POMPEYA. - Rodrigo Perez
POMPEYA. - Rodrigo Perez
POMPEYA. - Rodrigo Perez
De Gerardo Oettinger.
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PERSONAJES
LA BEYONCÉ, su sueño es ser mujer.
SUZUKI, la cabrona. Estuvo en Vivaceta en los años 80.
LEILA, quiere vengar a su amiga muerta.
EL MARICÓN LUCHO, el que las cuida, el repartidor de tarjetas de sauna.
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SUZUKI.– ¡¿Qué cuesta avisar que no vienen?!... Te dije que no quería que fumarai aquí.
Mira, si estuviéramos en la casona de Talca, y no en esta caja de fósforos, apolillás, sería
más permisiva. Si pudiera manejar mi taxi.... no debí venderlo pal pie de esta pocilga.
BEYONCÉ.– (Beyoncé apagando el cigarro) Ay Suzu, no digai eso, te aseguro que acá es
mejor que la calle.
SUZUKI.– Olvidalo, no sé cuánto tiempo más duremos en este cuchitril y ustedes no saben
comportarse, oye, se me desaparecen, se me mueren.
BEYONCÉ.– Ay, si la Kena ya va a aparecer. Ya va a llamar, Suzu. Oye, cuando la rompa en el
concurso, te voy a sacarte de acá, ¿sabís?. Estoy 100% dedicá, voy a ser la mejor, y voy a
dejar a todas esas envidiosas callás, callás, callás. Voy a ser Beyoncé Giselle Knowles-Carter.
Uy, si me sé su vida al revés y al derecho… he estado ensayando… ¿te muestro?
SUZUKI.– Bueno, bueno, bueno.
Beyoncé.– Hola…
SUZUKI.– Hola.
BEYONCÉ.– Nací en Houston, Texas, en los oshenta, fundé y fui la principal compositora de
Destiny's Child, el grupo femenino de mayor éxito del mundo entero. Nadie canta como yo,
nadie baila como yo, soy la mejor. Ay. Logré el premio ASCAP en el 2001 a la Mejor
Compositora Pop del Año… soy la mejor, soy la mejor…
SUZUKI.– ¿Tomaste?
BEYONCÉ.– No. Estoy a dieta. Actuar no es fácil, Suzu, lo aprendí en los talleres de teatro de
la cana.
SUZUKI.– (Tocándola) Tu ropa está mojá, cámbiate.
BEYONCÉ.– Ay, si estoy bien.
SUZUKI.– ¿Y el Lucho?
BEYONCÉ.– En en la esquina de los chinos, con la Leila ylas cabras discutiendo con las
colombianas.
SUZUKI.– ¿Otra vez?
BEYONCÉ.– Sí pos, la Leila que se aplica y se pone beleidosa.
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SUZUKI.– Y el Lucho que me dijo que iba a ir a buscar a la Kena a las postas. Mira, si no juese
porque no veo carajo, estaría peinando las calles, hasta encontrar a mi niño.
BEYONCÉ.– Mmm. Oye, ¿y supo algo?
SUZUKI.– Nada, oye, nada. Ya van cinco días sin saber nada.
BEYONCÉ.– Cinco días.
SUZUKI.– Este corazón viejo no va a aguantar más pérdidas. ¿Querís un café, un té, una
melisa pa´ los nervios?
BEYONCÉ.– Una melisa, gracias.
SUZUKI.– ¿A ver?, ven para acá.
BEYONCÉ.– ¿Qué?
SUZUKI.– Que te acerquís…
BEYONCÉ.– ¿Yo?
SUZUKI.– (Beyoncé se acerca. Tocándola) Estái afiebrá.
BEYONCÉ.– Toy bien, Suzu.
SUZUKI.– ¿Te drogaste?
BEYONCÉ.– No, toy limpia, te lo juro. A esa otra hay que encerrarla en El Peral. Ta puro
dando jugo esa huevona.
SUZUKI.– (Sacando las cosas de las bolsas y ordenándolas metódicamente en el mesón) Ya,
¿Tenís hambre?
BEYONCÉ.– No. El taita me invitó una pizza.
SUZUKI.– Traje mortadela, te voy a hacerte un sandwich.
BEYONCÉ.– ¿Suzu?…
SUZUKI.– ¿Qué?
BEYONCÉ.– Yo…
SUZUKI.– ¿Qué?... (Beyoncé se queda en silencio, Suzuki se queda intrigada.)... !¿Qué pues
niño, Virgen Santa?! Mira, si es algo malo, algo de mi niño querío, quiero saberlo. No quiero
que me escondan las cosas como a las viejas locas y enfermas.
BEYONCÉ.– No, Suzu, na´ que ver. Si te he dicho que no creo que la Kena vuelva, o sea, por
lo menos no ahora.
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SUZUKI.– ¿Por qué?, ¿por lo del viaje?
BEYONCÉ.– Sipo, por lo del viaje. Si yo te he dicho que me dijo que tenía una plata ahorrá y
que se iba a irse a probar suerte pa´ Tailandia... y yo siempre he creído que se mandó
cambiar.
SUZUKI.– ¿Tailandia?, se me había olvidao. ¿Y por qué tan lejos?
BEYONCÉ.– Bueno, pa´ hacerla me dijo. Me dijo que este país es una estafa, se te va la plata
en lo básico, si tú sabís pos.
SUZUKI.– ¿Y por qué no dijiste na´?
Beyoncé.– Si te dije.
SUZUKI.– Se me había olvidao.
BEYONCÉ.– Sí pos, pero, Suzu, si les vengo diciendo esto desde que cachamos que no volvía.
La Kena tenía ese sueño de irse pa´ allá poh, y se jue, poh.
SUZUKI.– Y así no más, sin avisar, sin despedirse, sin dejar una carta siquiera.
BEYONCÉ.– Así no más, no dejó nada la muy perra, ni carta siquiera. Además, tú sabís cómo
es de arrebatá, pos Suzu. Además, debió haber pensado que te ibai a enojar, que no la ibai
a dejarla. Te ponís tan controladora.
SUZUKI.– ¿Controladora? Alguien tenía que enseñarles a vivir en el ambiente. No, olvídalo,
olvídalo, mi niño no me haría eso.
BEYONCÉ.– Me dijo que estaba shata, shata, shata en este país de mierda. Que allá iba a
tener más oportunidades, que era un paraíso pa´ nuestra pega: lleno de gringos y europeos
que le encantan las latinas. Que los asiáticos nos hacen shupete, Suzu. Y yo te digo, la estoy
pensando en hacerla igual, no sé poh, en irme pa´ allá. Acá los chilenos nos miran feo por
ser chilenas. Imaginate vivir allá, en un país lleno de palmeras, playas paradisíacas y turistas
forraos.
SUZUKI.– Ag, ¿dónde las dejé?
BEYONCÉ.– ¿Qué cosa?
SUZUKI.– La mortadela. Parece que no me las echó el cabro de porquería. Ahora no se
contentan con cien pesos, ahora quieren quinientos.
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BEYONCÉ.– (Revisando las bolsas) Aquí están. Ya, déjate, yo me hago la melisa… (Beyoncé
se hace la melisa, pero Suzuki no la deja.)
SUZUKI.– Déjame a mí. Me tengo que acostumbrarme. Siempre les digo: déjenme
atenderme sola, que esta ceguera no me va a invalidarme.
BEYONCÉ.– Ay, Suzu, no digai eso. Oye… oye, mírame… yo no te voy a dejarte na´ sola,
tonta. Yo te voy a llevarte conmigo, ¿ya? Cuando salí de la cana, nadien me quiso recibirme,
y tú fuiste la única, la única que me dió techo.
SUZUKI.– ¿Aónde voy a ir mijito lindo?, yo ya no paso otra navidad. De verdad. Si, así como
se dice: éste fue mi último corte de pelo. Mejor, preocúpense de su futuro, de qué va a ser
de ustedes...
BEYONCÉ.– La calle no es pa´ mí,
SUZUKI.– La calle no es pa´ ti.
BEYONCÉ.– Yo estoy pa´ grandes cosas.
SUZUKI.– Grandes cosas… Ve si la mayo está vencida, lleva días ahí. Ese refrigerador es un
asco. No me ayudan con el orden, se la pasan jaraneando, son despreocupás,
irresponsables… Ah Virgencita Santa, Virgencita de Pompeya, dame fortaleza… ¿Sabís?,
últimamente me pregunto si en realidad Dios nos castiga por la vida que llevamos… En un
tiempo más no voy a saber ni cómo me llamo.
BEYONCÉ.– ¿Suzu…
SUZUKI.– ¿Ah?
BEYONCÉ.– ¿Te tomaste las pastillas?
SUZUKI.– ¿Qué cosa?
BEYONCÉ.– Si te tomaste las pastillas.
SUZUKI.– Sí…
BEYONCÉ.– ¿Sí?... ¿A ver?... ¿muéstrame?
SUZUKI.– (Mostrando el bolsillo de su chaleco) Aquí…
BEYONCÉ.– (Revisa la caja) Suzu, te saltaste dos días, ¡no puedo estar paqueándote siempre
pa´ que te las tomís!, es tú responsabilidad.
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SUZUKI.– Ay, mi niño, me dan fatiga, me marean. Además el médico, me dijo que tengo
controlao el bicho.
BEYONCÉ.– Ay, no le digái bicho.
SUZUKI.– Solo que ando mal de la cabeza por lo de la Kenita, mi niño querío.
BEYONCÉ.– Tailandia, Suzu, Tailandia. Va a volver forrá y entera dulce la muy care raja. Ya,
olvídate, olvídate, olvídate. Ya… (Buscando en su cartera. )... Ya... Ay, ¿dónde dejé mi
espejo?
(Suzuki toma té. Beyoncé lo encuentra y se comienza a maquillar.)
SUZUKI.– ¿Vas a salir?
BEYONCÉ.– Sí, a trabajar.
SUZUKI.– Mejor que no.
BEYONCÉ.– Necesito la plata, Suzu…
SUZUKI.– ¿Pero no te vas a servir el sándwich?
BEYONCÉ.– No, no tengo hambre. Quiero empezar de temprano hoy.
SUZUKI.– Yenny, quédate conmigo. Por favor, no me dejís sola.
BEYONCÉ.– Ay, Suzu, esta semana no he ganao ni un mango. De echo, me voyme a probar
suerte a Providencia. Además, es viernes, no puedo quedarme encerrá. Tengo cuentas que
pagar y te debo el arriendo de este mes. Tú misma nos decís, niñas, depositen en el banco.
Que la prostitución es bonita, pero con el tiempo se vuelve amarga.
SUZUKI.– Ya pos, no seái, quédate conmigo, comimos algo, esperemos al Lucho; vimos tele.
BEYONCÉ.– La tele, Leila la cambió por mote, acuérdate.
SUZUKI.– Ah, no. Olvídalo. Olvídalo. Llámate al Lucho, dile que se venga, que mañana siguen
buscando a la Kenita.
(Beyoncé lo llama. ).
SUZUKI.– No, olvídalo, esta Leila se pasó. En Vivaceta la Carlina nos chicoteaba con la
huasca que tenía amarrá aquí en en la pulsera. Así me enseñó de rectitud, a respetar. Nunca
empeñé teles, ni radios, olvidalo, olvidalo.
BEYONCÉ.– El Lucho no contesta, Suzu.
SUZUKI.– Virgen Santa, prueba con el de la Kena.
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BEYONCÉ.– (Llama. )... Sigue apagao… (Silencio pesado. Interrumpiendo.) Suzu, se me había
olvidado decirte, el otro día estuve mirando tus fotos, de cuando trabajabai donde la
Carlina, te veíai regia con ese traje de española.
