Psazyun TFM0620 Memoria

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 40

Mortalidad y Salud en

Vegetarianos Occidentales:
Relación entre la Dieta
Vegetariana, las Enfermedades
No Transmisibles y sus
Factores de Riesgo.
- Revisión bibliográfica -
Trabajo Final de Máster en Nutrición y Salud
Autor: Pablo Saz Yunquera
Directora: Violeida Sánchez Socarrás

Segundo semestre del curso 2019 - 2020


Índice

1. Resumen / Abstract..............................................................................................................2

2. Introducción.........................................................................................................................4

3. Objetivos..............................................................................................................................9

4. Preguntas investigables........................................................................................................9

5. Metodología.......................................................................................................................10

6. Resultados..........................................................................................................................11

7. Tablas.................................................................................................................................14

8. Discusión............................................................................................................................19

9. Conclusiones......................................................................................................................28

10. Limitaciones.......................................................................................................................28

11. Futuras líneas de investigación...........................................................................................28

12. Bibliografía.........................................................................................................................31

1
1. Resumen / Abstract

Las enfermedades crónicas no transmisibles (ENTs) y sus factores de riesgo (dislipidemia,


sobrepeso, resistencia a la insulina, etc.) constituyen la principal causa de morbimortalidad en
el mundo, alcanzando su mayor proporción en el mundo desarrollado. En EEUU las ENTs
provocan el 88% de las muertes totales y en España el 91%. Aproximadamente dos tercios del
total son causadas por las cuatro principales ENTs: enfermedad cardiovascular, cáncer,
enfermedad respiratoria, y diabetes mellitus. La etiología de estas enfermedades es compleja y
multifactorial, pero los malos hábitos de vida en general y la mala alimentación en particular
tienen un papel determinante. Este hecho indica que una modificación del patrón dietético
podría conducir a una reducción sustancial de la carga de enfermedad global, salvando
millones de vida cada año y mejorando la vida de una gran parte de la población.

Numerosos estudios han sugerido que las personas que siguen patrones dietéticos
vegetarianos tienen índices de mortalidad más bajos y menor prevalencia de ENTs. El objetivo
de esta revisión fue recoger la evidencia investigativa acumulada en la última década sobre la
salud de los vegetarianos occidentales. Para ello se buscaron metaanálisis que comparasen la
salud (ENTs y factores de riesgo) de la población vegetariana occidental con la de la población
no vegetariana. Se hallaron 5 metaanálisis: 1 sobre mortalidad y cáncer, y 4 sobre factores de
riesgo cardiometabólico. Tras analizar los resultados y compararlos con otras investigaciones se
concluyó lo siguiente:

Tanto la mortalidad general como la incidencia de cáncer son menores en la población


vegetariana occidental que en la población omnívora. Se requieren más investigaciones para
esclarecer la relación de la dieta vegetarianas con algunas causas concretas de muerte y
determinados tipos de cáncer.

La evidencia que asocia la dieta vegetariana occidental con mejores perfiles de riesgo
cardiometabólico es sólida. Los vegetarianos occidentales tienen menos sobrepeso y son
menos propensos a desarrollar hipertensión, dislipidemia, resistencia a la insulina o diabetes
tipo 2. Los factores que confieren a la dieta vegetariana un carácter protector deben seguir
investigándose, aunque la ausencia de carnes rojas y procesadas, y una dieta rica en vegetales
son determinantes.

Además de reducir la carga global de enfermedad (mortalidad y morbilidad), las dietas


vegetarianas, y en especial las veganas, pueden contribuir al cumplimiento de muchos otros
Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU por ser el patrón dietético con un menor impacto
medioambiental.

2
Non-communicable chronic diseases (NCDs) and their risk factors (dyslipidemia, overweight,
insulin resistance, etc.) constitute the main cause of mortality and morbidity in the world,
reaching its highest proportion in the developed world. In the US, NCDs cause 88% of total
deaths and in Spain, 91%. Approximately two thirds of the total are caused by the four main
NCDs: cardiovascular disease, cancer, respiratory disease, and diabetes mellitus. The etiology of
these diseases is complex and multifactorial, but unhealthy lifestyle habits in general and poor
diet in particular play a determining role. This fact indicates that a change in the dietary
pattern could lead to a substantial reduction in the global disease burden, saving millions of
lives each year and improving the lives of a large part of the population.

Numerous studies have suggested that people who follow vegetarian dietary patterns have
lower death rates and a lower prevalence of NCDs. The objective of this review was to collect
the research evidence accumulated in the last decade on the health of western vegetarians. For
this, meta-analyzes were sought that compared the health (NCDs and risk factors) of the
western vegetarian population with that of the non-vegetarian population. Five meta-analyzes
were found: 1 on mortality and cancer, and 4 on cardiometabolic risk factors. After analyzing
the results and comparing them with other investigations, the following was concluded:

Both overall mortality and cancer incidence are lower in the western vegetarian population
than in the omnivorous population. More research is required to clarify the relationship of the
vegetarian diet with some specific causes of death and certain types of cancer.

The evidence associating the western vegetarian diet with better cardiometabolic risk
profiles is solid. Western vegetarians are less overweight and less likely to develop
hypertension, dyslipidemia, insulin resistance, or type 2 diabetes. Factors that give the
vegetarian diet a protective character should continue to be investigated, although the absence
of red and processed meats, and a diet rich in vegetables are decisive.

In addition to reducing the global burden of disease (mortality and morbidity), vegetarian
diets, and especially vegan diets, can contribute to the fulfillment of many other UN
Sustainable Development Goals by being the dietary pattern with the least environmental
impact.

3
2. Introducción

Enfermedades no Transmisibles: Situación global, regional y nacional

Hasta mediados del siglo XX las enfermedades infecciosas constituían la primera causa de
mortalidad global, y la vigilancia epidemiológica se definía entorno a ellas. En la segunda mitad
de siglo se produjo un brusco cambio de escenario y las enfermedades no transmisibles (ENTs)
pasaron a ocupar el papel central.1

Según la OMS, las ENTs causan actualmente un total de 41 millones de muertes al año,
suponiendo el 71% de las muertes globales. De éstas, 38 millones (80 % de las muertes totales)
son atribuibles a las cuatro principales ENTs: enfermedad cardiovascular (17,9 millones), cáncer
(9 millones), enfermedades respiratorias (3,9 millones) y diabetes mellitus (1,6 millones). Del
total de muertes por ENTs, se calcula que aproximadamente 15 millones (37%) fueron muertes
prematuras (30-69 años).2

Es en los países de altos ingresos donde las ENTs ocupan un porcentaje mayor de la carga
total de enfermedad3. Al contrastar los datos de las seis regiones globales de la OMS,
comprobamos que la Región Europea es la más afectada por el impacto y el crecimiento
continuo de las ENTs. Las cuatro principales ENTs (junto con la siguiente ENT en orden de
mortalidad que son los trastornos mentales) representan el 86% de las muertes totales y el
77% de la carga de la enfermedad en la Región 4, 5. En la Región de las Américas de la OMS la
mortalidad total por ENTs representa un 80% 6 (28,1% enfermedad cardiovascular, 19,6%
cáncer, 7,2% enfermedad respiratoria crónica, 5% diabetes y 20,8% otras ENTs) 7, con
oscilaciones muy amplias de unos países a otros, siendo mayor en los países occidentales de
Norteamérica: EE.UU. y Canadá3.

El informe Noncommunicable Diseases Country Profiles 2018 de la OMS3, ofrece datos que
nos permiten tener una visión más concreta del impacto de las ENTs en Occidente, tanto en
EEUU como en Europa como en España, que conforma nuestro contexto más inmediato:

- En EEUU las ENTs son responsables del 88% 6 de las muertes totales (30% enfermedad
cardiovascular, 22% cáncer, 9% enfermedad respiratoria crónica, 3% diabetes y 24% otras ENTs)
y la probabilidad de morir a causa de una ENTs entre los 30 y los 70 años es de un 15%.

- En Alemania las ENTs son responsables del 91% de las muertes totales (37% enfermedad
cardiovascular, 26% cáncer, 6% enfermedad respiratoria crónica, 3% diabetes y 19% otras ENTs)
y la probabilidad de morir a causa de una ENTs entre los 30 y los 70 años es de un 12%.

- En España las ENTs son responsables del 91% de las muertes totales (28% enfermedad
cardiovascular, 26% cáncer, 10% enfermedad respiratoria crónica, 2% diabetes y 24% otras
ENTs) y la probabilidad de morir a causa de una ENTs entre los 30 y los 70 años es de un 10%.

Factores de Riesgo

4
La etiología de las ENTs es compleja y multifactorial. Los principales factores de riesgo son
comunes a las principales ENTs, aunque contribuyen de manera diferente al desarrollo de cada
una de ellas, y están relacionados entre sí. La mayoría de éstos se encuentran además
fuertemente vinculados con malos hábitos de vida, y son por tanto modificables.

La Oficina Regional para Europa de la OMS calcula que al menos el 80% de todas las
enfermedades cardíacas, derrames cerebrales y diabetes, así como el 40% del cáncer podrían
prevenirse abordando los principales factores de riesgo: consumo de tabaco y alcohol, dietas
poco saludables, inactividad física, hipertensión, obesidad y factores ambientales 8.

En la Declaración de Viena sobre nutrición y enfermedades no transmisibles en el contexto


de la salud 20209, la Oficina para la Región Europea de la OMS, destacaba dos elementos clave
a los que dirigir las estrategias de prevención debido a su poder modificador sobre la mayoría
de los factores de riesgo: la mala dieta y la inactividad física. Una dieta saludable y un nivel
adecuado de actividad física tienen una influencia positiva directa sobre muchos de los
principales factores de riesgo, como la hiperlipidemia, la hiperglucemia, o un elevado índice de
masa corporal (IMC).

El Global Burden Disease de 201510 es un análisis sistemático de evaluación comparativa de


79 riesgos conductuales, ambientales y ocupacionales, y metabólicos o de grupos de riesgos,
que ofrece datos concretos de los principales factores de riesgo de morbimortalidad a nivel
global, regional y nacional. Todos los riesgos evaluados conjuntamente en este estudio de 2015
representaron el 57.8% de muertes globales y el 41.2% de DALYs. Al comprobar los 10
principales factores de riesgo de los mismos países que hemos tomado como ejemplo
anteriormente para ilustrar la carga de enfermedad y la mortalidad atribuible a las ENTs en
Occidente, podemos valorar mejor qué medidas de prevención pueden resultar más efectivas
para reducir la carga de enfermedad en Occidente:

- Los 10 principales factores de riesgo en EEUU (de mayor a menor contribución a la


morbimortalidad): consumo de tabaco, IMC elevado, glucosa alta en ayunas, hipertensión,
colesterol total elevado, consumo de drogas, consumo de alcohol, baja tasa de filtración
glomerular, falta de actividad física y bajo consumo de cereales integrales.

- Los 10 principales factores de riesgo en Alemania (de mayor a menor contribución a la


morbimortalidad): hipertensión, consumo de tabaco, IMC elevado, glucosa alta en ayunas,
colesterol total elevado, consumo de alcohol, baja tasa de filtración glomerular, bajo consumo
de frutas, partículas y bajo consumo de vegetales.

- Los 10 principales factores de riesgo en España (de mayor a menor contribución a la


morbimortalidad): consumo de tabaco, hipertensión, IMC elevado (sobrepeso u obesidad),
glucosa alta en ayunas, colesterol total elevado, consumo de alcohol, baja tasa de filtración
glomerular, falta de actividad física, bajo consumo de frutas y bajo consumo de cereales
integrales.

Tras el tabaquismo, un IMC elevado es el principal factor de riesgo en EEUU y el segundo en


España y Alemania. El sobrepeso o la obesidad a su vez, son causados en parte por algunos de
los otros principales factores de riesgo, especialmente la inactividad física y los malos hábitos

5
dietéticos, cuya vital importancia destacaba la OMS en la Declaración de Viena 9, y contribuyen
al desarrollo de otros factores como la hipertensión, la hiperlipidemia o la hiperglucemia.

Según el informe The heavy burden of obesity 11 de la OCDE de 2019 en España un 53% de la
población adulta padece de sobrepeso u obesidad, y menos de un 50% de la población come 5
raciones de verdura y fruta al día o sigue una dieta saludable. En EEUU, la prevalencia de
sobrepeso y obesidad en adultos alcanza el 63% para las mujeres y un 73% para los hombres
con una media del 67%, superando ampliamente la media de la Región (62,5 %) 7.

Ha de considerarse, además, que el abordaje exitoso en la prevención de los principales


factores de riesgo de ENTs, no sólo encierra un potencial enorme para prevenir millones de
muertes, sino que mejoraría la calidad de vida de toda la población y tendría un impacto muy
positivo a nivel socioeconómico, tanto en los países de renta baja como en los de alta 2.

