2 La Organziación y Dirección Del Centro Escolar PDF
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CENTRO
ESCOLAR
DAVID ISAACS *
Amitai
Etzioni, en
Modern
Organizations, 1964.
«Las organizaciones son unidades sociales (o agrupaciones humanas) deli
beradamente construidas y reconstruidas para lograr metas específicas» (3).
56
La
función directiva
(6) DRUCKER, P., La gerencia. Ed. «El Ateneo». Buenos Aires, 1975. 57
Ejecutar:
las tareas
propias de
su área de
responsabilidad, que siempre estarán en función de los fines generales del
centro.
Evaluar: el proceso de mejora y los resultados conseguidos.
de la eficacia.
Schuttenberg, McArdle y Thomas mantienen que se pueden lograr mejores
resultados en un centro escolar mediante el establecimiento de objetivos en el
centro, y la participación en ellos por parte de los profesores. Sugieren que se debe
fijar objetivos en cuatro áreas:
Existe una relación evidente entre las tareas típicas sugeridas y estas áreas.
También, en los estudios comparativos de Wellisch (8) se llega a la con clusión de
Schutten
que existe más eficacia académica (productividad, según berg, etc.)
en cuanto los directivos:
— —
están más preocupados por el tema de los estudios de los alumnos,
comunican sus puntos de vista sobre la enseñanza,
—
aceptan responsabilidad en la toma de decisiones en relación con as pectos
Todo ello nos afirma en lo planteado respecto a las tareas típicas del di rectivo,
y nos permite afirmar que el papel principal del director de un centro será dirigir por
objetivos.
educational
(7) SCHUTTENBERG, E., McARDLE, R., y THOMAS W., «Goal setting in
1979.
organizations A systems perspective» Peabody Journal of Education, julio (8)
en
WELLISCH, J., «School management and organization in successful schools»
Sociology of Education, 1978, vol. 51 (julio). 58
La
59
4) La educación, siendo un producto que se compone de un sinfín de
elementos interrelacionados, necesita definirse en sus rasgos más im
portantes con la finalidad de que otros elementos, relacionados con ella, no
lleguen a desnaturalizarla.
5) Para mantener la unidad y el estilo de un centro educativo, hace falta una
estructura mínima de normas técnicas y legales para aclarar a pa dres y a
profesores, directivos y alumnos los límites de su autonomía.
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ESTO ES COMO PARTE DE UN ESTUDIO, NO SE SI ES
REALMENTE IMPORTANTE
61
menta la
unidad de
criterios en la
acción
educativa
realizada por
los padres y
por el centro,
y pone los
medios para
que los
alumnos
aprendan a
reconocer el
valor de la
familia como
célmla básica
de la sociedad.
Las
12.
actividades
docentes y
orientadoras
se entienden
como una em
presa común
de profesores
y alumnos.
Para ello el
profesor debe
re conocer que
no sólo educa
por su
competencia
profesional,
sino tam bién
por la
ejemplaridad.
El Colegio
13.
(9) Cfr. COHN, E. y MILLMAN, S., Input-Output enalysis in public education. Ballinger
Pub. Co. Cambridge Mass., 1975.
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Hemos dicho que para dirigir por objetivos en un centro educativo no sólo
hace falta conocer los objetivos generales —traducción, en forma de objetivos, del
ideario del centro—, sino también tener determinado el mínimo normativo en la
realización de las tareas típicas para los profesores y, en general, para cada uno
de los cargos.
Las tareas típicas de los profesores
Las tareas que los profesores realicen serán diferentes en cada centro
educativo, y estas diferencias serán consecuencia de haber adoptado distintos
objetivos a nivel centro. A veces, estos objetivos son explícitos, y a veces no. Los
objetivos de la Ley de Educación, por ejemplo, requieren que un profesor
planifique, es decir, distribuya unas actividades en el tiempo, en función de esos
mismos objetivos. Veamos otros ejemplos. El objetivo, a nivel centro, «conseguir
que los alumnos desarrollen sus características y cualidades per sonales al
servicio de los demás», exige que los profesores hablen y escuchen a los alumnos
individualmente. «Conseguir que los alumnos actúen responsa blemente en su
trabajo y en sus relaciones con los demás» requiere que los profesores realicen
unas tareas respecto a una normativa establecida para
ellos y para los alumnos.