SUZUKI.– Joder coño, que me quedaba de lo más guay. Cuando me vestía de gitana los
hombres creían que yo era mujer; entonces, al final del número me sacaba la peluca pa´ ver
las caras que ponían cuando se daban cuenta.
BEYONCÉ.– Uy, Suzu, me podríai enséñarme a bailar pa´ darle más onda a mi show,
imagínate hago una mezcla de all the single ladies y remato con flamenco, los dejo locos.
SUZUKI.– (Acompaña con palmas una Soleá de 12 tiempos, golpes fuertes en el 3, 6, 8, 10 y
12) Mucho trabajo y dedicación mijo. Trabajo y dedicación.
BEYONCÉ.– Suzu, se me ocurrió otra idea. Podríamos hacer un show juntas, imagínate.
Seríamos un éxito de taquilla, la reventamos en todas las discos y los teatros.
SUZUKI.– Compré mi traje en Bolivia…
Beyoncé: Ay, sipo.
SUZUKI.– Allá era todo más barato, no vis que es más pobre… Allá yo te tenía cafiche, te
tenía plata... pero me la tomé. Sí... Yo tuve una vida llena de glamour. Mi baile era famoso.
También fui la… mmm… ¿cómo se llama?... ay, la… la… Odalisca Pehuenche…
BEYONCÉ.– Esa…
SUZUKI.– Soñábamos con el Blue Ballet, y presentábamos números como "las mujeres más
famosas del mundo" donde salíamos como la… egiccia… la…
BEYONCÉ.– Cleo…
SUZUKI.– La Cleopatra… como la Quintrala, como la Marilyn. La señora, la señora se
preocupaba de nuestra apariencia, que todos sus niños anduviéramos bien vestidas,
elegantes, recatadas. Revisaba nuestros trucos, los amarres de las bolas, los rellenos
(tocándose el busto.) (Ríe) Uhh…
BEYONCÉ.– Qué…
SUZUKI.– La Chora Daniela, la Chora Daniela cantaba todas las canciones del Lucho Barrios y
usaba cassette. O sea, dientes postizos. (Riendo) Una vez se los sacó y los dejó en el mesón.
Con mi comadre se los escondimos y la hicimos llorar todo el día. “Entréguenme el cassette,
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que en la noche me toca show, gritaba” y nosotras muertas de la risa. Fue un tiempo duro,
¿sabís?, duro, pero bueno… bueno (Silencio) … Ustedes son lo único que me van quedando.
Yo no quiero que me llamen más y que me digan que las encontraron muertas botás en la
calle como a la Mariliz, pobrecita, era bien bonita, igualita a la Liz Taylor…
(Entra a escena el Maricón Lucho, trae a la fuerza a Leila que viene exaltada.)
LEILA.– ¡Suéltame, Lucho! ¡Me voy a acriminarme!
SUZUKI.– ¡¡¡Qué cresta es este escándalo, Lucho!!!
MARICÓN LUCHO.– Queó la mansa cagá, Suzu…
BEYONCÉ.– ¿Qué pasó, Leila?
LEILA.– ¡Suéltame! Voy a matar a esas negras culiás.
SUZUKI.– ¿Cómo se te ocurre traérmela en este estado, Lucho?
MARICÓN LUCHO.– No tenía pa´ onda más llevarla.
SUZUKI.– Donde los pacos, pa´ que pase la caña en la capacha.
MARICÓN LUCHO.– ¿Pa´ que la agarren a palos y la metan en cana?
LEILA.– ¡Esas negras culiás fueron!
SUZUKI.– Puros problemas me meten. Me dejan mal con las vecinas.
LEILA.– Me voy poh, ¿qué tanto? Voh ya no soy más mi jefa.
MARICÓN LUCHO.– ¡Corta el hueveo maricón! (Leila se calma y solloza. )… Suzu, ésta se va a
tener que quedarse acá.
SUZUKI.– Olvídalo, en este estado no se puede quedarse.
MARICÓN LUCHO.– Suzu, porfa, si es por un tiempo. La tiramos en el living, yo consigo una
colchoneta.
SUZUKI.– ¿Colchoneta?
MARICÓN LUCHO.– Te lo ruego por la Virgencita de Pompeya, hasta que las cosas se calmen
y puea esconderla en otro lao, te lo prometo, te lo juro.
SUZUKI.– ¿Esconderla?, ¿qué hiciste ahora cabro de porquería?
MARICÓN LUCHO.– Suzu, la cosa se puso terriblemente pelúa y no es hueveo.
BEYONCÉ.– Leila, ¿qué hueá pasó?, ¿qué hicieron? ¿Y esa sangre?
MARICÓN LUCHO.– ¿Cuál sangre?
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LEILA.– De la negra culiá de la Wanda. Le rajé el paño.
BEYONCÉ.– ¿Qué hiciste qué?, ¿por qué?
LEILA.– La negra se me tiró encima con cuchilla, atiné a puro bloquearla, le di vuelta el brazo
y se la quité, la empujé, y se cayó pa´ abajo. Le puse el puntazo en los riñones. La cuchilla
tenía caca, y por gil se le van a pudrírsele las tripas.
SUZUKI.– Lucho, por la cresta. La mansa cagá, van a venir los pacos, llévatela… no, por
favor, llévatela, ahora mismo.
LEILA.– Suzu, las negras mataron a la Kena, ellas fueron, ellas fueron.
SUZUKI.– Mataron a mi niño.
MARICÓN LUCHO.– Oe, conchesumadre… Está loca, no la escuchís.
SUZUKI.– (Se levanta bruscamente y se va al altar llorando) No… Mataron a mi niño, me lo
mataron… (Beyoncé la contiene.)
MARICÓN LUCHO.– ¿Te dai cuenta huevona?, ¿te dai cuenta la hueá que provocái? Soi voh
la que se fue a pararse a la esquina del Wilson, en medio de todo el mambo.
LEILA.– ¿A la esquina del Wilson?
MARICÓN LUCHO.– Del Wilson.
LEILA.– ¡Callate!
MARICÓN LUCHO.– ¡Es la esquina del Wilson, maricón!, yo tuve que prestarle ropa, pa´ que
vieran que no estaba na´ sola, pa´ variar, (a Beyoncé) no como ésta que se mandó
cambiarse.
LEILA.– ¿Prestarme ropa?, seguro, te cambiaste de bando, maricón.
BEYONCÉ.– Oye Lucho, son los medios roperos. Yo no pueo darme el lujo que me corten con
caca y se me caiga la cara a pedazos. No quiero más cicatrices.
LEILA.– Acá toas tenemos cicatrices.
MARICÓN LUCHO.– (A Leila) Voh soi loca huevona, soi loca; voh sabís perféctamente todo lo
que nos costó dejar el territorio delimitao, pa´ que voh lo vengái a esharlo a perder todo por
tus cagás de sospechas. Entiende huevona, entiende la weá por la rechucha; acá es chileno,
allá es colombiano, allá es ecuatoriano y al otro lao, peruano, aweoná.
LEILA.– Estoy segura Suzu.
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BEYONCÉ.– ¿A ver, por qué estái tan segura Leila?
(Silencio pesado.)
LEILA.– Porque puta que no contesta es puta muerta…
SUZUKI.– No, olvídalo.
MARICÓN LUCHO.– No le hagái caso…
SUZUKI.– ¿Cierto que no, Lucho?... El Pedro tiene razón, quizás se fue de viaje: y nos va a
llamar, y va a volver de su aventura, y va a entrar por esa puerta con su cara llena de risa,
esa, que nos alegra la vida.
LEILA.– ¿Tú creís que me voy a tragarme eso de que se fue?
SUZUKI.– Ya cállate…
LEILA.– No, no, no; estoy segura que las negras la mataron.
SUZUKI.– Cállate, Leila…
LEILA.– ¡No!... Si con la Kena hemos tenío caleta de conflictos últimamente con el Wilson,
poh.
SUZUKI.– Cállate o te encierro.
LEILA.– Ojo por ojo, diente por diente.
MARICÓN LUCHO.– ¿Voh sabís la huevá que estái haciendo voh huevona, la huevá que estái
haciendo voh huevona?, nos estái funando a todos losotros, huevona. Entiende que nadie
quiere una guerra de travestis en el sector. Los pacos me la cantaron bien clarito; los locos
me dijeron: si no cortábamos el hueveo vamos a tomar medías, las que van a salir
perjudicás son ustedes. ¿Y sabís por qué, Suzu?, porque las negras tan siendo super buen
negocio; mejor que estas hueonas.
LEILA.– Ese paco chuchesumadre, ¿qué se cree?, si tratan a las negras como el pico, ¿y
ahora se las vienen a dar de inclusivos?, tan toos calientes... Las vecinas me lo dijeron: no
quieren inmigrantes. Nuestro pueblo está con losotras.
MARICÓN LUCHO.– Ah, ya, ¿y quien dijo esa hueá?, ¿quién lo dijo, quién lo dijo?, ¿la
Isabel?, ¿la vieja culiá facha esa? ¿la que dice que le molesta que “los negros” nos caguen el
linaje al chileno? Ese no es el pueblo. Son puras viejas culiás fachas pobres las que andan
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diciendo eso. Esa vieja culiá de la Isabel; esa poto corralero, habla de pura envidia porque es
fea, chica y sin cadera, parece topo, la shushesumadre.
LEILA.– Cállate, maricón cantimplora. Soi entero vendío.
MARICÓN LUCHO.– ¿Qué entero vendío? Prefiero ser vendío que una torrante perdía.
LEILA.– ¿A quién le decís torrante?
MARICÓN LUCHO.– A voh poh maricón; segura que no te he visto, segura que no te he visto
como desplumái clientes a plena luz del día; inclusive clientes conocíos. ¿Sabís lo que hace
este maricón, Suzu?, le mete la mano en el paquete y la otra en el bolsillo del culo.
LEILA.– Solo a los pollos que andan regalaos. A los curaos. Hay que ser vivaceta, también
poh. Yo soy chilena, tengo derecho a robarle a mi gente.
MARICÓN LUCHO.– Eyaaa… la vivaceta, la recoleta, la puente alto.
LEILA: Yo poh…
MARICÓN LUCHO.– Linda la hueá, travesti neonazi y lanza, la shushesumadre.
LEILA.– A voh se te aconchan los meones, Lucho. Siempre hay sio cobarde, preferiste volver
a vestirte de hombre y ahora le chupai el pico a las invasoras... ahí quedaste…
MARICÓN LUCHO.– ¿Qué ahí quedaste?
LEILA.– Ahí quedaste… calladita...
MARICÓN LUCHO.– No quedé nada, no quedé nada, porque lo mío nunca fue el taco ni el
maquillaje.
SUZUKI.– Nunca...
LEILA.– Cobarde.
MARICÓN LUCHO.– Bueno, ¿y qué tanto? Me gusta mi bigote, lo encuentro sensual. A las
finales yo me visto como quiero, hueá mía, ¿qué tanta hueá?
LEILA.– (Riendo) ¿Pa´ qué te hacís la hombre?... ¿pa´ qué te hacís la hombre?... Este
maricón se hizo hueco porque los milicos lo tenían de cantimplora…
MARICÓN LUCHO.– Por lo menos yo hice el servicio poh guacho, juré a la bandera, voh no y
te creís patriota.
LEILA.– Fuiste pa´ que puro te lo pusieran.
MARICÓN LUCHO.– Y me la pusieron terriblemente rico…
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LEILA.– Voh soy pura carne amarga…
MARICÓN.– Por lo menos me la ponen…
(Todas discuten en voz alta. Se escuchan sirenas de policía a lo lejos. )
SUZUKI.– ¡Cállense!, una sirena.