Conociendo pues la fuerte relación que mantienen los principales factores de riesgo de
ENTs con la calidad de la dieta, y ante la alarmante mortalidad que éstas presentan tanto a
nivel global, como en nuestro entorno occidental (91% de la muertes anuales en España 3), la
posibilidad de diseñar estrategias y políticas de prevención, basadas en la modificación de los
patrones dietéticos insanos como la dieta occidental (western diet) se nos presenta como una
herramienta indispensable. Entre estos patrones saludables, la dieta vegetariana aparece
desde los años 70 del pasado siglo XX 1,2 hasta la actualidad12 como una de las opciones más
citadas, junto a la dieta mediterránea.

Dieta Vegetariana y ENTs: Antecedentes

La dieta vegetariana está conformada por un heterogéneo grupo de patrones dietéticos que
suelen dividirse en tres tipos: vegetarianos estrictos (a los que generalmente se refieren como
“veganos” en la literatura científica), ovolactovegetarianos o vegetarianos, y semivegetarianos
(consumo ocasional de animales). Esta heterogeneidad puede constituir una limitación en la
investigación epidemiológica y explicar, en muchos casos, una parte de los diferentes
resultados obtenidos en diversos estudios que analizan la morbimortalidad en vegetarianos.

Las motivaciones que llevan a la población occidental a seguir una dieta vegetariana son
múltiples: creencias religiosas, consideraciones éticas hacia los animales, salud personal y
comunitaria, preocupación por las enfermedades infecciosas emergentes, que son en un 75%
zoonosis13, o protección ambiental, bien sea por la necesidad que tiene para el hombre la
sostenibilidad, bien por el valor intrínseco que se le atribuye a la Naturaleza con independencia
de los intereses humanos.

Pero sobre todas las motivaciones personales que sustentan la adherencia a los patrones
vegetarianos, hay uno en especial que posee una importancia estrictamente científica
fundamental a la hora de valorar la promoción de patrones dietéticos vegetarianos para reducir
la carga global de enfermedad frente a otros patrones dietéticos, y es el hecho de que los
alimentos de origen vegetal tengan una huella ambiental muy inferior a los productos
animales14, 15, contribuyendo de manera simultánea a dos de las principales labores que ha de
afrontar la humanidad en este siglo: la sostenibilidad y la lucha contra la elevada mortalidad de

6
las ENTs. Ambas ocupan un espacio importante en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)
de la OMS.

Recoger la evidencia disponible sobre si la dieta vegetariana en Occidente contribuye a


reducir la carga de enfermedad es el objeto de esta revisión. Veamos los principales
antecedentes:

En 1999 se publicó un estudio 16 que analizó datos recogidos entre 1976 y 1988 de la cohorte
AHS que incluyó a 34.192 adventistas del séptimo día de California (grupo religioso en el que es
frecuente el vegetarianismo), compuesto por veganos, ovolactovegetarianos, semivegetarianos
(consumo carne < o = 1 ración / semana) y omnívoros. Los autores observaron que el riesgo de
padecer una cardiopatía isquémica era un 37% menor en vegetarianos varones en comparación
con los no vegetarianos y detectaron una asociación significativa entre esta patología y el
consumo frecuente de carne roja (> o = 3 veces / semana). Los vegetarianos también
mostraron menor riesgo de padecer diabetes mellitus, hipertensión y artritis que los no
vegetarianos, así como cáncer de pulmón, próstata, vejiga, colon y páncreas. Sin embargo,
concluyeron que, a pesar de que los vegetarianos presentaban menor riesgo de padecer una
enfermedad no transmisible que los no vegetarianos, la causa no podía ser la mera ausencia de
carne. El consumo regular de frutos secos, de frutas y verduras variadas o de legumbres, y el
menor consumo de rosquillas debía de tener también una gran influencia.

Otro artículo17, publicado en 1987, recogió la evidencia de varios ensayos clínicos (RCT)
realizados hasta la fecha, aseverando que existían pruebas convincentes de que una dieta
ovolactovegetariana conduce a una reducción de la presión arterial tanto en sujetos
normotensos como hipertensos, con independencia del sodio contenido en la dieta o de la
pérdida de peso, siendo sin embargo el efecto de la dieta, aditivo a los efectos de la reducción
de peso.

En 1988, un estudio de carácter prospectivo, el Health Food Shoppers Study18, analizó el


riesgo de enfermedad cardiovascular en una cohorte de 10.896 británicos interesados en la
alimentación saludable, de los cuáles, 4.671 eran vegetarianos. El estudio concluyó que la
mortalidad por cardiopatía isquémica era significativamente menor en los vegetarianos que en
los no vegetarianos, especialmente entre los hombres. No quedó claro si la causa era la
ausencia de carne o el elevado consumo de verdura. El colesterol sérico y el IMC también eran
más bajos en los vegetarianos que en los no vegetarianos. Sin embargo, sus autores no hallaron
diferencias significativas en la presión arterial de los dos grupos.

Un nuevo artículo19 publicado el mismo año en The American Journal of Clinical Nutrition,
valoró la evidencia existente sobre mortalidad y morbilidad en vegetarianos, en comparación
con la población no vegetariana. Sus autores afirmaron que la evidencia de que los
vegetarianos presentan menor riesgo de obesidad, cáncer de pulmón y alcoholismo era sólida;
algo menor la evidencia para los riesgos de hipertensión, enfermedad coronaria, diabetes tipo
II y cálculos biliares; y pobre la evidencia en el referente al cáncer de mama, cáncer de colon,
cálculos renales de calcio y osteoporosis. Subrayaron a su vez que la reducción del riesgo se
debe también a los hábitos de vida, y no sólo al patrón dietético.

7
En 1999 un análisis20 de cinco estudios prospectivos encontró que la mortalidad por
cardiopatía isquémica en diferentes patrones dietéticos vegetarianos, comparada con la
población omnívora, era un 20% menor en los semivegetarianos (consumidores ocasionales de
carne), un 34% menor en las personas que comieron pescado, pero no carne, un 34% menor en
ovolactovegetarianos y un 26% menor en veganos. Sin embargo, no se encontraron diferencias
significativas entre vegetarianos y no vegetarianos en la mortalidad por enfermedad
cerebrovascular, cáncer de estómago, cáncer colorrectal, cáncer de pulmón, cáncer de mama,
cáncer de próstata ni en todas las demás causas combinadas.

Una revisión21 analizó los resultados de las tres grandes cohortes realizadas hasta la fecha
en morbimortalidad de vegetarianos británicos (HFS, OVS y EPIC-Oxford) que incluyeron 11.000
sujetos aproximadamente cada uno de los dos primeros estudios, y cerca de 56.000 el
segundo, con datos que abarcaban desde la década de 1970 a la de 1990. La mortalidad en
vegetarianos y compradores de alimentos saludables resultó ser mucho menor que en el resto
de la población británica. Se encontró también una mortalidad menor en vegetarianos que en
no vegetarianos, aunque no resultó estadísticamente significativa.

En 2005 se publicó un estudio22 realizado en población alemana que comparaba la


mortalidad en población vegetariana, no con población general, sino con población omnívora
“concienciada con la salud”. Ambos grupos presentaron una mortalidad muy inferior a la
población general, asociada a buenos hábitos de vida y alimentación, sin diferencias
significativas entre ambos, a excepción del riesgo de cardiopatía isquémica, que fue menor en
vegetarianos, y que podría explicarse en parte por la ausencia de carne, según dedujeron los
autores.

Una nueva publicación23 del EPIC-Oxford en 2009 concluyó que la mortalidad de los
vegetarianos y no vegetarianos de este estudio era baja en comparación con las tasas
nacionales. Dentro del estudio, la diferencia de mortalidad por todas las causas no fue
significativa entre vegetarianos y omnívoros. Sin embargo, apuntaba que el tamaño del estudio
no era lo bastante grande como para excluir diferencias pequeñas y moderadas para causas
específicas de muerte, y concluía alegando: “se requiere más investigación sobre este tema”.

Esta revisión pretende recoger las principales evidencias acumuladas desde entonces, en los
diez últimos años de investigación (2010 - 2020), para clarificar el papel que las dietas
vegetarianas pueden desempeñar para combatir el mayor problema de salud occidental y
global: la mortalidad y morbilidad asociadas a las enfermedades no transmisibles y a sus
factores de riesgo.

8
3. Objetivos

Objetivo general:

- Analizar la relación entre la dieta vegetariana occidental, las principales enfermedades no


transmisibles y a sus factores de riesgo relacionados con la alimentación.

Objetivos específicos:

- Identificar qué enfermedades no transmisibles y factores de riesgo relacionados con la


alimentación presentan una mayor diferencia de prevalencia y/o mortalidad entre la población
occidental vegetariana y la no vegetariana.

- Analizar las hipótesis propuestas para explicar la diferencia de mortalidad, prevalencia de


ENTs y de sus factores de riesgo en vegetarianos occidentales, en comparación con los no
vegetarianos.

4. Preguntas investigables

- ¿En la población vegetariana occidental, es menor la mortalidad causada por


enfermedades no transmisibles y la prevalencia de las mismas o de sus factores de riesgo, que
en el resto de la población?

- ¿En qué enfermedades no transmisibles y en cuáles de sus factores de riesgo, se observa


una diferencia mayor de prevalencia y/o mortalidad, entre la población vegetariana y el resto
de la población occidental?

- ¿Qué causas pueden explicar las diferencias observadas entre la población vegetariana y la
población no vegetariana, en cuanto a prevalencia y mortalidad, atribuible a enfermedades no
transmisibles y a sus factores de riesgo?

9
5. Metodología

La modalidad escogida es la de revisión bibliográfica.

Para llevarla a cabo se buscaron y seleccionaron artículos que comparaban, en población


occidental vegetariana y no vegetariana, la mortalidad y la prevalencia de las principales
enfermedades no transmisibles, así como de sus factores de riesgo relacionados con la
alimentación.

Estrategia de búsqueda:

En la recogida de información se prestó una especial atención a la heterogeneidad que


presentan los diversos patrones dietéticos vegetarianos (ovolactovegetarianos,
lactovegetarianos, ovovegetarianos, semivegetarianos y vegetarianos estrictos o veganos), así
como a aquellos patrones con los que se comparaban (dieta occidental, dieta mediterránea u
otros).

Se utilizaron las siguientes bases de datos para realizar la búsqueda:

 Pubmed

 Dialnet

 Scielo

 Cochrane

Palabras clave: “dieta vegetariana”, “dieta vegana”, “mortalidad”, “factores de riesgo”,


“cáncer”, “diabetes mellitus”, “enfermedad cardiovascular”, “colesterol”, “obesidad”, “peso
corporal”.

Keywords: “vegetarian diet”, “vegan diet”, “mortality”, “risk factors”, “cancer”, “diabetes
mellitus”, “heart diseases”, “cholesterol”, “obesity”, “body weight”.

Criterios de selección de artículos:

Se incluyeron los artículos que cumplían todos los requisitos enumerados a continuación:

 Comparaban la salud (mortalidad, o prevalencia de una enfermedad no transmisible y


sus factores de riesgo) de diferentes grupos dentro de una población, establecidos en
función de sus patrones dietéticos, entre los cuales se incluyan patrones vegetarianos.

 Su diseño consistía en revisiones con metaanálisis (tanto de estudios observacionales


como de ensayos clínicos) por constituir la mayor fuente de evidencia científica.

 Los estudios analizados habían sido realizados en humanos y principalmente en


población adulta.

10
 La población de los estudios analizados pertenecía principalmente a Europa o EEUU u
ofrecía resultados divididos en subgrupos por continentes u origen.

 Los artículos estaban publicados en español o en inglés.

 Habían sido publicados a partir de 2010, incluido.

 Eran de libre acceso.

Se excluyeron aquellos que cumplían uno o varios de los siguientes criterios:

 Eran estudios que analizaban la prevalencia o mortalidad de enfermedades diferentes


de las cuatro principales enfermedades no transmisibles a nivel global (enfermedad
cardiovascular, cáncer, enfermedad respiratoria crónica y diabetes mellitus) o de sus
factores de riesgo.

 Su diseño no se correspondía con el de metaanálisis.

 Alguno de los patrones dietéticos analizados era una dieta diseñada específicamente
para el tratamiento de una enfermedad.

 Los estudios analizados habían sido realizados principalmente en población enferma.

Estudios seleccionados:

Se hallaron 5 metaanálisis que cumplían los requisitos de inclusión 24, 25, 26, 27 y 28. Sus
características se resumen en la Tabla 1. Un solo metaanálisis tenía como objetivo cuantificar la
incidencia de cáncer y la mortalidad de la población vegetariana en comparación con la
población omnívora24. Cuatro analizaban la relación entre ambos patrones dietéticos y
diferentes factores de riesgo para dilucidar en qué medida la dieta vegetariana podría tener un
carácter protector 25, 26, 27 y 28. Los cuatro analizan los valores de distintos lípidos sanguíneos
(HDL, LDL, TG, non-HDL o CT), aunque no todos analizan los mismos y, de hecho, hay un
metaanálisis que analiza exclusivamente los valores de HDL 25. A parte de la dislipidemia, otros
factores de riesgo fueron también contemplados en uno de los metaanálisis 28: el IMC, la
circunferencia de cintura, la tensión sistólica y diastólica, y la glucosa en ayunas.

