4° Prueba Libro

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1º Edición: Noviembre 2011

© Laborde Editor - 2000 Rosario


3 de Febrero 1065 - Tel/Fax: (0341) 4498802
Rosario (C.P. 2000) - Argentina
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Diagramación: Liliana Aguilar

I.S.B.N.: ***

Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723


Marca y características gráficas registradas en la
Oficina de Patentes y Marcas de la Nación
Impreso en Argentina

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Julieta Bartoletti

Montoneros ¿Peronistas o infiltrados?

“(…) posiblemente, Perón a nosotros nos vea como infiltrados ideológi-


cos, y la burocracia también (…), pero no lo somos. Somos el hijo legí-
timo del Movimiento, somos la consecuencia de la política de Perón. En
todo caso podríamos ser el hijo ilegítimo de Perón, el hijo que no quiso,
pero el hijo al fin.”. “Charla de la Conducción Nacional de Montoneros
ante las agrupaciones de los frentes-1973” (Baschetti, 1997: 276).

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INDICE

INTRODUCCIÓN......................................................................................... 9

APÍTULO 1: LOS PRIMEROS AÑOS


C
(MAYO DE 1970-MARZO DE 1973).............................................................. 15
1 . La “Izquierda Peronista”.................................................................. 17
Diferencias iniciales......................................................................... 18
Revolucionarios y combativos.......................................................... 21
Las FAP............................................................................................ 26
Las vertientes de la IP hacia 1970................................................... 29
2 . De la “ejecución” de Aramburu a la creación
de las Unidades Básicas Revolucionarias......................................... 30
La ‘ejecución’ de Aramburu............................................................. 30
La unidad de los grupos “originales”............................................. 34
La crisis de las FAP.......................................................................... 36
La “línea” montonera...................................................................... 38
3 . El auge de la juventud “combativa”................................................. 48
EL Gran Acuerdo Nacional.............................................................. 49
El “peronismo de la victoria”.......................................................... 52
La JP Regionales.............................................................................. 57
4. Los Montoneros hacia 1973............................................................... 65
La relación con la JPR..................................................................... 65
Tensiones internas y primera disidencia.......................................... 70

CAPÍTULO 2. MONTONEROS EN LA LEGALIDAD


(MARZO DE 1973 - SEPTIEMBRE DE 1974)........................................... 77
1 . La “crisis de las milicias”.................................................................. 79
2. La “primavera camporista”.............................................................. 87
3. El “invierno”....................................................................................... 92
Ezeiza................................................................................................... 92
“Romper el cerco”............................................................................... 96

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Apoyar, defender y controlar................................................................ 98
La institucionalización del movimiento según Perón.......................... 102
4. Perón Presidente................................................................................ 103
Los montoneros: el desafío... …........................................................... 109
… y la obediencia................................................................................. 112
El malestar interno y los orígenes de JP Lealtad................................ 121
5. La crisis del gobierno “popular” y la ofensiva “depuradora”....... 133
El “renunciamiento” de los diputados y el desplante
de los jóvenes....................................................................................... 140
Nace Lealtad........................................................................................ 143
La fusión y las transformaciones organizativas................................... 146
Atlanta: “reencauzar” el proceso........................................................ 154
El 1ro de Mayo..................................................................................... 160
Las alternativas.................................................................................... 167

CAPÍTULO 3: MONTONEROS EN LA CLANDESTINIDAD


(SEPTIEMBRE DE 1974-MARZO DE 1976)............................................. 171
1. El nuevo gobierno y el pasaje a la clandestinidad........................... 172
2. La “retirada estratégica” (segunda mitad de 1974)........................ 181
El contexto............................................................................................ 181
La “retirada estratégica”.................................................................... 184
Las consecuencias imprevistas de la clandestinidad........................... 187
3. La “ofensiva táctica”
(primera mitad de 1975)..................................................................... 200
Crisis del gobierno............................................................................... 200
La “ofensiva táctica”........................................................................... 204
El regreso a la “superestructura”........................................................ 205
Propaganda armada............................................................................. 208
Las coordinadoras................................................................................ 210
Transformaciones internas................................................................... 213

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4. La escalada de violencia
(de la segunda mitad de 1975 al golpe)............................................. 216
El fracaso de los “moderados”............................................................ 216
Tener poder y demostrar poder............................................................ 220
Transformaciones organizativas y crisis en la “bases”....................... 229
5. La “Columna Norte”, el último fracaso........................................ 235

REFLEXIONES FINALES.......................................................................... 251

APENDICE: LOS ENTREVISTADOS....................................................... 253

BIBLIOGRAFÍA........................................................................................... 257

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INTRODUCCION

Montoneros surge en 1970 como organización armada clandestina e incor-


pora desde entonces un importante trabajo de masas. El vuelco de 1972 hacia la
acción política pública con la creación de la Juventud Peronista Regionales; la ma-
sificación de esta organización de “superficie” entre fines de 1972 y mediados de
1973 y el protagonismo en la campaña electoral de 1973; la apertura democrática
de marzo de 1973 y el acceso a espacios de poder y canales de expresión institu-
cionales y públicos; son los hitos que llevan a su máximo desarrollo político a los
Montoneros gracias a una exitosa inserción en el movimiento peronista.
Por otra parte, la instauración de un régimen democrático, el regreso de Perón
al país, su rechazo cada vez más abierto a la izquierda de su movimiento y la cre-
ciente represión legal y paramilitar, son los puntos claves de un proceso de crisis y
transformación que culmina, luego de la muerte de Perón, en la ruptura con el go-
bierno y el “regreso a la clandestinidad” en septiembre de 19741. Desde entonces,
de acuerdo a Gillespie (1987), Montoneros pierde toda capacidad de iniciativa,
embarcándose en una dinámica de “acción” y “reacción” en su enfrentamiento con
el Estado y las fuerzas paramilitares.

Dos interpretaciones tempranas de esta trayectoria, las de Gillespie (1987)


y Sigal y Verón (1986), condensan imágenes contrastantes, perceptibles tanto en
las visiones académicas como en las discusiones políticas cotidianas, y dan cuenta
del carácter aún hoy polémico y conflictivo de esta organización, considerada de
“fascista” por algunos e “infiltración marxista” por otros.
En la interpretación pionera de Gillespie (1987), los fundadores de Montone-
ros son jóvenes de clase media provenientes del nacionalismo católico y de la dere-
cha que se “peronizan”. Su falta de experiencia y conocimiento del peronismo, los
lleva a adoptar una estrategia “movimientista”. Esta se basada en una sincera creen-
cia en la naturaleza “revolucionaria” del proyecto de Perón, y “consistía en operar a
través del Movimiento (...) conquistando el mayor terreno político posible”.
El problema habría sido que ese avance dependía de “una purga de los bu-
rócratas y traidores” y del “rejuvenecimiento generacional” del movimiento, y
que estos eran “pasos que ellos podían reclamar, pero no conseguir por cuenta
propia”.2 Pon ende el “movimientismo” carecía de “una estrategia independiente

1
Montoneros a partir del regreso a régimen democrático, aunque se niega a disolver sus estructuras
militares clandestinas, declara su resolución de no emprender acciones armadas contra el gobierno
peronista.
2
Gillespie (1987: 73, 85).

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para lograr el poder” y su éxito dependía “de que Perón y su movimiento fueran
verdaderamente revolucionarios”.3 En la medida en que eso era falso, los Monto-
neros estaban condenados al fracaso.
Para Sigal y Veron (1986) “la Juventud Peronista y sus organizaciones ar-
madas” serían “un ejemplo, entre otros, de la movilización de jóvenes perte-
necientes a los sectores ‘intelectuales’ de la burguesía, que desde siempre ha-
blaron en nombre del ‘pueblo’ y que, en los años sesenta, iniciaron acciones
revolucionarias guiados por un voluntarismo socialmente indeterminado”. Al
igual que muchos movimientos revolucionarios del Tercer Mundo, su “problema
estructural” eran “la distancia, difícil de anular” con la base popular de la que se
proclaman “vanguardia”.
Lo que distinguiría a la JP es la decisión “estratégica” de ponerse “la cami-
seta peronista” como única forma de “movilizar a la base obrera a fin de reorien-
tar, eventualmente, su identidad política”.
Esta “estrategia” en la que se mezclaban “creencia y mala fe”, los habría
dejado encerados en una “trampa”, una “contradicción insoluble” entre su preten-
sión (de vanguardia) de hablar en nombre del pueblo y la inevitable sumisión a la
palabra de Perón, derivada de su identificación con el peronismo. En consecuencia
la trayectoria de Montoneros podría resumirse a “la progresión trágica hacia un
fracaso”.4

A pesar del evidente contraste, estas caracterizaciones comparten una imagen


estática: Montoneros seria una organización que nace en 1970 a partir de una ideo-
logía compartida por sus integrantes y que permanece igual a sí misma, modificán-
dose únicamente el contexto, que le es favorable o desfavorable.
Asi, tanto el éxito inicial como el posterior fracaso serían resultado de las
cambiantes circunstancias. Los hombres, cegados por sus ideologías, se limitan a
cumplir un destino ineludible.

Un primer objetivo de este libro es revisar esta imágen estática.


El primer capítulo, partiendo de la conflictiva heterogeneidad de los grupos
“originarios” (Lanusse, 2005), rastrea la profundización de las diferencias internas
con el crecimiento de 1972/3, cuando se incorporan a las estructuras clandestinas
y públicas (Juventud Peronista Regionales), grupos y personas de muy diversas
extracciones.
Se busca destacar que ni las trayectorias previas ni las definiciones ideoló-
gicas de los grupos “fundadores” permiten dar cuenta acabada de la progresiva

3
Gillespie (1987: 161)
4
Sigal y Veron (1986: 135-6)

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emergencia de un perfil propio y distintivo de Montoneros dentro del conjunto de
organizaciones de la Izquierda Peronista.
Por esto, nos proponemos identificar y explicar las particularidades de la lí-
nea política de Montoneros. Esta expresión nos permite destacar los procesos de
elaboración política de las premisas ideológicas que las organizaciones llevan a
cabo en su práctica cotidiana, inseparables de su interacción y necesaria adecua-
ción al medio en que actúa y, a la vez, de las dinámicas organizativas y sus cam-
biantes tensiones y equilibrios de poder.
Definimos este concepto desarrollando una noción del politólogo Panebianco
(1982), como el conjunto de iniciativas impulsadas por la organización así como
los discursos que las acompañan y explican su relación con los objetivos ideoló-
gicos o programáticos.
La noción de línea política permite también diferenciar entre el problema
de si una organización puede o no lograr una transformación revolucionaria de la
sociedad, del problema de por qué a veces las organizaciones no sólo fracasan en
ese objetivo sino que contribuyen activamente a su propia destrucción y al escala-
miento de la violencia utilizada, con el consecuente precio en muerte y sufrimiento
para sus integrantes y para las sociedades en las que actúan.
Los capítulos 2 y 3 reconstruyen desde esa perspectiva las iniciativas y po-
sicionamientos públicos de Montoneros en los años cruciales de 1973-1976, in-
corporando no sólo las investigaciones más recientes sobre esa organización sino
también, y fundamentalmente, los numerosos análisis políticos del período 1955-
76 y del tercer gobierno peronista (1973-76).
Esto obedece a un segundo objetivo clave del libro: restituir a las decisiones
de Montoneros su historicidad, enmarcándolas en un conjunto de alternativas po-
líticas históricamente acotadas. Más allá de las coyunturas que se analizan en el
desarrollo del libro, se parte de la premisa general de que los años 1969-1973 están
atravesados por una doble imposibilidad: alcanzar acuerdos que permitiesen cana-
lizar la conflictividad social dentro del marco institucional existente, pero también
de modificar y reemplazar a este por uno alternativo.
Hay un fuerte consenso historiográfico respecto del grado de amenaza al or-
den social vigente planteado por los sectores sociales y políticos movilizados a
partir del Cordobazo5, cuyas prácticas

“ponían en tela de juicio algunos patrones de habitualidad con el que se


reproducían las relaciones de dominación bajo el régimen militar: movi-
lizaciones masivas, luchas callejeras, enfrentamiento en barricadas, huel-
ga general de acatamiento policlasista, impotencia del accionar policial;

5
En palabras de Cavarozzi (1983:44), se trataba de una verdadera “crisis de dominación social”.

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esbozos de ‘democracia directa’; tomas de municipios por ‘comisiones
de gobierno provisorias de vecinos’; utilización de radios públicas y clan-
destinas; mecanismos de desobediencia civil; imposición de renuncias a
autoridades municipales y provinciales desacreditados ante las masas,
etcétera.”.6

Sin embargo, también hay un claro acuerdo en señalar la debilidad de los


sectores movilizados en cuanto a su capacidad para constituirse en un actor políti-
co unificado en torno a una identidad y un proyecto común. En palabras de Tortti
(1999), se trataba de un actor “en proceso de constitución”, que habia crecido a la
sombra de sus propios éxitos en la impugnación del gobierno dictatorial, pero que
carecía de una estrategia y una propuesta política unificadas.
La reapertura de las vías políticas institucionales fue el inicio de su desarticu-
lación como potencial actor colectivo. La existencia de un gobierno democrática-
mente elegido requería constantes posicionamientos respecto de su legitimidad y
sus acciones, lo cual evidenciaba la diversidad y despertaba crecientes conflictos
entre los actores políticos que buscaban liderar la movilización social.
Es preciso subrayar que el fin de la amenaza implícita en la movilización
social no supuso la consolidación de un orden político estable. A pesar de la gran
diversidad de explicaciones del proceso que lleva al golpe de estado de marzo de
1976, la mayor parte de los trabajos sobre el tercer gobierno peronista son conver-
gentes. Por una parte, ponen de relieve la debilidad política del propio gobierno,
fruto de la imposibilidad de conciliar y/o contener y limitar las demandas de quie-
nes apoyaban inicialmente su proyecto. A su vez, esto no sería más que la inevita-
ble consecuencia de la ampliación de los apoyos lograda en el período previo, ya
que se trataba de actores con demandas heterogéneas. Por otra parte, la crisis del
gobierno peronista devuelve la iniciativa a las corporaciones empresariales y las
FFAA que impulsan un régimen de terrorismo de Estado que ahoga en sangre las
impugnaciones sociales y políticas al statu quo.
Analizar las acciones de Montoneros en este marco histórico supone pensar-
las ante todo como interacciones, no para excusarlas de sus responsabilidades,
sino para comprenderlas. Este interés obedece al deseo de discutir algunas mira-
das de este período de nuestra historia que encuentro tensadas por la necesidad
de encontrar culpables e inocentes o de emitir juicios de valor. Pienso que esa
necesidad, legítima en muchos casos, lleva sin embargo a visiones parciales y
problemáticas. No es que pretenda, por contraste, ser objetiva. Más bien que creo
imprescindible explicitar la relación entre las preguntas de una investigación y las
preocupaciones (u obsesiones) del investigador.

6
Bozza (1999:132)

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En ese sentido, mis preocupaciones son inseparables de una experiencia ge-
neracional: yo nací en diciembre de 1973 y por ende, si bien soy hija de aquellos
años, no viví en carne propia sus pasiones ni sus horrores. No siento la necesidad
de reprocharme o reprochar a otros lo que se hizo o dejó hacer, sino únicamente la
de entender el por qué de lo ocurrido y, en todo caso, saber qué podemos aprender
de todo aquello para enfrentar el presente que nos toca vivir. Un presente en el
cual, frente a la desigualdad cada vez más inhumana y la afirmación del fin de la
historia y la muerte de las utopías, la necesaria revisión crítica de aquellos años
parece habernos dejado sin respuestas ni propuestas alternativas a las de aquellos
que indudablemente fracasaron.

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CAPÍTULO 1

LOS PRIMEROS AÑOS


(MAYO DE 1970-MARZO DE 1973)

“[A]brir canales de comunicación, a ganar lo favorable y neutrali-


zar lo desfavorable, a extender la organización a todos los niveles
de acción: el político, el sindical, el estudiantil y el militar”. Ha-
blan los Montoneros, noviembre-diciembre de 1970.7

Este capítulo apunta a identificar y explicar la especificidad de la propuesta


política de los Montoneros en relación al conjunto más amplio de organiza-
ciones con las que comparte el espacio denominado habitualmente “izquierda
peronista”.
El punto de partida es el exhaustivo análisis de Lanusse (2005) sobre los
cinco pequeños grupos del catolicismo postconciliar cuya convergencia da origen
a Montontones. De acuerdo a esta investigación, en cuatro casos los grupos co-
mienzan a gestarse antes de 1966 a partir de la militancia en el ámbito estudiantil
y/o barrial y la acción social impulsada por sacerdotes tercermundistas. Después
del golpe, esto comienza a parecer insuficiente y los grupos adquieren perfiles li-
geramente diferentes a partir de las formas en buscan ir “más allá” de la militancia
inicial.
Con matices, los grupos de Córdoba, Santa Fé y Reconquista coinciden en in-
corporar el ámbito sindical a su militancia, vinculándose estrechamente a la CGT
de los Argentinos. Esto los separa de los llamados Comandos Camilo Torre, vin-
culados a la revista Cristianismo y Revolución ya que para ellos, la prioridad era
prepararse para la lucha armada.
Más allá de estas diferencias, todos los grupos inician las prácticas armadas
de manera simultánea, en 1968, al igual que el quinto y último grupo, denominado
“Sabino Navarro” por quien sería su referente más notorio. Este es el grupo más
heterogéneo o, mejor dicho, menos exclusivamente vinculado al mundo del cato-
licismo postconciliar. Su origen como grupo es posterior al resto, y cercano al ini-
cio de la acción. Nace de la unión de cuatro militantes cuyas trayectorias previas
combinan el ámbito del catolicismo postconciliar con la pertenencia a diversos

7
En Cristianismo y Revolución, N° 6, en Baschetti (1995: 101-102)

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espacios ligados a la “izquierda peronista”, cuya meta era volcarse inmediata-
mente a la lucha armada.

Una de las mayores riquezas del libro de Lanusse (2005) es su reconstrucción


de los debates que acompañan la trayectoria de estos “grupos originales”. A pesar
de la similitud de trayectorias, estas discusiones evidencian diferencias importan-
tes, tanto en sus ideas como en sus prácticas.
Un primer conjunto de temas se relacionan con las caracterizaciones y posi-
cionamientos respecto del movimiento peronista y la relación con Perón. Lanusse
(2005) identifica tres posiciones “ideales”, que no se presentan “puras” pero que
serían las claves para comprender los debates que atravesaban a los grupos “fun-
dadores”.
Para los “movimientistas” tanto el movimiento como Perón serían revolucio-
narios y en todo caso las diferencias son secundarias, ya que la dinámica de la lu-
cha obligaría a todos a sumarse o quedar relegados. Para los “tendencistas” si bien
habría diferencias irreconciliables en el movimiento, también habría potencialidad
revolucionaria y, por ende, el combate debía darse desde adentro. De manera simi-
lar, si bien Perón no era genuinamente revolucionario, estaría dispuesto a volcarse
en ese sentido si la tendencia revolucionaria fuera hegemónica. Por último, para
los “alternativistas” las diferencias dentro del movimiento serían irreconciliables,
de clase, y por ende era imprescindible crear una herramienta política capaz de
expresar los intereses de la clase obrera peronista. Respecto de Perón, afirmaban
que era un burgués, partidario de la conciliación de clases, y que sólo apoya al ala
izquierda del movimiento para controlarla.
Menos desacuerdos había sobre un segundo tema: la relación entre la orga-
nización armada clandestina y las de “superficie”. Todos los grupos coincidían en
que la “conducción estratégica” correspondía al grupo armado, ya que tomar las
armas era sinónimo del máximo nivel de conciencia revolucionaria y compromiso.
Sin embargo, con la excepción de los Comando Camilo Torres, todos practican y
dan gran importancia a la actividad política “de superficie”.

Estas discusiones nos permiten, en primer lugar, poner de relieve la hete-


rogeneidad de los grupos que dan origen a Montoneros8, a pesar de su común
pertenencia al catolicismo postconciliar. En segundo lugar, la importancia de estos
debates y posicionamientos para los grupos “fundadores” da cuenta de un aspecto
poco explorado de la llamada “peronización” de los sectores medios y el origen de

8
De hecho, según el relato de Lanusse (2005) estas cuestiones generaban conflicto incluso al interior
de cada grupo.

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las organizaciones armadas peronistas: la relación entre estos “nuevos” peronistas
y los grupos que los preceden en su intento de vincular izquierda y peronismo.
La reconstrucción de esas experiencias previas es imprescindible para en-
marcar los posicionamientos de los proto Montoneros en el horizonte de alter-
nativas políticas existentes en el ámbito de la “izquierda peronista” y, por ende,
comprender la especificidad de la propuesta política que irán definiendo en sus
primeros años.

1. La “Izquierda Peronista”
Si bien la denominación “izquierda peronista” ha sido discutida desde una
perspectiva teórica e ideológica9, desde el punto de vista de un análisis político e
histórico su pertinencia es innegable.
La misma se deriva de una coyuntura histórica muy específica, habitualmente
caracterizada a partir de las conocidas las imágenes del “empate hegemónico” (O´
Donnell, 1977 y Portantiero, 1977) o, en palabras de Halperín Donghi (1994),
de una crisis de larga duración originada en la “revolución social” peronista, que
habia reconfigurado muy sólidamente las relaciones político-sociales y “se negaba
a morir”.
La efectiva resistencia de la clase obrera a los proyectos de desarrollo econó-
mico que implicaban una redistribución de la riqueza que los perjudicaba, genera
una situación contradictoria dada la naturaleza conciliadora de su identidad políti-
ca peronista. Para Salas (1994:171) esto implicó

[u]na paradoja no siempre comprendida (...) la identidad resistente del


peronismo y el recuerdo colectivo tendieron a gestar el mayor enfrenta-
miento clasista de la argentina moderna: aun incluido dentro del marco
del sistema, el movimiento tendió permanentemente a salirse de el. Un
imaginario colectivo plagado de tradicionalismo pero inconciliable a par-
tir de los reclamos obreros, se convirtió históricamente en un movimien-
to dinámico y contradictorio, que se opuso efectivamente a la hegemonía
de la clase dominante y gesto en su seno contradicciones insolubles que
estallarían poco después.

Esta coyuntura es la que da origen a la “izquierda peronista”: diversos grupos


que proclamando objetivos revolucionarios, se reivindican como parte del movi-
miento peronista y aspiran a liderar y dar sentido a sus luchas.

9
Ollier (2005) y Sigal y Verón (1986)

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Gillespie (1989:62) caracteriza esta situación como “dilemática”, ya que de-
bían aceptar los límites que imponía permanecer dentro del movimiento peronista,
es decir acatar las directivas de Perón, o “salir” del movimiento y enfrentar la pérdi-
da consecuente de apoyo que esto provocaría, dado que la identidad política de los
sectores populares estaba claramente anclada en el peronismo.

Diferencias iniciales
Hay acuerdo en identificar el punto de partida de ese proceso de diferencia-
ción en el surgimiento de los sectores denominados “duros” o “combativos”, como
fruto de la exclusión del peronismo y de la aparición de sectores del movimiento
dispuestos a aceptarla.10
Siguiendo a Raimundo (s/f a), a partir de 1957 se dan los primeros conflictos
entre los grupos que persisten en el uso de tácticas de lucha absolutamente ilegales
(los Comandos de la resistencia), a los que incorporan formas legales de acción
a partir de la recuperación de las organizaciones sindicales11 y el surgimiento del
“neoperonismo”.12
La derrota de las huelgas de 1959 y la consolidación institucional de los sindi-
catos con la sanción de la Ley de Asociaciones Profesionales agudizan el conflicto,
que ahora opone a los partidarios de la integración y el diálogo con el régimen y
los defensores del mantenimiento de la intransigencia.
Entre 1963 y 1966, el fortalecimiento de los sectores partidarios de la inte-
gración y el diálogo conduce al intento de Vandor de “autonomizarse” de la con-
ducción política de Perón.13 En esta etapa las disputas al interior del movimiento

10
Este apartado se basa en numerosos aportes sobre el tema: James, 1976 y 1990; Gillespie, 1987 y
1989; Salas, 1990, 1994 y 2003; Bozza, 2001; Raimundo, s/f a y b.
11
El punto de partida de la recuperación de los sindicatos después del golpe habían sido las comisio-
nes internas y los cuerpos de delegados, que no podían ser destruidos a riesgo de desorganizar el
proceso productivo. En agosto del 57’ un grupo de sindicatos rompe el congreso que debía coronar
la normalización de la CGT, quedando la central divida en tres nucleamientos: las “62” organiza-
ciones peronistas, las “19”, que eran comunistas, y los “32”, llamados “democráticos”.
12
A partir de las elecciones de 1957 habían comenzado a resurgir viejos dirigentes del ala política,
que desde entonces se abocaron a la planificación diversas estrategias frentistas dando origen al
llamado “neoperonismo”, volcado a la participación electoral con denominaciones alternativas a la
de justicialismo para evitar la proscripción (Salas, 2003: 126).
13
Siguiendo a Torre (2004: 12, 16) el “vandorismo” nace a partir de las condiciones creadas por el go-
bierno de Frondizi, en las cuales los dirigentes sindicales nacionales habrían descubierto una “nueva
estrategia”. Esta consistía en la acepción de la flexibilización de las condiciones de trabajo obtenían
beneficios simbólicos (reconocimiento oficial de las autoridades) y concretos (retribuciones por
maternidad, por hijo, licencias por matrimonio, cálculo de antigüedad, descuentos sobre los salarios
destinados a las finanzas de las organizaciones gremiales). Si bien esta estrategia fue acompañada

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llegan a su máximo nivel, al involucrar a Perón, y su saldo muestra la vigencia
del límite que impone la pertenencia al movimiento a cualquier actor político: el
acatamiento al líder.

A lo largo de estos años, en el marco de su enfrentamiento con los sectores


“conciliadores” y “traidores”, se produce una paulatina diferenciación ideológica
en el peronismo “duro”.
Este había radicalizado el discurso tradicional del peronismo, extremando y
resignificando su nacionalismo y su antiimperialismo tradicional. Generalmente
se identifica al programa de las 62 Organizaciones, sancionado en el Plenario Na-
cional en La Falda, Córdoba, de septiembre de 1957, como la primera expresión
de este discurso, que no supone una ruptura significativa en términos ideológicos
con el peronismo “clásico”. Este programa planteaba reformas sociales profundas
(incluida reforma agraria), un fuerte intervencionismo estatal (monopolio del co-
mercio exterior, control de precios interno), el establecimiento del control obrero
de la producción y los precios, y la efectiva integración de las economías regiona-
les. Si bien plantea la necesidad del reconocimiento de “la clase trabajadora” como
“la única fuerza argentina que representa en sus intereses los anhelos del país mis-
mo”, el programa es de naturaleza antioligárquica y antiimperialista, declarando
su solidaridad “con las luchas de liberación nacional de los pueblos oprimidos.”.
En los escritos J. W. Cooke, primer “delegado personal” de Perón, destituido
en el marco de las derrotas de 1959 si plantean una ruptura con el discurso peronis-
ta tradicional. A partir de la reflexión sobre esas derrotas la que lleva a apartarse de
las explicaciones “moralistas” que predominaban entre los “duros”, que reducían
la cuestión a una oposición entre “traidores” y “leales”, “duros” y “blandos”.
Sintéticamente, Cooke planteaba que el peronismo había nacido como una
alianza de clases, pero que esta se había roto después de 1955, quedando integrado
casi exclusivamente por la clase obrera. Esta transformación daba al peronismo
potencial revolucionario, pero para hacerlo efectivo era necesario transformar
al “movimiento” en un auténtico partido revolucionario. Por ende, la misión del
“peronismo revolucionario” era crear una “vanguardia” que fuera acercando la
organización política e ideológica del peronismo al rol que le otorgaban los tra-
bajadores a partir de la confrontación cotidiana de fuerzas sociales en el lugar de
trabajo.

de un discurso radicalizado, y por ocasionales demostraciones de fuerza, las huelgas dejaron de ser
“la expresión de una intensificación de las luchas sociales”, y se transformaron en “un dispositivo
táctico” para influir sobre la voluntad de los gobierno a favor de las demandas sindicales.

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Este discurso comparte la situación de marginalidad política de Cooke, hasta
1964, cuando logra cierta repercusión gracias al apoyo de Perón a la creación
del Movimiento Revolucionario Peronista (MRP) en el marco de su disputa con
Vandor.
El MRP, cuyo programa expresa y difunde las innovaciones ideológicas que
pueden denominarse “clasistas”, convive con el discurso nacionalista/antiimpe-
rialista, que aparece con nitidez en el programa de una iniciativa contemporánea:
el Movimiento de Juventud Peronista (MJP). Este grupo, exclusivamente juvenil
pero apoyado por sectores tan diversos como Vandor y Framini, posee una mar-
cada continuidad con el discurso de los primeros años de la “resistencia”. En esa
línea, el MJP se proponía la derogación de las leyes represivas, la amnistía para los
presos políticos, el regreso de Perón, la restitución del cuerpo de Eva, la “implan-
tación del control del Estado sobre toda la producción y el comercio exterior”, la
nacionalización del sistema bancario y la expropiación sin indemnización de los
latifundios y bienes “de la oligarquía terrateniente”.
Más allá de estas diferencias ideológicas, a principios de los años sesenta la
mayoría de los grupos comparte una segunda transformación que afecta al signifi-
cado ideológico de la violencia política. Esta no era una novedad. La “resistencia”
había involucrado prácticas novedosas en el movimiento peronista, centradas en el
uso de la violencia, que iban desde la pelea callejera hasta atentados y sabotajes de
diversos grados de organización.
Si bien inicialmente estas prácticas aparecen despojadas de contenidos ideo-
lógicos específicos, con el impacto de la revolución cubana y, más en general,
con la difusión de los procesos de descolonización del llamado “Tercer Mundo”,
comienzan a resignificarse. Nuevamente, quien elabora estos significados nove-
dosos es Cooke. Durante su exilio cubano a principios de los 60s plantea que
la única forma en que el peronismo podría regresar al poder sería a través de la
guerra de guerrillas, ya que por el peso de masas en su composición, el peronismo
era revolucionario en esencia y no podía ser aceptado pacíficamente por la clase
gobernante.14
Por último, es importante tener en cuenta en esta breve caracterización de
los primeros años de la IP, ciertas modalidades de funcionamiento difícilmente
comprensibles en términos ideológicos, vinculadas a las peculiaridades del movi-
miento peronista a partir de 1955.
El peronismo nunca había sido un movimiento institucionalizado y mucho
menos un partido en el que las diferentes tendencias internas pudieran competir

14
La relación entre esta resignificación de la violencia y clivaje ideológico nacionalismo/antiimpe-
rialismo-clasismo no es unívoco. Como se verá más adelante, los debates relativos a la violencia
política discurren por carriles diferentes que atraviesan por igual a ambas corrientes.

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internamente a través de mecanismos políticos formales, mediante programas y
temas políticos concretos y específicos. Después de 1955, con las crecientes di-
ferencias entre corrientes internas (“conciliadores”, “duros”, “clasistas”, etc.) el
movimiento se transforma cada vez mas en un conglomerado de grupos unidos
por su “lealtad” a Perón.
En este marco surge la famosa “política pendular” de Perón, quien solía decir
“tengo una mano izquierda y otra derecha y las uso a ambas”. Por una parte, era
conocida su actitud “papal” de “bendecir” a todos los que acudían a él, impres-
cindible para mantener unido al conglomerado. Por otra, también eran importante
marcar diferencias y privilegiar a unos sobre otros, con el propósito de incidir en
los equilibrios de poder internos. Los nombramientos de “representantes” en di-
versas instancias organizativas y las “órdenes” de reorganización del movimiento
son los mecanismos más habituales de esta intervención.
Frente a esta modalidad de intervención de Perón, los diversos sectores del
movimiento responden con el recurso a la acusación de “traición” o “deslealtad”
que servía para descalificar a sectores rivales y criticar indirectamente al propio
Perón, al utilizarse contra los “representantes” o sectores favorecidos por él.
Además de este recurso, la IP adopta una interpretación particular respecto
del comportamiento de Perón. Según Raimundo, esta aparece en el marco de las
“pendulaciones” de Perón durante su enfrentamiento con Vandor, que primero es-
timulan y luego condenan sus iniciativas. Esta tesis planteaba que “la relación de
fuerzas dentro del movimiento” es lo que permite explicar el comportamiento del
líder, ya que este “apoya siempre al ala más poderosa” (Raimundo, s/f).
Además de permitir explicar las acciones del líder contrarias a la IP como algo
pasajero, fruto de su propia debilidad, esta interpretación inaugura lo que Lanusse
(2005) identifica como “tendencismo”, es decir la búsqueda de constituirse en ten-
dencia hegemónica dentro del movimiento como forma de lograr el aval de Perón.
Como se verá a continuación, este objetivo es clave para comprender la últi-
ma fase de desarrollo de la IP. A su vez, esta fase es fundamental en el análisis de
los posicionamientos de Montoneros ya que es la fase en que convergen la “vieja”
“IP” y los jóvenes “peronizados” de la “nueva izquierda” en el seno de la CGT de
los Argentinos y del Peronismo Revolucionario.

Revolucionarios y combativos
La convicción compartida por la IP de que el apoyo de Perón dependía del
equilibrio de fuerzas dentro del movimiento se plasma en esta fase en la idea de
que era necesario crear una estructura organizativa “alternativa”.
Ya en 1967, Bernardo Alberte, “delegado personal” de Perón y luego de su
destitución impulsor del “Peronismo Revolucionario” (PR), propone a Perón lan-
zar un “esquema político-revolucionario, que permita la agitación, poniendo en

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acción todas las posibilidades de una población disconforme.”. Su objetivo era
disponer de una estructura organizativa “alternativa” a la provista por la “orga-
nización electoral y sindical”, creada sobre la base del circuito electoral, que con
sus diez a quince manzanas era abarcable y, a la vez, suficientemente grande para
permitir “diversas” posibilidades. Los “activistas (hechos o a formar)” deberían
“incidir” en las “organizaciones de la comunidad”: clubes, canchas de foot-bal,
centros comerciales, fábricas, cines, colegios.
Inicialmente, la propuesta de la CGT de los Argentinos era muy diferente:
buscaba posicionarse como la única instancia organizativa, legal y legítima, del
movimiento obrero y, desde ese rol, convocaba tanto a los trabajadores como al
“pueblo” a luchar contra la “estructura capitalista del país” (Dawyd, 2008).
Sin embargo, luego de constatar la imposibilidad de desplazar a las organiza-
ciones identificadas con el “vandorismo” y de impulsar algunas manifestaciones
masivas fallidas, en agosto de 1968 se lanza una consigna de movilización afín a
la idea de Alberte de crear una estructura “alternativa” de movilización: el “frente
de resistencia popular”. La iniciativa llamaba a

concentrar nuestros esfuerzos en esos núcleos básicos de la comunidad


[los barrios], organizar allí las protestas conjuntas. El apoyo de todo un
barrio a la huelga de una fábrica puede ser más efectivo que una manifes-
tación de multitudes (…). El respaldo de los trabajadores a los inquilinos
concretos que son desalojados (…). La presencia de estudiantes en las vi-
llas de emergencia puede ser más efectiva que la toma de una facultad.15

Ninguna de las iniciativas prospera y el balance de CGT de los Argentinos de


su primer año de vida muestra el desaliento de sus impulsores:

El año 1968 termina con un país sepultado en el silencio y la derrota,


sometido más que nunca al poder extranjero, ocupado por sus propias
FA, traicionado por la mayoría de sus dirigentes. (…) La CGT ensayó
en estos nueve meses todas las formas tradicionales de la lucha (…). Si
los resultados son pobres (…) quiere decir que tenemos que empezar de
nuevo. Pensar para empezar de nuevo.16

15
CGT (N° 14, 1/8/68). El trabajo de Bozza (2010) analiza esta iniciativa.
16
N° 34 de CGT (19/12/68). Por estas fechas, según Jozami (2006: 201), Walsh expresa en su diario
personal “su inquietud a partir del momento en que los grandes sindicatos se alejan de la central,
y en un balance de la situación en diciembre de 1968 concluye que ‘la rebelión de las bases quedo
en los papeles. Las bases no tuvieron expresión real, no se integraron orgánicamente en la CGT. De
ellas no surgieron dirigentes, activistas, cuadros.’”.

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Sin duda el factor clave en ambos fracasos es Perón, que en marzo destituye
a Alberte y en septiembre llama a la reunificación sindical. Para Perón el problema
no era que el sindicalismo negociara con el gobierno, sino que lo hiciera por fuera
de su control. Su prioridad no era el enfrentar al gobierno sino la unidad cada vez
más precaria del movimiento. Por esto, quien mejor expresa sus intereses en esta
fase es su nuevo “delegado personal”, Daniel Paladino, siempre “[u]bicado en el
justo medio entre la negociación y el enfrentamiento”.17

A partir de estos fracasos comienza a esbozarse una propuesta diferente. Ba-


sada en la misma concepción del rol de Perón, propone otra forma de incidir en las
relaciones de fuerza internas del movimiento.
Se manifiesta por primera vez en la ruptura de los sindicatos llamados “com-
bativos”, liderados por Guillán, con la CGT de los Argentinos y su retorno a las
62 organizaciones. La decisión no obedece a la “verticalidad”, ya que se produce
bastante después de que Perón ordenara la reunificación. Como señala Fernández
(1986:13), para enero de 1969 la Central conserva la adhesión de 9 de los 10 gre-
mios “combativos”, con el respetable número de 190.00 afiliados. Este hiato entre
la orden de Perón y la efectiva ruptura apunta a la importancia de otras motivacio-
nes. En este sentido, en enero de 1969, Guillán afirmaba que

la imperiosa necesidad en que se encuentran los dirigentes traidores de


realizar alguna acción podría ser utilizada para conducir a las masas a
la lucha, que nada impedía a la CGT de los Argentinos conducir el mo-
vimiento, una vez desencadenado, y que a nadie debía preocuparle con
quién se sentaba, sino el resultado de la acción.18

Se perfilan así dos posiciones contrapuestas. Mientras Guillán prioriza el lo-


gro de la fuerza necesaria para enfrentar al gobierno con éxito, quienes optan por
permanecer en la CGT de los Argentinos, en palabras de Ferrarese (Farmacia),
consideran que “[l]o esencial es la toma de conciencia de la clase obrera, aunque
el proceso dure años.”.19
Ambas posiciones aparecen con nitidez en un diálogo entre Ongaro y el di-
rigente sindical portuario Eustaquio Tolosa, “presidente honorario” de la CGT de
los Argentinos y símbolo de la injusta represión del gobierno por su encarcela-
miento luego de una solitaria resistencia al gobierno.

17
Ollier (1989: 94, 104)
18
Como señala Ollier (1989), este endurecimiento obedece tanto a la falta de respuesta del gobierno a
los gestos de “tregua” enviados por Perón, como al acuerdo alcanzado con algunos gremios rebel-
des luego de la orden de Perón.
19
CGT N° 37 (23/1/69)

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Tolosa señala que “desde el principio que la razón estaba de este lado. Pero
solamente con la razón no se gana.”, Ongaro responde que, “Yo creo que (…) a él
[Tolosa] lo preocupa lo mismo que a nosotros: lograr la eficacia en la acción. El no
dice, la unidad con los que cometieron delitos. El dice, ¿cuál es la salida? (…)”.
Y reitera luego la propuesta de la CGT de los Argentinos: no se puede impulsar
la unidad con los traidores, es necesario un recambio total de dirigentes, en una
elección verdadera, “desde abajo”, en asambleas. Tolosa cierra el diálogo diciendo
que “Eso sería lo ideal”.20
La separación de Guillan inaugura un proceso de debilitamiento y declive
que ni el Cordobazo ni la “ejecución” de Vandor (30/6/69) interrumpen. En este
marco se profundiza la apuesta, ya mencionada, a una estructura organizativa “al-
ternativa”. La propuesta de la Central en los último siete números del periódico
CGT, editados en la clandestinidad, durante la segunda mitad de 1969 y principios
de 1970, es la de crear un “nuevo sindicalismo, capaz de crear una comisión de
lucha en cada fábrica, una Agrupación de Base en cada Gremio, una coordinadora
en cada barrio, una regional rebelde en cada ciudad”.21 En palabras de Ongaro,
“no se trata de manejar las instituciones de que dispone el Sistema. Tenemos que
crearlo todo de nuevo. Y eso no podemos hacerlo ocupando lo viejo, sino derri-
bando lo viejo.”.22

Este último viraje marca la fase final del proceso de dispersión de la CGT
de los Argentinos, que culmina en enero de 1970, cuando se ratifica la línea de
formar de agrupaciones de base por fuera de la estructura sindical alineada con las
62 organizaciones.
Entre tanto, las 62 organizaciones endurecen su discurso anunciando su

decisión de seguir luchando como movimiento mayoritario de vanguar-


dia revolucionaria, por el retorno del general Perón, la toma del poder y
para restituir al país las banderas máximas de reivindicación y liberación
nacional (Bra, 18985: 77).

Este discurso favorece el acercamiento de los “combativos” y explica la cre-


ciente amargura con la que Ongaro se refiere al “vandorismo” como “la variante
más peligrosa del colaboracionismo, por su aptitud para disfrazarse de corriente
nacional”.23

20
CGT N° 41 (27/3/69)
21
CGT N° 53 (11/69)
22
CGT N° 54 (12/69)
23
CGT N° 53 (11/69)

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Como señala Ongaro, en este período las 62 Organizaciones combinaban “de-
claraciones duras pero abstractas”, con “negociaciones blandas pero concretas”.24
La combinación obedecía a la necesidad de diferenciarse del “participacionismo”
y de los “8”, que dialogaban abiertamente con el gobierno, así como a su persis-
tente debilidad frente al gobierno, una vez demostrada la imposibilidad de recurrir
al tradicional juego de “golpear y negociar”, con las derrotas de 1967.
En estos años, a pesar de los intentos unificadores de Perón, la fragmentación
del sindicalismo peronista llega a su punto máximo. De hecho, la mayoría de los
sindicatos no sólo no responde a Perón sino que colabora abiertamente con el
gobierno.25

Más allá de la disputa entre “combativos” y “revolucionarios”, la IP se en-


contraba también atravesada por fuertes polémicas en torno a la lucha armada, un
tema cada vez más urgente después del Cordobazo y a medida que la represión se
intensificaba y cerraba los ya escasos espacios de acción legal, como la CGT de
los Argentinos.
En enero de 1969 se realiza el segundo (y último) congreso del Peronismo
Revolucionario.26 A pesar de acordar en la defensa de la unidad del peronismo
“desde las bases” (es decir por fuera de las 62 organizaciones), las definiciones
sobre los medios de acción son muy vagas. Se afirma la necesidad de organizarse
para la toma del poder a causa de la imposible “coexistencia pacífica” entre clases
oprimidas y opresoras, la necesidad de un cambio de sistema y no de hombres.
Esta velada alusión a la lucha armada es matizada, además, por la afirmación de
que “el medio para ir concretando esa lucha debe ser la movilización total de las

24
CGT N° 50 (23/8/69)
25
Fernández (1986: 14); Bra (1985: 68); Ollier (1989:52, 79). Según Fernández (1986:15) la dis-
tribución de tendencias en el Congreso Normalizador de julio de 1970, en el que es electo Rucci,
muestra claramente este panorama sindical, que se mantiene hasta entrado 1972:

Organizaciones Afiliados
62 (vandoristas) 24 475.000
Nueva Corriente de Opinión (participacionistas) 26 409.000
8 (escisión de las 62) 16 203.000
No Alineados (“filoperonistas”, radicales y “apolíticos”) 22 734.000
26
Según Gurucharri (2001: 246-247), en el documento de convocatoria al congreso de 1968, segu-
ramente escrito por Rearte, expresaba “[l]la idea un tanto confusa aún, era crear una especie de
partido de la izquierda peronista, aunque esas palabras no se usaran. Una plataforma donde hubiera
lugar para representantes de las incipientes formaciones guerrilleras, que estaban organizándose,
aunque todavía no actuaran públicamente, para los sindicalistas de la CGT de los Argentinos y para
las diversas agrupaciones políticas y del ámbito de la juventud y el estudiantado, apoyada en una
red de organizaciones de base barriales y comandos fabriles.”.

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bases peronistas y de todo el pueblo, que permitirá ir forjando los instrumentos,
organizando y capacitando la acción de los militantes”.27
Detrás de esta ambigüedad puede percibirse el desacuerdo entre una mayoría
para la cual la lucha armada debía ser prioridad absoluta, y unos pocos para quie-
nes debía ser precedida por la organización de las bases.28
Por último, subsisten también clivajes previos, relacionados con la tempra-
na diferenciación ideológica de las corrientes que caracterizamos como “nacio-
nalista” radicalizada y “clasista”. Esto se da con gran fuerza en aquellos grupo
partidarios de la lucha armada que se habían lanzado tempranamente a la efectiva
implementación de tal estrategia, como las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP).
Su caso es importante, ya que hacia 1970 son la única organización con
“nombre y apellido” en la escena pública (Pérez, 2003) y, por ende, la principal
referencia para los numerosos grupos todavía anónimos que se desarrollan en es-
tos años.29

Las FAP
Uno de sus rasgos distintivos era ser “históricos” del movimiento, en el sen-
tido de contar con una larga trayectoria en él. La mayoría de sus referentes había
participado directa o indirectamente de las primeras experiencias de lucha armada
y eran conocidos y respetados en los ámbitos de la militancia de la IP, en especial
entre los “nuevos” peronistas. Esto era especialmente claro en el caso de los gue-
rrilleros de Taco Ralo, reclutados por uno de los principales referentes del MJP,
Envar El Kadri, con la idea de que si los detenían y acusaban de comunistas, po-
drían dar a conocer sus nombres y la gente sabría que “somos peronistas de toda
la vida”.30
En agosto de 1968 comienza la instalación del foco rural y poco después, en
septiembre, el grupo es detenido en Taco Ralo. En noviembre los presos difunden un
documento de tono nacionalista/antiimperialista en el que afirman haber decidido:

iniciar la guerra revolucionaria como forma de señalarle al Pueblo el


auténtico camino hacia su propia LIBERACIÓN, porque como lo di-

27
CGT N° 40 (6/3/69)
28
Entre los grupos del PR, sólo el MRP y la JRP rechazan la prioridad absoluta. El primero, liderado
por De Luca, porque apoya la estrategia del Frente de Resistencia Civil de la Central; los segundos
porque consideran necesario lograr una inserción más profunda en la clase para acompañar el foco.
El resto (ARP, FRP, CPL, MJP y FAP) la apoyan decididamente (Ghigliani cit en Oliva y Oliva).
29
De gran interés para el tema es la reconstrucción de los debates de las FAL, en Flaskamp (2002).
30
Anguita y Caparrós (1997: 199, 207). Anzorena corrobora con otros testimonios esta intención de
reclutar ex MJP (1989:133-4).

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jera nuestro CONDUCTOR: ‘AL PUEBLO SOLO LO SALVARA EL
PUEBLO’, y como forma de disputarle al régimen el poder político en
el único lenguaje que él entiende: el de la fuerza, cumpliendo así con el
precepto constitucional de ‘armarse en defensa de la Patria’.31

Luego de esta involuntaria aparición pública las FAP pierden la mayor parte
de los contactos y quedan muy debilitadas. Con la excepción del grupo de Caride,
de la “vieja” JP, los militantes que quedan libres no son del MJP sino de grupos
que se habían acercado al peronismo en los primeros 60s desde la izquierda (Pa-
labra Obrera), la derecha (Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara) y el
catolicismo postconciliar.
Más allá de las trayectorias previas de los militantes, dos documentos de
escasa difusión, orientados principalmente al debate interno, nos permiten identi-
ficar diferencias entre las posiciones de los “rurales” presos y los “urbanos” que
remiten al clivajes entre el discurso “nacionalista radicalizado” y el “clasista”.
Un documento de los presos de Taco Ralo, de enero de 1969, apunta a revisar
críticamente el foquismo. Señalan que en una primera etapa, las acciones de la
organización revolucionaria deben adaptarse a las luchas del pueblo. Para esto
la “vanguardia” debe “encontrar (…) a través de qué organismos se manifiesta la
lucha del pueblo en cada momento histórico, y anexar allí su accionar propio”.
Si esta adaptación es necesaria, debe dar lugar, posteriormente, a la “eleva-
ción” de la lucha a un “grado superior”. Para esto, es necesario que las acciones
de “guerra psicológica” contra el régimen, se combinen con acciones políticas que
permitan ir encuadrando “a los sectores más esclarecidos” del pueblo.
Este modelo explicaba el fracaso de las experiencias de lucha armada realiza-
das hasta el momento, ya que la idea del foco dejaba de lado tanto la mencionada
“adaptación” como la necesidad de un progresivo “encuadramiento”.32
Desde su título, “¿Porqué somos peronistas?”, el primer documento conocido
de los “urbanos” (de fecha imprecisa, pero próxima al de los presos de Taco Ralo)
muestra preocupaciones diferentes.33 Esta centrado en una caracterización clasista
del peronismo formulada en un tono decididamente crítico. La caída, en 1955, se-
ría fruto de que no se habían modificado “en el aspecto económico, las estructuras
del poder oligárquico”. El balance de las luchas posteriores es bastante negativo.
Señalan que “la dirección del Movimiento permanece en manos de sectores de
la burguesía nacional y de la burocracia sindical y política todopoderosa”. Esto
habría lleva a la adopción medios de lucha “que no estaban a la altura de su condi-

31
Publicado en C y R N° 11, cit. en Duhalde y Pérez (2003: 110)
32
Sin mención sobre publicación, cit. en Duhalde y Pérez (2003:112-115)
33
Sin mención de publicación, cit. en Duhalde y Pérez (2003:116-119)

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ción revolucionaria y tienen en común el espontaneísmo” y que habían conducido
al fracaso y a “la actual dispersión del peronismo”.
En relación a la figura de Perón afirman que para “el pueblo” su regreso como
bandera de lucha, no implica “el retorno de un hombre sino de lo que él encarna, o
sea, la participación en la conducción del país”. Si bien descartan la posibilidad de
negociación entre Perón y el régimen, ya que “el significado de Perón en la Argen-
tina son miles y miles de descamisados en la calle”, consideran necesario aclarar
que “esta realidad es independiente incluso de Perón”.
A pesar del evidente contraste entre este análisis crítico y “clasista” y el de los
presos de Taco Ralo, hay un punto de coincidencia: las conclusiones metodológi-
cas. En este sentido, el documento de los urbanos llega a las mismas conclusiones
que el de los rurales: la vanguardia debe tomar las reivindicaciones populares para
luego “elevarlas”, es decir, lograr su identificación con los objetivos de la organi-
zación conduciéndolas a la revolución. En palabras de las FAP “urbanas”:

El Che planteaba que no se puede ir demasiado lejos del Pueblo, ni con-


fundirse totalmente con él, dejando se ser vanguardia. Hacer lo primero
sería no ver las necesidades reales del pueblo y tomar otras que hasta el
momento son pura teoría y el Pueblo no siente como suyas. Lo segundo
sería aceptar que Perón tiene que venir para hacer la revolución, sin ex-
plicar que sólo una revolución en marcha puede traer a Perón.

Por ende, el punto de encuentro entre las diferentes posturas es la “propagan-


da del método” y a ella apunta la consigna de estos primeros meses: “De una o de
cien las armas de la fuerza de la represión irán pasando a manos del pueblo, que
irá creando su propia fuerza armada, su ejército de liberación”.34
Las acciones y declaraciones (documentos y comunicados públicos) de este
período están moldeados también por los desacuerdos, que se expresan en un én-
fasis oscilante primero y decreciente después, hasta transformarse en silencio res-
pecto de la identidad peronista.

34
Los documentos son de septiembre, octubre y noviembre de 1969, enero, febrero y abril de 1970.
Respecto de las acciones, durante casi un año después de Taco Ralo, la “pata” urbana acumula
infraestructura y realiza acciones sin firmar. Entre su reaparición y mayo de 1970, realizan cua-
tro únicas acciones públicas firmadas, que no alcanzan la misma repercusión que Taco Talo. La
primera acción es un reparto de juguetes en una villa durante el día de Reyes, y las restantes son
de pertrechamiento, específicamente robo de armas. Dado que la acumulación de recursos e in-
fraestructura es previa a la aparición pública, estas acciones obedecen fundamentalmente a una
intención propagandística.

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Las vertientes de la IP hacia 1970
A partir de este recorrido podemos regresar a las posiciones “ideales” re-
lativas a Perón, al movimiento peronista y a la lucha armada, identificadas por
Lanusse (2005) para intentar articularlas a los debates que dividían a los grupos
de la IP hacia 1970.
En primer lugar, la línea de la CGT de los Argentinos y, luego de su disper-
sión, de las corrientes “ongaristas”. A partir del inicial “sindicalismo de libera-
ción” estos grupos culminan en una línea que propone un trabajo totalmente por
fuera de las estructuras existentes. En las palabras ya citadas de Ongaro, “no se
trata de manejar las instituciones de que dispone el Sistema. Tenemos que crearlo
todo de nuevo. Y eso no podemos hacerlo ocupando lo viejo, sino derribando lo
viejo.”.35
Si bien esta postura prefigura el “alternativismo” propuesto por las FAP, di-
cha elaboración, como veremos, es posterior a la emergencia de Montoneros. Por
el momento, el ongarismo es el último reducto de esta postura en claro retroceso.
En segundo lugar, como vimos, los sectores “revolucionarios” se hallaban in-
ternamente divididos por sus posturas sobre la lucha armada. Por una parte, los
sectores afines al onganismo, así como algunos otros grupos minoritarios, consi-
deraban que esta debía supeditarse a la meta de lograr una organización política de
masas que la apoyara. Por otra parte, y esta sería una segunda línea, están quienes
consideraban que la situación era (a partir del Cordobazo en especial) de abierta
“guerra revolucionaria” y, por ende, que la prioridad era tomar las armas y lan-
zarse a la acción, ejemplo que poco a poco permitiría la creación del “Ejército
Popular”.
Esta era la línea de las FAP, única “con nombre y apellido” pero representativa
de la línea mayoritaria del PR, que plantea la urgencia y preeminencia de la lucha
armada respecto de toda otra iniciativa. Esto se corresponde con sus acciones (per-
trechamiento) y su discurso público, que denominamos “propaganda del método”.
Como destacamos, tampoco esta línea esta desprovista de conflictos. El motivo:
las diferentes caracterizaciones del peronismo y las diferencias ideológicas que
identificamos ya a principios de los sesenta como clasista y el antiimperialista.
Por último encontramos a quienes denominamos “combativos”, que rompen
con el “ongarismo” en diferentes etapas para regresar a las estructuras del mo-
vimiento peronista. Para los “combativos” el “realismo” y la “eficacia” debían
primar sobre la pureza de las ideas. Si era preciso “sentarse” con traidores, debía
hacerse. En palabras de Tolosa

35
CGT N° 54 (12/69)

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Transar, es gramaticalmente un barbarismo y, gremialmente una barba-
ridad, la acepción verdadera es transigir. Creo que los hombres, deben
unos a otros, tomarse como son, con sus defectos y virtudes y transigirse
mutuamente, en bien de una lucha efectiva y mancomunada que tienda a
la imposición de conquistas y mejoras de niveles.36

Regresando al análisis de Lanusse de las posiciones “ideales”, además de


identificar sus expresiones históricas, concretas, podemos afirmar que poco dis-
tingue a los Montoneros de los restantes grupos de la IP. Algunos, en especial los
cordobeses, están cercanos al discurso ongarista. Otros a las diferentes vertientes
de las FAP. Ninguno, en principio, plantea posiciones de gran originalidad.
Sin embargo, su aparición pública presenta ya ciertos aspectos novedosos y
a lo largo de los años 1970 y 1971 progresivamente esos indicios de una posición
distinta se profundizan hasta plasmarse claramente en una línea propia a principios
de 1972.

2. De la “ejecución” de Aramburu a la creación de las Unidades Básicas


Revolucionarias (UBR’s)

La “ejecución” de Aramburu
La operación había comenzado a idearse a principios de 1969 y en diciembre
se decide comenzar a planificarla. Sus responsables eran los grupos porteños y
cordobeses ligados hasta 1967 a la revista Cristianismo y Revolución, aunque al-
gunos de los otros grupos “fundadores” (Cordobés y Sabino Navarro), con los que
ya se había iniciado la fusión, participaron de forma secundaria.
Hasta ese momento las acciones urbanas de mayor repercusión habían sido
ejecuciones de líderes sindicales considerados “traidores” por la IP, realizadas por
grupos anónimos (Vandor, luego sería Alonso), sabotajes en línea con las acciones
de la resistencia, ligados a la simbología peronista y nacionalista o de apoyo a lu-
chas sindicales y, fundamentalmente, acciones de pertrechamiento, características
de las FAP “urbanas” y, su “propaganda del método”.
En este panorama, el secuestro y ejecución de Aramburu y los mensajes que
acompañan la acción marcan tanto continuidades como rupturas con las acciones
y el discurso dominantes en la IP.
El último de una serie de comunicados que acompañan el secuestro comienza
despejado las dudas sobre su identidad. Se definen como una “Unión de hombres y

36
CGT N° 23 (3/10/68)

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mujeres profundamente argentinos y peronistas, dispuestos a pelear con las armas
en la mano”, y aclaran que “Nuestra doctrina es la doctrina justicialista, de inspi-
ración cristiana y nacional”.37
La ausencia de referencias a los objetivos revolucionarios (que indudable-
mente eran sostenidos por el grupo, dada su militancia previa) y la abundancia
de referencias nacionalistas, remiten a los primeros comunicados de los presos
de Taco Ralo. Se enmarcan así en la preocupación propia de las organizaciones
identificadas con el peronismo de evitar las acusaciones de responder a los inte-
reses del “comunismo internacional” con que habitualmente se interpretaban las
acciones de las organizaciones armadas.
Las referencias cristianas, en cambio, son una novedad. Dan cuenta, como
señalan Lanusse (2005) y Donatello (2010), de la pertenencia al cristianismo
postconciliar como rasgo distintivo de la organización. Cabe destacar, sin embar-
go, que si bien esto era una novedad en una organización armada, no lo era en el
seno de las organizaciones de la IP, ya que el discurso del MSPTM se había articu-
lado fuertemente al de la CGT de los Argentinos a partir de su común énfasis en la
denuncia de la pobreza y la corrupción y la necesidad de destruir al “sistema”.
En tercer lugar, todos los comunicados ponen un fuerte énfasis en el rechazo
a la “trampa” de una “falsa” salida democrática, y la critica al gobierno centrada
en la entrega de la patria y la acusación de enriquecimiento personal de sus inte-
grantes. Tampoco aquí encontramos novedades, ya que a pesar de las diferencias
reseñadas, todos los grupos de la IP comparten unánimes este posicionamiento.
Por último, el comunicado termina adoptando la modalidad de “propaganda
del método” propia de las FAP exhortando al pueblo argentino a unirse a la resis-
tencia armada contra el régimen, ya que las consecuencias de la acción “marcan
claramente cuál es el único camino que permite golpear eficazmente al sistema”,
la resistencia armada.
Hasta aquí puede hablarse de una relativa continuidad, pero tres elementos
adicionales marcan la presencia de innovaciones que no pasaron desapercibidas.
En primer lugar, respecto de la acción en sí misma, si bien no es el primer
asesinato político, es el primero cuya víctima es un símbolo cuyo significado es
indiscutido para el conjunto del movimiento peronista, no exclusivamente para
sus sectores de izquierda, como habían sido Alonso o Vandor. Por el contrario,
Aramburu es indudablemente la encarnación de la represión contra el movimiento
peronista en su conjunto, iniciada en 1955.
Para Melon (1993:240), las estadísticas de actos de sabotaje característicos
de la “Resistencia Peronista” señalan “la apropiación que muchos peronistas hi-
cieron de la revolución de Valle y de sus consecuencias” y destaca que esta apro-

37
Comunicado N° 5, de junio de 1970, cit. en Baschetti (1995: 52-53)

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piación “fue independiente tanto de los propósitos originales del movimiento de
junio como del propio Perón. Fue hija, en suma, de la represión y del conocimiento
que de ella fue adquiriendo la sociedad”.38
La vigencia de estos significados hacia 1970 puede percibirse en la reseña de
los acontecimientos del Cordobazo del periódico de la CGT, que ocupa la mitad de
varias páginas, y va acompañada, en la otra mitad de cada página, por dos notas:
“Los generales fusiladores del 1956 son los padres de los generales fusiladores del
1969” y “Valle general del pueblo asesinado por la oligarquía”. Si bien la coinci-
dencia de fechas favorece la aparición de la referencia, dada la ubicación de las
notas implican claramente la búsqueda de resignificar las luchas contemporáneas
identificándolas con las luchas del movimiento peronista, para lo cual se recurre a
Valle como símbolo fundamental.39
También para los combativos se trataba de un tema actual. Carulli (201-202)
señala que la revista Extra publicaba mensualmente “juicios” a personalidades de
la política argentina. El número de abril de 1970 estaba dedicado a Aramburu. El
fiscal del juicio, Gazzera (de la línea de Guillán) lo acusa de derrocar un gobierno
democráticamente elegido, de implementar un modelo económico de entrega al
extranjero y anular las conquistas sociales, despilfarrando el patrimonio sindical y
estimulando y consintiendo la represión empresaria, así como de “agraviar el buen
nombre y honor de los gobernantes, funcionarios y dirigentes del partido depues-
to” y del fusilamiento de Valle. El jurado decidió declararlo “inhábil para asumir
nuevamente la presidencia”.
Esta identificación con el movimiento en su conjunto, reflejada en la elección
de la victima, se ve reforzada por la clara identidad peronista, plasmada en referen-
cias reiteradas a “nuestro líder” Perón y “nuestros compañeros” Evita y Valle, etc..
Puede afirmarse entonces que tanto la acción como los mensajes que la acom-
pañan contrastan fuertemente con los debates y conflictos en torno a las defini-
ciones del peronismo que atravesaban a la IP y que, como vimos, se plasmaban
en el caso de las FAP en ciertos silencios respecto del tema. Por el contrario, los
Montoneros llaman explícitamente, al “pueblo” a “unirse, sin partidismo sectarios,
en torno a las banderas intransigentes de la resistencia”.40

38
De hecho, según Melon (1993), se había tratado de la mayor amenaza de surgimiento de un lide-
razgo alternativo que sufriera Perón desde el comienzo de su exilio, ahí su inicial rechazo. En sus
cartas a Cooke, señala que “el pueblo ha supuesto que la revolución fracasada (...) era nuestra,
cuando en realidad era de los militares”. Sin embargo, ya en 1957 la posición del líder exiliado se
modifica ante la evidente repercusión que el hecho había logrado en las bases del movimiento.
39
N°46 (5/6/69)
40
Bascheti, 52.

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En segundo lugar, encontramos también un mensaje específicamente dirigido
a la IP: Aramburu no sólo tenía un pasado político, sino que al momento de ser
“ejecutado” había vuelto al primer plano de la escena política a partir de su oposi-
ción al régimen de Onganía. El 15 de diciembre Aramburu había declarado

no creo que la Revolución Argentina ha cumplido los fines fundamen-


tales. (…) La apertura hacia una democracia moderna y la eliminación
de las causas que vienen frustrando el progreso del país era los objetivos
fundamentales (…). Han transcurrido tres largos años y estamos a fojas
cero (…).41

En mayo, en medio de actos estudiantiles en todo el país por la conmemo-


ración del Cordobazo, se produce la primera reunión del año entre Onganía y las
FA, a la que asisten Lanusse y otros 52 generales. Si bien transcurrió en un secreto
total, inmediatamente comenzaron los rumores del descontento en las FA, que re-
forzan la imagen de Aramburu como posible salida democrática para el régimen.
En este contexto, la particularidad de la acción fundante de Montoneros es
que no sólo buscar expresar una identidad (peronista), una línea política (recha-
zo de la “trampa” electoral y la “corrupción” del régimen) o propagandizar un
método de lucha (armada), sino que apunta a intervenir activamente en la escena
política, cerrando violentamente esa alternativa encarnada por Aramburu y llama a
la unidad del Movimiento a partir de su común oposición al antiperonismo.
Ambos rasgos pueden relacionarse con lo que algunos militantes analizan
retrospectiva y críticamente como “oportunismo incipiente”. El documento, que
se analiza más adelante y da origen a la primera disidencia importante (sabinos)
caracteriza a las primeras acciones (Aramburu, La Calera) como “hechos-foco”
que se proponían “instalar la guerra (…) en la lucha política de peronismo-antipe-
ronismo. Era un hecho detonante, generador de conciencia y de unidad peronista,
tras una metodología revolucionaria”. Señalan que en los comunicados

María [Montoneros] se definía como peronista en el sentido más amplio


del término, cuidando escrupulosamente incluso, de que la terminología
se ajustara a esa amplitud.
(…) Nos interesaba ser reconocidos como peronistas primero y como bra-
zo armado después, por la misma burocracia que despreciábamos (nues-
tras cartas explicativas de los hechos no olvidó a ninguno de ellos).
Queríamos contener a todo ese peronismo en pugna, y para ello cuidá-
bamos hasta el lenguaje. Y así como propósito –además de nuestras de-

41
Bra (1985: 73, 75).

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ficiencias teóricas- preferíamos no hablar de clases, no arriesgábamos a
aclarar ningún concepto que pudiera romper ese ‘frente popular de uni-
dad’. Evidentemente nos interesaba el número, y ese era el fundamento
de nuestras indefiniciones públicas, inconcientemente pensábamos que
la indefinición mantendría intacto el caudal del peronismo a nuestro fa-
vor (…).” (Suplemento Especial Lucha Armada (2006: 12,24)).

En el marco de las vertientes ya analizadas, esta acción de los Montoneros


muestra una afinidad inicial con los argumentos que, desde 1969, habían esgrimi-
do los sectores “combativos”.
De todas formas, el rasgo más llamativo y que mayor sorpresa despertó, junto
a las referencias cristianas era el lenguaje parco, marcial, fuertemente militar, de
los comunicados. Esto abonó las interpretaciones que desde el momento en que
se conoció el secuestro lo atribuyeron al conflicto interno en las FA y no, como
habitualmente se hacía, a fuerzas “antinacionales” vinculadas al comunismo.
Sin embargo, esto puede entenderse también como una clara señal de la vo-
luntad de los Montoneros de diferenciarse de las acciones previas, buscando mos-
trarse no sólo como un pequeño grupo que llama a la acción al pueblo con su
ejemplo heroico para, con el tiempo, construir el “Ejército del Pueblo”, sino como
un ejército ya constituido, capaz de vengar al pueblo y de incidir efectivamente
en la escena pública con sus acciones. Como veremos, los primeros documentos
públicos abonan esta interpretación y resignifican las peculiaridades de esta acción
fundante a partir de una explícita y agresiva voluntad de diferenciarse de otras
organizaciones armadas peronistas.

La unidad de los grupos “originales”


El 1ro de julio de 1970, cuando aún no se había logrado dar con los respon-
sables de la primera acción, los Montoneros protagonizan la toma de La Calera,
realizada por la célula cordobesa de los ex CCT y el grupo Córdoba.42
El objetivo era marcar la presencia de la organización a nivel nacional y des-
mentir las interpretaciones de la primera acción ya que remitía a la toma de Pando
por los Tupamaros, organización definidamente de izquierda. Además la elección
del lugar “tenía de por sí un valor simbólico, ya que había sido el último foco de la
resistencia del peronismo durante la revolución libertadora.”.43
Al igual que en la primera acción el despliegue logístico de la nueva opera-
ción, la primera de esta naturaleza, realizada en Argentina ratificaba la imagen de

42
Lanusse (2005: 210)
43
Lanusse (2005: 209-210)

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una organización poderosa, de un “ejército del pueblo” capaz de acciones de gran
envergadura, y nuevamente contrastaba con la imagen del pequeño grupo llaman-
do al pueblo a unírsele.
La acción transcurre con éxito hasta la retirada, punto débil de este tipo de
operaciones. A partir de algunas detenciones y de la información extraída a los
presos mediante la tortura, son identificados muchos de los participantes en ambas
operaciones y se produce una cadena de arrestos.44
Los resultados imprevistos de estas primeras acciones fuerzan la clandes-
tinidad y requieren la colaboración entre los grupos “originales”, acelerando un
proceso de unificación que hasta entonces o bien era incipiente (porteños y cordo-
beses), o directamente no existía (grupos Santa Fé y Reconquista).
De todas formas, como destaca Lanusse (2007), el fruto de esta unidad de
1970 no es aún una organización unitaria propiamente dicha, sino “una especie de
federación”. Hasta mediados de 1971 no existe una instancia centralizada de con-
ducción y los contactos no eran sistemáticos, obedeciendo generalmente a viajes
que, por motivos personales, realizaban los militantes. Recién en agosto de 1971,
con la realización de un Congreso Nacional en Bs. As., se crea una instancia perma-
nente de dirección a nivel nacional. Se decide que en los dos meses siguientes cada
región debía elegir un grupo de 4 o 5 personas como dirección y que uno de ellos
sería el jefe y se integraría a un Consejo Nacional.
La creación de esta estructura organizativa da paso a principios de 1972, a la
definición de una línea política propia que a partir de las llamadas UBRs profundi-
za la incipiente afinidad con el discurso “combativo” que se insinúa en la primera
acción.
La pregunta que surge en relación a este proceso es por qué, estando los
grupos fundadores atravesados por los mismos clivajes que el resto de la IP, final-
mente esa línea termina imponiéndose sobre las restantes. La existencia de esas
alternativas es evidente, como se muestra más adelante, en las resistencia que la
línea triunfante genera, y por ende, a pesar de cierta continuidad entre la primera
acción y la línea de 1972, no es posible deducir simplemente una de la otra.
Es necesario hacer referencia a los debates de las OAP, la crisis de las FAP, y
las transformaciones de la escena política a partir de la apertura política propuesta
por el “Gran Acuerdo Nacional”. Estas transformaciones favorecen dos maneras
convergentes el predominio de la mencionada línea plasmada en las UBR´S. Por
una parte, favorecen las posturas “combativas” al abrirles las puertas del movi-
miento y al adoptar el líder un discurso afín a sus premisas ideológicas. Por otra

44
En el marco de esta catástrofe, el 7 de septiembre de 1970, la policía encuentra a los principales
referentes reunidos en una pizzería de William Morris y mueren en un tiroteo dos de los principales
referentes de los grupos fundadores: Abal Medina y Gustavo Ramus.

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parte, la crisis de las FAP confirma su acierto al mostrar las consecuencias negati-
vas que provoca la elección de las alternativas.

La crisis de las FAP


Comenzamos por este proceso ya que permite visualizar con claridad el pro-
ceso por el cual los diferentes posicionamientos analizados hasta aquí dan paso a
la convergencia y polarización en dos líneas casi opuestas: el “alternativismo” de
las FAP y el llamado “movimientismo” de Montoneros.
A fines de 1970, las posiciones de los “urbanos”, hasta entonces limitadas a
documentos internos, salen a la luz con dos reportajes: “12 preguntas a las FAP” 45
y “Con las armas en la mano”.46 Como señalan Pérez (2003) y Lanusse (2005), con
estos reportajes se inicia la primera etapa de la larga crisis de las FAP, conocida
como debate entre “oscuros” o “movimientistas” e “iluminados” o “clasistas”.47
Un comunicado emitido el 17 de octubre de 1970, completamente opuesto a
las posiciones de esos reportajes, plasma claramente las posiciones de los llama-
dos “oscuros” o “movimientistas”.
Mientras los reportajes califican la experiencia del movimiento a partir del
golpe de 1955 de insuficiente y desgastante,48 a causa de los sectores “reformis-
tas” y “los dirigentes sindicales burocratizados” que responden a los sectores de
la burguesía nacional del movimiento;49 los “oscuros” reivindican en bloque los
“veinticinco años de lucha”, afirmando además que el movimiento “está [hoy] más
fortalecido que nunca”. Donde los reportajes consideran necesario aclarar que

45
C y R N° 25, de septiembre de 1970
46
Originalmente publicado por Granma en septiembre de 1970 y reproducido por C y R, N° 28, en
abril de 1971.
47
El grupo que decide incorporarse a Montoneros, plantea que consideraba que “una concepción
peronista era incompatible con el punto de vista clasista”, a lo cual Villaflor habría respondido “veo
todo oscuro”, dando origen al nombre que daría a los “disidentes”. (Gurucharri, 304-305). Varios
relatos testimoniales mencionan el tema (Amorín, 2005:368, 168; El Kadri en A y C 466-467; Per-
día, 1997:105 y Anguita y Caparrós, 1997:650) e identifican entre los “oscuros” a Eduardo Moreno
y Soler, Ernesto Villanueva, Alejandro Peyru, Walsh. Los dos primeros provenían del grupo “funda-
dor” de cristianos, Villanueva y Peyrou al grupo universitario, el primero por las Cátedras Nacional,
el segundo al MUN de Cs Económicas, cuyas posiciones podemos definir como similares a las que
atribuimos al FURN. En el caso de Walsh, dos biógrafos (Arrosegaray y Jozami) coinciden en ubi-
car su ruptura más adelante. La versión de Jozami es la más verosímil: “(…) el grupo que alentaba
la posición movimientista –lo encabezaba Eduardo Moreno, ‘el negro Santiago’, y era fuerte en el
sector universitario –deberá retirarse de la organización. ‘Los oscuros’ –así se los llamó- se incor-
poraron a Montoneros, en la mayoría de los casos, y unos pocos a las FAR.” (Jozami, 2006:247).
48
“Con las armas…”, en Duhalde y Pérez (2003: 167-168)
49
“12 preguntas…”, en Duhalde y Pérez (2003: 152-153)

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[e]n el supuesto caso de que Perón estuviera subjetivamente, en una va-
riante de negociación, de renunciar a todo lo que ha venido planteando,
de entregarse con el régimen, a ese nivel creemos que no tendría ninguna
posibilidad política. Y por lo tanto creemos que (…) Perón no es encua-
drable.50

Para los “movimientistas”, en cambio, Perón

no es un mero símbolo, o un empecinado recuerdo sentimental (…) es


hoy más que nunca el intérprete de su pueblo y el conductor de un proce-
so que tiene por claro objetivo la total y definitiva liberación de nuestra
patria.51

Esta primera etapa de la crisis culmina a mediados de 1971, con la “emigra-


ción” de los primeros a Montoneros y a Descamisados, e involucra una profundi-
zación de las definiciones de los segundos, que se plasman en un documento inter-
no de enero de 1971 en el cual aparece con claridad, por primera vez, la llamada
“alternativa independiente” (AI).
A las caracterizaciones críticas del movimiento y de Perón, se suma un ma-
yor énfasis de las definiciones “clasistas” 52 y, fundamentalmente, un planteo que
remite claramente a las posiciones que denominamos “ongaristas”. Afirman que la
búsqueda de articulación con el “pueblo” y la “clase obrera” no debe apuntar a “la
modificación de las actuales estructuras político-sindicales”, ya que estas serían
fruto de “las reales limitaciones de las luchas populares en esta etapa” sino a su
“modificación cualitativa por la base”, que tendrá por “consecuencia natural” la
adecuación de esas estructuras “al mayor nivel de enfrentamiento”.53
A pesar de profundizar las definiciones “clasistas” y “ongaristas”, este plan-
teo no modifica la clásica interpretación del rol de Perón de la IP. En un documento
interno de septiembre de 1971, aclaran que la AI no era contradictoria con la con-
ducción de Perón, ya que este garantiza la unidad del movimiento y “su política
refleja el estado actual de la contradicción interna del movimiento”, por lo cual su
posición

50
“Con las armas…”, en Duhalde y Pérez (2003: 169)
51
Duhalde y Pérez (2003: 177)
52
“Documento Político N° 1”. Si bien todos los sectores “perjudicados por esta situación de depen-
dencia” pueden participar del proceso de liberación, la clase obrera, “por el lugar que ocupa en la
producción” y ser la fuerza mayoritaria, debe tener un “rol hegemónico”.
53
Duhalde y Pérez (2003: 197-198)

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seguirá el curso del desarrollo de la contradicción interna, reflejando pro-
gresivamente la resolución de la misma a favor del término revoluciona-
rio en la medida en que este se fortalezca política, militar y organizativa-
mente, logrando integrar a la clase obrera a su proyecto.54

Estas ideas se difunden públicamente en un comunicado de diciembre de 1971


en el cual además de denunciar “los caminos sin salida que nos ofrecen los Cam-
pora o Paladino, los Rucci o Miguel, los Osinde o lo Jorge Antonio” proponen:

más que preocuparnos por disputarles a los chantas el control de una UB


–que sólo se mantendrá abierta hasta que a Lanusse le convenga-seguire-
mos fortaleciendo nuestra OPM, más que preocuparnos por disputarles a
los burócratas la dirección de algún sindicato –que sólo tendrá legalidad
mientras no se joda a los militares- comenzaremos a construir nuestros
propios grupos de base en las fábricas, en los barrios y en las villas.55

Como señala Pérez (2003), lejos de resolver la crisis abierta por el conflicto
entre “oscuros” e “iluminados”, el planteo de la AI y el éxodo de los “oscuros” da
paso al llamado “proceso de homogeneización política compulsiva”. Desde una
concepción leninista de la organización, su objetivo era homogeneizar los cua-
dros en una visión clasista, para romper definitivamente con el “movimientismo”.
Teóricamente, este proceso debía resultar en la identificación, mediante el estudio
de las luchas de la clase obrera peronista, de una definición “que le permitiese re-
conocerse como la protagonista en el camino de la construcción de su herramienta
de poder”.
El debate abarca casi todo el año (decisivo) de 1972, durante el cual la organi-
zación deja de operar y limita al mínimo el contacto con “frentes o problemáticas
externas al grupo”. Lejos de permitir una consolidación, lleva a la marginalidad
política y a la casi disolución de sus estructuras organizativas.

