93-Sistemas de Alimentacion
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INFORME:
COMPARACIÓN DE SISTEMAS DE ALIMENTACIÓN PARA EL
ENGORDE DE BUBILLOS
Autores: Ing. Agr. Daniel Sampedro, Ing. Zoot. Pablo Barbera, Bqca. Jorgelina Flores y
Florencia Berecoechea -Becaria Estudiantil, Fac. de Ciencias Veterinarias, UNNE
Introducción
La cría bubalina, posee una mayor adaptación y productividad que la cría vacuna, en regiones del NEA con ambientes
inundables, presencia de bañados, malezales, esteros playos y predominio de pastizales de escaso valor nutritivo.
Esta superioridad se relaciona con la capacidad de los búfalos en la utilización de forrajes con alto contenido de fibra,
como resultado de un mayor tiempo dedicado a la rumia, mayor degradabilidad ruminal de los carbohidratos
estructurales; al incremento en la retención de nitrógeno y la síntesis de proteína microbial por kg de materia orgánica
digestible en el rumen (Paul, S.S., 2007; Lopez Alvarez y otros, 2005; Shultz y otros, 1977; Fundora y otros, 2007;
Angulo y otros, 2005)
La parición de las búfalas se concentra entre los meses de febrero y abril, mientras que el destete de noviembre a
diciembre. En establecimientos donde realizan el ciclo completo, los bubillos se terminan con 450 a 500 kg, entre los
24 y 30 meses de edad (Cedrés y otros, 2004). En el proyecto INTA-Audeas-Conadev, se están evaluando alternativas
de engorde de bubillos en el período invernal, posterior a una recría durante el verano y otoño en campo natural. El
objetivo es lograr la terminación de bubillos con alrededor de 18 meses de edad. En el año 2014, se comparó la
ganancia de peso de dos tratamientos de alimentación a corral (Fernandez y otros, 2015) y en el invierno de 2015, se
propuso contrastar dos sistemas de alimentación para la terminación de bubillos: alimentación en corral y
alimentación en comederos de autoconsumo.
Materiales y métodos
La experiencia se inició el 27 de julio, con 26 bubillos enteros de 16 meses de edad, de las razas Murrah, Mediterránea
y sus cruzas, provenientes de la estancia La Florencia, Caá Catí (27º Lat. Sur, 57 º Long. O.) provincia de Corrientes. Los
bubillos fueron destetados en diciembre de 2014 y se manejaron en campo natural, hasta su traslado a la EEA INTA
Mercedes (29º Lat. Sur, 58º Long. O).
Para la alimentación en confinamiento, 12 bubillos se distribuyeron al azar en 3 corrales de 80 m2 (4 animales por
corral) y en la alimentación con comederos de autoconsumo se utilizaron 16 bubillos distribuidos al azar en 2
potreros (1: 0,79 ha y 2: 0,73 ha). La disponibilidad de forraje inicial en cada potrero, resultó de 1622 y 2325 kg MS/ha.
Para igualar la asignación forrajera en ambos potreros, se colocaron 6 y 8 bubillos en los potreros 1 y 2. En
consecuencia, la carga animal fue de 7,6 y 11 bubillos/ha, respectivamente. En el Cuadro 1, se observa la composición
química del forraje de ambos potreros, al iniciar y finalizar la experiencia.
Cuadro 1. Proteína bruta, fibra detergente neutro (FDN) y fibra detergente ácido (FDA), de los potreros con
autoconsumo (g/100 g MS). EM: energía metabolizable (Mcal/kg MS) estimada en base a FDA.
% PB % FDA % FDN EM
Inicial Final Inicial Final Inicial Final Inicial Final
Potrero 1 7,8 6,5 39,5 30,6 61,4 63,3 2,09 2,34
Potrero 2 5,1 5,6 41,3 32,3 62,7 63,6 2,04 2,29
En los potreros con autoconsumo y desde el inicio, los animales se alimentaron a voluntad con una ración compuesta
por 83 % de maíz entero y 17 % de pellet de soja.
En la alimentación en corrales, la primera semana se suministró una ración compuesta por 45 % de paja de arroz
picada, 45 % de maíz entero y 10 % de pellet de soja. La segunda semana, se cambió la ración a 17 % de heno, 69 % de
maíz y 14 % de pellet de soja. El 20 de agosto, se formuló la ración definitiva, con 12 % de paja de arroz, 73 % de maíz
entero y 15 % de pellet de soja.
