Eticidadymoralidad
Eticidadymoralidad
Eticidadymoralidad
1. Contextualizando sintéticamente
A veces ocurre que estamos muy convencidos de tener una visión acertada sobre unos
hechos determinados y podemos estar también muy equivocados en nuestra apreciación sobre
tales hechos. Hegel diferencia este derecho (el más elevado del sujeto libre) que se haya en
una perspectiva subjetiva y formal, del derecho de la objetividad. Nuestra percepción sobre lo
bueno y la acción que llevamos a cabo en nuestra vida, para ser acertada y válida, tendría que
estar adaptada a este mundo y, “precisamente por ello debe someterse a sus leyes y
reconocer el derecho de la objetividad” que sustenta el Estado ix . La fuerza de los móviles
sensibles (la pasión, la falta de conocimiento o entendimiento, la inconsciencia, la presión
social de familiares y amigos, los medios de comunicación de masas, el uso abusivo de las
nuevas tecnologías, la moda y las nuevas formas de aturdimiento colectivo, el deseo de hacer
brillar nuestro pobre ego para captar la atención de los demás, el permanecer pegados y
radicalizados en un partido, religión o tendencia intelectual,…) nos acerca a las conductas más
instintivas y erróneas y nos alejan de las acciones más sensatas y acertadas hacia las que el
Estado nos intentaría llevar “con la publicidad de las leyes y la universalidad de las (buenas)
costumbres”. Nuestra naturaleza de inteligencia inmanente nos dignifica al hacernos
responsables de nuestras acciones y quedamos degradados cuando nos afianzamos en
nuestros errores.
determinado considera bueno no tiene necesariamente que coincidir con lo que es en y por sí
bueno. La apreciación subjetiva de la conciencia moral no puede ser reconocida por el Estado
“del mismo modo como en la ciencia no tiene validez la opinión subjetiva y la afirmación y
apelación a la opinión subjetiva”xiv .
“Esta pura certeza abstracta de sí que se pone en su ápice aparece bajo las dos
formas que inmediatamente pasan de una a otra, la conciencia moral y la
maldad. La conciencia moral es la voluntad de bien, de aquello sin embargo que
en esta pura objetividad es lo no objetivo, lo no universal e inefable, sobre lo
cual el sujeto en su singularidad se sabe como aquel que decide. La maldad por
su parte es este mismo saber su singularidad como quien decide en tanto no se
queda en esa abstracción, sino que enfrentada al bien se da el contenido de un
xx
interés subjetivo” .
xxi
a) Actuar con mala conciencia Se explicita en los tres momentos siguientes:
1. Saber la verdadera universalidad acerca del derecho y del deber.
2. Querer lo particular (distinto del universal anterior).
3. Se comparan los momentos anteriores sabiendo que su querer
particular se determina como mal.
d) En el estadio siguiente se propone que el requisito para que una acción sea buena es que la
buena voluntad quiera el bien abstracto. Pero como “el querer determinado tiene un
contenido” y “el bien abstracto no está de ninguna manera determinado” será el sujeto
particular (según su situación y deseo) quien tenga la dignidad de poder proporcionarle un
xxiii
contenido al bien abstracto, es decir, “subsumir un contenido bajo un universal” . Aquí
encontramos el refugio de la buena intención que convierte las acciones en buenas. La
afirmación: “el fin santifica los medios” tendría cabida en esta perspectiva.
e) La opinión subjetiva es declarada en regla del derecho y del deber cuando lo “que determina
la naturaleza ética de una acción” es la convicción firme (subjetiva) que considera algo como
xxiv
justo. “La intención bondadosa de mi acción y mi convicción de ello la convierten en buena” .
Este modo de filosofar lo relaciona Hegel con quienes niegan la posibilidad de alcanzar lo
verdadero y la objetividad ética, orillando ésta hacia la opinión particular y la creencia. Como
consecuencia se habla cada vez menos de hipocresía al quedar difuminadas las distinciones
entre las acciones justas y las delictivas, y, aunque se admita la posibilidad del error, el error
es tratado con benevolencia: errar es humano.
Cuando la autoconciencia subjetiva “afirma que lo que lo que ella sabe y quiere es en
verdad el derecho y el deber” y estos principios reflejan el bien, estamos ya en la eticidad,
tierra fértil donde crecer la “idea de libertad”. Esta es, sintéticamente, “la identidad concreta
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del bien y la voluntad subjetiva” . Es el resultado de la realización del derecho y de la
conciencia moral, concretadas en el bien.
