Unico BS2021
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ÚNICO
Vivir en Adán y vivir en Cristo
Bernardo Stamateas
- 1ª edición -
2021
Presencia de Dios
José Bonifacio 332, Caballito,
Buenos Aires, Argentina
Tél.: (54011) 4924-1690
www.presenciadedios.com
Capítulo 1:
Dos nacimientos, dos modelos 5
Capítulo 2:
Agua de vida eterna 25
Capítulo 3:
Cristo es impredecible 41
Capítulo 4:
Siempre vuelve a buscarnos 51
Capítulo 5:
La doble tarea de la cruz 63
Capítulo 6:
Menos Adán y más Cristo 79
Bibliografía 89
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#1
DOS NACIMIENTOS, DOS
MODELOS
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El hablar de Cristo
• Cristo imponía respeto, porque tenía una autoridad que
generaba admiración.
• Fue congruente. Lo que hablaba, lo vivía y lo que vivía,
lo hablaba. No había división. Nunca tuvo una contra-
dicción en sí mismo.
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No importa el lugar,
porque el Cristo que vive en nosotros
trasciende a los lugares.
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¿Cuál es tu Isaac?
Abraham tomó a Isaac. Isaac representa aquello a lo que
estás aferrado, todo lo que sentís que te pertenece y te lleva a
decir: “Es que soy así, pienso así, creo esto”. Cuando el cria-
do les preguntó: “¿A dónde van?”, la respuesta de Abraham
fue: “Adoraremos y volveremos”. Dios no le había dicho que
tenía que adorar, sino que tenía que sacrificar, sin embargo,
Abraham dijo “adorar”.
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A nuestro Isaac hay que llevarlo todos los días a la cruz. Hay
quienes creen que llevar a la cruz es doloroso. ¡Eso no es
verdad! En todo caso, doloroso es vivirlo a Adán.
Sacrificio de alabanza
Cuando Abraham levantó el cuchillo para sacrificar a Isaac,
Dios le dijo: “Ya recibí tu sacrificio de alabanza, y tu des-
cendencia estará bendecida. Tus hijos van a multiplicarse
como la arena, como las estrellas. Te voy a prosperar, te voy
a bendecir, te voy a abrir los caminos. Por cuanto has ve-
nido a traer sacrificio de alabanza, te doy la herencia de la
resurrección”.
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#2
AGUA DE VIDA ETERNA
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Jesús y la samaritana
En el diálogo de Jesús con la samaritana podemos contras-
tar cómo es Adán con respecto a cómo es Cristo.
Juan 4:5–8 narra: “Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada
Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. Y estaba allí
el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así
junto al pozo. Era como la hora sexta. Vino una mujer de Samaria
a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. Pues sus discípulos
habían ido a la ciudad a comprar de comer”.
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Todo es Cristo
Me gustaría que nos detengamos en esta parte del diálogo:
“Respondió Jesús y le dijo: Si tú conocieras el don de Dios, y quién
es el que te dice: «Dame de beber», tú le habrías pedido a Él, y Él te
hubiera dado agua viva”.
¿Quién es el don de Dios? Cristo
¿Quién es el que te está hablando? Cristo
¿A quién le pedirías? A Cristo
¿Quién es el agua de vida eterna? Cristo.
Todo se resume en dejar de ser Adán para empezar a vivir
a Cristo. Esta es la razón por la que en este libro estamos
aprendiendo cómo era Cristo para que lo experimentemos,
lo ejercitamos o lo vivamos diariamente.
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Es ahora
Jesús le dijo a la samaritana: “Mas la hora viene, y ahora es [...]”
(Juan 4:23). Es ahora que hay que vivir la vida en Cristo. Al
declarar “es ahora”, el Señor le estaba diciendo: “Ya estoy
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#3
CRISTO ES IMPREDECIBLE
Adán se autodestruye
Estamos estudiando la naturaleza de Adán y aprendimos
que no le interesan los asuntos de Dios; tiene las emociones
dañadas y no le interesa mirar hacia adentro. Además de
esto, esta naturaleza tiene un sistema de autodestrucción.
El apóstol Pablo decía: “Soy un esclavo del pecado”. Pablo
descubrió que Adán tiene un amo, y ese amo es la vida de
autodestrucción.
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Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús
le dijo, y se fue.
Cuando ya él descendía, sus siervos salieron a recibirle, y le dieron
nuevas, diciendo: Tu hijo vive. Entonces él les preguntó a qué hora
había comenzado a estar mejor. Y le dijeron: Ayer a las siete le dejó
la fiebre.
El padre entonces entendió que aquella era la hora en que Jesús
le había dicho: Tu hijo vive; y creyó él con toda su casa” (Juan
4:48-53).
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#4
SIEMPRE VUELVE A
BUSCARNOS
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Experimentar a Cristo
Hay una pregunta que necesitás guardar en tu corazón para
hacértela cada día: “¿Cómo experimenté hoy a Cristo?”.
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La familiaridad
Jesús llegó a Nazaret y entró a la sinagoga. Todo el mundo
lo conocía. En aquella época era costumbre que los invita-
dos diesen una pequeña prédica. Jesús levantó la mano y lo
hicieron pasar adelante. Abrió el rollo de Isaías y leyó: “El
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Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar
buenas nuevas a los pobres [...]” (Lucas 4:18). Completó la lec-
tura y se sentó. Desde su asiento, los miró a todos y les dijo:
“Esta escritura, se ha cumplido hoy delante de sus ojos”.
