltimos cien afos se ha de-
0 el concepto de delitos de “responsabilidad sin culpa”
so de tales delitos penales, la condena no exige mostrar
agente hizo intencionalmente lo que la ley prohibe o que
erlo evitado si hubiese procedido con mayor cuidado.
ordinaria de los delitos en cuestién revela que muchos
e no todos ni mucho menos— son menores y pueden ser
os imponiendo una multa, al parecer muy semejante a lo
re con las faltas administrativas: vender whisky a una
a ebria; vender alimentos adulterados; dar menos que el
cto en la venta de ciertas mercancias; portar un pasaporte
lo; estar en posesién de drogas; conducir peligrosamente;
er un seguro contra accidentes adecuado; desobedecer las
de transito; contravenir las leyes de seguridad industrial y
salariales; infringir los reglamentos de construccién; de-
exuales que tienen que ver con menores que no han llegado

iB; Williams, op. cit., pp. 56-57.


if
24 MARK PLATTS

ala edad a partir de la cual es vélido el consentimiento que se da


para tener relaciones sexuales;'® la bigamia; y la blasfemia.
Es cierto que hay una muy buena pregunta, como H.L.A. Hart
lo plantea,'” en cuanto a la admisibilidad o no de ciertas excusa
como la coaccidn, el “automatismo”, o la demencia. Este es
caso limite en lo que se refiere a la pregunta, de obvia importancic
general y de interés particular para Williams, sobre la naturale-
za del “estado mental normal” de los agentes cuando acttian. En
relacion con el piiblico hispanohablante —acostumbrado a la tra
duccién del término inglés strict liability como “responsabilidad
objetiva”—, también es de especial importancia subrayar la dife-
rencia entre la cuestién de la “responsabilidad sin culpa”, como un
elemento que se encuentra en ciertos cédigos juridicos, y la cues-
tién de la doctrina de la “responsabilidad objetiva”, defendida con
tanta vehemencia y enredo por el Presidente del Tribunal Supremo
Oliver Wendell Holmes.!8 Holmes afirmaba que, al aplicarla pena
la ley no consideraba las intenciones reales del acusado, sino que
mas bien se le asignaba la intencién que se consideraba que una
persona media, poseedora de una cultura media, tendria al actuar
como el acusado lo habia hecho. A esa doctrina le interesa la inten-
cin artificialmente atribuida del agente; y mds al grano: la practice
de atribuir “responsabilidad sin culpa” sigue sin pronunciarse so-
bre la cuestion de los contenidos de cualesquiera intenciones.
yy Por otro lado, la responsabilidad por los actos de otros no se
eticuentra a menudo en los sistemas modernos de derecho penal,
‘aunque si es comun en todos los sistemas de derecho civil: la
gente tiene que pagar una compensacion por los dafios causados
por otros, normalmente sus empleadosy Sin embargo, como Hart
lo sefiala,'” las leyes de la mayoria de los paises van atin mas lejos,
y exigen que una persona pague una compensacion por el dafio
sufrido por otros, aunque ni él ni sus empleados lo hayan causado:
como en el caso, por ejemplo, en el que, sin haber negligencia de mi
parte ni de la de mis empleados, los felinos que comparten su vida

1 Cfr.]. Feinberg, Doing and Deserving, p. 224, sobre “el viejo delito penado en
el derecho inglés de separar a una joven soltera, menor de 16 afios, del lado de su.
padre (con propésitos ilicitos) sin el consentimiento del padre”. }
7 H.L.A. Hart, op. cit., p. 242. . Jin
8 The Common Law (1881), conferencia II, “The Criminal Law” [El derecho
penal].
19 H.L.A. Hart, op. cit., p. 216.
INTRODUCCION: RESPONSABILIDADES 25

