A - Liderazgo

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LIDERAZGO

URCOLA: FORMACIÓN Y CONSULTORÍA S. L.


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LIDERAZGO
EL HONOR DE LIDERAR

1.- La necesidad de liderazgo.

2.- De la jerarquía al liderazgo.

3.- El honor de liderar. Camino a seguir.


- Aspectos racionales.
- Aspectos emocionales.

4.- Ideas para recordar.

5.- Ideas para la acción

Estos apuntes han sido extraídos del libro: DIRECCIÓN Y SENSBILIDAD


cuyos autores son Juan Luis Urcola y Nerea Urcola, editado por la Editorial
ESIC en el año 2.013

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“Hacen falta líderes que dirijan
eficientemente y que impulsen, ilusionen y
contagien entusiasmo hacia el logro de las
metas”

1. LA NECESIDAD DE LIDERAZGO

A medida que las organizaciones se hacen más complejas, no es


suficiente la autoridad jerárquica; hacen falta personas con capacidad de
liderazgo que promuevan proyectos y, sobre todo, que influyan y arrastren a
otros a través del convencimiento.

En los tiempos actuales, las organizaciones requieren de personas


inconformistas, con nuevas ideas y proyectos, generadoras de cambios que
deberán ser realizados en plazos más breves que nunca. Hacen falta personas
que tiren del carro, que supriman rutinas y modos de hacer caducos, que abran
nuevas vías y caminos que generan ilusión y entusiasmo en el proceso.

Aunque no siempre buenos, jefes tenemos demasiados, y con


frecuencia estamos carentes de líderes. Muchas empresas están
sobregerenciadas, pero infralideradas, con escasez de personas que ilusionen
en la realización de los proyectos. Hablamos de líderes reales, porque también
estamos viviendo en este momento en muchas organizaciones la situación en
que, como no gusta la palabra jefe o jefa, se les bautiza a todos con la
denominación de “líderes” porque parece que queda mejor, sin darnos cuenta
de que líder no es un título que te asigna la organización, o que te
autoproclames tú a ti mismo/a, sino que te lo otorgan los colaboradores. Cada
vez nos encontramos más líderes de “tarjeta” y menos líderes “reales” de
equipo.

Hoy, más que nunca, hacen falta líderes que propongan sueños y metas,
que se anticipen a los acontecimientos a través de una dirección proactiva, que
entiendan que la dirección es un ejercicio de convencimiento, que aprovechen
todo el caudal y las capacidades de las personas de la organización, que
potencien el desarrollo de sus colaboradores, que busquen inspirar más que
ordenar y mandar, que consideren a los colaboradores como personas plenas;
en definitiva, que generen eficiencia a través del logro de los mejores
resultados al mismo tiempo que potencian el crecimiento y la satisfacción de
los colaboradores.

Hacen falta líderes que desarrollen la motivación y el crecimiento


profesional de sus colaboradores para ofrecer el mejor servicio a los clientes, a
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través del cual se fortalezca su fidelidad y lealtad y se consiga, en
consecuencia, el incremento de los resultados. Si queremos tener clientes
satisfechos, solo se podrá conseguir si tenemos trabajadores motivados y
comprometidos, y para ello hacen falta hombres y mujeres que, más que dirigir,
lideren personas y equipos.

Hay que transformar muchas mentalidades que tradicionalmente se han


dejado llevar por el sistema imperante y se han acostumbrado a mandar desde
el poder otorgado en lugar de hacerlo desde la autoridad personal. Hacen falta
personas que lideren el entusiasmo más que gestionen obediencias.

¿Cuál debe ser el papel de los líderes? ¿Cuál es la esencia del


liderazgo?

Lo primero que deben tratar de realizar los líderes es promover el


cambio en sus respectivas organizaciones, generar y desarrollar ideas de
mejora que les permitan seguir siendo competitivas y eficientes, y donde las
personas ocupen el lugar que les corresponde. Por ello, la función principal de
todo líder es anticiparse a los acontecimientos y llevar a cabo la visión y la
consecución del proyecto.

NECESIDAD DE LIDERAZGO

LIDERAZGO

MOTIVACIÓN
RESULTADOS CÍRCULO
VIRTUOSO CRECIMIENTO

FIDELIDAD SATISFACCIÓN
LEALTAD CLIENTE

La esencia del liderazgo está en impulsar un proyecto que suponga un


cambio o una importante mejora para la organización, fijar la dirección y marcar
el camino más adecuado, crear la necesaria alineación y lograr comprometer e
implicar a las personas para llevar el mencionado proyecto adelante.

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Por ello, los líderes tienen tres ámbitos que contemplar y desarrollar.
Son los siguientes:

A) Impulsar una visión, un proyecto, una idea que se considera


oportuna llevar a término, poniéndose al frente de un colectivo, asumiendo la
responsabilidad de ser cabeza del grupo y generando ilusión y entusiasmo en
su logro.

B) Comprometer al mayor número de personas posible en el proyecto


movilizándolas a través del convencimiento, transmitir pasión por la meta
compartiendo con ellas los objetivos, los procesos de logro, así como los éxitos
y fracasos.

