Cómo Juzgar Una Profecía
Cómo Juzgar Una Profecía
Cómo Juzgar Una Profecía
Como pueblo de Dios tenemos que entender que hay profecías que vienen de Dios,
pero también hay profecías inspiradas por otras fuentes. En este librito vamos a
examinar esas fuentes y explicar cómo podemos saber si una profecía viene de Dios
o no.
Profecía: es la revelació n que dios da a sus siervos de los acontecimientos futuros.
Jeremías 14:14 nos advierte de aquellos quienes profetizan falsamente en el nombre de
Dios. É stos profetizan “visión mentirosa, adivinación, vanidad y engaño de su corazón.” Hoy
en día como nunca antes tenemos que ser muy discernidos para poder identificar cuando
es que Dios habla y cuando es una palabra que proviene del alma humana o de un espíritu
engañ ador.
Muchos piensan que si la palabra es acertada (con datos correctos) que tiene que ser de
Dios. Pero bíblicamente, este no siempre es el caso como veamos en Hechos 16:16-18.
Aquí, Pablo y Silas estaban en Filipos y una muchacha endemoniada por el espíritu de
adivinació n gritó tras de ellos diciendo, “Estos hombres son siervos del Dios Altísimo,
quienes os anuncian el camino de salvación.” Vemos aquí que Pablo pudo discernir la fuente
demoníaca (espíritu de adivinació n) en la muchacha a pesar de que lo que decía era cierto.
Recuerda que 1 Samuel 15:23 nos revela que “Porque como pecado de adivinación es
la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación.” Los que permiten rebelión en su
corazón se abran a una influencia demoníaca de adivinación.
La rebeldía en el corazón no les permite discernir bien, porque han cerrado sus
oídos en parte al Espíritu Santo quien les ha llamado al arrepentimiento, la sujeción
y humildad. Por eso hay algunas profecías que parecen ser bíblicas porque mencionan
frases bíblicas; no obstante, el resultado es negativo: intimida, manipula, exalta al hombre,
o hecha duda a la autoridad establecida.
Mateo 7:15-23 es un pasaje muy clave. Dice: “15 Guardaos de los falsos profetas, que
vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 16 Por sus
frutos los conoceréis. … 21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrara en el reino de los
cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que esta en los cielos. 22 Muchos me dirán en
aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera
demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 23 Y entonces les declararé: Nunca os
conocí; apartaos de mi, hacedores de maldad”.
Vemos aquí que es posible que uno profetice, y hasta que haga milagros sin conocer
a Dios. Por eso, todo aquel que quiere profetizar, el mejor consejo que podemos darles es
que desarrollen su relació n personal con Dios y su conocimiento de Su Palabra.
En Mateo 7, Cristo nos enseñ a que conoceremos a los profetas verdaderos “por sus frutos”,
no por sus milagros, ni tanto por sus profecías. Hay que discernir la fuente de la
revelació n, y no ser tan impresionados con una manifestació n sobrenatural o con alguien
simplemente porque dijo, “Así dice el Señ or.”
Una profecía que es de Dios reflejara el corazó n de Dios (amor, misericordia, bondad) y
siempre ofrecerá la gracia de Dios y restauració n. Una profecía que es de Dios siempre
será de acuerdo con principios bíblicos – en particular con la doctrina de los apó stoles del
Nuevo Testamento.
TAMBIÉ N DEBEMOS EXAMINAR EL FRUTO DE LA VIDA. Gal. 5:22 –23 22 Mas el fruto del
Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23mansedumbre, templanza;
contra tales cosas no hay ley..
Lo ideal sería que Dios use solamente las personas perfectas. La realidad es que Dios ha
escogido usar a nosotros. En la Biblia vemos muchos ejemplos de profecías verdaderas y
vasos humanos llenos de fallas (ejemplo: Balaam y Joná s). Dios los usó a pesar de sus
fallas. Estas son buenas noticias para nosotros, ¿verdad?
1ª Cor. 14:29 Los profetas hablan dos o tres y los demás juzgan. Esta escritura nos
revela que aun profetas maduros y reconocidos son sujetos los unos a los otros. Lo que es
profetizado debe de ser juzgado y no aceptado simplemente porque alguien dice, “Así dice
el Señ or…”
Ser discernido no quiere decir que seamos sospechosos de todos y buscando fallas en
otros. Significa que debamos estar en alerta y ser entendidos. Tenemos que recordar que
hay profetas falsos, lobos rapaces vestidos de oveja. Pero también entendemos que hay
cristianos con dones verdaderos y motivació n buena, pero que se encuentren en todo un
rango de varios estados de entrenamiento, desarrollo y madurez. Por falta de madurez o
entrenamiento algunos profetizan cosas no acertadas aunque con corazó n sincero y
motivació n buena.
Los que profetizamos tenemos que ser enseñ ables y listos para que lo que profeticemos
sea juzgado sin ser ofendidos. Si alguien se ofende cuando el pastor le corrige esta
mostrando que no tiene buen cará cter.
Aquí esta una lista de preguntas que podamos hacer para discernir entre profecías falsas,
inexactas, o verdaderas.