igo logran escapar de mi zooldgico privado y luego atacan


vajemente al muy querido periquito de mi vecino.
(Qué diferencia hay entre la préctica de atribuir responsabi-
d por la accién de otros y la identificacion (evidentemente
usta) de chivos expiatorios? La respuesta, tal vez insinuada
Williams, no es dificil de imaginar: las responsabilidades
las acciones y las consecuencias del proceder de otros, o in-
luso s6lo por situaciones deplorables, surgen como consecuencia
0s tipos de “responsabilidades del cargo” antes mencionados.
ido a ciertas consideraciones bastante generales que sugieren
leseabilidad extrema de hacer casi cualquier cosa para reducir
robabilidad de distintas situaciones deplorables, quiza junto
n otras consideraciones generales relacionadas con los placeres,
beneficios, e incluso los privilegios, las “responsabilidades del
cargo” de un empleador (o del propietario de una mascota) se
aducen en la posibilidad de que existan los tipos razonables de
Ce por las acciones de otros que estamos examinan-
"do. Tal vez merezca la pena sefialar que mientras que este tipo de
~ explicacion puede usarse fécilmente para explicar muchos casos *
de atribucion de “responsabilidad sin culpa”, parece tener menos
i posibilidades de explicar algunos de los casos més serios de tal
clase de atribuciones de responsabilidad, como los casos de las re-
§ laciones sexuales con alguien que no ha alcanzado la edad a partir
de la cual su consentimiento vale. Si bien hay muchas similitudes
conexiones entre los conceptos de “responsabilidad sin culpa” y
j sponsabilidad por las acciones de otros, sigue habiendo buenos
motivos para distinguirlas.
Dando por hecho que no existe algo como la “culpabilidad por
las acciones de otros”, entonces, como Joel Feinberg lo ha sefa-
~ lado,*! la responsabilidad por las acciones de otros tra la
~ posibilidad otra In sopraabilidad de lo culpabilidadLa
objecién de que esto solo muestra que la nocién de responsabili-
dad por las acciones de otros es una nocién puramente legal que
~ carece deimportancia para la cuestion de la responsabilidad moral
se tocard al final.

20 B, Williams, op. cit., pp. 56-57.


21 1, Feinberg, op. cit., p. 231.
26 MARK PLATTS

VI
LOS SISTEMAS Y LA ACCION COLECTIVA

Aleescribir sobre c6mo recientemente se ha centrado la atencién en


el “mejoramiento continuo dela calidad (MCC) y la administracién
de calidad total” como esquemas para reducir la frecuencia yla
gravedad del dafio médico, Virginia A. Sharpe y Alan I. Faden?
subrayan lo siguiente:

esto se basa en la premisa de la capacidad de accién colectiva o en


una “teorfa de la causacion de enfoque sistémico”. Un “sistema” es
“un grupo interdependiente de elementos, personas o procesos con
un objetivo comin”. El objetivo comin en lo que se refiere al cuidado |
de la salud es beneficiar al paciente y evitarle dafios. La informacién
empirica proveniente tanto de la industria como del sector de atencién 3
a la salud indica que hasta un 75% de los errores tienen su origen
en deficiencias del sistema. Desde esta Optica, el objetivo del MCC es
“determinar qué sali mal, en lugar de identificar a quién hay que
culpar”.

Esta “premisa de la capacidad de accién colectiva” se acomparia


de “un ethos de la rendicién de cuentas colectiva”:

En la teoria de MCC, no se abandonan las atribuciones de responsa-


bilidad moral, lo que sucede simplemente es que en lugar de llevar el
estigma de la culpa, llevan el de la rendicién de cuentas]. . . ]. Se espera
que los individuos (y las organizaciones) mejoren su desempefio todo
el tiempo, no simplemente como respuesta a quejas o crisis. En un siste-
ma en el que todos los que intervienen en el proceso de atencién deben
responder o rendir cuentas a todos los demas miembros en aras del fin
Gltimo del bienestar del paciente, el potencial para el “oportunismo”
—estoes, el potencial para que las instituciones o los individuos tengan
un desempefio deficiente sin consecuencias— es limitado. }

Sharpe y Faden llegan asi a proponer una versién de MCC en


la que “la premisa de la capacidad de accién colectiva o una “teo-
ria de la causacion de enfoque sistémico’” se combina con lo que
denominan “un esquema de compensacién sin culpa (o de res-
ponsabilidad sin culpa) para resarcir dafios médicos”, un fondo