Tres metaanálisis fueron realizados a partir de estudios observacionales 24, 25 y 28, uno de
estudios controlados aleatorizados26, y otro27 empleó para su análisis estudios observacionales
y de intervención, reportando los resultados por separado.

En conjunto, estos cinco metaanálisis recogen los resultados acumulados en las cohortes
más grandes (OVS, EPIC-Oxford, HFS, AHS o AHS2) y en la mayoría de ensayos clínicos
realizados en la historia sobre la temática objeto de esta revisión, abarcando desde la década
de los años 60 hasta la actualidad.

11
6. Resultados

Mortalidad e incidencia de cáncer

Según concluyeron Huang T. et al. (2012)24 tras analizar los resultados de seis grandes
cohortes occidentales y una japonesa, que incluyeron a un total a 124.706 participantes desde
los años 70 hasta la actualidad, la población vegetariana, en comparación con la omnívora,
tuvo un 18% menos de probabilidad de sufrir cáncer (0,82; 95% CI, 0,67 – 0,97), un 16% menos
de probabilidad de morir por enfermedad circulatoria (0,84; 95% CI, 0,54 – 1,14), un 29%
menos de mortalidad por enfermedad isquémica del corazón (0,71; 95% CI, 0,56 – 0,87) y un
12% menos de probabilidad de muerte por enfermedad cerebrovascular (0,88; 95% CI, 0,70 –
1,06). La mortalidad por todas las causas resultó ser un 9% menor en los vegetarianos que en
los omnívoros (0,91; 95% CI, 0,66 – 1,16).

Factores de riesgo

Benatar et al. (2018) afirman en su metaanálisis Cardimetabolic risk factors in vegans28, que
la dieta vegana se asoció a un perfil cardiometabólico más saludable que la dieta omnívora,
tanto en la población occidental como en la de Sudamérica. No en cambio para Taiwan. Se
detectó una fuerte heterogeneidad. El IMC (-1,92 kg/m2; 95% CI, -2,52 a -1,32) y la CC (-4,93
cm; 95% CI, -7,70 a -2,16) fueron menores en los vegetarianos. También la glucosa en ayunas (-
0,39 mmol/l; 95% CI, -0,64 a -0,15) y la presión arterial sistólica (- 5,87 mmHg; 95% CI, -9,19 a
-2,56) y diastólica (-3,19 mmHg; 95% CI, -5,90 a -0,48) ofrecieron valores más bajos en veganos
occidentales que en omnívoros occidentales.

Los patrones dietéticos vegetarianos también se relacionaron de forma negativa (factor


protector) con los niveles de LDL y de triglicéridos, en el subgrupo de población no asiática del
metaanálisis de Benatar et al. (2018) 28, -0,60 mmol/l (95% CI, -0,74 a -0,47) y -0,22 mmol/l
(95% CI, -0,33 a -0,12) respectivamente, en comparación con los omnívoros, y en los estudios
observacionales analizados por Yokoyama et al. (2017)27, −0.59 mmol/l (95% CI, −0,72 a −0,46)
y −0,07 mmol/l (95% CI, 0,16 a 0,01) respectivamente. En cambio, en los ensayos clínicos de
este segundo metaanálisis sólo se obtuvo un resultado favorable para el LDL-C, que fue menor
en los veganos (−0,31 mmol/l; 95% CI, −0,45 a −0,17). En los triglicéridos la diferencia entre
ambos patrones dietéticos no fue estadísticamente significativa.

Wang et al. (2015)26 llegó a conclusiones análogas en cuanto a los valores de LDL y TG en
vegetarianos y omnívoros. Los vegetarianos registraron niveles más bajos de LDL-C,
especialmente en Europa (−0,46 mmol/l; 95% CI, −1,04 a 0,11) y Australia (−0,61 mmol/l; 95%
CI, −1,11 a −0,11), y los autores no hallaron diferencias significativas en los resultados de
triglicéridos, con la excepción de los estudios hechos en Australia (0,26 mmol/l; 95% CI, 0,01 a
0,51) en los que identificaron una asociación positiva (posible factor de riesgo).

12
Sólo Yokoyama et al. (2017)27 y Wang et al. (2015) 26 compararon los niveles de colesterol
total entre vegetarianos y omnívoros. El primero encontró una diferencia en los vegetarianos
de −0,75 mmol/l (95% CI, −0,89 a −0,61) en los estudios observacionales y de −0,32 mmol/l
(95% CI,−0,46 a −0,19) en los ensayos clínicos. El segundo de −0,58 mmol/l (95% CI,−1,20 a
0,04), −0,25 mmol/l (95% CI,−0,40 a −0,09) y −0,61 mmol/l (95% CI,−1,14 a −0,08), para los
vegetarianos de Europa, EEUU y Australia respectivamente.

En el metaanálisis de Wang et al. (2015) 26 es en el único en el que se compararon los niveles


de Non-HDL (CT-HDL) entre vegetarianos y omnívoros. Los resultados fueron favorables a los
vegetarianos en todos los subgrupos, con una diferencia de −0,18 mmol/l (95% CI, −0,33 a
−0,03) en Europa, de -0,46 mmol/l (95% CI,−1,05 a 0,14) en EE.UU. y de −0,52 mmol/l (95% CI,
−0,99 a −0,05) en Australia.

El metaanálisis de Zhang et al. (2014)25 analiza la diferencia de niveles de HDL-C entre


vegetarianos y no vegetarianos. Sus autores llegaron a la conclusión de que no existen
diferencias significativas entre ambos grupos. Los resultados de Wang et al. (2015) 26
confirmaron estos hallazgos. Yokoyama et al. (2017)27 encontraron una ligera asociación
negativa (posible factor de riesgo) de −0,09 mmol/l (95% CI, −0,12 a −0,06) en los estudios
observacionales y de −0,09 mmol/l (95% CI, −0,11 a −0,06) en los ensayos clínicos.

13
7. Tablas

Tabla 1. Características de los metaanálisis seleccionados24, 25, 26, 27 y 28.

Effects of
Cardiovascular Cardiometabolic Comparison of
Vegetarian Diets on
Disease Mortality Risk Factors in Association Between Plant-Based Vegetarian Diets
Blood Lipids: A
and Cancer Incidence Vegans; A Meta- Diets and Plasma Lipids: A and Omnivorous
Nombre Systematic Review
in Vegetarians: A Analysis of Systematic Review and Meta- Diets on Plasma
and Meta-Analysis
Meta-Analysis and Observational Analysis27 Level of HDL-c: A
of Randomized
Systematic Review24 Studies28 Meta-Analysis25
Controlled Trials26

Fecha 2012 20 Dic 2018 1 Sep 2017 27 Oct 2015 26 Mar 2014

Diseño de los
COS COS OS CTrial RCT COS TS
estudios analizados

48 en total
De 40, 7 reportaron
19:
Número de estudios cada sexo por
7 30 De los cuales 18 11 1 11
analizados separado y 1 reportó
fueron RCT
por separado pre y
post-menopausia

IMC
C Total
Incidencia de cáncer CC C Total C Total
HDL
SBP / DBP HDL HDL
Variables analizadas LDL HDL
Mortalidad por todas TG LDL LDL
TG
las causas LDL TG TG
No-HDL
Glucosa en ayunas

UK (15)
Taiwán (7)
EEUU (10)
EEUU (5)
Taiwan (7)
UK (3)
Finlandia (3)
Países Bajos (2)
Países Bajos (2) EEUU (13) UK (2)
Australia (2)
Países en los que se UK (3) Brasil (2) Finlandia (2) EEUU (6) Brasil (4)
Brasil (2)
han realizado los EEUU Nueva Zelanda Brasil Finlandia (2) EEUU Eslovaquia
Corea (2)
estudios analizados Alemania República Checa Suecia Suecia Australia
Alemania
y numero de Holanda Polonia Rep. Checa Rep. Checa Alemania
Rep. Checa
estudios por país Japón Eslovaquia Australia Australia Grecia
Eslovaquia
Australia China
Nueva Zelanda
Suecia
Hong Kong
Croacia
Turquía
Suiza
China
Nigeria

Patrones V (8)
V (con más de 6 V (9) V LOV
vegetarianos LOV LOV (12)
meses de LV (2) LV LV
contemplados V Varios (V, LV, LOV,
adherencia) LOV (8) LOV OV
(nº estudios) PV, y/o SV) (10)

Fechas de
publicación de los 1977 - 2011 1960 - 1980 1975 - 2015 1989 - 2014 1982 - 2013 1987 - 2013
estudios

Media de 25.5 De 3 semanas a 18


Duración 10 a 23 años NR NR NR
semanas meses

Edad población Media de 40.6 Media de 48.6


10 - 90 ≥ 18 ≥ 18 ≥ 18
(años) (23.8 - 71.8) (21- 65)

10.143 1.484 832


Tamaño muestra 124.706 participantes 12.619 V y 179.630 O 4.177 participantes
participantes participantes participantes

14
Notas Tabla 1:

Abreviaturas: RR = relative risk; RCT = Randomized controlled trial, CT= clinical trial, OS =
observational study, COS = cohorts observational study, TS = transversal study, IMC = índice de
masa corporal, CC = Circunferencia cintura, C Total = Colesterol total, HDL = high-density
lipoprotein cholesterol, LDL = low-density lipoprotein cholesterol, TG = triglicéridos, SBP =
Systolic blood presure, DBP = Diastolic blood presure, V = vegano, LOV = Lactoovovegetariano,
OV = ovovegetariano, LV = lactovegetariano, PC = pescovegetariano, SV = semivegetariano, O =
omnívoro y NR = no reported

15
Tabla 2. Mortalidad e incidencia de cáncer en la población vegetariana en comparación con la
población omnívora según Huang T et. al (2012)24 (95% CI).

MORTALIDAD POR
ENFERMEDAD
CIRCULATORIA MORTALIDAD POR MORTALIDAD POR
MORTALIDAD POR ENFERMEDAD ENFERMEDAD INCIDENCIA DE
TODAS LAS CAUSAS (enfermedad isquémica ISQUÉMICA DEL CEREBROVASCULA CÁNCER
del corazón y CORAZÓN R
enfermedad
cerebrovascular)

0,91 0,84 0.71 0,88 0,82


RR
(0,66 – 1,16) (0,54 – 1,14) (0,56 – 0,87) (0,70 - 1,06) (0,67 - 0,97)

Descenso del
9% 16% 29% 12% 18%
riesgo

Asociación
negativa
(Dieta vegetariana NO NO SÍ NO SÍ
como factor
protector)

Asociación
positiva
(Dieta vegetariana NO NO NO NO NO
como factor
de riesgo)

Nº Estudios
7 5 6 7 7
analizados

Notas Tabla 2:

Abreviatura: RR = relative risk.

16
Tabla 3. Factores de riesgo cardiovascular en patrones dietéticos vegetarianos en comparación
con un patrón dietético omnívoro (95 % IC)25, 26, 27 y 28.

Association Between Comparison of


Cardiometabolic
Plant-Based Diets and Effects of Vegetarian Diets on Blood Lipids: A vegetarian diets and
Risk Factors in Vegans; A
Metaanálisis Plasma Lipids: A Systematic Review and Meta-Analysis of omnivorous diets on
Meta-Analysis of
Systematic Review and Randomized Controlled Trials26 plasma level of HDL-c:
Observational Studies28
Meta-Analysis*27 a meta-analysis25

Asia y
Asiáticos Europa y
Subgrupos No asiáticos OS CT Total Europa EEUU Australia América
(Taiwan) EE.UU.
latina

IMC -1.92 -0,20


NR NR NR NR NR NR NR NR
(en kg/m2) (-2,52 a -1,32) (-1,21 a 0,82)

Nº Estudios 34 3

CC -4,93 -1,02
NR NR NR NR NR NR NR NR
(en cm) (-7,70 a -2,16) (-2,35 a 0,30)

Nº Estudios 5 5

Glucosa -0,39 -0,12


NR NR NR NR NR NR NR NR
(en mmol / l) (-0,64 a -0,15) (-0,22 a -0,03)

Nº Estudios 6 7 (94%)

SBP - 5.87 0,99


NR NR NR NR NR NR NR NR
(en mmHg) (-9.19 a -2.56) (-2,53 a 4,51)

Nº Estudios 12 7 (82%)

DBP -3.19 0,33


NR NR NR NR NR NR NR NR
(en mmHg) (-5.90 a -0.48) (-1,45 a 2,10)

Nº Estudios 12 7 (82%)

−0,75 −0,32
C Total −0,36 (−0,55 −0,58 (−1,20 −0,25 (−0,40 −0,61 (−1,14
NR NR (−0,89 a (−0,46 a NR NR
(en mmol / l) a −0,17) a 0,04) a −0,09) a −0,08)
−0,61) −0,19)

Nº Estudios NR NR 10 3 6 1
-0,30
Non-HDL-C −0,18 (−0.33 -0,46 (−1.05 −0,52 (−0.99
NR NR NR NR (-0,50 a NR NR
(en mmol / l) a −0.03) a 0.14) a −0.05)
-0,10)
Nº Estudios NR NR 8 3 4 1

−0,09 -0.10
HDL-C −0,09 (−0,11, −0,11 (−0,17 −0,09 (−0,18 −0.09 (−0.25 0,09 (−0,19 a −0.09 (−0.43
NR NR (−0,12 a (-0,14 a
(en mmol / l) −0,06) a −0,05) a −0,01) a 0.07) 0,36) a 0.25)
−0,06) -0,06)

Nº Estudios NR NR 9 4 4 1 7 6
−0,31 -0,34
LDL-C -0,60 -0,16 −0,59 (−0,72 −0.46 (−1.04 −0,20 (−0,35 −0,61 (−1,11
(−0,45 a (-0,57 a NR NR
(en mmol / l) (-0,74 a -0,47) (-0,52 a 0,20) a −0,46) a 0,11) a −0,05) a −0,11)
−0,17) -0,11)
Nº Estudios 24 7 NR NR 7 3 3 1

−0,07 0,07 0,04


TG -0,22 0,15 −0,12 (−0,27 0,08 (−0,01 a 0,26
(−0,16 a (−0,01, a (-0,05 a NR NR
(en mmol / l) (-0,33 a -0,12) (0,02 a 0,28) a 0,04) 0,18) (0,01 a 0,51)
0,01) 0,14) 0,13)

Nº Estudios 23 6 (82%) NR NR 11 4 6 1

17
Notas Tabla 3:

Se han identificado en color azul los resultados de aquellos marcadores que, tras comparar a la
población vegetariana con la población omnívora, no presentaron diferencias estadísticamente
significativas, en color verde los resultados que podrían convertir a la dieta vegetariana en un
factor protector, y en naranja aquellos resultados susceptibles de atribuir a la dieta vegetariana
un factor de riesgo.

