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y la globalización”
El autor de este libro, Aldo Ferrer, afirma que la globalización ha venido ejerciendo una
extraordinaria influencia sobre América Latina; lo cierto es que sabemos que influye en todo el
mundo, pero lo que el autor resalta es que la globalización ha influido (y lo continúa haciendo)
mucho más en América Latina que en cualquier otra parte del mundo; así se entiende que en
estos últimos tiempos se viviría una situación permanente de supervivencia latinoamericana
frente a la “globalización.” ¿Pero qué es la globalización? Además de la explicación de Ferrer
que será expuesta a lo largo del trabajo, se buscaron distintas definiciones, como por ejemplo la
que brinda el sociólogo Anthony Giddens: “la globalización puede ser definida como la
intensificación de las relaciones sociales en escala mundial que ligan localidades distantes de
tal manera que los acontecimientos de cada lugar son modelados por eventos que ocurren a
muchas millas de distancia y viceversa. Éste es un proceso dialéctico porque tales
acontecimientos locales pueden desplazarse en dirección inversa a las relaciones muy
distanciadas que los modelan. La transformación local es tanto una parte de la globalización
cuanto la extensión lateral de las conexiones sociales por medio del tiempo y el espacio. Así,
quien quiera que estudie las ciudades hoy en día, en cualquier parte del mundo, está consciente
de lo que ocurre en una vecindad local tiende a ser influido por factores, tales como el dinero
mundial y los mercados de bienes, que operan en una distancia indefinida de la vecindad en
cuestión.”
A nuestro entender la palabra “globalización” tiene mucho que ver con la palabra “cambio” y
también con la palabra “crisis”. Escuchamos estas palabras en todas partes: en los discursos de
los políticos y en las preguntas de los periodistas que los entrevistan, están en los reportes de
los economistas y en el asombro de la gente ante las nuevas tecnologías. En las finanzas, la
dimensión política de la globalización es relativamente más importante que en las esferas
reales de la economía mundial. El peso político de los intereses financieros se explica por su
magnitud y también, por la ampliación del número de personas, particularmente en Estados
Unidos, que canalizan sus ahorros en los mercados de valores. La globalización resulta, pues,
de la coexistencia de factores económicos y de marcos regulatorios que reflejan el sistema de
poder prevaleciente en las relaciones internacionales. Con respecto a todo esto, se puede decir
que hemos transitado todo un siglo de globalización, cambios y crisis intensos. Pero lo cierto es
que la globalización no es un fenómeno reciente, sino que tiene una antigüedad de cinco siglos
(el surgimiento del primer orden global coincidió con un progresivo aumento de la
productividad, inaugurado con el progresivo aumento de la productividad, inaugurado con el
progreso técnico en la Edad Media.) Pero, actualmente, ¿en qué nos afectan exactamente esta
globalización, estos cambios, estas crisis, día tras día? ¿En qué son distintos los cambios
globales de hoy? Para poder obtener alguna respuesta a estos interrogantes el autor nos ha ido
relatando brevemente los cambios más importantes que produjo la globalización en la historia,
los cuales serán señalados en el presente trabajo a modo de cuadro comparativo. Con dicha
información comprendimos a qué se debe la situación actual de América Latina y la diferencia
con el resto del “mundo”, es decir, con Europa y Estados Unidos.
Latinoamérica no ha logrado aún encontrar respuestas válidas para el desafío del crecimiento
en el mundo global. Cada vez es mayor el abismo que separa los niveles de vida en la región
respecto de los que prevalecen en los países avanzados. A su vez, se debe decir que nunca hubo
en el pasado situación como la actual, en que la capacidad de decisión de los gobiernos está tan
subordinada a las condiciones impuestas por los centros de poder mundial. Es por eso que
muchos estudiosos (sociólogos, politicólogos, etc) se preocupan y tratan el tema de la debilidad
del Estado-nación respecto de la sociedad global. La afirmación más terminante ha sido la de
Keinichi Ohmae, cuyo libro The End of the Nation State anunciaba en su título la tesis que se
proponía sostener. Aseveró que “en términos de flujos reales de actividad económica, los
estados-nación ya han perdido un papel como unidades significativas de participación en la
economía global del mundo sin fronteras actual”. Es fácil observar que en la época actual, el
retroceso del estado-nación se registra de maneras disímiles según las características de los
países. Volviendo a América Latina, su creación correspondió al siglo XIX, en África al XX, Y
en consecuencia, los niveles de consolidación son diferentes a los alcanzados en los casos
europeos. Por su parte, Estados Unidos realizó un ciclo completo que partió de la condición
colonial, forjó el estado-nación y se colocó en el lugar de potencia hegemónica a nivel
mundial. En el contexto actual, la situación del estado-nación norteamericano presenta un
perfil que lo distingue y lo asemeja al resto de los países del concierto mundial. Por esta gran
diferencia de Estados Unidos y la globalización con respecto a América Latina, el autor
desarrolló un capítulo especial para explicar mejor la situación de Estados Unidos. A diferencia
de lo dicho por Ohmae, Aldo Ferrer destaca la presencia fundamental del Estado ante el
desarrollo alcanzado por la globalización específicamente financiera, es decir, sin la actuación
del Estado, el crecimiento de la esfera financiera actual no sería posible.
