Guia 9789873681219-23
Guia 9789873681219-23
Guia 9789873681219-23
Sexto grado
Colección LEYENDAS
SOL SILVESTRE es Licenciada y Profesora en Letras. Trabaja como docente e investigadora en la Universidad de
Buenos Aires y también escribe material didáctico para distintas editoriales educativas. Su gran pasión, sin embargo,
es escribir para los chicos. Ha obtenido premios en concursos literarios nacionales e internacionales y ha publicado
novelas, cuentos y poesías en distintas editoriales infantiles. Algunas de sus obras son Puras mentiras; Héroes moder-
nos; Brujería en la escuela; Cuéntame, América y Misterio en el campanario.
LUIS MARCELO MORAIS colabora desde hace más de 10 años en diferentes editoriales de Argentina, México y
España. Ha ilustrado cuentos infantiles y juveniles, tapas de libros y revistas. Además, ha trabajado en cine animado
nacional e internacional y agencias de videojuegos.
35
Antes de leer
Lectura oral
Leer en voz alta ”La mancha en el vestido” que pertenece al libro El gigante de Balvanera y otras leyendas urbanas
que se reproduce a continuación.
Después de leer
PRODUCCIÓN ORAL. Proponer la representación teatral de algunos momentos de la leyenda. Para eso, pedirles a los alumnos
que se dividan en grupos y elijan el momento que les haya resultado más atractivo. Luego, entre todos deberán decidir cuáles
serán los parlamentos, de acuerdo al contenido del pasaje que hayan seleccionado. Algunos diálogos estarán disponibles y
otros deberán inventarlos a partir de lo que pueden inferir de la lectura del texto.
Si los integrantes del grupo superan a los actores necesarios, recordarles que algunos deberán encargarse de las siguientes
tareas: director, maquillador, vestuarista o iluminador.
PRODUCCIÓN ESCRITA. Proponer la resolución de las actividades de la página 40. Estas fueron pensadas a partir de los con-
tenidos curriculares sugeridos para sexto grado.
La mancha en el vestido
A don Hugo le encanta contar historias de
miedo. A veces son películas, yo sé. O libros que leyó,
como Frankenstein. Pero mis favoritas son las otras, las
que pasaron de verdad, en mi pueblo. Mamá dice que
no hay que creerle demasiado, porque don Hugo se
deja llevar por lo que está contando: repite exactamente
lo que dijeron y sabe lo que piensa y lo que
siente cada una de las personas que nombra. Y eso, dice
mamá, solo pasa en literatura.
Como sea, la versión que don Hugo nos contó
aquel día, en el club, sobre la vieja Charo es –¡lejos!–
la mejor historia que yo haya escuchado jamás. Será
porque la veo a ella, cada tanto, paseándose por el pueblo
con la mirada perdida, como buscando algo que
no se ve a simple vista. O será porque me gustan las
historias de fantasmas pero más, mucho más, las que
pasaron de verdad. Desde que don Hugo nos contó la
historia, sabemos que Charo no se volvió loca en aquel carnaval, como
dicen todos, cuando pasó lo que pasó con Leti, que era en ese entonces
la única hija que le quedaba.
–¡Pero no! –jura y perjura don Hugo–. Charo se volvió loca
recién al año siguiente, cuando vinieron esos muchachos desde Giles
o San Vicente (no me acuerdo bien) a una matiné que se organizó acá
en el club.
Mi mamá se acuerda de ese día. Se acuerda incluso de Joaquín,
que es el que inventó toda esa historia ridícula con Leti. Bueno, mamá
dice (como el resto) que la inventó. Pero don Hugo piensa distinto:
–¡Mirá si el pibe iba a inventarse todo eso! A mí, la verdad, no me
parece. ¿Si no cómo se explica lo de la campera? Y peor, ¿lo de la mancha?
Si hubiera inventado la historia no habría podido dejar señales tan
contundentes, como fueron esas dos. Y al pibe se lo veía, además, muy
enamorado. ¿Cómo no, si Leticia era una muñeca? Igual que su madre
cuando era joven: Charo nos tenía a todos medio embobados. Es en
serio, no se rían. Ahora la ven así, vieja y loca, andando como una
vagabunda y sin mirar a nadie. ¡Ah, pero era de linda!
La cosa es que este joven, Joaquín, le dijo a todo el mundo que
en esa matiné conoció al amor de su vida. Pensaba, también, que Leti
lo correspondía y no dudó en asegurar que era su novio. ¡Su novio!
