Psazyun TFM0620 Memoria
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Vegetarianos Occidentales:
Relación entre la Dieta
Vegetariana, las Enfermedades
No Transmisibles y sus
Factores de Riesgo.
- Revisión bibliográfica -
Trabajo Final de Máster en Nutrición y Salud
Autor: Pablo Saz Yunquera
Directora: Violeida Sánchez Socarrás
1. Resumen / Abstract..............................................................................................................2
2. Introducción.........................................................................................................................4
3. Objetivos..............................................................................................................................9
4. Preguntas investigables........................................................................................................9
5. Metodología.......................................................................................................................10
6. Resultados..........................................................................................................................11
7. Tablas.................................................................................................................................14
8. Discusión............................................................................................................................19
9. Conclusiones......................................................................................................................28
10. Limitaciones.......................................................................................................................28
12. Bibliografía.........................................................................................................................31
1
1. Resumen / Abstract
Numerosos estudios han sugerido que las personas que siguen patrones dietéticos
vegetarianos tienen índices de mortalidad más bajos y menor prevalencia de ENTs. El objetivo
de esta revisión fue recoger la evidencia investigativa acumulada en la última década sobre la
salud de los vegetarianos occidentales. Para ello se buscaron metaanálisis que comparasen la
salud (ENTs y factores de riesgo) de la población vegetariana occidental con la de la población
no vegetariana. Se hallaron 5 metaanálisis: 1 sobre mortalidad y cáncer, y 4 sobre factores de
riesgo cardiometabólico. Tras analizar los resultados y compararlos con otras investigaciones se
concluyó lo siguiente:
La evidencia que asocia la dieta vegetariana occidental con mejores perfiles de riesgo
cardiometabólico es sólida. Los vegetarianos occidentales tienen menos sobrepeso y son
menos propensos a desarrollar hipertensión, dislipidemia, resistencia a la insulina o diabetes
tipo 2. Los factores que confieren a la dieta vegetariana un carácter protector deben seguir
investigándose, aunque la ausencia de carnes rojas y procesadas, y una dieta rica en vegetales
son determinantes.
2
Non-communicable chronic diseases (NCDs) and their risk factors (dyslipidemia, overweight,
insulin resistance, etc.) constitute the main cause of mortality and morbidity in the world,
reaching its highest proportion in the developed world. In the US, NCDs cause 88% of total
deaths and in Spain, 91%. Approximately two thirds of the total are caused by the four main
NCDs: cardiovascular disease, cancer, respiratory disease, and diabetes mellitus. The etiology of
these diseases is complex and multifactorial, but unhealthy lifestyle habits in general and poor
diet in particular play a determining role. This fact indicates that a change in the dietary
pattern could lead to a substantial reduction in the global disease burden, saving millions of
lives each year and improving the lives of a large part of the population.
Numerous studies have suggested that people who follow vegetarian dietary patterns have
lower death rates and a lower prevalence of NCDs. The objective of this review was to collect
the research evidence accumulated in the last decade on the health of western vegetarians. For
this, meta-analyzes were sought that compared the health (NCDs and risk factors) of the
western vegetarian population with that of the non-vegetarian population. Five meta-analyzes
were found: 1 on mortality and cancer, and 4 on cardiometabolic risk factors. After analyzing
the results and comparing them with other investigations, the following was concluded:
Both overall mortality and cancer incidence are lower in the western vegetarian population
than in the omnivorous population. More research is required to clarify the relationship of the
vegetarian diet with some specific causes of death and certain types of cancer.
The evidence associating the western vegetarian diet with better cardiometabolic risk
profiles is solid. Western vegetarians are less overweight and less likely to develop
hypertension, dyslipidemia, insulin resistance, or type 2 diabetes. Factors that give the
vegetarian diet a protective character should continue to be investigated, although the absence
of red and processed meats, and a diet rich in vegetables are decisive.
In addition to reducing the global burden of disease (mortality and morbidity), vegetarian
diets, and especially vegan diets, can contribute to the fulfillment of many other UN
Sustainable Development Goals by being the dietary pattern with the least environmental
impact.
3
2. Introducción
Hasta mediados del siglo XX las enfermedades infecciosas constituían la primera causa de
mortalidad global, y la vigilancia epidemiológica se definía entorno a ellas. En la segunda mitad
de siglo se produjo un brusco cambio de escenario y las enfermedades no transmisibles (ENTs)
pasaron a ocupar el papel central.1
Según la OMS, las ENTs causan actualmente un total de 41 millones de muertes al año,
suponiendo el 71% de las muertes globales. De éstas, 38 millones (80 % de las muertes totales)
son atribuibles a las cuatro principales ENTs: enfermedad cardiovascular (17,9 millones), cáncer
(9 millones), enfermedades respiratorias (3,9 millones) y diabetes mellitus (1,6 millones). Del
total de muertes por ENTs, se calcula que aproximadamente 15 millones (37%) fueron muertes
prematuras (30-69 años).2
Es en los países de altos ingresos donde las ENTs ocupan un porcentaje mayor de la carga
total de enfermedad3. Al contrastar los datos de las seis regiones globales de la OMS,
comprobamos que la Región Europea es la más afectada por el impacto y el crecimiento
continuo de las ENTs. Las cuatro principales ENTs (junto con la siguiente ENT en orden de
mortalidad que son los trastornos mentales) representan el 86% de las muertes totales y el
77% de la carga de la enfermedad en la Región 4, 5. En la Región de las Américas de la OMS la
mortalidad total por ENTs representa un 80% 6 (28,1% enfermedad cardiovascular, 19,6%
cáncer, 7,2% enfermedad respiratoria crónica, 5% diabetes y 20,8% otras ENTs) 7, con
oscilaciones muy amplias de unos países a otros, siendo mayor en los países occidentales de
Norteamérica: EE.UU. y Canadá3.
El informe Noncommunicable Diseases Country Profiles 2018 de la OMS3, ofrece datos que
nos permiten tener una visión más concreta del impacto de las ENTs en Occidente, tanto en
EEUU como en Europa como en España, que conforma nuestro contexto más inmediato:
- En EEUU las ENTs son responsables del 88% 6 de las muertes totales (30% enfermedad
cardiovascular, 22% cáncer, 9% enfermedad respiratoria crónica, 3% diabetes y 24% otras ENTs)
y la probabilidad de morir a causa de una ENTs entre los 30 y los 70 años es de un 15%.