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Desde la sociología se puede comprender que existen distintas teorías sobre el fenómeno que
estamos tratando que sea hoy también nuevo objeto de estudio de las ciencias sociales, es decir,
hay distintas interpretaciones sobre la sociedad global, a saber según Octavio Ianni (escritor del
libro “Teorías de la Globalización”):
1. Algunas interpretaciones se basan principalmente en las teorías muy comunes en las
ciencias sociales: evolucionismo, funcionalismo, estructuralista, weberiano y marxista.
En fin, se hace muy difícil para algunos autores liberarse de los marcos de referencia
representados por la sociedad nacional (paradigma clásico), y pensar en la sociedad
global con toda su originalidad.
2. Hay interpretaciones que priorizan determinados aspectos de la sociedad global:
económicos, financieros, tecnológicos informáticos, culturales, religiosos, políticos
geopolíticos, ecológicos, sociales históricos, geográficos, etc. Son pocos los que
formulan abordajes generales, integrativos. Son pocos los que reconocen que el
conjunto de las relaciones, procesos y estructuras que describen e interpretan hablan de
un objeto nuevo, constituido por la sociedad global.
3. La mayoría se sitúa en una perspectiva que, según Ianni, se puede denominar
convencional. A esta interpretación correspondería entonces, la de Aldo Ferrer, debido
a que estas ideas focalizan un aspecto de la sociedad global y priorizan una perspectiva:
la superpotencia mundial; una o varias de las naciones dominantes o centrales en el
escenario mundial; una o varias naciones del ex tercer mundo, del sur o de la periferia,
como las asiáticas, africanas, latinoamericanas; la comunidad europea; la lucha por la
soberanía nacional, con base en el proyecto capitalista, socialista o “tercera vía”; la
nueva división internacional del trabajo y de la producción; los medios de
comunicación internacional; la lucha por la hegemonía mundial por parte de una u otra
nación.
Es por eso que Aldo Ferrer, en la última parte de su libro incursiona en rumbos alternativos
posibles. Es así que se refiere a la idea de los europeos de la “tercera vía”, pero aclara que ésta
no sería aplicable a la realidad latinoamericana; sí afirma que deberíamos pensar como lo
hicieron los europeos, es decir, emplear la metodología de ellos, esto sería: reinterpretar la
situación interna de América Latina a un proceso de transformación que persiga el desarrollo,
el bienestar, la equidad y la protección del medio ambiente. Sólo así, según el autor, se podrá
mejorar la calidad de las respuestas de América Latina al dilema del desarrollo en el mundo
global.
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GLOBALIZACIÓN
La globalización refleja el impacto del cambio técnico, la acumulación de capital y las transformaciones en la producción y el comercio
mundiales. Pero es, al mismo tiempo, un proceso político dentro de la esfera de la decisión de los estados nacionales más poderosos y
delas organizaciones económicas y financieras multilaterales (OMC, FMI y Banco Mundial), en cuyo seno aquellos países tienen una
influencia decisiva.
“Globalización selectiva” es el nuevo nombre del nacionalismo de los países avanzados e implica un desnivel en el campo de juego en el
cual operan los diversos actores del sistema internacional. Los países centrales siguen inclinando el campo de juego a su favor.
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VISIÓN FUNDAMENTALISTA
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LA GLOBALIZACIÓN EN LA HISTORIA
Los problemas actuales y las perspectivas futuras de América Latina son resultado de la realidad
interna-contexto mundial a lo largo de la historia.
Descubrimiento de América
AMÉRICA LATINA AMÉRICA DEL NORTE
Con los europeos también llegaron las enfermedades No se mezclaron las razas (los europeos ya venían con
sus familias).
que terminaron con gran parte de la población nativa. La población nativa fue expulsada y casi exterminada.