Está claro que para asegurar una relación entre el hacer de los profesores y
los objetivos del centro hará falta algún tipo de concreción respecto a estas
tareas. Pero, ¿en qué grado se deben concretar? Al exigir a un profesor que
planifique ¿se trata de obligarle a usar un sistema que suponga, por ejemplo, la
fijación de objetivos concretos para cada unidad de diez minutos? Desde luego
parece que no sería conveniente, porque no hace falta minimizar tanto. Incluso
sería perjudicial concretar demasiado, porque restringiría innecesaria mente las
posibilidades del profesorado en lo que se refiere a la realización de su trabajo
con estilo personal. Es decir, en cuanto concretamos demasiado las tareas a
realizar, quitamos iniciativa personal al profesor. Para producir una máquina
habrá unas tareas a realizar que no dependerán, en modo alguno, de la persona
que las está realizando. Para hacer la máquina no habrá que decir al trabajador
«haga usted una máquina», sino «junte usted esta pieza a esta otra utilizando dos
tornillos de dos milímetros», etc. En cambio, podemos decir a un artista: «Pinte
usted un cuadro», y cumpliendo la tarea lo hará con estilo personal.
La educación, en este sentido, es mucho más parecida a una obra de arte.
Quizá por ello se podría pensar que no hace falta mencionar ninguna tarea es
pecífica; que basta el estilo personal sin más; que es suficiente decir al pro fesor:
«Eduque usted a los alumnos». Pero no es así, por varios motivos.
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no puede trabajar «a su aire», sino que deberá tener en cuenta algunos aspec
tos de las necesidades y gustos de estas personas.
A veces, se puede notar el deseo de algún profesor universitario de formar un
subsistema cerrado en su trabajo, estableciendo una relación exclusiva con su
investigación, olvidándose de cualquier otro deber. Esta persona ya no es un
educador, sino un investigador.
Por tanto, podremos hablar de las tareas que conviene realizar para permi tir
la posibilidad de establecer un sistema armónico en función de unos obje
tivos, unos resultados deseados, previstos y, por lo menos en parte, alcan
zables.
También podremos pensar en las tareas que un profesor deberá realizar
para asegurarse una cierta congruencia entre lo que persigue y lo que hace.
Así, no nos interesa hablar de las cualidades óptimas de un buen profesor,
sino de las tareas que debería realizar todo profesor para que su individuali
dad y estilo personal puedan encauzarse con sentido en el conjunto y, a la vez,
crear una oportunidad de mejora personal y profesional dentro de unos
cauces previstos por el interesado.
Si no empezamos a concretar, a un nivel mínimo, la unidad en el proceso
educativo y las posibilidades de mejora del profesorado, quedarán una y otras
en el terreno del azar, y, en consecuencia, la situación del centro no reunirá
las condiciones para un trabajo eficaz. Y por eficacia se entiende rendimiento,
satisfacción personal y desarrollo personal.
La relación de tareas que se necesita para dirigir por objetivos supone, por
que defino como el conjunto de los requisitos exi
tanto, un mínimo normativo
gibles a todo profesor —formado— en la realización de sus tareas típicas.
De todas formas, conviene observar que aunque los profesores cumplan
con estas tareas, no por ello está asegurada la relación entre su hacer y los
objetivos del centro. Sin embargo, si no cumplen con estas tareas será impo
sible llegar a saber si existe esta relación. Tampoco será posible una orienta
ción y coordinación del trabajo del profesor.