Abreviaturas: RR = relative risk; CT= clinical trial, OS = observational study, COS = cohorts
observational study, IMC = índice de masa corporal, CC = Circunferencia cintura, C Total =
Colesterol total, HDL = high-density lipoprotein cholesterol, LDL = low-density lipoprotein
cholesterol, TG = triglicéridos, SBP = Systolic blood presure, DBP = Diastolic blood pressure y NR
= no reported.

* En este metaanálisis27 los resultados figuran en mg / dl y han sido convertidos a mmol / l en la


presente tabla para facilitar la comparación con los resultados de los restantes estudios.

18
8. Discusión

Mortalidad, incidencia de cáncer y salud general: Otras investigaciones

De los cinco metaanálisis analizados24, 25, 26, 27 y 28, solamente uno comparó la mortalidad e
incidencia de cáncer en vegetarianos y no vegetarianos, el realizado por Huang T. et al.
(2012)24. Pese a que, en todos los casos analizados, las dietas vegetarianas mostraron un riesgo
menor, estas diferencias sólo fueron estadísticamente significativas en la incidencia global de
cáncer y en la mortalidad por cardiopatía isquémica, pero no en la mortalidad por todas las
causas y en la mortalidad por enfermedades circulatorias y cerebrovasculares. Desde la
publicación de este metaanálisis, numerosos estudios han reforzado sus conclusiones sobre el
carácter protector de las dietas vegetarianas. De las grandes cohortes occidentales, americanas
(AMS, AHS y AHS2) y británicas (OVS, EPIC-Oxford y HFS), han sido las primeras quienes han
encontrado asociaciones más fuertes entre las dietas vegetarianas y un menor riesgo de cáncer
y mortalidad por diversas causas.

Un estudio publicado en 2013 determinó que los vegetarianos participantes en el AHS2,


cohorte que contaba en ese momento con 73.308 participantes, tenían un 12 % menos de
probabilidad de muerte por todas las causas (0,88; 95% CI, 0,80 – 0,97) 29. Una revisión
realizada al año siguiente sobre los últimos hallazgos en esta misma cohorte, informó que la
mortalidad por todas las causas de los patrones vegetarianos, en comparación con los
omnívoros, era un 15% menor para los veganos 0.85 (IC 95%, 0,73, 1,01) y un 9% menor para
lactoovovegetarianos (0,91; IC 95%, 0,82 – 1,00)30. También se encontraron reducciones
significativas para los patrones vegetarianos combinados, frente a los no vegetarianos, en la
incidencia de todos los tipos de cáncer, de cánceres específicos de mujeres y en los cánceres
del sistema gastrointestinal, de un 8% en el primer caso (0,92; IC 95%; 0,85, 0,99), de un 44 %
en el segundo (0,66; IC 95%, 0,47 – 0,92) y de un 24 % en el tercero (0,76; IC 95%, 0,63 – 0,90).
Para los veganos, la reducción del riesgo para todos los cánceres fue de un 16% (0,84; IC 95%,
0,72 – 0,99) y en lactoovovegetarianos para cánceres del sistema gastrointestinal de un 25%
(0,75; IC 95%: 0,60 - 0,92).

Dos estudios posteriores dentro del AHS2 confirmaron el carácter protector de los patrones
dietéticos vegetarianos frente a distintos tipos de cáncer. Según Orlich et al. (2015) 31,
comparados con los no vegetarianos, los vegetarianos (V, LOV, SV y PV) tuvieron un 22% menos
de riesgo (0,78; 95% CI, 0,64 – 0,95) de padecer cualquier tipo de cáncer colorrectal (19%
menos de cáncer de colon y 29 % menos de cáncer rectal). Tantamango-Bartley et al. (2016) 32
encontraron que las dietas veganas mostraban una asociación protectora estadísticamente
significativa contra el riesgo de cáncer de próstata, que hacía a los veganos un 35 % menos
propensos a sufrir dicho tipo de cáncer (0,65; IC 95%, 0,49 – 0,85). Un tercer estudio investigó
la relación entre las dietas vegetarianas y el cáncer de mama, pero no halló diferencias
estadísticamente significativas en comparación con la población omnívora 33.

Otra revisión, realizada en este caso sobre las tres grandes cohortes adventistas (AMS, AHS
y AHS2) informó de una disminución de la mortalidad por todas las causas del 10% al 20% en
los patrones dietéticos vegetarianos (9% LOV y 14% V) 34. La reducción del riesgo ascendía a
valores comprendidos entre un 26% y un 68% por cardiopatía isquémica, enfermedad

19
cardiovascular y enfermedad cerebrovascular y a un 48% en la mortalidad por cáncer de
mama. La reducción no fue significativa para los cánceres de estómago, colorrectal, pulmón y
próstata.
Los hombres lacto-ovo-vegetarianos observaron una reducción del 23% del riesgo de
mortalidad por ECV. En los veganos esta reducción fue del 42% en general y de un 55% en la
cardiopatía isquémica. Ambos patrones vegetarianos (LOV y V) experimentaron una modesta
reducción del 8% del riesgo de cáncer en general (0,92; IC 95%, 0,85 – 1,00), y reducciones
significativas para el cáncer de colon (50%), para el cáncer de próstata (35%) y para el cáncer
del tracto gastrointestinal (23%), en comparación con los no vegetarianos. Además, los
vegetarianos tendieron a mostrar un menor riesgo de cáncer del tracto respiratorio (0,75; IC
95%, 0,54 – 1,04). Las diferencias no resultaron significativas para otros cánceres específicos,
como el de pulmón, mama y útero. Analizando de nuevo cada patrón vegetariano por
separado, en comparación con los no vegetarianos, se comprobó que la incidencia general de
cáncer era menor para los veganos (14%) pero que, sin embargo, éstos tenían también un
riesgo mucho mayor (73%) de padecer cáncer del tracto urinario, siendo éste el único caso en
el que se observó que la dieta vegana podía suponer un factor de riesgo. Según los autores “la
reducción de riesgos en la mortalidad por todas las causas y por causas específicas fue mayor
en hombres que en mujeres”34. Concretamente, las mujeres vegetarianas (LOV y V) no
parecieron tener menor riesgo de muerte por ECV.

Appleby et al. (2016)35, tras analizar la mortalidad general por 18 causas en dos de las
cohortes británicas (OVS y EPIC-Oxford) que incluyeron a más de 60.000 participantes, no
hallaron diferencias significativas en la mortalidad general por todas las causas entre
vegetarianos y no vegetarianos, aunque sí en algunas causas concretas, como en el cáncer de
páncreas y en los cánceres del tejido linfático / hematopoyético, cuyo riesgo disminuyó en los
vegetarianos, siendo un 52% menor en el primer caso (0,48; IC 95%, 0,28 – 0,82) y un 50%
menor en el segundo (0,50; IC 95%, 0,32 – 0,79). Un ajuste del IMC no alteró sustancialmente
estas asociaciones. Estas conclusiones sobre la incidencia de cáncer en ambas cohortes
coinciden con las publicadas por Key et al. (2014)36

Investigaciones en otros países, aunque de menor envergadura, ofrecen resultados


contradictorios. Un estudio español que siguió a 7.216 participantes de la cohorte PREDIMED
observó que, entre individuos omnívoros con alto riesgo cardiovascular, el seguimiento de una
dieta pro-vegetariana reducía el riesgo de mortalidad por cualquier causa 37. Por el contrario, un
estudio realizado en Austria38 sobre 1.320 personas, indicó que los vegetarianos presentaban
mayor incidencia de cáncer, enfermedades crónicas y peor salud general. No obstante, los
autores señalaron como limitación el carácter transversal del estudio y aclararon que no podían
corroborar si la mala salud de los vegetarianos era consecuencia de su dieta; siendo probable
que éstos hubiesen adoptado una dieta basada en vegetales para mejorar su mal estado de
salud previo. Un tercer estudio realizado sobre una cohorte de los Países Bajos de 10.000
individuos (NLCS-MIC), no halló diferencias significativas en el riesgo de cáncer colorrectal 39. El
ligero descenso del riesgo se asoció a un consumo más elevado de fibra y soja.

El definitiva, podemos afirmar que el carácter protector de las dietas vegetarianas frente al
cáncer y a la mortalidad por ENTs ha ganado consistencia a través de las evidencias acumulada
en la última década.

20
Factores de riesgo: Otras investigaciones

En concordancia con las conclusiones de los metaanálisis incluidos en esta revisión que
comparaban factores de riesgo en población vegetariana y no vegetariana 24, 25, 26, 27 y 28,
numerosos estudios han coincidido en atribuir un carácter protector a las dietas vegetarianas.

Le et al. (2014)34 hallaron que, en comparación con los no vegetarianos, las probabilidades
de desarrollar diabetes tipo 2 en los vegetarianos (LOV) de las cohortes adventistas fueron
entre un 38% y un 61% más bajas y el riesgo de padecer hipertensión resultó un 55 % menor.
También presentaron una reducción de 3 puntos en el IMC. Los riesgos fueron aún menores en
los veganos, entre un 47% y un 78% para la diabetes, un 75% para la hipertensión y 5 puntos
menos en el IMC que los no vegetarianos. Según Orlich et al. (2014) 30 las diferencias entre
vegetarianos y no vegetarianos del AHS2 fueron significativas para todos los componentes del
síndrome metabólico excepto para el HDL. Lo vegetarianos tenían niveles más favorables de
triglicéridos, presión arterial diastólica, presión arterial sistólica, circunferencia de la cintura,
IMC y glucosa. También mostraron un 66 % menos de probabilidad de tener síndrome
metabólico que los no vegetarianos. Quiles et al. (2013) 40 determinaron a través de un ensayo
clínico, que una intervención dietética lactovegetariana producía una pérdida significativa de
peso y grasa abdominal (IMC, CC e ICC), siendo más saludable que otras dietas que presentan
un mayor riesgo cetogénico y aportan menos antioxidantes.

En 2019, un estudio reciente realizado en los participantes blancos del AHS2 ofreció los
siguientes resultados41: La prevalencia de hipertensión fue un 54% menor en veganos (0,46; IC
95% 0,25 – 0,83) y un 43% menor en vegetarianos (0, 57; IC 95%, 0, 45 – 0,73). Los valores
medios ajustados de SBP, para veganos y vegetarianos respectivamente, fueron de 7,1 y 6,1
mmHg menos que para los no vegetarianos, y de 5,9 y 4,0 mmHg menos en el caso de la DBP. El
nivel de glucosa en ayunas fue de 5,24 para los no vegetarianos, frente los niveles
significativamente más bajos de veganos, con 4,77 mmol / l (P = 0,0007), y vegetarianos 5,00
mmol / l (P = 0,004). Tanto las diferencias de tensión arterial como de glucosa en ayunas, se
atenuaron, pero siguieron siendo significativas después de ajustar el IMC. La prevalencia de
obesidad entre los no vegetarianos fue de un 32,8%, mientras que en vegetarianos y veganos
fue de 11,1% y de 9,3%. También los valores medios ajustados de la circunferencia de cintura
fueron menores en vegetarianos y veganos (90,5 cm y 87,4 cm) que en los no vegetarianos
(97,6 cm). Los autores concluyeron: “El hecho de que hayamos observado asociaciones
significativas a pesar de un posible sesgo conservador podría implicar que las verdaderas
asociaciones son aún más fuertes”.