C) Facilitar la resolución de problemas y superación de los obstáculos


que impidan lograr la consecución del proyecto, favorecer la comunicación y
conseguir las metas con una actitud de servicio.

Por ello, hoy más que nunca, tenemos necesidad de personas que
tomen la antorcha de un liderazgo:

• Dignificante, que ayude a situar a las personas en el lugar que


verdaderamente les corresponde dentro de las organizaciones, donde el
convencimiento sea la base de actuación y se gane la confianza de las
mismas.

• Sirviente, ayudando a lograr los objetivos, resolviendo los problemas y


obstáculos que se presenten y potenciando el crecimiento de los
colaboradores.

• Ilusionante, a través de un proyecto compartido y retador.

• Eficiente, debidamente orientado al logro de resultados a través de la


satisfacción de los clientes.

2. DE LA JERARQUÍA AL LIDERAZGO

El modelo de dirección basado en el galón y en la jerarquía ha quedado


superado y cada vez resulta más ineficiente. Por ello, la dirección de personas
y equipos de trabajo, hoy más que nunca, debe estar basado en el liderazgo.

Es evidente que los modos actuales de dirigir distan mucho de los que
han sido tradicionales hasta hace relativamente pocos años. Del “ordeno y
mando” que ha imperado durante muchos años, y que todavía prevalece en
algunas organizaciones, estamos pasando gradualmente a dirigir a través de
otros sistemas más participativos en los que el convencimiento trata de
prevalecer sobre la “imposición”; en definitiva, se está produciendo una
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transformación en las formas de dirección de personas al pasar de un modelo
de jefe - autoritario hacia otro de jefe - líder.

Las organizaciones, y con ellas sus máximos responsables, están


viviendo todo un proceso de transformación que va desde la gestión autoritaria
y paternalista a la gestión compartida y más participativa. Aunque el ordeno y
mando todavía subsiste en algunas empresas, el mayor nivel formativo de los
nuevos directivos y los cambios sociales producidos hacen que los “viejos”
estilos hayan quedado totalmente desfasados y obsoletos. Con los patrones y
modelos de dirección de hace veinticinco años es imposible dirigir a las
personas de hoy en día.

Hay mucho falso líder y, como muy bien dice Ken Blanchard, gran
experto en comportamiento organizacional “la gran mayoría de jefes ejercen un
liderazgo egocéntrico y autoritario, orientado exclusivamente a lograr
resultados a corto plazo. Estos jefes suelen centrar su pensamiento y su
conducta más hacia el cumplimiento de las tareas que a fortalecer el vínculo
con las personas con las que trabajan. De ahí que suelan obsesionarse para
que el trabajo se haga como ellos dicen que debe hacerse, creyendo
erróneamente que el castigo y las broncas son necesarias para corregir los
errores de los colaboradores”.

El autoritarismo contribuye a resquebrajar el ambiente laboral, creando


una cultura organizacional tóxica basada en el miedo a ser castigados, lo que
incrementa la inseguridad y la desmotivación de los colaboradores. Eso sí, y
como añade Ken Blanchard, “mientras este tipo de jefes pagan su mal humor
con sus subordinados sin reprimirse lo más mínimo, suelen ser muy dóciles,
hipócritas y obedientes al interactuar con sus superiores”.

Son muchas las personas, todavía hoy en día, cuyo modelo de dirección
se soporta en el ordeno y mando, lo cual pone de manifiesto, en muchas
ocasiones, las propias limitaciones directivas y una auténtica carencia de
habilidades emocionales.

Cada vez resulta más evidente que la gestión autoritaria esconde en


muchas ocasiones a mandos sin capacidad de liderazgo y escasa
personalidad, dos de las características más necesarias para quienes tienen la
responsabilidad de conducir una empresa o un departamento.

Indudablemente, la persona directiva debe mandar, pero también debe


saber ilusionar y comprometer a sus colaboradores. Como decía un cliente
nuestro, “hay que saber poner azúcar a nuestras palabras”.

Quien sabe hacerlo no necesita de actos autoritarios, porque sabrá


determinar, en cada caso, el estilo y la forma más apropiada para lograr la
mejor actuación de los integrantes de su equipo.

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El liderazgo es una cualidad absolutamente necesaria e imprescindible
para los responsables de equipos de la empresa, los políticos y todas aquellas
personas que se ocupan de la dirección en organizaciones tanto privadas como
públicas.

Es absolutamente necesario, y hoy más que nunca, disponer de


responsables de personas que inspiren, ilusionen y desarrollen sus
competencias emocionales, de manera que aprendan y sean capaces de
gestionar a sus colaboradores de una forma más empática y constructiva. El
reto es desarrollar las habilidades técnicas y emocionales de los colaboradores,
orientando los esfuerzos y el compromiso hacia la consecución de las metas
establecidas y asumidas por todos.

