LECTURA La Ética Protestante
LECTURA La Ética Protestante
LECTURA La Ética Protestante
1
considerado por algunos como moralmente sospechoso. Sin embargo, el protestantismo
ha logrado con éxito convertir esa búsqueda de beneficios en una cruzada moral. Fue el
apoyo del sistema moral el que condujo a esta expansión sin precedentes de la búsqueda
de provecho y, en última instancia, al sistema capitalista. En un nivel teórico, al acentuar
las relaciones entre un ethos (el protestantismo) y otro (el espíritu del capitalismo), Weber
fue capaz de mantener su análisis en el nivel de los sistemas de ideas.
El espíritu del capitalismo se puede considerar como un sistema normativo que implica
diversas ideas interrelacionadas. Por ejemplo, su objetivo consiste en infundir «una
actitud que persiga el beneficio racional y sistemáticamente» (Weber, 1904-05/1958: 64).
Además, predica la renuncia a los placeres terrenales: «Si ves a un hombre solícito en su
trabajo, debe estar antes que los reyes» (Weber, 1900-05/1958: 53). El espíritu del
capitalismo lleva también implícitas ideas como «el tiempo es dinero», «sé laborioso», «sé
frugal», «sé puntual», «sé próspero» y «ganar dinero es un fin legítimo en sí mismo».
Sobre todo, aparece la idea de que es un deber de las personas incrementar
constantemente su riqueza. Esto sitúa al espíritu del capitalismo fuera del espacio de la
ambición individual y dentro de la categoría de los imperativos éticos. Aunque Weber
admitía que en China, India, Babilonia, en la Antigüedad clásica y durante la Edad Media
existió otro tipo de capitalismo (por ejemplo, el capitalismo aventurero), fue diferente al
capitalismo occidental, principalmente porque carecía de ese «ethos particular» (1904-
05/1958: 52).
A Weber no le interesaba simplemente describir este sistema ético, sino también explicar
sus derivaciones. Pensaba que el protestantismo, y en particular el calvinismo, fue crucial
para el nacimiento del espíritu del capitalismo. El calvinismo ya no fue imprescindible para
la perpetuación de dicho sistema económico. De hecho, el capitalismo moderno, dada su
seglaridad, se opone en muchos sentidos al calvinismo y a la religión en particular. El
capitalismo de hoy día se ha convertido en una entidad real que combina normas, valores,
mercado, dinero, y leyes. Se ha vuelto, en términos de Durkheim, un hecho social que es
externo y coercitivo para el individuo. Weber afirmaba:
El orden económico capitalista actual es como un cosmos extraordinario en el que el
individuo nace y al que, al menos en cuanto individuo, le es dado como un edificio
prácticamente irreformable, en el que ha de vivir y al que impone las normas de su
comportamiento económico, en cuanto que se halla implicado en la trama de las
relaciones de mercado.
Otro punto de interés aquí es el hecho de que los calvinistas no trataran conscientemente
de crear un sistema capitalista. Según Weber, el capitalismo fue una consecuencia
imprevista de la ética protestante. El concepto de consecuencia imprevista tuvo una gran
significación en la obra de Weber, pues pensaba que lo que los individuos y los grupos se
proponían con sus acciones solía producir consecuencias distintas de sus intenciones.
Aunque Weber no se detuvo a explicar este punto, sí parece relacionado con la idea
teórica de que la gente crea ciertas estructuras sociales, pero que esas estructuras pronto
toman vida por sí mismas, hasta el punto de que sus creadores tienen poco o ningún
control sobre ellas. Dada esa falta de control, estas estructuras pueden desarrollarse en
una gran variedad de direcciones no previstas. La línea del pensamiento de Weber llevó a
Arthur Mitzman (1970) a argumentar que Weber había creado una sociología de la
2
reificación. Las estructuras sociales reificadas pueden moverse en direcciones imprevistas,
como Marx y Weber mostraron en sus análisis del capitalismo.
3
estratificación desigual, proporcionando al capitalista «la cómoda seguridad de que la
distribución desigual de los bienes de este mundo es una dispensa de la Divina
Providencia» (Weber, 1904-05/1958: 117).
Weber también mostró sus reservas ante el sistema capitalista, como ante todos los
aspectos del mundo racionalizado. Por ejemplo, remarcó que el capitalismo tendía a
producir «especialistas sin espíritu, gozadores sin corazón; estas nulidades se imaginan
haber ascendido a una nueva fase de la humanidad jamás alcanzada anteriormente»
(Weber, 1904-05/1958: 182).
A pesar de que en La ética protestante Weber subrayó el efecto del calvinismo en el
espíritu del capitalismo, fue consciente de que las condiciones sociales y económicas
tuvieron una influencia recíproca en la religión. Prefirió no tratar tales relaciones en su
libro, sino dejar claro que su objetivo no consistía en sustituir la explicación materialista
unilateral, que atribuía a los marxistas, por una interpelación espiritualista igualmente
unidimensional.
Si el calvinismo constituyó el factor más importante del ascenso del capitalismo en el
mundo occidental, entonces se plantea la siguiente pregunta: ¿Por qué el capitalismo no
surgió en otras sociedades? Al esforzarse por responder a tal pregunta, Weber se topó con
las barreras espirituales y materiales que impedían el ascenso del capitalismo. Vamos a
considerar brevemente el análisis que Weber hace de estos obstáculos en dos sociedades:
la china y la india.