La “línea” Montonera
Como se dijo, la AI puede pensarse como una contratara del “movimientis-
mo” atribuido a los Montoneros. Mejor dicho, se trata de definiciones interdepen-
dientes, que se construyen una en relación y tensión respecto de la otra.
La cronología confirma esta idea ya que el primer documento público de
Montonero es de fines de 1970, contemporáneo a la primera etapa de la crisis de

54
Duhalde y Pérez (2003: 226-228)
55
Duhalde y Pérez (2003: 234)

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las FAP. No sólo reafirma algunas líneas ya presentes en los comunicados iniciales
sino que se enmarca en la línea defendida por los “oscuros” de las FAP.56
Para los Montoneros el movimiento peronista era “la última síntesis de un
proceso histórico que arranca ciento sesenta años atrás”, como parte de la corriente
“nacional y popular” que expresa “los intereses de la Nación contra los embates
del imperialismo [y la oligarquía liberal, “antinacional y vendepatria”] de cada
circunstancia histórica”.57 El movimiento, además, es visto como un todo. En 1955
la “contrarrevolución” depuro sus filas quedando constituido “casi exclusivamente
por las fuerzas populares”.58 Si hay diferencias, no son ideológicas sino morales,
por eso afirman que “[N]o respondemos a ninguna de las tendencias en pugna
dentro del movimiento” y “sólo acatamos un tipo de peronista”: el que lucha “sin
cuartel y sin componendas por las banderas populares, con todos los medios y
posibilidades que su puesto de acción le ofrece”.59
Las definiciones referidas a la metodología de lucha refuerzan la desestima-
ción de los conflictos y clivajes ideológicos y la fuerte voluntad unitaria. Nueva-
mente son casi una contratara de todas las declaraciones analizadas hasta aquí,
centradas en el objetivo de transformar/elevar la conciencia política de los su-
jetos revolucionarios. Los Montoneros simplemente pretenden “abrir canales de
comunicación, a ganar lo favorable y neutralizar lo desfavorable, a extender la
organización a todos los niveles de acción: el político, el sindical, el estudiantil y
el militar”.60
El segundo documento de los Montoneros es un reportaje de abril de 1971,
además de refirmar la identificación con el peronismo, así como su carácter unita-
rio y la ya mencionada estrategia de “ganar lo favorable y neutralizar lo desfavo-
rable” extendiendo la organización, uno de los ejes de la entrevista es la respuesta
a una critica de las FAP a la acción fundante.
Las FAP habían señalado que si bien adherían “a los criterios de ajusticia-
miento”, consideraban que habría faltado una evaluación clara de “la perspectiva
de continuidad de un proceso desencadenado a ese nivel. Nosotros opinamos que
(…) era una acción más para terminar un proceso que para iniciarlo.”.61
La respuesta de los Montoneros evidencia la búsqueda agresiva de diferen-
ciación ya anunciada en las primeras acciones. La nota da una gran importancia

56
“Hablan los Montoneros”, N° 26 de noviembre-diciembre de 1970, cit. en Baschetti (1995:97).
57
Baschetti (1995: 97)
58
Baschetti (1995: 98)
59
Baschetti (1995: 101)
60
Baschetti (1995: 101-102)
61
“Con las armas…”, en Duhalde y Pérez (2003: 172-173)

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a demostrar que el secuestro de Aramburu había sido precedido por una fase de
desarrollo previo que había llevado a considerar que

habíamos logrado una desarrollo organizativo mínimo, una consolida-


ción política y una técnica militar, y sobre todo, que el proceso del pueblo
argentino había madurado lo suficiente como para prestar una adecuada
receptividad a las acciones armadas.

Además de refutar así las críticas, dan un paso más, asumiendo a su vez una
posición de implícita pero evidente crítica a las FAP. Afirman que el objetivo de
la acción había sido

dar un paso más adelante en lo que hace al grado de violencia ofensiva.


O sea, avanzar en la escalada político-militar que se inicia con atentados,
asaltos a policías de parada, a postas militares, a polígonos de tiro, a
armerías, entre otras cosas, hasta llegar a la toma de bancos y destaca-
mentos policiales. Por eso planificamos, entre otras cosas esta operación
de envergadura nacional.

Y en relación a ese objetivo, a pesar de los problemas y fallas, evalúan que la


decisión fue acertada ya que la operación demostró que eran posibles “hechos de
envergadura” y abrió “nuevas perspectivas al movimiento armado (…) [lo cual] se
comprueba en la creciente expectativa popular y la ola de acciones desencadena-
das en estos momentos”.62 En la misma línea, destacan que la operación no sólo se
distingue de las precedentes por su magnitud, sino que “es el primer hecho militar
realizado por una organización revolucionaria que implica por sí sólo definirse
políticamente. Ya, asaltar un banco o tomar un destacamento popular no define
políticamente a nadie”.63
Más aún, respecto de las definiciones defienden la radicalidad de la acción:
la aplicación de “la justicia revolucionaria” desconociendo la del régimen y, por
ende, “el comienzo de la instauración del poder popular”.
También rescatan las consecuencias de la acción, que habrían privado “al
régimen de su carta más importante para la salida demoliberal”, agudizando “las
contradicciones internas del régimen” hasta provocar el cambio de Onganía por
Levingston.64

62
Baschetti (1995: 61-64). “Los que lloran”, se publica en el N° 27 de C y R, junto a un reportaje a las
FAP, publicado originalmente en Granma en septiembre de 1970 y ya mencionado (“Con las armas
en la mano”) y un reportaje a las FAR (“Los de Garín”).
63
Baschetti (1995: 62)
64
Baschetti (1995: 61-62)

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Si bien este documento explicita con mayor claridad que los previos su carác-
ter revolucionario65, persiste la preocupación por diferenciarse del “marxismo” y
las influencias “extranjeras”. Así, defienden “la necesidad de lograr un desarrollo
económico independiente y una justa redistribución de la riqueza, dentro del mar-
co de un sistema socialista que respete nuestra historia y nuestra cultura nacional”.
Por ende, si bien Cuba necesita para consolidarse de la revolución en otros países,
no hay que “copiar exactamente su modelo. Cada pueblo tiene sus propias carac-
terísticas que deben ser tenidas en cuenta”.66
Para enmarcar estas progresivas definiciones es preciso mencionar otras dos
organizaciones armadas peronistas que se dan a conocer en estos meses: FAR y
Descamisados.
Los fundadores de las FAR provienen mayoritariamente del PC y del PS.67
Más allá de sus trayectorias previas de militancia, ambos grupos se conforman a
partir del proyecto de incorporarse al proyecto continental de Guevara como la
“sección argentina” del ELN. Esta nace en el marco de las conferencias Trincon-
tinental y OLAS, en 1966/67 y estaba estructurada en tres “columnas” o “seccio-
nes”, llamados 1 (debía apoyar la iniciativa desde Argentina), 2 y 8 (debían incor-
porarse al grupo boliviano). Los grupos 2 y 8 liderados respectivamente por Carlos
Olmedo y Arturo Lewinger se encontraban en Cuba cuando se produce la muerte
del Che en octubre de 1967. A mediados 1968, ya de vuelta en Argentina y a ins-
tancias de las FAP, se unen formando las llamadas “proto-FAR”. Ya en 1969, se
incorporan al grupo los Comandos Santiago Pampillón, que habían participado en
el Cordobazo, y al cual pertenecerían Juan Julio Roque y Alfredo Elías Kohon.68
Aún sin nombre, se acuerda un funcionamiento común, no una fusión, a partir
de un ámbito común de conducción integrado por Arturo Lewinger, Quieto, Olme-
do y Osatinsky. De acuerdo al testimonio de Jorge Lewinger, el funcionamiento

65
Afirman proponerse la “destrucción del estado capitalista y su ejército”, y especifican que la “estra-
tegia revolucionaria” de la organización es la guerra popular total, nacional y prolongada.
66
Baschetti (1995: 65-66, 68)
67
Uno de los grupos fundadores, liderado por Carlos Olmedo, venían del PC. Olmedo y Roberto
Quieto habían integrado la Federación Juvenil Comunista en Bs. As y luego una escisión influencia-
da por el maoísmo, que en 1963 da lugar a una organización efímera, Vanguardia Revolucionaria.
Según Levenson (2000), Marcos Osatinsky había sido durante varios años el secretario general del
PC de Tucumán (Canosa, 2007).
Otro núcleo fundador es liderado por Lewinger, que milita en el PS hasta 1958, incorporándose
luego a una de las primeras experiencias de acercamiento de la izquierda al peronismo, que ya men-
cionamos, el MIR-Praxis, liderado por Silvio Frondizi, y posteriormente, al 3MH, que se disuelve
a partir del golpe de Onganía.
68
No es seguro que las acciones previas a Garín fueran realizadas exclusivamente por los grupos de
Olmedo y Lewinger, y posiblemente todavía actuaran conjuntamente con otros grupos provenientes
del ELN como Baluarte (Caviasca 2006).

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era irregular y no había espacios de discusión que conectaran a las células entre
sí, o a estas con la conducción. De manera similar, el trabajo político también era
muy dispar según las células.69
La desvinculación del proyecto cubano y la integración al peronismo son los
dos grandes temas que atraviesan todo el proceso de “búsquedas y progresivas re-
definiciones ideológicas” que se abre con la muerte del Che.70 El cuestionamiento
de la tesis del foco rural se da a partir de “una idea bastante simple, pensábamos en
la composición social Argentina (…) que el movimiento obrero (…) estaba en las
ciudades y entonces había que desarrollar una experiencia de carácter urbano.”.71
El ejemplo y los contactos con los Tupamaros, opuestos al igual que ellos a la iz-
quierda tradicional, habrían favorecido la progresiva adopción de una orientación
“nacionalista, popular y revolucionaria”.72
Su primera acción armada de propaganda, del 26 de junio de 1969, aún sin
firmar, es el incendio de 13 supermercados Minimax propiedad de Nelson Rocke-
feller durante su visita al país.73 En abril de 1970, luego del asalto a un banco en
Don Torcuato, la organización considera que había alcanzado “un adecuado nivel
organizativo” y comienza a preparar una acción para darse a conocer públicamen-
te, que sería la toma de Garín (30 de julio de 1970).
Al momento de realizar esta acción la “identidad política [de las FAR] está
todavía en construcción”. Si bien se ha abandonado el “foquismo” el tema de la
identidad peronista aún esta en debate. Si bien en los comunicados

69
Siempre de acuerdo a este testimonio, su célula conservaba las relaciones establecidas a partir del
trabajo territorial, sindical y estudiantil de Praxis, pero de todas formas tenía poca inserción de
base. Algunos dirigentes sindicales en La Plata, estudiantiles en Bs. As., otros en villas. Contrasta
la situación con la de su hermano, a quien “le decíamos que tenía una organización paralela porque
el tenía una organización de colaboradores absolutamente propia con compañeros que venían de
Praxis, de Villa Jardín por ejemplo” (Caviasca, 2006:95).
70
Canosa (2007). La autora señala que el proceso ha sido analizado a partir de la propia versión
del mismo dada por la organización, en especial a partir del reportaje a Olmedo publicado por la
Revista Cristianismo y Revolución (Nº 28) en abril de 1971, “FAR: ‘Los de Garín’”. A pesar de su
verosimilitud, este documento no deja de presentar “el carácter estilizado de un documento desti-
nado a la publicidad entre la militancia”.
71
Testimonio de Jorge Lewinger, en Caviasca (2006)
72
Caviasca (2006: 96).
73
En ese momento todavía formaban parte de una coordinación entre grupos que se proponían apoyar
el proyecto de continuar el foco boliviano del Inti Peredo (1968-1969). Los reproches que esto pro-
nunciaría públicamente a fines de junio de 1969 dan cuenta del debate que atravesaba al grupo. El
Inti declara que “[h]ay quienes desean congelar dentro de las fronteras nacionales a los movimien-
tos que luchan por la liberación continental. Es absurdo. La lucha es de todos. Hay seudorrevolu-
cionarios que le hacen el juego al enemigo con esas consignas, porque si ellas se respetan se divide
el ejército emancipador”. Para septiembre la idea estaría descartada. Con la muerte de Inti Peredo,
Cuba habría impulsado que los tres sectores que habían compuesto el ELN concurrieran a Bolivia
para continuar el mantenimiento del ‘foco’ y que estos se habrían rehusado (Canosa, 2007).

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subrayan la importancia del peronismo en tanto experiencia política del
‘pueblo’ y ubican al 17 de octubre del ’45 como el inicio de un ciclo de
luchas populares no concluido aún, que ellos buscarían ‘coronar con la
victoria total’. (…) en ningún momento asumen al peronismo como su
propia identidad política ni nombran a su líder. En este sentido, la única
figura reivindicada es el ‘Che’ Guevara, quien es concebido como una
especie de ‘San Marín del siglo XX’.74

Todavía en diciembre de 1970, un dirigente de las FAR entrevistado en Gran-


ma, se limita a señalar que el tema del peronismo estaba en discusión “a nivel de
la dirección nacional” y que “no sabían si llegarían a considerarse alguna vez parte
del peronismo y que no estaban convencidos de que el mismo fuera un movimien-
to de liberación nacional”.75
Recién en abril de 1971 encontramos una clara identificación con el peronis-
mo. En un extenso reportaje, Olmedo afirma que la “valorización de la experien-
cia peronista” sería fruto de la búsqueda de la “fuerza social” capaz de impulsar
un cambio revolucionario en Argentina, así como de la búsqueda de los medios
para que “las organizaciones armadas puedan ser reconocidas por esa fuerza social
como vanguardia político-militar”.76
Al igual que las FAP, dan importancia a precisar que entienden como “doctri-
na justicialista”. Si bien esta posee continuidad gracias a “la presencia de la clase
obrera”, su contenido varía en el tiempo como “expresión” de las etapas de “la
experiencia de nuestro pueblo”. Concretamente, para las FAR era imposible ha-
blar de “capitalismo sin explotación” o de conciliación entre los intereses de “los
dominados y los dominantes”.77
A diferencia de las aclaraciones que las FAP consideran necesarias respecto
de la diferencia entre la “voluntad subjetiva” de Perón y su rol “objetivo”, la carac-
terización de las FAR es marcadamente positiva. Consideran que

74
Chama y Canosa (2009) analizan esta acción destacando que tanto la prensa como los testimonios
de los pobladores hacen referencia a la muerte del cabo 1º Fernando Sulling durante la acción, des-
tacando que le habían disparado “a quemarropa” y a “sangre fría”. Así, en el 2do comunicado, las
FAR explican que habían disparado porque el policía se había resistido a sus órdenes, y que nadie
más debía adoptar esa actitud. Plantean una defensa de la lucha armada más concreta que en el
1er comunicado: “los combatientes del pueblo no hemos elegido la violencia: simplemente hemos
elegido dejar de padecerla (…) De nuestro enemigo es la culpa que tengamos que matar para ser
libres”. “[D]eben comprender que lamentamos los daños y molestias causados por nuestros coman-
dos, pero que ellos son el costo inevitable de la rebeldía liberadora”.
75
“Con el fusil del Che”, en Canosa (2007) sería el primer documento conocido de las FAR.
76
Baschetti (1995: 146), “Los de Garín”.
77
Baschetti (1995: 161,163)

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de buena fe, [Perón] entiende que tanto Paladino como nosotros y tantos
otros peronistas están buscando los caminos más adecuados y eficaces
(…). La cuestión no es la polémica interna o doméstica, sino la puesta a
prueba, corajuda, conciente y confiada que uno considera más justa. En-
tonces, si el general Perón tiene la posibilidad de balancear ese proceso
(…) las posibilidades de elegir, de valorar, de diferenciar y determinar
quiénes representan de una manera más justa, mas profunda y mas eficaz
los intereses del pueblo peronista (…).

Destacan que si bien se le ha reprochado a Perón “no elegir”, “no descartar”, para
eso “hay que tener qué elegir” y

[d]urante mucho tiempo, dentro del campo del pueblo, las movilizacio-
nes masivas, las diversas formas de lucha y de respuesta, no constitu-
yeron una alternativa visible (…) que permitiera esa elección histórica
(…). Nosotros (…) asumimos con los hermanos de otras organizaciones
peronistas, la tarea de diseñar otra alternativa.78

El cuarto grupo de las OAP, más pequeño y con una presencia mucho menor
en la escena pública, son los Descamisados, que comparten con los Montoneros el
origen cristiano y el temprano acercamiento al peronismo. Sus fundadores y prin-
cipales referentes (Norberto Habbeger, Oscar De Gregorio y Horacio Mendizábal)
provienen todos de la Democracia Cristiana (DC) y la mayoría de sus integrantes
proviene de la Liga Humanista, integrada a la UNE.
El grupo surge en 1967 con el nombre de Acción Peronista y en 1968 se
integra a la CGT de los Argentinos y participa activamente de los Campamentos
Universitarios de Trabajo (CUT). En 1969 deciden transformarse en una organi-
zación político-militar, “Descamisados”, rompiendo por ello con el referente de la
UNE, Julio Bárbaro.
Se dan a conocer el 20 de noviembre de 1970 con la toma de un cine para
conmemorar el “Día de la Soberanía” con la proyección de un reportaje a Perón.
El comunicado difundido durante la acción estaba dirigido a sus “Compatriotas”
y afirmaba que el “Conductor” ya había señalado el camino: a la violencia se debe
responder con mayor violencia. Cerraba diciendo “venceremos en un año o vence-
remos en diez, pero venceremos”.79
A pesar de las diferencias tan tempranas como evidentes, en junio de 1971,
los cuatros grupos profundizan sus acuerdos avanzando a una segunda etapa en la

78
Baschetti (1995: 165-175)
79
Entrevista a Andrés Habbeger en Esquivada (2004: 95) y Amorín (2005: 366-367).

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que incorporan acciones conjuntas.80 Como era previsible, en diciembre de 1971,
con el lanzamiento público de la AI y el inicio del proceso de “homogeneización
compulsiva” de las FAP, se inicia la crisis que culmina en la disolución de las
OAP.
En ese marco, las FAR inicialmente cercanas a las FAP, se alinean con Mon-
toneros y Descamisados. La nueva posición se evidencia en el “Documento preli-
minar para la reconstrucción de las FAP” elaborado junto a Montoneros, en el que
cuestionan la decisión de las FAP de suspender la acción durante las discusiones
internas.
En su respuesta de enero de 1972 las FAP rechazan las críticas y aluden crí-
ticamente al acercamiento de FAR y Montoneros. El documento, de carácter in-
terno, plantea fuertes cuestionamientos y se pregunta si era posible sintetizar el
foquismo y la Guerra Popular Prolongada (GPP), una “concepción militarista” y
una “político-militar”, una visión “oportunista” y una “clasista” del movimiento
peronista, entre “ser el brazo armado del reformismo y la tendencia combativa y
ser la expresión política, militar y organizativa de la clase obrera”.81
En abril, ya disueltas las OAP, otro documento de las FAP profundiza esta
crítica señalando que deberían haber reaccionado mucho antes frente a “las mani-
festaciones elocuentes de las debilidades ideológicas de la M [su “programa elec-
toral” y las “manifestaciones de nacionalismo revolucionario” que aparecen en el
mismo] o lo que entonces despuntaba como el oportunismo de la R”.82
Es interesante la denuncia de las FAP del “oportunismo” de las FAR. Destaca
el contraste, o al menos la sorpresa que generan los posicionamientos de las FAR,
en vista de sus primeras definiciones ideológicas y el acercamiento inicial que ha-
bían generado. Este viraje parece incluso más grave que la “debilidad ideológica”
de los Montoneros por ser una opción política realizada con toda “conciencia” de
sus implicancias ideológicas.
Dos documentos internos de Montoneros de fines de 1971 y de principios de
1972 respectivamente, nos permiten analizar cómo, luego de su efectiva constitu-
ción como organización nacional (aunque con dispar inserción) con la creación de
estructuras directivas unitarias, definen con claridad una línea política distintiva.
Según el relato de Lanusse (2007), el primer documento habría sido elabo-
rado por el grupo porteño y aprobado en la primera reunión del Consejo Nacio-

80
Según Orellana, una de las acciones de las OAP más resonadas, el rescate de presas de la cárcel de
mujeres del Buen Pastor, en San Telmo, había sido rechazada por parte de la conducción y que fue
impulsada exclusivamente por Ardetti y Cambareri. En este momento, Ardetti se había opuesto a la
AI, pero al plantear su oposición lo mandan “a Siberia”, que era Oeste (Arrosegaray, 168, 178).
81
Duhalde y Pérez (2003: 241)
82
Duhalde y Pérez (2003:262-264)

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nal en diciembre. En los objetivos explicitados en el documento, hay una mayor
especificación del significado de un socialismo congruente con la “experiencia”
nacional (“socialización de los medios de producción, tanto de capital financiero
como el industrial, como la tierra y como todos aquellos bienes de producción”).
Sin embargo, la concepción nacionalista sigue siendo dominante, con la referencia
a “dirección y planificación estatal de la economía” y la definición del movimiento
peronista como heredero del “legado histórico de nuestros patriotas”.83
Al igual que en los documento de las FAP el rol de la organización revolucio-
naria se funda en una visión crítica de la experiencia de gobierno peronista y de las
luchas posteriores. Si bien esta visión crítica aparece aquí por primera vez, cabe
destacar que también aparece tardíamente en los documentos públicos de las FAP
y que es su enunciación pública lo que precipita la crisis. De todas formas, la críti-
ca de los Montoneros es bastante diferente. Afirma que desde 1952 se “manifesta-
ron” las “contradicciones y debilidades” del gobierno peronista, tanto en el plano
económico como en la falta de “un encuadramiento orgánico revolucionario” y un
“ejército del pueblo” (las “milicias obreras” de Eva).84
Respecto del rol “objetivo” de Perón en el movimiento, al igual que las FAR
y a diferencia de las FAP, el papel atribuido al líder no es el de mero reflejo del
equilibrio del fuerzas, sino que su acción apuntaría a proteger a “los sectores re-
volucionarios”. Esto, por su distancia física, no puede hacer más que desde “la
superestructura”, desde la cual impide la “consolidación del enemigo en el poder,
neutralizando y controlando a la burocracia integracionista”.
Más allá de los matices que estas valoraciones suponen es importante que
desde el inicio los Montoneros reclaman la “conducción estratégica”. Citas de
Clausewitz y Mao sobre la relación entre política y guerra fundamentan la aspira-
ción: “la forma o el método principal de lucha es la lucha armada, ya que la guerra
a medida que se vaya desarrollando irá adquiriendo mayor peso estratégico, dado
que toda guerra se resuelve por medio de las armas”. Por esto,

la conducción estratégica de la guerra revolucionaria debe estar en ma-


nos de aquellos que desarrollan la forma principal de lucha y que por lo
tanto tienen la mayor claridad estratégica y llevan el mayor peso de la
guerra.85

A estas definiciones generales, se agrega una apreciación de coyuntura. El


documento destaca que, en la actualidad, “el grado de corrupción y descomposi-

83
Baschetti (1995: 251)
84
Baschetti (1995: 252)
85
Baschetti (1995: 270)

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ción de la superestructura política y sindical del movimiento hace cada vez mas
dificultoso [a Perón] ese control”. Esto se refleja en su necesidad recurrir “para cu-
brir esas funciones [de superestructura], (…) a aquellas personas que le son leales
en un sentido más personal que político.”. Esta situación plantea una “disyuntiva”
inevitable: convertirse en “un partido liberal más, integrado al sistema” o construir
la organización revolucionaria para la toma del poder. El siguiente documento,
claramente profundiza estas definiciones coyunturales, por el lugar que da, implí-
citamente, a la superestructura.86
Un documento interno de 1972 define al año 1971 como una etapa de tran-
sición “entre el ‘foco’ como método y la ‘infección’ generalizada (…) en el seno
del pueblo.”. Ya entonces habrían comenzado a sentir la necesidad de contar con
“canales adecuados para incorporar a compañeros” y “formas organizativas supe-
riores que [los] encuadren”, para lograr “conducir tácticamente las movilizaciones
subordinándolas a la estrategia de creación y fortalecimiento del Ejército Peronis-
ta”; de una infraestructura “asentada en el seno del pueblo”, de “información polí-
tica y operativa” ajustada a las “necesidades del pueblo” y de “formas de lucha más
adaptadas a las posibilidades del pueblo y que puedan ser imitadas por este.”.
Para solucionar estos déficits surge “la propuesta concreta de los Montone-
ros”: las UBR, que debían funcionar simultáneamente como “canal de comunica-
ción” y como “encuadramiento orgánico”.

[C]ompuestas por un pequeño número de compañeros con una mínimo


de claridad estratégica y política, de compromiso y decisión. Estos com-
pañeros siguen militando semi-clandestinamente en la superficie, como
parte de su medio natural, y comienzan a hacerlo clandestinamente en la
organización político-militar.

Concretamente, al igual que Unidades Básicas de Combate (UBC), estructura


organizativa básica hasta entonces, las UBRs tenían una organización clandestina,
celular, compartimentada y dividida en regiones geográficas. Sin embargo, sus ob-
jetivos era diferentes. Mientras las UBC funcionaban como ámbitos de coordina-
ción de las acciones armadas de un grupo de “combatientes”, las UBR apuntaban a
coordinar las acciones de un grupo de militantes con inserción en diversos frentes
de masas, territoriales, fabriles y/o estudiantiles.87
Un aspecto central de la propuesta, que hace de las UBRs la contracara del
“alternativismo” y de su predecesor, el “ongarismo”, es que apunta precisamente
a la inserción en la “superestructura”, es decir, “las instituciones de que dispone el

86
Baschetti (1995: 259-260)
87
Lanusse (2005: 266-7).

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Sistema”. Como denuncian indignadas las FAP, la “línea” montonera no es ni más
ni menos que otra versión de la línea “combativa”. Esta, como se dijo, no era mero
“verticalismo” o “movimientismo”, sino una concepción en la cual todo debía
subordinarse a la “eficacia” y los “resultados”.
En esa tónica, los Montoneros definen a las UBR como

la manera más concreta de hacer realidad el objetivo planteado por los


compañeros peronistas de Base de Córdoba, cuando dicen: ‘El pueblo
será dueño de la revolución cuando sea dueño de sus organizaciones
armadas’.88

Para ellos, igual que para Guillán

la imperiosa necesidad en que se encuentran los dirigentes traidores de


realizar alguna acción podría ser utilizada para conducir a las masas a la
lucha, que nada impedía (…) conducir el movimiento, una vez desenca-
denado, y (…) a nadie debía preocuparle con quién se sentaba, sino el
resultado de la acción.89

La “línea” se sintetiza en una reveladora frase de su carta a Perón de febrero


de 1972: “medimos el acierto o el desacierto de una conducción por los resultados
que produce”.90
Ahora bien, para comprender por qué esta línea, a pesar del rechazo que
genera incluso dentro de los grupos “originales” (luego se analiza la crítica de los
“sabinos”), termina predominando sobre la “alternativista” es imprescindible re-
mitirse también a las transformaciones experimentadas por escena política pública
luego de la aparición pública de los Montoneros con el secuestro de Aramburu.

3. El auge de la juventud “combativa”


Abonando la autoimagen de Montoneros, inmediatamente después del se-
cuestro de Aramburu Onganía es reemplazado por Levingston. Lógicamente, la
acción no es más que la gota que rebalsa el vaso y el cambio refleja la urgente
necesidad de recomponer la legitimidad del régimen. Desde el Cordobazo, la su-

88
“Memoria del año 1971. Informe especial”, en Baschetti (1995: 370-372). Más adelante hacemos
referencia a la crisis que experimentan los grupos fundadores cordobeses y rosarinos en 1972.
89
Como señala Ollier (1989), este endurecimiento obedece tanto a la falta de respuesta del gobierno a
los gestos de “tregua” enviados por Perón, como al acuerdo alcanzado con algunos gremios rebel-
des luego de la orden de Perón.
90
Baschetti (1995: 125)

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perposición de la movilización popular y la acción de la guerrilla, peronista y no
peronista, se cernía sobre el gobierno militar como una clara advertencia de su
posible convergencia.
La destitución de Onganía abre una fase de transición en la cual muy rápida-
mente el consenso respecto de los problemas desaparece a la hora de plasmarse en
estrategias concretas para solucionarlos: ¿la solución política era un requisito para
encarar los problemas económicos, como pensaba Lanusse? ¿O, en cambio, como
defendían desde diversas posturas Onganía y Levingston, la salida política debía
ser precedida por una profundización de la “revolución”?  91
Recién a fin de año, con el anuncio de la “Hora del Pueblo” comienza a per-
filarse un nuevo escenario político, cuyas características fundamentales perduran
hasta 1973.92 El acuerdo era la “prueba del reconocimiento de Perón como interlo-
cutor legítimo” por parte de las fuerzas políticas tradicionales y reclamaba al go-
bierno la inmediata rehabilitación de los partidos y la convocatoria a elecciones.93
Ante la reticencia de Levingston a reconocer estas demandas comienza el aleja-
miento de Lanusse y, en marzo de 1971, cuando el “Vivorazo” recuerda la urgencia
con que deben buscarse las respuestas, llega el momento de implementar su propia
solución a la amenazante convergencia entre guerrilla y movilización social.

El “Gran Acuerdo Nacional”


Su propuesta consistían en

un Gran Acuerdo Nacional entre todos los grupos políticos, tutelado por
las FA. Había que ‘unir a los adversarios y combatir a los enemigos’
(…). Para contener a las fuerzas sociales que luchaban por un sistema de
representación al margen de las organizaciones era necesario rehabilitar
a los actores políticos legítimos: las FA, los partidos políticos y la buro-
cracia sindical.94

El problema era que la apelación a la representatividad de los partidos polí-


ticos chocaba con el creciente “predominio de sus alas izquierdas”,95 en un clima
de opinión en el cual “la nacionalización y la izquierdización habían desplazado

91
De Amézola (1999: 62-63, 86)
92
Ollier (1989: 106)
93
De Amézola (1999:67).
94
De Riz (1981: 32)
95
De Amézola (1999)

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el eje político de una manera inimaginable”.96 97 Esta situación es claramente per-
cibida por los analistas políticas contemporáneos. En septiembre de 1972 La Na-
ción afirmaba que “cualquiera que pretenda obtener buenos resultados electorales
debe postular el socialismo, pues hay convicción sobre la resonancia popular del
mismo.”.98 De manera similar, Tcherkaski, para La Opinión (1/6/72) señalaba que

[l]a variante lanussista consiste en institucionalizar la presencia política


de los militares en el poder, admitiendo en el seno del mismo –mediante
una concertación previa- a los representantes de los partidos mayorita-
rios. (…) Pero en la actual situación del país, la gravitación real de las
fuerzas políticas (…) se halla profundamente debilitada y se desarrolla
en medio de un evidente clima de escepticismo y desconfianza por parte
de la ciudadanía.

En este clima, De Amézola (1999:110-112) concluye que “[e]l radicalismo


balbinista, el peronismo moderado y la cúpula cegetista (…) tienen límites objetivos
en sus propias internas, donde no ven con buenos ojos los acercamientos a estos mi-
litares desprestigiados y en retirada”. De hecho, incluso FFAA se veían afectadas
por esta radicalización, en su caso plasmada en la admiración generada por el
“nacional-populismo peruano”.
Otro aspecto clave para comprender el fracaso de Lanusse es la estrategia re-
presiva que acompañaba el GAN. Este no sólo suponía el diálogo con los sectores
moderados de las fuerzas políticas, sino la ofensiva contra quienes quedaban fuera
de esa categoría. Se trataba de “unir a los adversarios y combatir a los enemigos”.
Para esto se implementan varias modificaciones en el esquema represivo que,
según las memorias de Lanusse, se proponían dotar de eficacia y legalidad a la

96
Ollier (1989)
97
De Amézola (1999:101). Para dar cuenta de este proceso puede mencionarse, por ejemplo, que
Alsogaray “perceptivo al ambiente que lo rodea”, denomina “Movimiento Nacionalista Liberal” a
su partido. Su meta era atraer a sectores de UDELPA, del conservadorismo y del radicalismo para
completar el espectro político encarnando a la derecha, con el ENA a la izquierda y La Hora del
Pueblo en el centro. Poco después de la creación de La Hora del Pueblo se había formalizado el
ENA, iniciativa parte del PC (Héctor Agosti, Rubens Iscaro, Moises Cherñavsky), inspirado en la
Unidad Popular chilena, que reúne a peronistas (Raúl Bustos Fierro, Enrique Carballeda y Jesus
Porto), radicales (Raberto Cabiche, Conrado Storani, Aldo Tessio), independientes (Samuel Yas-
ky, Francisco Cholvis, Risieri Frondizi). Según Porto se proponía como “una alternativa de poder
real, electoral o no, que pueda decidir una convocatoria para reformar la Constitución.” (Análisis,
17/11/70). Para Tessio, la Hora del Pueblo y el ENA no son incompatibles, ya que uno busca elec-
ciones y el otro “va más allá, hacía la transformación del país.” (Panorama, 1/12/70) Según una nota
de Análisis (22/11/70), el PC consideraba en cambio que podría producirse un vuelco de militantes
desengañados de La Hora del Pueblo hacia el ENA (De Amézola, 70-72).
98
Ollier, 1989:249)

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represión: 1) creación de la Comunidad Informativa, dirigida por el Ministerio de
Interior, que debía centralizar la información de los diferentes servicios de inteli-
gencia para lograr una represión más eficaz; 2) control, centralización y ordena-
miento de la Policía Federal a cargo de Cáceres Monié; 3) creación de un “fuero
antisubversivo”, la Cámara Federal en lo Penal.99
El punto débil de la estrategia es la conjugación entre la represión a la pro-
testa y la lucha antisubversiva”. Este es “un grave problema para el gobierno (…)
pues en la misma maniobra debe sino reprimir, por los menos intimidar o molestar,
a una población absolutamente sublevada contra el régimen de las FA.100
Otro aspecto crítico que desprestigia rápidamente la estrategia represiva
de Lanusse es que, a pesar de lo declarado en sus memorias, el nuevo esquema
consistía fundamentalmente en una combinación de represión ilegal y legal. Lo
habitual era que los presuntos guerrilleros apresados desaparecieran por algunos
días para ser torturados y luego aparecieran a disposición del fuero antisubversivo
(comúnmente denominado “Camarón”), cuyos jueces ignoraban las denuncias y
heridas que probaban las torturas y presumían la validez de las declaraciones.101
La habitualidad de la práctica de la tortura no comienza con Lanusse.102 Sin
embargo, era novedosa su combinación con las nuevas medidas represivas legales
y el discurso de conciliación e institucionalización del gobierno. Ollier (1989)
retrata la repercusión de esta combinación. En agosto de 1971, Primera Plana fus-
tigaba la represión del gobierno en un editorial:

(…) el testimonio de quienes deben custodiar el orden desmiente lo que


pretenden defender. Se generaliza la degradación de los valores del De-
recho y de las garantías tan trabajosamente asentadas a lo largo de la
historia. En aras de un interés instrumental, se viola aquello que con más

99
De Amézola (1999: 82)
100
Ollier (1989: 183). La misma autora da un ejemplo paradigmático: el 16/7/71 durante la represión
de una movilización de Comunidades Cristianas el ejército detiene 128 personas, entre ellas 1 obis-
po, 3 curas, 2 monjas, 29 amas de casa y 24 niños. Ollier (1989: 169)
101
Gurucharri (2001: 288). Rouquié (1986:292) discute la imagen, que considera habitual, de una
represión “blanda” en este período. Por el contrario, afirma que a partir de 1971 la represión se
endurece frente a la amenaza de una convergencia (o coordinación) entre la insurrección urbana
espontánea, la acción de los grupos armados y el “potencial militante” de la JP. Para este autor se
trata de una “verdadera guerra secreta” que tiene un fuerte impacto en la opinión pública.
102
Los casos más impactantes, previos al inicio del GAN son los Alejandro Baldú (19/3/70), Martins y
Centeno (16/12/70). Prueba de ello es la nota que la Jefatura de Policía envía el 30/4/71 a los jueces
y que “solicitaban el fin de los ‘sorpresivos’ y demasiado frecuentes exámenes médicos, dispuestos
por los magistrados para establecer si hubo torturas. Tal vez animados por la ola de críticas a la vio-
lación de los derechos humanos, los jueces repudian la nota recién en septiembre de 1971. (Ollier,
1989: 178)

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ortodoxia ha proclamado nuestra tradición cristiana: la dignidad inaliena-
ble de la persona. Así se destruye desde adentro la única argumentación
posible frente a la violencia, y paradójicamente, termina por dársele la
razón.103

Para fines de 1971 las debilidades del GAN y su estrategia represiva, dan
paso a la conformación de “un importante núcleo socio político, incluso por su
acceso a los medios de comunicación, contra el régimen militar”.104

El “peronismo de la victoria”105
En la segunda mitad de 1971 Paladino y La Hora del Pueblo comienzan a
resultar insuficientes en la estrategia de Perón. A partir de su éxito en la política
de acercamiento a los partidos Paladino había comenzado a identificarse crecien-
temente con las necesidades del gobierno y, a fines de agosto de 1971, oficia de
representante de Lanusse ante Perón al comunicarle el deseo del gobierno de que
se auto proscriba.106
Perón inicia entonces un viraje hacia posiciones más duras en la relación con
el gobierno e iniciativas destinadas a dar más espacio en el movimiento peronista
a la IP. En abril, Perón comienza a multiplicar las cartas, cintas y declaraciones
de aliento que fortalecen claramente a la “IP”.107 De todas formas, el fin de la
“fase Paladino” llega recién a fin de año, cuando el gobierno anuncia la convo-
catoria a elecciones (26/8/71) y aclara que no habría “trampas ni proscripciones”
(18/9/71).
La nueva fase se inicia en noviembre con la llegada de Cámpora e Isabel y la
consigna “Unidad, organización y solidaridad”. En palabras del nuevo delegado,
su misión es

103
Primera Plana, 24/8/71, N° 447, citado en Ollier (1989:168)
104
Ollier (1989:185).
105
Tal es la denominación de Bernetti (1983) a la peculiar configuración que adquiere el movimiento
peronista en este período y que permite su triunfo electoral en marzo de 1973.
106
Ollier (1989:175)
107
En julio Perón comienza a grabar un documental con Getino y Solanas, cuyo mensaje, de tono si-
milar a las grabaciones y mensajes provenientes de Madrid, es sintetizado por un dirigente de la JP:
luchar contra el intento de transformar el movimiento en un partido más del sistema, intensificando
la preparación humana para la revolución y la acción de las organizaciones armadas; sobre la Hora
del Pueblo: se terminará cuando comiencen las elecciones; sobre la unidad: “debe darse dentro de
cada sector por separado”; “nadie puede unir a la juventud sino la juventud misma”. La Opinión,
23/10/71

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[l]ograr la unidad partidaria sobre todos los intereses personales o de
sectores, comprendiendo que el peronismo es de todos los peronistas,
cualquiera sea el estilo que hayan elegido para defender nuestras ideas,
porque nosotros no somos sectarios ni excluyentes.108

Este mandato da cuenta de un aspecto central para comprender tanto el des-


plazamiento de Paladino como las necesidades de la nueva fase. La reorganización
del Partido Justicialista (PJ), cuya primera instancia es la afiliación, debía ser para
Perón una ocasión privilegiada para el acercamiento de los sectores medios y ju-
veniles al movimiento.
La decisión de Paladino de implementar una “afiliación restringida” a fin de
mantener el control sobre el aparato político, pieza clave en la etapa abierta con la
derogación de la prohibición de la actividad partidaria, provoca su caída ya que im-
pedía sumar al movimiento el aporte movilizador de los jóvenes radicalizados.109

La nueva fase, entonces, combina electoralismo con apertura de espacios


institucionales para los sectores radicalizados del movimiento, cuyo discurso es
convergente con el clima general ya descrito.
Como ya se analizó, estos sectores no eran homogéneos. De hecho, un pe-
riodista que analiza la situación de este sector del movimiento lo califica de “mo-
saico” para destacar su fragmentación. Sin embargo, en su caracterización de los
grupos encuentra dos grandes corrientes que remiten de manera simplificada al
panorama ya analizado. Según Bonasso, por entonces en tránsito de acercamien-
to a Montoneros, la IP se encontraba dividida en la “tendencia revolucionaria”,
opuesta al sistema y defensora de la “guerra total”, y los “sectores combativos”,
centrados en la oposición al gobierno militar y al delegado Paladino, y partidarios
de conformar una “línea” dentro de la estructura partidaria.110
En los términos más duros de un documento interno de las FAP 111, se trata de
la “corriente combativa” que oscila entre “el golpe, la insurrección, la formación
del partido, las vacilaciones electorales o las adhesiones formales a la guerra re-
volucionaria”, diluyendo su propuesta organizativa en “las alternativas generadas

108
Primera Plana, N° 458, 9/11/71.
109
La efectividad de estos límites se refleja en la rapidez con que se incrementan las afiliaciones luego
de su desplazamiento. En Capital, a fines de agosto, el PJ tendría 7000 afiliados, el 9 de diciembre,
9300 afiliados. Para el 2 de enero los afiliados son 27.000 afiliados. Los números son reveladores
de cambio operado en el proceso a partir de la liberación de las fuerzas “afiliadoras”: en los tres
primeros meses hubo un incremento de 2.300 afiliados, mientras que en diciembre las afiliaciones
se triplican. La Opinión, 8 de octubre, 9 de diciembre de 1971 y 2 de enero de 1972, p. 14
110
Bonasso en La Opinión (14/07/71)
111
“Ampliación del DP N° 1”, septiembre de 1971, Duhalde y Pérez (2003: 218)

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por la tendencia conciliadora, pretendiendo al mismo tiempo liderar políticamente
la práctica de las OAP.”. Así, su característica es dar “una respuesta superestructu-
ral a la corriente conciliadora”, por lo que su proyecto “tiende a copar la superes-
tructura del movimiento”.112
Señalan, que

[a]provechando la iniciativa táctica de la superestructura (huelgas, UB)


de la corriente conciliadora, sus bases expresan un nivel organizativo
ligado mas que estrechamente a la política de la clase obrera, extendién-
dose formas de nucleamientos que desde agrupaciones gremiales a las ju-
ventudes locales, constituyen potencialmente posibilidades de desarrollo
convergentes –a nivel de bases- con el de la tendencia revolucionaria.113

A esta oponen la “tendencia revolucionaria”, que sería la “expresión con-


secuente de la profundización de la práctica de la clase obrera peronista” y se
identificaría con las OAP.114
Más allá de las caracterizaciones, a lo largo de la segunda mitad de 1971,
con el retroceso de Paladino, los sectores “combativos” adquieren un creciente
protagonismo que culmina con la incorporación de Licastro y Galimberti como
“delegados juveniles” en el Consejo Superior (CS) del movimiento.
Sin embargo, esta creciente importancia de los grupos juveniles como repre-
sentantes de los “combativos”, generalmente identificados en este período como
“duros” u “ortodoxos”, es paralela al desplazamiento de los grupos sindicales
identificados con esa corriente.
Se mencionó ya el delicado equilibrio (palabras “duras” y acciones “blandas”,
en términos de Ongaro) que mantenían los grupos sindicales “leales” a Perón. La
nueva fase no modifica esta situación, más bien la complejiza ya que los sindicatos
se transforman en uno de los principales espacios de confrontación entre Perón y
Lanusse.
Frente a esta situación, Perón privilegia la búsqueda de unidad, principal
cometido de Rucci en su segundo período al frente de la CGT y desautoriza en
repetidas ocasiones a los “combativos” que reclaman mayor dureza frente al go-
bierno. Su política, igual que en la fase previa, es la de diferenciarse del “colabo-

112
En esta corriente incluyen no sólo a los combativos sino a los grupos juveniles ligados, como vere-
mos, a la afiliación y la movilización masiva. Nombran a Gazzera y Guillán, Licastro, JAEN, MBP
y MRP. Aparece también Alberte.
113
Duhalde y Pérez (2003: 224-226)
114
Enumera en este caso además a los grupos que, luego de la dispersión de la CGT de Argentinos ad-
hieren a las posiciones “ongaristas”, como el PB, OP 17, Bloques de la CGTA y juveniles, CENAP,
EPL. Duhalde y Pérez (2003: 226)

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racionismo” abierto, sin romper el delicado equilibrio que permite a los sindicatos
conservar las posiciones adquiridas.
Esta política permite, a principios de 1972, una reunificación significativa en
el plano sindical por primera vez desde 1969.115 De todas formas, Rucci y las 62
mantienen hasta el último día su posición de prudencia y moderación frente a un
gobierno que permanentemente amenaza (y ocasionalmente cumple) con la inter-
vención y la suspensión de la personería jurídica.
También en otros aspectos las señales de apoyo a algunos sectores de la “iz-
quierda” del movimiento se ven acompañadas de guiños a sus adversarios. De he-
cho, la “pendulación” propia del estilo de liderazgo de Perón en los años de exilio,
se plasma en estos últimos años en una fuerte dualidad que tiñe todos sus actos.
Así, el nombramiento de Cámpora y de los delegados juveniles es acompañado
por la designación de Osinde (que se presentaba como “delegado de Perón ante las
FFAA”) e Iñíguez (que mantuvo varias entrevistas con oficiales y una con Lanusse
e impulsaba la idea de incorporar una ministro por arma al próximo gobierno) para
sus relaciones con las FFAA.116
A fines de 1971, también se produce el encuentro Perón-Frigerio, que inicia
el acercamiento al desarrollismo. Frondizi presionaba a los militares diciendo que
si ellos no cumplían con los objetivos revolucionarios, estos se concretarían vio-
lentamente. A la vez, previendo una polarización electoral entre un frente “liberal”
y otro “de ‘signo nacional’”, había comenzado a acercarse a Perón, en torno a
cuya figura pensaba que podían agruparse sueldistas, radicales y moderados del
ENA.117
Esta dualidad se profundiza con el lanzamiento del FRECILINA a principios
de 1972. A pesar de su naturaleza electoral, las declaraciones que acompañan su
lanzamiento lo presentan como una iniciativa de carácter revolucionario: “[e]l pro-
ceso electoral es un medio, no un fin”, el FRECILINA es “un frente de lucha en
pos de la emancipación nacional. Conquistada esta, habrá de seguirle la liberación
del Pueblo hoy explotado.”.118

115
Los 8, los participacionistas y una buena parte de los No Alineados comienzan a alinearse nueva-
mente con las 62 que logran pasar de las 23 organizaciones a las que habían quedado reducidas
luego de la muerte de Vandor, a sumar 77 organizaciones, bajo el liderazgo formal de Coria y
efectivo de L. Miguel. Fernández (1986: 26). A fines de 1972, de las 100 organizaciones que se han
normalizado, 86 pertenecen a las 62. Este proceso, refuerza el aislamiento de la corriente repre-
sentada por Ongaro (Ollier, 1989:211) pero, a la vez, es acompañado de la incesante movilización
“antiburocrática” en el interior que analizamos más adelante ya que, como señala Torre, esto es un
dato clave para comprender las acciones del sindicalismo después de 1973.
116
Bozza (1999:142-144)
117
De Amézola (1999:101)
118
Bozza (1999:146). En esos mismos días, en el marco de la condena al clima represivo instaurado
por el gobierno, Perón habría calificado a la política represiva del gobierno como “terror blanco”.

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Poco después se difunde un “Llamamiento al pueblo” que da al lanzamiento
del FRECILINA un carácter “cívico” que convoca a grupos sociales, universita-
rios, culturales, técnicos a participar de la formación de “mesas del trabajo”.119 Este
“perfil movilizador”, basado en “la difusión territorial ‘por abajo’ ” del FRECILI-
NA va acompañado de “acciones de carácter superestructural”, a partir del juego
de “alianzas tácticas” con otros partidos y la profundización del acercamiento al
desarrollismo, ya que es simultáneo a la gira de Frondizi por Italia, Francia y Espa-
ña, auspiciada por Giancarlo Valori y la democracia cristiana europea, que culmina
con el publicitado “abrazo de Puerta de Hierro” entre Perón y Frondizi.120
Nuevamente, la percepción de esta dualidad no es algo puramente retrospec-
tivo, sino que es claramente planteado por los medios de comunicación masivos:

la [definición] que tanto se le exige [a Perón] (…) representaría la auto-


mática partida de defunción del fenómeno peronista, tal como se lo co-
noció hasta ahora. Para decirlo en términos absolutamente esquemáticos,
Perón en la Argentina debería convertirse, inevitablemente, en el padrino
del Gran Acuerdo o en un jefe guerrillero. Esa es la razón básica de que
Perón no pueda regresar al país (…).121

Por último, entre fines de 1971 y marzo de 1973 pueden identificarse tres
etapas diferenciadas en los posicionamientos coyunturales de Perón frente al go-
bierno. La primera, hasta julio de 1972, es de moderación por parte de Perón y
de búsqueda de diálogo por parte del gobierno. La segunda de enfrentamiento
abierto, se inicia con la decisión de difundir públicamente las entrevistas con emi-
sarios (no oficiales) del presidente Lanusse.122 La tercera se inicia en octubre con

La nota que contenía estas expresiones habría dado origen a fuertes conflicto. El gobierno abre una
causa que impide salir del país a López Rega, que por ende se retracta del contenido de la nota. Más
allá de los enfrentamientos personales derivados de este episodio, la negativa del staff de la revista
a publicar la retractación de Lopez Rega provoca su renuncia en masa y origina un fuerte cambio
en la orientación de la revista. (Primera Plana, N° 472, 15/02/1972, pp. 6,7, El equilibrio del terror
y N° 475, 7/3/72, “Una alborada y un ocaso”).
119
La Opinión, 11 de marzo de 1972; Ollier (1989:214-215)
120
Bozza (1999:159-161).
121
Eichelbaum en La Opinión, 18/7/72
122
De Riz (1981). Como parte de este enfrentamiento, el 7 de julio, en la cena de camaradería de las
FA, Lanusse afirma que Perón no será proscripto como candidato, y fija el 25/8/72 como fecha tope
para que los candidatos fijen su residencia en el país y para que renuncien los funcionarios que
quieran participar en las elecciones. Sigue a esto un intercambio de desafíos: el 22 de julio Perón
anuncia que ni renunciará a su candidatura, ni regresará en los plazos establecidos por el gobierno;
poco después Lanusse afirma que “o [Perón] regresa antes del 25 de agosto o tendrá que buscar un
buen pretexto para mantener el mito de su eventual o hipotético retorno”.

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la difusión del llamado “Plan mínimo”, primera señal pública de acercamiento a
las FA y de renuncia a su propia candidatura.
La dualidad permanente que acompaña la radicalización del discurso público
de líder con señales de apoyo a algunos sectores moderados y estas variaciones
coyunturales son el marco en el cual los sectores juveniles “combativos” no sólo
se convierten en indiscutidos protagonistas de las movilizaciones del periodo, sino
que son formalmente reconocidos como cuarta rama del movimiento peronista y,
simultáneamente, reconocen a las OAP como sus principales referentes políticos.

La JP Regionales
La organización que encarna este proceso es la Juventud Peronista Regiona-
les y su punto de partida es la designación de los consejeros juveniles Licastro y
Galimberti.
¿Quiénes son los elegidos para representar a la juventud? Por una parte, care-
cen de una base de apoyo propia: “el juego de Perón es claro, nombra al que menos
tiene” y por ende, depende completamente de su apoyo.123 Por otra, representan
dos líneas diferentes dentro de la juventud “combativa”. Mientras Galimberti rei-
vindica abiertamente a las OAP, Licastro se caracteriza por la moderación en sus
declaraciones sobre el tema.
Esta posición remite a la de uno de los grupos por entonces más importantes
dentro de la juventud “combativa”: el Frente Estudiantil Nacional (FEN). Este
grupo había sido uno de los primeros en adoptar una identidad peronista dentro
del ámbito universitario y como parte de ese proceso se había acercado a un grupo
de la “vieja” JP: Guardia de Hierro, con el que se fusiona a principios de 1972,
adoptando el nombre de Organización Única del Trasvasamiento Generacional
(OUTG).
Si bien manejaban con mucho cuidado el tema de la violencia, el discurso de
su referente, Roberto Grabois, muestra con claridad la voluntad de matizar su apo-
yo: “Los pueblos siempre aspiran a las formas incruentas, pero (…) si el sistema
pretende perpetuarse por la vía violenta, se extenderá irremediable y victoriosa-
mente la violencia popular”.124
De manera similar, Licastro, militar dado de baja por desobedecer la orden
de reprimir durante el Cordobazo, responde a la pregunta de si participaba de las
“concepciones insurreccionales” de la guerrilla afirmando:

123
Testimonio de Castillo en Anzorena (1989: 150)
124
La Opinión, 01/09/71, p. 10. Una ex militante del FEN entrevistada por Anchou (2007) señala que
había una diferencia entre lo que era el discurso oficial de la organización “hacia afuera”, en tanto
que en la facultad no decían explícitamente “no a la revolución armada” porque “si llegaban a decir
eso no enganchaban más ningún cuadro ¿viste?”.

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Si hay elecciones somos los más democráticos de todos: queremos que
en ella no participen sólo las organizaciones de cuadros, sino fundamen-
talmente las masas peronistas y, en ese aspecto, creemos ser lo más re-
volucionarios.125

Galimberti, en cambio, referente de un pequeño grupo llamado Juventud Ar-


gentina para la Emancipación Nacional (JAEN), debía su reciente popularidad a la
abierta identificación con las OAP en general y con Montoneros en particular.
De hecho, si bien no es el único grupo con que contacta la organización luego
de su presentación pública, tiene un rol importante en su inserción inicial en el
movimiento. Es un aliado del JAEN, Julio Antún, el que difunde por primera vez
una cinta de Montoneros en un lugar público.126
El discurso de Antún es bastante controversial para la mayoría de los grupos
juveniles, incluso del sector “combativo”. Una revista cordobesa ya en 1972 des-
tacaba que Antún sería previsiblemente desplazado por Obregón Cano, ya que “su
misma y confesada ortodoxia [esta] en el peligroso límite del sectarismo (…). [con
sus ] consignas (…) previsiblemente anticomunistas, antimarxistas”.127
De todas formas, el anticomunismo no era patrimonio de los aliados iniciales
de Galimberti. Licastro justificaba la decisión por la que había sido dado de baja
señalando que entre los manifestantes no había “banderas rojas sino argentinas, no
cantaba[n] la internacional sino el himno, y alzaba[n] el retrato de Perón.”.128
Inicialmente, la posición de Galimberti es contemporizadora. En un reportaje
de noviembre de 1971, es decir al momento de su designación, señalaba que las
diferencias se relacionan con el “papel que se le asigna a los nucleamientos arma-
dos dentro de la estrategia general de la guerra revolucionaria.” E inmediatamente
después aclara que si bien

la experiencia histórica indica que la política revolucionaria en los paí-


ses dependientes, tiende a transformarse en una política armada (…) la
guerra popular exige incorporar a todo el pueblo a la lucha y esto dibuja
(…) una etapa en la cual deben coexistir las formas políticas armadas con
las no armadas. Y de intentarse que ambas marchen de común acuerdo,
porque la política revolucionaria es una sola.

125
Primera Plana, 13-14, N° 437, 15/06/71
126
Se trata de la “Asamblea de los sectores Peronistas de la juventud y cuadros medios”, del 25 de abril
de 1971, en Santa Rosa de Calamuchita (La Opinión, 26/06/71)
127
Jerónimo, 15 al 31 de marzo de 1972, p. 8. Como se verá más adelante, la alianza con Antún es uno
de los hechos que detona la disidencia de los sabinos dentro de Montoneros.
128
Charla de Licastro en FOETRA, octubre de 1970, en Baschetti (1995: 88)

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En función de esto, concluye con un llamado a la unidad al destacar que las órde-
nes de Perón no debían suponer la disolución de las organizaciones existentes:

Perón (…) nos advirtió ni soñar con disolverlos. La reorganización


no puede empezar por desorganizar lo que ya existe. Y ojo, que quien
se atreva a plantear eso, atribuyéndoselo al Consejo Superior está
traicionando.129

Esta posición inicial se modifica a partir de abril de 1972 inmediatamente


después del lanzamiento del FRECILINA y, por ende, de la profundización de
la ambigüedad característica de la etapa. Precede además al endurecimiento del
discurso de Perón y su enfrentamiento abierto con el régimen.
En ese marco, Perón interviene de manera decisiva para lograr la unificación
de los grupos juveniles, hasta entonces polarizados en torno a las dos corrientes
con clara ventaja para el grupo más numeroso, Trasvasamiento.130 La intervención
comienza en abril, cuando Cámpora anuncia que en Madrid se estudiaba “revolu-
cionar internamente la JP” para encuadrar a las nuevas generaciones por encima
de los grupos de juventud profesionalizados “que integran en muchos casos jó-
venes viejos”.131 Al día siguiente, se anuncia que las medidas tendientes a lograr
estos objetivos eran dos: un límite de edad de 30 años para militar en el sector
juvenil, que evitaría la “profesionalización” de los dirigentes y una organización
estrictamente federal que evitaría “los grupos de presión generados en las grandes
ciudades y provincias”.132 Según la nota que anuncia los cambios, se trataba de
un “acta de defunción” de los grupos juveniles existentes que “lleva firma y sello
de Perón”. La renuncia de los líderes juveniles de las organizaciones díscolas se
produce el 9 de junio, en un acto conjunto en la Federación de Box. En las confe-
rencias de prensa previas al acto del Consejo Provisorio (Galimberti) y de la Mesa
de Trasvasamiento Generacional (Álvarez, Grabois, Cabo), se anuncia la unidad

129
Primera Plana, 2-11-171, N° 457, p. 12 y 13, “Un oficial del ejército duro”.
130
Sigo aquí el argumento del trabajo conjunto con Anchou. Anchou y Bartoletti (2006).
131
La Opinión, 14 de abril de 1972
132
Un recuadro anuncia: “Hoy martes, cuando esta edición de Primera Plana esté en la calle, todos
los nucleamientos juveniles existentes en el Movimiento Peronista -o periféricos- habrán dejado de
existir”. Según la nota, el “acta de defunción”, que “lleva firma y sello de Perón” estaría fechada “el
17 de abril, después que el forense practicara los debidos exámenes clínicos. Los que demostraron,
rotundamente, la muerte cerebral del paciente.”. Primera Plana, N°482, 25/4/72, p. 5. El tema de las
renuncias es muy difundido en los medios, por lo cual llama la atención la persistencia de versiones
(Caballero y Larraquy, 155-156 y Anzorena, 151) según las cuales la consigna de abandono de la
Juventud por los mayores de 30 tomaría por sorpresa a Grabois y a Alvarez y seria una especie de
“jugarreta” de Galimberti que logra descolocarlos antes de sus discursos, forzándolos a aceptar una
situación de hecho.

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de la Juventud Peronista en torno a un Consejo Reorganizador Nacional de la JP.
Ambos nucleamientos destacan que la unidad se basaría en un programa compar-
tido que daba cuenta tanto del tono combativo como del predominio de la posición
de apoyo a las OAP:

Libertad inmediata a todos los prisioneros de guerra. Derogación de toda


la legislación represiva, e investigación y castigo para todos los respon-
sables de torturas, secuestros y asesinatos contra el pueblo. Elecciones
y entrega del poder en el 72 con Perón en la Patria como candidato.
Plena vigencia de la Constitución de 1949. Toda reforma constitucional
es ilegal y tramposa. Cumplimiento del programa de nacionalización de
los sectores básicos de la economía y ruptura de todos los compromisos
internacionales contraídos a espaldas del pueblo desde 1955. Solidaridad
con las organizaciones político-militares peronistas FAR, FAP, Montone-
ros y Descamisados.133

Junio es un mes clave en el nacimiento de las Regionales. Por una parte se


convoca a organizaciones y “nucleamientos” juveniles de todo el país a reunirse el
9 de julio para conformar las “Mesas de Trabajo para la Reorganización de la JP
Regionales”. Por otra, las incipientes regionales adoptan ya lo que será su perfil
característico: mientras protagonizan movilizaciones casi insurreccionales son for-
malmente incorporadas como cuarta rama, ya no sólo del movimiento sino del PJ.
En ese marco, las Regionales impulsan una especie de correlato juvenil del
FRECILINA, las “Juventudes Políticas”. Con motivo de la movilización progra-
mada para el 28 de Junio, sexto aniversario del golpe de 1966,134 los grupos por-
teños convoca a jóvenes de otras fuerzas políticas a unirse a esa movilización con
la consigna “ganar la calle”. El llamado apelaba a su común enfrentamiento con
el gobierno y el “sistema”, así como la defensa de un gobierno “antiimperialista
y antioligárquico” y recibe el apoyo de fuerzas tan diversas como el ENA (PC,
FEDE, DC Allende), PSP, Juventud Radical, Movimiento de Afirmación Radical
(UCR), Partido Conservador Popular, UDELPA y JP.135
La movilización excede esta iniciativa. Entre el 26 y 28 de junio el país se ve
sacudido por el auge de la movilización estudiantil con gran fuerza en Córdoba y
en Tucumán donde adquiere carácter de “pueblada”.136 En Bs As, Primera Plana

133
Panorama, 9 de junio de 1972 y Primera Plana, 1° de agosto de 1972, N°496, p. 18
134
Primera Plana, 27/6/72. Finalmente, convoca a un Congreso que se realizaría en Córdoba, el 30/7,
en el cual se determinarán los “mecanismos electivos” para la designación de delegados regionales
al “Consejo Nacional de la JP”.
135
Primera Plana, 27/6/72
136
Bozza (1999:127, 129-130)

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comenta en tono elogioso la participación de las Juventudes Políticas en la movi-
lización y destaca que su unidad

se dio en la lucha, a través del principio de insurrección organizada, y


que, si bien no satisfizo las esperanzas de algunos exaltados teóricos,
demostró básicamente dos cosas: el temor del régimen a un pronuncia-
miento masivo en Bs As y que ya entró e acción –de abajo hacia arriba- la
vanguardia juvenil del FRECILINA.137

Destaca entre sus aciertos el anuncio de que la marcha se realizaría en Plaza


de Mayo como “distracción del enemigo” y realización de los actos “en la peri-
feria –donde hay mejores condiciones de terreno y la población es sensiblemente
amiga”. Además, elogia la organización de uno de los actos, en el cual la orden
transmitida mediante un petardo de alto poder explosivo permitió una desconcen-
tración rápida y evitó el encuentro con la policía que llego diez minutos más tarde
al lugar.
Como se dijo, esta movilización, que puede caracterizarse sin dudas como
casi insurreccional, no sólo es apoyada por fuerzas tan poco revolucionarias como
UDELPA, sino que además es simultánea a la efectiva incorporación de la ju-
ventud como cuarta rama del movimiento peronista, plasmada en los repartos de
cargos en la nueva estructura partidaria.138
El tono radicalizado del delegado de Perón que exige su regreso incondi-
cional como único candidato del Movimiento y rechaza el plazo arbitrario del

137
Primera Plana, 4/7/72
138
Los consejeros de la juventud electos son Jauretche, Jorge Llampart (propuestos por en Consejo de
la Juventud) y Leandro Maisonave (propuesto por Cámpora). De acuerdo al testimonio de Ernesto
Jauretche, a diferencia de la mayoría de los integrantes del JAEN, él se resistía a incorporarse a
Montoneros y, aunque posteriormente lo hizo, en ese momento, “yo no pertenecía a la organiza-
ción”, Llampart venia del C de O y Maisonave era un empleado más o menos jerárquico de Aerolí-
neas Argentinas. Era de “una familia recontra peronista y a los empleados de Aerolíneas Argentinas
le daban todos los años, junto con las vacaciones, un boleto para ir a donde querían. Y se iba a visi-
tar a Perón (…). Y se hizo amigo de Perón y por eso Perón lo puso ahí (risas) pero nunca había di-
rigido nada, nunca había manejado nada, nunca había militado políticamente en el territorio, nada.”
Si bien Rucci, Miguel y Herrera resisten esta incorporación, reclamando la secretaría general y un
tercio de los cargos, la orden es tajante y Cámpora no cede. Finalmente los cargos correspondien-
tes a la rama sindical quedan vacantes. Bozza (1999:144-145) y Bonasso (1997 :318, 321-325).
El 25 de junio, luego de las elecciones internas de autoridades, se realiza un Congreso en el Hotel
Savoy, que debía designar al Consejo Nacional del PJ. Este sería la autoridad reconocida por el
Estatuto de los Partidos Políticos, y debía estar integrado por un presidente (Perón) dos vicepre-
sidentes (Isabel y Cámpora), un secretario general y doce secretarios, que serían distribuidos de
manera equitativa entre las ramas política, femenina, sindical y la juventud.

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gobierno y todas las medidas represivas,139 su apoyo a una movilización de las
características señaladas, el clima general descripto en los primeros apartados, son
los datos que enmarcan y permiten comprender la aceptación de esta incorpora-
ción a la estructura partidaria, la participación electoral y la estrategia frentista por
grupos que se definían como revolucionarios.
Un dato clave para comprender la situación es la total convicción respecto de
la incompatibilidad entre Perón y el “sistema”, que como vimos caracteriza inclu-
so a las corrientes “alternativistas”. En una entrevista de Primera Plana, Ernesto
Jauretche, representante juvenil del Partido Justicialista, afirmaba que

No hay esperanzas [en la vía electoral] y, en realidad nunca las hubo, ya


que no resiste el menor análisis pensar que quienes con violencia han
usurpado el poder, y con sangre y represión lo conservan, lo entregarían
buenamente otra vez al pueblo (…) ¿O usted cree que la revolución pero-
nista se hizo mediante el acto electoral de febrero del 46? (…).

Esta convicción comienza a debilitarse recién en septiembre. Más allá de


los debates sobre su origen e intención, la llamada “masacre de Trelew” marca el
inicio del cuarto y último viraje en el discurso de Perón, que acompaña las nego-
ciaciones del primer regreso.
La redefinición llega el 29 de septiembre cuando Cámpora solicita una au-
diencia con la Junta de Comandantes en Jefe para entregar un “Plan de reconstruc-
ción Nacional” elaborado por Perón, quien simultáneamente ofrece una conferen-
cia de prensa para difundir el contenido del “Plan Mínimo” que, a diferencia de
los 30 puntos (enunciados el 21 de agosto), no contiene ninguna referencia a su
candidatura.140
El viraje se completa con las declaraciones de Perón sobre su regreso:

139
El 21 de agosto, Cámpora difunde un documento de 30 puntos que sintetiza estas consignas. Ollier
(1989:243)
140
Clarín, 5/10/72. Según la transcripción de Clarín el “Plan” puede resumirse en cinco puntos:
1) la “inmediata ruptura de las ataduras internacionales que afecten la soberanía nacional”;
2) la adopción del “programa mínimo elaborado en forma conjunta por la CGT y la CGE” y la
integración del “Consejo Económico y Social” que deberá discutir y elaborar un “proyecto para la
reconstrucción”;
3) un acuerdo explícito sobre la participación de las FA en el futuro gobierno y la designación de
un militar como Ministro de Interior “a fin de alejar toda suspicacia sobre parcialismo partidistas y
garantizar a la ciudadanía la máxima limpieza del proceso de institucionalización”;
4) la “revisión” de las modificaciones constitucionales y “cláusulas limitativas introducidas unilateral-
mente” y la consulta y acuerdo con todas las fuerzas políticas respecto de la convocatoria electoral;
5) total libertad del futuro gobierno para decidir sobre “posibles amnistías o modificaciones de leyes
extraordinarias” y levantamiento del estado de sitio y libertad de los presos políticos y gremiales.

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[s]i se trata de ir allá para aumentar la violencia no quiero viajar. No voy
para agregarme con los que están peleando. (…) Ser útil no significa
llegar al país subrepticiamente y crear una situación de fuerza que todos
sabemos como comienzan pero jamás como terminan. Esto hubiera po-
dido hacerse estando aún en el poder. Ser útil, cuando se tienen setenta y
dos años, quiere significar no perder el tiempo y aportar todos los conoci-
mientos y experiencias que la vida me ha otorgado en bien de mis seme-
jantes. Mi retorno al país debe ser una prenda de paz a toda costa.141

La omisión de referencias a su propia y hasta hace poco indeclinable can-


didatura y el tono “pacificador” contradecían los principales argumentos en que
los sectores juveniles fundaban la naturaleza revolucionaria de su participación
en el “Luche y Vuelve”. En lo que resta del año, el único gesto de Perón hacia su
izquierda es la designación de Abal Medina como Secretario Nacional del Movi-
miento el 2 de noviembre de 1972. Sin embargo, esto debe relativizarse ya que en
palabras del propio Abal Medina, incluso su nombramiento tenía una doble faz.
Por una parte, Cámpora había señalado al anunciarle la decisión que esta se vin-
culaba al “eco emocionado” que “su apellido despierta en el peronismo”. Por otra
parte, según Abal Medina, “mi trayectoria en el nacionalismo o las tareas que el
General me había encomendado en relación con los militares”, iban en la dirección
del acercamiento a las FA del “Plan mínimo”.142
La Juventud opta por no darse por enterada del viraje y sostiene su discurso
revolucionario y guerrero. Así, por ejemplo, el 8 de noviembre Galimberti convo-
ca a defender a Perón durante su regreso: “el que tenga piedras, que lleve piedras,
el que tenga algo más, que lleve algo más”.143 De manera similar, en el Plenario
del Congreso Nacional de la JP, realizado el 11 de noviembre en Santa Fé, setenta
delegados de todo el país que debaten a puertas cerradas para planificar el regreso,
llegan a la conclusión de que si se impedía el regreso de Perón era previsible una
insurrección armada. Los organizadores afirmaban, además, que entre las siete
Regionales podían movilizar 85.000 “militantes encuadrados” para la ocasión.144

141
Clarín, 23/10/72.
142
Bonasso, (S/F).
143
Bonasso (1997: 401). De todas formas, es evidente que los márgenes de ambigüedad se estrechan,
ya que, en su nuevo rol de Secretario General del Movimiento, Abal Medina dice dudar de que
Galimberti hubiera dicho eso, pero que, si lo había hecho, era “a título personal” (Caballero y La-
rraquy, 2000:171).
144
Anguita y Caparrós (1997:625). E. Jauretche habría declarado por esos días que “La JP tiene que
constituir una organización que contribuya a fabricar el paraguas de masas bajo el cual las organiza-
ciones que ocupan la primera línea de fuego en la lucha puedan movilizarse como pez en el agua”

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A la vez, a pesar del cambio en el discurso público, Perón reafirma su recono-
cimiento dentro del movimiento con la orden, transmitida a Galimberti, de que

dentro del justicialismo los cargos [ya no en el PJ sino en las listas electo-
rales] se repartirán por cuartos: un 25 por ciento de los peronistas que in-
tegra las listas serán, presumiblemente, miembros del aparato juvenil.145

Esta situación se plasma en la posición de la JPR difundida el 12 de diciem-


bre, en vísperas del congreso partidario que debía proclamar las candidaturas.
Galimberti (Consejero Superior), Leandro Maisonave, Ernesto Jauretche y Jorge
Llampart (Consejeros Nacionales) difunden un comunicado en el que abordan la
posición de la Juventud frente a las elecciones. Desconociendo totalmente el últi-
mo viraje en las posiciones de Perón reafirman su candidatura como condición de
su participación electoral:

La JP de la República Argentina está decidida a no complicarse con la


trampa y a denunciarla sistemáticamente. Ello significa, hoy, no partici-
par bajo ningún concepto en un proceso electoral donde se discuten mi-
gajas de la participación condicionada. (…) La JP, en este acto, proclama
formalmente como candidato irrenunciable del MP a la presidencia de la
República al General Juan Domingo Perón.146

Al día siguiente, en el Congreso del PJ, Abal Medina hace efectiva la re-
orientación ya anunciada con el Plan Mínimo: el candidato no será Perón, sino
Cámpora.
Los jóvenes no son los únicos que deben reposicionarse, aunque si los que
obedecen más rápidamente. Por diferentes motivos, la resistencia generada por el
anuncio es fuerte y la posición del Secretario General gana con el apoyo de tan
solo 95 de los 183 congresales.
La JP explica su aceptación en una conferencia de prensa en la que anuncian
la consigna que dominara las elecciones: “Cámpora al gobierno Perón al poder”.
Explican en primer lugar que la candidatura de Perón se había hecho insostenible a
causa de la acción de “vastos sectores de la ‘burocracia política y sindical que fre-
naron constantemente toda la movilización’ ”. Ante esta situación ya consumada,
quienes en el Congreso “insistieron en la consigna ‘Perón Presidente’” no expre-
saban una posición revolucionaria, sino que buscaban “forzar, en realidad, la abs-
tención del peronismo”. Así, “[p]aradójicamente (…) se presentaron en el último
congreso como ‘ortodoxos duros’ ” quienes habían desobedecido las órdenes.

145
La Opinión, 15/12/72
146
Primera Plana, 12/12/72.

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La JP Regionales, en cambio, había obrado “en base a la lealtad a nuestro
líder”, decidiendo apoyar “la candidatura del compañero Cámpora”. Por último
afirman que “haremos todo lo que esté a nuestro alcance para obtener el gobierno”,
también advierten que “sabemos bien que la cosa ahí no termina, por eso afirma-
mos: ‘Cámpora al gobierno, Perón al poder’.”.147
El último párrafo sintetiza el reposicionamiento que permite a los jóvenes
volver a combinar, al menos precariamente, su identidad revolucionaria con la de-
nostada actividad electoral y partidaria luego del giro de Perón de fines de 1972.

4. Los Montoneros hacia 1973

La relación con la JPR


Si bien en todos los trabajos sobre Montoneros la Juventud Peronista ocupa
un lugar importante hay una marcada indefinición tanto en lo relativo al vínculo
entre Montoneros y la JP como a la caracterización de esta organización.148
La JP Regionales es una estructura de alcance nacional de grupos juveniles
peronistas que se asienta, en su vértice, en la inserción en la llamada “superestruc-
tura” del movimiento peronista. Como se dijo, a partir de la llegada de Cámpora,
la juventud obtiene un explícito reconocimiento de su pertenencia al movimiento,
que se plasma en la incorporación de representantes juveniles en las instancias
directivas del movimiento (Consejo Superior) y del reconstituido PJ, así como en
la atribución de un “cupo” del 25% de las candidaturas.
En su base, la JPR centraliza un intenso trabajo territorial, centrado en las
tradicionales Unidades Básicas del movimiento peronista y en frentes específicos
(estudiantiles y profesionales), protagonizado por gran parte de los grupos “vie-
jos” y “nuevos” de la IP.
Además del apoyo que la JPR daba públicamente a Montoneros, mediante
las mencionadas UBRs se incorporan a su estructura clandestina muchos grupos
y organizaciones preexistentes, así como militantes con inserción territorial y en
frentes específicos (estudiantiles y profesionales).
Sin embargo, el proceso de conformación y expansión de las Regionales no
puede atribuirse exclusivamente a una iniciativa de Montoneros. De manera si-
milar, tampoco es el resultado de un espontáneo encolumnamiento de las organi-
zaciones preexistentes o de las “masas” bajo sus consignas. Las Regionales son,

147
Bonasso (1997:471-472)
148
Sigal y Verón los asimilan sin más detalles; Gillespie habla de “encolumnamiento”; Ollier de “fu-
sión”; Moyano de “maniobras” y engaños; Donatello distingue entre la “Tendencia revolucionaria”
y la JP “Regionales”.

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en realidad, una construcción bastante precaria en la que hubo tanto adhesiones
espontáneas como fuertes reticencias y conflictos (o directamente rechazos) de
muchos de los grupos y referentes juveniles preexistentes a integrarse a la estruc-
tura clandestina de Montoneros o a subordinarse a su conducción.
En estos primeros años, la relación de Montoneros con los grupos y refe-
rentes de la JPR se caracterizó por una adhesión en muchos aspectos condicional
o estratégica, más relacionada con el deseo de unidad y fortaleza organizativa
que con una efectiva identificación con sus posiciones. En segundo lugar, incluso
en los militantes más convencidos e identificados con la línea de Montoneros la
heterodoxa combinación de principios ideológicos revolucionarios, relación con
sectores no revolucionarios del movimiento y participación en actividades consi-
deradas no revolucionarias (electorales) generó fuertes tensiones, así como la ya
mencionada escisión de los “sabinos”.
El caso de La Plata ejemplifica el primer aspecto. Los grupos juveniles se
habían nucleado en una temprana alianza entre la JP barrial y la FURN de origen
universitario. En 1971 se plantean posiciones divergentes respecto de la posición
que debía adoptarse frente al GAN y el sector que se resistía a participar de las
actividades de afiliación se separa y forma el Frente de Agrupaciones Eva Perón
(FAEP) que se acerca a las FAR. Más tarde, la adhesión de JP/FURN a las Re-
gionales primero y a Montoneros después, se caracteriza por una fuerte reticencia
así como por el claro designio de conservar la autonomía organizativa. De hecho,
la intención original no era incorporarse a Montoneros sino a las FAP. Pero las
“conversaciones” con esta organización no se concretaron, por lo que se decide la
incorporación a Montoneros “con armas y bagaje” para lograr, en términos de uno
de sus dirigentes, “proyección nacional”. En las conversaciones previas se habría
requerido a Montoneros seguridades respecto de que “no se harían acciones ni
promociones de militantes sin acuerdo previo”.149
En el caso de Luján los conflictos son diferentes. No se relacionan con el apo-
yo a la participación electoral sino a la lucha armada. Un militante que finalmente
no se integra a Montoneros recuerda que

[l]a discusión era (…) que hacía falta hacer unos cuantos actos de violen-
cia (…) el miedo nuestro fue quedar muy expuestos, (…) la JPL [Juven-
tud Peronista de Luján]que éramos nuestro grupo, los moderados (…) y
el otro grupo era la JPC [Juventud Peronista Combativa], Combativa. La
diferencia era esa.150

149
Robles (2009) y Lanteri (2009)
150
Luna y otros (2007:89).

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En realidad, el conflicto parece ser más ideológico que práctico, ya que la
adhesión a la lucha armada del sector que se integra a Montoneros no suponía la
propuesta de iniciar el accionar armado, sino de continuar dedicándose exclusiva-
mente al trabajo “de superficie”. En palabras de la responsable de Montoneros en
Luján, Ana:

Queríamos conformar un grupo autónomo, con enganche en la organiza-


ción, para que realizara trabajo en los barrios, la Universidad, los estu-
diantes y las fábricas”. “En principio había una cosa muy fuerte de ex-
tender la Organización, lograr que hubiese en cada ciudad una UBR (…)
y después ver que esas personas tuvieran inserción en distintos ámbitos
(…) era un momento eminentemente político.151

El tema de la violencia política también habría generado conflictos en More-


no, donde el acercamiento a Montoneros se inicia muy tempranamente a partir del
apoyo generado por la “ejecución” de Aramburu.
Las críticas aparecen luego de un acto realizado el 1ro de mayo de 1972 en
Merlo. En una movilización masiva e inicialmente pacífica, un militante arroja
sin previo aviso una molotov a una comisaría cuando la manifestación pasaba por
delante. Frente a esa provocación y la represión que le sigue, muchos militantes
acusan a “la conducción montonera” haber decidido de manera “individual o uni-
lateral” transformar un acto pacífico en una acción de “agitación armada”.
Estas primeras críticas se agravarían a causa de otro episodio en septiembre.
En este caso, se trató de una acción a raíz de la cual un militante queda paraplé-
jico por una herida de bala. La discusión da lugar a un conato de división de los
militantes menos afectos al uso de la violencia, que señalaban la innecesaria utili-
zación de la violencia ante la inminencia del retorno que, para muchos militantes,
implicaba el fin último que justificaba las prácticas armadas.152
En Mendoza los grupos que rechazan la lucha armada (afines a la OUTG)
serían los más numerosos153 y, entre los grupos partidarios de las organizaciones
armadas, encontramos indicios que apuntan a mayor inserción de las FAR que de
Montoneros.154

151
Luna y otros (2007:93, 99)
152
Salcedo (2009)
153
De Marinis y Abalo (2005).
154
Los Montoneros, según el testimonio de Martínez Agüero, se relacionan con dos grupos juveniles
(Organización de la JP y Movimiento 17 de noviembre), y con Susana Sanz, abogada laboralista
vinculada a la UOM y la CGT locales (Alvarez, 2004 y De Marinis y Abalo, 2005). La OJP era el
grupo juvenil más ortodoxo y el M17, surge para el primer regreso de Perón, impulsado por Ernesto
Jauretche y Roberto Ahumada (De Marinis y Abalo, 2005: 83-84).

