Hobsbawm Historia Del Siglo XX Cap VIII Guerra Fría
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LA GUERRA FRÍA
II
¿Cómo podemos, pues, explicar los cuarenta años de enfrentamiento
armado y de movilización permanente, basados en la premisa siempre inve-
rosímil, y en este caso totalmente infundada, de que el planeta era tan inesta-
ble que podía estallar una guerra mundial en cualquier momento, y que eso
sólo lo impedía una disuasión mutua sin tregua? En primer lugar, la guerra
fría se basaba en la creencia occidental, absurda vista desde el presente pero
muy lógica tras el fin de la segunda guerra mundial, de que la era de las
catástrofes no se había acabado en modo alguno; que el futuro del capitalis-
mo mundial y de la sociedad liberal distaba mucho de estar garantizado. La
mayoría de los observadores esperaba una crisis económica de posguerra
grave, incluso en los Estados Unidos, por analogía con lo que había sucedi-
do tras el fin de la primera guerra mundial. Un futuro premio Nobel de eco-
nomía habló en 1943 de la posibilidad de que se diera en los Estados Unidos
«el período más grande de desempleo y de dislocación de la industria al que
jamás se haya enfrentado economía alguna» (Samuelson, 1943, p. 51). De
hecho, los planes del gobierno de los Estados Unidos para la posguerra se
dirigían mucho más a evitar otra Gran Depresión que a evitar otra guerra,
algo a lo que Washington había dedicado poca atención antes de la victoria
(Kolko, 1969, pp. 244-246).
Si Washington esperaba «serias alteraciones de posgueixa» que socavasen
«la estabilidad social, política y económica del mundo» (Dean Acheson, citado
en Kolko, 1969, p. 485) era porque al acabar la guerra los países beligerantes,
con la excepción de los Estados Unidos, eran mundos en ruinas habitados por
lo que a los norteamericanos les parecían poblaciones hambrientas, desespe-
radas y tal vez radicalizadas, predispuestas a prestar oído a los cantos de si-
rena de la revolución social y de políticas económicas incompatibles con el
sistema internacional de libertad de empresa, libre mercado y libertad de
movimiento de capitales que había de salvar a los Estados Unidos y al mun-
do. Además, el sistema internacional de antes de la guerra se había hundido,
dejando a los Estados Unidos frente a una URSS comunista enormemente for-