Hoy las organizaciones necesitan responsables de equipos con


capacidad de liderazgo, personas que sean capaces de entusiasmar a sus
colaboradores y atraerlos hasta unirse a ellos en la realización de un proyecto,
personas que sean capaces de descubrir nuevas oportunidades o sistemas
para dar las mejores soluciones a las demandas que presenta y requiere el
mercado.

Disponer de personas con capacidad de liderazgo es esencial en toda


organización porque comprometen e implican a otras personas en un
proyecto estimulante y convierten a los seguidores en agentes de cambio.

Por ello, el liderazgo se ha convertido en nuestros días en una de las


habilidades más requeridas. Liderar personas no es una tarea fácil, requiere de
unas condiciones personales precisas, de una actitud de servicio y de unos
hábitos que se adquieren con la práctica y el entrenamiento.

¿Cualquiera puede ser líder? ¿Todos podemos ser líderes? ¿Hacen falta
algunas cualidades especiales para ser líderes?

El término líder es un concepto que a muchos les asusta, les resulta


inaccesible, al estar rodeado, en muchas ocasiones, de una cierta aureola
mítica. Se ha idealizado tanto, que a muchos les impide pensar en liderar, al
parecerles que el liderazgo solo está al alcance de unos pocos privilegiados
que han nacido con ese don, lo ven como algo distante y muy difícil de lograr.

Sin embargo, y por sorprendente que pueda parecer, todos podemos ser
líderes. Ahora bien, no en cualquier contexto y situación.

Son inimaginables las investigaciones y numerosos los estudios que se


han realizado alrededor del liderazgo, especialmente por parte de las
universidades americanas que han invertido muchísimos dólares para dar con
la receta mágica para identificar los factores que determinan el liderazgo. Se ha
querido buscar y encontrar aquellos ingredientes que, al mezclarse en una
coctelera, den siempre un líder. Sin embargo, estas investigaciones no pueden

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dar respuestas universales. No existe una fórmula que nos garantice el
liderazgo.

El liderazgo no se aprende, se desarrolla. No nace, se hace. El liderazgo


no se consigue realizando un MBA o un máster de desarrollo de directivos. El
camino del liderazgo empieza en uno mismo desde el momento en que se tiene
una visión, un proyecto o una idea por la cual se quiere luchar con todas las
fuerzas y mucho entusiasmo. Para liderar a los demás es imprescindible querer
arrastrar a otros a la consecución de una meta y, en segundo lugar, querer ser
líder, o sea, estar dispuestos a ponernos al frente de un colectivo de
seguidores .

Por ello, el germen, la semilla del liderazgo no está en la genética, ni en


unas cualidades determinadas, sino en la capacidad y voluntad de llevar una
idea adelante, en luchar por lograr algo que se considera que merece la pena
hacer a través del convencimiento.

Todavía hoy son muchas las personas que tienden a pensar que la
razón por la que no hay demasiados líderes se debe a la necesidad de poseer
una serie de características innatas que cuesta precisar. Sin embargo, y al
mismo tiempo, se observa la enorme capacidad de modificación de la conducta
humana y se tiende a pensar que en el ser humano todo puede ser aprendido.

Es cierto que el liderazgo requiere de unas aptitudes y actitudes


determinadas en un momento preciso, pero aptitudes y cualidades que son
más producto del desarrollo y trabajo personal que de una cuestión
exclusivamente genética.

En los estudios que se han ido realizando sobre el liderazgo, han ido
evolucionando y desarrollando diferentes enfoques. En sus orígenes predominó
lo que conocemos por enfoque personalista, que se basa en que el líder nace,
que el liderazgo es una cuestión de personalidad y que, por tanto, líderes solo
pueden ser aquellos que han nacido para tales. Frente a los personalistas
surgieron otras posiciones que determinaron un nuevo enfoque situacionalista,
que señala que es la situación la que determina la aparición de un líder en un
momento oportuno.

Ambos enfoques tienen su gran dosis de razón y, a la vez, cuando se los


considera con rigor, presentan evidentes errores si no se matiza
adecuadamente. La personalidad más adecuada no alcanzará nunca el
liderazgo si la situación no le es propicia, e igualmente, la situación más
oportuna no llevará al liderazgo jamás a una persona sin la personalidad
adecuada. Por ello podemos señalar que el liderazgo es el ensamblaje de una
personalidad adecuada en una situación oportuna.

Por consiguiente, es necesario cambiar esta percepción y empezar a


considerar que los líderes sobre todo se hacen. Es cierto que hay una fuerza

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potencial inherente que viene en nuestros genes y se construye durante la
infancia. Pero también hay otra fuerza, tal vez la más importante, que es el
conjunto de influencias externas, adquiridas mediante el conocimiento, la
experiencia acumulada, y la libre voluntad de cada individuo de luchar por algo
que se quiere lograr.

Los líderes no se fabrican. Los líderes se van forjando a sí mismos, se


van haciendo a sí mismos, y cuando surge el momento, su oportunidad, allí
están ellos para movilizar al grupo hacia la meta deseada.