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En Misiones, al igual que en Moreno, la adhesión es fruto de la simpatía ge-
nerada por la acción fundante:

[teníamos un nivel de] idealización incluso hasta físicamente, le hacíamos


tipos viste apuestos, minas hermosas… Para nosotros decir Montoneros era
como decir Clinton, esta lejos viste, estaban lejos y teníamos un nivel de
idealización de los tipos esos que asumieron una lucha que podía signifi-
carles la vida pero teníamos admiración”. “(…) [N]osotros nos sentíamos
Montoneros sabíamos que Montoneros existía, no había venido nadie de
la conducción nacional. Cuando Montoneros hace Aramburu, nosotros an-
dábamos sueltos, dispersos [los primeros grupos serían de fines de 1969 y
principios de 1970], se forma una primera JP que se identifica con Montone-
ros y ahí nos metimos todos. Nosotros queríamos ser Montoneros (…).155

Las Regionales se constituyen formalmente en diciembre de 1972, cuando


Galimberti designa a Juan Figueredo, un maestro de escuela que había impulsado
el trabajo en los barrios periféricos de Posadas y era un referente muy respetado
por los grupos juveniles, como “delegado electoral”.156 En realidad, la función
efectiva de coordinación de los grupos juveniles durante la campaña es de la Coor-
dinadora de Juventudes Políticas. La conformación real de las Regionales es re-
cién de abril de 1973 y no todos los grupos se integran a esa estructura. Ni el MRP
ni ARP lo hacen.
Reflejando esta situación, la consigna de campaña de la juventud misionera,
incorpora algunos agregados a la propuesta de las Regionales: “La sangre derrama-
da no será negociada. Cámpora al gobierno, Perón al poder. Perón o Muerte”.157
En síntesis, la inserción lograda por Montoneros en las organizaciones juve-
niles es bastante despareja e incluso quienes adhieren a las Regionales, mantienen
en muchos casos posturas críticas respecto de la organización. Así, la movilización
juvenil del período no puede limitarse a las Regionales, sino que debe enfocarse a
partir de la denominación habitual, más amplia y sin correlato organizativo unita-
rio, de “Tendencia” revolucionaria.
Sin embargo, también es indudable que la creación de las regionales va
acompaña por la incorporación de grupos y militantes juveniles a la estructura
clandestina de Montoneros. A la vez, la política de esta organización es designar

155
Rodríguez (1999: 62)
156
Su misión era debía integrar el “Comando electoral del FREJULI y “designar delegados juveniles en
las distintas seccionales electorales de la provincia y velar por el cumplimiento de que un 25% de las
representaciones a cargos electivos corresponda a la juventud partidaria” Rodríguez (1999: 63-65)
157
Rodríguez (1999: 63)

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y/o incorporar a sus filas a militantes destacados y a quienes se ubican en posicio-
nes de dirección de los grupos preexistentes, haciendo de la JPR una estructura “de
superficie” paralela a la clandestina y dirigida por ella.
Coinciden en esto los testimonios de militantes de diversos niveles de con-
ducción de Montoneros. Perdía (1997) destaca que el “Consejo Nacional de la Ju-
ventud” muy rápidamente se volvió irrelevante y que aquellos de miembros, como
Cabo (Descamisados/APEBA) o Garaycochea (MRP), que aún no pertenecían a
Montoneros se integraron. En general las estructuras de las “agrupaciones” eran
paralelas a las clandestinas y eran conducidas por un miembro de la OPM.158
De manera similar, Amorín (2005) afirma que los dirigentes de los frentes de
masas eran cuadros con rango de aspirantes o combatientes159 y, para Castillo,

La idea era que la JP fuera el correlato de superficie de Montoneros y por


lo tanto se utiliza el mismo organigrama, la misma estructura organizativa
(...) Dentro de este esquema ninguno podía tener un cargo organizativo si
no era Montonero. Si no era y quería estar, tenía que encuadrarse.160

Como se dijo, la relación con las Regionales favorece, a lo largo de 1972, un fuerte
crecimiento que triplica los integrantes de la organización y convierte a Montone-
ros en la organización armada peronista más numerosa. Este crecimiento numéri-
co es acompañado de la consolidación de una estructura territorial piramidal cuyas
unidades organizativas eran las Regionales, las Columnas, las UBC y las UBR.
También se mencionó que a fines de 1971 se había creado la primera es-
tructura organizativa unificada, el Consejo Nacional, cuyos integrantes eran los
responsables de las diferentes Regionales. A fines de 1972 se crea una nueva es-
tructura que profundiza la centralización: la “Conducción Nacional”, que ejercía
la conducción entre las reuniones de Consejo Nacional.
Las Regionales, a su vez, estaban integradas por unidades menores, las Co-
lumnas integradas por una o varias UBC, que tenían a su cargo un determinado
espacio territorial (partido, municipio, zona). De ellas dependían, por último, las
UBR que funcionaban en ese territorio y que militaban en diversas agrupaciones.
La consolidación de este estructura organizativa piramidal de creciente cen-
tralización va acompañada de la aparición de jerarquías internas. Los integrantes
del Consejo y la Conducción Nacional, así como los jefes de Regionales, Colum-
nas y UBC, eran oficiales. Los integrantes de las UBR eran aspirantes y los de las

158
Perdía (1997: 118-121)
159
Amorín (2005: 228, 33)
160
Castillo en Anzorena (1989:152-153)

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agrupaciones, militantes de base.161 Los “aspirantes a combatientes, [eran] compa-
ñeros que se encargaban del trabajo político en una determinada zona y recibían
un precario entrenamiento militar”. A medida que la Organización se desarrollaba
los aspirantes pasaban a ser combatientes, lo cual implicaba integrarse una Unidad
Básica de Combate, y manejar su propia UBR.162

Oficiales Consejo Nacional


Conducción Nacional
Regionales
Columnas (2 a 5 por regional)
UBC (5 a 10 por columna)
Aspirantes UBR (6 a 12 por UBC)
Militantes de base Agrupaciones (una por cada integrante de UBR)

La elección de las conducciones de cada unidad organizativa era atribución del


nivel superior correspondiente, aunque la decisión se basaba en las “evaluaciones”
realizadas en cada ámbito. Estas “evaluaciones” en abarcaban el desempeño político,
militar, organizativo e ideológico de cada miembro de la organización. Cada miembro
se evaluaba a sí mismo y luego era evaluado por los restantes integrantes del ámbito,
obteniendo un “puntaje” que determinaba los lugares en la jerarquía interna.163
También se establecen en este período criterios institucionalizados de sanción
y promoción internos. Lenci (2008) da cuenta, según datos de la DIPBA, de la apa-
rición en octubre de 1972 de un documento interno titulado “Disposiciones sobre
la Justicia Penal” cuya vigencia se establecía a partir del 1ro de enero de 1973.

Tensiones internas y primera disidencia


La línea montonera generaba fuertes tensiones, incluso entre los militantes
más convencidos e incondicionales de la organización. Esto se refleja, en primer
lugar, en la dificultad para hacer realidad el 25% de los cargos que las Regionales
habían obtenido como reconocimiento por parte de Perón de su pertenencia al mo-
vimiento. Según el relato de Bonasso (1997), los “jetones” (militantes conocidos
públicamente, de las estructuras “de superficie”) intentaban evitar que las otras
ramas del movimiento los “curren” en el reparto de los cargos e influencia en el
nuevo gobierno por su desconocimiento de los ámbitos de poder, pero

161
Perdía (1997:114,118-119)
162
Amorín (2005: 33, 228)
163
Perdía (1997:118-121)

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(…) cuando la conversación se demoraba mucho en esos andariveles, no
faltaba el ‘oscuro’ que, mitad en broma, mitad en serio, deslizaba la sos-
pecha de que el compañero, preocupado por el PJ, se estaba convirtiendo
en un ‘burócrata y podía acariciar, incluso, la abominable idea de ser
diputado. Y nadie en esas tiendas juveniles, habitadas por el candor y el
desinterés más absolutos, quería ponerse encima semejante sayo.164

Destacando el carácter compartido de las reticencias frente a los cargos,


Amorín (2005) destaca que ni los “jetones”, ni la conducción de la organización
“toman conciencia” de la importancia de los cargos electorales. Señala que, en
palabras de Gullo,

(l)o mejor que le podía pasar a un joven era ser militante. Entonces, entre
estar militando en la villa, en los barrios, en las columnas, en las tareas
de solidaridad o un cargo de diputado, se elegía sin dudar lo primero. Al
compañero que se le ofrecía un cargo era como una ofensa … (…).165

Caballero y Larraquy (2000) mencionan el caso de Galimberti, a quien


Abal Medina intentó convencer durante las discusiones de las candidaturas de
que se presentara para diputado. Había subrayado que “[e]ra un pedido de Pe-
rón”, pero Galimberti se negó y le propuso a cambio que nombrara a Mario
Herrera.166
Es interesante el dato aportado por Oberlín (2009), quien señala que Monto-
neros se habría contactado, a través de Dante Oberlín, con Ongaro para ofrecerle
el puesto de diputado nacional. Ongaro se habría negado y habría sugerido para el
cargo al propio Dante. Este, al igual que otros militantes montoneros, prefirió el
trabajo “de base” y propuso a Armando Croatto, quien fue finalmente elegido.
Por último, podemos mencionar el caso de la juventud de Misiones dónde
a pesar de las instrucciones de Galimberti durante su gira fue imposible cubrir el
25% de los cargos. Por una parte, carecían de vínculos con la estructura partidaria,

164
Bonasso (1997: 449). El autor señala que su designación como Secretario de Prensa de la campaña
electoral en enero de 1973 habría sido criticada por algunos militantes que consideraban que su
“historia peronista” era “muy corta” y que el cargo debía haber sido ofrecido a Cabo. A la vez,
Bonasso disiente con quienes consideraban “la campaña como algo ‘coyuntural’, ‘táctico’, inferior
a la tarea de robar un autor u organizar una actividad miliciana con los muchachos del barrio. Más
adelante agrega que la fusión entre Montoneros y Descamisados habría generado una “divertida
contradicción orgánica” ya que el era el “jefe público” de Cabo en la Secretaría de Prensa y Cabo
era su responsable en la célula unificada de la organización clandestina (Bonasso, 2006: 102-103).
165
Amorín (2005: 273-274, 297)
166
Caballero y Larraquy (2000: 180)

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a la que denunciaban como una “burocracia” llena de “traidores” y “burócratas”.167
Por otra parte, un testimonio destaca que para

nosotros hablar de un cargo (…) era hablar de que te doy una coima o
de que yo soy un corrupto algo así, era así, nosotros no queríamos para
nosotros nada, queríamos para la gente,… nosotros no queríamos par-
ticipar en las estructuras del partido, las odiábamos porque el partido
era un instrumento del sistema, porque aparte nos habían enseñado y lo
entendíamos así, porque nosotros no queríamos este sistema, nosotros
queríamos un sistema donde la gente participara, y la gente no partici-
paba en los partidos políticos ahí participaban los mismos de siempre…
Hablarle a Juan Figueredo que él tenía que hacerse diputado era más o
menos decirle que tenía que volverse rico y cagarnos a todos nosotros, no
le entraba en la cabeza.168

En Misiones también generaba tensiones la política de hacer de las Regiona-


les una estructura paralela y subordinada a Montoneros. Muchos coinciden en que
esta política generaba rechazo en los militantes con mayor trayectoria y prestigio
propios, ya que la incorporación a la estructura clandestina implicaba, ante todo,
el sometimiento a su conducción. En palabras de Jauretche, los “representantes de
la JP que eran forritos que no levantaban una cuarta del piso y la organización los
levanto y los puso arriba y había que obedecerle.”. Por esto, a la JP Regionales
“(…) se la critico muchísimo por verticalismo, por autoritarismo, por manejos dis-
crecionales, por obsecuencia de los dirigentes hacia sus jefes (…)”.169 De manera
similar, para Añon

[l]os cargos de arriba estaban puestos, a Galimberti lo pone Perón, el Con-


sejo de las Regionales prácticamente lo decide la Organización. Todos los
tipos que estaban en la conducción nacional era cuadro de Montoneros;
quiere decir que ninguno de esos tipos (…) eran tipos representativos.170

167
Cabe destacar, en este sentido, que las disputas durante el proceso de afiliación y designación de las
autoridades partidarias en Misiones se caracterizaron por el enfrentamiento entre las alas política
y sindical, sin que la autora haga referencias a la intervención de la juventud en dicho conflicto,
excepto que estaba “lejos de denunciar a la ‘burocracia sindical’ como sucedió en otras partes de
país” (Rodríguez, 1999: 64-65)
168
Rodríguez (1999: 63-65)
169
Entrevista de la autora (2003)
170
Añon en Anzorena (1989:166-168).

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Por último, en Santa Fé y Córdoba, a mediados de 1972 comienza a gestarse
la primera escisión de Montoneros: la Columna Sabino Navarro.171 En julio de
1972 se difunde un documento elaborado por militantes que se encontraban dete-
nidos que se transforma rapidamente en una “agenda” de discusión política entre
diferentes sectores de la “militancia montonera”.172
La crítica se remonta a iniciativas posteriores a los hechos con que la organi-
zación se da a conocer y por los cuales ellos se encuentran presos, que caracterizan
como de acercamiento a los sectores “combativos”.
Estos sectores, “marginados de las estructuras tradicionales del peronismo,
luchan por ‘coparlas’; (…) encuentran en el peronismo y en la lucha por la ‘ma-
nija’ del mismo, su estrategia de poder.”. Se trataría de “una especie de ‘movi-
mientismo de izquierda’”, que si bien critica a la burocracia, su debilidad ideoló-
gica los lleva a participar de las mismas estructuras y a considerar “el problema
del peronismo como un problema de conducción, reduciendo así su dimensión a
la pelea interburocrática”. Estos sectores adquieren su “máxima expresión dentro
del movimiento” con “figuras como Licastro y Galimberti”, “manifestaciones”
como “Consejo Provisorio de la JP, Mesa de Juventud, Comandos Tecnológicos,
Tendencia Combativa del Sindicalismo, etc.” y “levantan el nombre de María
[Montoneros] con entusiasmo, pero también le dan su contenido”.
El apoyo de estos sectores, a su vez, es “sobrevalorado” por la organización y
la lleva al “triunfalismo”, suponiendo que significan que se ha “ganado la batalla
política definitivamente”. A la vez, lleva del inicial “oportunismo”, apenas esbo-
zado, a la justificación de La Hora del Pueblo y del FRECILINA “presentados
como geniales maniobras de nuestro Líder” e inscriptos “en un nuevo concepto
que hemos incorporado para dar cabida a los Cámporas y a los Licastros, a los
Pepes, Ruccis y Galimbertis (exceptuados Paladino, Coria, Osinde, eso sí) que es
el de guerra INTEGRAL.”.
Esta concepción se origina en los “sectores burgueses” “encaramados en la
superestructura” que adoptan la “teoría de la ‘pluralidad de tácticas’, de ‘los roles
diferentes’”. Esta muestra

una abstracta unidad del Movimiento basada en el reconocimiento común


del Líder y la imposición de la verticalidad como método organizativo.
Sobre esos puntos comunes se articulan una serie de tácticas diversas,
desarrolladas por diversos grupos, cada uno de los cuales asume un rol
que estaría fijado por la conducción (o sea Perón).

171
El trabajo de Seminara (2006), sobre Santa Fé es el único sobre este importante tema
172
Llamado “el libro gordo de petete” por la variedad de esos temas (Seminara, 2006) o “documento
verde”, “Introducción” en Suplemento Especial de Lucha Armada (2006)

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En este marco, las “Organizaciones Armadas aparecen como ‘formaciones
especiales’.” y “María [Montoneros] da calce para que sectores burocráticos y
reaccionarios utilizaran su nombre como bandera de su política maccartista y re-
formista, o como ‘amenaza’ para negociar con el régimen.”.
La crítica de los Sabinos es, como ellos mismos señalan, convergente con la
de las FAP. Combinan la defensa clasista de una “alternativa independiente” con
una vuelta de tuerca sobre la interpretación clásica en la IP del rol de Perón. El
documento afirma que sus acciones no responden a “una estrategia homogénea”,
sino a la “falta de otra alternativa coherente surgida del campo popular”, a “la in-
organicidad” del Movimiento que carece de “una alternativa de bases desarrollada
y eficiente”. Esto le impide responder al GAN con “la guerra total” y lo mantiene
dentro de una “política defensiva” (La Hora del Pueblo). Agregan también que
“Esta debilidad no puede imputarse a Perón (…) sino a los revolucionarios pero-
nistas que no hemos sabido impulsar esa alternativa.”.173
Los militantes que suscribían estas críticas se propusieron dialogar con la
conducción nacional. Sin embargo, la respuesta fue un profundo rechazo y la ex-
pulsión de los militantes que participaron de la iniciativa. Esto fue el punto de
partida de la conformación de la Sabino Navarro, surgida a partir de los contactos
que se establecen entre los militantes expulsados en la segunda mitad de 1972 y
efectivizada en 1973, realizándose la primera reunión nacional en Córdoba des-
pués de la liberación de los presos en mayo.

Casi como contrapunto de estas críticas, Galimberti ya ha triunfado frente


a sus adversarios dentro de la corriente combativa y se permite críticas e ironías
respecto de los sectores “revolucionarios”. En un reportaje de Primera Plana no
solo formula las habituales críticas al vandorismo, sino que también cuestiona al
“sindicalismo de liberación”, al que “nosotros siempre nos hemos opuesto”. Para
Galimberti,

[e]l sindicato es una conquista de la clase obrera a la cual nosotros no


vamos a renunciar, pero tratar de convertir al sindicato en el germen
de una organización revolucionaria de masas es una ingenuidad que
nosotros no estamos dispuestos a cometer. Aparte hay una experiencia
concreta que fue la CGT de los Argentinos. (…) En la medida en que se
agota la posibilidad de la burocracia de ser expresión de la clase obrera
ésta tendrá que enmarcar su lucha en organizaciones de base que tengan

173
“Introducción” al “Documento verde”, en Lucha Armada, Suplemento Especial, (2006) páginas 13
a 26.

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relación con el Ejército Peronista que está construyendo el Movimiento
en su conjunto.

Por otra parte, en una de sus preguntas el entrevistador sintetiza las tensiones
que venimos reseñando: “A Galimberti se lo asocia en algunos sectores con el
término ‘Burócrata’, por el puesto que ocupa ¿Qué significa para usted su puesto y
que importancia le otorga?”. La respuesta de Galimberti sintetiza la forma en que
tal combinación es legitimada:

cumplo las funciones de jetón, que supone tener que asumir las críticas
que provienen de distintos sectores y al mismo tiempo desempeñar
una tarea que no es del todo simpática para un militante. Que es la de
buscar, en un medio a veces hostil, las coincidencias mínimas para
impulsar nuestra política. (…) Además, todavía, la tendencia revolu-
cionaria a la que yo trato de expresar, no ha sido capaz –por razones
concretas del proceso- de construir una conducción política propia:
entonces nos vemos precisados a desempeñar funciones o cargos en
la superestructura formal del movimiento porque desde ahí se tiene
capacidad de convocar a amplios sectores. Esta es la razón política de
fondo; otra no menos importante, es que existe una conducción estra-
tégica innegable, que es Perón, que me ha nombrado y por una razón
de disciplina debo acatar.

La duplicidad de las razones esgrimidas por Galimberti señalan la persisten-


cia de los “dilemas” de la IP, que reaparecerán con toda su fuerza después de las
elecciones, cuando Montoneros y la JP comiencen a reclamar que el “gobierno” se
transforme en “poder”.174

174
Primera Plana, 1/8/72. Cabe destacar, además, que en el discurso de Galimberti no sólo aparecen
las habituales críticas al “vandorismo”, sino también un cuestionamiento al “sindicalismo de li-
beración”, al que “nosotros siempre nos hemos opuesto”. Para Galimberti, “[e]l sindicato es una
conquista de la clase obrera a la cual nosotros no vamos a renunciar, pero tratar de convertir al
sindicato en el germen de una organización revolucionaria de masas es una ingenuidad que noso-
tros no estamos dispuestos a cometer. Aparte hay una experiencia concreta que fue la CGT de los
Argentinos. (…) En la medida en que se agota la posibilidad de la burocracia de ser expresión de la
clase obrera ésta tendrá que enmarcar su lucha en organizaciones de base que tengan relación con
el Ejército Peronista que está construyendo el Movimiento en su conjunto”.

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CAPÍTULO 2

MONTONEROS EN LA LEGALIDAD
(MARZO DE 1973-SEPTIEMBRE DE 1974)

Contra todos sus pronósticos para Montoneros y sus organizaciones de masas


la situación que se abre con asunción del gobierno por Cámpora el 25/5/73 es de
crisis permanente.
Tres grandes contradicciones hacen insostenible la línea combativa que los
distinguía en el período previo:
1) Su naturaleza “político-militar” y el abandono acción armada pública. A par-
tir del triunfo electoral la inserción en las “superestructuras” se transforma en
participación en las instituciones de gobierno. El abandono de las acciones
armadas, al menos de forma pública, era por lo tanto ineludible. Sin embargo,
esto agudizaba y hacía evidente la contradicción inicial de la línea monto-
nera y su combinación de acción superestructural/naturaleza revolucionaria.
Ahora se trataba de la renuncia a la práctica de la acción armada y el mante-
nimiento de la reivindicación de su naturaleza “político-militar”.
2) El lugar al que aspiran en el peronismo y el lugar concedido por Perón. El
protagonismo juvenil y el discurso radicalizado del PJ en 1972/73 había des-
pertado un gran optimismo respecto de la tradicional meta de la IP de lograr
la hegemonía en el Movimiento y orientarlo hacia su “verdadera” naturaleza
revolucionaria, plasmada en la consigna del “trasvasamiento” generacional.
Sin embargo, ya en abril esas expectativas comienzan a deteriorarse con la
suspensión de la reorganización del movimiento y el desplazamiento de Ga-
limberti. Desde allí se multiplican los indicios de que Perón buscaba inicial-
mente, como mínimo, mantener equilibradas todas las tendencias y luego las
evidencias de que favorecía abiertamente a la “burocracia”, al “enemigo”.
3) El contraste entre la propia interpretación de lo que debía hacer el gobierno,
y lo que este efectivamente hacía comienza con el “Pacto Social”, se profun-
diza con la destitución de Cámpora y llega a su máximo ya con Perón en el
gobierno.

A medida que las dos últimas contradicciones se hacen evidentes, la situación


de Montoneros se hace más difícil y da lugar a un progresivo distanciamiento
crítico respecto del gobierno. Como se analiza más adelante, si desde el inicio
la organización había adoptado la consigna “Apoyar, defender y controlar”; en

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agosto se hacen públicas las críticas al Pacto Social y en marzo la nueva consigna
es “Reencauzar” el proceso.
A la vez, la acumulación de retrocesos políticos hace cada vez menos soste-
nible la primera contradicción. A diferencia de las otras dos, esta era notoria desde
el primer día, en especial porque otras organizaciones revolucionarias continúan
actuando militarmente. Es la tensión generada por esta contradicción la que da
sentido a una acción aparentemente incomprensible: el asesinato de Rucci, una
acción planificada y ejecutada por una organización armada revolucionaria, pero
nunca reivindicada públicamente.
De todas formas, ni el creciente distanciamiento público, ni las acciones ar-
madas no reivindicadas dan paso a la ruptura con el gobierno. Por el contrario, dos
posturas se mantienen invariables a lo largo del todo el período de legalidad: la
reafirmación de la legítima pertenencia al peronismo a partir de la identificación
con el programa frentista de “liberación nacional” y la concepción de la acción
correcta como aquella que obtiene resultados, que resulta “eficaz”.
Una tercera constante es el creciente malestar interno que permanece difuso
y no genera alternativas consensuadas a esta línea sostenida por la conducción.
Quienes lo intentaron, como la Sabino Navarro (cuyos orígenes ya se han analiza-
do) y Lealtad, no sólo no lograron afectar seriamente a la cohesión organizativa,
sino que tampoco lograron consolidarse como organizaciones alternativas.
De hecho Montoneros se convierte en estos años, al igual que el ERP, en polo
de atracción para grupos y fracciones que habían intentado mantener su autonomía
o que sostenían líneas alternativas.
Para comprender esta paradójica situación debe recordarse que su crecimien-
to en el periodo 1970-1973 debía mucho más a la masividad y el protagonismo sin
precedentes que su línea había logrado dar a la IP, tanto al interior del movimiento
como en la escena política, que a la plena identificación con esa línea. En este sen-
tido, el problema clave es que no existían alternativas satisfactorias desde el punto
de vista de recuperar la “eficacia” y el “éxito” perdidos.
En los meses de legalidad, la línea montonera se limita a defender su perte-
nencia al movimiento y su carácter revolucionario. Para esto oscila, no siempre
de manera coherente, entre el acatamiento (cuando estaba en juego la primera)
y la ruptura (si se ponía demasiado en duda lo segundo). Para la mayoría de los
militantes montoneros este precario equilibrio es percibido, dentro de las comple-
jas opciones políticas abiertas, como la única alternativa “real” aunque no fue-
ra deseable ni “ideal”. De todas formas, cada movimiento en uno u otro sentido
(ruptura/ subordinación) generaba críticas, rupturas y reacomodamientos. Y a este
malestar se sumaba el generado por la centralización y el disciplinamiento.

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1. La “crisis de las milicias”
Uno de los elementos característicos del período previo a la asunción del 25
de mayo es la indefinición respecto la orientación del futuro gobierno y la incerti-
dumbre sobre sus posibilidades mismas de subsistencia.
La nota editorial de Clarín del 12 de marzo afirmaba que era

preciso establecer con precisión cuál es el significado de la restauración


de las formas institucionales clásicas. En sí misma, ésta no define un
determinado curso histórico. (…) La creencia de que el mero ejercicio
de ciertas formas de gobierno asegura un resultado eficaz pertenece a la
teoría política del pasado (…). En una situación como la actual debemos
saber diferenciar entre la forma y la sustancia (…).

En La Opinión, un comentarista afirma que “De algún modo los argentinos


trasladaron una polarización que no se produjo en el pronunciamiento electoral del
11 de marzo al seno mismo del peronismo”.175
Tres son los temas claves a definir: la relación con las organizaciones arma-
das, el regreso de Perón y su rol en el futuro gobierno y la política económica, re-
lacionada con los conflictos entre diferentes sectores del Movimiento Peronista.
Respecto del primer tema, el 14 de marzo Perón afirma que “desaparecidas
las causas de la violencia, iban a desaparecer sus efectos, es decir, la violencia
política”.176 El 5 de Abril Sánchez Sorondo, a punto de iniciar la campaña por la
segunda vuelta electoral, declara a Panorama ser partidario de una “amnistía total”
y agrega que “se equivocan las FA si no percibieran que la amnistía es el instru-
mento indispensable al propósito de la pacificación.”.177 Cámpora, de regreso de
su visita como candidato electo a Madrid, dice respecto de las organizaciones
armadas:

Tengo esperanzas como futuro gobernante que esa gente que tiene el
criterio y el concepto que por esa senda se alcanza el objetivo de la li-
beración, piense y nos dé tregua a nosotros, suficiente para comprobar
si estamos o no en esa senda y si vamos a lograr nuestros objetivos. El

175
Eichelbaum, La Opinión, 29/3/73, en Lenci (1999:198-199)
176
Lenci (1999:180); Di Tella (1981: 215)
177
Panorama, Año X, N° 310, 5 al 11/4/73, y Lenci (1999:198). Los temores respecto de las iniciativas
militares respecto de la posible amnistía se plasman en las denuncias de la Asociación de Abogados
Peronistas de un plan de terror contra los presos políticos y su posible traslado a penales militares
(28/3/73, Di Tella, 1981: 223) y de Ricardo De Luca, diputado electo del FREJULI, del intento de
las FA de ocupar el penal de Villa Devoto (3/4/73, Di Tella, 1981: 228)

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peronismo no engendró la violencia. la responsabilidad la tienen otras
personas que no constituyen el movimiento ni lo conducen.178

Respecto del segundo tema, el 13 de marzo, al confirmarse el triunfo electo-


ral, Cámpora visita la CGT y declara “Yo les prometo que no voy a ser presidente
un solo día si el general Perón no está en la Argentina”.179 Al día siguiente, en sus
primeras declaraciones, ya mencionadas, Perón afirma que no tiene “ambiciones
de poder”.180 El 1ro de abril, Clarín arriesga ya un análisis del futuro rol de Perón:

Prefiere un puesto en la retaguardia, inspirando, señalando, corrigien-


do. (…). Su paternalismo obrará de manera de quedar al margen de los
errores zanjando diferencias cuando las haya. Por una parte clarificó que
el paralelismo Perón-Cámpora no implica transferencia ni legación del
poder alguno, por otra, queda intacto el genuino liderazgo del caudillo.

Por último, para definir los equilibrios internos en el movimiento luego del
triunfo la clave sería la política económica:

Los sectores donde la lucha será más cruel corresponden al aparato po-
lítico del gobierno y al equipo económico”, “El FREJULI puede estallar
en cualquier momento, a partir de su llegada al poder. Pero para el futuro
gobierno peronista no es ese: se trata del volumen, la intensidad y la
oportunidad del estallido. (…).181

Las primeras definiciones en este plano llegan el 28 de marzo y son anuncia-


das por La Opinión con un sugestivo título:

Precisó el líder justicialista los límites del ‘socialismo nacional’: No nos


proponemos nacionalizar la banca, sino el servicio de los depósitos ban-
carios… sin embargo, tanto en la industria como en el comercio y la
producción, la actividad privada seguirá siendo la base de la economía
argentina.182

Poco después, Clarín observa con satisfacción las declaraciones de Perón:

178
Clarín, 7/4/73
179
Di Tella (1981: 214)
180
Lenci (1999:180) y Di Tella (1981: 215)
181
La Opinión, 22/3/73
182
Lenci (1999:195)

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el estatismo hizo avances que los sectores de un cierto tipo de nacionalis-
mo expresaron en consignas crecientemente duras, capaces de ahuyentar
a la genuina inversión extranjera (…). Perón pone término a la polémica
con la acción práctica. Da por sabido que el ahorro nacional resulta in-
suficiente para la tarea que hay que cumplir y pone todo el peso de su
personalidad en la búsqueda de inversionistas. (…) queda definido un
trazo muy importante y significativo de la política económica del nuevo
gobierno: se pondrá énfasis en el desarrollo de los sectores básicos y no
se vacilará en acudir al capital extranjero (…).183

A pesar de que las declaraciones de Perón contradecían la mayor parte de las


expectativas de la Juventud, esta parecía poder contar con el cumplimiento de una
de sus más preciadas consignas: el “trasvasamiento generacional”. En esa línea,
a principios de marzo, Abal Medina había anunciado la reorganización del movi-
miento.184 Perón habría expresado su voluntad de anunciarla antes del 11 de marzo
y de ponerla en práctica el mismo 12 de marzo. Concretamente, la reorganización
anunciada se orientaba a

dotar al gobierno popular de un reaseguro político asentado sobre un mo-


vimiento muy extendido por la afiliación masiva no manejada por los pun-
teros, democratizando hasta la cúspide y organizando territorialmente.185

El 2 de abril, la Nación todavía daba por cierto el “trasvasamiento”:

Según un informante a quien se puede prestar amplio crédito (…), Perón


no aguardó el resultado de las elecciones para expresar, de manera con-
creta, la necesidad urgente de proceder a la renovación de hombres en
todas las capas importantes de la conducción gremial (…). En síntesis,
lo que Perón había dicho sin ambages con respecto a sus intenciones en
a materia fue esto: ‘Hay que cambiar a los dirigentes, reemplazándolos
por los jóvenes, los que han llegado hasta aquí finalizaron su ciclo y,
en consecuencia, no es injusto relevarlos (…)’, habría subrayado como
impostergable el trasvasamiento generacional –según la expresión fre-
cuente de estos días- para modificar no solo los métodos de acción en el
campo gremial, sino, también, la ideología de los dirigentes y su pasión
combativa. ‘Necesitamos fermento nuevo – estas son las palabras textua-

183
Clarín, 1/4/73
184
Bonasso (1997: 492, 526)
185
Bernetti (1989: 94-95)

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les que se le adjudican- para que las masas se interesen cada vez más por
nuestros problemas de fondo.

Sin embargo, también estas expectativas se modifican radicalmente días des-


pués de la segunda vuelta electoral,186 a partir de la llamada “crisis de las milicias”.
El 18 de abril, en el Acto de lanzamiento de la UES, Galimberti convoca a la crea-
ción de Milicias para la Reconstrucción Nacional. Ese mismo día Perón ordena
desde Madrid congelar la reorganización del Movimiento hasta después del 25 de
mayo.187 El 22 Galimberti define las milicias como “grupos de trabajo concernien-
tes a los contactos que realiza Perón en Europa para interesar el aporte de capitales
y tecnologías extranjeras en el proceso de reconstrucción nacional (…).”.
A pesar de la moderación de la convocatoria, en el mismo discurso

(…) reclamó (…) la participación del 25% que le corresponde a la ju-


ventud en la futura gestión del gobierno y a nivel de gabinete, porque la
sangre la hemos puesto nosotros compañeros, enfatizó. Alegó que el sec-
tor ha aprendido a golpear las puertas y a entrar si le abren o a entrar por
debajo en caso contrario, porque se ha ganado ese lugar (…). Ante una
pregunta sobre cómo se ejercería el control de la conducta revolucionaria
de los representantes electos, al margen de los mecanismos constitucio-
nales de fiscalización del poder público, precisó que su implementación
práctica aún no está definida. Pero vamos a construir una herramienta,
dijo, para dársela por la cabeza a los que se aparten de la senda revolucio-
naria y que no nos preocupa mucho si ese control irrita o no a las FA.188

En una tónica similar, el 27 de abril, Juan Carlos Gullo, afirma en un acto en


el Sindicato de Luz y Fuerza que

(…) Si la juventud peronista no salió al paso de la campaña lanzada por


el régimen, fue porque está trabajando seriamente, pero que sepan todos
que la creación de las milicias es un proyecto que llevaremos hasta las
últimas consecuencias. En cuanto a los militares, que parecen estar tan
preocupados, les decimos, especialmente a los jóvenes, que están a tiem-

186
La gira de campaña por la segunda vuelta (en 8 provincias) comienza el 6/4/73 y termina el
12/4/73
187
Di Tella (1981: 237). La “orden” no pasa desapercibida, ya que el Comando de Organización em-
papela toda la ciudad con el comunicado. Bernetti (1989: 98-100)
188
Clarín, 22/4/73

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po, para incorporarse, siguiendo la tradición del ejército sanmartiniano,
del ejercito montonero y del ejército de Perón.189

El tema da pie a un escándalo público de grandes proporciones. El mismo 27


de abril López Aufranc envía un radiograma a todas las guarniciones del ejército
“no se admitirá la creación de milicias populares” 190 y La Prensa afirma “Su mo-
delo [de las “milicias”] no podría ser otro que el concebido por Mussolini primero
y por Hitler después (…) o si se prefiere un ejemplo argentino, el de la Sociedad
Popular Restauradora (…)”.191
Al día siguiente, 28 de abril, Cámpora declara desde Madrid que no habrá mi-
licias populares y el 29 Galimberti es destituido por Perón de su cargo de consejero
juvenil.192 Finalmente, el 3 de mayo Perón declara que la decisión es “no innovar
en temas de organización”, y que

la Juventud tiene que empezar desde abajo, como siempre ha sido, y no


pretender Ministerios, a los que piensan así habría que mandarlos a plan-
tar zanahorias, como dicen los italianos. El jefe soy yo y se va a cumplir
lo que yo digo para lograr la paz y la unidad de los argentinos.193

Este último reproche de Perón permite situar el episodio en un marco más


general, que excede a Galimberti y sus milicias. Se trata de definir el rol de la ju-
ventud en la nueva etapa. En este sentido, en el acto de lanzamiento de la UES en
el cual Galimberti había pronunciado su polémico discurso, se difunde el “Com-
promiso de la Juventud Peronista con el pueblo de la patria”. Se trataba de una
ambiciosa ampliación del programa de unidad de junio de 1972 que había dado
origen a la JP Regionales:

los candidatos electos de la Juventud Peronista (…) comprometen formal-


mente su acción ante el pueblo de la patria para el logro de los siguientes
objetivos fundamentales: 1° La libertad incondicional y sin discrimina-
ciones de todos los compañeros presos políticos, gremiales y conexos; 2°
La investigación hasta sus últimas consecuencias de los responsables y
ejecutores de torturas, secuestros, asesinatos y encarcelamientos de mili-
tantes populares. Así también de los implicados e delitos económicos de

189
La Nación, 27/4/73
190
Di Tella (1981: 248)
191
Di Tella (1981: 248)
192
Di Tella (1981: 249)
193
Panorama, Año X, N° 314, 3 a 9 de mayo de 1973, en Lenci (1999:193)

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todo nivel, y de los ejecutores y cómplices de la penetración imperialista
(…); 3° Supresión de todos los tribunales especiales, derogación de toda
legislación represiva, revisión de todos los fallos dictados por la Cámara
Federal en lo Penal (…); 4° Impedir todo género de continuismo (…) a
nivel de la función pública (…); 5° Denunciar y sancionar a los propios
funcionarios del próximo gobierno popular que se aparten de la conducta
revolucionaria que les ha impuesto el mandato del pueblo (…); 6° Impul-
sar el cumplimiento y la profundización del programa del frente justicia-
lista de liberación (…); 7° Propiciar la austeridad en la función pública
(…); 8° Socializar las dietas y sueldos de los militantes de la Juventud
Peronista que ocupen cargos públicos (…); 9° Trasladar las instancias de
decisión política, de los cuerpos burocráticos del Estado hacia las bases
populares donde se construye el poder organizado del Pueblo (…).194

Poco después de la “crisis de las milicias”, el programa es acompañado por el


anuncio de una vasta reorganización de la JP Regionales. El mismo 28 de abril en
que Cámpora anuncia que no habrá “milicias”, se publica en La Opinión una nota
de Nicolás Casullo que analiza la “reorganización” en curso de la JP.195 Afirma
que era una continuación del proceso por el cual los diferentes grupos juveniles
del peronismo se estructuraron en las siete Regionales. La nueva fase consistía
en avanzar hacia la creación de Frentes Internos de actuación: la Juventud Tra-
bajadora Peronista (JTP), la Juventud Universitaria Peronista (JUP), la Unión de
Estudiantes Secundarios (UES) y los Equipos Político-Técnicos.196
Esto obedecía a los déficits de la etapa anterior, en la cual si bien

[s]u política de movilizaciones barriales intentaba ser complementada


con la participación en la superestructura, [c]ontradictoriamente, este au-
mento numérico restaba consolidación a la JP en su estructura organiza-
tiva, falla que perjudicaba su funcionamiento.197

Las fallas que preocupan a Casullo son claves para captar las prioridades del
la nueva etapa: “[S]egún la JP ‘ni en el interior ni en la capital se cumplió con el
25 por ciento de los cargos establecidos’. Apenas un poco más de media docena de
diputados (…), pertenecen a la JP (…).”.

194
La Nación, 19 de abril de 1973
195
Casullo era militante de la JP y futuro funcionario del gobierno, a cargo del Departamento de Cul-
tura y Comunicación de Masas.
196
El acto de lanzamiento de la JUP se había realizado el 23/4 y ese mismo 28 de abril se realiza el de
la JTP.
197
Nicolás Casullo en La Opinión, 28/4/73.

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Diversos análisis de la época coinciden en relacionar la “crisis de las mili-
cias” con el programa y esta reorganización en curso. Para J. C. Portantiero, el
“Compromiso…” de la JP

(…) trasciende los marcos de una irrupción juvenil. Es el pasaje que


va desde una manifestación generaciones hasta la constitución de una
tendencia, una estructura políticamente más allá de las edades de sus
protagonistas. De una tendencia que ya tiene diputados y senadores y
que goza de las simpatías de los equipos electos en, por lo menos, dos
provincias. De ahí la alarma que en algunos sectores han provocado estas
declaraciones, en tanto ellas significan ya un estilo y un programa de go-
bierno, superador de los muchos visualizaban hasta ahora como un mero
entusiasmo juvenil (…).198

Poco después, plantea que

(…) En realidad, si uno se toma el trabajo de repasar las declaraciones


públicas sobre el punto, esto es, lo que realmente dijeron los voceros del
peronismo, sobre el tema de las milicias, podrá advertir que el monto
de las reacciones estuvo muy por encima de su desencadenante (…) En
rigor, a nadie –salvo en estado de delirio político- se le puede ocurrir con-
vocar en una situación como la actual a la creación de milicias armadas
que sustituyan a las instituciones tradicionales (…) de lo que se habló en
cambio en las declaraciones, es de promover formas de organización –
(…) – tendientes a encuadrar una movilización generalizada de la juven-
tud a favor de determinados objetivos políticos que permitan profundizar
el proceso abierto por las elecciones (…). El problema es otro. Quienes
se rasgaron las vestiduras por los fantasmas de las milicias armadas, uti-
lizaron publicitariamente el espectro de bandas armadas uniformadas de
camisas rojas (o negras o azules) asolando las ciudades, para espantar así
a las capas medias, para aislar a estas de los planteos políticos que esta
llevando la Juventud Peronista, dato real que les preocupa mucho más
que la imagen ilusoria de los squadrici o los guardias rojos (…).199

198
La Opinión, 22 de abril de 1973. Portantiero, como integrante del staff de la revista Pasado y Pre-
sente, participa de su acercamiento a Montoneros. En 1973 Pasado y Presente se convertiría, según
Horacio González en “la revista teórica de los Montoneros”, desplazando a Envido, que edita su
último N° en noviembre de 1973. Según Horacio González el problema era que “Envido aparecía
como más peronista, con una visión más populista de la historia, sin un encuadramiento montonero
demasiado claro.” (Anguita y Caparrós, 1997: 63).
199
La Opinión, 29 de abril de 1973

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Desde una posición muy diferente, el análisis de La Nación es, sin embargo,
coincidente:

Aunque es evidente que iniciativas de tal naturaleza [en referencia a las


milicias] prosperan porque Perón no se propone desautorizarlas, también
es incuestionable que ellas responden a la estrategia de un grupo que
procura afianzarse dentro del aparato peronista, con el convencimiento
de que se avecina una ruda lucha de intereses. De otra manera no se
entendería que lo genéricamente llamado Juventud Peronista (…) se or-
ganice en una rama política, otra femenina, otra universitaria y, al tiempo
que moviliza a su favor el ruido de los muchachos de la UES (…) apunta
a contar con un sector propio dentro del sindicalismo peronista. Todo
esto se parece mucho a la empresa de crear un partido dentro de otro
partido200

En la misma dirección apuntan diversos testimonios que señalan la existen-


cia de varios contactos entre dirigentes Montoneros y Perón en el mes de abril de
1973. La organización habría elaborado una lista de preferencias para el Gabinete
Ministerial. Entregada a Cámpora para algunos201, según otros la lista en cuestión
habría sido entregada directamente a Perón en la primera semana de abril, luego
de una serie de reuniones con Perdía, Firmenich y Quieto.202 Si bien habría sido
elaborada en clave frentista, ya que incluía radicales para economía203, Perón la
interpretaría “como un pase de factura”204 y su respuesta habría sido que en los
siguientes cuatro años debían “aprender a gobernar y asegurar un eficaz trasva-
samiento generacional”. Había asumido la responsabilidad de que se les “fueran
asignando crecientes responsabilidades (…). Veía en las tareas de promoción so-
cial una manera eficaz para darle continuidad a nuestra organización”. Se proponía
reconstruir la Fundación Evita y que fuera el centro de sus actividades. 205
Lejos de aceptar el lugar de “aprendices” en su comunicado conjunto del 24
de mayo FAR y Montoneros se atribuyen el papel de

Apoyar al Gobierno encabezado por el compañero Cámpora en el cum-


plimiento del Programa de Liberación (…).

200
La Nación, 26 de abril de 1973
201
Caballero y Larraquy (2000:183)
202
Bonasso (1997:602) y Perdía (1997:140-145)
203
Hidalgo Sola según Bonasso (1997:602), el equipo de Roque Carranza según Perdía (1997:140-
145)
204
Bonasso (1997:602)
205
Perdía (1997:140-145)

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Defender al Gobierno constituido por las luchas populares contra los ata-
ques de enemigos internos y externos.
Controlar el cumplimiento de la voluntad popular ante las posibles defec-
ciones de los traidores.
Participar con el conjunto del Movimiento en las tareas de organización y
movilización popular, en las fábricas, barrios, escuelas y universidades.
Asumir la directiva del General Perón de permanecer en estado de alterna
manteniendo y desarrollando las formas organizativas que nos permitan
continuar la lucha en todos los terrenos hasta la toma del poder.

2. La “primavera camporista”
Las primeras definiciones posteriores al 11 de marzo anunciaban que el pri-
mer desafío que debía enfrentar el nuevo gobierno era la liberación de los “presos
políticos”. A pesar del unánime apoyo recibido por la medida, mientras los parti-
dos políticos de centro y derecha apelaban unánimes “a la pacificación, la demo-
cracia y la institucionalización para la reconstrucción”, en el FREJULI

todos manifestaban adhesión a quienes hubieran combatido al régimen


opresor pero se dividían entre quienes luchaban por una patria libre, justa
y soberana y quienes apuntaban a lograr la consolidación de una patria
socialista.206

La movilización que acompaño la liberación de los presos políticos de la


cárcel de Villa Devoto (entre 25.000 y 30.000 personas) y los incidentes que se
produjeron 207, dieron pie a nuevas advertencias de Perón a la JP, en este caso
“sobre la necesidad de controlar las provocaciones ‘gorilas’ y trotskistas’.”.208 La
Regional 1 responde inmediatamente con un comunicado que criticaba los hechos
de Villa Devoto en términos similares y responsabilizaba al ERP, cuestionando sus
actitudes “sectarias” y “ultraizquierdistas”.209
En el segundo tema clave, el plan económico, a las declaraciones de marzo
de Perón sigue la firma del “Acta de Compromiso Nacional” el 30 de mayo 210 y el
“Acuerdo Social” del 6 de junio entre la CGT y la CGE, que establecía un aumen-

206
Pozzoni y Ferrari (2009)
207
En un momento un camión intentó derribar las puertas de la cárcel y se produjeron tiroteos con un
saldo de dos adolescentes muertos (Nievas, 1999:352).
208
De Riz (1981:60)
209
Bonasso (1997: 659).
210
De Riz (1981:61)

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to de $200, la suspensión de paritarias, el congelamiento de precios y el aumento
de tarifas de servicios públicos.211 Además de estas medidas, algunas reformas
planteadas por el nuevo ministro de economía eran “la nacionalización de los de-
pósitos bancarios, la nueva ley de inversiones extranjeras, el control del comercio
exterior, una reforma impositiva y una ley agraria.”.
A pesar de la moderación de estas medidas inmediatas, del carácter progre-
sivo y de largo plazo de las reformas previstas y los llamados a la prudencia de
Perón, “(…) el clima político del camporismo les confería [a las medidas eco-
nómicas] una tónica amenazante que iba muchos más allá del alcance concreto
del programa económico.”.212 Este “clima” adquiere su máxima expresión en las
“tomas” que comienzan su escalada el 4 de junio, llegando a su pico entre el 11 y
15. El 12 de junio, para un cronista de Clarín,

[l]as tensiones políticas y sociales acumuladas durante largos años en


que no encontraban cauces legales y eficaces para su expresión, han dado
lugar en estos días a una verdadera explosión popular que eligió como
vehículo fundamental la ‘ocupación’. La permanente falta de fondos que
amenaza a establecimientos asistenciales o educativos, los problemas de
organización y funcionamiento que entorpecen las actividades de empre-
sas e instituciones, las injusticias o arbitrariedades que pudieran cometer
los fugaces funcionarios de las inestables administraciones de estos años,
son algunas de las causas con que se da justificación a este estallido.
Se trata de una rebelión pacífica y respetuosa de las nuevas autoridades
constitucionales, pero con la que se expresa la impaciencia, los deseos de
colaborar o la respuesta al ‘vacío de poder’ creado en numerosos entes
sonde se retiraron las antiguas autoridades y no se han hecho cargo toda-
vía sus sucesores.213

Acorde a esta interpretación, la postura inicial del nuevo gobierno es “dejar


hacer”, buscando marcar un profundo quiebre con el pasado dictatorial. El nue-
vo ministro de Interior, Righi, había ordenado la disolución del Departamento de
Investigaciones Políticas Antidemocráticas (DIPA) y la destrucción de sus archi-
vos.214 Días después leía un discurso ante la Policía Federal a quienes dice que la
época de reprimir al pueblo había terminado y advierte que el gobierno no tolerará

211
Di Tella (1981: 284)
212
De Riz (1981:62)
213
Clarín, 12/6/73, en (Nievas, 1999: 360)
214
La Nación, 2 de junio de 1973

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torturas y castigará a los torturadores.215 En relación a las tomas, Righi declara en
una entrevista que

(…) hubo una etapa muy comprimida en la política argentina en los úl-
timos años, se ha generado un proceso de apertura en la descompresión
política y estos hechos son saludables. De alguna manera el pueblo está
reclamando con las expectativas que tiene. Me parece que la presencia
del pueblo en las calles es beneficiosa y de ninguna manera la política del
Interior va a ser reprimir ese tipo de expectativa popular.216

En este contexto, mientras las tomas seguían escalando, el 8 de junio Firmenich


y Quieto, en representación de FAR y Montoneros, dan una conferencia de prensa
para expresar los puntos de vista sobre el nuevo proceso político.217 Luego de califi-
car de “justas” y “auspiciosas” las primeras medidas de gobierno, afirman que:

Ahora es necesario que este proceso de cambios se generalice a todas


las áreas, especialmente al campo económico para satisfacer las urgentes
necesidades de las clases populares y se concreten medidas contra los
enemigos de la Patria, en primer término las grandes empresas mono-
pólicas.

Aclaran que

La actualización doctrinaria significa sostener la hegemonía de los inte-


reses de la clase trabajadora dentro del Movimiento y definir las caracte-
rísticas que debe tener el proceso político y económico para que la etapa
de la Reconstrucción y Liberación Nacional marque la transición hacia
la construcción nacional del Socialismo.

En referencia a las tomas, señalan que

se están produciendo acontecimientos de contenido revolucionario: el


pueblo comienza a participar activamente acompañando la gestión gu-
bernamental y colaborando plenamente en las tareas de reconstrucción y

215
04/06/73, en Di Tella (1981: 282)
216
La Ciudad, 16/6/73, en Nievas (1999: 385-386)
217
Cabe recordar que el 29/5 el ERP había anunciado que continuaría su lucha. Por otra parte, si bien
después se analiza el tema de la fusión FAR Montoneros, en la conferencia, ante una pregunta de los
periodistas, aclaran que el hacer la conferencia de manera conjunta “no implica en este momento
la fusión, si implica el objetivo de la fusión”. El Descamisado, N° 4, 12 de junio de 1973, cit en
Baschetti (75-86).

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transformación. Este es el profundo sentido de las ‘ocupaciones’ que se
producen en numerosos ámbitos.

En este marco, definen “las grandes tareas de la etapa”:

Lograr en cada uno de los ámbitos, en las fábricas y demás lugares de tra-
bajo, en los barrios, en los colegios, universidades y en las zonas rurales,
la movilización popular y la organización de masas en el seno del movi-
miento, permitiendo así el fortalecimiento de este, con la orientación de
participar activamente junto al gobierno en el proceso de reconstrucción
y liberación.

Esto no implica un cambio en la estrategia, que

sigue siendo la guerra integral, es decir la que se hace en todas partes, en


todos los momentos y por todos los medios, con la participación de todo
el pueblo en la lucha y utilizando los más variados métodos de acción,
desde la resistencia civil, pasando por las movilizaciones, hasta el uso de
las armas.
Solamente organizados, preparados y armados para todo esto, lograre-
mos controlar y derrotar para siempre todo intento de contragolpe gorila
y conquistar nuestra liberación definitiva. Porque como dice el general
Perón ‘sólo el pueblo salvará al pueblo.

Se diferencian explícitamente del ERP, cuyas

‘actitudes ultraizquierdistas (…) pretenden forzar el proceso al margen


de las masas, con lo que corren el riesgo de quedar aislados de éstas y
del proceso y adoptar posturas que los pueden llevar a enfrentarse con
las masas’.

En síntesis, reafirman su posición de “apoyar, defender y controlar” al gobier-


no y su carácter político-militar (la lucha es “integral”), a pesar del abandono de
las acciones armadas que los diferencia del “ultraizquierdismo” del ERP.
Si para FAR y Montoneros las medidas del gobierno, aunque deben profun-
dizarse, son correctas y las tomas son una señal auspiciosa de su carácter popular,
la decisión de no reprimir es fuente de crecientes críticas. Los medios denunciaron
su pasividad. El bloque de Senadores de la UCR expresó su preocupación por “las
ocupaciones indiscriminadas y actos de violencia” reclamando “el imperio cierto
del Estado de Derecho y la vigencia del orden constitucional”. La CGE emitió un
comunicado señalando que

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para que [el] cambio pueda concretarse es indispensable un contexto de
paz, de orden, de democracia y de libertad. Lo contrario sería crear el clima
de confusión y de perturbación favorable únicamente a los intereses mino-
ritarios ya afectados por las medidas adoptadas y que se proyectan.218

Finalmente, el gobierno modifica su actitud. El 11 de junio Taiana dice que:

(…) los vejámenes y la violencia física contra las personas y los estable-
cimientos son y serán rechazados y condenados por este Ministerio como
recursos innobles y ajenos a la conducta y proceder de los argentinos
(…). Quienes invocando banderas con signos y estandartes de cualquier
color ocupen, presionan e interrumpen el trabajo productivo, estarán
automáticamente al servicio de la dependencia cultural y económica y
tendremos derecho a considerarlos enemigos de la revolución cultural
argentina, liberada por los principios justicialistas (…).219

El 14 de junio Abal Medina habla por cadena nacional exhortando a desalojar


los establecimientos tomados:

(…) Sabemos que noble y desinteresado es el espíritu que anima a los


compañeros peronistas que participan de estas ‘ocupaciones’ sobre todo
porque son actitudes espontáneas. Sin embargo, (…) desprovistas de
conducción (…) ofrecen cobertura a la provocación que buscan el régi-
men y sus aliados a través de la prensa oligárquica para formar un clima
de inquietud colectiva a cuyo amparo se nutre la reacción continuista
(…). Finalmente, el pueblo peronista y todos los argentinos incorporados
a la tarea de la reconstrucción y la liberación nacional deben volcar sus
energías para crear el marco de este 20 de junio Día de la Bandera, que
nos une a todos, y que marcará el histórico y definitivo reencuentro del
pueblo y su conductor.220

Inmediatamente, los ministros de Hacienda, Finanzas, Interior, así como la


CGT, las 62 Organizaciones, la Rama Femenina y los partidos del FREJULI se
hacen eco del pedido. Dos días más tarde la JP también se suma a la convocatoria
oficial en un documento firmado por todas las Regionales que señalaba

218
Nievas (1999: 386)
219
La Nación, 12 de junio de 1973
220
La Nación, 15 de junio de 1973

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la necesidad de que cada hecho político gestado desde el movimiento
peronista debe ir acompañado de la movilización del conjunto de los
compañeros insertos en un correcto hecho de masas”; “[es preciso] que
vuelquen todos sus esfuerzos en lo que hace a crear un clima de júbilo y
orden peronista a los efectos de recibir masivamente al general Perón.221

Si bien respaldan el reciente discurso de Abal Medina (que “expresa ‘el sentir
de nuestro accionar’”) advierte luego que la JP

va a impedir de cualquier manera y apelando a todos los recursos con que


cuenta, a los efectos de frenar y destruir cualquier intentona de provoca-
ción maccartista y continuista por parte de sectores que desaparecieron
en los momentos de lucha y pretenden arrogarse representatividades que
no les corresponden.222

A partir de estos llamados a la desmovilización las tomas disminuyen acele-


radamente. El 14 se habían producido más de 100 tomas, el 15 disminuyeron a 50
y el 16 a 25. Entre el 16 de junio y el 13 de julio se produjeron menos de 100 tomas
en total. Finalmente, el 25 de junio Righi ordena “a las fuerzas de seguridad que
procedan a desalojar todos los establecimientos públicos y privados en los cuales
aún se hallen particulares que los ocupen, turbando las acciones de las autoridades
respectivas” y se anuncia la aplicación del artículo 181 del Código Penal (delito
de usurpación) a los ocupantes.223
Para entonces el “clima” había cambiando totalmente. Si bien seguía siendo
“amenazante”, los amenazados era otros. En palabras de Nievas (1999), después de
la “primavera” camporista “[e]n 1973, el “invierno” empezó el 13 de julio.”.224

3. El “invierno”

Ezeiza
Hay unánime acuerdo en identificar la llamada “masacre de Ezeiza” y el poste-
rior discurso de Perón con el “giro” del líder a partir de su regreso definitivo al país.
Asimismo, los análisis coinciden en señalar que el problema era la incompa-
tibilidad entre la generalizada movilización y las expectativas que subyacían a ella
con el proyecto de estabilización (y la política de ingresos) del gobierno.

221
Nievas (1999: 387)
222
La Opinión, 17 de junio de 1973
223
Nievas (1999: 388)
224
Nievas (1999: 390)

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Para Horowicz (2005: 260),

(…) el 20 de junio, en Ezeiza, pronunciar un discurso como el que el


general articuló un día después por TV hubiera sido imposible. Su eje
político no podría haber sido la ‘pacificación’ y la ‘unidad nacional’; sino
la declaración de guerra. (…) La movilización de Ezeiza habría actuado,
en consecuencia, como una suerte de alza complementaria de la presión
política, habría redundado en nuevas concentraciones de masas con ob-
jetivos más delimitados y operativos.

De manera similar, para Godio (1986: 28-30, 102-103), “La gran preocupa-
ción de Perón era el clima de radicalización política (…) que expresaba el clima
de protesta popular activa que vivía el país desde el Cordobazo en 1969”. Si bien
su proyecto era “hegemónico”, “nada indicaba que el proceso de radicalización
hubiese entrado en una etapa de reflujo, más bien ese proceso buscaba ‘cómo’
continuar ascendiendo obligando al propio gobierno a legitimarlo.”.
Torre (2004: 26) destaca que “el hiato existente entre la fórmula de recon-
ciliación propuesta por Perón y el espíritu dominante en la movilización que lo
devolvía al gobierno.”.225
Por último, De Riz (1981) articula este problema con el objetivo de Perón
de desplazar tanto a Cámpora como a los sectores que habían protagonizado la
“primavera camporista”:

Las demostraciones de fuerza de la izquierda peronista durante la presi-


dencia de Cámpora eran un elemento irreconciliable con las demandas
de los soportes tradicionales del peronismo, hostiles a toda forma de vio-
lencia. En la medida en que Cámpora no supo, o no quiso, desalentar
suficientemente la movilización popular, su permanencia en el ejecutivo
se fue haciendo imposible.226

De acuerdo a Godio (1986), a partir de Ezeiza, Perón comienza a implemen-


tar su “plan político” que consistiría en aislar a la “ultraderecha” (representativa
del sector terrateniente tradicional y holdings financieros), ampliar su base social
y “neutralizar” a la “ultraizquierda”.227
En términos de Landi (1979), al asumir el gobierno Perón tuvo que afrontar el
“desequilibrio […de…] tener el frente de conflictos principal hacia la izquierda en

225
Torre (2004:26)
226
De Riz (1981:59)
227
Godio (1986:121)

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política y hacia la derecha en lo económico” y por eso se propuso fortalecer “el
‘pentágono’ central del régimen político.”.228
Como en otras oportunidades, estas alternativas son percibidas contemporá-
neamente con gran claridad. Una nota de La Opinión señalaba que “Los hechos de
Ezeiza y el discurso de Juan Perón han removido las aguas del Movimiento (…)
hasta un punto que quizás resista todas las comparaciones históricas”. Afirma que
la “izquierda peronista”

se habían propuesto un papel profundizador del justicialismo (…).de res-


catar los contenidos revolucionarios del peronismo, extenderlos a las ba-
ses e imponerlos, por etapas, al resto del movimiento (…) para que luego
Perón, como siempre, hiciera ‘lo que el pueblo quería’ (…).

Sin embargo, los hechos de Ezeiza y el discurso de Perón los encontraron


“en términos futbolísticos, en ‘posición adelantada’”. Si bien tiene hoy “más po-
der que nunca (…) esta dividida en muchos subsectores y agitada por polémicas
ideológicas internas (…)”. Además, el papel que puede darle Perón es “bastante
estrecho”: “control de precios” y “vigilancia de la idoneidad y lealtad de los fun-
cionarios”, así como “colaboración con los gobierno de varias provincias clave”.
Lo más probable en esta etapa es que Perón busque apoyarse en alguna corriente
de “centro”, alejando “tanto la izquierda como los derechistas prominentes”. En
este sentido, la nota concluye destacando que “[l]a gran pregunta (…) hoy (…)
[es] si el peronismo se dividirá”.229
A pesar de su gran repercusión el discurso del 21 de junio es sólo el principio.
El 12 de julio renuncian Cámpora y Solano Lima y el 13 asume Lastiri, yerno de
López Rega, en una clara maniobra que alteraba el orden de sucesión constitucio-
nal. Inmediatamente después “los gobernadores “de la Tendencia” comenzaron
a ser presionados. En todos los casos “la oposición exigió su renuncia, la inter-
vención federal o el juicio político”. En realidad, exceptuando a Cepernic (Santa
Cruz) y Atilio López, la relación era “ambigua” y “más bien táctica (…), producto
de la necesidad de apoyo mutuo, colaboración y fuerza de choque.”.230
El 29 de julio Perón dispone la reestructuración del justicialismo, reempla-
zando el cargo del Secretario General todavía ocupado por Abal Medina por una
Mesa Ejecutiva compuesta por figuras notoriamente identificadas con la llamada

228
Landi (1979:111)
229
La Opinión, 24 de junio de 1973, tapa
230
Esta relación se había plasmado en la inclusión de militantes de la JP en las administraciones
provinciales. Los restantes gobiernos “afines” eran Bidegain (Bs. As.), Antenor Gauna (Formo-
sa), Obregón Cano (Córdoba), , Martínez Baca (Mendoza) y Miguel Ragone (Salta). Servetto
(2010:200-201, 203).

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“burocracia” de las ramas política y sindical: Humberto Martiarena, José Rucci,
Silvana Roth y Julio Yessi.231
El 30 de julio, inicia una serie de conferencias en la CGT para “alinear tras
de sí a la CGT” y “fortalecer ideológicamente” a sus cuadros. En la primera busca
“dar ‘legitimidad’ a su concepción del mundo nacionalista-populista”, combinan-
do su viejo nacionalismo con un tercermundismo que diferenciaba tajantemente
del “socialismo”.232
El 2 de agosto Perón pronuncia un discurso ante los gobernadores en el cual
anuncia la “institucionalización” del movimiento:

Ya no seguiremos con el procedimiento del dedo (…). Ahora tenemos


que empezar con el procedimiento del voto que haga verdaderamente
representativo el instrumento que ha de manejar, dirigir y conducir el
Movimiento Peronista.
(…) Hay que recordar, señores, que mientras los movimiento gregarios
mueren con su inventor, los movimientos institucionales, siguen vivien-
do (…). Porque el hombre no vence al tiempo; la organización es lo úni-
co que puede vencerlo.

Luego aborda el tema de la izquierda y la guerrilla,

(…) Nosotros somos un movimiento de izquierda. Pero la izquierda que


propugnamos es una izquierda justicialista, por sobre todas las cosas; no
es una izquierda comunista ni anárquica. Es una izquierda justicialista
que quiere realizar una comunidad dentro de la cual cada argentino tenga
la posibilidad de realizarse, no más allá (…).

Continúa destacando que todas las fuerzas políticas son bienvenidas, “[p]ero
dentro de la ley” ya que “no admitimos la guerrilla”.

Nosotros no le ponemos ningún inconveniente, si ese partido político –se


llame Comunista, se llame ERP, o se llame ‘Mongo Aurelio’, cualquiera
sea el nombre que tenga- quiere funcionar dentro de la ley, como estamos
nosotros.233

231
Di Tella (1981: 328 y 344). Poco después, el 15/08/73 se anuncia que Lorenzo Miguel (UOM)
integrará la Mesa Ejecutiva del justicialismo
232
Godio (1986: 94, 101)
233
Perón (1974)

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Si bien la idea de “democratización” genera grandes expectativas, nadie dudo
y Montoneros tampoco, a quién se refería Perón con “Mongo Aurelio”.
El 4 de agosto, finalmente, se cierra este primer tramo de definiciones con
la proclamación de la candidatura Perón-Perón en el Congreso PJ en el Teatro
Cervantes.234
Según Godio (1986), a partir de estas primeras iniciativas quedaba claramen-
te expuesto el “plan político” de Perón, consistente en tres operaciones simultá-
neas: “institucionalización” del movimiento justicialista y rechazo de la guerrilla,
acuerdo con la UCR (ligado a lo primero), búsqueda de apoyo en las Fuerzas
Armadas (relacionado con lo segundo).235

“Romper el cerco”
La primera reacción pública de FAR y Montoneros es una solicitada publicada
el 26 de junio en la cual atribuye los hechos de Ezeiza a la infiltración de la CIA en
el movimiento: “quisieron evitar este reencuentro” entre Perón y Pueblo para “se-
guir siendo intermediarios, mintiéndole a Perón sobre lo que dice y piensa el pueblo
y mintiéndole al pueblo sobre lo que dice y piensa Perón.”. Llaman a “estrechar
filas y consolidar fuerzas” en el apoyo al gobierno del “compañero Cámpora”.236
Frente a su destitución, el 14 de julio un comunicado de prensa titulado “Pe-
rón enfrenta la conspiración”, pone nombre a los “conspiradores”, infiltrados en el
movimiento, acusando a López Rega y a Rucci. Reclaman al Congreso la inme-
diata designación de Perón como Presidente Provisional para evitar una “situación
de desgobierno y vacío de poder” que favorecería “una agresión sangrienta del
imperialismo”.237
Una nota de Panorama, en la cual se analizan estas declaraciones explica
además que para

la ‘tendencia’, el origen de este proceso debe buscarse en el pasado in-


mediato, en la ‘noche triste’ del 28 de abril, cuando en una de las últimas
reuniones cumbres en Madrid se consumó el descabezamiento político
del representante más notorio de la línea, el consejero nacional por la JP,
Rodolfo Galimberti.

234
Di Tella (1981: 334)
235
Godio (1986:122-123)
236
“Ante la masacre de Ezeiza”, en Baschetti (1996: 94)
237
FAR y Montoneros, en Baschetti (1996: 118-119). Un comunicado de la JPR, publicado en Mili-
tancia N° 6, del 19/7/73, se expresa en el mismo sentido, reclamando el inmediato acceso de Perón
al gobierno y reivindicando a Cámpora, cuya lealtad sería la causa por la cual los “conspiradores”
inician su ofensiva.

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La nota agrega que la JP se habría abocado a evitar una candidatura de López
Rega a vice y a “levantar una posible alternativa Ricardo Balbín”.238 En otras ver-
siones se mencionan gestiones a favor de la candidatura de Cámpora. Públicamen-
te, sin embargo, esto es desmentido por Gullo: “[r]especto de la adjudicación que
se nos hace de proponer la fórmula Perón- Cámpora, categóricamente aclaramos
que la juventud no levanta ningún vicepresidente”.239
De todas formas, como señala Horowicz (2005), ni la juventud es invitada a
la discusión, ni Balbín o Cámpora son propuestas viables. Cámpora era un “con-
trasentido” ya que no iba a ser designado luego de ser destituido. Respecto de
Balbín el autor señala que su rol de “legitimar a la oposición para que la oposición
legitimara el justicialismo” lo vetaba como alternativa.240
El 21 de julio la JP realiza una gran movilización para, en sus propias pala-
bras, “iniciar la campaña electoral (…) bajo la consigna Perón Presidente (…).
Producir el encuentro entre los jóvenes peronistas y su máximo líder”, para ter-
minar con el “clima confuso y desalentador” que desde el 20 de junio se tejía
“alrededor del General Perón”.241
En el transcurso de la movilización, representantes de “la plana mayor” de la
JP (Armando Lisazo, Juan Carlos Añón, Roberto Ahumada y Juan Dante Gullo)
se entrevistan con Perón, quien habría prometido el nombramiento de Juan Squer,
jefe de la custodia de Perón, como su representante ante la Juventud.242
Si bien la movilización es un éxito, demostrando la impresionante capacidad
de convocatoria (asisten unas 80.000 personas), luego de la entrevista se difunde
la designación de López Rega como enlace con la Juventud.243 El 23 la Juven-
tud Peronista emite una declaración rechazando esta “intermediación”: “[e]ntre la
Juventud Peronista y el general Perón no hay intermediarios de ningún tipo por
propia decisión de nuestro jefe”.244 El 26 se organiza una nueva movilización ma-
siva (90.000 asistentes) en ocasión del tradicional acto de homenaje a Eva Perón
durante el cual se escucha la consigna “Rucci traidor, a vos te va a pasar lo que le
paso a Vandor”.245
A mediados de agosto, una nota de La Opinión caracteriza la situación de
la Juventud Peronista afirmando que habría enfrentado “siete sapos”: relevo de

238
Panorama, 19 de julio de 1973
239
La Nación, 24 de julio de 1973
240
Horowicz (2005:267)
241
Comunicado de Prensa Regional 1.
242
Zapata (1996:105)
243
Di Tella (1981: 323)
244
Di Tella, (1981: 324)
245
El Descamisado, N°11, 31 de julio de 1973, cit en Gillespie (1987:207)

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Galimberti, los “sucesos” de Ezeiza, derrumbe del gobierno de Cámpora, “presión
maccartista” contra los gobiernos de Buenos Aires, Córdoba, Salta, Mendoza y La
Rioja, reorganización del Consejo Superior, nombramiento de nuevos “represen-
tantes” juveniles, total exclusión de la preparación de la candidatura.
La nota continúa señalando que frente a esta adversidad los jóvenes conside-
raban necesario “profundizar las trincheras y sumergirse en las masas”, ya que la
juventud “es una estructura fluida, sin organización celular; no rige la verticalidad
entre sus miembros; el mando no consiste en un local, ficheros y teléfonos, sino en
el ‘poder de convocatoria’.”.
Al respecto, aseguran que “nadie en el país ‘puede mover más gente, excepto
Perón’ ”, “esta probado. En las condiciones más desfavorables, hemos reunido
60.000 muchachos el 21 de julio y 90.000 cinco días más tarde. Claro: los reunió
Evita. Pero la ‘burocracia sindical’ también sacó el retrato de Evita y sólo fueron
2.000 personas’.”. Para el autor de la nota, esta posición no esta “exenta de ver-
borrea”, ya que a la juventud “[l]e gusta alardear de pragmatismo -con riesgo de
incurrir en cierto cinismo-, y reduce la realidad a los ‘hechos’, como si tuvieran un
sentido inequívoco”.246
Y evidentemente su capacidad de convocatoria (una “realidad” contundente)
no tiene el mismo sentido para ellos que para Perón. Las movilizaciones no hacen
más que profundizar el “giro”, confirmando la preocupación de Perón por el alto
grado de movilización social existente. El 2 de agosto, además del ya citado dis-
curso a los gobernadores, López Rega anuncia que su secretario (y líder de la JP de
la República Argentina) Julio Yessi, será el intermediario de la Juventud Peronista
ante Perón.247

Apoyar, defender y controlar


El 20 de agosto, en una nueva demostración de la voluntad de terminar con
las manifestaciones masivas, se establece por decreto que los actos por la conme-
moración de la masacre de Trelew solo podrán realizarse en “lugares cerrados”.248

246
Sección “Interpretaciones”, Mario Jorge Escalante, La Opinión, 18 de agosto de 1973. Si hasta ju-
nio era posible encontrar una fuerte identificación o una pertenencia efectiva de muchos miembros
de la redacción de La Opinión a Montoneros, la situación se modifica radicalmente desde entonces.
A poco de la asunción de Cámpora, Timerman comienza a temer que varios de sus periodistas del
Bloque de Prensa Peronista “estuvieran gestando un proyecto de cooperativización de La Opinión”.
El 27/6/73 publica una solicitada en La Nación en la que pedía a quiénes “desde el 25 de mayo
viven atemorizados por el miedo a que sus vidas se vean amenazadas y sus empresas expropiadas”,
que lo acompañaran en su lucha, expulsando luego a muchos periodistas, ante lo cual muchos otros
se alejan (Ramírez, 1999: 349).
247
Di Tella (1981: 333)
248
Di Tella (1981: 346)

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Obedeciendo la disposición, 45.000 personas se reúnen el 22 de agosto en la can-
cha de Atlanta para conmemorar simultáneamente la masacre de Trelew y el “re-
nunciamiento” de Eva de 1951.249
Los volantes de convocatoria al acto están centrados en una larga serie de ins-
trucciones y recomendaciones “a los efectos de garantizar que dicho acto político
se concretice eficazmente, una vez más demostrando el alto grado de cohesión y
organización militante”. Señala que las personas serán requisadas en la entrada,
que no debe haber empujones sino “orden peronista”, que la única consiga será
“Patria si-colonia No”, que estas no deben interrumpir a los oradores, cuya lista
ya está establecida y debe respetarse. “Debemos tener en cuenta que el eje prin-
cipal y objetivo fundamental es hacer una demostración de fuerza y organización
y las actitudes ‘petardistas’ o facciosas nada ayudan para el buen desarrollo de
nuestra política.”. Luego de otras recomendaciones, finaliza reiterando el objetivo
y aclarando “[r]ealizar cualquier otra cosa (…) es facilitar y acelerar la provoca-
ción del enemigo que estará a la expectativa y ansioso para producir un hecho
irreversible.”.250
Firmenich, orador principal del acto, comienza señalando que la estrategia
frentista sólo tiene sentido si es conducida por la clase obrera y que esto es proble-
mático, ya que hay una “camarilla” que busca impedir que eso ocurra.
Esto se expresaba, en primer lugar, en la presencia de la CGT en el Pacto
Social, por lo cual en realidad la clase obrera no estaría representada (se escucha
“Rucci, traidor…”). En segundo lugar, la candidatura de Isabel “crea fisuras en
la constitución del frente” al no permitir “materializar y efectivizar” la unión con
una “fórmula mixta”. Además, se trata de una candidatura que “nos desconcertó”
ya que “no es representativa de esos dieciocho años de lucha” (Se escucha “Evita
hay una sola…”).
El discurso continúa precisando los objetivos de la nueva etapa. La candida-
tura de Perón y la profundización de la estrategia de unidad nacional, que “ya se ha
comenzado a hacer a nivel de la JP, por ejemplo, con las juventudes políticas”.251
Otro objetivo, “determinante a largo plazo”, es la “lucha interna en el movi-
miento”. Plantea la imperiosa necesidad de derrotar a la “burocracia” mediante
“la afiliación masiva” y la “organización popular”. En relación a esto, retoma y
profundiza el tema de la reorganización de la JPR:

249
Di Tella (1981: 348)
250
Juventud Peronista, Regional l (22/8/73)
251
El 1ro de agosto se habían reunido en el Savoy, emitiendo una declaración conjunta en la que llama-
ban a “reencauzar el proceso de liberación nacional” y reafirmando su voluntad de seguir actuando
conjuntamente.