(Se quedan impávidas.)
MARICÓN LUCHO.– Esa huevá son los pacos… (A Leila) Cagaste huevona.
BEYONCÉ.– (Preocupada) Ay nooooo...
(La radio patrulla pasa de largo.)
SUZUKI.– Se fueron.
(Beyoncé va a salir. )
LEILA.– Te vino la pálida. (A Beyoncé) ¿Y voh?, ¿pa´ dónde vai?
BEYONCÉ.– A trabajar, poh.
LEILA.– Yo también voy.
SUZUKI.– No, olvídenlo, ustedes no van a ninguna parte.
MARICÓN LUCHO.– Lindas las hueonas, se quedan acá el par de putas hasta que las cosas se
calmen, en una de esas la Wanda está bien.
BEYONCÉ.– Yo me quiero ir a probar suerte a otra esquina, Lucho.
LEILA.– Voh, andate a tu esquina. No les podemos darles en el gusto a estas negras culiás. A
las finales las que pagamos con las malas políticas somos losotras. A los ricos estos
inmigrantes les sirven: les pagan miseria y los locos ni marchan. Las peruanas lo chupan
hasta por 5 lucas o por unas rayas.
MARICÓN LUCHO.– ¿Y voh?
LEILA.– No caigo tan bajo.
MARICÓN LUCHO.– Ahhh… Ella, la puta fina del Champagne…
LEILA.– Yo poh… ¿Ahora tenemos que irnos de nuestras propias calles?, linda la hueá, no
me voy a exiliarme.
MARICÓN LUCHO.– Ahora, las que van a tener irse somos losotras, porque si te la piteaste a
la Wanda, ¿sabís lo que va a pasar?, el Wilson va a venir pa´ acá y va a pasar la factura,
inclusive a mí huevona.
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BEYONCÉ.– Por lo mismo pos Lucho, tenimos que irnos.
SUZUKI.– Olvídense, no se me mueven de acá. Ya, Leila, gánate aquí… que te ganís aquí te
dicen…
LEILA.– (Sentándose a la mesa de mala gana) Ay…
SUZUKI.– ¿Qué pasó Leila... qué pasó... qué supistes… por qué decís que fueron ellas?
(Silencio espeso)
LEILA.– Suzu, la Kena, está descuartizá y quemá en el Médico Legal. La quemaron pa´ borrar
las huellas, la mataron con saña.
MARICÓN LUCHO.– No le hagái caso a esta huevona, Suzu, no hay ninguna prueba de que
sea ese cuerpo que está en el Médico Legal.
LEILA.– El miércoles fui a la comisaría a hablar con el Silva por si sabía algo de la Kena. Y hoy
día me llamó para avisarme que encontraron un cuerpo.
MARICÓN LUCHO.– No la pesquí Suzu, ese cuerpo que encontraron puede ser de
cualquiera.
LEILA.– Suzu, no la tienen registrá como detenía. Tampoco estuvo en ninguna posta.
MARICÓN LUCHO.– Voh, huevona, lo único que viste fueron unos pedazos chamuscados en
una camilla de lata y todavía, no se puede identificarse que sea ella.
SUZUKI.– ¡Reina Santa del Rosario!
LEILA.– El Sargento Silva me dijo que un taita que compra y vende oro, los llamó porque un
curaito le trajo un diente de oro pa´ vendérselo, pero él desconfió. Los pacos agarraron al
viejo y lo interrogaron y les dijo que lo había encontrado junto a unos huesos quemados en
el peladero. Que había visto a un hombre quemar unos bultos con bencina. Sentí al tiro que
era la Kenita y fui pal Médico Legal…
(Beyoncé tiende a desmayarse.)
MARICÓN LUCHO.– ¿Qué te pasa?
BEYONCÉ.– Estoy bien. Escuchen, la Kena tenía plata guardá y se mandó a cambiar de toda
esta mugre, eso fue lo que pasó.
LEILA.– Al loco del Médico Legal lo pesqué del cuello y le dije: no soy su familiar, pero soy su
amiga desgraciao insensible, déjame verla, le dije, soy su compañera de esquina. Que mi
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amiga no la iban enterrarla en el 129 del General como un cuerpo de nadien. Pero me dijo
que no quedaba nada, que eran solo carbones. En un principio pensaron que eran de
animal. Pero ya lo confirmaron que son de persona.
MARICÓN LUCHO.– Ah, ¿y cómo es la huevá?, si denante, me dijiste que no saben si son de
hombre o de mujer.
SUZUKI.– ¿Y cómo podemos saber si son de mi niño, Lucho?
LEILA.– El loco me dijo que creía que eran de hombre, por los dientes que quedaron del
fuego. Lo único que quedó de ella fueron sus muelas gastás por el vicio y ese diente de oro.
SUZUKI.– Ay, Patroncita, ¿acaso Jesús no puso en tus manos su misericordia?
LEILA.– Le pedí ver el cuerpo. Le insistí, pero no se podía porque no era de la familia, si ella
no tiene familia, “yo soy su familia”, le dije; y bueno, le ofrecí chupársela pa´ que me la
mostrara.
BEYONCÉ.– ¿Y… la viste...?
LEILA.– Sí…
BEYONCÉ.– ¿Qué cosa?
LEILA.– Fue a buscar fotos y me fui al baño con él. Cuando las vi, no sabía qué hueá decir.
Me intentó consolarme con que nuestra pega era así, una ruleta. Le dije que la noche
anterior a que la Kena desapareciera, era la cuarta vez en la semana que los taitas pasaban
preguntando solo por negras. Los mismos chilenos nos gritaban que nos fuéramos pa´ la
casa. Le conté de esa vez que se detuvo un taita y bajó el vidrio pa´ preguntar por una
“negrita joven”. Que lo mandamos a la reconchesumadre. Le dije que la Kena siempre había
sido valiente...
(Suzuki llora. )
BEYONCÉ.– (Consolándola) Suzu…
MARICÓN LUCHO.– ¿Te dai cuenta huevona?, ¿te dai cuenta la huevá que provocái, en el
estado que la dejái a la Suzu? No podís llegar y tirar una cosa así en frente de la Suzu,
descriteriá, ahuevoná. Te dije que no armarai atao hasta que confirmáramos. Ni siquiera los
ratones han relacionao los pedazos chamuscaos. Oe, ¿y cuando viste las fotos, había solo un
diente di oro? Porque la Kena tenía dos.
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SUZUKI.– Tenía dos dientes de oro, la Kena, dos.
LEILA.– No. No vi otro.
MARICÓN LUCHO.– ¿Viste?, tai puro dando jugo.
LEILA.– Quizás la calor lo redució, poh.
BEYONCÉ.– (A Leila) ¿Y qué van a pasar si los pedazos no los reclama nadien?
LEILA.– Los guardan pa´ periciarlos y después los entierran en la fosa común. Hay que ver la
manera de poder reconocerla. Nos prometimos que ninguna iba a ser un cuerpo de nadien.
Dijo que parecía el trabajo de un loco profesional. Me dijo que un familiar tiene que llevar
un registro dental. Le dije que pa´ losotras es imposible, que la Kena era huérfana y había
vivío toda su niñez en el SENAME. No podemos quedarnos de brazos cruzaos. Los pacos no
van a mover el culo. Pa´ ellos una trava desaparecía no es ni una hueá. Pa´ la suerte del
negro Wilson, la lluvia borró la evidencia. Yo quería agarrar a una negra pa´ interrogarla,
apretarla pa´ que la suelte.
MARICÓN LUCHO.– Pero te ahueonaste y armaste la media mocha pus hueona…
LEILA.– Fue en defensa propia.
MARICÓN LUCHO.– Defensa propia, defensa propia. Este hueona dejó la zorra justo cuando
la Abigail me estaba diciendo que vieron a la Kena con alguien ese día que desapareció,
entrando al edificio del lado del restaurante chino con una chilena, y que al rato después la
chilena salió corriendo y a la Kena no la vieron salir na´. A la media hora después entró al
edificio un loco todo tapao, con un bolso; y que a la hora después salió el loco con el bolso
entero pesao.
LEILA.– Las negras tan puro embolinando la perdiz.
MARICÓN LUCHO.– Le pregunté a las cabras, ninguna de ellas la vieron salir, (a Beyoncé)
¿adónde chucha andabai Yenny?
BEYONCÉ.– Yo andaba en el cajón, con un cliente…
LEILA.– Nos quieren confundir, eso es lo que quieren…
SUZUKI.– Tal vez, se fue a Tailandia, con ese pololo que dice el Yenny…
MARICÓN LUCHO.– ¿Cuál pololo?, ¿qué pololo?, ¿qué Tailandia?
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BEYONCÉ.– Si yo le conté a la Suzu, que la Kena me dijo que se quería mandarse a cambiar a
probar suerte pa´ Tailandia.
LEILA.– Déjense de huevás, si las negras fueron.
MARICÓN LUCHO.– (A Beyoncé) ¿Tay segura que no sabís a qué fue la Kena a meterse a ese
edificio de la esquina?
BEYONCÉ.– No, Lucho, si esa noche salimos a trabajar juntas y yo le dije que vamos pa´ la
esquina, mejor vámoslo pa´ otro lao, ella me dijo que se tenía que ir a hacer unos trámites,
y yo me fui con un cliente…
MARICÓN LUCHO.– Voh sabís algo, huevona.
LEILA.– Oe, este maricón traidor…
MARICÓN.– Voh sabís…
BEYONCÉ.– Si te estoy diciéndote la verdad.
LEILA.– ¿Pa´ qué le hacís caso a este longi?
SUZUKI.– (A Beyoncé) ¿Es verdad lo que dice el Lucho?
BEYONCÉ.– No, Suzu…
SUZUKI.– Dime si es verdad lo que está diciendo el Luis.
BEYONCÉ.– No, Suzu, si de verdá se debieron confundirse...
LEILA.– (A Lucho) Voh, le andai puro chupando el pico al negro Wilson.
MARICÓN LUCHO.– Cállate, maricón. Yo solo comunico lo que me dijeron, ni más ni menos.
BEYONCÉ.– Lucho, lo que pasó fue que yo me puse a esperar taxi. Ah… y la Kena se subió a
una moto... De ahí yo me fui con el taita a las cabañas, eso fue.
MARICÓN LUCHO.– ¿Cómo que una cabaña, cómo es la huevá?, si en denante dijiste que te
habíai ido pa´ un mirador.
BEYONCÉ.– Las cabañas tenían mirador, poh Lucho, córtala.
LEILA.– ¿Moto?, ¿qué moto, una roja?
BEYONCÉ.– SÍ, Parece que era roja, sí, sí.
LEILA.– ¿Era negro el que la manejaba?
BEYONCÉ.– El hombre iba con casco, no le vi la cara.
LEILA.– ¿Se subió o la subieron?
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BEYONCÉ.– No sé, la subieron.
LEILA.– ¿Vieron?, las negras motochorras fueron.
MARICÓN LUCHO.– Raro, raro. Es muy extraño tu testimonio pos Yenny, qué querís que te
diga, rara la huevá.
LEILA.– Quieren dividirnos. Confundirnos. Son sus tácticas de negras sediciosas.
SUZUKI.– ¡Leila, córtala con esa porquería!
BEYONCÉ.– Se los juro por la Virgencita de Pompeya, no era yo, las negras se debieron
confundirse.
LEILA.– La van la van a pagarla.
SUZUKI.– ¿Cuántos muertos más, Leila, por Dios?