La ración se suministró una sola vez por día, de 7 a 8 de la mañana. Se realizó lectura de comedero y si durante 2 días
consecutivos se observaba el comedero limpio se incrementaba el nivel de suplementación.
En el Cuadro 2, se observa la composición química y energética (estimada) de los componentes de las raciones
utilizadas en los sistemas de alimentación.
Cuadro 2. Proteína bruta (PB), fibra detergente neutro (FDN), fibra detergente ácido (FDA), base g/100 g
MS y EM: energía metabolizable estimada, de los componentes de las raciones.
Componentes % MS PB % FDN % FDA % EM
Mcal/kg MS
Paja de arroz 85 4,4 72 43,2 1,99
Maíz 86 7,2 - 4,3 3,08
Pellet soja 85 47,9 - 9,3 2,94
La dieta en los comederos de autoconsumo aportó un contenido de proteína bruta de 14 % y EM de 3,0 Mcal/ Kg MS.
Mientras que en los corrales la concentración proteica fue de 13 % de proteína bruta y 2,93 Mcal / Kg MS de EM.
El 28 de septiembre finalizó la experiencia, durante la cual se determinó el consumo promedio de las raciones en
ambos sistemas de alimentación, la ganancia de peso, área de ojo de bife y espesor de grasa dorsal. Los animales
fueron pesados por la mañana, sin desbaste previo.
Al término de la experiencia se determinó por ultrasonografía, área de ojo de bife (AOB) y espesor de grasa dorsal
(EGD). Para AOB la imagen se tomó entre las costillas 12ª y 13ª. El espesor de grasa dorsal (EGD en mm) se midió a nivel
de las ¾ partes del ancho del AOB, considerando que el inicio del AOB se encuentra próximo a la columna vertebral.
En un diseño experimental completamente aleatorizado, se determinó el efecto de los tratamientos sobre la ganancia
de peso por análisis de varianza, con la sentencia PROC GLM del SAS. Las diferencias entre las medias de los
tratamientos para ganancia de peso, se determinaron por la prueba de Tukey (p <= 0,05). Para determinar las
diferencias entre tratamientos de AOB y EGD, se eligieron al azar 9 bubillos por tratamiento. Los datos se evaluaron
por análisis de varianza y las medias se compararon por la prueba de Tukey.
Resultados y discusión
Desde 27 de julio hasta el 28 de septiembre, el consumo promedio en los comederos de autoconsumo fue de 7,41
kg/animal/día. En el primer período (27/7 al 20/08) el consumo promedio fue 6,77 y en el segundo (20/08 al 28/9) fue
de 7,80 kg/animal/día.
En los corrales el consumo promedio fue del 27 de julio hasta el 20 de agosto de 7,5 kg y luego de 10,25 kg/animal/día,
hasta la finalización de la experiencia.
En el primer período se produjo una marcada diferencia en la ganancia de peso. En los corrales la ganancia de peso
promedio fue de 20 kg, mientras en autoconsumo fue de 40 kg, con una ganancia diaria de peso de 0,830 y 1,690
kg/animal/día, respectivamente (Cuadro 3).
En el segundo período posterior al acostumbramiento a la ración en los corrales, las ganancias diarias de pesos en el
autoconsumo y corral, fueron de 1,525 y 1,323 kg/animal/día, respectivamente, las diferencias no resultaron
significativas. Al comparar ambos sistemas de alimentación, desde el ingreso a la salida de los bubillos para faena, la
respuesta fue superior para el autoconsumo (1,585 vs. 1,137 kg/an/d), con una diferencia en el peso final de 30 kg.
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Cuadro 3. Peso inicial, intermedio, final y ganancia de peso entre períodos según tratamientos de alimentación.
Considerando el período pos adaptación de los bubillos en los corrales, el consumo de materia seca por unidad de
peso fue del 2,22 %, la eficiencia de conversión de la ración tal cual fue de 7,75 kg /kg o 6,59 kg MS/Kg de aumento de
peso diario.
En el sistema de autoconsumo, en el 1º período el consumo medio de MS fue de 5,82 kg/animal/día, equivalente a
1,62 % del peso vivo, mientras en el 2º período el consumo alcanzó a 6,71 kg MS/animal/día o 1,64 % del PV. Es decir,
que el consumo por unidad de peso, desde la entrada a la salida de los animales, se mantuvo constante. Dado que se
desconoce el aporte del forraje del campo natural al consumo total, las eficiencias de conversión de ambos sistemas
no son comparables.
