Casa Batammariba 2023 - Ejem

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2023

CASA BATAMMARIBA

TAKIENTA
ARQ. PATRICIA ACOSTA

FACULTAD DE ARQUITECTURA Y URBANISMO | UNIVERSIDAD NACIONAL DE TUCUMÁN


Cultura Batammariba y su relación con el entorno natural
Entre el siglo XVI y el siglo XVIII los batammariba se refugiaron en la zona de los montes Atakora,
en la frontera entre Benín y Togo (África). Este territorio forma parte del Sahel, una región que se
extiende desde Sudán hasta Senegal formando una especie de cinturón que se extiende de este a
oeste a lo largo del continente entre el desierto del Sahara y las sabanas centroafricanas. Una de
sus características más importantes es su clima seco, con altas temperaturas y lluvias distribuidas
en dos estaciones muy marcadas: la estación seca (septiembre a mayo) y la estación de lluvias
(junio a septiembre). Cuando el agua no llega en verano, significa sequía para el resto del año, ya
que las precipitaciones son escasísimas en las otras estaciones.

Tormenta de polvo en el Sahel

El Sahel es un área eminentemente llana salpicada de mesetas y pequeñas cadenas montañosas


de escasa elevación. Esta estepa semiárida está cubierta de pastos naturales y arbustos que
sirven de forraje para el ganado típico de la región (camellos, bueyes, ovejas). Excepto especies
como el neré, el karité y el baobab, apenas crecen árboles.

En la actualidad el Sahel está fuertemente afectado por un proceso de desertificación y erosión del
suelo acentuado por la deforestación, las explotaciones agrícolas consumen los pocos recursos de
agua disponibles. Junto con los factores climáticos, en la región creció la inestabilidad política, la
violencia y la inseguridad, castigado con dureza a la economía y produciendo la migración a otros
países de millones de personas.

A lo largo de su historia los batammariba demostraron una persistente voluntad de conservar su


independencia y libertad, logrando conservar intacta su fuerte identidad favorecidos por un cierto
aislamiento geográfico: se caracterizan por la fidelidad a su religión y su natural fiereza; evocan sus
tradiciones guerreras y de cacería en sus rituales. A lo largo de varios siglos de guerras tribales, de
persecución de los traficantes de esclavos, de intentos de sometimiento al poder colonial francés y
finalmente por las dificultades que acarreó el proceso de independencia, los batammariba crearon
un hábitat de carácter defensivo.
En 2004 se reconoció como Patrimonio de la Humanidad al paisaje creado por su cultura, fruto de
una búsqueda constante de armonía entre este pueblo y la naturaleza que lo rodea: un hábitat
disperso en el que las viviendas están rodeadas de zonas agrícolas, bosques, lugares sagrados y
áreas vírgenes. Inspirados por su entorno y los espíritus que lo habitan, los batammariba
desarrollaron una cultura que mezcla juiciosamente aspectos técnicos, sociales y religiosos; sus
prácticas permiten proteger áreas donde se preserva la diversidad biológica: los pequeños
bosques sagrados en el interior de los poblados. Sus tradiciones de agricultura, cacería y pesca
permiten su subsistencia evitando la explotación innecesaria de los recursos.

Aldea batammariba

No tienen un sistema de jefes hereditario, forman una sociedad acéfala estructurada en clanes y
linajes que reconocen un cierto parentesco porque son todos descendientes del fundador. En todo
aspecto de la vida se manifiesta su búsqueda de equilibrio, en su estructura social este balance se
logra con la presencia de al menos dos clanes en cada comunidad –en ocasiones son cuatro o
seis, que viven en sectores diferentes del poblado aunque existen habitaciones para los miembros
un clan en el sector propio del otro.

La sociedad batammariba se organiza además en clases por edad: poseen una estricta jerarquía
entre los jóvenes y los ancianos, grupos que tienen derechos y deberes particulares. En la
comunidad no se acepta la concentración de poder: todos tienen los mismos derechos y la
obligación de respetar las mismas reglas, aunque hay privilegios para los descendientes del
fundador del pueblado y para los jefes de familia. La búsqueda de equilibrio se refleja tanto en el
balance entre el poder familiar y el comunitario como en la estructura familiar, que tiene un doble
carácter: patrilineal y matrilineal.