Han existido líderes con todo tipo de limitaciones fisiológicas,


intelectuales, e incluso con características psicológicas muy contradictorias. De
ello se desprende que los requerimientos innatos para ejercer el liderazgo son
muy bajos. Tener un proyecto por el que merezca la pena trabajar y luchar,
disponer de la firme voluntad de ser líder y tener la oportunidad de poder llegar
y convencer al mayor número de personas afectadas por el proyecto son las
claves de todo liderazgo.

LIDERAZGO

PROYECTO
+
VOLUNTAD
+
OPORTUNIDAD

En consecuencia, podemos señalar que el liderazgo es el resultado de


una personalidad base unida al aprendizaje adquirido a través de la formación,
el entrenamiento y la experiencia que lleva a una persona a ser la idónea para
llevar adelante un proyecto o resolver una situación concreta en un momento
oportuno.

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Seguramente habrás oído hablar alguna vez de Shackleton, un irlandés
coetáneo de Scott y Amundsen que se planteó como reto cruzar la Antártida a
pie.

En contra de lo que muchas personas considerarían motivador, para


encontrar compañeros de viaje Skackleton publicó un peculiar anuncio en el
“Times” de Londres en el que señalaba: “Se buscan hombres para peligroso
viaje. Salario reducido. Frío penetrante. Largos meses de completa oscuridad.
Constante peligro. Dudoso regreso sano y salvo. Honor y reconocimiento en
caso de éxito”. A pesar de lo poco atractiva que era la oferta recibió más de
5.000 peticiones, entre ellas “tres mujeres deportistas”

Embarcó con una tripulación de 28 hombres en un barco llamado


Endurance. Mejor nombre no pudieron ponerle porque la palabra significa
“resistencia” en inglés.

La previsión era que la travesía durase 120 días, pero, no todo salió
como ellos querían. En vez de conquistar la Antártida, el barco quedó atrapado
por el hielo. Se prepararon para superar, dentro del barco, el invierno antártico.
Pasaron en aquella situación más de un año, tiempo en el que Shackleton
mostró sus dotes creativas, y sobre todo de liderazgo, para inventar todo tipo
de tácticas para que no decayera la moral de la tripulación: deporte, radio,
universidad y teatro.

El barco, al cabo de dieciséis meses, empezó a dar muestras de fatiga.


Todos sabían que no aguantaría; así pues, decidieron asentarse en el hielo.

Transcurridos unos meses en aquella situación, Shackleton decidió que


debía salir a pedir ayuda. Se subió a un bote y pidió a algunos de sus
marineros más conflictivos que le acompañaran. Prefirió llevarse el problema
en lugar de dejarlos en el campamento, donde los conflictivos podían ocasionar
problemas al resto de compañeros.

Finalmente Shackelton logró que un remolcador chileno los rescatara a


los 634 días de haber partido. Los 28 hombres seguían sanos y salvos. Esa
fue su gran victoria.

Shackelton ha sido muy estudiado, no tanto por su fracaso en la


conquista del Polo, sino sobre todo porque dio una lección magistral de
liderazgo y tenacidad.

Al parecer tenía un lema permanente en su vida: “Nunca la bandera


arriada, nunca la última empresa”.

Es mítica la frase que circulaba entre los exploradores árticos y


antárticos en la que se hace un análisis comparativo de los tres líderes que
pretendieron conquistar el Polo Sur: Scott, Amundsen y Shackleton. Dice lo

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siguiente: “Para un líder científico, dadme a Scott; para un viaje eficiente, a
Amundsen; pero cuando hay una situación sin esperanza, cuando parece que
no hay salida, arrodillaos y rogad para que venga Shackleton”.

¿Imaginas cuántos días hubieran sobrevivido si su eslogan hubiera sido:


“De esta no salimos”?

Un gran amigo nuestro trabaja en una empresa que lleva un par de años
malos debido a la crisis económica. Con cierta habitualidad le preguntamos
cómo va el negocio y si nota mejoría. Casi siempre nos contesta que las
dificultades persisten y que los resultados siguen sin ser buenos.

Hace poco le preguntamos por la moral del equipo y nos contestó:

- Bueno, las cosas no están para echar cohetes, pero todo el mundo está
animado, yo también. Todos los días el encargado (que además es
dueño) entra silbando.

Nos gustaría mucho saber qué noches pasa ese hombre. Sin embargo,
nunca muestra síntomas de tensión o malestar.

En una sociedad desesperanzada como es la nuestra, hoy más que


nunca necesitamos hombres y mujeres que en momentos puntuales puedan
enfadarse, entristecerse, pero que jamás se rindan.

En los momentos actuales es cada vez más frecuente encontrar a


personas que hablan de resiliencia.

La palabra resiliencia proviene del latín “resilio”, que significa “saltar


hacia atrás, rebotar”. Suele emplearse en distintos contextos, pero el más
frecuente es el relacionado con personas o grupos que han vivido situaciones
difíciles, incluso traumáticas y que han logrado superarlas aprovechando la
ocasión para el crecimiento. Han sabido “saltar hacia atrás” para volver con
más fuerza y pelear hacia adelante.