Por la incorporación de esclavos procedentes de Los esclavos siempre fueron minoría.
África, se producen mezclas de razas entre negros
nativos y españoles.
Sí buscaron integrarse, estaban decididos a progresar.
Los intereses locales nunca conformaron grupos de
poder orientados a una inserción externa compatible
con el desarrollo endógeno y la ampliación de
oportunidades. Estaban prácticamente sólo para
conseguir riquezas (oro).
Tiempos de independencia
AMÉRICA LATINA AMÉRICA DEL NORTE
Crisis de legitimidad del poder. Durante la década de
1870, aún las economías no se habían recuperado de Expansión imperial de las grandes potencias
las guerras de independencia y convulsiones políticas. industriales.
Los países estuvieron más empeñados en defender su
integridad territorial y resolver los conflictos políticos
internos que en formular respuestas al dilema de su
desarrollo en el mundo global.
Fines del siglo XIX
AMÉRICA LATINA AMÉRICA DEL NORTE
La globalización impactó profundamente por el avance Ya había sus pasos en sentido económico hacia el
del ferrocarril y la navegación a vapor permitió así, la mundo global.
incorporación del Cono Sur de Sudamérica al mercado
mundial.
El crecimiento hacia afuera
AMÉRICA LATINA EUROPA
Política librecambista.
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Segunda Guerra Mundial
AMERICA LATINA EUROPA
América Latina no tenía compradores Los centros industriales protegieron sus mercados
Se introducen controles de cambio internos; establecieron regímenes preferenciales de
Restricción de las importaciones comercio con los países de su zona de influencia y
Caída de la capacidad de pagos externos. controlaron los movimientos de capitales.
Después de la guerra
En la región, persistieron las políticas que estaban más Apogeo del poder de los EEUU por ayudar en la
vinculadas a la fase de la globalización. De 1914 a reconstrucción de Europa Occidental.
1945.
La tasa de crecimiento del producto, el desarrollo Crecimiento de las economías industriales en Europa,
industrial y otros procesos reveladores de la se dieron condiciones generalizadas de pleno empleo,
transformación estructural de las principales políticas sociales, elevación de niveles de vida, en un
economías Latinoamericanas registraron avances contexto de estabilidad de precios.
importantes, pero las respuestas a las nuevas
tendencias no fueron las adecuadas (la sustitución de Innovaciones en ciencia y técnica.
importaciones y la industrialización no dieron ventajas
competitivas suficientes para acceder a los rubros mas Liberación de los regímenes cambiarios y los
dinámicos del mercado mundial: ciclo de Stop-go, es movimientos de capitales.
decir crecimiento abortado por estrangulamiento
externo y la necesidad de ajuste). Manufacturas de mayor contenido tecnológico.
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AMÉRICA LATINA
CAUSAS QUE EXPLICAN LA INCAPACIDAD DE DAR RESPUESTAS EFICACES AL
DILEMA DEL DESARROLLO EN EL MUNDO GLOBAL.
Estos hechos ayudan a entender por qué América Latina sigue siendo una región periférica cuya inserción
principal en el mercado mundial es como exportadora de productos primarios. Esta situación, cuyo análisis fue
una de las contribuciones fundamentales de la CEPAL, es inherente al subdesarrollo latinoamericano y explica la
declinación de la participación de la región en el mercado mundial en el último medio siglo XX.
Cuando se verifican esas condiciones extremas de concentración de la riqueza y el ingreso,
fragmentación social y representatividad restringida e inestabilidad de los sistemas
políticos, cabe esperar malas respuestas a los dilemas del desarrollo en el mundo global.
EL SISTEMA FINANCIERO
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Las autoridades monetarias son prácticamente impotentes para controlar los ataques
especulativos y reducir la volatilidad de los mercados. Pero el problema no es inherente a la
naturaleza de los mercados. Es el resultado de la decisión política de los países centrales de
desregular la actividad financiera y de permitir el libre movimiento de los capitales
especulativos.
Estos hechos influyen en el comportamiento de consumidores y empresas y en la conducción de
la política económica, incluso en los países centrales. Las subas o las bajas de las cotizaciones
provocan efectos virtuales de riqueza que no tiene relación con los cambios reales en el ingreso
disponible de las familias pero que influyen en sus gastos.