A modo de ejemplo se delimita, a continuación, un posible mínimo norma tivo
en relación con la actividad docente del profesor, entendida como su ac
tuación con un grupo de alumnos en función de objetivos educativos.
1. Preparación
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2. Ejecución
3. Control
3.1. Conseguir una información adecuada sobre la situación de los alum nos
(respecto a la materia en cuestión) al principio del año escolar mediante la
evaluación inicial.
3.2. Concretar los tipos de técnicas de evaluación en función de los ob
jetivos establecidos, y luego utilizarlas.
3.3. Apuntar aspectos interesantes relacionados con los alumnos, y sobre el
desarrollo de la clase.
3.4. Revisar la programación periódicamente e informar sobre rectifica
ciones (10).
DE AQUÍ EN ADELANTE TALY
La atención periódica a aspectos a mejorar
65
5
2) Areas de actividad: Docencia, orientación personal, normativa de la
convivencia, perfeccionamiento continuo e investigación.
3) Recursos humanos: El trabajo de las personas, la participación, la co
municación, la orientación, la evaluación.
4) Recursos materiales: El tiempo, recursos económicos, edificios, instala
ciones materiales, instrumentos.
5) Estructura: De los objetivos, de las áreas de actividad, de los recursos
humanos, de los recursos materiales.
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de tal modo que suele haber más posibilidades de una evaluación objetiva más
precisa al final del proceso, estamos utilizando la técnica del objetivo
concreto. Una intención que no está apoyada por ninguna planificación no es
previsi ble, y, por tanto, es más bien un sueño. Gráficamente se podría
expresar:
iNTENCION
Sueño
Sin planificar
Objetivo tendencia
encargo del directivo responsable, que considerarlo como algo que hay que
poner por escrito en forma de objetivo.
política. Una política es
3) Por último, se puede usar la técnica de la
parecida a un objetivo tendencia. La diferencia es que el objetivo, para ser
considerado como tal, cuenta con el apoyo de la planificación de unas activi
aprovecha
dades. Una política es algo que se quiere lograr y, por tanto, se
todas las ocasiones posibles para favorecerla. Sin embargo, no se llega a
planificar actividades en función suya.
Por ejemplo, «conseguir que los profesores participen en la toma de deci
siones » podría plantearse como objetivo tendencia o como política. Pero no
sólo se trata de decidir qué técnica se va a utilizar para encauzar la mejora,
la(s) persona(s)
sino también que va a responsabilizarse de ello.
Puede, por tanto, plantearse el asunto a nivel consejo de dirección, a nivel
departamento, a nivel encargado de curso, a nivel profesor, etc. El proceso
queda reflejado en el gráfico.
Quizá convendría insistir en que la dirección por objetivos no supone pen sar
en una relación de objetivos a lograr cada año, por ejemplo. Expresar por
escrito un resultado deseado y previsto y, por lo menos, alcanzable, de un
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modo más o menos concreto no es más que una técnica. Como técnica se tratará de
utilizarla si es útil y eficaz.
1
CARGO Y LA ATENCION PERIODI CA A
ALGUNOS ELEMEN TOS COMO
IDEARIO DEL CENTRO EDUCATIVO ASPECTOS A MEJORAR EN UN TIEMPO
EN UNOS OB JETIVOS GENERALES A DADO, UTILIZANDO LA TECNICA
CADA NIVEL Y EN UN MI NIMO APROPIADA.»
NORMATIVO EN LA REALIZACION DE
LAS TA REAS TIPICAS DENTRO DE UNAS
AREAS DE ACTIVI DAD PARA CADA
Relación de posibles aspectos a
La gestión participativa
mejorar
Relación de:
objetivos tendencia
- objetivos concretos
encargos
políticas
por nivel y por persona a lograr
en un tiempo dado
Análisis de la situación
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Al hablar de la participación, nos estamos refiriendo a una actividad que puede
ser realizada por el ser humano de distintas maneras. La clasificación más
conocida es la de la participación decisoria, la participación consultiva y la
participación activa. Actualmente se suele limitar el concepto de participa ción
restando importancia así, im
a la primera —la participación decisoria—,
plícitamente, a las otras modalidades.