(Silencio denso)
BEYONCÉ.– Bueno, no sé quizás, pudo ser un cliente, algún degenerado o un neonazi.
Leila.– (Al Maricón Lucho) ¿Y voh caís? Soi entero perkin. Ella, la reportera del crimen, la CSI
Miami… ¿Por qué las negras te iban a contarte la verdá a voh?, ¿quién soi voh?, un
tarjeretucho, un cafiche de poca monta.
MARICÓN LUCHO.– ¿Por qué no te quedái callao major, Jonathan Munizaga Munizaga?,
porque así te llamái poh maricón: Jonathan, no Leila… Jonathan...
LEILA.– No… cállate…
BEYONCÉ.– No seai así que le duele...
MARICÓN LUCHO.– Acá el único penca soi voh. Pa´ que sepái la Abigail me dijo que los ratis
les han estado haciéndoles preguntas, pero no han querido decir na´ todavía, porque las
locas no quieren meterse en ataos. Solo quieren camellar tranquilas y que no les anden
abrochando hueás, porque es malo pal bolsillo.
LEILA.– ¿Qué se creen de venir a gritarme, a mí? (Imitando el colombiano) "hey, culirota te
vamos a darte de puntazos en las huevas", de aónde, me las paseo, negras culiás.
MARICÓN LUCHO.– Me las paseo, me las paseo, ella la Barbara Blade… la Residen Evil…
LEILA.– Yo poh…
MARICÓN LUCHO.– ¿De aonde? La Wanda te sacó cuchilla y ahí quedaste…
LEILA.– Y se la quité pos…
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MARICÓN LUCHO.– Ahí quedaste… Gracias a que yo me metí… soi entera maletera…
LEILA.– Te pusiste a llamar a lo pacos, lame botas…
MARICÓN LUCHO.– No me dejaste otra, fue pa´ que pararan la huevá; pero, los muy perros
estaban puro dándole vueltas a la manzana, haciéndose los longis como siempre.
BEYONCÉ.– ¿Y cuántas veces se las hemos tenío que chuparselas gratis a esos care nalgas
pa´ que nos presten ropa?
LEILA.– Amigo en tu camino, las huevas.
MARICÓN LUCHO.– En esa estaba, Suzu, hasta que de repente, la calle se iluminó y pa´, pa´,
pa´, pa´, se escucharon los tunazos, ahí vi que venía el Wilson con un fierro.
SUZUKI.– ¡Virgen Santa!
MARICÓN LUCHO.– Yo no quería creerla. Atiné a agarrar a esta huevona y traerla a la
fuerza. El que no corre, reza.
SUZUKI.– ¡Ya está bueno ya!... Descansen, sírvanse algo, colóquense ropa seca, han estado
todo el día afuera con esta lluvia. ¡Ya, partieron!
LEILA.– (A Beyoncé) Préstame algo… (Beyoncé saca de su cartera una polera y una pata de
lycra y se la pasa. ) Qué horrible la prenda…
(Leila y Beyoncé se mudan. Lucho mira su celular y Suzuki va al altar y reza. Un silencio de
angustia llena la habitación. )
BEYONCÉ.– (Terminando de vestirse) Cabras, Suzu, de verdad, tenemos que irnos.
MARICÓN LUCHO.– ¿Adónde vamos a irnos, huevona, oh?, si na´ de esto tiene sentío. Oe, si,
¿por qué el Wilson iban a matarla así con tanta saña?; chucha, si por pararse en la esquina,
con una buena sacá de cresta estaba.
BEYONCÉ.– ¿Y si la Kena anda de jarana, y vuelve cuando se le pase la mona?
MARICÓN LUCHO.– La pulenta, la pulenta. Estoy seguro que se empotó con un “man” meta
jale, “y esa vaina”, y la irresponsable no ha venío a trabajar.
SUZUKI.– Hay tanto cabro nuevo, tanto loco dando vueltas. Antes nos conocíamos en el
ambiente, sabíamos quiénes éramos.
BEYONCÉ.– Suzu, si es lo que dice el Lucho... o los neonazis…
LEILA.– Los neonazis hace rato que no vienen, no pudieron ser ellos.
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MARICÓN LUCHO.– ¿Y sabís por qué no vienen?
LEILA.– Sé perféctamente…
MARICÓN LUCHO.– ¿Sabís gracias a quién?...
LEILA.– Sé… sé…
MARICÓN LUCHO.– Gracias al Wilson que los pelaos ya no se atreven a entrar.
LEILA.– Gracias a mí.
MARICÓN LUCHO.– No…
LEILA.– ¡Lucho!, la última vez, al rucio del bate lo saqué yo. Voh, soi un vendío.
MARICÓN LUCHO.– Tai entera paranoide.
LEILA.– Llévame poh, perkin culiao. Llévame donde tu amante. Me lo paseo.
MARICÓN LUCHO.– Ésta anda que anda viendo monos en las paredes tanta raya que se
mete en la ñata. Me cagaste la mansa mano de falopa que estaba haciendo con él. Pero
cuando a voh te entra el diablo, chucha, no hay quien te pare.
BEYONCÉ.– No podemos quedarnos acá, el Wilson es terrible de brígido, trabajaba de
sicario de los 11 años en Colombia; si nos agarra, nos mata. Y yo no me quiero morirme, yo
tengo un sueño.
MARICÓN LUCHO.– Le ponís color, huevona.
BEYONCÉ.– ¿A ver por qué le coloco color?
MARICÓN LUCHO.– ¿Voh conocís al Wilson?
BEYONCÉ.– Lo conozco, pos Lucho.
MARICÓN LUCHO.– No poh, no poh, lo conocís na… porque si no lo conocierai no lo estaríai
calumniando como lo estái haciendo; Suzu, la pulenta, estas hablan huevás, si el Wilson,
donó como 20 palos pa´ los damnificaos del incendio, hasta las cabras se pusieron ropa de
hombre y lo fueron a ayudarlo.
(Beyoncé, nerviosa, intenta encender un cigarro. )
SUZUKI.– Yenny, te dije que no quiero que me fumen dentro.
(Beyoncé apaga el cigarro mecánicamente.)
BEYONCÉ.– A ese Wilson nadie lo denuncia, porque le tienen miedo. Ni los pacos se atreven
con él. Te estoy diciendo la verdad. Todo el mundo sabe esa huevá, Lucho.
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MARICÓN LUCHO.– Huevás…
BEYONCÉ.– No son huevás… no me hagas así…
LEILA.– Ay, me quiero puro tomarme un Bailey’s.
SUZUKI.– Olvídalo, en esta casa no hay trago.
LEILA.– Debajo de tu cama encuentro.
SUZUKI.– Leila, olvídalo… olvídalo… (Leila, golpea la mesa.) Ay, cresta, me asustastes…
LEILA.– (Paseándose como león enjaulado) ¿Y qué quieren hacer, entonces, cuál es la idea?,
¿salir a la calle con pancartas, eso quieren?, ¿hacer una marcha?, ¿un tetazo?, ¿una love
parade?, ¿qué huevá quieren? Somos pobres y putas, si no hacemos justicia por nuestras
manos, nadie la va a hacerla.
MARICÓN LUCHO.– La pulenta, somos putas...
LEILA.– Sí…
MARICÓN LUCHO.– Somos terriblemente pobres, pero somos inteligentes… y la huevá que
tenemos que hacer losotras ahora es hacer una tregua y negociar, eso es lúcido. Si a las
finales hay que ponerse vivos, si a las finales somos todos neoliberales, hasta los
comunachos...(A Suzuki) como usté dijo…
SUZUKI.– ¿Yo dije eso?
MARICÓN LUCHO.– Sí poh, así usté nos enseñó, patrona, hay que ponerse vivos. Y en este
caso particular, ¿qué es lo que pasa?, que las colombianas tienen las mejores manos. (A
Leila) Te reís solita huevona. Como se ríe solita esta culiá, ¿o me lo vai a negármelo, ah, que
te hai jalao toa la merca de las locas?
LEILA.– No sé qué estai hablando. Además, que no entiendo, ¿cuál negocio, qué vamos a
negociar?, si no va a venir ningún peruano acá a instalar una multinacional.
MARICÓN LUCHO.– ¿Y cómo el Farfán, el peruano de la vega?...
LEILA.– Pero ese es una excexción…
MARICÓN LUCHO.– Una excepción, claro…
LEILA.– Una excexión, poh…
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MARICÓN LUCHO.– Ese taita la hizo y se está haciéndose millonario. Oe, hay cifras que
muestran que la inmigración en Chile no es na´ mala, ayuda a la economía. La otra vez yo leí
en un artículo, en el diario…
LEILA.– ¿Cuándo hay leído voh un artículo del diario…?
MARICÓN LUCHO.– Leo…
LEILA.– Voh no leís ni el menú de la chopería…
MARICÓN LUCHO.– Qué te tengo que andarte contándote lo que hago en mi tiempo libre,
en mis momentos de intimidá…
LEILA.– Ella, la Pedra Lemebela, la Cristián Warken…
MARICÓN LUCHO.– ¿Quién es ese hueón?
LEILA.– ¿Viste?, soi entero ignorante…
MARICÓN LUCHO.– Leí, que los inmigrantes tienen más años de estudio que losotros los
chilenos. Acá son terrible de penca, manga de manflifleros. Yo te aseguro que hacís el
SIMCE a una marcha estudiantil de la Alameda, son puros cuatrelis, puros rojos…
SUZUKI.– Puros rojos…
MARICÓN LUCHO.– Si este país es terrible de penca… Chile país reculiao... (Se pasea
cabreado) Puta la huevá, oh. Yo toy shato hueón, shato de esta hueá, hueón, shato de ser
tarjetero, repartiendo tarjetas, papelitos de cartón; ofreciendo "sauna, sauna" a hueones
calientes. Operando en distintos puntos. Fuera de los restaurantes chinos, café con piernas,
videojuegos. Ofreciendoles masajes a los hueones. ¿Sauna loco?, ¿sauna caballero?, ¿sauna
señor?, ¿sauna? Acá en la esquina, cerquita. Unas cabras que están bien buenas. Tan bien
bonitas, tan jovencitas, apretaditas, limpiecitas, decentes, perfumaditas. Lo van a atenderlo
muy bien. Son ricas, lindas; pero a las finales son terrible de feas las culiás, tan heshas bolsa
las huevonas. (A Leila) Voh, con esa mano iba a juntar pa´ mi sauna propio. Yo con cuatro
chiquillas puedo empezar, pero con cuatro chicas negras. Porque lo único que saben hacer
ustedes, es esa huevá que están haciendo los maricones: maquillarse y dar puro jugo las
culiás. En cambio las negras no pos huevona, las negras son profecionales, están ahí:
tatatá… llevan la contabilidad, hacen inversiones, compran, venden, prestan, las locas
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tienen negocios, blanquean la plata de los saunas. Shusha, si a las finales los inmigrantes
son el manso aporte pos loco…
SUZUKI.– Son aporte los inmigrantes, son aporte…
MARICÓN LUCHO.– ¿Sabís qué?, me da rabia, me da rabia que digái que son delincuentes,
to porque son negros y pobres… ¿y los dueños de multinacionales que están puro
delinquiendo en el extranjero y acá en Shile, quién les dice algo? Nadie les dice na´. (A Leila)
Voh no les decís ni una huevá. Y las negras en cambio se ganan las moneas con el sudor de
su frente, de su culo, de la huevá que sea, igual que voh, que yo, que todos losotros. No
vengai a chispear acá con tus chamuyos neonazis.
(Silencio.)
LEILA.– El pueblo hace rato que se viene tirándose pa´ la derecha... Sipos, estamos aburríos
de que nos vean la cara con farsos discursos.