Son escasos los antecedentes sobre engorde de bubillos en corral y particularmente a edades tempranas.
Mahmoudzadeh y otros (2007) formularon dietas para cubrir 90, 100 y 110 % de los requerimientos de energía
metabolizable según NRC (2,24, 2,49 y 2,67 Mcal EM/kg MS) para lograr 0,900 kg/an/d, en bubillos enteros de 15 a 18
meses de edad y 295 kg de peso inicial promedio. El contenido de PB, se mantuvo constante (10 %). La mayor ganancia
diaria de peso (0,898 kg/an/d) se logró con el nivel medio de energía metabolizable (2,49 Mcal EM/ Kg MS) y con un
consumo promedio de EM de 16,23 Mcal/día. El consumo de MS y las ganancias de pesos diarias, disminuyeron con
los niveles inferior y superior al requerimiento medio de energía.
Devendra (1984) con búfalos adultos, utilizó como fuente de fibra la paja de arroz (20%) y dietas con concentración
energética constante de 2,50 Mcal/kg MS y niveles crecientes de PB (6 a 22 %). La máxima ganancia de peso se obtuvo
con 10 % de PB. Este último, observó que la ganancia de peso se incrementó a medida que aumentó el nivel de PB del 6
al 10 % y luego declinó con incrementos mayores al 12 %.
De estas experiencias se desprende, que en una ración ambos nutrientes deben estar equilibrados, un aumento en la
concentración energética sin el correspondiente incremento en el contenido de proteína bruta o viceversa, limita la
ganancia de peso.
Oliveira y otros (2007) evaluaron en dietas isoproteicas (12 % PB) el efecto adicional de lípidos en la alimentación de
bubillos Murrah con un peso inicial de 297 kg, obteniendo una ganancia de peso superior (1,200 vs. 0,990
kg/animal/día) al aumentar la concentración energética con la adición de aceite de soja a una ración en base a silaje y
grano de maíz, harina de soja y urea.
El uso de tablas del NRC para formular raciones para bubillos, podría no generar los resultados esperados. Menegucci
y otros (2006) prepararon dietas según NRC (1996) para bubillos castrados de la raza Murrah, con el objetivo de lograr
una ganancia de peso 1,200 kg/animal/día, en base a 30 % de forraje voluminoso y 70 % de concentrado, con un
contenido de 15 % de PB y 2,72 Mcal EM/kg MS. Los autores no encontraron diferencias en la ganancia de peso de los
bubillos en distintos períodos de confinamiento y faenados con pesos de 327 a 391 kg, obteniendo una respuesta
promedio de 0,910 kg/an/día, menor a lo esperado.
A diferencia de los vacunos, en los búfalos es escasa la existencia de ecuaciones para calcular los requerimientos
nutricionales y estimar la ganancia de peso en confinamiento, según una ración preestablecida. En algunos trabajos
se siguieron los mismos principios alimenticios que los vacunos, utilizando ecuaciones del National Research Council
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(NRC). Sin embargo, los búfalos presentan algunas diferencias con los vacunos en la utilización de los nutrientes.
Bartocci y otros (2005) encontraron que la degradabilidad de la proteína cruda y la síntesis de proteína microbial
fueron mayores en el búfalo que en el vacuno. Sin embargo, estas diferencias no se reflejaron en un aumento en la
digestibilidad de la materia orgánica y FDN. Por otra parte, Angulo y otros (2005) y Paul (2011) citaron trabajos donde
compararon ambas especies, observando en los búfalos mayores tasas de degradación de la MS, FDN y FDA. Si bien,
en estos últimos parámetros hubo diferencias entre autores, coinciden en que los búfalos tienen la capacidad de
utilizar mejor la proteína proveniente de la dieta, ya que presentan mayor actividad microbiana y un mecanismo más
eficiente para el reciclaje del nitrógeno, razón por la cual sus requerimientos de proteína para crecimiento serían
menores que en los vacunos.
En el año 2014, se había realizado un engorde en los mismos corrales que en la experiencia actual y con bubillos del
mismo origen y edad, aunque más livianos. Después del período de adaptación a la ración en el corral, se obtuvo una
ganancia de peso diaria de 1,069 y 1,112 kg / animal (Cuadro 4). Las raciones estaban compuestas por 50 % de maíz, 20
% de afrecho de arroz, 15 % de pellet de algodón y 15 % de paja de arroz y otra con 60 % de maíz, 20 % de pellet de
algodón y 20% de paja de arroz (Fernandez y otros, 2015).