Contó tan minuciosamente todo, dio detalles tan personales, que no
les creo a esos que dicen no haber dudado ni un minuto. Cómo no
van a dudar: el muchacho sabía cosas íntimas de la familia, de esas que
vos decís: “¿y cómo se va a enterar, de otra forma?”. Sabía, por ejemplo,
que Charo y Leti estaban solas desde hacía seis años. Del incendio
en la fábrica, donde murió el padre. Del accidente fatal de los abuelos,
una semana después. De esa terrible enfermedad, la tifoidea, que se
llevó a la hermanita de Leti al otro mundo. ¡Ay, qué triste que fue
aquello! Cómo olvidar el cajoncito blanco y a las dos llorando, abrazadas,
encorvadas de tanta tragedia ya sobre sus espaldas.
Sabía también que a Leti le gustaba Rick Springfield y que soñaba
37
iba a saludarlo desde el umbral, que iba a voltearse para verlo, pero en
cambio cerró la puerta deprisa. Joaquín sintió un escalofrío y recién
entonces se dio cuenta de que ella se había quedado con su campera.
No le importó: no habían hablado de volver a verse y aquella sería una
perfecta excusa para poder hacerlo.
Así que el sábado siguiente, volvió al pueblo. Se bajó del colectivo,
en la ruta, y pasó por la puerta del cuartel de bomberos. Por la
gomería y por el polirubro. Por el cementerio y la florería de los
Gamíndez. Y llegó a la plaza. Parado junto al ceibo, miró la iglesia, la
escuela 6 y a la izquierda, el club. Caminó hasta la calle 3 y más allá vio
el toldo de la confitería. Suspiró aliviado: recordaba perfectamente el
camino. El corazón se le aceleró cuando pasó por la esquina donde se
habían abrazado. Joaquín dudó un momento antes de decidirse a tocar
la puerta blanca.
Lo hizo tímidamente la primera vez. Nadie respondió y entonces
golpeó un poco más fuerte. Estaba por irse cuando sintió unas llaves
en la cerradura.
Lo atendió una mujer cuyo rostro se parecía al de la chica que
amaba. Los ojos azules, la nariz apenas en punta, las cejas gruesas y las
pestañas finas. Dos o tres arrugas junto a los ojos y otras perpendiculares
a los labios le contaron su edad.
Se apuró a presentarse para espantar los nervios:
–Usted debe ser la mamá de Leti. Mucho gusto, soy Joaquín –y
estiró la mano con la intención de estrechar la de ella, pero Charo se
mantuvo inmóvil, con los brazos en cruz y mirándolo fijo.
El silencio fue incómodo y Joaquín lo intentó de nuevo:
–Nos conocimos la semana pasada, en la fiesta del club. Yo la
acompañé hasta acá y ella se quedó con mi campera; una negra,
de cuero. Porque empezó a hacer frío a la madrugada y Leti no
traía abrigo.
La mujer seguía mirándolo, en silencio. Así que, al final, Joaquín
solo dijo: –¿Está Leti?
Los ojos azules entonces se humedecieron. Por un momento
Joaquín pensó que la mujer iba a hablarle porque sus labios se despegaron
un instante, pero en cambio soltó un suspiro.
–Señora, ¿se encuentra bien? –lo dijo justo un momento antes de
que Charo se desplomara, en sus brazos.
¿Cómo se sentirá el horror cuando te atraviesa por dentro? ¿Qué
es lo que exactamente habrá sentido Charo? ¿Y Joaquín?
Porque al entrar con la mujer a cuestas, hasta la cocina, todavía
esperaba encontrarla. Gritó su nombre, incluso, con la esperanza de
que saliera de alguna habitación. Pero Leti no estaba, ¡no estaba!
–Mi hija murió –dijo Charo, por fin, reincorporándose un
poco–. Murió el carnaval pasado. Estaban colocando las luces en la
pileta del club, para la fiesta que habría después de la comparsa. Yo estaba
en una reposera, justo al lado. La vi subiendo las escaleras. La vi parada
en la punta del trampolín. La vi saltar. No sé si llegué a darme cuenta
de lo inevitable; de sus dedos mojados tocando el cable.
La cabeza de Joaquín comenzó a moverse de lado a lado.
Retrocedió un paso, dos, tres. Como si aquella mujer estuviera apuntándole
al medio del corazón con un arma letal. No era del todo equívoca
la sensación: las palabras, a veces, pueden herir a muerte.
39
Actividades
1 Escribí un adjetivo calificativo para cada uno de los siguientes personajes de la leyenda.
Don Hugo cuenta la historia de Charo. Joaquín sabe cosas íntimas de la familia de Leti.
Leti se mancha el vestido con helado. Leti no llega a estrenar el vestido en el carnaval.
4 Escribí oraciones que se relacionen con la leyenda y que contengan los tipos de sujeto
y predicado que se indican.
(S.E.S + P.V.S.)
(S.E.C. + P.V.S.)
(S.E.S. + P.V.C.)
b. ¿Por qué la narradora dice que la historia que le conto don Hugo es la mejor de todas las que ha escuchado?
¿Qué características la hacen tan interesante?
c. ¿Cuáles son las dos señales que, según don Hugo, dan credibilidad al relato de Joaquín?