La gente de Nazaret, comenzó a comentar: “¿este no es el
hijo de José?”, “creo que a este le compré un banquito de
madera”, “estoy seguro de que es el hijo de María”, “¿los her-
manos y hermanas de este no son los que viven acá a dos
cuadras?”. Le decían “este” y murmuraban entre ellos: “¿Por
qué hizo milagros en todos lados y acá no hizo ninguno?”.
Mientras todos esos rumores estaban circulando, Jesús les
dijo: “Seguramente dirán el refrán: ‘Médico, cúrate a ti mis-
mo’ —algo similar a ‘en casa de herrero, cuchillo de palo’—
pero, saben, a Elías le pasó lo mismo: a la única mujer que
le dio el milagro del pan fue a una viuda de otro pueblo,
porque nadie creyó en él. Y esto también le pasó a Eliseo:
él no hizo ningún milagro con su pueblo, aunque sanó a
Naamán, que era sirio”. Cuando escuchó esas palabras, la
gente se empezó a enojar. Todos se levantaron y empezaron
a empujar a Jesús. Lo llevaron a la cumbre de una montaña
para matarlo, pero cuando lo estaban por tirar por el pre-
cipicio, un milagro de gloria ocurrió, y la gente se quedó
paralizada. Entonces, Jesús pasó en medio de ellos y se fue.
En este tiempo de pandemia, muchos escribían: “extraño ir
a la casa de Dios”, “quiero volver a las reuniones en la igle-
sia”, pero cuando no había restricciones, esa misma gente
no escribía eso.
La familiaridad trae desprecio. Los de Nazaret decían: “es
el hijo del carpintero”. La familiaridad hace que mates a
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Cristo se esconde
¿Por qué Jesús tardó un año en encontrarse con Sus discípu-
los? Porque a veces el Señor se esconde. Hay oportunidades
en que oramos, ayunamos, reclamamos, hacemos todo lo
que conocemos, pero el Señor se oculta. En Cantar de los Can-
tares, el amado fue a ver a la amada y le dijo: “¡Mi amor aquí
estoy!”. La enamorada le respondió: “Estoy desvestida, ven
más tarde”, y el amado se fue. Entonces, la amada se levan-
tó, se vistió y cuando salió dijo: “¿Habéis visto al que ama mi
alma? ¡Se fue! ¡Se escondió!”. El Señor se esconde para que
lo empecemos a valorar. Y sabemos que cuando Él venga, lo
que Él empezó, lo va a terminar.
Experimentar a Cristo
Los pasajes de 1 Corintios 15:45; 47 declaran:
“Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán, alma
viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante”.
“El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que
es el Señor, es del cielo”.
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LA DOBLE TAREA DE LA
CRUZ
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Comer caramelos
Muchas veces hemos ido a la iglesia con el fin de “buscar
una palabra”, porque estábamos mal. Ciertamente, yo lo
hice hasta no hace mucho tiempo. Leíamos un versículo o
un devocional que nos hiciera sentir mejor. Y nada de eso
está mal, al contrario. Buscar un párrafo que nos ayude
con nuestros problemas es como comer caramelos: no es
malo, pero no alimenta al Cristo que estamos buscando que
crezca. Por eso, necesitamos hacer un salto hacia aguas pro-
fundas y, en lugar de buscar una palabra que nos anime,
tenemos que enfocar toda nuestra vida en aprender a vi-
vir a Cristo. Si aprendemos cómo vivir a Cristo, saldremos
de los caramelos y nos volveremos “chefs de alta cocina de
Cristo”. Si aprendemos a vivir a Cristo, la gran mayoría de
nuestros problemas en Adán desaparecerán para siempre.
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¿Por qué nos cuesta tanto vivir a Cristo? Por la sencilla ra-
zón de que tenemos muy poco de Él. El problema es que
pensamos que tenemos mucho de Cristo, pero en realidad
tenemos poco de Cristo y mucho de Adán. Seamos sinceros,
si tuviésemos que compartir lo que sabemos y hemos expe-
rimentado de Cristo, mencionaríamos tres o cuatro cosas...
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Jesús nunca oró con los discípulos. Él oraba solo. Una vez
que estaba con Pedro, Jacobo y Juan, les dijo: “Quédense
acá, que voy a orar”, y se fue solo. Intimidad es experimen-
tar al Señor. Intimidad es disfrutar a Cristo.
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Éxtasis
Una experiencia de éxtasis es descubrir algo nuevo de Cris-
to y que esa sea tu máxima alegría. La Palabra narra que
mientras estaba en una terraza, el apóstol Pedro tuvo un
éxtasis al recibir una visión de parte de Dios.
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MENOS ADÁN Y MÁS
CRISTO
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Muchas veces, las cosas que nos salen bien, de pronto co-
mienzan a fallar. Y Dios nos dice: “Como te salía tan bien, lo
estabas haciendo solo, no me buscaste a Mí. Confiaste solo
en vos”.
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En Cristo
¡Cuánto amó Pablo la expresión “en Cristo”! La usó 10 veces
en Romanos, 12 veces en 1 Corintios, 9 veces en 2 Corintios,
6 veces en Gálatas, 4 veces más en Colosenses, 10 veces en
Efesios, 7 veces en Filipenses, 13 veces en los “libros T” — Te-
salonicenses, Timoteo y Tito—, 7 veces en 2 Timoteo, 3 veces en
Filemón...
Que esta expresión sea un rhema en nuestras vidas…
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Bibliografía
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Nee, Watchman, El ministerio de La Palabra de Dios, L.S.M.,
2000.
Nee, Watchman, La fe cristiana normal, L.S.M., 2017.