En base a los resultados de engorde en la EEA Mercedes y para evaluar la posibilidad de predecir la ganancia de peso
de los bubillos con las ecuaciones empleadas para novillos, se utilizaron los cálculos de energía neta para mantención
y ganancia de peso del NRC (1984) y luego se transformaron a EM, según las eficiencias de utilización para mantención
y ganancia de peso (km, Kgp) propuestas por MAFF (1975). En el Cuadro 4, se comparan estos resultados con los
propuestos por Kearl (1982) para búfalos.
Cuadro 4. Comparación entre los consumos de EM y los requerimientos de EM estimados de acuerdo al peso medio,
ganancia de peso (ADPV) de los bubillos, concentración energética de las raciones y consumos diarios de EM, según
las experiencia de Fernandez y otros ( 2015) y la actual.
Peso ADPV EM Consumo EM Requerimientos Requerimientos
medio Kg/an Mcal/kg MS Mcal/día EM (NRC)* EM (Kearl,1982)
Kg Mcal/día Mcal/día
306 1,069 2,80 19,52 17,84 19,83
305 1,112 2,85 19,35 18,03 20,24
382 1,323 2,93 25,70 22,47 24,03
*Requerimientos de energía: Energía neta para mantención (ENm) + Energía neta para ganancia de peso
(ENgp). ENm= 0,077 x Peso medio^0,75. ENgp= 0,0557 x Peso medio^0,75 x ADPV^1,097. EMm= ENm / km
+ 15 % de actividad. EMgp: ENgp/kgp. Km y Kgp (eficiencias de utilización de la EM a EN). Km = 0,55 + 0,066 x
EM, Kgp= 0,18 x EM.
En el cuadro 4, se observa que el consumo de energía metabolizable de los bubillos, excede el 9, 7 y 14 % los cálculos
de requerimientos del NRC (1984). Por lo tanto, a través de las formulas del NRC para novillos de frame medio, se
podrían estimar con cierta aproximación los requerimientos de EM para una determinada ganancia de peso de los
búfalos.
Franzolín y Da Silva (2001) se basaron en el trabajo de Kearl (1982) para estimar los requerimientos de energía
metabolizable para mantenimiento: 125 kcal x Peso^0,75 y ganancia de peso de bubillos: 10 Kcal x g de ganancia. Con
las ecuaciones propuestas para búfalos, hubo un mejor ajuste entre los requerimientos estimados y el consumo real
de EM.
En relación a los requerimientos de proteína metabolizable, considerando la mayor degradabilidad ruminal de la
proteína bruta, mayor síntesis de proteína microbial y menor tiempo de retención de las partículas sólidas en el
intestino, en comparación con los vacunos (Bartocci y otros, 2005), no sería adecuado utilizar el NRC para estimar los
requerimientos de proteína metabolizable para búfalos.
Paul y Patil (2007) sugieren en búfalos los siguientes valores medios de proteína bruta para necesidades diarias de
mantenimiento: 7,6 g PB x Peso^0,75 y ganancia de peso: 0,36 g PB x g de ganancia de peso.
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Cuadro 5. Comparación entre los consumos de proteína bruta de la raciones (PB) y los
requerimientos de proteína bruta (PB) estimados en base al peso medio y la ganancia diaria de peso
(ADPV) de bubillos en confinamiento, según las experiencia de Fernandez y otros ( 2015) y la actual.
Peso ADPV Consumo Requerimientos
medio Kg/an % PB PB g/día PB g/día
Kg
306 1,069 15 1063 941
305 1,112 14 995 955
382 1,307 13 1138 1127
Los consumos de proteína bruta registrados en las experiencias citadas, superan en 13, 4 y 1 % los cálculos de
requerimientos propuestos por Paul y Patil (2007) y considerarse una aproximación razonable para predecir los
requerimientos de PB (Cuadro 5). Es probable que en estas experiencias, el consumo de PB haya sido alto debido a
que los animales suelen regular el consumo total en función de los requerimientos energéticos.
Por lo expuesto, las ecuaciones mencionadas podrían utilizarse para el cálculo de requerimientos de energía y
proteína y en la formulación de raciones para la terminación de bubillos en confinamiento.