- En Alemania las ENTs son responsables del 91% de las muertes totales (37% enfermedad
cardiovascular, 26% cáncer, 6% enfermedad respiratoria crónica, 3% diabetes y 19% otras ENTs)
y la probabilidad de morir a causa de una ENTs entre los 30 y los 70 años es de un 12%.
- En España las ENTs son responsables del 91% de las muertes totales (28% enfermedad
cardiovascular, 26% cáncer, 10% enfermedad respiratoria crónica, 2% diabetes y 24% otras
ENTs) y la probabilidad de morir a causa de una ENTs entre los 30 y los 70 años es de un 10%.
Factores de Riesgo
4
La etiología de las ENTs es compleja y multifactorial. Los principales factores de riesgo son
comunes a las principales ENTs, aunque contribuyen de manera diferente al desarrollo de cada
una de ellas, y están relacionados entre sí. La mayoría de éstos se encuentran además
fuertemente vinculados con malos hábitos de vida, y son por tanto modificables.
La Oficina Regional para Europa de la OMS calcula que al menos el 80% de todas las
enfermedades cardíacas, derrames cerebrales y diabetes, así como el 40% del cáncer podrían
prevenirse abordando los principales factores de riesgo: consumo de tabaco y alcohol, dietas
poco saludables, inactividad física, hipertensión, obesidad y factores ambientales 8.
5
dietéticos, cuya vital importancia destacaba la OMS en la Declaración de Viena 9, y contribuyen
al desarrollo de otros factores como la hipertensión, la hiperlipidemia o la hiperglucemia.
Según el informe The heavy burden of obesity 11 de la OCDE de 2019 en España un 53% de la
población adulta padece de sobrepeso u obesidad, y menos de un 50% de la población come 5
raciones de verdura y fruta al día o sigue una dieta saludable. En EEUU, la prevalencia de
sobrepeso y obesidad en adultos alcanza el 63% para las mujeres y un 73% para los hombres
con una media del 67%, superando ampliamente la media de la Región (62,5 %) 7.
Conociendo pues la fuerte relación que mantienen los principales factores de riesgo de
ENTs con la calidad de la dieta, y ante la alarmante mortalidad que éstas presentan tanto a
nivel global, como en nuestro entorno occidental (91% de la muertes anuales en España 3), la
posibilidad de diseñar estrategias y políticas de prevención, basadas en la modificación de los
patrones dietéticos insanos como la dieta occidental (western diet) se nos presenta como una
herramienta indispensable. Entre estos patrones saludables, la dieta vegetariana aparece
desde los años 70 del pasado siglo XX 1,2 hasta la actualidad12 como una de las opciones más
citadas, junto a la dieta mediterránea.
La dieta vegetariana está conformada por un heterogéneo grupo de patrones dietéticos que
suelen dividirse en tres tipos: vegetarianos estrictos (a los que generalmente se refieren como
“veganos” en la literatura científica), ovolactovegetarianos o vegetarianos, y semivegetarianos
(consumo ocasional de animales). Esta heterogeneidad puede constituir una limitación en la
investigación epidemiológica y explicar, en muchos casos, una parte de los diferentes
resultados obtenidos en diversos estudios que analizan la morbimortalidad en vegetarianos.
Las motivaciones que llevan a la población occidental a seguir una dieta vegetariana son
múltiples: creencias religiosas, consideraciones éticas hacia los animales, salud personal y
comunitaria, preocupación por las enfermedades infecciosas emergentes, que son en un 75%
zoonosis13, o protección ambiental, bien sea por la necesidad que tiene para el hombre la
sostenibilidad, bien por el valor intrínseco que se le atribuye a la Naturaleza con independencia
de los intereses humanos.
Pero sobre todas las motivaciones personales que sustentan la adherencia a los patrones
vegetarianos, hay uno en especial que posee una importancia estrictamente científica
fundamental a la hora de valorar la promoción de patrones dietéticos vegetarianos para reducir
la carga global de enfermedad frente a otros patrones dietéticos, y es el hecho de que los
alimentos de origen vegetal tengan una huella ambiental muy inferior a los productos
animales14, 15, contribuyendo de manera simultánea a dos de las principales labores que ha de
afrontar la humanidad en este siglo: la sostenibilidad y la lucha contra la elevada mortalidad de
6
las ENTs. Ambas ocupan un espacio importante en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)
de la OMS.
En 1999 se publicó un estudio 16 que analizó datos recogidos entre 1976 y 1988 de la cohorte
AHS que incluyó a 34.192 adventistas del séptimo día de California (grupo religioso en el que es
frecuente el vegetarianismo), compuesto por veganos, ovolactovegetarianos, semivegetarianos
(consumo carne < o = 1 ración / semana) y omnívoros. Los autores observaron que el riesgo de
padecer una cardiopatía isquémica era un 37% menor en vegetarianos varones en comparación
con los no vegetarianos y detectaron una asociación significativa entre esta patología y el
consumo frecuente de carne roja (> o = 3 veces / semana). Los vegetarianos también
mostraron menor riesgo de padecer diabetes mellitus, hipertensión y artritis que los no
vegetarianos, así como cáncer de pulmón, próstata, vejiga, colon y páncreas. Sin embargo,
concluyeron que, a pesar de que los vegetarianos presentaban menor riesgo de padecer una
enfermedad no transmisible que los no vegetarianos, la causa no podía ser la mera ausencia de
carne. El consumo regular de frutos secos, de frutas y verduras variadas o de legumbres, y el
menor consumo de rosquillas debía de tener también una gran influencia.
Otro artículo17, publicado en 1987, recogió la evidencia de varios ensayos clínicos (RCT)
realizados hasta la fecha, aseverando que existían pruebas convincentes de que una dieta
ovolactovegetariana conduce a una reducción de la presión arterial tanto en sujetos
normotensos como hipertensos, con independencia del sodio contenido en la dieta o de la
pérdida de peso, siendo sin embargo el efecto de la dieta, aditivo a los efectos de la reducción
de peso.
Un nuevo artículo19 publicado el mismo año en The American Journal of Clinical Nutrition,
valoró la evidencia existente sobre mortalidad y morbilidad en vegetarianos, en comparación
con la población no vegetariana. Sus autores afirmaron que la evidencia de que los
vegetarianos presentan menor riesgo de obesidad, cáncer de pulmón y alcoholismo era sólida;
algo menor la evidencia para los riesgos de hipertensión, enfermedad coronaria, diabetes tipo
II y cálculos biliares; y pobre la evidencia en el referente al cáncer de mama, cáncer de colon,
cálculos renales de calcio y osteoporosis. Subrayaron a su vez que la reducción del riesgo se
debe también a los hábitos de vida, y no sólo al patrón dietético.