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la rama de la juventud hasta ahora nos ha servido un poco para amonto-
narnos todos (…) pero debemos ir discriminando un poco las distintas
estructuras de la organización.
La estructura de JP, al igual que la estructura del PJ, la debemos utilizar
para organizar los barrios, manzana por manzana, porque esto tiene un
valor estratégico, porque el día que intenten otro zarpazo nos tienen que
encontrar en todos los barrios, organizados y pertrechados para resistir
ahí. (…) Esa es la retaguardia del Ejército Popular. (…)
Pero el eje y uno de nuestros déficits respecto a la burocracia pasa por
la clase trabajadora, pasa por la estructura sindical. Nosotros todavía
estamos haciendo una especie de desperdicio de nuestras fuerzas. Hoy
tenemos acá… habrá 50.000 compañeros, ¿cuántos miles de estos com-
pañeros son trabajadores que no están militando organizadamente en el
frente sindical?
(…) Tenemos que volcar el máximo esfuerzo en la organización de nues-
tra estructura sindical; hay que fortalecer a la JTP, dentro de la estruc-
tura sindical, no marginándonos. Hay una consigna que ha surgido en
los primeros actos de la JTP, que expresa nuestro anhelo por borrar a la
burocracia sindical, pero expresa al mismo tiempo un error que debemos
subsanar, porque si no vamos a desarrollar mal el trabajo; es la consigna
‘JTP la nueva CGT’. (…) Tenemos que fortalecer la JTP para ganar la
conducción política de toda la CGT.252

El discurso representa un desafío abierto, abandonando la teoría del cerco y


resignificando los posicionamientos previos. Poniendo en práctica su rol de “cen-
sores” del nuevo gobierno cuestionan el Pacto Social y la candidatura de Isabel. A
la vez, explicitan la meta de la reorganización de la JPR iniciada en abril: la dispu-
ta de las estructuras del movimiento, específicamente, el ala sindical. Por último, el
“endurecimiento” discursivo es acompañado de un llamado al disciplinamiento en
las propias filas. Si bien constantemente se alude a que esto obedece al peligro de los
“provocadores” de afuera, no deja de cuestionar como “petardistas” o “facciosas”,
actitudes críticas por fuera de la línea de la organización.
En este sentido, las críticas van acompañadas de una rigurosa reafirmación de
la propia “verticalidad”. Pocos días después del acto de Atlanta la JTP realiza su
primer encuentro nacional en Río Ceballos y en sus declaraciones se define como
parte integrante de las 62 Organizaciones, por ser estas “el nucleamiento político

252
En Baschetti, 1996: 164-169.

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del peronismo sindical”. De todas formas, aclaran que aún no se ha logrado “que
las conducciones sean realmente representativas de los trabajadores”.253
También en agosto de 1973, Juventud Universitaria Peronista realiza su pri-
mer congreso. El “Tala” Ventura, referente de la JUP de Derecho cierra el acto en
el mismo tono:

el proyecto es claro tenemos que consolidarnos en un frente poderoso


que se oponga a la ofensiva del imperialismo y que con Perón como líder
indiscutido apoyado por la organización cada vez más militante del pue-
blo peronista nos lleve a la patria libre por el socialismo nacional.254

De manera similar, Montoneros decide a último momento participar del pri-


mer y único acto de campaña (el 31 de agosto), organizado precisamente por quie-
nes habían definido como enemigos: el “desfile” ante la CGT. 255 Nuevamente
muestran su notable su “poder de convocatoria”. La Razón y El Descamisado
coinciden en señalar que la JP logra movilizar 150.000 manifestantes, habiendo
decidido participar el 28 de agosto.256
Sin embargo, como podía esperarse, la masividad no impresiona al líder. Los
organizadores habrían logrado que la “Tendencia” desfilara al final. Para entonces
Perón ya se había retirado del balcón de la CGT y en su lugar se encontraban
Isabel, López Rega, Lastiri, Otero, Miguel y Rucci. La indignación de los mani-
festantes se habría plasmado en una de las consignas cantadas por la UES: “Que
lindos son tus dientes/ le dijo Rucci a Perón;/Perón contestó sonriente/ ¡Ja, ja!
Morirás como Vandor.”.257

253
En El Descamisado, N° 17, Suplemento 11/9/73, en Baschetti (1996: 176-181).
254
La vocación frentista se plasma en las figuras presentes en el Congreso: la hermana de Eva Perón,
Herminia Duarte (recibida con el grito “Si Evita viviera sería montonera”); el Presidente del Centro
de Exiliados de Perú, Mariano García; un miembro del Comité Central de la Juventud Socialista de
Chile; representantes de la juventud radical, comunista y radical yrigoyenista. Moscona (2008).
255
Ese no fue el único acto de campaña de la JP. Además del de cierre, realizado en Once, la Regional 1
impulsó en palabras de La Opinión, era “[u]n método electoral revolucionario”: “mesas de trabajo”
en las cuales los militantes respondían a “las preguntas de un pueblo -compuesto básicamente por
empresarios, comerciantes, empleados, amas de casa- deseosos de llevar los volantes y establecer
con claridad que significó la JTP o cual era la línea ideológica de la agrupación Montoneros (…).”.
Para el cronista, desde el acto de Atlanta, la Juventud Peronista actúa “probándose a sí misma que
no sólo es una fuerza capaz de convocar a 200.000 coreadores de consignas sino a la vez un instru-
mento de gobierno que ayuda a preparar conciencias”. La Opinión, 8 de septiembre de 1973, p. 1
256
Gillespie (1987:171) y Perdía (1997:191) especifican minuciosamente el tiempo insumido por cada
fuerza durante el “desfile”: los gremios, 38 min.; la JP, las organizaciones juveniles, 26; la JTP, 16;
Guardia de Hierro, 9; Encuadramiento, 3; JPRA (Yessi), 2; el PJ (Junta Metropolitana), 2.
257
Amorín (2005:260-261)

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La institucionalización del movimiento según Perón
El 8 de septiembre, como parte de la política de promover la “instituciona-
lización” del movimiento, Perón se reúne con representantes juveniles. Según La
Opinión, que hace del encuentro su nota de tapa, los convocados habrían sido
Camps y Quieto en representación de FAR, Firmenich de Montoneros, Envar El
Kadre (la nota no lo aclara, pero se presenta como representante de las FAP 17/10),
Grecco de la JTP, los representantes de las Siete Regionales y de la JUP, la UES,
el FEN y UOP, Guardia de Hierro (Brigadas), Encuadramiento, Juventud Sindical,
Comando de Organización y Ana María Sola, por el Consejo Superior Provisorio
del Justicialismo.
En la entrevista Perón ratifica lo dicho en agosto: “la necesidad de institu-
cionalizar el Movimiento Nacional Justicialista mediante procedimientos democrá-
ticos. De tal suerte, se confeccionarán padrones y las autoridades de cada rama
surgirán de elecciones internas.”. Aunque agrega, aludiendo a la situación chilena
donde el golpe era ya inminente, que las cosas debían hacerse con “‘prudencia’,
para evitar lo que le ha sucedido a Salvador Allende”. Y destaca que

en los últimos 18 años, los distintos sectores del movimiento cumplieron,


cada uno, su misión específica. ‘Las formaciones especiales cumplieron
la tarea de desarrollar la lucha activa –afirmó-. El sector gremial también
cumplió su papel.’. Agregó que el mismo había formulado instrucciones
para que se ‘preservara’.

La nota menciona que Firmenich habría destacado que era imprescindible


“precisar cómo se va a efectivizar la reestructuración de la juventud, ya que hay
que garantizar la representatividad” y “no existen padrones”.
A la salida de la reunión Firmenich y Quieto dialogan con la prensa. Ante una
pregunta respecto del “futuro de la guerrilla”, Firmenich responde que “la lucha
armada es el más alto nivel de lucha política” y que “depende de las circunstan-
cias políticas”. Un periodista insiste: “¿Se cambia la metodología?”. Y Firmenich
agrega

Lo que cambió es la etapa. Por lo tanto hay que prever la utilización de


distintos métodos de lucha (…) nosotros utilizamos la violencia de abajo
contra la violencia de arriba (…). En tanto no exista esa violencia el ac-
cionar será esencialmente político.

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Por último, al igual que en mayo, luego de reafirmar su carácter “político-
militar” destaca la diferencia entre su posición y la del ERP, cuyo reciente ataque a
la Unidad Sanitaria tenía “un rol contrarrevolucionario” que debía ser evitado.258
La transcripción completa de la entrevista permite agregar algunos pasajes
que debieron ser especialmente frustrantes. Además de la crítica a los “apresura-
dos” y la defensa de los sindicatos, defendió la candidatura de Isabel señalando
que era fruto de un Congreso partidario, ahondó en su concepción de los cambios
sociales señalando que los mismos sólo podían lograrse mediante la sanción de
leyes que progresivamente lograran el “cambio de estructuras” y reitera el tradi-
cional ni yanquis ni marxistas.
Señalo además que

la juventud argentina no va a valer por la cantidad de muchachos que


junte ni por el dominio que tenga del territorio. Va a valer por la clase
de dirigentes que la encuadre y la conduzca. Las masas no valen por su
número, no, no. Valen por la clase de dirigentes que tienen al frente.

Cabe destacar que Perón felicitó únicamente a un grupo: la Juventud Sindical


Peronista. Su representante había destacado que su grupo no podía “lucirse” como
otros porque había estado “adoctrinando” a los obreros con las obras de Perón
y que además los obreros no eran como los estudiantes que podían movilizarse
todo el tiempo. Cuando terminó la exposición, Perón exclamó “¡Este es el espíritu
que debe impregnar a todos!”. Por último, cierra la charla señalando que debían
“conversar, ponerse de acuerdo (…) trabajar por una solidaridad y conocerse unos
con otros”.259
En este marco, el reclamo de Firmenich de padrones y garantías de represen-
tatividad, sumado a la reivindicación de la lucha armada, planteaba claramente su
desacuerdo con todas y cada una de las líneas propuestas por Perón.

4. Perón Presidente
El 23 de septiembre se realizan las elecciones y Perón obtiene el 61,85%
mientras la fórmula radical (Balbín-De la Rua) obtiene sólo el 24,34%. El 25 de
septiembre las consignas de la JP se hacen realidad: Rucci es asesinado. Monto-

258
La Opinión, 9 de septiembre de 1973, tapa. En la entrevista que El Descamisado hace a Firmenich
después de la reunión este profundiza sus afirmaciones de la conferencia de prensa: “el poder brota
de la boca de un fusil. (…) Chile es un ejemplo que nosotros no debemos repetir de esa agresión
contra un pueblo desarmado.”. El Descamisado, N°17, 11/9/73, en Baschetti (1996: 192-194)
259
Trinchera, N° 4, septiembre de 1973.

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neros no reivindica la acción pero el asesinato de Enrique Grinberg (UES) al día
siguiente deja claro que la autoría era evidente para muchos:

(…) No podemos pasar por alto o encubrir actitudes un tanto frívolas


y una tanto siniestras que se mostraban desembozadamente en el inte-
rior del Movimiento Justicialista. Nos referimos a los ataques tan siste-
máticamente organizados que en sectores de la Juventud se estuvieron
dirigiendo a la ‘burocracia sindical’ y a toda instancia partidaria donde
asomara una actitud contraria al marxismo o, en general, a la izquierda
turbulenta. (…).260

Si las primeras manifestaciones masivas “contra el cerco” habían profundi-


zado el “giro”, la muerte de Rucci actúa como detonante de una profunda rede-
finición de la escena política que se prologa durante los dos primeros meses de
gobierno de Perón.
Detonante, no causa. Al igual que el “giro”, que obedece a la necesidad de
adecuar un contexto de movilización social que excede a Montoneros a los reque-
rimientos políticos del proyecto de concertación y estabilización, las redefinicio-
nes de fin de año que analizamos a continuación no son resultado exclusivo de esta
acción sino que están enraizadas en los obstáculos y peligros que enfrentaba el
proyecto de Perón. En todo caso, la acumulación de iniciativas que siguen a ese he-
cho indica claramente que este facilitó y precipitó la reorientación de fin de año.
En primer lugar, el 28 de septiembre Perón se reúne con el Consejo Superior
del Movimiento Peronista y posterga (nuevamente) la reorganización del movi-
miento, declarando la necesidad de combatir la desviación ideológica.261 La re-
estructuración implicó la destitución de Abal Medina de su cargo de Secretario
General, además de otras medidas como que toda “entidad peronista, o agrupación
que se denominase peronista” debería obtener “expresa autorización y reconoci-
miento” del Consejo Superior del Movimiento Nacional Justicialista.262
En esta línea, el 4 de octubre afirma en una reunión con gobernadores que el
asesinato de Rucci

(…) no es sino la culminación de una descomposición política que los


hechos han venido acumulando a lo largo de una enconada lucha, que
influenció a algunos sectores de nuestra juventud, quizá en momentos

260
Mayoría, 27 de septiembre de 1973
261
Di Tella (1981: 377)
262
Servetto (2010:196).

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justificados, pero que hoy amenaza con tomar caminos que divergen to-
talmente de los intereses esenciales de la República (…).263

En esta reunión se habría difundido el llamado “Documento Reservado” en


que cual se “enfatizaba la noción de ‘guerra’ contra los ‘grupos marxistas, te-
rroristas y subversivos’. El documento concluía que ‘la defección, falta de co-
laboración, tolerancia o falta de ejecución de estas directivas’ se consideraría
‘falta gravísima’, que daría ‘lugar a la expulsión del Movimiento, con todas sus
consecuencias.’.”.264
Como señala Franco (2009), en estos meses Perón enfatiza la necesidad de
sostener la represión dentro de un marco legal:

Hay una ley y hay una justicia y quien delinca se enfrentará a esa ley y
esa justicia por la vía natural que toda democracia asegura a la ciudada-
nía. Creer lo contrario sería asegurar la injusticia y andaríamos matando
gente en la calle que ni merece ni tiene por qué morir. Yo no he de entrar
por el camino de la violencia porque si a la violencia de esos elementos le
agrego la violencia del Estado no llegaremos a ninguna solución.265

Esta política es inseparable del viraje del contexto internacional inaugurado


por el golpe en Chile en el cual la represión de la guerrilla era un tema extrema-
damente peligro para el nuevo gobierno. Como destaca Godio (1986), Perón se
propone mantener el tema como “una ‘cuestión policial’.”, ya que “[s]abía que si
las Fuerzas Armadas tomaban la dirección política de la represión, esto significaría
su propia subordinación a los militares.”.266
A fin de año la destitución de Carcagno y su reemplazo por Anaya inaugura
la etapa del denominado “profesionalismo prescindente”. Este buscaba una rede-
finición del “lugar natural” de las FFAA: “eran el reaseguro contra la subversión
en el plano interno, y la defensa en el plano internacional contra el imperialismo
de las grandes potencias.”.267
Según Godio (1986), Perón se proponía “ganar a la mayoría con mejoras
económicas, neutralizar y aislar a las logias antiperonistas e ir formando un núcleo
adicto a la doctrina oficial”. Para esto fue “colocando a sus hombres [Damasco,

263
La Nación, 4 de octubre de 1973
264
A raíz de las nuevas directivas, “varios gobernadores cuestionados debieron modificar sus gabine-
tes, entre ellos el mendocino Alberto Martínez Baca.” (Servetto, 2010: 204).
265
La Opinión, 21/12/73, citada en Franco (2009).
266
Godio (1986:157)
267
De Riz (1981:81)

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Sosa Molina] en puestos claves” y pronunció además varios discursos dirigidos a
las Fuerzas Armadas. El 27 de diciembre, destacaba que “sin el apoyo del pueblo
no se podía gobernar ni mantener a las Fuerzas Armadas como institución cohe-
sionada profesionalmente”.268
Simultáneamente reforzaba el mencionado enfoque “policial”. A fines de
1973, además de la difusión del proyecto de Reforma del Código Penal, Perón pro-
mueve la firma del “Acta de compromiso de la seguridad nacional”, que creaba el
Consejo de Seguridad Nacional y nuevos mecanismos de centralización guberna-
mental de la acción policial y de las fuerzas de seguridad nacionales y provinciales
con el objetivo de la “erradicación en forma definitiva de la República Argentina
de todo tipo de acción delictual organizada”.
En el texto del Acta, reproducido por toda la prensa, se detallaba:

deben ser reprimidos con mayor preocupación y severidad el tráfico de


drogas, armas y literaturas que instruyan en la subversión y el caos, cons-
cientes de que tales males, sería ingenuo no reconocerlo, responden al
deseo de crear estados de angustia colectivos que no se compadecen de
la realidad que construye el país día a día.269

En el mismo acto, el ministro del Interior Benito Llambí, presidente del fla-
mante Consejo de Seguridad Nacional, señalaba que “No hay fronteras para el
terrorismo, el crimen aleve y la subversión; no habrá fronteras para eliminarlos y
erradicarlos.”.270
El 27 de septiembre, La Opinión analizaba el asesinato de Rucci, destacando
el carácter irremplazable de su figura

no había otro en los planteles dirigentes que representara la lealtad perso-


nal a Perón. (…) Al conferir el líder justicialista a Rucci poder de gober-
nar la CGT, era también quien podía destituirlo sin provocar resistencia
en otros elencos dirigentes. Este hecho, sumado a una natural disposición
de Rucci a ser ‘el hombre de Perón’ en el edificio de la calle Azopardo,
configuraron el carácter irreemplazable del dirigente.

En palabras de Torre (2004), desde la muerte de Rucci los sindicalistas se


aprestaron a “recuperar posiciones en el terreno adonde subsistían motivos de con-
flicto: la política de ingresos.”.271 Esto obedecía al ya mencionado problema clave

268
Godio (1986: 154, 156)
269
La Opinión, 21/12/73, citado en Franco (2009)
270
La Opinión, 22/12/73, citado en Franco (2009)
271
Torre (2004:53)

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para el proyecto de Perón: la fuerte movilización social que persiste luego de la
reinstauración del régimen democrático. En este sentido, el “telón de fondo” de la
firma del Pacto Social fue una intensificación de la conflictividad social que hacía
insostenible la posición del sindicalismo.
Si hasta 1973 la “nueva” conflictividad obrera, “antiburocrática”, cuyo mo-
delo era SITRAC-SITRAM había estado limitada al interior del país, desde enton-
ces llega a Buenos Aires.272 Para Torre (2004)

[l]a experiencia de la participación en la política concertada se manifestó


en una agudización de la crisis organizacional por la que atravesaba des-
de su fallido enfrentamiento con el régimen de Onganía. Las rebeliones
antiburocráticas de fines de los sesenta volvieron a florecer en proporción
directa al reflujo de la iniciativa de las direcciones oficiales de los sindi-
catos, ampliando el espacio por donde crecía la oposición sindical.273

Si bien la política de ingresos de gobierno logra efectivamente contener las


demandas salariales (sólo el 5% de los conflictos se vinculan a ellas), la dinámica
de movilización obrera inaugurada en 1969 abría múltiples posibilidades de con-
flicto alternativas. Las más importantes, según Jelín (1978), serían las deudas o
atrasos en los pagos (32%), la reincorporación de cesantes o despedidos (30%),
la revisión de los contratos o cláusulas legales (25%), las condiciones de trabajo
(17%), los problemas relacionados con la representación sindical (15%), la oposi-
ción a la administración de la empresa (12%), y el temor a los despidos o al cierre
(11%).274
En este marco, la única herramienta de la dirección sindical para recuperar
sus posiciones era “la recuperación de su poder de presión económico mediante
el restablecimiento de las negociaciones colectivas”.275 El día de su muerte Rucci
se disponía a denunciar los convenios colectivos vigentes.276 Con su muerte Perón
se ve obligado a profundizar se respaldo a una dirigencia que enfrentaba los mis-
mos problemas que Rucci y que carecía de la “lealtad” de este. El 2 de octubre se
produce el “reencuentro público” entre Perón y los líderes sindicales, en el cual el
líder ratifica que “el movimiento sindical era la columna vertebral del peronismo”

272
Torre (2004:43)
273
Torre (2004:128)
274
Jelín (1978: 458)
275
Torre (2004:128)
276
Torre (2004:53). El 14 de septiembre La Opinión comentaba las declaraciones de Rucci promovien-
do la convocatoria a paritarias.

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y exhorta a “combatir la infiltración marxista”.277 A esto sigue, ya en noviembre,
la reforma de ley 14.455. Como señala Torre (2004), su objetivo es transparente:
“asegurarse la lealtad de los díscolos líderes sindicales”, incrementando “el grado
de centralización de las estructuras gremiales” para “blindar más aún la fortaleza
jurídica que protegía las posiciones burocráticas de los jefes sindicales.”.278
Godio (1986) analiza la nueva ley de asociaciones profesionales en profun-
didad.279 Por una parte, refuerza la centralización de varias formas: suprime las
federaciones (que abarcaban un 70% de las organizaciones de segundo grado) asi-
milándolas a las uniones, eliminando así las facultades de los sindicatos federados
de primer grado para negociar directamente con la patronal y disponer automáti-
camente de sus fondos; establece que las retenciones empresariales fueran direc-
tamente a la organización sindical nacional; dispone que si existía una federación,
para lograr personería gremial los sindicatos de primer grado debían contar con su
acuerdo; autoriza al Ejecutivo a cancelar una personería “ante la desaparición de
las condiciones legalmente requeridas” y como una de las condiciones era estar
afiliada, si un sindicato se desafiliaba perdía la personería.
Por otra parte, afecta la democracia interna: respecto de los requisitos para
convocar asambleas, elevaba a dos años el período para las asambleas ordinarias;
para tener voz en ellas un trabajador debía tener dos años de afiliación; se elevaba
del 10 al 20% la cantidad de firmas mínima para la convocatoria a una asamblea
extraordinaria; establece que las asambleas deben estar presididas por el secretario
general, presidente, o cargo equivalente, eliminando a posibilidad de elección de
autoridades propias en las asambleas.
Por último, modifica la relación con el Estado: reemplaza a la Justicia del
Trabajo por el Ministerio de Trabajo como institución de control del cumplimiento
de la ley y especifica y amplía las garantías para el ejercicio de la actividad sindical
(estabilidad laboral de los representantes sindicales, se prohíben los despidos y
otras medidas que afecten la posibilidad de ejercer los derechos electorales a partir
de la convocatoria a elecciones hasta la realización del acto electoral). Esto último
es, sin embargo, acompañado por la atribución del derecho anular los mandatos

277
La segunda charla en la CGT (25/10/73), estuvo centrada en la defensa de su concepción de la
alianza de clases, plasmada en la consigna de “el cincuenta por ciento”, en el marco de su preocu-
pación por la continuidad del proceso de radicalización luego de las elecciones. En la charla en la
CGT del 2/11/73 habló de la legitimidad e importancia del rol político de los sindicatos y su lucha
contra las desigualdades “excesivas” (112) y el 8/11/73 destacó que esta lucha no debía confundirse
con la aceptación de “un corriente que (…) se esforzaba por radicalizar al peronismo”, dedicándose
al tema de “La infiltración”. Luego de la charla del 8/11/73, las direcciones sindicales se apuraron
a difundir su contenido, al igual que la gran prensa (Godio, 1986:106, 113, 117).
278
Torre (2004:56)
279
Diputados aprueba la nueva Ley de Asociaciones Profesionales el 29/11/73 (Di Tella, 19981: 413)

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de los delegados de base a las comisiones directivas y por el mantenimiento del
régimen de mayoría absoluta, que excluye a las minorías de las comisiones direc-
tivas.280
Para completar el panorama de estos primeros meses de Perón presidente,
desde octubre del 1973 la crisis internacional había comenzado a sentirse en el
alza de los insumos importados. El gobierno responde convocando a una “Comi-
sión de precios, Salarios y Nivel de Vida” o “Gran Paritaria Nacional”, integrada
por representantes del gobierno y de las confederaciones empresaria y sindical.
En este sentido, aparece escena otro frente de conflictos: los empresarios.
Como señala Torre (2004) estos habían acatado los precios oficiales en parte por-
que habían tomado “medidas preventivas” antes de la asunción del gobierno. La
crisis internacional modificó estos “parámetros de comportamiento” y para di-
ciembre, en el marco de la “Gran Paritaria Nacional”, comienzan a cuestionar
abiertamente las políticas de precios oficiales, mientras los primeros síntomas de
desabastecimiento evidenciaban que los empresarios no esperarían a las conclu-
siones de la Comisión para materializar sus demandas.281
Si bien el gobierno anuncia en este marco la autorización para aumentos de
precios en los bienes afectados por el aumento, los sindicatos expresaron su dis-
conformidad a Perón y poco después la medida era revertida y reemplazada por la
decisión de subsidiar el aumento en los insumos importados.282

Los montoneros: el desafío…


Si bien los Montoneros no reivindican la muerte de Rucci, la relación es
evidente y esto obliga a fijar una posición. El viernes 28 de septiembre de 1973 la
JUP convoca a una conferencia de prensa en la que se posiciona sobre el asesinato
de Rucci destacando su relación con los “diversos atentados que tienden a frenar
el proceso de Liberación Nacional y de Reconstrucción Universitaria Popular”,
cuyos responsables son CNU, Juventud Revolucionaria Libertadora y a Alianza
Libertadora Nacionalista. El documento alude también a la muerte de Rucci seña-
lando que “…las causas profundas no han sido erradicadas…” y que

280
Godio (1986:162-165)
281
Desde fines de 1973 aparecen la especulación, la doble facturación, la retención de mercancías, el
acaparamiento de bienes en el circuito comercial a la espera del alza en los precios, el contrabando,
etcétera (De Riz, 1981:100).
282
Torre (2004: 55, 60-61, 63). Por otra parte, el 1/12/73 los diarios anunciaron que la CGT contro-
laría los balances de las empresas a fin de determinar la legitimidad de los aumentos de precios.
Sin embargo, la CGT carecía de la “infraestructura técnica” necesaria para llevar a la práctica esta
concesión política. Torre (2004:60-61) destaca que su papel de “articulador político del movimiento
laboral” (asumido desde 1955) y su “tradición reivindicacionista” (de más largo plazo) suponían

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[e]l atentado es instrumentado hoy para acentuar la ofensiva de los sec-
tores reaccionarios infiltrados en nuestro movimiento contra los que
asumimos consecuentemente los planteos de reconstrucción y liberación
nacional definidos por el General Perón.

De esto sería prueba “el asesinato de Enrique Grinberg de la JP, activo par-
ticipe de la reconstrucción universitaria y director del centro de investigaciones
aplicadas.”.283
En un tono similar aunque con un matiz amenazante ausente en la declaración
de la JUP, el 2 de octubre una nota de El Descamisado marca la posición pública
de la organización. “Ante la muerte de Rucci”, firmada por Dardo Cabo, dice que
frente a lo ocurrido deben buscarse

las causas profundas de esta violencia. (…) No hay que disfrazar la reali-
dad (…) recurriendo al subterfugio de las purgas o a las cruzadas contra
los trotskos. (…) No se puede pretender que la mitad de los que desfiló
–por ejemplo- el 31/8 frente a la CGT eran infiltrados o que son locos
cuando denuncian y piden la cabeza de la burocracia sindical. Por un
momento hay que pensar si tienen razón. (…) Si todos los peronistas no
tenemos derecho a elegir a quien nos represente, debajo de Perón, en el
movimiento peronista, así no camina la cosa. Se va a seguir muriendo
gente. (…).284

Esta línea de abierto desafío se profundiza el 12 de octubre: mientras Perón


asume la presidencia, FAR y Montoneros anuncia su fusión. Además de comenzar
señalando que Perón accede a la presidencia en el contexto de la “profundización
de las condiciones que causaron nuestra dependencia”, el anuncio es formulado
en tres apartados, encabezados por las frases “Visto”, “Y Considerando”, “Las
organizaciones FAR y Montoneros resuelven”. Es decir, como si fuera un acto que
emana de la autoridad estatal.
En el acto del 17 de octubre de 1973 de la Regional lll, al que asisten unas
150.000 personas,285 según La Nación “(…) el grupo más extremo de la Juventud

una extrañeza total de “toda tentativa más global de intervención sobre las modalidades de desa-
rrollo económico”. Así, “atrincherados en la contestación de las políticas gubernamentales pero sin
avanzar, paralelamente, una política alternativa de consumos e inversiones.”
283
La voladura del comedor universitario en La Plata, ataque de la Comando de Organización al co-
medor universitario en Resistencia, explosivos en las facultades de derecho y ciencias exactas en la
UNBA y la facultad de farmacia y bioquímica, ataque a balazos a la facultad de Filosofía y letras
de Rosario y explosiones en la Facultad de Humanidades de Mar del Plata. En Moscona (2008)
284
En Baschetti (1996: 225-228)
285
Gillespie (1987:171)

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Peronista, mostraba su identificación con las FAR y Montoneros y gritaban ‘(…)
Perón sólo tiene la banda y el bastón’”.286 El acto habría tenido una amplia reper-
cusión, generando el pedido de expulsión de Cámpora y Obregón Cano que habían
adherido al acto por parte del Consejo Superior del Partido Justicialista. Para La Opi-
nión, “de un único proceso: la contraofensiva de los sectores sindicales y sus aliados
contra la Juventud radicalizada y los suyos (…)”.287
Montoneros responde con un comunicado en que cual denuncian “la publi-
cación en el diario La Opinión de una nota parcial y tendenciosa en la que se
tergiversaban los conceptos de los oradores del acto celebrado el 17 de octubre
en Córdoba”. Afirman que a partir de esto “algunos sectores del movimiento han
hecho públicas apreciaciones que no se ajustan a la realidad y que resultan por lo
tanto malintencionadas.”.288
De todas formas, el discurso desafiante no es abandonado. En noviembre, un
documento encabezado “Al pueblo peronista”, decía

(…) hasta el 25/5 fuimos subversivos. Una vez logrado el objetivo, re-
acomodamos nuestras fuerzas (…).
Desde el 25/5 apoyamos al gobierno popular y lo defenderemos por to-
dos los medios y manteniéndonos fieles a la doctrina peronista, a sus ‘20
verdades’ y a la ‘Actualización Doctrinaria’, que señalan la necesidad
del trasvasamiento generacional y del desarrollo de la lucha integral para
obtener la liberación y construir el socialismo nacional y la patria grande
latinoamericana. Si esto no es ser peronista que alguien nos lo diga, por-
que no nos damos cuenta.289

En diciembre, la JP hace un planteo similar en el que anticipa ya las consignas


del 1ro de mayo de 1974. Se trata de un panfleto titulado “Ayer juventud maravi-
llosa, hoy infiltrados”: “(…) El general los elogia a ellos [traidores, alcahuetes y
amanuenses] y nos hecha a nosotros. ¿Qué pasa?”. Más adelante agregan “Vemos
con tristeza que en este gobierno no se repite aquella relación directa de la clase
trabajadora con Perón y que no la tenemos a Evita para que nos comunique con el
General…”. Luego advierten que “Si no nos liberamos y solamente hacemos una
reconstrucción, lo que vamos a hacer es una reconstrucción de la dependencia” y

286
La Nación, Editorial, 21 de octubre de 1973.
287
La Opinión, 31 de octubre de 1973.
288
Y concluyen que “la nota periodística y las publicaciones mencionadas, forman parte de una cam-
paña que burdamente intenta deformar la historia real mostrando como enemigo a quienes el pueblo
peronista reconoce por su lealtad al líder y a los objetivos revolucionarios del movimiento (…)”.La
Nación, 25 de octubre de 1973
289
Militancia, 8/11/73, en Baschetti (1996: 320-322)

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concluyen “seguiremos siendo peronistas y nadie nos podré echar del movimiento,
nos podrán echar del PJ o de cualquier otro cargo, pero no nos podrán echar del
pueblo peronista”.290

… y la obediencia
El discurso desafiante se combinaba con apelaciones al “realismo” y a la
“eficacia” dirigidas las propias filas. En el discurso de Firmenich del 17 de octubre
además de “de morir por la causa de los trabajadores”, “hay que morir eficaz-
mente, es decir (…) hay que lograr la eficacia en la derrota del enemigo, Y este
es el verdadero compromiso.”. Quieto, por su parte, diferencia a Montoneros de
“otros sectores que confunden los deseos con las realidades y no tienen en cuen-
ta la correlación de fuerzas, el nivel de conciencia y de organización de nuestro
pueblo”.291
El editorial de El Descamisado del 13/11 plantea a los militantes cuáles son
las opciones “reales”:

Quien conduce es Perón, o se acepta esa conducción o se esta fuera del


movimiento… Porque esto es un proceso revolucionario, es una guerra y
aunque uno piense distinto, cuando el general da una orden para el con-
junto, hay que obedecer.292

Diversas iniciativas dan cuenta de esta combinación de desafío y acatamien-


to: el impulso a la JTP y el rechazo de la Ley de Asociaciones Profesionales, el
constante énfasis en su compromiso con el Frente de Liberación Nacional y con la
etapa de “reconstrucción” nacional propuesta por Perón.
El 1ro de octubre, apenas iniciada la oleada de medidas adversas, la JUP debe
posicionarse ante la renuncia de Puiggros a su cargo de rector y la moderación de la
reacción genera sorpresa en algunos medios contemporáneos. Según La Opinión:

(…) Las derivaciones ulteriores han sido moderadas, mucho menos dra-
máticas de lo que era lógico temer. La JUP y las demás organizaciones
estudiantiles (…) no solamente no llegaron en ningún momento a cues-
tionar la conducta de Perón, sino que coincidieron también en salvar la
responsabilidad del doctor Jorge A. Taiana, a quien los hechos, en un
primer momento, parecían presentar como el ‘culpable’ directo y eficien-
te del alejamiento del rector Puiggros. (…) el estudiantado, además, con-

290
Folleto, en Baschetti (1996: 353-359)
291
En Baschetti (1996: 247-257) Discursos de Quieso, Firmonich en Córdoba
292
El Descamisado, N° 26, pp. 2-3, cit en Gillespie (1987:182)

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dujo una política coherente (…) volcándose a las calles y procediendo a
la ocupación de las dependencias universitarias en defensa de la política
propiciada por la autoridad saliente, pero no comprometerse irreversible-
mente con su persona. No se formuló pues un planteo personalista sino
político.293

Poco después, el 5 de octubre, con una solicitada encabezada por la frase de


Perón “Mejor que decir es hacer, mejor que prometer es realizar”, la JP anuncia su
participación junto a las FA en el Operativo Dorrego:

Así como ayer nuestra capacidad de lucha fue empleada para recuperar
para el pueblo un gobierno que había sido usurpado por la reacción go-
rila, hoy nuestra tarea principal es reconstruir al país devastado por la
oligarquía y el imperialismo.294

El mismo día, con una marcha en contra del proyecto de la Ley de Asocia-
ciones Profesionales, se hace público el acercamiento entre la JTP y los gremios
“combativos”: “Esta alianza se tradujo (…) a través de un denominador común -
que es el cuestionamiento a las reformas a la ley de Asociaciones”.295
El 2 de noviembre se reafirma la oposición con un Acto en el Luna Park el
2 de noviembre. La nueva consigna es “Rucci traidor, saludos a Vandor”. Para
La Opinión los 20.000 asistentes al acto no sólo implican “un espaldarazo a la
posición cuestionadora del Proyecto de Ley de Asociaciones Profesionales”, sino
también “la expresión cualitativa del crecimiento que viene registrando desde su
creación la JTP, y un punto inicial concreto para el reagrupamiento de las distintas
variantes del peronismo ‘sindical combativo’ (…)”.296
Retomando la línea del Operativo Dorrego de compromiso con la política
“frentista” y de “reconstrucción”, el 8 de noviembre Clarín anuncia la convocato-
ria a una reunión de las JPA en el Hotel Savoy, en la cual se elaboraría un docu-
mento que plasmaría los acuerdos logrados hasta el momento entre los diferentes
grupos. Según la nota se trata de “un test para demostrar su capacidad de convo-
catoria”. Días después otra nota difunde un comunicado sobre el encuentro que
parece considerar que el resultado del test seria satisfactorio. Además de fuerzas
del FREJULI, asistieron las juventudes de la Alianza Popular Revolucionaria (Ju-
ventud Revolucionario Cristiana, del Partido Intransigente y de UDELPA), del

293
6 de octubre de 1973
294
Solicita en La Razón, 5/10/73
295
La Opinión, 4 de octubre de 1973
296
3 de noviembre de 1973

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ENA y representantes de las tres vertientes del radicalismo (Alfonsín, Balbín y
Juventud Revolucionaria Radical).
Según el comunicado la iniciativa se enmarcaba en “la política de alianzas
desplegada por Perón”, como La Hora de Pueblo, el FRECILINA y el FREJULI,
y su objetivo era “la incorporación masiva de lo jóvenes argentinos al proceso de
Reconstrucción”. El texto enumera las tareas realizadas hasta el momento demos-
trando una clara voluntad de demostrar su condición de fuerza “responsable” y
comprometida con la “reconstrucción” enumerando la misma.297
Perdía (1997) destaca la importancia del “frentismo” en estas relaciones. Se-
ñala que existía una clara distinción entre la juventud del radicalismo (de la que
Gullo era el responsable) y la relación con algunos sectores “electoralmente mino-
ritarios” (cuyo responsable era Ismael Salame). Si bien con estos último había un
acuerdo “prácticamente total” e incluso, algunos de sus dirigentes querían incor-
porarse a Montoneros, la organización prefería mantener acuerdos públicos para
sostener la “expresión frentista”.298
También en noviembre, luego de enfrentar sus primeras elecciones, la JUP
adopta una política “frentista”. En las elecciones había triunfado en la UTN así
como en 8 de las facultades de la UBA299, ocupando el segundo lugar en las dos
restantes. A pesar del carácter mayoritario así demostrado, los números reflejan
una persistente pluralidad de fuerzas en la política universitaria. Sobre un total de
123.000 votos, la JUP había obtenido 24.550; el MOR: 22.120; FAUDI/TUPAC,
mas de 15000 y el MNR, 10.825.300
Inmediatamente después impulsa la creación de la Federación Universitaria
para la Liberación Nacional (Bs. As.) (FULNBA) junto a la Franja Morada-Juven-

297
Clarín, 8 y 10 de noviembre de 1973. Las tareas enumeradas son: control de precios en todo el
territorio; 1.000 cortes de ranchos para inundados en las islas del Paraná; campañas de alfabeti-
zación en el Gran Buenos Aires, Río Negro y Neuquén; tareas de erradicación de villas en Entre
Ríos; apuntalamiento del terraplén del Río Salado en Santa Fé; Operativo Salud Santa Ana (Sanea-
miento ambiental, vacunación, radiografías, asistencia materno-infantil) en Tucumán; asistencia a
inundados en Santa Fé; construcción de dispensarios en barrios y villas de todo el país; campañas
de vacunación masivas en todo el país; colaboración con las federaciones indígenas de Formosa,
Chaco, Misiones, etcétera; Operativo Formosa de Construcción de viviendas; Operativo Dorrego
en la Provincia de Bs. As. (Clarín, 10 de noviembre de 1973).
298
Perdía (1997:221). Los sectores “minoritarios” eran las juventudes del MID, de las dos fracciones
de la DC, del ENA, del FIP, de UDELPA, del Movimiento Socialista para la Liberación y de los
Demócratas Progresistas
299
Derecho, Ciencias Económicas, Filosofía y Letras, Odontología, Veterinaria, Agronomía, Arquitec-
tura y Medicina.
300
Baschetti (1996) y Perdía (1997:213).

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tud Radical Revolucionaria y el MOR (PC). El primer congreso de la FULNBA se
realiza el 22 de diciembre de 1973.301
El acercamiento a los “combativos”, en línea con la demostración de la am-
plitud de alianzas, es anunciado en esos días: “Unidad entre la juventud y los
sectores leales”, iniciativa que apuntaba a la “reorganización del movimiento”. Se
trataría de unas 100 UB que conforman la “Coordinadora de Unidades Básicas de
Lealtad peronista” para “participar activamente de las tareas internas, neutralizan-
do el sabotaje de figurones y negligentes”. Concretamente se proponen:

1. Reapertura del padrón y la afiliación partidaria; 2. Apertura y reconoci-


miento de las Unidades Básicas; 3. Elecciones internas, 4. Convocatoria
del Congreso Metropolitano; 5. Convocatoria del Congreso Nacional.302

Una vertiente menos pública de la política de alianzas es la de los contactos


con militares y sindicalistas, ambas estrictamente ocultas y rodeadas de una fuerte
conflictividad interna. De acuerdo al relato de Perdía, durante los encuentros con
Perón de abril los únicos nombres concretos discutidos se relacionaban con los
militares. Perón habría señalo que era conveniente nombrar un coronel para forzar
el pase a retiro de todo el generalato y ellos habrían sugerido a Carlos Della Tea y
Juan Jaime Cesio, miembros del Estado Mayor del V Cuerpo del ejército, Bahía
Blanca, a cargo del Gral. Carcagno.303 Este no era peronista y había participado en
la represión del Cordobazo y de La Calera, pero habría aceptado rápidamente la
salida electoral y tendido contactos a Abal Medina. Según Galimberti

Carcagno le proponía a la izquierda peronista lo que no podía proponerle


a Perón, porque no lograba tener comunicación con Cámpora. Carcagno
planteaba avanzar rápidamente sobre todos los puestos de conducción
del Ejército. Nos sugería formar una milicia nacional para desarrollar una
política de fronteras, una versión nacional del Operativo Dorrego.304

301
Además de eligir presidente (Miguel Talento, de la JUP) y secretario general (Rafael Pascual, de
Franja Morada/Juventud Radical Revolucionaria), se nombra una “presidencia honoraria” inte-
grada por figuras identificadas como parte de las luchas por la liberación: Hipólito Yrigoyen, Juan
Domingo Perón, Eva Perón y Salvador Allende. En Moscona (2008)
302
El Descamisado (N° 26, 8 de noviembre de 1973). La Mesa Coordinadora esta integrada por Eva-
risto Buezas, Avelino Fernández, Dante Viel, Martín Vartanian y Luis C. de Echeandía.
303
Perdía (1997:174)
304
Bernetti (1989: 130, 169-170)

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Según el relato de Julio Urien, estos contactos se reflejan en una de las fun-
ciones de la Secretaría Militar: “darles elementos a los de la conducción para la
política frente a las FA.”.305
Estos contactos con las FA son claramente conflictivos al interior de la orga-
nización. En el recuerdo de Mario, que en la época de las tomas,

muchos pensaron Abal Medina se paso a la derecha, que transó con los
milicos” “Ese fue el comentario del momento (…) charlas, de entre casa,
(…) se hablaba que Abal Medina había negociado con un sector naciona-
lista del ejército, en la transición, entre el triunfo y la asunción, y enton-
ces la orga a través de la JP lanzo la consigna, como para presionarlo a
Abal Medina, la sangre de tu hermano es el fusil de la Argentina.306

La misma tensión se percibe en torno al Operativo Dorrego. Según Vaca Nar-


vaja este reflejaba la “intencionalidad política” de la organización en ese momen-
to: formar un Frente Nacional que incluyera a las FFAA.307 Mario, a cargo de un
grupo en Carlos Casares, recuerda que

(…) la idea era (…) era entablar buenas relaciones con esos dos cuarte-
les, Azul y Olavarria… (…) con la excusa de realizar una tarea solidaria
en conjunto, que se pudiera hablar con los oficiales y ver nosotros con
que tipos podemos contar, con quiénes se podía…308

Las notas de El Descamisado expresan una actitud bastante crítica al respecto.


Señalan que la actividad fue patrocinada “sin abrigar demasiadas esperanzas sobre
la conversión al proyecto de liberación nacional de los sectores más vinculados al
proyecto imperialista”, aun cuando el plan pudiera contribuir “a una ampliación
de la base social y política del Frente de Liberación Nacional y al aislamiento
del enemigo principal: el imperialismo yanqui”.309 Más adelante, ya terminado el
“Operativo”, afirman que

305
Anguita y Caparrós (1997: 153-154). Urien se incorpora a la Secretaría militar de Montoneros junto
a Carlos Lebrón después de Ezeiza.
306
Entrevista de la autora (2003, 2008)
307
Vaca Narvaja y Frugoni (2002:227)
308
Entrevista de la autora (2003 y 1008). Tanto el testimonio ya citado de Urien, como algunos co-
municados firmados “Juventud Peronista de la Armada Argentina” y “Juventud Revolucionario
Peronista del Ejército Argentino”, difundidos por El Descamisado y El Peronista, dan cuenta de
esta línea de trabajo. Baschetti (1999: 43-52).
309
El Descamisado (N°20, 2/10/73), cit en Gillespie (1987:201)

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Es mérito de la síntesis de Perón, que hoy la nación vea trabajar juntos
al Ejército –que hasta ayer estuvo guiado por una camarilla militar al
servicio del imperialismo- y la JP –que ha dado su sangre para que se
cumplieran los objetivos de la liberación en la Argentina.310

Por último, en el balance de la actividad afirman que “mientras que la JP había


tomado parte en dicha operación con el propósito idealista de contribuir a la ‘re-
construcción nacional’, el ejército ‘parece haber ido a ganar espacio político’.”.311
Otro foco de conflicto serían los contactos con la “burocracia sindical”. Varios
testimonios coinciden en destacar la relación de Montoneros con Lorenzo Miguel,
que se iniciaría después de Ezeiza y se mantendría a pesar del asesinato de Rucci.
De acuerdo a Perdía (1997), después de Ezeiza “Asumimos que el enfrentamiento
interno se había salido de sus carriles y servía de instrumento a otros intereses que
perjudicaban a todo el peronismo”, y forman una “mesa de discusión” durante va-
rios meses con el diputado Carlos Gallo (FOETRA), ligado a Lorenzo Miguel.312
Amorín (2005) atribuye la iniciativa a Lorenzo Miguel, quien habría asegu-
rado que el sindicalismo no había tenido responsabilidad en la masacre, y señala
que la “comisión” se proponía tanto “prevenir potenciales enfrentamientos” como
“llegar a acuerdos políticos”. Citando una entrevista a Gullo, el autor sostiene que

no hay un antes y un después de la muerte de Rucci (…) no determinó un


parate en nuestras relaciones con los sectores gremiales. Por el contrario:
Lorenzo Miguel planteó la posibilidad de realizar, gremio por gremio, un
estudio de la organización obrera e incorporar a la Juventud Peronista a
la misma.313

Sin embargo, tanto Perdía como Vaca Narvaja destacan la fuerte tensión entre
la organización y los líderes sindicales. Para Perdía (1997)

cada gesto conciliador del jefe metalúrgico se correspondía con reacciones


altisonantes por un sector de su entorno. Cada intento nuestro de estable-
cer puntos de acuerdo despertaba en muchos la sospecha de traición.314

310
“Culmina el Operativo Dorrego”, en El Descamisado (N° 24, 30/10/73), cit en Baschetti (1996:
234-237)
311
“Balance del Operativo Dorrego: la Juventud Peronista fue a trabajar”, en El Descamisado (N° 25,
6/11/73), cit en Gillespie (1987: 201)
312
Perdía (1997:171-172)
313
Amorín (2005: 247, 252-253, 256, 262-263)
314
Perdía (1997:171-172)

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Para Costa, luego del lanzamiento de la JTP, en julio, Lorenzo Miguel “quiso
reunirse con los muchachos para coordinar esfuerzos.”. A la reunión habrían asis-
tido Enrique Juárez (JTP), Gullo (JP), y Mendizábal (Montoneros). El arreglo que
les proponía Miguel era “ellos organizaban a los estudiantes y hacían un poco de
trabajo territorial, pero le dejaban a él y a los suyos los gremios (…). Es la mejor
manera de que los peronistas no nos pisemos la manguera entre nosotros”.315
Por último, entre las líneas de acción de FAR y Montoneros en estos meses,
una cobra creciente importancia: la “batalla político – cultural”. La participación
en las oficinas gubernamentales, aunque efímera, es indudablemente el punto de
partida de esta línea de acciones. Según Andrés Zabala, Secretario de Prensa del
Ministerio de Educación,

lo que se haga en ese departamento [recientemente creado Departamento


de Cultura y Comunicación de Masas, dirigido por Nicolás Casullo] de
ahora en más es uno de los puntos estratégicos nuestros. Podemos decir
que junto con la prensa propia y la universidad, esta es la tercera pata
clave de la batalla político – cultural del gobierno de liberación en el cual
participamos. 316

La referencia a la “prensa propia” obedece al lanzamiento del diario Noticias


que, según el testimonio de Bonasso en La Voluntad, es de agosto de 1973, es decir
simultáneo al acto de Atlanta. Bonassso señala que si bien la idea no era nueva “el
impulso final apareció cuando la ofensiva de la derecha peronista se hizo evidente
y eficaz: las conducciones de FAR y Montoneros pensaron que sería un buen ins-
trumento para contraatacar.”.317
La investigación de Esquivada (2004) destaca la importancia alcanzada por
ese “instrumento”: Noticias, que se edita entre el 20/11/73 y el 27/8/74, alcanzan-

315
Anguita y Caparrós (1997: 213-214)
316
Anguita y Caparrós (1997: 81, 82-83). Este departamento había sido creado luego del 25 de mayo
y se le habían asignado tres líneas de trabajo: “La recuperación de la memoria cultural y política
del país desde el siglo XIX, rearmando la historia argentina a través de hechos, figuras, pensadores,
políticas; la información de las realizaciones que tendrían lugar de ahí en más, restableciendo la
vieja relación peronista entre el Estado y el pueblo; y la coordinación de docentes, artistas, perio-
distas y escritores para elaborar un vasto programa federal extracurricular como acompañamiento a
la escuela.”. Los proyectos llevados adelante durante el ´73 habrían sido “radioteatros sobre figuras
latinoamericanas destacadas, teleteatros sobre la Resistencia Peronista, documentales para la tele-
visión sobre el pensamiento nacional, discos con temas vinculados a las ‘tareas de la liberación’,
libros de bolsillo baratos sobre procesos revolucionarios del tercer mundo, festivales de cine y
teatro, congresos de historia, filosofía y literatura, etc.”.
317
Anguita y Caparrós (1997: 225-226)

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do un tiraje cercano a los 150.000 ejemplares.318 La publicidad del diario destacaba
su abierto apoyo al nuevo gobierno, así como su propia definición del mismo:

El primer diario en dieciocho años. el primer diario peronista abierto a


todos los sectores que quieren la liberación. (…) El primer diario para el
80% del país.”. “El primer diario argentino que le interesa más a Tucu-
mán que a Roma, Lima que Washington y Argel que París.319

Por último, como parte de la mencionada campaña “político-cultural”, una


última iniciativa de estos meses es la “Cantata Montonera”. En octubre, Casullo se
reúne con Firmenich y Quieto, que le explican que

Queremos armar un disco en el que se cuente la historia de nuestras lu-


chas contra la dictadura y todo el proceso que culmina con la vuelta de
Perón. La idea es que sea un trabajo muy cuidado, con buen nivel estéti-
co, pero que al mismo tiempo nos sirva para difundir nuestra historia.320

El disco terminado fue aprobado por Mario Firmenich entre fines de noviem-
bre y principios de diciembre de 1973. Según Abbatista (2009) la Cantata era
“parte de una estrategia amplia de la organización en un camino de búsqueda de
ampliar su legitimidad”, para la cual “la experiencias de tanto de Cuba como de
Chile parecen haber funcionado como modelo”.
El disco comienza con “Memoria de los Basurales (El Aramburazo)” en el
cual un locutor narra la lucha contra la dictadura de Onganía. El punto de arranque
es el secuestro de Aramburu e identifica tres procesos: la resistencia peronista
(fundamentalmente los fusilamientos del 1956), las luchas del Tercer Mundo y el
Cordobazo.
El segundo tema, “La V de la Calera”, se centra en “una de las ideas fuerza
del revisionismo histórico” de acuerdo a la cual “el proceso político que los tiene
por protagonistas es el reinicio de ‘guerras que nunca habían terminado’ (…) las
montoneras populares que en el siglo XIX habían parecido derrotadas”. Estos te-
mas se retoman en “Garín” (pista 4) y “El combate de Ferreyra” (pista 6).
Otra grupo de canciones con temas relacionados son “Fernando [Abal Me-
dina] y Gustavo [Ramus]” (pista 3) y “El negro Sabino [Navarro]” (pista 7). Para

318
Esquivada (2004: 209). El directorio de Hoy SA, la empresa que editaba Noticias, mostraba la am-
plitud de los “contactos” montoneros. Estaba integrado por industriales (José Palma, Cao Saviría),
políticos (Jorge Vázquez, canciller durante el “camporismo”), sindicalistas (Gazzera) y militares
(Jorge Leal), entre otros (Esquivada, 2004: 120)
319
Esquivada (2004: 141-142)
320
Anguita y Caparrós (1997: Ay C, 344)

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Abbatista (2009) estos no sólo responden a la “necesidad de cristalización de un
panteón revolucionario ejemplar donde confluyen las tradiciones cristianas con la
cosmovisión guerrillera” sino que

tienen una función política inmediata: recuperar el protagonismo que se


estaba perdiendo en el Movimiento; señalarle a Perón e instalar en la
sociedad que si los compañeros, dirigentes originarios de las organiza-
ciones armadas peronistas, dieron su vida por el pueblo y por Perón, es
inconcebible que se los margine.

El décimo tema se titula “Montoneros” y esta compuesto en modo menor


dórico, siendo generalmente utilizado el modo menor para expresar lo épico y lo
dórico, la trascendencia. En la primera parte del tema se escucha como fondo del
relato del locutor consignas recogidas de la calle:

(…Perón Perón o muerte, juventud presente, Perón Perón o muerte…)


Creció el pueblo montonero, Perón o muerte fue su consigna, libres o
muertos, jamás esclavos. Fue esa historia de rebeliones y sangre popu-
lar. Viva la patria fue el saludo y la esperanza. La patria se hizo joven,
la juventud se hizo patria, y el general perón volvió desde cada uno de
los pechos y fusiles peronistas, para ponerse al frente de la liberación. Y
con el Tío reventamos las urnas, y Perón fue otra vez presidente de su
pueblo… (Montoneros, montoneros, montoneros, montoneros…) Y se
cumplió un sueño, aquel sueño de viejos peronistas que allá por el 55
no se rindieron. El sueño de sus hijos: de Abal Medina, de Olmedo, de
Sabino, de tantos compañeros que dieron la vida por su pueblo y por Pe-
rón. La lucha no ha terminado. Vamos a hacer la patria peronista, vamos
a hacerla montonera y socialista. F.A.R. y Montoneros se organizaron en
una sola organización político-militar: Montoneros. Hay que organizar-
se, pertrecharse, consolidarse y unirse en cada fábrica, en cada barrio, en
cada rincón del país, para alcanzar la victoria y que la clase trabajadora
peronista conquiste el poder. Lucharemos entonces por la patria peronis-
ta, que será como la quiere el pueblo: montonera y socialista.

En síntesis, la “Cantata” reivindica aquellos aspectos de su identidad que


luego del triunfo electoral se habían escindido: la pertenencia al peronismo, el
socialismo y la lucha armada.

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El malestar interno y los orígenes de JP Lealtad
Montoneros nunca había sido una organización homogénea. A partir de mar-
zo de 1973 dos procesos agudizan las tensiones inherentes a su heterogeneidad
constitutiva: la fusión con las FAR y las respuestas al complejo escenario político.
En este contexto las conflictos son inevitables y lo sorprendente es que recién
trasciendan a fin de año y que no resultasen, ni entonces ni más adelante, en una
ruptura o quiebre definitivo.
Ya en julio la “teoría del cerco” habría generado fuertes cuestionamientos.
Mercedes Depino describe y analiza una reunión de julio de 1973 en la cual Con-
ducción convoca a todos los cuadros de conducción de Zona Norte (unos 30) para
discutir las críticas y diferencias existentes sobre la posición de la organización en
esos días y tratar de unificar posiciones. Al parecer, Quieto había ido a defender
la posición de la conducción y durante el almuerzo se había acercado a Graciela
Iturraspe (Inés), que se había mostrado muy crítica, para decirle que acordaba con
ella pero “que eso no se podía decir en público”. Ella habría respondido que “Lo
único que falta es que nos comencemos a mentir entre nosotros…”.321
En un entrevista posterior a este testimonio Depino aclara que

no es que hay un doble discurso (…) tiene que ver con cuestiones tácticas
de la política, en ese momento todavía había como una expectativa de
poder replantear algún vínculo con Perón y no confrontar directamente
con Perón, en algunos casos por reconocimiento al liderazgo de Perón, en
otros casos porque no estaba [ese reconocimiento], algunos compañeros
no tenían muy claro cual era el proyecto ideológico de Perón o pensaban
que era uno u otro, eh… y en todo caso por el costo que implicaba romper
con Perón, en términos de representación política.

Estas diferentes motivaciones eran convergentes en su aceptación de la “teo-


ría del cerco”, pero comienzan a ser problemáticas a partir de la combinación de
desafío (Rucci) y obediencia (frentismo y “reconstrucción nacional”). Al interior
de la organización el asesinato de Rucci es recordado como el origen de la disi-
dencia denominada Lealtad (que se analiza más adelante). La mayoría de los tes-
timonios en que los militantes se enteran de la acción por los medios y en algunos
casos se la rechaza antes de conocer su autoría.
El Kadri recuerda que Kestelboin habría reaccionado a la noticia planteando
el cierre de la universidad para “hacer algún repudio a este acto criminal” y que
Ventura estaba de acuerdo: “Tenemos que manifestar el repudio más enérgico”.

321
Anguita y Caparrrós (1997: 106-109)

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Poco después, al enterarse que había sido la organización, Vitali habría dicho “es
una burrada desde todo punto de vista”.322
En el Bloque de Prensa también se preparaba el comunicado de repudio cuan-
do Azcone llega con la noticia de la autoría, señalando que el fundamento era que
Rucci era la

figura máxima de la burocracia sindical punta de lanza dentro del movi-


miento para una vasta penetración desestabilizadora del imperialismo (...)
Casi todos estaban de acuerdo en que la etapa debía ser de amplias alian-
zas, de avance político en el proceso que tanta gente había votado, y no
de gimnasia armada.323

De acuerdo al testimonio de Costa, en la JTP las opiniones eran encontradas.


Juárez señalaba que “el tipo fue uno de los máximos responsables de la masacre de
Ezeiza. Nosotros no tiramos la primera piedra.”. Grecco, en cambio, destacaba que
Perón acababa de ganar las elecciones: “es una cuestión de oportunidad; ahora, es
una tocada de orto de acá a la China. El viejo no se la va a tragar así nomás.”. De
manera similar, para Andrés Castillo: “matarlo justo en este momento sobrepasa lo
de Ezeiza…” . Finalmente para el propio Costa: “el problema es que esto nos lleva
a un nivel de enfrentamiento para el que no estamos preparados.”.324
La reflexión de Mario converge con estas últimas y destaca la falta de reac-
ción de los militantes

nos costó reaccionar, sabés? Nadie dijo, uh, que mal esta esto, lo fuimos
viendo después… (...) había gente que viste?, matamos, viste, mataron a
Rucci, todos contentos pero… pero no medían la consecuencias políticas
de eso, no? después pude elaborar todo eso, el error político, no en el
momento, nos costó reaccionar.325

Esta impresión de parálisis se asocia, en el recuerdo de Mercedes, con “el


nivel de vértigo que tenía la política de ese momento, dos meses hay entre ese acto
[movilización para “romper el cerco” del 21 de julio] y el 23 de septiembre (risa)”.
Mercedes plantea también una mirada diferente, centrada en la legitimidad que
muchos militantes otorgan a la acción. Señala que “había una cuestión que era que
esos hijos de mil puta que habían organizado la vuelta de Perón y habían hecho la
masacre del 20 de junio” y enmarca el asesinato en la lucha de la JTP:

322
Anguita y Caparrós (1997: 316-317, 319)
323
Anguita y Caparrós (1997: 324)
324
Anguita y Caparrós (1997: 318-319)
325
Entrevista de la autora (2003 y 2008)

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por primera vez en Argentina se cuestiona el statu quo vinculado al po-
der sindical en este país, con todo lo que eso implica, disputar el poder
sindical significa poder de una vez por todas sacarte la coraza de este
gremialismo, y pelear contra los verdaderos patrones y dueños del poder,
el sindicalismo viene hace 30 años cómplice de las patronales… digo,
ese es el eje, después, lo de Rucci… lo que si sé es que de pedo se lo
consiguió ese día y se lo hizo, ese día lo engancharon justo en la casa de
la amante, que se sabía que cada tanto iba, y bueno, vamos…326

En este sentido, Larraquy (2008) destaca que la imagen de unánime condena


es retrospectiva y contrasta con la generalizada legitimidad que tuvo en su mo-
mento, tanto fuera de la organización, como dentro de ella.327 De hecho, Vaca Nar-
vaja afirma no comprender por qué la “ejecución” de Rucci no se hizo pública, ya
que era “una exigencia” derivada de “una contradicción intersindical muy fuerte”
que excedía a Montoneros. Pone como ejemplo un acto de SMATA en Córdoba en
el cual la consigna más coreada fue “Rucci, traidor…”.328
El problema, en todo caso, es doble: los integrantes de la organización no
piensan todos los mismo y la posición de la organización no satisface ni a unos
ni a otros. En pocas palabras, la reivindicación de la muerte de Rucci no encajaba
con la defensa pública de una política de compromiso con el “frentismo” y la “re-
construcción nacional”. Política que, además, implicaba desde las alianzas con los
partidos “reformistas” y los sectores sindicales “combativos”, hasta los contactos
con las FA y la “burocracia sindical”.
Este malestar interno trasciende públicamente a fines de año. El 13 de no-
viembre Clarín anuncia “Reajustes en la Rama Juvenil Justicialista”. La nota dice
que se estaría realizando una reunión nacional a la que concurren los siete delega-
dos nacionales y los titulares de los 23 distritos, que analizarán la situación interna
del peronismo y las pautas de reorganización difundidas la semana anterior. Según
el cronista la organización habría adoptado recientemente un “tono sumamente
moderado” que sería un indicio de que los sectores juveniles se estarían adecuando
a la situación “ante la marejada en su contra”. 329
En diciembre, Noticias entrevista al Consejo de la Regional 1 en relación
a “congresos zonales, de distrito y en las unidades básicas de la JP”, que habían
culminado con un congreso nacional el 1 y 2 de diciembre, en el cual se había dis-
cutido cuál debía ser “la respuesta a la nueva etapa” abierta a partir de la asunción

326
Entrevista de la autora (2008)
327
Larraquy (2008: 81-82)
328
Vaca Narvaja y Frugoni (2002:231)
329
Clarín, 13 de noviembre de 1973

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de la presidencia por Perón”. Finalmente, se había elaborado una propuesta con
tres ejes:

la fundamentación y los criterios políticos que enmarcan la Reconstruc-


ción Nacional; la necesidad de la profundización doctrinaria de todos
los compañeros y la consolidación organizativa de Juventud Peronista a
nivel nacional.330

El último elemento habría dado pie, en palabras de los representantes ju-


veniles, a “algunas reestructuraciones parciales” y “cambios en instancias
organizativas”.331 Los cambios, sin embargo, afectan a cuatro figuras dirigentes
y algunas históricas. Según Panorama los desplazamientos de Lizazo (consejero
de zona Norte) y de Roberto Ahumada (Regional 1), Orellana (Regional Vl) y
Osorio (Regional Vll) obedecían a las “disidencias” respecto de cómo responder a
los cuestionamientos realizados a la JP desde diferentes sectores del justicialismo,
incluido el propio Perón. La nota destaca que habrían surgido dentro de la JP líneas
“a izquierda y derecha”, que cuestionan “la ambigüedad que caracteriza (…) al
actual grupo dirigente, e incluso ciertos sectores llegaron a sostener que ello no es
más que una variedad del ‘entrismo’ practicado por sectas trotskistas en los años
60’.”. Frente a estos cuestionamientos

La tesis de Firmenich (…) remarcaría la necesidad de evitar la delibera-


ción interna y de fortalecer más que nunca una estricta verticalidad entre
los mandos de la JP y la base. El análisis del jefe montonero –que se
mostró preocupado por impedir situaciones susceptibles de ser entendi-
das como una ‘provocación’ al gobierno- se habría centrado, además, en
la lucha por el poder que implicaría una eventual acefalía. En ese sentido
habría insistido en la necesidad de ampliar el abanico de alianzas de la
JP, con distintos grupos de poder: acaso pensó en ese instante, en los
militares peruanistas.332

330
Más allá de los cambios, en el reportaje Gullo sigue la “línea” ya mencionada, destacando las tareas
realizadas por la JP para la “reconstrucción nacional”. El acercamiento a las “juventudes políticas
argentinas”; el diseño de propuestas de políticas concretas para salud, vivienda y educación; la apli-
cación práctica de esos criterios, de forma complementaria a la acción del gobierno popular, y no
buscando “suplantarlo”, en Tucumán, Santa Fé, Formosa, Noroeste y Gran Buenos Aires; el apoyo
a los reclamos de la clase trabajadora en Jujuy, Río Negro y Entre Ríos (Noticias, 9 de diciembre de
1973).
331
Noticias, 9 de diciembre de 1973.
332
Panorama, 20 de diciembre de 1973

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En realidad, la respuesta de la organización incluye esto pero es más amplia.
Tanto estas tensiones como la respuesta de la conducción se plasman claramente
en la “Charla de la Conducción Nacional de Montoneros ante las agrupaciones de
los frentes-1973”.333
El documento sintetiza el contenido de una serie de encuentros entre miem-
bros de la Conducción y de las agrupaciones de base en las cuales los primeros
exponen los fundamentos de su concepción del proceso político en marcha y del
posicionamiento de la organización ante el mismo.334
Comienza planteando la necesidad de una “autocritica” respecto del “pensa-
miento político que hemos tenido en lo que va de este año”, que ejemplifican con
la “teoría del cerco”. Se habría tratado de un “pensamiento mágico acerco de lo que
es Perón y de su relación con las masas del país”, “una especie de infantilismo polí-
tico”. Esto habría llevado a “picos de exitismo y de derrotismo” y simplificar una

“realidad objetiva que es compleja”: “si Perón es o no es revolucionario,


si nosotros tenemos que ser o no ser peronistas, si somos peronistas tene-
mos que callarnos la boca, si no somos peronistas lo puteamos a Perón,
cosas por el estilo”.335

En realidad, el proceso iniciado el 25 de mayo tendría “vicios congénitos”


dada la vigencia del “sistema demoliberal” que impide “asumir la ofensiva estra-
tégica en un proceso revolucionario”. El mismo Frente de Liberación Nacional,
al estar integrado por “elementos del sistema anterior”, “pretende desarrollar un
proceso de liberación dentro de la estructura capitalista”.336 Por último, el mis-
mo Perón, a partir del “cerco” montado por el imperialismo en América Latina,
cambia su estrategia. En vez de reservarse el liderazgo continental y “constituir
un frente latinoamericano”, que era “lo que se había manifestado públicamente y
nos lo había manifestado a nosotros”, asume la presidencia en Argentina. Desde
entonces, “tiende a producir una acumulación de poder dentro del régimen cons-
titucional (cosa que es imposible) y busca la negociación con los países del cerco
para romper el cerco, y la negociación con el imperialismo yankee.”.337
Esto obedece a que

333
Baschetti (1997: 258-311)
334
Recuérdese que las conclusiones de los “congresos” de la JP, realizados a partir de mediados de no-
viembre, eran según Noticias (9 de diciembre de 1973) “la fundamentación y los criterios políticos
que enmarcan la Reconstrucción Nacional; la necesidad de la profundización doctrinaria de todos
los compañeros y la consolidación organizativa de Juventud Peronista a nivel nacional”.
335
(258-261)
336
(263-264)
337
(266-267)

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(…) en rigor (…) lo que Perón define como socialismo nacional es el jus-
ticialismo (…) lo ha llamado de distintas maneras: colaboración social,
acuerdo social, etc. En definitiva expresa eso: los empresarios en la CGE,
los trabajadores en la CGT, en su medida y armoniosamente comparten
el Estado.338

El problema es que, a partir de todo esto,

empezamos a retroceder y hemos retornado a la situación previa al 25/5


(…) que es una situación de equilibrio estratégico en el país, entre las
fuerzas del imperialismo y las de la Nación; a nivel continental desde
luego que estamos totalmente a la defensiva.339

De todas formas, esta situación no puede prolongarse, ya que

(…) este equilibrio es absolutamente inestable, porque las fuerzas en


pugna tienen una contradicción que es antagónica y principal. (…) en al-
gún momento (…) determinarán un punto de fractura en el cual o bien el
imperialismo retoma la ofensiva estratégica y nos hace retroceder, o bien
nosotros, si llegamos suficientemente preparados a ese punto de fractu-
ra, podemos lanzarnos a la ofensiva estratégica y aniquilar a las fuerzas
imperialistas.340
(…) si en ese punto de fractura no se ha producido la suficiente acumu-
lación de Poder, Perón fracasa; (…).”, ya que “(…) la única acumulación
de poder válida es la del poder militar, en última instancia; es decir el
poder decisorio para conquistar los poderes político y económico. Y la
acumulación de poder militar es el poder del pueblo, el Ejército del Pue-
blo. Es la única posibilidad de que eso sea el elemento catalizador, el
elemento que produzca la fractura en la FFAA.341

338
(272)
339
268
340
Baschetti (1997: 269).
341
Aclaran que el fracaso puede ser “porque lo derrocan; o (…) porque luego de haber intentado
sistemáticamente nuestra disolución (…) vamos a ver si nos da el cuero para afrontar la situación
(…); o (…) porque tiene que bajar tantas banderas que el proceso de liberación se diluye.”. Más
adelante, aclaran que el principal problema es, en realidad, la segunda alternativa: “Perón lo que
trata de hacer es de darle seguridades al enemigo, tratar de convencerlo de que él no es tan malo
y que entonces no lo derroquen. (…) eso estaría bien si simultáneamente se acumulara poder real,
por vías clandestinas y secretas, pero si al mismo tiempo se destruye el poder real, objetivamente a
la larga se favorece al Imperialismo.” Baschetti (1997 (279-280 y 308)).

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Lógicamente, la gran pregunta que surge de este análisis de la “realidad obje-
tiva” es ¿cómo llegar “suficientemente preparados”? En primer lugar, abandonan-
do el “pensamiento mágico” y revisando la imagen de Perón. “(…) hemos hecho
nuestro propio Perón, más allá de lo que es realmente. Hoy que está Perón aquí,
Perón es Perón y no lo que nosotros queremos.”.342
Lo que sigue es, por ende, definir qué/quién es ese “nuevo” Perón y que posi-
ción debe adoptar la organización ante él. Por una parte, afirman que si bien “[l]a
ideología de Perón es contradictoria con nuestra ideología porque nosotros somos
socialistas (…)”, “[e]ntre (…) nosotros hay una multiplicidad de coincidencias en
el plano político.”. Como Perón

pretende alcanzar la tercera posición partiendo de una situación depen-


diente del imperialismo yankee, objetivamente desarrolla una lucha na-
cionalista, una lucha antiimperialista apoyado (…) en la popularidad que
le otorga la representatividad de los trabajadores. (…) y eso (…) desem-
bocará en el socialismo necesariamente (…).

Por ende

(…) más allá de los presupuestos ideológicos subjetivos que pueda tener
Perón o que podamos tener nosotros, objetivamente (…) compartimos
plenamente su proyecto estratégico, ese proyecto de Frente Nacional An-
tiimperialista y de Frente Latinoamericano Antiimperialista (….).343

Concretamente, “(…) la situación objetiva determina una contradicción entre


las consecuencias de la política de Perón y su propia ideología.”, ya que “[l]a buro-
cracia no es un elemento apto para desarrollar esa política y nosotros sí”. Por ende,
“a pesar de que Perón sabe que nuestra posición ideológica no es la misma que la
de él, (…) ahí tiene una contradicción que vaya a saber como la resolverá.”.344
Sin embargo, las cosas son complicadas ya que a pesar de estas coincidencias
“políticas” (“objetivas”), las contradicciones “ideológicas” (“subjetivas”) genera-
ban “algunas diferencias”.
Una, importante, era que para Perón “[l]a conducción estratégica (…) es uni-
personal (…). Eso era contradictorio con un proyecto de vanguardia (…)”, origi-

342
Baschetti (1997: 271).
343
Aclaran: “¿Por qué nosotros hablamos de socialismo nacional?: porque es un problema político,
no ideológico, porque el socialismo solamente es alcanzado a partir del nacionalismo. Porque la
primera intuición política de las masas es el nacionalismo y no es socialismo y porque aparte el
nacionalismo permite la alianza de clases en función antiimperialista, es decir en la transición hacia
el socialismo.” Baschetti (1997: 273-275).
344
Baschetti (1997: 275-276).

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naba “confrontaciones o competencias de conducción” y se plasmaba en medidas
concretas como “las milicias, la Ley de Asociaciones Profesionales o que el Mo-
vimiento Obrero este “representado por una burocracia”. Fundamentalmente,

(…) Perón nos ofrece como prenda de negociación. Sus negociaciones


para lograr la unidad nacional y (…) con el imperialismo, tiene como
elemento de entrega, de ‘buena voluntad’, a nosotros. (…) Todas las
medidas últimas del Consejo Superior, de los distintos gobernadores,
vicegobernadores contra determinados gobernadores, los discursos del
propio Perón (desde el que dijo ‘Mongo Aurelio’ en adelante), tienden o
expresan ese intento de hacernos desaparecer como proyecto (…). Si nos
disolviéramos, si entregáramos las armas abandonaríamos todo nuestro
proyecto, por supuesto no habría ningún problema en que, por ejemplo,
los compañeros de la JP estuvieran en el Consejo Superior.345

¿Qué debe hacer la organización frente a estas “diferencias”?

Es estúpido de nuestra parte pelearnos con Perón por la ideología. No-


sotros en las medidas concretas, en las políticas concretas donde surgen
diferencias, tenemos que pelear al máximo nuestra concepción. Pero si
perdemos, no por eso nos vamos a ir del peronismo, no tiene el más
mínimo sentido porque compartimos el proyecto estratégico que formu-
la Perón, aunque nosotros ideológicamente vayamos más allá, y porque
el peronismo es obligadamente el movimiento de masas nacionalista y
revolucionario por el cual pasa inexorablemente la revolución. Es decir,
pretender desarrollar una revolución fuera del peronismo, por contradic-
ciones ideológicas con Perón, es absurdo, terminaríamos, ahí si, en el
PCR.346

Más en general, como hay “un proyecto político-ideológico”, el objetivo


debe ser “lograr la conducción del Movimiento Peronista para transformarlo en
Movimiento de Liberación Nacional total (…) que desaloje a los elementos que
distorsionan la esencia (…) en el peronismo.”.347
Para los Montoneros, en el movimiento no existía una “lucha de clases”, ya
que “la única clase íntegra [que participa en él] es la clase obrera (…), por lo tanto
no puede haber en rigor lucha de clases. Lo que hay es una lucha ideológica, existe

345
Baschetti (1997: 276-278).
346
Baschetti (1997: 292-293).
347
Baschetti (1997: 282-283).

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un estamento, una capa social, con características propias y diferentes del resto
de los sectores sociales en el Movimiento que es su burocracia, en particular su
burocracia sindical.”.348
A diferencia del “alternativismo”, que contrapone “en contradicción, a lo que
denomina las bases con la superestructura”, ellos consideran que

(…) necesariamente todo poder organizado se expresa en superestruc-


turas (…). (…) un elemento fundamental para construir un poder revo-
lucionario es aglutinar un montón de hombres en torno a ese proyecto.
(…) una política correcta, aunque no en el frente sindical, pero como
concepción correcta, desarrollada desde la JP, producía (…) la conver-
gencia (…) de activistas sindicales que no militaban en el frente sindical.
La conclusión es fácil: si se lanza una superestructura que convoque,
con una política correcta en el frente sindical tiene que aglutinar, tiene
que convocar, amontonar detrás de esa convocatoria a la cantidad de ac-
tivistas no expresados en las otras tres [“integracionismo”, “burocracia
combativa” y “ongarismo”], cosa que objetivamente sucedió, y estamos
a seis o siete meses del lanzamiento de la JTP, con una desarrollo que no
ha alcanzado el PB en 3 o 4 años de existencia.349

De todas formas, agregan que

hoy, tal cual está la situación, pretender seguir avanzando sin consolidar
es un error.(…) [En] la situación objetiva de hoy, en la cual se incluye el
hecho de que Perón no nos da, por lo visto, mucha bola. (…) entendemos
que es necesario ponerle fronteras a este espacio político para consoli-
darlo, para acumular dentro de él, para luego expandirlo. (…) hemos al-
canzado un punto. Ese punto hay que consolidarlo, porque es flojo, muy
flojo políticamente, organizativa y militarmente.350

Debe buscarse “una superación, no cuantitativa sino cualitativa, una supe-


ración de calidad, elevando el nivel político de los cuadros, elevando el nivel de
organización y aumentando el poder militar.”.351
Luego de estas definiciones más bien generales, se aborda el tema del asesi-
nato de Rucci, a partir del cual se definen con mayor precisión las formas de esta

348
Baschetti (1997: 270).
349
Baschetti (1997: 289-290).
350
Baschetti (1997: 290-291).
351
Baschetti (1997: 292).

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“superación” y su relación con la meta de desplazar a los sectores “burocráticos”
del movimiento”. Una intervención afirma que

Hace aproximadamente un mes, un mes y medio, se había definido una


situación similar, con la misma caracterización que se hace hoy del rol
del Viejo y las contradicciones que nosotros tenemos con el General (…)
[y se planteo] que una forma eficaz de seguir desarrollando nuestra polí-
tica era discrepar en ciertos momentos con Perón. Esa era la forma en que
la burocracia se movía, obteniendo siempre prebendas.

Más delante, en la respuesta, se agrega que

lo que veíamos (…) era que podíamos presionar, avanzar, hasta que Perón
dijera basta. Cuando Perón optara en determinada medida concreta (…)
nosotros también vamos a decir ‘bueno, hacemos esto’, aunque realmente
estemos en desacuerdo. Porque lo que realmente nos interesa es producir
la transformación interna del Movimiento Justicialista a través del despla-
zamiento de la burocracia (…) de la representatividad política (…).

Es decir, plantea claramente la adopción de la forma de acción típica del van-


dorismo, “golpear y negociar”, como forma de avanzar en el desplazamiento de
los sectores “burocráticos”. La mencionada intervención, además de señalar esta
modalidad de acción, destacaba que

El resultado de esos dos meses de ofensiva (…) fue contraproducente


(…) no solamente no obtuvimos prebendas, sino que se fortificó el cam-
po enemigo, que hoy cuenta con un aval mucho más explícito de Perón
que hace dos meses.