Para los centros, sus colocaciones en la periferia representan alrededor del 10% de sus
operaciones financieras internacionales totales. Para la periferia, en cambio, esos recursos son
parte importante de sus disponibilidades. Se estima, por ejemplo, que el retiro del 1% de las
aplicaciones de los inversores institucionales representa el 1% de la capitalización de los
mercados de valores de los países centrales. En cambio, en Asia representaría el 26% y en
Latinoamérica, el 66%.
La periferia es así mucho más vulnerable a la volatilidad de los mercados financieros globales.
Además, paga costos más altos que los tomados de recursos en los países desarrollados.
La experiencia revela que cuando las reglas financieras generan tensiones sociales y políticas
insoportables se las cambia. Así sucedió en las crisis de los años treinta cuando el patrón oro se
desplomó bajo el impacto de la recesión y el desempleo. En todo caso, el eventual cambio de las
actuales reglas del juego depende, en primer lugar de la decisión política y de los intereses de los
principales países desarrollados.
En conclusión, tengan o no en equilibrio sus agregados macroeconómicos, los países más
afectados por la crisis son los emergentes que desregularon sus mercados financieros y quedaron
atrapados en un sistema global especulativo y volátil. En tales circunstancias, el drástico cambio
de signo en el movimiento de recursos externos provoca una situación crítica.
Por su parte, la Unión Europea y Estados Unidos están creciendo, tienen sólidos sistemas
financieros y prestamistas de última instancia.
El cambio de las reglas de juego del sistema financiero global sólo puede ser decidido por las
principales economías industriales que forman el Grupo de los Siete (G7). La Reunión Anual del
FMI y del Banco Mundial, en 1998, y reuniones recientes del G7 revelan que los países centrales
no están dispuestos a introducir las reformas necesarias para gobernar la globalización financiera
ni para poner en marcha programas de apoyo suficientes y compatibles con la recuperación de la
actividad económica y el empleo en los países emergentes con problemas.
Hasta ahora, la respuesta de G7 consiste en reactivar el sistema dentro de las mismas reglas del
juego. Se supone que la rebaja de las tasas de interés en estados Unidos y la Unión Europea, la
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recuperación de Japón y el apoyo de Brasil alcanzarían para modificar el comportamiento de los
mercados y resolver la crisis. La postura de los países centrales sigue siendo la tradicional: más
condiciones de ajuste y reformas estructurales ortodoxas.
Pero uno de los hechos notables es que, por primera vez en mucho tiempo, un grupo de
economistas prestigiosos en los países centrales está cuestionando el enfoque neoliberal. Ellos
destacan que el ajuste ortodoxo, es decir, contracción del gasto público y del crédito, aumento de
las tasas de interés y mayor desregulación de los mercados, sólo puede agravar los problemas.
Recuperan así respeto académico instrumentos como los controles de cambios y la regulación de
los mercados financieros.
Las recientes perspectivas heterodoxas y la dimensión de los problemas pueden llegar a influir en
las decisiones políticas del G7 e inducir un replanteo de las reglas de la globalización financiera.
En el corto y mediano plazo, sin embargo, lo más probable es que los países deudores tengan que
elegir por sí mismos entre dos caminos:
1. Mantener las actuales reglas de juego, es decir, sostener, cualquiera sea el costo
económico, social y político, la desregulación financiera y tratar de recuperar la confianza
de los mercados para comenzar un nuevo ciclo de ingreso positivo de recursos externos.
(A América Latina le costó una década alcanzar estas metas y reiniciar el crecimiento en
los años noventa).
2. Realizar el ajuste con reactivación económica, esto es, establecer políticas cambiarias y
de comercio exterior y regulaciones financieras consistentes con el equilibrio externo y,
al mismo tiempo, expandir la demanda interna a través de gastos públicos selectivos y de
la rebaja de la tasa de interés. Esta estrategia sólo puede ser exitosa en el contexto de
reformas estructurales de racionalización de Estado y de transparencia de las decisiones
del poder político, es decir, de políticas enérgicas para “poner la casa en orden” (el éxito
del ajuste con reactivación económica descansa, en primer lugar, en la coherencia de los
propios países para poner la casa en orden y privilegiar el interés nacional y de la
sociedad sobre el de la especulación financiera.)
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RUMBOS ALTERNATIVOS PARA AMÉRICA LATINA
¿Qué rumbos podría tomar América Latina para “salir adelante” frente al
dilema del desarrollo en el mundo global?