MARICÓN LUCHO.– ¿Qué te hacís la cuica huevona?, si voh no soi na´ ario, voh soi huacho
chileno mestizo. Y las negras vinieron pa´ quedarse… la pulenta, entiendan la weá hueones
xenófobos… las negras vinieron pa´ quedarse. Cuando llegaron me daba rabia, la pulenta,
ya, corta… me daba rabia porque, ¿qué huevá hacían?… me cobraran peaje, sharsha la
huevá, pero fui más vivo, más inteligente, y con el tiempo entendí que lo mejor era tenerlas
de nuestro lao. Voh, Leila, no podís llegar y echarles la culpa así como así. Sin tener prueba,
sin tenerla clara. Porque esa huevá que voh estái haciendo, ¿sabís cómo se llama?… esa
hueá es discriminación.
SUZUKI.– Sí, discriminación.
LEILA.– Uyyy… ayyy… ¿Qué discriminación?, soy entero hipster, feo culiao, hipster.
Discriminación es que nos quiten nuestro territorio, los clientes, que tengamos que pagarle
a ese negro culiao del Wilson, que nos maten en nuestras propias calles, esa hueá es
discriminación con losotras, por ser chilenas marginales.
MARICÓN LUCHO.– ¿Voh sabís quienes son los que los roban a losotroas? Son los que están
arriba. Y no en el departamento de arriba, ahuevoná, los que tienen el poder, esos son los
que nos roban a losotros. Como dice el chiste: en la mesa, sientai a un empresario, un
obrero y un inmigrante; les colocái un platillo con 20 galletas a repartir. El empresario se
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queda con 18 galletas, y le advierte al obrero: !cuidado!, el inmigrante se va a llevarse tus
galletas.
(Beyoncé ríe.)
LEILA.– ¿De qué te reís?
BEYNCÉ.– Del shiste…
LEILA.– ¡Qué!, si no lo entendiste.
MARICÓN LUCHO.– Si no es pa´ reirse, es pa´ pensar la huevá.
SUZUKI.– Leila, piensa, nosotras también somos inmigrantes. Todos los marginados, los
segregados de la sociedad lo somos; ¿y sabís por qué?, porque, no tenemos país, no
tenemos bandera, cielo, ni tierra, ni mar, ni cordillera, ni ejército que nos defienda. Para
muchos pobladores venir al centro es venir a otro mundo, y pa´ qué vamos a hablar de ir pal
barrio alto, olvídalo, olvídalo. Es como estar en Estocolmo. Leila, tenís que abrir tu mente. Si
ver con los ojos no importa, hay que ver con esto, con el corazón. (Se pone de pié) Yo creo,
de que por fin es hora de que ocurra una nueva revolución de los excluidos, sí, si es una
necesidad histórica y la tenemos que hacer nosotros, un movimiento de los postergados o
incomprendidos, con partidos o sin partidos, no importa; ya es hora que dejemos de
maltratarnos nosotros mismos, mientras los que están encima de nosotros se ríen de
nuestra desgracia y se alimentan de las penurias de los menos favorecidos, de las
juventudes perdidas, de los mendigos con o sin carreras universitarias, que se la pasan
pateando piedras, de los endeudados de por vida, de los viejos… de los viejos botados por
la sociedad; de los pobres que no tienen raza, religión ni género; de los que trabajan y viven
en las calles; de los pelaos, los pelaos que jamás nunca van a alcanzarán los privilegios de
los Generales; de los pescadores, de los pescadores que no tienen qué pescar; de los
agricultores sometidos a los transgénicos y la muerte de la tierra; de los mapuches… los
mapuches, pucha, los mapuche que son inmigrantes en su propias tierras ancestrales; en
fin, de todos lo que no tenemos ningún Estado que nos ampare y que para los poderosos
seguimos siendo solo un montón de inmigrantes sin lugar ni futuro… (Sentándose) El Lalo,
el Lalo, un pololo comunista que tuve, en los 80´s eso sí… no los de ahora… él siempre
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decía: si el capital tiene derecho a inmigrar, ¿por qué no el trabajador que es el que le da la
plusvalía?
LEILA.– ¿Plusvalía?
SUZUKI.– Plusvalía… Al Lalo le encantaba que le cocinara mousse de parta y pato a la
naranja; era lindo, era goloso.
BEYONCÉ.– Sí, sabís Leila, que ta puro funándola, gritándoles cosas racistas. A mí, las
morenitas me caen bien, la Beyoncé es negra. Con la Kena las envidiábamos por sus
tremendos culos.
SUZUKI.– No Yenny, olvídalo, olvídalo. La Kena tiene buen poto, bonito natural, no tiene na´
que envidiarle a nadien. Eres tú la que le mete esas leseras en la cabeza.
BEYONCÉ.– No na´ que ver…
SUZUKI.– Eres tú...
BEYONCÉ.– Ella quería tener un poto de negra decía…
MARICÓN LUCHO.– ¿Cuándo dijo esa huevá?
BEYONCÉ.– Lo dijo.
SUZUKI.– Quién más que tú que le mete esas leseras en la cabeza.
LEILA.– Oye, Yenny, ¿y a voh quién te dijo que te parecís a la negra esa?
SUZUKI.– Se parece…
LEILA.– Si ni veís, Suzu…
BEYONCÉ.– Me parezco… Tenemos hartas cosas en común, ella inició su carrera en el coro
de la Iglesia; y yo también.
LEILA.– ¡¿Cuándo hay cantao voh?!
BEYONCÉ.– Canto, poh Leila.
LEILA.– Cuando te aprietan los pacos, con el micrófono de carne metío en la raja…
MARICÓN LUCHO.– ¿A ver?, ¿canta?…
BEYONCÉ.– No porque ustedes se van a reirse.
MARICÓN LUCHO.– A ver si podemos aprovechar esa gracia.
BEYONCÉ.– No…
SUZUKI.– Cante mijito…
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BEYONCÉ.– ¿Canto?
Todas.– Sííí…
LEILA: Tai lista pa Cachureos...
(Beyoncé canta “All the single ladies” y Leila, se pone a bailar y a jugar con ella.)
LEILA.– (Cantando) All the single ladies… All the single ladies… single ladies… single ladies
isculpa si te jodí el show, disculpa.
(Beyoncé la mira enojada.) Ay, d
BEYONCÉ.– Sé que soy robusta y tosca de cara, pero de perfil se nota más que me parezco
bastante. Tenemos las mismas cejas. No, si yo tengo caleta de hueás por hacer, invertir en
mis clases de pole dance. Tengo que ponerme las pilas, voy a lograr todo lo que yo quiero,
voy a tener mi cuerpo de mujer, voy a ser la Beyoncé.
LEILA.– Ellllaaaaaa... etuaaaaá, la Beyoncé de Estación Central. Soi muy re patúa. A la
Tigresa del Oriente te parecerái. Mírate, no tenís vergüenza. No sabí ni bailar; nadie te
pesca con tu pelo pobre y tu ropa de feria periférica. Mírate, si parecí zapato de cafiche; ni
pa´ bailar en la piojera te da, ni con cinco terremotos y tres réplicas te comen, soi entera
fea; le andai poniendo antenas a los televisores malos; acepta tu triste realidá, que soy más
ordinaria que ceviche de mortadela, más ordinaria que pezón con nata, que orgía de
peruanos, andai puro robando en Patronato, y en Bandera esas tenidas de washa shana que
sacai; no tenís cuerpo, no tenís talento, no tení gracia, no tenís remedio, la vida se ensañó
contigo.
BEYONCÉ.– ¿Y voh huevona?, ¿te creís muy linda?; mírate, estái entera consumía, huesúa,
no tenís ni culo ni tetas ni piernas, tus dientes podríos. Además, yo me voy a operarme.
SUZUKI.– No Yenny, olvídalo, olvídalo. Después vamos a hablar de tu operación, que yo no
estoy naita de acuerdo. Yapos niñas, traje mortadela para hacernos unos sandwiches,
coman algo, pa´ que se recuperen.
BEYONCÉ.– Ella es bacán. Baila y canta terrible de bien. Me hubiera gustado tener ese
cuerpo, ese pellejo al natural.
LEILA.– Osea, ¿a voh te habría gustao ser negra?... Voh, soy la Michael Jackson pero alverre.
Mira, yo no tengo problema con los negros por ser negros. Los haitianos son piola, porque
son más ordenaos y trabajadores, más limpios, respetuosos, callaitos como no saben el
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idioma, tan pegaos a los celulares. Pero los peruanos, ¿cómo son?, son terrible de
cochinos…
MARICÓN LUCHO.– No todos.
LEILA.– Cómo que no, tienen la pura cochiná…
MARICÓN LUCHO.– No todos…
LEILA.– Tienen ahí la mansa zorra en el puente Cal y Canto, tiran basura al río.
MARICÓN LUCHO.– No todos…
LEILA.– Sí… Y son los colombianos que vienen a dárselas de chorizos. Tu Wilson, por
ejemplo.
MARICÓN LUCHO.– ¿Qué pasa con el Wilson?.
LEILA.– Tu Wilson. Hasta los otros inmigrantes le tienen mala. El Wilson entró a Chile de
manera legal como turista. Si hasta residencia tiene el chuchesumadre y ahora le vende
falopa a cabros chicos de 10 años, no tienen ninguna ética.
MARICÓN LUCHO.– Esa hueá es una calumnia. Esa hueá es una calumnia.
(Toman té y se sirven pan.)
LEILA.– El tío Nano intentó hablar con ellos y le dijeron que si sapeaba le hacían la corbata
colombiana.
SUZUKI.– ¿Cuál es la corbata colombiana?
LEILA.– Te degollan y te sacan la lengua por acá.
SUZUKI.– Los milicos hacían cosas peores, y esos hueónes eran chilenos. A… cómo se
llamaba… una chiquitita… carita de mapuche…
LEILA.– La Maybell…
SUZUKI.– La Maybelline, la obligaron a tener relaciones con su propio hermano de ella,
olvídalo, no de verdad, olvídalo.
LEILA.– A lo que yo voy, es que estas autoridades valen callampa. Sin ningún bagallo le dan
papeles a estos inmigrantes. Hay que dejar la zorra pa´ que salga en la tele y así todos esos
corruptos muevan la raja y mejoren las leyes.
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MARICÓN LUCHO.– ¿Pa´ qué querís más leyes, huevona? Voh, soi entera fascista. ¿Sabís pa´
qué son las leyes?, pa´ puro andar reprimiendo chilenos pobres como losotros, que tanta
hueá si las leyes están hechas pa´ no cumplirse.
SUZUKI.– Claro chilenos pobres que es lo mismo que decir chileno inmigrante en su propio
país. Por eso yo creo que por fin es hora de que ocurra una nueva revolución de los
excluidos, si es una necesidad histórica y tenimos que hacerla nosotros…
LEILA.– Suzu, ya dijiste ese discurso…
SUZUKI.– ¿Cómo, ya lo dije?
MARICÓN LUCHO.– Ya lo dijiste….
LEILA.– Se repite, señora, se repite…
MARICÓN LUCHO.– Bueno pero tiene razón con lo que está diciendo, poh. Esa es la huevá
que pasa, que losotros estamos como estamos, porque vivimos esperando que nos arreglen
las cosas. Que las autoridades hagan algo. Que alguna vez salga una ley que nos beneficie.
Pico. Acá tenimos que estar haciendo negocios entre losotros. Viviendo en esta huevá que
es como un mundo paralelo, oh, conchetumadre.