La respuesta señala que el problema había sido “un error de caracterización


de la situación”: pensaron que Perón iba a “procurar una solución de estabilidad”
pero “seguramente (…) se dio cuenta antes que nosotros de nuestras diferencias
ideológicas” y optó por la “burocracia”; ya que “sabe que (…) la maneja de una
forma en que no nos maneja a nosotros.”.
En este punto, otra intervención pregunta si en realidad “[e]l desencadena-
miento de esto [el aval de Perón al “campo enemigo”] no fue la muerte de Rucci?”.
La respuesta defiende la acción, destacando que

siempre lo mismo: toda vez que uno ataca a un enemigo, ese enemigo
lo ataca más violentamente a uno. (…) [pero] Si nosotros no avanzamos
sobre la burocracia renegamos a producir ese desplazamiento de sectores
que distorsionan el MLN.

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Sin embargo, inmediatamente después, continúa señalando que

ese avance [contra la burocracia] tiene límites que están determinados


por el poder objetivo que tienen ellos y que tenemos nosotros, y por la
decisión de Perón. Entonces, nosotros podemos avanzar hasta que nos
ponen el tope. Ahí seguir avanzando es suicida. Hay una frase de Clau-
sewitz que dice que nadie puede tener una ambición política superior a
su poder militar.352

Y a continuación regresan al tema de las formas en que la organización debe


acumular poder, añadiendo:

El poder objetivo, para nosotros, hoy solamente no es el poder de las ar-


mas: es el poder de las armas, el poder de la movilización, el poder de la
convocatoria, etc.”, “La acumulación de poder no es solamente tener más
armas: es lograr la representatividad política, tener las masas organizadas
y tener poder militar. 353

En términos más inmediatos, esta concepción se traduce en la atribución de


dos funciones “esenciales en la acumulación de poder” a la JP: “la organización de
la retaguardia y la construcción de las milicias”. A la vez, la clave para esto último
es “una cuestión de disciplina, organización y orden cerrado, después es cuestión
de ponerle un arma.”.

Ponerle el arma es una cuestión técnica, una cuestión relativamente sen-


cilla (…). En cambio (…) tener una tropa organizada, disciplinada, capaz
de moverse con jerarquías, con disciplina, con orden, es un problema
político (…). La disciplina depende del esclarecimiento político (…).354

En síntesis, las contradicciones y oscilaciones de los últimos meses respon-


dían al intento de replicar la política del “golpear y negociar” como forma de
lograr “concesiones” de parte de Perón que permitieran ampliar el propio espacio
en el movimiento en detrimento de la “burocracia”. Sin embargo, el asesinato de
Rucci había sido “contraproducente” y por ende era necesario detener el avance
y abocarse a consolidar las propias fuerzas. Esto suponía, ante todo, incluso antes

352
En otro pasaje de la “Charla”, señalan que a la burocracia “Les ofrecemos un armisticio en donde
les respetamos su poder. Eso después se puede expresar en que nosotros no puteamos todos los días
a Lorenzo Miguel, en que no lo matamos, en una serie de cosas.(…)”. (292)
353
(293-296)
354
(301)

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que el dotarlas de entrenamiento militar y armas, “disciplina” y “esclarecimiento
político” de las bases. Es decir, lograr que acaten la línea de la organización. Y
esto era difícil, era lo que había dado lugar a las “Charlas” y a la “reorganización”
de diciembre.
Nuevamente, el tema es abordado a partir de una intervención:

La dificultad frente a todo esto se presenta ante las explicitaciones pú-


blicas de esta política (…) por una parte la realidad, el requisito funda-
mental de no mentirle a las masas (…), y por otra parte, la necesidad de
mantenerse dentro del Movimiento, porque cualquier desliz, por mínimo
que fuera, en este momento puede ser catastrófico.355

La respuesta de la organización es, en relación a las masas, adoptar discursos


diferenciados, dependiendo

del nivel de conciencia de la gente con que vos estás trabajando (…)
distintos lugares implican distintas realidades, distintos niveles de con-
ciencia, etc. Entonces vos a alguna gente les podés explicar y les dirás,
yo a Perón no lo entiendo (…) estoy en desacuerdo pero lo tenemos que
obedecer porque sino vamos a dividir el Movimiento Peronista… (298).

A la vez, ese discurso debía “combatir”

dos posibles desviaciones (…): el movimientismo y el alternativismo.


(…) dos tipos de reacciones primarias, que es decir: No, Perón es una
revolucionario igual y entonces resignar todo proyecto y seguirlo a perón
a ciegas; o decir: No, Perón es un hijo de puta y entonces nos vamos del
movimiento. (…) El movimientismo es una desviación de tipo reformis-
ta (…). Al contrario, el alternativista, a partir de una negación absoluta
(…), también castra a la revolución porque tiende a aislar a los cuadros
de las masas. Y entonces deja inermes a las masas.356

Es decir, la posición montonera era una especie de “justo medio” cuya ex-
plicación, además, debía “adaptarse” al “nivel de conciencia” de las masas. La

355
Baschetti (1997: 306)
356
Baschetti (1997: 300) Más adelante, agrega que la explicación del tema de las diferencias ideológi-
cas con Perón va resultar fácil con “los compañeros con desviaciones alternativistas” y más difícil
“a los compañeros que manifiesten tendencias movimientistas”. “A uno le podrás tal vez explicar
todo, a otro le tendrás que explicar de a poco. (…) En fin, explicar esto es una cuestión de tacto y,
como dice Perón, en política hay que tener tacto, porque el que no tiene tacto se quema.” Baschetti
(1997: 304-305)

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clave, en todo caso, era “mantenerse dentro del Movimiento”. En ese sentido, en
la respuesta a la intervención, se argumentaba que

(…) existe la verticalidad, entonces uno puede fundamentar su desacuer-


do en un aspecto parcial y hacer la venia igual. El día que Perón diga
‘esos tipos fulano y mengano, son unos infiltrados y quiero que se vayan
del movimiento’; ahí vemos que hacemos. Por ahora no se presenta esa
situación.357

Antes de pasar a los acontecimientos que muestran que ese día llegaría antes
de lo esperado, cabe citar una versión pública de estas tesis. En una entrevista,
Marcelo Cerviño, de la Regional 1, señala que

para la política que [Perón] desarrolla en este momento, es útil tener una
superestructura (…) que no exprese los contenidos revolucionarios. Es
mostrar una imagen del peronismo que no es real, con el propósito de lo-
grar cierto equilibrio político que le permita llevar adelante el proceso.

Respecto de los posicionamiento críticos de la organización afirma que

El movimiento peronista tiene un mecanismo de toma de decisiones que


es, en general, el lanzamiento de alguna propuesta por parte de un sector,
incluso por parte del Gral., y la creación después de un debate interno
para que cada sector exprese su opinión. Dentro de ese período (…) hay
amplia libertad para expresar las propias ideas. Ahora si, una vez que se
toma, nosotros acatamos la decisión tomada.358

5. La crisis del gobierno “popular” y la ofensiva “depuradora”


Las definiciones de fines de 1973 apuntaban a hacer internamente viable el
delicado equilibrio entre crítica y obediencia que venía implementándose desde
mediados de año. Sin embargo, en la primera mitad de 1974, una nueva fase de re-
definiciones (adversas) de la escena política, en este caso detonadas por el ataque
del ERP al cuartel de Azul del 20 de enero de 1974, fuerzan el inicio de un proceso
que culmina con la ruptura del 1ro de mayo de 1974.

357
Baschetti (1997: 306).
358
Denuncia N° 1, Bs. As., febrero de 1974. Se aclara que la entrevista fue realizada antes de la renun-
cia de los diputados de la JP que se analiza en el siguiente apartado.

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La acción del ERP marca un nuevo punto de quiebre, que condensa las pro-
blemáticas existentes y precipita una nueva fase de definiciones de Perón. Los
análisis contemporáneos de la prensa permiten ilustrar la complejidad de la si-
tuación del gobierno peronista y el impacto del ataque del ERP en la misma. La
Opinión señala que “[e]l ataque terrorista (…) iluminó la segunda parte del desafío
que elementos del signo contrario, pero de fines idénticos, han lanzado contra el
gobierno popular (…).”. La primera parte de ese “desafío” había sido denunciada
el mismo sábado del ataque en un comunicado del Ministerio de Economía: “los
especuladores y agiotistas, que crean el desabastecimiento por medio de acciones
no menos extremas”. La nota concluye señalando “Así, desde la izquierda y la
derecha, avanza el instigamiento contra el gobierno y el proceso de reconstrucción
e independencia que dirige”.359
El 22 de enero Perón afirma:

(…) Yo he aceptado el gobierno como un sacrificio patriótico porque he


pensado que podría ser útil a la República. Si un día llegara a persua-
dirme de que el pueblo argentino no me acompaña en ese sacrificio, no
permanecería un solo día en el gobierno (…) Ha pasado la hora de gritar
Perón: ha llegado la hora de defenderlo.360

De todas formas, las respuestas apuntan a la izquierda. El 21 Perón había acu-


sado al gobernador “aliado” de la “Tendencia”, Bidagain: “Es indudable que ello
obedece a una impunidad en la que las desaprensiones y la incapacidad lo hacen
posible, lo que sería aún peor si mediara –como se sospecha- una tolerancia culpo-
sa.”. La renuncia de Bidegain deja al frente de la gobernación a su vice, Calabró,
quien lo cuestionaba desde julio.361
Poco después Perón impulsa el proyecto de reforma del Código Penal,362 que
había sido presentado en el marco de las definiciones en materia represiva de oc-
tubre y no sólo despierta la oposición de la izquierda sino también de la UCR, que
afirmaba que “no avalaría una reforma que no agregaba nada nuevo a los meca-
nismos represivos legales y no legales existentes y que significaba comprometerse
inútilmente”.363 Sin embargo, “el temor a colocarse en la oposición predominó so-
bre el temor a una legalidad que podía ser usada en su contra.”.364 De todas formas,
luego de la sanción de la ley,

359
La Opinión, nota de tapa, 22 de enero de 1974
360
La Nación, 22 de enero de 1974
361
Servetto (2010: 204).
362
Di Tella (1981: 436)
363
Godio (1986:177)
364
De Riz (1981:110)

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(…) advierte que sin desconocer el derecho del Estado a su propia de-
fensa, sobre todo cuando su autoridad emana de un claro pronunciamien-
to popular, que las reformas introducidas al Código Penal no son útiles
cuando el país conoce quien muere y no quien mata y además encierran
el peligro de ser aplicadas con ‘vocación maccartista’ a auténticos lucha-
dores sociales (…).365

En este sentido, para Godio (1986) “las reformas introducidas no están tanto
dirigidas contra la guerrilla, como contra las formas tradicionales de lucha de ma-
sas”. Así, el artículo 149 bis establecía prisión de seis meses a dos años para quie-
nes “hieren uso de amenazas para alarmar o amedrentar a una o más personas”, lo
que podía aplicarse perfectamente a quien impidiera la entrada de rompehuelgas
durante un conflicto. El artículo 213 bis establecía prisión de tres a ocho años para
quien organizara o participara en una organización que, sin ser ilegal, “tuviese por
objeto principal o accesorio imponer sus ideas o combatir las ajeas por la fuerza o
el temor”, que podía afectar a los miembros del PC o a un trabajador que decidiera
continuar con una huelga declarada ilegal.366
La oposición alcanza también a los aliados del FREJULI, que luego de la sanción
de la ley sanciona a 7 diputados, (6 del MID y uno del conservadorismo popular), por
no asistir a las sesiones donde se sancionaron las reformas de Código Penal.367
La sanción del proyecto es el punto de partida del progresivo alejamiento
crítico de Montoneros, que comienza con las renuncias de los diputados de la JP
que se niegan a votar a favor de la ley y culmina con la ruptura del 1ro de mayo
(proceso que se analiza en el próximo apartado). Al igual que antes, las acciones y
declaraciones de la JP y de los Montoneros no modifican el rumbo emprendido por
el gobierno y el “desplazamiento” de la “izquierda” de los espacios institucionales
en el gobierno, iniciado con el desplazamiento de Cámpora, avanza. A principios
de marzo, La Opinión reseña la situación señalando que

[l]os observadores ya no duda que, uno por uno, los principales represen-
tantes del ‘camporismo’ serán atacados. Algunos de ellos ya ‘murieron’;
el propio presidente Cámpora, los ministros Righi y Puig, los jóvenes
Galimberti, Abal Medina y jefes de regionales, el interventor Puiggros,
el gobernador Bidegain, los diputados disidentes. Otros – Obregón Cano,

365
La Nación, 4 de febrero de 1974
366
Godio (1986:167)
367
Di Tella (1981: 447)

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Atilio López- atraviesan la prueba decisiva. Están a la espera diversos
gobernadores y funcionarios y las autoridades universitarias. (…).368

El caso más paradigmático, aunque claramente no el único, es el de Córdoba.


Como en las restantes provincias, la presión había comenzado inmediatamente
después de la destitución de Cámpora.369
En febrero se profundiza a raíz del aumento de salarios concedido por el
gobierno a los empleados públicos cordobeses, que defendió argumentando que
se financiaría con una reasignación de su propio presupuesto. Los sindicalistas
acudieron a Perón, quien se pronunció contra “la demagogia barata de algunos
agentes gubernamentales o de algunos dirigentes gremiales, en contradicción con
la política del gobierno o la dirección de las grandes centrales sindicales.”.370
El 27 de febrero, con la excusa de haber recibido la denuncia de que el go-
bierno estaba repartiendo armas a civiles, se produce el golpe protagonizado por la
policía, los grupos de civiles armados y la huelga general de las 62 Organizacio-
nes. El 2 de marzo, Perón emite un comunicado en el que se declaraba respetuoso
del federalismo y esperaba que la provincia encontrase la solución más adecuada.
Mientras, casi la totalidad de las fuerzas políticas reclamaba la restitución de las
autoridades (Balbín se entrevistó con Perón para solicitarlo), el PE envió al Con-
greso un proyecto de intervención, no para restablecer a las autoridades sino para
“reorganizar el Poder Ejecutivo”. El proyecto fue aprobado en el Senado con 46
votos a favor y 14 en contra y el 12 de junio asumió Duilio Brunello como inter-
ventor.371
Otros episodios dan cuenta del clima de la creciente violencia desatada por
los reclamos de “depuración”. El 23 de enero, mientras Perón se entrevista con
los diputados de la JP antes de su renuncia, policías uniformados y civiles en-
mascarados allanan la redacción de “El Descamisado”. El 8 de abril la revista es
clausurada por “causar un caos ideológico y una crisis de conceptos al deformar
la realidad”. La acusación obedece al N° 46, en el cual se había atribuido a López
Rega la muerte de Alberto Chejolán durante una protesta frente al Ministerio de

368
La Opinión, 3 de marzo de 1974
369
Según Itzcovitz (1985) en todas las provincias se “interfirió con el normal desenvolvimiento insti-
tucional” y en 10 las autoridades fueron cuestionadas. Bonavena (2007) analiza en detalle los casos
de San Juan, Tucumán, Formosa, Santa Fé, San Luis, Catamarca, en los cual hubo fuertes crisis
institucionales que no tenían un exclusivamente ideológico, sino que en muchos casos estaban
relacionadas con pugnas de poderes locales y una serie de graves irregularidades administrativas y
constitucionales.
370
Di Tella (1983:75)
371
Itzcovitz (1985:55-56).

– 136 –

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Bienestar Social y se publicaba la foto de un policía en el momento en que le
disparaba.372
El 12 de febrero es detenido Carlos Caride acusado de conspiración para el
asesinato de Perón y de Bordaberry, que se encuentra de visita en la Argentina. El
18, Perón declara a televisión a propósito de Caride que “cada día me venden un
atentado”. Sin embargo, Caride es liberado recién el 1ro de abril.373
El 1ro de marzo, una manifestación de las JPA “en respaldo al gobierno popu-
lar” termina con el saldo de 459 detenidos. El 18 de marzo es detenido por cuatro
días Mario Firmenich.374
Por último, cabe destacar que el 28 de enero ocho comisarios mayores renun-
cian en protesta por la designación de Villar como Sub Jefe de la Policía Federal
y de Margaride como Superintendente de Seguridad. El 10 de abril la renuncia de
Iñiguez abre paso al nombramiento de Villar como jefe de la policía federal. Se-
gún el Buenos Aires Herald, Iñíguez se había opuesto al nombramiento de Villar y
había declarado que Firmenich era “un buen nacionalista, un buen peronista y un
buen católico”, sin embargo, “fue persuadido de que el retiro era el único medio
de preservar su salud”.375
En el plano de la “ofensiva” contra la IP, el 1ro de mayo no supone un quiebre
o cambio de orientación. El 10 de mayo, con el ascenso de López Rega de Cabo a
Comisario General de la Policía Federal, llega también la confirmación de Alberto
Villar como jefe de policía y de Luis Margaride como subjefe. Esto lleva, el 13 de
mayo, a la renuncia de seis comisarios generales de la Policía Federal.376
El 11 de mayo es asesinato de Carlos Mugica. Si bien la autoría habría corres-
pondido a la Triple A, los recientes enfrentamientos entre Mujica y Montoneros
generaron fuertes rumores respecto de su responsabilidad.377 Según La Opinión “la
tensión creada por el asesinato del padre Mujica afectó duramente a la juventud
peronista radicalizada en un momento en que todavía no se había repuesto de las
invectivas del presidente en la Plaza de Mayo.”.378

372
Di Tella (1981: 438), y Buenos Aires Herald, 11 de abril de 1974, cit en Gillespie (1987:190)
373
Di Tella (1981: 451, 454, 477)
374
Di Tella (1981: 457, 470)
375
Di Tella (1981: 441, 482) y Buenos Aires Herald, 14/4/74, cit. en Gillespie (1987:192, 193)
376
Di Tella (1981: 499, 501). El comisario Juan Ramón Morales y el inspector Rodolfo Eduardo
Almirón habían sido expulsados de la policía por “gangsterismo”, pero fueron reincoporados en
vísperas de la asunción de Perón y luego nombrados en puestos claves: Morales, jefe de seguridad
del Ministerio de Bienestar Social; y Almirón, miembro del equipo de seguridad presidencial. En
pocos meses son ascendidos (Gillespie, 1986:192).
377
Gillespie (1987:192)
378
La Opinión, 18/5/74

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El 16 de mayo Perón se reúne con Pinochet en la Base Militar de Morón y
declara que “nuestras relaciones con Chile son excelentes”, luego de que nume-
rosos partidos, grupos y la Sala de Representantes de Buenos Aires declarasen a
Pinochet persona no grata.379
El 24 de mayo se produce la anunciada reorganización del movimiento, aun-
que en un sentido contrario a las expectativas juveniles. El congreso justicialista
elige como vicepresidente primero al interventor de Córdoba, Duillo Brunillo y
como secretario general a Jorge Manuel Camus. Se decide además no constituir la
Rama Juvenil, ya que, en palabras de Perón, existía una situación de “anarquía” en
esa rama por lo cual se había propuesto evitar “llevar la manzana de la discordia”
al movimiento.380
Por último, cabe destacar que según Franco (2009) en mayo se realiza en
Tucumán una primera operación antisubversiva con participación del Ejército. Si
bien había sido desmentida inicialmente por el gobierno, fue oficialmente recono-
cida por las FFAA al señalar que:

[El Ejército] consciente de su misión dentro de la nación y sus obliga-


ciones frente a pueblo y gobierno contribuirá decididamente a impedir
que el agresor apátrida logre jamás su objetivo final: la toma del poder
y la disolución de las instituciones que confirman la esencia de nuestra
nacionalidad.381

Los motivos de la reticencia oficial son comprensibles en vista del panorama


la resistencia que, según La Prensa, habría generado la operación antiguerrillera:

un sorprendente e intenso movimiento de protesta a cargo de organiza-


ciones diversas, estudiantiles, gremiales profesionales, etcétera -en cu-
yos respectivos comunicados se señala que las detenciones practicadas
por la policía significan el desconocimiento de las ‘libertades democráti-
cas’. (…) Todo esto revela que los comandos guerrilleros cuentan con el
apoyo, siempre a su disposición, de grupos civiles que actúan en distintos
sectores, encargados, según la ocasión, de salir a la palestra en defensa
de los ‘derechos fundamentales’ vulnerados, o de justificar ‘sociológica-
mente’ el asesinato y la violencia (…).382

379
Di Tella (1981: 503); Buenos Aires Herald, 17/5/74, cit en Gillespie (1987:188)
380
Di Tella (1981: 510) y Gillespie (1987:172)
381
La Opinión, 22/5/74, 28/5/74 y 30/5/74, cit en Franco (2009)
382
La Prensa, 25 de mayo de 1974

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Más en general, la intensificación de la represión genera numerosas críticas
pero ninguna logra efectos sobre la escalada. El 2 y el 15 de mayo fracasan en la
Cámara de Diputados sendos intentos de la oposición de interpelar al Ministro de
Interior por denuncias sobre torturas. El 9 un grupo de diputados opositores de
la UCR, la Juventud Peronista y la Alianza Popular Revolucionaria (liderada por
Oscar Alende) solicitan sin resultado la formación de una comisión investigadora
sobre hechos de tortura que “vulneran los derechos humanos” y “atentan contra el
sentir nacional”.383
Entre los episodios de la escalada en vida de Perón cabe destacar la represión,
el 25 de mayo, de un acto de la JP en Villa Devoto por el primer aniversario de la
llegada al gobierno de Cámpora, de otro de COFAPPEC en Plaza Garay por los
presos políticos el mismo día, el 2 de junio de la Agrupación Evita, en solidaridad
con María Rosa Pargas de Camps, detenida en la maternidad Sardá, la renuncia
el 3 de junio de Solano Lima como Secretario General de la Presidencia, y la
clausura, el 4 de junio, de El Peronista por un artículo sobre un grupo de la JP
en las FFAA, afirmando que la revista se proponía crear en ellas la desunión y la
indisciplina.384
De todas formas, la “ofensiva depuradora” y la escalada represiva son sólo
uno de los aspectos de la escena política de estos meses de 1974. Esta es cada vez
más adversa al propio gobierno, para el cual los Montoneros son sólo uno de sus
problemas.
Como se vió, ya en diciembre el Pacto Social sufría las primeras presiones y
entre febrero y abril se produce el primer reajuste. Como la “Gran Paritaria” con-
vocada a fines de 1973 no había logrado llegar a un acuerdo, finalmente se recurre
al arbitraje de Perón. El resultado, coinciden en señalar empresarios y sindicalis-
tas, es doblemente negativo. Por una parte, la mejora salarial menor a la espera-
da y entre marzo y junio se produce el pico máximo de conflictos sindicales del
período385. Por otra, dado que implicaba una disminución de la rentabilidad que
se sumaba la difícil situación externa, marca el inicio del boicot empresarial que
recurre desde entonces a diversas formas de violación del máximo de precios.386
En este marco, a principios de junio de 1974 una delegación de la CGT se
entrevista con Perón “para reclamar alguna reacción oficial que aliviara la presión
a que estaban sometidos”.387 El 11 de junio de 1974 habla por radio Isabel, criti-
cando a los “que conspiraban contra el Pacto Social” y anunciando medidas contra

383
Di Tella (1981: 492, 502) y La Opinión, 9/5/74, cit. en Franco (2009)
384
Di Tella (1981: 511, 515, 516) y Gillespie (1987:190)
385
El promedio de conflictos mensuales se eleva de 30 a 39 (Jelin, 1978:457).
386
Torre (2004:78-79)
387
Torre (2004:81)

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los acaparadores como incautación de mercaderías y sanciones. En respuesta, la
CGT comenzó a preparar una movilización para el 12.388
El 12 Perón habla a las 11 por radio y televisión. Critica a la izquierda pero
más aún a “irresponsables sindicalistas y empresarios que violan el Acta de Com-
promiso Nacional y algunos diarios oligarcas que están insistiendo en el problema
de la escasez y el mercado negro.” Se refería, sin decir nombres, a quienes defen-
diendo el mercado interno apoyaban los aumentos de salarios (Clarín y el desarro-
llismo), a quienes denunciaban el desabastecimiento y la “parálisis” del gobierno
(La Prensa), a los que decían que el Pacto Social estaba roto (dos días antes Roqué
de Molineros y, en general, participacionistas ligados al desarrollismo). Alertó res-
pecto de una campaña “orquestada desde el extranjero”, “exagerando el alcance de
las tímidas medidas antiimperialistas”.
Inmediatamente la CGT difundió un comunicado criticando a Clarín por
alentar los aumentos de salarios, decretó paró y convocó a la movilización para las
18 hs. Acudieron unas 10.000 personas “adictas a los dirigentes cegetistas” y unas
70.000 “que permanecían silenciosas” detrás de ellos. En el que sería el último
discurso público de Perón, tres ideas constituían un testamento político:

Nosotros conocemos perfectamente nuestros objetivos y marchamos


directamente hacia ellos, sin ser influidos ni por los que tiran desde la
derecha ni por los que tiran desde la izquierda”; “Mi único heredero es el
pueblo” y “llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es
la palabra del pueblo argentino.389

Como se dijo, por primera vez en esta etapa Perón no sólo hostiga a la iz-
quierda sino que advierte directamente a los sectores “retardatarios, representados
por los diarios de la ‘oligarquía’”, insinuando “la posibilidad de producir su con-
trol mediante la movilización popular frente al eventual sabotaje económico”.390
En palabras de De Riz (1981) se trató de “una queja a todos los argentinos”, un
“último y patético esfuerzo por controlar la situación [que] no pudo ser más que
un esfuerzo final de retórica.”.391

El “renunciamiento” de los diputados y el desplante de los jóvenes


La posición de Montoneros planteada en la “redefinición” de diciembre, se
hace insostenible dando paso a una toma de distancia. El 20 de enero un comuni-

388
Godio (1986:225)
389
Godio (1986:226-228)
390
Landi (1979:113)
391
De Riz (1981:97,98)

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cado de Montoneros decía que “Habría que considerar que hay algo que anda mal
si un gobierno popular necesita revivir este tipo de legislación para mantener la
paz interior.”.392 El 23 de enero Perón se entrevista con los diputados de la JP que
plantean que los contornos de la figura penal de asociación ilícita están desdibuja-
dos y esto “permite incluir un sinnúmero de situaciones”. Y en relación al ataque
de Azul dicen que “la intención de estos sectores es especular con un clima de vio-
lencia, en crear una actitud del Estado, que esos sectores califican arbitrariamente
de represiva.”. Por eso, la reforma “es, precisamente el caldo de cultivo político en
el cual se desarrolla su planteo político”.
Perón responde, en línea con sus declaraciones previas, que

Para nosotros es un problema bien claro. Queremos seguir actuando den-


tro de la ley y para no salir de ella necesitamos que la ley sea tan fuerte
como para impedir esos males. (…) Si no contamos con la ley entonces
tendremos también nosotros que salirnos de la ley y sancionar en forma
directa como hacen ellos.

Significativamente, el argumento no continúa con una referencia a Azul sino


a Rucci: “¿Y nos vamos a dejar matar? Lo mataron al Secretario general de la
CGT, están asesinando alevosamente y nosotros con los brazos cruzados, porque
no tenemos ley para reprimirlos.”. Antes, Perón había dicho que

Nadie está obligado a permanecer en una fracción política. El que no esta


contento, se va. En ese sentido nosotros no vamos a tener el más mínimo
inconveniente. (…) Lo que no es lícito, diría, es estar defendiendo otras
causas y usar la camiseta peronista.393

En su renuncia, presentada al día siguiente, además de destacar su “vertica-


lismo” (la intención era “no interponer un obstáculo a sus tareas [de Perón] como
conductor de este proceso”) e identificarse con Eva Perón (“renunciamos a los
honores pero no a la lucha que usted ha convocado por una Patria Justa, Libre y
Soberana (…)”), los diputados se diferencian del ERP, señalando que los hechos
de Azul estremecieron su “corazón de Argentinos” y muestran claramente que
tales grupos de “ultraizquierda” favorecen “objetivamente” a la oligarquía y el
imperialismo. De todas formas, también agregan que “son aun en mayor grado
responsables y merecedores de la justicia popular, quienes desde la ultraderecha

392
“Solo la organización y la movilización del pueblo nos dará la liberación. La represión sólo nos
dara la dependencia.”. El Descamisado, N° 36, 22/1/74, en Baschetti (1996: 393)
393
En Las Bases, N° 79, 29/1/74, en Baschetti (1996:396-407).

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(…) especulan, desabastecen y mantienen en general, las condiciones de depen-
dencia (…)”.394
El 1ro de febrero la JP, la JTP, la JUP y Montoneros anuncian su decisión
de no asistir a una reunión de Perón con grupos juveniles que se realizaría ese
día. El problema era que “habían condicionado su presencia a que la lista de asis-
tentes estuviera compuesta por ‘aquellos que representen algo o alguien’”. Gullo
(Regional 1 JP), Obeid (Regional ll JP), Greco (JTP), Ventura (JUP) y Firmenich
(Montoneros) habían estado reunidos con el secretario de la presidencia (Solano
Lima) hasta la medianoche del día anterior intentando consensuar la composición
de la lista pero las negociaciones habrían fracasado.395
El 2 de febrero Firmenich ofrece una conferencia de prensa en la que explica
la inasistencia a la reunión a partir de un tema clave: el reclamo de “instituciona-
lización” del movimiento a través del voto para garantizar la “representatividad”
de los dirigentes.

A nuestro juicio el tema de la unidad de la JP supera los marcos de la


rama de la Juventud del Movimiento Peronista. (…) El problema es la
unidad del movimiento en su totalidad. Existen, a nuestro juicio, en el
Movimiento Peronista, por supuesto además de la conducción indiscu-
tible del general Perón, dos fuerzas reales, organizadas que hoy están
enfrentadas. Una de esas fuerzas tiene asiento en el aparato sindical más
concretamente en lo que viene a ser la cúpula del vandorismo, la otra
fuerza es la juventud organizada (…). En la actualidad el enfrentamiento
fundamental que existe entre estas dos fuerzas, existe a raíz de que se
desencadena una ofensiva por parte del vandorismo sobre nosotros. Es
decir no hemos sido nosotros los provocadores de este enfrentamiento
(…). Para solucionar el problema del Movimiento (…) se hace necesa-
rio terminar con este enfrentamiento. (…) [Y] esto solo se garantizará
con la representatividad y la lealtad a los objetivos revolucionarios del
movimiento. (…) [que] solo se garantizará con la institucionalización a
través del voto.
(…) nosotros no podíamos, y así se lo expresamos al Dr. Solano Lima,
repetir una experiencia frustrante como había sido la anterior en Gaspar

394
Noticias, 25 de enero de 1974. Luego de su renuncia los diputados son expulsados por el Consejo
Superior del Movimiento Justicialista. La Nación (27 de enero de 1974) observa con ironía que las
vacantes de Ortiz y Muñiz Barreto serían ocupadas por Ortega Peña y Leonardo Bettanin “hombre
al que se lo supone vinculado a montoneros”, que serían “una copia ‘corregida y aumentada’ de
los que se fueron”. En marzo Noticias corrobora el dato, al anunciar, además, el ingreso de Miguel
Zabala Rodríguez a la cámara.
395
Noticias, 1° de febrero de 1974

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Campos [del 8 de septiembre de 1973], sino que debíamos garantizar que
estuvieran los grupos representativos, (…) [y no] los que permanente-
mente tirotean y asesinan compañeros.396

El 7 de febrero, en una segunda reunión con grupos juveniles en la que la JP


y Montoneros están ausentes, Perón reitera sus críticas y afirma que “la falla de
organización que se ha hecho en la juventud está, precisamente en los dirigentes
y hay que acordarse de que las organizaciones no valen tanto por sus adherentes
como por la calidad de sus dirigentes (…)”.397
Para La Nación la decisión de no asistir a la reunión con Perón “configuro un
gravísimo desaire”, se trata de “un desafío”, un “ademán piafante”, de la juventud
“ante las propias narices de su conductor”. De todas formas, aclara que si bien la JP

[p]udo haber cometido (…) muchos errores por impericia (…) sería un
descuido imperdonable pasar por alto su más importante acierto político:
haber advertido, anteanoche, (viernes 1° de febrero) que el desaire pro-
vocado el día jueves a Perón estaba destinado a revertir como germen de
una crisis de considerable magnitud en el propio frente juvenil (…).

Por eso, la conferencia de prensa del 1ro “tuvo por destinatarios a quienes
han sido sus propios seguidores [antes] que a sus adversarios o al propio Perón”
y “constituyó un esfuerzo por neutralizar los efectos de la brecha abierta horas
antes (…)”.398

Nace Lealtad
El episodio muestra que la crisis de diciembre, lejos de estar resuelta, se pro-
fundiza. El 1ro de febrero, Noticias da cuenta de un desprendimiento “minúsculo”
de la Regional l que habría afectado “algunos militantes y unidades básicas” de
las zonas Norte y Oeste. Se trata de la “Asamblea de Unidades Básicas de la JP”,
representada por Héctor Spina y Héctor Maguid, que asiste a la reunión de Perón
con grupos juveniles. Al día siguiente, La Opinión anuncia en su tapa:

Opina el ex Montoneros Carlos Maguid”, que en una conferencia de


prensa, “exhortó a ‘profundizar y extender en todo el país el actual y

396
El Descamisado (N°38, 5/2/74), en Baschetti (1996: 443-451).
397
“La semana política”, La Nación, 10 de febrero de 1974. Luego de estas declaraciones, el 21 de
febrero, anticipando la incorporación de un representante de la JPRA al Consejo Superior (que se
produce en marzo) Perón afirma que “prefiere ‘un líder honesto con diez personas atrás a uno des-
honesto con diez mil’”. Militancia (N° 35) cit en Gillespie (1987:172).
398
La Nación, 3 de febrero de 1974

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espontáneo ‘estado de asamblea’ en que nos encontramos, para entablar
en todos los sentidos una profunda batalla doctrinaria.

El 3 de febrero el mismo diario reproduce una noticia de Mayoría referida


a la “Asamblea de Unidades Básicas, Agrupaciones y militantes de la Juventud
Peronista”, integrada por circunscripciones metropolitanas y localidades de las
provincias de Buenos Aires, Mendoza y Chubut, que reafirman la “vigencia de la
verticalidad” y la necesidad de “impulsar la organización integral de las regiones,
zonas o barrios (…) a través de adoctrinamiento, explicitación correcta de la doc-
trina peronista (…)”. En la misma edición se anunciaba la convocatoria a congre-
sos extraordinarios en la Regional Vlll, diversos distritos de la zona oeste y norte
del Gran Buenos Aires y varias circunscripciones de Capital Federal y de Rosario
para designar nuevas autoridades que reemplacen a las que no participaron de la
reunión.
Se difunde también un comunicado sin firma de militantes de las Regiona-
les l, ll y Vlll que condenaba la “actitud de soberbia de los dirigentes Firmenich,
Quieto, Gullo, Obeid, Grecco y Ventura” acusándolos “de pretender sustituir al
general Perón”.
Por último, la nota transcribe declaraciones de Ricardo De Luca quien señala
que “los que no concurrieron han puesto en duda su acatamiento a la conducción
superior”, y de Julio Bárbaro, que diferencia entre militar en una “rama interna o
sector del movimiento”, que significa ser parte del todo, y conformar una “Tenden-
cia”, que “implica cuestionar la ideología misma del movimiento”.
Estas primeras reacciones de febrero dan cuenta del origen de la formación de
Lealtad, cuya crítica, en síntesis, era que Perón no había “abandonado a la Juven-
tud, sino que, por el contrario, es la dirigencia montonera la que habría buscado y
promovido la ruptura.”.399 El debate habría comenzado con el asesinato de Rucci:

insistían sobre la necesidad de eliminar los enfrentamientos internos del


peronismo, ‘recuperar la hegemonía y el protagonismo en lugar de la
ortodoxia’, ‘desmantelar el aparato militar de la orga’ y reconocer que
Perón era ‘la única garantía de justicia social para la Argentina’.400
La separación se ha ido profundizando desde su inicio en febrero. La
asistencia a las ‘reuniones de los jueves’ [las reuniones de febrero con
Perón] fue solo el detonante de un proceso que ya estaba en curso.401

399
Montero (2008)
400
Aiscurri, citado en Montero (2008)
401
La Opinión, 31 de agosto de 1974

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La ruptura habría sido muy progresiva porque “no todos optan por abandonar
la organización, algunos “decidieron ‘seguir peleándola desde adentro’.” Recien
en marzo realizan su primera declaración pública, una solicitada en la que “se acu-
sa a la dirección de los Montoneros (…) de impulsar una política que ‘antepone el
esquema de un socialismo dogmático a la voluntad, la experiencia y la conciencia
del pueblo peronista (…)’.”. A principios de abril, según la prensa, la renuncia de
Obeid “sugiere un esquema de acercamiento a la ortodoxia de Perón”, que rela-
cionan con una corriente liderada por Abal Medina, llamada “Montoneros leales
a Perón”.
De todas formas, el grupo aparece con nitidez recién para el 1ro de mayo
cuando lleva su propia bandera (Lealtad) y permanece en la plaza cuando Monto-
neros se retira. En la convocatoria en la que declara que

Repudiamos el desconocimiento de la consigna vigente de unidad, so-


lidaridad y organización que ha llevado a una guerra de ‘dirigentes’ a
una lucha ‘sucesoria’, a una lucha fraticida y debilitantes frente a los
imperialismos.402

Para Mercedes

no creo que en ese momento político de la organización se pudiera ver


una desviación militarista de tal modo que justifique la escisión (…) me
parece que más bien fue una justificación, de algunos sectores que, a partir
de un debate político o del malestar que les genera una operación militar
como Rucci, les permite también salir del proyecto colectivo… (…).403

En esta línea del “compromiso” con el “proyecto colectivo”, Yuyo señala cru-
damente

opinaba que [los de Lealtad] eran unos cobardes, no los analicé políti-
camente (…) no sé si conocí alguno, pero fue muy primario mi análisis,
hoy pienso que tenían más razón que nosotros, que otra hubiera sido la
historia si nos hubiéramos ido todos.404

De todas formas, más allá de Lealtad y sus críticas a la organización, Mario


destaca que después de la “Charla…” de diciembre,

402
Entre los firmantes estaban: Horacio González, Norberto Ivancich y Enrique Vallejos.
403
Entrevista de la autora (2008)
404
Entrevista de la autora (2008)

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el mayor malestar se daba internamente, por lo que pasaba internamente.
No se discutía nada, venía todo ya cocinado, hay que hacer esto, hay que
hacer lo otro, esta la línea, no… de repente… Firmenich cambia el dis-
curso, hace un discurso marxista, no? Le cuestiona el liderazgo a Perón,
y bueno, generó un gran malestar.

Esto puede relacionarse con algunas transformaciones originadas en la fu-


sión, que culmina precisamente en estos meses y que habría implicado una fuerte
centralización y una mayor injerencia de la conducción y los cuadros de mayor
jerarquía en las prácticas de los militantes.

La fusión y las transformaciones organizativas


Según Perdía (1997) la fusión se había acordado en el momento del triunfo
electoral. Comenzaría por las estructuras de conducción, implementándose luego
en el resto de las estructuras. Se trata de un proceso que abarca casi todo el año y
se superpone con los cambios de fines de 1973 anunciados en la “Charla…”.
En primer lugar, se profundiza la centralización con la creación de una Con-
ducción Nacional de 3 miembros y un Área Federal a través de la cual esa CN
“ejerce sus funciones tomando decisiones centralizadas”.405 Según Raúl Magario
esta es una innovación fundamental ya que desde entonces la CN cuenta con una
estructura de alcance nacional y puramente ejecutiva: “[e]staba la conducción, que
era un organismo estratégico. Y nosotros éramos los ejecutores de esa política”.
Un aspecto clave de estas transformaciones es el manejo de los recursos eco-
nómicos, plano en el cual la centralización era total: “Aunque había operativos
chicos, ninguna columna podía tomar esos recursos y mandar su coparticipación
federal. En términos reales, estaba todo centralizado no sólo la política sino tam-
bién los recursos.”.406
En segundo lugar, a fines de 1973 se adoptaría la política de generalizar la
preparación militar a los integrantes de las UBR. 407 En realidad, se trataba de una
preocupación que había acompañado el abandono de las acciones armadas públi-

405
Montoneros (2008)
406
Gorbato (1999: 150, 154, 157)
407
Perdía (1997:164-165). El habría sido responsable de un campamento en San Luis, con conoci-
miento de las autoridades, con unos 80 asistentes. El curso había sido elaborado por un grupo de
oficiales encabezado por el Tte. De Navío Carlos Lebrón y sobre esa base y la experiencia de San
Luis se elaboró un manual militar y un manual de milicianos. De todas formas, es posible identificar
diferencias en el entrenamiento dispuesto para los diferentes frentes. Así, según el testimonio de
Costa, la instrucción militar anunciada en septiembre se implementa en noviembre, e incluye el uso
de armas. En cambio, la JUP recibe instrucción en enero de 1974, pero sólo con palos y cadenas
(Anguita y Caparrós, 1997: 421). Según Ana Testa “toda la JUP hizo un campamento militar en

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cas. Este había sido, como se dijo, uno de los principales desafíos a partir de mayo
de 1973. En términos de Mario,

formábamos parte del gobierno, no hacíamos lo que hacía el ERP que


respetaba al gobierno pero atacaba al Ejercito y a empresarios yanquis
y lo reivindicaba públicamente (…) [Por eso] se hacían las operaciones
necesarias para recuperación de lo que fuera infraestructura sin darlas a
publicidad.408

Para Mercedes Depino, si bien la “orga” había decidido no hacer mas opera-
ciones públicas, firmadas, las acciones de pertrechamiento debían continuar. “Si
no, ¿cómo vamos a conseguir fierros y guita?”. Eso si, debían ser muy cuidadosas
y “No matar a nadie”.409
Desde el inicio, esta limitación del accionar armado público va acompañado
por el objetivo dar a todos los cuadros cierta preparación militar. La presencia
de Mario en la Agrupación que se forma en Derecho, obedecía a que el referente
político “no tenía experiencia militar” y que las FAR consideraban necesario “for-
mar un Comando de Apoyo, a preparar gente (…) para la etapa, digamos, no para
salir y combatir afuera, sino para la etapa…”: “autodefensa de la facultad ante los
ataques de la derecha, la autodefensa en las grandes movilizaciones…”, armas si,
“pero de 22, bajo calibre”, “conducir a la gente en caso de ataque, como despla-
zarse, como escapar”. 410
En el caso de Montoneros, según recuerda Urien, en junio de 1973 la “Secre-
taria Militar” habría recibido la “orden” de ir preparando la forma de “homoge-
neizar criterios para la autodefensa de las columnas en las movilizaciones y actos,

Monte Caseros en enero del 74” yo no fui a ese campamento porque ya estaba en territorial, ella
fue (entrevista a Mario, 2008).
408
Entrevista de la autora (2003 y 2008)
409
Anguita y Caparrós (1997: 106-109)
410
Entrevista de la autora (2003, 2008). Cabe enmarcar este relato en las particularidades de cada
frente. Según Sonia Derecho era bastante especial: “éramos los fierreros nos llamaban de todos
lados, hay quilombo, vamos ahí”, “amenazas de enfrentamiento en la facultad había muchas por-
que bueno, había mucho facho ... creo que también por eso fue la facultad que más se armó, esteh,
terminamos siendo, en un momento yo creo que éramos el ejercito de todas las facultades porque
nos llamaban para cualquier quilombo que había”. Entrevista de la autora (2004). De todas formas,
el tema era una preocupación de la organización. Mario recuerda que durante el Operativo Dorrego
“me pidieron (…) que aprovechara que estábamos a campo abierto, que militarizara pero sin armas
a gente de la base, si porque en el Operativo participaron los que estaban en la orga, o en la periferia
y a los de periferia había que darles instrucción, pero sin armas, por supuesto, porque estaban ahí
los milicos, por más que eran amigos, y bueno, cuerpo a tierra, como avanzar, esas cosas, como
parapetarse, si te tiran de allá, parapetarte de este lado, cosas elementales”.

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en los locales”. A la vez, debían “desarrollar un plan a más largo plazo para dar
instrucción militar a los cuadros de la organización.”411.
En tercer lugar, en los estilizados términos del análisis retrospectivo del Cur-
so de Formación de Cuadros de 1975, a fines de 1973 se había decidido también
la eliminación de los niveles intermedios y las líneas paralelas de conducción,
así como “homogeneizar y depurar la Organización de elementos que no acep-
ten la dinámica organizativa fundada en nuestras concepciones ideológicas y
políticas”.412
Amorín (2005) vincula este proceso a la fusión

consistió en insertar los cuadros de FAR en la conducción nacional y en


las direcciones de las regionales, de las columnas, de las UBC y de las
UBR y, a partir de allí, redefinir las responsabilidades y funciones de
cada cuadro en cada nivel. Para ello la Conducción diseñó un sistema de
evaluaciones mediante el cual se calificaba a los compañeros de las dos
organizaciones.413

Este autor relata la “evaluación” realizada en enero/febrero de 1974 de la co-


lumna “far west”, de la cuál él era responsable y que tendría 30 combatientes, 200
aspirantes y “miles” de colaboradores. A partir de la evaluación, se habría decidido
que la columna era en realidad “poco más que una UBC”, que “los cuadros estaban
reclutados de cualquier manera” y que debían “disolver varias UBR y achicarnos”.
El fundamento de la decisión es que era preciso “consolidar nuestra identidad
ideológica lo cual era, en esos momentos, uno de los objetivos estratégicos de la
organización en todo el país”. Para esto “estaba previsto trasladar al interior del
país, para que se hicieran cargo de las regiones y columnas, a cargos bien forma-
dos y de la mayor experiencia”.414
Si bien Amorín (2005) destaca que quien realizaba la evaluación era una
“compañera de las FAR” y relaciona la centralización con la influencia de esa
organización, el testimonio de Mario permite ver que, en todo caso, se trata de un
proceso en el cual no sólo se juegan diferencias políticas e ideológicas, sino tam-

411
Anguita y Caparrós (1997: 153-154). De acuerdo a Urien, en su testimonio en La Voluntad, después
de Ezeiza, la Secretaría Militar sería ya una estructura “federal”, es decir, directamente dependiente
de la CN.
412
La primera versión del Curso es de septiembre de 1975, y su reelaboración definitiva se elabora
entre diciembre de 1975 y abril de 1976. Ver Montoneros (2008)
413
Amorín (2005:287). Según Caballero y Larraquy (2000:223) desde fines de 1973 las promociones
se realizan cada seis meses a partir de la evaluación del informe de los subordinados, del responsa-
ble y la opinión de la Conducción Nacional.
414
Amorín (2005: 228-230, 291-293)

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bién una fuerte disputa por espacios de poder e incluso relaciones personales que
atraviesa tanto a las FAR como a Montoneros.
En principio, varios testimonios coinciden en que la fusión “desató un ace-
lerado encuadramiento de militantes orgánicos para ubicarse en mejores condi-
ciones en las negociaciones vinculadas a la fusión.”.415 Para Yuyo, para entonces
miembros de las FAR,

con la fusión se da un proceso de engorde en la organización, un engorde


medio falso, que es tratar de tener la mayor cantidad de combatientes
para unirse con la otra organización en un pie de igualdad, entonces so-
mos ascendidos todos, tenemos discusiones.416

De manera similar, Depino señala que en 1973 las FAR deciden priorizar el
trabajo político porque

querían ocupar la mayor cantidad de espacios para ponerlos sobre la


mesa de negociaciones. Aunque, en ese plano, los Montoneros tenían
mucha ventaja. Ellos habían empezado antes con la política de los ‘fren-
tes de masas’ y los tenían mas desarrollados; la FAR pasaba por ser una
organización más sólida, con cuadros mejor preparados y menos trabajo
masivo.417

Vitali coincide, destacando que

cuando las organizaciones [de Montoneros] tuvieron que pasar de la


clandestinidad armada a la política pública, estaban mucho mejor colo-
cados”, “su política de trabajar para los frentes de masas (…) ya había
demostrado su eficacia y se imponía para las necesidades de la nueva
época, al criterio más foquista de las FAR.418

El testimonio de Mario ejemplifica el clima en que se produce esa transición.


En Derecho “los Monto ya tenían su trabajo establecido”. La agrupación era “BA-
PDE” (Bases Peronistas de Derecho), liderada por Miguel Talento y el Tala Ven-
tura. Las FAR contactan a una persona que Mario conocía del PCR y que militaba
en una agrupación de izquierda llamada Estudiantes de Derecho en Resistencia

415
Perdía (1997: 179, 180)
416
Entrevista de la autora (2008)
417
Anguita y Caparrós (1997: 64-66)
418
Anguita y Caparrós (1997: 656)

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que había sido del ERP pero había roto y se estaba peronizando.419 El proceso se
da “[e]ntre el triunfo de Cámpora y el 25 de mayo, un tiempo corto, ya para Ezeiza
ya era de la JUP el grupo”.

Le sacamos gente de CENAP fundamentalmente, gente de CENAP 420,


y… incluso una de Bapde, y… bueno eso los molestó bastante. (…) por-
que consideraron que era ir, invadir un terreno como que ellos ya tenían
controlado para acumular poder para la fusión, y no era esa la intención
realmente, no era así… o sea que cuando se iba a dar la fusión que noso-
tros también estuviéramos bien parados y tuviéramos representación en
la nueva organización ahí en ese frente, no?”. (...) “ellos [Montoneros] ya
estaban, entonces lo vieron como una competencia, no?.421

Mario recuerda que cuando la fusión se anuncia públicamente el 12 de octu-


bre todavía no se había realizado en todas las facultades. En Derecho, por ejemplo,
se realiza durante el Operativo Dorrego. Como Mario participa en esa acción,
“cuando vuelvo (…) me encuentro con que Pancho [Talento] era amo y señor” 422.
“Pancho era manijero también, entonces quería promover a su gente”, “decía que
yo tenía que quedar subordinado a él” y que la gente de su Comando de Apoyo
“tenían que ir a la base”. Los integrantes de la agrupación lo aceptaron: “el Gua-
cho dijo, uso una metáfora (…) si, claro, es la misma carrera pero sin el sello en
el culo, dijo, (…) dentro de seis meses se hacía una nueva evaluación y quedaban
dentro de la orga los de ellos”.423
En síntesis, la fusión no sólo implicó un “engorde” inicial sino también un
proceso posterior por el cual, en medio de la competencia por los lugares de di-
rección dentro de las agrupaciones fusionadas, se implementa y sistematiza el uso
de las evaluaciones como legitimadoras de la intervención de las instancias de
conducción central.

419
“Roberto Sobel, el gordo Robero le decían, porque hubo elecciones en el centro de estudiantes y
el era candidato a vicepresidente, y salió mal en la lista, en vez de Roberto salió Robero”. Era “un
poco mayor (…) y era un cuadrazo político de la izquierda y se fue peronizando”.
420
Cenap era la otra agrupación importante en Derecho. Había respondido en un momento a la CGT de
los Argentinos, pero que en ese momento “no respondía a nadie”, “no estaba vinculada a ninguna
orga”. Si lo estaba “en Arquitectura y Exactas si había una vinculación, con las FAR”.
421
Entrevista de la autora (2003, 2008)
422
Para Mario esta preeminencia se debía a que “el responsable de Pancho Talento en aquel momento
era Norberto Ivancich, ‘Croqueta’ le decíamos, dentro de la orga”, y “después pasaron todos a de-
pender de Ivancich y por supuesto Pancho era el protegido de ‘Croqueta’”.
423
Entrevista de la autora (2003 y 2008). Mario en cambio, decide pedir “el pase” y abandonar la
JUP.

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El cambio puede percibirse también en la relación de Montoneros con el staff
de Noticias. En una primera etapa, si bien Firmenich había reclamado mayor es-
pacio para los comunicados y noticias de los frentes de masas de la organización,
Bonasso lo habría convencido diciendo que

Es mucho más importante que el diario llegue a los actores sociales (…)
Si nuestros frentes de masas actúan sobre el conflicto verdadero, su pre-
sencia se va a notar en el diario por su simple participación. Pero no
podemos convertir el diario en su simple reservorio de comunicados. No
vamos a vender nada.424

Las “ordenes” y la “presión constante” no desaparecieron pero eran resis-


tidas, no por cuestionar “la línea general” sino porque “no estábamos de acuer-
do con hacer un periodismo propagandístico”.425 Todo esto cambia entre enero y
mayo de 1974, cuando la cobertura de Noticias de la realidad nacional comienza a
modificarse. La forma de analizar el “Navarrazo”

revela que para Noticias se volvía cada vez más difícil el equilibrio entre
la adhesión del diario y sus dueños al peronismo y la defensa de aquellos
hombres afines a su ideología que comenzaban a ser atacados por sus
enemigos dentro del movimiento.426

De manera simultánea a la crisis interna de principios de 1974 que analiza-


mos anteriormente, “Noticias comenzara progresivamente a difundir de manera
cada vez más abierta la línea del peronismo revolucionario.”.427 Los cambios en
la línea de Noticias coinciden con los desplazamientos de Urondo por Habegger
y de Roque por Hobert como “responsables políticos” del grupo de periodistas/
militantes, en los cuales todos los testimonios coinciden en ver una abierta inter-
vención disciplinadora de la Conducción. Según Bonasso “la conducción temió,
en un momento determinado, que nosotros fuéramos una especie de grupo de pro-
fesionales que planteáramos demasiada autarquía.”. De manera similar, Verbitsky
afirma que “viene a imponer la disciplina partidaria a un grupo díscolo”. Para

424
Entrevista en Esquivada (2004: 122)
425
Entrevista a Verbitsky, en Esquivada (2004: 124). Esta postura generaba conflictos, ya que algunos
periodistas cuestionaban la “bajada de línea”. Lo mismo ocurría con los conflictos gremiales. Si
bien no hubo ninguno, Walger recuerda una ocasión en que Urondo dijo a la comisión interna “Acá
el que manda soy yo. No hay aumento de sueldo y se acabó esta discusión.”. Entrevista a Silvina
Walger, en Esquivada (2004: 135, 137)
426
Esquivada (1999: 194)
427
Entrevista a Verbitsky, en Esquivada (1999: 218)

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Caparrós “fue una especie de intervención”. Según el propio Habegger “fue una
decisión de la organización para que estuviera en la línea política del diario.”. 428
Así, el malestar interno no sólo obedecía a diferentes posiciones políticas e
ideológicas, que se reflejaron en disidencias como la Sabino Navarro429 y Lealtad,
sino también a la creciente centralización.
Mario recuerda un conflicto en la JP Capital Zona Norte que ubica entre el 1ro
de mayo y la muerte de Perón e identifica como una “reacción anti-firmenichista”.
Un grupo de militantes elabora un documento en el que planteaba que “no están
funcionando las instancias de discusión que viene todo cocinado que no se escu-
cha a la gente, que no se escucha a la base”. Comienzan a circularlo de manera
“horizontal”, es decir por fuera de los canales orgánicos:

un día me citan a mi a una reunión por ahí, por Paternal, y me dan el do-
cumento para ver si lo quiero firmar, (…) ya estamos cansados de esto,
(…) no va más, llego el momento de decir esto y si no nos dan pelota nos
vamos, no? y nos vamos con la gente.

Tiempo después, “cuando esto llega a la orga (…) nos citan a todos” y co-
munican que las sanciones habrían incluido la expulsión de tres compañeros y
condenas a “trabajo forzado”, es decir “hacer excavaciones para las cárceles del
pueblo.430
La implementación de una política de creciente disciplinamiento puede per-
cibirse también en la recurrente mención al cuestionamiento de aspectos morales
de la vida privada de los militantes como una novedad posterior a la fusión y en-
marcada en el creciente malestar interno.
Mario identifica cambios que asocia a la fusión,

Ya en la organización fusionada, no sé si venía de los Montos de antes


(…) había otras [normas] (…) que muchos compañeros las cuestionaban,

428
Esquivada (1999: 206)
429
En Luján la llegada de un nuevo responsable, que provenía de las FAR, genera un fuerte conflic-
to, que termina con un grupo que se va a la Sabino Navarro. El grupo que siguió en Montoneros
consideró que “al margen de las dificultades que pudiera haber tenido con los responsables de-
signados por esta, entendía que se debía considerar al peronismo como movimiento de liberación
nacional peronista policlasista, en cuyo seno la presencia de la clase trabajadora lo convertía en un
movimiento revolucionario per se. Por lo tanto la contradicción principal en esta etapa era contra
el imperialismo y sus sectores aliados y no la lucha de clases. Si bien esta diferencia los separaba
definitivamente del grupo de los Sabinos, ambos privilegiaban el trabajo político con las bases y la
organización popular como tareas estratégicas.”. Luna y otros (2007:96-98). Para 1974 la JPC no
existe más, siendo reemplazada por la JP Regional 8 y la Columna Sabino Navarro.
430
Entrevista de la autora (2003 y 2008).

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era una moral muy fundamentalista, fidelidad en la pareja, prohibición
del aborto….

Cuenta una anécdota en la que destaca la reacción negativa frente a estos


nuevos criterios:

tuvimos una reunión en Ciencias en Económicas [conducida por Saave-


dra Lamas, nieto del premio Nobel, donde se informa de la norma] (…)
y un compañero plantea irónicamente yo soy musulmán quiero tener cua-
tro mujeres, cómo hago? Puedo estar en la organización? (risa).

De todas formas, para Mario, estas nuevas normas tenían cierta lógica que les
permitía acatarlas:

Yo digo, si, esta bien, estoy de acuerdo, yo estaba de acuerdo, porque


yo tenía también esa moral, viste, eh… esa moral leninista. Lenin en un
escrito critica a un miembro de Comité Central del Partido Comunista
Soviético porque dice que hoy anda con una chica y mañana con otra,
cambia de novia todos los días, si, lo critica, dice eso es motivo para
la confusión, bla, bla.” No era una cuestión de moralina sino de disci-
plina revolucionaria. El Che también sostenía, no tan al extremo, esa
moral. 431.

Mercedes, a partir de una experiencia muy diferente a la de Mario - “nosotros


éramos bastante liberales, y además ni siquiera lo tomamos muy en serio”- tam-
bién encuentra cierta lógica en el planteo:

eran esas cosas compulsivas, también intentos de… que uno por ahí en
esta época [ahora] es más benevolente, pero intentos de… de conservar
algunas líneas de funcionamiento… mas de grupo compacto… y de… yo
creo que tenía que ver con el miedo a que todo se desmadrara (…).432

Un último indicio de estos cambios son las razones alegadas para el despla-
zamiento de Urondo a principios de 1974 en coincidencia con el giro de Noticias
hacia un mayor acatamiento de la “línea” de la organización. En el caso de Urondo
se habría cuestionado una relación extra matrimonial con una periodista del diario,
Alicia Raboy. Para Verbitsy era “la más vulgar moralina pequeñoburguesa disfra-

431
Entrevista de la autora (2003 y 2008)
432
Entrevista de la autora (2008)

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zada de moral revolucionaria (…) además, escondía un ánimo de represalia contra
Paco por sus actitudes de independencia crítica.”.433

Atlanta: “reencauzar” el proceso


Precedido y seguido de varias editoriales en tonos de creciente dureza de El
Descamisado, el acto del 11 de marzo marca un nuevo giro público en la posición
de la organización.434 El 29 de enero se preguntaba

¿Cómo y de quién lo defendemos, general?”. “De los traidores que me-


rodean a su lado, de los matones que todo lo arreglan a tiros, del ERP,
del imperialismo, ¿de quién? Y cómo lo hacemos, desorganizados, con
dirigentes que no nos representan, en un Movimiento en donde uno que
abre la boca para disentir es tildado de infiltrado, adonde todos los que
pedimos una organización masiva para defender la liberación, el gobier-
no y el socialismo nacional somos troskistas. ¿Cómo general?.

La nota se refería, con ironía a la política del gobierno, señalando que

Se puede negociar [con el imperialismo] desde posiciones de fuerza si


se quiere sacar ventaja. Esto supone tener al pueblo organizado. Usted
dijo el otro día que para resolver este problema habría que darle un arma
a cada ciudadano. Y es cierto, no hay nada mejor que un pueblo armado
porque es quien mejor custodia la soberanía y la justicia. Las armas hasta
ahora han sido privilegio de unos pocos.

El 5 de febrero defendía su posición afirmando que “Los leales pueden disen-


tir, los obsecuentes siempre traicionan”, “se puede estar en desacuerdo con Perón
sin ser automáticamente traidores” porque “la lealtad a Perón es reemplazada por
la lealtad ‘fundamental’ a la clase trabajadora”. Enumera las “disidencias de Mon-
toneros, JTP, JP y JUP”, que “han sido claras y expresadas con limpieza”: el pacto
social, la Ley de Asociaciones Profesionales, las leyes represivas, la ley de radi-
cación de capitales, así como “a la desmovilización y desorganización del MP”.
Y termina “este movimiento es nuestro y en él nos vamos a quedar. Nos empujan
desde adentro y nos llaman desde afuera pero ¡minga! La vamos a pelear desde
adentro.”.435

433
Esquivada (1999: 221, 222)
434
El acto se realiza en la cancha de Atlanta y sería una de las últimas concentraciones multitudinarias
de Montoneros (50.000 personas).
435
El 1ro de febrero El Mundo había afirmado que “las diferencias de Perón con Montoneros y Pero-
nismo de Base – y consiguientemente con la JP – no aparecieron bruscamente ayer”, sino que se

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El 12 de febrero explicaba “Porque somos peronista” y se preguntaba “¿Por-
que no nos dijeron antes, cuando peleábamos, que nos pasáramos a otro partido?”.
El 26 de febrero advertía “Avanza la provocación”, señalando que el ataque a
los “leales” obedece a que “están criticando un error en base a la experiencia pero-
nista”, ya que la política actual del gobierno conduce a un golpe como el de 1955,
cuando no hubo “movilizaciones ni organizaciones para defenderlo”. Y concluye

No nos vamos a callar. Ni tampoco vamos a cerrar ningún local. Ni tam-


poco, como quieren, vamos a pasar a la clandestinidad. (…) Nuestra ban-
dera es organizar, preparar, adoctrinar y mejorar en lo que se pueda las
medidas de gobierno. Aprovechando lo que de allí salga (...).

El 12 de marzo reconoce como un “error creer que un hombre solo [Perón]


podía cambiar toda la situación o parte de la situación” y atribuye “errores” a Pe-
rón, fruto de “un mal análisis” por el cual se propone “un proceso liberador a muy
largo plazo y desarrollado de forma tal que ‘engañe’ al imperio.”.436
El acto tiene el triple trasfondo de una escena política cada vez más adversa,
un creciente malestar interno y un endurecimiento del discurso público de la or-
ganización.
Además de Ricardo Panzetta de la JP Regional 3 y Enrique Juárez de la
JTP, 437 entre los oradores se encuentra Galimberti, en su primera aparición pública
desde la “crisis de las milicias” casi un año atrás. También participan “veteranos
sindicalistas” como Sebastián Borro, Armando Cabo, Avelino Fernández, Andrés
Framini, Arnaldo Lizaso y Dante Viel, que anuncian la creación de la “Comisión
Permanente de Homenaje al 11 de marzo para defender el programa electoral que
diera la victoria a Cámpora y para llevar a cabo una campaña democrática interna
en el partido Peronista”.438 En su discurso, Viel afirma que

Lealtad no es obsecuencia. Porque así como de la lealtad al heroísmo hay


sólo un paso, de la obsecuencia a la traición la distancia es menor que el
grueso de un cabello. Convencido de ello, reclamamos la reorganización
total de las estructuras del movimiento, asegurando el acceso a su con-
ducción de los compañeros más capaces, leales y representativos.439

remontaban a las muertes de Rucci y Grinberg, y a la “escalada de ataques fascistas” posterior. A


la vez, señalaban que estas diferencias se habían plasmado en un documento de Montoneros en el
cual expresaban sus desacuerdos con Perón (citado por La Opinión, 3 de febrero de 1974).
436
El Descamisado, N° 37, 38, 39, 41, 43. En Baschetti (1996: 452-472, 536-539).
437
Perdía (1997:223)
438
Gillespie (1987:179, 185)
439
El Descamisado, N° especial 14/3/74.

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El Descamisado sintetiza la intención de estas presencias:

el acto tuvo un profundo significado, allí estaban los ‘viejos’, los que en-
carnaron y representan la Resistencia (…) abrazando a los Montoneros,
frente a cincuenta mil personas que certificaron masivamente que estos
son los hijos legítimos de la Resistencia.440

El orador central, al igual que en las ocasiones anteriores, es Firmenich y su


discurso marca el cambio de línea ya señalado. Según su propia síntesis su discur-
so define el significado del triunfo del 11 de marzo, las “desviaciones” posteriores
y “nuestras propuestas de acción para poder reencauzarlo a través de la acción.”.
Entre las últimas, luego de señalar que respecto del Pacto Social se habían soste-
nido diferentes posiciones (aceptación inicial y lucha por su corrección después)
afirma que “Hoy estamos totalmente en contra de este pacto. Hay que romperlo y
hacer otro pacto”. Más adelante agrega “Si Perón es presidente a la clase trabaja-
dora le corresponde el 50 por ciento del poder”. Ante el grito “todo el poder” desde
las tribunas Firmenich responde

En el proceso que estamos transitando, no le puede pertenecer todo el


poder a la clase trabajadora. Es un problema de relación de fuerzas, es
un problema del tránsito a través de la liberación nacional hacia el so-
cialismo nacional. Esto es progresivo. Así como les corregí que en este
momento no podía corregir todo el poder a la clase trabajadora, también
me voy a corregir yo: porque en realidad no es el 50 por ciento porque
le corresponde por lo menos el 51 por ciento para tener la hegemonía en
el proceso.

En segundo lugar, afirma

para tener políticas parciales, política por frente, se hace absolutamente


imprescindible tener una política de poder global que sintetice y exprese
todas. Hasta antes del 17 de noviembre, esa política de poder nosotros la
sintetizábamos en la frase ‘Perón Vuelve’; después del 17 de noviembre
hasta el 25 de mayo, la sintetizamos en la frase ‘Perón al poder’; del 25
de mayo en adelante, la sintetizamos en la consigna ‘Apoyo, control y
defensa del gobierno popular’. Y hoy resulta que la tenemos que cambiar
otra vez. (…) había muchas cosas que apoyar, según los sectores de que
se tratara. Otras que defender y otras que controlar. Como se fue des-

440
El Descamisado, N° 44 19/3/74

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viando el proceso tuvimos que hacer mucho más control y defensa que
apoyo, pero esto no es culpa nuestra. (…) Nos pueden haber desplazado
de muchos lugares, de muchos resortes del poder, si no nos desplazan del
pueblo, de la organización y de la movilización podemos luchar por el
reencauzamiento. (...).
Como síntesis final: toda nuestra política, toda nuestra acción, debe ba-
sarse en la organización y la movilización por todas las reivindicaciones
sociales, políticas y económicas (…). Para concluir, compañeros: (…) se
pretende en toda esta desviación dividir al Frente, al Movimiento, a la Ju-
ventud y a nuestra propia Organización. (…) si están claros los objetivos,
que si se desarrolla la acción, si uno no se paraliza discutiendo al cohete,
no hay fractura que valga.”. Y luego convoca al 1ro de mayo “debemos
llenar la plaza.441

El discurso de Quieto en el acto realizado el mismo día en Santa Fé, recién


liberado de prisión, es aún más crítico. Hace un racconto más largo y completo que
el de Firmenich de las “desviaciones” respecto del proyecto del 11 de marzo, des-
tacando que el objetivo de las mismas era “la división del Movimiento, la ruptura
y nuestra expulsión”, pero que “Nosotros vamos a seguir hasta la muerte dentro
del Movimiento Peronista. ¡No nos puede echar nadie!”.

este camino, compañeros, no se recorre únicamente con expresiones de


deseo. Es fundamental poner el acento e la organización y en la moviliza-
ción popular (…) Tenemos que fortalecer las agrupaciones. Llevar ade-
lante, a través de ellas, la lucha reivindicativa y la lucha política. (...).
Que adviertan esos sectores que no deben confundir una actitud paciente,
que hace lo posible y lo imposible porque este proceso no se desnatura-
lice, porque este Frente no se resquebraje, que hace lo imposible porque
el enfrentamiento no sea llevado al terreno armado porque pensamos que
eso le hace el juego al imperialismo. (…) Que no vayan a pensar que
nuestra actitud en todos estos meses es una actitud que continuará inde-
finidamente si ellos continúan con esta ofensiva contra el pueblo. (…)
cuando las circunstancias lo exijan vamos a hacer lo que las circunstan-
cias nos requieran. Y hemos demostrado que somos capaces de hacerlo.

A pesar de este tono duro la organización sigue oscilando entre la crítica y


la obediencia. Días después del acto, se acata la reforma de la ley Universitaria.
Entre los diputados que votan la ley están los ocho diputados que reemplazan “a

441
El Descamisado, Extra 14/3/74

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los que renunciaron por oponerse a la ley represiva”.442 El debate había comenzado
a principios de enero, simultáneamente al de la reforma del Código Penal. En ese
entonces, La Nación vaticinaba que

(…) aunque el peronismo universitario parece dispuesto a brindar su


aval en términos generales a las bases preparadas por el Ministerio de
Cultura y Educación, no parecería imprudente imaginar que el debate
sobre el tema constituirá otra puesta a prueba de la homogeneidad de las
corrientes justicialistas, jaqueadas en estos momentos por las polémicas
reformas al Código Penal (…).443

Sin embargo, quien manifestaba su oposición es Balbín: “(…) el proyecto


del PE tiene ‘algunas partes rescatables, pero que otras están en contraposición
con las coincidencias suscriptas en el seno de La Hora del Pueblo’.”. Señala, en
especial, “la desnaturalización del principio de autonomía” que implica la elección
de los rectores, los decanos y los profesores por el PE.444 El 17 de febrero anuncia
públicamente su discrepancia con la Ley Universitaria.445
El Senado agrega reformas al proyecto original por las cuales, además de la
intención original de anular la autonomía, la ley prohíbe el ejercicio de la política
en la universidad, legaliza la discriminación ideológica y limita la acción sindical
estudiantil.446
El 14 la nueva ley queda sancionada en diputados447 y la JUP, luego de haber
realizado numerosas movilizaciones para lograr una ley “progresista”, optó por
aceptarla. Ventura declara que “fue gestada en el Ministerio de Educación” y por
ende “estamos convencidos que no fue pensada para echarnos. (…) pero aquí vie-
ne el problema. Si bien el ministro Taiana no es el que quiere echarnos, es evidente
que los sectores infiltrados en el movimiento y en el gobierno, van a tratar de
instrumentar la ley para intentarlo.”.448

442
Noticias, 13 de marzo de 1974. Noticias destaca que si bien el bloque oficialista se habría opuesto a
la incorporación de Ortega Peña, admitiría en cambio a Bettanin y Zabala Rodríguez, de la Juven-
tud Peronista.
443
La Nación, editorial del 8 de enero de 1974
444
La Nación, 9 de enero de 1974
445
Di Tella (1981: 453)
446
Gillespie (1981: 197)
447
Di Tella (1981: 468)
448
Cuando la ley es sancionada renuncia Villanueva e inmediatamente los estudiantes ocupan varias
facultades en Capital Federal y en La Plata. De todas formas el 25 asume Solano Lima, que será una
de las pocas figuras que mantienen su actitud de apertura a los “jóvenes” de la Tendencia (Di Tella,
468, 470, 473).

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Días después, el 22 de marzo, Coria es asesinado en una nueva acción sin
firmar. Framini, Cabo y otros “dirigentes históricos” habrían impulsado negocia-
ciones con la “burocracia” planteado “que paren la mano con las patoteadas a los
compañeros de las agrupaciones” y buscando “contactos para tratar de crear un
espacio común fuera del vandorismo.”.449
Por último, en estos meses, según Bonasso (1997) Montoneros habría am-
pliado la política de alianzas, iniciando un “intento secreto de negociación” con
Perón a través de Gelbard. Con el aval de Hobert, Bonasso es el encargado de
hacer el contacto. Gelbard pide entrevista con Firmenich y luego de la misma no lo
encuentra muy convencido del acercamiento, señalando a Bonasso que Firmenich
“no dice las mismas cosas que Ud.”.450
El 25 de abril la Juventud Peronista asiste a una reunión con Perón para or-
ganizar el acto. Según La Opinión, los asistentes habrían estado cuidadosamente
elegidos: 20 representantes del Consejo Superior, 20 de las Regionales 451, 20 de
las juventudes del FREJULI y 20 “independientes”. A pesar de las desgastantes
negociaciones que seguramente costó arribar a este equilibrio que salvaguardaba
al menos mínimamente los reclamos de la JP y Montoneros, la entrevista no hizo
más que anticipar la imposibilidad de encontrar términos de acuerdo o incluso
un idioma común. Según una síntesis para consumo interno Alberto Molina, “en
representación de todos los sectores de la TR”, comienza refiriéndose al “conteni-
do político del encuentro pueblo-líder del 1ro de mayo” y Perón interrumpe para
aclarar

No, mijo, está en un error, esta es una fiesta, la fiesta de los trabajadores,
no es un acto político. En todo caso a lo que Ud. alude sería el 17 de
octubre, al cual yo concurro como jefe del MP. Esta es la fiesta de todos.
(…) lo que se va a hacer es elegir Reina del Trabajo.

Luego piden formar parte de la comisión organizadora del acto, a lo cual


Perón responde que como es la fiesta del trabajo los organizadores deben ser los
trabajadores, es decir la CGT.452

449
Anguita y Caparrós (1997: 506)
450
Bonasso (1997:807). Costa recuerda que en marzo de 1974 todavía se hablaba de negociaciones
con Miguel, Anaya (FA) y Broner (CGE).
451
Asisten los más conocidos de la delegación de las Regionales: por Montoneros, Ricardo Rene Hai-
dar, María Antonia Berger y Alberto Molina; por el Peronismo de Base 17 de octubre, Carlos Caride
[y FAP 17/10]; por la JP Juan Carlos Añon, Jorge Todesca, Rodolfo Galimberti y Enrique Maratea;
por la JTP Guillermo Grecco, Enrique Juárez y Francisco Cofre; por la AE Adriana Lesgart y Mó-
nica Maestre. La Opinión, 26/4/74.
452
Síntesis descriptiva de la reunión con Juan D. Perón-Representantes de la Juventud.

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El 1ro de Mayo
Con estos antecedentes, el 1ro de mayo los Montoneros marcharon hacia la
plaza coreando la consigna:

Somos la JP/ y preste atención/ si preguntan, preguntan quien soy/ soy


Montonero de Evita y Perón./ Si preguntan dónde vamos a llegar/ les
diremos al socialismo nacional./ Si preguntan cómo vamos a llegar/ gri-
taremos con la guerra popular./ Si preguntan cuál es nuestro fin/ hacer la
patria grande que soñó San Martín.453

Godio (1986) analiza el acto siguiendo la crónica de Enrique Raab en la Opi-


nión. Aclara que entre las 50.000 personas movilizadas por la JP había “núcleos
estudiantiles, radicales, alfonsinistas, comunistas y de otras tendencias.”. A las
15.40 comenzaron a oírse las consignas montoneras “que pasa, que pasa general,
que esta lleno de gorilas el gobierno popular”. A las 16.20 la consigna “Estos son
los Montoneros que mataron a Aramburu” tapó la voz del locutor oficial. Desde
entonces, comenzaron a responder a los anuncios “No queremos carnaval, asam-
blea popular”. A las 16.40 llego Perón y durante 10 minutos el grito “El pueblo
te lo pide, queremos la cabeza de Villar y Margaride” impidió el inicio del acto.
Al coronar Isabel a la reina se oyó “Evita hay una sola…”. Finalmente, Perón co-
menzó su discurso pero, al alabar a la CGT y criticar a los “estúpidos que gritan”
recibió la respuesta de la masa juvenil que si bien esperaba una “amonestación”
no estaba preparada para “semejante ataque”. Corearon de inmediato: “que pasa,
que pasa general…”. Para Perón “esto era inadmisible (…).”. Continuó y calificó
de “imberbes” a los jóvenes, que por segunda vez retrucaron con “que pasa, que
pasa…”.
Desde entonces, el acto se convirtió en un combate entre el líder y los jóvenes.
Perón responde amenazando con el escarmiento ante el asesinato de dirigentes sin-
dicales y los jóvenes replican “Rucci, traidor, saludos a Vandor”. A continuación,
Perón “intentó recuperar la iniciativa refiriéndose al pasado” y a las “realizacio-
nes”. Pero “La fractura era inevitable”. Mientras hablaba, los jóvenes comenzaron
a retirarse cantando “si este no es el pueblo, el pueblo dónde está”, “conformes,
conformes, conformes general, conformes los gorilas, el pueblo va a luchar”.454
En los relatos testimoniales hay diferentes versiones de estos hechos, en es-
pecial respecto del carácter de reacción espontánea o de “maniobra” de la conduc-
ción de la retirada de la plaza.“Mi convicción personal”, señala Flaskamp (2002)
es que

453
Godio (1986:218)
454
Godio (1986:213-217)

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A esa altura de los acontecimientos la conducción montonera impulsaba
una línea que no tenía el respaldo unánime del conjunto de la organiza-
ción. Se apoyaba en algunos sectores internos radicalizados para poner a
otros frente a hechos consumados.455

En el mismo sentido Amorín (2005) relata como fue sorprendido por la pa-
sividad y las manifestaciones de alegría de los cuadros de la conducción ante la
retirada de quienes estaban en las primeras filas.
Sin embargo, muchos más adhieren a lo que Flaskamp (2002) denomina
“versión oficial”, es decir, que la retirada fue espontánea, fruto de la indignación
de los presentes ante las palabras de Perón. Bonasso (2002), Gasparini (1999),
Gelman y los diversos testimonios reunidos por La Voluntad así lo relatan.456 En
estas versiones se da gran importancia al carácter emocional de la reacción de Pe-
rón y su voluntad posterior de recomponer la relación457, asi como al apoyo de los
“viejos” peronistas a la retirada.

Es posible que los primeros fueran los ‘jóvenes del 45’ seguidos por los
‘jóvenes del 55’. Ellos, como siempre, como buenos padres, acompaña-
ron los gestos de –éstos- sus hijos políticos. (…) Uno de ellos -ofuscado-
le dijo al joven que –en nombre de lo ‘orgánico’- le pedía que esperara y
no se fuera: ‘mirame la cara… ¿imberbe, yo?.