También convendría aclarar que la participación es un medio y no un fin.
«Muchos de nuestros países han colocado, muy oficialmente, la participación en
el centro de sus preocupaciones pedagógicas. Pero la participación no pue de ser
un fin y no puede encontrar su justificación en sí misma. No puede ser
más que un medio; un medio de asegurar una mejor enseñanza, porque per
mite incluir a los alumnos y a los profesores en el sistema educativo de un
modo distinto al de consumidores, para los primeros, y de ejecutores, para los
segundos; un medio de dotar a las escuelas de una estructura fuerte y
dinámica que, favoreciendo las relaciones entre iguales y asociando el conjunto
de la comunidad a las responsabilidades, podrá mantener la coherencia del
proyecto educativo asegurando a cada uno un amplio (e indispensable) grado de
autonomía» (11).
La persona necesita utilizar este medio —la participación— y recibir la
posibilidad de participar por una serie de razones. Aquí se han destacado dos:
«por una mejor enseñanza» y para conseguir «una estructura fuerte y dinámi
ca», pero existen otras razones. Una mejor enseñanza supone el buen funcio
namiento del sistema y la persona no sólo aporta el sistema, sino que necesita
recibir de él. Es decir, pensar que la participación debería justificarse única
mente en función de un mayor rendimiento del profesor y, por tanto, de una
mejor enseñanza, supondría hacer la eficacia humana equivalente a la eficacia
mecánica. Hace falta la participación para que cada uno pueda aportar lo mejor
que pueda, pero también es necesario para que cada uno logre una satisfac
ción personal que le motive hacia esfuerzos mayores. En consecuencia, cada
uno puede conseguir, mediante la participación, un desarrollo hacia una mayor
plenitud personal.
Existe todavía un peligro, porque se podría, aun así, concebir la participa
ción únicamente en función de la buena marcha del sistema. En la
educación nos interesan las personas como personas, por su dignidad
personal. Y única mente será así en caso de que la participación llegue a
desarrollarse en todos los aspectos constitutivos del ser humano.
Por tanto, como premisa inicial, mantenemos que la participación es un
derecho de la persona en función de la dignidad humana y, a la vez, un
medio imprescindible para conseguir un sistema educativo eficaz.
70
do no existe en la práctica «una comunidad», sino más bien un conjunto de
individuos agrupados por un sinfín de motivos de lo más heterogéneo—. En la ley
que regula el Estatuto de Centros Escolares dice —en el artícu lo 26— que el
consejo de dirección de un centro de Bachillerato y Formación Profesional del
Estado estará formado por:
72
En ninguno de los sistemas cabe el gobierno por el claustro de profesores por
no ser representativo o por no ser eficaz. Sin embargo, en muchos casos se está
promoviendo este tipo de gestión hoy en día.
Por lo que hemos dicho, se ve que los límites de la participación coinciden con
los límites de la competencia de cada persona y de su disponibilidad para actuar.
Por otra parte, la participación no tiene ningún sentido en una organi zación
educativa sin una dirección. «La participación activa y responsable no sólo es
compatible, sino que reclama una dirección para no transformarse en
participación anárquica, es decir, en una forma patológica de participación en la
que todos quieren intervenir en todo, lo que produce el bloqueo del proceso
de decisión y una desastrosa confusión» (14). Corresponde a la dirección, como
una de sus tareas importantes, delimitar las zonas de competencia de cada uno
de tal modo que cada uno participe en los aspectos que le afectan, pero
aceptando que existen distintos tipos de participación. No se puede ad mitir la
decisión de un grupo de profesores en aspectos que pueden cambiar los
supuestos básicos que inspira el centro. Repetimos: esto compete o a la
comunidad, o a los promotores del centro.