LEILA.– A lo que yo voy, es que si los políticos dieran visa de trabajo habría más control, eso
es todo. Con sus políticas mal hechas la obligan a una se a ponerse así.
MARICÓN LUCHO.– ¿Facha pobre?... Voh hueona, soy vestío de mujer y hablái como UDI.
LEILA.– El fascismo sale de las clases trabajadoras, flaite ignorante. Pa´ que sepai yo no
vengo de una familia de torrantes como ustedes, a mi papi tenía parcela…
MARICÓN LUCHO.– Ella… la Raquel Argandoña...
LEILA.– Shusha la weá weón… Lo que pasó es que se le expropiaron los upelientos y
cuando los milicos devolvieron las tierras, bueno, a mi papi se lo cagaron y lo perdió todo. Él
siempre me decía: me estafaron por confiao, por creer en la bondad de la gente. Eso es lo
que yo creo, están ahora todos politizaos, pero cuando la cosa se pone difícil, todos eligen la
plata. Esto quedó, una democracia sin pueblo, es una democracia de puros consumidores y
de hueones que votan por puros hueones que valen callampa…
SUZUKI.– Mijito, lo único democrático es el culo, niño, porque todos tenemos uno… fin se
acabó… así que olvídalo, olvídalo…
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LEILA.– Señora, tómese sus pastillas, ¿ya? Usted ya se vino a sus cuarteles de invierno... sí, y
tuvo su dictadura… y nosotros la nuestra, travestida de democracia... ta buena… Y ustedes
tampoco fueron una muy buena generación que digamos. Mira la cagá de país que nos
dejaron.
(Silencio.)
SUZUKI.– Ya te vierai viviendo con los milicos, no pasai el año. Llegaba la comisión, te veían
pará en la calle, te agarraban de un ala, y no te preguntaban ni tu nombre, te metían en la
cuca. Y te decían: “¿Por qué te vestís de mujer, hueón maricón, si soi tan ronca?”...
(Tocándose la cabeza) Mi cabell…
BEYONCÉ.– (Consolándola)… Suzu… ay, mi amor…
SUZUKI.– Mi cabello, mi cabello me lo arrancaron de raíz. A Mariliz, que era bien bonita
igualita a la Liz Taylor, la mataron pa´ navidad, su cuerpo apareció en el Mapocho. Los pacos
dijeron que fue con cortapluma, pero yo vi las heridas, yo vi las heridas, no eran
cortapluma, fueron bayonetas; pero, hay cosas que son mejor olvidarlas, olvidarlas.
LEILA.– Es que a una la obligan a ponerse momia, porque no queda otra cosa que velar por
una misma. Si el rico es rico y la izquierda está aliá. Soy realista, no más.
MARICÓN LUCHO.– Si hay algo peor que un hueón ignorante que defiende la farsa del
comunismo, es una huevona pobre que defiende con orgullo al hueón que lo explota…
SUZUKI.– Permíteme decirte Luis, que tienes la boca llena de verdad.
MARICÓN LUCHO.– ¿Que, qué es lo que pasa aquí? Los inmigrantes no molestan cuando
son rubios y de ojos azules, nooo pos, no poh, hasta el asiento en el metro le dan a los
culiaos. Los inmigrantes molestan en Chile cuando son negros, es weá de piel. Y éste es un
país de inmigrantes, sino pregúntale al Wilson.
LEILA.– Otra vez el Wilson.
MARICÓN LUCHO.– ¿Hai hablao con él alguna vez?
LEILA.– ¿Qué voy a hablar?
MARICÓN LUCHO.– ¿Has hablao con él alguna vez?
LEILA.– ¿Qué tengo yo que a hablar con ese negro?
MARICÓN LUCHO.– Ni siquiera hola, ni siquiera hola huevona.
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LEILA.– ¡Qué te ponís a hablar de tu amante!
MARICÓN LUCHO.– Pa´ que sepai, el Wilson llegó hace tres años… ese loco sí que sabe lo
que es el abuso. Llegó solo, caminó por un campo minado en el norte, lo estafaron los
coyotes. Le sacaron la cresta tantas veces, que perdió su ojo. Y así tuerto y todo, ¿qué fue lo
que hizo el loco?, trabajó como esclavo cargando sacos de hielo. Pero él loco la hizo, salió
adelante porque el loco es fuerte. Es resiliente como se dice. (Llorando) Y eso es lo que me
tiene enamorá de él…
BEYONCÉ Y LEILA.– Ayyyy…
BEYONCÉ.– Ay, la Lucha…
MARICÓN LUCHO.– Además se ve terrible de rico con el parche pirata.
LEILA.– ¿Y pa´ qué llorái?
MARICÓN LUCHO.– No estoy llorando.
LEILA.– Mira como te tirita la pera… Ese optimismo vale callampa, oh.
SUZUKI.– Yo sinceramente no tengo problema con Wilson, porque alguna vez también viví
fuera y sé lo que se siente.
MARICÓN LUCHO.– Si a las finales, la mayoría son terrible de ficha, buena tela. Si los locos
vienen a hacerla pa´ tener una vida más digna. Igual que uno no más, como todos losotros,
si no es mucho pedir la huevá, es un derecho humano. A las negras las respeto, porque a las
finales las negras son como losotros, unas sobrevivientes.
(Silencio. El Lucho solloza. )
LEILA.– Ya… Te voy a hacer una pregunta, Lucho, pero que me contestís la firme.
MARICÓN LUCHO.– La pulenta…
LEILA.– Ya, pero dime, la dura si poh; ¿a ver, cómo te lo planteo?: ¿Cuántos de esos que los
defienden como voh están dispuestos a abrir las puertas de sus casas pa´ alojar
inmigrantes? O no, más fácil todavía: ¿cuántos, que los defienden así como voh, van a
aguantar que se les pongan de vecinos una maná de negros que grita todo el día, que
ensucian y viven con la música culiá a todo chancho?... (silencio) … reflexionemos… son
pura boca… son pura boca, Lucho…
SUZUKI.– ¿Sabís qué?, yo lo haría…
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LEILA.– La Sor Teresita…
SUZUKI.– No, no, no nada de Sor Teresita… yo lo haría, porque yo sé lo que es darle refugio
a alguien que lo necesita. Sin ir más lejos, el lalo, un pololo comunista que yo tuve en los…
LEILA.– En los 80 eso sí…
SUZUKI.– Al Lalo cuántas veces no lo tuve que esconderlo cuando venía a buscarlo la CNI, y
como estaba gordito tanto mousse no me entraba en ninguna parte. A ti, Leila, que no se te
olvide, ¿cuántas veces te di refugio cuando lo necesitaste? ¿Sabís de cuándo es la política
migratoria de este país? Te lo voy a decírtelo en dos palabras: de la época de Pinochet, de
Pinochet, de Pinochet.
MARICÓN LUCHO.– La pulenta, tiene razón la Suzu, los pobres inmigrantes no tienen la
culpa de esa hueá.
LEILA.– Ay chicas, a lo que voy: ¡cómo no se van a enojar la gente!, si ser chileno vale
callampa. Cuando fui a la posta a ver si estaba la Kena, un viejito hecho borsa, borsa, borsa,
del verbo, borsa. Se aburrió de esperar porque había 14 haitianos antes que él. ¿Creís que
alguien le dió el puesto?, nones.
BEYONCÉ.– La otra vez yo tuve otra experiencia, a la bajá de la micro, se me calló la bip
cargá con 10 lucas.
SUZUKI.– ¿Otra vez…
BEYONCÉ.– Sí, otra vez, otra vez, y un haitiano me la devolvió. ¿Cuándo hay visto eso en un
chileno?, yo, jamás.
LEILA.– Los feriantes por ejemplo están enojaos porque esperan por patentes años y
sienten que priorizan a los inmigrantes. ¿Por qué pasa eso, ah? Tienen la mansa cagá. Tapan
las alcantarillas porque tiran basura. (A Suzuki) Suzu, ¿conocís el gota a gota?
SUZUKI.– No, ¿cuál es el gota a gota?
LEILA.– Los prestamistas colombianos poh, te pasan plata y después te lo andan cobrando
todos los días, agujas los hueónes, gota a gota, amenazando con matarte, con cargarse a tu
familia. Al kioskero de Agustinas le hicieron la boleta porque no pagó, y obvio que no pagó,
¿cómo iba a pagar esos intereses?
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BEYONCÉ.– ¿Y la Nelly?, es colombiana y es terrible de buena onda, siempre nos presta
ropa. Antes de ponerse a trabajar en el ambiente, trabajó en una casa cuica, donde cuidaba
a un cabro esquizofrénico que se volvía loco y le sacaba la cresta, y más encima la patrona la
trataba de “negra culiá” y na´ que ver.
SUZUKI.– Pobre. Olvídalo, olvídalo. Leila, piensa, colocate una mano en el corazón y piensa,
piensa, e imagina: …que un niño boliviano te dice que no conoce el mar y que sueña con
verlo. ¿No te daría pena?
LEILA.– Pucha, Suzu, eh, puta, le diría que yo no conozco Bolivia y no lloro poh. Que sueño
con ir a la selva y pegarme un carrete de aquellos con ayahuasca y todo el mambo, y
después ir a Brasil y ser la chica de Ipanema; pero no puedo y tengo que trabajar no más,
poh.
MARICÓN LUCHO.– Soi como farmacia pobre, huevona, no tenís remedio. ¿Sabís lo que te
hace falta a voh?, voh tenís que viajar pa´ darte cuenta.
LEILA:.– A mí me gusta Shile, Shile, Shile…
MARICÓN LUCHO.– Mira hueona, yo te voy a contarte una historia: cuando fui lanza
internacional, viví dos años en Berlín. Viajando pude ver que cada un inmigrante de acá, hay
tres chilenos viviendo en el extranjero. Una vez un loco ecuatoriano, me apañó con casa pa´
esconderme de la BPOL, los pacos de allá, sólo porque unos días antes le había regalao unos
euros de un choreo pa´ que no durmiera en la calle, le dije: “toma hermano sudamericano”.
Y el loco sonrió, me dio las gracias. No sabía que después me iba a salvar de irme en cana.
Tenís que preguntarte, ¿cuánto inmigrante está hoy acá en Chile, trapeando baños,
barriendo calles, atendiendo mesas, cargando sacos, haciendo cualquier huevá, hasta la
huevá más miserable que te podái imaginar pa´ poder sobrevivir?, mientras los locos están
todo el día, ahí, tatatá, soñando despiertos con un futuro mejor, esa huevá tenís que
pensar, antes de hablar tanta huevá, ahueoná.
LEILA.– Yo solo solo veo cómo el barrio está entero invadío. Primero se llenó de peruanos,
ahora de haitianos, colombianos, dominicanos, ecuatorianos, ahora los venezolanos, en un
tiempo más vamos a desaparecer.
MARICÓN LUCHO.– Si vierai cómo viven.
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LEILA.– He visto cómo viven.
MARICÓN LUCHO.– Nunca lo hay visto.
LEILA.– He visto…
MARICÓN LUCHO.– ¡Nunca lo hay visto!
SUZUKI.– Escúchenme una cosa… mira Leila, si a los negritos igual se los cagan. La vecina
del 504, la… la…
BEYONCÉ.– La Hilda…
SUZUKI.– La Hilda…
MARICÓN LUCHO.– La que llora…
BEYONCÉ.– Peña…
SUZUKI.– La Hilda Peña… Siempre me cuenta que las piezas que les arriendan a los negritos
están en condiciones terribles. Pero que los negritos ahí están, firmes, pagan a tiempo, son
cuidadosos y limpios.
LEILA.– ¿Y cómo vivimos losotras?