Dentro de los factores de riesgo cardiovascular, los lípidos plasmáticos requieren ser
abordados aparte. La asociación significativa de patrones dietéticos vegetarianos con niveles
favorables de CT, non-HDL y LDL ha sido coincidente en aquellos metaanálisis que los
analizaron26, 27 y 28. En cambio, la influencia de la dieta vegetariana en los niveles de triglicéridos
fue contradictoria. Yokoyama et al. (2017)27 informaron que el descenso de los TG sólo fue
estadísticamente significativo en los ensayos observacionales, no en cambio en los ensayos
clínicos. Benatar et al. (2018)28 registraron un descenso en los TG sólo en los estudios
realizados en población no asiática (occidental en su mayor parte), observando el efecto

21
opuesto en los estudios realizados en Taiwan. Por último, Wang et al. (2015) 26 no encontraron
diferencias significativas entre los niveles de TG entre vegetarianos y no vegetarianos de
Europa y EEUU. En Australia en cambio, los valores de TG resultaron significativamente más
altos en vegetarianos. En el colesterol HDL Yokoyama et al. (2017) 27 constataron un efecto
desfavorable en los patrones vegetarianos tanto en los ensayos clínicos como en los estudios
observacionales, mientras que Zhang et al. (2014)25 y Wang et al. (2015)26 no registraron
diferencias significativas entre vegetarianos y no vegetarianos.

Tanto la asociación favorable de la dieta vegetariana con los niveles de CT, non-HDL y LDL,
como la influencia más escasa de la alimentación sobre los TG y más aún sobre el HDL se han
visto reforzadas por otros estudios. Un ensayo clínico realizado en España en 2015 concluyó
que, una intervención dietética lactovegetariana baja en grasas, producía una reducción
significativa del colesterol LDL y del CT, con independencia de la pérdida de peso, y en los TG,
mediada por la pérdida de peso. La intervención también produjo una disminución en el HDL,
esperada por los autores dada la baja ingesta de grasas 42. El estudio de Matsumoto et al.
(2019)41 observó que las tasas de CT alto, non-HDL alto y LDL alto, al igual que sucedió con la
obesidad y adiposidad abdominal, fueron menores en vegetarianos. También los niveles de TG
fueron algo menores (más en LOV que en V), pero no se encontraron grandes diferencias en el
colesterol HDL entre los diferentes patrones dietéticos.

Para determinar si una dieta vegetariana contribuye a reducir la dislipidemia, y por tanto el
riesgo cardiovascular, atender de forma aislada a los niveles de cada uno de los lípidos
plasmáticos sin valorarlos en su conjunto puede tener un pobre carácter predictivo. Yokoyama
et al. (2017)27 afirmaron que las intervenciones que aumentan el HDL no reducen el riesgo
cardiovascular, de acuerdo con un reciente metaanálisis que mostró que ni la niacina, ni los
fibratos, ni los inhibidores de la CETP, pese a aumentar de forma efectiva los niveles de HDL,
fueron capaces de reducir la mortalidad por todas las causas, la mortalidad por enfermedad
coronaria, infarto de miocardio o accidente cerebrovascular en pacientes que siguieron un
tratamiento con estatinas43. Wang et al. (2015)26 defendieron en su metaanálisis, que pese a
que un aumento del HDL se haya asociado con un menor riesgo de enfermedad coronaria, la
disminución del HDL observada en vegetarianos, tanto en estudios observacionales como en
ensayos clínicos, no se asoció con una peor salud cardiovascular. Zhang et al. (2014)25, en cuyo
metaanálisis sólo se compararon entre vegetarianos y no vegetarianos los niveles de HDL, sin
encontrar diferencias significativas, defienden, en sintonía con los demás autores, que “el
equilibrio entre todos los lípidos plasmáticos tiene un mayor carácter predictivo del nivel de
riesgo cardiovascular, que los valores de cada uno de los distintos lípidos sanguíneos
contemplados de forma aislada” 25. El colesterol non-HDL es la suma de todos los colesteroles
aterogénicos, por lo que ofrece una imagen más completa y constituye un predictor sólido 44.
Las concentraciones elevadas de colesterol non-HDL en sangre están fuertemente asociadas
con el riesgo a largo plazo de enfermedad cardiovascular aterosclerótica 45, y es un mejor
marcador de riesgo que el LDL tanto para la diabetes tipo 2 46, como para la enfermedad
cardiovascular, pese a que presenta algunos inconvenientes en la práctica clínica 47.

El perfil lipídico de los vegetarianos occidentales comparado con el de los no vegetarianos,


determinado por los niveles de non-HDL o CT, mostró un menor riesgo de dislipidemia, y por
tanto un menor riesgo cardiovascular estadísticamente significativo en los metaanálisis que lo

22
analizaron26, 27. Podemos concluir que el carácter protector de los patrones dietéticos
vegetarianos frente a los principales factores de riesgo de sufrir ECV y otras enfermedades
crónicas, se asienta sobre un alto grado de evidencia científica.

Factores de los patrones dietéticos vegetarianos que influyen en las ENTs

Múltiples explicaciones han sido propuestas para explicar el carácter protector de las dietas
vegetarianas contra las enfermedades crónicas y sus factores de riesgo, cuyos mecanismos de
acción podrían poseer efectos sinérgicos.

Dado que los patrones dietéticos vegetarianos se definen por los grupos de alimentos que
excluyen y no por los que incluyen, existe una amplia heterogeneidad dentro de éstos debido a
múltiples factores (culturales, religiosos, preferencias personales, disponibilidad de alimentos,
etc.). Debe por tanto constituir una prioridad de estudio en este campo, el determinar la
inclusión de qué componentes en la dieta vegetariana tiene un mayor efecto sobre la salud o,
por el contrario, qué alimentos de aquellos excluidos son los que más influyen sobre las
asociaciones encontradas.

Entre los alimentos excluidos por los vegetarianos, las carnes procesadas y las carnes rojas
son los que mayor evidencia de riesgo acumulan. EL IARC de la OMS clasifica a las carnes
procesadas dentro del Grupo 1 (cancerígeno para los humanos), en el que la evidencia es más
fuerte. La relación entre las carnes rojas y el cáncer es fuerte, pero no se ha demostrado que
exista causalidad. El IARC las clasifica en el Grupo 2A (probablemente cancerígeno para los
humanos). Según sus estimaciones, 34.000 muertes al año son atribuibles a las dietas altas en
carne procesada, y de confirmarse las asociaciones como causales, la carne roja sería
responsable de otras 50.00048. Un reciente estudio de la cohorte UKWCS, que incluyó a 32.000
mujeres, sugirió una reducción del 44% (0,56; IC 95%, 0,34 – 0,95) en la incidencia de cáncer de
colon distal para todas las dietas libres de carne roja agrupadas. No obstante, indicaron que sus
hallazgos necesitaban confirmación en estudios más amplios 49.

La asociación positiva de carnes rojas y procesadas con una peor salud no se limita al
cáncer. Una investigación más amplia que incluyó a 448.568 participantes registró una
asociación positiva significativa entre el consumo de carne procesada y el riesgo de morir de
cáncer de un 11% (1,11; IC 95%, 1,03 – 1,21 por 50 g / día) y por otras causas de muerte de un
22% (1,22; IC; 95%, 1,11 – 1,34 por 50 g / día). Estimaron que con una reducción por debajo de
20 g / día de carne procesada el 3,3% (IC 95%: 1,5 a 5,0%) de las muertes podrían prevenirse.
En cuanto a asociaciones de hábitos alimentarios, los autores detectaron una relación inversa
entre el aumento de ingesta de carne roja o procesada y el consumo de frutas y verduras. Sin
embargo, la ingesta de carne de aves de corral se asoció positivamente con un mayor consumo
vegetal. Sus resultados reforzaron la asociación positiva entre el consumo de carne procesada
con una mayor mortalidad, principalmente a causa de enfermedades cardiovasculares, aunque
también debido al cáncer50. Estos hallazgos son consistentes con los de Martínez-González et
al. (2014) que informaron del “efecto perjudicial sobre la mortalidad total de un alto consumo
de alimentos de origen animal, especialmente las carnes rojas y procesadas” 37. Por otra parte,

23
el estudio realizado en Austria por Burkert et al. (2014) apuntó además que la ingesta de grasa
animal se relacionaba siguiendo una progresión casi lineal con el IMC de los participantes 38.

En cuanto a los alimentos incluidos en la dieta vegetariana que podrían fortalecer su


asociación positiva, en comparación con la dieta omnívora, con mejores estándares de salud, la
mayoría de los estudios coinciden en señalar la elevada ingesta de verduras, frutas, frutos
secos y semillas que aportan a los vegetarianos mayores cantidades de micronutrientes, como
vitamina C, E, B1 o B9, minerales como el Mg o el K, fibra dietética y fitoquímicos. Esta ingesta
contribuiría a disminuir el estrés oxidativo, la inflamación sistémica, el sobrepeso y otros
factores de riesgo, y explicaría en gran medida el carácter cardiosaludable de los patrones
dietéticos vegetarianos30, 34, 41, 51 , 50, 52 y 53. De hecho, según Le et al. (2014) 34 la mayor consistencia
ofrecida por los resultados de las cohortes adventistas americanas que los de las británicas,
podría estar relacionada con el mayor consumo de fibra y vitamina C registrado en los
vegetarianos americanos.

Tantamango-Bartley et al. (2013)52 discutieron la posibilidad de que el mayor consumo de


soja en vegetarianos pudiese tener relación con la reducción en el riesgo de cánceres
específicos de mujeres, así como la ventaja que su mayor consumo de potasio podría
proporcionar en la prevención de la hipertensión. Resulta significativo, a propósito del carácter
beneficioso de un alto consumo vegetal, resaltar que, en el estudio de Rohrmann et al.
(2013)50, dentro de la categoría que incluía a quienes tuvieron un consumo más elevado de
carne procesada (>160 g / día) la mortalidad fue mayor en aquellos con un menor consumo de
frutas y verduras.

La menor prevalencia de resistencia a la insulina, diabetes tipo 2 y síndrome metabólico en


vegetarianos puede estar mediada por el menor IMC de los vegetarianos. No obstante, se ha
sugerido que el alto consumo de fibra dietética y otros componentes nutricionales juegan un
papel determinante, dado que las ventajas observadas permanecen en su mayor parte incluso
después de ajustar el IMC17, 30, 41 y 42.

La vitamina B12 es un nutriente cuya deficiencia se relaciona con trastornos hematológicos,


neurológicos, psiquiátricos, gastrointestinales, dermatológicos, además de con un mayor riesgo
cardiovascular 54, 55 y 56. Pese su menor mortalidad y mejor estado de salud general, la ingesta de
B12 documentada en la población vegetariana (vegana especialmente) es baja 34, 57, 58 y 59. Por
ello, si se corrige esta deficiencia y se asegura una ingesta óptima de esta vitamina, los
vegetarianos podrían reducir aún más sus factores de riesgo 60.

La proporción idónea de macronutrientes en los distintos patrones dietéticos vegetarianos,


así como la fuente de la que se obtienen, es un aspecto controvertido que necesita más
investigación. Varios estudios de intervención han demostrado que una dieta vegetariana baja
en grasas es eficaz para disminuir el sobrepeso, la resistencia a la insulina y el riesgo
cardiovascular40, 42 y 61. Una intervención en la que se adoptaba una dieta vegana rica en
hidratos de carbono y pobre en grasa obtuvo resultados similares 62. Matsumoto et al. (2019)41
subraya la importancia que puede tener en la salud de los adventistas vegetarianos el buen
perfil de las grasas registrado en su dieta: bajo consumo de ácidos grasos saturados, bajo
consumo de grasas totales y un alto consumo de ácidos grasos poliinsaturados. Sin embargo,
un reciente estudio prospectivo que incluyó a población de 18 países determinó que un alto

24
consumo de carbohidratos se asociaba con mayor mortalidad total que un consumo elevado de
grasa63. Si nos limitamos a los ácidos grasos saturados la evidencia tampoco es clara. Un
metaanálisis de estudios prospectivos concluyó que no existe evidencia significativa de que las
grasas saturadas en la dieta estén asociadas con un mayor riesgo de enfermedad coronaria o
CVD64. Un estudio más detallado observó que el riesgo cardiovascular aumentaba o se reducía
al sustituir grasas saturadas por carbohidratos, en función de los ácidos grasos concretos que
se sustituyesen. Reemplazar el ácido mirístico, palmítico o esteárico por carbohidratos no
aportaba gran beneficio, mientras que reemplazar el ácido láurico por carbohidratos podía
suponer un aumento del riesgo65. Estos hallazgos sugieren que hemos de prestar más atención
a los nutrientes concretos que componen la dieta, y por tanto a sus fuentes y a su calidad, que
a la proporción entre unos y otros, y dar una importancia mayor a los nutrientes de reemplazo
que escojamos para sustituir a aquellos nutrientes cuya ingesta queramos reducir 64 y 65. Una
dieta vegetariana rica en carbohidratos integrales 66 podría ofrecer mejores resultados que
aquellas en las que se aumentan los carbohidratos de cualquier tipo (que puedan incluir
carbohidratos refinados y azúcares de alto índice glucémico y baja densidad nutricional). Se
requieren más investigaciones para valorar los efectos sobre la salud de dietas vegetarianas
que muestren diferencias sustanciales en la cantidad y el tipo de grasas y carbohidratos
incluidas en las mismas.

