Ensayo Yenny Martínez 2023

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Ensayo

Los sucesos emancipadores iniciados en Venezuela en el siglo XIX, dieron pasos firmes para la
consolidación de una etapa de desarrollo endógeno que se ha visto obstaculizada a partir de la
llegada de la Revolución Bolivariana (año 1999), por los ataques que de manera permanente se han
efectuado por parte de los enemigos internos y externos del proceso político emancipador, lo que
compromete la posibilidad de cumplir con el derecho a la salud, consagrado en la Constitución de
la República Bolivariana de Venezuela.

Venezuela, reafirmando su condición de nación independiente, ganada por la heroica gesta


emancipadora de las primeras décadas del siglo XIX, inició un proceso de refundación de su
independencia en el ocaso del siglo XX y los primeros años del XXI, en la búsqueda de la construcción
de un sistema político de mayores derechos y de justicia social, entre los cuales se consagra el
derecho irrenunciable a la salud. Esta nueva lucha épica se ha visto opacada por los constantes
ataques imperiales y las conspiraciones internas que le han hecho eco a la teoría y práctica del
“cambio de régimen” que iniciaron desde 1999, fecha en la cual se instaló el gobierno del
comandante eterno Hugo Chávez Frías y que hoy en día mantienen en el hilo de la navaja el sagrado
derecho a estar sanos y lograr nuestro sueño de máxima felicidad social para todas y todos.

La tesis anteriormente expresada tiene su origen en el discurso de orden de la conmemoración de


la Firma del Acta de la Independencia de Venezuela, efectuada por el periodista William Alfredo
Castillo Bollé el pasado 05 de julio del año en curso, quien señalaba que la historia es la forma en
que dialogamos con el pasado, que lo interpelamos, pero que también somos interpelados por ese
pasado heroico. El orador discutió sobre las lecciones que nos deja en este momento histórico el
05 de julio de 1811, cuando, según su criterio, se consolidó el primer momento constituyente de la
historia de nuestro país, donde Venezuela decidió ser libre, vivir en paz y a su manera.

Para ese momento, esa primera constitución de la naciente república, planteó derechos esenciales
y justicia para los venezolanos y venezolanas de la época, no fue fácil concretarlos, ya que a partir
del 2011 enfrentamos una cruenta lucha contra el principal imperio de la época, el español, una
década después, en el glorioso campo de Carabobo, se consolidó la independencia política del País.
No obstante, el devenir de la historia y diversos acontecimientos y actores de distintos momentos,
nos hicieron dependientes del imperio naciente de Norteamérica, nos atamos científica y
tecnológicamente a sus avances y formas de concebir el mundo, incidiendo en lo productivo, en la
forma en que comprendíamos y nos relacionamos con el resto del mundo, lo cual generó una
supeditación que afectó muchos elementos de nuestra vida, de lo cual no escapó nuestro sistema
de administración de salud, que llegó prácticamente a estar en la senda de la privatización, antes de
la llegada del comandante eterno.

Castillo señaló que con la llegada de la revolución bolivariana y la aprobación popular de la


Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999), “se actualizó la guía de navegación
de la patria”, retomando desde perspectivas emancipadoras los temas de: Soberanía,
independencia, derechos humanos, derechos de los pueblos originarios, de los afrodescendientes y
de las mujeres, también de los trabajadores y trabajadoras, de niñas, niños y adolescentes, derechos
de la Tierra, derechos de todas y todos al bienestar social, a la economía mixta, a la redistribución
de la renta, la participación y protagonismo popular, al estado social de derecho y de justicia, a la
misión del poder popular, la diversidad pluricultural y la búsqueda del equilibrio del universo.
Pero nada de esto era agradable para el imperio, hoy en día decadente, quienes no han escatimado
esfuerzos por ponernos frente a múltiples batallas, por nuestra propia supervivencia y la de nuestros
seres queridos, queriendo aniquilar al estado nación libre e independiente por la cual luchó la
espada de Bolívar y demás héroes y heroínas de nuestra independencia.

No obstante, lo que podemos ver hoy en día, no son ataques cuerpo a cuerpo o con misiles, la guerra
a tomado otras armas, quizá más crueles y nos han hecho un daño que podríamos señalar
irremediable. En distintos sectores de la sociedad venezolana, se ha visto como pocas veces en
nuestra historia, el fenómeno de la emigración y cada vez es más frecuente escuchar el desánimo
de muchos de nuestros compatriotas, quienes señalan que este país se acabó, que ya no queda nada
que hacer, que deberíamos claudicar, para que cesen las mal denominadas “sanciones”, para que
volvamos a tener esa Venezuela en la que en opinión de muchos “éramos felices y no lo sabíamos”,
aunque no logran ponerse de acuerdo, de cuál etapa de nuestra historia reciente se refieren.

Pensar que nuestra patria no merece nuestro sacrificio y nuestra lucha, es quizá el peor error que
podemos cometer. Es imposible ver el estado actual de muchos de nuestros dispensarios,
hospitales, módulos de barrio adentro y otros espacios de administración de salud, deteriorados,
sin los medios básicos para seguir funcionando y simplificar con la frase: “esto es lo que tenemos
debido a esta situación país…”. El no reconocer que todos intentos por consolidar nuestra
independencia y emancipación definitiva de cualquier imperio, en todos los aspectos de nuestra
sociedad, no fueron, no son y nunca serán bien vistos por quienes esperan que nos mantengamos
como sus esclavos, haciendo de nuestro sagrado suelo, el patio trasero de ese imperio que cada día
es más decadente y no logra superar sus propias contradicciones.

Lo que hemos vivido durante los últimos diez años, luego de la partida física de nuestro comandante
eterno, no es más que el encrudecimiento de las acciones para hacernos sumisos, y no es que se
les ocurrió una vez que partió a la eternidad el gigante Chávez, sino que aún en sus gobiernos, lo
intentaron una y otra vez, los mismos de siempre, con distintas estrategias: paro cívico y petrolero,
ataque a nuestra moneda, “la salida” en sus distintas versiones, entre otras y las más recientes
“medidas coercitivas unilaterales”, las cuales no solo se burlan del pueblo venezolano,
sometiéndonos a los más crueles castigos, bloqueando activos (en divisas y oro), secuestrando
empresas como CITGO, inventando gobiernos interinos, entre otros, sino burlándose del derecho
internacional.

La salud, como otros derechos humanos que están establecidos en nuestra carta magna, sigue
siendo un derecho y no debemos permitir que deje de serlo. Quienes hoy con mil caretas quieren
hacernos claudicar ante nuestros ideales de libertad, grandeza y luchadores de la paz, deben saber
que somos hijos de Bolívar y de valientes pueblos originarios que sobrevivieron al más cruel
exterminio por parte del imperio español y que a pesar de las valiosas pérdidas, especialmente de
vidas humanas que tuvimos en ese entonces, seguimos de pie, al igual que ahora… que la
conmemoración de la firma del acta de la independencia de Venezuela, nos permita mantenernos
en pie de lucha por nuestros derechos a ser libres, independientes, consolidándonos como potencia
económica y cultural, como lo aprendimos de los grandes libertadores que nacieron y siguen
naciendo en este hermoso país.

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