Los tiempos que corren no son sencillos para ninguna organización, pero
las únicas empresas que sobrevivirán y crecerán serán aquellas configuradas
por equipos resilientes, y que estos, a su vez, no tengamos ninguna duda,
siempre estarán dirigidos por un líder que sea ejemplo en esta virtud.

3. EL HONOR DE LIDERAR. CAMINO A SEGUIR

Tal como hemos señalado, las organizaciones y la sociedad están


necesitadas de personas que lideren proyectos, que estimulen a otros en el
logro de metas, que impulsen, arrastren, comprometan y faciliten el cometido
de los seguidores.

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Los líderes son personas que fundamentalmente generan y gestionan
emociones que luego se racionalizan por parte de sus seguidores. De ahí que
para comprender y tratar de desarrollar el liderazgo, en primer lugar, hay que
saber dirigir con sensibilidad.

¿Cuál es el camino del liderazgo? ¿Cuáles son los pasos a dar para ser
líder? El logro del liderazgo supone seguir un proceso que no diremos nunca
que sea un camino fácil, pero sí que lo importante es tener las ideas claras y
llevar a cabo los aspectos racionales y emocionales que te presentamos a
continuación:

ASPECTOS RACIONALES

1. TENER UN PROYECTO ATRACTIVO


E ILUSIONANTE

2. SUPERAR LAS RESISTENCIAS

3. POTENCIAR LA PARTICIPACIÓN Y
EL TRABAJO EN EQUIPO

4. LOGRAR RESULTADOS

1. Tener un proyecto atractivo e ilusionante

La misión principal de todo liderazgo está estrechamente relacionada


con llevar a buen fin una visión, con la ejecución de un proyecto atractivo e
ilusionante, con la transformación de situaciones que permitan “adaptarse” o
“anticiparse” a los cambios que de forma vertiginosa vienen sucediéndose.

La visión puede ser propia o ajena, no importa, es secundario; lo


esencial es tener un proyecto de cambio claro, simple, motivador, estimulante y
orientado al futuro por el que se quiere luchar y llevarlo adelante.

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Los líderes se caracterizan por ser capaces de transformar la visión
en acción. La visión, por sí sola, no vale. Un líder con visión que es incapaz de
concretar en acciones es un soñador.

No hay que confundir líder con visión y, mucho menos, con líder
visionario. Hay muchos aspirantes a líderes “soñadores” que tienden a construir
visiones organizacionales que son monumentos a sí mismos y a su
personalidad.

Los líderes visionarios pretenden transformar la realidad a su gusto, no


escuchan y reducen el contacto con sus colaboradores solo a oír lo que les
interesa. Se implican en proyectos faraónicos o cuasi-imperiales y su lema es:
“grande y rápido”, sin importarles demasiado el coste de los mismos. Aunque
en apariencia simulan ser firmes y agresivos, por lo general son débiles, con
escasa confianza en sí mismos y con tendencia a minimizar y no ver los
problemas que se les presentan. Su orientación al fracaso es tan grande y
rápida como sus ganas de lograr éxitos en cortos espacios de tiempo.

Por ello, a los líderes les caracteriza un olfato especial para percibir y
promover los cambios complejos, pero posibles, que es necesario producir y
que sus seguidores demandan de forma abierta o encubierta. Se ponen en el
lugar del otro y tienen una gran capacidad de escucha y atención para captar
las exigencias más importantes.

Al líder siempre se le ocurre algo que está más allá de lo que ven los
demás. Ensancha y levanta el horizonte. Su visión es la anticipación de una
realidad posible, que tal vez nadie ha podido captar todavía.

La percepción de la visión o idea puede ser del líder o de otra persona,


ello no es lo fundamental; la esencia del liderazgo está en lograr la consecución
del proyecto, en ser capaz de influir en personas y organizaciones para realizar
el cambio, en asumir el compromiso de llevar la idea adelante y, por supuesto,
marcar el camino.

Una vez que tienen la visión, los líderes son capaces de procesar la
información, conceptualizarla y formular un proyecto que responda a las
demandas de sus seguidores. Una vez dada forma a la idea, establecen el
camino y la dirección a seguir.

Líder es la persona que marca el nuevo camino y hace frente a la


incertidumbre facilitando la labor de sus seguidores.

De ahí que la misión del líder está, sobre todo, centrada en la eficacia, o
sea, en tener los objetivos claros y tratar de hacer lo que hay que hacer, lo
principal, lo prioritario, que no es otra cosa que lograr la consecución del
proyecto.

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El logro de un proyecto ilusionante y retador nunca es fácil. Los frentes
de lucha son amplios y con frecuencia intensos. Las tareas a desarrollar son
numerosas y los riesgos de dispersión son más que probables. Hace falta
alguien que sepa centrar a sus seguidores en lo principal, en el grano del
asunto y, en consecuencia, que sepa marcar con claridad los objetivos o tareas
prioritarias a abordar.

Esta es la razón por la que, hoy más que nunca, se precisan en nuestras
empresas líderes que sean capaces de llevar a cabo los cambios que las
organizaciones requieren.