SUZUKI.– ¿Cómo que cómo vivimos?
LEILA.– Suzu, tú decís que ahorremos, que nos compremos una casa…
SUZUKI.– Sí, poh…
LEILA.– Pero ahora no se puede, antes era fácil encontrar una por 30 palos…
SUZUKI.– ¿Hoy ya no?
LEILA.– Hoy salen el doble, porque el negocio de estos chatos está en arrendarles pieza a los
inmigrantes. Viven tres familias o más en un sucucho por $150 el mes. Una casa antes te
salía en 200, ahora le sacan 600 gambas. Una vez me fui con un negro, yo no quería…
MARICÓN LUCHO.– Ella… la yo no…
LEILA.– Pero me ofreció el doble y dije ya bueno. Pero, entré a su pieza que compartía con
12 monos más y era un chiquero, tenían la mansa zorra. Le dije que no lo hacía ni por un
millón de pesos lo hago y me fui. Pero antes de irme, ahí con el negro desnudo al frente
mío, comprobé que el mito es farso.
(Tocan la puerta.)
SUZUKI.– Shhhhhh, la puerta.
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(Todos se quedan en silencio. Vuelven a tocar la puerta.)
BEYONCÉ.– ¿Los pacos?
MARICÓN LUCHO.– Yo voy.
SUZUKI.– No, yo voy. La última vez me robaron un reloj, no los quiero reventándome el
departamento. Acompáñame Lucho (van a la puerta.)
LEILA.– (Toma un cuchillo y Beyoncé la detiene.)
BEYONCÉ.– ¿Qué estai haciendo?, huevona, pásame la cuchilla.
LEILA.– Esto es guerra declará, con las cabras no los vamos a quedarnos de brazos
cruzados…
BEYONCÉ.– (Forcejeando) Pásamela…
LEILA.– Esto ya no es solo por la Kena, por la Gaga, el Malva, por todas las que se han ido.
Voh soi mi carta salidora, Pedro… me tenís que ayudarme. Todo lo que pasamos juntas con
la Kena, en cuánta mocha, carrete y cana estuvimos, era nuestra yunta… Vamos. Vamos a
darles la dura...
(Suzuki y Lucho vuelven.)
BEYONCÉ.– Leila, Leila… pásamela esa huevá...
MARICÓN LUCHO.– ¿Qué huevá?
SUZUKI.– El conserje dijo que un grito más y llama a los pacos. Dijo que va a mandar una
carta a la Muni pa´ que nos echen, porque que les devaluamos la propiedá con este tipo de
escándalos. Así que Leila, por favor contrólate, contrólate…
MARICÓN LUCHO.– Veleidosa esta maraca.
SUZUKI.– Ese cuerpo no te va a soportar ese ritmo pa´ siempre, niño por Dios.
LEILA.– Mi cuerpo aguanta, Suzu. La que puede puede y la que no se arrastra y le aplaude a
la que puede.
MARICÓN LUCHO.– Ella, la chica superpoderosa…
LEILA.– Si acá los clientes venían por mí y por la Kena, no por esas feas culiás…
SUZUKI: No grites...
LEILA.– Por algo ella fue Miss Vivaceta, fue Miss Maipú y yo fui Miss Brasil.
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MARICÓN LUCHO.– Fuiste, huevona… fuiste, esa hueá fue hace caleta de años, tiempo
pasao. Ahora, mírate, tai toa hecha mierda.
LEILA.– Me gusta vivir a todo morrison, Lucho, ¿qué tiene de malo?, si la vida es pa´ vivirla.
SUZUKI.– Serai linda pero tonta, Leila, por la cresta… ¿qué ganái?... ¿qué ganái?... si la
belleza va por dentro. El problema es que lo dejái todo por el trago, por la mandanga, por la
singalonga. No te importa na´, ni nadie, ni voh misma.
LEILA.– Me importa la Kena. Ya no soi mi fioca Suzu, no me podís decir qué hacer.
MARICÓN LUCHO.– Pero te sacó de la calle, mal agradecía.
LEILA.– Y después me echó.
SUZUKI.– Porque soi incorregible. Porque nos robaste pa´ consumir.
LEILA.– Cha...
SUZUKI.– Intenté ayudarte lo más que pude. ¿Sabís por qué?, porque le prometí a tu
mamita que iba a hacer todo lo posible porque no te perdierai.
LEILA.– Vale, te doy las gracias, la pulenta. Y no te culpo, Suzu. Soy drogadicta, angurri. Pero
es porque estoy buscando algo real, algo que me llene aunque sea químico. Y no saco na´
con rehabilitarme. Los cursos de reinserción laboral de la Muni no sirvieron pa´ ni una hueá.
Nosotras no tenemos más espacio que ser putas o ser peluqueras...
SUZUKI.– Deberían encerrarte en El Peral, olvídalo.
BEYONCÉ.– ¿Sabís qué, Leila? Me da pena da verte como te desaprovechái…
LEILA.– No te quiero escuchar…
BEYONCÉ.– Me vas a tener que escuchar… Erís tan linda, huevona… tan linda… sabís que
no… no… Yo no pienso ser puta toa la vida, no…. Yo tengo un sueño…
MARICÓN LUCHO.– ¿Otra vez con esa hueá?
BEYONCÉ.– Sí, Lucho, tengo un sueño y pa´ eso necesito plata. Sí, plata. Quiero casarme con
un hombre que me ame como mujer, eso quiero. Quiero una casa con piscina, un perro y un
auto. Sí, ríanse, quiero el sueño americano, ¿y qué tanto?. Conocer qué se siente la alegría
aunque sea farsa, sí. Quiero reconciliarme con mi mami, eso quiero. Vamonos lejos, Suzu,
cabras, yo odio el sexo en la calle, apurao, que eyaculen en mi ropa, no es digno pa´ mí. La
calle y los parques dejémoselos a los perros, vámoslo…
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LEILA.– No, yo soy puta obrera, una luchadora; eso es lo que soy. Me gusta que me rompan
el culo al aire libre.
MARICÓN LUCHO.– Shusha, que loco, no había cachao. (A Beyoncé mientras se sirve un
completo) Y voh, cortá el hueveo de cortarte la pichula, si ya sabís que esa huevá no es
bueno pal negocio.
BEYONCÉ.– El cuerpo es mío, Lucho, yo hago lo que quiero.
MARICÓN LUCHO.– Los clientes buscan el servicio completo, pos guacho.
LEILA.– Para dejar de ser hombre no basta con cortarte la tula.
MARICÓN LUCHO.– Lo que tenimos que hacer, antes de andar pensando en cortarse la
pichula, tenimos que ponernos las pilas, preocuparnos del negocio, darnos categoría como
dice la Suzu.
SUZUKI.– Tienen que apuntar a ejecutivos. Caballeros de empresa. Sí.
MARICÓN LUCHO.– La pulenta, entonces yo tengo una idea con respecto a eso que tiene
que ver con mandar a hacer tarjetas…
LEILA.– ¿Qué tarjetas?
MARICÓN LUCHO.– No tarjeta, sino que unos flyers…
BEYONCÉ.– Que lindo…
MARICÓN LUCHO.– Unos flayers terrible de pelolais, cototos, de alta gama… Ya sé
conchemimadre…
LIELA Y BEYONCÉ.– Ayyyy… Lucho…
MARICÓN LUCHO.– Le vamos a colocarle con letras doradas…
BEYONCÉ.– Ay, me encanta el dorado…
LEILA.– Oro, oro, oro…
MARICÓN LUCHO.– Hermosas... Oro, así, lo siguiente le vamos a ponerle: podrás probar mi
sexo oral y anal, mis juegos de sumisión, cambio de roles. Te vamos a darte placer de
verdad, real. Tocaciones altas, bajas. Acabamiento interno, externo. Cuadros plásticos con
motivos, ejiccio, romano, leopardo…
LEILA.– Animal Planet.
MARICÓN LUCHO.– Escolares, enfermeras, todo el arsenal, toda la gama de posibilidades.
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SUZUKI.– Lo primero, déjense de consumir; mírense, por eso nadie las levanta, y le echan la
culpa a las extranjeras.
LEILA.– Apelemos que somos locales, chilenas. Le ponemos en el flayer: chileno culiao,
siente el placer de mi pene y mi culo 100 por ciento chileno. Haz patria chuchetumadre; las
extranjeras tan toas picas con la pulga chistosa, arrastrando con la cruz ladiá.
MARICÓN LUCHO.– Ya te pusiste… Le vamos a ponerle lo siguiente… Si sufres de hetero
curiosidad, nosotras te vamos a darte la cura.
BEYONCÉ.– Eso sí, que nada de caca o pichí… lluvia de oro puede ser… si es lindo el
culiao…
MARICÓN LUCHO.– Tengo un amigo que cacha de página web y los puede hacer un precio.
Solo tenemos que sacarnos buenas fotos buenas, de alta gama, buena calidad. Juntamos a
las chicas y cobramos porcentaje.
BEYONCÉ.– Me tendría que hacerme el sirena champán. Y la mini de lentejuelas. El negro y
el blanco. Y el línea scoop cap manga corta completo. Los zapatos. Los peinaos. Es plata
igual.
MARICÓN LUCHO.– No te preocupís pos guacha…
LEILA.– Yo soy como tonta pa´ la cámara, de chica que soy fotogénica. Yo modelaba todos
los días; me gustaba mirarme en el espejo largo que había en el ropero de mi papi, hacer
poses, bajarme los pantalones, poner la tula pa´ dentro, cruzar las piernas y que se viera la
concha. Un día mi papi me pilló dejé la casa y me echó y de ahí que vivo en la calle… eso
pasó… (Silencio.)
BEYONCÉ.– ¿Aceptará que le paguemos con carne?, pa´ ahorrar digo yo.
MARICÓN LUCHO.– Le agregaría esto al flayer: Somos muy de piel, de besar el cuerpo,
lamer y chupar antes de que tengamos rico sexo, eso es re importante así se van más rápido
y podemos atender a más por hora; somos lo que desees en la cama, unos animales si lo
quieres, unas perras, gatas, yeguas o un burro en su defecto, pasivos, activos, modernas;
así, como nos ves; como nos sientas, te haremos reír, llorar, sonreír de placer carnal... Hay
que prometerles este mundo y el otro, hay que decirles hueás cochinas al oído, eso es súper
importante pa´ que se vayan rapidito: "me calienta juntarme con desconocidos, no saber
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quién erí, de ahónde vienes, cómo te llamas, me excitái tanto perrito, me hacís mojar
entera"; y apretai el chico, y te ponís a gemir, y hacís el apretón de la muerte y tatatá, se
van de una, conchetumare.
BEYONCÉ.– Y rematamos, con besos en la boca y con lengua, mucha, mucha lengua…
LEILA.– Qué asco, ¿qué huevá dijiste?
BEYONCÉ.– ¿Quién?
LEILA.– Tú Yennifer…
BEYONCÉ.– ¿Yo?
LEILA.– No, el chavo del 8.
BEYONCÉ.– Y rematamos, con besos en la boca y con lengua, así rico…
LEILA.– ¿Tay más hueón o te culió un león, Yenny? Esa hueá si que no… besos con lengua…
¿a cualquiera?, ni cagando. Una hueá es chupar culos, darle un beso en el asterisco a un
mendigo, comer mierda, dejar que te metan un martillo por el orto, pero darle un beso a
un hueón asqueroso, prefiero morirme.
MARICÓN LUCHO.– A no ser que te guste el loco… eso déjalo como sorpresa…
LEILA.– No, no, no, los besos son la única libertad que nos va quedando. ¿Sino cómo
demostramos amor a los que amamos si prostituimos los besos? El sexo se vende, pero los
besos no, y menos con lengua; esos se regalan, se dan con gusto, con cariño, con amor.