7
En 1999 un análisis20 de cinco estudios prospectivos encontró que la mortalidad por
cardiopatía isquémica en diferentes patrones dietéticos vegetarianos, comparada con la
población omnívora, era un 20% menor en los semivegetarianos (consumidores ocasionales de
carne), un 34% menor en las personas que comieron pescado, pero no carne, un 34% menor en
ovolactovegetarianos y un 26% menor en veganos. Sin embargo, no se encontraron diferencias
significativas entre vegetarianos y no vegetarianos en la mortalidad por enfermedad
cerebrovascular, cáncer de estómago, cáncer colorrectal, cáncer de pulmón, cáncer de mama,
cáncer de próstata ni en todas las demás causas combinadas.
Una revisión21 analizó los resultados de las tres grandes cohortes realizadas hasta la fecha
en morbimortalidad de vegetarianos británicos (HFS, OVS y EPIC-Oxford) que incluyeron 11.000
sujetos aproximadamente cada uno de los dos primeros estudios, y cerca de 56.000 el
segundo, con datos que abarcaban desde la década de 1970 a la de 1990. La mortalidad en
vegetarianos y compradores de alimentos saludables resultó ser mucho menor que en el resto
de la población británica. Se encontró también una mortalidad menor en vegetarianos que en
no vegetarianos, aunque no resultó estadísticamente significativa.
Una nueva publicación23 del EPIC-Oxford en 2009 concluyó que la mortalidad de los
vegetarianos y no vegetarianos de este estudio era baja en comparación con las tasas
nacionales. Dentro del estudio, la diferencia de mortalidad por todas las causas no fue
significativa entre vegetarianos y omnívoros. Sin embargo, apuntaba que el tamaño del estudio
no era lo bastante grande como para excluir diferencias pequeñas y moderadas para causas
específicas de muerte, y concluía alegando: “se requiere más investigación sobre este tema”.
Esta revisión pretende recoger las principales evidencias acumuladas desde entonces, en los
diez últimos años de investigación (2010 - 2020), para clarificar el papel que las dietas
vegetarianas pueden desempeñar para combatir el mayor problema de salud occidental y
global: la mortalidad y morbilidad asociadas a las enfermedades no transmisibles y a sus
factores de riesgo.
8
3. Objetivos
Objetivo general:
Objetivos específicos:
4. Preguntas investigables
- ¿Qué causas pueden explicar las diferencias observadas entre la población vegetariana y la
población no vegetariana, en cuanto a prevalencia y mortalidad, atribuible a enfermedades no
transmisibles y a sus factores de riesgo?
9
5. Metodología
Estrategia de búsqueda:
Pubmed
Dialnet
Scielo
Cochrane
Keywords: “vegetarian diet”, “vegan diet”, “mortality”, “risk factors”, “cancer”, “diabetes
mellitus”, “heart diseases”, “cholesterol”, “obesity”, “body weight”.
Se incluyeron los artículos que cumplían todos los requisitos enumerados a continuación:
10
La población de los estudios analizados pertenecía principalmente a Europa o EEUU u
ofrecía resultados divididos en subgrupos por continentes u origen.
Alguno de los patrones dietéticos analizados era una dieta diseñada específicamente
para el tratamiento de una enfermedad.
Estudios seleccionados:
Se hallaron 5 metaanálisis que cumplían los requisitos de inclusión 24, 25, 26, 27 y 28. Sus
características se resumen en la Tabla 1. Un solo metaanálisis tenía como objetivo cuantificar la
incidencia de cáncer y la mortalidad de la población vegetariana en comparación con la
población omnívora24. Cuatro analizaban la relación entre ambos patrones dietéticos y
diferentes factores de riesgo para dilucidar en qué medida la dieta vegetariana podría tener un
carácter protector 25, 26, 27 y 28. Los cuatro analizan los valores de distintos lípidos sanguíneos
(HDL, LDL, TG, non-HDL o CT), aunque no todos analizan los mismos y, de hecho, hay un
metaanálisis que analiza exclusivamente los valores de HDL 25. A parte de la dislipidemia, otros
factores de riesgo fueron también contemplados en uno de los metaanálisis 28: el IMC, la
circunferencia de cintura, la tensión sistólica y diastólica, y la glucosa en ayunas.
Tres metaanálisis fueron realizados a partir de estudios observacionales 24, 25 y 28, uno de
estudios controlados aleatorizados26, y otro27 empleó para su análisis estudios observacionales
y de intervención, reportando los resultados por separado.
En conjunto, estos cinco metaanálisis recogen los resultados acumulados en las cohortes
más grandes (OVS, EPIC-Oxford, HFS, AHS o AHS2) y en la mayoría de ensayos clínicos
realizados en la historia sobre la temática objeto de esta revisión, abarcando desde la década
de los años 60 hasta la actualidad.
11
6. Resultados
Según concluyeron Huang T. et al. (2012)24 tras analizar los resultados de seis grandes
cohortes occidentales y una japonesa, que incluyeron a un total a 124.706 participantes desde
los años 70 hasta la actualidad, la población vegetariana, en comparación con la omnívora,
tuvo un 18% menos de probabilidad de sufrir cáncer (0,82; 95% CI, 0,67 – 0,97), un 16% menos
de probabilidad de morir por enfermedad circulatoria (0,84; 95% CI, 0,54 – 1,14), un 29%
menos de mortalidad por enfermedad isquémica del corazón (0,71; 95% CI, 0,56 – 0,87) y un
12% menos de probabilidad de muerte por enfermedad cerebrovascular (0,88; 95% CI, 0,70 –
1,06). La mortalidad por todas las causas resultó ser un 9% menor en los vegetarianos que en
los omnívoros (0,91; 95% CI, 0,66 – 1,16).
Factores de riesgo
Benatar et al. (2018) afirman en su metaanálisis Cardimetabolic risk factors in vegans28, que
la dieta vegana se asoció a un perfil cardiometabólico más saludable que la dieta omnívora,
tanto en la población occidental como en la de Sudamérica. No en cambio para Taiwan. Se
detectó una fuerte heterogeneidad. El IMC (-1,92 kg/m2; 95% CI, -2,52 a -1,32) y la CC (-4,93
cm; 95% CI, -7,70 a -2,16) fueron menores en los vegetarianos. También la glucosa en ayunas (-
0,39 mmol/l; 95% CI, -0,64 a -0,15) y la presión arterial sistólica (- 5,87 mmHg; 95% CI, -9,19 a
-2,56) y diastólica (-3,19 mmHg; 95% CI, -5,90 a -0,48) ofrecieron valores más bajos en veganos
occidentales que en omnívoros occidentales.