De algún modo, habría que destacar el gran mito de las grandes decisiones. Si
ha habido un proceso consultivo bien realizado, la decisión es pura conse
cuencia de este trabajo, e importa poco quien la tome. Si la decisión es menos
importante, menos consulta habrá que realizar.
Pero ¿en torno a qué temas se debe buscar una participación decisoria de
padres, profesores y alumnos? Respecto a los padres, la situación será dife
rente de acuerdo con la naturaleza del centro. Pero, en todos ellos entiendo que
la misión principal de los padres es la de contribuir a la mejora de los propios
padres como educadores. Por tanto, el fin principal de las Asociaciones de Padres
sería eso mismo: la atención a los padres mediante la organización de actividades
diversas. En segundo lugar, la Asociación puede canalizar la colaboración de los
padres con el centro educativo, pero siempre dejando plena autonomía al centro
educativo en asuntos técnicos. Esto no sería el caso, como hemos dicho en
centros del Estado, o en cooperativas de padres.
En los centros estatales parece lógico que participen en las decisiones en
torno a los objetivos del centro, y participen en la selección de profesores.
EUNSA. Pamplona, 1974.
(14) F. OTERO, O., La participación en los centros educativos.
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Incluso en países no centralistas se les podrá encomendar la construcción de
los grandes rasgos del plan de estudios y del planteamiento económico. En
países centralistas, como España, de hecho sólo cabe la adaptación de los ob
jetivos marcados por la ley y, en todo caso, la selección de profesorado de los
ya «autorizados» por el Estado. En todo caso los padres figurarán como unos
más en el grupo decisorio.
Por tanto, los padres, de hecho, como unidad diferenciada, no tomarán de
cisiones respecto al centro educativo.
Respecto a los profesores la situación es más compleja. Insistimos en la
necesidad de desarrollar la participación consultiva con todas sus consecuen
cias, pero, además, el profesor debe participar en decisiones de grupo de
acuerdo con su capacidad profesional. Repetimos que no es la base de este
escrito el localizar las estructuras adecuadas para reivindicaciones. Poca edu
cación habrá en un centro cuya estructura se basa en el antagonismo entre
directivos y profesores. Donde no cabe participación decisoria por parte de
los profesores en los centros libres y autónomos es en la definición del ideario
y en los puntos básicos del proyecto educativo. Este proyecto es responsabi
lidad única de los promotores del centro. Ahora bien, este ideario necesita
concretarse a cada nivel en el centro y en cada materia. Este proceso de con
creción supone unas decisiones que pueden ser tomadas por los profesores
con tal de que comprendan y acepten el ideario —los supuestos básicos del
centro—.
Y aquí hallamos un criterio básico respecto a la participación decisoria.
«Los profesores, en cuanto más comprendan y vivan los supuestos básicos
del centro, más autonomía tendrán para tomar decisiones.»
Un segundo criterio es: «las decisiones en torno a cualquier tema pueden ser
tomadas por personas con un conocimiento profesional competente de los
mismos». Y, en tercer lugar, la participación exige una responsabilidad por
parte del que participe. «El grado de participación de cada persona estará de
acuerdo, por tanto, con su capacidad de responsabilizarse de las
consecuencias de esa participación.» Si pensamos en los temas llamados
«críticos» anterior mente, veremos que los profesores en su conjunto no
deben tomar decisiones respecto a la selección de personal, ni respecto a
asuntos de política eco nómica. Unicamente se puede asegurar la
continuidad en el ideario del centro si se contrata al personal adecuado, y si
se confecciona el presupuesto de acuerdo con ella (en este sentido el
presupuesto es el reflejo numérico de los objetivos del centro). Y eso,
independientemente de su comprensión de los
supuestos básicos del centro, por su falta de conocimiento y de capacidad
profesional en estas cuestiones.