Si la profecía exalta a Cristo, puede ser de Dios. Profecía que no es de Dios exalta al ego, al
hombre, o a otra cosa. A veces la profecía que proviene del hombre se manifieste con una
falsa humildad que atrae atenció n a si mismo. (Apoc. 19:10)
Si la profecía promueve el reino y gobierno de Dios y no del hombre, puede ser de Dios.
(Mat. 16:18; Rom. 14:17)
Si la profecía ministra vida (en vez de muerte, duda, temor, etc.), puede ser de Dios. (Juan
6:63; 2ª Cor. 5:18-19)
Si la profecía edifica a la Iglesia, puede ser de Dios. (1ª Cor. 12:7; y 14:3, 40)
Si la profecía edifica a la iglesia, puede ser de Dios. Cristo esta en el proceso de edificar a
Su Iglesia, no en destruirla. (Mateo 16:18). Si la profecía causa divisió n y sospecha entre el
Cuerpo de Cristo no es de Dios. Si la profecía promueve un exclusivismo (que somos los
ú nicos con la verdad no adulterada) no es de Dios. El Reino de Dios es má s grande que un
pequeñ o movimiento.
EL MENSAJE DE LA PROFECÍA
Si la profecía está de acuerdo con principios bíblicos (la letra y el espíritu de las
Escrituras), especialmente con la doctrina de los apó stoles del Nuevo Testamento puede
ser de Dios. Dios no se contradice. Debamos preguntar, ¿Es el contenido teoló gicamente y
doctrinalmente sano? ¿Có mo alinea la profecía con la doctrina de los apó stoles? Recuerda
que estamos en el Nuevo Pacto, no el Antiguo. Hay unas diferencias muy marcadas. Ya no
estamos bajo la Ley. Estamos bajo la gracia de Dios. Dios no está enojado con nosotros.
Toda la ira de Dios fue puesta sobre Cristo en la cruz del Calvario.
¿Es Jesú s el Señ or de su vida? Debe haber suficiente evidencia que la persona se ha
entregado al Señ or y esta haciendo un esfuerzo para vivir de acuerdo con principios del
Reino de Dios.
¿Es la persona llena del Espíritu Santo? La profecía es uno de los dones del Espíritu Santo.
Nadie puede esperar profetizar o ministrar los dones del Espíritu Santo sin la gracia y
habilidad del Espíritu Santo en su vida.
¿Hay evidencia de una vida consagrada al Señ or? Aunque nadie es perfecto, debemos
todos de estar viviendo en y creciendo en cierta santidad y consagració n y demostrando el
fruto del Espíritu Santo.
¿Ministra la profecía con amor? Aun cuando Dios tiene que corregirnos, lo hace con amor.
Los que ministren con condenació n o con una actitud de crítica no conocen el corazó n de
Dios.
¿Puede la congregació n oír y entender la profecía? Dios es Dios de orden y de paz. En una
congregació n grande será necesario de establecer un protocolo para que los que
profetizan puedan usar un micró fono para ser escuchados. Los que no pueden guardar el
protocolo está n fuera de orden.
¿Es la persona fuera de control?
Estando bajo la influencia del Espíritu Santo puede ser algo que nos emociona. Sin
embargo, las emociones no deben de dominar la ministració n o distraer de lo que Dios
quiere comunicar. Algunos se emocionan tanto (con sollozos u otra cosa) que no les pueda
entender. Si no se puede entender, la ministració n no será de provecho y la persona debe
de callar, calmarse y esperar el tiempo oportuno. Las emociones provienen del alma, no
del Espíritu. Por eso, las emociones nunca deben de dominar la ministració n del Espíritu.
El método de entrega de la profecía no debe de ser ostentoso o de una forma que finge una
sú per-espiritualidad. No debe de ser hecho de una forma melodramá tica que atrae
atenció n al vaso humano. Algunos no han visto otra forma de ministració n y piensan que
tienen que ser “espiritualoides” para ser espiritual. Estos faltan enseñ anza y
entrenamiento.
¿Combina bien la profecía con el orden y el fluir del culto? Dios es Dios de orden y de paz.
La profecía no debe de cambiar radicalmente el orden y el fluir del culto. A cada uno le es
dada la manifestació n del Espíritu para provecho, o para el beneficio de todos (I Cor. 12:7).
Queremos que lo que es de provecho sea hecho, pero que no sea hecho lo que no es de
provecho.
No queremos limitar a Dios. A veces, puede ser que Dios quiere cambiar el orden de un
culto. Pero en esos casos (no comunes) el pastor o el que dirige debe de decidir y aprobar
la ministració n y el cambio. Siempre una buena regla para los miembros es: cuando hay
duda, consulte al pastor u otra persona delegada del pastor antes de entregar esa clase de
profecía.
Por otro lado, si la profecía causa confusió n, duda, o condenació n no es de Dios. Recuerda
que el enemigo es un experto en usar las escrituras y distorsionarlas para su propia
agenda.
El resultado (el fruto) de la profecía es que edifica, consuela y/o exhorta en una manera
positiva (2ª Cor. 14:3-5).
La ministració n apoya y fluye con lo que Dios está haciendo en el servicio y en la iglesia.