Efecto de las condiciones ambientales
La mayor respuesta de los bubillos en el sistema de autoconsumo, particularmente en el primer período de la
experiencia, podría atribuirse al proceso de adaptación de los búfalos, al pasar de un manejo pastoril a un encierre a
corral. Aún con altas cargas, el cambio brusco de ambiente no se manifestaría en condiciones de potreros con
autoconsumo.
Por otra parte, el mes de agosto fue climáticamente atípico, hubo lluvias de 163 mm, superior al promedio histórico
(57 mm) y días con temperaturas máximas por encima de 30º C (Figura 1).
Figura 1. Temperatura mínima, media y máxima, a través del período que abarco la experiencia.
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Comparando con los vacunos, los búfalos tienen una piel más gruesa, menor cantidad de pelos y glándulas
sudoríparas, que hacen menos eficiente su mecanismo de regulación térmica por evaporación cutánea. Hay
suficientes experiencias y revisiones bibliográficas, que explican los efectos negativos del estrés calórico, cuando los
búfalos están expuestos a temperaturas por encima de 30ºC, aún en cortos períodos. En estas condiciones, podría
deprimirse el consumo de materia seca, aumentar los requerimientos de EM para mantención y disminuir la
eficiencia productiva, si no disponen de una fuente de agua para sumergirse o de sombra para disipar el calor (De la
Cruz y otros, 2014; Marai y Haeeb, 2010, Singh y otros, 2014, Das y otros, 1999, Botigeli y otros 2007, Haque y otros,
2013, Khongdee y otros, 2013).
Es probable que las elevadas temperaturas registradas en algunos períodos de la experiencia afectaran en mayor
medida a los búfalos en los corrales. Mientras que en los potreros, los búfalos tienen más oportunidades de encontrar
sombra. Tripaldi y otros, 2004, señalaron que búfalas en estabulación con acceso a amplios espacios para pastorear,
presentaron un mejor bienestar animal, como lo sugirieron algunos comportamientos sociales que no se observaron
en búfalas con plena estabulación. Además, en estos últimos se observaron mayores niveles plasmáticos de cortisol,
en respuesta al estrés.
De Rosa y otros, 2009, observaron una relación directa entre la temperatura ambiental y la proporción de animales
que permanecen en un reservorio de agua como medio para disipar calor. La producción de leche de las búfalas fue
mayor en comparación con aquellas que permanecieron en establos abiertos.
En la primera etapa de la experiencia el consumo promedio diario en los corrales fue de 22 Mcal EM/animal/día y en
autoconsumo fue de 17,4 Mcal/animal/día. Mientras, que en el período final, el consumo de energía metabolizable
de la ración en el corral fue de 25,7 Mcal/día y en el autoconsumo fue de 20,13 Mcal/día. Se desconoce el aporte del
forraje del potrero, probablemente fue lo suficiente para equiparar el aporte energético de las raciones en los
corrales. Por lo cual, las diferencias observadas en la ganancia de peso entre ambos tratamientos, podrían atribuirse a
un mejor bienestar animal de los búfalos en los potreros que se manifestaría en una mayor eficiencia de utilización de
la energía para mantenimiento y ganancia de peso.
Características físicas de la calidad carnicera
Con respecto a las características físicas de la carne, no hubo diferencias significativas en las variables AOB y EGD
(Cuadro 6).
Cuadro 6. Área de ojo de bife (AOB), espesor de grasa dorsal (EGD)
cm2 mm
Corral 58,04 5,8
Autoconsumo 59,72 6
p valor 0,57 0,55
R2 0,12 0,13
CV 5,2 20,1
En la región, no existen datos de AOB y EGD en bubillos de 18 meses de edad, Cedrés y otros (2002) en bubillos de 30
meses y 570 kg, manejados sobre campo natural, encontraron un AOB de 53,5 cm2 y EGD de 8 mm (mediciones de la
canal en frío). En Brasil, en condiciones de confinamiento y faena a los de 20 meses de edad y 360 kg de peso,
observaron para estas características, resultados de 52,1 cm2 y 2,96 mm, respectivamente (Vaz y otros, 2003). En
bubillos terminados a los 18 meses de edad, 3 a 6 mm, podría considerarse un valor medio de EGD.
Conclusiones
Considerando el período que transcurre desde la entrada a la salida de los bubillos, el sistema de alimentación en
comederos de autoconsumo es más eficiente en términos de ganancia de peso que el sistema de alimentación en
corral.
En ambos sistemas de alimentación se logró terminar los bubillos a los 18 meses de edad.
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