2 V.A. Sharpe y A.L Faden, op. cit., pp. 141-145.


INTRODUCCION: RESPONSABILIDADES 27

de compensacién para pacientes que hace caso omiso de la culpa-


bilidad y cuya puesta en marcha se considera que tiene ventajas
importantes tanto para los pacientes como para los trabajadores
de la salud.
Pese a la engafiosa referencia al estigima de la rendicién de cuen-
tas, es evidente que a Sharpe y a Faden no les interesa nada que
tenga que ver con el castigo penal; no obstante, la idea casi orwel-
liana de que “todos los que intervienen en el proceso [...] deben
responder o rendir cuentas a todos los demds” quiz nos recuerde
una analogia con la época en que las condiciones rudimentarias
exigian que la funcion de vigilar a un grupo y mantener el orden
en él se impusiera a los propios grupos locales mediante lo que
Feinberg llama un sistema de “garantia universal obligatoria”:?
un sistema, por asi decirlo, de garantes grupales obligatorios. Asi,
por ejemplo, entre los primeros anglosajones se consideraba que
el hombre més confiable era aquel que permanecia en el pueblo
donde vivian sus multiples parientes, pues éstos constituian las
garantfas que asegurarian su buena conducta. Este antiguo sis-
tema de responsabilidad asociada al parentesco se perdi6 con el
establecimiento del feudalismo cristiano y la apertura de las co-
munidades antes cerradas y aisladas que trajo consigo; ahi surgi6
entonces un nuevo sistema de garantia obligatoria basada en la
vecindad més que en el parentesco. Se asignaba a cada individuo
a un grupo de un vecindario cuyos demds miembros se hacian
responsables de la conducta de dicho individuo: si un grupo de
garantia no entregaba a uno de sus miembros cuando éste tenia
que hacer frente a acusaciones penales, cada miembro del grupo
serfa multado y ocasionalmente cada uno de ellos estaria obligado
a hacer la compensacion por el delito cometido. No obstante, en
las condiciones modernas, subraya Feinberg, el sistema de garan-
tfa no podria funcionar de la manera deseada pues los grupos de
garantia, estando sujetos a renovaciones de personal extremada-
mente rapidas, “carecerfan de la cohesi6n y la solidaridad necesa-
rias para poder ejercer mucha influencia en sus miembros o contro-
larlos”.
(Como se supone entonces que ha de funcionar el modelo de la
responsabilidad colectiva sin culpa o falta propuesto por Sharpe y

2 7, Feinberg, op. cit., pp. 238 y ss.


28 MARK PLATTS

Faden? Es de imaginar que la “influencia o control” se ejerza exi-


giendo a todos los demds que respondan o rindan cuentas, aunque
sea una rendicién de cuentas sin culpa; y que “la cohesion y la so-
lidaridad necesarias” surjan del objetivo comin de beneficiar al
paciente cuidando su salud y eviténdole dafios. Quiza podria pro-
moverse la rendicién de cuentas a todos los demas si j

las directivas de las instituciones y las organizaciones cuyo cometi-


do es el cuidado de la salud manifestaran su voluntad de abandona v
la préctica de culpar, en favor de [... un] sistema de incentivos [...
orientados a otorgar recompensas por la cooperacién en lugar de cas
tigos por el incumplimiento.? .

Pero aun pasando por alto la tendencia de los sistemas de ince Li


tivos diferenciales a convertirse en sistemas de castigos, surge en-
tonces una amenaza para “la cohesién y la solidaridad necesarias”:
el supuesto objetivo comiin de beneficiar al paciente y evitarle da-
fos se ve amenazado en estas circunstancias por el interés personal
de tipo econémico del individuo (sea ese “individuo” auténtico o
s6lo un elemento de la organizacién), y la supuesta rendicién d
cuentas a todos los demds se ve amenazada en estas circunstan:
cias por la consecuentemente motivada “rendicién de cuentas” a
los agentes o representantes de la “directiva”, que pone en marc a
el sistema de incentivos. ;Por qué, por ejemplo, se deberia Supo-
ner que los trabajadores de la salud son tan diferentes de otros

son “definitivamente de la idea de que sus valores y los de sus or-


ganizaciones son muy similares” (Theodore Zeldin, Oxford Toda
1999)? Bien podriamos querer examinar las fallas de los trabajado
res de la salud en el cumplimiento de las “responsabilidades de st
cargo” dentro de un sistema de salud en aquellos casos en que n
hacen a un lado sus propios valores especificos mientras desemp
flan alguna funcién en dicho sistema; pero esto seguramente tiene
que ver con la responsabilidad individual, no con la “colectiva”, y
es algo que con frecuencia invitaria, justificadamente, a hablar de
culpa o incluso de culpabilidad.