Los que se retiraban lo hacían

desoyendo los reclamos de aquellos que con sus brazaletes de distintos


colores estaban a cargo de las diferentes instancias organizativas. Ante la

455
Flaskamp (2002:152)
456
Bonasso (2002:810), Gasparini (1999:275), Mero (1987:98), Anguita y Caparrós (1997: 543). Es
llamativa la similitud de los relatos de Amorín (2005) y Gelman y lo opuesto de sus interpretacio-
nes. La inacción de los cuadros Mon toneros presentes en la plaza es para Gelman, “prueba” de que
la retirada fue espontánea (Mero, 1987:98).
457
Vaca Narvaja y Frugoni (2002:153-154). Según Perdía (1997), Alende le dijo tiempo después, y lo
publicó en sus memorias, que Perón le dijo “de vez en cuando hay que darles un tirón de orejas a los
muchachos… pero ya los voy a llamar y esto lo vamos a arreglar”. Jorge Antonio también dice que
Perón lo llamó esa noche lamentando lo ocurrido y reconoció sus dificultades para entenderse con
ellos. Duilio Brunello, interventor en Córdoba y vicepresidente 2do del PJ, habría recibido la orden
de buscar “puntos de acuerdo” con Montoneros. Para esto se habría reunido varias veces con Gullo,
Añón y Perdía a fin de discutir las bases y mecanismos de “nuestro encuadramiento y reinserción
en el aparato político del justicialismo”. Finamente, se habría acordado realizar elecciones internas
para la “normalización” de las distintas ramas del movimiento, comenzando por la juvenil, pero por
obvios motivos, el acuerdo “no llegó a ejecutarse”. Perdía (1997:228-230)

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evidencia de lo evidente, los compañeros montoneros de mayor responsa-
bilidad hicimos lo único posible y nos pusimos a ordenar la retirada.458

Mientras Yuyo recuerda que “[l]a orden no llego nunca, por lo menos a mi
no me llego nunca”, Mario afirma que “de repente viene la orden a través de los
que eran responsables de columna, viene la orden de nos vamos, y nos retiramos”.
Sin embargo, coinciden plenamente en que el impacto emocional del discurso de
Perón fue general. Para Yuyo,

lo de echar o no echar, yo creo que la gente se fue, creo que ese sector de
la gente, era un sector muy amplio, era la mitad de la plaza, no respondió
a una disciplina nuestra y se sintió agredida por el viejo, o sea que no era
solo, no éramos solamente nosotros, los mocosos imberbes los que lo
cuestionamos, había un cuestionamiento.

Para Mario,

“me golpeó mucho cuando Perón nos ataca así, pero hay que entenderlo
dentro de todo el contexto, no? puteamos, silbamos a Isabel, ahí (…)
‘Que pasa que pasa general, esta lleno de gorilas el gobierno nacional’,
era la consigna (…)”.

Respecto de las actitudes de los “viejos” militantes, Mario menciona un en-


cuentro con Caride:

cuando nos estábamos retirando, de los grupos de la joperra vienen a


tirarnos cascotes, entonces nuestra gente empezó a correr, y veo a Carlos
Caride, que dice que hacen, vamos, no vamos a salir corriendo, nos va-
mos porque queremos, no porque no corran estos, y volvimos y ahí em-
pezaron a correr a ellos de nuevo para la plaza, fue medio surrealista…
numéricamente eran menos, y nosotros instintivamente corrimos como si
fuera una represión….459

Más allá del carácter retrospectivo de algunos elementos estas interpretacio-


nes apuntan a destacar el desconcierto y la impotencia que los acontecimientos ge-

458
Perdía (1997:225-228)
459
Entrevistas de la autora. Mario (2003 y 1008), Yuyo (2008). Cabe recordar que en junio de 1974
una fracción de las FAP liderada por Caride se integra a Montoneros (Gillespie 1987:141). Luego
volvemos sobre esto al abordar las trayectorias de otras organizaciones, con una línea “alternativa”
a la de Montoneros.

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neraban en los militantes de la organización. Un comunicado de Telam señalaba,
esperanzadamente, que

Las claras y rotundas definiciones del teniente general Perón, (…) han
precipitado la aceleración del proceso de autocrítica y disgregación de
los cuadros de la llamada Tendencia Revolucionaria. Según se pudo sa-
ber por distintos conductos, se ha reabierto un áspero debate interno (…)
en el cual los dirigentes intermedios y de bases acusan a las conducciones
nacionales y regionales de ser mariscales de la derrota y de haber lleva-
do, con errores tácticos y estratégicos, a una equivocada posición a varios
miles de militantes (…).460

La Nación, por su parte, plantea que

(…) es de suponer que la política oficial del peronismo tienda a aislar


a algunos de los dirigentes juveniles de sus bases; en realidad esto se
viene produciendo desde hace un tiempo y seguramente tratará de ser
ahondado.461

Por último, La Opinión señala que a los dirigentes montoneros les “[r]esultó
difícil conservar la calma y mucho más aún transmitirla a los simpatizantes, quie-
nes, alcanzados moralmente por los términos del líder, plantearon sus dudas en
cuanto local o unidad básica posee la JP (…)”.
Agrega que, según “fuentes juveniles” no habrá “modificaciones inmediatas”
ni en la dirigencia ni en “la relación entre la JP y el sector Montoneros” y que
“todo desprendimiento que se produzca bajo la forma de nuevas siglas será consi-
derado como ‘contingencia fruto del oportunismo’ y no como crisis de sus pautas
doctrinarias”.462
No hay evidencias de los intentos de Perón por recomponer la relación, pero
si las hay de que Montoneros intentó retrotraer el conflicto al momento previo al
enfrentamiento, aunque esto no implicaba correr un milímetro las críticas ya enun-
ciadas. Así, Ernesto Villanueva escribe en La Opinión que

(…) La prensa ha exagerado un poco el significado de lo que ocurrió


el 1° de mayo. Las diferencias que Perón tiene respecto de la JP las ha
manifestado en reiteradas oportunidades. Lo que nos tiene que preocu-
par ahora no es tanto la actitud de la Juventud Peronista, sino como se

460
Comunicado de TELAM, La Opinión, 5 de mayo de 1974.
461
La Nación, “La semana política”, 5 de mayo de 1974.
462
La Opinión, 8 de mayo de 1974

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logra la política de unidad nacional cuando el eje de esa política -el mo-
vimiento peronista- está seriamente fracturado (…). (…) Si este es un
movimiento popular -(…)- y los objetivos del general son lograr la libe-
ración nacional y Latinoamericana, se equivoca seriamente cuando ataca
y trata de destruir el sector que más consecuentemente ha tomado esas
banderas.463

De manera similar en un reportaje, Gullo

condenó ‘los intentos de la prensa derechista por presentar como una


ruptura entre la multitud juvenil (…) y Perón, el incidente (…)’. Dijo que
la decisión espontánea de esa multitud de retirarse de la plaza de Mayo
tuvo como objetivo ‘expresar el rechazo a la permanencia en el gobierno
de sectores reaccionarios, gorilas y pro imperialistas que desvirtúan el
proceso popular y propician un enfrentamiento para eliminar a los secto-
res revolucionarios.464

De manera similar, según el comentario editorial de Miguel Lizaso en El


Peronista: “El movimiento peronista sigue siendo el único modo de avanzar por el
camino de la liberación nacional hacia la construcción del Socialismo Nacional”.465
Y en ese mismo número la “Agrupación del Peronismo Auténtico”, integrada por
Andrés Framini, Sebastián Borro, Armando Cabo, Dante Viel y Arnaldo Lizaso,
diría que

Con respecto a los ‘estúpidos’, ‘imberbes’ y ‘mercenarios’, es necesario


recordar que no nacieron por generación espontánea. (…) Los viejos y
auténticos peronistas estamos al lado de ellos. Porque son honestos, son
leales, auténticos, desinteresados y sobretodo, como lo han demostrado,
peronistas hasta la muerte. Que podrán equivocarse, pero que son inca-
paces de una traición y una deslealtad.466

El 15 de mayo Montoneros realiza una conferencia de prensa sobre las ca-


racterísticas del 1ro de Mayo y sus consecuencias políticas en el local de la JTP.
Comienza destacando

463
La Opinión, 5 de mayo de 1974
464
La Opinión, 10 de mayo de 1974
465
El Peronista (N° 4, 14 de mayo de 1974), cit. en Gillespie (1987:189)
466
Idem cit. en Baschetti (1996:664-669)

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la escasa masividad de la concurrencia”: “el 20 de junio se llegó aproxi-
madamente al millón y medio de personas; el 31 de agosto (…) alrededor
de 200 mil compañeros; el 12 de octubre (…) se llegó a los 100 mil; y
este 1ro de mayo (…) aproximadamente 90 a 100 mil compañeros.

Luego afirma que, de ese total, “nuestras columnas constituían el 60%”, las
de la “burocracia” no llegaban al 20% y el resto eran “compañeros que habían
concurrido por la suya”. Luego agregan:

estas cifras significan políticas acertadas y políticas equivocadas. Nues-


tra convocatoria (…) tuvo una respuesta masiva (…) porque convoca-
mos como el pueblo quería ser convocado. No para escuchar silencioso
y sumiso ni para ver festivales, sino para expresar su conformidad o dis-
conformidad con el gobierno.

El documento sigue diciendo que “Entendemos que la respuesta que Perón le


dio al pueblo reunido en la plaza fue errónea (…) debía escuchar al pueblo y res-
ponder a sus angustias y sus sentimientos.” En este sentido, el acto constituye un
fracaso ya que lo que se proponía era “reestablecer la relación líder-trabajadores,
como la mejor forma de rectificar el rumbo de este proceso que no tiene a la clase
trabajadora como columna vertebral y que por lo tanto va a terminar lanzándonos
por una vía muerta, como nos ocurrió en 1955.”. Y esto es responsabilidad de Pe-
rón. Sin embargo, también hubo un saldo positivo ya que “el MP ha demostrado
también que está en muchas mejores condiciones de enfrentar la ofensiva impe-
rialista, porque durante estos 18 años ha aprendido a pelear.”. Luego de una larga
reseña de las críticas, termina diciendo

(...) Cuando esta ofensiva del imperialismo tome cuerpo, nuestros gran-
des empresarios se aliarán definitivamente con él, como lo han hecho
en otras oportunidades. La burocracia sindical, sin representatividad ni
capacidad ni interés en organizar al pueblo correrá a negociar; los gol-
pistas darán el golpe y la policía gorila que nosotros mismos nombramos
será el mejor instrumento para reprimirnos. Cuando eso se produzca, las
organizaciones peronistas volveremos a la resistencia (…).467

Por último, cabe destacar una nota de La Opinión que a diferencia de las an-
teriores no apunta a lo que debería ocurrir sino a lo que podría ocurrir, señalando
que el problema es que ninguna de las posibilidades era deseable para Montoneros
(las negritas son nuestras):

467
El Peronista (Nro 5 del 21/5/74), en Baschetti (1997: 545- 557).

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El resultado de la Conferencia de prensa fue, por lo menos, incierto (…)
¿estamos entonces ante el endurecimiento o ante la perplejidad? (…).
(…) La respuesta (…) pasa por un pequeño rodeo que consiste en señalar
las alternativas que tiene por delante la juventud radicalizada peronista.
La primera es, por supuesto, pasar a la acción directa. La segunda, en el
otro extremo, adherir a la verticalidad. En el medio, dos opciones. Bus-
car la alianza política con otras izquierdas no peronistas o seguir como
esta, navegando entre la adhesión y la impugnación del liderazgo del
presidente. Lo notable de este cuadro es que ninguna de las opciones
es satisfactoria. Si (…) se va a hacer la acción directa quedará política-
mente aislada, perderá gran parte de sus efectivos y será probablemente
‘satelizada’ por la organización subversiva declara ilegal. Doblegarse a
la verticalidad, es quizás lo mas inteligente, pero no, por cierto, lo más
fácil desde el punto de vista temperamental. Si esto se hiciera, muchos
intransigentes quedarían fuera. La alianza política con las izquierdas no
peronistas es dudosa por dos razones. Primero, porque hay una homo-
geneidad sólo aparente entre alfonsinistas y alendistas, peronistas radi-
calizados y comunistas: unánimes en el ‘no’ a la derecha, encontrarían
grandes dificultades en elaborar un ‘si’ programático e ideológico co-
mún. Segundo, porque esas otras izquierdas tienen sus propias lealtades
y no las abandonarán fácilmente. La opción de seguir como hasta ahora,
en fin, es frustrante, desgasta y no puede prolongarse indefinidamente.
(…) La juventud radicalizada peronista no escoge su camino porque los
que tiene por delante le anuncian dificultades y división. La perplejidad,
frente a esta perspectiva, parece su única respuesta.468

Esta nota permiten apreciar la disyuntiva ante la que se encuentran los Mon-
toneros, entre la guerrilla “sectaria” que desconocía la realidad del peronismo y
el peronismo que desde el gobierno desconocía su propia naturaleza “revolucio-
naria”. Avanzar en el enfrentamiento con Perón llevaba inevitablemente a lo pri-
mero, por lo tanto la línea de la organización no podía ser otra que la de intentar
“bajar” el tono del conflicto.

468
La Opinión, 18 de mayo de 1974. Ya en febrero, con su habitual tono irónico, Grondona identifica el
mismo dilema: “[m]ientras la oposición al régimen militar fue el tema del tiempo, jóvenes violentos
y no violentos, peronistas, radicales y marxistas pudieron formar columnas que anunciaban a la
nueva generación. La militancia pasaba por ese denominador común.”. Por eso, hoy “la militancia
se ha quedado sin factor de convergencia.”, “[f]rente a Perón-presidente” “las opciones son insos-
layables”: “[r]econvertirse al peronismo, salir en busca del socialismo fuera del peronismo, pero
dentro de la constitución, salir del peronismo y de la Constitución en nombre del socialismo (…)”.
“La juventud inicia con peligros la reflexión” La Opinión, 12 de febrero de 1974.

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A lo largo de estos meses ambas alternativas se encarnaron en disidencias
concretas y eran defendidas por grupos ajenos a Montoneros desde mucho antes.
Desde la “alternativa independiente” o una lectura clasista de las diferencias in-
ternas del peronismo, los sectores “revolucionarios” de la IP y la Sabino Navarro
señalaban la necesidad de abandonar las estructuras del movimiento como espacio
político, construyendo en cambio una organización netamente clasista. Los secto-
res “leales”, en cambio, impugnan la creciente explicitación de las diferencias con
Perón, considerada inoportuna a partir de una interpretación de la coyuntura que
veía el sostenimiento del “verticalismo” como único camino para preservar los
espacios logrados en el movimiento.
Al igual que en 1972 las crecientes dificultades que las estrategias alternati-
vas encuentran para lograr un desarrollo político comparable al de Montoneros, o
siquiera consolidarse en términos organizativos, lleva a la profundización de las
“apuestas” propias. Pero, en este caso, sin los resultados deseados.

Las alternativas
La alternativa propuesta por la Sabino Navarro consistía en el abandono de
la lucha política dentro del peronismo, reemplazada por la búsqueda de inser-
ción en el movimiento obrero. Se abocaban a colaborar con “dirigentes naturales”
en la discusión, elaboración y producción de materiales escritos, así como en la
coordinación de las acciones entre diferentes sectores, el apoyo de las iniciativas
de las comisiones internas y, recurriendo a los “fierros” si era necesario, garantizar
la limpieza de los comicios. Este trabajo tenía una gran “invisibilidad” ya que no
se “proletarizaban” ni “reclutaban” a los militantes de base. El objetivo era forta-
lecer las estructuras organizativas propias de los ámbitos sindicales, preservando
su autonomía y a la vez estableciendo una “vinculación estratégica” con la organi-
zación. Si bien continúan con las acciones armadas estas no son de propaganda, ni
siquiera en torno a la intervención en conflictos sindicales, sino de que tiene como
objetivo exclusivamente asegura el mantenimiento económico de los militantes
volcados a la militancia en los frentes de masas.469 Seminara (2006) destaca que

[e]l patrón clave en los relatos de nuestros entrevistados se manifiesta


en la constante necesidad de resaltar la importancia significativa que re-
presentó la experiencia de la SN, esto es: la búsqueda de una alternativa
política a la propuesta de Montoneros y una apuesta al compromiso con
la militancia sindical desde la perspectiva brindada por la “alternativa
independiente.

469
Seminara (2006)

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La autora destaca que, en este marco, la desaparición de la SN representa un
evento inexplicado, extraño a la lógica que ordena los recuerdos de los militantes.
La disolución se produce

de manera casi intempestiva y a poco tiempo de haberse desarrollado el


Congreso Nacional [fines de 1974] donde los/as militantes de la SN die-
ron formalidad a una estructura organizativa, eligieron sus direcciones
nacionales y reafirmaron postulados políticos que de hecho se venían
sosteniendo en la práctica concreta.

Sin embargo, para mediados de 1975 la organización se había disuelto. Uno


de los entrevistados señala que la clave sería

la ausencia de política de masas de nuestra organización política, o sea


teníamos una serie de definiciones teóricas muy correctas pero no alcan-
zamos nunca a plasmarlas en propuestas políticas de masas capaces de
revertir esta dicotomía entre Izquierda y Derecha ya para entonces.

De manera similar, otra entrevistada destaca que “nosotros seguíamos de-


sarrollando nuestro trabajo de base, hasta que no pudimos o no supimos o no se
quiso tener una proyección más política de la cosa, de tener un espacio inserción y
de visibilidad política”. Esta imagen

revela la certeza de la imposibilidad, la imposibilidad que experimentó


la SN de constituirse en una alternativa que echara raíces y generara su
propia sombra, pero por otra parte expresa la certidumbre de que nada
podría haberlo hecho. (...) Yo siempre lo retrato con el hecho de decir
‘debajo de la sombra del ombú no crece nada’, y en realidad el ombú en
este caso era Montoneros...

Finalmente,

cada uno tomo por su lado y la mayoría se metió en otras organizacio-


nes...no se claudicaba de una militancia… (…) unos se fueron al PRT;
otros (…) volvieron a los Montos, otros se fueron a Poder Obrero, es
decir había como la sensación de que teníamos un techo y que no podía-
mos definir una estrategia diferenciada de lo existente, que como grupo
armado no teníamos entidad....

Otra posible alternativa era la propuesta por Lealtad. A diferencia de la Sa-


bino Navarro, las críticas de este sector no logran plasmarse en una organización
diferenciada. Ivancich y Wainfeld (1983) destacan que el problema de Lealtad es

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que nace a partir de la crítica, lo cual no supone “coincidencia en una alternativa
superadora” y, además, el gobierno de Isabel hacía difícil sostener las consignas
de Lealtad.
Sus integrantes adoptaron diversas prácticas. Algunos se ligaron a corrientes
sindicales comprometidas con el Pacto Social, otros consideraban a las coordina-
doras o asambleas como únicas instancias válidas de organización o aceptaban
formas que supusieran instancias “instancias jerarquizadas de discusión y deci-
sión” pero no identificadas con “una sigla” o “réplicas” de Montoneros. Estas
discusiones paralizaron a Lealtad.
Según Horacio González, Framini les habría dicho en ese momento:

Ustedes esta bien que serán peronistas y por eso hacen esto, pero tienen
que tener mucho cuidado, porque con este pensamiento se van acelerada-
mente a la derecha. Ustedes creen que van a poder mantenerse en el me-
dio, como una especie de intermediadores entre la derecha y la izquierda,
pero no es cierto: acá no hay lugar para esos términos medios. Si no están
con los Montoneros, van a caer en manos de la burocracia y de las bandas
de la derecha. Piénsenlo, tengan cuidado.

Horacio González recuerda haberle dado la razón a Framini poco después y


su grupo decide desvincularse de Lealtad y funcionar de manera autónoma.470
En este sentido, cabe destacar que los motivos de malestar dentro de la or-
ganización se vinculaban más a las transformaciones internas (centralización, dis-
ciplinamiento) que al apoyo a estas líneas alternativas. Así, se cuestiona la falta
de debate interno, y el “verticalismo” pero no aparecen dentro de la organización
alternativas claras a la línea sostenida por la conducción, ya que las críticas pueden
ir desde la acusación de remedar la “Unión Democrática” hasta de ser trotskis-
tas. La perplejidad, la incertidumbre generan además cierta resignación frente a
estos motivos de insatisfacción, frente a los cuales los militan no visualizan alter-
nativas factibles.
Frente al acto del 12 de junio, según Perdía (1997), Montoneros “quedó atra-
pado en la duda” y si bien muchos fueron, lo hicieron sin consignas unificadas.471
Esta ausencia muestra claramente la persistencia de la “perplejidad” diagnosticada
por La Opinión, así como de una creciente dificultad para promover iniciativas por
fuera de los canales de comunicación verticales, controlados por la conducción y,
en esta ocasión, silenciosos. Según Costa, ese día, Gullo le habría dicho

470
Anguita y Caparrós (1997: 390-391, 234). Volveremos sobre este aspecto del proceso que conside-
ramos también relevante en el proceso de centralización organizativa.
471
Perdía (1997:229-230)

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Qué se yo, hay que ir. Es indefendible no ir a la plaza. Lo que pasa es que
no podemos armar nada en este tiempo. Acá algunos compañeros llegan,
otros salieron de las UB para fijar puntos de encuentro, pero no tenemos
todavía nada organizado….

Costa cuenta que finalmente la JTP Capital decide ir pero llega durante la
desconcentración.472 Robles (2004) agrega que la UES de Zona Sur habría inten-
tado llegar pero el puente Pueyrredón habría sido cerrado. En el comunicado que
se difunde el 13, no hay ninguna referencia a estas dudas y a la propia ausencia de
convocatoria. Simplemente señalan que

Tras las dos primeras horas de confusión y desorganización (…) la ma-


yoría de los compañeros entendió que el pueblo movilizado era capaz
de romper cualquier manipuleo burocrático [en referencia al rechazo a
responder a una convocatoria de la CGT] (…) pero ya era tarde: la verti-
ginosa rapidez de los acontecimientos no les permitieron llegar.473

Poco después moría Perón, precisamente cuando

desde la política se debía neutralizar las tendencias objetivas del ciclo


económico que condicionaban crecientemente el proceso ampliando el
margen objetivo de posibilidades para el desarrollo de alternativas políti-
cas propias de las fracciones de clase que configuraban los nudos estruc-
turales: el capital oligopólico urbano y rural y la clase obrera.474

Cabe recordar, al respecto, que en julio de 1974 se suman a las tensiones que
ya venía experimentando la política de ingresos del gobierno el impacto de los
aumentos de insumos, y el cierre de los mercados europeos a las carnes argenti-
nas.475

472
Anguita y Caparrós (1997: 593).
473
En Baschetti (1999:87-91)
474
Landi (1979:115)
475
Torre (2004:89-91)

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CAPÍTULO 3

MONTONEROS EN LA CLANDESTINIDAD
(SEPTIEMBRE DE 1974-MARZO DE 1976)

En los meses de legalidad, la línea montonera oscila, no siempre de manera


coherente, entre el acatamiento y la ruptura como única opción para defender su
pertenencia al movimiento y su carácter revolucionario. Esta línea sólo se modi-
fica cuando la muerte de Perón y el giro tomado por el gobierno de su sucesora
permiten combinar la ruptura con la reivindicación de la legítima pertenencia al
movimiento peronista.
Si bien el regreso a la clandestinidad prometía eliminar una de las contradic-
ciones rápidamente surgen nuevos problemas. La “propaganda armada” se revela
rápidamente ineficaz en el marco de una creciente censura y, a pesar de la persis-
tente capacidad de inserción, la clandestinidad dificulta y debilita la relación con
las bases en los diferentes frentes.
Ante estas dificultades, cuando el aislamiento del gobierno lo favorece la
organización intenta recuperar presencia pública en la “superestructura”. Sin em-
bargo, lo único que logra es reeditar de manera grotesca la contradicción en la que
se habían visto atrapados antes. La principal iniciativa política legal, el Partido
Auténtico se va diluyendo entre los condicionamientos que la seguridad de los
cuadros impone y la necesidad de la organización reivindicar públicamente la ini-
ciativa.
Entretanto, el malestar interno persiste pero al igual que en la fase previa
no surge una línea alternativa. Algunos cuestionan el “militarismo” y el cierre de
espacios políticos generado por el pasaje a la clandestinidad. Otros, el “vertica-
lismo” en las relaciones con los frentes de masas o el tipo de acciones armadas.
A esta dispersión de las críticas se agrega con el incremento de la represión la
expectativa de protección brindada por la organización.
En este marco se inicia finalmente la escalada de violencia. Frente a la cre-
ciente dificultad para mantener la inserción territorial y el cada vez más evidente
fracaso del regreso a la “superestructura”, esta se presenta como el único medio
para recuperar espacio político. Además, con los recursos del secuestro de los
Born, el proyecto del “Ejército” Montonero parece al alcance de la mano.
En julio de 1975 comienzan las acciones destinadas a demostrar la capacidad
para desbordar a las fuerzas de seguridad. En octubre se inicia el abierto enfrenta-

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miento con las FA y en marzo de 1976 comienzan a realizarse atentados cada vez
más indiscriminados con creciente costo en vidas humanas.
El viraje es acompañado por nuevas transformaciones internas que en el
marco de la creciente represión hacían prácticamente imposible la disidencia: la
especialización de las estructuras en “Partido/Ejército”, la sanción del “Código
de Justicia Penal Revolucionario” y el control total de los recursos materiales y
económicos de la organización. La experiencia de la Columna Norte ratifica esta
imposibilidad y, a la vez, la aparición de una alternativa.

1. El nuevo gobierno y el pasaje a la clandestinidad


Isabel asume con un fuerte apoyo originado en

La amenaza de la desarticulación total del poder político, en beneficio de


los poderes parciales dispersos en la trama social, obligó a los distintos
actores políticos, incluidas las fuerzas armadas, a cerrar filas en torno
a su viuda. La disyuntiva cobró la forma de ‘Isabel o el caos’ y, de ese
modo, la incertidumbre ante un futuro por muchos avizorado como el
fantasma del marxismo, legitimó a Isabel en calidad de la heredera per-
sonal del líder. (…) significaba la continuidad institucional y condensaba
en su figura el peronismo.476

Sin embargo, el nuevo gobierno muy rápidamente demuestra ser la antítesis


del de Perón, al menos en lo que a las políticas de concertación y alianzas se re-
fiere. Los grupos ligados al ministerio de Bienestar Social adquieren un creciente
protagonismo. Además del desplazamiento de los restantes gobernadores “afines”
a la Tendencia”477, son desplazados del gabinete los “moderados”: Benito Llambí
(Interior), Jorge Taiana (Cultura y Educación), Angel Federico Robledo (Defen-
sa). Sus reemplazantes (Alberto Rocamora, Oscar Ivanissevich y Adolfo Savino,
respectivamente) eran todos hombres “de la derecha peronista vinculados al Mi-
nisterio de Bienestar Social.478
La Triple A, que ya había comenzado a actuar a fines de 1973, lanza una
ofensiva de secuestros y atentados, entre ellos el de Ortega Peña, diputado por el

476
De Riz (1981:116). Nuevamente, la percepción contemporánea es clarísima. Grondona señala que
“[l]a guerra civil no nos espera objetivamente (…) detrás de la próxima colina. Ocurre más bien
que la imaginamos, objetivándola, como expresión de nuestros temores.”. Grondona añade que
“precisamente [por eso], no estallará” (La Opinión, 2 de julio de 1974).
477
El 7/10 /74 es intervenida Santa Cruz y el 18/11/74 Salta.
478
Servetto (2010:206). También es desplazado el Secretario de Prensa y Difusión, Emilio Abrás.

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Peronismo de Base. Al igual que en vida de Perón las reacciones a la escalada re-
presiva no logran modificar el curso del gobierno. El 22 de agosto la UCR condena
las medidas oficiales contra la libertad de expresión y el 5 de septiembre el MID

(…) planteó directamente la posibilidad de su retiro de la coalición ofi-


cialista, al presentar un documento (…) en el que afirma que sin un cam-
bio de 180 grados en la orientación económica ‘es imposible acceder a la
reconstrucción y a la liberación.479

En el fracaso de la política de concertación no cabe imputar todas las ini-


ciativas al grupo gobernante. Tanto la CGT como la CGE contribuyen de manera
sustantiva. En la primera, los sectores partidarios de subordinar la acción sectorial
a su pertenencia al movimiento peronista [Adelino Romero] son desplazados por
quienes, por el contrario, consideraban que “debían comportarse como un grupo
de presión con respecto a los restantes núcleos de poder representados en el Es-
tado.” [Miguel].480 Las posiciones reflejaban dos “lógicas de acción” del sindica-
lismo: como “portador de un movimiento reivindicativo” y como “actor político”.
Durante los años de proscripción, ambas se habían potenciado, pero ahora suponían
un dilema:

Como movimiento reivindicativo, el sindicalismo no podía cejar en su


lucha por la distribución del ingreso sin pagar el precio de ver recortados
sus recursos de poder. Como movimiento político, tenía que integrarse a
la empresa política de Perón (…).

El triunfo de Lorenzo Miguel en el congreso de renovación de autoridades de


la CGT de julio de 1974 reflejó la adopción de una estrategia “que retomaba los
lineamientos corporativos del vandorismo”.481
La UIA, por su parte, se fusiona en agosto con la Confederación General de
la Industria, en la Confederación Nacional de la Industria Argentina. La “burgue-
sía nacional”, ante la “movilización obrera y la amenaza de desborde del poder
sindical”, abandona los proyectos reformistas, alineándose con los sectores mo-
nopólicos.482
La posición inicial de Montoneros se plasma en una solicitada publicada en
Noticias (2/7/74): ante la muerte de Perón

479
Di Tella (1981: 563) y La Opinión, 5 de septiembre de 1974
480
Torre (2004:87)
481
De Riz (1981:119)
482
De Riz (1981:102)

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Además del profundo dolor (…) nos imponen consolidar en la práctica la
organización, que más allá de la vida física del líder, sea capaz de lograr
la unidad del Frente de Liberación Nacional y garantizar su conducción
a través del movimiento peronista cuya columna vertebral son los traba-
jadores.

Para esto, convocan a “un acuerdo formal de las fuerzas políticas y sociales
interesadas en la Liberación Nacional, en torno al programa votado masivamente
el 11 de marzo y 23 de septiembre.”
Poco después, en un documento más extenso, afirmaban que a partir de la
muerte de Perón

se harán sentir todas las heterogeneidades del peronismo, no ya solo a


nivel de dirigentes, sino, lo que es mucho más importante y peligroso,
entre el pueblo mismo. (…) Por eso nuestra tarea será la de defender la
unidad del Movimiento Peronista, la unidad del Pueblo, la unidad de los
sectores representativos.

En ese marco, plantean algunas alternativas abiertas que consideran erró-


neas y deben ser rechazadas (“aparecen las tentaciones y los riesgos de confundir
el camino”):

Por un lado, para la izquierda no peronista y para sectores del peronismo


automarginados del movimiento, la desaparición de Perón sería como
la muerte del peronismo, muerte que habrá de apurar para que ‘surjan
nítidamente’ las luchas de clases sin las ‘complicaciones’ siempre ‘inex-
plicables’ que incorporó la identidad política de nuestro pueblo.

Esta postura implicaría según Montoneros dejar de lado “un detalle, lo que
sienten los trabajadores”, pretendiendo

hacer entrar a la realidad en un esquema; justo cuando el pueblo peronis-


ta se aferra con uñas y dientes a su líder muerto porque es el único al que
siente capaz de garantizarle la unidad – y por los tanto la vigencia – de
toda su experiencia revolucionaria.

Y en este sentido destaca que “esa unidad, con todas las deficiencias que
demostró tener -y que hay que superar- sigue siendo el principal motor revolucio-
nario de las masas populares en nuestro país.”.
Por otro lado, un segundo error sería

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creer que ya hemos gestado esa organización que requiere el peronismo.
Y actuar en consecuencia: con sectarismo ante el pueblo. Actuar pensan-
do sólo en quienes nos reconocen como su expresión política dentro del
movimiento, olvidando a los sectores mayoritarios.

Esto sería, en síntesis, “otra forma de desconocer la realidad del pueblo”. Por
esto, el documento concluye diciendo que

[l]a fuerza de nuestras organizaciones, al margen de las condiciones de


seguridad que deben desarrollar para enfrentar los ataques del enemi-
go, radica por sobre todo en su representatividad popular. Hacer de ellas
cotos cerrados es separarlas del pueblo y esto es la mejor manera de au-
todestruirlas. Y esa representatividad, que en este momento crucial nos
exige ampliar al máximo, hay que ganarla cotidianamente, conviviendo
con el pueblo, haciendo de sus necesidades las nuestras, expresando sus
anhelos y angustias.483

Según Perdía (1997), estas posiciones se materializan con una “ronda” de


conversaciones con dirigentes políticos (por ejemplo, Firmenich se reunió con
Balbín) para acordar una recomendación a Isabel sobre la necesidad de alejar a
López Rega.484 De manera similar, para La Nación se abre una nueva etapa, en la
cual la “estrategia política (…) consiste en mantener conversaciones con represen-
tantes de distintos partidos y luego promover la formación de un Frente Popular
denominado de Liberación Nacional”.
Señala que el primer paso había sido una entrevista de Gullo con Balbín, a la
que seguirían los contactos con figuras como Cámpora, Alende, Sueldo y Labake.
El objetivo era consensuar “la conveniencia de cambios en el gabinete nacional
y una eventual convocatoria electoral para el futuro”. Los primeros resultados,
según la nota, no serían alentadores, ya que el radicalismo había señalado que no
desea “inmiscuirse en actos privativos del gobierno”.485
A pesar de la reticencia de Balbín, Grondona identifica una “una centro-iz-
quierda que gira en torno del entendimiento peronista-radical y va a tocarse con la
juventud por mediación de líderes como Lima y Alfonsín”, desde la cual

habrían partido sugerencias dirigidas a disminuir las responsabilidades


de López Rega como primer paso para reajustar influencias dentro del

483
“A los compañeros. Ante el riesgo de destrucción de nuestro movimiento”, en La causa peronista
N° 1, 9/7/74.en Baschetti (1999: 106)
484
Perdía (1997:231-232)
485
La Nación, 8 de julio de 1974

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vasto panorama de la alianza partidaria y económico-social que rodea al
gobierno.486

Sin embargo, muy pronto Montoneros comienza a cambiar el tono de su con-


vocatoria “frentista” y las iniciativas de diálogo se combinan con el asesinato,
nuevamente sin firma, de Mor Roig (15/7/74). En un acto en La Plata, el orador
principal, Quieto, luego de una larga reseña de las críticas que la organización
había hecho al gobierno, dice el “saldo” al 1ro de julio “no es favorable” ya que
“No hay Frente de Liberación construido. No hay Movimiento Peronista organi-
zado. (…) [hay] una cantidad de traidores e infiltrados dentro del movimiento.”.
Luego de la muerte de Perón comienza el “avance” de las “fuerzas oligárquicas e
imperialistas”, por ende

Ha llegado la hora de definir la cuestión: si sigue el proceso en manos de


la burocracia vandorista y de López Rega, no es proceso de liberación
sino de dependencia. (…) No hay acuerdo posible ni proceso de libe-
ración nacional mientras Otero y López Rega estén en el gobierno. No
aceptamos el principio de verticalidad hacia Isabel Perón, porque Perón
expresó que su único heredero es del pueblo, y la única verticalidad que
aceptamos es la del pueblo (...).

Sin embargo, dice que el problema es que muchos que coinciden en su pre-
ocupación por el “avance de la derecha” y quienes son sus “exponentes más cla-
ros”, no están dispuestos a “enfrentarlos abiertamente”. Adoptan en cambio “una
táctica que nosotros entendemos que es suicida, como es negociar con el enemigo
en una relación de fuerzas desfavorable”. Por esto, anuncia que

vamos a seguir proponiendo la constitución del Frente de Liberación


Nacional pero con una diferencia (…) nosotros queremos decir que se
nos está agotando la paciencia, se los ha gastado la paciencia y que de
ahora en más se acabaron los pedidos, comenzaron las exigencias. (…)
Estas exigencias las vamos a acompañar con todos los medios de lucha
que el pueblo conoce (…).Hemos dado suficientes pruebas de cordura y
sensatez que algunos han confundido con estupidez. (…) hemos gasta-
do demasiada saliva en conversaciones estériles y es conveniente decir
claramente que no se puede cambiar un frente de liberación nacional por
una versión actualizada de aquel engendro de la dictadura militar que
pretendió ser el Gran Acuerdo Nacional.487

486
La Opinión, 9 de julio de 1974
487
La Causa Peronista, N° 4, 30/7/74, en Baschetti (1999: 119-131)

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Más allá de la confusión generada por las acciones sin firma,488 Jozami re-
cuerda haber discutido con Quieto poco después de este discurso del 27 de julio
y señala que

Quieto no parecía ver la contradicción entre la necesidad de ampliar el


espacio político, como sostuvo en nuestra entrevista, y la vuelta a la lu-
cha armada. La creencia de que ‘apretando’ a los políticos se podría lo-
grar su integración al Frente de Liberación Nacional (…) da cuentas del
desconcierto político de la conducción montonera ante una coyuntura
cada vez más compleja.489

Según Mario, en vísperas del asesinato de Mor Roig “Pancho” Talento,

estaba entablando relaciones con las juventudes políticas universitarias,


incluso había convocado a un acto de homenaje a Perón en la facultad de
derecho, iba a venir Balbín, hablar Balbín, viste? Era todo un logro que
la JUP trajera dirigentes de otros partidos, y los montos boletean a Mor
Roig que era radical, esta bien había sido funcionario de Lanusse pero era
radical, amigo de Balbín… (…) Pancho no entendía nada, después dijo,
mira que bestialidad lo que me hicieron, yo armé un trabajo fino….490

De todas formas, Vitali recuerda que Ventura le dice que había que hacer un
“cantito para Mor Roig” y cuando le dice que no estaba de acuerdo (“nos reventa-
ron el acto”) Ventura responde “en principio yo tampoco estoy de acuerdo con esta
acción. Pero se hizo y se firmó y entonces hay que levantarla. En todo caso ya la
discutiremos dentro, pero para afuera hay que reivindicarla totalmente.”.491

488
Al igual que en el caso de Rucci, da pie a diferentes interpretaciones. Bonasso (2002) habla de una
“versión” según la cual un comando montonero había descubierto a Mor Roig almorzando, “de
casualidad” y “como estaba condenado por la Organización (…) ‘decidieron ejecutarlo’.” Era “una
suerte de fatalidad del aparato ajena a la racionalidad política”. Para Bonasso (2002) era muy poco
probable semejante “contradicción” en una organización que “iba siendo cada vez más vertical”
(Bonasso, 2002:817). Según Flaskamp (2002) se trató, igual que el 1ro de mayo, de una acción
emprendida por la Conducción con el apoyo de algunos sectores (“el sector universitario”) y a es-
paldas de otros que “tomaban con muchas reservas” ciertas “acciones ultrarradicales”. (Flaskamp,
2002:167)
489
Pastoriza (2006:26-27)
490
Entrevista de la autora (2003 y 2008)
491
Anguita y Caparrós (1997: 22). Esto aparece también en el libro de Sadi (2004:81), uno de cuyos
entrevistados destaca que estaban intentando una alianza con Franja Morada en el momento del
asesinato de Mor Roig.

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Las consecuencias aparecen también en los recuerdos de Bonasso. Cuando
poco después, ante el cierre de Noticias, pide a Balbín una declaración de repu-
dio, este se niega, aludiendo a la gravedad del asesinato de Mor Roig y la falta de
condena del hecho por parte de Noticias.492 Al igual que en la JUP, la perceción de
estas contradicciones va de la mano con el acatamiento de la línea: “los últimos
meses de Noticias muestran un cambio en su agenda que lo distinguen y alejan del
temario hegemónico de la prensa nacional, sin lograr imponer el propio a otros
medios.”. Sus “criterios de noticiabilidad” se inclinaron “a dar cuenta del avance
de la derecha peronista, la creciente violencia política y las luchas de la izquierda
revolucionaria.”.493
Finalmente, el 22 de agosto de 1974 se publica un suplemento sobre los
muertos desde la resistencia peronista a las organizaciones revolucionarias:

Fue una provocación. Mientras lo hacíamos, teníamos claro que estába-


mos cruzando un límite: era una reivindicación muy clara de la lucha ar-
mada. Creo que ya sabían que iban a pasar a la clandestinidad y el diario
se iba a hacer insostenible. Preferían, supongo, que lo cerrara el gobierno
y pagara el costo político.494

Elvio Vitali recuerda que para el 22 de agosto se realizó en toda Capital una
“milicianada” que anticipa las típicas acciones de la nueva fase de clandestini-
dad: “actos relámpago, armaban barricadas, quemaban bancos extranjeros y con-
cesionarias de coches, se enfrentaban con la policía que, por momentos, quedaba
desbordada.”.495
La Causa Peronista refleja el cambio de tono -“Si nuestros enemigos avanzan
con las armas, los vamos a parar con las armas”, “si es necesario aquí pondremos
sangre montonera”- y comienza a esbozar los argumentos con que se fundamenta
poco después la decisión de pasar a la clandestinidad. Se pregunta “¿Qué diferen-
cia hay entre aquella dictadura y este gobierno?... En nombre del peronismo y de
la legalidad constitucional, hace lo mismo que antes los militares.”. En el mismo
número, difunde el comunicado con el que el ENR se había atribuido la “ejecu-
ción” de Alonso, planteando que con esto se buscaba

demostrar a toda la clase obrera peronista que se disponía de un arma


superior a todas las empleadas durante aquellos dieciocho años, y para

492
Anguita y Caparrós (1997: 85)
493
Esquivada (1999: 222, 227)
494
Entrevista a Caparrós, en Esquivada (1999: 179)
495
Anguita y Caparrós (1997: 74). El dato también en Baschetti (1999: 18).

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dejar claro que ‘la principal misión de los revolucionarios’ consistía en
‘aplastar a los traidores’.496

Poco después, el 3 de septiembre, continúa con su reivindicación de acciones


pasadas con un detallado relato del secuestro de Aramburu.497
En la conferencia de prensa en que se anuncia el regreso a la clandestinidad
participan representantes de todas las agrupaciones: Adriana Lesgart (Agrupación
Evita), Dante Gullo (JP), Juan Pablo Ventura (JUP), Enrique Juárez (JTP). Entre
los “considerandos” con que se inicia el comunicado afirman

Que desde el 25 de mayo de 1973 nuestra Organización volcó todas sus


fuerzas al apoyo, control y defensa del gobierno popular y no escatimó
recursos humanos y materiales para recorrer el camino de la liberación
elegido masivamente por nuestro pueblo. Inmediatamente después del
1ro de julio brindamos nuestro apoyo a este gobierno con la única con-
dición de que fuera fiel al mandato popular y a los lineamientos trazados
por el General Perón el 12 de junio.
Que hemos agotado todos los medios, esfuerzos y propuestas para lograr
un reencauzamiento del proceso. Pero la realidad de los hechos evidencia
una desnaturalización irreversible del proceso de liberación y marca cla-
ramente el contenido antiperonista, antipopular, represivo y promonopó-
lico de este gobierno. ante esta situación, interpretando la voluntad de los
trabajadores y el pueblo, nos vemos obligados a asumir una nueva etapa
de Resistencia, tal como se hiciera luego del golpe gorila de 1955.”

Las resoluciones detallaban su voluntad de

1) Volcar todas las fuerzas para encabezar la resistencia popular contra


la ofensiva imperialista y oligárquica que ha copado posiciones del go-
bierno. (…). 2) Resumir las formas armadas de lucha, las que junto con
todas las otras formas (…) constituyen la guerra popular integral, que
impulsaremos hasta que se modifiquen las circunstancias enumeradas
anteriormente y se concreten los siguientes puntos: - Eliminación de to-
das las formas de represión. - Devolución a sus legítimas autoridades de
las organizaciones sindicales intervenidas. - Vigencia de la democracia
sindical, derogando los artículos de la Ley de Asocaiciones Profesionales
que lesionan ese principio. - Anulación del actual pacto social y con-

496
La Causa Peronista N° 6 (13/8/74) y N° 8 (27/8/74 ), cit, en Gillespie (1987: 197, 203)
497
Di Tella (1981: 566).

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vocatoria a paritarias para discutir los salarios y demás condiciones de
trabajo. - Libertad a los presos políticos. - Posibilidades de expresión
política para todas las fuerzas populares. (…). 3) Organizar, a partir de
aquellas luchas, las milicias peronistas que imaginara Evita, para que
todo el pueblo argentino participe activamente en todas las formas de
enfrentamiento que se darán en esta etapa de Resistencia. 4) Impulsar
la reorganización del Movimiento Peronista (…). 5) Convocar a la uni-
ficación de las fuerzas sindicales peronistas (…). 6) Llamar a todas las
fuerzas sociales que deben ser aliadas de los trabajadores (…), y aquellas
políticas interesadas en llevar adelante el proceso de liberación (…), para
que desde sus puestos y según sus posibilidades se sumen a la Resisten-
cia Popular (…).498

Durante la conferencia de prensa se habrían reivindicado las operaciones rea-


lizadas en la semana anterior al anuncio499 y respondido algunas preguntas. Una
de ellas aludía al “efecto negativo” del relato de la muerte de Aramburu publicado
en La Causa Peronista, a lo que Firmenich respondería que “no comparto su tesis
sobre el efecto negativo, al menos para los auténticos peronistas.”.500
Otra pregunta se refería si no temían debilitar con sus críticas a los sectores
opuestos a Isabel. En este caso, Firmenich habría cuestionado la

tesis reformista del menor. A nosotros nos interesa poco la reyerta interna
en el gobierno, quien gana o quien pierde. Hay que golpear a todos por
igual hasta que gane el pueblo. Y si se agudizan las contradicciones en el
Gobierno mejor….

Poco antes había aclarado que habían intentado lograr la separación de López
Rega, “Pero los partidos liberales no hicieron nada para que ellos fuera así.”.501
En la misma línea, en el texto de su renuncia a las bancas de diputados, pre-
sentada el 12 de septiembre, Leonardo Bettanin y Miguel D. Zavala Rodríguez

498
En Baschetti (1999: 237-241)
499
La destrucción de cuatro máquinas cosechadoras de azúcar en protesta contra el desempleo rural en
Tucumán; la colocación de bombas en los locales de venta de coches IKA-Renault en Buenos Aires
y Córdoba en apoyo a la huelga de los trabajadores de SMATA; el secuestro de Enrique Mascardi
directivo de Propulsora Siderúrgica para reforzar un pedido de aumento de salarios y readmisión
de trabajadores despedidos; la “ejecución” de Orlando Fernández, policía de Quilmas, acusado del
asesinato de Beckerman y Van Pierde, y de Rubés San Juan, policía de Rosario, acusado de asesinar
a Brandazza; un robo de armas en el Palacio de Justicia de La Plata.
500
Di Tella (1981: 566) y Anguita y Caparrós (1997: 97)
501
Anguita y Caparrós (1997: 98)

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califican de “peligro” la posición de lo partidos respecto de la política represiva
del gobierno. A pesar de conocerla perfectamente guardan un “silencio cómplice,
con el objetivo de resguardar el proceso institucional y salvarlo de fantasma de un
‘pinochetazo’. (…).”.502

2. La “retirada estratégica” (segunda mitad de 1974)

El contexto
En los primeros meses de gobierno, la relación entre el gobierno y los sindi-
catos es armónica, en especial por las leyes represivas que permiten completar el
desplazamiento de la oposición iniciado con la reforma de la ley de Asociaciones
profesionales.
Esta coincidencia inicial se refuerza durante la común ofensiva contra Gel-
bard, que comienza con la renuncia de Gómez Morales, quien propugnaba una de-
valuación que el ministro rechazaba. Simultáneamente la UCR reclama el reajuste
de la tasa de beneficios y la CGT la renegociación del Pacto Social.503 La formu-
lación de las críticas asumía la tradicional formulación de la crítica “indirecta”,
destacando que el problema era

su enfoque [de Gelbard] del Pacto Social. Nadie cuestiona formalmente


el Pacto Social como instrumento de política concertada ideado por Pe-
rón, sino su ‘injusta implementación, que en la práctica convierte a los
trabajadores en los únicos que lo cumplen celosamente’ (…).504

Al asumir como nuevo ministro, el 21 de octubre de 1974, Gómez Morales


anunció “gravemente la inminencia de horas difíciles” y postuló la necesidad de
“flexibilizar la política de precios, comprimir el déficit público, reducir la oferta
monetaria, reajustar la tasa de cambio”. Esto sorprendió a “más de un sector de
la opinión pública” ya que por primera vez se admitía oficialmente lo que hacía

502
En Baschetti (1999: 249).
503
Torre (2004:89-91). La clave en la caída de Gelbard es el cambio de posición de la CGT respecto
del proyecto de ley agraria. El debate había comenzado a mediados de año, cuando el proyecto llega
al Congreso y CARBAP envía al presidente un telegrama en el que denuncia la “grave infiltración
ultra izquierdista existente a nivel de la Secretaria de Agricultura y su equipo”. El 27/9/74 la CGT
había respaldado el proyecto agrario pero el 15/10/74 cambia su posición y declara que “apoyaba
la iniciativa oficial, pero que no avalaba el anteproyecto publicado en la prensa”. La sorpresa fue
general, pero el mensaje quedó claro: la CGT se pronunciaba contra el ministro. Gelbard renuncia
a fines de octubre. La Opinión (22 de junio de 1974) y Torre (2004:89-91).
504
Carlos Alfieri, en La Opinión (1 de agosto de 1974)

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rato advertían los analistas económicos, y la población, “atareada en una cotidiana
e infatigable lucha contra la inflación, apenas si prestaba atención a los sombríos
vaticinios que llenaban la primera página de los diarios.”.505
Sin embargo, los anuncios no se plasmaron en modificaciones significativas
de la orientación económica. Siguiendo la periodización de Di Tella (1983), Gó-
mez Morales representa un giro a la “derecha” compatible con la concesión, ante
las primeras señales de recesión económica, de una ley que garantizaba la estabi-
lidad laboral (ley de contratos), reclamada y obtenida por la CGT.
Se trataría de una mera “salida de transición”, un “tributo” a los “notables
del movimiento” que no tuvo nunca un “explícito apoyo oficial.506 De hecho, la
“demagogia nacionalista” del grupo presidencial fue una de las trabas del intento
de Gómez Morales para atraer capitales extranjeros. El 17 de octubre la presidenta
anunció la anulación de los contratos de las compañías telefónicas ITT y Siemens
y la “argentinización” de los locales de venta de gasolina de Shell y Esso. En
diciembre de 1974 las propuestas de Goméz Morales de aumentar las tarifas de
servicios públicos y de recortar el plan de viviendas de López Rega fueron recha-
zadas.507
Entretanto, la nueva Ley Antisubversiva (Nº 20840, del 27 de septiembre)
establecía penas de hasta cinco años de prisión para los periodistas y directores
de periódicos que publicaran informaciones “consideradas tendentes a ‘alterar o
eliminar el orden constitucional’”. Poco después, una disposición específica pro-
hibía mencionar las organizaciones guerrilleras por su nombre. Desde entonces,
excepto por el Buenos Aires Herald y, en algunos casos La Opinión, “los objetivos
políticos de las operaciones guerrilleras fueron silenciados por la prensa”.508
Las organizaciones armadas no eran las únicas afectadas. La represión estaba
específicamente dirigida a los sectores sindicales y provoca una radical disminu-
ción en los conflictos. De julio a noviembre de 1974 el promedio de conflictos
mensuales descendió de 30 a 22,5 y en marzo llega a 11,6. Las ocupaciones de
fábricas desaparecen a partir de agosto y a fines de 1974 la declinación de la opo-
sición permitió la normalización de las organizaciones y una serie de elecciones y
asambleas ratificaron el control de la estructura sindical por los principales jefes
sindicales.
La disminución del conflicto no pudo, sin embargo, ser festejada. En noviem-
bre y diciembre de 1974 se desató una ola de ausentismo. Gracias a la combinación
de la legislación represiva y de la Ley de Contratos de Trabajo que aseguraba la

505
Torre (2004:103)
506
De Riz (1981:124); Torre (2004:105)
507
Torre (2004:105)
508
Di Tella (1981: 584); Gillespie (1987:234-5)

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estabilidad del empleo y dificultaba los despido, el ausentismo se había convertido
en “un canal alternativo de expresión del descontento.”.509
Para De Riz (1981) este “clima de endurecimiento político y de represión
generalizada de la vida cultural” hacía de la UCR “el principal vocero de las liber-
tades civiles atacadas”.510 Las denuncias de la represión, aunque completamente
estériles, son constantes y cada vez más duras. Respecto de la nueva Ley la UCR
decía

(…) las modificaciones propuestas al Código Penal son absolutamente


ineficaces para el logro del objetivo concreto de poner fin a la subversión
y a la ola de violencia desatada por las organizaciones de izquierda y de-
recha y que por el contrario se crean instrumentos que atacan el derecho
de huelga que consagra la Constitución y se instauran figuras represivas
de claro sentido de represión ideológica (…).511

Sobre la situación universitaria afirmaba que:

(…) Es cierto que la Universidad, sobre todo de Bs. As. cometió excesos
de sectarismos. (…) Pero cuando el sectarismo de algunos se encontraba
en vías de solución en la reacción de alumnos, docentes y no docentes el
gobierno por vía de su Ministro de educación lanzó un grito de guerra,
atacando a todos por igual e incluso negó la investigación técnica y cien-
tífica en manos del Estado. Al mismo tiempo intervino la Universidad
para mantenerla cerrada en manos de redivivos personajes de la antide-
mocracia (…).

509
Torre (2004: 92, 98-99). La excepción fue, nuevamente, Villa Constitución, donde en noviembre
de 1974 fue elegida una conducción integrada por militantes de izquierda. En marzo de 1975 el
gobierno acuso a los dirigentes de Villa Constitución de preparar un complot para paralizar la pro-
ducción de acero. Luego de dos meses de huelga en Villa Constitución, en mayo de 1975, lograron
la liberación de algunos dirigentes y retornaron al trabajo.
510
De Riz (1981:133). Por otra parte, el posicionamiento de la CGT respecto de las medidas represivas
del gobierno no da pie a, como el de la UCR o el MID y las fuerzas políticas menores de la alianza,
a ningún tipo de coincidencia. El 01/10/74. La CGT realiza una huelga general de 15 minutos para
manifestar su “repudio al terrorismo” (Santiago Senén González, El poder Sindical, Editorial Plus
Ultra, Bs. As. 1978, cit en Gillespie 1987:217) y más tarde, la CGT homenajea a las FFAA por su
lucha contra la subversión (La Nación, 13 de noviembre de 1974).
511
La Nación, 27 de septiembre de 1974

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Por último, también se denunciaba la situación gremial: “(…) no es posible
considerar subversivos a quienes simplemente resisten los términos de un Pacto
Social superado por los hechos (…)”.512

La “retirada estratégica”
Las declaraciones posteriores al pasaje a la clandestinidad llegan con bastante
retraso, ya que el primer síntoma de que había habido consecuencias “inesperadas”
es que una organización que siempre había dado enorme importancia a la difusión
de sus actividades carece durante tres meses de una publicación propia. Recién en
diciembre el N° 1 de Evita Montonera reemplaza a La Causa Peronista.
Debe tenerse en cuenta el contraste que implicó el pasaje de revistas como
El Descamisado, que se distribuía legalmente y llegaba a una tirada de más de
100.000 ejemplares, a otra como Evita Montonera, que se distribuía por correo o
a mano, generalmente llegaba con un retraso de 3 o 4 meses y sólo a miembros y
partidarios activos de la organización y que a mediados de 1975 tenía una tirada
que no pasaba de los 12000 ejemplares.513
En ese primer ejemplar, la organización considera necesario dar a conocer
documentos de los meses previos, asumiendo la inexistencia de canales alternati-
vos. De todas formas, las explicaciones del por qué del pasaje no varían demasiado
respecto de lo planteado en la conferencia de septiembre. Así, la revista publica en
diciembre un documento de octubre en el cual la organización declaraba que

Nuestro objetivo no es la violencia. Nuestra violencia es el arma que


usamos en defensa del pueblo frente a la violencia institucionalizada des-
atada por el gobierno. Nuestros objetivos son politicos: la Independencia
económica, la Soberanía política y la Justicia social.514

En otro documento de noviembre decía que luego de a muerte de Perón

Queríamos dejar claro ante el Pueblo Peronista, que hacíamos todo lo po-
sible de nuestra parte para reencauzar el proceso iniciado el 11 de marzo
y el 25 de mayo de 1973.
Hicimos la propuesta a los ministros peronistas que quedaban (Taiana),
a los ministros no comprometidos con los traidores (Robledo, Benítez),

512
La Opinión, 4 de octubre de 1974
513
Se publican en total 8 números en 1975, que tuvieron una tirada total de 69.000 ejemplares. Gille-
spie (1986: 161, 262, 236)
514
“Conferencia de prensa a un mes del paso a la clandestinidad”, Evita Montonera N° 1, diciembre
de 1974, en Baschetti (1999: 256)

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a los partidos políticos del FREJULI, del APR, al Radicalismo, a la con-
ducción de la CGE, Gelbard y Brunello, a los peronistas –políticos y
gremialistas- desplazados por el brujo-vandorismo. La misma Isabel co-
noció esta propuesta.
El intento fracasó, pero nos sirvió para ‘aclarar los tantos’. Isabel se de-
finió por los traidores.

Más tarde, el desplazamiento de Gelbard probó que el “brujo-vandorismo”


“no quiere socios. Quieren todo el poder.”. En síntesis, “Nos retiramos de la super-
estructura del MJ (…) copados por los traidores”.515
Lo más interesante aparece en relación a las definiciones de la nueva etapa.
En este sentido, el análisis argumentaba que, de acuerdo a la “estrategia de Libe-
ración (…) la Guerra Integral”, en una situación en que la relación de fuerzas es
desfavorable para el proyecto de Liberación la situación es “Defensiva”. Esto im-
plica que ante un “enemigo superior” es preciso “retirarse para defender nuestras
fuerzas”.
Los primeros pasos de esta situación serían la “Retirada estratégica” y la “Re-
sistencia”. En esta etapa, además de “identificar el enemigo ante el pueblo”, “evitar
el aislamiento y destrucción de nuestras fierzas” y “hostigar al enemigo”, un obje-
tivo “político-militar” central sería la reconstrucción del Peronismo Auténtico. Por
otra parte, en relación a la “retirada” destacan que es preciso evitar “el desbande”
y “la huida”, definiendo “claramente de dónde nos retiramos, hacia dónde, hasta
que punto y la forma en que lo hacemos.”. El intento por preservar la acción de las
agrupaciones parece ser una de las preocupaciones más importantes:

Nos retiramos del gobierno (…) de la superestructura del Movimiento


Justicialista (…). En las Agrupaciones abandonamos los locales centra-
les. Y en la medida que la situación lo exija, también algunos periféricos.
[Pero] La política de masas es la tarea central de las Agrupaciones. (…)
Esta tarea es de vida o muerte. Porque nos podemos retirar HASTA las
bases organizadas, que nos resguardan y apoyan.

“Las Agrupaciones deben ser ‘los ojos, los oídos, la voz’ de las milicias.”, re-
uniendo toda la información necesaria para el “hostigamiento permanente” al ene-
migo. Además, debían “concentrar” sus esfuerzos en el frente más importante, el
sindical. Si a fines de 1973, cuando “la dictadura hacia agua”, “[n]os extendimos
a todos los frentes y rincones del país”, “en esta situación de Defensiva debemos
concentrar los esfuerzos.”.

515
“Resistencia peronista al avance imperialista”, Evita Montonera N° 1, diciembre de 1974, en Bas-
chetti (1999: 305-324)

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Por último, aparece también con fuerza una segunda preocupación: la visibi-
lidad de la organización. En este sentido, en esta fase las acciones debían ser “lo
más masivas posibles” y los objetivos “cuidadosamente elegidos”, ya que “[t]iene
que aparecer nuestra violencia como una violencia de respuesta, acompasada con
el nivel de conciencia del pueblo, ligada a sus reivindicaciones mas sentidas y con
la mayor propagandización posible”.
Debían desarrollarse la prensa y la propaganda mediante estrategias de di-
fusión alternativas (volantes, boletines zonales, murales, obleas, actos relámpa-
go, etc.) y fundamentalmente el “contacto directo” de los militantes con “la masa
peronista”.516
En la práctica, las acciones armadas están centradas en el “asesinato vindi-
cativo” de personas ligadas a la represión517 y en acciones “masivas”. Después de
la “milicianada” del 22 de agosto, el 16 de septiembre, en el aniversario del golpe
del 55’, Montoneros moviliza en todo el país 1.500 personas en unas cien opera-
ciones: ataques con molotov contra objetivos relacionados con el imperialismo, la
oligarquía y el aparato represivo, reparto de octavillas, ocupaciones de edificios y
manifestaciones relámpago.518 Según Caballero y Larraquy (2000) son atacados 80
objetivos en Capital Federal y Provincia de Bs. As.: bancos, concesionarias, dro-
guerías, clubes de golf, una galería en Alvear y Callao, una boite, destacamentos
policiales, la Escuela y el Museo Naval, y un taller mecánico llamado “Borges”.
Las acciones incluyeron además dos “ejecuciones” (un suboficial y a un médico de
la policía-ya mencionado) y dos víctimas casuales: un peatón y un sereno.519
En tercer lugar, el 19 de septiembre Montoneros realiza una acción cuyas
consecuencias, como veremos, son decisivas: el secuestro de Juan y Jorge Born.
El comunicado decía que

serían ‘juzgados’ por ‘su actuación contra los trabajadores, el pueblo y


los intereses nacionales’, y declaraba que el gobierno había devuelto re-
cientemente a la compañía las mercancías que le había confiscado, aca-
paradas, según se decía, para provocar una subida de precios.

El rescate pedido fue de sesenta millones de dólares, “una fianza para la pues-
ta en libertad de Jorge y Juan Born, y una multa por las irregularidades en el cam-

516
“Resistencia peronista al avance imperialista”, Evita Montonera N° 1, diciembre de 1974, en Bas-
chetti (1999: 305-324)
517
En septiembre un médico acusado de torturas, Alejandro Bartosch; en octubre, Isaac Cork (Jotape-
rra); en noviembre, Villar; en diciembre, Rubén Dominico, “consejero” de Monte Grande acusado
de violar y asesinar a Liliana Ivanoff.
518
Gillespie (1987:222)
519
Caballero y Larraquy (2000:215)

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bio de divisas, suma que será entregada a Montoneros como representantes de los
intereses nacionales”.
Se exigía además la distribución de otros 1.200.000 dólares en mercancías,
“como castigo por acaparamiento y creación de escasez; la aceptación de las de-
mandas de sus trabajadores; y, finalmente, por la supuesta participación en el gol-
pe de 1955, se ordenó a Bunge y Born que colocaran bustos de Eva y Perón en
todas sus fábricas.”.520 Para Gillespie (1987) el secuestro de los Born

fue indudablemente un éxito (…). la compañía (…) no despertó (…) la


menor muestra de simpatía por parte de los argentinos, siendo muy plau-
sibles, en 1975, las acusaciones de acaparamiento (…). Por otra parte, los
Montoneros habían demostrado la fuerza de su organización, de la que
Jorge Born dijo que era ‘tan buena como Bunge y Born’; la violencia em-
pleada se vio compensada por muestras de compasión (se permitió que
el doctor de los Born visitara a Juan, el cual fue liberado poco después
de seis meses por razones de salud); y la teatralidad a lo Robin Hood con
que terminó el episodio ayudó a consolidar la imagen romántica de los
montoneros.521

Un segundo intento de “propaganda armada” fue un fracaso. Siguiendo con


los “regresos al pasado” que habían precedido al pasaje a la clandestinidad, el 10
de octubre, Montoneros roba los restos de Aramburu del cementerio de la Reco-
leta y exigen la repatriación del cadáver de Eva Perón (son “devueltos” el 17 de
octubre), “macabro hecho” que deja a la organización “al borde del descrédito” y
que “los observadores en su mayoría calificaron (…) como trivial o repulsivo”.522
Evidentemente, los “ojos y oídos” estaban fallando.

Las consecuencias imprevistas de la clandestinidad


Respecto del impacto del pasaje a la clandestinidad en la inserción alcanzada
previamente por Montoneros en diversos ámbitos cabe destacar que los diversos
testimonios parecen coincidir en que no hay rechazo por parte de las “bases” con
las que tienen contacto los militantes ni se produce un inmediato repliegue.
Puede identificarse en cambio la aparición de una serie de consecuencias
imprevistas que progresivamente debilitan los vínculos entre los “cuadros” de la
organización y sus ámbitos de inserción. Desde su origen, el eje de la acción de la

520
Bs As Herald, 20/9/74, en Gillespie (1987: 223-224)
521
Gillespie (1986:225)
522
Gillespie (1987:227)

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JPR habían sido los barrios y en este sentido hay una fuerte continuidad a lo largo
de toda su trayectoria. A pesar de la creación de nuevos “frentes” en 1973, en es-
pecial el villero y la JTP, estos se asientan en muchos casos en el trabajo territorial
que experimenta una fuerte expansión.523
Un trabajo sobre la JP platense identifica los diferentes protagonistas de esta
expansión. Ante todo, los contingentes juveniles, “con algún tipo de vínculo orgá-
nico con la JP y agrupaciones afines, que desde el barrio y las UB se incorporaron
a Montoneros”. Podríamos agregar y viceversa. La figura clave era el “referente
barrial” que impulsaba la apertura de la UB y se identificaba públicamente con
el apoyo a Montoneros a partir de la elección del nombre de algún “mártir” de la
organización.
Luego estaban los “allegados”, generalmente grupos familiares, que se in-
corporan activamente a la estrategia de movilización de la JP/M, primero durante
la vuelta de Perón y las elecciones de marzo del ‘73 y posteriormente durante el
gobierno de Bidegain con el amplio programa reivindicativo. Sin embargo, su par-
ticipación es ocasional y permanecen ajenos a la estructura clandestina de Mon-
toneros.524
Mercedes Depino permite analizar la similitud con el trabajo territorial en
zona oeste de las FAR. Ella comienza a militar en las FAR después del triunfo
electoral y se incorpora a una UBR en la que había militantes del frente sindical y
del frente territorial. Junto a otro militante se le encarga “abrir” un barrio a partir
del contacto con un referente. La “punta” que tenía la “orga” era la Yoli, medio
curandera, conocida y respectada en el barrio. Se presentaban como de la JP y la
recepción favorable era inmediata: “ah, los muchachos que trajeron a Perón”. Se
quedaba charlando y tomando mate. Hablaban de los problemas del barrio, un des-
agüe, la luz, la necesidad de una guardería, y a veces, de política. Al tiempo em-
pezaron a hacer reuniones en la casa de la Yoli. Iban al barrio casi todos los días.
Organizaban reuniones, actividades comunitarias, movilizaciones o festejos.525
Al igual que Robles (2009b) destaca los diferentes tipos de participación:

523
Como se verá esto es particularmente cierto fuera de la zona metropolitana, donde hay fuertes
indicios de una menor “especialización”, siendo generalmente los mismos militantes los que pro-
tagonizan las iniciativas en los diferentes ámbitos de inserción. Rodríguez (1999:72-73) destaca
que en Misiones “el grupo de jóvenes radicalizados era pequeño y los límites entre las distintas
organizaciones estaban lejos de ser claros. Un mismo militante bien podía estar realizando activi-
dades en los barrios en nombre de la JP o bien en el colegio como miembro de la UES. Es el caso de
Juan Figueredo, principal referente local, que desde diciembre se convierte en activo impulsor de
la JTP, que logra influencia en algunos gremios pequeños (madera, panaderos, mosaístas, FATRE,
domésticas entre otros) pero no la conducción.
524
Robles (2009b)
525
Anguita y Caparrós (1997: 64-66, 106-109, 269-274)

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(…) hay una cuestión más difusa entre los de agrupación, adherentes,
después se arma una cosa así muy difusa, no? la verdad que hay una cons-
trucción en red, a mi me causa gracia que ahora esta de moda, nada mas
que eran redes políticas.” “(…) en ese momento era una cosa mucho mas
abierta porque justo era el momento mas político, entonces había muchos
actos masivos, había una situación de compartimentación en términos
de nombres y demás pero no de estructura, porque… era el momento de
masas, y en muchos casos la mayoría de los compañeros de los barrios,
responsables de UB y demás, no, no se podían compartimentar porque
era su propio barrio, a veces la UB estaba en sus propias casas.526

Con la clandestinidad, el cierre del “local” o la “UB”, eje del trabajo barrial,
supone una creciente dificultar para sostener los contactos y, a la vez, hacen recaer
el peso (es decir, los riesgos asociados a la militancia) en aquellos simpatizantes
más cercanos. Al menos hasta mediados de 1975, las casas y los espacios barriales
habrían sido claves para preservar objetos, personas y actividades. Los “allega-
dos” adquirieron en esta etapa un papel decisivo, que en general las “reflexiones
autocríticas posteriores a los hechos”, atribuyen al “afecto, la confianza y el cono-
cimiento directo”. A la vez, un rasgo que caracterizaba al “colaborador o allegado”
era el rechazo a dejar el trabajo y la casa propia. Según Osvaldo,

Vinieron y me dijeron que me vaya ¿y adónde iba ir?, con los bolsi-
llos vacíos…La responsable me dijo, le digo no yo no me voy, que me
maten…pero no me voy de acá; me quedo en mi casa… (Además) yo
trabajaba en la municipalidad, firmaba la entrada y la salida, pero nadie
sospechaba que yo estaba adentro.527

Es decir, no sólo hay una mayor exposición a raíz de la militancia pública


previa, sino también por el rechazo o la imposibilidad de adoptar el modo de vida
“clandestino” de los miembros de la organización.
Dos testimonios corroboran esta percepción de persistencia del apoyo en los
ámbitos en inserción logrados hasta entonces por la organización, así como el
malestar que genera la desprotección de esos militantes en la nueva situación de
clandestinidad de la organización. El primero es el de Mercedes, que pasa a ser
responsable de la UES de General Sarmiento en la segunda mitad de 1974 y des-
taca que

526
Entrevista de la autora (2008)
527
Robles (2009b)

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Yo insisto, o creo que hay parte importante de la ruptura que se da en tér-
minos de apoyo y legitimidad que tiene que ver con la acción de la Triple
A, mas que con los debates políticos con Perón, el terror que genera la
Triple A, es lo primero que genera el repliegue y la desmovilización.

Recuerda además que con el pasaje a la clandestinidad “Muchos compañeros


que habían sido activos militantes, incorporados o no a la organización, cuando
viene la época de la represión son los primeros que quedan… expuestos”.528 Esto
coincide con el relato de Sonia, que llega desde la JUP a la militancia barrial en la
segunda mitad de 1974:

ya no estuve tanto con las armas, esteh, ya era otro el laburo, mucho más
grato, mucho más, sintiéndose que uno laburaba, que, que, digamos, que
sé yo, una vez por ejemplo yo me acuerdo que hubo una razzia y yo, a mi
me protegieron la gente de la, de la villa, la gente del barrio, la, eh... yo
podría haber vivido ahí por ejemplo.
En los barrios no te preguntaban si vos eran peronista, si no eras pero-
nista, de hecho caía de maduro, te llamaban los muchachos, éramos los
muchachos para todo el mundo, pero el laburo pasaba por otro lado, (…)
por pelear por que tuvieran alcantarilla, por pelear que tuvieran el gas,
que tuvieran escuela, que se yo, (…) con los muchachos que se laburó, ya
más directamente, más, esteh, prácticamente incluidos, incluyéndolos en
la organización periféricamente, era con la gente de Villa Dominico, (…)
y de hecho hoy casi todos son desaparecidos, eso es terrible.529

El cambio también afecta profundamente el trabajo en los sindicatos. Según


Torre (2004)

(…) [l]as relaciones entre la movilización obrera y los núcleos políti-


cos de izquierda durante 1973 y mediados de 1974 descansaron, bási-
camente, sobre dos planos principales. En primer lugar, los grupos de
izquierda contribuyeron a llamar la atención de la opinión pública sobre
las demandas obreras a través de una intensa agitación propagandística.
En segundo lugar, proveyeron a muchos de los nuevos líderes de base
una identificación política más amplia y bajo su inspiración comenzaron
a proliferar nuevas agrupaciones sindicales en las empresas. El hecho
importante a destacar es que tales relaciones no tuvieron efectos sobre la

528
Entrevista de la autora (2008).
529
Entrevista de la autora (2004).

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dinámica interna de los conflictos. En otras palabras, durante este perío-
do, los trabajadores, a través de la asamblea general de empresa, tuvieron
en sus manos el control de los conflictos. Ello no sería así más tarde,
cuando después de la muerte de Perón en julio de 1974 recrudezca la
violencia, y los grupos armados comiencen a intervenir dentro de los
conflictos laborales.530

Corroborando esta interpretación general, una investigación sobre Astarsa


encuentra que la identificación con la JTP respondió, por una parte, a que “el go-
bierno peronista en el poder (…) tenía fuertes vínculos con la izquierda peronista”
y, por otra, a que sus dos referentes más importantes, el Tano y el Chango, tenían
contactos con Montoneros que deciden utilizar adscribiéndose a la JTP para “dar
una gran visibilidad pública” al conflicto.531 También coincide con ella testimonio
de Costa, responsable JTP Capital:

tenía que respaldar los movimientos de las agrupaciones JTP: cuando


estaban por lanzar un conflicto en un fábrica, taller o servicio él iba, se
reunía con los militantes de la agrupación y les ofrecía todo el apoyo que
la estructura podía darles: dinero para las ollas populares, imprentas para
hacer los volantes, abogados laboralistas, la presencia de un diputado de
la JP, la cobertura de El Descamisado y de los periodistas cercanos de los
diarios grandes.532

De todas formas, el papel es más bien externo. En Astarsa, el Chango


opinaba que

los responsables, tanto de la UBR como de la JTP no tenían ni puñetera


idea de los que era el trabajo o el mundo sindical (…). Como militante
orgánico tenia que hacer la venia, pero como responsable de la agrupa-
ción promovía y formulaba hechos políticos y organizativos que ellos no
entendían, pero que hasta el momento habían sido exitosos.533

De manera sitial, otro militante, Jaimito afirma que

la experiencia de la JTP en el campo gremial es muy pobre. Eso es la ver-


dad. Si me decís a nivel barrial, a nivel villa o a nivel universitario, ahí si.

530
Torre (2004:74)
531
Lorenz (2007: 86-87, 202)
532
Anguita y Caparrós (1997: 207)
533
Lorenz (2007: 112, 202)

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A nivel gremial la JTP nace como sello. Yo creo que uno de los primeros
trabajos importantes, no es por decir, es el de los astilleros. Porque no
tenían un buen trabajo gremial y tampoco tenían experiencia. Entonces,
claro, hay otra gente, como los navales, que van creciendo, que hacen un
trabajo gremial importante y como el contexto político da para eso, no es
necesario una marca férrea alrededor de los navales.534

La clandestinidad, en el caso de la militancia sindical, supuso el fin de su


principal función: dar visibilidad a los conflictos. Costa destaca que si bien le ha-
bían dado un radiomensaje para que pudiera asistir a cualquier reunión de la JTP,
“ahora sólo tenía para ofrecer e respaldo político-militar de Montoneros y algún
abogado laboralista”.535 A la vez, la investigación de Lorenz (2007) analiza los
múltiples problemas generados por el traspaso de militantes del frente sindical al
militar, pero sin abandonar el primero. El primero, de seguridad: “Los militantes
eran figuras muy conocidas: todos sabían dónde vivían y dónde trabajaban; se habían
constituido como referentes en una espacio de trabajo y en una zona, y clandestinizar-
los era poco menos que imposible.”.
A la vez, el encuadramiento militar “los alejaba de la negociación cotidiana,
del ‘pulso’ de la fábrica”. Según un militante de la agrupación en Mestrina, duran-
te el transcurso de un conflicto los referentes de la agrupación habían estado au-
sentes. Cuando llegan, en una asamblea “no supieron que decir porque no sabían
como venía la mano”. Además, “el problema era ese evidentemente. Ya no querían
saber mucho con el Astillero.”536
En el caso de la JUP el panorama también es complejo. Por una parte, un
entrevistado por Sadi (2004) recuerda que “cuando se anunció en el hall de la fa-
cultad el pasaje a la clandestinidad de la organización, recuerda a ‘todo el mundo
saltando de alegría’.”.537 Por otra, de parte de las conducciones hubo un intento

534
Lorenz (2007: 200)
535
Anguita y Caparrós (1997: 183).
536
Lorenz (2007: 211). Un claro ejemplo es lo ocurrido el 4 de diciembre de 1974, cuando Montoneros
secuestra durante un conflicto al dueño del astillero. Al día siguiente este reconoció a sus secues-
tradores entre los miembros de la Agrupación presentes en la puerta del astillero: Mastinú, Rezeck
y Echeverría utilizaban en esos días el mismo auto que habían utilizado para secuestrarlo. Lorenz
(2007) agrega que contribuía a esta situación “una cuestión de código barrial, de ostentación, en
algunos de ellos, que a la vez traía dificultades para la actividad sindical y era de nulo respeto hacia
cuestiones básicas de la clandestinidad.”. Carlito recuerda, por ejemplo, que algunos militantes apa-
recían con autos nuevos, o haber escuchado comentarios como “El pelotudo cuando lo apretamos
se asustó y me gustó el sacón que tenía y me lo hice”. “Esa impunidad hizo que los muchachos no
se dieran cuenta que se estaban exponiendo demasiado.”. (Lorenz, 2007: 212-214)
537
De manera similar, Alfredo Antanucci, de la UES de Zona Oeste, recuerda que “se realiza una
asamblea de unas doscientos personas en la que “todos votamos por clandestinizarnos”. Señala que,

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de preservar la propia legalidad. Al día siguiente del anuncio, Talento habría dado
una conferencia de prensa “para decir que la JUP reconocía el liderazgo de la
organización Montoneros pero no había pasado a la clandestinidad y se mantenía
firme en su actividad política (…).”.538 El intento, sin embargo, estaba destinado
al fracaso y la decisión de pasar a la clandestinidad representó el fin de la prin-
cipal línea de acción: el “frentismo”. No sólo lleva a la pérdida de la alianza con
los sectores balbinistas, sino también de los grupos más radicalizados que habían
integrado las JPA.

