Brujeria en Yucatan Negra Voladora

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 6

UN CASO DE BRUJERÍA

EN YUCATÁN EN EL
SIGLO XVII:
Leonor, negra, bruja que volaba
Georgina Indira Quiñones Flores

En el año de 1612, en la ciudad de Mérida, el comisario inquisito-


rial Hernando de Nava recibió la denuncia de Juana González del
Prado, vecina de la ciudad de la que no se sabe su calidad étni-
ca, quien confesó que un niño mulato llamado Francisco, hijo de
Leonor, negra esclava de Diego de Solís, le narró una historia de
vuelos y demonios en la que participaba toda su familia:

“ su madre, él, una hermana suya llamada Francisca


la Gallardina y un hermano suyo llamado Andrés, mulato,
volaban algunas veces, y que en un monte se juntaban otros
muchos indios mulatos y que allí dejaban la ropa escondida
debajo de algunas piedras en el monte, que de allí volaban,
e iban a donde querían, como a Campeche y a Tabasco y a
la villa de Valladolid, y que al dicho mulatillo lo llevaban sen-
tado en los pies y que preguntándole esta denunciante que
qué pies eran sobre los que iba sentado? Le respondió pien-
sas que son como tus pies chiquitos, no son sino pies muy
grandes, del Señor de los Brujos, que se llamaba Cabeza Co-
lorada, y que asimismo le dijo el mulatillo a esta denuncian-
te, no pienses que vamos a hurtar, ni a hacer mal sino sola-
mente a ver y saber, y que la dicha su hermana Francisca la

Gallardina estaba mala de caídas que se había dado, que era
muy pesada, pero que el dicho su hermano Andrés volaba
muy bien, que era muy ligero (AGN, Inquisición, Vol. 316, Exp.
35, 1616).

- 36 -
Juana González del Prado señaló en su denuncia que Francisco
de Solís Osorio también sabía que Leonor era una bruja, porque
su esposa Isabel de Casas, le había comentado que el bachiller
y ex arcediano de la catedral de Mérida, Francisco de Quintana,
halló a Leonor:

“ en compañía de otras mujeres en el cementerio de la


dicha catedral desenterrando huesos de muerto a deshoras
de la noche y que se la habían hincado de rodillas pidiéndo-
le no las descubriese y que el dicho arcediano avisó a doña
Francisca de Montejo, difunta, cuya esclava era entonces la
dicha Leonor y que la dicha doña Francisca había recibido
mucha pena y había reprehendido a la dicha Leonor y que el
dicho don Francisco de Solís había dicho que estaba espan-
tado de que estuviese tanto tiempo encubierto para él un “
negro como éste y que la dicha su mujer se lo dijo al tiempo
que se hallaba a la muerte la dicha Leonor de la enfermedad
que murió. (AGN, Inquisición, Vol. 316, Exp. 35, 1616).

Posteriormente, fue llamado a declarar Francisco de Solís Osorio,


quien aseguró que había escuchado de la india Magdalena Beh
que la negra Leonor era bruja porque volaba y que esto mismo
se decía entre la servidumbre de su padre don Diego de Solís.
Por otro lado, su esposa Isabel de Casas le comentó que el cléri-
go Gabriel Ruiz conocía muy bien a Leonor y la tenía por bruja y
hechicera. Mientras que Francisquillo, catalogado de indio, ase-
veraba a la señora de Casas que su madre y él volaban a Campe-
che en las noches a ver a su padre, que “los llevaba una aura de
cabeza dorada […] que también habían ido a Tabasco y dio por
señas que las casas eran de paja”. (AGN, Inquisición, vol. 316, exp.
35, 1616).

Para continuar con la investigación, el comisario mandó llamar

y puntualizara las acusaciones contra la pretendida bruja. Este


testigo arguyó que el rumor de que Leonor era bruja lo escuchó
de la india Magdalena Beh, pero que lo expresó cuando Leonor
ya había fallecido. Señaló que, en efecto, convivió con la acusada
y que nunca “vio en ella cosa alguna que pareciese a ser bruja”.
Por su parte, Isabel de Casas declaró que había escuchado el ru-
mor de que Leonor era una bruja, pero que ella tenía a la negra
esclava como “buena cristiana porque la veía en ayunas en cua-
resma y otros días entre año y que se confesaba y comulgaba los

- 37 -
días de nuestra señora y días de jubileo y nunca
creyó lo que de ella se decía”. (AGN, Inquisición,
Vol. 316, Exp. 35, 1616).

Este caso contiene una gran cantidad de ele-


mentos interesantes para analizar cuál era la con-
cepción que se tenía de la brujería en Yucatán y
las prácticas rituales asociadas con ella, quiénes
eran los más propicios a ser considerados brujos
y qué implicaba esta práctica, para qué servía y
qué pensaba la Iglesia de ella.

En primer término, sobresale que la acusada de


bruja era una negra esclava del servicio domésti-
co de los españoles y sus principales acusadores
y testigos eran personas pertenecientes a la élite
yucateca. En efecto, los negros fueron asociados
con lo diabólico por su color de piel, al que re-
lacionaban con la oscuridad y el mal. También
creían que los negros provenían de una tierra do-
minada por el diablo aunque algunos ya fueran
cristianizados (Borja, 1998).

Asimismo, los negros esclavos convivían con los


señores españoles, habitaban la misma casa,
acompañaban a sus amos, trabajaban en la co-
cina, la alcoba, eran nodrizas, nanas, lavanderas,
etcétera (Aguirre, 1994). Esta situación los hacía
estar en contacto muy cercano con las familias
más importantes, en este caso con los Solís y los
Casas, pues Francisco de Solís Osorio era nieto
del gobernador de Yucatán, Francisco de Solís
Osorio, y biznieto del gobernador Carlos Luna de
Arellano. Y su esposa, Isabel de Casas, era hija del
gobernador Guillén de las Casas. Eran descen-
dientes del conquistador Francisco de Montejo
(González, 1996).

