Cuadernillo H3 Guia
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Programa
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1. Fases de la Segunda Revolución Industrial.
Los cambios científicos, sociales y tecnológicos. Transformaciones en la industria.
Desarrollo de las comunicaciones. Organización del capitalismo industrial. El nuevo pacto
colonial. La División Internacional del Trabajo.
2. Tensiones en la consolidación de la burguesía y los cambios sociales.
Las revoluciones burguesas. Revolución de 1848. Organizaciones y luchas obreras.
Consolidación de la gran burguesía.
El imperio español hasta el siglo XVIII.- Antes de cumplirse el primer siglo de la conquista
en 1492, España controlaba un vasto territorio en Europa, Oceanía y América que
constituían el "Imperio español”. De estos dominios, América era el más extenso y para
gobernarla, los reyes de la dinastía Habsburgo, estructuraron un sistema de
gobernaciones que posteriormente se completó con los virreinatos y capitanías
generales. Hasta el siglo XVIII existieron en América los virreinatos de Nueva España,
creado en 1534, que cubría partes de Estados Unidos, México y América Central y el
virreinato del Perú, establecido en 1544, con jurisdicción sobre toda Sudamérica menos el
Brasil. Este esquema colonial estaba organizado para explotar los metales preciosos (oro y
plata) que se concentraban en México, Perú y el Alto Perú (hoy Bolivia). En este período,
el resto del territorio americano todavía no había adquirido importancia económica y la
intervención del Estado español se limitaba a cobrar tributos y a nombrar a las autorida-
des coloniales.
A partir del siglo XVIII, la situación del Imperio español cambiará tras la muerte -sin hijos-,
del rey Carlos II, con el fin de la dinastía Habsburgo y el estallido de la Guerra de Sucesión
Española, a cuyo término, en 1713, subirá al trono la nueva familia real de los Borbones,
de origen francés.
Las reformas borbónicas y la reorganización del Imperio. A mediados del siglo XVIII, la
situación económica y social española no cubría las expectativas de la monarquía. En el
contexto económico, España actuaba como un intermediario, que extraía recursos de
América y los distribuía entre los productores europeos de manufacturas y los países más
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poderosos. Estos, a su vez, exportaban productos a España, a su imperio de ultramar y le
otorgaban préstamos de dinero. Frente a esta situación, los monarcas Borbones
emprendieron un conjunto de reformas económicas y administrativas, orientadas a
alcanzar una organización unificada y centralista del Estado español para recuperar su
prestigio como potencia europea.
Los reyes Borbones contaron con funcionarios identificados con las nuevas corrientes
políticas y económicas de la Ilustración, cuyos efectos se proyectaron a toda la estructura
colonial. Felipe V fue el primer monarca Borbón, a quien sucedieron sus hijos Luis I,
Fernando VI y Carlos III. Este último fue el promotor de las reformas borbónicas y para
aplicarlas pudo contar con la colaboración de sus ministros el conde de Aranda,
Floridablanca y Campomanes, quienes actuaron dentro de los lineamientos del
Despotismo Ilustrado.
En el plano económico, las reformas procuraron desarrollar las manufacturas, el comercio
y la agricultura, así como estimular el incremento de la actividad económica para au-
mentar la recaudación fiscal. Así, en 1714, se crea el Despacho Universal de Indias, para
ocuparse de todos los asuntos americanos, reemplazando al Consejo de Indias y a la Casa
de Contratación; en 1778 se sancionó el Reglamento de Comercio Libre y Protegido para
España e Indias por el que habilitó 13 puertos españoles y 24 americanos para comerciar y
de esta forma aumentar los ingresos públicos. En el aspecto administrativo y militar, se
crearon los nuevos virreinatos de Nueva Granada y del Río de la Plata, y se reforzaron las
defensas del territorio con las capitanías generales de Venezuela y Chile.
El virreinato del Río de la Plata. En 1776 Carlos III creó el Virreinato del Río de la Plata,
designando como virrey provisional a Pedro de Cevallos; en 1777 lo reemplazó como
titular Juan José de Vértiz y Salcedo. La creación del virreinato respondió a varias razones:
mejorar el control de los territorios de ultramar amenazados por la expansión portuguesa
en la Banda Oriental y la presencia de ingleses y franceses en las costas patagónicas;
también a la imposibilidad de gobernar eficazmente los inmensos territorios desde el
Perú.
Geográficamente el Virreinato del Río de la Plata abarcaba las actuales repúblicas de
Paraguay, Bolivia, Argentina, Uruguay y partes de Brasil y Chile. Como capital se designó a
la ciudad de Buenos Aires y se organizó territorialmente en ocho Intendencias (Buenos
Aires, Paraguay, La Paz, Cochabamba, Chuquisaca, Charcas, Salta del Tucumán y Córdoba
del Tucumán) y cuatro Gobernaciones Militares (Misiones, Montevideo, Moxos y
Chiquitos). Al frente de las Intendencias se hallaban los gobernadores intendentes,
funcionarios nombrados directamente por el rey.
La sociedad colonial en el virreinato. En América, los españoles establecieron una
sociedad jerarquizada y estamental. En la cima se encontraban los españoles; y en la
base, los negros provenientes de África y sus descendientes. Entre ellos se ubicaban los
criollos (hijos de europeos nacidos en América), los indígenas y las castas que se habían
formado como producto del mestizaje.
Los españoles ocupaban los cargos más importantes de la administración, la Iglesia y el
Ejército, además, eran propietarios de tierras, hacendados, mineros y comerciantes, por lo
que formaban el grupo social más poderoso. Los criollos desempeñaban cargos inferiores,
pero muchos se enriquecieron a través del comercio o ejercieron las llamadas profesiones
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liberales, como la abogacía, la economía o el periodismo. Los indígenas, los negros y las
castas mestizas constituían la mano de obra en las minas, las haciendas y los obrajes;
vivían pobremente y sufrían la discriminación de los europeos. Los indígenas eran
legalmente libres, pero no podían acceder a cargos públicos y estaban obligados a pagar
un tributo. Los africanos eran esclavizados, estaban obligados a trabajar para sus amos y
no podían tener posesiones ni usar armas. Carecían por completo de derechos porque las
leyes los consideraban objetos y no personas.
La economía colonial. Durante los primeros años posteriores a la conquista, los españoles
se dedicaron a extraer metales preciosos. Una vez agotada esta etapa, se implantó una
estructura de producción y comercio, controlada por los españoles. La minería fue la
principal actividad productiva y todas las actividades económicas coloniales se organizaron
en torno de la extracción de plata. En el trabajo minero los españoles aplicaron la mita,
una forma laboral del imperio incaico, en la que cada comunidad indígena debía proveer
hombres de 18 a 50 años de edad para trabajar por turnos. La producción agrícola y
ganadera se organizó a partir del repartimiento de las tierras y la encomienda de indios.
Con el fin de mantener el control sobre el intercambio de productos, la Corona española
estableció un rígido monopolio comercial por el cual América solo podía comprar y vender
productos a España únicamente mediante puertos autorizados. Los objetivos de este
sistema era evitar que otras potencias europeas, como Gran Bretaña, Holanda y Francia,
comerciaran con las colonias y simplificar la recaudación de impuestos. El sistema sin
embargo, encontró la oposición de comerciantes locales y de otros países que se
dedicaron a ignorar las leyes españolas por medio del contrabando, ya que con este
estricto sistema comercial, las poblaciones más alejadas debían pagar precios muy altos
por los productos, que se encarecían con los costos del transporte, y muchas veces,
sufrían el desabastecimiento.
A mediados del siglo XVIII, la población americana había comenzado a crecer y con ella, la
demanda de alimentos y manufacturas, lo que favoreció el surgimiento de mercados
locales para la producción de las haciendas y el desarrollo de las manufacturas producidas
en las colonias. El contrabando les permitió acceder a mercados y productos extranjeros
que con el tiempo, les permitió a los americanos obtener recursos propios y ganar autono-
mía con el consiguiente debilitamiento del poder español.
GUIA DE ESTUDIO N° 1:
1) ¿Cómo estaba organizado el imperio español hasta el siglo XVIII y cuál era la
principal actividad económica?
2) ¿Qué cambios políticos se produjeron en el reino de España a partir del siglo XVIII?
3) ¿Qué función cumplía España en el contexto económico y qué hicieron los
monarcas Borbones?
4) ¿Quién fue el promotor de las reformas, quiénes colaboraron con él y dentro de
qué línea de pensamiento?
5) ¿Qué novedades en el plano económico introdujeron las reformas borbónicas?
6) ¿Cuándo y por qué razones fue creado el virreinato del Río de la Plata?
7) ¿Qué países actuales integraron el virreinato del Río de la Plata y cómo se organizó
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territorialmente?
8) ¿Cómo estaba organizada la sociedad colonial y qué actividades desarrollaron cada
uno de los grupos que la componían?
9) ¿Cuáles fueron las principales actividades económicas y cómo organizaron los
españoles su explotación?
10) ¿Qué era el monopolio comercial y qué objetivos perseguía?
11) ¿Por qué apareció el contrabando y que consecuencias tuvo el crecimiento de la
población americana a mediados del siglo XVIII?
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regionales y se fortaleció el sector social de los criollos, cuyos intereses ya entraban en
contradicción con los de la Metrópoli española. Cuando en el siglo XVIII la nueva dinastía
de los Borbones intentó revertir la decadencia estatal y reforzar el control colonial a
expensas de los criollos, creció entre éstos un fuerte resentimiento que, tiempo después,
derivaría en aspiraciones de emancipación. Entre las razones que explican el estallido de
los movimientos revolucionarios americanos podemos destacar las postergaciones
políticas y sociales que sufrían los criollos, por cuanto los cargos importantes de la
administración colonial y del comercio eran acaparados por los peninsulares; la existencia
del monopolio comercial español, que desalentaba las industrias locales y prohibía el libre
comercio con los extranjeros, sobre todo con los británicos quienes, a partir de la
Revolución Industrial producían manufacturas de calidad mucho más baratas que las
españolas y ofrecían un buen mercado para los productos locales; la difusión de las ideas
de libertad política, igualdad social y soberanía popular de la Ilustración, materializadas
en el ejemplo de la independencia de las colonias inglesas de Norteamérica de 1776 y la
Revolución Francesa de 1789; finalmente, la situación política europea que, alterada por
la guerra entre Napoleón Bonaparte e Inglaterra que impedía a España ejercer la
dominación efectiva sobre su imperio en América, brindó a los criollos la oportunidad de
concretar sus aspiraciones revolucionarias.
España y su relación con Francia y Gran Bretaña. En 1793, durante el reinado del Borbón
Carlos IV, España, aliada con Gran Bretaña, entró en guerra con la Francia revolucionaria
tras la deposición y muerte del rey francés Luis XVI. En julio de 1795, por el Tratado de
Basilea, el monarca español abandonó la lucha y adoptó una posición neutral, provocando
la ira de los ingleses. A partir de ese momento, los británicos comenzaron a hostigar a los
barcos españoles en el Atlántico, causando, en 1804, el hundimiento de cuatro
buques frente a la costa portuguesa. Carlos IV se decidió entonces a pasarse al bando del
emperador Napoleón y juntos enfrentaron a la armada inglesa en la batalla de Trafalgar
de octubre de 1805, resultando totalmente derrotada la flota franco-española. Como
consecuencia de la batalla, Gran Bretaña reafirmó su control de los mares y España quedó
imposibilitada de defender sus colonias americanas frente a un ataque exterior. Un año
después de Trafalgar, Napoleón -vencedor en Austerlitz-, impuso el bloqueo continental
al comercio de Inglaterra para asfixiar su economía. El bloqueo no tuvo el efecto esperado
por cuanto Portugal, aliado de los ingleses, se negó a cumplirlo y Napoleón se decidió a
invadir el reino lusitano.
La crisis de la monarquía española. Con el permiso de Carlos IV, las tropas napoleónicas
atravesaron el territorio español e invadieron Portugal en 1807, mientras la familia real
lusitana huía a Brasil. Napoleón, que no confiaba en los Borbones, decidió extender sus
conquistas ocupando también el reino de España. En mayo de 1808, mientras la familia
real española escapaba de los franceses, la población madrileña organizó el motín de
Aranjuez; asustado ante la reacción popular, Carlos IV abdicó en favor de su hijo, quien
asumió el trono como Fernando VII. Enterado de los sucesos españoles, Napoleón reunió a
ambos Borbones en la ciudad francesa de Bayona, donde obligó a Fernando VII a
renunciar y a Carlos IV a cederle sus derechos reales. El emperador coronó entonces a su
hermano José I Bonaparte como rey de España e Indias en junio de 1808. Cuando se
conocieron los sucesos de Bayona estalló la insurrección general en España y se formaron
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juntas locales de gobierno que desconocieron a José Bonaparte y juraron fidelidad a
Fernando VII, prisionero de Napoleón. Con el propósito de unificar los esfuerzos en la
guerra contra los franceses, se constituyó en 1809 la Junta Central de Sevilla. Para
dominar la situación en España, el propio emperador marchó a la península Ibérica y en
enero de 1810 completó la conquista del reino; la Junta Central se disolvió y transfirió sus
poderes a un Consejo de Regencia sin poder efectivo.
Las Revoluciones hispanoamericanas. Con la conquista napoleónica, los españoles
perdieron su territorio y a su vez, la capacidad de controlar sus colonias. La oportunidad
no fue desaprovechada por los criollos y en 1810 se produjeron en las principales ciudades
americanas estallidos revolucionarios para reemplazar a las autoridades coloniales por
juntas locales de gobierno: el 19 de abril en Caracas (Venezuela); el 25 de mayo en
Buenos Aires (Río de la Plata); el 20 de julio en Bogotá (Nueva Granada); el 10 de agosto
en Quito (Ecuador); el 16 de septiembre en Dolores (México) y el 18 de septiembre en
Santiago (Chile). La revolución americana dividió a la sociedad virreinal en dos grupos
antagónicos: los realistas, quienes creían que debían sostenerse a las autoridades
españolas vigentes aunque el rey (prisionero) no pudiera ejercer su gobierno y los
patriotas, que creían que la prisión del rey revertía la soberanía en el pueblo y con ello
justificaban el reemplazo de los gobernantes coloniales por Juntas revolucionarias. Tanto
realistas como patriotas recurrieron al uso de la fuerza armada para lograr sus objetivos,
lo que dio origen a las guerras de Independencia americana.
GUIA DE ESTUDIO N° 2:
1) ¿Qué objetivos tenían las Reformas Borbónicas y quiénes sufrieron el mayor costo?
2) ¿Cuáles fueron las causas de la Guerra Guaranítica y cómo se relaciona con la
expulsión de los sacerdotes jesuitas de América?
3) ¿Por qué se produjeron las rebeliones indígenas del Perú, cuál fue la más
importante y qué resultados tuvo?
4) ¿Cómo eran los lazos coloniales en el siglo XVII y qué cambios impusieron los
Borbones?
5) Indicar las razones que explican el estallido de los movimientos revolucionarios
americanos.
6) ¿Cómo fue la relación de España con Francia y Gran Bretaña y qué consecuencias
tuvo la batalla de Trafalgar?
7) ¿Con qué objetivo Napoleón impuso el bloqueo comercial continental y por qué no
tuvo el efecto esperado?
8) ¿Qué consecuencias tuvo la invasión napoleónica a Portugal y la ocupación de
España?
9) ¿Cuáles fueron los motivos para establecer Juntas de Gobierno en España y qué
destino tuvo la Junta Central de Sevilla?
10) ¿Por qué estallaron en el año 1810 y cuáles fueron las principales Revoluciones
hispanoamericanas?
11) ¿Cuáles fueron y qué opiniones representaban los grupos antagónicos surgidos en
América a partir de 1810?
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HISTORIA DE 3° AÑO - ANTECEDENTES DE LA REVOLUCION DE MAYO DE 1810
Los sucesos europeos de comienzos del siglo XIX tuvieron una fuerte repercusión en las
colonias americanas. En el Río de la Plata, la crisis española desatada con la invasión
napoleónica sumó un punto más al conflicto que los criollos venían sosteniendo con las
autoridades coloniales por cuestiones políticas, económicas y sociales. Muchos
comprendieron que los lazos americanos con la España de los Borbones habían cambiado
y de que era necesario replantearse la continuidad del sistema colonial vigente.
En Buenos Aires, el grupo decidido a cambiar la situación colonial, denominado patriota,
se integró con individuos provenientes de dos sectores: el de los ideólogos políticos, cuyo
pensamiento estaba influido por los filósofos franceses de la Ilustración y eran partidarios
de la acción revolucionaria, como Mariano Moreno, Hipólito Vieytes, Manuel Belgrano,
Juan José Castelli, Nicolás Rodríguez Peña, Domingo French, Antonio Beruti; el otro
sector era el de los militares, miembros de familias importantes, dueños de haciendas o
prósperos comerciantes como Cornelio Saavedra, Juan Martín de Pueyrredón, Martín
Rodríguez, Antonio González Balcarce, Juan José Viamonte, Miguel de Azcuénaga.
Pero antes de que estallara la Revolución de Mayo de 1810, el Virreinato del Río de la
Plata fue conmovido por otros hechos significativos que influyeron decisivamente sobre el
proceso emancipador. Entre ellos podemos señalar a las Invasiones Inglesas de 1806 y
1807 y Los sucesos de 1809.