Wang et al. (2015)26 llegó a conclusiones análogas en cuanto a los valores de LDL y TG en
vegetarianos y omnívoros. Los vegetarianos registraron niveles más bajos de LDL-C,
especialmente en Europa (−0,46 mmol/l; 95% CI, −1,04 a 0,11) y Australia (−0,61 mmol/l; 95%
CI, −1,11 a −0,11), y los autores no hallaron diferencias significativas en los resultados de
triglicéridos, con la excepción de los estudios hechos en Australia (0,26 mmol/l; 95% CI, 0,01 a
0,51) en los que identificaron una asociación positiva (posible factor de riesgo).
12
Sólo Yokoyama et al. (2017)27 y Wang et al. (2015) 26 compararon los niveles de colesterol
total entre vegetarianos y omnívoros. El primero encontró una diferencia en los vegetarianos
de −0,75 mmol/l (95% CI, −0,89 a −0,61) en los estudios observacionales y de −0,32 mmol/l
(95% CI,−0,46 a −0,19) en los ensayos clínicos. El segundo de −0,58 mmol/l (95% CI,−1,20 a
0,04), −0,25 mmol/l (95% CI,−0,40 a −0,09) y −0,61 mmol/l (95% CI,−1,14 a −0,08), para los
vegetarianos de Europa, EEUU y Australia respectivamente.
13
7. Tablas
Effects of
Cardiovascular Cardiometabolic Comparison of
Vegetarian Diets on
Disease Mortality Risk Factors in Association Between Plant-Based Vegetarian Diets
Blood Lipids: A
and Cancer Incidence Vegans; A Meta- Diets and Plasma Lipids: A and Omnivorous
Nombre Systematic Review
in Vegetarians: A Analysis of Systematic Review and Meta- Diets on Plasma
and Meta-Analysis
Meta-Analysis and Observational Analysis27 Level of HDL-c: A
of Randomized
Systematic Review24 Studies28 Meta-Analysis25
Controlled Trials26
Fecha 2012 20 Dic 2018 1 Sep 2017 27 Oct 2015 26 Mar 2014
Diseño de los
COS COS OS CTrial RCT COS TS
estudios analizados
48 en total
De 40, 7 reportaron
19:
Número de estudios cada sexo por
7 30 De los cuales 18 11 1 11
analizados separado y 1 reportó
fueron RCT
por separado pre y
post-menopausia
IMC
C Total
Incidencia de cáncer CC C Total C Total
HDL
SBP / DBP HDL HDL
Variables analizadas LDL HDL
Mortalidad por todas TG LDL LDL
TG
las causas LDL TG TG
No-HDL
Glucosa en ayunas
UK (15)
Taiwán (7)
EEUU (10)
EEUU (5)
Taiwan (7)
UK (3)
Finlandia (3)
Países Bajos (2)
Países Bajos (2) EEUU (13) UK (2)
Australia (2)
Países en los que se UK (3) Brasil (2) Finlandia (2) EEUU (6) Brasil (4)
Brasil (2)
han realizado los EEUU Nueva Zelanda Brasil Finlandia (2) EEUU Eslovaquia
Corea (2)
estudios analizados Alemania República Checa Suecia Suecia Australia
Alemania
y numero de Holanda Polonia Rep. Checa Rep. Checa Alemania
Rep. Checa
estudios por país Japón Eslovaquia Australia Australia Grecia
Eslovaquia
Australia China
Nueva Zelanda
Suecia
Hong Kong
Croacia
Turquía
Suiza
China
Nigeria
Patrones V (8)
V (con más de 6 V (9) V LOV
vegetarianos LOV LOV (12)
meses de LV (2) LV LV
contemplados V Varios (V, LV, LOV,
adherencia) LOV (8) LOV OV
(nº estudios) PV, y/o SV) (10)
Fechas de
publicación de los 1977 - 2011 1960 - 1980 1975 - 2015 1989 - 2014 1982 - 2013 1987 - 2013
estudios
14
Notas Tabla 1:
Abreviaturas: RR = relative risk; RCT = Randomized controlled trial, CT= clinical trial, OS =
observational study, COS = cohorts observational study, TS = transversal study, IMC = índice de
masa corporal, CC = Circunferencia cintura, C Total = Colesterol total, HDL = high-density
lipoprotein cholesterol, LDL = low-density lipoprotein cholesterol, TG = triglicéridos, SBP =
Systolic blood presure, DBP = Diastolic blood presure, V = vegano, LOV = Lactoovovegetariano,
OV = ovovegetariano, LV = lactovegetariano, PC = pescovegetariano, SV = semivegetariano, O =
omnívoro y NR = no reported
15
Tabla 2. Mortalidad e incidencia de cáncer en la población vegetariana en comparación con la
población omnívora según Huang T et. al (2012)24 (95% CI).
MORTALIDAD POR
ENFERMEDAD
CIRCULATORIA MORTALIDAD POR MORTALIDAD POR
MORTALIDAD POR ENFERMEDAD ENFERMEDAD INCIDENCIA DE
TODAS LAS CAUSAS (enfermedad isquémica ISQUÉMICA DEL CEREBROVASCULA CÁNCER
del corazón y CORAZÓN R
enfermedad
cerebrovascular)
Descenso del
9% 16% 29% 12% 18%
riesgo
Asociación
negativa
(Dieta vegetariana NO NO SÍ NO SÍ
como factor
protector)
Asociación
positiva
(Dieta vegetariana NO NO NO NO NO
como factor
de riesgo)
Nº Estudios
7 5 6 7 7
analizados
Notas Tabla 2:
16
Tabla 3. Factores de riesgo cardiovascular en patrones dietéticos vegetarianos en comparación
con un patrón dietético omnívoro (95 % IC)25, 26, 27 y 28.