Desde fines de los años cuarenta, con el liderazgo intelectual de Raúl Prebisch, la CEPAL
propuso nuevas respuestas a los dilemas planteados por la globalización. El objetivo era
compatibilizar la inserción de nuestros países en el mercado internacional con el crecimiento
interno y el comando del propio destino en un mundo global.
A través de la integración latinoamericana, la unidad de nuestros países fortalecería su capacidad
de respuesta a los problemas y oportunidades de la globalización. En tiempos recientes, el
MERCOSUR está revelando, en efecto, cuanta importancia tiene la integración de nuestros
países para mejorar la calidad de las respuestas al dilema del desarrollo en el mundo global.
En materia fiscal y monetaria, puso énfasis en la importancia de la moneda sana, la estabilidad de
precios y los equilibrios macroeconómicos.
El tiempo confirmó cuáles fueron las consecuencias de no mantener los equilibrios
macroeconómicos fundamentales, que son una condición necesaria del desarrollo. En cuanto al
capitalismo periférico enfatizó la importancia de cuestiones cruciales como la distribución del
ingreso y la aplicación del excedente económico.
El análisis de la CEPAL fue enriquecido por las contribuciones de Celso Furtado y de otros
analistas que incorporaron la perspectiva histórica de largo plazo y variables sociopolíticas
cruciales.
Hoy, el aporte de la CEPAL consiste más bien en la actitud, en la postura adoptada para abordar
el tratamiento de los problemas de la realidad latinoamericana y formular respuestas. Esta
postura tiene tres rasgos dominantes:
1. La insistencia en observar el mundo desde la perspectiva de la realidad latinoamericana y
ver los objetivos propios dentro de un mundo global.
2. Rechazar el fatalismo de los mercados, es decir, de cualquier versión fundamentalista de
la globalización. El dilema del desarrollo en el mundo global existe y es posible
resolverlo, con racionalidad y eficacia, persiguiendo los propios intereses.
3. El desarrollo descansa en los mercados y la iniciativa privada orientados por la acción
pública para compatibilizar la apertura con el desarrollo y el comando del propio destino
en el mundo global.
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el ahorro interno y las exportaciones. En tales circunstancias, parece cada vez más lejana la
posibilidad de alcanzar una tasa sostenida de crecimiento del producto total del 6% anual, que es
considerada por la CEPAL como una condición necesaria para resolver los rezagos tecnológicos
y sociales.
No será posible iniciar un proceso de crecimiento sostenible de largo plazo en nuestros países sin
resolver los problemas que plantean la deuda externa y el desequilibrio de la cuenta corriente del
balance de pagos.
América Latina enfrenta no sólo el desafío de la crisis financiera sino, al mismo tiempo, el de su
estrategia de desarrollo e inserción internacional.
La situación actual debería inducir a nuestros países a perder las ilusiones sobre los frutos
prometidos por la estrategia neoliberal. La inserción incondicional en la globalización es
prácticamente un camino sin salida. América Latina no puede nivelar el campo de juego de la
globalización ni influir en una eventual reforma del sistema financiero internacional. Pero sí
puede “poner su casa en orden” y encarar un proceso profundo de reformas para liberar las
fuerzas de crecimiento, repartir con equidad la riqueza y el ingreso y transformar los vínculos
con el resto del mundo.
Nada de esto podrá importarse. Debe construirse inevitablemente desde adentro, aprendiendo de
la experiencia ajena pero descansando en la propia iniciativa y en la identidad de nuestras
sociedades.
Lo que debe decidirse es si las políticas amistosas para los mercados son para favorecer la
especulación o, por el contrario, a quienes producen y generan empleo. Para esto último es
imprescindible la recuperación de la capacidad de decisión del sector público y una reforma
auténtica del Estado que lo convierte en protagonista efectivo del cambio y socio de la iniciativa
privada. Las alianzas entre las principales fuerzas políticas y sociales son imprescindibles para
sustentar el cambio de rumbo y marchar hacia la meta de la estabilidad y el desarrollo sostenible.
La integración latinoamericana, la ampliación del mercado y la concertación de políticas en áreas
clave como el desarrollo industrial y tecnológico fortalecen la capacidad de nuestros países para
responder con eficacia los desafíos y oportunidades que plantea la globalización. La cooperación
en materia financiera en la actual coyuntura es indispensable.