Las Invasiones Inglesas de 1806-1807. En 1805, Inglaterra, que estaba en guerra contra
Napoleón y España, venció en Trafalgar y se hizo dueña de los mares. Conscientes de la
imposibilidad española de defender sus colonias, los ingleses se decidieron a conquistar el
Río de la Plata para abrir sus mercados, sobre todo a partir de 1806, cuando Napoleón
cerró el continente europeo al comercio inglés. La Primera Invasión Inglesa comenzó el 25
de junio de 1806, cuando 1500 soldados al mando del general William Carr Beresford,
desembarcaron en las costas de Quilmes y se apoderaron de Buenos Aires dos días
después. El virrey Rafael de Sobremonte retrocedió hasta Córdoba, intentando
inútilmente salvar los caudales públicos, en tanto que los pobladores se organizaron para
reconquistar la ciudad. El hacendado Juan Martín de Pueyrredón reunió una fuerza de
caballería, pero los ingleses lo derrotaron en las chacras de Perdriel. Santiago de Liniers,
un oficial español nacido en Francia, organizó un ejército en Montevideo, cruzó el Río de
la Plata y con ayuda de la población civil armada, reconquistó Buenos Aires el 12 de
agosto de 1806. Como se temía un nuevo ataque británico, Liniers preparó varios
regimientos de milicias criollas para reforzar a las tropas regulares de la ciudad.
La Segunda Invasión Inglesa se produjo al año siguiente, el 28 de junio de 1807, cuando
12000 soldados británicos comandados por el general John Whitelocke desembarcaron en
Ensenada. En enero de ese año habían capturado la fortaleza de Montevideo y ya en
suelo bonaerense avanzaron en dos columnas sobre Buenos Aires. Liniers los enfrentó en
los corrales de Miserere (actual Plaza Once) pero cayó derrotado. Desde la actual Plaza
Lorea, las fuerzas inglesas avanzaron sobre la ciudad en doce columnas, pero esta vez los
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porteños prepararon la defensa levantando barricadas y fosos, mientras los milicianos
ocupaban las calles y azoteas de las casas. En la defensa de Buenos Aires se destacaron el
alcalde español Martín de Álzaga, organizador de la defensa urbana y el Regimiento de
Patricios de Cornelio Saavedra, la mayor fuerza de combate criolla. Los vecinos y
milicianos combatieron heroicamente y el 5 de julio las tropas inglesas debieron rendirse y
abandonar el Río de la Plata.
Entre las consecuencias de las Invasiones Inglesas al Río de la Plata podemos señalar que
los criollos concluyeron que podían defenderse de una fuerza exterior sin la ayuda
española y dejaron en evidencia la fragilidad de la administración virreinal; también, que
la sociedad porteña se militarizó y los criollos ocuparon las jefaturas de las milicias,
fuerzas que luego serían decisivas para los movimientos revolucionarios.
Los sucesos de 1809. Pasadas de las Invasiones Inglesas, Santiago de Liniers fue nombrado
virrey interino por la destitución de Sobremonte. El héroe de la Reconquista contaba con
la simpatía de los criollos pero los españoles desconfiaban de él por su origen francés. Su
mayor opositor era Martín de Álzaga, miembro del Cabildo y héroe de la Defensa de
Buenos Aires, quien, con un grupo de españoles planearon una conspiración para
derrocarlo. El 1° de enero se produjo la Asonada de 1809, un motín que estalló en Buenos
Aires para exigir la renuncia de Liniers y su reemplazo por una junta de gobierno; pero la
acción de las milicias criollas dirigidas por Cornelio Saavedra frustró el movimiento y
sostuvo a Liniers en su cargo.
La derrota de los amotinados consolidó el poder de las milicias criollas, en cambio, sentó
un grave precedente para la causa española, al abrir el juego del juntismo (reemplazo de
una autoridad constituida por una junta revolucionaria) que luego sería retomado por los
patriotas revolucionarios.
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coronación de la infanta Carlota Joaquina –esposa de Juan IV, regente de Portugal que
residía en Brasil– entregaría el control del virreinato del Río de la Plata a los portugueses.
El 25 de mayo de 1809 estalló una Revolución en Chuquisaca que entregó el poder a la
Audiencia y en julio de ese año, otra en La Paz, donde se estableció una Junta Tuitiva, que
proclamaba la independencia americana, criolla y democrática.
Ambas revoluciones fueron aplastadas brutalmente por los virreyes Abascal de Lima y
Cisneros de Buenos Aires: los jefes rebeldes fueron ahorcados, descuartizados y sus restos
expuestos públicamente. Estos lamentables sucesos ahondaron más el enfrentamiento
social y político entre criollos y españoles.
GUIA DE ESTUDIO N° 3:
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estas tierras al circuito del libre comercio, a la vez que proyectaban desarrollar la
agricultura, las industrias locales y mejorar la economía suprimiendo la dependencia de
España.
En el plano político, se intensificó la rivalidad hispano-criolla, por cuanto ciertos sectores
locales ilustrados cuestionaron la legitimidad de la autoridad peninsular en América luego
de la invasión napoleónica y el cambio dinástico en España; a la vez que los defensores del
sistema colonial advertían a los gobernantes hispánicos del peligro que representaba para
el dominio español la militarización criolla surgida tras la victoria porteña en las
Invasiones Inglesas de 1806 y 1807.
Fue a partir de entonces que algunos criollos –que llamaremos patriotas– comenzaron a
organizar secretamente la oposición al régimen colonial: ellos eran Manuel Belgrano,
Cornelio Saavedra, Martín Rodríguez, Juan José Paso, Antonio Luis Beruti, Domingo French,
Juan José Castelli y otros, quienes se reunían en la jabonería de Hipólito Vieytes o en la
casa de Nicolás Rodríguez Peña.
- Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810. El Cabildo Abierto se reunió con la asistencia
de doscientos cincuenta y un invitados, sin contar los funcionarios, sin voz ni voto. Los
ausentes –intimidados ante la presencia en la Plaza Mayor de milicias criollas y de los
“chisperos” del coronel Domingo French–, eran en su mayoría partidarios del sistema
colonial. La sesión se inició con una proclama del escribano del Cabildo, Justo Núñez,
quien aconsejaba "evitar toda innovación o mudanza, pues generalmente son peligrosas
y expuestas a división". Al escribano siguió el obispo de Buenos Aires, Benito Lué y Riega,
quien sostuvo que “los españoles debían continuar mandando en América” y que los
criollos “sólo podrían llegar al poder cuando no quedara ningún español en estas
tierras”. Por los patriotas habló el abogado Juan José Castelli quien sostuvo que había
llegado el fin del poder español en América por el cautiverio de Fernando VII y a la
disolución de la Junta Central de Sevilla y que tal situación otorgaba a los criollos el
derecho de ejercer su soberanía e instalar un nuevo gobierno. El fiscal Genaro Villota negó
a Buenos Aires el derecho de asumir la soberanía de todo el Virreinato, pero el abogado
criollo Juan José Paso le salió al cruce sosteniendo la necesidad y urgencia de establecer
en la capital virreinal una Junta Gubernativa. Saavedra encauzó la reunión al votar por la
cesación del virrey y la entrega del mando al Cabildo hasta la formación de una Junta
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aclarando que: "…el pueblo es el que confiere la autoridad o mando", siendo respaldado
por los votos de Castelli, Belgrano, Paso, Mariano Moreno y otros.
El 23 de mayo, por la mañana, los cabildantes hicieron el recuento de los sufragios que
arrojó los siguientes datos: por la destitución del virrey, 155 votos; por su continuación en
el mando: 59 votos. La mayoría de los sufragios decretaban la cesantía del virrey y la
entrega del gobierno provisionalmente al Cabildo hasta constituirse una Junta, elegida
por el pueblo.
Los miembros del Cabildo nombraron una Junta provisional, que tomaría el mando
“mientras se congregaban los diputados que se han de convocar de las provincias
interiores, para establecer la forma de gobierno que corresponda” con la designación
del propio ex virrey Cisneros como presidente de la Junta. El jueves 24 de mayo se
reunió el Cabildo y dio a conocer a los integrantes de la flamante Junta Gubernativa:
presidente, Baltasar Hidalgo de Cisneros, vocales, Juan Nepomuceno Solá, cura párroco de
Monserrat, el comerciante José Santos Incháurregui – ambos españoles– y los criollos Juan
José Castelli, abogado de la Real Audiencia y Cornelio Saavedra, comandante del
Regimiento de Patricios.
Cuando se supo la noticia de que el ex virrey permanecería en el mando, la indignación
cundió entre los patriotas más exaltados quienes inmediatamente se convocaron en la
Plaza Mayor y en los cuarteles de Patricios. El descontento fue canalizado por los
“chisperos” de Domingo French y Antonio Luis Beruti, que ocuparon la Plaza y
comenzaron a gritar en contra del Cabildo y de la Junta. Por su parte, los principales
revolucionarios se reunieron en la casa de Rodríguez Peña y allí decidieron que Castelli y
Saavedra debían renunciar. Esa misma noche, reunidos en el Fuerte, los vocales patriotas
le hicieron saber a Cisneros que la oposición del pueblo a su permanencia en el gobierno
era mayoritaria. Luego de una breve y tensa deliberación, todos los miembros de la Junta
elevaron su renuncia y devolvieron el poder al Cabildo.
- El viernes 25 de mayo. Desde el amanecer del día 25, numerosos grupos de patriotas
que se habían trasladado a la Plaza Mayor se instalaron bajo las arquerías del Cabildo y de
la Recova: para reconocerse y actuar en conjunto, portaban cintas blancas como distintivo
revolucionario. Por su parte, los cabildantes, ya reunidos, resolvieron rechazar la renuncia
de la Junta presidida por el ex virrey Cisneros. Cuando se publicó lo resuelto por el cuerpo
capitular, un grupo exaltado ingresó en la sala de reuniones y exigió a gritos la inmediata
destitución de Cisneros; los cabildantes –que pretendían desalojar a los descontentos por
medio de la fuerza– decidieron consultar a los jefes militares, pero como la mayoría de
estos estaban con los manifestantes, resolvieron, al fin, aceptar la disolución de la Junta.
Entusiasmados ante lo que consideraban una gran victoria sobre los partidarios del virrey,
los patriotas que ocupaban la Plaza Mayor enviaron al Cabildo una delegación,
encabezada por Antonio Luis Beruti, que dio a conocer la lista de los ciudadanos que
debían integrar la nueva Junta Gubernativa; recomendaban además, que una vez
establecido el nuevo gobierno, sea despachada a las ciudades del Interior del virreinato
una expedición de 500 hombres para garantizar su protección y la libre elección de
representantes.
Sin medios suficientes para resistir en la ciudad, los cabildantes no tuvieron otro camino
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más que acatar la voluntad de los patriotas y reconocer (de mala gana) a la autoridad
surgida de la Revolución de Mayo de 1810.
GUIA DE ESTUDIO N° 4:
Tras la deposición del virrey Cisneros, el 25 de Mayo de 1810 se integró una nueva Junta
de Gobierno (llamada Primera Junta) en Buenos Aires formada por Cornelio Saavedra
como presidente; Mariano Moreno y Juan José Paso, secretarios; Manuel Belgrano, Juan
José Castelli, Manuel Alberti, Domingo Matheu, Juan Larrea y Miguel de Azcuénaga, como
vocales. La nueva Junta juró fidelidad al rey español Fernando VIl (quien estaba prisionero
del emperador francés Napoleón) y no al Consejo de Regencia de España y mucho menos
al rey intruso José I Bonaparte. Desde la instalación de la Junta, cesó de hecho la
dominación española en el Río de la Plata.
Entre los actos del nuevo gobierno figuraron, en primer lugar, comunicar a los Cabildos de
las distintas ciudades la formación de la Junta Gubernativa y solicitar a éstos el envío de
diputados elegidos por el pueblo para incorporarse a la misma; en segundo lugar, se
organizó una expedición militar de 500 hombres al interior del Virreinato para asegurar la
libertad de los pueblos.
Al poco tiempo de iniciar su acción de gobierno, en la Junta se pusieron de manifiesto dos
concepciones sobre la forma de encarar la Revolución: una, representada por Mariano
Moreno, para quien la acción revolucionaria debía alcanzar cambios rápidos y totales a
nivel político, social y económico, utilizando todos los medios necesarios para asegurar la
vigencia del nuevo orden. La otra, sostenida por Cornelio Saavedra, que concebía la
acción revolucionaria como un cambio gradual hacia nuevas formas de organización
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política que no afectaran la estructura social y económica tradicional. Estas distintas
posiciones se acentuaron cuando llegó el momento de la integración al gobierno de los
diputados del Interior. El sector liderado por Moreno se oponía a dicha integración y el
grupo encabezado por Saavedra sostenía que debía cumplirse con la comunicación hecha
a las ciudades. Se impuso el criterio defendido por Saavedra y Mariano Moreno renunció.
Se formó así la Junta Grande, compuesta por 22 miembros. Con la incorporación de los
diputados de los pueblos provinciales asomó una fuerza política nueva, representada por
los hombres del Interior (provincianos), que por primera vez participaban del gobierno
central. Si bien la cantidad de miembros dificultó su trabajo, la Junta Grande tomó
medidas destacadas, como por ejemplo, crear Juntas Provinciales en las ciudades
capitales de las Intendencias y Juntas dependientes en otras ciudades. Aquí se puede
encontrar el germen de las provincias argentinas con su consiguiente autonomía
provincial, es decir, la posibilidad de dictar sus propias leyes y elegir a sus funcionarios sin
intervención del poder central ubicado en Buenos Aires.
La Gaceta fue el medio periodístico creado el 7 de junio de 1810 para difundir las ideas y
obras de la Revolución de Mayo. Se publicó durante 10 años y en ese tiempo fue
informando las acciones de los distintos gobiernos que se sucedieron en el territorio del
ex virreinato del Río de la Plata: la Primera Junta (mayo a diciembre de 1810), compuesta
de 9 miembros; la Junta Grande (diciembre 1810 a septiembre 1811) con 22 integrantes;
el Primer Triunvirato (septiembre 1811 a octubre 1812) formado por 3 miembros; el
Segundo Triunvirato (octubre 1812 a enero 1813) también con 3 integrantes; la Asamblea
del año XIII (enero 1813 a abril 1815), órgano político y legislativo con muchos miembros;
y finalmente el Directorio (enero 1814 a febrero 1820), poder ejecutivo ejercido por 1
persona. La Asamblea General Constituyente del Año XIII se reunió en Buenos Aires el 31
de enero de 1813 con el objeto de organizar el país. Si bien no dictó una Constitución,
entre sus resoluciones, se cuentan las siguientes: se declaró soberana, rompiendo la
dependencia con la monarquía española; aprobó el uso de los actuales símbolos patrios
como el Escudo Nacional, la Escarapela y el Himno Nacional Argentino; mandó acuñar la
primera moneda nacional; declaró fiesta cívica el 25 de Mayo; suprimió los títulos de
nobleza; eliminó el tributo y el servicio personal indígena y dictó la libertad de vientres,
es decir, que los hijos por nacer de madres esclavas eran libres; suprimió los instrumentos
de tortura y creó el sistema de gobierno conocido como el Directorio, ejercido por un
Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Ejercieron el gobierno directoral entre 1814 y 1820: Gervasio Posadas (1814-1815); Carlos
María de Alvear (1815); Ignacio Álvarez Thomas (1815-1816); Antonio González Balcarce
(1816); Juan Martín de Pueyrredón (1816-1819); José Rondeau (1819-1820).
Mientras éstos eran los sucesos políticos en Buenos Aires, en el Interior se desarrollaba la
Guerra de Independencia entre las fuerzas patriotas que defendían la Revolución de Mayo
y los ejércitos realistas, que pretendían acabar con la libertad americana. Entre los
patriotas que luchaban en distintos puntos del territorio mencionaremos a Manuel
Belgrano, creador de la Bandera Nacional, vencedor en Tucumán y Salta; a Martín Miguel
de Güemes, defensor de la frontera norte que contuvo 11 invasiones realistas; a Guillermo
Brown, quien venció a la escuadra realista en las aguas del Río de la Plata; a José de San
Martín, creador del Ejército de los Andes y Libertador de Chile y Perú.
14
Estas campañas militares se hacían en nombre de la libertad contra la dominación realista
de España. Pero para que esa libertad fuera reconocida por el mundo entero era necesaria
la declaración de la Independencia de las Provincias de Sudamérica, realizada por un
Congreso que representara a cada uno de los pueblos del ex virreinato.
El Congreso General Constituyente se reunió en San Miguel de Tucumán en marzo de
1816. Todas las provincias enviaron sus representantes a excepción de Entre Ríos,
Corrientes y la Banda Oriental. Los principales temas que se trataron fueron:
declaración de la independencia; dictado de una constitución; determinación de la
forma de gobierno.
El 9 de julio de 1816, influenciados por figuras importantes como Belgrano y San Martín,
los diputados declararon la Independencia de estas Provincias del poder de... "Fernando
VIl, sus sucesores y Metrópoli"... "y de toda otra dominación extranjera"... Además de la
Independencia, el Congreso de Tucumán aprobó también el uso de la bandera de Belgrano
como símbolo de la nueva Nación. Al tratarse posteriormente el tema de la forma de
gobierno se presentaron dos tendencias muy marcadas: una monárquica y otra republicana.