2. Superar las resistencias

El camino del logro del proyecto nunca es fácil. Hay que estar
preparados para detectar y resolver problemas y obstáculos, no solo con los
que podemos considerar como rivales, sino también en nuestras propias filas.

La realización de todo cambio exige superar obstáculos y vencer


resistencias tanto con los líderes opositores como con las personas que, por
razones muy diversas, no están de acuerdo ni admiten el nuevo proyecto. La
resolución de tensiones y conflictos debe ser una habilidad básica que ha de
ser dominada por todo líder.

Por ello es necesario estar preparados para superar las resistencias y


para afrontar las críticas, muchas veces injustificadas, a las que hay que hacer
frente, para lo cual es fundamental, además de saber escuchar
adecuadamente, desarrollar nuestras mejores dotes de paciencia y
comunicación para animar a los más escépticos, convencer y persuadir a los
más rebeldes y tener informados permanentemente a los más leales.

3. Potenciar la participación y el trabajo en equipo

Para liderar personas en los momentos actuales es preciso hacer equipo


con ellas y comprometerlas, dándoles participación en el análisis de los
problemas y en la toma de decisiones.

Es impensable, en la mayor parte de las ocasiones, lograr una meta en


solitario. Necesitamos el apoyo y la colaboración de otros para conseguirla, y
de aquí viene la necesidad de hacer equipo y trabajar en base a objetivos
comunes.

La necesidad permanente de alcanzar objetivos y lograr resultados, que


están vedados o son muy improbables como fruto de la acción individual, es el
origen de la constitución de los equipos de trabajo.

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El ser humano precisa unirse a otros para conseguir alcanzar
determinados fines que por sí solo no lograría. Este hecho hace que la
complementariedad resulte una necesidad si se quieren lograr metas cuyas
exigencias no pueden ser satisfechas por las posibilidades individuales. La
suma de potenciales puede lograr el nivel exigido y poner al alcance de los
individuos frutos imposibles de conseguir aisladamente por parte de cada uno
de ellos.

El trabajo en equipo es un medio cada vez más utilizado por las


empresas que pretenden estar en vanguardia, así como por las que asumen el
nuevo modelo de dirección con sensibilidad que venimos propugnando. Las
organizaciones que han potenciado el trabajo en equipo en sus procesos de
gestión han experimentado las enormes ventajas de atajar a tiempo problemas
que se derivan de la acción individual y, por ello, adiestran a su personal
directivo en las técnicas que facilitan la creación de un equipo y, sobre todo,
promueven entre ellos aquellas actitudes que pueden garantizar la integración
y cohesión de sus miembros, evitando a la vez individualismos y competencias
internas estériles que no conducen más que a unos mayores gastos
estructurales y al fracaso en la misión definida.

Esta es una de las razones por las cuales la creación y desarrollo de los
equipos de trabajo constituyen en la actualidad una de las bases principales en
la gestión y liderazgo de personas.

Debemos tener claro que se gana liderazgo potenciando la labor de


equipo. Los proyectos son ejecutados por equipos que comparten un objetivo
común, están cohesionados, hay cooperación e interdependencia, se potencia
la participación, comparten información y experiencias y aprenden tanto de los
éxitos como de los fracasos.

4. Lograr resultados

Es la clave para ser líder. Las personas siguen a quien les ofrezca una
solución a su necesidad, a quien les lleve al paraíso prometido. Nadie apuesta
por un “caballo perdedor”, y lo mismo pasa en el liderazgo. Si el líder fracasa
en el logro de la meta, los seguidores cambiarán de líder y seguirán a otro que
les movilice hacia el destino deseado.

Hace unos años el equipo de fútbol de San Sebastián, la Real Sociedad,


bajó a la Segunda División. En aquellos momentos el Barcelona practicaba un
fútbol espectacular y ganaba la casi totalidad de los títulos que disputaba.
Resultaba llamativo descubrir cuánta gente que había sido de la Real, de
siempre, “se pasaron” al Barcelona. Nos gusta ir con los ganadores porque nos
hace sentir como ellos.

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Lograr resultados positivos y satisfactorios es la función básica y
prioritaria de todo líder, su principal objetivo; es el metro a través del cual va a
ser medido. Sin resultados positivos todo queda en buenas voluntades, en
expectativas posibles, en excusas inútiles que no llevan a ninguna parte.

El refranero popular, que es muy sabio, dice: dime qué resultados


obtienes y te diré que clase de líder eres, o lo que viene a ser lo mismo: vales
en función de los resultados que obtienes. Y es verdad.

Es necesario que el líder vaya consiguiendo pequeñas victorias que


generen la confianza entre sus seguidores y con el esfuerzo de todos se
consiga el objetivo deseado. Un líder es eficiente cuando consigue la meta
proyectada, cuando lleva al éxito a sus seguidores.

Por ello, el logro de resultados es básico y esencial para el


mantenimiento del liderazgo como tal. Si no se consiguen los objetivos
proyectados, surgirá un nuevo líder que captará el apoyo del grupo
desplazando al viejo. Un líder solo se mantiene en la medida que es capaz de ir
satisfaciendo las demandas más importantes de sus seguidores.