En caso del plan de estudios es diferente. De hecho, los profesores están
preparados para tomar decisiones respecto a los objetivos concretos a perse
guir con los alumnos; respecto a los contenidos, metodología, técnicas de eva
luación, distribución de horario, horas lectivas, vacaciones, etc. Lo curioso es
que gran parte de esta posible zona de autonomía está retenida por el Estado
en España. Me refiero a los cuestionarios oficiales, disposiciones sobre hora
rios, vacaciones, autorizaciones de libros de texto, etc.
La verdad es que el campo lógico y razonable para la toma de decisiones de
los profesores está aquí. Pero como el Estado lo restringe considerable
mente, puede que exista la tendencia de reclamar la posibilidad de tomar de
cisiones en aspectos que no son de su incumbencia.
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En síntesis, los profesores deberían de tomar decisiones en asuntos de su
competencia, especialmente en torno a los objetivos, contenidos, evaluación y
distribución en el tiempo de sus materias y respecto a la organización diaria del
centro. En cuanto comprenden y viven los supuestos básicos del centro más
responsabilidades pueden asumir, de tal modo que pueda haber estruc
turalmente distintos grupos de profesores tomando decisiones en áreas espe
cíficas de su competencia personal. Por otra parte, se debería desarrollar la
participación consultiva en torno a todos los temas que afecta al profesor.
Entiendo que hay mucho que desarrollar en este sentido, especialmente en
relación con asuntos económicos y respecto a los objetivos del centro. De
hecho, estudios recientes muestran que es posible que el esfuerzo de lograr un
consenso entre los profesores respecto a cualquier deseo de innovación en un
centro es poco realista y poco eficaz (15).
La utilidad práctica de la participación decisoria de los alumnos es mínima y
conviene considerarlo desde el punto de vista de la formación para la parti
cipación decisoria. En todo caso, se trata de orientar a los alumnos para que
aprendan a tomar decisiones respecto a su propio trabajo, capacitándoles así
para la responsabilidad que supone la toma de decisiones en grupo. No es
lógico permitir a los alumnos participar en la toma de decisiones que, luego, no
son capaces de ejecutar. Recoger información de los alumnos es vital en torno a
todos los temas que les pueden afectar. Informarles también es im portante.
Incorporarles en la discusión y el estudio de distintos problemas es una actividad
muy interesante. Pero las decisiones que puedan tomar tendrán que ver con su
nivel de competencia profesional como alumnos e incidirán quizá en un horario
de exámenes, un plan de excursiones, una distribución de encargos, el contenido
reglamento de alumnos, etc., pero jamás en temas
de un que desborden esta
competencia corno puede considerarse la selección de pro fesores.
También, de un modo prioritario, se debería exigir la participación de los
alumnos en la persecución de los objetivos del centro contando con ellos en la
responsablemente. Por ejemplo, la ayuda a otros alumnos
realización delareas, y la
organización de diversas actividades.
ol.
VI
nú
m.
1,
m
ay
o,
19
78
75
La estructura básica formal debería de prever el modo para que cada per
sona que trabaje en el centro pueda informar y ser informado adecuadamente
—facilitando a la vez la posibilidad de tomar decisiones en las áreas de com
petencia de cada grupo—. Por eso, habría que abogar por un consejo de di
rección del centro funcional. Es decir, formado por personas que velan por el
buen funcionamiento de distintos aspectos del centro. Por ejemplo, un director
técnico, o responsable de la docencia en el centro. El puede actuar de hombre
bisagra entre el consejo de dirección y los seminarios didácticos o departa
mentos, por ejemplo. También puede haber un responsable para la normativa
de la convivencia en el centro (jefe de estudios) que enlaza con los jefes de
cada etapa, si es que estos jefes son responsables de la normativa de la con
vivencia.
