Desembarco
Desembarco
Desembarco
19 de abril de 1825
Relato de Atanasio Sierra, teniente de Lavalleja
“Estamos en una situación singular. A nuestras espaldas el monte; a nuestro frente el caudaloso
Uruguay sobre cuyas aguas batían los remos las dos barcas que se alejaban de la playa, yacían
recados, frenos, armas de diferentes formas y tamaños; aquí dos o tres tercerolas, allí un sable,
acá una espada, más allá un par de pistolas.
Este desorden agregado a nuestros trajes completamente sucios, rotos en varias partes, y que
naturalmente no guardaban la uniformidad militar, nos daba el aspecto de verdaderos bandidos.
Desde las 11 de la noche del 19 hasta las 9 de la mañana del 20, nuestra ansiedad fue extrema.
Continuamente salíamos a la orilla del monte y aplicábamos el oído a tierra, para ver si sentíamos
el trote de los caballos.
Lavalleja se paseaba tranquilamente al lado del grupo de sarandíes, y habiéndose acercado
Manuel Oribe y Zufriategui, diciéndole que eran las 6 de la mañana y Gómez no llegaba con los
caballos, les respondió sonriéndoles:
-Puede ser que Gómez no venga, porque los brasileños lo han de tener apurado, pero Cheveste
volverá y volverá con los caballos. Es capaz de sacarlos de la misma caballada de la Laguna.
Cuando llegaron los caballos, hubo muchos de nosotros que se abrazaron del pescuezo de los
animales, dándoles besos como si fueran sus novias…”