En 1817, el Congreso de Tucumán se trasladó a Buenos Aires, donde reanudó las sesiones, y en
cumplimiento de uno de sus objetivos dictó en 1819 una constitución. La misma fue
rechazada por las provincias por su tendencia monárquica y centralista y por no respetar
las libertades provinciales. Esto dio lugar a un largo conflicto interno dentro de las
Provincias Unidas del Río de la Plata (nuevo nombre del ex virreinato del Río de la Plata),
que en 1820 provocará la caída del gobierno nacional representado por el Directorio y el
surgimiento de las Autonomías Provinciales.
GUIA DE ESTUDIO N° 5:
15
Etapas generales de la guerra de Independencia latinoamericana. La Guerra por la
Independencia que siguió a los movimientos revolucionarios se extendió durante 15 años:
entre 1810 y 1825. En este período podemos distinguir dos etapas generales: entre 1810-
1815, las condiciones fueron más favorables a los movimientos emancipadores, pues
España estaba ocupada en su propia guerra de liberación contra Francia; las luchas tenían
el carácter de guerras civiles, ya que en América se enfrentaron los realistas, fieles al
régimen español y los patriotas, partidarios de un sistema independiente. Entre 1815-
1825, las condiciones se hicieron más duras con la caída de Napoleón y la restauración de
las monarquías europeas; el soberano español, Fernando VII repuesto en su trono, se
propuso firmemente recuperar sus posesiones coloniales para lo cual envió a sus ejércitos
con los cuales la contrarrevolución comenzaba a triunfar en muchos países americanos.
La guerra en la Banda Oriental: Artigas y el Sitio de Montevideo. En mayo de 1810,
Montevideo no aceptó a la Primera Junta de Gobierno, pero en 1811 José Gervasio de
Artigas, líder de los criollos de la Banda Oriental se unió al movimiento revolucionario del
Río de la Plata. La Junta Grande envió tropas para apoyar el movimiento y Artigas derrotó
a los españoles en la batalla de Las Piedras. Seguidamente, las tropas porteñas iniciaron el
Primer Sitio de Montevideo. Los realistas solicitaron el auxilio portugués y un ejército de
ese país avanzó desde Brasil con la intención de ocupar el territorio. Para frenar la
invasión, Buenos Aires firmó un acuerdo con los realistas de Montevideo, el cual disgustó
a Artigas quien emprendió la retirada y se instaló en Entre Ríos seguido por gran parte de
sus paisanos, en un episodio que recibió el nombre de el "Éxodo oriental". En 1812
Artigas hizo las paces con los porteños y juntos organizaron el Segundo Sitio de
Montevideo que concluyó con la liberación de la ciudad en 1814. Pero esta alianza fue
breve, porque en la Asamblea del año XIII fueron rechazados los representantes de
Artigas, que habían concurrido con instrucciones de declarar la independencia y
establecer un gobierno federal. En 1815, las provincias de Santa Fe, Entre Ríos y
Corrientes, reconocieron a Artigas como Protector de los Pueblos Libres. Ese mismo año,
Artigas derrotó a los realistas de la Banda Oriental pero su triunfo no duró mucho pues en
agosto de 1816 los portugueses del Brasil avanzaron nuevamente y esta vez ocuparon la
Banda Oriental. En enero de 1820 Artigas fue derrotado por los portugueses en
Tacuarembó y tuvo que retirarse al Paraguay, donde vivió hasta su muerte.
Campaña al Paraguay. Asunción tampoco reconoció a la Primera Junta de Gobierno
instalada en el Río de la Plata y Buenos Aires envió en agosto de 1810 un ejército a las
órdenes de Manuel Belgrano para imponer su autoridad en la región. En su recorrido,
Belgrano fundó los pueblos de Curuzú Cuatiá (en la provincia de Corrientes) y Mandisoví
(hoy Federación, en Entre Ríos). Los paraguayos defendieron su autonomía y derrotaron al
ejército de la Revolución en Paraguarí (enero de 1811) y Tacuarí (marzo de 1811). El 15 de
mayo de 1811 Paraguay se constituyó independiente de las potencias extranjeras y de
Buenos Aires.
Primera Campaña al Alto Perú. El Alto Perú, actual Bolivia, era una región de importancia
para el Virreinato del Río de la Plata, por sus ricas minas de plata en Potosí. Por otra parte,
para los patriotas era muy necesario controlar esta zona porque por allí podían descender
los realistas desde Lima, el baluarte militar español. El ejército patriota a las órdenes de
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Antonio González Balcarce y Juan José Castelli, avanzó hacia el norte, pero el enemigo lo
rechazó en Cotagaita. Sin embargo, a orillas del río Suipacha, Balcarce obtuvo la primera
victoria para las armas de la Revolución, el 7 de noviembre de 1810. Los jefes enemigos
José de Córdoba, Vicente Nieto y de Francisco de Paula Sanz cayeron prisioneros y fueron
ejecutados por orden de Castelli. El ejército patriota prosiguió su avance hasta acampar en
Huaqui, sobre la margen sur del río Desaguadero, pero allí, el día 20 de junio, los realistas
lo derrotaron completamente. La batalla de Huaqui tuvo importantes consecuencias, ya
que se perdieron las provincias del Alto Perú, las regiones de Salta y Tucumán quedaron
desguarnecidas y el gobierno de Buenos Aires debió levantar el sitio de Montevideo. La
guerra que prosiguió en esa región fue muy larga y complicada. Entre 1815 y 1821, el
gobernador de Salta, Martín Miguel de Güemes, se hizo cargo de la defensa de la frontera
del Norte.
Belgrano y la creación de la bandera. El sitio de Montevideo se hacía ineficaz para las
fuerzas de Buenos Aires porque los patriotas carecían de barcos de guerra y los realistas
dominaban las aguas del río de la Plata y del Paraná. De los pueblos costeros de este río
los realistas obtenían, a través del saqueo de las estancias, alimentos y recursos para los
españoles que defendían Montevideo. Para proteger las costas del Paraná el Triunvirato
encomendó a Belgrano la defensa del río a la altura de Rosario. El 27 de febrero de 1812
Belgrano presentó ante las tropas y los vecinos reunidos la bandera celeste y blanca
creada por él tomando los colores de la escarapela nacional. El gobierno juzgó imprudente
la actitud de Belgrano y le ordenó que ocultara la bandera, pero éste no recibió la
comunicación pues ya se encontraba camino al Alto Perú. Al llegar a Jujuy, Belgrano
celebró el 25 de Mayo presentando la bandera al pueblo, la que además fue bendecida
por el padre Ignacio Gorriti. El Triunvirato nuevamente desautorizó a Belgrano y éste,
indignado, ocultó la bandera y dijo que la reservaría para que flameara "el día de una gran
victoria". Ese momento llegó después de la batalla de Tucumán, cuando el 13 de febrero
de 1813 hizo jurar a sus tropas fidelidad a la Bandera Nacional y a la Asamblea del año XIII
en el río Pasaje, llamado desde entonces "río Juramento".
Segunda y Tercera Campaña al Alto Perú. La derrota de Huaqui puso fin a la Primera
Campaña al Alto Perú. En 1812, al mando de Manuel Belgrano se inició la Segunda
Campaña al Alto Perú, que avanzó exitosa hacia el norte tras los triunfos patriotas de
Tucumán, el 24 de setiembre y de Salta, el 20 de febrero de 1813, pero que sufrió una
dura derrota en Vilcapugio, el 1 de octubre y el desastre final en Ayohuma, el 14 de
noviembre de 1813 que determinó su fracaso total.
José Rondeau organizó en 1815 la Tercera Campaña, que como las anteriores culminó en
la derrota patriota de Sipe-Sipe, el 29 de noviembre, dando como resultado la pérdida
definitiva del Alto Perú para la causa de Buenos Aires.
Las campañas libertadoras de San Martín y Bolívar. José de San Martín, nacido en 1778
en las Misiones Jesuíticas (provincia de Corrientes, Argentina), había hecho su carrera
militar en España y en 1812 decidió regresar a Buenos Aires para trabajar por la
Independencia americana. Creador del Regimiento de Granaderos a Caballo, tuvo su
primer victoria en San Lorenzo, el 3 de febrero de 1813. En 1817, al mando del Ejército de
los Andes, San Martín cruzó la cordillera de los Andes y después de vencer en Chacabuco
y Maipú (1818) liberó a Chile del dominio realista. En 1820 embarcó con sus tropas hacia
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el Perú y al año siguiente entró en Lima proclamando la independencia peruana. En 1822,
luego de una entrevista en Guayaquil (Ecuador) con Bolívar, San Martín abandonó la
campaña libertadora y se exilió en Europa, donde moriría en 1850.
Simón Bolívar, nacido en Caracas (Venezuela) en 1783, participó en los movimientos
independentistas destacándose como militar en la liberación de Venezuela, Ecuador y
Nueva Granada, que fueron integradas posteriormente en la “República de la Gran
Colombia”. Antonio José de Sucre fue su gran colaborador, con quien consiguió finalizar
la guerra de Independencia sudamericana tras derrotar a las últimas fuerzas realistas en
Ayacucho, Perú, en 1824.
GUIA DE ESTUDIO N° 6:
Hacia 1820 se habían formado las primeras provincias argentinas. Su origen se remonta al
período hispánico cuando el Virreinato del Río de la Plata estaba dividido en Intendencias.
Varias de las poblaciones fundadas por españoles se convirtieron en ciudades al
organizarse alrededor de un Cabildo y algunas de ellas fueron capitales de Intendencias
como Córdoba, Salta, Buenos Aires, Potosí, La Paz, Cochabamba, Charcas, Asunción. Otras
ciudades importantes que no eran capitales, como Santiago del Estero, Tucumán,
Mendoza, etc. tuvieron aspiraciones autonomistas produciendo nuevas divisiones
territoriales que dieron origen a las provincias. Como la división provincial no respondió a
una equilibrada distribución de las riquezas, ni a fines políticos determinados, desde un
18
principio existieron provincias ricas y pobres. La gran extensión territorial que separaba a
las ciudades entre sí permitió que las provincias se desarrollaran en forma autónoma y
surgieran caudillos que representaban las aspiraciones de sus pobladores.
Los caudillos fueron líderes militares y políticos que aparecieron durante el proceso
emancipador. Se destacaban por su valor, coraje y la estimación de la gente del lugar al
que pertenecían. Su función era guiar y proteger a las poblaciones bajo su mando, por lo
que muchos caudillos llegaron a ser gobernadores de provincias.
Uno de los primeros caudillos fue José Gervasio Artigas, quien dirigió a los gauchos e
indios de la Banda Oriental (actualmente Uruguay) contra los realistas españoles de
Montevideo. La influencia de Artigas se extendió también por Santa Fe, Entre Ríos,
Corrientes, Misiones y Córdoba, iniciando un largo conflicto con el centralismo de Buenos
Aires. Fueron aliados de Artigas los caudillos Estanislao López en Santa Fe y Francisco
Ramírez en Entre Ríos.
Otros caudillos famosos fueron: Martín Miguel de Güemes en Salta; Facundo Quiroga en
La Rioja; Felipe Ibarra en Santiago del Estero; Juan Bautista Bustos en Córdoba; Juan
Manuel de Rosas en Buenos Aires.
Los caudillos defendían las ideas federales. Para ellos las provincias debían conservar sus
derechos de autonomía y el control de sus recursos económicos. Para organizar el país,
propiciaban la unión de todas las provincias en un Estado Federal descentralizado. Estas
ideas federales se oponían al centralismo porteño defendido por el gobierno Directorial.
Los centralistas querían un gobierno único y fuerte que controlara la política y la
economía de todo el país, sometiendo a las provincias a su autoridad.
Los caudillos del Litoral (Santa Fe y Entre Ríos) mantuvieron desde 1814 conflictos
armados con el gobierno directorial porteño. En 1819 el Director Supremo José Rondeau
decidió enfrentar a los caudillos López y Ramírez, siendo derrotado en la batalla de
Cepeda, el 1 de febrero de 1820. Los vencedores exigieron a Buenos Aires que se
constituyera en provincia federal y designara nuevas autoridades. Ello provocó la
renuncia del Director Rondeau y el fin del Directorio como forma de gobierno; además
significó la disolución del Congreso que declaró la Independencia.
En Buenos Aires se formó una Sala de Representantes que nombró a Manuel de Sarratea
como primer gobernador de la provincia porteña.
Sarratea se reunió con los caudillos López y Ramírez para firmar el Tratado del Pilar en
febrero de 1820, que establecía la paz entre Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos, se
imponía la organización federal y se convocaba a un Congreso en San Lorenzo. Este fue el
primero de los “Pactos Interprovinciales” que se firmarían entre las provincias argentinas
para reorganizar el país durante el período de las Autonomías Provinciales (1820-1826).
Pero el Tratado del Pilar no resolvió el problema entre los caudillos y Buenos Aires.
Sarratea fue destituido y se sucedieron varios gobernadores en el año 1820. Finalmente,
la Sala de Representantes nombró a Martín Rodríguez gobernador de Buenos Aires en
1821. Rodríguez firmó con Estanislao López, de Santa Fe el segundo de los Pactos
Interprovinciales, el Pacto de Benegas, por el cual se estableció una alianza entre las
provincias de Buenos Aires y Santa Fe, se convocaba a un nuevo Congreso en Córdoba y
Buenos Aires se comprometía a entregarle al gobierno santafesino 25.000 cabezas de
ganado.
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Francisco Ramírez, gobernador de Entre Ríos que se había enemistado con Artigas a quien
venció en 1820, disgustado por la alianza de Santa Fe con Buenos Aires atacó a López en
1821. Su derrota y muerte en Córdoba significó el fin del conflicto entre Buenos Aires y los
caudillos del Litoral.
En 1822 se firmó el tercer Pacto Interprovincial, denominado Tratado del Cuadrilátero,
entre los gobernadores Martín Rodríguez de Buenos Aires, Estanislao López de Santa Fe,
Lucio Mansilla de Entre Ríos y Juan José Fernández Blanco de Corrientes, que aseguraba
la paz entre las cuatro provincias y convocaba a la reunión de un nuevo Congreso General
para dictar una Constitución y organizar el Estado nacional.
GUIA DE ESTUDIO N° 7:
Con la llegada de Martín Rodríguez al poder, Buenos Aires inició una nueva etapa de
estabilidad política y de desarrollo económico. Durante la etapa de 1821 a 1824, el
gobernador y sus tres ministros -Bernardino Rivadavia, de Gobierno; Manuel José García,
de Hacienda y Finanzas, y el General Cruz, de Guerra-, con el apoyo de los comerciantes y
los hacendados, buscaron una salida a la difícil situación de la provincia reorganizando el
poder político de la provincia, dictando leyes de importancia pero, por sobre todo,
desarrollando una nueva forma de economía que pudo reemplazar con éxito al viejo
sistema colonial que había entrado en crisis con la Revolución y las guerras que vinieron
después. Tan bien vistos fueron estos tres años de gobierno que, cuando en 1824 Las
Heras reemplazó a Martín Rodríguez, habló con entusiasmo en su discurso de esta "feliz
experiencia" porteña.
Económicamente, la Revolución de Mayo había significado la ruina de los ricos
comerciantes porteños, tanto por las contribuciones con las que habían tenido que
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financiar la Guerra de la Independencia como por la competencia de los comerciantes
ingleses, favorecidos por las políticas de libre comercio. Pronto vieron que, si querían
conservar y acrecentar sus fortunas, tenían que buscar alguna otra actividad más rentable.
La encontraron en el campo: la ganadería -que no demandaba gran esfuerzo y que se daba
con facilidad en nuestros campos- era el futuro. Las familias de los ricos comerciantes que
habían hecho su fortuna en el Virreinato -los Anchorena, los Alzaga, los Sáenz Valiente, los
Santa Coloma, los Unzué- se convirtieron en grandes hacendados. También los
comerciantes ingleses y muchos militares y políticos cercanos al gobierno decidieron
invertir en tierras. Este proceso por el cual los comerciantes se fueron convirtiendo en
hacendados había comenzado antes de 1820, pero el flamante gobierno de Rodríguez los
ayudó mucho en su empresa. Para empezar, los ayudó a conseguir más tierras,
empujando hacia el sur a los indios. La campaña militar de 1823 logró correr la frontera,
que hasta entonces era el río Salado, hasta la zona de Azul y de Tandil.
A medida que se iba corriendo la frontera, esta tierra arrancada a los indios era
transferida por el Estado a los futuros hacendados. Para eso se dictó una ley, llamada de
"enfiteusis" o alquiler, que en realidad era casi un regalo porque se pagaba una cuota muy
baja. La ley de enfiteusis hablaba de fomentar la agricultura y la pequeña explotación,
pero lo cierto es que esas enormes extensiones de tierra se repartieron, casi gratis, entre
muy pocas familias.
Ahora había tierra disponible, pero faltaban los hombres que la trabajasen, que se
ocupasen del ganado, de marcar, de arrear, de cuerear. En esa zona habitaban los
gauchos, quienes vivían al margen de la vida de la ciudad. No trabajaban porque sus
necesidades eran pocas: les bastaba el poncho, el caballo, los aperos, el cuchillo. A veces,
el rancho. Para los "vicios" (como les decían a la yerba, el alcohol y el tabaco) bastaba con
capturar cada tanto alguna de esas tantas vacas salvajes o “cimarronas” que vagaban por
el campo. Comían parte de la carne y vendían el cuero a alguna de las pulperías
"volantes", que funcionaban en carretas y que iban recorriendo los campos. Esos cueros
llegaban luego a Buenos Aires, donde eran exportados por un grupo de comerciantes.