Lípidos, carbohidratos, vitaminas, minerales y fitoquímicos parecen ser los componentes de


la dieta vegetariana con mayor influencia en la baja incidencia de ENTs que registran quienes
siguen este patrón dietético. No obstante, su carácter saludable en vegetarianos, podría estar
mediado por el menor contenido proteico que presentan este tipo de dietas en comparación
con las omnívoras. Según la hipótesis propuesta por McCarty (2014) 67 es posible que la escasez
de aminoácidos esenciales, active modestamente la quinasa GCN2, un detector fisiológico de
escasez de dentro del hígado, que aumentaría la producción del factor de crecimiento de
fibroblastos 21 (FGF21). El FGF21, puede ser responsable de la baja actividad del IGF-I
plasmático observado en veganos puesto que reduce su producción hepática. En roedores, esta
disminución tiene un impacto favorable en el riesgo de cáncer. El aumento de FGF21 en los
veganos también podría ser responsable de su favorable perfil lipídico al inhibir la lipogénesis y
favorecer la oxidación de los lípidos hepáticos, y su efecto sobre las células beta pancreáticas
explicaría en parte el bajo riesgo de diabetes que padecen.

Por último, es importante señalar la fuerte relación observada recientemente entre


diferentes enfermedades metabólicas, neurológicas y de otros tipos y alteraciones en el
ecosistema bacteriano68 y 69. Se han definido disbiosis específicas para algunas de estas
enfermedades, como en el caso de la diabetes, obesidad 70 o el cáncer gastrointestinal71. A su
vez se ha demostrado que la alimentación juega un papel fundamental en la composición de la
microbiota, y que las dietas vegetarianas favorecen el desarrollo de ecosistemas bacterianos
que se asocian con mejor salud general que las dietas ricas en carne 72. La relación entre
microbiota, alimentación y enfermedad es uno de los grandes campos de investigación para la
nutrición y la medicina en este siglo, y muy posiblemente nos ayude a comprender mejor los
mecanismos mediante los cuales los patrones dietéticos vegetarianos reducen los riesgos de
mortalidad y enfermedad, pero se requieren aún nuevas investigaciones en esta dirección para
ofrecer evidencias sólidas.

25
Contribución de las dietas vegetarianas al cumplimiento de los ODS

La Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible 73 de la ONU estableció en el año 2015 un


total de 17 objetivos (ODS) para solventar los principales problemas que amenazan y
comprometen el futuro de la vida humana y de la vida en general en el planeta. Algunos de
estos objetivos tienen una relación directa con los sistemas alimentarios mundiales, los
patrones dietéticos o la elección de alimentos, como por ejemplo: reducir en un tercio la
mortalidad prematura atribuible a las ENTs y mejorar la salud (objetivo 3.4: salud y bienestar),
aumentar la producción agrícola y la producción sostenible (objetivo 2: hambre cero), reducir
la elevada pobreza de las áreas rurales (objetivo 1: fin de la pobreza), garantizar acceso a agua
potable a un tercio de la población mundial que actualmente carece de ella (objetivo 6: agua
limpia y saneamiento); mitigar la contribución humana al calentamiento global mediante la
reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) como el CO2 (objetivo 13: acción
por el clima); recuperar los ecosistemas marinos amenazados por la contaminación, la
sobrepesca y la acidificación (mediada por la absorción oceánica de CO2) (objetivo 14: vida
marina), combatir la desertificación y la extinción masiva de especies, recuperar ecosistemas
amenazados o destruidos por la actividad humana y prevenir la amenaza zoonótica agravada
por las presiones que ejercemos sobre los ecosistemas de los que depende la vida global
(objetivo 15: vida de ecosistemas terrestres).

Cualquier recomendación sanitaria dirigida a modificar los patrones dietéticos y reducir la


carga mundial de enfermedad debería tener en cuenta, no sólo el efecto de la alimentación
sobre la salud individual, sino también en qué medida los sistemas y procesos requeridos para
proveer a la población de los alimentos que componen dichos patrones, contribuyen o
dificultan el cumplimiento del resto de estos objetivos. Es decir, que debería evaluar qué
patrones dietéticos son los que más contribuyen de manera simultánea a la salud humana y a
la salud ambiental, entendiendo que la salud ambiental no es sólo un conjunto de
consideraciones éticas, sino una necesidad práctica definida en términos de sostenibilidad.

La promoción de una dieta basada en vegetales (plant-based diet) ha sido señalada como
una estrategia eficaz para reducir de forma simultánea la prevalencia de ENTs y el deterioro
ambiental 14, 15, 74, 75, 76 y 77. Una revisión sistemática publicada en The Lancet en 2016 comparó 14
patrones dietéticos sostenibles y coincidió en que era el vegano el que producía menor huella
ambiental78. Las diferencias más importantes de coste ambiental entre unos y otros patrones
dietéticos vinieron dadas principalmente por su contenido en productos de origen animal 79,
aunque también influía el sistema de producción y el transporte. Según Baroni et al. (2007) 77
los sistemas de producción ecológicos tuvieron menor impacto medioambiental que los
convencionales.

Una de las principales razones que explican estas enormes diferencias entre alimentos
vegetales y animales es el uso del suelo. Entre un 70% y un 80% de la superficie agrícola
mundial se destina a producir alimentos para animales, lo que supone cerca del 30% de la
superficie terrestre80; a pesar de que más del 80% de la dieta humana actual está compuesta

26
por plantas73. Sin embargo, el ganado al que se dedican estas tres cuartas partes de la
superficie cultivada sólo contribuye a la alimentación humana con un 18% de las calorías a
nivel mundial81, puesto que cualquier animal proporciona muchas menos calorías como
alimento de las que necesita ingerir para crecer y desarrollarse.

La expansión agrícola también es responsable del 80% de la deforestación de bosque y


selvas, como el caso del Amazonas82. Se estima que un 71% de la selva tropical perdida en
América del Sur sirve ahora a la cría de ganado, y otro 14% se ha destinado a cultivos
comerciales, incluida la soja empleada para producir piensos 83 y 84. La ONU calcula que desde
1990 han desaparecido unos 420 millones de hectáreas de árboles por la expansión agrícola y
otras actividades humanas73. Según Goldstein et al. (2017)79 en comparación con la dieta
promedio americana, una dieta vegetariana y una vegana requieren un 70% y un 79% menos
de ocupación de la tierra.

Junto con la deforestación, la desertificación mediada por el uso intensivo del suelo y el
monocultivo también se ve afectada por la elección de alimentos. La ONU alerta de que sólo
tres cultivos (arroz, maíz y trigo) proporcionan el 60% de la ingesta energética mundial 73, de
modo que promover una dieta con una amplia variedad vegetal entre sus componentes,
además de repercutir positivamente en la salud, puede ser una buena estrategia para mitigar la
pérdida de biodiversidad de la que la producción alimentaria es la principal responsable 85.

La producción mundial de alimentos es responsable de un 30% de la emisiones de GEI 86 que


favorecen el cambio climático. El sector ganadero genera (al margen de su contribución a las
emisiones de GEI agrícolas) un 9% de las emisiones de CO2 y porcentajes mucho más elevados
de otros gases de efecto invernadero más perjudiciales 87. El cambio de una dieta omnívora a
una dieta vegetariana o vegana puede reducir sustancialmente las emisiones de GEI per cápita.
Hallström et al. (2015)88 encontraron que, en comparación con la dieta media estadounidense,
una dieta vegetariana resultaría en una reducción de emisiones de GEI entre 18% y 35% y una
dieta vegana entre un 24% y un 53%; mientras que una dieta mediterránea daría como
resultado una reducción más modesta, de entre un 6% y un 17%. Soret et al. (2014) 75
observaron disminuciones de entre 22% y 29% para patrones veganos y vegetarianos
respectivamente, comparados con la dieta occidental americana, y Goldstein et al. (2017) 79 de
32% y 67%, coincidiendo con la revisión sistemática de Aleksandrowicz et al. (2016) 78, que
concluyó que, las reducciones de GEI y uso de la tierra, podían llegar hasta un 70-80% en el
mejor de los casos para una dieta vegana.

Junto con la emisión de GEI y el uso de la tierra, existe un tercer factor que sitúa a la
alimentación humana actual como un enorme obstáculo para el cumplimiento de los ODS, y es
que la producción alimentaria, es también responsable del uso de más del 70% del agua dulce
del planeta86. Las dietas vegetarianas podrían suponer una enorme reducción en el uso de
agua, que según los autores podría ir desde un 50% 78, hasta un 70%86 o 75%79.

En definitiva, la promoción de dietas veganas, vegetarianas o pro-vegetarianas, puede ser


una herramienta de gran eficacia de cara a la consecución de los ODS: reducción de mortalidad
y morbilidad asociada a ENTs, recuperación y protección de ecosistemas marinos y terrestres,
disponibilidad de agua potable, lucha contra el cambio climático o reducción de la amenaza

27
zoonótica89 que tanta preocupación mundial ha despertado a consecuencia de la crisis mundial
de la COVID-1973.

9. Conclusiones

- Tanto la mortalidad general como la incidencia de cáncer son menores en la población


vegetariana occidental que en la población omnívora. El descenso en la mortalidad por
enfermedad isquémica cardíaca, así como el menor riesgo de incidencia de cáncer por todas las
causas, goza de una evidencia sólida. La mortalidad por otras causas concretas (como la
mortalidad por enfermedad cerebrovascular), y la incidencia de determinados tipos de cáncer
(del tracto respiratorio, gastrointestinales, etc.) requieren de más investigación para esclarecer
su relación con la dieta vegetariana.

- La evidencia que asocia la dieta vegetariana occidental con mejores perfiles de riesgo
cardiometabólico es sólida. Los vegetarianos occidentales tienen menor IMC, menor CC, y son
menos propensos a desarrollar hipertensión, dislipidemia, resistencia a la insulina o diabetes
tipo 2.

- Los factores que confieren a la dieta vegetariana un carácter protector frente a las ENTs
son principalmente la exclusión de carnes rojas y carnes procesadas, y un alto consumo de
frutas y verduras. El papel que desempeñan cada uno de los componentes de esta dieta no se
conocen con claridad. Se precisan más investigaciones. Algunas deficiencias de
micronutrientes, muy frecuentes en las dietas vegetarianas podrían contrarrestar sus efectos
beneficiosos.

- Las dietas vegetarianas, y en especial las veganas, pueden contribuir, además de a reducir
la carga global de enfermedad (mortalidad y morbilidad) al cumplimiento de muchos otros ODS
de la ONU (combatir el cambio climático, recuperar ecosistemas marinos y terrestres,
aumentar la disponibilidad de agua potable, reducir el hambre en el mundo, etc.) por ser el
patrón dietético con un menor impacto medioambiental.

10. Limitaciones

Algunas limitaciones han sido identificadas en este trabajo. En primer lugar, sólo se han
tenido en cuenta aquellas publicaciones de libre disposición, cabiendo la posibilidad de que
estudios a los que no se ha tenido acceso ofreciesen resultados divergentes. En segundo lugar,
a la hora de establecer el carácter saludable de los patrones dietéticos vegetarianos
únicamente se ha prestado atención a su asociación con la mortalidad y prevalencia causada
por las principales ENTs y sus factores de riesgo. Es posible que, en la prevalencia de patologías
que supongan una menor proporción de la carga de enfermedad global, patrones dietéticos
vegetarianos y no vegetarianos, muestren resultados diferentes. Por último, la falta de
experiencia previa en materia de investigación del autor de este trabajo, debe ser señalada
como una limitación.

28
11. Futuras líneas de investigación

Pese a que la asociación de los patrones dietéticos vegetarianos con una menor prevalencia
de ENTs y su eficacia para prevenir el riesgo cardiovascular y metabólico, goza de una sólida
evidencia científica, los factores y componentes de éstos que les confieren sus beneficios
siguen sin estar claros. Se precisan nuevas investigaciones en esta dirección, con estudios
observacionales y ensayos clínicos que comparen patrones dietéticos vegetarianos entre sí; en
los que dichos patrones no estén definidos principalmente conforme a la exclusión de más o
menos alimentos de origen animal (V, LOV, PV, etc.), sino en base a su contenido proporcional
de macronutrientes (ácidos grasos, proteínas, carbohidratos y almidones), micronutrientes
(con atención especial a la B12 y aquellos en los que las dietas vegetarianas suelen ser más
deficientes) y grupos de alimentos (legumbres, frutas, verduras, carbohidratos refinados e
integrales, etc).