Asia y
Asiáticos Europa y
Subgrupos No asiáticos OS CT Total Europa EEUU Australia América
(Taiwan) EE.UU.
latina
Nº Estudios 34 3
CC -4,93 -1,02
NR NR NR NR NR NR NR NR
(en cm) (-7,70 a -2,16) (-2,35 a 0,30)
Nº Estudios 5 5
Nº Estudios 6 7 (94%)
Nº Estudios 12 7 (82%)
Nº Estudios 12 7 (82%)
−0,75 −0,32
C Total −0,36 (−0,55 −0,58 (−1,20 −0,25 (−0,40 −0,61 (−1,14
NR NR (−0,89 a (−0,46 a NR NR
(en mmol / l) a −0,17) a 0,04) a −0,09) a −0,08)
−0,61) −0,19)
Nº Estudios NR NR 10 3 6 1
-0,30
Non-HDL-C −0,18 (−0.33 -0,46 (−1.05 −0,52 (−0.99
NR NR NR NR (-0,50 a NR NR
(en mmol / l) a −0.03) a 0.14) a −0.05)
-0,10)
Nº Estudios NR NR 8 3 4 1
−0,09 -0.10
HDL-C −0,09 (−0,11, −0,11 (−0,17 −0,09 (−0,18 −0.09 (−0.25 0,09 (−0,19 a −0.09 (−0.43
NR NR (−0,12 a (-0,14 a
(en mmol / l) −0,06) a −0,05) a −0,01) a 0.07) 0,36) a 0.25)
−0,06) -0,06)
Nº Estudios NR NR 9 4 4 1 7 6
−0,31 -0,34
LDL-C -0,60 -0,16 −0,59 (−0,72 −0.46 (−1.04 −0,20 (−0,35 −0,61 (−1,11
(−0,45 a (-0,57 a NR NR
(en mmol / l) (-0,74 a -0,47) (-0,52 a 0,20) a −0,46) a 0,11) a −0,05) a −0,11)
−0,17) -0,11)
Nº Estudios 24 7 NR NR 7 3 3 1
Nº Estudios 23 6 (82%) NR NR 11 4 6 1
17
Notas Tabla 3:
Se han identificado en color azul los resultados de aquellos marcadores que, tras comparar a la
población vegetariana con la población omnívora, no presentaron diferencias estadísticamente
significativas, en color verde los resultados que podrían convertir a la dieta vegetariana en un
factor protector, y en naranja aquellos resultados susceptibles de atribuir a la dieta vegetariana
un factor de riesgo.
Abreviaturas: RR = relative risk; CT= clinical trial, OS = observational study, COS = cohorts
observational study, IMC = índice de masa corporal, CC = Circunferencia cintura, C Total =
Colesterol total, HDL = high-density lipoprotein cholesterol, LDL = low-density lipoprotein
cholesterol, TG = triglicéridos, SBP = Systolic blood presure, DBP = Diastolic blood pressure y NR
= no reported.
18
8. Discusión
De los cinco metaanálisis analizados24, 25, 26, 27 y 28, solamente uno comparó la mortalidad e
incidencia de cáncer en vegetarianos y no vegetarianos, el realizado por Huang T. et al.
(2012)24. Pese a que, en todos los casos analizados, las dietas vegetarianas mostraron un riesgo
menor, estas diferencias sólo fueron estadísticamente significativas en la incidencia global de
cáncer y en la mortalidad por cardiopatía isquémica, pero no en la mortalidad por todas las
causas y en la mortalidad por enfermedades circulatorias y cerebrovasculares. Desde la
publicación de este metaanálisis, numerosos estudios han reforzado sus conclusiones sobre el
carácter protector de las dietas vegetarianas. De las grandes cohortes occidentales, americanas
(AMS, AHS y AHS2) y británicas (OVS, EPIC-Oxford y HFS), han sido las primeras quienes han
encontrado asociaciones más fuertes entre las dietas vegetarianas y un menor riesgo de cáncer
y mortalidad por diversas causas.
Dos estudios posteriores dentro del AHS2 confirmaron el carácter protector de los patrones
dietéticos vegetarianos frente a distintos tipos de cáncer. Según Orlich et al. (2015) 31,
comparados con los no vegetarianos, los vegetarianos (V, LOV, SV y PV) tuvieron un 22% menos
de riesgo (0,78; 95% CI, 0,64 – 0,95) de padecer cualquier tipo de cáncer colorrectal (19%
menos de cáncer de colon y 29 % menos de cáncer rectal). Tantamango-Bartley et al. (2016) 32
encontraron que las dietas veganas mostraban una asociación protectora estadísticamente
significativa contra el riesgo de cáncer de próstata, que hacía a los veganos un 35 % menos
propensos a sufrir dicho tipo de cáncer (0,65; IC 95%, 0,49 – 0,85). Un tercer estudio investigó
la relación entre las dietas vegetarianas y el cáncer de mama, pero no halló diferencias
estadísticamente significativas en comparación con la población omnívora 33.
Otra revisión, realizada en este caso sobre las tres grandes cohortes adventistas (AMS, AHS
y AHS2) informó de una disminución de la mortalidad por todas las causas del 10% al 20% en
los patrones dietéticos vegetarianos (9% LOV y 14% V) 34. La reducción del riesgo ascendía a
valores comprendidos entre un 26% y un 68% por cardiopatía isquémica, enfermedad
19
cardiovascular y enfermedad cerebrovascular y a un 48% en la mortalidad por cáncer de
mama. La reducción no fue significativa para los cánceres de estómago, colorrectal, pulmón y
próstata.
Los hombres lacto-ovo-vegetarianos observaron una reducción del 23% del riesgo de
mortalidad por ECV. En los veganos esta reducción fue del 42% en general y de un 55% en la
cardiopatía isquémica. Ambos patrones vegetarianos (LOV y V) experimentaron una modesta
reducción del 8% del riesgo de cáncer en general (0,92; IC 95%, 0,85 – 1,00), y reducciones
significativas para el cáncer de colon (50%), para el cáncer de próstata (35%) y para el cáncer
del tracto gastrointestinal (23%), en comparación con los no vegetarianos. Además, los
vegetarianos tendieron a mostrar un menor riesgo de cáncer del tracto respiratorio (0,75; IC
95%, 0,54 – 1,04). Las diferencias no resultaron significativas para otros cánceres específicos,
como el de pulmón, mama y útero. Analizando de nuevo cada patrón vegetariano por
separado, en comparación con los no vegetarianos, se comprobó que la incidencia general de
cáncer era menor para los veganos (14%) pero que, sin embargo, éstos tenían también un
riesgo mucho mayor (73%) de padecer cáncer del tracto urinario, siendo éste el único caso en
el que se observó que la dieta vegana podía suponer un factor de riesgo. Según los autores “la
reducción de riesgos en la mortalidad por todas las causas y por causas específicas fue mayor
en hombres que en mujeres”34. Concretamente, las mujeres vegetarianas (LOV y V) no
parecieron tener menor riesgo de muerte por ECV.