En segundo lugar, la bruja volaba por toda la pro-


vincia yucateca, pero no volaba a los pueblos de
indios o lugares alejados, sino que se dirigía a los
centros urbanos para saber las cosas que ahí su-
cedían.

Una de las características de la bruja era el vuelo,

- 38 -
pero en la concepción europea la bruja volaba a
lugares alejados de la población, se iba a los cam-
pos, a los bosques, cerros, a orillas de los lagos,
a donde no pudiera ser vista en sus reuniones o
aquelarres (Centini, 2002). La variante que hay en
Yucatán es que esta bruja volaba a las villas de la
provincia, donde había población que se encon-
traba en las mismas condiciones, es decir, donde
había esclavos negros, mulatos, empleados do-
mésticos. Lo cual indica que más que reuniones
o aquelarres se iba en busca de la familia y los
compañeros para saber de ellos, y esto lo ilustra
Francisquillo cuando explica que iban a ver a su
padre. En este sentido, por su condición de escla-
vitud, los negros y mulatos difícilmente podían
crear una familia estable, pues sus actos estaban
sujetos a la voluntad e intereses del amo, lo cual
propiciaba el desarraigo familiar o estorbaba la
creación de un núcleo familiar (Cortés, 1987).

Otra característica que conforma la imagen de la


bruja es el uso de tierra de cementerio y huesos
de muerto para hacer polvos mágicos y la mulata
Leonor, como bruja, no era la excepción, ya que
iba a los cementerios de las iglesias, por huesos y
tierra de muerto para realizar sus hechizos y ma-
-
sos y restos humanos persistía la personalidad
del difunto o eran depositarios de un ente espi-
ritual que vivía en ellos (Aguirre, 1992) y lo que se

porque al estar estos huesos contagiados de la


muerte sus efectos serían igualmente similares.
(Frazer, 2003).

Se da por sentado que la bruja y su séquito, que


conformaban sus hijos y algunos otros mulatos,
realmente volaban, de ahí el detalle de que las
-

llamado Cabeza Colorada, es muy interesante


-
diendo de los grupos étnicos y sociales que lo
conocían. Así, en la concepción hispano europea
era sabido que las brujas asistían a los aquelarres

- 39 -
en sus escobas o en el lomo del diablo que estaba convertido en un
animal; por eso, para el comisario inquisitorial y tal vez para los acu-
sadores el Señor de los Brujos era el diablo. Pero seguramente para

facilidad para establecer un vínculo comunitario. El demonio, más


que representar la maldad y la perdición, para los negros y mulatos

esclavos ya que se ofrecía a ir en busca de los semejantes. (Borja, p.


141). Por otro lado, es posible que el adjetivo de “Cabeza Colorada” alu-
da a una característica de algún ser de tradición indígena.

Por las características de la descripción del caso de Leonor, puede de-


cirse que la brujería que se desarrolló en la provincia de Yucatán era
la práctica que implicaba la ayuda, pacto o invocación al demonio.
Del mismo modo, los elementos de la brujería europea se proyec-
taron fuertemente en las acusaciones que había contra los negros,
mestizos e indígenas, cuando ellos eran más ajenos a esa imagen
diabólica. Es decir, se demonizaron las prácticas, costumbres y tra-
diciones de estos grupos étnicos y sociales y fueron entendidas en
términos de brujería.

Por último, quedan las preguntas: ¿lo que el niño Francisquillo rela-
ta eran producto de sus sueños, su imaginación, sus deseos?, ¿era
un discurso para impresionar y asustar a sus oyentes?, ¿era un relato
que servía para hacerse valer socialmente?, ¿se podría presumir de
un grupo de mulatos que se reunían?, ¿es un relato mediado por
la acusadora, el escribano y el comisario inquisitorial?, estas y otras
preguntas quedan de una denuncia que no pasó a mayores investi-
gaciones porque la mulata Leonor ya había muerto y porque el co-
misario inquisitorial no encontró fundamentos que sustentaran la
acusación, pero que nos muestran las imágenes y representaciones
en torno a la brujería y a los negros y mulatos que predominaba en
el Yucatán colonial.

- 40 -
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS

-
tra Leonor, negra, bruja que volaba”.

Aguirre B., G. (1994). El negro esclavo en Nueva España. México: FCE- INI- Cie-
sas- Universidad de Veracruz- Gobierno del Estado de Veracruz.

______________. (1992). Medicina y magia. México: FCE.

Borja G., J. H. (1998). Rostros y rastros del demonio en Nueva Granada, indios,
negros, judíos, mujeres y otras huestes de Satanás. Santa Fé de Bogotá: Edi-
torial Ariel.

Centini, M. (2002). Las brujas en el mundo. Barcelona: Editorial De Vecchi.

Cortés J., M. E. (1987). “El matrimonio y la familia negra en las legislaciones


civil y eclesiástica coloniales. Siglos XVI-XIX” en El placer de pecar y el afán de
normar. México: Seminario de Historia de las Mentalidades, (Contrapuntos),
INAH-Joaquín Mortíz.

Frazer, J. G. (200). La rama dorada. México: FCE.

Giraud, F. (1987). “Mujeres y familia en Nueva España” en Presencia y trans-


parencia: La mujer en la historia de México. México: El Colegio de México.

González M., V. (1996). Cabildos y grupos de poder en Yucatán (siglo XVII). Se-
villa: Exma Diputación de Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos.

- 41 -

También podría gustarte