(…), los núcleos juveniles que hasta ahora acompañaban solidariamente


al ala izquierda del peronismo [en las JPA] enfrentan ahora un problema
que hace directamente al método de lucha por sus objetivos: la legali-
dad. Resulta de ello que si la JP acata la tesis montonera de enfrentar al
gobierno incluso con las armas, la Juventud Radical no parece estar dis-
puesta a poner el pecho de su propia legalidad al frente del nucleamiento,
con riesgo de perderla. Y el comunismo, por razones ideológicas y de
praxis política, difícilmente integre un frente con el peronismo (…).539

Alfonsín habría afirmado “Los Montoneros eligieron un rumbo suicida y la


furia represiva se va a descargar sobre todos los sectores honestos y democráticos.
Nosotros tenemos que prevenir a la juventud y a toda la ciudadanía que ese no
es el camino.”.540 Es significativo que esta incompatibilidad no parece haber sido
prevista. Añon y Gullo intentaron, luego del regreso a la clandestinidad, sostener
la alianza con la JPA, impulsando una declaración conjunta contra la Triple A y la
amenaza de golpe. Como era esperable, Stubrin responde que

Las juventudes políticas se desnaturalizaron por el hegemonismo de una


única fuerza política y ustedes quieren que firmemos un documento con-

en realidad, tenían fuertes conflictos con la organización, ya que eran “rockeros” y no se “encuadra-
ban”. Sin embargo, con la intensificación de la represión después de la muerte de Perón, “volvemos
a tomar contacto con Montoneros. La única relación con algo armado que te podía dar seguridad
eran ellos.”.
538
Testimonio de Vitali en Anguita y Caparrós (1997: 100)
539
Eduardo J. Paredes, La Opinión, 12 de septiembre de 1974. Gillespie (1987), destaca que “Mario
Kestelboim fue solamente la figura más prominente que se disociaría en aquel momento [pasaje a
la clandestinidad] de la Tendencia Revolucionaria. Lo hizo dimitiendo de su cargo de decano de
la Facultad de Derecho de la UBA en vez de confiar en la JUP, y por ende en Montoneros, para el
apoyo necesario contra la ofensiva universitaria derechista.” (Gillespie, 1987:218-219)
540
Anguita y Caparrós (1997: 105)

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tra el gobierno. Bueno, entonces repudiemos también la violencia y el
terrorismo que hacen el juego a la derecha.541

La clandestinidad también provocó un distanciamiento similar al ocurrido en


el frente territorial. Retrospectivamente, una militante destaca que

Una vez pasados a la clandestinidad, no daba para mantener un frente


de base ‘abierto al público’. Nos cerraron el Centro de Estudiantes, de
manera que para empezar perdimos el espacio físico, de asentamiento y
representativo.

Otras dos entrevistadas, aunque “no recordaron una reacción general”, “con-
sideraron el pase a la clandestinidad altamente negativo (‘teníamos que disfrazar-
nos para seguir militando políticamente’)”.542
En el caso del Bloque de Prensa la decisión habría sido abiertamente discuti-
da por un grupo que cuestionaba

el avance de una mentalidad foquista a ultranza, el pasaje casi inconsulto


a la resistencia clandestina, la ausencia de una estrategia de resguardo de
las propias fuerzas que no fuera negociaciones truncas de superestructu-
ra con el sindicalismo, la suplantación de una política de masas con el
proyecto de milicias populares casi en operativos de guerrilla urbana, el
arma reemplazando el razonamiento político en tiempos de retroceso, la
concepción de guerra como idea rectora.

Al igual que con las disidencias previas la respuesta fue tajante. Según el nue-
vo responsable “las críticas ya sobrepasan cualquier parámetro y que empiezan a
constituir un peligro para la unidad política e ideológica de nuestra organización.”
y que, por ende, se les haría un “juicio político”. Poco después les informaron que
habían sido expulsados y condenados a muerte. Es significativo que los “conde-
nados”, aunque la decisión “los impresionó”, asumieran que se trataba de “una
declaración casi formal, que sus ex compañeros no intentarían cumplir”.543 Como
se verá, no faltaba demasiado para que eso cambiara.
También hay indicios de tensiones y conflictos en ámbitos más pequeños,
donde la clandestinidad se plantea de manera diferente. En el caso de Luján la de-
cisión revitalizó las tensiones entre los militantes y los responsables regionales que
visitaban Luján. Si hasta entonces las actividades vinculadas a las acciones milita-

541
Anguita y Caparrós (1997: 106)
542
Sadi (2004: 70, 81)
543
Anguita y Caparrós (1997: 103, 161, 166).

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res habían sido secundarias, con la clandestinidad se habría impulsado una “mayor
formación militar, la compartimentación y disciplina”. En la práctica esto “tenía
como contrapartida un menor desarrollo de las tareas políticas, tareas que hasta el
momento habían constituido la base del trabajo de la JPR 8.”. Y para los militantes
“La sola posibilidad de perder contacto y dejar de trabajar en esos barrios que los
habían acogido no se concebía como algo que podía implementarse”.
La respuesta habría sido desobedecer “a veces ciertas órdenes debido a que
se consideraba que no era conveniente su implementación para el trabajo barrial”
y seguir con las tareas políticas. Para Quino

las diferencias no eran en cuanto a la estrategia de guerra popular prolon-


gada, ni a la concepción de las operaciones militares que se realizaban en
otros distritos como instancia superior de la lucha… Todos coincidíamos
en que la cosa era político-militar y no una sin la otra ya que el enemigo
también era político-militar… Pero lo militar se debe subordinar a lo
político. Eso fue lo que hicieron en el aramburazo…. 544

Al igual que en los otros casos mencionados, el planteo de críticas era sinóni-
mo de expulsión o degradación.545
En Misiones, además de la crítica al énfasis en lo militar, aparece la impo-
sibilidad de la clandestinidad en ámbitos en los cuales todos individualizan a los
militantes:

Nos pasamos a la clandestinidad porque cerramos los locales, pero ahí


va Mario, Mario es de la UES, era Montonero la gente me conocía, Juan
Figueredo lo mismo, todos éramos ciudadanos civiles, lo que pasamos
a la clandestinidad era nuestro funcionamiento, ya no funcionábamos
en nuestros locales, sino que funcionábamos en la infraestructura que
conseguíamos con los aliados de la Orga, en mi casa, en la casa de otro
compañero, en el barrio, la gente no nos dio pelota nuestro paso a la
clandestinidad, ¿ché, cerraron el local? Y ¿por qué cerraron el local?, así,
nos decían.546

En una clave similar, Sanz recuerda que en Mendoza en la conferencia de


prensa en la que anuncian el pasaje a la clandestinidad los periodistas les decían

544
Luna y otros (2007:100-102)
545
Gustavo relata su entrevista con un responsable al que “planteó la necesidad de seguir desarrollan-
do el trabajo territorial en lugar de incrementar el aparato militar de la Organización. El resultado,
fue su degradación a militante raso.”. Luna y otros (2007:100-102)
546
Rodríguez (1999: 79)

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“Muchachos, en vez de hacerlo así, a cara descubierta, ¿porqué no nos dan un co-
municado, y así no ponemos sus nombres? Van a quedar totalmente escrachados.”.
Martínez Agüero, responsable Montoneros regional, responde “No, esta es una
decisión tomada por la organización en su conjunto, y no tenemos problemas en
hacernos cargo.”. Cuando Sanz le recrimina la decisión, pidiéndole recursos para
clandestinizarse, le responde “ya vamos a solucionarlo. Por ahora es una decisión
que se ha tomado hace poco, que tomó la conducción y había que implementarla
todos al mismo tiempo, simultáneo. Ahora vamos a solucionar los detalles.”.547
Regresando a Misiones, al igual que en Luján, la actividad específicamente
militar secundaria hasta entonces adquiere mayor importancia y comienzan a reci-
bir instrucción militar: “íbamos a un campo (…) y practicábamos con armas (…)
ver cómo era una granada, cómo se abre una granada, cómo se hacía la granada…
y cómo se hace la planificación de una operación (…).”. Las críticas parecen haber
sido importantes y la posición del referente local, Figueredo, determinante en la
decisión de acatar la nueva línea:

Estábamos en la indecisión y ahí esta claro, entonces ahí estaba la habi-


lidad de, por ejemplo, el Negro Figueredo de querer justificar y el igual-
mente si aceptaba, él estaba convencido que esa era la vía. Y bueno,
entonces uno va influenciando y va dando esa idea (…). Por supuesto
un montón íbamos a desertar, muchos no íbamos a querer saber nada,
me incluyo a lo mejor, no sé, pero no estábamos todavía en esa, es decir
bueno, ahora pasamos a ser activos guerrilleros.

También aquí aparecen las sanciones como respuesta al planteo de diferen-


cias. Así, una entrevistada recuerda que comenzaron a utilizarse las sanciones con-
tra quiénes planteaban su desacuerdo: “cuando le plantean a Luis esto de monto-
nerizarse… y plantea que él no estaba de acuerdo, y los compañeros le dicen que
en realidad su postura es de pequeño burguesa… [y] lo sancionan, por desacato lo
sancionan (…).”.548
A pesar del malestar y las críticas, al igual que en el periodo previo, no hay
posturas unánimes respecto del acierto o no del pasaje a la clandestinidad y por
ende tampoco hay planteos de líneas alternativas que cuestionen a la seguida. Las
disidencias y cuestionamientos, además de ser duramente reprimidas, son minori-

547
Anguita y Caparrós (1997: 95). Sadi (2004: 97) destaca también que, incluso en la JUP, el proceso
en las ciudades pequeñas es muy diferente: en La Plata “por ser una ciudad pequeña donde todos se
conocían y la militancia en los frentes de masas quedó más expuesta que en otras con mayor den-
sidad de población.” Esto resultó en “una temprana desarticulación de los frentes universitarios” y
el “reflujo de militantes hacia la Capital Federal”.
548
Rodríguez (1999: 79, 80)

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tarias o directamente individuales, acompañadas de actitudes que prefieren apostar
a futuras rectificaciones antes que al abandono de la organización. Para muchos
pesaba la falta de alternativas. Así, Jauretche destaca que los “viejos” dirigentes
que rechazan incorporarse a Montoneros quedan

en la tierra de nadie, porque frente a nosotros quienes había? La burocra-


cia sindical. (…) [L]os que no entran se quedan en la tierra de nadie, o se
van de la política, como Rearte que prácticamente desaparece de la políti-
ca ... (…) bueno, se muere. Como buena parte de la gente de las FAP.549

Por otra parte, a la falta de alternativas se suma el recuerdo de los aciertos de


una organización que, como dijimos, había llevado a la IP a su máximo nivel de
desarrollo. También Jauretche relata sus discusiones con su responsable, un

viejo cuadro (…) Miguel Angel Zabala Rodríguez. Que había aceptado
acríticamente el mando. Y entonces las discusiones que teníamos eran
de a peso. Decía ‘Pero vos que sos un viejo cuadro porque vas a hacer
esto que estas diciendo que es un error’. ‘Porque me lo mandan hacer’.
‘Y pero no seas boludo, como vas a hacer lo que no, lo que vos crees que
esta mal’. ‘Es la estrategia de la organización. Aceptemos la estrategia de
la organización. Ha venido acertando?’. ‘Si, ha venido acertando’. Acep-
temos, los que estamos equivocados somos nosotros dos, no ellos’. ‘Pero
son unos pendejos de 20 años, donde nos van a conducir a nosotros que
tenemos 35?’. Y tenemos 15 años de experiencia de resistencia? Ellos
mandan, sino pelea adentro y llega vos a la conducción. Y si no te gusta
andate afuera. Afuera es el desierto. Con quien te vas con López Rega?
Alternativas no hay. O te quedas adentro y te subordinas, te dejas de
hinchar las pelotas, y no discutís y obedeces (risas) o te vas a la tierra de
nadie, si querés seguir haciendo política. Y si no te retiras de la política,
pero alternativas no había.550

El testimonio de Yuyo plantea desde la perspectiva de un militante sin la


trayectoria de los mencionados por Jauretche el peso del prestigio de la organi-
zación:

Yo creo que siempre fue igual lo que pasa es que yo no lo notaba (…)
me acuerdo cuando yo estaba en Oeste (…) los documentos de la Con-
ducción (…)uno no los discutía, sino que uno decía no comprendo tal

549
Entrevista de la autora (2003)
550
Entrevista de la autora (2003)

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cosa, no comprendo tal otra, era como la Biblia, era la verdad revelada,
uno podía entender o no entender, pero no podía criticar, no se te ocurría
criticar, no se te ocurría, no hay algo que podía estar mal, uno tenía que
aprender porque eso estaba bien. Me acuerdo que siempre el párrafo, la
forma de empezar era no entiendo tal cosa.

En el mismo sentido van los argumentos con que Caride, luego de ser libera-
do en abril, explica a sus compañeros de las FAP 17/10 su decisión de incorporarse
a Montoneros:

Acá hay un proyecto hegemónico, que los que lo llevan adelante son los
Montoneros. nosotros perdimos el tranvía, no fuimos capaces de construir
la alternativa, nos quedamos al costado de la historia y nos están matando
de a uno, de a dos, nos meten en cana, la gente se nos va. ¿Qué opción nos
queda, fuera de incorporarnos a esa organización hegemónica?.

Ante las críticas de sus compañeros, Caride responde: “Yo estoy de acuerdo
con muchas de esas críticas, pero ellos son los únicos que están llevando adelante las
cosas, con errores pero tienen la plata, los medios, la gente, la organización (…)”.
En privado habría agregado: “de adentro podemos cambiar algo. Si nos incor-
poramos podemos cambiar el rumbo, pero de afuera no.”.551
Cuando después de ser “despromocionado” Mario vuelve a Derecho a fin de
1974 y se reencuentra con sus compañeros de 1973, encuentra un panorama simi-
lar. Recuerda que ellos “tenían confianza que esas cosas eran superables… (…)
creían que la misma acción revolucionaria iba a… tenían la mística, yo (…) cuan-
do me des-promocionan yo pierdo la mística”. De todas formas, más adelante afir-
ma que el también creía que “el proyecto era recuperable, no? (…) por eso es que
estaba, sino, me hubiera ido a mi casa (…) un tiempo antes, y organizar mi vida
de otra manera.”. Aunque aclara que era recuperable “pero no (…) por la línea fir-
menichista sino por la gente y otros dirigentes.”.552  Algo similar ocurre en el caso

551
Anguita y Caparrós (1997: 472-474)
552
Entrevista de la autora. Poco después de la ya mencionada disidencia en la JP es citado por “el
responsable de todo Norte Capital (…) [que] me plantea que había pasado, que sabia yo. Entonces
yo le (…) manifesté que con el contenido estaba de acuerdo pero no creí que era la metodología
que tenía que hacerse de otra manera”. Si bien “me felicitan por no haber firmado el documento,
(…) no están de acuerdo en que yo… me solidarice con esa crítica, y me des-promocionan (…)
… me dicen que no hay con-sustanciación con la línea política de la organización, que voy a tener
que estar en un nivel que se llamaba pre-UBRE, o sea, entre la base y la organización, como para
volver a compenetrarme, no? Lo que querían era sacarme, eh... manija política y poner gente más
confiable…”. Respecto del regreso a Derecho, Mario aclara que “me mandan a trabajar a la base,
pero… yo no fui donde ellos me mandaron, me vuelvo a la universidad”, “no milite orgánicamente,

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del Bloque de Prensa, donde no todos los críticos rompen con la organización.553
Wash, Carlos Aznarez y otros, si bien “no veían con buenos ojos la militarización
de los frentes de masas, (…) creían que se debía permanecer en la organización,
apostando a un futuro cambio de rumbo.”. De todas formas, también hubo otro
tipo de respuesta: la desmovilización. Luis Bruschtein recuerda que

no hubo tantas críticas en el primer momento. La respuesta de la gente,


bastante lógica y normal, fue más o menos así: ‘Me parece bárbaro, mu-
chachos, hay que salir a responder, pero yo tengo familia, tengo un traba-
jo legal, no puedo pasar a la clandestinidad’. (…) no fue tanto una catara-
ta de críticas, sino simplemente un repliegue masivo y lógico (…).554

Además, a medida que crece la represión la organización representaba (al


menos en teoría) la posibilidad o esperanza de protección. Para Jauretche,

el tema es este, si vos no estabas en Montoneros ¿Dónde estabas? Esto


es, hay que tener en cuenta siempre lo contingente que es la política, no
era una elección estar en Montoneros, era una imposibilidad de estar en
otro lado, porque además ya eras montonero, aunque no quieras, por mas
que te cambiaras la cara, te disfrazaras de mono, que se yo, cuando dije-
ras tu nombre, todo el mundo te iba a identificar. Y estabas en la tierra de
nadie, eras una boleta que caminaba. O te protegías dentro del aparato y
militabas en una estructura que te permitía tener cierto (…) orden, cierta
disciplina (…) cierta seguridad, o te quedabas en la tierra de nadie y eras
una boleta que caminaba.555

Enfatizando además los aspectos más emocionales vinculados a la pertenen-


cia, José, recuerda que después del pasaje a la clandestinidad su razonamiento era
“Si, vos te ibas ¿y qué? ¿a dónde te ibas? (…) Te la tenías que jugar solo, irte a
algún lado afuera del país, a un pueblo, a lo de algún pariente (…), irte a hacer algo
en otro lado ¿dónde?...”. También Florencia apunta en este sentido: “Yo ahí medio
que me quebré no dejé porque no tenía lugar, no sabía cual iba a ser el proyecto de

fue algo un poco… mantuve una instancia de discusión (…) con mis compañeros de la JUP, los
compañeros de la Orga que estaban conduciendo la JUP”, “participando de las acciones de masas,
de la militancia cotidiana y discutiendo política”.
553
En una nota referida a la muerte de Urondo, Walsh estima los integrantes del bloque, ya en 1976,
en 70. En Baschetti (2001:121).
554
Jozami (2006: 270, 277). Volveremos sobre este argumento.
555
Entrevista de la autora (2003)

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vida si dejaba (…). Afectivamente estaba muy enganchada con todos y se creaba
un vacío…”.556
Jaimito, sobre los conflictos en Astarsa, en 1975 agrega otra perspectiva, más
cercana a la relata por Jauretche, en relación a la posición de Zabala Rodríguez:

Ahí la cosa se miraba como si se estuviera haciendo la revolución y por


eso lo disciplinario, lo organizativo. Se hacía como si ya estuviéramos
ahí nomás. Como que estuviéramos preparando la toma del poder. Enton-
ces era necesario acostumbrarse a la disciplina, al acatamiento, a la forma
organizativa más severa, más rígida ¿no es cierto? Era, por otra parte, di-
fícil rebelarse… yo no coincidía con muchas cosas… con muchísimas…
incluso formas que se daban ante determinados conflictos y esos sapos te
los tenías que comer… pero era difícil decir, bueno… no, en ésta no me
prendo… era como ser menos… Y por otro lado uno había contribuido,
participado: largar esto no era fácil… Uno había puesto muchas cosas
ahí… era como renunciar… Y si no era la JTP ¿qué había? No, no había
otra cosa….557

3. La “ofensiva táctica” (primera mitad de 1975)

Crisis del gobierno


Regresando a la escena política pública, existían desde el inicio algunos indi-
cios de la debilidad de la alianza entre el gobierno y la CGT. Luego de la muerte de
Perón los sindicatos habían sido excluidos de la organización de los funerales de
Perón. En noviembre de 1974, fueron nuevamente excluidos de la operación mon-
tada con gran publicidad para la repatriación de los restos de Eva. Inicialmente,
la reacción de los jefes sindicales fue “multiplicar las señales de adhesión”, pero
la “voluntad de entendimiento fue cada vez menos correspondida”.558 Así, según
La Opinión,

(…) Para el movimiento sindical, el operativo de repatriación de los res-


tos de Eva Perón marca (…), el inicio de una ofensiva destinada a con-
cretar mayor gravitación en el plano de las decisiones oficiales, lo que
para los observadores significa, paralelamente, un resquebrajamiento en
las relaciones con el ministro de Bienestar Social (…). La situación -que

556
Luna y otros (2007:102-103)
557
Lorenz (2007: 207-208)
558
Torre (2004:101)

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hace ahora crisis- viene prolongándose prácticamente desde el deceso
del ex presidente Perón, quien mantenía con la CGT y las 62 un contacto
fluido. (…) A partir de la asunción de la señora de Perón, las relaciones
fueron canalizadas a través del ministro Otero, tornándose menos estre-
cha. (…).559

Con estos antecedentes a fin de año se producen las primeras señales de con-
flicto, plasmadas en las demandas de la CGT de mayor participación y de aumen-
tos salariales. Para enero de 1975, Lorenzo Miguel reclama públicamente mayor
participación del movimiento sindical en las decisiones estatales. En febrero, una
asamblea general de sindicatos concluía sus deliberaciones con una crítica a la
Secretaría de Comercio y un pedido de aumento salarial de emergencia.560
El gobierno responde con el anuncio de un aumento salarial de emergencia561
y la convocatoria a empresarios y sindicatos para que, desde marzo, discutieran
salarios y condiciones de trabajo con el objetivo de lograr un nuevo acuerdo que
regiría desde junio.
Los líderes sindicales, a su vez, solicitan una entrevista con el gobierno y ante
la falta de respuesta, el 21 de marzo las 62 organizaciones publicaron una declara-
ción en la que “luego de reiterar su fidelidad a Isabel Perón, acusaron vagamente
a algunos funcionarios de obstaculizar el diálogo con el movimiento sindical y
reclamaron una mayor participación en las decisiones del gobierno.”.562
En marzo, el gobierno seguía sin fijar los parámetros dentro de los cuales la
renegociación de salarios sería aceptada. Cuando a esto se suma una devaluación,
las demandas salariales se precipitaron, “dando la impresión de que el pacto social
había tocado a su fin.”. Para Di Tella (1983), recién entonces “[e]l ala derecha es-
timó entonces que había llegado de una vez por todas, el momento de llevar hasta
sus últimas consecuencias el programa económico original (…).”.563
Los preparativos comienzan con nombramientos en lugares considerados
claves para asegurarse el poder. En abril de 1975 el grupo presidencial fuerza la
renuncia del presidente del Senado José Antonio Allende por no ser peronista (era
demócrata cristiano), asegurando a Lastiri (presidente de la Cámara de Diputados)

559
La Opinión, 17 de noviembre de 1974
560
La Opinión, 8/1/75; De Riz (1981:122) y Torre (2004:104)
561
Como señala Torre (2004:104), para este momento, “[l]a rapidez con la que los incrementos sa-
lariales eran consumidos por la espiral inflacionaria hacía que cada reajuste durara menos que el
anterior.” El primero, de marzo de 1974, duró hasta noviembre de 1974; este, duraría sólo hasta
marzo de 1975, cuando el gobierno concede un nuevo aumento salarial de emergencia a pedido por
la CGT, que consistió aproximadamente en un 20% (Torre, 2004:104).
562
Torre (2004:104, 106)
563
Di Tella (1983:134)

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la sucesión presidencial. En mayo de 1975 se produce el reemplazo de Anaya por
Numa Laplane, partidario del “profesionalismo integrado” y por ende del apoyo a
la política gubernamental.564
Esto se vincularía al inicio en febrero del “Operativo Independencia”, que
había dado a las FA el control de la represión en Tucumán, donde el ERP había
iniciado acciones de guerrilla rural. Desde entonces no sólo comienzan a ensayar
los métodos del Terrorismo de Estado sino también a reclamar el monopolio de la
lucha contra la subversión. Cuando la oposición comenzó a ser cada vez más evi-
dente, Anaya le hizo llegar a la presidencia el informe que ya hacía tiempo poseían
sobre las actividades de las tres A y que comprometía a López Rega.565
En mayo de 1975, sindicatos y empresarios se disponían a firmar los nuevos
acuerdos luego de lograr un acuerdo salarial que fijaba el aumento en un 38%,
cuando se produce la renuncia de Gómez Morales y la designación de Celestino
Rodrigo.566 El nuevo ministro anuncia inmediatamente una devaluación del 100%,
un aumento de combustibles del 175%, de electricidad del 75% y de otros servi-
cios públicos en proporciones similares. El plan era

ejecutar toda la operación por sorpresa, de un solo golpe, sin dar expli-
caciones, confiando en que ante el hecho consumado la resistencia obre-
ra cesaría y que los sindicalistas terminarían aceptándolo por disciplina
peronista.

Si bien el resultado de la “prueba de fuerza” es el rotundo fracaso del grupo


presidencia, el triunfo sindical sería un ejemplo perfecto de una “victoria pírrica”.
Desde entonces, los sucesos mostraron la imposibilidad de la CGT de consolidarse
como sostén de un orden estable acorde a sus intereses.567
El 5 de junio se paralizan las tratativas salariales y se difunde el rumor de que
el gobierno otorgaría un aumento del 38% por decreto suspendiendo las negocia-
ciones. El 6 de junio se anuncia un incremento del 65% del salario mínimo que fue
interpretado como un intento de conquistar a los trabajadores de menores ingresos
y aislar políticamente a los líderes sindicales “para luego enjuiciarlos por sabotaje
a la obra del gobierno peronista.”. Sin embargo, no tuvo el efecto esperado ya que
inmediatamente comenzaron las demostraciones de protesta por fuera del control
de los sindicatos.
El 15 de junio, luego de varios días de reuniones y discusiones el gobierno
establece libertad para que sindicatos y empresarios negociaran por su cuenta el

564
De Riz (1981:133-134).
565
Horowicz (2005:294).
566
Torre (2004:109)
567
Torre (2004:107)

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salario de cada industria, fijando el 19 de junio como tope para las negociaciones.
A partir de esta decisión los “execrados burócratas sindicales probaron ser tan am-
biciosos en sus demandas como lo habían sido sus críticos de izquierda a lo largo
de 1973 y 1974”. Los empresarios, por su parte, no opusieron resistencia alguna
ya que el Ministerio de Economía había dado garantías sobre la futura libertad de
precios.
Lo que parecía incierto era que los nuevos acuerdos fueran ratificados por el
gobierno. Por esto, el 24 de junio Lorenzo Miguel encabeza una manifestación de
25.000 metalúrgicos en Plaza de Mayo para “agradecer” a la presidenta los aumen-
tos. Confirmando los temores sindicales, al día siguiente se difunde el rumor de
que los contratos serían anulados y reemplazados por un aumento uniforme. Mien-
tras los sindicatos denunciaban a los que “pretendían ‘hacer equivocar a la presi-
dente’”, los trabajadores comenzaban a abandonar las fábricas. El 27 de junio la
CGT organiza una nueva manifestación en reclamo de la sanción de los contratos
y la presidente comunica su decisión, que confirmaba los rumores, de otorgar un
aumento del 50% que iría seguido de dos reajustes posteriores del 15% en agosto
y octubre. Inmediatamente comenzó a paralizarse la actividad en todo el país.568
Las declaraciones de sindicalistas (anónimos) al New York Times (28/6/75)
dan cuenta de la difícil situación que atraviesan la “burocracia” sindical:

El barco se está hundiendo y no nos vamos a ir a pique con él. No hay un


solo sindicato que pueda pedirle a sus bases que paren las negociaciones
salariales.”; “los izquierdistas sacaron partido con el creciente descon-
tento popular, pero esos trabajadores todavía pueden volverles la espal-
da. Nosotros debemos mostrarles que sus líderes lucharán para proteger
sus ingresos.569

La CGT recién “salió de su indecisión” el 7 de julio y decretó un paro de 48


hs. de todas formas, buscaron “mantener un precario equilibrio y conservar un
margen de maniobra para frenar la ofensiva de la oposición”. Para esto alegaron
que la huelga general era para “apoyar a la presidenta”, condensando “la lucha en
torno a las figuras de López Rega y Rodrigo”.
El 8 de julio los contratos fueron aceptados y poco después Rodrigo y López
Rega renunciaron. Cuando Isabel reprocha a los sindicatos “no comprender la
gravedad de la situación”, responden donando al gobierno un día de jornal por
mes.570

568
Torre (2004:109-113)
569
De Riz (1981:127)
570
De Riz (1981: 127-128)

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La “ofensiva táctica”
A principios de 1975, Evita Montonera N° 2 anuncia el inicio de una “ofen-
siva táctica” que define como una etapa de “transición”. Explican que si bien, por
una parte,

el conjunto de los trabajadores y el pueblo (…) están tomando conciencia


de la (…) irreversibilidad de este proceso hacia la consolidación de la de-
pendencia. No obstante, es probable que todavía demande cierto tiempo
la generalización de la resistencia (…).

Por otra, el enemigo “no perdió el control de la situación y conserva su ca-


pacidad de maniobra”. Por ende, debían implementarse “ofensivas tácticas” en el
marco de un “defensiva estratégica”.
A partir de un “balance actual de las maniobras” encuentran que la “retirada”
se había “cumplido en porcentajes muy altos”, aunque había implicado “algunos
atisbos de desviaciones en la interpretación del proyecto de lanzamiento de un
partido político”. Las “desviaciones” identificadas serían de tres tipos:
- “militaristas”, es decir centrarse en “el aspecto militar” y convertirse el “brazos
armados de políticas incontroladas” incapaces de una “propuesta totalizadora”.
- “politicista”, ya sea “reformista” (quienes alientan “la esperanza de que se re-
pita la experiencia del 11 de marzo” y por ende creen en “la toma pacífica del
poder”) o “ultrista” (que por plantear a la “lucha de masas” objetivos que “no
pueden ser alcanzados” la desorganizan y la conducen a “la derrota”).
- “Los que centran su acción en el aspecto reivindicativo”, ya sean “economi-
cistas” (que carecen de planteos más allá de las reivindicaciones específicas)
o “basistas” (que rechazan “toda acción que no venga de la masa”, como una
forma de “suplantarla”).
Estas “desviaciones” obedecerían a la “falta de integralidad”, de una ligazón
permanente entre los tres niveles de acción (político, reivindicativo, militar). En el
plano de la acción reivindicativa, la forma de evitar que fuera “meramente reivin-
dicativa” es la identificación con la organización que, a medida que se extendiera,
permitiría articularlos entre sí. Para esto, si bien era necesaria una política “unita-
ria” y de alianzas, debía preservarse “nuestra identidad política”.
En el plano político, las acciones debían contribuir al “esclarecimiento de la
naturaleza de este gobierno” y a la “fractura” del movimiento peronista “en dos
polos aglutinantes, el nacionalista revolucionario, conducido por nuestras fuer-
zas, y el proimperialista de la alianza brujovandorista”. Debía lograrse además
probar la capacidad de la organización para “responder al enemigo en el plano
liberal-burgués” demostrando a la vez “la incapacidad del gobierno de adecuarse
a sus propias reglas de juego del sistema.”. Para esto, el camino era la alianza con

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“las diversas superestructuras representativas del campo de la nación”, en torno a
la denuncia de la situación económica y la acción represiva. Debían promoverse
acuerdos con los sectores enfrentados al “brujovandorismo”, a través del “bloque
sindical peronista” y el lanzamiento del Partido Auténtico (PA).
En ambos casos, la preocupación es la misma: recuperar el protagonismo y
la visibilidad perdidas. La necesidad de lograr la identificación de los creciente
conflictos sindicales con la organización, y el “regreso a la superestructura”, son
las apuestas centrales de esta segunda fase en la clandestinidad.
De todas formas, al final del documento recuerdan que estas acciones deben
acompañarse de la acción militar, que “es siempre el nivel superior, determinante
desde el punto de vista estratégico, aunque no sea la actividad principal en algunas
coyunturas”. En la fase actual el objetivo debía ser probar “al enemigo que es
imposible ‘pacificar’ al país por la represión mientras no se satisfagan las aspi-
raciones populares”. En cambio, aclaran, “sacar a los militares a la calle” no era
parte de los objetivos….571

El regreso a la “superestructura”
En el marco de la profundización de la crisis del gobierno, se impulsa el lan-
zamiento del Partido Auténtico. Los protagonistas de la iniciativa eran la mayoría
de los gobernadores depuestos (Bidegain, Martínez Baca, Cepernic y Obregón
Cano) y algunos veteranos sindicalistas que “habían compartido la identificación
de los Montoneros con el mandato electoral peronista y también su vacilante com-
portamiento político de 1973-1974.”.572
En enero La Nación comenta que la iniciativa refleja “(…) la voluntad [de la
‘izquierda peronista’] de terciar frontalmente con la conducción del movimiento
político mayoritario.”.573
En febrero, cuando la iniciativa se materializa en el anuncio público de la
creación del Partido Peronista Auténtico, un cable de la Agencia oficial Télam de-
nuncia a la nueva fuerza política por su relación con Montoneros, atribuyéndola a:

571
“La resistencia peronista ataca. Fundamentos de la ofensiva táctica”, en Evita Montonera (N° 2,
enero-febrero de 975), en Baschetti (1999: 397-414). Además, según Evita Montonera N° 3 (marzo
de 1975), “(…) a principios de 1975 se hizo una apelación a la Policía Provincial de Bs As (…)
información sobre la Triple A (…) que no opusiera resistencia a las acciones guerrilleras, que ayu-
dase en secreto a los montoneros capturados y que atenuara los efectos de las órdenes de represión
(…)”.
572
Gillespie (1986:253). Perdía (1997:247) utilizando expresiones más cercanas al documento de Evi-
ta Montoneros, plantea que la meta era construir una “alternativa político-electoral”. El es el encar-
gado, ya a fines 1974, de viajar a México para convocar exiliados, entre los cuales estaban Obregón
Cano y Puiggrós, que aceptan la idea; y Cámpora, que la rechaza.
573
La Nación, 9 de enero de 1975

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[la] intención de congeniar la actividad terrorista con ciertas formas de
acción legal (…) parece una orientación adoptada por la conducción de la
organización auto proscripta que, a juicio de los observadores políticos,
busca recuperar algo del terreno perdido a partir de su voluntario paso a
la clandestinidad (…).574

Finalmente, el 11 de marzo se formaliza la creación del Partido Peronista Au-


téntico. Tanto la fecha como la elección del Restaurante Nino remiten a la reivin-
dicación siempre presente de recuperar el programa del FREJULI. Poco después
de esta presentación una querella judicial impidió el uso de la palabra “peronista”,
quedando como nombre “Partido Auténtico”. La consigna elegida para promocio-
nar la nueva organización proclama claramente la voluntad de continuidad: “El
peronismo vuelve con el Partido Auténtico”.575
Una de las primeras iniciativas del PA se relaciona con la convocatoria a elec-
ciones en Misiones. La autora destaca que la iniciativa no habría sido de Montone-
ros. Por el contrario, la participación del PA en las elecciones de Misiones habría
sido resistida por la Organización. Según sus entrevistados,

peleamos con la cúpula Montonera para que nos presentáramos a elec-


ciones, los otros no querían saber nada porque decían que era exponerse
demasiado, que la mano de la represión venía muy dura, etc. todas cosas
que nosotros sabíamos, pero creíamos que era más necesario presentarse,
porque nosotros estábamos con la gente permanentemente y ellos nos
pedían que nos presentáramos (…) al final ganamos y nos presentamos
(…) yo creo que fue una experiencia válida, creo que sacamos muchos
votos.576

La iniciativa misionera muestra, al igual que los casos ya mencionados, la


persistente voluntad de continuar con las prácticas de inserción social desarrolla-
das hasta entonces. Esto se manifiesta en la modalidad de elección de candidatos,
iniciativa local según Rodríguez (1999), que según la prensa constituía “nuevo
método electoral”: los candidatos son elegidos en asambleas en fábricas para que

574
El anuncio es el 08/02/75 (Di Tella, 1981: 660); el cable, en La Opinión, 21 de febrero de 1975
575
Ya antes había habido problemas con el nombre del partido, debiendo desechar el de “Descamisa-
do”, porque la Justicia Electoral fallo sobre los derechos de propiedad exclusivos del PJ sobre la
palabra. Gillespie (1987: 252, 253)
576
Las declaraciones de los dirigentes nacionales del PA (Bidegain, Cepernic, Habegger y Cabo) co-
rroboran para Rodríguez (1999) la escasa importancia concedida a la iniciativa misionera, ya que
habrían declarado que el PA se forma el 11/3, sin hacer mención a que, para esa fecha, en Misiones
existía desde un mes antes.

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“representaran a todo el pueblo”. Para demostrarlo publican en el diario la ocupa-
ción de cada uno: maestros, trabajadores rurales, de la madera, del tabaco, agricul-
tores, dirigentes barriales y empleadas domésticas.
El candidato a gobernador, Teófilo Puentes, de Tercera Posición, era un “pe-
ronista histórico” y el vice, Peczak, militante de las recientemente creadas Ligas
Agrarias Misioneras. La alianza con ese partido también habría sido decisión local,
según los entrevistados. La experiencia permite destacar la dificultad que enfren-
taba la política de alianzas, ya que en seguida surgen conflictos y la alianza no
sobrevive a las elecciones. Según los entrevistados el candidato tenía un discur-
so “ortodoxo, conciliador” que “no profundizaba lo necesario de lo que nosotros
defendíamos.”.577
Además, los resultados fueron claramente negativos: Tercera Posición había
obtenido en marzo de 1973 el 21% de los votos y ahora solo el 8,3% y el PA dos de
los 32 escaños de la legislatura provincial.578 Cabe destacar que el resultado habría
sido sorprendente, ya que en función de la capacidad de movilización demostrada
algunos analistas habían pronosticado un mayor apoyo.579
El balance publicado en Evita Montonera corrobora tanto el carácter local de
la iniciativa (al destacar la falta de “recursos”), como una evidente falta de consi-
deración respecto de las fuerzas misioneras de la organización:

Lo que surge de la realidad es que en un cortísimo tiempo y con una


inversión de recursos humanos y materiales infinitamente inferior a los
de nuestros oponentes, nos convertimos en la tercera fuerza política en
una provincia en la que en el mes de enero no teníamos prácticamente
nada.580

Más allá del balance de las elecciones, el principal problema del PA era la
acusación de responder a Montoneros. En este sentido, la necesidad de preservar
el carácter legal y electoral de la iniciativa contradecía el principal objetivo de
Montoneros al promoverla: lograr visibilidad. En este sentido, en la conferencia de
prensa del 20 de junio de 1975, cuando un periodista pregunta por las relaciones
entre el PPA y Montoneros, responde que dado que el primero sería

577
A la vez, según Gillespie (1986:254) “Los Montoneros habían rechazado una alianza con el PCA,
el PI y el PST diciendo que la lucha estaba en el Movimiento Peronista.”.
578
Para Pablo Fernández Long y Juan Figueredo
579
Rodríguez (1999: 103, 108, 110-112, 121)
580
“Evaluación de nuestra participación en las elecciones de Misiones”, en Evita Montonera N° 4
(abril de 1975), en Baschetti (1999:475-482).

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el aglutinamiento de todos los sectores peronistas que están con esa am-
bición de reorganizar al peronismo, de expulsar a la burocracia aliada
al imperialismo y de reconstituir el Movimiento de Liberación Nacio-
nal”, “nuestros compañeros participan naturalmente (…) allí como un
miembro más.581

Propaganda Armada
Una clave en las acciones de esta fase es “contestar a la violencia derechista”.
La primera iniciativa en este sentido es la compilación de un

amplio expediente sobre la triple A con que estimular a políticos consti-


tucionalistas y a los miembros del ejército para que actuasen contra ella.
(…) El plan de los Montoneros fracasó, pero estos estaban en lo cierto
al suponer que el Ejército era hostil a la Triple en muchos aspectos: la
‘seguridad interna’ no era una tarea propia de una empresa privada (…) y
además estos querían un control completo de ella por sí mismos.

En segundo lugar, el secuestro y “ejecución” de un cónsul, Patrick Egan, por


el que reclamaban la aparición de integrantes de la organización que habían sido
secuestrados, que resultó

aún menos eficaz, y resaltó una dificultad que venía afectando a la guerri-
lla de modo creciente: la referente a la publicidad.”. “En aquel caso, las
exigencias de Montoneros, aunque en apariencia razonables, no fueron
realistas. O los cinco guerrilleros estaban ya muertos o el gobierno y el
Ejército eran culpables del secuestro. Por ello, una respuesta en cual-
quiera de ambos sentidos habría desacreditado políticamente al gobierno
y posiblemente creado la impresión de que este era un instrumento de
los Estados Unidos. El dilema en que se encontraron los capturadores
de Egan, provocado por ellos mismos, fue así similar al que afectó a los
Tupamaros en el caso de Dan Mitrione, con la diferencia de que el prisio-
nero de los Montoneros no eran un agente de la CIA ni del FBI.

Por detrás de ambas iniciativas, se alzaba un problema central: la

(…) Ley Antisubversiva estableció sentencias de prisión, que podían


llegar a cinco años, para los periodistas y directores de periódicos que

581
“La Operación ‘Mellizas’. Bunge y Born ante la justicia popular. Suplemento Especial Evita Mon-
toneros, en Baschetti (1999:285-299).

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publicaran informaciones consideradas tendientes a ‘alterar o eliminar
el orden institucional’. Poco después entraba en vigor una disposición
específica que prohibía incluso mencionar las organizaciones guerrille-
ras por su nombre (…). Con las nobles excepciones del Buenos Aires
Herald, publicado en lengua inglesa, y, ocasionalmente, La Opinión, los
objetivos políticos de la guerrilla fueron casi silenciados por la censura
(…).582

En este sentido, el 13 de febrero Montoneros amenaza a directores y redac-


tores de los diarios “El Día”, “El Diario” y “La Gaceta” de La Plata, reclamando
un mejor tratamiento de la información sobre la guerrilla.583 Además, en marzo,
cuando comienzan a realizarse los primeros pagos del rescate de los Born,

“aparecieron gigantescos anuncios de publicidad montonera en cinco pe-


riódicos occidentales; decenas de camiones de ropa y alimentos fueron
distribuidos en las ‘villas miseria’ y en los barrios obreros de la Argentina
por los Montoneros, los cuales anunciaron que se trataba de ‘dinero de
Bunge y Born devuelto al pueblo’; se modificaron las relaciones indus-
triales y las condiciones de trabajo en algunas de las compañías pertene-
cientes al grupo, incluida la de Molinos (…).”.584

Al igual que en el caso de los contactos con el radicalismo, los pedidos van
seguido de acciones que hacen imposible una respuesta favorable. Para el autor, los

ruegos con muchas menos probabilidades de ser atendidos después de


la emboscada guerrillera de febrero de 1975 contra una patrulla de la
policía en Bs As, en la que fueron muertos tres agentes y otro resultó
gravemente herido.585

Entretanto prosiguen los “ajusticiamientos”. En febrero de 1975 se producen


las “ejecuciones” de Hipólito Acuña (diputado nacional del FREJULI para Santa
Fé y Secretario Adjunto de las 62 Organizaciones Peronistas), de Teodoro Ponce
(líder interino de la UOM de Rosario) y Félix Villafañe (delegado UOM). En una
emboscada contra una patrulla policial en Buenos Aires mueren tres agentes y uno
resulta gravemente herido. Durante un conflicto laboral en Molinos se ametralla las
casas de los directivos y se secuestra a uno de ellos. Esto era, además de un apoyo

582
Gillespie (1986: 232, 234-235)
583
Di Tella (1981: 662)
584
Gillespie 1987:224)
585
Gillespie (1986:222-223)

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al conflicto, una forma de acelerar las negociaciones por el rescate de los Born. En
marzo, Montoneros “ejecuta” a Carlos Piantoni (abogado marplatense) y en abril a
Juan Ramón Morales, acusado de ser el “jefe operativo” de la Triple A.586

Las coordinadoras
Por último, en el marco de la crisis y la movilización sindical de junio/julio,
se forman las Coordinadoras, cuya primera manifestación es del 30 de junio de
1975. Una caravana de más de 70 colectivos con contingentes de obreros de Ford,
Siemens, Tensa, Cartones, Productex, Lozadur, Coca-Cola, Editorial Abril, Hidró-
fila, Paty, Del Carlo, Fundiciones Santini y los astilleros de San Fernando y Tigre,
que al llegar a la General Paz sumaba ya 5000 personas. Al llegar al edificio de la
CGT los líderes sindicales no estaban ya que se habrían ido a reunir con las 62. Un
naval, probablemente el Tano, y De Sanctis, de Propulsora Siderúrgica, decidieron
llamar a la desconcentración “para no perder fuerza ni organización”.
La segunda movilización de las Coordinadoras Interfabriles es del 3 de julio.
Para entonces ya existía un paro “no declarado”. Columnas del Sur, Oeste y Norte
avanzaron hacia la Capital con el objetivo de llegar a Plaza de Mayo. Era un desa-
fío abierto tanto a la CGT como al gobierno y en esta ocasión las columnas no lo-
graron cruzar la general paz.587 Siguiendo a Löbbe (2007), ese día la Coordinadora
Interfabril de Zona Norte había movilizado más de 10.000 trabajadores, proceden-
tes de empresas como Ford, astilleros de San Fernando y Tigre, Terrabussi, Mata-
razzo, laboratorios Squibb, Alba, Editorial Abril, Fanacoa, Carrocerías El Detalle,
IBM y las principales metalúrgicas de la zona. Cuando llegan a la Avenida General
Paz y los detiene el cordón policial se produce una intensa discusión respecto de
la actitud a seguir. Por una parte, a la cabeza de la movilización se encontraba
el núcleo de activistas de la Ford, orientados mayoritariamente por el PRT, que
pretendía forzar el paso alentados por el carácter combativo y multitudinario de la
marcha. Por otra parte, la Comisión Interna de los laboratorios Squibb se oponía al
avance ya que había muchas mujeres e inclusive niños y consideraba que no había
voluntad unánime de los manifestantes al respecto. Los responsables políticos de
Montoneros del ámbito sindical en Zona Norte discutieron con sus propios mili-
tantes de la Comisión Interna de Squibb. “Aparentemente, (…) Montoneros temía
perder la iniciativa ante las posturas más radicalizadas que adoptaban los militan-
tes del PRT.”. Finalmente, se realiza una asamblea que da la razón a la Comisión
Interna de Squibb y la columna se repliega.

586
Gillespie (1987:212-13, 224-225, 229) y Zapata (1996:133)
587
Lorenz (2007: 224-225)

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El episodio da cuenta de varios rasgos claves de la experiencia de las Coor-
dinadoras: la fluida participación de los militantes de las diferentes organizaciones
armadas, las tensiones entre esos militantes y sus organizaciones y la autonomía
respecto de sus conducciones y consignas.588 Según Löbbe (2007), a mediados de
1975 los dos centros referentes de la JTP en la Coordinadora Interfabril de Zona
Norte eran el astillero Astarsa y los laboratorios Squibb. Para Lobbe (2007)

Los dirigentes provenientes del frente territorial eran los que llevaban
la voz cantante, subordinando a los del frente sindical. Las diferencias
podrían deberse a que Montoneros reclutaba mayoritariamente a sus cua-
dros militares en el primero de los frentes nombrados (se cita por ejem-
plo el caso de Galimberti y Pereyra Rossi) y si bien se concedía mucha
importancia a la JTP, sobre todo a partir del primer semestre de 1975, el
apoyo estaba condicionado a que fuese la conducción quien fijase la línea
a su frente sindical.

Respecto de la relación con Montoneros uno de los entrevistados por Lorenz


(2007) señala que

[e]llos no se preocuparon antes por Astarsa, pero sí se empiezan a ocu-


par en el ’75, más o menos; ¿qué es lo que pasa? (…) En ese momento
es cuando se ocupan de los astilleros. Por su falta de experiencia en el
gremio y en el trabajo sindical, por falta de conocimiento… hacen lo
que hacen. No dejan que los militantes de la agrupación o del gremio
organicen la cosa. En su desesperación política, y ese es el error, quieren

588
Si bien las agrupaciones “antiburocráticas” lideradas por los diferentes grupos de la NI no logran
trascender al ámbito formal, su peso es innegable. En noviembre de 1974 los navales intentan
participar en las elecciones internas pero la asamblea convocada para elegir los representantes de
la Junta Electoral fue saboteada. El sindicato genero un tiroteo que luego utilizó como argumento
para suspender la asamblea e intervenir el SOIN. De todas formas, la intervención, prácticamente
no interfirió con la actividad de los delegados de la Agrupación, que por ejemplo fueron quienes
negociaron en las paritarias, ya que reconocían el “peso simbólico de los navales en el interior
de los astilleros” (Lorenz, 2007: 131-132). Este reconocimiento aparece también en el relato de
Cristina, delegada de Squib, quien recuerda que el secretario general del gremio de Sanidad “nos
convocó para darnos un lugar en la lista, pero por supuesto, nosotros tan esquemáticos que éramos,
declinamos el ofrecimiento. Yo les decía, peleémosla desde dentro. Además, hasta el gremio había
llegado a reconocer nuestro trabajo. Pero no. Armamos la Lista Rosa y nos pasaron por encima.”
(Sadi, 2009: 180-181). Esta situación es reconocida por Horowicz (2005:270), para quien la JTP, si
bien todavía no estaba en condiciones de disputar los sindicatos, “las direcciones debían escuchar
sus puntos de vista, ya que su capacidad de movilizar activistas no guardaba ninguna proporción
con el número de sus eventuales votantes.”. Sin embargo “la legalidad” estaba de parte de esas
direcciones, como recurso siempre a su disposición. A la vez Lorenz (2007) destaca que, con la
intervención llegan a Astarsa, ocupando puestos claves como Seguridad o Personal, miembros del

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manejar ellos, atrapar ellos y… ahí comienza la hecatombe. Llevan pau-
latinamente a la desorganización, generan quilombos internos y encima
los militantes se dispersan en mil tareas… Yo, por ejemplo, casi no labu-
raba en la Agrupación.589

Así las cosas, hacia abril de 1975 hay ya una clara división en la Agrupación
entre quienes apoyaban la línea de Montoneros, liderados por el Tano Mastinú y
quienes la cuestionaban, liderados por el Chango. En este marco, el 2 de abril de
1975 Montoneros “ejecuta” a Héctor Sarroude que tenía trayectoria como “matón”
del SOIN y miembro de la Triple A.590 Para el Chango, la “ejecución” fue una
“fruta envenenada”, ya que fue la

forma que tuvieron los partidarios del militarismo de forzar la decisión


de muchos compañeros de mostrar ‘resultados’ desde el uso de los ‘fie-
rros’, en un momento que para muchos era de estancamiento político.”.
“El tema Bonavena no sé si fue discutido ni con quién, conmigo no, y
esto da una pauta de que yo ya estaba afuera, al menos para el núcleo
duro, de la política que quería imprimir la orga a la agrupación.591

De acuerdo a Lobbe (2007), en los laboratorios Squibb también se producen


fuertes conflictos con la organización. En este caso la secretaria general de la Co-
misión Interna (Cristina) era de la JTP pero la agrupación que la apoyaba estaba
integrada por unas 10 personas no se habían identificado abiertamente con Monto-
neros. Por ende, la discusión no pasaba por el tema del “militarismo” sino por

un acentuado ‘verticalismo’ de la conducción superior que restringía in-


formación y espacio a sus militantes fabriles. Al mismo tiempo, exigía
bien entrado el año 1975, que la agrupación del laboratorio se declarara
[públicamente] parte integrante de la organización revolucionaria.

C de O y de CNU. Según Carlito, “ya no eran los burócratas de Tigre, esos viejos burócratas sin-
dicales, sino que ya estábamos hablando con otro elemento mucho más pesado.” (Lorenz, 2007:
131-133).
589
Lorenz (2007: 200-201)
590
Había sido declarado “persona no grata” en una asamblea en septiembre de 1974, y a los pocos días,
el 30 de septiembre, habían aparecido volantes de la Triple A que amenazaban a los integrantes de
la Comisión de Higiene y Seguridad (Antelo, Soria, Boadet, Dominguez y Bodoglia). La investi-
gación de Lorenz corrobora la pertenencia de “Bonavena” a la Triple A. El 7 de abril es asesinado,
en represalia, Ernesto Raúl Valverde. Valverde era una víctima inesperada, ya que no era uno de los
dirigentes de la agrupación, sobre quiénes se esperaba que se desatara la represalia.
591
Lorenz (2007: 172, 176-178, 195-196)

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Por ejemplo, el 22 de agosto de 1975 le imponen colocar en las carteleras
de la planta un comunicado firmado por Montoneros con una reivindicación al
renunciamiento de Evita y a los guerrilleros asesinados años antes en Trelew. Esto
fue rechazado por Cristina porque era identificar y por lo tanto exponer a los acti-
vistas. En su opinión “esta actitud no estaba necesariamente relacionada con una
concepción ideológica sino más bien a un prejuicio paternalista proveniente de la
extracción social de los cuadros de dirección.”.
De acuerdo a Cristina “por lo menos en dos ocasiones ‘insubordinaciones’
personales a líneas impuestas estuvieron a un paso de terminar como disidencias.”.
Uno de los reclamos era “disponer de mayores elementos para evaluar en una pers-
pectiva más amplia”. La respuesta de la conducción era promover “a los militantes
más críticos a un escalón superior, en donde al contar con mayor información,
superaran el marco acotado de su propia experiencia fabril.”. Por último, también
aquí se daba un debate entre “los partidarios de las soluciones más “políticas” y
los que proponían respuestas más “militares”.”.

Transformaciones internas
La reorientación hacia el trabajo en los frentes sindicales que acompaño la
crisis de mediados de año se puede percibir también en el abandono o repliegue
del trabajo territorial.
De acuerdo a Graciela Daleo, se cierra la UB donde ella militaba ya que “la
conducción de la zona pensó que era más fácil concentrar fuerzas y mantener y
defender un solo local.”.592 Según Robles (2009b), hacia mediados del ‘75 la JP
habría perdido prestigio en los barrios platenses, ya que

el alejamiento del peronismo le restaba capacidad de prestación y algu-


nos de ellos [los “lúmpenes”] comenzaron a ser agresivos con los jóve-
nes. Estos, a su vez, orientaban sus esfuerzos en otras direcciones, como
la fábricas o el “combate urbano” y aplicaban criterios más selectivos de
incorporación.

De todas formas, como siempre, el panorama es matizado. Para “Bichi”, mi-


litante del MVP de la Columna Norte y delegado de Beccar, no había cuestiona-
mientos al “alto grado de militarización”:

Hay que pensar que los pibes de las villas, la gente de la base, los seguían
mucho al Burro [Eduardo Hurt], a Miguel [responsable del MVP], al

592
Anguita y Caparrós (1997: 567)

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Gurí [Sackmann, Alejandro], se reverenciaban en ellos y como eran re-
fierreros, no había rollo.

Si coincide en la reorientación del período hacia el trabajo fabril: como mucha


gente de las villas trabajaba en las fábricas de la zona, “Apuntábamos a las fábricas,
para apoyar a los compañeros de la JTP con pintadas, alguna opereta, etc.”.
Sin embargo, esto también habría implicado un retraimiento de la militan-
cia más masiva que había caracterizado al frente territorial. En palabras de Sadi
(2009) en 1975

la gente empezó a retraerse (…)los compañeros de base de las villas ya


no funcionaban como JP o como MVP, sino como cuadros. Ya se dedica-
ban a hacer operetas, pintadas, y el contacto con la gente era mínimo.593

Una anécdota de Yuyo permite identificar las dificultades que implicaba para
la militancia barrial la adecuación al nuevo tipo de militancia clandestina.

Te cuento una anécdota graciosa (risa) que habla de lo difícil que era que
la organización estuviera laburando en San Miguel. (…) Me pasan a la
UBR, no se si se llamaba UBR en esa época, era el grupo de aspirantes,
que yo iba a conducir, y entre los tipos, suponete que vienen Carlitos, Pe-
pito, Chópolo y Celeste y… son cuatro… [pero] no Chópolo y Celeste es
uno, si, porque el aspirante era el Chópolo, pero es obrero y tiene el turno
rotativo, así que a una reunión viene el y a otra la mujer (risa)… [como]
las reuniones no podían ser rotativas, una a la mañana, otra a la noche…
(…) la solución era Chópolo y Celeste….

De hecho, San Miguel era considerado “Siberia”. Yuyo llega castigado: “no
me bajan de grado, sino que me mandan a un lugar de mierda (…) un lugar aparta-
do donde no había laburo sindical o había muy poco, era una unidad de castigo”. Y
poco después, cuando la represión empieza a incrementarse, se decide abandonar
San Miguel. “Entonces la organización se va, quedan los tipos que estaban ahí,
[pero] la organización se va.”.594
Un tema que reaparece en varios testimonios es el de la “proletarización”, es
decir la inserción en frentes fabriles, no como militantes sino como trabajadores.
Concretamente, la organización ordena a todos sus cuadros que no tuvieran un
trabajo estable buscar trabajo en fábricas o talleres. Si bien coincide con la pre-
ocupación por incrementar la presencia de la organización, también da cuenta de

593
Sadi (2009: 280-281, 284)
594
Entrevista de la autora (2008)

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una nueva iniciativa disciplinadora. Supone avanzar un paso más en el control de
la vida privada de los militantes.
En abril la UES llamaba a orientar “nuestro esfuerzo (…) a trabajar en escue-
las populares, fundamentalmente en las profesionales, asentadas en zonas fabriles,
para aportar a la tarea de construcción de la retaguardia organizada.”.595 Garaño y
Pertot (2003) ubican a principios de 1975 el momento en que “la UES comienza a
perder militantes a causa de la orden de Montoneros de proletarizarse. Se pensaba
que el Bs As era un colegio ‘burgués e intelectual’ y que era necesario ir a colegios
‘mas proletarios’.”.596
Mercedes también señala este viraje

Cuando viene el 75 y empieza la crisis represiva, hay una instrucción de


mimetizarse con la gente con el pueblo, entonces lo que se planteaba era
que los que nos habíamos quedado sin laburo fuéramos a trabajar a la
producción… y bueno, en ese caso lo que plantee, era que me parecía un
disparate, porque en realidad, proletarizarse en esa época, lo pensamos
varios (…) implicaba mayores riesgos de seguridad (…) … ir a pedir tra-
bajo en San Martín en una fábrica, con mi documento, porque tampoco
te daban documentos truchos, presentabas curriculum y era evidente, era
como cantado… era un disparate.
Carlón, era Pereyra Rossi, era el responsable de la columna, y entonces
un día me enojé con el (…) le dije, bueno está bien, yo voy a ir a trabajar
de lavandera el día que la conducción vaya a trabajar de basureros…
entonces como estaba viviendo en una casa provisoria, que me habían
prestado, decía que yo planchaba ahí en la casa y ya esta.

En la misma línea Yuyo recuerda:

Se había ordenado que el que no tuviera laburo, que las mujeres que no
tuvieran trabajo, trabajaran de sirvientas. Aunque sea de sirvienta, pero
de algo había que trabajar. Y entonces medio como que era la moda que
había que ponerse a laburar de sirvienta. Y había gente en la zona norte
que no podía laburar de sirviente. Yo tuve una aspirante que laburaba
de sirvienta y, que se yó, iba a laburar de sirvienta con un tapado azul
de Marilú, me acuerdo el tapado comprado en la calle Florida, como va

595
Evita Montonera N° 4 (abril de 1975), “La UES en las escuelas técnicas”; en Baschetti (1999:
337)
596
Garaño y Pertot (2003:71)

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a hacer eso? Con un nivel cultural de un estudiante del Nacional San
Isidro…. 597

4. La escalada de violencia (de la segunda mitad de 1975 al golpe)


La experiencia de la primera mitad de 1975 es frustrante en varios sentidos.
Demuestra que ni el PA ni la prioridad dada a los conflictos sindicales permiten su-
perar la creciente marginalidad política. Cabe destacar que el fracaso no es en esta
etapa privativo de Montoneros sino del conjunto de los actores políticos. Como
coinciden en destacar los análisis del período, los meses que siguen a la crisis de
junio/julio son meses en los cuales todos los intentos de rectificar el rumbo del
gobierno fracasan y culminan en el regreso de Isabel al ejercicio de la presidencia
y la parálisis general en espera del golpe que todos consideran inevitable.

El fracaso de los “moderados”


El escenario político que acompaña este viraje se caracteriza por la imposibi-
lidad de consolidar una efectiva oposición al grupo Isabel-López Rega. Uno de los
grupos opositores que emergen con la crisis de julio de 1975 es el parlamentario.
La elección de Italo Luder para la presidencia del senado y la destitución de Lastiri
(poco después removido también de su cargo de vicepresidente del PJ),598 unidos
a la reaparición de algunas figuras de la rama política del peronismo, marcaron el
intento de retornar a la política de concertación del período previo. El nuevo mi-
nistro de economía, Cafiero (15/8/75 a 3/2/76) intentaría hacer funcionar el Pacto
Social. En palabras de Horowicz (2005) esto “[e]ra una quimera”, ya que ni siquie-
ra Perón, con su enorme ascendiente, había podido hacerlo. A fines de octubre de
1975 se decreta una “tregua social” de 180 días que prohíbe despidos y huelgas y
se firma el “Acta de Concertación Social Dinámica” que proponía una indexación
salarial cada tres meses a partir de enero de 1976 y la creación del “Instituto Na-
cional de Remuneraciones, Productividad y Participación”, que debía coordinar la
política de indexación de salarios así como la “implementación de mecanismos de
participación de los trabajadores en la dirección de las empresas.”.599 El “Acta…”,
eje de la política antiinflacionaria del nuevo equipo económico, fue vulnerada una
semana después por un aumento de salarios del 27 %.600

597
Entrevistas de la autora
598
De Riz (1981:133)
599
Cabe destacar que la iniciativa fue calificada de “sovietizante” por la Sociedad Rural. Horowicz
(2005:297); Torre (2004:122)
600
De Riz (1981:140)

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Las renegociaciones salariales que lo siguieron estuvieron acompañadas de
la recuperación de los conflictos sindicales y la reaparición de la oposición sin-
dical (con las Coordinadoras) y, desde septiembre, de una escalada opositora de
las corporaciones empresariales. Con el inicio de las negociaciones salariales los
conflictos habían pasado del promedio de 11 mensuales de marzo de 1975 a un
promedio de 24 en abril. Entre julio y agosto se intensifican llegando a un prome-
dio de 33 conflictos mensuales.601 Y este promedio se mantiene alto hasta enero de
1976 por lo menos.602
Por otra parte, la desprestigiada CGE es desplazada por una nueva organi-
zación patronal, APEGE, “controlada por el gran capital industrial y agrario”. La
nueva entidad lidera la ofensiva de los productores rurales, que suspenden el en-
vío de ganado por una semana. Con este primer paro ganadero de septiembre se
inicia “una escalada destinada a desestabilizar la economía y a crear un clima de
caos.”.603
Simultáneamente, las FA avanzan en su autonomización respecto del gobier-
no. Como parte de la reorganización ministerial que siguió a la crisis de julio, el
coronel Damasco es nombrado Ministro del Interior, continuando con la línea del
“profesionalismo integrado”. Sin embargo, las Fuerzas Armadas manifiestan su
“total independencia” del nuevo gabinete y solicitan la renuncia de Damasco. Lue-
go de su pase a retiro las jerarquías militares reclamaron la renuncia de Laplane.
Si bien Isabel comenzó proponiendo la designación de uno de los generales más
jóvenes y, por ende, el pase a retiro de todos los que se oponían a su política, final-
mente el cargo recayó en Videla, con lo cual las FA regresaron al “profesionalismo
prescindente”.604
A la vez, los “moderados” continuaron con la política de sumar a la acción
represiva de los grupos paramilitares la de las FA, creando nuevos organismos de
seguridad donde predominan las FA. Luder calificó la iniciativa de “reencuentro
del gobierno y las FFAA” y autorizó a las FFAA a “ejecutar las operaciones mili-
tares y de seguridad que sean necesarias a efectos de aniquilar el accionar de los
elementos subversivos en todo el territorio del país.”.605

601
Declaraciones de un sindicalista al New York Times (13/8/75): “En estos momentos hay muchos
dirigentes sindicales que son lo suficientemente fuertes como para llamar a una huelga, pero hay
muy pocos que tengan la fuerza necesaria para parar una.” (De Riz, 1981:139).
602
Jelín (1978: 31)
603
Torre (2004:121); De Riz (1981:140)
604
De Riz (1981:134)
605
El “Consejo de Seguridad Interna” y un “Consejo de Defensa”, en los que participarían los coman-
dantes generales y las autoridades del PE. (Itzcovich, 1985: 62)

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Según Franco (2009), la creciente presencia pública de las FA produjo un os-
tensible desplazamiento de su discurso, que dejó de estar exclusivamente centrado
en la condena del “extremismo” y la “subversión” para plantear la necesidad de
orden, autoridad y la defensa de la nación. Este discurso no se limitaba a los voce-
ros de las FA sino que era activamente promovido desde diversas esferas civiles.
El gobernador de Entre Ríos, por ejemplo, denuncia la “guerra contra la nación y
el pueblo argentino” que desatada la “subversión marxista”. Y el representante de
la Sociedad Rural Argentina, Celedonio Pereda, afirma:

Debemos asumir plenamente el hecho de que se está librando una guerra


decisiva y de que no somos ajenos a ello y esa guerra se libra en muchos
frentes, unos visibles, que son regados por la sangre de nuestras heroicas
FFAA, otros disimulados y más peligrosos aún, como la infiltración en
las industrias, en las escuelas, en las universidades, como así también en
la administración pública nacional.606

Para la autora los diarios nacionales comparten el nuevo discurso, en parti-


cular a partir de la segunda mitad del ’75: “Para los tres matutinos, la situación
justificaba el recurso a las FFAA por parte del Poder Ejecutivo y el mantenimiento
de toda acción dentro de la legalidad y el monopolio de la fuerza por parte del
Estado.”.
Cuando a comienzos de octubre Isabel pareció aceptar la prolongación de
su licencia (iniciada a mediados de octubre) “(…) prácticamente la totalidad de
fuerzas económicas, políticas y de las FFAA consideraban inconveniente” su re-
greso. Sin embargo, un mes más tarde “en un combativo discurso (…) afirmó que
continuaría con su tarea hasta el final.
Más allá de diversas iniciativas destinadas a impedir el regreso de Isabel al
gobierno, a partir de entonces la oposición quedó dividida “llevando las cosas a
un punto muerto, resultado del empate de fuerzas, lo que hizo que poco a poco se
llegara a una situación anárquica sin una autoridad clara”.607
En el parlamento se produce la ruptura entre “verticalistas” y “antiverticalis-
tas” y la formación de un bloque peronista disidente. El bloque del FREJULI, que
tenía 142 bancas, quedó reducido a 102 “verticalistas”. Entre oposición y peronis-
tas disidentes sumaron 129 votos, a los que debían sumarse 12 “independientes”.
El conflicto alcanzó también a la rama sindical con el enfrentamiento entre Calabró y
Lorenzo Miguel “que reflejó la escisión” del sindicalismo.608

606
La Opinión, 14/10/75; y La Nación, 13/12/75, en Franco (2009).
607
Di Tella (1983:141); Itzcovitz (1985:70)
608
De Riz (1981:141). Itzcovitz (1985:69) El tono de este conflicto se refleja en las críticas y amena-
zas de “los sectores más duros” hacia el grupo de “moderados” que impulsaba la reorientación del

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En diciembre, el levantamiento de Capellini demuestra que el gobierno no
cuenta con el apoyo de ningún sector militar. Poco después, el discurso de noche-
buena de Videla aclara aún más esa situación con una especie de “ultimátum” al
gobierno.
En enero de 1976, respondiendo a este diagnóstico, el grupo presidencial
emprende su última iniciativa política, calificada en general como un intento de
“bordaberrización”, en referencia al proceso que se había dado en Uruguay años
antes de dar lugar a una transformación del gobierno civil en una mera fachada
para el control del poder por las FA.609 Desde diciembre, la escena política estuvo
dominada por la certeza compartida por los actores de la inminencia e inevitabili-
dad de un golpe de estado. En el peronismo predomina “una actitud de pasividad
y fatalismo”, ya que “[n]o iban a contribuir a derrocar a un gobierno peronista; no
querían comprometer su futuro.”.610 Para Di Tella (1983)

En momentos en que todos esperaban un golpe, un enfrentamiento direc-


ta parecía carecer de objeto. La sumisión a la presidenta y a la política de
derecha parecía una pésima alternativa, pero, dadas las circunstancias,
la única posible. A pesar de que algunos sectores del Partido proponían
un juicio político a la presidenta como una manera de evitar el golpe,
prevaleció la opinión de que éste era de todos modos inevitable y en
tales circunstancias, el juicio político constituía un acto innecesario que
dividiría al Partido sin dejar beneficio alguno.611

Por su parte, el radicalismo “había quedado atrapado en la búsqueda de


una saluda legal que le garantizase su esperanza de llegar a ser el futuro de la
política.”.612

gobierno: “Luder, traidor, a vos te va a pasar lo que le pasó a Vandor”; “Perón, mazorca, senadores
a la horca” y “Atención, atención, todos los senadores irán al paredón”.
609
Al regresar de su forzada licencia, Isabel envía al congreso un proyecto de “Ley de Defensa Na-
cional” que establecía la subordinación de las fuerzas policiales y penitenciarias a las FFAA, a las
que daba atribuciones para dictar bandos, crear tribunales militares para civiles con aplicación de
pena de muerte. La ley establecía que las autoridades civiles y judiciales debían “prestar (…) la
colaboración que aquellos [las FFAA] les requirieran”. Más tarde, los planteos de las FFAA sobre
la lentitud de los procesos judiciales motivó la presentación de un nuevo proyecto, más radical que
el anterior, que incluía la prohibición de las huelgas. Sin embargo, era tarde, 13 días después se
consumaba el golpe (Itzcovitz, 1985: 63-64).
610
De Riz (1981:142-143)
611
Di Tella (1983:146-147)
612
De Riz (1981:144)

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Cuando en marzo de 1976 el anuncio del nuevo ministro de economía de la
implementación de una política de austeridad desató una nueva ola de huelgas,
“los militares salieron de sus cuartes y retomaron el poder en sus manos”.613

Tener poder y demostrar poder


Ya en abril aparece con nitidez un creciente distanciamiento entre el discurso
Montonero y la realidad, al menos en los términos en que esta es percibida por los
analistas contemporáneos y recordada por los militantes de la organización. A la
vez, comienza a anunciarse el escalamiento de la violencia de la segunda mitad
del año.
Según el balance de los primeros meses de 1975 (realizado en abril), la or-
ganización había logrado “afianzar la concepción de guerra integral al impulsar
simultáneamente el accionar político y el militar”. Además, las fuerzas militares
“han experimentado un salto al aumentar el número de compañeros con experien-
cia operativa, al impulsarse formas de acción militar más accesibles al conjunto e
introducirse nuevos armamentos”.614 A tono con este optimismo, en esos mismos
días de abril el “Informe de la Reunión del Consejo Nacional” concluye su análi-
sis de la coyuntura diciendo que era previsible que “en el curso de los próximos
dos años” la “inestabilidad de las fuerzas enemigas por sus contradicciones (…)
nos obliga a preparar las condiciones para la contraofensiva generalizada que nos
puede llevar a un nuevo equilibrio de fuerzas”.
En ese marco trazan un proyecto que sintetiza el progresivo viraje hacia la
nueva etapa:

el centro de nuestras tareas lo constituye la política de construir mayor


poder, constituyéndonos en alternativa real para las masas, para lo cual
no sólo deberemos dar los pasos necesarios para consolidar ese poder
sino también prever los mecanismos para que las masas puedan percibir
la imagen del mismo: Tener poder y demostrar que lo tenemos.

Si bien puede identificarse la continuidad con la preocupación de los meses


previos respecto del protagonismo y la visibilidad de la organización, la nueva
formulación implica redefiniciones sustantivas en las prioridades de la organiza-
ción. Más allá de las “propuestas políticas de poder al alcance de las masas”, la
prioridad sería

613
Torre (2004:124)
614
Ya en marzo, analizaba las acciones masivas del 16 de septiembre y del 22 de agosto, como pruebas
de “la factibilidad de las Milicias Peronistas como proyecto militar para el Movimiento.”. “Las mili-
cias Peronistas son posibles”, en Evita Montonera, N° 3 (marzo de 1975), en Baschetti (1999: 536).

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tener un poder militar que garantice el ejercicio de ese poder, tener el
poder económico para desarrollar el proyecto integral y tener una Or-
ganización que sea capaz de llevar a la práctica lo anterior poniendo en
marcha el conjunto, en armónico desarrollo.

En el primer aspecto, político, no hay novedades: implicaba propuestas “elec-


torales” como “perspectiva concreta e inmediata”, así como acciones “reivindica-
tivas”, planteado al iguales que en los documentos previos, la búsqueda de inser-
ción en los conflictos para “unificarlos” en torno a la “línea” de la organización.615
La gran novedad es el anuncio de un nuevo objetivo para las acciones militares:
mostrar “la eficacia de un ejército urbano (…) y la capacidad para comenzar a
atacar las estructuras militares”.616
Por otra parte, a fin de año, con el lanzamiento del MPA se inicia una etapa
(que culmina recién después del golpe) en la cual Montoneros se atribuye cada vez
más claramente el papel de vanguardia/conducción del peronismo. En diciembre,
Evita Montonera consideraba que:

Con la finalización de la lucha interna en el Movimiento y el lanzamien-


to del MPA como la respuesta más importante en la conformación del
MLN, Montoneros asume su rol de vanguardia en el proceso revolucio-
nario (…).617

En marzo de 1976 Evita Montonera reconocía que

‘el espacio político perdido por el justicialismo traidor ha sido ocupado


por nosotros sólo parcialmente’; y coincidentemente aludieron al ‘retra-
so de la vanguardia respecto del movimiento de masas… en el avance
organizativo estamos retrasados respecto del alto grado de respuesta es-
pontánea de las masas’.,

615
En el análisis previo se destaca que si bien las luchas iban en constante aumento, “sigue existiendo
un gran déficit nuestro que es la incapacidad para darles un objetivo común que las unifique.”
616
“Informe de la Reunión del Consejo Nacional”, realizada del 3 al 6 de abril de 1975, documento
interno, en Baschetti (1999: 420-439). De todas formas, más allá de esta referencia, el anuncio
del proyecto de crear un Ejército Montonero, recién se produce en octubre. Luego de reseñar las
acciones de ese año decía que “se logró el descontrol y el desborde de las policías. A la vez el
pueblo ganó confianza en nuestro poder militar.”. Por esto, “Nos proponemos ahora dar un nuevo
salto: la construcción del ejército popular, el Ejército Montonero, que supere todas las anteriores
experiencias del peronismo.”. “Hacia la construcción de Ejército Montonero”, en Evita Montonera
N° 8 (octubre de 1975), en Baschetti (1999: 544-548)
617
“Propuesta para el frente sindical”, en Evita Montonera Año 2, N° 10 (diciembre de 1975)

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Y señalaba que no habían “ ‘alcanzado la representatividad necesaria para
unir y conducir al conjunto del pueblo’ ”.618 Sin embargo, un documento interno
elaborado por la Conducción Nacional de Montoneros en febrero de 1976 plantea
una visión bastante diferente. Como fundamento para continuar el acercamiento al
PRT-ERP iniciado un año antes, afirmaba que

Nuestra Organización en el curso del año pasado se ha consolidado como


la conducción del MPA [Movimiento Peronista Auténtico]. A partir de
ello hemos planteado la necesidad de construir el MLN [Movimiento
de Liberación Nacional] (…). [por ende] el espacio para la existencia de
proyectos de ‘izquierda’ fuera de la política general que impulsa nuestra
Organización es cada vez más limitado. En la medida que pretendamos
constituirnos en conducción del MLN debemos abarcar todos los espcios
del mismo y a sus expresiones políticas.619

Ya después del golpe afirman

la crisis del movimiento popular es una crisis de su identidad política,


nacida de una crisis de conducción que se origina en la existencia de
dos proyectos antagónicos. Perón no podía evitar que esos dos pro-
yectos existieran en colisión, pero podía demorar esa lucha o buscar
un equilibrio por un tiempo. Pero Perón murió y hoy podemos afirmar
que la única organización capaz de conducir a las masas peronistas es
Montoneros.620

En julio de 1975, los Montoneros “dieron muestras de su fuerza militar me-


diante ataques soberbiamente sincronizados”. Unos días después de la huelga ge-
neral de 7 de julio “colocaron bombas en dos comisarías, veinte almacenes y dos
oficinas de prensa, acompañadas de una exhortación para un levantamiento popu-
lar contra el gobierno”.
El 25 realizan una operación nacional en memoria de Evita. En general atacan
“todos aquellos lugares que visualiza como territorio enemigo: comisarías, bouti-
ques de ropa fina, concesionarias de automotores, restaurantes exclusivos, etc.”.
En Buenos Aires, además, “fueron atacados tres ayuntamiento, siete comisarías de
policía y el cuartel general de Artillería de Ciudadela”. En zona norte cortaron la
avenida Libertador, los accesos ferroviarios, tomaron varios colectivos de línea,

618
Evita Montonera N° 12 en Gillespie (1986: 262)
619
“Informe sobre las relaciones con el PRT-ERP” en Baschetti (1999: 570-587)
620
“Llenar el vacío de conducción: una necesidad impostergable del movimiento de liberación nacio-
nal”, en Evita Montonera N° 13 (abril-mayo de 1976), en Baschetti (2001: 113).