Para los hacendados, los gauchos libres empezaron a ser una verdadera molestia: no sólo
evitaban trabajar para ellos sino que, para colmo, robaban el ganado -que, desde que ellos
se habían convertido en dueños de la tierra, no consideraban salvaje sino propio- y los
cueros iban a parar a manos de otros comerciantes.
El gobierno de Martín Rodríguez nombró entonces jueces de paz rurales, que tenían una
autoridad semejante a la que habían tenido antes los cabildos. Esos jueces de paz se
encargaban de aplicar la "ley de vagos", por la cual el gaucho que no pudiese demostrar
que tenía un empleo podía ser castigado y mandado a la frontera a pelear contra los
indios. El modo de demostrar que se tenía un empleo estable era teniendo una "papeleta
de conchabo", que firmaba el patrón de estancia y aquel que no poseía papeleta o se
resistía pasaba a ser un rebelde o “gaucho matrero”. Los rebeldes eran enviados como
castigo a los fortines de la frontera para luchar contra los malones indios que cada tanto
atacaban las estancias de los blancos. Acorralado, sin medios para resistir a la autoridad y
amenazado siempre con el servicio de frontera, el gaucho se fue incorporando a la
estancia y se convirtió en peón.
La vida social de la campaña se organizó en torno a la estancia. El patrón era también el
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juez y la policía y, además, el dueño de la pulpería. Este patrón -o el capataz, cuando el
patrón vivía en Buenos Aires- era a la vez temido y admirado. Adoptaba el modo de vida
del gaucho, era duro y diestro. Era el que mandaba pero también el que protegía. El
ejemplo más notable de este modelo de patrón de estancia fue Juan Manuel de Rosas, un
rico hacendado que vivía en su estancia y era fervorosamente respetado por sus gauchos.
La multiplicación de las estancias y el crecimiento de la ganadería fueron consolidando
una nueva economía en la provincia de Buenos Aires. En las estancias se producían cueros,
que eran secados y salados y luego exportados a Inglaterra por el puerto. Luego comenzó
también a salarse la carne, para hacer charque o tasajo, que se vendía a países como
Brasil o Cuba, para alimentar a los esclavos, y cobraron importancia los saladeros.
Poco a poco crecieron las exportaciones y el comercio de estos nuevos productos fue
llenando el vacío que había dejado la plata del Alto Perú que, desde 1810, había dejado de
fluir hacia Buenos Aires. La ganadería resultó un excelente negocio y los hacendados y los
comerciantes (sobre todo los comerciantes ingleses) se asociaron firmemente. La
prosperidad de ellos terminó por llevar prosperidad a toda la provincia, que pronto
comenzó a destacarse como la más rica de todas las que habían integrado el país.
Al mismo tiempo que apoyaban el crecimiento de la ganadería, el gobernador Rodríguez y
su ministro Rivadavia fueron introduciendo muchas reformas en el Estado y en la forma de
administrarlo. Rivadavia se ocupó de mejorar la administración del Estado reduciendo los
gastos, que eran muy altos. Se pasó a retiro a muchos militares, se organizó el
Presupuesto provincial; se creó el Banco de Descuentos que podía emitir billetes; se
proyectaron importantes obras públicas (la construcción de un puerto, la instalación de un
sistema de aguas corrientes) y se contrató un préstamo internacional con el banco Baring
Brothers, de Inglaterra.
En materia educativa, se creó la Universidad de Buenos Aires, con asignaturas como
Ciencias Naturales, Filosofía, Derecho, etc. El Colegio de Ciencias Morales, hoy Colegio
Nacional de Buenos Aires, se ocuparía de preparar a los futuros estudiantes universitarios.
Se empedraron e iluminaron las calles de Buenos Aires, se levantaron casas de dos pisos y
poco a poco la vieja ciudad colonial iba tomando aires europeos.
También la vida política se renovó y se ordenó. El gobernador era elegido por la Junta de
Representantes y ésta, a su vez, era elegida por el voto de los hombres de la ciudad y de la
campaña. Los candidatos del gobierno formaban el “Partido del Orden”, dirigido por
Rivadavia y la oposición estaba organizada por el "Partido Popular" comandado por el
coronel Manuel Dorrego, que defendía a los sectores populares de la ciudad.
La cuestión de la Banda Oriental terminó por enfrentar a los dos partidos de la ciudad. En
esa época, la Banda Oriental estaba en manos de los invasores portugueses. En 1822, los
brasileños proclamaron su independencia de Portugal y las tropas portuguesas que
estaban acantonadas en Montevideo amenazaron con resistirse.
Este enfrentamiento entre portugueses y brasileños era una excelente oportunidad para
los orientales: pidieron ayuda a Buenos Aires para deshacerse de sus invasores.
Pero el gobierno de Buenos Aires no tenía deseos de embarcarse en una nueva guerra, de
modo que hizo algunas declaraciones en favor de los orientales, pero no tomó ninguna
medida en su apoyo. El Partido Popular en cambio, exigía ayudar a la provincia oriental.
22
GUIA DE ESTUDIO N° 8:
Gobierno de Las Heras. Al terminar el período del gobierno de Martín Rodríguez, la Junta
de Representantes de la provincia de Buenos Aires eligió gobernador al general Juan
Gregorio de Las Heras, quien asumió sus funciones el 2 de abril de 1824. Considerado
como un continuador de la política de Rodríguez, propuso el mismo gabinete que su
antecesor, pero Rivadavia no aceptó y su cargo fue ocupado por Manuel José García.
Los hechos más destacados que sucedieron durante el gobierno de Las Heras fueron: la
Independencia de las antiguas provincias del Alto Perú (hoy Bolivia) en 1825, la reunión
del Congreso General Constituyente de 1824 y la crisis desatada por la Cuestión de la
Banda Oriental.
23
El 23 de enero de 1825, el Congreso sancionó la "Ley Fundamental" que aseguraba las
autonomías provinciales y que la nueva Constitución se pondría a consideración de los
gobiernos provinciales antes de entrar en vigencia. A su vez, se facultaba al gobierno de la
provincia de Buenos Aires para desempeñar el Poder Ejecutivo Nacional provisorio.
Otro de los puntos que se debatieron fue la “forma de gobierno”, que en realidad
planteaba la forma del Estado Nacional, ya que después del fracaso del proyecto
monárquico del Directorio, nadie cuestionaba que el gobierno debía ser republicano. Por
el sistema federal se pronunciaron: Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba, Mendoza, San Juan y
Santiago del Estero; por el sistema unitario: Salta, Jujuy, La Rioja y Tucumán. Otras
provincias como Catamarca, San Luis, Corrientes y la Banda Oriental se sometían a la
resolución del Congreso, mientras que Buenos Aires y Misiones se abstuvieron de opinar.
La Cuestión de la Banda Oriental que irremediablemente llevó a las Provincias Unidas a la
guerra con el Brasil, afectó también al Congreso, obligándolo a sancionar la Ley de
Presidencia (6 de febrero de 1826) y la de ministerios nacionales por la que se creó un
Poder Ejecutivo Nacional permanente.
La Cuestión de la Banda Oriental. los portugueses habían invadido la Banda Oriental en
1816 para combatir al caudillo José Artigas, Protector de los Pueblos Libres federales y
enemigo del centralismo porteño. Los portugueses vencieron a Artigas en 1820 y
ocuparon totalmente la Banda Oriental. El 7 de septiembre de 1822 se proclamó la
independencia brasileña de Portugal y Pedro I asumió como Emperador del Brasil; poco
después incorporó a la Banda Oriental a su imperio con el nombre de “Provincia
Cisplatina”. Pero un grupo de orientales refugiados en Buenos Aires organizaron la
resistencia contra la ocupación brasileña y en abril de 1825, una expedición integrada por
33 orientales, comandada por Juan Lavalleja con la que recuperaron gran parte de su
provincia y reunieron un Congreso en La Florida, que solicitó la reincorporación del
territorio oriental a las Provincias Unidas del Río de la Plata. El Congreso en Buenos Aires
aceptó la unión de la Banda Oriental, lo que provocó que Brasil declarara la guerra a las
Provincias Unidas el 10 de diciembre de 1825.
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a. Ley de Capitalización de Buenos Aires: La nueva capital nacional estaba comprendida
entre Puente Márquez (próximo a Merlo), Tigre y el río Santiago. Este territorio quedaba
bajo la dirección del presidente y de hecho, significó la desaparición de la provincia
bonaerense.
b. Ley de consolidación de la deuda pública; La guerra con el Brasil consumió todo el
presupuesto nacional y debían pagarse las deudas públicas acumuladas desde 1810 y el
empréstito Baring. Para hacer frente a estas obligaciones, el Congreso trató el proyecto de
consolidación de la deuda pública y se nacionalizaron las tierras fiscales de todas las
provincias, las cuales no podían venderse. La medida provocó descontento en los
gobiernos provinciales porque perdían el control de su territorio.
c. Ley de Enfiteusis: A mediados de 1826 se sanciona la Ley de Enfiteusis, que tuvo por
objetivo estimular la pequeña propiedad y obtener recursos para el tesoro nacional; pero
las tierras fueron adquiridas mayormente por grandes estancieros, comerciantes
extranjeros y militares que incrementaron su fortuna personal a costa del Estado, sin
arriesgar casi nada.
GUIA DE ESTUDIO N° 9:
25
2) ¿Cuándo se reunió el Congreso General Constituyente y qué tendencias
antagónicas se definieron?
3) ¿Cuándo se sancionó y qué establecía la Ley Fundamental?
4) ¿Cuáles eran las formas de gobierno discutidas y cómo se pronunciaron las
provincias?
5) ¿Cómo afectó la Cuestión de la Banda Oriental al Congreso?
6) ¿Qué sucedió con la Banda Oriental a partir de 1822 y qué resultados tuvo la
expedición de los “33 orientales”?
7) ¿Cómo llegó Rivadavia a la presidencia argentina, quiénes y por qué lo apoyaron?
8) ¿Qué leyes logró Rivadavia hacer sancionar por el Congreso? Explicarlas.
9) ¿Qué tipo de Constitución era la de 1826 y por qué se aprobó en el Congreso?
10) ¿Qué decía la Constitución de 1826 con respecto a la forma de gobierno, los tres
poderes del Estado y los gobiernos provinciales?
11) ¿Qué actitud desarrolló Rivadavia con los gobernadores provinciales y por qué
tuvo que renunciar a la presidencia nacional?
26
El ascenso de Rosas al poder: Juan Manuel de Rosas gobernó la provincia en dos períodos:
entre 1829 y 1832, y entre 1835 y 1852. Constituyó la figura central de la política
rioplatense durante un cuarto de siglo. La economía prosperó durante sus mandatos,
aunque el gobernador tuvo que hacer frente a conflictos políticos y militares que
incrementaron los gastos del Estado. Buenos Aires estaba casi permanentemente en
guerra; los bloqueos al puerto que impusieron durante algunos años Francia y Gran
Bretaña afectaron los ingresos de la Aduana. Para afrontar esta situación, Rosas restringió
el gasto público, tuvo que emitir papel moneda sin respaldo y a causa de los bloqueos, la
población sufrió el encarecimiento de los productos importados y la disminución de las
oportunidades para hacer negocios.
Los objetivos de Rosas: El principal objetivo de Rosas era alcanzar un orden social y
político, que a su juicio se lograba por medio de la unanimidad de opinión. Rosas
pretendía que todos los ciudadanos fueran federales. Rosas se erigió como líder
indiscutido de los sectores populares compuestos por gauchos, peones y empleados
domésticos a los que controló y movilizó. Pero también se apoyó en los estancieros y
comerciantes a quienes ayudó a consolidar sus propiedades. El clero y las clases
acomodadas respaldaron el régimen de Rosas porque lo consideraban "Restaurador" de
las leyes y de la religión católica en oposición a las políticas antirreligiosas de la época de
Rivadavia.
Rosas se consolida en el poder: Cansados de la lucha civil desatada tras el fusilamiento de
Dorrego y temerosos de un nuevo levantamiento rural que había movilizado a peones e
indígenas, varios sectores de la ciudad apoyaron a Juan Manuel de Rosas cuando asumió
su primera gobernación de Buenos Aires, en diciembre de 1829. En esa ocasión, la
Legislatura le confirió facultades extraordinarias para gobernar. Entre las atribuciones
que otorgaban las facultades extraordinarias figuraba la posibilidad de mandar arrestar y
juzgar a los ciudadanos. Rosas apostó a la reconstitución del orden, pero también se
presentó como el jefe indiscutido del Partido Federal porteño, en el cual coexistían dos
grupos: uno, era la antigua facción dorreguista que defendía el retorno a la normalidad
institucional; el otro, denominado “rosisimo”, se identificó con la figura del gobernador y
su régimen autoritario, el cual se reforzó cuando el gobierno decretó el uso obligatorio de
la divisa punzó para los empleados y funcionarios públicos, incluidos los maestros y
párrocos.
La Liga Unitaria del Interior y el Pacto Federal de 1831: El general unitario José María Paz,
aliado de Lavalle, en 1829 marchó a las provincias del Interior. Mientras Rosas negociaba
con Lavalle, Paz derrotó al gobernador de Córdoba, Juan Bautista Bustos, y tomó el poder
de la provincia. Paz también se enfrentó con éxito a Facundo Quiroga en la batalla de La
Tablada, en junio de 1829 y más tarde volvió a derrotarlo en la batalla de Oncativo. A
partir de entonces, la influencia de Paz se extendió por todas las provincias del Interior. El
5 de julio de 1830, las provincias de La Rioja, Córdoba, Jujuy, San Luis, Mendoza,
Catamarca, San Juan, Tucumán, Salta y Santiago del Estero establecieron una alianza
militar que se denominó Liga Unitaria o Liga del Interior, entregando el Supremo Poder
Militar al general Paz, quien estaba facultado para intervenir en cualquier provincia,
declarar la guerra y firma tratados de paz.
Mientras tanto, en el Litoral se consolidaba otro bloque militar. A fines de 1830, Rosas se
27
reunió en San Nicolás de los Arroyos con el gobernador de Santa Fe, Estanislao López -
también en representación de su par de Entre Ríos-, y el gobernador de Corrientes, Pedro
Ferré para acordar la movilización de un poderoso ejército que hiciera frente a la Liga
Unitaria del general Paz. Corrientes se retiró de las negociaciones poco después porque
tenía diferencias económicas con el gobierno de Buenos Aires. Finalmente, el 4 de enero
de 1831, se firmó el Pacto Federal. Este acuerdo unía a las provincias de Buenos Aires,
Entre Ríos y Santa Fe en una alianza. Su fin no era únicamente enfrentar al ejército
unitario que se organizaba en el Interior, sino que preveía la formación de una Comisión
Representativa de los Gobiernos de las Provincias Litorales de la República Argentina con
las facultades para celebrar la paz, declarar la guerra e invitar a las demás provincias a
unirse, bajo el sistema federal, a las provincias signatarias. En un congreso futuro, se
acordaría la unificación de la República bajo el sistema federal y se intentaría dar
respuesta a temas pendientes, como la mejora del comercio, la navegación de los ríos
interiores y el pago de la deuda externa.
Fin de la Liga Unitaria: Cuando el bloque federal y el bloque unitario estaban por
enfrentarse militarmente, ocurrió algo inesperado: el general Paz cayó prisionero de una
partida de federales que bolearon su caballo. El bloque unitario quedó entonces en manos
del general Gregorio Aráoz de Lamadrid, quien fue derrotado por las fuerzas federales de
Facundo Quiroga. A partir de ese hecho, la Liga del Interior se desmoronó y se delinearon
tres caudillos que se repartieron el poder en las provincias bajo su influencia: Quiroga en
el Interior; Estanislao López en el Litoral y Rosas en Buenos Aires. Este último se oponía a
la inmediata sanción de una constitución, ya que creía que primero era necesario pacificar
al país. Sin embargo, Rosas intentaba que las demás provincias se unieran al Pacto Federal
para que la hegemonía de Buenos Aires no fuera puesta en cuestión. El resultado fue la
formación de una confederación de provincias, que delegaban la gestión de las relaciones
exteriores en el gobierno de Buenos Aires. No obstante, las provincias mantenían su plena
soberanía en todos aquellos asuntos cuya resolución no hubiesen delegado en Buenos
Aires. Esta situación persistió hasta la sanción de la Constitución en 1853.
1) ¿Quién era Manuel Dorrego y cuál fue una de sus primeras medidas de gobierno?
2) ¿Qué hizo Juan Lavalle cuando regresó a Buenos Aires en 1829 y quiénes se
opusieron a él?
3) ¿Qué hicieron Lavalle y Rosas después de la batalla de Puente de Márquez?
4) ¿Cómo llegó Rosas al poder provincial y qué características tuvieron sus dos
gobiernos?
5) ¿Cómo pensaba Rosas alcanzar el orden en la provincia de Bs. As. y qué sectores
sociales lo apoyaron?
6) ¿Para qué le servían las Facultades Extraordinarias a Rosas y qué sectores
coexistían en el Partido Federal porteño?