Por esta razón, los resultados, generalmente medidos a corto plazo,


constituyen el indicador por excelencia de la capacidad y de la eficacia de un
líder, y no tanto su esfuerzo ni su dedicación.

Vivimos en un mundo pragmático en el que cada vez cuentan menos las


capacidades y habilidades, los esfuerzos, las buenas voluntades y las ideas
brillantes no aplicadas. Lo que al final importa son los resultados obtenidos.

A los líderes organizacionales se les aplican las mismas reglas que a los
políticos y a los entrenadores de fútbol. Se les valora de forma positiva en la
medida que ganan elecciones o partidos, o sea, cuando obtienen resultados
satisfactorios. Si un entrenador pierde varios partidos sucesivos, se le
cuestionará su forma de dirigir o liderar al equipo, y si se observa que el equipo
peligra en la categoría, que se aleja de los objetivos establecidos, casi con toda
probabilidad se le destituirá. Lo mismo podemos decir de los líderes políticos
en el caso de que pierdan en más de dos ocasiones unas elecciones; en esa
situación se procederá a la sustitución del líder de forma fulminante.

De nada valen los éxitos logrados en épocas pasadas. Los resultados


hay que lograrlos día a día. La valía de los líderes debe ser demostrada en
cada momento. A nadie se le permite vivir de rentas. Igual que al entrenador de
fútbol no le valen los éxitos obtenidos en la liga pasada, tampoco al líder le
valen los resultados conseguidos en otros tiempos.

No pretendemos quitar valor al desarrollo de las capacidades, ni al


esfuerzo y dedicación que es preciso desarrollar en el ejercicio de la actividad

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profesional, ya que sin ellos es verdad que tampoco hay resultados, pero no es
lo primordial, lo verdaderamente esencial es obtener resultados aquí y ahora.

Vistos los aspectos racionales que influyen de forma determinante en un


proceso de liderazgo, vamos a presentar a continuación otra serie de factores,
no menos esenciales, como son los aspectos emocionales que igualmente
tienen una gran repercusión en todo proceso de liderazgo. Son los siguientes:

ASPECTOS EMOCIONALES

1. QUERER SER LÍDER


2. TRATAR DE CONVENCER E IMPLICAR AL
MAYOR NÚMERO DE PERSONAS
POSIBLE
3. TENER Y GENERAR ENTUSIASMO
4. TRANSMITIR CONFIANZA Y SEGURIDAD
5. MOSTRAR UNA ACTITUD DE SERVICIO
6. SABER ESTIMULAR Y MOTIVAR EN LA
TAREA
7. ESTAR PRÓXIMOS Y ACCESIBLES

1. Querer ser líder

Un requerimiento principal para ser líder es querer serlo. Si uno pretende


ser líder entra dentro de lo posible que no lo consiga, pero si uno no quiere
serlo, seguro que no lo será.

Todos los líderes que nos puedan venir a la cabeza como son: Gandhi,
Luther King, Mandela, Hitler, Teresa de Calcuta, Che Guevara, Obama,…
fueron y son líderes porque quisieron ser líderes, porque tuvieron o tienen la
voluntad de ser líderes.

El líder, como hemos señalado, es la persona que tiene seguidores, la


que convence y moviliza a otros al logro de un proyecto o meta. Si no consigue
convencer a nadie de su idea, si no consigue influir ni arrastrar, entonces no
será líder. Ahora bien, si tan siquiera lo intenta, si no quiere luchar por nada, si
no está dispuesto a trabajar por un proyecto que merezca la pena, entonces,
por muchas condiciones naturales que pueda tener, jamás lo conseguirá.

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Por ello es necesario asumir el liderazgo, ponerse al frente y caminar
delante de los seguidores. En las manifestaciones populares los líderes
siempre van a la cabeza. Hay que estar dispuestos a tirar del carro. Lo más
cómodo, muchas veces, es dejarse llevar por otros y luego quejarse cuando no
se logran las metas. Es necesario asumir la responsabilidad de la dirección,
trabajar con intensidad y aceptar los riesgos del fracaso.

Probablemente recordarás el hundimiento del crucero Costa Concordia


en aguas italianas. Además de las muertes y de las impresionantes imágenes
que todos pudimos ver y que tuvo una gran repercusión mundial, quizá uno de
los aspectos más destacados fue la noticia de que el capitán, en el momento
del desastre, fue el primero en abandonar el barco. Todo un modelo de
antiliderazgo.

Las motivaciones que mueven a algunas personas a ser líderes son


amplias y diversas. Así, entre las más características se pueden señalar:

A) Motivación de logro: cuando predomina la orientación a la


consecución de resultados. Se caracterizan por su capacidad motora, eficacia,
tenacidad, iniciativa y proactividad.

B) Motivación de servicio: cuando predomina la actitud de lograr algo


que beneficia a los demás, asumiendo el papel de líder que los seguidores le
asignan. Se caracterizan por su generosidad y entrega a los demás.