Los jefes de familia poseen una gran independencia aunque existe un fuerte espíritu comunitario
estimulado por los katenkaya (sacerdotes de la tierra). Además de su rol religioso, los katenkaya
reparten la tierra cultivable perteneciente a la comunidad y aseguran la distribución equitativa de
los frutos de los árboles (neré, karité, baobab) que allí se encuentran. La particularidad es que
quienes trabajan en las tierras de un clan son miembros de otro, para evitar posibles conflictos y
excesos en el uso de los recursos. Los miembros de un clan se reúnen para realizar trabajos
importantes o cacerías comunitarias, que tienen gran importancia simbólica y ceremonial porque
contribuyen a reforzar el sentido de pertenencia social además de proveer comida.
Su sistema de creencias, de tradición oral, es animista: perciben una presencia o “alma” en los
elementos naturales que los rodean. El mundo que conciben está poblado de espíritus encarnados
en árboles, rocas, fuentes de agua y animales; los humanos pueden comunicarse con ellos a
través de adivinos, personas que tienen una sensibilidad sensorial fuera de lo común. Sin
embargo, el rasgo predominante en su religión es el culto a los ancestros que se remonta hasta el
Dios Creador Kuyé, el sol. Los difuntos rigen los destinos de los vivos y son considerados dadores
de vida, en particular aquellos llamados Grandes Muertos (sacerdotes y adivinos).

La Gran Casa de Ceremonias es la que habitó el ancestro del clan que fundó el poblado, la
takienta madre de todos los linajes de un clan, es el lugar donde se reúnen para realizar ofrendas y
reforzar sus lazos familiares. La construcción de una takienta –la casa tradicional- provee un sitio
apropiado para los altares, que son el receptáculo de los espíritus de los ancestros, sobre los que
se realizan los sacrificios que permiten a los vivos entrar en relación con los muertos.

Gran Casa de Ceremonias o Vieja Takienta

Otros altares, situados en el exterior de la takienta, cobijan los espíritus de animales que fueron
cazados o de seres subterráneos con los que los antepasados realizaron un pacto. A través de los
adivinos, estas fuerzas sobrenaturales imponen a los humanos las normas de caza y de
explotación del suelo; cuando no son se respetan esas pautas los espíritus los castigan con
desastres naturales, como tornados o períodos de sequía. Para erigir un nuevo altar se elige un
lugar de bosque virgen, un sitio sagrado donde los espíritus encarnan en un árbol, una piedra o un
pozo de agua, rodeados de vegetación que no debe alterarse, no puede construirse ni cultivar; sólo
está permitido entrar en los sitios sagrados cuando se realiza una ceremonia. Entre las casas y el
cementerio están estos pequeños bosques sagrados, que enlazan el hogar de los vivos con el de
los muertos, pueden ser numerosos en un poblado. Como resultado se percibe en el paisaje una
relación armoniosa entre las viviendas, los campos cultivados y los pequeños bosques sagrados,
con su vegetación densa. Son sacralizados además aquellos sitios donde sucedieron hechos
violentos, como el asesinato de una persona.

Uno de los pilares de la cultura batammariba es su sistema ceremonial, que se manifiesta en sus
ritos iniciáticos y funerarios principalmente. Todo el paisaje está modelado por sus creencias, su
afán de equilibrio y unidad de la comunidad, la religión marca el ritmo de vida de la comunidad. Las
grandes ceremonias, que les permiten conectarse con los espíritus de la muerte y de la tierra, se
realizan en el espacio situado entre la “vieja takienta” (Gran Casa de Ceremonias), el santuario de
la Serpiente Fawaafa y el cementerio. El recorrido ritual vinculado a estos sitios forma parte de la
Iniciación de los jóvenes, ritual que marca el paso de la adolescencia a la adultez.

Ceremonia de Iniciación

Los nuevos poblados son creados para responder a falta de espacio o a conflictos en el seno de un
clan que provocan la partida de algunos miembros. Para crear un nuevo pueblo hace falta pedir la
autorización de Butan, Diosa de la Tierra y esposa de Kuyé, madre protectora de los humanos que
rige la agricultura, el bosque, los animales y los cementerios. También se construyen los santuarios
para los Dibo, fuerzas de la naturaleza a quienes hay que pedir permiso para utilizar su territorio. El
fundador de un nuevo asentamiento construye la takienta madre en primer lugar, siguiendo la
tradición que recuerda el mito de Kuyé (el Dios Creador), quien construyó la primera takienta para
humanos y dioses. Es decir, un poblado nace con la construcción del centro ritual constituido por el
altar a la Serpiente tutelar, el cementerio y la takienta madre o Gran Casa Ceremonial.

El poblado crece con la instalación de otros miembros del clan del fundador o de otros diferentes,
que poseen su propio territorio, con sus bosques y sitios sagrados, cementerio y sitios destinados a
la realización de rituales de iniciación.