29
ACRÓNIMOS:

AHS Adventist Health Study


AHS2 Adventist Health Study 2
CC Circunferencia de cintura
COS Cohorts observational study
CT Colesterol total
CTrial Clinical trial
DALYs Disability-Adjusted Life Year
DBP Diastolic Blood Pressure
ECV Enfermedad cardiovascular
ENTs Enfermedades no transmisibles
EPIC European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition
FGF21 Factor de crecimiento de fibroblastos 21
HDL High-density lipoprotein cholesterol
HFS The Health Food Shoppers Study
ICC Índice cintura-cadera
IMC Índice de masa corporal
LDL Low-density lipoprotein cholesterol
LOV Lactoovovegetariano
LV Lactovegetariano
NLCS-MIC Netherlands Cohort Study - Meat Investigation Cohort
NR No reported
O Omnívoro
ODS Objetivos de Desarrollo Sostenible
OV Ovovegetariano
OS Observational study
OVS Oxford Vegetarian Study
PV Pescovegetariano
RR Relative risk
RCT Randomized control trial
SBP Systolic Blood Pressure
SV Semivegetariano
TS Transversal study
TG Triglicéridos
UKWCS United Kingdom Women's Cohort Study
V Vegetariano

30
12. Bibliografía

31
1 Mayoral JM, Aragonés N, Godoy P, Sierra MJ, Cano R, González F, et al. Las enfermedades crónicas como prioridad de
la vigilancia de la salud pública en España. Gac Sanit. 2016;30(2);154-157. Disponible en:
http://scielo.isciii.es/pdf/gs/v30n2/especial.pdf

2 WHO [Internet]. Noncommunicable diseases [editado 1 Jun 2018; consultado 3 abr 2020]. Disponible en:
https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/noncommunicable-diseases

3 WHO. Noncommunicable diseases country profiles 2018. [Internet]. Geneva: World Health Organization; 2018.
Disponible en:
https://www.who.int/nmh/publications/ncd-profiles-2018/en/

4 WHO Regional Office for Europe. Prevention and control of noncommunicable diseases in the European Region: a
progress report [Internet]. Copenhagen: Regional Office for Europe. WHO;2014. Disponible en:
http://www.euro.who.int/__data/assets/pdf_file/0004/235975/Prevention-and-control-of-noncommunicable-
diseases-in-the-European-Region-A-progress-report-Eng.pdf?ua=1

5 WHO Regional Office for Europe [Internet]. Noncommunicable Diseases [consultado 3 abr 2020]. Disponible en:
http://www.euro.who.int/en/health-topics/noncommunicable-diseases/noncommunicable-diseases

6 OPS. PAHO, OMS. Enfermedades no transmisibles en la Región de las Américas: hechos y cifras. [Internet].
Washington: Organización Panamericana de la Salud;2019. Disponible en:
https://iris.paho.org/handle/10665.2/51482

7 OPS. Las ENT de un vistazo: Mortalidad de las enfermedades no transmisibles y prevalencia de sus factores de riesgo
en la Región de las Américas [Internet]. Washington: Organización Panamericana de la Salud;2019. Disponible en:
https://iris.paho.org/handle/10665.2/51752

8 WHO Regional Office for Europe. Fact sheets on sustainable development goals: health targets. Noncommunicable
Diseases [Internet]. Copenaghen: WHO Regional Office for Europe. WHO;2017. Disponible en:
http://www.euro.who.int/__data/assets/pdf_file/0007/350278/Fact-sheet-SDG-NCD-FINAL-25-10-17.pdf?ua=1

9 WHO Regional Office for Europe. Vienna Declaration on Nutrition and Noncommunicable Diseases in the Context of
Health 2020. WHO Ministerial Conference on Nutrition and Noncommunicable Diseases in the Context of Health
2020 [Internet]. Copenhagen: WHO Regional Office for Europe;2013. Disponible en:
http://www.euro.who.int/__data/assets/pdf_file/0003/234381/Vienna-Declaration-on-Nutrition-and-
Noncommunicable-Diseases-in-the-Context-of-Health-2020-Eng.pdf?ua=1

10 GBD 2015 Risk Factors Collaborators. Global, regional, and national comparative risk assessment of 79 behavioural,
environmental and occupational, and metabolic risks or clusters of risks, 1990–2015: a systematic analysis for the
Global Burden of Disease Study 2015. Lancet, 2016; 388(10053):1659-1724. Disponible en:
https://www.thelancet.com/action/showPdf?pii=S0140-6736%2816%2931679-8

11 AECOSAN. Prevalencia de sobrepeso y obesidad en España en el informe “The heavy burden of obesity” (OCDE
2019) y en otras fuentes de datos. [Internet]. España;2019. Disponible en:
http://www.aecosan.msssi.gob.es/AECOSAN/docs/documentos/nutricion/observatorio/Resumen_resultados_informe
_OCD-NAOS.pdf

12 Kahleova H, Salas-Salvadó J, Rahelić D, Kendall CW, Rembert E, Sievenpiper JL. Dietary Patterns and Cardiometabolic
Outcomes in Diabetes: A Summary of Systematic Reviews and Meta-Analyses. Nutrients. 2019;11(9). Available from:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/31540227

13 CDC [Internet]. Zoonotic Diseases [editado 14 Jul 2017; consultado 3 abr 2020]. Disponible en:
https://www.cdc.gov/onehealth/basics/zoonotic-diseases.html

14 Downs SM, Fanzo J. Is a Cardio-Protective Diet Sustainable? A Review of the Synergies and Tensions Between Foods
That Promote the Health of the Heart and the Planet. Curr Nutr Rep. 2015;4(4):313-322. Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/?term=Is+a+Cardio-Protective+Diet+Sustainable
%3F+A+Review+of+the+Synergies+and+Tensions+Between+Foods+That+Promote+the+Health+of+the+Heart+and+th
e+Planet

15 Sáez-Almendros S, Obrador B, Bach-Faig A, Serra-Majem L. Environmental footprints of Mediterranean versus


Western dietary patterns: beyond the health benefits of the Mediterranean diet. Environ Health.
2013;12:118.Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/?
term=Environmental+footprints+of+Mediterranean+versus+Western+dietary+patterns
%3A+beyond+the+health+benefits+of+the+Mediterranean+diet

16 Fraser GE. Associations between diet and cancer, ischemic heart disease, and all-cause mortality in non-Hispanic
white California Seventh-day Adventists. Am J Clin Nutr. 1999 Sep;70(3 Suppl):532S-538S. Disponible en:
https://academic.oup.com/ajcn/article/70/3/532s/4714987

17 Beilin LJ, Armstrong BK, Margetts BM, Rouse IL, Vandongen R. Vegetarian diet and blood pressure. Nephron.
1987;47 Suppl 1:37-41. Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/3696348

18 Burr ML, Butland BK. Heart disease in British vegetarians. Am J Clin Nutr. 1988;48(3 Suppl):830-2.
Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/3414590

19 Dwyer JT. Health aspects of vegetarian diets. Am J Clin Nutr. 1988;48(3 Suppl):712-38. Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/3046302

20 Key TJ, Fraser GE, Thorogood M, Appleby PN, Beral V, Reeves G et al. Mortality in vegetarians and nonvegetarians:
detailed findings from a collaborative analysis of 5 prospective studies. Am J Clin Nutr. 1999;70(3 Suppl):516S-524S.
Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/10479225

21 Key TJ, Appleby PN, Davey GK, Allen NE, Spencer EA, Travis RC. Mortality in British vegetarians: review and
preliminary results from EPIC-Oxford. Am J Clin Nutr. 2003;78(3 Suppl):533S-538S. Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/12936946

22 Chang-Claude J, Hermann S, Eilber U, Steindorf K. Lifestyle determinants and mortality in German vegetarians and
health-conscious persons: results of a 21-year follow-up. Cancer Epidemiol Biomarkers Prev. 2005;14(4):963-8.
Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/15824171

23 Key TJ, Appleby PN, Spencer EA, Travis RC, Roddam AW, Allen NE. Mortality in British vegetarians: results from the
European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition (EPIC-Oxford). Am J Clin Nutr. 2009;89(5):1613S-1619S.
Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/19297458

24 Huang T, Yang B, Zheng J, Li G, Wahlqvist M, L, Li D: Cardiovascular Disease Mortality and Cancer Incidence in
Vegetarians: A Meta-Analysis and Systematic Review. Ann Nutr Metab 2012;60:233-240. doi: 10.1159/000337301.
Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/22677895

25 Zhang Z, Wang J, Chen S, Wei Z, Li Z, Zhao S, Lu W. Comparison of vegetarian diets and omnivorous diets on plasma
level of HDL-c: a meta-analysis. PLoS One. 2014;9(3):e92609. Disponible en::
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/24671216

26 Wang F, Zheng J, Yang B, Jiang J, Fu Y, Li D. Effects of Vegetarian Diets on Blood Lipids: A Systematic Review and
Meta-Analysis of Randomized Controlled Trials. J Am Heart Assoc. 2015;4(10):e002408. Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/26508743

27 Yokoyama Y, Levin SM, Barnard ND. Association between plant-based diets and plasma lipids: a systematic review
and meta-analysis. Nutr Rev. 2017;75(9):683-698. Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/28938794

28 Benatar JR, Stewart RAH. Cardiometabolic risk factors in vegans; A meta-analysis of observational studies. PLoS
One. 2018;13(12):e0209086. Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/30571724

29 Orlich MJ, Singh PN, Sabaté J, Jaceldo-Siegl K, Fan J, Knutsen S, et al. Vegetarian dietary patterns and mortality in
Adventist Health Study 2. JAMA Intern Med. 2013;173(13):1230-8. Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/23836264

30 Orlich MJ, Fraser GE. Vegetarian diets in the Adventist Health Study 2: a review of initial published findings. Am J
Clin Nutr. 2014;100 Suppl 1:353S-8S. Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/24898223

31 Orlich MJ, Singh PN, Sabaté J, Fan J, Sveen L, Bennett H, et al. Vegetarian dietary patterns and the risk of colorectal
cancers. JAMA Intern Med. 2015;175(5):767-76. Disponible en:
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/25751512/

32 Tantamango-Bartley Y, Knutsen SF, Knutsen R, Jacobsen BK, Fan J, Beeson WL, et al. Are strict vegetarians protected
against prostate cancer? Am J Clin Nutr. 2016;103(1):153-60. Disponible en:
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/26561618/

33 Penniecook-Sawyers JA, Jaceldo-Siegl K, Fan J, Beeson L, Knutsen S, Herring P, et al. Vegetarian dietary patterns and
the risk of breast cancer in a low-risk population. Br J Nutr. 2016;115(10):1790-7. Disponible en:
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/26987270/

34 Le LT, Sabaté J. Beyond meatless, the health effects of vegan diets: findings from the Adventist cohorts. Nutrients.
2014;6(6):2131-47. Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/24871675

35 Appleby PN, Crowe FL, Bradbury KE, Travis RC, Key TJ. Mortality in vegetarians and comparable nonvegetarians in
the United Kingdom. Am J Clin Nutr. 2016;103(1):218-30. Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/26657045

36 Key TJ, Appleby PN, Crowe FL, Bradbury KE, Schmidt JA, Travis RC. Cancer in British vegetarians: updated analyses of
4998 incident cancers in a cohort of 32,491 meat eaters, 8612 fish eaters, 18,298 vegetarians, and 2246 vegans. Am J
Clin Nutr. 2014;100 Suppl 1:378S-85S. Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/24898235
37 Martínez-González MA, Vázquez-Ruiz Z. Patrón de dieta pro-vegetariana y mortalidad general. Rev chil nutr.
2014;41(4). Disponible en:
https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-75182014000400004&lang=es

38 Burkert NT, Muckenhuber J, Großschädl F, Rásky E, Freidl W. Nutrition and health - the association between eating
behavior and various health parameters: a matched sample study. PLoS One. 2014;9(2):e88278. Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3917888/

39 Gilsing AM, Schouten LJ, Goldbohm RA, Dagnelie PC, van den Brandt PA, Weijenberg MP. Vegetarianism, low meat
consumption and the risk of colorectal cancer in a population based cohort study. Sci Rep. 2015;5:13484. Disponible
en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/26316135

40 Quiles L, Portolés O, Sorlí JV, Corella D. Efectos a corto plazo en el perfil lipídico y la glucemia de una dieta
vegetariana baja en grasa [short term effects on lipid profile and glycaemia of a low-fat vegetarian diet]. Nutr Hosp.
2015;32(1):156-164. Published 2015 Jul 1. doi:10.3305/nh.2015.32.1.8892. Disponible en:
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4547442

41 Matsumoto S, Beeson WL, Shavlik DJ, Siapco G, Jaceldo-Siegl K, Fraser G, et al. Association between vegetarian
diets and cardiovascular risk factors in non-Hispanic white participants of the Adventist Health Study-2. J Nutr Sci.
2019;8:e6. Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/30828449

42 Quiles L, Portolés O, Sorlí JV, Corella D. Short term effects on lipid profile and glycaemia of a low-fat vegetarian diet.
Nutr Hosp. 2015;32(1):156-64. Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/26262711

43 Keene D, Price C, Shun-Shin MJ, Francis DP. Effect on cardiovascular risk of high density lipoprotein targeted drug
treatments niacin, fibrates, and CETP inhibitors: meta-analysis of randomised controlled trials including 117,411
patients. BMJ. 2014;349:g4379. Published 2014 Jul 18. doi:10.1136/bmj.g4379. Disponible en:
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/25038074/