7) ¿Cómo se constituyó la Liga Unitaria, qué provincias la formaban y quién fue su
jefe militar?
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8) ¿Quiénes y con qué objetivo se reunieron a fines de 1830 en San Nicolás de los
Arroyos?
9) ¿Qué establecía el Pacto Federal además de una alianza militar?
10) ¿Qué pasó con la Liga Unitaria y quiénes se repartieron el poder en las provincias?
11) ¿Por qué Rosas se oponía a la constitución y qué resultados dio esta situación?
El asesinato de Facundo Quiroga. El caudillo riojano Juan Facundo Quiroga –que residía
en Buenos Aires– fue enviado por el gobernador Maza para mediar en un conflicto que
enfrentaba a los gobernadores de Tucumán y Salta. Al regreso de esta misión, Quiroga fue
asesinado en la localidad cordobesa de Barranca Yaco por partidarios de los hermanos
Reinafé, gobernadores de Córdoba, en febrero de 1835.
La muerte de Quiroga fue vista por todas las provincias como una señal clara de que la
situación política del país era todavía inestable y peligrosa y de que hacía falta un gobierno
fuerte que impusiera el orden.
29
Segundo gobierno de Rosas. En marzo de 1835, la Legislatura porteña eligió nuevamente
al brigadier Juan Manuel de Rosas como gobernador de la provincia de Buenos Aires y le
concedió la Suma del Poder Público por cinco años. Entre las atribuciones que la Suma del
Poder Público le brindaba al gobernador, además del poder Ejecutivo, estaban las
facultades judiciales y legislativas. Días después, esta decisión fue legitimada por el pueblo
a través de un plebiscito o consulta popular por medio del voto. El 13 de abril Rosas
asumió su segundo mandato y anunció una política represiva, prometiendo castigos para
los enemigos de la Federación (los unitarios), los delincuentes y aquellos que ofendieran a
la religión católica.
El Orden Rosista organizó a las provincias en una Confederación Argentina sobre la que
gobernó combinando la represión política, la censura a la prensa, la participación de la
población en las fiestas populares con la imposición de ciertas maneras de vestir y de
comportarse en público, que se consideraban formas de expresar el apoyo al régimen.
Para imponer su voluntad sobre los grupos sociales de la ciudad, Rosas contó con los
miembros de la Sociedad Popular Restauradora, dentro de la que se destacó un grupo
violento denominado La Mazorca, dedicado a intimidar a los opositores. Todos los
ciudadanos tenían la obligación de mostrar su adhesión al gobierno usando como
emblema un cintillo de color punzó y ropas federales, preferentemente rojas. En cambio,
el frac, la galera y la barba en “U” de los hombres eran considerados símbolos unitarios, y
por lo tanto, enemigos.
30
ayudar a los unitarios. Las poderosas escuadras de Gran Bretaña y Francia bloquearon el
puerto de Buenos Aires y forzaron la entrada del río Paraná a la altura de San Pedro,
exigiendo la libre navegación de los ríos interiores. El 20 de noviembre de 1845, en el
combate de la Vuelta de Obligado, los anglo-franceses forzaron la resistencia argentina y
aunque consiguieron vencer, el conflicto favoreció internacionalmente a Rosas. En 1848,
Gran Bretaña y Francia levantaron el bloqueo y se retiraron luego de reconocer la
soberanía argentina sobre sus ríos.
31
protagonizaron?
10) ¿Qué actividades económicas se desarrollaron en la época de Rosas?
11) ¿Qué fue la Ley de Aduanas y que importancia tuvo para las provincias?
La revolución industrial iniciada en Inglaterra a mediados del siglo XVIII cobró un impulso
acelerado hacia 1840, cuando la ciencia y la técnica adquirieron gran desarrollo. Nuevos
bienes y formas de producción hicieron su aparición destinados a facilitar y ampliar la vida
humana, en tanto se realizaron importantes descubrimientos en química, matemática,
biología, psicología, historia, medicina y otras tantas ramas del saber. A esta expansión de
la ciencia y de la técnica se la denominó Segunda Revolución Industrial.
Entre los caracteres generales de la Segunda Revolución Industrial, podemos mencionar
las de orden científico: el Estado se hizo cargo de los gastos de la investigación científica,
Las Universidades se convirtieron en corporaciones científicas cuyo fin fue la investigación,
las ramas del saber se especializaron, mientras que en la producción se organizó una
mayor división del trabajo; de orden político: se produjo un paulatino ascenso de los
Estados Unidos de América, Alemania y Japón, convertidos en grandes potencias eco-
nómicas; de orden social y económico: la burguesía afirmó su papel dirigente, nació el
capitalismo industrial, al tiempo que surgieron los monopolios y trusts, los Estados
poderosos obtuvieron de sus colonias la materia prima que necesitaban para elaborar sus
manufacturas. Se inició así, la era del colonialismo, en especial, en Asia y África.
El nuevo desarrollo de la ciencia. En física, biología y medicina se alcanzaron importantes
avances: en 1895, Wilhelm Röngten descubrió los rayos X; Charles Darwin (1809-1892)
revolucionó el saber biológico con su teoría de la evolución y de selección natural (1859);
los avances médicos y el mejoramiento de la higiene lograron un progreso en beneficio de
la salud, como el método de la asepsia impulsado por el cirujano inglés Joseph Lister
(1827-1912); el éter comenzó a ser utilizado como anestesia para las operaciones
quirúrgicas; Robert Koch (1843-1910) descubrió los bacilos que producen la tuberculosis y
el cólera; el francés Louis Pasteur (1822-1895) ideó un proceso de conservación de los
alimentos al exponerlos a altas temperaturas llamado pasteurización, al mismo tiempo,
descubrió la vacuna antirrábica. Sigmund Freud (1859-1939) dio un giro importante a la
Psicología, con su teoría del psicoanálisis. La Sociología adquirió importancia con los
aportes de Herbert Spencer (1820-1903), Auguste Comte (1788-1857), Emile Durkheim
(1858-1917) y Max Weber (1864-1920), entre otros.
Nuevas fuentes de energía. Si bien el carbón y el vapor siguieron utilizándose como
fuentes de energía durante los siglos XIX y XX; el petróleo y la electricidad se impusieron
finalmente. La producción de acero, también abrió nuevas posibilidades industriales. En
1858, en Pensylvania, el coronel Edwin Drake consiguió producir, por primera vez,
petróleo en cantidad apreciable; cuatro años más tarde John David Rockefeller fundó la
32
Standart Oil Company. Del petróleo se obtienen muchos hidrocarburos, como el kerosene,
la nafta y la bencina, los aceites lubricantes, la parafina, el alquitrán, y el tolueno, que es la
base de los explosivos como el T.N.T. (trinitotolueno). La aplicación de la electricidad
derivó en dos partes bien definidas: por un lado la producción y distribución de la
corriente, a cargo de empresas de electricidad y por otro lado la industria electrotécnica
que construye e instala aparatos y máquinas eléctricas. En su primera fase la industria
electrotécnica se dedicó a los equipos telegráficos y a la construcción de tranvías, en su
segunda fase se destacó el estadounidense Thomas Alva Edison quien en 1879, construyó
la primera lámpara incandescente, que se utilizó en iluminación.
El acero. En 1850, un norteamericano, William Kelly y un inglés, Henry Bessemer,
inventaron hornos en donde se podía fundir el hierro en gran cantidad y a bajo precio; en
1898 los franceses Martín crearon hornos eléctricos capaces de alcanzar altísimas
temperaturas necesarias para la producción de acero moderno, cuya aplicación se dio en
la industria de la construcción de rascacielos, puentes metálicos, vagones, barcos,
instrumentos, armas, etc.
Transformaciones en la industria. Después de 1840, el maquinismo industrial se expandió
por Europa y EE.UU. En las ciudades se concentraron las grandes fábricas en las que se
aplicaron los principios del Taylorismo, buscando obtener el máximo de rendimiento en el
menor tiempo posible. La especialización y la producción en serie fueron también rasgos
típicos de este sistema, donde el obrero ya no fue responsable del producto final, sino un
pequeño engranaje dentro del proceso productivo. Comenzaron a utilizarse, en el
periodismo, la rotativa y la máquina de escribir (1867), el cemento y el hormigón (1883),
las armas de repetición (1862); y la dinamita (1866) y además los tornos y las perforadoras
neumáticas. Inglaterra, Francia, Alemania y los Estados Unidos, dominaron la producción
mundial y se convirtieron en potencias de primer orden. A su vez, también el maquinismo
agrícola se desarrolló: se fabricaron trilladoras, segadoras, tractores, etc. Estas nuevas
máquinas comenzaron a utilizarse a partir de 1870 en los Estados Unidos e Inglaterra. Se
adoptaron métodos intensivos de agricultura: el guano peruano, por ejemplo, fue
utilizado como fertilizante en gran parte del mundo, lo que enriqueció
extraordinariamente a los terratenientes peruanos y motivó una guerra entre Chile y Perú
por los ricos yacimientos guaneros.
A partir de 1850, el libre cambio y el deseo de competir comercialmente, fortalecieron el
neocolonialismo que sometió a las naciones pequeñas o atrasadas, productoras de
materias primas, a los intereses de las poderosas naciones industrializadas.
Desarrollo de las comunicaciones. Los transportes y las comunicaciones alcanzaron gran
despliegue a partir de la segunda mitad del siglo XIX, gracias a los grandes avances
científicos, al descubrimiento de nuevas fuentes de energía y a la importancia que había
cobrado la industria del carbón, el hierro y el acero.
El transporte marítimo se transformó con el barco de vapor, que ganó en rapidez y
permitió el traslado de gran cantidad de mercancías a lugares distantes. La gran
revolución del transporte terrestre fue protagonizada por el ferrocarril que, al igual que el
barco de vapor, amplió el mercado internacional, ya que partía de los centros de
producción industrial y agrícola hasta las terminales que se encontraban en los puertos
desde donde los productos eran exportados. El telégrafo, creado por el norteamericano
33
Samuel Morse en 1837, se extendió con increíble rapidez. En 1876, Alexander Graham Bell
inventó el teléfono, en 1877 Edison construyó el primer fonógrafo y en 1887 Guilelmo
Marconi inventó la telegrafía sin hilos.
Organización del capitalismo industrial. En la segunda mitad del siglo XIX los efectos de la
Segunda Revolución Industrial se hicieron sentir en América Latina que cayó bajo la
dependencia económica de las naciones industrializadas europeas. La mayoría de los
países latinoamericanos, empobrecidos por la guerra de Independencia primero y luego
por las guerras civiles, estaban desprovistos de capitales y tecnología y por lo mismo
fueron dominados por los grandes países con economías en expansión, como el caso de
Inglaterra.
Estos países siguieron siendo proveedores de materias primas y consumidores de
productos manufacturados europeos; la revolución de los transportes (ferrocarriles y
barcos de vapor) facilitó la circulación de los productos. Este nuevo "pacto colonial” entre
Latinoamérica y los países industriales se dio dentro del esquema de la División
Internacional del Trabajo, donde Europa y América Latina practicaron un neocolonialismo
que se basaba en el intercambio de materias primas por manufacturas. Los países
centrales invertían en empresas de alto rendimiento, en el comercio interno y externo,
otorgaban préstamos a los gobiernos para obras públicas y controlaban la explotación
agrícola y minera. Latinoamérica, por su parte, como integrante del área periférica
presentaba una especialización productiva: países exportadores de productos agrícolas de
clima templado, como Argentina y Uruguay; países exportadores de productos tropicales
como Brasil, Ecuador, Colombia y América Central; países exportadores de minerales
como Chile, Bolivia, Perú, Venezuela y México. Como vemos, América Latina producía
materia prima para las industrias, alimentos para las poblaciones de Europa y consumía
textiles, máquinas, herramientas y carbón necesarios para la expansión ferroviaria y las
fuentes de luz y calor.
Consecuencias. Las grandes propiedades quedaron en manos de una élite vinculada a los
intereses extranjeros; muchas regiones se redujeron al monocultivo, quedando sometidas
a las fluctuaciones del mercado; las exigencias del sistema económico alentaron la
explotación y el despojo de las clases pobres: indios, negros, campesinos y, más tarde,
obreros; la inmigración masiva se realizó para satisfacer las necesidades laborales del
campo y las industrias frigoríficas; la política de los países latinoamericanos quedó en
manos de las élites conservadoras.
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6) ¿Qué características tuvieron las grandes fábricas y qué máquinas aparecieron en
esta época?
7) ¿Qué cambios se produjeron en la actividad agrícola y qué importancia tuvieron los
fertilizantes?
8) ¿Qué inventos contribuyeron al desarrollo de las comunicaciones?
9) ¿Qué efectos tuvo la Segunda Revolución Industrial en los países latinoamericanos
a partir de la segunda mitad del siglo XIX?
10) ¿Qué fue el “nuevo pacto colonial” y qué características tuvo?
11) ¿Cuáles fueron las consecuencias del neocolonialismo?
Las revoluciones burguesas del siglo XIX. En la primera mitad del siglo XIX, conocida como
la época de las revoluciones burguesas, tres oleadas revolucionarias se propagaron por el
continente europeo. La primera oleada revolucionaria, entre 1820 y 1824, se extendió
por la zona del Mediterráneo. Las revueltas, con centro en España, Nápoles y Grecia,
tuvieron por objetivo combatir al absolutismo, establecer monarquías constitucionales y
garantizar el funcionamiento de los parlamentos. Una segunda oleada revolucionaria
sacudió a Europa entre 1829 y 1834. Esta vez, los levantamientos aceleraron la decadencia
del poder de la nobleza en beneficio de la burguesía. En 1848, una tercera oleada de
revoluciones limitó el dominio de la aristocracia en muchos países europeos, y, en algunos
casos, terminó con él.
Para mediados del siglo XIX, la sociedad europea había cambiado definitivamente, pues
las ideas de libertad e igualdad se habían impuesto y la burguesía gobernaba en forma
directa o en acuerdo con la nobleza dominada. De a poco, se fue consolidando en las
poblaciones de Europa sentimientos de nacionalidad, según los cuales la identidad de una
comunidad nacional estaba dada por la posesión de un territorio patrio, una lengua, una
historia y una cultura comunes a todos sus miembros. Estas ideas tuvieron relevancia en
lugares como Grecia, Italia y Polonia, dominados por imperios que no compartían la
identidad nacional de los grupos que se encontraban bajo su control.
La Revolución de 1830. En 1830, Francia estaba gobernada por un rey de la dinastía de los
Borbones, Carlos X, que se había propuesto defender los principios del absolutismo. En ju-
lio de 1830, Carlos X promulgó una serie de medidas restrictivas con respecto a la prensa y
al sistema electoral, sin consultar al Parlamento. Este hecho provocó el estallido de un
movimiento insurreccional popular en París, que el rey mandó reprimir. Tras largas
jornadas de combate en las calles de la ciudad, donde se enfrentaron obreros y burgueses
unidos en contra de las tropas del gobierno, Carlos X abdicó y en su lugar fue coronado
Luis Felipe de Orleans, quien contó con el apoyo de los sectores burgueses liberales más
moderados. De esta forma, quedó establecida una monarquía limitada y constitucional.
Bajo ese régimen, la burguesía logró más participación en las decisiones del gobierno, en
comparación con el lugar que había tenido durante el reinado de los Borbones. El sistema
electoral, sin embargo, continuó siendo restringido porque el voto era censitario, es decir,
35
dependía de la riqueza que poseyeran las personas, y comprendía a una proporción muy
baja de la población.
La acción revolucionaria afectó también a otros territorios europeos: el reino de los Países
Bajos, Polonia, los Estados alemanes y los Estados italianos. En estos casos, la agitación a
favor del liberalismo coincidió con las aspiraciones nacionalistas de vastos sectores, lo
que dio una mayor fuerza a los levantamientos.
Desde el Congreso de Viena de 1815 –reunido tras la caída de Napoleón–, Bélgica y
Holanda habían quedado unificadas y conformaban el Reino de los Países Bajos. Pese a
ello, numerosas diferencias económicas y culturales separaban a ambos países: mientras
que Bélgica había iniciado un camino de industrialización que demandaba medidas
proteccionistas y tenía una población mayoritariamente católica, Holanda era más
proclive a las políticas librecambistas y a mantener el culto protestante. Los belgas, por su
parte, exigían que se respetara su derecho a profesar la religión católica y que el Estado
interviniera para proteger la economía. Tras la lucha revolucionaria, Bélgica logró su
independencia.
Sucesivamente, se produjeron levantamientos revolucionarios en los Estados del centro y
del noroeste de Alemania, en Polonia y en los Estados italianos que se hallaban bajo el
control de Austria. Estas insurrecciones intentaron modificar el mapa político establecido
por el Congreso de Viena. Sin embargo, pese a que supusieron una importante
movilización, no lograron concluir exitosamente. Las fuerzas absolutistas los reprimieron y
aprovecharon las disidencias internas para debilitarlos. No obstante ello, no tardarían en
estallar nuevos levantamientos que continuaron los precedentes, aunque con una
tendencia más radicalizada.
Revolución de 1848. Durante el gobierno de Luis Felipe de Orléans, la burguesía francesa
logró amplios beneficios, mientras que el pueblo trabajador en general, que había
contribuido en la derrota del absolutismo, quedó marginado de la política y sus
condiciones de vida se deterioraron. Las crisis económicas de 1846 y 1847 que produjeron
escasez de alimentos y un consecuente aumento de sus precios dieron lugar a numerosas
huelgas y las denuncias de corrupción contra la monarquía agravaron el descontento.