Los caseríos batammariba se sitúan en las laderas, valles y quebradas de los montes Atakora y en
la planicie de Keran. Aunque algunos pueblos llegan a unirse, entre ellos se conservan espacios
naturales que son utilizados para la caza, la obtención de madera para la construcción y la
recolección de plantas medicinales; esta característica permite la conservación de especies, por lo
que tiene gran valor ecológico. El territorio que crearon los batammariba es esenciamente agrícola,
aunque gran parte está destinado a la cría de un ganado bovino local. La recolección también es
una actividad de importancia, se llevan a cabo en el marco de ceremonias durante las cuales se
realizan ofrendas a los dioses de la tierra.

Ciertas consideraciones guían la localización del poblado: se busca un sitio próximo a un manantial
o fuente de agua; en los lugares de topografía accidentada las viviendas ocupan las laderas, para
dejar libre la mayor cantidad posible de tierra para cultivar. El asentamiento consiste en viviendas
bastante alejadas entre sí, con suficiente tierra cultivable alrededor como para constituirse en una
unidad autosuficiente y además mantener una cierta independencia entre las familias. Todas las
casas se construyen siguiendo el mismo modelo, agrupadas alrededor de la vivienda del padre o el
hermano mayor: la “vieja takienta”. Esta casa es el sitio de culto, alberga el altar de la madre de
quien desciende el linaje y se distingue por tres cuernos de tierra que decoran su frente y alberga a
los bueyes, ovejas y cabras que forman el patrimonio común de los hermanos.
Takienta, la casa batammariba
Como ya vimos la casa batammariba es más que un lugar para habitar, posee una dimensión
simbólica y religiosa porque también es un templo dedicado al culto de los ancestros; presenta
además espacios destinados funciones utilitarias productivas, como los destinados a los animales
en la planta baja y los graneros en la parte superior de las torres. En los asentamientos existe un
ciclo de construcción, abandono, destrucción y reconstrucción sobre las ruinas, se prefiere
reconstruir ya que el suelo es más rico debido a la actividad humana y además el lugar ya ha sido
purificado de fuerzas sobrenaturales malévolas que podrían causar enfermedades y desgracias.

La takienta es la casa familiar típica, todas son casi idénticas porque se respetan siempre las
reglas principales pese a que cada clan aporta características particulares que las distinguen;
además, con el paso del tiempo cambian algunos los materiales utilizados, las dimensiones de los
espacios y las formas de las construcciones. En ellas todo es a la vez técnico, utilitario y simbólico;
se vincula estrechamente con sus creencias, responde a sus necesidades cotidianas y está
cargada de símbolos. El estatus (posición social) y las características de sus habitantes se
comunica a través de la decoración de la fachada, del tamaño y la cantidad de piezas
ornamentales.

La vivienda y sus dependencias (granero, establo, gallinero y colmena) forman un solo edificio, que
se compone de torres circulares, elipsoidales o cuadradas, conectadas por muros que delimitan la
gran sala en planta baja y una terraza en planta alta, a la abren los dormitorios.

PLANTA BAJA PLANTA ALTA


Animales Granero
Granero
Terraza

Cocina y Dormitorio Dormitorio


escalera padre Cocina Materno
Depósito Dormitorio

Altares Terraza
y hogar
Animales Dormitorio Granero

Vestíbulo Dormitorio

Acceso Altares

El espacio habitable se distribuye de modo igualitario entre hombres y mujeres, un eje este/oeste
estructura la casa y genera dos sectores: la mitad sur –a la derecha- es el ámbito de lo masculino y
lo sagrado, allí se encuentran los espacios de acopio de cereales (sorgo, arroz y mijo). La mitad
norte –a la izquierda- es el ámbito de lo femenino, en este sector se guardan legumbres (porotos,
arvejas), maní y frutas.

Otra división simbólica se da en altura, la planta baja se destina a los muertos –allí están los
altares para el culto a los ancestros- y al ganado, simbólicamente representa el inframundo. La
planta superior se destina a habitación de los vivos, representa la tierra y por eso en la terraza se
encuentra el altar a Butan, Diosa de la Tierra y la Fertilidad, y una abertura por la cual saldrá el
espíritu del difunto, cubierto por una piedra que sirve de mesa para la cena.
Corte esquemático, simbología religiosa en la distribución de la takienta

La fachada principal, donde se encuentra la puerta de acceso, siempre se orienta al oeste para
evitar que penetren las lluvias y el viento, seco y cargado de polvo, que sopla desde el Sahara
entre noviembre y febrero. Esta orientación, ligada a una necesidad de protección, complementa y
refuerza el sentido espiritual: se cree que el pueblo del cielo donde vive Kuyé, la deidad solar, se
encuentra en el cielo occidental y, a medida que el sol desciende por la noche, los rayos de Kuyé
son recibidos en el hogar. Cada anochecer, los santuarios de los antepasados se iluminan de
forma natural, un contacto directo que permite que los espíritus de los antepasados hablen con el
Creador e intercedan en nombre de sus familias.