C) Motivación de poder: cuando predomina la capacidad de influir en


otros. Se caracterizan por la ambición, el progreso y la asunción de mayores
responsabilidades.

2. Tratar de convencer e implicar al mayor número de personas


posible

Una vez definido el proyecto y los objetivos a lograr, es preciso “implicar


e influir” sobre el mayor número de personas posible, convirtiéndolas en
seguidoras, y movilizarlas hacia el destino proyectado.

Para ello es necesario utilizar nuestras mejores “armas” de


comunicación y motivación que faciliten el camino haciendo atractivo el
proyecto, anticiparse a las posibles objeciones que se puedan presentar y
mostrar los beneficios que se pueden conseguir con el mismo.

Los líderes tienen que transmitir ilusión y entusiasmo en el proyecto y


generar el mayor compromiso posible. Lo mejor que puede hacer un líder, en
este sentido, es tratar de convertirse en un líder de líderes. En la medida que
los seguidores impliquen y movilicen a otros en la misma dirección, los líderes

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están potenciando su propia capacidad de liderazgo. El mayor líder de la
historia, Jesucristo, lo hizo solo con doce apóstoles.

3. Tener y generar entusiasmo

El entusiasmo es una de las armas más potentes de todo líder. Una


persona entusiasmada irradia fuerza y energía contagiosa a quienes están a su
alrededor.

Como hemos comentado con anterioridad, el entusiasmo es el


combustible de la vida, la energía que nos permite llegar a un destino.

Por eso, cuando una persona tiene dentro de su interior esa fuerza, ese
ardor vehemente por desear conseguir algo, los obstáculos y las resistencias
más potentes van cayendo de una en una.

A las personas portadoras de esa llama que contagia a los que están a
su lado se las califica de resonantes, y como muy bien señala Daniel Goleman,
“el líder resonante crea más”.

4. Transmitir confianza y seguridad

Es necesario por parte del líder transmitir confianza y seguridad, y para


ello nada mejor que conseguir pequeños logros. Derribar obstáculos y obtener
resultados positivos es el mejor camino para potenciar la confianza de los
seguidores.

5. Mostrar una actitud de servicio

El líder desarrolla y pone en funcionamiento todas sus capacidades y


energías en el logro de una meta, no para su beneficio personal, sino para el
colectivo que lidera. No se lidera “para mí”, sino para “nosotros”.

De ahí que el líder tiene que ser un facilitador, una persona que está al
servicio del equipo para lograr la meta deseada.

6. Saber estimular y motivar en la tarea

Para ganar liderazgo es necesario “engrasar” periódicamente los


motores humanos, estimular y motivar en la tarea, comprender las dificultades
que es necesario superar y tener la sensibilidad de contemplar a las personas
como seres humanos.

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7. Estar próximos y accesibles

Es imposible ser líder en la distancia, viviendo alejado de los seguidores.


El liderazgo se potencia en la proximidad, conociendo y compartiendo las
preocupaciones de los seguidores, teniendo una estrecha comunicación y
estando accesibles en el momento que nos necesitan.

El líder nunca debe olvidar que él o ella es parte del equipo, que forma
parte del mismo, para lo cual deberá tener en cuenta a sus seguidores, sus
intereses y emociones, y ser consciente de que el “poder” del liderazgo real se
lo dan sus colaboradores.

Por ello, es preciso confiar en las personas que pertenecen al equipo,


estar cerca de ellas, vivir junto a ellas sus problemas y preocupaciones, pero
sobre todo, hacerles sentir que son valiosas, útiles, necesarias e importantes.

4. IDEAS PARA RECORDAR:

• Liderar es movilizar a través del convencimiento.


• Líder es aquella persona que tiene seguidores.
• Los líderes deben promover el cambio.
• Los líderes transforman la visión en acción.
• Liderazgo = Proyecto + Voluntad + Oportunidad
• Para ser líder, resulta fundamental luchar por un proyecto atractivo y
querer serlo.
• El camino del liderazgo se basa en:
• Tener un proyecto atractivo e ilusionante.
• Querer ser líder.
• Tratar de implicar al mayor número de personas posible.
• Superar las resistencias.
• Tener y generar entusiasmo.
• Transmitir confianza y seguridad.
• Mostrar una actitud de servicio.
• Potenciar la participación y el trabajo en equipo.
• Saber estimular y motivar en la tarea.
• Estar próximos y accesibles.
• Lograr resultados.
• Los líderes motivan a través de:
• Motivaciones externas.
• Motivaciones internas.
• Motivaciones trascendentes.

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5. IDEAS PARA LA ACCIÓN:

• ¿Te consideras líder?

• ¿Qué vas a hacer para potenciar tus aptitudes de liderazgo? Haz una
lista.

• ¿En qué grado de un 1 a 10 quieres afrontar el reto de liderar?

• ¿Qué proyecto de cambio quieres afrontar próximamente con tu


equipo?

• ¿Crees que se trata de un proyecto ilusionante?

• ¿Qué podrías hacer para conseguir una mayor aceptación de tu


gente?

• A la vista del proceso para ser líder, determina tus puntos fuertes y
débiles.

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