En este contexto, los trabajadores, con el apoyo de la burguesía liberal, iniciaron en
febrero de 1848 un movimiento revolucionario que logró la abdicación del rey, estableció
una República y se propuso atender las demandas sociales de los trabajadores. Pero a los
pocos días de su establecimiento, el nuevo gobierno se dividió entre los sectores mode-
rados, que solo se interesaban en las reformas políticas, y aquellos más radicalizados,
integrados por líderes populares, que exigían junto con los cambios políticos, las reformas
sociales. Cuando se llamó a elecciones nacionales para elegir la Asamblea Nacional, por
primera vez mediante sufragio universal, triunfaron los moderados gracias al voto de los
sectores rurales tradicionalistas, reacios a cualquier cambio en el orden vigente.
A partir de los sucesos de 1848, la burguesía dejó de ser una fuerza revolucionaria y pasó
a ser conservadora, es decir, defensora del orden económico y social establecido (el
Orden Burgués).
Los acontecimientos de París propiciaron el estallido de otros levantamientos en varias
partes de Europa. En Italia y Hungría, estas insurrecciones plantearon a la vez
reivindicaciones nacionalistas y de reforma política y social influidas por el pensamiento
36
romántico. Fueron movimientos predominantemente urbanos, que presentaron una
composición heterogénea, dado que en ellos participaron sectores de la burguesía,
artesanos y obreros especializados, entre otros. Pese a que surgieron con fuerte
entusiasmo, estos movimientos fueron sofocados por las fuerzas conservadoras del
ejército austríaco.
Hacia 1850, la mayoría de los movimientos habían sido derrotados. Sin embargo, la
política europea ya no podría ser la misma que antes de los levantamientos. Para los
grupos burgueses liberales que gobernaban en los Estados europeos, fue más evidente
que en el futuro tendrían que negociar o enfrentarse con nuevas reivindicaciones
nacionalistas y con las demandas políticas y sociales de los sectores populares más
combativos.
Consolidación de la gran burguesía. El período que se abrió después de 1848 fue de
gobiernos conservadores, pero que pusieron en práctica principios del liberalismo
económico y político. En este contexto, se consolidó una burguesía que acrecentaba su
poder económico mientras participaba en la construcción de verdaderos Estados
nacionales, con un territorio delimitado y cuyos habitantes estaban unidos por una
historia, una cultura, una composición étnica y una lengua en común.
Uno de los efectos de la Revolución Industrial en el siglo XIX fue el aumento demográfico.
En un siglo Inglaterra cuadruplicó su población y Alemania la triplicó. Este avance
demográfico hizo impacto en los grandes centros urbanos pues, al aumentar el número de
37
industrias, aumentó también el número de trabajadores rurales que abandonaron el
campo para vivir como obreros en las ciudades. De esta manera, la industrialización creó
dos clases sociales: el proletariado fabril (el obrero de las fábricas) y la burguesía indus-
trial (integrada por empresarios y capitalistas).
Los avances tecnológicos redujeron el número de obreros necesarios para el trabajo, lo
que motivó la desocupación de grandes sectores que cayeron en la miseria o se
disputaban los pocos empleos; esta competencia laboral permitió a los empresarios
imponer sus condiciones, en las que hombres, niños y mujeres, afrontaban largas jornadas
de trabajo a cambio de salarios muy bajos. La vida de estos obreros era muy dura: no
existía la seguridad ni la higiene en el trabajo, sus viviendas, míseras y sucias, se
levantaban en barrios marginales ennegrecidos por el humo de las chimeneas.
Esporádicamente, los trabajadores lograron unirse para reclamar derechos a través de
huelgas y enfrentamientos que dieron lugar a un conflicto social cada vez más amplio.
- Los socialistas utópicos. Las duras condiciones de vida impuestas a los trabajadores y los
términos del conflicto social entre obreros y empresarios llevaron a algunas personas a
proponer reformas para mejorar las condiciones laborales. Estos reformadores, llamados
socialistas utópicos, basaron sus ideas en el cooperativismo o en la formación de
comunidades autogestionadas de producción. El conde de Saint-Simon (1760-1825) creía
en el progreso de la ciencia y propuso un esquema político integrado por una sociedad
donde los sabios, los artistas, los técnicos, los industriales y la masa de obreros manuales,
debían formar un frente único contra
las capas improductivas, en especial contra la nobleza y los burócratas. El francés Charles
Fourier (1772-1837) desarrolló los falansterios, comunidades autosuficientes que debían
realizar todas las funciones sociales. Conforme a las ideas de Fourier se realizaron algunos
intentos de tipo falansteriano tanto en Francia como en los Estados Unidos, Inglaterra y
Rusia. En Inglaterra, el empresario Robert Owen (1771-1858) se interesó por la situación
de sus obreros y se aplicó a disminuir las jornadas de trabajo, a impulsar la instrucción, a
construir casas para los trabajadores y a procurar el cuidado de los enfermos. Propuso la
creación de cooperativas de consumo y de producción imponiendo el principio de repartir
los costos y beneficios entre los socios. Las ideas de Owen consiguieron transformar en
parte la legislación. Surgió entonces un movimiento llamado "de las diez horas", integrado
por hombres de las más distintas clases sociales, que presionó ante el Parlamento
británico, el cual, en 1847, promulgó una ley que redujo a diez horas, como máximo, el
trabajo de las mujeres y de los obreros jóvenes. Owen preconizó una profunda reforma de
la sociedad en la que la intervención del Estado extendería las políticas sociales y propuso
un socialismo mutualista y cooperativo.
- Karl Marx y el socialismo científico. Karl Marx (1818-1883) fue un político y sociólogo
alemán, fundador del socialismo moderno. Exiliado de su patria, se estableció en París,
donde ejerció el periodismo militante. Expulsado de Francia y refugiado en Bruselas,
publicó (1848), en colaboración con Fredrich Engels, el Manifiesto Comunista, que
contiene los principios esenciales de su doctrina, conocida como marxismo. Uno de sus
38
libros fundamentales fue “El Capital”, donde enunció su teoría política y económica que
parte del estudio de las relaciones económicas de la producción y subraya la importancia
del trabajo en el proceso de formación de la riqueza. En el plano político, Marx defiende la
implantación de un régimen socialista, valiéndose para ello de la dictadura del pro-
letariado, destinado a superar el sistema capitalista. Así, sostiene este pensador, se llegará
a construir la sociedad comunista, donde no existirán las clases sociales. La interpretación
filosófica del marxismo es materialista, pues sostiene que la materia es anterior a la idea y
que el espíritu ha surgido en el hombre en un determinado momento de su evolución.
Niega así la supremacía del espíritu sobre la materia. La concepción marxista de la Historia
es igualmente materialista, ya que afirma que la lucha de clases y los factores económicos
son los elementos determinantes de la sociedad. El marxismo influyó en la acción
militante de la clase obrera. Su prédica revolucionaria e internacionalista fue decisiva en la
formación de la Primera Internacional de Trabajadores constituida en Londres en 1862.
El anarquismo: la abolición del Estado. El anarquismo fue otra de las doctrinas surgidas a
lo largo del siglo XIX. Sostiene que todo gobierno, toda autoridad y todo orden político y
jurídico, deben ser suprimidos porque atentan contra la libertad de los individuos. Aboga,
en consecuencia, por la supresión del Estado burgués y su reemplazo por una comunidad
de individuos apoyada, no en las sanciones de las leyes, sino en un sistema de gobierno
voluntario. El anarquismo fue un movimiento social revolucionario que rechazaba
insertarse en el sistema democrático burgués y se expresó a través de la literatura, el
teatro y la educación, aunque también los anarquistas recurrieron a la confrontación, a
través de la huelga revolucionaria y la "acción directa" (uso de armas, atentados con
bombas) en respuesta a la violencia institucional de los capitalistas y los gobiernos
burgueses.
Entre los teóricos más importantes del anarquismo se cuentan los rusos Mijail Bakunin
(1814-1876) y Piotr Kropotkin (1842-1921) y el francés Joseph Proudhon (1809-1865).
Nacimiento del sindicalismo moderno. Las rigurosas condiciones de vida que afectaban a
los trabajadores presagiaban un estallido social general. Sin embargo, estos anuncios se
revelaron exagerados, pues los temores de una revolución proletaria, que se descargaron
en 1848, no llegaron a afectar el orden burgués existente. La imposición del libre cambio
abarató, en parte, las mercaderías y proliferaron cooperativas de consumo (en especial en
Inglaterra), con el objeto de asegurar la subsistencia de los trabajadores y mitigar la
miseria social.
Los obreros desarrollaron una conciencia clasista que los aglutinó en sindicatos im-
portantes para defender y conquistar derechos. Al mismo tiempo, surgieron nuevos par-
tidos políticos obreros —socialistas y socialdemócratas— que apoyaron las
reivindicaciones obreras por la vía democrática.
En 1850, aparecieron en Inglaterra los primeros sindicatos nucleados en la “Trade Unions”
y, poco después, su ejemplo fue imitado por los obreros de Francia y Alemania.
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1) ¿Qué impacto tuvo el aumento demográfico para los grandes centros urbanos?
2) ¿Cómo eran las condiciones laborales de los trabajadores y cómo vivían?
3) ¿Cómo surgió el conflicto social y qué propusieron los socialistas utópicos?
4) ¿Cuál era la propuesta de Saint-Simon para mejorar las condiciones laborales?
5) ¿En qué consistió el sistema de los falansterios de Fourier?
6) ¿Qué propuesta reformista hizo Robert Owen en Inglaterra y qué movimiento
surgió después?
7) ¿Quién fue Karl Marx y qué afirmaba su teoría política y económica?
8) ¿Cómo era la interpretación materialista de la Historia según el marxismo?
9) ¿Por qué el movimiento anarquista proponía suprimir al Estado burgués?
10) ¿Cómo nacieron los sindicatos modernos y qué importancia adquirieron los
partidos políticos obreros?
Fin del Rosismo. En 1851, el gobernador de Entre Ríos, Justo José de Urquiza, decidió
romper políticamente con Rosas. El hecho fue conocido como el Pronunciamiento de
Urquiza. La lucha entre las provincias se reanudó. Los uruguayos antirrosistas, los
brasileños, los correntinos y entrerrianos, se aliaron para formar el Ejército Grande. A
fines de 1851 Urquiza invadió Buenos Aires y derrotó al ejército rosista en la batalla de
Caseros, el 3 de febrero de 1852. Rosas renunció al gobierno porteño y marchó al exilio en
Gran Bretaña, donde murió el 14 de marzo de 1877.
Tras la caída de Rosas regresaron a Buenos Aires los emigrados: antiguos unitarios,
federales antirrosistas y los miembros de la Generación del 37. Urquiza designó a Vicente
López y Planes como gobernador provisional de Buenos Aires y autorizó la realización de
elecciones para designar a los nuevos miembros de la Sala de Representantes de la
provincia. Los viejos unitarios, como Valentín Alsina, sumados a jóvenes políticos como
Bartolomé Mitre, Dalmacio Vélez Sársfield y Domingo Faustino Sarmiento se convirtieron
en la nueva oposición porteña al general Urquiza.
El Protocolo de Palermo. El 6 de abril de 1852 los gobernadores de Buenos Aires,
Corrientes y Santa Fe se reunieron en Palermo para otorgar a Urquiza el manejo de las
relaciones exteriores de la Confederación Argentina hasta la reunión de un congreso
general. Además, invocando el Pacto Federal de 1831, se comprometieron a reunir la
Comisión Representativa de las provincias. La oposición porteña al general entrerriano
rechazó el Protocolo de Palermo, porque consideraba que con él se creaba una nueva
dictadura como la de Rosas, pero ahora en manos de Urquiza.
El Acuerdo de San Nicolás. El 8 de abril de 1852, Urquiza invitó a los gobernadores de las
provincias a una reunión en San Nicolás de los Arroyos a fin de convenir las bases de la
organización nacional. El 29 de mayo se iniciaron las deliberaciones y se creó una comisión
para elaborar los proyectos a discutirse. El 31 de mayo se promulgó el Acuerdo de San
Nicolás que, en 19 artículos, establecía: la vigencia del Pacto Federal de 1831 —que
calificaba como “Ley Fundamental"— sobre el cual se organizaría la República; la reunión
de un Congreso General Constituyente en la ciudad de Santa Fe con el objeto de sancionar
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la Constitución con dos representantes por provincia; otorgar a Urquiza el título de
Director Provisorio de la Confederación Argentina y entregarle el mando de todas las
fuerzas militares de cada provincia, consideradas como partes del ejército nacional;
suprimir los “derechos de tránsito” sobre las mercaderías que pasaban de una provincia a
otra; que para sufragar los gastos generales de la administración nacional, las provincias
debían aportar dinero con el producto de sus aduanas exteriores (Art. 19), con lo que, en
la práctica, se cargaba a Buenos Aires con el mayor costo económico en el sostenimiento
del nuevo gobierno.
La secesión de Buenos Aires. Los porteños se mostraron hostiles hacia Urquiza: los
rosistas lo consideraban un traidor y los antirrosistas lo detestaban por ser provinciano y
creerlo un dictador. El descontento aumentó al trascender la cláusula del Acuerdo de San
Nicolás que imponía a la Aduana de Buenos Aires la mayor parte de los costos de
mantenimiento del nuevo gobierno. Durante las "Jornadas de junio", Bartolomé Mitre
encabezó la oposición al Acuerdo. El gobernador López y Planes renunció pero Urquiza
intervino la provincia y asumió personalmente el gobierno porteño. Cuando Urquiza se
retiró a Santa Fe para inaugurar el Congreso Constituyente, sus enemigos porteños
organizaron una revolución el 11 de setiembre de 1852, retiraron los diputados ante el
Congreso de Santa Fe y desconocieron la autoridad de Urquiza. Valentín Alsina fue elegido
gobernador y así la provincia de Buenos Aires se separó de la Confederación Argentina.
El Congreso Constituyente de Santa Fe. Los diputados de las provincias (menos Buenos
Aires) se reunieron en un Congreso en la ciudad de Santa Fe. El 24 de diciembre de 1852,
se formó una comisión con los diputados Leiva, Gutiérrez, Colodrero, Zapata, Campillo,
Ferré y Gorostiaga para redactar el texto de la Constitución federal, la cual fue aprobada
el 1° de mayo de 1853. Urquiza dispuso su promulgación el 25 de mayo y el 9 de julio fue
jurada en todo el país, con excepción de Buenos Aires.
La Constitución de 1853. La Constitución de 1853 logró finalmente organizar el país sobre
bases federales. Sus antecedentes inmediatos fueron los Estatutos y Reglamentos de
1811, 1815, 1817 y las Constituciones de 1819 y 1826. Las fuentes de las cuales se
sirvieron los diputados para redactarla fueron:
41
La Constitución argentina, a semejanza de la norteamericana, comienza con un Preámbulo
que constituye la portada del grandioso edificio institucional que se crea. Su contenido
traduce un alto concepto espiritual, moral y político que adelanta los propósitos
fundamentales de la Constitución.
Las Declaraciones, derechos y garantías enuncian formalmente los principios orgánicos y
los propósitos fundamentales. Por el artículo 1º se fija la forma republicana,
representativa y federal. El artículo 2° establece que "El Gobierno Federal sostiene el culto
Católico Apostólico Romano". Por el 5° se faculta a cada provincia para dictar su propia
constitución "de acuerdo con los principios, declaraciones y garantías de la Constitución
Nacional". El artículo 14 enumera los principales derechos de que gozan todos los
habitantes do la Nación.
El Poder Legislativo (art. 32) se integra por "Un Congreso compuesto de dos Cámaras, una
de diputados de la Nación, y otra de senadores de provincias y de la capital..."
El Poder Ejecutivo (art. 71) es desempeñado "por un ciudadano con el título de Presidente
de la Nación Argentina".
El Poder Judicial (art. 91) es ejercido "por una Corte Suprema de Justicia y por los demás
tribunales inferiores que el Congreso estableciere en el territorio de la Nación".
Gobiernos de provincias: las provincias conservan todo el poder no delegado por la
Constitución al gobierno federal. Se dan sus propias instituciones locales y se rigen por
ellas. En cuanto a los gobernadores, se establece que "son agentes naturales del gobierno
federal para hacer cumplir la Constitución y las leyes de la Nación".
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Presidencia de Urquiza (1854-1860). El Congreso General Constituyente de Santa Fe
presidió las primeras elecciones presidenciales con la nueva Constitución y el 5 de marzo
de 1854 fueron electos como presidente y vice Justo José de Urquiza y Salvador María del
Carril. La capital provisional de la Nación se fijó en la ciudad de Paraná y allí se instaló
también el Congreso Nacional, ya que Buenos Aires se había separado de la Confederación
en 1852. El nuevo gobierno federal tenía muchas cuestiones que resolver, pero el más
urgente era el reintegro de Buenos Aires a la Confederación, ya que la aduana porteña era
la principal fuente de recursos para el Estado. Entre otras medidas, durante la presidencia
de Urquiza las provincias promulgaron sus propias constituciones; se designaron a los
miembros de la Suprema Corte de Justicia; se nacionalizaron la Universidad de Córdoba y
el Colegio de Concepción del Uruguay; se instalaron colonias agrícolas con inmigrantes; se
planificó el trazado de líneas férreas en Rosario, Córdoba y Mendoza. En política exterior,
se celebraron tratados de paz y amistad con Estados Unidos, Chile, Paraguay, Uruguay,
Brasil, Inglaterra y Francia. En materia económica, en 1856 se dictó la Ley de Derechos
Diferenciales que establecía que las mercaderías extranjeras introducidas directamente
por los puertos de Rosario o Santa Fe, sin pasar por el puerto de Buenos Aires, pagarían
una tasa menor a las ingresadas desde la provincia porteña.