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destruyeron bancos, galerías comerciales, concesionarias, incendiaron autos, ti-
raban molotovs, de alquitrán, de querosene, cargas de trotyl. Volaron también la
guardería de lanchas Reconquista con casi mil embarcaciones.
El 30 de julio se obstaculizan las carreteras de acceso a la ciudad de Córdoba
con cadenas y coches volcados antes de lanzar un ataque con metralletas al edificio
del gobierno provincial.
Entre tanto, ese mismo mes se realiza una incursión a la fábrica de armas
Halcón de Banfield permite obtener piezas para montar 100 metralletas de nueve
milímetros y 150 fusiles calibre 765.621
El 22 de agosto nuevamente hay acciones simultáneas en todo el país. Esta-
llan más de cien bombas contra la propiedad y una de ellas hace estallar la primera
fragata moderna provista de misiles, la Santísima Trinidad, de 3.500 toneladas.
A fin de mes se produce el primer ataque directamente dirigido a las FFAA:
en respuesta a la misión militar antiguerrilla en Tucumán vuelan por telemando la
pista de aterrizaje del aeropuerto Benjamín Matienzo en San Miguel de Tucumán
y destruyen un avión Hércules C-130 mientras despegaba con personal antiguerri-
lla. Mueren cinco personas y cuarenta resultan heridas.
En septiembre de 1975, además de una emboscada contra un camión del Ejér-
cito en La Plata, durante el aniversario del golpe de 1955 unas 1500 personas son
movilizadas en unas 100 operaciones en todo el país: “ataques con cócteles mo-
lotov contra objetivos relacionados con el imperialismo, la oligarquía y el aparato
represivo, además de reparto de octavillas, la ocupación de edificios y las manifes-
taciones relámpago.”.622
Finalmente, llega el ataque del 5 de octubre a la guarnición del Regimiento
29 de Infantería de Monte en Formosa, “uno de los más fuertes de la Argentina”.
Gillespie (1987) destaca la envergadura de la acción, señalando que es “[l]a ope-
ración mejor elaborada y realizada de la lucha guerrillera argentina”. Participan 39
combatientes, tres de ellos con uniformes del Ejército y el resto “con sus gorros ca-
racterístico, camisas azules y pantalones de tela de algodón del mismo color”. Un
grupo de cuatro personas secuestra un Boeing 739 que volaba de Buenos Aires a
Corrientes y lo fuerza a aterrizar en el aeropuerto de Formosa, El Pucú. Otro grupo
de nueve personas ocupa el aeropuerto y, mientras tanto, un grupo de 26 personas
debía atacar el Regimiento. El ataque fracasa y mueren 11 de los 26 integrantes del
tercer grupo que logra pese a todo llegar al arsenal llevándose cincuenta FAL y una
ametralladora FAP, para luego retirarse hacia el aeropuerto.623

621
Bs As Herald, 29/7/75, en Gillespie (1987: 226, 238, 239) y Caballero y Larraquy (2000:242)
622
Gillespie (1987: 222, 241-243, 247) y Baschetti (1999:29).
623
Gillespie (1987:243)

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El 3 de diciembre atentan con éxito en Entre Ríos contra Cáceres Monié y
en la emboscada muere también su esposa, Beatriz Sasiaín. El 14 de diciembre
atentan contra el yate Itati, propiedad del Alto Mando de la Armada, utilizado ha-
bitualmente por Masera, y el 30 hacen estallar una bomba en el Comando General
del Ejército. También en diciembre se realiza una emboscada contra un camión
del Ejército en Bahía Blanca, se lanzan volantes que dicen “Las armas del ejército
opresor de Sierra Grande pasan al Ejército Montonero”, en referencia a la inter-
vención (escasamente conocida) del Ejército en una huelga declarada ilegal de los
mineros de Sierra Grande. A la vez,

(…) empezaron a aparecer productos montoneros –especialmente grana-


das y lanzagrandas acoplables a los fusiles FAL-, que revelaban la creación
de un Servicio de Fabricaciones Montoneras consistente en un gran taller
(la fábrica de armas Sabino Navarro del Gran Buenos Aires) y un buen
número de unidades más pequeñas diseminadas por varias zonas del país.

En enero, el día 12, se produce un intento frustrado de copamiento de la Es-


cuela de Policía Juan Vicetich en La Plata, que se reitera en febrero de 1976. El 5 de
febrero se “ejecuta” a José. Tarquini, funcionario de prensa del Ministerio de Bien-
estar Social acusado de pertenecer a la Triple A y el 11 al Comandante del Grupo
de Artillería Antiaérea 601, coronel Rafael Raúl Reyes. Mientras tanto, en febrero,
se establece en Tucumán la “fuerza del monte del Ejército Montonero”.624
Para Gillespie (1987), “[a]unque los Montoneros nunca recurrieron al terro-
rismo estratégico como tal, al cabo de un año de haber reanudado la guerrilla
empezaron a tratar a soldados y policías como blancos legítimos.”. Esto se asume
explícitamente el 11 de marzo con la “‘tercera campaña militar’ dirigida princi-
palmente contra la policía” que provoca dieciséis muertes y diez heridos en una
semana. Gillespie (1987) ejemplifica el perfil de las acciones con lo ocurrido el
12 de marzo cuando un aspirante Montonero es sorprendido e William Morris por
policías de civil mientras transportaba un saco con revólveres. Al día siguiente
los montoneros “montan guardia en aquella zona con sus ‘patrullas de policía’.
(…) detenía a los transeúntes, comprobaba sus documentos y explicaba: ‘Somos
montoneros y buscamos policías’.”. Luego de media hora encuentran y “ejecutan”
a un agente y se retiran.
Menciona también una bomba colocada el 15 de marzo en un coche esta-
cionado delante del Cuartel General del Comando General del Ejército (Edificio
Libertador) que hiere levemente a cuatro coroneles, doce militares y a doce civiles
y provoca la muerte de un camionero, el estallido de bombas en media docena de

624
Gillespie (1987: 226, 242, 247, 274)

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departamentos de Barrio Norte del 17 de marzo, uno de los cuales, según Monto-
neros era propiedad de Casildo Herreras. “Hemos minado Barrio Norte”, comuni-
caron por teléfono a la prensa.625
Si bien la lista de acciones es por demás incompleta, es significativo que las
únicas acciones ligadas al conflicto sindical que logran cierta trascendencia se den
en Zona Norte. El 24 de octubre secuestran a Enrique Metz de Mercedes Benz,
obteniendo (el 24 de diciembre) cinco millones de dólares de rescate, la concesión
de aumentos salariales y la readmisión de obreros despedidos. Al igual que en el
caso de Born se reclama la publicación en “los principales diarios del mundo” del
pedido de elecciones adelantadas. A fines de enero se invade la fábrica Bendix en
Munro donde 16 trabajadores habían sido secuestrado recientemente y matan a
balazos a dos directivos, pintando en las paredes “Patrón que colabore con la repre-
sión, patrón que irá al paredón”.
Por supuesto, no son las únicas acciones en Zona Norte. El 26 de octubre “eje-
cutan” a cinco policías en respuesta “a los asesinatos y tortura de compañeros” de
la Regional Tigre, en enero pelotones milicianos incendian concesionarias y cortan
muchas calles de la zona, el 29 de enero hieren a tres policías y matan a uno, el 4
de febrero hieren a un policía, el 24 de febrero “ejecutan” a otros dos.626 De todas
formas, hay un perfil particular en las acciones de Zona Norte que corroboran los
testimonios que se analizan más adelante en relación a la llamada “disidencia” de
la Columna Norte.
A pesar del inicio de la escalada de violencia, la participación en las “super-
estructuras” continúa y se plasma en la nueva etapa en el lanzamiento, el 21 de
septiembre, del Movimiento Peronista Auténtico (MPA). El primer número de El
Auténtico, vocero del MPA, anuncia que “‘los trabajadores han iniciado una nueva
resistencia, organizándose para recuperar el Movimiento Peronista’, los ‘Autén-
ticos’ se presentaron a sí mismos como representantes de la auténtica militancia
proletaria.”.627
El Movimiento Peronista Auténtico se lanza oficialmente en el tradicional
Hotel Savoy y se estructuraba de acuerdo al modelo, también tradicional del pe-
ronismo, de un ejecutivo integrado por representantes de las cuatro ramas.628 El
documento aprobado en su congreso inaugural afirmaba que

625
La Opinión, 18/3/76, en Gillespie (1987: 248, 274-275)
626
Gillespie (1987: 225, 231-232, 236-237, 273)
627
El Auténtico, N° 1, 17/9/75, en Gillespie (1987: 256).
628
En Consejo esta integrado por cuatro consejeros políticos (Framini, Cepernic, Zabala Rodríguez
y Bidegain), cuatro consejeros sindicales (Gonzalo Chávez -electricidad, Roberto Tapia-Unión de
Tranviarios Argentinos/Córdoba, Heriberto Torres y Mario Aguirre- Secretario General de ATE/
Rosario entre 1961 y 1974), cuatro consejeras femeninas (Diana Alac, Delia Castelazzi, René

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La liberación frente a la dependencia seguía siendo la dicotomía monto-
nera fundamental, la cual servía en aquella ocasión de fundamento para
un proyecto que contemplaba la creación de un ‘Frente de Liberación
Nacional con todos los sectores nacionales que tengan un enfrentamiento
objetivo con el imperialismo’.629

Entretanto, los “auténticos” abocados a la política partidaria establecen alian-


zas y contactos con Alende, Sandler, Sueldo (Partido Revolucionario Cristiano)
y otras fuerzas pequeñas “en un esfuerzo por construir algo parecido a la alianza
chilena de Unidad Popular”. El 21 de octubre, Bidegain, en representación del PA,
comparte la tribuna con Oscar Alende del PI y Héctor Sandler (Corriente Argentina
Revolucionaria) en un acto en el Teatro Avenida sobre la situación universitaria.
Sin embargo, las tensiones que se habían planteado ya a principios de año
con las elecciones de Misiones, respecto de los excesivos riesgos que implica esta
iniciativa, se profundizan. De acuerdo a entrevistas personales realizadas en Bs As
a fines de 1975, Gillespie (1987) afirma que

(…) muchos montoneros expresaban en privado sus dudas sobre la opor-


tunidad del nuevo partido: algunos creían que un partido de cuadros, en
vez de un movimiento de masas (MPA) con un partido electoral (PA),
debía ser el objetivo; muchos consideraban simplemente que cualquier
estratagema electoral era una equivocación, arguyendo que los militares
nunca darían al peronismo la oportunidad de volver a ganar una eleccio-
nes, aunque solo fuera por una mayoría reducida; y los temores respecto
a los riesgos que suponía dar públicamente la cara se hallaban muy ex-
tendidos.630

Susana Sanz recuerda esta disyuntiva y destaca que cuando a fin de año llega
el momento de presentar las fichas de las afiliaciones obtenidas en muchos lugares
se decidió no hacerlo. A Sanz le parecía problemático hacer “un partido legal si no
vamos a movernos dentro de la legalidad”. Pero Rossini, el nuevo responsable de
la Regional, le plantea (y ella acuerda) que “una cosa es tratar de moverse dentro
de los límites de la legalidad, que se hacen cada vez más chicos, y otra muy distin-
ta regalarle toda esta información al enemigo”.631

Chávez y Susana Sanz de Llorente) y cuatro consejeros juveniles (Rodolfo Galimberti, Ramón
Puch, Claudio Slemenson e Ismael Salame).
629
El Auténtico (N° 2, 1/10/75), en Gillespie (1987:257)
630
Gillespie, 1986:257-258)
631
Anguita y Caparrós (1997: 439)

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En el plano sindical la nueva línea del MPM se plasma en que

[e]l Bloque no es una ‘reestructuración’ de la JTP, sino un organismo


cualitativamente diferente. La JTP nació a principios de 1973, funda-
mentalmente para dar la lucha interna en el MP. (…) Las viejas estructu-
ras sindicales del justicialismo ya no sirven, son parte ya de sistema; por
eso no nos planteamos ahora ganar las 62 mediante la lucha interna, sino
recuperar los sindicatos y la CGT a través de los cientos de combates que
lleva adelante la clase obrera peronista.632

El ataque al cuartel del Formosa fue la primera instancia en que la magnitud y


repercusión de la acción obliga al PPA a enfrentar la opción de repudiar la acción,
quebrando al partido, o asumir una condena pública y una aceptación privada, es
decir una conducta “esquizofrénica” que implicaba “necesariamente, sometimien-
to a Montoneros”.633 Para Gillespie (1987)

La paternidad política de los ‘Auténticos’, aunque públicamente negada,


era un secreto a voces. Cuando, el 21 de septiembre, se fundó la sección
bonaerense del partido, los Montoneros enviaron un mensaje de apoyo
y recibieron entusiastas ‘vivas’ de los delegados reunidos. Fueron los
Montoneros quienes proporcionaron al partido su línea política y su fi-
nanciamiento, además de la mayoría de sus líderes, cosa que era evidente
para todo el mundo, en particular para las Fuerzas Armadas.634

Como era esperable, luego de Formosa los aliados se retraen. El 4 de noviem-


bre Alende declara a La Opinión que la posibilidad de tal frente era “prematura”.
El PI estaba aliado en el Congreso con el PCA, cuya posición era por completo
hostil a la guerrilla e impulsaba “un ‘gabinete cívico militar de amplia coalición
democrática’ ”.635
A pesar de los esfuerzos tardíos por despegarse de Montoneros,636 el PA y
El Auténtico fueron ilegalizados en diciembre de 1975 con el pretexto de que los

632
Lorenz (2007: 193-194)
633
Horowicz (2005:285)
634
Gillespie (1987:258)
635
Gillespie (1987:259-260)
636
El 16/11/75, cuando se realiza el Primer Congreso Nacional “Perón-Evita” del Partido Auténtico
realizado en la Asociación Cultura Checa, el Dr. Antonio Lombardich, ex ministro de Bienestar
Social Cordobés y miembro del Consejo Nacional “Auténtico” afirma: “Nosotros no tenemos nada
que ver con lo ocurrido en Formosa”. La Opinión, cit en Gillespie (1987:257-258)

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Montoneros habían participado en el ataque al Batallón Depósito de Arsenales 601
de Monte Chingolo.637
A pesar de la evidente incompatibilidad entre la línea de demostración de
poder militar y enfrentamiento a las FA y la inserción en la “superestructura”,
todavía en febrero de 1976 Montoneros perseveraba en la perspectiva “frentista”.
Esto se plasma en el lanzamiento del semanario Informaciones dirigido por Holver­-
Martínez Borelli de la DC y ex rector de la Universidad de Salta. El N° 1 no pudo
terminar de distribuirse ya que salió a la calle el 24 de marzo de 1976.638 Según
Robles (2004),

Montoneros (…) se resistía a perder esa masividad y a tener que asu-


mir nuevamente la clandestinidad de los viejos tiempos de la resistencia.
Queríamos seguir siendo los peronistas del pueblo, no podíamos aceptar
convertirnos en los desplazados.

Al igual que Perdía (1997) recuerda la presencia de figuras no montoneras


como Rabanaque Caballero, que habría integrado el Consejo Editorial. Cita ade-
más un testimonio de Bonasso, para quien “Era una publicación destinada más
bien a mostrar las voces de los aliados, había todo un trabajo respecto a algunos
sectores populares, cristianos, sectores socialistas y de izquierda en general”.
Bonasso señala además que la iniciativa había sido cuestionada por Rodolfo
Walsh

era una verdadera locura. Era a fines de 1975 y [los responsables de la


publicación] eran compañeros muy conocidos, muy necesarios todos en
la posibilidad de desarrollar una prensa popular clandestina. Walsh plan-
teaba que en lugar de que hubiera 60 ahí, debía haber 10 células de 6
compañeros cada una, haciendo prensa en la clandestinidad, una prensa
de la resistencia, como él efectivamente hizo después del golpe. Pero eso

637
Las versiones sobre el alcance logrado por el PA varían: según La Opinión el PA había formado
“una organización nacional que cubría una zona habitada por el 95% del electorado”; de acuerdo a
El Auténtico a finales de octubre tenía 40.000 miembros; Perdía (1997) afirma que el PPA llega a
constituirse en 18 distritos con 60.000 afiliados; por último, de acuerdo a Framini al momento de
su ilegalización el PA tenía 98.000 militantes. La Opinión, 28/12/75; El Auténtico (N° 4, 29/10/75),
en Gillespie (1987:256); Perdía (1997:247); en sus declaraciones Framini denunciaba el asesinato
de Cáceres Monié y su esposa por Montoneros. Gillespie (1987:258). Los entrevistados recuerdan
que, en Luján, el Partido Auténtico había despertado un gran entusiasmo en la militancia local. El
lanzamiento se realizo el 26/10/75, con un acto al que asistieron 300 personas, entre ellas delegacio-
nes de Mercedes y Chivilcoy (Columna Lejano Oeste). La JPR 8 se habría abocado a la afiliación,
logrando unas 700 en un mes (Luna y otros, 2007:99).
638
Perdía (1997:249)

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iba en contra de la visión megalomaníaca de la conducción montonera
que seguía operando como si nada pasara, es decir, escribiendo un sema-
nario de salida en los quioscos, un semanario público en un momento en
que no había espacio para eso. Y tuvo consecuencias gravísimas. (…) se
vulneraron las normas más elementales de seguridad y eso permitió la
caza de compañeros.639

Transformaciones organizativas y crisis en la “bases”


Los virajes de la segunda mitad de 1975 son acompañado por la profundi-
zación de los mecanismos de disciplinamiento internos que reflejan el creciente
desprecio por las vidas humanas, en este caso de los propios militantes. Desde
fines de 1975 encontramos indicios de un creciente recurso a “ejecuciones” como
forma de disciplinamiento dentro de la propia organización.
El 7 de agosto es detenido Marcos Osatinsky miembro de la conducción na-
cional y responsable de la Zona Oeste, que muere dos semanas después en un
intento de rescate. El 26 es ejecutado un militante, Haymal, acusado de ser respon-
sable de su captura. En esa oportunidad Evita Montonera decía

todos los prisioneros solían ser torturados, pero de los 800-100 monto-
neros maltratados hasta agosto de 1975, el 95% (según ellos) no habían
dado informaciones de importancia, el 4% habían facilitado alguna, y
sólo el 1% habían dicho todo lo que sabían. ‘La tortura es perfectamente
soportable –afirmó el Tribunal Revolucionario, (…)-; no es un problema
de resistencia física sino de seguridad ideológica (…)’. Y tampoco se
aceptó, como atenuante (…), el hecho de que hubiera resistido cuatro
días antes de ‘cantar’: delatar, en cualesquiera circunstancias, era perju-
dicial para la organización y revelaba debilidad ideológica.640

Otros casos menos conocidos permiten superar una generalización de este


tipo de medidas. En noviembre de 1975 Evita Montonera anuncia que habían sido
“ajusticiados” cerca de Rosario los hermanos Pedro y Carlos Sabao acusados de
traición y delación.641
Alberto Mansilla era un sociólogo uruguayo que había militado en Tacuara en
los años 60s (y había estado preso por el asesinato de Silvia Alterman), luego en
Descamisados y, en 1973, había trabajado en el Ministerio de Educación. Desde la

639
Robles (2004: 109). El escrito de Walsh en Baschetti (2001:121-122).
640
“Juicio revolucionario a un delator”, referido a la ejecución de Haymal, en Evita Montonera N° 8
(octubre de 1975), en Gillespie (1987: 265-266)
641
Evita Montonera (N° 10), en Lenci (2008)

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salida de Taiana del Ministerio “salió de circulación” y reaparece a fines de 1975
intentando militar en el Partido Auténtico. La Conducción rechaza su propues-
ta y lo envía como aspirante a una sub-unidad militar de la Columna Norte que
dependía de Galimberti. Al tiempo escribe una denuncia de doce carrillas contra
Galimberti por haber armado una banda con la que delinquía, y la envía a Perdía,
a su responsable inmediato y a Galimberti. Pocos días antes del golpe es detenido
y liberado rápidamente. La organización sospechó y el 21 de abril Galimberti,
Tomás y el “Gordo” Lizaso lo habrían “ejecutado”.642
Sin duda, el caso que mayor impacto tiene en la organización es el de Quieto.
Luego de su detención, el 28 de diciembre de 1975, la organización realiza una
de las ya habituales demostraciones de fuerza. El 3 de enero de 1976 un centenar
de milicianos organiza un alboroto en el centro de la capital incendiando coches,
lanzando bombas incendiarias contra varios negocios y arrojan volante que piden
por la “integridad física” de Quieto. La consigna pintada en las paredes era “Que
aparezca Quieto, secuestrado por las fuerzas armadas gorilas” y “Quieto preso por
el ejército gorila”. Sin embargo, la campaña se detiene abruptamente. La noche
siguiente a su detención fueron allanadas dos “bases” y luego comenzó una “racha
de secuestros, detenciones y desapariciones que con conjunto solo podían signifi-
car una cosa: Roberto Quieto había hablado.”.643 Según el Tribunal Revolucionario
que juzga “en ausencia” en febrero a Quieto,

los delitos del acusado sólo podían atribuirse a su ‘conducta liberal e in-
dividualista’, observada anteriormente en ‘malas resoluciones de proble-
mas en su vida familiar, su primera detención y su no asunción a fondo
de todas las implicancias de la clandestinidad’.

Finalmente, Quieto es encontrado culpable de “deserción en operación y de-


lación” y condenado, en ausencia, a “degradación y muerte”.
Estas transformaciones se plasman claramente en el “Código de Justicia Pe-
nal Revolucionario” que se difunde a fines de 1975 y entra en vigencia a partir del
1ro de enero de 1976.
Lenci (2008) compara este “Código” con las “Disposiciones”, que hemos
mencionado, de 1972. Si bien la autora subraya las continuidades, así como las
claves ideológicas a las que remiten 644, interesa aquí tomar las diferencias identi-
ficadas en su análisis:

642
Caballero y Larraquy (2000: 256-7, 264)
643
Gillespie (1987:267-270
644
“los dos cuerpos normativos (…) tienen en común ser dos de los pasos en el proceso de formali-
zación de su estructura burocrática” así como “la concepción de justicia revolucionaria” (Lenci,
2008).

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- una retórica más marcial, así como la desaparición de las referencias a que “de-
ben ser discutidas y criticadas”, ahora son “para conocimiento de todos los inte-
grantes de la OPM y los aspirantes, el resto de los compañeros”.
- desaparecen o se limitan al mínimo las consideraciones respecto de la aplicación
diferenciada de las normas a los diferentes tipos de militantes (deserción e insu-
bordinación son las únicas excepciones).
- desaparecen las precisiones sobre la “delación” (el plazo de 24 hs y la distinción
entre información necesaria e “innecesaria”) y deja de ser penada con el fusila-
miento.
- aumenta el número de “delitos tipificados”, especialmente los “vinculados con
la obediencia a la conducción y la disciplina interna” y al manejo de los recursos
económicos, muchos penados con el “fusilamiento”.645
- refuerzo de las diferencias jerárquicas internas. Las “Disposiciones …” no esti-
pulaban el nivel que debe tener cada uno de los miembros del Tribunal Revolu-

645
- “defraudación”: “quienes se apropien en beneficio propio de bienes de la organización de cual-
quier naturaleza que sea o quienes utilicen esos bienes para finalidades ajenas a la organización”
- “insubordinación”: “Quedan incursos en este delito los integrantes de la organización, los Aspi-
rantes, los soldados, y milicianos que no acaten o se revelen (sic) contra las órdenes o resoluciones
expresas emanadas de sus responsables u organismo superior salvo que el incumplimiento se deba
a causas de fuerza mayor.”
- “conspiración”: “quienes al margen de las estructuras organizativas o dentro de las mismas realicen
una actividad concreta orientada a lograr una división o un fraccionamiento de la organización.”
- “abuso de autoridad”: “quienes imponen su mando en beneficio propio o para fines ajenos a la
organización, o quienes falten el respeto a sus subordinados o quienes dicten órdenes basadas en las
arbitrariedades”.
- “evasión”: “Son responsables de este delito quienes voluntariamente evaden someterse a juicio
revolucionario o no cumplan las penas impuestas en el mismo”.
- “encubrimiento”: “quienes realizan cualquier actividad concreta destinada a evitar a otro el juz-
gamiento o el cumplimiento de las sanciones correspondientes por haber cometido alguno de los
delitos previstos anteriormente”.
- “instigamiento”: “quienes inspiren o inciten a otro compañero a cometer algunos de los delitos
indicados anteriormente”
“complicidad”: “quienes concretamente cooperen, colaboren o presten ayuda para cometer alguno
de los delitos previstos en este Capítulo”
En el mismo sentido, Lenci menciona otros “delitos” similares pero que explícitamente se aclara
que no pueden ser penados con el “fusilamiento”:
- “malversación”: “quienes cambien el destino de los fondos recibidos sin previa consulta o inme-
diata comunicación a los ámbitos superiores, es agravante la no declaración de la malversación
efectuada en la rendición de cuentas”.
- “negligencia en el mando”: “quienes no utilizan la autoridad que le corresponde para corregir
todo tipo de errores, desviaciones o delitos de los subordinados, dejando transcurrir toda situación
anormal evidente”
- “deslealtad”: “quienes tengan relaciones sexuales al margen de la pareja constituida, son respon-
sables los dos términos de esa relación aún cuando uno solo de ellos tenga pareja constituida.”

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cionario, aclarando solamente que el Presidente del Tribunal debía ser miembro
de la Conducción Nacional y no pertenecer a la misma regional que el compañe-
ro acusado. En cambio, el “Código …” dedica varios artículos a establecer que
los todos miembros del tribunal deben poseer un grado jerárquico superior al del
acusado. A la vez, estipula que la conformación del tribunal varía de acuerdo al
nivel alcanzado por el acusado.”
- posibilidad de juicios sumarios, en ausencia, sin instancia escrita, sin instancia
de publicidad”. El “Código …” no prevé la figura del defensor y no se habla de
defensa sino de “descargo” (“el acusado tenga posibilidad de producir su des-
cargo con respecto a los hechos que se le imputan como también a producir las
pruebas respectivas”) y contempla la posibilidad de llevar adelante juicios en
ausencia.
En la segunda mitad de 1975 a la escalada, la especialización (que culmina
en diciembre con el anuncio de la creación del “Ejército” Montonero) y las nue-
vas normas disciplinarias (y el creciente recurso a las ejecuciones de los propios
militantes) se suma la ofensiva de las Tres A, que comenzaría a sentirse con gran
fuerza en las agrupaciones.646 En palabras de Mario mientras la represión inicial de
las 3A era “muy selectiva”, centrada en referentes “muy representativos (…) muy
visibles”, en la fase posterior “a cualquiera que lo veían lo bajaban”.647
En los frentes el descontento empieza a sentirse. Entre las acciones milicianas
de zona norte del 26 de julio de 1975 se incendió una guardería náutica en Rincón
de Milberg. Según Carlito “Quienes se opusieron se preguntaban qué clase de
ataque a la patronal era ese, si muchos de los dueños eran gente de clase media,
inclusive algunos trabajadores del astillero.”. El atentado contra Villar, en el que
no participaban los integrantes de la agrupación (aunque, según un testimonio, de
allí habría salido la información sobre la lancha de Villar), los sorprende en medio
de una asamblea y al escuchar la explosión algunos trabajadores -“Los viejos”-
los habrían acusado de “guerrilleros” y “tirabombas”.648 A la vez, después de las
movilizaciones del Rodrigazo la organización decide avanzar sobre los sectores
“críticos”. Según el Chango,

En una reunión en la casa del Tano, donde había compañeros que sólo
militaban en la Agrupación, y otros del aparato, se me dijo que tenía que
aceptar, por disciplina, que el nuevo responsable de la Agrupación sería
La Fabiana. No recuerdo quiénes estábamos por ambos, sí recuerdo lo

646
Sadi (2004:70-71)
647
Entrevista de la autora (2003 y 2008)
648
Lorenz (207: 197, 214)

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más importante, que hubo compañeros que no estaban de acuerdo con
el dedazo.
Dije (más o menos así) que yo había sido elegido por elecciones, que los
compañeros presentes, los históricos, no los del aparato, sabían de mi
trayectoria y de mi compromiso con la Navales. Que no renunciaba a mi
cargo, y que no esperaran de mí un aval público a sus políticas aparatistas
y de enfrentamientos entre los navales (…).

Si bien el Chango decide abandonar la Agrupación para evitar el “desgaste


y confusión hacia los compañeros y el gremio”, es citado para una reunión en la
que encuentra

un ambiente espeso, un ambiente de patota. Se me insiste a que renun-


cie al cargo de la Agrupación y que lo haga público, que me discipline,
etc. Y que les entregue el arma pues se me va a hacer un juicio político
ahí mismo.
Les respondo que a mí los únicos que tienen derecho a juzgarme son los
obreros, que el arma no me la dio la orga, que casi todas las armas que
hay en esta reunión las regalé yo, que me voy, y que no intenten detener-
me. Creo que me juzgaron en rebeldía y me condenaron a muerte, pues
después de muchos años, a la vuelta del exilio, la viuda de un compañero
naval [Guerri, Livio Garay] me contó llorando que la orga le había im-
puesto a su compañero la infame tarea de matarme. El compañero hizo
una crisis y le contó todo a su mujer. La nobleza de esos dos compañeros
y la fidelidad al cariño que siempre nos habíamos profesado abortó el
intento.649

De todas formas, el “verticalismo” no era el único ni principal problema de


los militantes de Zona Norte. Ya en el último trimestre de 1975 hubo una olea-
da de secuestros de delegados de la JTP en Eveready, Fitam, Cormasa, Fate y
Avon.650 Más tarde, ante “la inminencia del golpe”, Montoneros los habría instado

649
Lorenz (2007: 204-205)
650
El 5 de noviembre de 1975 fueron secuestrados y torturados el Tano, la Fabiana y Robi (Jorge
Velarde), y 7 ocurre lo mismo con Luis Cabrera (Huesito). El 14 de noviembre se organiza una
multitudinaria manifestación de 3500 personas denunciando los secuestros. Luego del secuestro, al
Tano “Se le veía el agobio, pero estaba [iba a los bares de la zona], para que los de Astarsa, viejos
y jóvenes, lo vieran”, pero “la tortura, según sus compañeros, lo había ‘quebrado’.”. El 18 de enero
de 1976 es secuestrado y asesinado Carlos Alvarez (Negro Apa), referente del Peronismo Auténtico
en la zona. A mediados de febrero, Echeverría, Luis Cabrera (huesito) y su mujer son secuestrados y
asesinados. Se hizo un velatorio multitudinario en el sindicato y este aclaró que “esta vez no tenían
nada que ver”. Lorenz (2007: 229, 231-232, 234, 236-237)

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“a abandonar el trabajo e incorporarse como cuadros armados a la organización”.
Sin embargo, “[e]ntre otras cosas, esto implicaba recibir una suma para gastos de
seguridad, y el abandono de la fábrica”. Según María Rufina Gastón “Ellos [los
de la agrupación] discutieron que ellos nunca iban a recibir plata de la orga. Ellos
se iban a ir a la casa de un pariente.”. De todas formas, Lorenz (2007) aclara que,
“más allá de dar este consejo, la organización sólo dispuso de recursos para dar
seguridad a uno de sus militantes, Hugo Rivas, que fue secuestrado el mismo día
que iba a mudarse”.
Después del golpe sólo unos pocos militantes continuaron con alguna forma
de militancia orgánica. De todas formas, la agrupación había preparado una serie
de militantes “tapados”, “no quemados”, para “que pudieran sostener algún tipo
de trabajo sindical y a la vez informar de lo que sucedía cuando los más expuestos
tuvieran que retirarse.”.651
Según Cristina, la referente montonera en Squibb, “[n]osotros nos levanta-
mos en abril de 1976. A partir de entonces se cortó todo. Y ya a fin de ese mes o
principios de mayo entra el Ejército en la fábrica.”. Recuerda que cuando se toma
esa decisión realiza una asamblea en la que explicita su pertenencia a Montoneros
“por expresas directivas de la orga”. En ese momento, los compañeros le recrimi-
nan “Nosotros ya sabíamos quién eras vos, pero ahora lo sabe también el enemi-
go”. Cristina recuerda que “Era lo mismo que yo pensaba. Pero acaté.”.652
En el ámbito universitario las últimas elecciones universitarias reflejan un
retroceso de la JUP. La lista azul y blanca de la JUP obtuvo 16.129 votos sobre
50.620, es decir el 32% del total y 20 centros, en lugar del 35% de 1973. Lo
más significativo es que las pérdidas fueron parar a los “radicales progresistas”
(FM), al MOR (comunistas) y al MNR (socialistas populares), que coincidían en
condenar “tanto el ‘terrorismo’ de la derecha como el de la izquierda” y que, en
conjunto, obtienen el 45% de los votos.653 En el testimonio de Mario hay indicios
de crecientes críticas internas. A diferencia del momento inicial de regreso al frente
universitario, para mediados de 1975

todo el mundo empezaba a criticar, nos vamos al carajo, esto hay que
pararlo, no? Eh… no, si, si, mucha gente que se iba, otra gente que lle-
gaba pero con desconfianza y… si, Elvio Vitali lo describe muy bien en

651
Lorenz (2007: 252-253, 263). También en Luján, después del golpe, los militantes suponían que
“los contactos que tenían con sus responsables les asegurarían lugares y dinero para poder alojarse
y de esta manera tener las mínimas condiciones de seguridad. Sin embargo, la situación fue otra.
Los militantes recuerdan la desprotección que sintieron.” Según José María “Nunca aparecía la
guita con la que te iban a ayudar a vivir.”. Luna y otros (2007:103-104).
652
Sadi (2009: 179-180)
653
El Auténtico (N° 7, del 10/12/75) y La Opinión, 19/12/75; en Gillespie (1986:263)

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Cazadores de Utopías, dice ‘ante la falta de democracia interna votamos
con los pies’ (risa)… nos íbamos yendo... Esa metáfora no es de él, es de
Pancho, pero como Pancho no está en la película la usa él (risa)….654

Nuevamente, la respuesta a las críticas es el disciplinamiento. Sadi (2004)


identifica un cambio en la conducción de la JUP que culmina en “algo parecido a
un golpe interno” por el cual la conducción queda en manos de “la línea dura”.655
En el mismo sentido, Elvio Vitali recuerda que luego de la “caída” de Ventura y
Talento, la nueva conducción “se dedicaban demasiado a la organización y ad-
ministración internas (…) y en esa línea, le prestaban excesiva atención a la vida
privada de cada uno”.656
En Luján la represión comenzó a sentirse a fines de 1975 con la aparición de
un grupo paramilitar llamado “Comando Jordán Bruno Genta”. Ernesto, vecino
de uno de los barrios donde el grupo trabajaba, sintetiza muy bien el proceso de
disgregación de los frentes territoriales:

‘Va a haber que abrirse, nos dijeron, por un tiempo para que no les pase
nada a ustedes’ Y ahí mismo ya no te van a visitar, vos ves que una vez no
van, dos veces no van, (…) Se empieza a abrir el asunto, pero no porque
uno había dejado, sino por que ellos nos resguardaban, al alejarse nos
estaban resguardando. Al empezar a abrirse quedamos los que estábamos
en el barrio, que no la hora nos dábamos, viviendo a tres cuadras y media,
nos desvinculamos de todo, hubo que sacar todos los panfletos que tenía-
mos (…) después ya no apareció uno, no apareció el otro....

5. La “Columna Norte”, el último fracaso


En 1974 habían comenzado a funcionar en la Columna estructuras paralelas,
“horizontales”, que no respondían a la conducción nacional sino a la zonal. Se
trataba de una “red de apoyo”, una “banda horizontal”, que si bien

siempre funcionaría dentro de las estructuras de Montoneros, en tiempos


de fuego cruzado contra la burocracia sindical o durante la dictadura mi-
litar, actuaba ‘por la libre’, con políticas y operaciones que nacían de sus
propias evaluaciones y necesidades.

654
Entrevista de la autora (2003 y 2008)
655
Sadi (2004: 70, 71)
656
Agrega que además cada vez era más difícil trabajar en los frentes. El era presidente del centro de
estudiantes de derecho, pero casi no iba por la facultad. Los miembros de la agrupación seguían
reuniéndose, pero ya casi no veían a los estudiantes. Anguita y Caparrós (1997: 354)

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En febrero de 1975 se intenta desactivarlas mediante una “reorganización”,
es decir una serie de promociones y traslados de “cuadros” destinada a lograr
el “disciplinamiento” de la Columna. “Pancho” Rivas, hasta entonces jefe de la
Columna, fue relegado a la Secretaría Política y llega “Amalia”, Elida D’Ippolito,
como nueva jefa. “Amalia” era un cuadro de confianza de la Conducción, tenía 27
años y se había entrenado en Cuba con el grupo de fundadores de las FAR. Otros
“cuadros” cercanos a Galimberti son destinados a otras estructuras: “Tonio” pasa
al Area Federal, “Federico” es trasladado al servicio de Inteligencia y el “Nono”
Lizaso a la Regional Capital.
Sin embargo, los traslados no logran desarticular las “bandas internas” que
subsistirían nucleadas en torno a las figuras de Galimberti y Rivas. En el caso de la
de Galimberti la “reorganización” permitió una “visión más completa” de lo que
ocurría en Montoneros ya que los cuadros de la “banda” seguían encontrándose,
desafiando la prohibición de contactos “horizontales”.657
En el caso de la de Rivas, según Fernández Long este funcionamiento hori-
zontal no sólo se mantiene sino que es lo que permite mantener cierta normalidad
hasta mediados de 1976

Nosotros, en la banda de Francisco [Rivas], hasta teníamos una cita de


recreación. Y demás la horizontalidad nos permitió seguir en contacto
con la gente de las villas y los barrios pese a todas las prohibiciones de la
orga y pese al descalabro. (…) lo hacíamos por fuera, mentíamos, segui-
mos manteniendo los contactos tapados.658

Inicialmente las críticas apuntaban en una dirección bastante habitual. Ga-


limberti afirmaba que los jefes “se encerraban en el aparato y perdían de vista el
trabajo territorial” y que las estructuras rígidas hacían perder “el potencial creativo
de la militancia”. Proponía “aprovechar la riqueza de las discusiones, profundizar
los debates, convocar a plenarios”.659
Después de la reorganización de principios de año las críticas se profundizan
y en agosto/septiembre de 1975 comienza a cuestionarse la reorientación de la
segunda mitad del año, proponiendo la necesidad de apoyar al Partido Auténtico
como última chance de reconstrucción política y oponiéndose a la especialización
de los cuadros y la formación del Ejército Montonero, que consideraban un aban-
dono del carácter “integral” de los cuadros.660

657
Caballero y Larraquy (2000:223).
658
Sadi (2009: 204)
659
Caballero y Larraquy (2000:223)
660
Caballero y Larraquy (2000:244-45). En esta misma época pueden identificarse indicios de cues-
tionamientos al viraje de la segunda mitad de año, incluso en la Conducción Nacional. Según Pas-

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Según Yuyo, el planteo no cuestionaba las operaciones militares en sí mis-
mas, sino “si la operatividad militar tenía que estar relacionada con conflictos
sociales o no, nosotros empezamos a plantear hay que operar militarmente sobre
un conflicto sindical…”. En este sentido, señala que la acción que mencionamos,
de “ejecución” de los gerentes de Bendix, fue promovida por la Columna:

una delegada nuestra que estaba embarazada, el médico, la hacían tra-


bajar parada, el médico le da una aspirina, por el dolor que tenía por el
embarazo, y la tipa pierde el embarazo, matamos al médico… entonces
el gerente general, el gerente de personal y el gerente de relaciones in-
dustriales hacen una reunión con la policía, van a la comisaría, y dan la
lista de todos los delegados y sus domicilios. La Triple A va y empieza
a levantar delegados. Entonces hicimos una operación y matamos a los
gerentes. Esa era nuestra idea, una relación con el conflicto sindical.

Yuyo distingue esa acción de la línea de la Conducción:

Nos plantea el ejército popular… sacar a la policía a la calle y matarlos,


que tenga que salir el ejército a ocupar el territorio, yo creo que esa es
un poco como empieza esta discusión, o, yo, que veo siempre la parte
militar de las cosas la recuerdo por ahí….661

Para Mercedes,

empezamos a criticar la política militar, a criticar el militarismo… (…)


la línea, no sé si de provocar el golpe, pero si con la línea de salir a matar
policías… (…) no estábamos demasiado conformes me parece con esa
idea de… de la operación militar en sí, de mostrar un poderío militar
innecesario, ahí empiezan las discusiones, había que salir a hacer campa-
ñas, matar policías, incendiar de todo.

A la vez, señala que esta crítica se articulaba con

toriza (2006), en la reunión en la que se aprueba el “Código…” ya analizado, se habría discutido


también la transformación en Partido/Ejército, la relación con el ERP y la posición frente al golpe.
En contra de la creciente ofensiva, Quieto, Roqué y Osatinsky habían coincidido en la necesidad
de fortalecer la oposición civil al gobierno y apoyar el pedido de adelanto de las elecciones. Sin
embargo, su propuesta no habría logrado imponerse. Pastoriza (2006: 21, 25). Coincidiendo con
esto, uno de los entrevistados por Sadi (2009) destaca que en 1975 Roque estaba a cargo de la Re-
gional Bs As y tenía una “honda percepción crítica de desviaciones que visualizaba en Montoneros,
especialmente en la Regional BsAs”. Sadi (2009: 91)
661
Entrevista de la autora (2008)

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la discusión que se termina de ser cuadros político integrales, cuadros
político militares, que se va a especializar unos en Ejército y otros en
la cosa política, más al estilo organización como el ERP, nosotros no
estábamos de acuerdo, nosotros pensábamos que uno de los aciertos que
teníamos era que éramos cuadros integrales, y que esto no había que
dejarlo, y que en todo caso, la lucha que se venía no podía ser una lucha
militar sino más bien política, y finalmente no hay resistencia, tuvimos
que volver, las cosas que nos acusan, ya ni me acuerdo pero era más bien
de aislamiento y de volver a la teoría del foco.662

Estas coincidencias políticas son significativas dado el contraste que aparece


al recordar sus vivencias personales del cambio. Cuando en noviembre o diciem-
bre de 1975 Mercedes y Yuyo pasan a la estructura militar en la cual los “militan-
tes no tenían tareas políticas” sus reacciones son completamente diferentes. Si a
Mercedes le parece una “aberración”, para Yuyo en cambio

[c]uando paso a una unidad que era Vicente López, San Isidro, y ahí me
encantaba, ahí me especializo en (…) ya no laburo en la base, solamente
combate militar (…). Me había gustado trabajar en los barrios, pero (…)
no se si era que se me daba mejor (…), pero me especialicé en eso y el
Loco [Galimberti] me dio mucha manija y me transformé en un cua-
dro militar, (…) estar siempre pensando en operaciones, siempre dando
entrenamiento….663

La respuesta de la Conducción, en palabras Yuyo, es

que somos cagones, (…) que la Columna Norte tiene un planteo cobarde,
que no quieren operar… (…) en aquella época, el tema del valor tenía un
peso muy importante, la política se hacía por pelotas y por voluntad, si
vos tenías miedo no servías para hacer política, entonces si a vos te criti-
caban por (…) cagón perdías toda autoridad política, entonces cuando la
Conducción empieza a criticar… (…) decidimos demostrar que éramos
los mas valientes, entonces salimos a operar, en contra de lo que nosotros
creíamos, salimos a operar y salimos a operar a lo bruto, a lo bruto, todo
lo que se pudiera (…) se hace una campaña que creo que fue septiembre
del 75, se hace una campaña en la cual había acciones milicianas de

662
Entrevista de la autora (2008)
663
Anguita y Caparrós (1997: 641-643). Entrevista de la autora (2008)

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quemar porquerías y acciones de la organización (…) y nos ganamos el
premio. 664

Según Mercedes, en esta época comienzan a llamarse a sí mismos las “3M”:


los Montoneros Mas Malos.665 Esta actitud lleva a una modificación en las acusa-
ciones de la Conducción, que encuentra que la Columna peca de “militarismo”.
Para Yuyo esto evidenciaba que “no había manera (…) de negociar, o de llegar a
una discusión política con estos tipos… lo único que querían era subordinación”.
Para Mercedes “es muy paradójico, porque la Columna Norte siempre fue consi-
derada la mas militarista (…) y en realidad fuimos los que cuestionamos la cons-
trucción del ejército, esa es la paradoja”.666
La profundización de las críticas da lugar a una nueva “reorganización”. En
noviembre de 1975 la “Gorda Amalia” fue enviada a La Plata y reemplazada por
un “interventor”: Carlón Pereyra Rossi. Pereyra Rossi era un cuadro muy oficia-
lista y ortodoxo que venía de la columna oeste y que tenía fama de ser la mas fiel
a la conducción.667 Sin embargo,

Carlon [Pereyra Rossi] que… se da vuelta. Viene como interventor pero,


se da vuelta. (…) se les da vuelta y finalmente no es de confianza lo sacan
y mandan otro, mucho más de confianza, que era Pedro, que era un tipo
histórico de ellos, de Mendoza, [Raúl Rossini (Pedro o Nariz con Pelo),
miembro del Consejo Nacional Montonero] que vino realmente conven-
cido de las posiciones de ellos, pero cayo a vivir en la misma casa que el
Loco y yo, estaba todo el día hablando con el Loco y se dio vuelta… .668

Para junio de 1976 también Raúl Rossini habría terminado por sumarse a las
críticas de la Columna Norte.669
Después del golpe, la crítica se modifica nuevamente:

[N]uestra Columna y Capital, fue la primera donde empezó a operar


Campo de Mayo y la ESMA (…) más la información que nos daban

664
Entrevista de la autora (2008)
665
Anguita y Caparros (1997: 479-480)
666
Entrevista de la autora (2008)
667
Anguita y Caparros (1997: 608-610). Llego también a la Columna Norte una compañera nueva, Ra-
quel, la negrita, al ámbito de inteligencia de la Columna Norte. Poco tardaron en descubrir que era
oficial pero no sabía robar un auto y que era María Elpidia Martínez Agüero, esposa de Firmenich.
Sospecharon que la habían enviado como “espía”.
668
Entrevista de la autora (2008)
669
Anguita y Caparros (1997: 90-92).

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los compañeros de inteligencia [parte del funcionamiento “hoizontal”]
(…)… teníamos clarísimo que esta represión no era igual a las anterio-
res, que aguantabas diez horas que te torturaran pero después aparecías
legalizado en una cárcel (…) quedaba claro que había que aniquilar (…)
a la subversión.

Rápidamente, el conocimiento de las nuevas modalidades represivas lleva a


plantear la necesidad de modificar las formas de funcionamiento

veíamos cotidianamente que nuestros compañero no caían en operacio-


nes ni en confrontación, sino que caían porque la gente que caía delataba
(…) todos los días te enterabas que fulanito había caído, que había que
levantar tal casa, tal otra que todo el mundo caía en citas, parecía como
que caía de maduro que había que modificar el funcionamiento, por eso
te digo que no es una cuestión que vino de arriba, sino que también los
compañeros de cualquier planteaban que estos nos iban a matar a todos,
que había que plantear otra estrategia. 670

Entre las críticas a la respuesta que se daba a la represión, un tema clave des-
de el principio fue el manejo de los recursos económicos. En palabras de “Pancho”
Rivas

En un primer momento el eje de las disidencias fue la falta de recursos


económicos. Después empezamos a encontrar otros temas, cuestiones
ideológicas y demás. Pero en un principio fue la plata. El mismo día del
golpe nos hicieron cagar como a ochenta navales. La CN había dividido
el territorio por zonas y cada miembro de la conducción se encargaba de
una. Norte la tenía Perdía. Le planteamos que nos estaban haciendo mier-
da a los obreros en las fábricas. Perdía preguntaba –‘¿Cuántos obreros
tenés en tal fábrica?’. Ponele que le respondíamos –‘diez’. Perdía contes-
taba – ‘Si queda uno… con que quede uno…’. Para él era suficiente.671

Finalmente, las críticas se plasman en un documento “de cuestionamiento a


la conducción” presentado hacia abril de 1976 por la columna Norte, la columna

670
Entrevista de la autora a Yuyo (2008)
671
Sadi (2009: 172-174). También Levenson recuerda esta posición. Afirma que Perdía le había di-
cho que “después del golpe militar habían calculado el presupuesto para dar cobertura contra la
represión a todas las columnas (traslados, nuevas casas, locales operativos, etc.) y que habían dado
marcha atrás porque no podían usar semejante cantidad de dinero en eso ya que lo necesitaban ‘para
hacer política’.”. En Salas (2006:4).

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La Plata, la regional Sur y gente de la estructura federal, como el equipo de Luis
Galli.672 Según Mercedes, en el documento

planteábamos que había un error estratégico en como la conducción con-


sideraba enfrentar el golpe, que las condiciones de represión habían cam-
biado, que había un plan de inteligencia armado (…), planteábamos que
la mayoría de los compañeros caían en citas cantadas y no en cuestiones
operativas y entonces había que bajar los niveles de funcionamiento, que
cada grupo tenía que tener mas nivel de autonomía, respecto a la Con-
ducción, que había que hacer una cuestión mas de resistencia, centrán-
dose fundamentalmente en una cuestión de tener presencia, propaganda
política, y algunas acciones militares menores pero que era imposible
pensar en confrontar con la estructura militar, con los tanques de Campo
de Mayo y los falcon que nosotros teníamos, como que había una dispa-
ridad y que además no había que plantear en esos términos la disputa,
que había que entregar, repartir dinero, sobre todo a los compañeros que
estaban mas expuestos, en los barrios, como dijimos, lo que había que
hacer era darles dinero y documentos y que cada uno zafara como pudie-
ra, los que tuvieran familia en el interior que se fueran y que se cuando
hubieran otras condiciones políticas y militares para volver a recomponer
una estructura mas orgánica y centralizada se iba a poder hacer.

En palabras de Yuyo, el planteo era

bueno, nosotros pasamos a la clandestinidad, nosotros nos escondemos…


pero la gente que quedo ahí qué hace? Qué hacen los de los comedores
comunitarios? Qué hace el tipo que en la villa tenían un cartel que decía
Unidad Básica Montonera fulano de tal? Que hacen esos tipos? Bueno,
que se refugien en el pueblo. El pueblo no tiene capacidad para refugiar
a todo el mundo. Nosotros tenemos sesenta millones de dólares, hagá-
monos cargo.673

La primera respuesta de la Conducción habría sido que los estaban “reventan-


do” porque eran liberales que no respetaban las normas de seguridad.

672
El “núcleo duro” era Carlos Goldenberg, Sergio Berlín, Sergio Puiggrós (Federico), Rodolfo Ga-
limberti, José, Juan si Tierra, Mercedes, Graciela Iturraspe y Laura Mujica (Depino en Anguita y
Caparrós, 1997: 90-92).
673
Entrevistas de la autora (2008)

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[E]llos decían que las caídas se producían por nuestra debilidad ideoló-
gica, que nuestra gente cantaba porque no estábamos convencidos, éra-
mos cobardes, débiles ideológicamente, ya había desaparecido Córdoba,
pero en Buenos Aires la represión empieza por zona Norte, entonces los
demás que no tenían tantas caídas veían que los de Norte caíamos como
moscas y probablemente compraron el cuento.

Respecto de la descentralización, para la Conducción no sólo era imposible


sino que era un “error” que haría desaparecer a la organización. Mercedes recuer-
da que la Conducción decía que

planteábamos [era] la destrucción de la organización, el no reconoci-


miento de la conducción estratégica, cosa que en parte era cierto, pero
no lo planteábamos para destruirla sino para preservar a los cuadros y a
los compañeros.674

Yuyo destaca algunos aspectos relacionados el rol que tenía para la Conduc-
ción el control centralizado de los recursos económicos:

Nosotros no somos el Banco Hipotecario era la respuesta. Había dos co-


sas, una que no lo querían gastar, querían tener la guita hasta el final y
la otra es que no nos la querían dar a nosotros por diferencias políticas
(…). El Loco contaba una anécdota, una vez en esas reuniones que el
iba con la Conducción Superior, se plantea el temario y el temario pone
presupuesto, y el Loco dice, basta de discutir presupuesto en todas las
reuniones, discutamos la política, y le dicen la política es el presupuesto.
La tenían mas clara que nosotros….675

Finalmente, a principios de septiembre, en medio de una discusión más am-


plia que se había iniciado en febrero respecto de la conveniencia de convocar a un
Congreso, la Conducción dedica a la “disidencia” un largo documento interno en
el cual anuncia que se realizaría una votación interna.
El documento da cuenta de la amenaza que representaba el planteo ya que
evita toda referencia al contenido concreto de las críticas. Pero también evidencia
la facilidad con que podía ser desactivado. Todo el argumento de la Columna Nor-
te queda reducido a desconocer a la Conducción y el Secretariado Nacional.

674
Depino en Anguita y Caparrós (1997: 90-92) y entrevista de la autora (2008).
675
Entrevista de la autora (2008)

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El proceso de profundización en la elaboración de varios aspectos de las
características particulares de la guerra revolucionaria en la Argentina,
ha conducido a una situación en la que se fueron perfilando dos polos de
una contradicción política acerca de la definición política principal del
Partido. Estos dos polos son los siguientes:
a. Por un lado, en las reuniones del Consejo Nacional de los meses de
febrero-marzo-abril y en las elaboraciones posteriores de la Conducción
Nacional y el Secretariado Nacional, se profundizó una línea línea políti-
co-militar que parte de afirmar como correctas las definiciones políticas
centrales de la OPM a lo largo de su desarrollo (…).
b. Por otra lado en el Secretariado Zonal de la Columna Norte se ha ido
perfilando una posición que tiene un menor o mayor grado de sistemati-
zación explícita según los casos. Esta tendencia ha llegado a manifestarse
como disidente frente a la línea política expresada por la CN y el Secre-
tariado Nacional.

El documento aclara que

Pese a que la CN ha planteado que se manifiesten las posiciones por es-


crito, por distintas razones esto no ha ocurrido. Por esa razón nos vemos
obligados a tratar de explicitar nosotros tales planteos divergentes con
la línea que nuestro Partido ha sustentado desde nuestro origen hasta la
fecha.

Obviando el contenido de las críticas estas son definidas como una crítica a la
línea histórica de la organización. El documento, además de este vaciamiento, asi-
mila claramente el avance del planteo con la parálisis de la organización:

Consideramos que esta contradicción no puede ser resuelta por los ac-
tuales mecanismos estructurales de discusión democrática son afectar
seriamente la marcha general de la Organización, paralizando parte de
su estructura y eventualmente frenando política que debe desarrollar el
conjunto.

Por último, el tema se reduce a una rivalidad por ocupar el lugar de la con-
ducción:

Dado que hay compañeros que han dejado en la práctica de subordinarse


a la mayoría por creer que en la especial situación por la que atravesamos
esa mayoría ya no existe, es que la CN considera de mayor utilidad para
el conjunto de la Organización que esta contradicción se resuelva a través
de formas centralistas.

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De esta manera creemos que las dudas acerca de cuáles son las líneas
mayoritarias y minoritarias quedarán más claramente despejadas a través
del pronunciamiento de los compañeros llamados a votar. (…).

El documento, finalmente, define las condiciones de la votación. Por una


lado, se restringe la participación a “(…) Oficiales 2dos y/o jefes de célula desta-
camentos en las Zonas o Jefes de Departamentos en las estructuras centralizadas
de las Secretarías Nacionales (Area Federal).”. Por si pudiera caber alguna duda,
se aclara que si bien “es conveniente que planteen la situación en sus respecti-
vas células”, la decisión es “personal”, “no estando obligados por la opinión del
ámbito”. Por otra parte, se define el texto a partir del cual debían expresarse las
preferencias:

Las alternativas políticas que se votan hoy:


Alternativa N° 1
Llevar adelante la planificación del congreso reuniendo el plenario del
mismo en el verano 76-77; determinar las nuevas líneas ideológicas-po-
líticas del Partido; designar a las nuevas autoridades que representen a la
verdadera manifestación política de la mayoría.
Alternativa N° 2
Modificar la planificación de Congreso reuniendo el plenario del mis-
mo en el verano 77-78; reafirmar la actual línea ideológica-política del
Partido (…); legitimar la hegemonía política de la CN y el SN como
expresión actual de la manifestación política de la mayoría en el plano
organizativo.676

A la manipulación evidente del contenido se agregan otras medidas que bus-


caban asegurar el resultado favorable a sus posiciones y que muestran, por ende,
la conciencia de la extensión de las críticas. En primer lugar

reorganizan las regionales de modo que nuestros votos se pierdan (…)


que podamos ganar solo en una [regional], nos meten a todos en la misma
regional, entonces nuestros votos quedan diluidos en menos… eso era
con la idea de un congreso todavía, o sea nosotros teníamos gente en la
columna que estaba con mucha fuerza sindical, que era San Nicolás, Vi-
lla Constitución, no sé como se llamaba, le decíamos en joda la Ramona
Galarza, como la cantante litoraleña, era del litoral, había gente en La

676
Documento Interno: “Las contradicciones políticas existentes y su forma de resolución”, Conduc-
ción Nacional Montonera, 7 de septiembre de 1976, en Baschetti (2001: 232-258).

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Plata, había algunos en Buenos Aires y alguna gente de otras columnas.
Los tipos hablan de hacer un Congreso en el cual todo eso es una zona y
Córdoba es otra y Cuyo es otra zona con el mismo peso, no? De pronto
Mendoza tiene el mismo peso de Buenos Aires….

El resultado, en palabras de Yuyo, es que

nuestra posición está tan mal explicada que nosotros no la podemos vo-
tar, entonces todos votamos a favor de la posición de los porque no había
otra salida, no podías votar en blanco y no podías votar por la que su-
puestamente era nuestra porque era falsa….

Para Mercedes, además de la síntesis “un poco tendenciosa” de la propuesta


de la Columna Norte, el plebiscito tomaba la forma de preguntas como si estaban
de acuerdo con que la Organización se quedara sin Conducción, como supuesta-
mente impulsaban los disidentes. 677 Según Mercedes, la indignación que genera
la maniobra en la Columna Norte se ve reforzada por la llegada de la información
(por medio de “Cholo” que era custodio de Firmenich) de que la conducción había
salido del país en abril. Era el colmo, les parecía “una especie de traición”.678
Después de la consulta y “con ese supuesto aval, [la CN] avanzan sobre no-
sotros, empiezan a intervenir.”.679 Rivas recuerda que después de la consulta “nos
degradaron. Además nos sacaron a la mierda, porque al llegar el Monra como
interventor de la Columna nos desparramaron por todos lados.”.680 En octubre “Pe-
dro” (Rossini) es enviado al Servicio de Informaciones y reemplazado por “El
Monra”, Marcelo Kurlat, que traía la orden de romper el frente opositor y trasladar
a los perturbadores a otras regionales.681 Además, la nueva conducción tenía

otras prácticas, por ejemplo… (…) usar el fusible (…) No iban a una
cita sino que mandaban a alguien a ver si ese caía… (… ) estaba explíci-
to… había que cuidar a los niveles superiores. Por ejemplo (…) Tenía un
compañero que vivía en mi casa en un momento, el era oficial segundo y
su mujer era aspirante. Se habían tenido que ir de una casa porque había

677
Entrevistas de la autora (2008)
678
Anguita y Caparrós (1997: 110-112, 213-218). Para Yuyo “la práctica que le criticábamos a los
jefes, que siempre estaban protegiéndose porque eran muy importantes, no? La garantía del proceso
era que ellos sobrevivieran…”. Y el problema es que a esa altura, ya no había ningún respeto hacia
esa conducción.
679
Yuyo, entrevista de la autora (2008)
680
Sadi (2009: 173-174)
681
Caballero y Larraquy (2000:282)

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caído una tipa que la conocía. Pasado un tiempo el decide ir a ver si las
cosas en la casa están para recuperar la propiedad de esa casa. Entonces
va hasta un bar, se sienta en el bar y la manda a la mujer, que era aspiran-
te, hasta la casa. Desde el bar iba a ver si la mujer caía o no. Su mujer…
Esa era la concepción. Con esa concepción cae mi hermana. La jefa de
mi hermana era la mujer de Firmenich, la mujer de Firmenich no va a la
cita a la cual a mi hermana le dice no hay que ir, pero la obliga a ella a
ir y de ahí levantar al tipo y llevarlo a otra cita. En la cual ella se pone a
una cuadra a mirar que pasa y a una cuadra en otro sentido pone a otro
tipo a mirar que pasa y la ven caer a mi hermana y se van, alegremente.
Esa es la concepción del fusible… que puede tolerar de la tortura un tipo
que sabe que ha ido ahí para salvar al otro?... que su función fue ir ahí a
proteger a un hijo de puta como este?... Bueno estas conducciones tenían
esos fusibles, venían con toda esta metodología supuestamente útil de
laburo.

Los resultados, según Yuyo, eran previsibles. Esa “conducción [que llega con
Kurlat] cayó completa a los pocos días. O sea llegaron con el Secretario de Prensa,
el de Logística, el Militar, el Secretario General… cinco tipos que desaparecen
en una semana”. La mujer de Kurlat, “Lucy” (Inés Carazo) acababa de caer en la
ESMA. Al llegar a la Columna, “El Monra” se fue a vivir con su hija a la casa de
Federico “Plomo” Ibañez, su “asistente”.682

El asistente iba y veía si estaba todo bien y después el Monra podía ir.
El asistente cae en una cita y que hace? Inmediatamente lo canta. (…)
Llama a la mujer, lo atiende el Monra, y le dice me pasas con mi mujer?
Si. Le pasa el teléfono, estaba con los de la ESMA, y le dice andate de
la casa, salí con la nena, andate de la casa. La tipa sale y los tipos atacan
la casa… que es lo que hace la Organización? la fusila a la mujer… (…)
Qué hace el tipo que le matan la mujer a la que el salvó? Se da vuelta.683

En este marco, los impulsores del “documento” y otros que empezaban a


sumarse, como la gorda Amalia (de la Plata) y Alberto Camps (sobreviviente de
Trelew que había salido con opción a Perú, viajado a Roma y vuelto clandestino),
deciden

no acatar eso y (…) empezamos a decidir irnos, sabiendo que nos tenía-
mos que ir, desde el momento que nos íbamos, también teníamos que

682
Caballero y Larraquy (2000:282)
683
Entrevista de la autora a Yuyo (2008)

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irnos del país, no solo nos perseguían los milicos sino que iba a haber
problemas con nosotros.

En noviembre de 1976 organizan una “partida organizada”, que fuese “un


último gesto político y no una fuga”. De tanto en tanto organizaban una reunión
para terminar de discutir un documento que enviarían a la conducción explicando
su partida.684 Como habían sido despromovidos y asignados a otras zonas del país
[“a Galimba lo mandan (…) despromovido a Rosario, y a mi me despromueven y
me mandaban a Córdoba, ya no me acuerdo…”], el 11 de diciembre tenían una re-
unión con al Conducción para pasar la información y los materiales de la columna
a quienes los reemplazarían.
Un grupo (Mercedes Depino, Jorge Todesca, Lucas Séjamo) que estaba por
salir decidió no correr el riesgo e irse un día antes. Yuyo decidió quedarse y fue el
encargado de ir a la cita y entregar el documento. “Finalmente [se va] un grupo mas
chico de los que originalmente nos íbamos a ir (…) el resto de los compañeros (…)
terminan yéndose en marzo del ’77.”.
Galimberti recibió la orden de viajar a Rosario pero no llego a cumplirla.
Desapareció por unos diez días y reapareció diciendo que lo habían herido y se
había refugiado en la casa de un “compañero peronista” que lo había reconocido.
Era bastante inverosímil pero sostuvo la versión toda su vida. Los rumores decían
que desde entonces colaboraba con la Batallón 601 del Ejército, que había sido
arrestado por la conducción de la columna Oeste y que se había resguardado para
preservar su vida.
“Pancho” Rivas decide irse en enero de 1977 y destaca que ya mucho antes
“nos habían cortado (…) todos los recursos. (…) No teníamos un mango, ni armas
ni documentos.”.685
El fracaso final de esta disidencia, a diferencia de las previas, difícilmente pue-
de atribuirse a la falta de alternativas y a las decisiones políticas de los integrantes
de la organización Montoneros. En este caso, el problema es que el espacio político
se había ido cerrando a partir de la convergencia entre la centralización del poder al
interior de Montoneros y el impacto represivo del Terrorismo de Estado. Así,

En el ínterin [entre la decisión de exiliarse y su implementación] a toda


la gente de la Plata la matan, desde la conducción para abajo práctica-
mente no queda nadie, los que quedan están dispersos porque cae toda la
estructura de La Plata, Regional Sub 2, algunos ya se habían ido, otros

684
Depino en Anguita y Caparrós (1997: 110-112, 213-218) y entrevista personal (2008)
685
Depino en Anguita y Caparrós (1997: 213-218) y entrevista personal (2008); Caballero y Larraquy
(2000:282-83); Sadi (2009: 174).

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los matan… digo, nada, no había espacio para la discusión, no había
tiempo…. Cayeron Laura Mujica, la Gorda Amalia, el Cholo y el Inglés
Carlos Ocampo.686

Puede afirmarse que mientras la “disidencia” era sofocada, la organización


Montoneros, al menos tal como había existido hasta entonces, es completamente
desarticulada. En todo caso, lo que sobrevive es fruto de la recreación de aquella
estructura original en el exilio.687
La decisión de enviar al exterior a la conducción y a un grupo de compañeros
se acelera a partir de un golpe represivo muy fuerte el 29 septiembre de 1976,
cuando murieron los integrantes de la secretaría política del Consejo Nacional
(Alberto Molina, Carlos Coronel, Ignacio Beltrán e Ismael Salame) y Victoria
Walsh.688 La salida se precipita poco después, el 20 de octubre de 1976, cuando es
secuestrada una militante que tenía en su cartera gran parte de las “citas naciona-
les” (lugares de encuentro de todos los niveles en todo el país) y de las “citas fede-
rales”, que llevaban directamente al Area Federal. En dos días cayeron alrededor
de cien militantes.689
Según Perdía (1997), en ese marco, la Conducción decide sacar del país
a las “figuras históricas” del peronismo identificadas con la organización, a los
miembros de la Conducción, a los referentes conocidos de las agrupaciones y a
un grupo de militantes orgánicos que no entraban en esas categorías pero que
tenían la “memoria histórica sobre la construcción que se había hecho y estaban
en condiciones de reproducirla”. Finalmente, las caídas de Roque a fines de mayo
de 1977 y de Horacio Arrué (Pablo Cristiano), miembro del Consejo Nacional, en
junio de 1977, habrían desarticulado definitivamente el funcionamiento orgánico
en el país.690
Según Fernández Long, en Columna Norte la desarticulación se produce a
partir de agosto de 1976 cuando “cae” una casa en Villa Adelina. Para noviembre
de ese año “de los sesenta o setenta cuadros que había en principio por partido no
quedaba ni el diez por ciento.”.691 Según el testimonio de Osvaldo, un militante de

686
Depino en Anguita y Caparrós (1997: 110-112) y entrevista personal (2008)
687
Salas (2006) analiza dos documentos elaborados por Rodolfo Walsh en noviembre de 1976, es
decir, mientras los “disidentes” de Norte comenzaban a irse. Más allá de la mayor elaboración de
estas críticas, en muchos aspectos son convergentes con las de Norte, dando cuenta del carácter
extendido de las críticas, a pesar de la impotencia de los críticos.
688
Perdía, 1997 (287, 290)
689
Caballero y Larraquy (2000:281-82)
690
Perdía (1997:287, 290, 293)
691
Sadi (2009: 206)

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Montoneros de Vicente López, en 1975 la Columna Norte era la más numerosa.
Según Rivas, quien fuera su jefe hasta principios de 1975, estaba integrada por
unas 600 personas, 300 de las cuales estaban armadas.692
En la JUP, los entrevistados por Sadi (2004) sitúan la desarticulación entre
abril y octubre de 1976. Con la caída de su responsable nacional, Ricardo Ramón
Puch, los miembros de la Conducción Nacional del frente dejan de participar en
las reuniones, manteniendo un contacto individual con los responsables de cada
facultad por poco tiempo, “ya que el último vestigio de conducción de la JUP lo
encontramos en los primeros meses de 1977.”.693
Entretanto, desde el exilio, la conducción aseguraba: “la evaluación general
de los resultados obtenidos en este período por nuestras fuerzas y por las fuerzas
enemigas, arrojan un saldo altamente positivo a nuestro favor.”.694

692
Sadi (2009: 163, 175)
693
Sadi (2004:35)
694
Documento de abril de 1977, citado por Salas (2006:17).

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REFLEXIONES FINALES

Por su constitutiva y persistente heterogeneidad, por su unidad lograda en


base a un éxito coyuntural y sostenida por la esperanza de recuperarlo, por su línea
contradictoria y oscilante, la trayectoria de Montoneros refleja con bastante fideli-
dad no sólo los “dilemas” de la IP, sino también la doble imposibilidad del período
mencionada en la introducción: sostener el orden, hacer la revolución.
Al menos hasta 1975, Montoneros expresó una opción política peculiar, que
articuló a un sector mayoritario de la IP y le dio a ese espacio político una ampli-
tud sin precedentes. Después de 1973 el mantenimiento de esa posición implicó
la creación de una organización muy diferente a la que había protagonizado los
primeros años. La fluidez que caracterizaba a las Regionales desaparece bajo el
impacto combinado de la fusión FAR-Montoneros y de la necesidad de preservar
la unidad frente a las crecientes dificultades.
Si bien tanto las contradicciones de la línea como estos cambios generaron
un profundo y permanente malestar, la falta de alternativas políticas consensuadas,
que prometieran recuperar el éxito perdido, conspiró contra las posibilidades de los
críticos. Además, a medida que se incrementa la represión comienzan a incidir las
expectativas (fallidas en la mayor parte de los casos) de protección que pudieran
brindar las estructuras organizativas o el terrible vínculo creado por “la sangre
derramada”.
Al final, para la época de la crítica de la Columna Norte, el problema ya no
era la falta de consenso en las alternativas políticas, sino que la escalada de violen-
cia había eliminado el espacio para ellas. Al interior de la organización, la centrali-
zación se hizo prácticamente total. Al exterior, ya no había más que muerte.
Estas transformaciones no son exclusivas de Montoneros sino recurrentes en
las organizaciones revolucionarias que adoptan una estrategia de lucha armada,
y muchas veces se alude a ellas como un proceso de militarización. Esto es defi-
nido de manera descriptiva como la subordinación de las acciones políticas (que
buscan promover la movilización social y reclutar adherentes) a las militares (que
buscan acumular recursos que incrementen la capacidad de acción militar como
armas, infraestructura, inteligencia). La indefinición que rodea este término, más
utilizado que explicado en los análisis sobre el tema, condensa en muchos casos
juicios morales y políticos sobre el fenómeno de la violencia política. Así, por una
parte, se lo vincula al autoritarismo inherente de la idea moderna de revolución.
Por otra, se plantea que el uso de la violencia conduciría por si mismo a la milita-
rización. En ambos casos aparece una proyección del rechazo, ya sea ético, de los
medios (violencia), o político, de los fines (revolución), al análisis de las causas
del fenómeno.

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Un análisis detenido aunque general de la historia de Montoneros, como el
que intentamos, permite mostrar que las transformaciones exceden este tipo de
simplificaciones, que reducen un problema histórico complejo a un argumento
ideológico.
El análisis de las transformaciones que experimenta esta organización nos
lleva a destacar la importancia del rol activo y creador de los hombres respecto
de las ideologías. Es notoria la subestimación de la plasticidad que los principios
ideológicos han demostrado para ser adecuados a prácticas políticas de naturale-
za diversa y hasta opuesta. La existencia de una IP así como la multiplicidad de
líneas en su interior no puede menos que contribuir a una larga lista de ejemplos
históricos al respecto.
El caso permite subrayar también la importancia de los medios, pero no sólo
en el sentido habitual que opone medios a fines (como crítica del uso de la vio-
lencia o del “autoritarismo leninista”) sino en relación a la importancia que en
política tienen las organizaciones como herramientas indispensables de la acción
política colectiva, es decir como medios necesarios. En este sentido, en un período
histórico similar al actual en cuanto al reflujo de las expectativas de transforma-
ción social, Gramsci subrayaba la importancia de la organización revolucionaria
(el “príncipe moderno, el mito-príncipe”) como la única forma válida de hacer
realidad de desafío de

crear ex – novo una voluntad colectiva, encauzándola hacia metas con-


cretas y racionales, pero de una concreción y racionalidad aún no verifi-
cadas y criticadas por una experiencia histórica efectiva y universalmen-
te conocida.695

695
Antonio Gramsci, El príncipe moderno, en Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el
Estado Moderno, Ed. Nueva Visión, 1972, pp.12-13.

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APENDICE: LOS ENTREVISTADOS

Presentamos a continuación una breve síntesis de las trayectorias de los en-


trevistados no sólo para facilitar la contextualización de las experiencias narradas
de manera dispersa a lo largo de la trama, sino para rescatar sus aportes a la histo-
ria y a esta historia.

Mario comienza a militar a los 18 años en el MUR, en 1968, en la facultad


de Derecho. El MUR era una agrupación tradicionalmente identificada con el PC,
pero que a principios de 1968 había quedado en manos de una disidencia que des-
pués sería el PCR. Se incorpora a ARP en abril de 1969 y, a principios de 1970,
se une a una escisión liderada por Tulio Valenzuela: el Destacamento Ofensivo
Peronista (DOP). Su meta era “hacer crecer esto [el DOP] y después ser una pe-
queña orga mas y negociar incorporarse ya … con mando”. Para 1971 la mayoría
de los militantes pensaban “que ya no daba para mas” y el grupo se disuelve en
septiembre.
A fines de ese año Mario se integra a las FAR como aspirante. En agosto/
septiembre de 1972 es promocionado a “combatiente” y desde noviembre hasta
triunfo electoral trabajó en UB Abasto. Entre marzo y noviembre de 1973 milita en
la JUP donde forma un “Comando de Apoyo”. Participa del Operativo Dorrego en
Carlos Casares y en las elecciones universitarias. En diciembre, a raíz de un con-
flicto durante la reorganización para la fusión de las agrupaciones universitarias de
FAR y Montoneros, pasa al frente territorial (JP Norte-Capital) como responsable
de un grupo en Saavedra.
En septiembre de 1974 es despromocionado, abandona la organización y
vuelve a Derecho donde milita “inorgánicamente”. En 1975 deja la carrera y se
inscribe en Filosofía. En 1976, después del golpe, le proponen reincorporarse pero
luego de muchas dudas finalmente queda “desenganchado”. Mario vive toda la
dictadura en el país. Pasa dos años en Misiones e intenta exiliarse en Brasil pero
a último momento falla el contacto que iba a facilitarle un pasaporte y regresa a
Bs. As.

Mercedes empieza a militar en 1972 en FANDEP. En febrero de 1973, en me-


dio de la campaña electoral, deja momentáneamente la militancia, por desacuerdos
(personales, no políticos, aclara) con su responsable. Después del 25 de mayo, a
partir de su reencuentro con su primo Carlos Goldenberg y con quien sería su pa-
reja, Sergio Berlín, se incorpora como aspirante a una UBR de las FAR en José C.
Paz, cuyo responsable era Carlos.

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En 1974 (no recuerda con precisión septiembre u octubre) pasa a ser respon-
sable de la UES de General Sarmiento. Se llamaba ahora Lila. Había sido promo-
cionada y formaba parte de una UBC al mando de Galimberti, subdividida en dos
subunidades cuyos jefes eran Carlos (Tomás) y Sergio (Dante).
A fines de 1975 debe renunciar a su trabajo como administrativa en el Hospi-
tal Italiano, porque la habían denunciado como “subversiva y agitadora montone-
ra”. Desde entonces, comienza a recibir una asignación por la organización. Aclara
que en su caso y en el de Segio Berlín “teníamos viejos (…) que tenían recursos
económicos para bancarnos…”. En noviembre o diciembre de 1975, cuando se
arma el ejército montonero, deja la UES y pasa a la estructura militar. Poco des-
pués, en enero/febrero de 1976 cae la nueva responsable y Mercedes regresa a
la UES. Participa de la disidencia de la Columna Norte y se exilia en diciembre
de 1976.

Sonia comienza a militar en Derecho en 1970 en un grupo que luego se su-


maría a la JUP. Conoce y luego se casa con otro militante de la JUP de Medicina.
Después de 1973 trabaja en Extensión Universitaria y participa del proyecto de El
Kadri de crear una guardería infantil para las empleadas y las alumnas. En 1975, con
la llegada de Ivanisevich, decide cambiar la militancia universitaria por la barrial
y comienza a militar en un barrio en Villa Domínico. Durante la dictadura vive en
el país. Desde 1977, clandestina ya que comienzan a buscarla.

Sobrino del famoso escritor, Ernesto Jauretche comienza a militar en el pero-


nismo de pequeño. Su madre es detenida después del levantamiento de Valle y su
padre queda clandestino, por lo cual a los 17 años se hace cargo del cuidado de su
hermano 3 años menor.
De la JP barrial pasa a ARP y a la militancia universitaria y en 1967 se incor-
pora al recientemente creado JAEN. En 1972 es designado representante juvenil
en el Partido Justicialista. A fines de 1972 el JAEN se disuelve y sus integrantes se
incorporan a Montoneros. Jauretche se resiste hasta enero de 1973.
Es enviado a una UBC de Quilmes bajo el mando de Norma Arrostito. En
abril de 1976 expresa a su responsable su desacuerdo con la línea de la Organiza-
ción y poco después queda desenganchado por la muerte de Miguel Zabala Rodrí-
guez. Se reincorpora en 1977 y en septiembre viaja al exterior para la reunión en
que se constituye el MPM. En esa oportunidad reitera sus críticas, es arrestado, de-
gradado a aspirante, enviado a México y se le prohíbe regresar al país. Finalmente
rompe con la Organización en marzo de 1980 junto a Bonasso y Dri entre otros.

Yuyo comienza a militar a los 23 años en CENAP, al ingresar a la UTN en


1970. En 1971 deja la carrera y pasa a militar en Moreno. A fin de año el grupo se
incorpora a Montoneros, pero Yuyo rompe poco después por considerar que eran

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demasiado “oportunistas” y “movimientistas”. A partir del contacto con Pereyra
Rossi, a quien conocía de CENAP, comienza a militar en Merlo y se incorpora a
las FAR. Después de la fusión milita en La Matanza y, luego de un breve paso por
San Miguel, en 1975 comienza a militar en la Columna Norte con Galimberti y
se “profesionaliza”. Participa de la disidencia y en 1977 se exilia en México. En
1978 se reincorpora y regresa a la Argentina con la “contraofensiva”. Durante su
estadía en el país renueva sus críticas y en julio de 1979 es “suspendido” por su
responsable (Horacio Mendizábal). Yuyo logra salir del país por las suyas y vive
exiliado en Mexico el resto de la dictadura.

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