44 Baker RA, Forbes RA. Non-HDL Cholesterol: A New Endpoint in Cardio-Metabolic Health Monitoring. Prim Care
Companion J Clin Psychiatry. 2010;12(5):PCC.09l00940. doi: 10.4088/PCC.09l00940yel. PMID: 21274366; PMCID:
PMC3025988. Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3025988/

45 Brunner FJ, Waldeyer C, Ojeda F, Salomaa V, Kee F, Sans S, et al. Application of non-HDL cholesterol for population-
based cardiovascular risk stratification: results from the Multinational Cardiovascular Risk Consortium. Lancet 2019;
394: 2173–83. Disponible en:
https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(19)32519-X/fulltext

46 Ley SH, Harris SB, Connelly PW, Mamakeesick M, Gittelsohn J, Wolever TM et al. Utility of non-high-density
lipoprotein cholesterol in assessing incident type 2 diabetes risk. Diabetes Obes Metab. 2012;14(9):821-825.
Disponible en:
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/22510237/

47 Virani SS. Non-HDL cholesterol as a metric of good quality of care: opportunities and challenges. Tex Heart Inst J.
2011;38(2):160-2. PMID: 21494527; PMCID: PMC3066801. Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3066801/
48 IARC [Internet] “Q & A on the carcinogenicity of the consumption of red meat and processed meat” (World Health
Organization). [26 Oct 2015]. Disponible en:
https://www.who.int/news-room/q-a-detail/q-a-on-the-carcinogenicity-of-the-consumption-of-red-meat-and-
processed-meat

49 Rada-Fernandez D, Evans CEL2, Jones P, Greenwood DC, Hancock N, Cade JE. Common dietary patterns and risk of
cancers of the colon and rectum: Analysis from the United Kingdom Women's Cohort Study (UKWCS). Int J Cancer.
2018;143(4):773-781. Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/29516512

50 Rohrmann S, Overvad K, Bueno-de-Mesquita HB, Jakobsen MU, Egeberg R, Tjønneland A, et al. Meat consumption
and mortality--results from the European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition. BMC Med. 2013;11:63.
Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/23497300

51 Clarys P, Deliens T, Huybrechts I, Deriemaeker P, Vanaelst B, De Keyzer W, et al. Comparison of nutritional quality of
the vegan, vegetarian, semi-vegetarian, pesco-vegetarian and omnivorous diet. Nutrients. 2014 Mar 24;6(3):1318-32.
doi: 10.3390/nu6031318. PMID: 24667136; PMCID: PMC3967195. Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3967195/

52 Tantamango-Bartley Y, Jaceldo-Siegl K, Fan J, Fraser G. Vegetarian diets and the incidence of cancer in a low-risk
population. Cancer Epidemiol Biomarkers Prev. 2013;22(2):286-94. Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/23169929

53 Sabaté J, Wien M. A perspective on vegetarian dietary patterns and risk of metabolic syndrome. Br J Nutr. 2015;113
Suppl 2:S136-43. Disponible en:
https://www.cambridge.org/core/services/aop-cambridge-
core/content/view/590B63B52A149CB11FBF9C901499DCED/S0007114514004139a.pdf/perspective_on_vegetarian
_dietary_patterns_and_risk_of_metabolic_syndrome.pdf

54 Ryan-Harshman M, Aldoori W. Vitamin B12 and health. Can Fam Physician. 2008 Apr;54(4):536-41. PMID:
18411381; PMCID: PMC2294088. Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2294088/

55 Kannan R, Ng MJ. Cutaneous lesions and vitamin B12 deficiency: an often-forgotten link. Can Fam Physician. 2008
Apr;54(4):529-32. PMID: 18413300; PMCID: PMC2294086. Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2294086/

56 McNulty H, Pentieva K, Hoey L, Ward M. Homocysteine, B-vitamins and CVD. Proc Nutr Soc. 2008;67(2):232-237.
Disponible en:
https://www.cambridge.org/core/journals/proceedings-of-the-nutrition-society/article/homocysteine-bvitamins-and-
cvd/F700091605BA50CED08262A52DB8CC8F

57 Pawlak R. Is vitamin B12 deficiency a risk factor for cardiovascular disease in vegetarians?. Am J Prev Med.
2015;48(6):e11-e26. doi:10.1016/j.amepre.2015.02.009. Disponible en:
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/25998928/

58 Banerjee DK, Chatterjea JB. Serum vitamin B12 in vegetarians. Br Med J. 1960;2(5204):992-994.
doi:10.1136/bmj.2.5204.992. Disponible en:
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/13796384/
59 Armstrong BK, Davis RE, Nicol DJ, van Merwyk AJ, Larwood CJ. Hematological, vitamin B 12, and folate studies on
Seventh-day Adventist vegetarians. Am J Clin Nutr. 1974;27(7):712-718. doi:10.1093/ajcn/27.7.712. Disponible en:
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/4424826/

60 Rizzo G, Laganà AS, Rapisarda AM, La Ferrera GM, Buscema M, Rossetti P, et al. Vitamin B12 among Vegetarians:
Status, Assessment and Supplementation. Nutrients. 2016 Nov 29;8(12):767. Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5188422/

61 Kahleova H, Hlozkova A, Fleeman R, Fletcher K, Holubkov R, Barnard ND. Fat Quantity and Quality, as Part of a Low-
Fat, Vegan Diet, Are Associated with Changes in Body Composition, Insulin Resistance, and Insulin Secretion. A 16-
Week Randomized Controlled Trial. Nutrients. 2019;11(3). Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/30871233

62 McDougall J, Thomas LE, McDougall C, Moloney G, Saul B, Finnell JS, et al. Effects of 7 days on an ad libitum low-fat
vegan diet: the McDougall Program cohort. Nutr J. 2014;13:99. Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/25311617

63 Dehghan M, Mente A, Zhang X, et al. Associations of fats and carbohydrate intake with cardiovascular disease and
mortality in 18 countries from five continents (PURE): a prospective cohort study. Lancet. 2017;390(10107):2050-
2062. Disponible en:
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28864332/

64 Siri-Tarino PW, Sun Q, Hu FB, Krauss RM. Meta-analysis of prospective cohort studies evaluating the association of
saturated fat with cardiovascular disease. Am J Clin Nutr. 2010 Mar;91(3):535-46. doi: 10.3945/ajcn.2009.27725.
Disponible en:
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/20071648/

65 Micha R, Mozaffarian D. Saturated fat and cardiometabolic risk factors, coronary heart disease, stroke, and
diabetes: a fresh look at the evidence. Lipids. 2010;45(10):893-905. doi:10.1007/s11745-010-3393-4. Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2950931/

66 Campbell EK, Fidahusain M, Campbell TM. Evaluation of an Eight-Week Whole-Food Plant-Based Lifestyle
Modification Program. Nutrients. 2019; 11(9): 2068. Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6770132/

67 McCarty MF. GCN2 and FGF21 are likely mediators of the protection from cancer, autoimmunity, obesity, and
diabetes afforded by vegan diets. Med Hypotheses. 2014;83(3):365-71. Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/25015767

68 Medawar E, Huhn S, Villringer A, Veronica Witte A. The effects of plant-based diets on the body and the brain: a
systematic review. Transl Psychiatry. 2019;9(1):226. Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/31515473

69 Icaza-Chávez ME. Microbiota intestinal en la salud y la enfermedad. Rev Gastr Méx.2013;78(4):240---248.


Disponible en:
https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0375090613001468

70 Machado MV, Cortez-Pinto H. Diet, Microbiota, Obesity, and NAFLD: A Dangerous Quartet. Int J Mol Sci.
2016;17(4):481. Published 2016 Apr 1. doi:10.3390/ijms17040481. Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4848937/
71 Meng C, Bai C, Brown TD, Hood LE, Tian Q. Human Gut Microbiota and Gastrointestinal Cancer. Genomics
Proteomics Bioinformatics. 2018;16(1):33-49. doi:10.1016/j.gpb.2017.06.002. Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6000254/

72 Tomova A, Bukovsky I, Rembert E, et al. The Effects of Vegetarian and Vegan Diets on Gut Microbiota. Front Nutr.
2019;6:47. Published 2019 Apr 17. doi:10.3389/fnut.2019.00047. Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6478664/

73 ONU [Internet]. Objetivos de Desarrollo Sostenible [consultado 11 jun 2020]. Disponible en:
https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/objetivos-de-desarrollo-sostenible/

74 Joyce A, Dixon S, Comfort J, Hallett J. Reducing the environmental impact of dietary choice: perspectives from a
behavioural and social change approach. J Environ Public Health. 2012;2012:978672. doi:10.1155/2012/978672.
Disponible en:
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/22754580/

75 Soret S, Mejia A, Batech M, Jaceldo-Siegl K, Harwatt H, Sabaté J. Climate change mitigation and health effects of
varied dietary patterns in real-life settings throughout North America. Am J Clin Nutr. 2014;100 Suppl 1:490S-5S.
doi:10.3945/ajcn.113.071589. Disponible en:
https://academic.oup.com/ajcn/article/100/suppl_1/490S/4576703

76 World Resource Institute. Creating a sustainable food future: a menu of solutions to sustainably feed more than 9
billion people by 2050. Washington, DC 2014. Disponible en:
https://www.researchgate.net/publication/280755107_Creating_a_sustainable_food_future_A_menu_of_solutions_t
o_sustainably_feed_more_than_9_billion_people_by_2050_World_resources_report_2013-14_interim_findings

77 Baroni L, Cenci L, Tettamanti M, Berati M. Evaluating the environmental impact of various dietary patterns
combined with different food production systems. Eur J Clin Nutr. 2007;61(2):279-286. doi:10.1038/sj.ejcn.1602522.
Disponible en:
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/17035955/

78 Aleksandrowicz L, Green R, Joy EJ, Smith P, Haines A. The Impacts of Dietary Change on Greenhouse Gas Emissions,
Land Use, Water Use, and Health: A Systematic Review. PLoS One. 2016;11(11):e0165797. Published 2016 Nov 3.
doi:10.1371/journal.pone.0165797. Disponible en:
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/27812156/

79 Goldstein B, Moses R, Sammons N, Birkved M. Potential to curb the environmental burdens of American beef
consumption using a novel plant-based beef substitute. PLoS One. 2017;12(12):e0189029. Published 2017 Dec 6.
doi:10.1371/journal.pone.0189029. Disponible en:
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29211775/

80Foley JA, Ramankutty N, Brauman KA, et al. Solutions for a cultivated planet. Nature. 2011;478(7369):337-342.
Published 2011 Oct 12. doi:10.1038/nature10452. Disponible en:
https://doi.org/10.1038/nature10452

81 ONU [Internet]. ¿Cuánto le cuesta una hamburguesa al medio ambiente? [editado 8 nov 2018; consultado 13 jun
2020]. Disponible en:
https://news.un.org/es/story/2018/11/1445211

82 Hosonuma N, Herold M, De Sy V, De Fries RS, Brockhaus M, Verchot et al. An assessment of deforestation and
forest degradation drivers in developing countries. 2012 Environ. Res. Lett. 7, 044009. Disponible en:
https://iopscience.iop.org/article/10.1088/1748-9326/7/4/044009/meta

83De Sy V, Herold M, Achard F, Beuchle R, Clevers J, Lindquist E et al. Land use patterns and related carbon losses
following deforestation in South America. Environ. Res. Lett. 2015, 10, 124004. Disponible en:
https://www.cifor.org/knowledge/publication/5892/

84 Grasser J, Aide TM, Grau HR, Ricardo H, Ramankutty N. Cropland / pastureland dynamics and the slowdown of
deforestation in Latin America; IOP Publishing; Environmental Research Letters; 10; 3; 4-2015 Disponible en:
https://ri.conicet.gov.ar/handle/11336/77339

85 World Resource Institute [Internet]. Creating a sustainable food future: a menu of solutions to sustainably feed
more than 9 billion people by 2050. Washington, DC 2014. Disponible en:
https://wrr-food.wri.org/

86 Whitmee S, Haines A, Beyrer C, et al. Safeguarding human health in the Anthropocene epoch: report of The
Rockefeller Foundation-Lancet Commission on planetary health [published correction appears in Lancet. 2015 Nov
14;386(10007):1944]. Lancet. 2015;386(10007):1973-2028. doi:10.1016/S0140-6736(15)60901-1. Disponible en:
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/26188744/

87 Godfray HCJ, Aveyard P, Garnett T, et al. Meat consumption, health, and the environment. Science.
2018;361(6399):eaam5324. doi:10.1126/science.aam5324. Disponible en:
https://science.sciencemag.org/content/sci/361/6399/eaam5324.full.pdf

88 Hallström E, Carlsson-Kanyama A, Börjesson P. Environmental impact of dietary change: a systematic review. J Clean
Prod. 2015;91:1–11. Disponible en:
https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0959652614012931

89 McMichael AJ, Powles JW, Butler CD, Uauy R. Food, livestock production, energy, climate change, and health.
Lancet. 2007;370(9594):1253-1263. doi:10.1016/S0140-6736(07)61256-2. Disponible en:
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/17868818/

También podría gustarte