Appleby et al. (2016)35, tras analizar la mortalidad general por 18 causas en dos de las
cohortes británicas (OVS y EPIC-Oxford) que incluyeron a más de 60.000 participantes, no
hallaron diferencias significativas en la mortalidad general por todas las causas entre
vegetarianos y no vegetarianos, aunque sí en algunas causas concretas, como en el cáncer de
páncreas y en los cánceres del tejido linfático / hematopoyético, cuyo riesgo disminuyó en los
vegetarianos, siendo un 52% menor en el primer caso (0,48; IC 95%, 0,28 – 0,82) y un 50%
menor en el segundo (0,50; IC 95%, 0,32 – 0,79). Un ajuste del IMC no alteró sustancialmente
estas asociaciones. Estas conclusiones sobre la incidencia de cáncer en ambas cohortes
coinciden con las publicadas por Key et al. (2014)36
El definitiva, podemos afirmar que el carácter protector de las dietas vegetarianas frente al
cáncer y a la mortalidad por ENTs ha ganado consistencia a través de las evidencias acumulada
en la última década.
20
Factores de riesgo: Otras investigaciones
En concordancia con las conclusiones de los metaanálisis incluidos en esta revisión que
comparaban factores de riesgo en población vegetariana y no vegetariana 24, 25, 26, 27 y 28,
numerosos estudios han coincidido en atribuir un carácter protector a las dietas vegetarianas.
Le et al. (2014)34 hallaron que, en comparación con los no vegetarianos, las probabilidades
de desarrollar diabetes tipo 2 en los vegetarianos (LOV) de las cohortes adventistas fueron
entre un 38% y un 61% más bajas y el riesgo de padecer hipertensión resultó un 55 % menor.
También presentaron una reducción de 3 puntos en el IMC. Los riesgos fueron aún menores en
los veganos, entre un 47% y un 78% para la diabetes, un 75% para la hipertensión y 5 puntos
menos en el IMC que los no vegetarianos. Según Orlich et al. (2014) 30 las diferencias entre
vegetarianos y no vegetarianos del AHS2 fueron significativas para todos los componentes del
síndrome metabólico excepto para el HDL. Lo vegetarianos tenían niveles más favorables de
triglicéridos, presión arterial diastólica, presión arterial sistólica, circunferencia de la cintura,
IMC y glucosa. También mostraron un 66 % menos de probabilidad de tener síndrome
metabólico que los no vegetarianos. Quiles et al. (2013) 40 determinaron a través de un ensayo
clínico, que una intervención dietética lactovegetariana producía una pérdida significativa de
peso y grasa abdominal (IMC, CC e ICC), siendo más saludable que otras dietas que presentan
un mayor riesgo cetogénico y aportan menos antioxidantes.
En 2019, un estudio reciente realizado en los participantes blancos del AHS2 ofreció los
siguientes resultados41: La prevalencia de hipertensión fue un 54% menor en veganos (0,46; IC
95% 0,25 – 0,83) y un 43% menor en vegetarianos (0, 57; IC 95%, 0, 45 – 0,73). Los valores
medios ajustados de SBP, para veganos y vegetarianos respectivamente, fueron de 7,1 y 6,1
mmHg menos que para los no vegetarianos, y de 5,9 y 4,0 mmHg menos en el caso de la DBP. El
nivel de glucosa en ayunas fue de 5,24 para los no vegetarianos, frente los niveles
significativamente más bajos de veganos, con 4,77 mmol / l (P = 0,0007), y vegetarianos 5,00
mmol / l (P = 0,004). Tanto las diferencias de tensión arterial como de glucosa en ayunas, se
atenuaron, pero siguieron siendo significativas después de ajustar el IMC. La prevalencia de
obesidad entre los no vegetarianos fue de un 32,8%, mientras que en vegetarianos y veganos
fue de 11,1% y de 9,3%. También los valores medios ajustados de la circunferencia de cintura
fueron menores en vegetarianos y veganos (90,5 cm y 87,4 cm) que en los no vegetarianos
(97,6 cm). Los autores concluyeron: “El hecho de que hayamos observado asociaciones
significativas a pesar de un posible sesgo conservador podría implicar que las verdaderas
asociaciones son aún más fuertes”.
Dentro de los factores de riesgo cardiovascular, los lípidos plasmáticos requieren ser
abordados aparte. La asociación significativa de patrones dietéticos vegetarianos con niveles
favorables de CT, non-HDL y LDL ha sido coincidente en aquellos metaanálisis que los
analizaron26, 27 y 28. En cambio, la influencia de la dieta vegetariana en los niveles de triglicéridos
fue contradictoria. Yokoyama et al. (2017)27 informaron que el descenso de los TG sólo fue
estadísticamente significativo en los ensayos observacionales, no en cambio en los ensayos
clínicos. Benatar et al. (2018)28 registraron un descenso en los TG sólo en los estudios
realizados en población no asiática (occidental en su mayor parte), observando el efecto
21
opuesto en los estudios realizados en Taiwan. Por último, Wang et al. (2015) 26 no encontraron
diferencias significativas entre los niveles de TG entre vegetarianos y no vegetarianos de
Europa y EEUU. En Australia en cambio, los valores de TG resultaron significativamente más
altos en vegetarianos. En el colesterol HDL Yokoyama et al. (2017) 27 constataron un efecto
desfavorable en los patrones vegetarianos tanto en los ensayos clínicos como en los estudios
observacionales, mientras que Zhang et al. (2014)25 y Wang et al. (2015)26 no registraron
diferencias significativas entre vegetarianos y no vegetarianos.
Tanto la asociación favorable de la dieta vegetariana con los niveles de CT, non-HDL y LDL,
como la influencia más escasa de la alimentación sobre los TG y más aún sobre el HDL se han
visto reforzadas por otros estudios. Un ensayo clínico realizado en España en 2015 concluyó
que, una intervención dietética lactovegetariana baja en grasas, producía una reducción
significativa del colesterol LDL y del CT, con independencia de la pérdida de peso, y en los TG,
mediada por la pérdida de peso. La intervención también produjo una disminución en el HDL,
esperada por los autores dada la baja ingesta de grasas 42. El estudio de Matsumoto et al.
(2019)41 observó que las tasas de CT alto, non-HDL alto y LDL alto, al igual que sucedió con la
obesidad y adiposidad abdominal, fueron menores en vegetarianos. También los niveles de TG
fueron algo menores (más en LOV que en V), pero no se encontraron grandes diferencias en el
colesterol HDL entre los diferentes patrones dietéticos.
