Articulo Geopolitica

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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE QUERÉTARO

FACULTAD DE CONTADURIA Y ADMINISTRACION


GEOPOLITICA

Lee el siguiente articulo y elabora un análisis


No hay suficiente volumen de gas natural licuado disponible para sustituir el
suministro de gas ruso a Europa
Lo mismo ocurre con el gas. El ministro de Energía de Qatar, Saad Sherida Al-Kaabi,
confirmó que no hay suficiente volumen de gas natural licuado (GNL) disponible para
sustituir el suministro de gas ruso a Europa. Al mismo tiempo, países europeos como
España e Italia quieren obtener más volúmenes de gas por gasoducto desde Argelia.
Otros, como Alemania e Italia, deben aumentar su capacidad e infraestructura para recibir
cargamentos de GNL, pero eso requerirá tiempo e inversiones.
Mientras tanto, el acuerdo energético entre EEUU y la UE de mediados de marzo promete
aumentar el suministro de GNL a Europa desde EEUU hasta 98 bcm al año, un aumento
extraordinario del 104% respecto a los 48 bcm previstos para todo el año 2022. El anuncio
viene acompañado de muchas incertidumbres. Incluso en el caso de que se alcanzara
este objetivo, sólo equivaldría al 65% de los 153 bcm de gas al año que Rusia suministra
a Europa.
El gobierno ruso está aprovechando estos acontecimientos, utilizando la crisis energética
para socavar la cohesión política europea. Mientras Europa se esfuerza por diversificar su
suministro energético, los responsables políticos deben reflexionar sobre el significado y
el alcance de la “independencia energética europea”. En este sentido, un embargo de
petróleo y gas a Rusia no cambiaría la dependencia europea de los combustibles fósiles.
A corto y medio plazo, simplemente no hay suficiente capacidad de energía renovable
para sustituir a los hidrocarburos y sostener la economía europea.
La UE se encuentra ahora en una carrera contrarreloj para encontrar nuevas fuentes de
energía capaces de sustituir el suministro ruso. Estos nuevos proveedores: EEUU, MENA
o países africanos, no sólo son insuficientes sino más caros, tanto por los altos precios del
mercado, como por los costes de transporte y -—en el caso del GNL— el desarrollo de
nuevas infraestructuras.
Otro subproducto de la desglobalización del petróleo es que los grandes consumidores
que no son autosuficientes en materia de energía, como Europa, China, el resto de Asia y
la India, se encuentran ahora inmersos en una frenética y costosa competencia por
garantizar el suministro de petróleo y gas natural. Esta competencia por un suministro
limitado, al tiempo que se paga más por la energía y se desplazan los recursos
destinados a otros países, ya está creando tensiones geopolíticas entre bloques y dentro
de los países con más dificultades.
Esta nueva situación es peligrosa porque ningún país o bloque puede quedarse sin
fuentes de energía. Sin suministro, la pérdida de competitividad o el colapso de las
economías industrializadas será cuestión de tiempo. La disputa por la energía es, pues,
una cuestión de supervivencia.
Los responsables políticos, especialmente en Europa, deben abordar la seguridad
energética como una cuestión de seguridad colectiva. La UE sigue teniendo una gran
dependencia de los combustibles fósiles, una situación diferente a la de EEUU, Reino
Unido y Canadá. Si las tensiones geopolíticas siguen deteriorándose y los mercados
energéticos se convierten en un escenario clave de competencia, la economía europea
sufrirá más en comparación con sus aliados productores de petróleo.
Ningún país o grupo de países de Europa será inmune a las implicaciones de esta
desglobalización del petróleo. En este sentido, los responsables políticos deben
prepararse para hacer frente a las repercusiones, incluida la posible desestabilización
política provocada por la inflación, el aumento de los costes energéticos y la
desaceleración más general de la economía.
Algunas políticas públicas deben ser diseñadas para proporcionar alivio, incluyendo el
posible racionamiento de energía para la industria y la necesidad de subsidios públicos
para proteger la economía y las poblaciones del creciente coste de la energía. Además,
deberían redoblar los esfuerzos para maximizar los recursos energéticos disponibles,
acelerar la diversificación del suministro, limitar el despilfarro y seguir promoviendo la
transición energética.
La politización de la energía y las tensiones derivadas de la guerra producirán una
escalada de medidas y contramedidas entre los bloques. Esta espiral de escalada ya ha
socavado el precario equilibrio del mercado energético, con resultados imprevisibles y
cambios permanentes en la geopolítica del petróleo y el gas.
Las implicaciones serán de largo alcance, pero en última instancia la permanencia de este
proceso de desglobalización en los mercados energéticos dependerá exclusivamente de
factores políticos, no económicos. Por esta razón, considerar cuidadosamente las
implicaciones a corto, medio y largo plazo derivadas de un mercado energético
internacional más fragmentado y enfrentado debería encabezar las agendas de los
responsables de la toma de decisiones en todo el mundo, empezando por Europa, que ha
vuelto a convertirse en el ojo del huracán en términos de retos políticos, socioeconómicos
y de seguridad superpuestos que no van a resolverse a corto plazo.

bcm (miles de millones de metros cúbicos/año).

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