“La unidad del bien subjetivo y del bien objetivo existente en y por sí es la
eticidad, en la que se produce la reconciliación de acuerdo con el concepto. Si la
moralidad es pues la forma subjetiva y la autodeterminación de la voluntad, la
eticidad es pues la forma de la voluntad según el lado de la subjetividad, la
eticidad no es ya meramente la forma subjetiva y la autodeterminación de la
Notas
i
HEGEL, G. W. F., Principios de la filosofía del derecho (en adelante: FD), Madrid, Edhasa, 1999, §31.
ii
Ibid., p. 48.
iii
Ibid., § 129 y agr.
iv
HEGEL, G. W. F., Enciclopedia de las ciencias filosóficas, Madrid, Alianza Editorial,2005, §§507 - 511.
v
Vamos a encontrar en la propuesta que va desarrollando Hegel y en la crítica que hace de Kant un
acercamiento (salvando las distancias de la modernidad…) al pensamiento clásico griego donde el individuo
y la sociedad, la Ética y la Política, eran inseparables. En Aristóteles la ética se completa con (o necesita de)
la política: “una ciudad es una comunidad de hombres libres”. La finalidad del Estado es lograr “una vida
plena e independiente” que “viene producida por el sentimiento de amistad, ya que la acción deliberada de la
vida social es amistad… y la comunidad política existe en orden a las acciones nobles no meramente para
vivir en común”. Aristóteles no distingue “los intereses de todo el Estado” del “bienestar común de los
ciudadanos”. Tratados ético-morales, Aguilar, Madrid, 1991, 1279a, 1280b y 1283b. Especialmente, Libro
tercero de la Política.
vi
FD, § 130.
vii
Ibid., § 4, agregado.
viii
Fundamentación para una metafísica de las costumbres, Alianza editorial, Madrid, 2002, pp. 144-150 y,
en general, el Tercer capítulo.
ix
FD, §132, observación., p.228.
x
Se trata de la “importancia de la recepción de la moralidad kantiana y su idea de libertad para la
constitución del concepto de derecho y de estado”. Pero como el objeto de la Filosofía del derecho, recuerda
J. Ritter, es “la unidad de la subjetividad con su diferente realidad de la sociedad y del Estado”, Kant al
separar “la legalidad y la moralidad limita a la interioridad el ser de la subjetividad”. Por esto será necesario
recuperar la tradición aristotélica “en la que filosofía práctica abarcaba la ética y la política” que Hegel hace
“de tal manera que en ésta introduce el gran principio de la subjetividad y la moralidad y la hace su sujeto”.
RITTER, J., “Moralidad y eticidad. Sobre la confrontación de Hegel con la ética kantiana”, en
AMENGUAL, G., Estudios sobre la “Filosofía delDerecho” de Hegel, Madrid, Centro de estudios
constitucionales,1989.
xi
FD §134. Hegel nos remite al §119 donde (desde su visión organicista) señalaba cómo a través de nuestra
particularidad conectamos con lo universal.
xii
Ibid., § 135, obs.
xiii
Es la deficiencia de la moralidad kantiana que intenta suplir Hegel con su “eticidad”. G. Amengual insiste
en la injusta crítica hecha a Hegel por haber negado éste la subjetividad y el individuo, y, por tanto, su
libertad. G. AMENGUAL, “Introducción” en Estudios sobre la “Filosofía del Derecho” de Hegel, pp. 31-
33.
xiv
FD §137 obs.
xv
Ibid., §138.
xvi
Ibid.,§138, agr. Hegel reconoce que también en su “época sucede en mayor o menor grado que ya no se
respeta lo existente y que el hombre quiere que lo vigente sea su voluntad, lo reconocido por él”. Me
pregunto, ¿en qué época histórica de nuestra tradición occidental no podríamos decir lo mismo?, sobre la
actual no tenemos duda alguna.
xvii
Enciclopedia de las ciencias filosóficas, §§508-510.
xviii
FD §136, agr.
xix
Ibid., §139.
xx
HEGEL, G. W. F., Enciclopedia de las ciencias filosóficas, Madrid, Alianza Editorial,2005, §§507 - 511.
xxi
Hegel (en su cita a pie de página de Pascal sobre Aristóteles) recuerda la profunda visión aristotélica al
matizar que “el desconocimiento de la elección entre el bien y el mal no implica que la acción es
involuntaria, sino, por el contrario, que es mala”. FD § 140 obs. De la misma manera que “se castiga a uno
por su misma ignorancia cuando es evidente que es responsable de su ignorancia. Por esta razón a los que
están en estado de embriaguez se les aplica un doble castigo, al estar en ellos la causa de la falta, pues de
ellos dependía el no embriagarse y, por otra parte, la embriaguez era la causa de su estado de ignorancia”.
ARISTÓTELES, Op. Cit. 1113b y 1114a. Aristóteles muestra un lúcido análisis entre conocimiento y querer
muy por encima de la “trivial filosofía” contemporánea a hegel, que “enseña que el desconocimiento, el
sentimiento y el entusiasmo son los verdaderos principios de la acción ética” FD, ibid.
xxii
FD §140 obs.
xxiii
Ibid.
xxiv
Ibid.
xxv
Ibid., §141 agr. Hegel nos recuerda también que el alma bella que analiza en su Fenomenología del
espíritu es una variante de este estadio en que nos encontramos.
xxvi
Ibid., §137 obs. y §141.
xxvii
Ibid., §141 agr.