Altar a los antepasados iluminado por la luz del sol poniente

Debido a que la unión de los dioses Kuyé y Butan es tan importante, muchas de las características
arquitectónicas de las casas de Batammaliba honran a ambos simultáneamente. Se puede percibir
que los dos cuernos encima de la puerta principal se extienden hacia arriba hacia el sol y el pueblo
de Kuyé, así como hacia abajo hacia la tierra y el patio de Butan. Con la fuerza y el apoyo de
ambos dioses, las mujeres que dan a luz se colocan en la cámara inferior, debajo del agujero
tabote en la terraza que está cubierta por una gran piedra circular que representa a Butan, y
mirando hacia el oeste hacia la entrada y hacia Kuyé. Los ancianos fallecidos se colocan
exactamente de la misma manera, dirigiéndose a ambas deidades, ya que es Kuyé quien
determina cuándo terminará la vida de uno y Butan quien proporciona un nuevo hogar en el
inframundo para los difuntos. Fawaafa, la deidad serpiente, rige la iniciación masculina; la casa
fundadora sirve como su templo principal y muestra el signo arquitectónico más claro de su
presencia: un tercer cuerno incorporado en la fachada sobre la puerta la subraya su papel como
intermediario entre Kuyé y Butan.

Abertura en la terraza Tres cuernos en la vieja takienta

Según la investigadora S. Preston Blier, la takienta presenta numerosas analogías con el cuerpo
humano: la puerta de entrada es la boca, las ventanas los ojos, el granero el estómago, el mortero
los dientes, el revoque es la piel, sus incisiones representan las escarificaciones tradicionales1,
entre otras.

Escarificaciones Decoración que simula escarificaciones

1
Marcas producidas por objetos cortantes formando diseños, como parte de los ritos de iniciación. Tienen un valor estético
y simbólico: las mujeres con estas cicatrices se consideran más bellas y fértiles, demostrando además que logrará lidiar con
los dolores al dar a luz; en los hombres representan el coraje, la madurez, la hombría, la fiereza y la fortaleza.
Analogías con el cuerpo humano

Una sola puerta permite la entrada a la casa, facilitando un buen control y reforzando el aspecto
defensivo que otorgan las torres y el muro casi sin aberturas. El vestíbulo alberga los morteros para
moler el grano, a continuación está la gran sala central donde se encuentran los altares de los
ancestros. Las torres generan espacios utilitarios que sirven para guardar herramientas o albergan
el ganado y aves de corral.

En la torre situada a la izquierda se encuentra la escalera, que permite el acceso a una habitación
que sirve de cocina los días de lluvia. A través de este espacio se llega a la gran terraza, que es el
espacio principal de la planta alta, desde el cual se ingresa a los espacios ubicados en el entrepiso
de las torres (dormitorios y graneros); en el centro se encuentra el dormitorio de la mujer. La
terraza es el espacio más usado, se llevan a cabo allí las labores cotidianas como preparación de
comidas y el secado de granos, sirve además para dormir en las calurosas noches de verano. El
piso de las habitaciones se encuentra por debajo del nivel de la terraza y el del ático por encima.
Otras habitaciones se encuentran en el exterior, como anexos más o menos independientes, que
son utilizados por jóvenes adultos solteros.

La construcción se realiza durante la temporada seca, entre los meses de diciembre a marzo, y es
llevada a cabo los miembros de la familia que la habitarán; sólo se construye una por año porque
es un proceso largo. A medida que se levanta la construcción los especialistas del clan instruyen a
sus aprendices, transmitiendo de generación en generación los conocimientos que poseen. Los
encargados de la ejecución de la obra gruesa son los hombres mientras que las mujeres acarrean
el agua para el adobe en la primera etapa y luego realizan los acabados: apisonan del solado de la
terraza, revocan las paredes y realizan las decoraciones.

Con motivo de la construcción de una casa se realizan cinco ceremonias. La primera al momento
de ejecutar las fundaciones, la segunda al colocar la puerta de entrada, la tercera al levantar el
muro de cierre de la mitad masculina, la cuarta al terminar la terraza y la última cuando la casa está
completamente terminada.