SUZUKI.– Saquen carné de artista; sean profesionales. Así yo me lucí yo en teatros, estadios
y locales nocturnos. Eso deberían hacer ustedes.
MARICÓN LUCHO.– Y a saben cabras, eso vamos a hacer… mañana a primera hora vamos
al Registro Civil a sacar carné de artistas…
BEYONCÉ.– No, si yo tengo que enfocarme en lo mío, de mi operación. Soy mujer, nacida
por equivocación en el cuerpo de un hombre. Soy negra, nacida por equivocación en cuerpo
de chilena. Y soy Beyoncé, nacida por equivocación en cuerpo de Pedro.
MARICÓN LUCHO.– Me quedó clarito, jajaja.
LEILA.– ¿Y me huevean los pollos a mí?
MARICÓN LUCHO.– Fisura esa huevá, pura fisura. No por que te corten la pichula vai a dejar
de ser hombre.
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SUZUKI.– Yenny, olvídalo, en mis tiempos no había operaciones, a mí no me importaba
porque nunca me dio vergüenza ser lo que soy, al contrario, porque travesti es aquel que no
abandona su sexo original pa´ encarnar un cuerpo diferente, ahí está la magia…
MARICÓN LUCHO.– Oe, Suzu, si esta huevona es terrible de binaria patriarcal…
LEILA.– Provida la culiá…
SUZUKI.– Yenny, vestirnos de mujer es reconstruirnos día a día sin dejar de ser lo que
somos. Yo, siempre, siempre sentí orgullo: de que cada vez que salía a la calle a trabajar con
mi cuerpo, fuera una historia de triunfo.
MARICÓN LUCHO.– Hermoso…
BEYONCÉ.– Lo que no entienden que esto no es na´ una locura de ahora. Más que ser mujer
por ser mujer, esto es otra cosa, es la búsqueda de la dignidad, eso es. Desde niña que
nunca me sentí cómoda con pilín, y mi mami ponía ropa de hombre y me la sacaba, quería
usar vestido y pelo largo. Yo solita me había puesto mi propio nombre de mujer. Cuando
tuve 3 años le dije a mi mami que era niña, ella se quedó helá. Mi mami me decía Pedro
pero yo no le hacía caso hasta que me dijera Jenny, por mi bella genio. Y cuando yo
escuchaba yenny, Yenny, mi corazón de pajarita de ala rota se ponía a latir de felicidá, y ahí
cachó que no era capricho, que no había vuelta. Si esto no puede ser una enfermedá como
esos chatos de mente piensan. Y yo voy a lograr el striptease total, abrirme de piernas, y
que no haya nada, liso, natural. Yo creo que todas las personas tenemos derecho a
reconocer nuestra propia identidad y elegir quien queremos ser. Y yo quiero ser dueña de
casa, quiero esperar a mi marido con la comía caliente, con la cama hecha, con todo limpio,
con su ropa planchá y con una sonrisa en la cara. Para que cuando él llegue, me lleve a la
pieza y me haga el amor, eso quiero, que me hagan el amor.
LEILA.– Perdóname Yenny, no quiero interrumpir este momento hermoso que nos das,
pero, ese discursito de Hello Kitty mapuche, discursito de gay romántico pro familia es una
mierda, es moda, pura moda.
MARICÓN LUCHO.– ¿Pa´ qué shusha querís ser mujer? ¿Pa´ qué?… ¿pa´ qué?… Nosotros
tenemos mejores ideas pa´ estar en la cama que ellas. Somos más degeneraos, más
arrojaos, nos atrevemos a más, a too. Sabemos cómo tratarlos. Las minas, ¿qué?, con cueva
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la chupan y hacen el misionero y después quieren casorio. Nosotros no pos huevona.
Sabemos perféctamente lo que les gusta a los locos, sabemos cómo tratarlos, que al
hombre shileno, shusha, le encanta que le limpien la cañería.
SUZUKI.– Losotras somos las dos caras de la monea: el mando del hombre y el silencio de la
mujer. Niño, al hombre no le gusta que lo engañen, le gusta que la excitación sea
verdadera. Y esa es la gracia que tenímos, lo que nos diferencia de la mujer: sí, si con
pichula no podí fingir. O se te pone dura o no; es así de simple; y esa, ojo, ojo, es una virtud
que la mujer no te tiene.
(Tocan fuertemente la puerta. Se miran asustadas. )
MARICÓN LUCHO.– Oye, el conserje cargante, si ya estamos piola.
(Leila se levanta y se pone alerta. )
LEILA.– Son las negras.
MARICÓN LUCHO.– Tranquilas, tranquilas...
BEYONCÉ.– Ya, Leila, escóndete.
MARICÓN LUCHO.– Yo voy. (A Leila) Si son ellas, no sé qué shusha vai a hacer.
(Lucho va a la puerta. Suzuki se persigna y se queda inmóvil. Beyoncé agarra su cartera.
Leila agarra la cuchilla y se pone una polera en la mano a modo de protección. Vuelve
Maricón Lucho. Lo miran con cara de interrogación. )
MARICÓN LUCHO.– Es el Wilson, se murió la Wanda. Nos vieron entrar acá y quieren a la
responsable. Mano a mano dijo el Wilson y no va a llamar a los pacos y no va a hacer más
atados, esa es la vaina… Chucha Leila, te la pitiaste. Vai a tener que saber bajar.
SUZUKI.– Yo siempre le rezo a la Patroncita, para que me las cuide a mis niños, para que no
me hagan tonteras. Para que me vuelvan enteras. Pero se creen inmortales. Yo ya no quiero
ir a más funerales. Jonathan, si tuviera la juerza, te sacaría la cresta. Te encerraría con llave
para que no te me vayái, para que no te me mueras.
BEYONCÉ.– Morirse sin conocer el amor. La Kena por lo menos supo lo que fue el amor. Fue
mi culpa… (Silencio)… Suzu, venía estilando porque me fui a tirarme al Mapocho, pero no
me atreví, porque tengo un sueño. Y me vine pa´ acá a buscar mis cosas pa´ irme lejos. La
Leila tiene razón: lo que está en el Médico Legal es la Kena. La convencí de que se pusiera
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poto pa´ que lo tuviera como las negras, que iba a ser pa´ mejor, que iba a ser feliz. No
tengo de qué preocuparme pensé, hay muertes que no tienen ni media página en los
diarios.
MARICÓN LUCHO.– ¿De qué huevá tai hablando, voh?
BEYONCÉ.– …Esa noche, le dije a la Kena que yo podía inyectarle silicona. Me dijo que me
iba a pagarme y yo hago cualquier cosa pa´ mi operación, pa´ ser la Beyoncé. Nunca me
imaginé que iba a salir todo tan mal. Se la puse la inyección, todo iba bien, salió un poco de
sangre, pero todo bien. Pero cuando el ulpo entró en sus carnes se empezó a hincharse, se
puso morá y dejó de respirar. Yo no supe qué hacer, Suzu, quedé en shock. Se me murió en
los brazos.
MARICÓN LUCHO.– ¿Pero por qué no pediste ayuda, huevona?
SUZUKI.– !!¿Por qué quemarla?!!, ¿por qué tirarla a un basural como a un perro?
BEYONCÉ.– Me asusté, Suzu. La corté y la fui a tirar al sitio, pa´ quemarla con parafina, pa´
que no me pillaran. No quería volver a la carcel. Estar en la cana fue terrible pa´ mí. Fue uno
de los sufrimientos más grandes, quedé hastiá. Quería reinventarme, empezar de nuevo,
ser alguien. Quería ser mujer y no tener que ponerme la faja, hacerme el truco, ni lidiar con
clientes borrachos, hediondos, hueónes pencas, degeneraos. No saber a qué auto te subís,
no saber si vai a volver con vida mañana…
LUCHO.– ¿Y voh queríai lograr todo eso a costa de una amiga? ¡¡¡Nos tuviste buscándola
cinco días y no dijiste nada!!! La Leila se echó a una negra por tu culpa. ¿Sabís qué huevá va
a pasar ahora, qué huevá va a pasar?... A la Leila la van a hacerla cagar. Dime pos huevona…
dime, ¿qué shusha vamos a hacer ahora?
BEYONCÉ.– Me voy a echarme la culpa por lo de la Wanda; que el Wilson me haga lo que
quiera, que se desquite. En mi cartera están todos mis ahorros, los tenía guardados pa´ mi
operación, se los dejo pa´ que encuentren un bonito lugar pa´ la Kena… Y también está su
otro diente de oro; el que encontró el viejo no lo vi por los nervios.
LUCHO.– No, vos la weá que vai a hacer es entregarte, porque sino nadie la va a
reconocerla…
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BEYONCÉ.– No, no quiero volver a la cárcel, no, ¿pa´ qué?, pa´ que me vuelvan a
intercambiarme como a un animal, no, no voy a soportarlo… no…
MARICÓN LUCHO.– Voh, no podís ser tan maricona huevona, no podís ser tan perra pa´
dejarla abandoná como cuerpo de nadien, que la tiren a la fosa en el 129…
SUZUKI.– ¡Jenny!
BEYONCÉ.– Beyoncé, Suzu, Beyoncé…
MARICÓN LUCHO.– Las dos van a tener que arreglar la cagaita que se mandaron. Cada una
por su lado. Pero esta huevá de acá, Leila, lo de abajo, es entre voh y el Wilson.
LEILA.– ¡Qué tanto!, nunca he sio cobarde y la que la hace la deshace. A esa muerta la cargo
yo, total, esta guerra es conmigo o sinmigo.
SUZUKI.– Espera, niño, no vayái…
LEILA.– Si salgo viva de ésta cabras, le haremos un funeral a la Kena bonito con cotillón y
coronas, con nuestras sus mejores pintas, para despedirla como se merece. Con una
caravana con plumas y lentejuelas que recorra las calles, pase por la pérgola de las flores y
llegue hasta el cementerio. Y si muero, récenle a la patroncita por mí, ¿ya?, pa´ que me vaya
pa´ arriba, pa´ que con la Kena nos paremos en la esquina del cielo a parar ángeles, porque
lo calientes ni el paraíso nos lo quita.
(Leila sale. )
SUZUKI.– (A Lucho) Haz algo Lucho, por Dios…
BEYONCÉ.– ¿Entonces de eso se trata esto, de hacer lo correcto?
(Beyoncé se saca la peluca y se dirige a la puerta. )
SUZUKI.– ¿Pa´ ahónde vai?
(Beyoncé las mira y sale. )
MARICÓN LUCHO.– Suzu, yo voy y vuelvo… Y, señora, tómese sus pastillas, ¿quiere?.
(El Maricón Lucho sale tras Beyoncé. Suzuki, se sienta frente el altar y reza. )
SUZUKI.– Señora Mía,
Virgencita de Pompeya,
¡Qué dolor el tuyo!
¡Qué dolor el mío!
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¡Qué dolor que tenemos las dos!
¡Se nos ha muerto un hijo querío!
El tuyo más grande,
el mío pequeñito,
¡Los dos tan hermosos!
¡El tuyo un Dios y el mío, mi niñito!
¡Qué dolor el tuyo,
entregarlo a los hombres;
qué dolor el mío,
entregárselo a Dios!
¡Qué alegría la tuya! ¡Me alegro por ti!
¡Vives ya con ellos! ¡Te abrazan al fin!
Llévame con ellos, cuando lo creas bueno.
Llévame hasta ellos, ¡Llévame hasta el Cielo!
TELÓN.
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