En realidad, las restricciones más severas para el cambio de rumbo no están fuera sino dentro de
América Latina. Ésta necesita mejorar sus respuestas a la globalización. Las buenas incluyen
pero exceden la política económica en sentido estricto. Incorporan la reforma institucional y
política, la integración social y un amplio abanico de cambios para remover obstáculos al
desarrollo latinoamericano hondamente arraigados en la historia y en los sistemas prevalecientes.
De allí la magnitud de los problemas de la construcción de la democracia en América Latina.
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El contexto internacional para construir un pensamiento propio de América Latina es menos
propicio en las actuales circunstancias que en aquel entonces. Bajo el liderazgo de estados
Unidos, los centros siguen recomendando a la periferia las políticas del consenso de Washington.
Para colmo, la formación de economistas, en América Latina y en centros académicos del
exterior, se realiza, en gran medida, dentro de la visión fundamentalista de la globalización y de
una concepción del desarrollo subordinada a los criterios de los tomadores de decisiones en los
centros del sistema mundial. Se forman hoy analistas de mercado para operar en la esfera
financiera más que economistas en la concepción clásica del término, es decir, investigadores en
el área de las ciencias sociales que abordan la actividad económica en el contexto de la realidad
social y política.
El problema es gigantesco, pero lo bueno es que en los mismos centros, economistas de relieve
están formulando severas críticas a la visión fundamentalista. Al mismo tiempo, las turbulencias
del sistema financiero internacional y, en la Unión Europea, las altas tasas de desempleo están
generando respuestas políticas alternativas a las que predominaron en las últimas dos décadas. El
triunfo de la socialdemocracia en todos los países de la Unión Europea (excepto España e
Irlanda) está dando lugar a nuevos planteos: la llamada “tercera vía”. El término sugiere la
búsqueda de un rumbo diferente para adecuarse a las exigencias competitivas impuestas por la
globalización, resguardando los equilibrios sociales y la defensa del medio ambiente.
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TERCERA VIA
La mira es estabilizar la paridad El objetivo es reducir la tasa de La idea es armonizar las políticas
de las monedas, como por interés para estimular la inversión nacionales para reducir el déficit
ejemplo el euro, moneda única de y elevar el empleo. Se trata de estructural promoviendo, al mismo
la Unión Europea. Se trataría orientar la política monetaria del tiempo, el crecimiento y la
ahora de alcanzar acuerdos con nuevo Banco Central europeo y ocupación. Una alta tasa de
Estados Unidos y Japón para de lograr un acuerdo con la desarrollo es un requisito del
estabilizar la paridad del euro con Reserva Federal de Estados equilibrio fiscal estructural a través
las otras dos grandes monedas de Unidos y el Banco Central de del aumento del ingreso público y la
reserva internacional: el yen y el Japón para que la política disminución de las compensaciones
dólar. monetaria promueva el a los desempleados. La política
crecimiento y el empleo; y no fiscal, junto a la monetaria, recupera
sólo la estabilidad de los precios. la responsabilidad de regular el ciclo
económico.
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La tercera vía es una respuesta constructiva para resolver los graves problemas sociales y
ambientales que prevalecen en el mundo desarrollado y una alternativa probablemente eficaz a
las consecuencias negativas de la estrategia neoliberal pero no es digna de aplicarse en la
realidad latinoamericana. Porque aquí no tenemos que elegir entre dos rumbos distintos, más o
menos eficaces, del desarrollo, el reparto del ingreso y la inserción internacional, como se
plantea ahora la socialdemocracia europea.
La tercera vía es una visión céntrica de la globalización que no da respuestas a los formidables
problemas que enfrenta América Latina.
El nuevo trayecto no podrá diseñarse con ideas importadas, por válidas que éstas sean en otras
latitudes. Puede aprenderse de ellas, pero nuestra realidad es distinta y debe observarse desde una
perspectiva latinoamericana de la situación internacional de la globalización. En realidad, todos
los países que han sido exitosos y que alcanzaron altos niveles de desarrollo transitaron siempre
caminos que fueron abiertos por sus iniciativas y visiones del mundo.
La mayor enseñanza que deja la propuesta de la tercera vía es que los socialdemócratas europeos
comenzaron por lo principal: reinterpretar la situación interna y la del mundo desde sus propias
perspectivas, y sobre estas bases, convocar a sus sociedades a un proceso de transformación que
persigue el desarrollo, el bienestar, la equidad y la protección del medio ambiente. En América
Latina podemos emplear la metodología pero no la agenda, porque problemas fundamentales que
los países desarrollados dejaron atrás, los nuestros todavía los tienen por delante.
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