2 VA. Sharpe
pe ¥ y A.L Faden, op.P cit., Pp. 144.
INTRODUCCION: RESPONSABILIDADES 29

VII

ESTRUCTURAS Y RESPONSABILIDADES SOCIALES

vez Hilary Putnam me hizo la observacién de que la pobreza


que la gente le hace a la gente. Esta observacion es una répli-
udable a cualquiera que afirme que la pobreza es inevitable,
l vez tan natural como los terremotos y las mareas; sin embargo,
ario interpretarla con ciertas reservas. En primer lugar, no
que la gente le hace a la gente es intencional; en segundo
r, muchas de las cosas que la gente le hace a la gente requieren
ultiplicidad de agentes y a menudo cierta capacidad de ac-
olectiva; y, en tercer lugar, tal como se ejemplifica en el caso
pobreza, muchas de las conexiones entre acciones humanas
consecuencias que éstas tienen para los demds tienden a ser
as, tienden a manifestarse a través de distintos sistemas
turas sociales, a través de varios rasgos de las formas de
acién social. Aqui es ttil un ejemplo extremo: el de las
runas. En contra de lo que muchos pensaban (y muchos si-
pensando), Amartya Sen mostré hace unos veinte afos que
cl simas hambrunas no ocurren por la insuficiencia de la can-
d total de alimento disponible, sino mas bien debido a ciertas
cturas sociales que determinan su distribucién (en especial
e él ha denominado “relaciones de titularidad” en la socie-
en cuestién).” Ahora bien, en el contexto de la observacion de
, (qué distintos tipos de responsabilidad tienen realmente
iferentes tipos de grupos e individuos en la existencia de la
eza en su sociedad?
Entre las muchas cuestiones que pueden determinar la respon-
dad, y el grado de responsabilidad, de un agente dado A en
nto a la existencia de alguna “situacién mala” provocada por
as acciones de multiples agentes en el contexto de ciertas estruc-
sociales determinadas, podriamos distinguir las siguientes:
(0) ¢Esla existencia de la situacion mala el objeto intencional de
alguna accién de A o de alguna accién de otro agente? (Creo
que fue el juez Kennedy quien, en las audiencias del Tribunal
Supremo de Estados Unidos después de las elecciones de

- 25 A. Sen, Poverty and Famines.


MARK PLATTS

2000, coment6 que hasta un perro sabe la diferencia entre


ser pateado y que alguien tropiece con él.)
¢Es la existencia de la situacion mala el objeto intencional
alguna decision deliberada de A o de algun otro agente?
(iif) ¢
previsible, de una accion de A o de una accién de algin ofr
of
agente?
(iv) ¢Cudl es la contribucién causal de A, si es que tiene al
a la existencia de la mala situacion? Como Feinberg lo dice
en los casos de empresas claramente conjuntas, esto impli
evaluar “varias dimensiones de contribucién inconmensu
rables”,?® por ejemplo, los grados de iniciativa, la dificult
oel carécter crucial que como causa tienen las subtareas asig-
nadas, y los grados de autoridad.
(v (Hasta qué punto es mala la “situacion mala”?
~