El modo de construir de los batammariba implica un uso racional de los recursos disponibles,
aprovechando sus cualidades y minimizando las cantidades utilizadas, además desarrollaron
técnicas para retardar la degradación de los materiales y facilitar el mantenimiento; limitando a la
vez los esfuerzos de los constructores. Por seguridad, son independientes los muros y la estructura
portante que sostiene la cubierta (sostenida por troncos que cumplen la función de columnas).

Troncos que sostienen la terraza, vista del interior de la gran sala en planta baja

La edificación no tiene cimientos propiamente dichos, solamente se quita la capa de tierra suelta
del suelo antes de colocar la primera capa de adobe. Se forma un desnivel en el suelo alrededor
de la casa para facilitar el drenaje de las aguas de lluvia y alejarla de los muros, garantizando así
su conservación y estabilidad. Los troncos que sostienen el techo están firmemente anclados al
suelo.

La primera etapa es la construcción de las habitaciones con forma de torre. Se levantan de a dos
simultáneamente, comenzando por las situadas al este en la parte posterior y se edifican luego las
que enmarcan el acceso principal al Oeste. Cuando las torres están terminadas, se construyen los
muros que las vinculan y forman el cierre exterior de la vivienda. Luego se realiza la terraza y los
pavimentos; posteriormente se erigen los graneros de la planta alta y se ejecutan las estructuras
de los techos y su cobertura de paja. Los trabajos finalizan con la realización de los revoques.

Para construir los muros se utiliza adobe2; en los graneros se usa tierra de termiteros en la mezcla.
Se levantan a mano capas de unos treinta centímetros de altura que deben dejarse secar al menos
un día; las partes de mayor altura de la edificación, de unos 3,60 m, se componen de doce capas
de adobe. Para asegurar la estabilidad y optimizar el uso del material, el espesor del muro varía
entre 25 cm en la base a 12 en la parte superior. Las vigas que sostienen los entrepisos de las
torres se apoyan directamente en los muros. Las aberturas tienen como máximo 60 cm de ancho,
son huecos que van cortándose en el muro, las puertas son de madera obtenida en los bosques.

2
Mezcla de tierra con paja
La terraza está soportada por troncos de madera de karité o de bois de fer3, en los que se apoya
un entramado de ramas sobre el cual se realiza el solado esparciendo una mezcla de tierra con
arena. La capa final impermeabilizante es de tierra mezclada con estiércol de vaca. Para evacuar
el agua de lluvia fácilmente, el piso tiene una pendiente entre el 2% y el 5% y unas gárgolas que
permiten desagotarla.

Granero Dormitorio

La cubierta de los dormitorios es una estructura cónica de madera a la que se atan fardos de paja
con fibras de rafia o kenaf4, ascendiendo en forma de espiral. Para los graneros se utiliza una
cúpula de adobe, de espesor aún menor que el de los muros, que se cubre de paja hasta la
entrada que se encuentra en la parte superior; una tapa cónica de paja con una manija formada
por ramas en forma de v invertida cierra el hueco.

Los revoques son un mortero de tierra fina mezclada con estiércol de vaca que es aplicado con un
espesor muy reducido, por lo que permanecen visibles las juntas entre las capas que componen el
muro. Para sellar e impermeabilizar superficies expuestas a la intemperie se usa manteca de
karité, que otorga una coloración rojiza a las takientas, o bien el líquido proveniente de la cocción
de cortezas de neré5. Esta capa es reparada constantemente, sobre todo con el fin de modificar la
decoración en ocasión de eventos importantes o introducir escarificaciones simbólicas.

Detalle de los revoques Coloración rojiza dada por la manteca de karité

3
Madera muy dura
4
Planta tropical que tiene una apariencia similar al bambú y está emparentada con el algodón.
5
Árbol de gran tamaño originario de África, sus vainas poseen una pulpa que es consumida cruda y las semillas, que se
utilizan como condimento, en forma de harina o germinadas.
Bibliografía y páginas web
Joffroy T. y Djanguenane N. (2005) Koutammakou, le pays des batammariba. CRATerre ediciones.
ISBN: 2-906901-39-3. Consultado en https://docplayer.fr/12156842-Patrimoine-mondial-
koutammakou-ceux-qui-faconnent-la-terre-les-amis-du-patrimoine-craterre-editions.html el
13/03/2016.

La guía. Geografía: El Sahel. Consultado en https://geografia.laguia2000.com/geografia-


regional/sahel el 02/03/2020.

Sogoba M. 2019 Tata Somba, Batammaliba Architecture at its Height. Cultures of West Africa, 1 de
julio 2019. Consultado en https://www.culturesofwestafrica.com/tata-somba-batammaliba-
architecture/ el 05/03/2020

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