El Estado De Buenos Aires. Las relaciones de Buenos Aires con la Confederación fueron
siempre tensas. En junio de 1853, el gobierno de Pastor Obligado rechazó la Constitución
Nacional y redactó la Constitución del Estado de Buenos Aires. Durante este período de
separación en Buenos Aires se fundaron nuevas poblaciones como Las Flores, Chivilcoy,
Bragado, Lomas de Zamora; se organizó la enseñanza primaria con Domingo F. Sarmiento
como Director de Escuelas; se trazó la primera línea férrea desde la estación del Parque
(actual plaza Lavalle) hasta Flores en 1857. De todas maneras, para frenar el creciente
conflicto entre ambos Estados argentinos, Buenos Aires y la Confederación firmaron los
Pactos de Convivencia en 1854 y 1855 comprometiéndose a mantener la integridad
territorial y enarbolar la misma bandera. Debido a esta situación, en Buenos Aires
surgieron dos partidos políticos: uno, partidario de la unión de la provincia al resto de la
Confederación, fue llamado de los “chupandinos”, porque en sus reuniones no escaseaba
el vino; el otro, marcadamente autonomista, recibió el nombre de “pandilleros”, dada la
agresividad con que se manejaban. En 1856 fue elegido gobernador el “pandillero”
Valentín Alsina, quien reorganizó el ejército provincial ante la seguridad de un conflicto
con Paraná, ya que la Ley de Derechos Diferenciales de la Confederación fue tomada como
un acto de hostilidad y en Buenos Aires se celebró el asesinato del caudillo sanjuanino
Nazario Benavídez, en 1858, acto repudiado por Urquiza y las demás provincias.
Batalla de Cepeda. En abril de 1859, el Congreso Nacional autorizó a Urquiza a rein-
corporar por todos los medios a Bueno Aires. El gobierno porteño se preparó para la
guerra y puso al frente de su ejército al coronel Bartolomé Mitre. Las tropas porteñas y el
ejército nacional comandado por Urquiza chocaron, finalmente, el 23 de octubre de 1859
en la cañada de Cepeda, entre Buenos Aires y Santa Fe. El ejército porteño fue derrotado y
Mitre se embarcó en San Nicolás rumbo a la ciudad de Buenos Aires.
Pacto de San José de Flores. Urquiza avanzó sobre Buenos Aires y se instaló en San José
de Flores, donde esperó a los delegados del gobierno porteño. Alsina renunció y fue
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reemplazado por Felipe Llavallol, presidente del Senado. Así se firmó el Convenio de Paz
—conocido como Pacto de Unión o "Pacto de San José de Flores"— el 11 de noviembre de
1859. Buenos Aires se reintegraba a la Confederación Argentina y reuniría una Convención
provincial a fin de estudiar la Constitución 1853 y proponer reformas. En enero de 1860, la
Convención Provincial bonaerense elaboró las reformas a la Constitución Nacional, las
cuales fueron aceptadas por la Convención Nacional de Santa Fe en setiembre de ese año:
se aprobaron como nombres oficiales del país Provincias Unidas del Río de la Plata,
Confederación Argentina y República Argentina, conservándose el nombre de Nación
Argentina para encabezar las leyes; la capital de la República debía ser aquella que
designara el Congreso Nacional previa cesión de la Legislatura local; las constituciones
provinciales no serían sometidas a la consideración del Congreso Nacional; el Poder
Ejecutivo sólo podría intervenir en las provincias para garantizar el régimen republicano o
repeler invasiones. En mayo de 1860, la Legislatura porteña eligió gobernador a Bartolomé
Mitre en reemplazo de Llavallol. Urquiza, ya finalizada su presidencia, fue electo
nuevamente gobernador de Entre Ríos.
Presidencia de Derqui (1860-1861). Como resultado de las elecciones realizadas en
noviembre de 1859, resultó electo presidente de la Confederación Santiago Derqui y
vicepresidente Juan Esteban Pedernera. Los nuevos mandatarios nacionales asumieron
sus funciones el 5 de marzo de 1860 en momentos en que las tensiones políticas parecían
un tanto aliviadas como resultado de la política derivada de Cepeda. Contribuyendo a la
pacificación nacional, Mitre invitó a Derqui y a Urquiza a visitar Buenos Aires y
posteriormente, este último oficiaría de anfitrión en su residencia de San José
(Concepción del Uruguay) realizándose importantes reuniones con el presidente de la
Confederación y el gobernante porteño. En momentos en que estas tres importantes
personalidades celebraban una reunión en Paraná, se recibió la noticia de un grave suceso
ocurrido en San Juan. Desde la muerte de Benavídez, la provincia cuyana estaba
gobernada --con el beneplácito de Urquiza y Derqui--, por el general correntino José
Virasoro. El 16 de noviembre de 1860 estalló un movimiento de carácter liberal
encabezado por el doctor Antonino Aberastain (amigo personal de Sarmiento) que
culminó con el asesinato de Virasoro. El gobierno de Paraná designó al gobernador de San
Luis, coronel Juan Saá (apodado “Lanza Seca”), para intervenir en San Juan. Los
amotinados resistieron la intervención federal y enfrentaron al coronel Saá en la batalla de
la Rinconada del Pocito (11 de enero de 1861) que culminó con el triunfo de Lanza Seca, la
captura y posterior fusilamiento de Aberastain. En talos circunstancias se efectuó en
Buenos Aires la elección de los legisladores para representar a la provincia ante el
Congreso Nacional. Debido a que los diputados porteños, haciendo caso omiso de las
leyes nacionales, se eligieron de acuerdo con la ley electoral bonaerense, el Congreso de
Paraná rechazó sus diplomas. Ante tales hechos todas las circunstancias presagiaban la
reanudación de la guerra civil.
Batalla de Pavón. Producido el rechazo de los diputados porteños, Derqui dictó un
decreto convocando a nuevas elecciones en Buenos Aires pero esta provincia se negó a
acatar la disposición presidencial. Frente a esta actitud, el Congreso Nacional declaró que
el comportamiento de Buenos Aires representaba un acto de sedición y el presidente
Derqui encomendó a Urquiza la jefatura de las fuerzas nacionales mientras que Mitre se
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puso al frente del ejército bonaerense. Fracasados algunos intentos de mediación
interpuestos por diplomáticos extranjeros, ambas fuerzas chocaron en el arroyo Pavón (17
de setiembre de 1861), donde, después de una encarnizada batalla, Urquiza –
inexplicablemente– abandona el campo de batalla y se retira a su provincia, decidiéndose
la victoria en favor de las armas de Buenos Aires. Las consecuencias del triunfo porteño
fueron inmediatas: Derqui renunció a la presidencia, Pedernera asumió el gobierno y poco
después declaró acéfalo el Poder Ejecutivo Nacional. Urquiza, que había iniciado gestiones
de paz con Mitre, desligó a Entre Ríos del resto de la Confederación. El triunfo de Pavón
fue decisivo y sus consecuencias institucionales definitivas para el porvenir de la Nación,
en tanto el general Mitre proyectaba su influencia sobre todo el país.
Las Presidencias "Históricas”. Se conoce así al período de gobierno de los presidentes que
se sucedieron tras la batalla de Pavón, Bartolomé Mitre, Domingo F. Sarmiento y Nicolás
Avellaneda, quienes se abocaron a la construcción de un Estado Nacional, a la vez que
trataron de organizar un país moderno desde el punto de vista político, económico y
social, capaz de insertarse en el concierto mundial estructurado por las potencias
europeas. Desde sus gobiernos se propusieron lograr la unidad e integración nacional a
través de la ocupación de las tierras indígenas, el desarrollo de la educación, las
comunicaciones, los transportes modernos y la organización de la administración y la
justicia federal.
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caracterizado por la influencia política del caudillo porteño Juan Manuel de Rosas es
conocido como "rosismo", podemos afirmar que las dos décadas que transcurren en la
Argentina entre 1860 y 1880, estuvieron marcadas fuertemente por la personalidad de
otro jefe porteño, Bartolomé Mitre, periodista, político, militar, poeta e historiador, que
impuso, al igual que Rosas, su "mano dura" para llevar al país por los carriles de un
proyecto liberal, que buscaba principalmente “modernizar” el país insertando a la
Argentina en la División Internacional del Trabajo como país agroexportador.
Nacido en Buenos Aires en 1821, Bartolomé Mitre, de niño, se apasionó por la literatura,
pero sus padres no aprobaron su vocación literaria y lo enviaron a la estancia de Gervasio
Rosas, hermano del Restaurador, para que “Bartolito”, como lo llamaban, se convirtiera
en un hombre de campo, pero el esfuerzo resultó inútil: lo único que el joven Mitre
valoraba de la pampa era la sombra de los árboles que lo protegían del sol mientras seguía
leyendo. "Yo me siento con grandes aspiraciones y tengo la pretensión que existe en mí,
germen de alguna cosa. Quiera Dios que no me engañe", solía comentar a sus allegados.
Durante el período rosista, y en medio de la guerra civil, la mayoría de las familias
unitarias como la de Mitre se exiliaron en el Uruguay. Allí el joven porteño se apasionó por
la historia reciente y comparó el éxito de las guerras de la Independencia con el fracaso de
constituir la Nación. "Lo importante son las figuras que estén más allá de toda discusión y
aglutinen el ser moral del pueblo. Necesitamos todavía que nazcan muchos grandes
hombres, como Belgrano, como San Martín.", escribía en sus artículos periodísticos.
Cuando el triunfo de Caseros convirtió a Urquiza en el nuevo líder de la Confederación
Argentina, Bartolomé Mitre se estableció en Buenos Aires y desplegó su acción política a
través del periodismo, desde donde denunciaba el accionar del jefe federal entrerriano. Se
opuso asimismo al Acuerdo de San Nicolás, a la intervención de Urquiza en la provincia
bonaerense y participó en la Revolución del 11 de septiembre de 1852, que separó a
Buenos Aires de la Confederación. Dirigió a las tropas porteñas que cayeron derrotadas en
Cepeda en 1859 y aceptó la firma del pacto de San José de Flores, por la que Buenos Aires
volvió a ser una provincia de la Confederación. Pero la derrota militar no afectó su
liderazgo político y en 1860 fue electo gobernador de la provincia. Ese mismo año se
incorporaron las reformas porteñas a la Constitución Nacional y así Buenos Aires pudo
conservar su control sobre la Aduana, que Urquiza no tuvo más remedio que aceptar.
En 1861, ya bajo la presidencia de Santiago Derqui, los ejércitos nacional y porteño
volvieron a enfrentarse en la batalla de Pavón, el 17 de setiembre, nuevamente al mando
de Urquiza y Mitre. Pero esta vez, el derrotado fue el gobierno nacional de Derqui, pues
Urquiza, inesperadamente, se retiró del combate con sus tropas, dejando la victoria a
Mitre.
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noviembre al gobernador federal Achával. Wenceslao Paunero con 3.000 hombres, tomó
el control militar de Córdoba y extendió su influencia a las demás provincias. Por su parte,
el coronel Venancio Flores invadió Santa Fe y consiguió sorprender a los restos del ejército
de la Confederación que se retiraban luego de haber combatido en Pavón y los deshizo en
Cañada de Gómez, el 22 de noviembre, donde se ejecutó una sangrienta masacre de
prisioneros federales. El día 4 de diciembre, Flores ocupó la capital y depuso al
gobernador Pascual Rosas, reemplazándolo por el liberal Domingo Crespo.
El coronel Ignacio Rivas, al mando de una columna enviada por Paunero, invadió y ocupó
San Luis el 7 de diciembre, obligando al gobernador Juan Saá (Lanza Seca) a huir a Chile. Al
día siguiente, estalló la revolución liberal en Corrientes que depuso al gobernador José
María Rolón y el día 17, los hermanos Manuel y Antonino Taboada vencían al gobernador
federal de Tucumán, Celedonio Gutiérrez, quedando como gobernadores, primero,
Benjamín Villafañe y luego el cura José del Campo. El 19 de diciembre, el gobernador
federal de Mendoza, Laureano Nazar, huyó a Chile y lo mismo hizo el gobernador
sanjuanino Francisco Díaz Oro, quien fue reemplazado en el gobierno por Domingo
Faustino Sarmiento.
La reacción federalista del Chacho Peñaloza. La resistencia en el Interior corrió por cuenta
del caudillo riojano Ángel Vicente Peñaloza —apodado "El Chacho"—, quien por su
actuación había sido promovido al grado de general de la Confederación. Con un ejército
de gauchos, el Chacho se lanzó a la guerra en defensa de la causa federal, invocando el
prestigio de Urquiza y desconociendo al gobierno mitrista. Las luchas contra las
montoneras se extendieron a Catamarca, Córdoba, San Luis y San Juan, a cuyo
gobernador, Sarmiento, le fue encomendada la dirección de la guerra. El caudillo riojano
enfrentó a Paunero, a Rivas y a Sandes hasta que el 30 de mayo de 1862, firmó el Tratado
de la Banderita que significaba el cese de la lucha y el intercambio de prisioneros. El
Chacho devolvió los soldados mitristas capturados pero no recibió los suyos, porque
habían sido ejecutados. El armisticio se rompió y en mayo de 1863 Peñaloza cayó
derrotado en Lomas Blancas y en Las Playas. El Chacho solicitó la colaboración de Urquiza
para levantarse contra Buenos Aires, pero el gobernador de Entre Ríos ni siquiera le
respondió. Derrotado nuevamente, Peñaloza se refugió en Olta, provincia de La Rioja,
donde fue sorprendido y asesinado salvajemente por el mayor Irrazábal, a las órdenes del
coronel Sandes, el 12 de noviembre de 1863. Su cabeza cercenada fue exhibida en la plaza
de Olta.
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2) ¿Qué periodo es conocido como el “mitrismo” y en qué consistía el proyecto
liberal?
3) ¿Cómo fue la infancia y juventud de Mitre y qué hizo durante el rosismo?
4) ¿Qué actividad política desarrolló Mitre en Bs. As. luego del triunfo de Urquiza en
Caseros?
5) ¿Por qué y cómo ejerció Mitre una presidencia de facto?
6) ¿Qué actuación tuvieron los coroneles Paunero y Flores en las provincias?
7) ¿Qué sucedió con los gobiernos federales de San Luis, Corrientes, Tucumán,
Mendoza y cómo llegó Sarmiento al gobierno de San Juan?
8) ¿Quién encabezó la resistencia federal contra el mitrismo y qué resultados tuvo el
tratado de la Banderita?
9) ¿Cómo reaccionó Urquiza ante la guerra montonera y qué le pasó al Chacho
Peñaloza?
10) ¿Por qué Mitre ganó las elecciones presidenciales en 1862?
HISTORIA DE 3° AÑO - PRESIDENCIA DE BARTOLOMÉ MITRE (1862-1868)
Entre las obras de gobierno de la presidencia de Mitre figuran la organización del Poder
Judicial Nacional, la redacción del Código Civil y del Código de Comercio; la nacionalización
de la Aduana, la reorganización del Banco de la Provincia de Buenos Aires y la instalación
de líneas ferroviarias como el Ferrocarril del Sud hasta Chascomús; el Ferrocarril Oeste
hasta Luján y Mercedes y el Ferrocarril del Norte que se extendió hasta San Fernando.
Córdoba y Rosario también tuvieron su línea férrea en 1870. En el plano internacional, se
firmaron tratados con España y el gobierno de Mitre intervino en la Guerra con el
Paraguay estallada en 1865.
El gobierno de Mitre también hizo frente a problemas internos, como la guerra contra las
montoneras federales del caudillo riojano Chacho Peñaloza, quien fue derrotado y
ejecutado en noviembre de 1863. El asesinato de Peñaloza fue celebrado por el
gobernador de San Juan, Sarmiento, quien en carta a Mitre del 18 de noviembre de 1863
le dijo: "No sé lo que pensarán de la ejecución del Chacho. Yo, inspirado por el sentimiento
de los hombres pacíficos y honrados, aquí he aplaudido la medida, precisamente por su
forma. Sin cortarle la cabeza a aquel inveterado pícaro y ponerla a la expectación, las
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chusmas no se habrían aquietado en seis meses. (...) cortarle la cabeza cuando se le da
alcance, es otro rasgo argentino. El derecho no rige sino con los que lo respetan; los demás
están fuera de la ley, y no tiene el idioma en vano estas locuciones".