Desde luego, habrá otros planteamientos, pero lo que buscamos en el con
sejo de dirección de un centro escolar son personas capaces
profesionalmente de responsabilizarse del buen funcionamiento de una
parcela de la vida del centro, y no tanto personas que representan los
distintos estamentos. Como ya hemos dicho, solamente puede considerarse
lógico el proceso de elección general en el caso de que todos los profesores
estén plenamente integrados con los supuestos básicos del centro y además
cuenten con una información adecuada respecto a las funciones de los
cargos a elegir. Es difícil que se dé este caso. Además, un consejo de
dirección debería de formar equipo (un equipo supone una relación de
confianza) y, por tanto, los miembros deberían de complementarse. El
sistema del nombramiento de representantes tampoco produce esta situación.
Sin embargo, es corriente encontrarse con organizaciones que creen que
hace falta este sistema «democrático» respecto al nombramiento del consejo
de dirección. Por ejemplo, un consejo de dirección formado por representantes
represen
de los padres, por un representante del profesorado de cada etapa,
tantes del grupo promotor y el director del centro. Es evidente que con este
sistema no se puede prometer a los padres una educación definida, sino una
educación que se vaya modificando de acuerdo con las opiniones de los miem
bros elegidos.
Aparte del consejo de dirección, entiendo que no existe ninguna estructura
formal absolutamente necesaria en un centro escolar. Es necesario reunir a
las personas competentes en torno a temas de interés común para tomar deci
siones, para informar y para ser informado. Esto puede suponer la creación de
departamentos o de secciones, por ejemplo, con el jefe correspondiente.
O puede suponer la formación de una comisión económica o de un departa
mento de orientación familiar. Pero, como norma, conviene establecer una es
tructura formal mínima para poder disponer de los medios con la máxima
flexibilidad, de acuerdo con las necesidades reales del centro.
76
que un director debe realizar habitualmente. La tercera parte recoge preguntas en
torno a la actuación del director en relación con los directivos medios y
profesores. La última parte centra nuestra atención en la misión del director en
relación con los padres de familia y con el entorno. El cuestionario fue aplicado
a 110 directores de Colegios Nacionales (16).
En cuanto a los resultados obtenidos, creo interesante comentar que, entre los
ítems más valorados, se encuentran un grupo de preguntas que hacen re ferencia
a tareas meramente burocráticas. Por ejemplo: «¿Realiza usted las gestiones o
trámites burocráticos a su cargo de acuerdo con las normas esta blecidas y
dentro de los plazos exigibles?» También se encuentran un grupo de preguntas
que tratan de la participación de los profesores y de un clima abierto a la
comunicación ascendente. En cambio, las preguntas que se refieren a aspectos
básicos de una dirección por objetivos, así como las preguntas re ferentes a las
relaciones con los padres y con el entorno, vienen hacia el final de la lista.
En resumen, se puede decir que, de acuerdo con estos datos, el director
«medio» de un Colegio Nacional en 1976 conseguía un clima abierto de comu
nicación con los profesores, y cumplía con unas tareas burocráticas y de orga
nización. Por el contrario, no parece que atendían a:
la fijación de los objetivos del centro educativo y a la dirección por ob
jetivos en general;
la definición de las tareas típicas de los profesores y de los otros cargos; la
orientación de los profesores dentro del colegio;
la atención a los padres y al entorno.
77
En los centros de iniciativa social se nota una tendencia a plantear la di
rección del centro por un sistema de representantes de los distintos estamen
se utiliza este sistema, va a ser más difícil seguir fiel al ideario pro
tos. Si
puesto. El resultado, si esto es así, va a ser que los centros no estatales se
van a parecer más y más a los centros del Estado. Entiendo que la misión del
centro no estatal es la de ofrecer una alternativa educativa real para los pa
dres de familia y, por tanto, será imprescindible una dirección eficaz.
En caso de que no se pretenda una dirección eficaz de los colegios, entien do
»
que es incorrecto hablar del «director . Mejor sería hablar del «administra
» , del «supervisor » o del «principal».
dor», del «delegado de los profesores
78