Informe de Lectura Capítulo XIII - XIV-XV-XVII
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27 de abril de 2023
CAPÍTULO XIII
DE LA MODERNIDAD AL VATICANO II
Se nos hace una invitación propia a la conversión y reforma de vida y para urgir la práctica
de la confesión, además es vital que lo confesores deben mostrarse siempre caritativos y
misericordiosos con los pobres pecadores, y debe ser noble para que no haya algunas
distinciones.
Es por eso que se nos presenta una crisis de en el sacramento de la penitencia de los
cuales se nos señalan 2: señalan dos: los defectos y fallos que ha venido arrastrando la
práctica de la confesión en los últimos tiempos y el nuevo fenómeno de la
"secularización", que incide en general en la disminución de la fe y de la práctica religiosa,
además que hay un fenómeno de secularización en una corriente histórica; con ellos se
adjunta La visión humanista de la modernidad incide de forma muy directa en la
concepción del pecado.
Todos los sacramentos son fundamentalmente signos de la Iglesia, instrumentos que Dios
ha puesto en ella para establecer con sus hijos relaciones permanentes y vivas de amor y
de paz, a través de los sacramentos, la gracia de Jesucristo se encarna en el pueblo de
Dios. Decimos que la “Eclesialidad" del sacramento de la penitencia tiene aspectos propios
que van relacionados con su especial significado, la reconciliación. La Reconciliación en la
comunidad de los bautizados es el efecto de una gracia.
La reconciliación con la Iglesia efecto que algunos escolásticos consideran signo del
perdón otorgado por Dios, res et sacramentum no es un efecto intermedio en orden al
perdón de Dios, sino que es el signo del perdón eclesial, el perdón que Dios otorga a
través de la Iglesia y mediante su ayuda y caridad, en orden a su edificación, como un
esfuerzo de purificación y de perfección de toda la comunidad santa.
La cultura del hoy exige una profundización mayor del concepto de pecado, además de su
dimensión trascendente y su ámbito en la responsabilidad personal. Es por ello que
práctica del sacramento de la penitencia no puede reducirse a "decir" o "confesar" unas
faltas o a "recibir" la absolución como signo del perdón de las faltas, no debe verse como
un trámite para obtener el beneplácito divino, sino que ha de interpretarse como el signo
revelador y ejemplificador de una Iglesia que encuentra en la gracia de Jesucristo.
Las críticas y observaciones que se vienen haciendo en relación con la forma tradicional de
celebrar la confesión sacramental pueden sintetizarse en los siguientes puntos:
Celebración comunitaria
Celebración individual
El "Rito para reconciliar a muchos penitentes con confesión y absolución general" es una
forma de celebración del sacramento "completa en sí misma, que tiene los mismos
efectos que las otras formas de celebración; en esta forma de celebración se manifiesta
especialmente la riqueza y disponibilidad de la gracia que Jesús ofrece, a través de la
Iglesia.
Conclusión
La estructura del sacramento de la penitencia está al servicio de una dinámica que intenta
recoger los elementos esenciales de la reconciliación, Partimos de una conciencia de
pecado que va relacionada con la idea cristiana de Dios Padre y con la fe del cristiano en
su dignidad y vocación, en cuanto participa de la gracia de Jesús, es miembro del cuerpo
de la Iglesia y templo del Espíritu.
La contrición
La confesión
En la confesión del pecado hay un espacio prioritario que va relacionada con la necesidad
de que el pecador reconozca explícitamente su culpabilidad, podemos decir que la
confesión es el medio a través del cual el pecador se somete a la acción penitencial de la
Iglesia.
La satisfacción
Señalamos que El bautismo es la puerta de los sacramentos y de algún modo los encierra y
abarca a todos. A través de él, el creyente adquiere su identidad como miembro de Cristo
y de la Iglesia, recibe la gracia de la filiación divina y se hace criatura nueva en el Espíritu.
La penitencia "segunda", como se llamaba frecuentemente al sacramento de la
reconciliación en la antigüedad, no es sino una "vuelta" a la "conversión" o metánoia del
bautismo, a la adhesión a la fe en Jesús y en el Evangelio y a la fidelidad al Espíritu y al don
de la filiación divina.
La relación del sacramento de la penitencia con la eucaristía, bien marcada en la Tradición
de la Iglesia, no siempre ha sido interpretada debidamente. La reconciliación era el final
del proceso penitencial, y la participación en la comunión eucarística era el signo de la
comunión eclesial.
Según Santo Tomás, la eucaristía "tiene poder para perdonar cualesquiera pecados, en
virtud de la pasión de Cristo, que es fuente y causa de la remisión de los pecados. Si el
poder de la eucaristía en orden al perdón de los pecados no tiene límites, dado que en ella
está la fuente de la gracia y del perdón, es justamente su excelsa dignidad la que impone
al que la recibe unas especiales disposiciones.
La eficacia de la eucaristía en relación con el perdón de los pecados hemos de verla sobre
todo en relación con el significado propio de la celebración eucarística. En ella el sacerdote
y los fieles ofrecen a Dios la Víctima divina y se ofrecen a sí mismos, participan del
banquete pascual y expresan la unidad del Pueblo de Dios.