Para determinar si una dieta vegetariana contribuye a reducir la dislipidemia, y por tanto el
riesgo cardiovascular, atender de forma aislada a los niveles de cada uno de los lípidos
plasmáticos sin valorarlos en su conjunto puede tener un pobre carácter predictivo. Yokoyama
et al. (2017)27 afirmaron que las intervenciones que aumentan el HDL no reducen el riesgo
cardiovascular, de acuerdo con un reciente metaanálisis que mostró que ni la niacina, ni los
fibratos, ni los inhibidores de la CETP, pese a aumentar de forma efectiva los niveles de HDL,
fueron capaces de reducir la mortalidad por todas las causas, la mortalidad por enfermedad
coronaria, infarto de miocardio o accidente cerebrovascular en pacientes que siguieron un
tratamiento con estatinas43. Wang et al. (2015)26 defendieron en su metaanálisis, que pese a
que un aumento del HDL se haya asociado con un menor riesgo de enfermedad coronaria, la
disminución del HDL observada en vegetarianos, tanto en estudios observacionales como en
ensayos clínicos, no se asoció con una peor salud cardiovascular. Zhang et al. (2014)25, en cuyo
metaanálisis sólo se compararon entre vegetarianos y no vegetarianos los niveles de HDL, sin
encontrar diferencias significativas, defienden, en sintonía con los demás autores, que “el
equilibrio entre todos los lípidos plasmáticos tiene un mayor carácter predictivo del nivel de
riesgo cardiovascular, que los valores de cada uno de los distintos lípidos sanguíneos
contemplados de forma aislada” 25. El colesterol non-HDL es la suma de todos los colesteroles
aterogénicos, por lo que ofrece una imagen más completa y constituye un predictor sólido 44.
Las concentraciones elevadas de colesterol non-HDL en sangre están fuertemente asociadas
con el riesgo a largo plazo de enfermedad cardiovascular aterosclerótica 45, y es un mejor
marcador de riesgo que el LDL tanto para la diabetes tipo 2 46, como para la enfermedad
cardiovascular, pese a que presenta algunos inconvenientes en la práctica clínica 47.
22
analizaron26, 27. Podemos concluir que el carácter protector de los patrones dietéticos
vegetarianos frente a los principales factores de riesgo de sufrir ECV y otras enfermedades
crónicas, se asienta sobre un alto grado de evidencia científica.
Múltiples explicaciones han sido propuestas para explicar el carácter protector de las dietas
vegetarianas contra las enfermedades crónicas y sus factores de riesgo, cuyos mecanismos de
acción podrían poseer efectos sinérgicos.
Dado que los patrones dietéticos vegetarianos se definen por los grupos de alimentos que
excluyen y no por los que incluyen, existe una amplia heterogeneidad dentro de éstos debido a
múltiples factores (culturales, religiosos, preferencias personales, disponibilidad de alimentos,
etc.). Debe por tanto constituir una prioridad de estudio en este campo, el determinar la
inclusión de qué componentes en la dieta vegetariana tiene un mayor efecto sobre la salud o,
por el contrario, qué alimentos de aquellos excluidos son los que más influyen sobre las
asociaciones encontradas.
Entre los alimentos excluidos por los vegetarianos, las carnes procesadas y las carnes rojas
son los que mayor evidencia de riesgo acumulan. EL IARC de la OMS clasifica a las carnes
procesadas dentro del Grupo 1 (cancerígeno para los humanos), en el que la evidencia es más
fuerte. La relación entre las carnes rojas y el cáncer es fuerte, pero no se ha demostrado que
exista causalidad. El IARC las clasifica en el Grupo 2A (probablemente cancerígeno para los
humanos). Según sus estimaciones, 34.000 muertes al año son atribuibles a las dietas altas en
carne procesada, y de confirmarse las asociaciones como causales, la carne roja sería
responsable de otras 50.00048. Un reciente estudio de la cohorte UKWCS, que incluyó a 32.000
mujeres, sugirió una reducción del 44% (0,56; IC 95%, 0,34 – 0,95) en la incidencia de cáncer de
colon distal para todas las dietas libres de carne roja agrupadas. No obstante, indicaron que sus
hallazgos necesitaban confirmación en estudios más amplios 49.
La asociación positiva de carnes rojas y procesadas con una peor salud no se limita al
cáncer. Una investigación más amplia que incluyó a 448.568 participantes registró una
asociación positiva significativa entre el consumo de carne procesada y el riesgo de morir de
cáncer de un 11% (1,11; IC 95%, 1,03 – 1,21 por 50 g / día) y por otras causas de muerte de un
22% (1,22; IC; 95%, 1,11 – 1,34 por 50 g / día). Estimaron que con una reducción por debajo de
20 g / día de carne procesada el 3,3% (IC 95%: 1,5 a 5,0%) de las muertes podrían prevenirse.
En cuanto a asociaciones de hábitos alimentarios, los autores detectaron una relación inversa
entre el aumento de ingesta de carne roja o procesada y el consumo de frutas y verduras. Sin
embargo, la ingesta de carne de aves de corral se asoció positivamente con un mayor consumo
vegetal. Sus resultados reforzaron la asociación positiva entre el consumo de carne procesada
con una mayor mortalidad, principalmente a causa de enfermedades cardiovasculares, aunque
también debido al cáncer50. Estos hallazgos son consistentes con los de Martínez-González et
al. (2014) que informaron del “efecto perjudicial sobre la mortalidad total de un alto consumo
de alimentos de origen animal, especialmente las carnes rojas y procesadas” 37. Por otra parte,
23
el estudio realizado en Austria por Burkert et al. (2014) apuntó además que la ingesta de grasa
animal se relacionaba siguiendo una progresión casi lineal con el IMC de los participantes 38.