A poco de iniciarse la guerra con el Paraguay se produjo el alzamiento de Juan Saá,
apodado “Lanza Seca”, quien, regresado a Cuyo desde Chile intentó sublevar toda la
región. Las fuerzas nacionales destacadas en el frente paraguayo debieron volver sobre el
jefe montonero, derrotándolo en abril de 1867. Otro alzamiento --esta vez encabezado
por Felipe Varela-- tuvo lugar en 1866. Este caudillo catamarqueño, enarbolando las viejas
banderas federales, encabezó la oposición a la guerra del Paraguay. La represión estuvo a
cargo del gobernador santiagueño Antonino Taboada, quien logró vencer a Felipe Varela
en una sangrienta batalla librada en el Pozo de Vargas, Tucumán, en 1866.
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Uruguayana, donde los invasores paraguayos del Brasil fueron aniquilados; Estero
Bellaco; Tuyutí, Yataytí-Corá; Boquerón; el desastre aliado de Curupaytí; el asalto aliado a
la fortaleza paraguaya de Humaitá; la batalla de Lomas Valentinas; la toma y el saqueo de
Asunción por parte de los ejércitos brasileños; finalmente la derrota y muerte de Solano
López en los esteros de Cerro-Corá en 1870.
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alumnos inscriptos pasaron de treinta mil a cien mil al término de su gobierno; como el
país carecía de maestros, Sarmiento creó las Escuelas Normales, la primera de ellas en
Paraná, contratándose sesenta y cinco maestras norteamericanas para difundir la
instrucción pública; se crearon el Colegio Militar y la Escuela Naval; se fundó el
Observatorio Astronómico de Córdoba; en la misma provincia se crearán la Facultad de
Ciencias Físicas y Matemáticas y la Academia de Ciencias. En 1870 se promulga la ley de
Bibliotecas Populares y cuatro años después ciento cuarenta funcionaban en todo el
territorio nacional.
Política interior: se amplía la red ferroviaria hasta alcanzar un total de 1.300 kilómetros y
las líneas telegráficas intercomunicaron el país con Europa; se favorece la inmigración; se
incrementa el cultivo del trigo que, para 1874, cubre en su totalidad la demanda interna
del país. Se funda el Banco Hipotecario de la Provincia de Buenos Aires, que se constituye
en el primero en operar sobre la base del crédito hipotecario; se crea el Banco Nacional y
en 1869 se realizó el primer censo nacional, que arrojó una población total de 1.736.701
habitantes, de los cuales 211.000 eran extranjeros.
Política exterior: Durante la presidencia de Sarmiento finalizó la guerra del Paraguay.
Brasil sacó ventaja y se adjudicó más territorios que los reclamados antes de la contienda.
Argentina también ocupó espacios sobre el Chaco Boreal, pero la cancillería, por
intermedio del ministro Mariano Varela expresó "que la victoria no da derecho a las
naciones aliadas para declarar por sí límites suyos los que el tratado no señala”. El Imperio
brasileño se sintió aludido por la declaración y firmó por separado la paz con Paraguay, en
tanto que las relaciones argentino-brasileñas se volvieron tensas. La solución del
entredicho resultó ampliamente favorable para Brasil que obtuvo todos los territorios
disputados, mientras que Argentina acató el arbitraje del presidente de los Estados
Unidos, que fue favorable al Paraguay.
Problemas internos: Sarmiento y Urquiza olvidaron antiguos resentimientos y se
mostraron dispuestos a un acercamiento. El 3 de febrero de 1870, al cumplirse un nuevo
aniversario de la victoria de Caseros, Sarmiento visitó al gobernador entrerriano en su
estancia de San José, sellando el entendimiento entre ambos líderes políticos. Algunos
sectores federales entrerrianos no vieron con buenos ojos la actitud complaciente de su
gobernador y el 11de abril, una banda que respondía al caudillo Ricardo López Jordán,
asaltó la residencia de San José y dio muerte a Urquiza. Días después, la Legislatura
entrerriana eligió a López Jordán como nuevo gobernador, pero Sarmiento intervino la
provincia y obligó a dimitir a López Jordán.
El sucesor de Sarmiento: Con vistas a la sucesión presidencial, Mitre y Alsina aparecían
como los más firmes candidatos, pero Sarmiento decidió apoyar a su ministro de
Instrucción Pública, Nicolás Avellaneda, quien, por ser tucumano, mereció la adhesión de
diez provincias interiores. En las elecciones de 1874, la fórmula Nicolás Avellaneda-
Mariano Acosta obtuvo ciento cuarenta y seis electores, superando a la de Mitre, que
obtuvo solamente setenta y nueve. El partido Nacional de Mitre no aceptó el resultado y,
tras denunciar un supuesto fraude electoral, organizó una revolución en setiembre de
1874. Las fuerzas nacionales, comandadas por el joven general tucumano Julio Argentino
Roca, vencieron a los mitristas rebeldes y apresaron a sus jefes, entre ellos, al ex
presidente Mitre.
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Presidencia de Avellaneda (1874-1880). El nuevo presidente tuvo que afrontar una grave
crisis económica: los problemas internos habían deteriorado la economía del país, los
títulos argentinos disminuyeron su valor, en tanto que el presupuesto nacional arrojaba
un déficit de 13.000.000 de pesos. El presidente redujo el presupuesto nacional, rebajó los
sueldos de la administración pública un quince por ciento y fueron despedidos gran
número de empleados. Con estos recortes a la economía la deuda pública fue pagada
puntualmente. La crisis disminuyó y el país comenzó a progresar con el incremento de la
explotación cerealera que produjo excedentes exportables a Europa. También se dio
comienzo a la exportación de carne enfriada con la llegada a Buenos Aires, en 1876, del
transporte Le Frigorifique, equipado con un sistema que mantenía la carne a 0°C. Un año
después arribó otro barco, Le Paraguay, portador de nueva tecnología que conservaba la
carne a -30°C, lo cual aseguraba mejores resultados de conservación.
Avellaneda inauguró una política de conciliación nacional que se expresó a través de la
amnistía de los revolucionarios de 1874; este acercamiento o conciliación de los partidos
provocó, por un lado, el apoyo de los mitristas que lograron incorporar algunos de sus
hombres en el gabinete ministerial, y por otro, la disidencia de un sector del
autonomismo encabezado por Aristóbulo del Valle y Leandro Alem que rechazaba la
política oficial.
Durante la presidencia de Avellaneda se sancionó una ley de inmigración, por la que se
creó el Departamento General de Inmigración, que registró el ingreso de casi 250.000
extranjeros.
La campaña al Desierto. El gobierno nacional desplegó contra los indígenas de la pampa y
la Patagonia una acción en dos etapas: la primera de carácter defensivo, iniciada por el
ministro de Guerra Adolfo Alsina que consistió en el avance progresivo de la frontera por
medio de la construcción de una zanja defensiva y una línea de fortines; en 1877, al morir
el ministro porteño fue reemplazado por el general Julio A. Roca, quien presentó un
proyecto de acción totalmente ofensiva. Aprobado el plan de Roca en 1879, comenzó la
ocupación militar de la Patagonia lo cual significó la incorporación de más de quince mil
leguas cuadradas de territorio y el sometimiento total de los indígenas.
La federalización de Buenos Aires. Los conflictos políticos comenzaron nuevamente
cuando se planteó el problema de la capitalización de Buenos Aires sostenida por el
presidente y rechazada tenazmente por un sector –denominado lírico-- del autonomismo
porteño. El gobernador bonaerense Carlos Tejedor reorganizó sus fuerzas militares (la
Guardia Nacional porteña) y frente a esa actitud, el gobierno nacional logró que se
sancionara una ley que prohibía la movilización de milicias provinciales. La beligerancia
entre el gobierno central y la provincia llegó a un punto tal que Avellaneda juzgó prudente
abandonar la ciudad de Buenos Aires y designar al pueblo de Belgrano como capital
provisional de la Nación. El Senado, la Corte Suprema y la mitad de los diputados
acompañaron al presidente a la nueva capital y, posteriormente, Avellaneda ordenó sitiar
con el Ejército Nacional a la ciudad de Buenos Aires. El 12 de junio de 1880 las fuerzas
tejedoristas comenzaron la Revolución del 80 atacando al Ejército Nacional comandado
por el general Roca. Después de sangrientos combates los porteños fueron vencidos y el
gobierno federal dictó sus condiciones: se dispuso el desarme de la provincia y la renuncia
52
del gobernador Tejedor. En agosto de 1880, el presidente Avellaneda elevó un proyecto
de ley por el cual se declaraba a la ciudad de Buenos Aires capital de la República, la cual
fue aprobada por el Congreso el 21 de septiembre de ese año y ratificada posteriormente
por la legislatura porteña.
1) ¿Cuáles eran las principales fuerzas políticas en lucha y cómo llegó Sarmiento a la
presidencia?
2) ¿Cómo fue la obra educativa y cultural de la presidencia de Sarmiento?
3) ¿Qué conflictos surgieron tras la finalización de la Guerra del Paraguay y cómo se
resolvieron?
4) ¿Qué problemas internos debió afrontar Sarmiento y cómo se solucionaron?
5) ¿Por qué estalló la revolución mitrista de 1874 y cómo terminó?
6) ¿Qué problemas económicos tuvo que solucionar Avellaneda y qué novedades se
dieron en el mercado exportador argentino?
7) ¿De qué se trató la política conciliadora de Avellaneda y qué sectores se
opusieron?
8) ¿Qué características tuvieron las etapas de la Campaña al Desierto?
9) ¿Quiénes se oponían al proyecto de capitalización de Buenos Aires y cómo
reaccionó el gobierno de Avellaneda?
10) ¿Qué consecuencias tuvo la derrota porteña en 1880?
El Orden Conservador. Inspirados en las ideas expuestas por Juan B. Alberdi, los hombres
que formaron la élite política y económica argentina, conocida como la “Generación del
80” dieron forma a un régimen de gobierno en el que participaban solo los integrantes de
una minoría culta y enriquecida, hasta tanto las clases populares estuvieran lo
suficientemente educadas y preparadas para poder tomar sus propias decisiones políticas
acerca de su futuro.
La década de 1880 fue clave para nuestra historia: además de delinearse un perfil
económico orientado a la exportación de productos agropecuarios, se conformó un
modelo político que habría de mantenerse por más de treinta años, denominado Orden
Conservador. Este sistema excluyó a la mayor parte de la población del ejercicio de sus
derechos políticos, impidiendo que los habitantes del país pudieran elegir libremente a
sus representantes. De esta forma el gobierno era ejercido por un conjunto reducido de
personas, surgido entre los miembros más destacados de la élite. En muchas provincias,
los gobiernos eran controlados en su totalidad por miembros de algunas familias: la
política era un asunto exclusivo de las personas más distinguidas y, en muchos casos, de
las económicamente más poderosas de la sociedad.
El presidente era la figura clave en el funcionamiento del orden conservador; su elección
era realizada de manera indirecta, a través del voto de los representantes en el colegio
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electoral. Las elecciones solían ser manipuladas por el oficialismo a través del fraude;
además, para evitar los enfrentamientos entre las distintas facciones políticas el gobierno
controlaba la sucesión presidencial: el presidente saliente designaba a su sucesor y lo
mismo hacían los gobernadores de las provincias.
Presidencia de Roca. La vida política durante este período tuvo como protagonista al
Partido Autonomista Nacional (PAN), una alianza de agrupaciones provinciales reunidas
alrededor de algunos dirigentes destacados. La figura más importante fue la de Julio
Argentino Roca, un general del Ejército oriundo de Tucumán, quien ocuparía la
presidencia en dos ocasiones (1880-1886 y 1898-1904) e influiría sobre el escenario
político durante todo el período. Roca había liderado exitosamente la campaña militar
contra los indígenas de la Patagonia en 1879, incorporando vastas extensiones de tierras a
la producción agropecuaria. La Conquista del desierto le dio a Roca un gran respaldo
político y social, por lo cual fue elegido al año siguiente presidente de la República, como
candidato del PAN. Durante su mandato, se propuso crear un gobierno firme que garanti-
zase las condiciones mínimas de orden político y lograr la expansión económica. La
consigna "Paz y administración" sintetizaba este propósito.
La Conquista del desierto. El general Roca buscaba incorporar las tierras patagónicas al
Estado argentino; consideraba necesario someter a los indígenas de esa zona para
establecer los límites del país y unificar internamente el territorio nacional. En 1879, y
después de varias expediciones frustradas, encabezó una campaña militar para dominar
los territorios ocupados por los aborígenes y ponerlos bajo el control del Estado. Una vez
terminada la Conquista, la expansión del ferrocarril permitió integrar las nuevas tierras,
tanto para ser pobladas por blancos como para producir los bienes agropecuarios
exportables al mercado internacional, función en la que se especializó la Argentina
durante todo ese periodo. La Conquista del desierto se caracterizó por la crueldad con la
que se atacó a los indígenas: para lograr el objetivo de unificación nacional, se sometió, se
expulsó y se exterminó a las tribus de la región. Lo que se llamaba desierto, en realidad,
estaba poblado por quienes recibían el nombre genérico de indios, pero que tenían una
gran diversidad social y cultural: pampas, ranqueles, vorogas, huiliches, pehuenches y,
más al sur, tehuelches. Inicialmente, los sobrevivientes fueron ubicados en reservas, pero
muchos de ellos se vieron obligados a integrarse en las actividades productivas en las
estancias del sur, e inclusive fueron a trabajar como sirvientes en las casas de las familias
ricas de Buenos Aires. También en el noreste del territorio se efectuó una campaña militar
en contra de las poblaciones originarias. La ocupación del Chaco por el Estado nacional se
realizó a partir de 1884. Allí vivían los tobas, los guaycurúes y los matacos. Una vez
realizada la Conquista, los aborígenes chaqueños fueron obligados a trabajaren los
obrajes.
El emprendimiento llevado a cabo contra las poblaciones indígenas se apoyaba en un
proyecto civilizador ampliamente compartido por las élites del mundo occidental, que
partía de la creencia de que solo las naciones dotadas de una población de raza blanca y
de religión cristiana podrían aspirar al progreso material y espiritual.
Por ley del año 1912, el Estado nacional creó la Comisión de Reducción de Indios, con el
objetivo de mejorar la situación de los indígenas, pero esto dio muy pocos resultados y la
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"acción civilizadora" tuvo finalmente desastrosas consecuencias para las poblaciones
originarias de nuestro territorio.
1890: crisis y revolución. La presidencia de Julio A. Roca fue sucedida por la de su cuñado,
el ex gobernador de Córdoba Miguel Juárez Celman. Ante su llegada al poder, la clase
dirigente creyó que su mandato sería una continuación del gobierno anterior y que se
consolidaría el clima de relativa estabilidad que reinaba en el país después de años de
agitación política. Además, la buena relación que el nuevo presidente tenía con sectores
clave de la economía --sobre todo, con aquellos que manejaban los contactos con el
capital británico necesario para el financiamiento del tendido ferroviario-- hacía crecer las
expectativas de los beneficiarios del proceso de expansión de la frontera y valorización de
las tierras ganadas al indígena. Pero estas expectativas chocaron con una realidad muy
diferente.
Juárez Celman asumió un estilo autoritario en política y concentró el poder únicamente
en su persona. Por esta razón, el período que duró su mandato fue denominado Unicato.
En cuanto al aspecto económico, su gobierno fomentó el ingreso, hasta entonces sin
precedentes, de inversiones extranjeras; pero la falta de control a la especulación en la
venta de tierras, los hechos de corrupción y una situación internacional desfavorable
impactaron de modo negativo en la economía argentina.
Las críticas al gobierno de Juárez Celman se volvieron cada vez más fuertes, y hacia 1889
se conformó una coalición opositora, liderada por una agrupación de estudiantes
universitarios llamada Unión Cívica de la Juventud. En abril de 1890, la coalición, que pasó
a llamarse Unión Cívica y congregó a figuras como Bartolomé Mitre, Leandro N. Alem y
Aristóbulo del Valle, convocó a una manifestación de protesta con la participación de
cerca de 30 mil personas. La demanda principal de esta reunión era dar fin al fraude
electoral y a la corrupción administrativa.
Cuando algunos grupos de las clases dirigentes retiraron su apoyo a Juárez Celman, los
partidarios de la Unión Cívica lideraron la Revolución de 1890 --también conocida como
Revolución del Parque--, el primer cuestionamiento violento al Orden Conservador ins-
taurado en 1880. El 26 de julio de 1890, con el apoyo de un sector del Ejército, los
revolucionarios atacaron al gobierno con las armas. Aunque el levantamiento fue
derrotado, el presidente Juárez Celman debió renunciar y el vicepresidente Carlos
Pellegrini asumió la presidencia. Para 1892, el presidente Pellegrini había logrado nor-
malizar la situación política y solucionar los problemas económicos del país, motivo por el
cual sus partidarios lo llamaron “el piloto de tormentas”, en alusión a su habilidad para
superar la crisis del 90.
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3) ¿Cómo era la elección del presidente y qué maniobras eran usuales?
4) ¿Cómo llegó al gobierno el general Roca y cuáles eran sus propuestas?
5) ¿Qué objetivos tenía la “Campaña al desierto” de Roca?
6) ¿Qué sucedió con las poblaciones indígenas de la Patagonia y del Chaco?
7) ¿Cuáles eran las expectativas sobre el sucesor presidencial de Roca?
8) ¿Qué tipo de gobierno desarrolló Juárez Celman y qué pasó con la economía?
9) ¿Cómo se organizó la oposición al régimen de Juárez Celman y cuál era su
demanda principal?
10) ¿Cuál fue el cuestionamiento violento al Orden Conservador y cómo terminó?
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