(vi) (Cudnto, si es que algo, se beneficia, gana o se aprovecha


A con la generacién de la situacion mala? (Pensemos, pot
ejemplo, en lo poco que se paga por la ayuda doméstica.)
(vii) Independientemente de lo relacionado con las acciones in-
tencionales de A (i), sus decisiones deliberativas (ii), y
conocimiento de los efectos de la accién (iii), se identi
A con los valores, los deseos y las preferencias que de
cho se manifiestan en la generacién de la situacién mal
(Piénsese en los médicos que, aun sin participar en ella, si
patizaban con la practica nazi de la experimentacién méd
sobre la hipotermia; o, en un plano mds general, piénsese
el porcentaje desproporcionadamente elevado de médi
alemanes que fueron miembros del partido nazi.) Esto si
para subrayar la importancia de una cuestién que, si se
terpreta de manera apropiada, puede realmente ser dis
de (i), (ii) y (iii): :
(viii) ;Sabe A lo que se estd haciendo realmente cuando se pro
ca la situaciéon mala? (Remover ese conocimiento es, en m
opinion, parte de lo que se propone Putnam cuando hace
observacién.) Esta cuestién es muy distinta de la siguien

2 J. Feinberg, op. cit., p. 246.


INTRODUCCION: RESPONSABILIDADES 31

¢Estaba A en un “estado mental normal” en el momento en


~ que cometié u omitié algunos actos concretos?
¢Existe alguna posibilidad realista de que A (0 de que algtn
grupo de agentes, que tal vez incluya a A) mejore la situacién
mala causada, la elimine una vez que ocurrid, o evite que
suceda?
(Hay alguna posibilidad realista de que A (o de que algtin
~ grupo de agentes, que tal vez incluya a A) modifique las
~ estructuras sociales que de otro modo estarian actuando en
la produccién de la situacién mala?
(Coopera A de algiin modo en la generacién de la situacién
~ mala, o simplemente no ofrece resistencia a que se produzca?
~ Encualquiera de estos casos, jes su accién uomisién del todo
voluntaria, libre de todo tipo de coercion?
(Qué otras intenciones tiene A (si es que las tiene), al actuar o
~ no actuar, que sean pertinentes para la existencia de la mala
situacién?
Independientemente de las cuestiones causales como (i), (ii),
(iii), (iv) y (xii), ;estd A en posicién de compensar a quienes
pagan el costo mas elevado por la existencia de la situacién
mala?
La pobreza es algo que unos le hacen a otros; pero no todos lo
acen —en contra de la creencia perversa, no es algo que la gen-
pobre en general se haga a si misma—, y no todos los que lo
cen hacen lo mismo y de la misma manera. Aun cuando haya
30 de verdad (en oposicién a la charlataneria retérica) en decir
todos somos responsables de la pobreza, seria bastante mas
distinguir los diferentes tipos de responsabilidad, las distin-
configuraciones de responsabilidad, que de ningin modo son
unes a todos.
e hecho, el problema es todavia més complicado. La promi-
ia que reconocemos en cualquiera de las cuestiones que aca-
amos de enumerar se relaciona inevitablemente con los puntos
ista que pudiéramos sostener en cuanto al caracter apropia-
del Estado, su maquinaria legal, y las libertades individuales:
0 Williams lo ha subrayado,” no hay una concepcién com-
11

~ 7 B. Williams, op. cit., Pes.


32 MARK PLATTS

pletamente previa de las responsabilidades “puramente mora


esperando por su delimitacion. Un Gltimo ejemplo es instructiv
en este caso: cl de las responsabilidades morales o éticas de lo
investigadores académicos en una sociedad auténticamente
mocratica; en relacién con dichas responsabilidades lo que aq
interesa no son las limitaciones morales o éticas que se impor
la investigacién posible, sino como se usan sus resultados. En
sociedad democritica, esto deberia estar determinado por la so
dad en su conjunto; para que esto sea posible, la “popularizaci
de la investigacién actual y sus resultados —tan bien ejempli
da en una de las multiples dreas de interés que abarca la obr
Stephen Jay Gould— se vuelve un imperativo ético para la co
nidad académica. El requisito para la vida democrética de lo qu
podria denominarse la transparencia de la informacion se traducir
asi en una atencion especial a la cuestion (viii) de la lista que
tes mencioné. Tal vez no sea demasiado esperar que los en
incluidos en este volumen contribuyan al reconocimiento ptibl
de lo que se esta haciendo realmente, de lo que realmente esta st
cediendo, en el seno de varias précticas e instituciones que e iste
en nuestras comunidades y sociedades contemporaneas.

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