24
consumo de carbohidratos se asociaba con mayor mortalidad total que un consumo elevado de
grasa63. Si nos limitamos a los ácidos grasos saturados la evidencia tampoco es clara. Un
metaanálisis de estudios prospectivos concluyó que no existe evidencia significativa de que las
grasas saturadas en la dieta estén asociadas con un mayor riesgo de enfermedad coronaria o
CVD64. Un estudio más detallado observó que el riesgo cardiovascular aumentaba o se reducía
al sustituir grasas saturadas por carbohidratos, en función de los ácidos grasos concretos que
se sustituyesen. Reemplazar el ácido mirístico, palmítico o esteárico por carbohidratos no
aportaba gran beneficio, mientras que reemplazar el ácido láurico por carbohidratos podía
suponer un aumento del riesgo65. Estos hallazgos sugieren que hemos de prestar más atención
a los nutrientes concretos que componen la dieta, y por tanto a sus fuentes y a su calidad, que
a la proporción entre unos y otros, y dar una importancia mayor a los nutrientes de reemplazo
que escojamos para sustituir a aquellos nutrientes cuya ingesta queramos reducir 64 y 65. Una
dieta vegetariana rica en carbohidratos integrales 66 podría ofrecer mejores resultados que
aquellas en las que se aumentan los carbohidratos de cualquier tipo (que puedan incluir
carbohidratos refinados y azúcares de alto índice glucémico y baja densidad nutricional). Se
requieren más investigaciones para valorar los efectos sobre la salud de dietas vegetarianas
que muestren diferencias sustanciales en la cantidad y el tipo de grasas y carbohidratos
incluidas en las mismas.
25
Contribución de las dietas vegetarianas al cumplimiento de los ODS
La promoción de una dieta basada en vegetales (plant-based diet) ha sido señalada como
una estrategia eficaz para reducir de forma simultánea la prevalencia de ENTs y el deterioro
ambiental 14, 15, 74, 75, 76 y 77. Una revisión sistemática publicada en The Lancet en 2016 comparó 14
patrones dietéticos sostenibles y coincidió en que era el vegano el que producía menor huella
ambiental78. Las diferencias más importantes de coste ambiental entre unos y otros patrones
dietéticos vinieron dadas principalmente por su contenido en productos de origen animal 79,
aunque también influía el sistema de producción y el transporte. Según Baroni et al. (2007) 77
los sistemas de producción ecológicos tuvieron menor impacto medioambiental que los
convencionales.
Una de las principales razones que explican estas enormes diferencias entre alimentos
vegetales y animales es el uso del suelo. Entre un 70% y un 80% de la superficie agrícola
mundial se destina a producir alimentos para animales, lo que supone cerca del 30% de la
superficie terrestre80; a pesar de que más del 80% de la dieta humana actual está compuesta
26
por plantas73. Sin embargo, el ganado al que se dedican estas tres cuartas partes de la
superficie cultivada sólo contribuye a la alimentación humana con un 18% de las calorías a
nivel mundial81, puesto que cualquier animal proporciona muchas menos calorías como
alimento de las que necesita ingerir para crecer y desarrollarse.
Junto con la deforestación, la desertificación mediada por el uso intensivo del suelo y el
monocultivo también se ve afectada por la elección de alimentos. La ONU alerta de que sólo
tres cultivos (arroz, maíz y trigo) proporcionan el 60% de la ingesta energética mundial 73, de
modo que promover una dieta con una amplia variedad vegetal entre sus componentes,
además de repercutir positivamente en la salud, puede ser una buena estrategia para mitigar la
pérdida de biodiversidad de la que la producción alimentaria es la principal responsable 85.
Junto con la emisión de GEI y el uso de la tierra, existe un tercer factor que sitúa a la
alimentación humana actual como un enorme obstáculo para el cumplimiento de los ODS, y es
que la producción alimentaria, es también responsable del uso de más del 70% del agua dulce
del planeta86. Las dietas vegetarianas podrían suponer una enorme reducción en el uso de
agua, que según los autores podría ir desde un 50% 78, hasta un 70%86 o 75%79.
27
zoonótica89 que tanta preocupación mundial ha despertado a consecuencia de la crisis mundial
de la COVID-1973.
9. Conclusiones
- La evidencia que asocia la dieta vegetariana occidental con mejores perfiles de riesgo
cardiometabólico es sólida. Los vegetarianos occidentales tienen menor IMC, menor CC, y son
menos propensos a desarrollar hipertensión, dislipidemia, resistencia a la insulina o diabetes
tipo 2.
- Los factores que confieren a la dieta vegetariana un carácter protector frente a las ENTs
son principalmente la exclusión de carnes rojas y carnes procesadas, y un alto consumo de
frutas y verduras. El papel que desempeñan cada uno de los componentes de esta dieta no se
conocen con claridad. Se precisan más investigaciones. Algunas deficiencias de
micronutrientes, muy frecuentes en las dietas vegetarianas podrían contrarrestar sus efectos
beneficiosos.
- Las dietas vegetarianas, y en especial las veganas, pueden contribuir, además de a reducir
la carga global de enfermedad (mortalidad y morbilidad) al cumplimiento de muchos otros ODS
de la ONU (combatir el cambio climático, recuperar ecosistemas marinos y terrestres,
aumentar la disponibilidad de agua potable, reducir el hambre en el mundo, etc.) por ser el
patrón dietético con un menor impacto medioambiental.
10. Limitaciones
Algunas limitaciones han sido identificadas en este trabajo. En primer lugar, sólo se han
tenido en cuenta aquellas publicaciones de libre disposición, cabiendo la posibilidad de que
estudios a los que no se ha tenido acceso ofreciesen resultados divergentes. En segundo lugar,
a la hora de establecer el carácter saludable de los patrones dietéticos vegetarianos
únicamente se ha prestado atención a su asociación con la mortalidad y prevalencia causada
por las principales ENTs y sus factores de riesgo. Es posible que, en la prevalencia de patologías
que supongan una menor proporción de la carga de enfermedad global, patrones dietéticos
vegetarianos y no vegetarianos, muestren resultados diferentes. Por último, la falta de
experiencia previa en materia de investigación del autor de este trabajo, debe ser señalada
como una limitación.
28
11. Futuras líneas de investigación
Pese a que la asociación de los patrones dietéticos vegetarianos con una menor prevalencia
de ENTs y su eficacia para prevenir el riesgo cardiovascular y metabólico, goza de una sólida
evidencia científica, los factores y componentes de éstos que les confieren sus beneficios
siguen sin estar claros. Se precisan nuevas investigaciones en esta dirección, con estudios
observacionales y ensayos clínicos que comparen patrones dietéticos vegetarianos entre sí; en
los que dichos patrones no estén definidos principalmente conforme a la exclusión de más o
menos alimentos de origen animal (V, LOV, PV, etc.), sino en base a su contenido proporcional
de macronutrientes (ácidos grasos, proteínas, carbohidratos y almidones), micronutrientes
(con atención especial a la B12 y aquellos en los que las dietas vegetarianas suelen ser más
deficientes) y grupos de alimentos (legumbres, frutas, verduras, carbohidratos refinados e
integrales, etc).
29
ACRÓNIMOS:
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